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CONFERRE

LA FAMILIA COMO
PRIMERA ESCUELA DE LA
FE
ALDAIR DE JESÚS ARTETA MUÑOZ
Postulante, Orden De La Madre De Dios.

LA FAMILIA COMO PRIMERA ESCUELA


DE LA FE
La primera instancia que la fe ilumina en la sociedad de los hombres y mujeres es la familia. En este
escrito se puede inferir o reflexionar sobre la gran responsabilidad que tienen los padres en cultivar la
fe en sus propias familias. Por lo que el hogar es un lugar privilegiado para el crecimiento de una fe
solida e integral: en el corazón, en la mente y en la acción. El Papa Benedicto XVI decía, en el
Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, que “transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de
otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es
una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente”. Es
decir, los padres insustituiblemente, tienen ese protagonismo en la educación de la fe en los hijos.
Pero los hijos conformen vayan creciendo, van asumiendo su vida de fe, deben ayudar a sus padres a
mantenerse y a sus hermanos a cumplir sus promesas bautismales.

En primer lugar, la fe en la familia va creciendo mediante la oración, podemos decir que es como el
aire que el cristiano necesita para respirar y poder vivir. Una verdadera familia cristiana nace desde las
promesas matrimoniales. Llenos de la gracia de la fe, la familia se mantiene y se hace camino que
lleva a un camino de santidad, principalmente por medio de la oración. Como dijo su Santidad Juan
Pablo II: “Familia que reza unida se mantiene unida”. Crecer en una vida de oración es compromiso
de todos: los padres que van madurando aún más interiormente y los hijos que van adentrándose en la
adultez. La participación de los niños en la familia se debe dar desde el vientre de su madre, ya que es
allí donde la madre empieza a transmitir los más bellos sentimientos de amor y piedad. Es muy
importante que vayan adentrando a los niños desde muy temprano a una vida de oración.

Los seres humanos en la niñez son muy sensibles a las cosas de Dios. No solo han de aprender a orar
con la señal de la cruz o las oraciones ya formuladas como el Padre Nuestro, el Ave María, etc. Si no
con la oración espontanea que sale desde sus adentros. Algo muy significativo y que puede ayudar a
los padres a introducir a los niños en una vida de oración, son las oraciones de alabanza, de acción
de gracia y suplica, o simplemente con breves jaculatorias aprendidas que pueden rezar en varios
momentos del día. Un momento privilegiado e importante para orar en familia es cuando están juntos
en la mesa, agradecer a Dios por el alimento recibido. También otro momento oportuno por la noche,
al acostarse. Bendecir a los hijos, dar gracias por lo sucedido en el día y pedir perdón por las faltas

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cometidas. Suplicar por los más necesitados, renovar los buenos propósitos y descubrir la acción de
Dios en sus vidas durante el día.

La familia experimenta un profundo y autentico crecimiento de la fe en la celebración de todos los


Sacramentos. Especialmente en la participación de toda la familia en la Santa Eucaristía Dominical. La
familia descubre la belleza del Día del Señor, la importancia de la escucha de la Palabra, y participa
activamente en los ritos sagrados, con la comunidad y el sacerdote. No es sólo una tradición que hay
que conservar, sino un momento privilegiado para que los adultos se dejen educar en la disciplina del
culto, y para educar a sus hijos en la apertura a los sagrados misterios de la fe. En el Sacramento de la
Reconciliación, los niños descubren la riqueza e importancia de ese sacramento cuando ven a sus
propios padres arrodillados en el confesionario, pidiendo perdón a Dios por sus faltas. Es allí, donde
van descubriendo lo importante de la humildad, del perdón y de la gracia de Dios que purifica y
fortalece al cristiano penitente.

Además, es importante cultivar las devociones en las familias. Es agradable el hogar que posee signos
claros de la presencia de Dios. Esos signos claros pueden ser el agua bendita, la imagen de los
Santos, un Oratorio familiar, un Crucifijo o simplemente la Biblia abierta en cierto lugar visible e
importante de la casa. Ese ambiente orante invita a la fe, suscitando la confianza en Dios en todos los
miembros de la familia. La oración de la familia puede ir acompañada de los tiempos litúrgicos.
Preparas juntos la navidad, rezando la novena alrededor del pesebre o encendiendo cada domingo la
Corona de Adviento, son gestos que ayudan al fortalecimiento de la fe. También otro gesto importante
es el vivir la Cuaresma por medio de las acciones propuesta que la Iglesia ofrece para este tiempo.
Vivir intensamente en familia el Triduo Pascual, como momento central de nuestra fe cristiana.

La familia es especialmente un ámbito propicio para crecer en nuestra comprensión y aprender vivir la
fe. Toda la familia, padres e hijos; debe conocer a fondo lo que Dios quiso dar a conocer en su hijo
Jesucristo. Un importante y fundamental medio para esto es conocer las Sagradas Escrituras,
especialmente los Evangelios. La lectura de la Palabra de Dios no debe ser solamente de carácter
informativo, sino que debe calar en nosotros, en modo de oración la pregunta: ¿Qué quiere decirme
Dios por medio de este texto de los Escritos Sagrados? Instruidos por la Sagrada Escritura, los
padres estarán preparados para iluminar sus vidas según la Palabra de Dios, y bien dispuestos
para orientar y guiar a sus hijos en los caminos del Plan Divino y Salvífico de Dios. Todos pueden
ayudarse mutuamente en familia a informarse. Incluso si es necesario utilizando los medios de
comunicación para aprender sobre la fe de cada uno y transmitiéndosela a los demás.

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La Lectura, el estudio y la práctica del Catecismo de la Iglesia Católica es un medio muy importante y
excelente que ayuda al crecimiento de la fe. Los padres tienen una idea errónea de que la etapa de
catequesis simplemente es la infancia y así no es. En realidad, la catequesis es el esfuerzo
continuo de la Madre Iglesia por enseñar a todos sus hijos a conocer, celebrar y vivir las
enseñanzas de Cristo. Por lo tanto, hemos de entendernos siempre en ese camino de formación en la
fe, sin importar la edad. Además, el hecho de conocer las enseñanzas del Catecismo,  permite a los
adultos entender cómo conciliar la fe y la cultura, su trabajo y la familia, la oración y la acción, y
también corregir los errores o aclarar las dudas de sus hijos en las cuestiones que ellos, sobre todo en
la adolescencia y en la juventud, suelen plantear y plantearse a sí mismo.

“Una fe sin obra es una fe estéril, una fe muerta”, como nos recuerda el Apóstol Santiago. La
familia va descubriendo y madurando en el amor a Dios por medio de la fe actuada, con gestos claros
y específicos de caridad en la verdad del actuar del ser humano. En la familia, el amor humano y
natural, que es frágil; cuando se vive desde la fe, tiene la oportunidad de transformarse en amor
cristiano, duradero, capaz de soportar y sobrellevar  toda prueba. No cabe ni la más mínima duda de
que la fe vivida desde el seno de la familia es una cantara de buenos cristianos, de vocaciones
consagradas y sacerdotales, de futuros santos, de futuros matrimonios y hogares ejemplares. Vivir una
buena fe es acudir a lo que nos enseña la Palabra de Dios, por medio de hacer vida los
mandamientos, las obras de misericordia y lo que la iglesia nos invita a vivir. Llevando así en su
plenitud el cumplimiento de la Ley de Dios por medio de la caridad.

Un auténtico cristiano empieza a vivir la caridad de forma autentica desde su casa. La forma en como
se tratan a los esposos, los padres con sus hijos y a lo contario, los hermanos entre si, con los
parientes e incluso con los vecinos y el prójimo. Se vive específicamente con el servicio a los más
necesitados e incluso con el perdón a quien te ha hecho daño. La escucha, la acogida, la compañía, la
renuncia al egoísmo, la abnegación, la templanza, la humildad, el pudor, la paciencia es decir, de
muchas formas se vive en total y plena caridad. Los niños cuando ven a sus padres viviendo la
caridad, son capaces de ver el Evangelio hecho vida en ellos, y descubrir que el Amor de Cristo no es
una utopía, sino que es real, salvador y reconciliador. Vivir en familia el camino de la conversión es
importante. Cuando los padres toman la firme y valiente decisión de no educar según la corriente, los
hijos también se alimentan de valor para vivir y ser testimonio del Evangelio en cualquier momento o
circunstancia. La familia unida en el Señor, es capaz de hacer presentes los valores que Dios muestra
a través de los Evangelios  en su medio social, laboral, en los estudios. También es capaz de hacer
frente a las tentaciones y luchar contra el pecado, viviendo la prudencia y el discernimiento de los
caminos de Dios.

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Cada uno de los miembros de la familia, por convivir de una manera intensa unos con otros, pueden
ayudarse en vigilancia personal y en los momentos de dificultad. Pueden apoyarse mutuamente en la
resolución de los buenos propósitos, hacia una conversión cada vez más profunda. De esa forma, en
oración y en amistad, la familia puede ser un signo patente de la fuerza del Espíritu Santo en el
mundo, que renueva todas las cosas, y se vuelven misioneras, comunicando con alegría su fe viva en
el Señor Jesús. En las Sagradas Escrituras podemos encontrar varias citas bíblicas que pueden
ayudar a una familia llena de fe a seguir fortaleciendo esta virtud e incluso también es de ayuda para
aquellas que quiere formar o crear una fe viva en su familia. Estas citas bíblicas nos muestran lo
esencial e importante de la fe en la familia y varios aspectos de ella. La fe como fundamento de la
familia: Sal 126,1-5. El amor mutuo en la familia: Ef 5,21-33; 6,1-4. Orar y celebrar la fe en familia: Lc
2,41-42. Formarse y profesar la fe en familia: Dt 11,19; Is 38,19. Vivir y testimoniar la fe en familia: Mt
18,6; 2Tim 1,5.

En conclusión, el clima familiar de cómo se siente y se practica la fe es muy importante, principalmente


para los hijos que van creciendo y desarrollándose y ven en sus padres un ejemplo a seguir. Este
ambiente de fe, oración, amor y caridad, aviva en cada miembro de la familia una confianza plena en
Dios y en su Palabra. La Iglesia presenta a los padres infinidades de medios para hacer y mantener en
sus hijos una fe viva, cimentada y con obras. Nos queda claros que dichos medios para el
fortaleciendo de la fe en los hijos y no solo de ellos; sino también en los padres, son las oraciones ya
formuladas, las pequeñas jaculatorias aprendidas, las Obras de Misericordia, los Mandamientos e
incluso la escucha de la Palabra de Dios y la participación activa de la Santa Eucaristía y los
Sacramentos, entre otras muchas cosas. Los padres tienen el deber de hacer que sus hijos crezcan en
un medio donde la creencia y la práctica de la fe sean importantes para ellos y esto lo hacen
principalmente siendo ellos ejemplos vivos y eficaces para sus hijos.

Sin embargo, los hijos tiene la responsabilidad de cumplir el deber de mantener y reforzar más su fe,
para que en ningún momento sea frágil o en el peor de los casos disuelta. Que estos a su vez sirvan
como ejemplos y testimonio de los hermanos menores y hasta de sus amigos. Y es así, como se
podrá vivir en una verdadera familia cristiana.

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Anexo

Bibliografía:

Biblia de Jerusalen. españa: desclée de rouwer, 1998.

Católica, Iglesia. Catecismo de la Iglesia Católica. New York: Imagen Doubleday, 1997.

Benedicto XVI, S.s. Encuentro Mundial de las Familias . Valencia: Paulinas, 2006.

Juan Pablo II, S.s. Rosarium Virginis Mariae,. Vaticano: Paulinas, 2002.

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