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Ricardo Romero

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Ediciones Cooperativas es un emprendimiento
cooperativo de docentes de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de Buenos Aires para
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Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta
puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera
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infracción está penada por las leyes 11723 y 25446.

Ricardo Romero
El legado de Moreno. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones
Cooperativas, 2010.
66 p. ; 21x14 cm.

ISBN 978-987-652-073-7

1. Narrativa argentina . 2. Novela. I. Título.


CDD A863

© 2010 Romero, Ricardo


1º edición, Diciembre 2010
Derechos exclusivos
© 2010 Ediciones Cooperativas Diagramación de Tapa:
Tucumán 3227 (1189) Alejo Henández Puga
C.A.B.A. – Argentina Revisión: Estefanía Otero
Corrección: Marta Hybrowicz
(54 011) 3528 0466 / (15) 4937 6915
http://www.edicionescoop.org.ar
info@edicionescoop.org.ar
Hecho el depósito que establece la ley 11.723

Impreso y encuadernado por:


Imprenta Dorrego. Dorrego 1102, CABA.
1ª. ed. Tirada: 100 ejemplares. Se terminó de imprimir en Diciembre 2010.

Editorial asociada a:
IMPRESO EN ARGENTINA – PRINTED IN ARGENTINA
A Mariano Moreno

“Rugían las olas, mostrando un mar agitado,


enfurecido, irrumpiendo en el silencio de una noche
oscura; sacudiendo a la Fragata Fame, en la que un
joven resistía la muerte.
El agua que chocaba sobre la popa y salpica-
ba el interior de una especie de cuarto, obviamente
húmedo, casi lúgubre, en el seno de la noche, donde
los dolores recorrían las venas de ese joven que pe-
leaba por la vida, que luchaba por no morir.
Sus sentimientos estaban marcados por los
ideales de esa semana de mayo, por el sueño de rom-
per con las cadenas de la tiranía y poder alcanzar
una patria donde se respete el sagrado dogma de la
igualdad.
Pero bajo la furia de los vientos, el dolor co-
rroía el cuerpo del joven y de a poco, se presentía el
final.

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Ricardo Romero

Sin embargo, Moreno no iba a dejar perecer


la utopía. Con una pluma en la mano y casi langui-
deciendo, redactó un Legado, unas frases que marca-
rían el sendero a seguir.

II

Mientras el ácido tartárico recorría su sangre


y se llevaba su luz, y sabiendo que el tiempo lo apre-
miaba, convocó a sus Hermanos a una Tenida, con el
firme propósito de fijar los nuevos objetivos de la
Logia.
Los hombres reunidos, previeron el fatídico
desenlace. Por eso acudieron al pacto para fijar los
horizontes que nacieron en la Revolución de Mayo y
que la pluma de Moreno dejaba marcados en un per-
gamino que leería a sus Hermanos.
En medio de las convulsiones dirigió la reu-
nión y, en su última acción, dejó a uno de sus Her-
manos una consigna a descifrar, a encontrar, a des-
cubrir. Mientras la Fame se seguía sacudiendo y con
el trasfondo del mar, Moreno los alentaba a tomar la
pasión de sus ideas.

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El legado de Moreno

Casi sin fuerzas, agonizando, Mariano se di-


rigió a sus Hermanos, especialmente al de sangre,
Manuel, y concentrado en el pergamino, les dijo:
- Este es el Legado a las generaciones de
nuestra patria, inspiración de aquel 25 de mayo. Es
la base suprema para la Igualdad y Libertad de nues-
tro Pueblo. Sólo con nuestro lazo fraternal lograre-
mos alcanzar este sueño. Queridos Hermanos:
- ¿prometéis por vuestro honor llevarlos adelan-
te?- increpó Mariano, esperando una respuesta segura.
Los hombres juramentaron llevar adelante ese
Legado, mientras veían que el destino se llevaba la
vida de Mariano, dejando su espíritu vivo.

III

Mientras sus alumnos y alumnas oían anona-


dados la historia en una de las tantas tardes de cla-
ses, concluía este relato un joven profesor que, sen-
tado en un viejo banco de madera, propio del deci-
monónico Colegio Nacional de Buenos Aires, narra-
ba a un grupo de estudiantes el desarrollo de aquella
desconocida reunión.

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Ricardo Romero

El profesor Da Silva era un treintañero do-


cente del colegio, que se había especializado en His-
toria Política, y que tenía mucho interés por contar el
pasado de la Argentina, pero con enfoques diferentes
a los que se promovían a los manuales de estudio.
Ese día logró la atención de sus alumnos y
alumnas que, un poco curiosos, un poco desasnados,
parecían encontrarse con un cuento del cual no esta-
ban convencidos, pero que les llamaba la atención.
En seguida, Kevin desafió al profesor, como
les gusta hacer a los estudiantes de este colegio, pre-
guntando con cierta sorna:
- Pero ¿de qué fuente saca usted este hecho?
Porque en el libro de Manuel Moreno no se describe
nada de lo que nos contó.-
- Es una leyenda - respondió el profesor.
- ¿Y en base a una leyenda nos enseña histo-
ria?- increpó Grisel, otra alumna.
- Las leyendas pueden ser fuente histórica-
comentó Da Silva -siempre que puedan interpretarse
correctamente a partir de otros elementos como do-
cumentos o inferencias históricas. Así también se
puede construir un relato histórico.-

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El legado de Moreno

- Sí, pero ¿cómo podemos determinar la ver-


dad de ellas?- preguntó Werner, otro alumno, un
poco menos cuestionador, pero con la misma curio-
sidad, desafiando la explicación del profesor.
- Se buscan correlatos con el presente,
hechos, referencias, que permitan establecer la cohe-
rencia o veracidad de la leyenda. En este caso, desci-
frar el legado de Moreno puede ser un aporte al pre-
sente de nuestra patria. Sería cuestión de buscarlo, lo
que implicaría revisar cuál fue el destino de los que
viajaron en la Fame y ver si quedó ese pergamino.-
- Sí, pero ¿dónde está?- interrogó Agustín,
casi enojado.
- Será cuestión de encontrar a la Logia que
juramentó defender el Legado de Moreno, pero, co-
mo para ustedes es una leyenda, quizás nunca la
encuentren- bromeó Da Silva.
Y, en ese momento, el timbre sentenció el fi-
nal de la hora y, a pesar de la atención de todas y
todos, también puso fin parcial al relato y discusión
de la historia, al menos con el profesor.

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Ricardo Romero

IV

Esa salida del colegio no fue una más, si bien


hicieron lo de siempre: ir a la pizzería de Moreno
451. Todavía quedaba una sensación de intriga y de
cuestionamiento al supuesto Legado de Moreno.
La historia que les contó el profesor hacía
mucho ruido, pero a la vez no querían caer en cuen-
tos de hadas, por lo que estaban en la duda de tomar-
lo en serio o dejarlo pasar.
Mientras llegaban las pizzas y pedían las ga-
seosas -cerveza no, a ver si pasaba la rectora en ese
momento, mujer temperamental ella, y que no le
gustaba ver a sus alumnos o alumnas bebiendo alco-
hol en los aledaños del Colegio-, fueron haciendo
chistes, y rehuían encarar el tema, prefiriendo seguir
con la cotidianeidad juvenil, dejando que la tarde se
pierda…
Luego que el mozo trajo las pizzas, y mien-
tras Kevin se deleitaba con la de roquefort, Grisel
miraba atentamente el patio del Centro Cultural, casi
perdida en el ventanal. En ese Centro reside el solar
en que vivió Mariano Moreno, un gran edificio ale-
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El legado de Moreno

daño a la pizzería, y que había captado la atención


de Grisel.
De repente Werner, otro estudiante, que le
preguntó:
- ¿Qué miras?-
- ¿Qué?- se asustó Grisel.
- ¿Qué te pasa? Estás en otra- volvió a pre-
guntarle Werner.
- Nada, me quedé pensando en la historia del
profesor…-
- ¿Le crees vos?- se sumó Kevin a la charla,
interpelándola, sin dejar de masticar la pizza.
- ¿Por qué no?- respondió, casi indignada.
- Porque no hay evidencias- insistió Kevin
limpiándose la boca con intención de volver al ro-
quefort en un rato.
- ¿Ustedes saben que justo en ese patio estu-
vo el Solar donde nació y vivió Mariano Moreno?.
- ¿y?- preguntaron.
- Me llama la atención los documentos que
encontraron el otro día-comentaba Grisel, que era
una asidua lectora de diarios y una dedicada estu-

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Ricardo Romero

diante, que le gustaba la historia y especialmente los


relatos del profesor Da Silva.
- ¿Qué documentos?- preguntó Werner, que
por el contrario era más escéptico a creer las histo-
rias del profesor, pero no las rechazaba inmediata-
mente, siempre buscaba reflexionar.
- Hace unos días los titulares de los diarios
presentaban el hallazgo casi arqueológico de una se-
rie de documentos pertenecientes a Mariano More-
no, y fue en este Solar. ¿No estará allí el Legado?-
preguntó Grisel, incitando a la reflexión.
-Ay! No seas ingenua, no existe, dále come tu
porción que sino me la como yo- la increpó Kevin
casi concluyendo con la suya y que siempre andaba
desinteresado por las propuestas académicas. Prefe-
ría disfrutar de su juventud, decía él.
- ¿Y si lo averiguamos?- sugirió alegremente
Agustín, que no le perdía paso a Kevin, aunque éste
se inclinaba por el salame de la calabresa, era un
poco más intrépido, y le gustaban los desafíos de
cuestionar y encontrar cosas.

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El legado de Moreno

- ¿Estás loco?- increpó Werner, sin mucha


convicción, tratando de poner paños fríos a cualquier
aventura.
- ¿Vos pensás?- se animaba Grisel, mirando
por el patio, casi desafiando a ver la posibilidad de
avanzar.
Agustín señaló un ventanal que daba al patio
del Solar y comentó:
- Los documentos encontrados están en esa
habitación, que es la sala de archivo del Centro, y
¡miren la ventana! ¡Está invitándonos a entrar!-
- ¿Por qué no echamos un vistazo?- alentó
Werner, cambiando su escepticismo y pensando la
factibilidad de la aventura.
- ¡Vamos!- sentenció Agustín.
- ¡Están locos!- afirmaba Kevin, mientras se
sumaba a la historia, limpiándose la boca de los res-
tos de pizza y dándole el trago final a su gaseosa.

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Ricardo Romero

Sigilosamente saltaban el muro, entrando al


patio del Centro Cultural. Todos tenían estado atléti-
co para semejante aventura. Inmediatamente se diri-
gieron al ventanal a través del cual podían acceder al
archivo de los famosos documentos.
Uno a uno se fueron acercando a la habita-
ción donde se guardaban los ficheros del Centro.
Así, con precisión de cerrajero, Agustín logro des-
trabar la ventana y permitió que sus secuaces aven-
tureros entraran al cuarto, cuasi depósito donde una
infinita serie de carpetas los esperaban.
Sin tiempo que perder comenzaron a revisar
los ficheros, que estaban distribuidos por temas. Una
buena clasificación que parecía facilitar la tarea de
los alumnos.
-Vos por acá, vos por allá y vos campanea.
Yo busco por este lugar- dirigió Werner, que tras
varios minutos parecían no alcanzar los objetivos.
Recorrieron los anaqueles, los estantes y fi-
cheros, buscando asiduamente los nuevos documen-
tos, y no aparecían, aunque veían varios de ellos
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El legado de Moreno

acerca de la rica historia de Mariano Moreno y los


acontecimientos de la Revolución de Mayo. Aquel
pergamino que escribió Moreno, y del que hablaba
el profesor Da Silva parecía no existir, o al menos
no lo encontraban.
En medio de la búsqueda oyeron pasos que se
dirigían hacia ese cuarto y voces que se hacían más
cercanas. En ese instante, la puerta se abrió.

VI

- Aquí están- le dijo una mujer trigueña que


le acercaba unos papeles a un investigador- Estos
son los escritos inéditos que encontramos en la ex-
cavación, los teníamos separados y ocultos en este
compartimiento por seguridad.
Inmediatamente el hombre colocó los docu-
mentos sobre la mesa, observando fascinado su con-
tenido.
- Espero que sirva- acotó la mujer, sabiendo
que esos papeles tenían un valor importantísimo, pe-
ro sin poder descifrar cuánto.

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Ricardo Romero

- Sin duda- replicó el personaje de estricto


traje negro, camisa blanca y corbata también negra -
estos documentos seguro van a aportar a nuestra his-
toria-.
- Sí, es increíble que Mariano Moreno siga
aportando- reflexionó la mujer.
- Pero la historia la hacemos nosotros- acotó
el señor, que le sacó unas fotos a los documentos
desplegados sobre la mesa y concluido esto, encaró
hacia la puerta junto a la mujer, que al salir cerró la
puerta con llave.
Se alejaron del cuarto sin haber percibido
que dejaban esos documentos a la vista de los estu-
diantes que creían haber resuelto el enigma.

VII

- ¿Estás bien?- preguntó Grisel.


- Sí ¿y vos?- respondió Werner.
- Yo también- se sumó Agustín.
- Y ¿dónde esta Kevin?- pregunto Grisel pre-
ocupada.

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El legado de Moreno

- ¡Kevin, Kevin!- llamaban todos en voz baja,


buscando a su compañero perdido.
- Acá estoy- respondió Kevin, subido en lo
más alto de un estante, exhausto, después de sopor-
tar su improvisado escondite, casi sin respirar.
El resto de los chicos, que lograron esconder-
se debajo del escritorio, habían podido escuchar la
conversación, y entendieron que estaban logrando su
objetivo: poseer el Legado de Moreno.
Inmediatamente fueron al compartimiento de
seguridad, que si no fuera por esa irrupción súbita no
hubiesen podido encontrarlos. Lo sacaron, lo revisa-
ron e inmediatamente se fueron del lugar, casi sin
dejar rastros.

VIII

En casa de Werner, Grisel bajaba las fotos


que había sacado Agustín con su celular.
Fueron leyendo un acta muy confusa, que ha-
blaba de un valle en alta mar, de hijos de la viuda,
que se reunían lejos de la tiranía y la opresión –
Saavedra, obvio- pensaron todos, y que se proponían
a combatir la ambición, la hipocresía y la tiranía.
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Ricardo Romero

- ¡Sí, Saavedra!- afirmaron todos.


- Esta es el acta de esa noche- exclamó Grisel
-no caben dudas-.
- Sí, pero hasta ahora ningún legado- bufó
Kevin que traía los mates con biscochos para ameni-
zar la tarde.
- ¡Pará, que siga leyendo!- reclamó Werner.
Así, Agustín siguió con la lectura en voz alta,
hasta que concluyeron la lectura, casi con desilusión,
de una parte borrosa del pergamino.
"Nuestro legado estará presente junto al experto, a
la custodia y mandato de las columnas de la repú-
blica".
- ¡Esto no es nada!- dijo Kevin.
- ¡Si!- se sumó Agustín.
- Esperen, hay que leerlo atentamente- propu-
so Werner.
- Porque eran masones- comentó Grisel.
- Y eso, ¿qué tiene que ver?- preguntaron los
tres al unísono.

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El legado de Moreno

- Que seguro está escrito en lenguaje simbó-


lico, con lo cual hay que interpretarlo.-
- ¿Y vos cómo sabes eso?- preguntó Werner,
consternado.
- Porque leí el libro de Corbière que reco-
mendó el Profesor- respondió Grisel.
- ¡Qué traga!- se burló Kevin.
- No, ¡esperá!- lo detuvo Agustín, leamos:
"Nuestro legado estará presente junto al experto, a
la custodia y mandato de las columnas de la repú-
blica".
- Ahí está- dijo Agustín.
- ¿Dónde?- preguntó ofuscado Kevin.
- Sí ¿dónde?- se sumó Werner.
- Ahí- sostuvo Grisel señalando a Agustín
que también había entendido.
Parecía que se acercaban a comprender el
Legado de Moreno, con lo que se acercaban también
a la veracidad de la historia que les relató el Profesor
Da Silva.

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Ricardo Romero

IX

- Muchachos, es fácil, el Experto custodia la


Logia, y está bajo el mando de las Columnas, Vene-
rable Maestro y los Vigilantes.-
- Y ¿de dónde sacaste eso?- preguntó Kevin.
- De Internet- respondió Agustín, casi como
una obviedad - Lo googleé y vi cómo es una Logia.
Está compuesta por un Venerable Maestro, dos Vigi-
lantes, que serían como los vicepresidentes, el Se-
cretario, el Fiscal, el Tesorero, el Hospitalario, y el
Experto, que se encarga de defender la Logia, junto
al Guarda Templo, que cubre la puerta del Templo.-
- ¿Y qué quiere decir esto?- preguntó Werner.
- Que el Legado esta junto al Maestro exper-
to- sentenció Agustín, tenemos que ir a buscarlo ahí.
- En las Columnas de la República- aportó
Grisel, contenta por pensar que habían descifrado el
Legado.
- ¿En la sede central de la Masonería Argen-
tina?- pregunta Werner.

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El legado de Moreno

- Puede ser- respondió Grisel -es el Templo


más claro de la Argentina.
- Hay una sola forma de comprobarlo- sostu-
vo Kevin que se sumaba a la aventura de haber
avanzado en la resolución de esta intrigante historia.
- Vamos para allá- propuso Grisel.
- No, vos no podés- dijo Agustín -vos espera
acá.-
- ¿Por qué?- preguntó Grisel en desacuerdo.
- Las mujeres no entran allí- respondió Agus-
tín.
- Vos quedate acá y nosotros te vamos avi-
sando si encontramos algo- propuso Werner.
- Bueno…- no muy convencida, aceptó Grisel.
- Andá preparando la compu que con este
material nos vamos a hacer una panzada-exclamó
Kevin que alentaba a Grisel a quedarse allí.
Así, los tres se dirigieron a Juan Domingo
Perón 1242, al llamado Palacio Cangallo, nombre
con el que se prefería llamar a la sede, debido a que
los masones no reconocen a Perón como miembro de
la Orden (aunque fue iniciado en la P2, cuando esta

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Ricardo Romero

Logia era regular en la masonería italiana, y además


por haber sido Presidente de la República sería Gra-
do 33 según corresponde al rito. Pero esa es otra his-
toria). De hecho se reconoce un Diploma con ese
grado otorgado por la masonería paraguaya.

Muy preocupada, Grisel encaró al profesor


Da Silva, que justo salía a caminar por el patio Ma-
riano Moreno del Colegio, y que se detuvo adelante
del reloj solar, que tanto le gustaba apreciar.
- ¡Profe! Tengo, bah… ¡tenemos un problema!-
- ¿Qué pasó? ¿Cuál problema?- respondió Da
Silva, dejando de intentar descifrar la hora que mar-
caba la sombra del reloj solar. Nunca le salía.
- No aparecen los chicos- respondió Grisel
angustiada.
- ¿Cómo?- siguió preguntando el profesor.
- Profe, los chicos fueron a la masonería y to-
davía no volvieron- explicó Grisel.
- ¿Qué? ¿Y qué diablos fueron a hacer allá?-
exclamó Da Silva sin poder salir de su asombro.

22
El legado de Moreno

- A buscar el Legado de Moreno.-


- ¿En serio? ¿Pero cómo hicieron esa locura?-
- Es que logramos acceder al acta de la tenida
de la noche que murió Moreno.-
- Pero, Grisel, si esa historia era una leyenda,
¿de dónde sacaron eso?- preguntó con preocupación
Da Silva.
- Encontramos el acta, existe de verdad- in-
sistió Grisel.
- ¿Cómo es eso?- se prestaba a escuchar el
profesor.
- Sí, habíamos visto unas noticias sobre el
hallazgo de nuevos documentos de Moreno, en el
Solar donde vivió- contaba su historia Grisel.
- ¿Y?- seguía pidiendo más de la historia el
profesor.
- Entonces logramos entrar al Centro y lle-
gamos a esa acta.-
- ¿Cómo entraron?- preguntó incrédulo.
- Nos metimos por la ventana que da al bar-
respondió Grisel, casi con naturalidad.
Sin poder creerlo, el profesor se tomo la ca-
beza y exclamó:
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Ricardo Romero

-¿Y qué los llevo a ir a la masonería?-


Grisel respondió:
- Un escrito que decía:
"Nuestro legado estará presente junto al experto, a la
custodia y mandato de las columnas de la república".
y decidieron ir a la sede de la Masonería-
concluía Grisel.
- ¿A la sede de la Masonería?- interrumpió
Da Silva, sorprendido, pero muy interesado, enton-
ces tendremos que ir para allá.
Sin más, el profesor y Grisel se dirigieron ha-
cia el enigmático edificio de la calle Perón.

XI

- Con sus estrictos tres escalones al ingreso,


dos columnas en las puertas y dos árboles de acacia
en su patio, el edificio muestra en su arquitectura
todo un vendaval de lenguaje simbólico, incluso, en
los pies de sus árboles, donde descansan las cenizas
de Emilio Corbière- relataba Da Silva a su alumna,
que siempre estaba pronta a escuchar las historia de
la Masonería.

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El legado de Moreno

En ese mediodía, con un clima otoñal, se


aprestaban a ingresar al majestuoso edificio. Pero
antes de entrar, el profesor repentinamente recibió
un llamado.
- Sí, ¿quién es?- atendió Da Silva.
- Kevin- profesor.
- ¡Kevin! ¿Dónde están? Los estamos bus-
cando- respondió el profesor -¿Desde dónde me lla-
más?-
- En frente, en la cochera- atinó a mostrarse
Kevin.
- ¿Pero qué les pasó?- preguntó el profesor.
- No sé. Yo me quedé acá, vigilando a Wer-
ner y a Agustín, que entraron a la sede, con la excu-
sa de hacer la visita guiada.-
- ¿Y dónde están?- preguntó esta vez Grisel.
- Insisto, no sé, sólo vi cómo Werner salía co-
rriendo, y dos hombres lo seguían sigilosamente, y
yo los seguí- relataba Kevin.
- ¿Y qué pasó?- pedía saber más de la situa-
ción el profesor.

25
Ricardo Romero

- Los seguí hasta que lo atraparon y lo metie-


ron a un auto- contó Kevin, casi llorando.
- ¡Nooo!- se largó a llorar Grisel.
El profesor trató de consolarla abrazándola,
mientras le pedía Kevin que recuerde algún dato.
- Mientras lo subían al auto, Werner les pre-
guntó quienes eran, y ellos les dijeron de Revolución
de Mayo, o algo así.-
- Una Logia- sugirió Grisel.
- Sí, puede ser- respondió el Profesor.
Y los tres se quedaron por un rato allí, pen-
sando desorientados sobre lo sucedido, sin reaccio-
nar, sin entender qué pasó. Mientras la tarde corría y
el frío otoñal marcaba el clima.

XII

- Y ahora ¿qué hacemos?- preguntó Kevin.


- ¿Y Agustín?- se sumó Grisel.
- No sé, no salió del edificio- comentó Kevin.
Justo en ese momento, el profesor recibió un
sms:

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El legado de Moreno

"Yo estoy bien, no se preocupen por mí, busquen a


Werner. Agustín.

Lo ubican en VஃIஃTஃRஃIOஃLஃ".

- Agustín está bien, vamos al Colegio, res-


pondió Da Silva, luego de revisar su celular, allí
tendremos nuestra tenida, y veremos qué haremos-
sentenció el profesor.
Inmediatamente paró un taxi para ir a Bolívar
y Alsina.
- Profe, ¿qué es una tenida?- preguntó Kevin.
- Una reunión masónica, donde una Logia se
reúne- contestó el Profesor.-
- Pero profe, no somos masones- comentó
Grisel.
- Tendrán que serlo…- sentenció Da Silva.

XIII

Ya en el Colegio, pasaron por detrás de la es-


calera del Nacional, majestuosa pero que se dirige a
la nada, y se fueron hacia el subsuelo, entrando al
Microcine, que en ese momento estaba vacío y, por
suerte, abierto.

27
Ricardo Romero

- Chicos, van a tener que confiar en mí, para


poder liberar a Werner- les decía Da Silva a sus
alumnos, que estaban bastante atemorizados.
- Usted dirá- confió Kevin.
- Sí, ¿qué hacemos?- preguntó Grisel.
- Véndense los ojos y verán- dijo el Profesor.
De esta manera, se quedaron esperando las
indicaciones del profesor, sin poder ver.
Pero de repente, una voz irrumpió:
- ¡Señor y señora!- exclamó un hombre al que
sólo podían escuchar.
- ¿Sí?- respondieron atemorizados.
- Van a ser sometidos a una prueba de ingreso
a la Logia Mariano Moreno, ¿están dispuestos a res-
ponder algunas preguntas?- inccrepó este hombre
con una voz casi enfurecida.
- Sí, lo estamos- respondieron, casi resigna-
dos a confiar.
- Acompáñenme entonces- respondió este
hombre.
Luego de recorrer varios metros, bajar y subir
algunas escaleras, llegaron al centro donde estaba
reunida la Logia.

28
El legado de Moreno

-Esto es como las iniciaciones en las fraterni-


dades americanas- comentó Kevin, poniéndole onda
al tema.
- Ssssh- lo retaba Grisel.
- Silencio señores- los retaba el hombre.
Al llegar a una puerta, se pararon y el hombre
se dirigió a los alumnos.
- Grisel y Kevin serán sometidos a unas prue-
bas de honor e interrogados para ser miembros de
esta Logia, ¿están dispuestos?- se escuchó la voz
que identificaron como la del profesor.
- Sí- respondieron Kevin y Grisel.
-Experto, haz tu trabajo- indicó Richard Da
Silva, que estaba presidiendo la ceremonia.
De esta manera, luego de haber sido someti-
dos a dar vueltas con distintos movimientos y ele-
mentos, incluso haberse descompuesto Kevin, la ce-
remonia devino en el momento de consagración.
- Queridos Grisel y Kevin, ¿prometen por su
honor respetar a esta Logia en sus decisiones?-
- ¡¡¡Sí!!!- gritaron los dos, que estaban entu-
siasmados por lo que vivían.

29
Ricardo Romero

- De ésta manera los consagro miembros de


esta Logia.-

XIV

Inmediatamente siguieron con el orden del


día, que además de reconocer a Grisel y Kevin
miembros, se propuso analizar la situación que vi-
vieron.
- Sabemos que Werner está en el cuarto de re-
flexiones de la Logia Revolución de Mayo- dijo Da
Silva.
- ¿Cómo lo sabe?- preguntó Grisel.
- Porque Agustín me envió

VஃIஃTஃRஃIOஃLஃ en su mensaje de texto- respon-

dió Da Silva.
- Y eso ¿qué significa?- preguntó Kevin.
- Una frase en latín:

“VISITA INTERIORA TERRAE


RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM
LAPIDEM”
o en español
30
El legado de Moreno

“VISITA EL INTERIOR DE LA TIERRA, POR


RECTIFICACIÓN HALLARÁS LA PIEDRA
OCULTA”-
respondió Da Silva.

- Y eso estaba escrito en los cuartos de re-


flexiones- acotó Grisel.
- Correcto- replicó Da Silva-, propone hacer
un examen de conciencia a quien quiera entrar en la
Masonería.
- Vamos a rescatarlos- propuso el profesor
Gregorio Fuentes, que ocupaba el lugar del Segundo
Vigilante. Un profesor cuarentón, con barba y canoso.
-¿Cómo?- pregunto Da Silva.
- Tengo un Plan- aseguró GF.
Inmediatamente, Gregorio Fuentes explicó
detalladamente el plan para lograr rescatar a Werner.
Luego de una deliberación y ajustes, siguie-
ron la propuesta de Gregorio Fuentes, encararon ha-
cia la sede de la Logia Revolución de Mayo, en el
barrio de Chacarita.

31
Ricardo Romero

XV

En una casona vieja, por la Av. Corrientes,


donde sólo se distinguía una escuadra y un compás
en la puerta como única identificación masónica,
arribaban a rescatar a Werner.
Dentro se veían algunas luces, que indicaban
que había gente, por lo cual, allí estaban. Entonces se
aprestaron a desarrollar el plan de Gregorio Fuentes,
que consistía en generar una distracción en la terraza,
para lo cual hicieron aterrizar un helicóptero de jugue-
te, que llamó la atención de quienes estaban en la ca-
sa, y varios de ellos subieron al techo.
Mientras buscaban qué era, los otros ingresa-
ban a la casa por el patio trasero, metiéndose en el
sótano del lugar, donde estaban los cuartos de re-
flexiones, dando rápidamente con Werner.
Llegaron a un pasillo, que estaba custodiado
por un hombre fornido, de traje oscuro, pero que se
había dormido como un bebé con el somnífero de
gas que roció el profesor Salas, mientras Torres en-
traba a rescatar a Werner.

32
El legado de Moreno

El alumno se encontraba vendado, así lo to-


maron nuevamente a las puertas del patio.
Allí, un hombre golpeó la puerta de la Logia,
solicitando el helicóptero de su hijo, que torpemente
lo emplazó en la terraza.
Luego de entregarles el juguete, volvieron a
su tenida, pero se habían quedado sin profano…

XVI

Mientras tanto, Kevin y Grisel buscaban la


dirección donde los había convocado el profesor Da
Silva, en el sureño barrio porteño de Barracas, que
fue cortado al medio por la autopista de Cacchiatore,
quedando una parte expuesta al boom inmobiliario y
otra sepultada en el tiempo, con su estirpe obreril,
que los trasladaba en la historia.
- Es por acá, mirá la arquitectura masónica-
dice Grisel.
- Sí, pero estamos en Alvarado, este edificio
no es- decía Kevin, señalando un Local del Partido
Socialista, que si bien tiene símbolos masónicos, no
era el lugar buscado.

33
Ricardo Romero

- La calle es San Antonio- reprochaba Grisel-


que confió en la ubicación a Kevin.
Mientras caminaban unas cuadras, en la oscu-
ridad de esas cuadras, y ya perdidos, vieron que ve-
nía un auto.
- Ahí pasa un taxi, vamos- propuso Kevin.
- ¡Taxi!- Inmediatamente lo paró Grisel.
- Vamos a la sede de la Masonería, que queda
por esta calle- le comentó Kevin.
El taxista, medio sorprendido, medio asusta-
do, les dijo: -Ok- Bajó la bandera, avanzó veinte
metros por San Antonio y les dijo:
-Chicos, ahí está, son $4,80- tuvieron que pa-
gar el viaje.

XVII

Mientras viajaban por una autopista, el silen-


cio era sepulcral, se notaba el nerviosismo de Werner,
que mantuvo el silencio y la calma durante el viaje.
Llegando al Riachuelo, siempre en el barrio
de Barracas, Da Silva toca a Werner y le dice:
- Tranquilo, no te va a pasar nada.-

34
El legado de Moreno

- No, pero ¿por qué no me sacan las vendas?-


reclamó Werner.
- Porque vas a unirte a una Logia que busca
lo mismo que vos- le dijo Soledad, una profesora
que viajaba en el auto, y cuya voz le resultaba cono-
cida a Werner porque enseñaba inglés en el Colegio.
- Lo mismo me dijeron antes. Bueno, vere-
mos que más me puede pasar- dijo Werner casi re-
signado.
- Ahora sí podrás conocer el Legado- le dijo
Da Silva, bajándolo del auto conduciéndolo a un só-
tano donde lo hizo esperar a Werner.
Mientras que todos aguardaban a los nuevos
integrantes, que aun no llegaban.

XVIII

Repentinamente, Kevin y Grisel llegaron a un


viejo templo masónico, construido por los garibaldi-
nos a principio del siglo XX, Logia llamada Hijos del
Trabajo, y donde se destacan los detalles egipcios en
la puerta, por el rito que practicaba Garibaldi.

35
Ricardo Romero

- ¿Dónde estaban?- reclamó Da Silva, enoja-


do por el retraso.
- Buscando el lugar- dijo Kevin.
- Pero ¿por qué no tomaron un taxi?- reclamo
la profesora Soledad Morales, que rápidamente los
iba ubicando en sus lugares para la ceremonia.
- No me lo recuerde- le dijo Grisel.
- Bueno, comencemos- reclamó Fuentes, que
había traído a Fernando Torres y Juan Manuel Salas,
para complementar los lugares de la Logia.
Así, desarrollaron la ceremonia de iniciación
de Werner, quien contestó las preguntas que le hicie-
ron y pronto alcanzó el momento donde prometió
luchar por la defensa del Legado de Moreno.
Al ver nuevamente la luz, se sorprendió al
encontrar mujeres vestidas con ropa masónica.
- ¿Dónde estoy?- preguntó Werner.
- En una Logia- respondió Da Silva, que es-
taba presidiendo la reunión.
- Pero no es que no aceptan mujeres- pregun-
tó Werner, más sorprendido al ver a Grisel.

36
El legado de Moreno

- En algunos ritos, no se aceptan, como el Ri-


to Escocés Antiguo y Aceptado que practica la ma-
sonería regular o tradicional en Argentina- respondió
Da Silva.
- Y nosotros somos una Logia operativa, co-
mo las lautarinas de la independencia- aportó la pro-
fesora Soledad, que ocupaba el lugar del Primer Vi-
gilante y se imponía con su collarín y mandil.
- Y entonces ¿qué rito practican?- preguntó
Werner, desahuciado.
- Podríamos decir que el Rito Argentino- son-
riendo contestó Gregorio Fuentes, en la banca del
Segundo Vigilante.
- Sí, moderno y rechazado- acotó Soledad,
medio en broma, medio en serio, pero todos rieron
ante el comentario.
- Bueno, cuéntanos qué pasó en la sede de la
Masonería- preguntó Da Silva, intentando volver a
la seriedad de la ceremonia.
- Sí- comenzó Werner- Mientras buscábamos
el Legado de Moreno en el asiento del Experto, de
repente nos gritaron: “¿qué hacen ahí?”, por lo cual

37
Ricardo Romero

comenzamos la huida. A mí me siguieron unos


hombres de traje negro, que con la amabilidad de
unas espadas en mano y su estructura física me invi-
taron, por decirlo de algún modo, a subir a un auto,
ahí me vendaron, hasta llegar aquí, donde vuelvo a
ver la luz.-
- Y ¿dónde quedó Agustín?- preguntó Grisel.
- Con calma- freno Da Silva -¿dónde quedó
Agustín?- repitió con más calma.
- No lo sé- se lamentó Werner.

XIX

De repente, un ringtone se escuchaba, era


medio inusual, pero decía: "a las puertas del templo
golpean, a las puertas del templo golpean…".
- Aguarden que es el mío. Les pido disculpas,
no lo apagué- se lamentaba Da Silva.
Rápidamente fue por su BlackBerry a ver el
repentino mensaje.
Al leerlo se sorprendió y llamó a todos.
- Hermanos y hermanas, justo, el mensaje es
de Agustín- comentó el profesor.

38
El legado de Moreno

- ¿Sí? ¿Y qué dice?- preguntaron al unísono


varios.
- Que está bien, y que debemos descifrar el
Legado- respondió Da Silva.
- ¿Sólo eso?- preguntó Grisel, angustiada.
- No, agrega que el misterio está en el cora-
zón de la historia argentina- amplió el profesor.
- ¿Y eso ayuda?- ofuscado preguntó Kevin.
- Supongo- comentó Werner desahuciado.
- A ver, pensemos- propuso el profesor Fuen-
tes poniendo cara de analizar.
- ¿Y?- preguntó Salas al rato.
- No se me ocurre nada- acusó Fuentes derro-
tado.
- A ver- se sumó Soledad Morales tratando de
dar luz al tema.
Al rato, dijo:
- Me parece que acá no podremos resolver es-
te tema- sugirió la profesora.
- ¿Por qué?- preguntó Fuentes.
- Porque tenemos que ir al corazón de la his-
toria argentina- respondió Soledad.

39
Ricardo Romero

- ¡¡¡Al Archivo Histórico!!!- exclamó Juan


Manuel Salas exultante, pensando que había resuelto
el punto.
- No- sonrió Soledad con cara de tener la sar-
tén por el mango.
- ¿Y dónde?- preguntó un poco molesto Da
Silva, que sentía perder protagonismo.
- En la Plaza de Mayo, mi querido hermano-
le respondió con sorna la profesora que ocupaba una
centralidad en la reunión.
- ¡Claro!- exclamaron varios, que trataban de
no quedar como ignorantes frente a la profesora.
- Bueno, vamos para allá- sugirió Soledad.
-¡Vamos!- dijeron todos.

XX

Parados en la pirámide comenzaron a buscar


el Legado. Miraban al Cabildo, a la Catedral, a la
Legislatura, y todos los puntos que desde allí veían.
- Debe estar en la pirámide, quizás en la chi-
quita- postuló Torres, casi desanimado.

40
El legado de Moreno

- ¿Pero no vamos a romper el monumento?-


preguntó Kevin.
- No, claro- lo calmó Da Silva.
- ¿Y qué vamos a hacer?- se preocupó Werner.
- Sí, profesor, tenemos que encontrar a Agus-
tín- afirmó angustiada Grisel.
- Ya lo vamos a encontrar- dijo Da Silva -él
nos está guiando-.
- Sí ¡y creo que lo tengo!- exclamó Soledad,
nuevamente en punta.
- ¿A ver?- preguntó sin creerle Da Silva.
- Párense aquí- propuso Soledad, indicando el
punto donde originariamente estuvo la estatua de
Mayo.
- ¿Y ahora?- preguntó Kevin.
- ¿Qué tal si pensamos qué decía el texto que
encontraron? Allí podremos descifrar lo que estamos
buscando- propuso la profesora.
-"Nuestro legado estará presente junto al ex-
perto, a la custodia y mandato de las columnas de la
república"- repitió Werner.

41
Ricardo Romero

- Sí, claro- se sumaba Grisel un paso adelante


de sus compañeros.
- ¿Dónde?- preguntó Fuentes bastante des-
orientado.
- Miren, si pensamos que aquí estaría el ara
de los juramentos- proponía Soledad mientras todos
la escuchaban con atención- vean la casa Rosada
allí, el Parlamento allá y...
- Sí, pero allá está el Monumento a Roca,
profesora- replicó Da Silva intentando contrarrestar
el argumento de Morales.
- Aguarde profesor, que si bien entendió que
la rosada ocupa el lugar del Venerable Maestro y el
parlamento el punto del Primer Vigilante, debo de-
cirle que Roca no es el Segundo Vigilante- contestó
Soledad con la sonrisa cómplice de Grisel y la cara
de sorpresa de los demás.
- A ver, y el Segundo Vigilante, ¿dónde es-
tá?- preguntó molesto Da Silva.
- Allá- señaló Grisel con la anuencia de su
profesora.

42
El legado de Moreno

- ¡El Obelisco! ¿Cómo no se me ocurrió?-


comentó Fuentes.
- No- dijo Soledad, disfrutando de la cara de
desconcierto de todos.
- ¿Qué cosa?- preguntó Da Silva, en paso in-
termedio a cerrar el juego.
- ¡Tribunales!- exclamó Grisel.
- ¡Jejeje! Sí, Tribunales ocupa el lugar del
Segundo Vigilante.-
- No puede ser, está al revés- comentó Werner.
- En las Logias del hemisferio sur, el Segun-
do Vigilante está a la derecha del Venerable- le acla-
ró Da Silva.
- Claro- sentenció Morales.
- Bueno, pero ¿qué tiene que ver esto con el
texto?- preguntó Kevin todavía desorientado.
- El texto dice: "Nuestro legado estará pre-
sente junto al experto, a la custodia y mandato de
las columnas de la república"- acotó Grisel.
- ¿Y?- repreguntó Kevin.
- Que las Columnas de la República son: Po-
der Ejecutivo (Venerable Maestro), Poder Legislati-

43
Ricardo Romero

vo (Primer Vigilante) y Poder Judicial (Segundo


Vigilante)- señaló Morales a su alumno.
- Ah- dijo Kevin- ¿Y eso de qué sirve?-
- ¿Y el experto dónde está?- preguntó Werner.
- Fácil- contestó Soledad.
- En el Monumento a Mariano Moreno- res-
pondió Grisel.
XXI

En el Monumento de Mariano Moreno em-


plazado en Avenida de Mayo en su intersección con
Luis Sáenz Peña, una gran estatua casi perdida por
las ramas de los árboles que la rodean, sería el punto
de encuentro nuevamente.
Llegaban en auto Da Silva, Morales y Grisel,
en taxi Fuentes, Torres y Salas; en subte Kevin y
Werner en colectivo, todos por separado.
Ya en la plaza, se pusieron a buscar alrededor
del monumento, donde Moreno parecía mostrarles
algo.
De repente, uno de ellos ve la entrada hacia
un túnel que parecía el ingreso al subterráneo.

44
El legado de Moreno

- Miren, está abierto- comentó Salas invitan-


do a pasar.
- Esperen- dijo Da Silva sacando una especie
de lámpara del auto.
- Vamos- incentivó Torres, siguiendo a Salas
y Da Silva que entraban al lugar.
- Esto es un asco- dijo Grisel.
- Y sí, eran los baños públicos que diseñó el
intendente Alvear, cuando este sector era el centro
de la ciudad, durante la presidencia de Avellaneda-
comentó Da Silva.
- ¿Y ahora?- preguntó Kevin.
- Están clausurados- respondió el profesor.
- Durante un tiempo estuvieron habitados por
personas en situación de calle, pero ahora están va-
cíos- aportó Fuentes.
- Sí, este lugar fue el epicentro de conexión
del progreso que soñaban los liberales de fines del
siglo XIX- comentó Soledad.
- De hecho, el proyecto de unir plaza de la
victoria, hoy de mayo, con plaza Lorea, hoy parte de
los dos congresos, fue componente de un proyecto

45
Ricardo Romero

soberbio que quería mostrar el desarrollo de la épo-


ca- amplió Da Silva- pero que se dió en plena deca-
dencia del modelo conservador.
- ¿Así unían dos columnas de la República?-
preguntó Grisel.
- Puede ser- contestó Da Silva, mientras se-
guía avanzando, un símbolo republicano en un mo-
mento de poco republicanismo.
De repente, las puertas del túnel se cerraron,
y solo la lámpara iluminaba el lugar, pero sin em-
bargo, algo extraño la arrancó de sus manos y la luz
se perdió. Todo estaba a oscuras.

XXII

En plena oscuridad, todos estaban nerviosos


y asustados, cuando de repente Da Silva sintió que
lo tomaban del brazo. Intentó zafarse pero en segui-
da fue sorprendido por una llave que le aplicó un
sujeto, que sabia del tema porque sus habilidades de
defensa personal no le alcanzaron para librarse de la
toma.
- ¿Qué quieren?- gritó Da Silva.

46
El legado de Moreno

- Sí, ¿qué quieren?- gritaron varios, que también


estaban sujetados por otros tipos que no podían ver.
En pleno silencio, Da Silva recibe unos to-
ques que le hicieron saber que su apresador era un
masón, lo tranquilizó, pero ahora preguntó:
- ¿Qué quieren?-
- Nos van a tener que acompañar- respondió
el hombre.
- Acompañemos, vamos a estar bien- les dijo
Da Silva al resto.
- ¡Pero no vemos nada!- exclamó Grisel.
- No se preocupe- le dijo el otro hombre que
la sujetaba.
- Nosotros seremos sus conductores, los guia-
remos para entrar a una nueva Cámara- les dijo un
hombre que parecía no tener a nadie.

XXIII

Así, todos fueron caminando por un túnel,


que parecía paralelo al subte, porque los trenes pa-
saban y pasaban. La humedad y el olor nauseabundo
no hacían placentero el viaje, que se alargaba cada
vez más y más.

47
Ricardo Romero

Luego de haber caminado así durante unos


veinte minutos, unos seiscientos metros, Da Silva
contó los pasos para estimar cuanto los estaban ale-
jando, llegaron a un lugar, donde a cada uno lo ven-
daron, y así uno a uno fueron pasando.
Da Silva fue el último en entrar, vio ese sa-
lón, donde estaban todos ubicados, como una Logia,
pero diferente, vio que en la cabecera estaba un
hombre que se dirigió a él y le dijo:
- Señor Da Silva, usted esta aquí porque esta
en la búsqueda del Legado perdido, que es el mismo
objetivo de esta Augusta y Respetable Logia Inde-
pendencia, por lo cual se lo invita a unirse en este
camino de la verdad, ¿quiere usted ser recibido?-
- Con ese objetivo supongo que sí- respondió
Da Silva.
- ¿No nos teme?- le preguntó este mismo
hombre.
- Estoy entre hermanos, ya fui iniciado, puedo
tener confianza a la fraternidad- contestó Da Silva.
- ¿No decís eso para develar el secreto de
nuestro legado?- siguió preguntando este enigmático
hombre.

48
El legado de Moreno

- No, por el contrario lo defenderé- replicó


Da Silva.
- Hermanos, ¿este hombre merece ser recibi-
do en esta Cámara?- preguntó el interrogador.
- ¡Sí!- se escucharon de varias voces.
- Señor Da Silva, es usted admitido a esta
Logia, si cumple su promesa de confidencialidad
vera la luz- le dijo este hombre que, sin duda, era el
Venerable Maestro.
- Lo prometo- se comprometió Da Silva.
- Seas recibido.- Os doy tres abrazos fraternales.

XXIV

Este misterioso hombre se dirigió a Da Silva


diciéndole:
- Querido hermano, mi nombre es Roberto
Bermúdez; soy Venerable de esta Logia, heredera de
la Logia Independencia, que busca preservar y de-
fender el Legado de Moreno. Bienvenido con su
Logia, ahora son dignos de seguir esta labor.-
- ¿Cómo dieron con nosotros?- preguntó Da
Silva.

49
Ricardo Romero

- Por sus alumnos- respondió Bermúdez.


Este hombre fue el mismo que ingresó al so-
lar al momento que ellos estaban en el cuarto bus-
cando los documentos, y por su puesto se dió cuenta
que los alumnos estaban allí.
- Hicieron una buena labor, llegaron al exper-
to- les dijo Bermúdez- ahora seguirán el camino.
- ¿Y cuál es?- preguntó Grisel- que había sido
recibida antes que el profesor.
De repente una voz respondía a Grisel.
- Ahora sí, tenemos que encontrar el legado-
contestó Agustín, que ahí estaba, generando el inte-
rrogante de cómo había llegado.

XXV

Mientras Agustín recorría el Gran Templo del


Edificio Cangallo, al momento de desistir, de repen-
te vio como se llevaban a Werner, por lo que intentó
correr hacia él, cuando un hombre, Bermúdez, lo
detuvo y le dijo:
- Detente, si quieres volver a ver a tu amigo.
¡Seguidme!- le dijo.

50
El legado de Moreno

- ¿Usted quién es?- le preguntó Agustín.


- El Experto- respondió este hombre.
- ¿Y Werner?- preguntó sorprendido Agustín.
- Ya lo sacaran, no te preocupes- le dijo este
extraño personaje.
- Pero a usted lo conozco- le dijo Agustín.
- Sí, yo también- le dijo el hombre.
- ¿De dónde?- repreguntó Agustín.
- Del Solar- respondió- mi nombre es Roberto.
- El mío... Agustín- replicó.
- Sí, ya sé- respondió Bermúdez -ahora va-
mos- le dijo.
- Ok- acompañó Agustín -¿a dónde?-
- Al Tortoni- le dijo Roberto.

XXVI

Cuando llegaron al histórico café, los espera-


ban otros hombres de traje, que saludaron a Roberto
con tres abrazos y le dijeron:
- ¿Cómo esta querido hermano?-
- Bien- respondió Bermúdez.
- ¿Este es el candidato?- preguntó el hombre.

51
Ricardo Romero

- Sí, su nombre es Agustín- comentó Bermú-


dez.
- Bien. Que proceda y lo llevamos a su ini-
ciación- le dijo este extraño hombre.
- Agustín, enviá un mensaje a tu profesor Da
Silva, el va a ir por Werner- le dijo Roberto.
- OK- le dijo Agustín -¿él es de esta Logia?-
preguntó.
- No, pero lo será- respondió Bermúdez,
mientras llevaban a Agustín hacia un salón del café.
Tras enviar el sms, lo vendaron y lo llevaron
hacia un sótano del café. Allí, Agustín paso por su
iniciación, en unas horas ya era miembro y elegido
para buscar el Legado.

XXVII

Mientras la Logia Independencia se prepara-


ba para sesionar, hacía su arribo Agustín, que venía
de Plaza de Mayo. Los hombres de estricto traje
negro y las mujeres, vestidas en forma elegante,
terminaban sus cafés y se dirigían al Salón del fondo
del Tortoni. Era en ese momento donde las damas se

52
El legado de Moreno

ponían una túnica negra y quedaban a tono de sus


compañeros.
Allí cerraron las puertas del salón y fueron
ingresando a un sótano, mientras uno de ellos le pe-
día la palabra de pase.
Cumplido con todo el proceso de ingreso,
dieron por iniciada la sesión.
- Queridos hermanos queda abierta la jornada
de labor- exclamó Roberto Bermúdez desde su lugar
de Venerable.
- Venerable- dijo Agustín ya familiarizado
con el ritual -debo informar que la Logia Libertad
está descifrando nuestro mensaje guía y se aprestan
a ir el punto geométrico señalado-.
- En ese caso encomiendo a los hermanos
Jorge Arístides y Luis Muller ir por ellos, con la
colaboración de todos y reanudaremos con ellos pre-
sentes- sentenció Bermúdez.
- Así se hará- respondieron los hermanos.

53
Ricardo Romero

XXVIII

Así se dirigieron todos hacia los baños de


Plaza Lorea.
A las horas, regresaban con Da Silva, sus
profesores y alumnos, luego de recorrer un túnel que
va por la avenida de Mayo. Desde allí ingresaron al
café Tortoni, donde los recibieron uno a uno.
Colocaron a Da Silva frente a Bermúdez,
quien le dijo:
- Querido hermano, mi nombre es Roberto
Bermúdez; soy Venerable de esta Logia, heredera de
la Logia Independencia, que busca preservar y de-
fender el Legado de Moreno. Bienvenido con su
Logia, ahora son dignos de seguir esta labor.-
- ¿Cómo dieron con nosotros?- preguntó Da
Silva.
- Por sus alumnos- respondió Bermúdez.
Este hombre fue el mismo que ingresó al so-
lar al momento que ellos estaban en el cuarto bus-
cando los documentos, y dejó un pergamino que los
guió hacia el experto.

54
El legado de Moreno

- Hicieron una buena labor, llegaron al exper-


to, les dijo Bermúdez, ahora seguirán el camino.
- ¿Y cual es?- preguntó Grisel, que había sido
recibida antes del profesor.
- Ahora sí, tenemos que encontrar el legado-
respondió Agustín, que ahí estaba.

XXIX

- Sí- dijo Bermúdez- veamos que nos decía


Moreno:
"Si los pueblos no se ilustran, si no se divul-
gan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que
puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las
antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de
tiranos sin destruir la tiranía". -Por eso- siguió
Bermúdez -nuestro deber es luchar contra la tiranía.-
- ¿Y tantas vueltas por esto?- dijo Kevin.
- El tema es profundo- replicó Bermúdez.
- Sí, pero ¿cómo se combate a la tiranía?-
preguntó Werner, casi con el beneplácito de sus
compañeros.

55
Ricardo Romero

- Luchando contra los que no quieren la


Igualdad y la Libertad, y la forma de protegerla es la
fraternidad de los que quieren la República y la de-
mocracia- comentó Liliana Antúnez, una mujer que
oficiaba de vigilante.
- Sí, y en esta ocasión, la Logia Independen-
cia tiene como objetivo proteger la República de
quienes quieren volver a una dictadura- dijo Bermú-
dez- sometiendo a nuestro pueblo.
- En la época de Moreno la tiranía pasaba por
el saavedrismo- amplió Antúnez.
- Y ahora los saavedristas son otros- remató
Bermúdez.

XXX

- ¿Quienes son?- preguntó Soledad, muy


atenta a la explicación.
- Hace cuarenta años Argentina estaba divida.
Se confrontaba entre quiénes querían a Perón y
quiénes no, y en ese entonces la Masonería intentó
reconciliar a los bandos para fortalecer la República.
Así, iniciaron a Perón en el exterior, en la Logia P2

56
El legado de Moreno

de la masonería italiana y a un grupo de generales en


una logia operativa creada por el Gran Maestre de la
masonería argentina, para buscar un acuerdo que
permita el funcionamiento de la república. Pero al
regresar Perón, los militares rompieron el acuerdo y
avanzaron con un genocidio jamás visto en nuestra
historia.-
- Lamentablemente una Logia se encargó de
esconder todos los documentos de este hecho- expli-
có Bermúdez.
- Y nosotros ¿qué tenemos que hacer?- pre-
guntó Grisel.
- Tenemos que recuperar esos documentos,
para develar la verdad y avanzar en la historia- co-
mentó Aristide.
- ¿Y tienen idea de donde están?- preguntó
Salas.
- 25 de mayo 33- respondió Bermúdez.
- ¿Una Logia?- preguntó Soledad.
- No, es la dirección, los archivos están en la
sede de la SIDE- respondió Bermúdez.

57
Ricardo Romero

- ¿Y cómo ingresamos allí?- preguntó Da


Silva.
- Tenemos un plan- acotó Muller. Y segui-
damente lo desarrolló con todos los detalles.
Se trataba ni más menos que entrar a los edi-
ficios de la SIDE y buscar los archivos para sacarlos
de allí, el esquema requería ingresar por los techos
del edificio y salir por el subsuelo del mismo.
Los únicos que podían ejecutar el plan pro-
puesto por Muller eran Fernando Torres, profesor de
gimnasia y Juan Manuel Salas, instructor de artes
marciales, porque la operación requería de destreza
física.
El plan propuesto permitía llegar a los cuar-
tos de archivos de la SIDE, que Muller sabía donde
estaban por haber hecho reparaciones en el edificio.

XXXI

Así, los profesores aceptaron el desafío y se


dirigieron al INADI, sito en 25 de mayo 148, piso 8°.

Allí, pidieron realizar una denuncia por dis-

58
El legado de Moreno

criminación, donde inmediatamente les pidieron que


aguarden al abogado de turno para estudiar el caso.
Fue ese momento por el que esperaron para pasar al
baño.
La clave de esto es que el INADI tiene su se-
de en el Ministerio del Interior, en el último piso, lo
que les facilitó a los profesores escabullirse hacia la
terraza del edificio y prepararse a saltar hacia los
edificios siguientes y llegar a los techos del inmue-
ble de 25 de mayo 33.
Justo cuando lograban alcanzar el edificio,
Gregorio Fuentes ubicado sobre la fase eléctrica de la
cuadra procede a interrumpir el suministro eléctrico de
la manzana, especialmente en el edificio de la SIDE.
Esto sorprendió a los custodias que activaron
el sistema de seguridad alternativo, permitiendo el
ingreso de Fernando y Juan Manuel, vestidos de
negro, pero como Ninjas, e ingresar a las oficinas.
Al reactivar el suministro, volvieron a cam-
biar las fases, lo que permitió nuevamente evitar las
alarmas y salir fugazmente. Bajaron con un cable y
así lograron penetrar al patio.

59
Ricardo Romero

Allí, generaron unos empalmes en los videos


y alarmas, y lograron ingresar hacia una puerta que
conducía hacia el subsuelo.
En ese lugar, buscaron suavemente, aunque
en forma contundente. De repente, Salas avisa que
logró entrar en un embutido en la pared, tipo caja,
pero muy discreto.
Lograron burlar la combinación de llaves que
tenían y encontraron un estuche con 33 microfilms,
que al verlos Torres se emocionó y dijo:
- Hemos encontrado lo que buscamos.-
Con un láser apuntando hacia una cúpula, le
dieron la señal a Fuentes para que haga su segunda
parte, dar nuevamente electricidad a los edificios de
la cuadra, pero interrumpiéndola otra vez.
Al saber que estaban custodiando fuertemente
los techos, porque por allí entraron Salas y Torres,
aprovecharon la extensión del subte E para ubicarse
debajo del edificio y escapar por los túneles de la
construcción.

60
El legado de Moreno

XXXII

El 4 de marzo de 2011, a través de la cadena


nacional, la Presidenta de la Nación, además del
recordatorio del Bicentenario del fallecimiento de
Mariano Moreno, presentaba un informe que cam-
biaría fuertemente la historia argentina.
- “Me es grato informar al país que, con el
perseverante trabajo del Dr. Bermúdez y el Lic. Da
Silva, las y los argentinos podrán acceder a la verdad
y recuperar su memoria histórica.-
En momentos de recordar el Legado de Mo-
reno quien luchaba fervientemente por el sagrado
dogma de la igualdad.
Estos investigadores, junto con su grupo de
estudios lograron encontrar unos materiales que abre
las puertas a las justicia y a la plena reivindicación
de los derechos humanos en nuestro país, después de
más de tres décadas de incertidumbres.
Se trata del hallazgo de los microfilms con la
nómina de detenidos/as desaparecidos/as del último
gobierno de facto.

61
Ricardo Romero

Este material permite identificar a más de


25.000 personas y recuperar la identidad de otras
400 chicas y chicos secuestrados.
Sin duda, la Argentina de mañana será dife-
rente; sin duda, damos un gran paso para consolidar
los ideales de Mayo y recuperar el Legado de More-
no”- cerraba el discurso la Presidenta.

XXXIII

- Así, la Presidenta de la Nación hacía la pre-


sentación de los archivos- relataba Grisel López a
sus alumnos y alumnas, una historia que había ocu-
rrido 25 años antes.
De repente tocó el timbre y pasó el Profesor
Werner Brown para invitarla a tomar un café.
- Profesora, ¿cómo le va? ¿Desea un café?
En el bar están el profesor Kevin Blas y el Rector
Agustín Ávila.-
- Vamos- asintió la profesora.
Al llegar al bar se saludaron y, sigilosamente
entrando al microcine, donde los esperaba el jubila-
do profesor Da Silva y la profesora Morales quienes
los saludaban y les decían:
62
El legado de Moreno

- Señores, 25 años después, el Legado de Mo-


reno continúa, entremos...-

63
Ricardo Romero

A modo de saludo
Ricardo Romero*
“…mis discursos no llevan otro fin que excitar
los de aquellos que poseen grandes conocimientos…”
Mariano Moreno. Sobre las miras del Congreso, 1810

En el relax de las termas de Chajarí, en Entre Ríos, y con el


teclado qwerty de mi celular logré transcribir una historia que rondaba
en mi cabeza.
El relato de esta novela articula un pasado con un presente y
sueña un futuro. Pretende simbolizar algunos ideales de Moreno
aunque tomados por diferentes grupos en el presente, sacando algunas
leyendas de hechos históricos, especialmente de la masonería.
Centra su atención en el funcionamiento de las Logias masó-
nicas, tal como éstas actuaron durante la independencia, por tener un
esquema organizativo capaz de influir en el proceso político.
Muchos de los espacios que se recorren están imbricados en
mi experiencia de vida, especialmente en los estudios sobre Mariano
Moreno y la masonería que he desarrollo en los distintos Centros que
participo.
Sin duda, parte de esta construcción narrativa tiene la colabo-
ración de la Asociación Civil Mariano Moreno, que me permitió
conocer a este joven politólogo que me inspira para desarrollar mi
actividad académica.
A su vez, el Centro de Estudios para la Gran Reunión Ameri-
cana me sumergió en los augustos misterios de una institución que
laboriosamente fue generando los cimientos de nuestro país.
Repito que los hechos son leyendas y narrados como novela, o
sea desde una ficción que trata de presentar una historia que no solo
apasione sino que también haga pensar.
Buenos Aires, Bicentenario de la Revolución de Mayo.

* Politólogo. Orientado en Estado, Administración y Políticas Públicas. UBA.


Diploma Superior en Economía Brasileña. UNSAM. Maestría en Historia
Económica y de las Políticas Económicas. IIHES-FCE-UBA. Doctorando en
Ciencia Política. UNSAM. Profesor Titular Colegio Nacional de Buenos Aires.
Director del Centro de Estudios para la Gran Reunión Americana y del Consejo
Asesor de la Asociación Civil Mariano Moreno.

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