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Anatomía del Alma

El Mana

Jung mantenía que para autorrealizarnos, para ser individuos autónomos y lograr una
felicidad completa necesitamos explorar nuestro inconsciente, lo que podemos hacer por
medio de los sueños. Según él, para conseguirlo debemos atravesar cuatro etapas. La
primera etapa es la de la sombra, la segunda es la del ánima y el animus, la tercera es
la de las personalidades mana, y la cuarta es la del Yo.
En la tercera etapa y la más rica es cuando se alcanza un verdadero sentido de la
identidad y la individualidad personales. Suele decirse que en esta etapa es cuando el
hombre encuentra al Viejo Sabio y la mujer a la Gran Madre. A estas imágenes
arquetípicas de la sabiduría y la fuerza, Jung las denomina personalidades mana.
Escogió esta palabra porque en las comunidades no occidentales, se cree que cualquiera
que posea una sabiduría o un poder extraordinarios está imbuido de mana, una
expresión melanesia que significa santidad o divinidad.
Jung advertía que hallarse dotado de mana resulta peligroso, y que puede conducir a la
megalomanía. Esto es lo que le sucede a las mujeres que se dejan poseer por la Gran
Madre, y que llegan a creer que tienen poderes para salvar o proteger al mundo entero.
Los hombres poseídos por el Anciano Sabio creen erróneamente que son capaces de
todo. También podemos proyectar el mana en otros, depositando nuestra fe en los
grandes dirigentes o en los superhéroes, y no en el poder que llevamos dentro de
nosotros. Jung sugería que la mejor manera de controlar el mana es dejarlo integrarse
en nuestra personalidad y en nuestra conciencia. Resulta muy positivo no proyectarlo en
otros y no reprimirlo. De este modo, la sabiduría de nuestro inconsciente se compenetra
con nuestra conciencia, y logramos el equilibrio.

En los fundamentos de la religión y de la magia encontramos el concepto de una fuerza,


de un poder místico o de una calidad impersonal que reside en el individuo, en animales
y en objetos inanimados. Tal poder, llamado Mana por algunos melanesios,"Élan Vital"
por los vitalista y "Avir" por los cabalistas, Arungquiltha por ciertas tribus australianas,
Wakan, Orenda, Manitu por algunos indios de América, carece de nombre en otros
lugares. Es una idea casi universal y común en muchas culturas primitivas donde el
individuo tiene el sentimiento permanente que el mana hace irrupción en su vida no
solamente en ocasión de los sucesos verdaderamente importantes que acaecen en la
esfera de lo sacro que son el nacimiento, la iniciación y la muerte, sino también en sus
relaciones cotidianas con sus padres, sus semejantes, los animales y la naturaleza en su
totalidad. Cualquier campo está abierto al mana, que puede revestir formas
extremadamente variadas según las circunstancias, los objetos y los seres para los que se
actualiza. El mana se conviene en una categoría de pensamiento y de percepción del
Universo.

Mana y magia
La magia puede ser considerada como un Arte fundamentado en el manejo de los
ilimitados poderes del alma. La multitud de todos esos poderes, posiblemente, pueden
reducirse a una única noción de "poder" o mana. El mana se ha interpretado
comúnmente como la materia de la cual la magia se forma, así como la sustancia de la
cual se hacen las almas. El equivalente, o los equivalentes griegos de esta palabra,
hallado en textos helenísticos, puede ser dynamis: poder, charis: gracia, y arete:
eficacia. Este mana se puede utilizar libremente y el verdadero mago es solo su
médium, un canal y un transmisor, cuyas ropas o todo lo que toca pueden recibir y
almacenar el mana.
Los pueblos primitivos consideran que el poder mágico, que garantiza la eficiencia del
uso de los elementos técnicos en que el neófito mago ha sido iniciado, éste lo ha
recibido, durante un sueño o trance extático, de parte de ciertos espíritus, quienes lo
introdujeron en su cuerpo y se encuentra así localizado en determinado objeto material.
Sin embargo, el secreto del poder mágico a menudo va vinculado a otro elemento,
presente en determinadas personas u objetos, que los convierte en transmisores, por
contagio, del poder especial que habita en ellos. Tal contagio tiene una connotación de
mancha que los convierte en temibles y, a la vez, fascinantes. De esta manera la
perspectiva de estar en presencia de alguien o de algo que tiene ese poder especial, lo
separa de la dimensión profana, propia del tiempo y espacio cotidianos, dándole, sin
embargo, un atractivo particular debido precisamente a la necesidad humana de tener
acceso a la realidad trascendente. Ello determina la ambivalencia de lo sagrado, propia
del tabú.
Ese poder sagrado recibe el nombre genérico de mana, de acuerdo a término usado por
los indígenas de las Melanesia. Así, pues, quien ha recibido el poder mágico tiene un
mana particular y, por lo mismo, es tabú, o sea temible porque mancha o contagia;
pero, a la vez, ese especial poder es peligroso y, por ello, puede exorcizar los espíritus o
fuerzas malignas que han contagiado o poseído a alguien. Sin embargo, mana es, de
alguna forma, inherente a toda realidad profana que tenga poder. Y si bien el mana
siempre está vinculado a una persona, a menudo se proyecta antropomórficamente en
las fuerzas de la naturaleza; así la tempestad despliega su mana, lo mismo una víbora
que pica y mata; por otro lado, un guerrero o un cazador tienen éxito en su empresa
gracias también a su poder mánico. Toda acción es, pues, eficaz debido a que quien la
ejecuta posee mana. Entre las culturas primitivas no hay una separación clara entre lo
profano y lo sagrado, ni entre sujeto y objeto. Sólo que, dentro de ese conjunto de
realidades que actúan en el mundo, todas ellas portadoras de mana, las hay con un
poder particular que las convierte en especialmente temibles.
Así, pues, la creencia en lo sagrado como una realidad tabú, es decir temible y, a la vez,
deseable, contiene siempre cierta dimensión de poder mánico. La institución de la
magia busca, así, en el poder sagrado (mánico) la defensa con respecto al carácter
peligroso y temible de ese mismo poder sagrado. Y el hecho de que su presencia resulte
particularmente clara en las formas más primitivas de cultura, no significa que ello sea
ajeno a la vivencia religiosa de culturas y religiones más desarrolladas.
Búsquedas primitivas de religiosidad

Mana en cultura Melanesia


Los primeros humanos veían lo sobrenatural como un dominio del poder impersonal, de
una fuerza, que las personas podían controlar bajo ciertas condiciones. Tal concepción
era relevante en Melanesia. Los melanesios de Oceanía creían en el mana, una fuerza
sagrada existente en el universo. Mana puede residir en las personas, los animales, las
plantas y los objetos. El mana melanesio era similar a nuestra noción de suerte. Los
melanesios atribuían el éxito a mana. Los objetos con mana podían cambiar la suerte de
alguien. En Melanesia se podía adquirir mana por casualidad o trabajando duro para
obtenerlo. [...] Sin embargo, en Polinesia, mana no estaba al alcance de cualquiera, sino
que estaba vinculado a los cargos políticos. Los gobernantes y los nobles tenían más
mana que las demás personas.
Tan cargados de mana estaban los jefes más poderosos que el contacto con ellos
resultaba peligroso para los que no eran nobles. Puesto que los más altos jefes tenían
tanto mana, sus cuerpos y sus posesiones eran tabú. El contacto entre un alto jefe y los
plebeyos estaba prohibido. Ya que las personas ordinarias no podían soportar tanta
"corriente sagrada", cuando alguien contactaba accidentalmente con un jefe era
necesario realizarle un ritual de purificación.
Antropología, C.P. Kottak

Conceptos similares
El concepto de una "vida-energía" inherente en todos los seres vivos parece ser un
arquetipo bastante universal, y aparece en numerosos sistemas metafísicos y religiones
tradicionales.
En el libro "The Body of Light" (El cuerpo de luz) los autores Dr. John Mann y Larry
Short, cuentan 49 culturas que hacen referencia a esta idea de una energía vital de la
cual todo depende. Son otras tantas maneras de referirse a una realidad sutil pero
perceptible:

• Tradiciones de los Indios de América del Norte: Wakan, Manitú, Orenda. Los
Nativos Americanos de las regiones del Noreste estaban unidos por una serie de
creencias cosmológicas comunes. Creían —y algunos siguen creyendo— que,
tras la inmediata realidad física de las cosas, existen espíritus. Para estos pueblos
todo el entorno está vivo, las estructuras del paisaje, las fuerzas de la Naturaleza,
los animales, la vegetación e incluso los objetos carentemente desprovistos de
vida poseen en su interior una fuerza viviente o poder espiritual. Los indios
Lakotas lo llamaban Wakan. Los Algonquinos, Manitú. Los Iroqueses, Orenda.

• Tradiciones Precolombinas: Huaca, Ku, Teotl. Se encuentran generalmente en


las lenguas amerindias términos que abrazan todas las manifestaciones del
mundo invisible sin presentar ninguna acepción de carácter personalizado, y que
han sido traducidos como: espíritu, demonio, Dios, misterio, magia, y, de una
manera muy difundida, aunque injustificada, como “medicina”; además de
Manitú, Oki y otros términos utilizados entre las tribus de América del Norte,
como el término Azteca Teotl, el Quechua Huaca y el Maya Ku, …todos esos
términos expresan en general la idea de lo "sagrado" a la vez que de lo
"sobrenatural”.
Los Incas tenían una visión cosmológica de su existencia, seguían mitos y
leyendas y todo era sagrado. Sagrado se relaciono con la palabra, Huaca que
tenía un variedad de significados, y podría significar algo sagrado como un
templo, un lugar consagrado o cosas que parecían existir fuera del orden natural.
También cosas notables debido a su excepcional belleza, o cosas que se
volvieron sagradas debido a su energía natural, como las esculturas de humanos,
animales, etc.
Los indígenas sometidos por el imperio inca llamaban Huaca a la presencia de
lo sagrado y lo mágico-telúrico en cualquiera de sus múltiples formas o
manifestaciones (piedras, montañas, ríos, astros, fenómenos celestes y terrestres, cruces de
caminos, cultos a los muertos, etc.), las que por cierto se hallaban por doquier en un
mundo y un espacio mental sacralizado. De modo que reverenciaban los
innumerables estados de un Ser Universal -la deidad, lo santo- que se
manifestaba en todo su entorno como hierofanías.
• Tradición Celta : Awen. El Awen es el espíritu inspirado, el hálito divino que
nos lleva al don profético, al arte poético, a la iluminación: la repentina llama de
lucidez que inflama los pensamientos de los hombres y les da sabiduría,
facilidad de palabra y energía en medio de la batalla. El Awen es lo que le
permite a los bardos (poetas y músicos) el improvisar versos agudos en medio de
una canción. El Awen se puede alcanzar a través de la música, de la meditación,
del amor o del valor, y puede ser un regalo de los dioses. Awen viene de la unión
de dos vocablos, “Aw”, que se traduce como "fluido" y “En”, palabra a la que se
le da el sentido de "esencia, espíritu", por lo que el significado final es el de
Espíritu Fluido.

• Tradición Romana : Numen, La religión romana originaria rendía culto a unas


fuerzas sobrenaturales de carácter indefinido llamados Numina como Flora,
Fauno, Forculus, etc... En término latino "Numen" (presencia, plural "Numina") se
refiere a la deidad y abarca el sentido sagrado y de inmanencia que había en
todos los lugares y objetos. Cualquier cosa de la naturaleza estaba habitado por
Numina, manifestandose así la voluntad divina mediante fenómenos naturales
que pueden ser interpretados.

• Tradición Grecia Antigua: Pneuma. En la filosofía griega y, particularmente en


la Física Estoica, el Pneuma es el principio cósmico vital. El universo es un
todo armonioso y causalmente relacionado, que se rige por un principio activo,
el Lógos Cósmico e universal del que el hombre también participa. Este Lógos
Cósmico, que es siempre el mismo es llamado también Pneuma, aliento ígneo,
ley natural, naturaleza (physis), necesidad y destino, nombres todos ellos que
hacen referencia a un poder que crea, unifica y mantiene unidas todas las cosas y
que no es simplemente un poder físico: el Pneuma o Lógos Universal es una
entidad fundamentalmente racional: es la Divinidad, el Alma del Mundo o
Mente Cósmica (razón) que todo lo rige y de cuya ley nada ni nadie puede
sustraerse.
• Tradición Egipcia : Ka. Los antiguos Egipcios tenían la creencia de que en el
compuesto espiritual del hombre intervienen no uno sino dos elementos, a los
que denominaban Ba, el alma y Ka, el principio divino de la vida. El concepto
que tenían del Ka parece estar relacionado con la existencia de un doble
inmaterial del cuerpo, en el que primaría, sobre todo, su componente energético.
El Ka es esencialmente energía y a través del Ka los individuos estarían
participando de la inmensa energía del universo. Esto venía a representar la
individualización en cada uno de ellos de la energía del Gran Dios Primordial.
A través del Ka los seres participaban de la divinidad, con la que podían llegar
incluso a integrarse espiritualmente en el curso de las iniciaciones.

• Tradición Hebrea : Nefesh. En la tradición Hebrea Nefesh es el término que se


utiliza para definir la esencia del ser humano y se refiere a su aspecto no-físico,
aquello que no es asequible a los cinco sentidos. Nefesh no es alma y tampoco
espíritu (Ruaj) ni tampoco mente (Hakara). No obstante posee varios aspectos,
como ser: el pensamiento, la voluntad, los sentimientos, etc. Nefesh, el hálito de
vida, es la presencia espiritual (energía) que sustancia la vida y le da forma, es la
energía que posibilita que la materia (inerte de por sí) tome forma y vida.

• Tradiciones Orientales: Chi, Ki. El Chi (China ) o Ki (Japon) es la energía


primera de toda la creación, incluye todo el universo y une a todo los seres entre
sí; es un organismo vivo que circula en el cuerpo a través de los meridianos. Se
manifiesta a través de la polaridad Yin Yang y se halla presente en todas las
cosas, en distintas formas y presencias. Todo viene a ser, finalmente, una
expresión del Chi o Ki. La idea que se sugiere es la de un aliento vital, una
esencia sutil que sustenta la vida y sus procesos. Esta energía es la que anima a
todos los seres vivientes. aunque se toma como energía vital o cósmica, se
refiere a la energía externa existente en el cosmos que llega a todos los seres
vivos por medio del aire, la tierra, el agua o la comida, etc. Es la bioenergía, la
fuerza vital o la fuerza de vida universal que mantiene a los órganos en su lugar
y funcionando correctamente. Los cielos y la tierra ofrecen su propio Chi o Ki y
estos alimentan y forman al hombre.
En la Metafísica Taoista se habla del Wu Chi, el gran vacío del cual sale el Chi
que se condensa en millones de cosas y seres, para mas tarde regresar a su
origen. El Chi se condensa y dispersa regularmente. Seres y cosas se forman y
destruyen a cada instante. Es el universo fenoménico y cambiante en el cual
vivimos. Nada es permanente, excepto el cambio.
El Ki es la vida, constituye la potencia original que se manifiesta desde la
creación del universo siendo esta energía independiente al tiempo y al espacio.
Se define el Ki como un principio espiritual del cosmos y de la presencia de la
vida. Se considera el trasfondo de todo lo que existe, de modo análogo a las
conexiones que mantienen unidas los átomos de las materias, o el misterio que
conforma la armonía del ecosistema y el cosmos.
Mediante la meditación se puede sentir y comprender, por la intuición profunda,
ese flujo o nexo universal y por lo tanto aproximarse al sentido de la vida. Se
considera por tanto un principio por el cual se puede comenzar una práctica
espiritual o mística: uno puede aproximarse a una empatía profunda, no sólo
hacia los demás seres humanos, sino hacia todas las cosas que participan en los
procesos de la naturaleza, desde los seres vivos hasta las materias inertes en
transformación.

• Tradición Hindú: Prana. El Prana es la suma total de toda la energía que se


manifiesta en el universo, así como la suma total de todas las fuerzas latentes
que están ocultas en los seres humanos y que se hallan por doquier alrededor de
nosotros.. Es la fuerza vital o Sukshma Prana en su nivel mas sutil. El aliento
es la manifestación externa del Prana en su nivel mas denso. El calor, la luz, la
electricidad y el magnetismo son todas manifestaciones del Prana. El Prana se
relaciona con la mente; a través de la mente, con la voluntad; a través de la
voluntad, con el alma del individuo, y a través de ésta, con el Ser Supremo. El
Prana aunque es uno solo, cumple muchas funciones y por eso asume cinco
denominaciones, según las distintas funciones que cumple, a saber: Prana,
Apaña, Samana, Udana y Vyana.
Según la cultura indú, se dice que las esencias sutiles de los elementos
envuelven la Tierra y penetran en todo lo que existe nutriendo y sosteniendo la
vida y la realidad fisica. Es esencial en la nutrición por lo que es necesario tener
en cuenta los efectos que producen cada uno de los elementos y la energía que
contienen, el Prana, porque es allí donde está la vida. Comemos no sólo para
alimentar nuestro cuerpo físico sino también para alimentar nuestro corazón,
nuestro intelecto, nuestra alma y nuestro espíritu.La energía vital o Prana se
manifiesta en tres grandes estados: lo material, lo mental y lo espiritual. Y estas
tres manifestaciones de la energía universal forman una unidad indivisible, de tal
manera que la energía no se puede crear o destruir, sólo transformar. Así como
un trozo de hielo puede transformarse en agua y ésta en vapor; así lo espiritual
se transforma en lo mental y en lo material y viceversa.
El Prana no es el Espíritu, sino una forma de energía, usada por el alma en sus
manifestaciones materiales y astrales. Toda la materia está bajo la influencia del
Prana. Está en el aire, aunque no es ninguno de sus componentes, esta en los
alimentos, aunque no es vitaminas, ni proteínas... Está en la luz del Sol, aunque
no es ni el calor ni los rayos de la luz... todos estos , aire, luz, materia, son
vehículos del Prana. El Prana es la fuerza infinita, omnipresente, por la cuál se
manifiesta este universo. Es el Prana el que se manifiesta como movimiento;
como gravitación, como magnetismo. como las funciones del cuerpo, como
corriente nerviosa, como fuerza del pensamiento.

• Tradición Alquimica: Éter, Aether, Quinta Esencia. La tradición alquímica


agrega a los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), un quinto, llamado
Quintaesencia o Éter. El Éter es el más alto y más sutil de los cinco elementos,
pues los contiene y sintetiza a todos. Se dice que en el ser humano el Éter se
aloja en la caverna del corazón, morada de la deidad, y es allí donde se realiza
simbólicamente la unión del alma individual con el Ser Universal, y de lo
humano con lo divino. Entre los alquimistas, el Éter es el principio fundamental
de la composición de los cuerpos, símbolo del vacío y de los espacios celestes,
al que se figura como un fluido sutil e invisible que llena, penetra y comunica a
todos los seres. Empíricamente, el espacio sutil o etérico se plasma en un fluido
que llena el universo. Esotéricamente es el estrato que sostiene todo lo que en la
mente existe potencial o realmente y es en donde todas las transacciones son
grabadas. El quinto elemento es aquel que converge y une todos los demás
elementos, da forma a la materia y es absolutamente necesario para la
consecución de cualquier efecto como la taumaturgia.
La expresión Quinta Esencia proviene del quinto elemento relativo a la
composición del Universo según la filosofía antigua. Desde el punto de vista
cósmico, la Quinta Esencia se denomina también materia oscura o antigravedad
y se trata de una substancia extremadamente sutil que ocupa todos los espacios
vacíos. En este concepto, la Quinta Esencia se encuentra relacionado con el
concepto de mecánica cuántica, ámbito a partir del cual se crea toda la materia y
en el que toda la materia se resuelve.
Esta misteriosa esencia que ni se ve ni interacciona con la materia ordinaria,
empuja al universo a expandirse, de allí que las galaxias se alejan entre sí cada
vez mas rápidamente pese a que la atracción de la gravedad actúa en sentido
opuesto. Según esta estimaciones la Quinta Esencia podría ser el ingrediente
principal del cosmos, diez veces mas abundante que el resto de los átomos
juntos. Los átomos y moléculas, los minerales, las plantas y los animales están
compuestos por combinaciones energéticas de los cuatro elementos básicos con
la Quinta Esencia, que siempre esta presente porque es el elemento del que nace
todo lo que existe. La naturaleza de los elementos, si bien tienen un componente
físico y concreto, es fundamentalmente energético.

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