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El perdón no es un simple mecanismo para liberar de culpa a quien nos ofendió, el perdón es
un mecanismo para que yo sea libre de la amargura que dejó esa acción en mi corazón. Yo
puedo decidir perdonar a alguien, que no está arrepentido de verdad de haberme dañado, por
que mi intención al perdonar, no es que esa persona quede libre de culpa, si no que yo quede
libre en mi interior, que yo tenga paz, que yo pueda vivr bien, que haya desatado la amarra que
me tenía detenido en el puerto. Es muy importante saber, que el perdón no exime de culpa al
ofensor, sino que libera al ofendido. Usted y yo necesitamos decidir perdonar, para ser libres de
las heridas del alma. He escuchado muchas veces la frase: "yo perdono, pero no olvido", y
pensamos seriamente que si no olvidamos, es debido principalmente a que realmente no
hemos olvidado, pero esto también es un error, el perdón no implica nunca que olvidemos todo,
el perdón no produce amnesia, no es indispensable que olvidemos para perdonar, puedo
perdonar y estar consciente del daño que se me hizo, pero he decidido que ya no me va a
afectar nunca más en mi vida. Hay un punto muy importante es que podemos decidir
perdonar, tomamos la decisión de ya no traer al presente las cosas pasadas, incluso nos
mantenemos firmes en la decisión de no criticar, ni agredir a la persona que nos ofendió. Sin
embargo, no podemos decidir dejar de sentir. Si usted quiere de verdad, que se vaya lejos lo
que siente, no depende exclusivamente de usted, pero no es imposible dejar de sentir.
Cuando usted decida perdonar de una vez a alguien, es indispensable que lo confiese con su
boca, no piense en el perdón, hable el perdón, no importa que usted esté sólo, quizás va en su
cómodo automóvil escuchando música y piense: "si yo necesito perdonar, yo debo perdonar, yo
quiero ser libre de la culpa que otra persona me hizo a mí en su momento", pero no es
suficiente que usted lo piense, hay que confesarlo con su boca, aunque usted esté sólo en un
lugar, que salga de su boca libremente, hay una marcada diferencia inmensa entre pensarlo y
hablarlo; con nuestra boca tenemos el poder para la vida y poder para la muerte, poder para
atar y poder para desatar. ¡Confiéselo!, cuando lo hablan, sienta esa libertad, ese peso extra
que se va, tal vez acompañado de lágrimas, tal vez acompañado de tristeza y de llanto, pero
finalmente un ser libre. Los pasos principales para perdonar a alguien son los siguientes, a
saber:
a.. Identifique plenamente la herida específica que le hicieron, y la persona que se lo hizo.
b.. Decida perdonarla a pesar de lo que siente en su corazón.
c.. Confiese con su boca ese perdón aunque usted esté sólo, no tiene que ir a decírselo a
aquella persona; lo puede hacer usted en la privacidad donde se encuentre en ese momento.
d.. Yo podría ir y decirle a alguien: "te perdono por esto y aquello", y aquella persona decir:
"pues mira si te lo puedo volver a hacer lo repito otra vez".
e.. Recuerde que el perdón no es para liberar de culpa al otro, sino para que yo sea libre de las
heridas del alma.
f.. Acérquese a Dios y dígale desde el fondo de su alma: "Señor, yo decido perdonar, quítame
lo que siento, borra de mi corazón estas heridas, dame un corazón nuevo, te entrego el mío,
ven a mi vida Jesucristo a ti te lastimaron profundamente, a ti te dañaron y te atreviste a decir a
tu padre: "perdónalos por que no saben lo que hacen", ¡Señor, yo te digo hoy perdona a tal
persona, por que me lastimó profundamente, y llévate de mi corazón este amargo sentimiento!,
"yo hago mi parte, tu haz la tuya". También nosotros hemos lastimado a mucha gente, con
intención ó sin ella, hemos herido profundamente el alma de nuestros seres queridos; hay que
pedirles perdón. Las situaciones que recordamos en las que estamos conscientes que los
hemos ofendido, necesitamos anotarlas, y debemos decirles: "perdóname". Si usted no puede
ir haga uso de una llamada telefónica, de una carta, de un correo electrónico ó de una tarjeta
de disculpa, y dígale desde dentro de su corazón: "yo te lastimé en aquella ocasión, con esto y
con está otra situación, te pido de corazón que me perdones", si la persona lo perdona ó no
ese no es problema suyo, usted ya es libre de ese nudo, que lo tenía amarrado en su corazón.
Usted y yo no podemos decidir que los demás desaten sus propios nudos. El perdón es un
mecanismo para que nuestro corazón sane de las heridas, para que nuestra alma brille, para
que nuestra vida vaya en aumento, para que usted y yo podamos desarrollar este potencial que
poseemos y que nadie nos puede quitar nunca.
Perdón
Para otros usos de este término, véase Perdón (desambiguación).
De acuerdo con la Real Academia Española, las palabras perdón y perdonar provienen
del prefijo latino per y del verbo latino donāre, que significan, respectivamente, "pasar,
cruzar, adelante, pasar por encima de" y "donar, donación, regalo, obsequio, dar (si
procede de la palabra donum, y "hasta que se cumpla el tiempo (estipulado)" (si procede
de la palabra donec), lo cual implica la idea de una condonación, remisión, cese de una
falta, ofensa, demanda, castigo, indignación o ira, eximiendo al culpable de una
obligación, discrepancia o error.1
De todos modos, esta definición está sujeta a la critica filosófica. En términos simples,
el perdón sólo puede ser considerado por quien lo extiende y la persona objeto de ese
regalo, en términos de familiaridad o amistad de los individuos implicados, en algunos
contextos puede ser dado sin que el agraviado pida alguna compensación o algo a
cambio, con o sin respuesta del ofensor, enterado o no de tal acción, como seria el caso
de una persona fallecida, o como forma psicoterapeutica en ausencia del agresor, en
términos prácticos, podría ser necesario que el agresor ofrezca una disculpa, restitución,
o aun el pedir ser perdonado, como reconocimiento de su error, para el conocimiento del
agraviado el cual pueda perdonar.2
Perdón proviene de la palabra perdonar, que a su vez proviene de los vocablos latinos
per + donāre (dar, regalar). La preposición per significa, según los casos por, con,
pasar (por algo), por medio de, en cuenta de, a, a causa de, pasar por (encima, sobre
de), en presencia de, durante, en el curso de, muy, excesivamente, total,
completamente.3 Y el verbo donare significa dar o regalar; en la forma de substantivo
donum significa regalo, presente, don, y donación.
Según algunos, aunque esta posibilidad parece algo menos plausible, la palabra procede
o podría también proceder del verbo perdo acción de destruir, arruinar, tirar (a la
basura) o desperdiciar, dispersar o esparcir, desaprovechar, despilfarrar, y hacer
perdedizo, así que perdonar vendría a ser la acción de arrojar el agravio a la basura, o
destruir la falta.4
El perdón consiste en esencia en que el perdonante, que estima haber sufrido una
ofensa, decide, bien a petición del ofensor o espontáneamente, no sentir resentimiento
hacia el ofensor o hacer cesar su ira o indignación contra el mismo, renunciando
eventualmente a reclamar un castigo o restitución, y optando por no tener en cuenta la
ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido
perdonante no queden afectadas. También se habla en un sentido impropio de perdonar
un castigo o una obligación, en el sentido de renunciar a exigirla. En un sentido
impropio se habla también de perdonar deudas u otro tipo de obligaciones.
Tipos de perdón
c) solicitar el perdón divino de los pecados, así como no sentir rencor por los castigos o
designios divinos, eventualmente crueles o incomprensibles para los humanos.
El Dios del Antiguo Testamento hace múltiples referencias al perdón de Dios, pero no
insiste en reclamar que los hombres se perdonen entre sí; se lo considera no como un
imperativo moral sino como algo loable pero realmente no exigible. En las oraciones
contenidas en los Salmos se contienen numerosas peticiones de misericordia o perdón
por los propios pecados, pero también peticiones de que Dios castigue duramente a los
inicuos o a los enemigos del orante o del Pueblo de Israel
Salmo 108:15
[...] por tu amor, aniquila a mis enemigos, destruye a mis opresores, pues soy tu siervo Salmo
143:12-13
¡Entrega pues a sus hijos al hambre, abandónalos a merced dela espada! ¡Quédense sus
mujeres sin hijos y sin maridos! ¡Mueran de peste sus hombres y sus jóvenes atravesados por
la espada en la guerra! ¡Óiganse salir gemidos de sus casas cuando de improviso mandes tú
contra ellos hordas de saqueadores! Jeremías 18,21
lo cual parece indicar la legitimidad de no perdonar a los ofensores, sino solicitar a Dios
su castigo, sobre todo cuando pertenecen a otros pueblos distintos de Israel. Sin
embargo, es loable perdonar. En Génesis 45,4 se ensalza la conducta de José, al
perdonar a sus hermanos:
Entonces José dijo a sus hermanos: -Acercaos a mí, por favor. Ellos se acercaron, y él les dijo:
-Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora pues, no os entristezcáis ni
os pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Dios
delante de vosotros. Apresuraos, id a mi padre y decidle: "Así dice tu hijo José: ’Dios me ha
puesto como señor de todo Egipto. Ven a mí; no te detengas. Habitarás en la zona de Gosén, y
estarás cerca de mí, tú, tus hijos, los hijos de tus hijos, tus rebaños, tus vacas y todo lo que
tienes. Allí proveeré para ti, pues todavía faltan cinco años de hambre; para que no perezcáis
de necesidad tú, tu casa y todo lo que tienes. Génesis 45:4-11
Pero José les respondió: -No temáis. ¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios? Vosotros pensasteis
hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer lo que vemos hoy: mantener con
vida a un pueblo numeroso. Ahora pues, no tengáis miedo. Yo os sustentaré a vosotros y a
vuestros hijos. Así les confortó y les habló al corazón." Génesis 50:19-21
En su relación con los hombres, el Dios del Antiguo Testamento aparece en ocasiones
como justiciero, cruel y vengativo, y sin embargo también capaz de perdonar. En
Éxodo, 34, 6 y ss. se dice de él, de un modo algo paradójico para el lector moderno, que
es "clemente y misericordioso, tardo para la ira, y lleno de lealtad y fidelidad, que
conserva su fidelidad a mil generaciones y perdona la iniquidad, la infidelidad y el
pecado, pero que nada deja impune, castigando la maldad de los padres en los hijos y en
los nietos, hasta la tercera y cuarta generación". El Salmo 86-15 denomina a Dios
"Señor misericordioso y compasivo", pero luego también se lo denomina "Dios
justiciero" (Salmo 94-1), y se afirma de él que realiza castigos colectivos al pueblo de
Israel por sus pecados (Salmo 106, "culpas y castigos del pueblo"). En Jeremías 18, 7
afirma Dios:
A veces, yo decido, contra una nación o contra un reino, arrancarlo, destruirlo o aniquilarlo,
pero si esa nación contra la que he hablado, se convierte de su iniquidad, también yo me
arrepiento del castigo que iba a ponerle Jeremías 18, 7
En el NT, el Dios misericordioso está mucho más presente, y perdonarse los unos a los
otros se considera un imperativo moral, pues el perdón a quienes nos ofenden y nos
odian es uno de los mayores ejemplos de amor al prójimo; así como en el Antiguo
Testamento escasean las referencias al perdón entre los hombres, éstas abundan en el
Nuevo Testamento, que recomienda poner la otra mejilla y amar a nuestros enemigos:
Jesús recomendó perdonar "setenta veces siete" (Mateo 18:22), es decir, no cansarse de
perdonar.
La Parábola del hijo pródigo enseña las diferencias del perdón entre los seres humanos y
su analogía con Dios como perdonador, para quienes buscan de su perdón.5
Entonces Pedro se acercó y le dijo: -Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le
perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: -No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces
siete. Mateo 18:21-22
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad. Más
bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:31,32
Y cuando os pongáis de pie para orar, si tenéis algo contra alguien, perdonadle, para que
vuestro Padre que está en los cielos también os perdone a vosotros vuestras ofensas. Marcos
11:25-26
Sobre todo, tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de
pecados. 1 Pedro 4:8
Si alguno ha causado tristeza, no me ha entristecido sólo a mí, sino en cierta medida (para no
exagerar) a todos vosotros. Basta ya para dicha persona la reprensión de la mayoría. Así que,
más bien, debierais perdonarle y animarle, para que no sea consumido por demasiada tristeza.
Por lo tanto, os exhorto a que reafirméis vuestro amor para con él. Porque también os escribí
con este motivo, para tener la prueba de que vosotros sois obedientes en todo. Al que
vosotros habréis perdonado algo, yo también. Porque lo que he perdonado, si algo he
perdonado, por vuestra causa lo he hecho en presencia de Cristo; para que no seamos
engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos. 2 Corintios 2:5-11
perdón puede referirse a:
El deber de perdonar
El perdonar es un deber y un ejercicio cristiano, sin lugar a dudas:
El pedir perdón: