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El refugio del licor


Es admirable como pasa el tiempo
y vuelves al bar de los estudiantes
y la gente pasa como barra abierta
los jóvenes hablan de la raza
un corazón sostienen en la palma
dicen palabras mientras mascan la prieta
añaden algo sobre el aliño “excelente”
y mientras toman la jarra
el anillo de sus manos encierra la luz de una foto

resultan de cuando en vez problemas


pero no del tipo conato
aunque en todo caso nos defendemos
tenemos al boxeador que pega como salida de auto.
Le digo entonces que se vaya con calma
y para que remiende debemos fumar un cigarro
debemos a toda costa llevar el humo
hacia dentro bien adentro dónde más se pueda
porque calma el cuerpo
de quien trabaja en la cabeza con los músculos
y de quien con el cuerpo
como rafias que buscan explosivos
alzan los de precio de las cajas con armados
así es la inflación y la pretensión de salvar vidas
el IPC es la herramienta de los idólatras
y suben las tarifas de las cosas
por eso cargamos tabaco
es mejor y más a cuenta
los armamos practicando parsimonia
creemos que es más sano
pero nada es tan sano cuando hablamos de humo
y lo respiramos en son de paz como los indios
pero de día como en el bar
haciendo apología de indios
en el cuchitril donde todos chillan
y la gente se pone loca
se mueve grita y choca solo porque sí
sin ninguna explicación

resulta entonces que yo se armar


y tengo que hacer una clase
tengo que enseñar: yo el borracho al joven
a preparar un aliñado
perfecto para que sus ojos se fijen en mí
solitario entre los reyes donde nadie sabe de nadie
y el corazón de los patos se abre entre los ríos
cayendo a las compañeras
pintadas sus caritas sus cuerpos
armados a la medida de mi delgado cigarro
puesto en la boca como su dedo índice entre mis labios
en un beso de respeto de silencio
Así pasan los días luego del aula
la virtualidad es más mi esquema
los jóvenes dicen un trago
me canso
viejo mal parido me escabullo y corro las escaleras
la disciplina del historiador lo exige
de algo hay que aprender
es terrible ser vivir la calle en la salida de la vida
los días de excavar rituales juveniles vienen junto a sus risas
los abrazos que podrían darme las compañeras
hablar cuando se deba
pensar a veces
mejor estar tranquilo
mirarles las caras y enseñarles el tabaco
prender el fuego como ya dije
entre las piernas hacer el acto de la risa
con la palma para calmar el nervio
fumar
un cigarro de hierba para soltar tensión
mirar el televisor de las películas que consigues en silencio
abrir el hielo cerrar la muerte y preparar comida
viene y voy por la calle
a medida que los perros van durmiendo y despertando
yo regreso a preparar un cigarro
tomar la jarra y mirar impávido el transcurso de la vida
pero el boxeador no puede sostener el papel
sus guantes le impiden el acto
crisis en el grupo como crisis en la nada
nuevamente a enseñar
la música impide el habla
y suenan los demonios centroamericanos
como sendas lápidas que sonríen a lo lejos
miedo asfixiante de los sueños
que se presentan en vida
no saber si ocurrirá algo, si algo pasará
cada pisada llena de vértigo
mirar la escalera como el enigma de un asalto
de las emociones que envuelven al sujeto ante el peligro
una escalera un edificio
tener miedo al desastre
que la bala se suelte
la escopeta dispare el cuchillo penetre
esta es la carne le digo
de dios como los emperadores
como el rex pater terrestre
frágil como una hoja mojada congelándose
se puede torcer como dices tú
la mirada del ciclista
así ha de envolverse el papel
ante la proporción directa
del tabaco que vendrá entre sus dedos
a encontrarse con el fuego
como alguna compañera que se ríe
y nadie sabe por qué, ante la nada
o hacia el contrario gravitatorio de los ojos cerrados
y la primera calada después de mucho tiempo sin fumar

entonces se acaba la bebida


pero tienen hambre las bestias
el cerebro dice mi novia come más que la panza
y hay que creer en las personas sabias
no dicen la verdad, pero son lógicas
hambre pedir comer
y la cabeza ponerla en actividad.

algunos se van
la mayoría despide las manos
el cuerpo se queda me pregunto
los locos hablan de las locuras de la historia
esa es la travesía del hombre
concuerdo con ellos
el teléfono me suena en el bolsillo
lo siento vibrar mímesis lingüística del frio entre los dientes
y para sorpresa del lector
acostumbrado al romanticismo
la llamada no existe
las palabras se sujetan de la nada
y se transportan hacía pantallas diminutas
tomo el aire entre mis manos
para leer en el dispositivo las propuestas:
Es once de septiembre
tenemos una connotación en nuestro país para tal día
alejada de los estados unidos porque murieron también aquí
pero allá por causa Friedman y la mundialización
aquí solo por romanticismo.
Dice en tono libertino y libre
de silencio o de guitarra en caso contrario.

Pasan los ratos entre las caras y las palabras de confusión en la boca del Duende
y desnuda los vasos con tal rapidez que no alcanzamos a decir hola, salud
los helicópteros se sienten pasar por la’venida
hay canciones que lo arruinan todo
son como el pasto con heces de perro
como encontrar nada útil tras carnavales y fiestas masivas
puros condones, zapatos, un perro dormido

en eso llega Clotario que saluda


y llena botellas que lo vuelcan a los indios
a fumar un tabaco que viaja que está dormido sobre la mesa del doctor Frankenstein
en su máquina de la génesis
que gira como una bala enrollando el tabaco que pasa por el papel
como el polvo cuando se esconde bajo la alfombra
los ojos de un mirón
todos aprenden del artesano al salir perfecto el trinomio
y el humo mezclado con la sangre por voluntad
el boxeador quiere saberlo
intenta con sus guantes deshacer la máquina, pero no resulta
es el primer paso dice Clotario sabiondo aspirando el tabaco
abrirla para luego llenar la guincha
y suelta una bocanada de papel en la hoguera de la nada
así es la existencia del combustible dice Clotario
está oculto ante la magnificencia del fuego
y sigue dando su clase
algo sobre la vida me pregunta el duende
me pregunta de respuestas
y busca en mi algún reflejo de algo que yo guardo secretamente
un insipiente mérito de soledad
injustificado por lo demás, pero ferviente
el cree ver en mí algo
acaso me presento como la maravilla rota
soy un humano con ojos pálidos que no sabe que hacer
y fuma y bebe con cabros de menor edad
que enseñan más que todos

el boxeador
también dice que juega tenis, pero no creo
difícil lo veo con sus guantes en la raqueta
las zapatillas le deben servir
quizá
si tiene el cobre para ponerlas en su pata
si no
jodido tiene que aprender el tabaco
quizá venderlo
ir con el zapato de colegio a empalmar con la raqueta disparos verdes
gargajos de soledad y tristeza en el país desconchado
mater pulvereus
pero es porfiado y pide consejos
y cristaliza la liquidez de sus guantes
incluso pareciendo manos
la metamorfosis intacta del sonido molecular al romperse la hoja congelada
y el tabaco salir
perfecto desde la máquina como un casquete
que atormenta la vida sabiendo que no pisaremos más tu cuerpo
mater solum solidus
como la hoja tabaquera creciendo
en la mirada de los campos brillantes de sol
como cúspides de fuego de la combustión en la boca
el duende sigue con su dialogo adentro
no le sale porque teme al frío
teme ser callado entre las raíces de los témpanos de hielo
y el consuelo de la noche le arrebata de su sueño las ojeras
como simples copos de nieve que no saben dialogar
pero se tocan junto al cigarro y bailan
se deshacen en vapor como láminas de hierro caliente
como círculos convexos que se besan y dan la mano
cristianos verdaderos
que dejan el humo ir libre como las aves paganas
mientras la tormenta de autos afuera goza de lo lindo
cuando detiene el sonido infernal de la música.

A veces ponemos otra música


pero la gente mira raro
a veces cuando no hay tanta gente nos echan
especialmente en la noche
cuando cierran
y las mesas se ponen pelo negro que parecen las bancas
el mundo se tambalea y la calle se apaga por momentos
nuestros ojos
y se dicen cosas raras que no sabemos descifrar
como libido entre dos personas que se gustan
el osculo de libido espeso de la boca
la maraña de sangre que se vierte en la cabeza
la sensación magra al quitarse un punto negro muy profundo
sentirse despierto por un momento y dar paso a la embriagues
cuando no hay gente y de día todos nos miran horrorizados
tres cuatro o cinco cuerpos
a veces en el bar consolando las llamadas
admirando las horas que se exhiben sobre las cabezas
un reloj análogo de fondo negro tiñe de rojo los números
historias que se atañen a lo cotidiano
las mujeres que llegan con la sed de hombres
pero que se aburren de ser miradas
de ser comentadas
de levantarse al baño y quedar en silencio por un momento
al son de los segundos que demora cada cadera llevar el paso
el boxeador tomará sus vigores y sonreirá
yo estaré pendiente de los bichos que se albergan entre las parras
metrallaré con mis ojos las cuadras
inútiles de separar los bares, las academias y comisarias
donde todo llega por su mismo peso
a la velocidad en que se mata una mosca
el humo mascará de las cabezas el peso nocturno
instancia en que todo se detiene
el cerebro se apaga
todo se cubre de olvido y se es redondito en cama
como recién fusilado y orando
hecho añicos pidiendo perdón a edictos erinios
reencarnadas en desesperanza y negatividad
cada hilo con su nombre haciendo la calle
el recorrido de cada efecto
para comer para beber salir reír obtener la felicidad
trabajar el hombre debe entre sus manos la maniobra
estudiar llevar el cuerpo
la mente esplendida en su reflejo de las notas
un calibre desde donde no sale humo
pero suenan las campanas y las camas
en los casamientos de los sexos más ricos
un chasquido de moscas para nosotros
sendas hormigas hediondas de madrigueras en el sub-cielo
ante los ojos moribundos de quienes se enfrentan a la realidad
como arañas y termitas que buscan desesperadas
las colonias de secretos que se guardan entre las hileras de hormigas que avanzan
con la voluntad del loco mirando el cielo ignorando la tierra
imitando a la naturaleza como caballo sin pezuña
muriendo de hambre y sed
donde los últimos latidos se guardaron en el hierro hecho barrote
en la siesta de Raskólnikov junto al parque
el tedio eterno de soñar, dormir
biología – química – física
sin culpas ni culpables
pidiendo a Dios todo poderoso
como un charco de agua que refleja la luna
una oración de volver a la línea que se pone dentro de un tubo
y se agita con el agua para desaparecer la órbita de la tierra
que esconde el anticristo silencioso de mis sueños
a medida que el tedio enciende y apaga la luz
con los gritos de mis padres asolando mi fortaleza
A mí me da sueño
prefiero seguir en la claridad del bar humeante
me gustaban los indios del norte
deben haber sido rojos de verdad
deben haber puesto sus manos en la boca
pero el sonido debió ser como los leones
sórdido
y causando el mismo vértigo de las pisadas

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