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Capitulo XII
Los últimos meses del año no mostraban en la Argentina una mejora para el grado de
tensión a que estaba sometido el gobierno y la sociedad, dentro de un cuadro de
enfrentamientos en el que los extremos del arco ideológico se buscaban para
entrechocar duramente.
Lo grave era que se había dado vía libre a los grupos y sectores enrolados en la
Tendencia, ahora la parte más dura y enérgica de la tarea contrainsurgente se
asignó a fuerzas parapoliciales, en algunos casos organizaciones sindicales, pero
principalmente las que rolaban bajo la denominación de las "AAA", auspiciadas y
sostenidas desde el Ministerio de Bienestar Social y su titular José López Rega.
En la provincia de Salta, así como por algunas semanas se establecía una tregua por
parte de los adversarios del gobierno, como lo sabemos, correspondientes al mismo
Partido Justicialista, de igual manera en el curso inmediato retornaban los conatos, las
declaraciones y las actitudes de discordia.
Y lo peor: una insidiosa campaña de la que afloraban algunas puntas en Salta y otras
a veces en Buenos Aires, encasillando a esta provincia entre las cuatro o cinco cuyo
destino estaba sellado y que en el momento menos pensado recibirían el amargo
remedio federal, con la intervención a los tres poderes.
Puede imaginarse que esta persistente prédica, llevada a lo máximo en un lapso tan
breve: un escaso año y medio de gestión gubernativa, sólo podía acarrear resultados
como los de mantener estimuladas a las franjas más adversas del peronismo, a la vez
que erosionar diariamente la firmeza de la estructura oficial, exponerla a un desgaste
notorio y generar el desprestigio ante el conjunto de la sociedad que no se sentía
partícipe en el problema, adjudicando éste a las íntimas discordias del partido
mayoritario.
Y aunque muchos esfuerzos habían mediado de parte de Ragone para acordar pautas
que facilitaran una mejor gobemabilidad, -ya hemos visto en su momento la concordia
con la CGT y con los legisladores del MPS aún quedaban connotados sectores
definidamente adversos y empecinados en su cantado objetivo.
hacían conocer que "Salta estaba bajo observación muy atenta". Comentarios que
desde luego iban orientados a crear una más dificultosa sobrevivencia.
Así eran los hechos y a principios de noviembre puede verificarse una aceleración en
el cometido de voltear a Ragone. Un dato relevante es cuando el 8 de noviembre de
1974, el interventor en el PJ, el cordobés Oscar Eduardo Valdez, producía
manifestaciones en el aeropuerto, al tiempo de partir a Buenos Aires convocado por el
ministro del Interior, doctor Alberto Rocamora, afirmando que "Salta estaba en la Hora
Cero para lo que se pudiera producir, que todos los sectores y el gobierno estaban
sometidos a la verticalidad, que había dispuesto la desaparición de toda lista,
quedando el PJ absolutamente unificado y que llevaba las renuncias de los titulares
del Poder Ejecutivo, de la Corte de Justicia y de las autoridades legislativas, tanto de
los cuerpos como de los bloques de raíz peronista", ("El Tribuno", 9-XI-74).
Naturalmente, que tales renuncias carecían de valor legal alguno y solamente tendrían
efectos de orden interno, con un carácter simbólico y nada más.
Por su parte Rocamora, el día 14 de aquel fatídico mes, durante una entrevista
periodística dice que se estudia el caso de Salta y que en la semana entrante podría
haber resolución. En cuanto a las renuncias de sus principales autoridades, estimaba
que las mismas debían presentarse ante quienes correspondiera... ("El Tribuno",
Telam/NA, 15-XI-74).
Y por último la cruel realidad: en la mañana del sábado 23 de noviembre los tres
matutinos salteños titulaban a toda página "INTERVENCION A LOS TRES
PODERES", confirmación que había trascendido a la media tarde de la víspera, hecho
que fue de conocimiento público, iniciándose un largo desfile de militantes y
personalidades de distinta extracción, quienes
Habían caído junto a Salta las provincias de Formosa, Mendoza, Córdoba y Santa
Cruz. Los vientos arreciaban con inusitada fuerza.
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¿Qué podía decirse atento los preceptos constitucionales para tomar esta medida
extrema? (Art. 5, C. N.: "El Gobierno Federal interviene en el territorio de las provincias
para garantizar la forma republicana de gobierno o repeler invasiones exteriores, y a
requisición de sus autoridades constituidas para sostenerlas o restablecerlas, si
hubiesen sido depuestas por la sedición, o por invasión de otra provincia").
¿Es que en Salta ocurrían algunos de estos causales? De ningún modo: se podría
estar con Ragone o ser su opositor, pero lo que resulta imposible afirmar es que no
rigiera la forma republicana de gobierno, ni tampoco mediaban las otras razones que
justificaran la injerencia del gobierno nacional.
Una vez más se apelaba a las intervenciones como un modo de subsanar rebeldías o
discrepancias ideológicas. En un país donde cundía la derecha como criterio para
gobernar, un hombre progresista e imposibilitado para la obsecuencia con el poder
central, estaba decididamente a contrapelo, y por lo tanto, vulnerando todo principio
era "legalmente" derrocado por una conspiración que reconocía larga data.
Pero el golpe civil estaba consumado. Ragone no era más gobernador y su gente
volvía al llano con serenidad, pero no sin tristeza.
Asimismo aceptó las dimisiones elevadas por el Fiscal de Gobierno, doctor Ricardo E.
Loutayf; los secretarios de Estado de Gobierno, Carlos René Avellaneda de
Municipalidades, Lauro Lucas Román; de Educación y Cultura, Ramón Jorge; de
Hacienda, Roberto Guzmán; de Obras Públicas, Ricardo Hurtado; de Industria y
Comercio, Raúl B. Alonso; de la Producción, Waldo Castelló; de Salud Pública, doctor
Miguel Gonzalo Barbarán; de Seguridad Social, José Antonio Rallé, y de Prensa, Juan
Carlos Villamayor.
Que ello es una lógica consecuencia de la total desvinculación del Gobierno Provincial,
respecto de los básicos lineamientos nacionales, respaldados por la gran mayoría del
pueblo, percibida claramente por toda la ciudadanía salteña.
Que ello significa no sólo una dislocación de la actividad del gobierno, sino también
una conculcación de los deberes que las autoridades provinciales deben cumplir.
Que también se han protagonizado enfrentamientos del Poder Ejecutivo provincial con
otros sectores populares, en absoluta discordancia con las pautas sustanciales con
que se maneja el Gobierno central, las cuales procuran el establecimiento perdurable
de la paz, la concordancia y la justicia, elementos cardinales de esta etapa de
reconstrucción y liberación nacional.
Que la dimisión en pleno de los miembros de la Corte de Justicia de Salta, denota una
advertible desarmonización en el Poder Judicial, por lo que los habitantes están
desamparados en la garantía de "administración de justicia"; expresamente impuesta
como obligación ineludible por mandato constitucional
Que ello importa una grave e insoslayable alteración para el funcionamiento de los tres
poderes, lo que ha llevado real y efectivamente a un caos institucional, con el
consiguiente desprestigio de carácter general.
Que es atribución y deber del Gobierno Nacional garantizar a cada Provincia el goce y
ejercicio de sus atribuciones, interviniendo en caso que los poderes provinciales hayan
llegado a la ineptitud para desempeñarse o carezcan de la idoneidad necesaria.
Que la situación de acefafía producida unida a los otros elementos consignados, exige
la intervención directa y amplia que establece el artículo 5° de la Constitución
Nacional.
Artículo 2°).- El interventor federal decretará la caducidad de los mandatos del señor
gobernador, del señor vicegobernador de los señores senadores y diputados y de los
gobiernos municipales.
Artículo 3°).- El delegado federal tendrá las funciones legislativas necesarias para el
cumplimiento de su misión.
Artículo 4°).- Por el Ministerio del Interior se impartirá al interventor federal las
instrucciones a que debe ajustar su cometido.
Artículo 6°).- Los gastos que demande el cumplimiento del presente decreto, se
tomarán de rentas generales, con imputación a la misma.
También vale la pena analizar el discurso del Ministro del Interior, pronunciado al cabo
del acto, al menos en las dos partes iniciales donde hace consideraciones sobre Salta
y se duele por la medida adoptada:
"En nombre del Poder Ejecutivo Nacional vengo a cumplir esta misión dolorosa, difícil,
pero necesaria. El Poder Ejecutivo Nacional ha creído indispensable intervenir el
Gobierno de la Provincia de Salta con el objeto de resguardar -con toda la fuerza que
el Gobierno Federal tiene- la tranquilidad de esta comunidad que es parte de nuestro
pueblo y de nuestra Patria Argentina. Creemos que el federalismo es un principio y un
sentido de todos los habitantes de esta Patria, que debe respetarse en cuanto
signifique estilo de vida, forma de vivir, en cuanto signifique la defensa de lo vernáculo,
de lo que tiene de idiosincrasia su pueblo y de lo más profundo que viene de la historia
y que todos queremos preservar. Pero, por eso mismo, muchas veces, debido a
circunstancias que no queremos juzgar porque las consideramos y las queremos
considerar accidentales, se producen hechos que malogran esta esperanza que el
pueblo pone en los gobiernos, circunstancias que no siempre son culpa de los
hombres, sino de otras formas que afectan y quieren afectar a nuestro modo de vivir
nacional, argentino y cristiano. Por ello, esa preservación de tal forma de vida, de ese
estilo de vida, debe ser prioritaria y cualquier sacrificio hay que hacer, tanto los
ciudadanos como los gobiernos para que aquello no se pierda, para que eso se salve,
porque así se salva a la nacionalidad.
"Esta es la intención y el deseo del Poder Ejecutivo Nacional con esta intervención,
remedio doloroso, como digo, pero que creemos es en este momento necesario e
indispensable sin que ello signifique afectar personalidades al atacar hombres.
Queremos preservar estilos, salvar costumbres que desgraciadamente en estos
momentos están siendo fuertemente atacadas por alguien que no siente lo argentino y
que quiere transformar esta Patria en algo distinto de lo que todos deseamos. Este es
el sentido de esta intervención; ésta es la dolorosa tarea que ha puesto el Poder
Ejecutivo en este decreto y que también ha de resultar dolorosa para todos los
salteños, que reciben un gobierno que ellos no han elegido, pero que esperamos y lo
sentimos, va a ser realmente y auténticamente para todos los salteños".
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Una muestra del decoro y la capacidad de absorber el golpe, con toda la entereza
posible, son las finales declaraciones al periodismo del gobernador cesante:
«El ex gobernador Ragone expresó que se iba más respaldado y fortificado que antes.
Agregó que "nadie podrá decir nada en contra de nuestra actuación, porque hemos
actuado con honestidad y con respeto para todos los salteños". El primer mandatario
saliente dejó entreabierta la posibilidad de seguir actuando en política cuando señaló
que "eso lo pensaré'; para agregar respecto a sus partidarios y seguidores `jamás los
abandonaré".
Agradeció luego a sus colaboradores, quienes, dijo, habían trabajado con lealtad.
Acerca de la intervención en sí, afirmó su deseo de que "la intervención a Salta sea
un hecho positivo para el futuro del pueblo de la Provincia". Acepto esta situación
que, virtualmente aguardaba y espero que la medida adoptada por el gobierno de la
República sea para bien de la provincia.
Ahí estaba: íntegro, discreto a la hora de haber sabido soportar el sacrificio que la
locura de ese tiempo le infligía.
Ragone se iba a su casa, más precisamente a su campo en Anta, a arar la tierra -cual
Cincinato- en un período de desintoxicación. Pero no pasaría mucho para que fuera
tentado a reincidir en su liderazgo político, con un intento y posterior denegatoria,
hasta que por fin decidió iniciar una tarea orgánica para aprestarse a la reorganización
del peronismo en Salta.
Y aunque se fue con el honor en alto, ya que virtualmente, salvo una o dos
excepciones, no habían habido escándalos de corrupción durante su mandato y en un
caso únicamente se había suscitado una denuncia.
el concurso de los mismos que en alguna ocasión tuvieran el honor de haber sido sus
custodios.
Allí puede estar la clave del inmediato asesinato de su vecino Arredes, con toda
seguridad por haber identificado a un rostro familiar en las inmediaciones, cuando
Ragone fuera gobernador.
Y tras el crimen infame, la pesadez tenebrosa de los largos años que luego se
sucedieron, más la mentira, el ocultamiento, la ausencia de justicia para un muerto
ilustre, junto a la desazón infinita de su amada familia.
TESTIMONIO
- Fue un error táctico, nos restó muchos votos no haber llevado esa fórmula a
presidente. A ese tema lo conozco porque aparte de haber sido candidato a diputado
nacional por el Movimiento Popular Salteño yo era co-apoderado del partido. Antes
habíamos llamado a una reunión con Perón, en Gaspar Campos, en el 72, para armar
el frente, pero yo no fui porque ya se había producido el problema acá. Luego de esos
choques, la relación con el Partido Justicialista quedó plasmada dentro de la Cámara.
Pero, a medida que va empezando la gestión de Ragone, a quien yo no conocía, y
empieza a aflorar la fractura dentro del Justicialismo que desemboca en la división en
dos bloques: uno que respondía a la CGT, en contra del gobierno provincial; el otro a
favor. Tenían 42 legisladores y quedaron 21 a 21. Ahí se da la oportunidad de que los
partidos de la oposición tuvieran mayor protagonismo, lo que a su vez genera
divisiones en los partidos de oposición. En el MPS unos se encolumnan con el bloque
opositor y otros con el de Ragone.
- Con la fracción que apoyaba al doctor Ragone, lo cual no fue una decisión unilateral,
fue semi-orgánica, consensuada con el doctor Ricardo Durand. Además de la simpatía
que yo tenía con algunos de los legisladores de Ragone, lo consulto con Durand y él
me da el asentimiento para que apoyara la institucionalidad. Me acuerdo de una
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conversación dramática que tuvimos cuando lo fui a consultar y él me dijo que nunca
podíamos adherir a un sector que quería la intervención a la provincia; "lo prefiero al
doctor Ragone y no... al otro que maneja los hilos tras bastidores". Yo recién lo
conozco a Ragone cuando se hace una sesión de la Cámara, donde cuestionaban
abiertamente al presidente del cuerpo, Abraham Rallé, un gran amigo mío desde antes
de entrar en la política. Entonces, yo hago uso de mi derecho a no dar número, me
retiro y después me suspenden por un mes. Ahí lo conozco, cuando él fue a
saludarme por haber defendido al presidente. Además, advierte que si se daban
arbitrariedades como éstas, él pedía la intervención federal, con lo cual se detuvo esto.
Esta actitud me valió que pudiera relacionarme con Ragone y servir de nexo entre él y
Durand. Acordaron ayudarse para luchar contra un enemigo común, que hoy ya no
está. Cuando vamos a hablar después con el ministro del Interior -creo que era
Llambí- le explicamos que en Salta no había problema institucional, sino dentro del
justicialismo. El nos contesta que para resolver los problemas teníamos que echar de
la Corte a Salim y a Martinelli; y de la Cámara a Risso Patrón y a Cejas. También
hablamos con Balbín, en su estudio de calle Tucumán, porque habían ido también
radicales como Castiella y Ernesto Azurmendi, para ver de qué manera podía mediar.
Hasta que se produjo lo que estaba cantado, la intervención.
- En ese momento no. Pero, ahora, haciendo un análisis, llego a la conclusión de que
no era de extrañarse. El doctor Ragone, desde el ámbito institucional, había dispuesto
decisiones que habían molestado a gente de las Fuerzas de Seguridad. De todas
formas me pareció un hecho aberrante lo que le hicieron.