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La sesión comenzó poniendo en cuestión la mentira noble.

En situaciones donde lo
involucrado tiene el poder de ofender o el riesgo de la represalia, la mentira noble se vuelve
necesaria. En el ámbito del bien y del mal sería patente la utilidad de las mentiras. Mas, en qué
sentido son nobles, se preguntó. En la República surgen para responder a la percepción de
desigualdad entre los miembros de la mejor ciudad. Sin embargo, se cuestionó: por qué se
necesita mentir, ¿no existe otra forma de responder? Se hizo notorio que al introducir el
thymos, como en este caso, posiblemente una respuesta racional no sea suficiente. Se recordó
el pensamiento de Pascal acerca de las dificultades para ceder el paso al tener consciencia de
jerarquías humanas. La mentira noble puede pensarse, por lo tanto, como la adecuación de la
razón para tener un efecto benéfico o práctico en el thymos. La mentira noble es una medida
diplomática para no ofender al otro. En la enseñanza de teoremas matemáticos es claro que la
mentira noble es inútil, el thymos no interviene.
Recuperando esto, se continuó la sesión con una breve reflexión sobre la naturaleza
de los diálogos socráticos. Precisamente, en el aspecto dramático de los mismos emerge con
primacía la cuestión del thymos. Dependiendo del carácter del ser humano con el que se
dialoga la situación de la educación es diferente. El filósofo debería distinguir los diferentes
tipos de seres humanos y conforme a ello dialogar. Un diálogo entre verdaderos filósofos sería
donde menos intervención tiene el thymos. Si el diálogo es la herramienta perfecta para
propiciar la filosofía, será algo con lo que confrontarnos.
La sesión prosiguió con la problemática del origen ancestral de los interlocutores
principales del Cármides. El problema es en qué sentido hay tradición y cómo se hereda.
Cármides y Critias serían excelentes por la progenie, tienen antecedentes en el sabio Solón.
Como ilustrados modernos no creemos en la importancia de la genealogía familiar. Qué
presupone que creamos en su importancia o no; o al contrario: cuáles son las implicaciones de
aceptarla. Mínimamente, en el aspecto dramático del diálogo no deja de tener su dosis de
humor, Sócrates era el gran plebeyo de Atenas, no proviene de una familia ilustre, mientras
Critias y Cármides son los grandes aristócratas, que degeneraran en miembros de la peor
tiranía en Atenas. Si la excelencia no se puede transmitir o no es heredable, tiene graves
consecuencias para la polis. Nos enfrentamos al problema de la relación entre familia y polis.
Pensando en la República a manera del mejor comentario al Cármides, se profundizó
más en esta materia. En la propuesta radical de la mejor polis fundada por Sócrates, Glaucón y

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Adimanto, se hace imperioso abolir la familia. Los miembros de la mejor ciudad,
específicamente los guardianes, no deben tener familia, porque todo debe ser común. La mejor
comunidad implícitamente niega que la excelencia sea heredada, de entre las almas de plata
puede surgir una de bronce. Este dato de la naturaleza humana tiene una importancia
fundamental en el Cármides. Lo que sucede en las sociedades reales es la aparición de tipos
como Cármides, dada su belleza y linaje semeja la mejor promesa para gobernar la ciudad. Se
interpeló, por ende, si el filósofo puede oponerse al linaje. La pregunta de Sócrates dirigida al
tipo de alma de Cármides, ¿no debería causar la extrañeza de cómo alguien puede cuestionar
tal cosa cuando se manifiesta su kalokagathos en todos los sentidos? ¿Sócrates tiene derecho a
inquirir por el alma? La interrogante de Sócrates parece buscar algo más sólido bajo el oropel
del linaje familiar. Apunta a ello la aparición del término eidos, pues en su sentido no
filosófico es el aspecto que salta a la vista. Resulta en algo tan evidente que es imposible
ponerlo en duda, Cármides es a todas luces uno de los candidatos a suceder a Pericles. No
obstante, ¿qué es lo que salta a la vista? La política depende de no hacer este tipo de
preguntas.
La debilidad (astenia) o el dolor de cabeza que se dice ha estado padeciendo el joven
Cármides es presentado como el pretexto perfecto para la posibilidad de algo que muy
difícilmente pudo haber ocurrido de otra manera: el diálogo de Sócrates con Cármides. Donde
cabe observar quien le da el derecho al interrogatorio de Sócrates es Critias, quien cubre a
Sócrates con el disfraz de médico. La intención detrás de las acciones de Critias parece
obedecer al deseo de honor, quiere mostrar la superioridad de su pupilo, y al hacerlo exhibir su
propia excelencia como pedagogo. La vanidad, el deseo de reconocimiento, tienen su cita en
esta conversación. Por otra parte, la intención de Sócrates es clara desde el principio: está
buscando si ha surgido un potencial filósofo.
Para tratar de explicar esto último se dirigió la atención a las implicaciones del tipo de
medicina practicada por Sócrates. A la práctica de la medicina socrática le subyace una visión
unitaria de cuerpo y alma. No siendo dualista, atiende cuerpo y alma conjuntamente. Sócrates
hace énfasis en que el remedio debe ir acompañado de ensalmos. En relación con la
sophrosyne, la negación del dualismo del ser humano subraya lo absurdo de la alternativa del
monismo materialista. Donde resultaría imposible la moderación porque la naturaleza humana
queda reducida a reacciones bioquímicas, en el mejor de los casos el autocontrol sería saber

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qué drogas o medicinas injerir. A la luz de lo insensato que resulta esto desde la experiencia
humana, se cuestionó qué tanto podemos hablar de salud sin noción de alma. En un esquema
materialista riguroso, por cierto, no se puede introducir la idea del bien, no tiene sentido hablar
de cuál es el mejor medicamento o por qué tomarlo.
La sesión continuó intentando interpretar el pasaje donde se cita al poeta más sabio
sobre eros, Cidias, y que exhibiría la fuerza e inmediatez de eros. Sócrates suele decir que lo
único que sabe es de eros. En este caso, quién es el león y quién el cervatillo en la imagen. Si
Sócrates representa al cervatillo tendríamos que aceptar su ignorancia ante los asuntos
eróticos, en cambio si de verdad posee tal sapiencia, resulta en poder concebirlo como el león
porque va a llevar a cabo el psicoanálisis del alma de Cármides en público, a plena vista lo va
a destrozar. La imagen de Cidias, en el plano en que se está interpretando, implícitamente es la
cancelación de la posibilidad de la sophrosyne, ante eros no hay moderación. Pero, entonces,
cuando mira dentro de la túnica de Cármides, ¿cómo es que Sócrates logra reponerse?
La respuesta alude a que una vez se pone a hablar, o más específicamente, Cármides
le da la razón, es cuando se vuelve capaz de autocontrol. Estar bajo el mismo logos sería el
principio de la moderación. Sin embargo, ahondando más se preguntó incisivamente: cómo
pasa de sentirse altamente estimulado a poder controlarse. ¿De dónde salió la sophrosyne?
Parece desde la experiencia erótica de Sócrates, no hay eros tan poderoso que una vez iniciado
el estímulo sea imposible el autocontrol. En la imagen de Cidias nada detiene al león. Desde la
perspectiva de Sócrates esta sería una falsa imagen de eros. En un pasaje similar, Jenofonte
narra cómo Sócrates ante la presencia de Teodota consigue controlarse debido a que inicia el
diálogo. La filosofía, en el sentido de diálogo, supera el erotismo sexual.
La sesión finalizó con la siguiente consideración: aceptar las consecuencias de la
imagen de Cidias, la inmediatez de la pasión o la imposibilidad de autocontrol, sería una falsa
imagen de la naturaleza humana. Los símiles para captar la experiencia de inmediatez de
nuestras pasiones son bastante seductores, pero aceptarlos significa un malentendido o
malinterpretación de la relación alma-cuerpo, de la relación entre las partes y el todo. Lo cual
no deja de ser problemático porque debemos reconocer un tipo de erotismo diferente en el
caso de Sócrates. Por lo mismo, el poder de eros (o de la belleza) en el ámbito político pone en
circulación la pregunta si de verdad existe la sophrosyne, lo cual sólo encuentra respuesta si
primero se plantea la pregunta: ¿qué es sophrosyne?

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