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Sobre el Concepto de Tiempo/Martin Heidegger

Dasein quiere decir: estar en el mundo. El mundo es el en-qué de semejante ser. El “estar=en=el=mundo”
tiene el cará cter del ocuparse. El mundo, en cuanto el “en-qué” del ser del Dasein, es el “con-qué” del trato
propio de la ocupació n. El objeto de la ocupació n, esto es, lo que este ser es y de ningú n modo tiene, es
uno mismo. El Dasein, es en cada caso explícita o implícitamente propia o impropiamente mi Dasein. El
Dasein se encuentra como tal siempre en una de sus posibilidades del trato de la ocupació n. Las
posibilidades má s conocidas y comunes son: manejar algo, trabajar con algo, producir, fabricar y emplear
algo, custodiar y extraviar algo, examinar, observar, disponer, emprender, terminar y abandonar algo. Las
correspondientes posibilidades del descansar, del permanecer inactivo, del estar desocupado tienen la
misma raíz que el trato de la ocupació n. Lo dicho hasta ahora proporciona un terreno suficientemente
preparado para la interpretació n del tiempo. Con la donació n y la elaboració n de este terreno, nuestra
investigació n ha seguido hasta ahora la idea que guía implícitamente la interpretació n tradicional del
tiempo desde sus inicios aristotélicos. ¿Pero está el tiempo en el Dasein?

“El tiempo” es; comparece en el trato mundano con el reloj. Decir que algo es “en el tiempo” significa: su
estar ahí delante, comparece en un presentar que está a la espera. Lo que está presente comparece en el
presente, es decir, comparece en el abrir y en el interpretar el mundo que dice “ahora”. La palabra
“presente” encierra en su significado una peculiar indiferencia; por una parte, significa presencia en el
mundo circundante (la presencia) y por otra parte, el “ahora” (el presente). Esta indiferencia es la
expresió n del fenó meno que constituye efectivamente al Dasein, es decir, aquel nombrar el mundo
diciendo “ahora”, en cuanto ocupació n absorbida en el mundo, se interpreta a sí mismo a partir de este
mundo como algo presente y disponible.
Hasta ahora el aná lisis ha mostrado que también el Dasein entendido como un ocuparse absorbido en el
mundo es temporal y ha mostrado en qué modo lo es: como un presentarse que estando a la espera,
pregunta por el “cuá ndo”. Esto implica que la facticidad también es temporal con respecto a la
constitució n fundamental del estar-referido al mundo. Pero el Dasein está constituido en su facticidad de
un mundo igualmente originario como un ser-posible. Así pues, teniendo en cuenta las constituciones
fundamentales de la facticidad, queda completamente demostrado el principio expresado antes só lo a
propó sito del aná lisis del ser-temporal propio: el Dasein es el tiempo.

Todo tiempo y toda época, si se han comprendido en la propiedad de su ser, tienen que comenzar “desde
el principio”. Cuanto má s originariamente cada época es capaz de hacer esto, tanto má s histó ricamente
es. El conocimiento historiográ fico, entendido como auto-interpretació n del Dasein, debe hacerse
transparente en el modo en que lidia con el pasado, es decir, la elaboració n de la situació n hermenéutica
pertenece a la realizació n auténtica de la interpretació n misma. En este enfrentamiento se decide la
grandeza y la originalidad de la apertura del pasado.

El mundo del trato se interpreta como presencia. Por lo tanto, lo que está siempre presente, es decir, lo
que comparece constantemente, es la presencia auténtica- es el ente, sin má s- es el cielo. Pero en la
medida en que el Dasein interpreta su propio estar-en a partir de aquello de lo que se ocupa, de aquello
con lo que se el sentido del ser que guía la interpretació n del Dasein mismo también se obtiene de ahí. El
tarto con el mundo la descubre. El sumo modo de ser del Dasein humano es, por tanto, aquel que deja
comparecer el ente propio en su des-ocultamiento, en su des-encubrimiento.

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