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INTRODUCCIÓN

Acorde a nuestra legislación actual los principios y derechos fundamentales son además
de derechos subjetivos públicos al servicio del ciudadano dirigidos a garantizar tanto un
espacio de libertad como la existencia de prestaciones por parte del Estado, la
representación de un conjunto de valores que trasciende a todo el ordenamiento jurídico,
su tutela efectiva se convierte en una cuestión de importancia esencial para el Estado de
derecho. Estos derechos fundamentales en el trabajo se han convertido por consenso
para la comunidad internacional en la base social de la economía mundializada, muestra
de ello es la existencia de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos
fundamentales a pesar de su novedad, estos empiezan a ser un instrumento debatido,
difundido y comentado no sólo por los mandantes de la organización, sino también por
la sociedad civil plasmados en la pobreza, el desempleo, los costos laborales los cuales
son temas fundamentales en discusión que se convierten en el centro de atención del
desarrollo económico entremezclándose con la idea de justicia social y el crecimiento
económico.

El presente trabajo de investigación toma como premisa la tutela judicial de los


derechos fundamentales de naturaleza procesal, se concentrándose en el estudio de las
vías de tutela que ofrece la ley tomado como puerta de entrada las garantías de los
derechos fundamentales, sirviendo éstas como instrumento de protección y tutela
constitucional de estos derechos. En lo relativo, el trabajo se divide en tres partes. La
primera parte, tomando como base la doctrina existente sobre los derechos
fundamentales, en primer término un análisis de cuáles son los derechos cuya naturaleza
incide específicamente en el proceso, observando su ubicación constitucional

Hablar de Derechos fundamentales, como un conjunto de principios básicos,


interdependientes y necesarios es hablar de trabajo decente y en esa perspectiva los
autores hacen suya la idea de la Declaración (como instrumento de aplicación necesaria)
como base de justicia distributiva y de igualdad.

, plantea la interrogante de cuál debería ser el contenido laboral de una constitución para
determinar el grado de aciertos u obstáculos que irradian sus disposiciones. En todos los
textos constitucionales posteriores a la firma del Tratado de Paz de Versalles, aparecen
disposiciones constitucionales concernientes a la protección del trabajo y del trabajador,
elevando a categoría constitucional diversos principios y derechos relacionados con las
prestaciones laborales básicas de los trabajadores. Desde entonces, existe un criterio
unánime, en pro de la constitucionalización de ciertos principios político-laborales y
político-sociales. No obstante, no hay tal unanimidad, respecto de cuáles principios
laborales deben estar contenidos en la constitución.

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2294/4.pdf
HISTORIA DEL DERECHO DE TRABAJo

Desde los tiempos primitivos ha existido la necesidad humana del trabajo como medio
de subsistencia, por un lado, o como fin en sí mismo, ya que no es a través del sino en el
mismo donde logra el ser humano sus satisfacciones personales…. La labor que realiza
da sentido a su vida. El trabajo es, pues, la condición primera y fundamentalmente de la
existencia humana. El trabajo se convierte cada más una cuestión de honor y dignidad
de cada individuo…. En el proceso de trabajo, los hombres al obtener los medios de
subsistencia entran en determinadas relaciones unos con otros, relación que se va
complejizando y amerita la intervención estatal. Desde que se existe la civilización se ha
hecho necesario regular toda la actividad laboral y las condiciones en que las mismas se
llevan a cabo, de donde nace el derecho de trabajo.

¿Qué son los Derechos Fundamentales?

La Reforma Constitucional de 2010 separo los Derechos Fundamentales, desde los


(Art. 37 hasta 67), de sus garantías (Art. 68 hasta 73), incluidos todos en el título II de la
Constitución. De estos últimos el artículo 68 es la puerta de entrada al capítulo relativo a
las garantías de los derechos fundamentales, sirviendo de declaración del
establecimiento de éstas como instrumento de protección y tutela constitucional de estos
derechos. Las garantías que el texto califica de “mecanismos de tutela y protección”
son, en lo principal, de tipo procesal, pues consisten en acciones judiciales (una de
protección general, el amparo, otras de protección específica, el habeas data y el habeas
corpus) para resguardar el disfrute o el ejercicio de los derechos constitucionales
reconocidos; acciones judiciales que se ejercen en contra de los sujetos obligados o de
los deudores de los derechos fundamentales , sean estos públicos o particulares. Este
artículo, por tanto, establece una distinción entre el deudor de los derechos y el garante
de estos, que será siempre el Estado. En adición a esas garantías formales o explicitas,
están otras no reconocidas de manera expresa como son:

• Las concernientes a la preservación del orden constitucional y con él, a la


preservación de su contenido (Art. 73).
• La relativa al establecimiento en el texto constitucional de principios y
aplicación e interpretación de los derechos y garantías fundamentales (Art. 74).

En este mismo tenor, los derechos fundamentales son inherentes al ser humano,
pertenecientes a cada persona por el hecho mismo de ser persona y en razón a su
dignidad y que tienen plena fuerza normativa. Estos son notoriamente diferentes al resto
de derechos porque son inalienables (se adquieren desde el nacimiento) y no pueden
ser objeto de transacción o intercambio en el contrato de trabajo, aunque pueden sufrir
alguna modulación por lo que el trabajador está subordinado y tiene dependencia del
empresario. Algunos de estos derechos se rigen no solamente desde el inicio de la
relación laboral, sino también en los procesos de selección y claro está, en el despido
también.

Para otros autores, los derechos fundamentales no son más que los Derechos Humanos
Positivizados, es decir, consignados en la Constitución y en las leyes de cada país. Entre
estos están:
Robert Alexy en su obra “Teoría de los Derechos Fundamentales”, plantea una
concepción y una definición dogmática de los derechos fundamentales, conforme a la
Ley Fundamental y a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán.
La Interpretación Liberal Clásica, establece que “los derechos fundamentales están
destinados, ante todo, a asegurar la esfera de la libertad del individuo frente a
intervenciones del poder público; son derechos de defensa del ciudadano frente al
Estado”
Luiggi Ferrajoli, jurisconsulto italiano, quien en su conocida obra “Los Fundamentos
de los Derechos Fundamentales”, establece: “Son derechos fundamentales todos
aquellos derechos subjetivos que corresponden universalmente a “todos” los seres
humanos en cuanto dotados del status de personas, de ciudadanos o personas con
capacidad de obrar; entendido por “derecho subjetivo” cualquier expectativa positiva
(de prestaciones), o negativas (de no sufrir lesiones), adscrita a un sujeto por una norma
jurídica; y por “status” la condición de un sujeto, prevista asimismo por una norma
jurídica positiva, como presupuesto de su idoneidad para ser titular de situaciones
jurídicas y/o autor de los actos que son ejercicio de éstas”.
La Constitucionalización de los Derechos Laborales

En el siglo XIX, las constituciones promulgadas reconocen y proclaman tan sólo, en


tanto que el producto del liberalismo político de primera hora, los derechos del hombre
considerado como los derechos individuales de la persona humana frente al poder del
Estado y sus organizaciones (la libertad individual, la propiedad privada, la libertad de
industria, de comercio, de trabajo).

Estas tendencias son un reflejo de la vieja discusión sobre la extensión del contenido de
las constituciones. Algunas constituciones son breves y otras son auténticos códigos;
verbigracia, la Constitución de Venezuela de 1999 tiene 350 artículos y 18
disposiciones transitorias. Más aún: la Constitución colombiana de 1991 tiene 380
artículos y 60 disposiciones transitorias. Tal como menciona Luis López Guerra: “Es
posible esbozar un concepto de constitución, generalmente aceptado en la cultura
jurídica de nuestra época, como un texto escrito y sistematizado, y con un contenido
mínimo común, derivado de su propia naturaleza y función” donde se definan “Los
valores y principios básicos de la comunidad política”.

El proceso de constitucionalización en los derechos sociales de la persona o acceso de


estas situaciones jurídicas a la norma constitucional las relaciones laborales se
producían, por su parte en la afirmación histórica del Estado Social de Derecho. Así,
por primera vez en la historia la Constitución Mexicana de Querétaro (1917)
contiene, no sólo principios generales, sino normas jurídicas sobre salario, jornada,
libertad sindicación o derecho de huelga. Será, sin embargo, la Constitución Alemana
de Weimar (1919) quien proporciona el modelo o paradigma constitucional para los
textos europeos y americanos de la postguerra mundial, en que el trabajo es objeto de
singular consideración como factor esencial de la vida económica y política del país,
reconociéndose nuevos compromisos estatales en materia de protección especial de la
mano de obra , establecimiento de un Derecho obrero uniforme, garantía de la libertas
de asociación profesional para la defensa y mejora de las condiciones económicas y
laborales.

De nuevo, el autor anteriormente citado advierte: “Al tratarse de derechos de prestación,


su existencia depende, no sólo de la voluntad de la Constitución, sino, sobre todo, de la
disponibilidad de efectivos recursos económicos para materializar esas prestaciones.
Ello plantea numerosas dudas sobre la conveniencia de su inclusión en los textos
constitucionales; puesto que, se dice, el reconocimiento de derechos que no se pueden
garantizar, o cuya efectividad puede verse alterada por consideraciones de oportunidad,
viene a devaluar el valor de los preceptos constitucionales, que, en estos supuestos, en
lugar de mandatos, se limitarán a exponer principios generales, o declaraciones de
buenos propósitos. A ello se añade que el reconocimiento de estos derechos en las
Constituciones suele ser tanto más generoso cuanto más precaria es la situación
económica de los Estados que las dictan”.

Este criterio es reforzado por Alcalá-Zamora y Guillermo Cabanellas, al considerar


que: “Esta constitucionalización del Derecho del Trabajo se diluye cuando tales
declaraciones no se traducen, mediante leyes, vocación popular y acción de gobierno, en
realidad, carne y vida de los pueblos”. La presencia en las constituciones de preceptos
de contenido laboral, por lo general declarativos de derechos a favor de los trabajadores,
constituyen una realidad generalizada dentro del constitucionalismo moderno.

Desde las primeras décadas del siglo XX, se inició el proceso de formación de la
Legislación Laboral, logrando hoy en día contar con un Código de Trabajo. La
Constitución anterior disponía en su (Art 8-11), lo siguiente:

• La libertad de trabajo. La ley podrá según lo requiere el interés general,


establecer la jornada máxima de trabajo, los días de descanso y vacaciones, los
sueldos y salarios mínimos y sus formas de pago, los seguros sociales, la
participación de los nacionales en todo trabajo, y en general, todas las
providencias de protección ya asistencia del Estado que se consideren necesarias
en favor de los trabajadores, ya sean manuales o intelectuales.

• La organización sindical.
• El Estado facilitara los medios para que los trabajadores adquieran útiles e
instrumentos para ejercer su labor.
• Alcance y participación de los trabajadores permanentes y sus beneficios.
• Se admite el derecho a la huelga de los trabajadores y de los patrones al paro.

La Constitución actual ha ampliado un poco el panorama en este sentido, agregando al


ordenamiento constitucional la prohibición de la discriminación de cualquier tipo para
acceder al trabajo, la equidad e igualdad entre hombres y mujeres en el ejercicio de este
derecho en particular y la necesidad de regular “La Naturalización del Trabajo”. En esto
podemos plasmar los siguientes derechos fundamentales como son:

• Igualdad de trato y no discriminación.


• Derecho a la vida, integridad física y moral.
• Derecho a la libertad ideológica y religiosa.
• Derecho a la libertad y a la seguridad.
• Derecho a la intimidad personal y familiar, honor e inviolabilidad del domicilio. Así
como secreto de las comunicaciones y protección de datos.
• Derecho a la libertad de residencia y circulación.
• Derecho a la libertad de expresión.
• Derecho de reunión.
• Derecho de asociación.
• Derecho a la tutela judicial efectiva.
• Derecho a la educación.
• Derecho a sindicarse libremente y a huelga.

Contenido laboral de la Constitución Dominicana

La Constitución Dominicana reconoce la tridimensionalidad del trabajo. El trabajo es un


derecho, un deber y una función social que ejerce con la asistencia del Estado,
constituyéndose este como unos de los ejes transversales de Estado Social y
Democrático de derecho. Cuando se habla el derecho a trabajar se debe distinguir entre
“el derecho al trabajo y el derecho de trabajo”, siendo primero como lo define el (Art.
6.1 del Pacto Derechos Económicos sociales y culturales), el que tiene toda persona
“A tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido y
aceptado” y estable, con las garantías que debe otorgarle el Estado para ello….y el
segundo, se relaciona con el escogimiento del trabajo y se define como el conjunto de
normas y disposiciones legales que regulan el trabajo y las condiciones de su ejercicio
en todo el territorio nacional. Está compuesta por conjunto amplio de disposiciones
laborales, las cuales se orientan a declarar el reconocimiento de derechos en materia de
trabajo de carácter individual o colectivo y a fijar objetivos de política social, a cuya
consecución deberá encaminarse la actuación de los poderes públicos.

El contenido en materia laboral de la Constitución Dominicana puede agruparse


con arreglo al siguiente esquema:

a) Derechos laborales de titularidad individual.


b) Derechos laborales de titularidad colectiva
c) Objetivos de política social.

• Derechos laborales de titularidad individual

Estos derechos corresponden a los trabajadores individualmente considerados y


están (por lo general) vinculados a las condiciones de acceso al empleo o de
prestación del trabajo. El (Art. 62) proclama que el trabajo es un derecho y un
deber que es ejercido con la protección y asistencia del Estado. La libertad de
trabajo es expresada en nuestra constitución con los siguientes términos: “Nadie
puede impedir el trabajo de los demás ni a obligarles a trabajar contra su voluntad”.

La Constitución vuelve a reiterar la obligación de trabajar, al enumerar los deberes


fundamentales en el (Art. 75-7), como determinante de la existencia de un orden de
responsabilidad jurídica y moral que obliga la conducta del hombre y mujer en
sociedad, reiterando la obligación de “Dedicarse a un trabajo digno, de su elección
a fin de promover el sustento propio y el de su familia para alcanzar el
perfeccionamiento de su personalidad y contribuir al bienestar y progreso de la
sociedad”.
“De manera que el trabajo en nuestra Constitución es un derecho
inalienable, pero también es un deber u obligación, social o moral.
En algunas constituciones la obligación de trabajar se ha expresado
como un deber y una causa de honor para todo ciudadano apto
para el mismo, según el principio bíblico: quien no trabaja, no
come.”

La Constitución en su (Art. 62-9) establece que todo trabajador tiene el derecho a


una remuneración suficiente es incorporado en la constitución vigente en su bloque
de laboralidad, bajo los siguientes términos: “Todo trabajador tiene derecho a un
salario justo y suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su
familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”, con la garantía
del Estado de que el pago de igual salario debe corresponder a trabajo de igual
valor, “sin discriminación de género o de otra índole y en idénticas condiciones de
capacidad, eficiencia y antigüedad” .

Así, ha sido elevado a la categoría de principio constitucional el (Art.62-5), no sólo


la prohibición de la discriminación por razón de sexo, sino que se “prohíbe toda
clase de discriminación para acceder al empleo o durante la prestación del
servicio”. La Constitución es reiterativa sobre este particular, cuando en (Art 62-1),
consagra que el Estado garantiza la igualdad y equidad de mujeres y hombres en el
ejercicio del derecho al trabajo. Otros derechos pueden ser enmarcados dentro de
los derechos laborales de titularidad individual, tales como el de la participación de
los trabajadores en los beneficios de la empresa, la regulación sobre salarios
mínimos y su forma de pago (Art.62-7), el respeto a la capacidad física e
intelectual, a la intimidad y dignidad personal (Art.62-3) y otorgamiento de rango
constitucional al estatuto de la función pública, proclamando como un acto
violatorio a la Constitución.

b) Derechos laborales de titularidad colectiva

Los derechos laborales de titularidad colectiva son atribuidos a los trabajadores –y en


algunos supuestos también a los empresarios– como grupos sociales. Su objetivo es
hacer posible que la defensa de los intereses comunes de trabajadores y empleadores se
lleve a cabo de manera conjunta, mediante la negociación colectiva de las condiciones
de trabajo.

En esta categoría de derechos hay que enunciar, en primer término, la libertad sindical,
consagrada por la Constitución como un derecho básico de trabajadores y trabajadoras

Art. 62-3: Para proclamar a continuación lo siguiente: “La organización sindical es


libre y democrática, debe ajustarse a sus estatutos y ser compatible con los principios
consagrados en esta Constitución y las leyes”.

Art. 62-4: Por supuesto que este derecho engloba el derecho de libre sindicación y, a
contrario, el de no afiliarse a ninguna asociación profesional. De igual naturaleza es el
derecho de los trabajadores a la huelga para resolver conflictos laborales y pacíficos y el
de los empleadores al paro de las empresas privadas. Se entiende que el derecho a
huelga viene tácitamente reconocido en la libertad de coalición.

No obstante, entre nosotros el derecho a huelga ha sido siempre un derecho


condicionado, sujeto en su ejercicio a la estricta regulación a que le somete el Código de
Trabajo, que conduce a su negación. Sitial preponderante ocupa en la constitución
dominicana vigente, el derecho a la negociación colectiva, que tiene su lugar dentro de
los denominados derechos básicos de trabajadores y trabajadoras. Este atributo envuelve
el derecho de los representantes de trabajadores y empleadores a la negociación
colectiva.

c) Objetivos de política social

Se estipula como finalidad esencial del Estado el fomento del empleo, digno y
remunerado, incluyendo el derecho a la capacitación de los jóvenes, de manera que se
asegure el acceso al primer empleo. La capacitación profesional es reiterada como
derecho básico de los trabajadores y trabajadoras en el (Art. 60, 55-13 y 62-3). La
protección del Estado a las personas con discapacidad y la obligación de adoptar
medidas positivas, necesarias para propiciar su integración laboral (Art. 58), contribuye
a fomentar una política que garantice la formación y readaptación profesionales.

En otro orden, la Carta Magna en su (Art.56-1) al proclamar la primacía del interés


superior del niño, declara del más alto interés nacional la erradicación del trabajo
infantil

Constituye un objetivo de política social del Estado, incluido en la Constitución vigente


el (Art. 62-7) antes citado, el de garantizar el derecho de los trabajadores al reposo
necesario, que, indudablemente, comprende el descanso semanal y el anual de las
vacaciones pagadas. Este derecho también envuelve el derecho al bienestar “por lo que
implican las comodidades en una interpretación social moderna. Es obligación esencial
del Estado el mantener un régimen público de Seguridad Social, que garantice a todos
los ciudadanos asistencia y prestaciones sociales suficientes.

Otro objetivo de política social plasmado en nuestra Constitución, es en su (Art. 62-8)


sobre la vigilancia del Estado por la seguridad e higiene en el trabajo, procurando la
creación de instancias integradas por trabajadores y empleadores, consagrando la
obligación de todo empleador de garantizar a sus trabajadores condiciones de seguridad,
salubridad, higiene y ambiente de trabajo adecuados.

Una novedad y originalidad en la Constitución actual lo constituye el (Art. 55-11) sobre el


reconocimiento por parte del Estado, del trabajo en el hogar “como actividad económica que crea valor
agregado y produce riqueza y bienestar social, por lo que se incorporará en la formulación y ejecución de
las políticas públicas y sociales”.

La Constitución contiene varias disposiciones que pueden ser esquematizadas dentro de


los objetivos de política social:

• Derecho a la Intimidad y el Honor Personal (Art. 44): Toda persona tiene


derecho a la intimidad. Se garantiza el respeto y la no injerencia en la vida
privada, familiar, el domicilio y la correspondencia del individuo. Se reconoce el
derecho al honor, al buen nombre y a la propia imagen. Toda autoridad o
particular que los viole está obligado a resarcirlos o repararlos conforme a la ley.

• Derecho a una Vivienda (Art. 59): Con servicios básicos esenciales, como
derecho fundamental reconocido a toda persona.

Pero además, el Derecho a la Seguridad Social está consagrado, de manera principal, en


el artículo 60 de la Constitución en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho
a la seguridad social. El Estado estimulará el desarrollo progresivo de la seguridad
social para asegurar el acceso universal a una adecuada protección en la enfermedad,
discapacidad, desocupación y la vejez”.

En fin, la Constitución Dominicana establece que el Estado al momento de disponer deberá tomar “todas
las medidas que se consideren necesarias a favor de los trabajadores, incluyendo regulaciones especiales
para el trabajo informal, a domicilio y cualquier otra modalidad del trabajo humano.

Declaración Universal de los Derechos Humanos

Pero la confirmación definitiva de que el trabajo digno es un derecho fue su inclusión en


la Declaración de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas
en 1948.

En el artículo 23 puntualiza que:

• Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones


equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.

• Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.

• Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le
asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será
completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.

• Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses

Con ese mismo espíritu de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) impulsa el Trabajo Decente. Este es un concepto que resalta la
importancia de que los hombres y las mujeres tengan oportunidades de un trabajo que sea
productivo y que les genere un ingreso que les permita vivir con dignidad.

El trabajo decente significa que los trabajadores cuenten con protección social que también
incluya a sus familias. Esto tiene que ver con el acceso a seguros de salud y a pensiones dignas
al momento de la jubilación o en el caso de que adquieran discapacidades por accidentes en el
lugar de trabajo. Asimismo, Trabajo Decente implica que la gente tenga mejores perspectivas de
desarrollo e integración a la sociedad, y que cuente con libertad para expresar opiniones,
organizarse, dialogar y participar en la toma de decisiones que afectan sus vidas. Todo esto, con
igualdad de oportunidad y de trato para las mujeres y para los hombres.

Lo anterior, está resumido en los cuatros objetivos estratégicos de la OIT:

• Promover y cumplir las normas y los principios y derechos fundamentales en el trabajo.


• Generar mayores oportunidades para que mujeres y hombres puedan tener empleos e ingresos
dignos.
• Mejorar la cobertura y la eficiencia de una seguridad social para todos.
• Fortalecer el diálogo social entre empleadores, trabajadores y gobierno.

Convenios Fundamentales en el Trabajo


En 1998 se adoptó la “Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos
fundamentales en el trabajo” que compromete a los Estados miembros de la Organización
Internacional del Trabajo a respetar y promover la libertad de asociación y sindical, la abolición
del trabajo forzoso, la erradicación del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en
el trabajo.

Esos principios se expresan en ocho convenios, declarados como Convenios Fundamentales


en el Trabajo, los cuales han sido ratificados por los países de Centroamérica y República
Dominicana.

En relación con la promoción de los derechos de asociación y sindicalización


Convenio (Núm. 87) sobre la libertad sindical y protección al derecho de sindicación.
Convenio (Núm. 98) sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva.

En relación con la eliminación del trabajo forzoso


Convenio (Núm. 29) sobre el trabajo forzoso u obligatorio.
Convenio (Núm. 105) sobre la abolición del trabajo forzoso.

En relación con la eliminación del trabajo infantil


Convenio (Núm.138) sobre la edad mínima de admisión al empleo.
Convenio (Núm. 182) sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil.

En relación con la eliminación de la discriminación


Convenio (Núm. 100) sobre la igualdad de remuneración.
Convenio (Núm. 111) sobre la discriminación en materia de empleo y ocupación.

Jurisprudencias del Tribunal Constitucional sobre Los Derechos


Fundamentales
Sentencia TC/0058/13. Expediente No. TC-01-2012-0062

Sentencia SCJ/1920-2003

Esta resolución plantea entres sus atenddos que, en un Estado constitucional y


democratico de derexcho el reconocimiento y tutela de los derechos
fundamentales, constituyen la dimensión sustancial de la democracia; y, en otro
aspecto destaca, que en vista de todo lo anterior, y con el fin de asegurar la
buena marcha de la administracion de la justicia y hacer efectivo el
cumpliemiento de las garantias consagradas en nuestro ordenamiento juridico,
esta Corte adopta las normas practicas de funcionamientos pertinentes,
encaminadas a lograr que los procesos sean llevados a cabo coforme a los
principios,normas y valores del bloque de constitucionalidad, al tiempo que
reconoce como un deber a su cargo, el asegurar el cumplimiento efectivo del
ordenamiento juridico vigente, la Suprema asumió 21 principios
fundamentales, a ser aplicados en todos los procesos judiciales del país.

Conclusión

Bibliografía
Domingo Gil El proceso laboral dominicano a la luz del debido proceso.

Constitucion Dominicana del 2010

Trabajo Decente. Memoria del Director OIT

Derecho Laboral Manuel Cralos Palomeque Lopez y


Manuel Alvarez de la Rosa

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