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CONVIVENCIA, DIVORCIO Y RE-CASAMIENTO


BAJO LA PALABRA DE DIOS
Por Enoc Príncipe, por la gracia de Dios

Introducción

Alabo a Dios por la oportunidad de investigar y exponer estos temas cuyo estudio a veces es
postergado. En relación con estos asuntos, a veces los pastores hemos sido más influenciados por la
corriente social o el sentimentalismo. Cuales hayan sido los motivos de la superficial atención a lo que
la Biblia dice sobre la convivencia, divorcio y nuevo matrimonio, hoy es un buen momento para
analizar juntos lo que nos dice Dios.

I. Definición de Matrimonio

1. Gn. 1.27-28: La idea de masculino y femenino es totalmente de Dios. Dios creó al hombre y a la
mujer para cumplir objetivos por Él asignados. Gn. 2.18 detalla que fue Dios quien vio que el
hombre estaba solo y eso no era bueno para los objetivos que tenía planeado para él; así que le creo
su “contraparte” o ayuda idónea. Dios es el creador del matrimonio, sólo Él sabe cómo hacerlo
funcionar bien; si algo falla, Él nos puede decir cómo repararlo.

2. Gn. 2.24: en este versículo el matrimonio es claramente establecido por Dios como unión monógama
(“serán los dos”) y heterosexual (el hombre... se unirá a su mujer). Todo lo que no se ajuste a este
diseño divino es una perversión del matrimonio. Por otra parte, note que el texto no dice nada en
cuanto a los hijos; “un matrimonio sin hijos es un matrimonio en todo el sentido de la palabra.”1

3. Mt. 19.4-6: el plan original de Dios fue ratificado por Jesús aludiendo Gn. 1.27 y especialmente las
palabras de Dios en Gn. 2.24. Este plan original se menciona además en Mr. 10.7-8 y Ef. 5.31.

4. Ro. 7.1-3: Sólo la muerte disuelve el vínculo matrimonial. Igualmente, 1 Co. 7.39 afirma: “La mujer
casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para
casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.”

5. 1 Co. 7.2; 9.5; Ef. 5.21-33: son pasajes donde también se afirma el diseño de Dios para el
matrimonio: monógamo y heterosexual.

6. En el matrimonio, ambos cónyuges tienen igualdad de naturaleza aunque diferentes funciones. Es


como en la Trinidad, hay igualdad de naturaleza entre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo;
sin embargo cada uno ha asumido diferentes funciones. Es como un alcalde incrédulo y el
presidente incrédulo de un país: en naturaleza son iguales, pero en función el presidente es superior.
Daniel Block2, enfatiza que entre el hombre y la mujer hay una “igualdad ontológica” y una “función
complementaria”:
(1) ambos son mencionados como portadores de la imagen y semejanza de Dios, Gn. 1.27;
(2) los mandatos de Gn. 1.28 son dados a ambos, en plural;

1
J. Carl Laney, en el libro “Divorce and Remarriage: Four Christian Views” (Divorcio y Recasamiento:
Cuatro Puntos de Vista Cristianos), p. 20
2
Citado por Andreas Kostenberger en su artículo “Marriage and the Family in the New Testament”
(Matrimonio y la Familia en el Nuevo Testamento), p.1
2

(3) la expresión “ayuda complementaria” de Gn. 2.183;


(4) la creación de la mujer a partir de una costilla del hombre, y no de su pie o de la cabeza;
(5) la declaración del hombre en cuanto que la mujer era su contraparte, Gn. 2.23;
(6) lo mutuo de la relación matrimonial como está expresado en Gn. 2.24-25.

7. En base a Gn. 2.24, John Stott da la siguiente definición: “El matrimonio es un heterosexual
exclusivo pacto entre un hombre y una mujer, ordenado y sellado por Dios, precedido por un público
dejar a los padres, consumado en la unión sexual, estableciendo un compañerismo de mutuo apoyo,
y normalmente coronado con el don de hijos.”4

“Dejar” implica que los hijos ya están listos para vivir sin dependencia de los padres en todos los
aspectos de la vida (espiritual, emocional, económico, ministerial y geográfico). “Dejar” debe ser
un público acto en armonía con las familias y “con las costumbres sociales y legales. (Gn 29:25;
34:12 ).”5 Cuando no se respetan dichas costumbres sociales y legales se cae en el concubinato, no
en el matrimonio.

“Unirse” no habla de un contacto casual, temporal, superficial; sino de una unión permanente. Tan
permanente que sólo la muerte puede disolver tal unión. Algunos alegan que una vez que se da la
unión sexual ya ha ocurrido el matrimonio. Es verdad que 1 Co. 6.16 dice que “quien se une con
una ramera, es un cuerpo con ella”, porque “dice: Los dos serán una sola carne.” Pero eso no
constituye un matrimonio porque no hay un público “dejar”, ni hay la intención de “unirse” a ella
para toda la vida. No debemos hacer de la unión sexual el eje fundamental de la definición de
matrimonio. Charles Ryrie afirma:
“Que la unión sexual sola no constituye un matrimonio es evidente de la distinción que se hace
en todo el Antiguo Testamento entre la esposa o esposas de un hombre y sus concubinas (Gn.
22:24; Jue. 8:30–31; 2 S. 3:7; 5:13 ; 1 R. 11:3) y la secuencia de eventos involucrados en Dt.
22:28–29 (cf. Ex. 22:16–17). El aspecto legal/contractual era importante e hizo obligatorio el
periodo de noviazgo/desposamiento.”6

“Ser una sola carne” habla de la unión sexual. Entre esposos dicha unión cuenta con la bendición de
Dios; fuera del matrimonio es una maldición. Es como el fuego que fuera de lugar causa desgracias.
3
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 178, dice:
“'ayuda' en Gn. 2.18... simplemente significa que a cada uno le falta lo que su cónyuge puede suplir para que
juntos hagan un todo completo.”
4
John R. W. Stott, “Marriage and Divorce,” (Matrimonio y Divorcio), en Involvement: Social and Sexual
Relationships in the Modern World, (Involucramiento: Relaciones Sexuales y Sociales en el Mundo
Moderno), ed. John R. W. Stott (Old Tappan, N.J.: Revell, 1984), 2:163.
También J. Carl Laney, en el libro “Divorce and Remarriage: Four Christian Views” (Divorcio y
Recasamiento: Cuatro Puntos de Vista Cristianos), p. 17, resalta desde Gn. 2.24 “tres cosas que son
esenciales al matrimonio: (1) un acto público de dejar la familia de uno con miras a establecer un nuevo
hogar; (2) un lazo permanente, “unir” o estar permanentemente enlazado en un compañerismo como esposo y
esposa; (3) una unión física, llegando a ser una carne físicamente por la unión sexual.” Luego, en resumen,
define el matrimonio como “el acto de Dios al unir a un hombre y una mujer en una relación permanente, de
pacto y en una sola carne.” (p.20).
5
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 179.
6
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 179.
3

8. El concepto de “pacto” al definir el matrimonio es muy importante, pues para algunos el matrimonio
es un “contrato” o simplemente una “tradición”. La palabra “pacto” (berit) se usa 264 veces en el
Antiguo Testamento. De ellas, 211 veces (80% del total), se refieren a Dios como autor y
protagonista de un pacto (incluso 51 veces Dios dice: “Mi pacto”). “Berit” se usa para definir el
matrimonio en Pr. 2.17 y Mal. 2.14 y es evidente la participación de Dios en dicho pacto.7
Personalmente, entiendo que el pacto matrimonial no sólo involucra a dos personas (un hombre y
una mujer), sino a tres: un hombre, una mujer y Dios. Coincidiendo con esto, John Stott afirma:
“El lazo matrimonial es más que un contrato humano: es un yugo divino... Dios pone este yugo
sobre la pareja que se casa...”8

9. Citando textos en los cuales Jesús resalta el vínculo espiritual sobre el biológico (Mr. 3.32-35), invita
a sus discípulos a dejar a sus familias para seguirle (Mr. 1.16-20), y pide un amor superior al amor
que uno brinda a su familia (Lc. 14.26; Mt. 10.37). De hecho, es muy sorprendente que algunos
discípulos LITERALMENTE dejaron a sus familias para seguir a Jesús (Mr. 10.28-29). Andreas
Kostenberger afirma:
“El matrimonio, aunque permanece como la institución divina fundamental para la humanidad,
no debe ser visto como un fin en sí mismo, sino como apropiadamente subordinado a los más
grandes propósitos salvíficos de Dios. La culminación de este desarrollo será alcanzada en el
estado eterno donde la gente no se casará más, sino que será como los ángeles (Mt. 22.30).”9

Esta aclaración es importante para librarnos de caer en el humanismo o en la “familiolatría”. Nada


humano o terrenal debe ocupar el lugar que sólo le corresponde al Creador y Salvador. Dios es el
creador del matrimonio y la familia, a Él debemos profunda gratitud por el cónyuge y la familia que
nos ha dado, pero nunca debemos caer en amar a la familia más que a Dios. Por eso, Kostenberger
afirma que el matrimonio solamente es “un vehículo usado por Dios para entrenar al hombre y la
mujer (y sus hijos) en la vida de fe.”10

10. Gary Thomas ha llegado a la conclusión que la familia tiene un propósito santificador más que el
propósito de traer “felicidad”. Él pregunta:
“¿Qué si Dios no diseñó el matrimonio para que sea “facilito”? ¿Qué si Dios tenía en mente que
fuéramos más allá de nuestra felicidad, nuestra comodidad y de nuestro deseo de ser infatuados y
felices como si el mundo fuera un lugar perfecto? ¿Qué si Dios diseñó el matrimonio para
hacernos santos más que para hacernos felices?11
Creo que esta apreciación es verdadera, pues la meta de Dios es nuestra santificación progresiva (1
7
La seriedad de un “berit” se refleja en pasajes como Gn. 6.18: Dios promete salvar a los que estén en el arca;
Gn. 9.11-17: Dios no volverá a enviar otro diluvio a toda la tierra; Gn. 15.18: la tierra prometida a Abraham;
Gn. 17.2-7: la descendencia prometida a Abraham; Ex. 24.7: el pacto de Dios con Israel; 1 S. 18.3; 23.18: la
amistad entre David y Jonatán; 2 S. 5.3: los líderes de Israel hicieron pacto con David ante Dios para que sea
rey; 2 S. 23.5; Sal. 89.3-4: el pacto de Dios con David; Job 31.1: el pacto de Job con sus ojos; Jer. 31.31-33:
el nuevo pacto con Israel.
8
Stott, “Marriage and Divorce,” (Matrimonio y Divorcio), p. 167.
9
Andreas Kostenberger en su artículo “Marriage and the Family in the New Testament” (Matrimonio y la
Familia en el Nuevo Testamento), p. 7
10
Andreas Kostenberger en su artículo “Marriage and the Family in the New Testament” (Matrimonio y la
Familia en el Nuevo Testamento), p. 12-13
11
Gary Thomas, “Sacred Marriage. What if God Designed Marriage to make us Holy more than to make us
Happy?” (Sagrado Matrimonio: Qué si Dios Diseñó el Matrimonio para Hacernos Santos, más que para
Hacernos Felices”), p. 13
4

Ts. 4.3; 1 P. 1.14-16); el propósito del sacrificio de Cristo –según Ef. 5.25-26- es santificar a Su
Iglesia. Es en la vida familiar donde se hacen evidentes los pecados y áreas débiles de cada
integrante de la familia.12 Si cada miembro de la familia asume la función de ayudar a los demás a
ser más y más santos, la familia será una poderosa herramienta santificadora en las manos de Dios.13

11. El matrimonio también cobra valor como un símbolo de la relación entre Cristo y la Iglesia (Ef.
5.21-32). De modo que cada matrimonio debe ilustrar esta relación tan especial entre Cristo y la
Iglesia; y por supuesto, cada boda debe ilustrar lo que será en el cielo “las Bodas del Cordero” (Ap.
19.7-9).

12. Si alguna “unión” o “relación” no cumple el “dejar públicamente” con la aprobación familiar y
social, o el “unirse” en pacto delante de Dios, no es un matrimonio.

13. La duración del matrimonio fue claramente establecida por Dios: hasta la muerte de uno de los
cónyuges (Mt. 19.6; Ro. 7.2-3). El tema de si hay o no otros factores que disuelven el pacto
matrimonial ha sido y es ampliamente debatido. Analizaremos este tema a continuación.

12
Kathleen y Thomas Hart escriben: “A veces, lo que es duro de aceptar en los primeros año de matrimonio no
es lo que descubrimos acerca de nuestro cónyuge, sino lo que descubrimos acerca de nosotros mismos. Como
dijo una joven mujer que había estado casada cerca de un año: ‘Siempre pensé de mí misma como una
persona paciente y perdonadora. Luego comencé a pensar si ello era porque nunca había estado tan cerca de
alguien. En el matrimonio, cuando Juan y yo comenzamos… a tratar con diferencias, yo vi cuán pequeña y
rencorosa podía ser yo. Descubrí una dureza en mí, que nunca antes había experimentado.” (Gary Thomas,
obra citada, p. 93).
13
“Uno de los mejores regalos de boda que Dios te dio fue un espejo para que te veas de cuerpo entero
llamado tu cónyuge. Había tenido pegada una tarjeta, ella habría dicho: ‘Este presente es para ayudarte a
descubrir realmente cómo eres tú!’” (Gary Thomas, obra citada, p. 89).
5

II. El Divorcio en la Biblia

A. En el Antiguo Testamento

1. Dt. 22:13–19: Si un hombre acusaba injustamente a su esposa de no haber sido virgen en el


momento de la boda, nunca podría divorciarse de ella.

2. Dt. 22.28-29: Si un hombre fornicaba con una virgen no desposada, debía casarse con ella y no podía
despedirla “en todos sus días”.

3. Dt. 24.1-4: Si la despide por haber hallado alguna cosa “indecente”. La pregunta es: ¿qué significa
“alguna cosa indecente”? Algunos han respondido que es una alusión al adulterio, y otros han dicho
que es cualquier falta. (Lo que llegó a ser el debate entre las escuelas de Shammai y Hillel).
John H. Walton dice: “La frase (recuerde la importancia del orden de las palabras) “una indecente
cosa” se repite únicamente en Dt. 23.14, donde es usada para referirse eufemísticamente al
excremento que podría contaminar el campamento. Consecuentemente, podríamos concluir que la
palabra no alude conducta inmoral de parte de la mujer.”14 Es apropiado recordar aquí que el
adulterio era castigado con la muerte: Lv. 20.10; Dt. 22.22-24, de modo que la legislación era clara
que la muerte y no el divorcio era la pena por la infidelidad sexual.
Es decir, “el divorcio” permitido aquí se daba por razones de alguna impureza física.
Una vez que la esposa era despedida y “envilecida”, podía casarse con otro hombre (con tal que no
sea sacerdote, Lv. 21.7), pero luego, no era permitido que se case con el hombre que la
“envileció”15.

4. Hay evidencias que en los días de Moisés los israelitas ya estaban practicando el divorcio oral; es
decir, por la dureza de su corazón despedían a sus esposas como lo hacían en las naciones paganas.16
Jesús señaló esto claramente en Mt. 19.8.

5. Pasajes como Is. 50.1; Jer. 3.1-8; no deben tomarse como base para afirmar que Dios mismo es un
divorciado de Israel y que Él aprueba el divorcio. “...entonces quizá también Dios era un polígamo,
puesto que se casó con Israel y Judá. No se debe forzar el lenguaje poético y metafórico...”17 Las
declaraciones directas como: “Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio” (Mal.
2.16), nos ayudan a entender las figuras literarias.

6. Esdras 9-10: Esdras fue informado que muchos judíos se habían casado con mujeres paganas.
Esdras, conociendo que esto estaba prohibido por Dios, pues genera una tendencia a la idolatría (Dt.
7.1-4; Jue. 3.5-6; 1 R. 11.1-8; Mal. 2.11), oró a Dios y la gente se compungió. Entonces, Secanías

14
Ver el artículo completo en: http://www.koinoniablog.net/2008/11/hebrew-corner-11-divorce-deut-241-4-by-
john-h-walton.html#more Acceso en Setiembre 2009.
15
John H. Walton resalta que este verbo está en la raíz hebrea hutqattel, lo cual hace que la traducción más
exacta sea: “se le hizo declararse (o considerarse a sí misma) impura”.
J. Carl Laney, en el libro “Divorce and Remarriage: Four Christian Views” (Divorcio y Recasamiento: Cuatro
Puntos de Vista Cristianos), p. 23, dice que según la Mishna, la mujer despedida recibía un 'certificado de
divorcio' que decía: “He aquí, tú eres libre de casarte con cualquier hombre”.
16
J. Carl Laney, en el libro “Divorce and Remarriage: Four Christian Views” (Divorcio y Recasamiento:
Cuatro Puntos de Vista Cristianos), p. 21
17
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 180.
6

propuso una solución: que los judíos despidan a sus esposas extranjeras.

Considero que la clave para entender bien este pasaje es considerarlo en el contexto del Pacto
Mosaico. En el Nuevo Testamento, en cambio, no se ordena separarse o despedir al cónyuge
incrédulo: 1 Co. 7.10-16. En esa dirección, el Dr. Carballosa señala: “...había uniones consideradas
ilícitas según la ley de Moisés. Un israelita no debía casarse con una mujer pagana, ni una doncella
israelita debía ser dada en matrimonio a un hombre pagano (Éx. 34.11-17; Dt. 7.1-5). Los
matrimonios con paganos eran ilícitos y debían ser anulados. Eso se hizo en tiempos de Esdras y
Nehemías.”18

Charles Ryrie cita a G. J. Wenham: “A los ojos de Esdras no era un asunto de quebrantar legítimos
matrimonios, sino de anular aquellos contrarios a la ley... y los más serios casos de uniones ilegales
podían ser castigados con la muerte de ambos, igual que los adúlteros (Lv. 20).” Pero Esdras
solamente demandó el divorcio, no la muerte (cf. Nm. 25:6–15).”19

7. Malaquías 2.14-16: Jehová aborrece el repudio por ser deslealtad al pacto hecho con el cónyuge ante
Dios. Algunos judíos incluso se habían divorciado de sus mujeres judías para casarse con paganas.
Ryrie alista los siguientes efectos de tales divorcios:
“(1) rompieron la comunión, de modo que el Señor no aceptaba las ofrendas (Mal 2:13);
(2) rompieron el pacto matrimonial (v 14);
(3) violaron la intención original de Dios para el matrimonio (v 15);
(4) atrajeron la ira de Dios (v 16).”20

8. Así pues, luego de analizar todos los versículos sobre “divorcio” en el Antiguo Testamento, Gordon
Wenham21 concluye: “Así, las leyes en el Antiguo Testamento no solamente promueven el ideal de
un compañerismo de toda la vida, ellas están basadas en la idea que una relación permanente es
establecida entre las partes.”

18
Evis L. Carballosa, “Mateo”, p. 219
19
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 182.
20
Charles C. Ryrie, ídem.
21
Experto en estudios Semíticos de la Universidad Queen de Belfast, Irlanda, citado por J. Carl Laney, en el
libro “Divorce and Remarriage: Four Christian Views” (Divorcio y Recasamiento: Cuatro Puntos de Vista
Cristianos), p. 25
7

B. En el Nuevo Testamento

1. Mt. 1.18-20: El deseo de José para abandonar a María al enterarse que ella estaba embarazada, tenía
una connotación de “divorcio”, aunque ellos estaban sólo desposados y no vivían juntos aún.22 El
valor legal de esta relación se ve en las frases: “José su marido” (v. 19); y “María tu mujer” (v.20).
Legalmente, eran marido y mujer; pero sólo después de la boda se unirían físicamente e irían a vivir
juntos. (Aunque José no se llegó a ella hasta después del nacimiento de Jesús, Mt. 1.25).

2. Mt. 5.31-32: Como es sabido, en aquellos días había dos escuelas rabínicas con puntos de vista
contrarios en cuanto al divorcio:
“(1) El rabino Shammai y sus discípulos entendían que el adulterio era la única causa por la que
un hombre podía divorciarse de su mujer. ...” Para ellos, “alguna cosa indecente” en
Deuteronomio 24.1 era equivalente al adulterio.
(2) El rabino Hillel, por su parte, enseñaba un concepto mucho más abierto... del divorcio. Decía
que un hombre podría divorciarse de su mujer por cualquier falta que considerase ofensiva. Por
ejemplo... si... su esposa había quemado la comida...”23
Jesús distingue los divorcios por cualquier motivo y los divorcios por “fornicación” (Griego
πορνεία, porneia,). De modo que debemos estudiar el significado de porneia en el uso de Jesús:

A. César Vidal Manzanares dice que la expresión “salvo por causa de fornicación” se ha interpretado
históricamente en dos formas: 24
(1) ‘La excepción no es excepción sino que se refiere a una situación no matrimonial, sea el
concubinato o el matrimonio de parientes cercanos’. Él rechaza esta interpretación afirmando que
no era necesario señalar en la sociedad judía de entonces que el concubinato se podía disolver25
(pues no era equivalente al matrimonio), y que la nulidad de un matrimonio no es equivalente al
divorcio que aludió Jesús.26

22
Andresas Kosterberger afirma: “En relación con la decisión de José para divorciarse de María, se debe
reconocer que los judíos del primer siglo entendían que un desposamiento era similar al matrimonio en el
sentido que romper ese compromiso necesitaba un divorcio formal (sea privado o público; ver Carson,
Matthew, EBC 8 (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1984), p. 75, citing Num 5:11–31.” “Marriage and the
Family in the New Testament” (Matrimonio y la Familia en el Nuevo Testamento), p. 16
23
Evis L. Carballosa, “Mateo”, p. 218-219. La línea de Hillel abre muchas otras causas, por ejemplo, Andreas
Kostenberger menciona la siguiente cita: “R. Akiba [ca. AD 135] dice: Incluso si él encontró a alguien mejor
que ella, porque está escrito, 'y si ella no halla favor ante sus ojos...’ ”
24
Todas las alusiones y citas de César Vidal Manzanares han sido tomadas de sus artículos “Hubo Divorcio en
el Cristianismo Primitivo”, publicados en http://www.protestantedigital.com/hemeroteca/007/lavoz.htm
25
César Vidal añade este interesante dato histórico: “la manera en que era considerado el matrimonio de los
que no eran ciudadanos romanos en el seno del imperio. Lejos de ser reconocido como matrimonio
(matrimonium), legalmente era un concubinato (contubernium). Si Jesús hubiera querido decir que el
divorcio era lícito en los casos de concubinato, todos los matrimonios de ciudadanos no-romanos... hubieran
sido todavía más fáciles de disolver...”
26
Sin embargo, este punto de vista es sostenido por Charles Ryrie y F. F. Bruce entre otros debido al uso de
πορνεία en 1 Co. 5.1 y Hch. 15.20, 29. Ryrie señala también el siguiente hallazgo de dos estudiosos:
“Joseph Fitzmyer y James R. Mueller han mostrado desde la literatura de Qumran que ּ‫ות‬ ‫זנְ ו‬
‫ ז‬, la contraparte
hebrea de πορνεία, fue usada en Palestina en el primer siglo específicamente del matrimonio dentro de las
relaciones prohibidas. Así que ese fue un significado conocido por las personas cuando el Señor habló sobre
el divorcio.” Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza
Bíblica sobre el Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall,
1982), p. 189.
8

(2) La segunda manera de interpretar la frase “salvo por fornicación” es que el divorcio es
permitido en caso de adulterio carnal. Al respecto, César Vidal afirma:
“Esta segunda interpretación ha sido la común durante veinte siglos en las iglesias orientales —
ortodoxas o no— y, desde el siglo XVI, en las nacidas de la Reforma protestante... En todos los
casos, la teología y la pastoral han insistido en la meta del matrimonio perdurable y sin divorcio
pero admitiendo a la vez que, en un determinado contexto, ese comportamiento puede tener una
excepción que es la incluida en Mateo 5.32 y 19.9... Semejante cláusula se ha interpretado
generalmente como adulterio. En otras palabras, el matrimonio cristiano no admitiría el divorcio
pero cuando tiene lugar el adulterio es lícito el divorcio y, si así lo desea el cónyuge, un nuevo
matrimonio... tal interpretación cuenta con una enorme base histórica no sólo en la patrística
griega y oriental sino también en la latina, así como en diversos concilios y sínodos. De hecho, la
práctica sólo sería rechazada por la iglesia católicorromana ya bien avanzada la Edad Media.”27

B. La palabra “porneia” no sólo significa “fornicación”. Como bien señala A. Kostenberger:


“porneia y sus palabras vinculadas tienen en sí mismas un significado amplio y no-específico, la
expresión normalmente es clarificada por el contexto: si se involucra pago por sexo, se refiere a
prostitución (Mt. 21.31-32; Lc. 15.30; 1 Co. 6.13-18); si están en vista parientes cercanos, el
asunto es incesto (1 Co. 5.1; Hch. 15.20, 29; 21.25); en el caso de relaciones entre personas del
mismo sexo, es homosexualidad (Lv. 18.22); en el caso de parejas no casadas, fornicación; y si el
contexto es el matrimonio, el sexo fuera de sus fronteras constituye adulterio. (Jer. 3.9).”28
(Estos últimos versículos del A.T. usan “porneia” en la Septuaginta, que es la traducción del A.T.
hebreo al griego).

C . Sin embargo, John Piper señala que el uso de porneia y moicheia (moicatai) en los mismos
versículos indican que en tales textos porneia no significaría “adulterio”. “El único otro lugar,
además de Mt. 5.32 y 19.9, donde Mateo usa porneia es en 15.19 donde se usa junto a moicheia.
Por tanto, la principal evidencia contextual para el uso de Mateo es que él concibe porneia como
algo diferente a adulterio.”29

Otro argumento fuerte a favor de entender porneia como “fornicación” y no como “adulterio” en
Mt. 5.32 y 19.9, es que la palabra “dejarla” (apoluse, apoluvsh) de Mt. 1.19 es la misma palabra
“repudiar” de Mt. 5.32 y 19.9. John Piper prosigue:
“Por tanto, mientras Mateo procede a construir la narrativa de su evangelio, se encuentra en el
capítulo 5 y luego en el capítulo 19, prohibiendo todo nuevo matrimonio después del divorcio
(como lo enseñó Jesús) y todavía permitiendo “divorcios” como el que José contempló hacia
su desposada cuando pensó que ella era culpable de fornicación (porneia). Por tanto, Mateo
incluye la cláusula de excepción en particular para exonerar a José, pero también en general
para mostrar que la clase de “divorcio” que uno puede considerar durante el desposamiento o

27
Aquí, César Vidal alista a los siguientes personajes: Tertuliano (m. 247), Orígenes de Alejandría (183-
254), Lactancio Firmiano (250-330), tutor de Crispo, el hijo del emperador Constantino I; Basilio de
Capadocia (330-379), Asterio (m. 400), obispo de Amasea en Asia Menor; Epifanio de Salamina (310-403),
Cromacio de Aquileya, Agustín de Hipona (354-430), El concilio de Arles (314), concilio de Vannes (461).
28
Andreas Kostenberger en su artículo “Marriage and the Family in the New Testament” (Matrimonio y la
Familia en el Nuevo Testamento), p. 17
29
John Piper, “Divorce & Remarriage: A Position Paper” (Divorcio y Nuevo Matrimonio: una Posición
Doctrinal), Julio 21 de 1986.
http://www.desiringgod.org/ResourceLibrary/Articles/ByDate/1986/1488_Divorce_and_Remarriage_A_Posit
ion_Paper/
9

noviazgo por causa de fornicación no está incluido en la absoluta prohibición de Jesús.”30

En mi apreciación, ninguna de las interpretaciones ofrece una base real y sólida para el divorcio. Si
porneia es sólo “fornicación”, si es convivencia, o relaciones incestuosas: no ha habido matrimonio.
Si se entiende porneia como “adulterio”, la pena era la muerte, no el divorcio. Considero más
coherente con el contexto del libro entender que el divorcio al que ser refirió Jesús en la cláusula de
excepción era el ‘repudio’ durante el desposamiento.

3. Mt. 19.3-12: Jesús resalta que la licencia de despedir a una esposa impura (no inmoral) se debió a la
“dureza” del corazón de los judíos. Jesús resalta que el plan de Dios es que el matrimonio sea
permanente (hasta la muerte de uno de los cónyuges); Cristo no favoreció ni a Shammai ni a Hillel.
Los discípulos de Jesús entendieron bien su enseñanza y afirmaron: “Si así es la condición del
hombre con su mujer no conviene casarse.” v. 10.

4. Mr. 10.1-12: Note que en el contexto de hablar con sus discípulos, no aparece la llamada “cláusula
de excepción”, v. 10-12. Igualmente en Lc. 16.18…

5. 1 Co. 7.10-16: el mandato es que el creyente no tome la iniciativa de separarse, y si su cónyuge se


separa, el o la creyente está bajo el mandato de quedarse sin casar. Bajo inspiración divina, Pablo
menciona sólo dos alternativas: quedarse sin casar o reconciliarse con su cónyuge (quien no dejó de
ser su esposo o esposa). En este punto es bueno recordar que Dios nunca nos da mandatos
imposibles de obedecer. Si Dios pide a su hijo(a) que se quede sin casar, Él mismo le capacitará con
el Espíritu de poder y dominio propio que le ha sido dado el día que se convirtió a Cristo. (2 Ti. 1.7)

Hay quienes ven en 1 Co. 7.15 una opción favorable al divorcio o a que el creyente tome la
iniciativa por la expresión: “pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre”. Pero John
Piper hace la siguiente aclaración:
“La palabra usada para “servidumbre” (douloo, δουλόω) en el v. 15 no es la misma palabra
usada en el v. 39 donde Pablo dice, “La mujer está ligada (deo, δέω) a su marido mientras su
marido vive.” Pablo consistentemente usa deo cuando habla de los aspectos legales de estar
ligado a un cónyuge (Ro. 7.2; 1 Co. 7.39), o para la desposada (1 Co. 7.27; verbo luo, λύω, no
chorizo, χωρίζω). Pero cuando él se refiere a la esposa abandonada... escoge una palabra
diferente (douloo)... no dando a la esposa abandonada la misma libertad de casarse de nuevo que
él da a una esposa cuyo esposo ha muerto (v.39).”31

En base de este pasaje, Ryrie sostiene: “En un matrimonio espiritualmente mixto el consejo de
Pablo es el mismo: permanezcan juntos. Sus razones son: (1) por causa de la familia (v. 14); (2) por
causa de la paz (v 15); y (3) por causa del testimonio personal (v 16).”32

6. Mi conclusión es que los pasajes del Antiguo Testamento y los Evangelios que hablan sobre el
divorcio y sus causales están en el contexto de la comunidad judía y el pacto mosaico33. Dios es

30
John Piper, artículo citado.
31
John Piper, artículo citado.
32
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 190.
33
Por ejemplo, John Stott, en su libro “Marriage and Divorce,” (Matrimonio y Divorcio), pp. 169–70,
“defiende la autenticidad de la cláusula de excepción... y sugiere que Mateo pudo haberla incluido para su
10

claro en su plan original para el matrimonio y en su aborrecimiento del “repudio”. Inclusive la


llamada “cláusula de excepción” no es tal, pues bajo la ley mosaica el adulterio hubiera sido
castigado con la muerte; y en tal caso el divorciado pasaría a ser viudo (Dt. 22.20-24).
Mt. 5.28 daría pie para muchos divorcios hoy en día.
En las epístolas, la única causal de separación o divorcio es que el incrédulo no quiera vivir o
abandone al cónyuge creyente.

7. Algunos podrían levantar los siguientes argumentos:

(1) Si mantenemos Mt. 5.32 y 19.9 en el contexto judío, tendríamos que dejar todo Mateo en dicho
contexto. O, ¿cómo sabemos qué partes mantener para nosotros y qué partes dejar a los judíos?
Respuesta: En Mt. 5 Jesús está hablando en un contexto judío. Por ejemplo, cinco veces cita la ley
de Moisés usando la expresión: “oísteis que fue dicho” o similares. En el v.22 menciona al concilio
(Sanedrin).
Como sabemos, la ley no es para nosotros, aunque aprendemos de ella el carácter de Dios y hace
evidente nuestro pecado. Nos beneficiamos de los principios que la ley comunica, como el principio
declarado por Jesús en Mt. 5.28: “cualquiera que mira a un mujer para codiciarla ya adulteró con ella
en su corazón”; pero no estamos obligados a guardar la ley.
La ley permitió el divorcio en Dt. 24; esa ley no es para la Iglesia. La ley decretó pena de muerte
para los adúlteros; esa ley no es para la Iglesia.

(2) Jesús no consintió en el apedreamiento de la mujer adúltera de Jn. 8.1-1134


Respuesta: Jesús no se quedó en las formas, sino que fue al fondo del asunto. Apelando a sus
conciencias, denunció la hipocresía de ellos, que, adulterando en sus corazones y habiendo dejado
libre al varón adúltero, trajeron a la mujer sólo porque querían poner a Jesús en contra de la ley de
Moisés.
En el caso de la mujer, Jesús la instó al arrepentimiento y cambio de vida.

Aunque el divorcio no es aprobado por Dios bajo ninguna circunstancia, a nuestro alrededor cunden los
casos de separaciones y divorcios. ¿Qué hacer? ¿Construir argumentos con textos bíblicos para
tranquilizar conciencias? ¿Procuraremos validar bíblicamente nuestras experiencias?

Considero que en esta área hay casos irreversibles que a veces equivalen a aquel que se mutiló
físicamente antes de recibir a Cristo, o abusó de las drogas y tiene daños irreversibles en su cerebro, o
está condenado a cadena perpetua por sus crímenes. Los pecados sexuales son muy serios, y sus daños
muchas veces son irremediables. No tratemos de justificarlos, más bien temamos y advirtamos a las
generaciones que vienen tras nosotros sobre el peligro de entrar a callejones sin salidas si pecan
sexualmente.

audiencia judía, mientras que Marcos y Lucas, ambos escribiendo principalmente a lectores gentiles, no
tuvieron tal interés.” (Citado por Andreas Kostenberger en su artículo “Marriage and the Family in the New
Testament” (Matrimonio y la Familia en el Nuevo Testamento), p. 15 En la misma página, Andreas
Kostenberger afirma: “Después de todo, ¡sería difícil continuar un matrimonio si el cónyuge culpable de
adulterio ha sido muerto apedreado!”
34
Por ejemplo John Stott ha dicho: ““Parece, entonces, que él abrogó la pena de muerte por infidelidad sexual,
e hizo de esta la única razón legítima para disolver el lazo matrimonial, por divorcio, no por muerte, y por
tanto es sólo como una permisión.” Stott, “Marriage and Divorce,” (Matrimonio y Divorcio) p. 173.
11
12

III. El Nuevo Matrimonio: ¿Qué hacer ante él?

1. Si no hay divorcio válido, no hay nuevo matrimonio válido. Si el creyente divorciado (es decir,
abandonado por su cónyuge), debe quedarse “sin casar o reconciliarse” con su cónyuge, entonces no
hay nuevo matrimonio válido.

Sin embargo, son muchos los estudiosos que sostienen que un nuevo matrimonio sí es válido cuando
ha sido causado por adulterio de la otra parte. Por ejemplo, John Murray, luego de analizar la
estructura gramatical griega de Mt. 5.32 y 19.9, concluye:
“Sobre estos varios puntos podemos concluir que no es posible sostener que la cláusula de
excepción de Mateo 19.9 se aplica solamente al despedir a su esposa y no al nuevo matrimonio
del esposo. Las consideraciones preponderantes son mayormente a favor de la conclusión que
cuando un hombre despide a su esposa por causa de fornicación, este despido tiene el efecto de
disolver el vínculo matrimonial con el resultado que él está libre de volverse a casar sin incurrir
en la culpa de adulterio. En términos simples esto significa que el divorcio en tal caso disuelve el
matrimonio y que las partes no son más marido y mujer.”35

2. Sin embargo, luego de analizar Mr. 10.10-12 y Lc. 16.18, y en relación específica con Mt. 5.32, John
Piper hace el siguiente agudo comentario:

“El asunto remarcable acerca de la primera mitad de este verso es que sencillamente dice que el
nuevo matrimonio de una esposa que ha sido despedida inocentemente es aun así adulterio: “el
que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella (la esposa inocente que se
mantuvo casta) adultere.” Esta es una clara declaración, me parece, que el nuevo matrimonio es
incorrecto no solamente cuando una persona es culpable en proceso de divorcio, sino también
cuando una persona es inocente. En otras palabras, la oposición de Jesús al nuevo matrimonio
parece estar basada en la inquebrantabilidad del lazo matrimonial por cualquier causa que no sea
la muerte.”36

Más adelante, John Piper cuestiona que la relación sexual (el coito), sea considerada el eje del
matrimonio; es decir, que de ella dependa la existencia del lazo matrimonial y su permanencia.
Incluso cuestiona el “poder” de una relación sexual extra-matrimonial para disolver el pacto
matrimonial.

“Si uno arguye que la mujer culpable está libre para casarse de nuevo, mientras la mujer inocente
que ha sido despedida no lo puede hacer, sólo porque la mujer culpable ha quebrantado la
relación de “una carne”, entonces uno se pone en una vergonzosa situación de de decirle a una
mujer inocentemente divorciada, “si tú ahora cometes adulterio será legal para ti volverte a
casar.”37

3. Algunos en el cristianismo han ido abriendo el abanico de causas “válidas” para el divorcio

35
John Murray, “Divorce and Remarriage” (Divorcio y Nuevo Matrimonio), http://www.the-
highway.com/divorce_Murray.html
36
John Piper, artículo citado.
37
John Piper, artículo citado.
13

siguiendo criterios propios, pero no con base en la Palabra de Dios38. Por ejemplo, sostienen que en
1 Co. 7.15, el abandono disuelve el lazo matrimonial. Pero sostienen eso en contra del v.11 que
afirma: “quédese sin casar”.

4. Mr. 10.11-12: el que se divorcia y luego se casa con otra comete adulterio.

5. Luego de revisar el tema en los escritos de los primeros líderes de la Iglesia, Charles Ryrie
concluye: “El Punto de Vista Patrístico. Este punto de vista afirma que cuando una de las partes era
culpable de πορνεία , usualmente entendido como adulterio, se esperaba que la otra parte se
separe pero no tenía el derecho de casarse de nuevo. Este fue el punto de vista de todos los padres
griegos y latinos, excepto uno, en los primeros cinco siglos de la Iglesia.”39

6. 1 Co. 7.39: el vínculo matrimonial sólo termina con la muerte.

7. Hay casos muy complicados en este campo. Por ejemplo, hay personas que reciben a Cristo
estando divorciadas, o ya separadas de su cónyuge legal y con un “nuevo compromiso” o pareja;
incluso –a veces- con hijos. En muchos casos el cónyuge legal ya tiene también “otro compromiso”
(y a veces hijos) lo cual hace prácticamente imposible una reconciliación y muy trágica una
separación. Mi consejo o sugerencia en tales casos es:
a. Explicarles bien el evangelio para asegurarnos que lo han entendido bien.
b. Acogerles en la Iglesia sin ninguna discriminación por su condición conyugal.
c. Animarles a regularizar su condición legal (divorciarse y casarse con su nueva pareja) para
mejorar lo más posible su testimonio ante la sociedad.
d. Explicarles que dada su condición de divorciados no podrán asumir ninguna posición de
liderazgo en la Iglesia. Mucho menos el diaconado o el pastorado, (1 Ti. 3.2, 12).

38
Inclusive algunos líderes y Concilios como el primer concilio de Inglaterra, celebrado en Hereford
en 673, presidido por Teodoro de Canterbury, el concilio de Verberie (752), dos concilios en Roma
(752-757, y 825), y el concilio de Nantes de 875, establecieron –en suma- las siguientes “razones
válidas”:
(1) “Si un esclavo y una esclava han sido unidos en matrimonio por su amo y más tarde uno de los cónyuges
obtiene la libertad y el otro no ha podido obtenerla, el que está libre puede casarse con otra persona libre”
(2) “A un hombre cuya mujer ha sido capturada por el enemigo y no puede liberarla, se le permite tomar otra
esposa... Y si la primera esposa vuelve más tarde, no está obligado a tomarla nuevamente si ya tiene otra. Ella
misma puede tomar otro marido, si sólo había tenido uno con anterioridad” (13, 31);
(3) “Si la esposa ha sido llevada al cautiverio por la fuerza, el marido puede tomar otra esposa después de un
año” (13, 61);
(4) “El laico cuya mujer lo haya abandonado puede, con el consentimiento del obispo, tomar otra esposa
después de dos años” (13, 140);
(5) “Si una mujer abandona a su marido por no tenerle respeto y se niega a volver para reconciliarse con él,
le será permitido al marido, con el consentimiento del obispo, tomar otra esposa después de cinco años” (13,
19);
(6) “Si la esposa de alguien ha cometido adulterio, se le permite a él despedirla y tomar otra... A ella, si
consiente en hacer penitencia por sus pecados, se le permite tomar marido después de cinco años” (2, 5, 5).
39
Charles C. Ryrie en su artículo “Biblical Teaching on Divorce and Remarriage” (Enseñanza Bíblica sobre el
Divorcio y Nuevo Matrimonio), publicado en Grace Theological Journal Volume 3 (Fall, 1982), p. 184.

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