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 ¿Cuál fue el sentido de la vida?

En la Antigüedad para los Griegos


Cuando un hijo de la moderna
civilización occidental se
pregunta por los orígenes de la
percepción contemporánea del
mundo, el hombre y el trabajo, le
resulta imprescindible referirse a
la forma como tales conceptos
fueron concebidos por una de las
más grandes civilizaciones de la
antigüedad, sin duda aquella
cuya influencia en la tradición
cultural de Occidente ha sido
más decisiva y duradera: la
Grecia antigua. Es realmente vasta la producción bibliográfica alrededor de
los griegos y su legado cultural, cuya importancia no puede exagerarse,
hasta el punto de poder afirmar que casi todos los temas que han tratado
las distintas vertientes culturales, artísticas, filosóficas y científicas
occidentales a lo largo de los últimos 2.000 años, no son otra cosa que
variaciones de los temas griegos: “no hay en la tradición intelectual de
occidente un solo elemento que no dé testimonio de la obra de los griegos.
Tanto en la literatura y en el arte como en la religión, la filosofía y la
ciencia, los hombres cultos de occidente han pensado, al menos hasta cierto
punto y a menudo en lo fundamental, del mismo modo que pensaban los
griegos.

Por esto puede decirse que los griegos determinaron la tradición intelectual
superior de occidente” (Turner, 1948, p. 499). De esta forma hemos
observado cómo, siguiendo la literatura épica, a lo largo del período arcaico
se va delineando implícitamente
una concepción del hombre
griego que se construye a partir
de la comparación con los
dioses. A diferencia de éstos, el
hombre es un ser mortal, cuya
vida terrenal está circunscrita a
unos límites bien definidos pero
cuyo afán de perdurabilidad,
materializado en la figura del
héroe y de los valores
aristocráticos que éste encarna,
puede satisfacerse a través del valor guerrero y de su máxima, la
excelencia (areté). Y va a ser justamente esta idea de excelencia, matizada
racionalmente y constituirá el legado más importante de la época arcaica a
la época clásica, hasta el punto de que podemos afirmar que los ideales que
van a regir la vida del ciudadano y del ser racional en la polis del siglo V
a.C. no son otra cosa que una forma de actualizar, en clave democrática, la
antigua preocupación griega por encontrar la mejor forma de vivir en el
mundo.

¿Cuál fue el sentido de la vida? En la Antigüedad Para los romanos.


Costumbres o vida cotidiana en la Antigua Roma son los usos y
costumbres propios de la vida cotidiana en la Antigua Roma, que
constituyen la base de su cultura y su civilización e identifican
la idiosincrasia romana; las rutinas diarias de los habitantes de sus ciudades
(fue esencialmente una civilización urbana), la vida privada o familiar y
la vida pública; los ciclos laborales y festivos (fasti et nefasti), el «ocio y el
negocio» (otium et negotium), las diferentes ocupaciones, oficios y cargos
de la vida económica, social, política y religiosa.

Costumbre es un hábito o tendencia adquirida por la práctica frecuente de


un acto. Las costumbres de la
vida cotidiana son distintas en
cada grupo social
conformando
su idiosincrasia distintiva, que,
en el caso de grupos definidos
localmente, conforman un
determinado carácter
nacional, regional o comercial.

Las costumbres son formas de comportamiento particular que asume toda


una comunidad y que la distinguen de otras comunidades; como
sus danzas, fiestas, comidas, idioma o artesanía.

Estas costumbres se van transmitiendo de una generación a otra, ya sea en


forma de tradición oral o representativa, o como instituciones. Con el
tiempo, estas costumbres se convierten en tradiciones.

Generalmente se distingue entre las que cuentan con aprobación social, y


las consideradas "malas costumbres", que son relativamente comunes pero
que no cuentan con la aprobación social, y suelen promulgarse leyes para
tratar de modificar las costumbres.

La Antigua Roma es tanto la ciudad de Roma como el Estado que fundó en


la Antigüedad. La idea de la
Antigua Roma es inseparable de
la cultura latina. Se formó por
una agrupación de pueblos en
el siglo VIII a. C. y dominó el
mundo mediterráneo y
la Europa Occidental desde el
siglo I hasta el V mediante la
conquista militar y la
asimilación de las élites locales.
Su dominio ha dejado importantes huellas arqueológicas y numerosos
testimonios literarios.
Los principios fundamentales del Derecho Romano poseen valor universal y
se han incorporado a la legislación de todos los pueblos civilizados. Entre
estos principios pueden destacarse los siguientes: 1. Las leyes deben ser
públicas y escritas; 2. La ley debe proteger a la persona y sus bienes; 3.
Las leyes deben considerar los derechos de las mujeres; 4. Una persona
acusada debe ser considerada inocente mientras no sea probada su culpa;
5. Personas de distinta posición económica y social pueden contraer
legitimo matrimonio; 6. Todos los hombres son iguales ante la ley. Tan
impresionante y monumental como el Derecho Romano fueron las obras de
ingeniería y arquitectura.

La vida en la antigua Roma no era ni tan sencilla ni tan idílica como


pintaban las películas de Hollywood. Para un romano cualquiera entre los
sesenta millones de habitantes anónimos del Imperio, la vida era corta, las
libertades limitadas y la incertidumbre económica muy elevada. Ahora bien,
no era lo mismo vivir en el campo que las ciudades. Si era urbanita, podía
socializarse y disfrutar de una oferta de ocio abundante, apta para casi
todos los bolsillos, y tenía un sistema de servicios públicos sin parangón en
la Antigüedad.

Estos son trece de los aspectos más destacados de la vida de la plebe en
época romana: venir al mundo en un hogar romano no auguraba una vida
larga y próspera. Aproximadamente un tercio de los bebés morían antes del
año, y la mitad, antes de
cumplir cinco. La esperanza
de vida de un hombre rozaba
los cuarenta años, la de una
mujer apenas rebasaba la
treintena, debido a los riesgos
del parto. Tan solo un 7% de
la población superaba los
sesenta; llegar a octogenario
no era imposible, pero sí
excepcional.

Con semejante mortalidad infantil, para obtener suficientes adultos


productivos se necesitaban muchos bebés. En época de Augusto se
premiaba a las madres de familia numerosa: las ciudadanas romanas con
más de tres hijos se emancipaban de la tutela legal de su padre o marido.
Si eran libertas o itálicas no
romanas, este privilegio les
costaba cuatro hijos, y si
vivían en provincias, cinco.

Ocho de cada diez romanos


vivían en el campo, donde casi
todo el mundo era analfabeto.
Pero en las ciudades el
panorama era muy distinto.
Los muros estaban repletos de
publicidad: eslóganes electorales, carteles de combates de gladiadores y
anuncios de viviendas en alquiler.

Para los comerciantes era imprescindible manejar pesas, medidas y


números. Las grandes transacciones
se anotaban. En el mercado de
Trabajo en Roma) se contaba con los
dedos, pero no solo hasta diez: los
romanos eran capaces de expresar
hasta 10.000 números distintos
adoptando diferentes posiciones con
las manos. Muchos de los mejores
contables y pedagogos eran
esclavos.

El grado de autonomía personal del romano medio era muy limitado. Ni


siquiera los libres eran libres del todo. Formalmente, un varón alcanzaba la
mayoría de edad en la adolescencia, cuando vestía la toga viril, pero seguía
sujeto a la autoridad del páter familias hasta que este fallecía. 

Si los romanos no eran iguales en vida, tampoco lo eran en la muerte. El


rito más habitual hasta el siglo II, la cremación, no estaba al alcance de
todos los bolsillos. Los indigentes y muchos esclavos eran arrojados a fosas
comunes sin mayor ceremonia.

¿Cuál fue el sentido de la vida? En la Antigüedad Para los judíos. Para


definir algo o alguien usamos sistemas clasificatorios, esto es, conceptos
que nos permiten identificar una entidad como parte de un conjunto de
fenómenos similares y diferenciarla del resto. Por nuestra propia
experiencia, sabemos que todos los sistemas de clasificación son limitados,
a nadie le gusta ser “encuadrado”, pues cada realidad individual es
multifacética y está en constante mutación.

En el caso del judaísmo, lo caracterizamos generalmente como religión,


pueblo, etnia o identidad colectiva.
¿Por qué esta variedad de
definiciones? Porque son los conceptos
que la cultura dominante nos ofrece,
siendo que cada una de esas
definiciones enfatiza una dimensión
especifica de lo que sea la “esencia”
del judaísmo. Pero el problema es que
ninguna definición es suficiente para delimitar en la práctica la riqueza de la
condición y de la cultura judía, cuya realidad efectiva se aproxima más a la
imagen de una cebolla constituida por sus diversas capas, que a la de una
fruta con un núcleo en el centro.

Veamos si no: un judío religioso ultraortodoxo continúa considerando judío


alguien que se define como ateo y anti-religioso, o aún mismo si él se
convirtiese a otra religión, en caso que haya nacido de madre judía o se
haya convertido al judaísmo. A su vez, gran parte de los judíos que
no se consideran religiosos participan, en mayor o menor medida, de ritos y
ceremonias con contenidos u orígenes religiosos.

El judaísmo talmúdico fue exitoso en circunstancias históricas precisas, en


que las sociedades eran organizadas en torno de sistemas políticos Y
culturales dominados por
religiones monoteístas que lo
aislaron. Así, el cierre del
judaísmo sobre sí mismo
estuvo asociado al cierre de
las sociedades en relación al
judaísmo. La modernidad
trajo nuevas exigencias y
posibilidades e implosión el
universo rabínico. Los tres
elementos reprimidos por el
judaísmo talmúdico, la
historia, la política y la
filosofía, pasaron a ocupar
central el judaísmo moderno.

La crisis del judaísmo moderno es producto de las enormes


transformaciones que las comunidades judías y las sociedades sufrieron en}
décadas recientes. Se trata de un mundo pos-socialista y pos-sionista,
donde la globalización, la diseminación del discurso de los derechos
humanos y la aceptación del multiculturalismo, disminuyeron la
conflictividad de la condición judía. Como toda crisis, ella pone al
descubierto los problemas y contradicciones de las visiones de mundo que
eran consideradas obvias en el pasado.

Las identidades judías en la modernidad son múltiples. Así, la unidad del


judaísmo no puede ser dada por una única corriente que se superpone a las
otras, sino por el reconocimiento de la contribución de cada fragmento a la
vida judaica, aunque muchas veces parte de lo que el otro cree o practique
hiera nuestra sensibilidad.
¿Cuál fue el sentido de la vida?

En la Antigüedad Para los  Mesopotámicos.

Mesopotamia significa en griego "entre ríos". La región así denominada


abarcaba inicialmente los territorios comprendidos entre los ríos Tigris y
Éufrates. En la actualidad comprende a Iraq y el este de Siria.

La religión en el mundo Mesopotámico domina todo y permanece más o


menos inalterable hasta la conquista musulmana.

Está basada en un principio en las fuerzas de la naturaleza que se


identifican con los dioses: el dios del agua es Enlil, el del cielo Anu y el de la
tierra Enki. Estos dioses poco a poco van tomando forma, primero
con símbolos y van a acabar teniendo forma humana.

Las ciudades están aglomeradas en unas ciudades-Estado que son


autónomas e independientes y que están gobernadas por un monarca que
dirige el ejército, administra
la justicia y dirige los ritos
religiosos junto a los sacerdotes.
Es el dueño y señor de todo el
territorio.
Hay dos tipos de nobleza: la
nobleza cortesana y la nobleza
empleada, o bien en el ejército o
en la administración. También hay
escribas, aunque no están
representados como en Egipto,
pero que también están muy bien
considerados y están ligados al templo. La clase urbana está formada por
mercaderes y artesanos. Por debajo se sitúan los campesinos y por último
los esclavos. Esta sociedad está bien organizada desde un principio. Prueba
de ello es la legislación que hay desde muy pronto, como la de Ur-Namu,
que es la más antigua, de la época neosumeria, o el código de Hammurabi,
ya de época babilónica.

La producción artística, de la que hasta ahora hemos indicado las


características esenciales, se expresa a través de una serie de "géneros" o
categorías sobre cuya autonomía es, evidentemente, posible formular
reservas. Pero también es verdad que el culto de las formas tradicionales,
con los fenómenos de supervivencia y arcaísmo, junto con el componente
religioso y hasta mágico de los modelos, confiere a estos últimos
una función esencial. Sería un error creer que, como en el caso de otras
civilizaciones, esto sirve sobre todo para las artes figurativas. Antes bien, la
tipología arquitectónica, es decir, el conjunto de modelos (casa, templo,
palacio etc.) del cual dependen las obras completas, constituye un
adecuado paralelo de la tipología escultórica, detal manera que las formas
tipo de los edificios tienen valor de modelos no menos que las estatuarias.

El arte mesopotámico tenía carácter cívico: tiene palacios, templos


y servicios públicos; tales como murallas,
canales de riego, puentes, puertas y fortalezas.
También combina el sistema de platabanda y
dintel con el de arco y bóveda.

Como en la región no había piedra y


la madera era escasa, emplearon el ladrillo
(hecho de adobe). Como el ladrillo es un
material algo frágil, los muros se fabricaban
gruesos y sin apenas aberturas; de manera que
la apariencia de la edificación es maciza,
pesada y monótona.

Debido a las periódicas inundaciones que eran


favorables a los cultivos, los edificios solían construirse sobre terrazas.

Las paredes se cubrían de relieves en colores siguiendo esquemas muy


simples, en particular los de repetición y simetría.

Monumentos Principales:

a) El Templo: Consiste en un gran patio amurallado que en el espacio


correspondiente a uno de sus lados menores lleva lo que va a ser su
elemento más característico: el Zigurat.

El Zigurat es una torre cuadrada de varios pisos escalonados, en cuya cima


está el santuario. Las caras se orientan hacia los cuatro puntos cardinales y
se sube a los diferentes niveles por medio de una rampa que rodea los
cuatro lados, o por dos escaleras simétricas que trepan por el frente o os
laterales.

En su construcción se empleaban materiales muy ricos: mármol, alabastro,


lapislázuli, oro y cedro.

b) El Palacio: No existe una forma prevista para el palacio. Tampoco es un


edificio, sino una serie de edificaciones prismáticas de distintos tamaños
unidas entre sí por pasillos, galerías y corredores con amplios patios
intermedios y con murallas alrededor. 
c) Las Murallas: Las ciudades estaban guardadas por gruesas murallas de
paredes verticales y cortadas en ángulos rectos, reforzadas de trecho en
trecho por torres cuadradas.

d) Las Tumbas: Desde el punto de vista arquitectónico, la tumba no ofrece


gran interés, pues es un simple hipogeo con bóveda de ladrillo y varias
cámaras, que se manifiesta al exterior por algún pequeño monumento sin
valor artístico.

¿Cuál fue el sentido de la vida? En la edad media.

En la época Medieval, la vida de las personas estaba fuertemente


condicionada por la naturaleza. El ser humano se consideraba un elemento
más de la creación de Dios al igual que las plantas, los animales, la tierra o
el agua. El hombre estaba en permanente contacto con el medio que le
rodeaba, de tal modo que la naturaleza formaba parte de su vida cotidiana.

Los hombres y las mujeres de todas las clases sociales sufrían la dureza del
medio físico. Tanto los nobles como los humildes recurrían al fuego para
combatir el frío. Gracias a la leña o al carbón vegetal, el frío podía ser
controlado.
Durante el invierno, las casas eran el refugio más empleado para pasar los
inviernos.

Las familias solían utilizar


numerosas ropas y entre ellas, las
más importantes eran las pieles
En el verano, los hombres y
mujeres sólo podían hacer frente
al calor con los baños o con las
gruesas paredes de las iglesias y
los castillos.

Además de la temperatura, las


distintas estaciones traían consigo
una importante limitación: el uso
del tiempo. Ello provocaba que durante la noche, las actividades se
redujeran a la mínima expresión. 

No cabe duda de que la sumisión del hombre a la naturaleza se hace


evidente con motivo de la aparición de grandes catástrofes tales como los
incendios, las pestes, las inundaciones y sequías.
Los incendios por ejemplo eran habituales en esta época. Se propagaban
fácilmente debido a que las casas de los campesinos estaban hechas de
madera. ¡Bastaba un descuido para dar lugar a una gran catástrofe!.

Las malas condiciones sanitarias de la población favorecían la difusión de las


epidemias y pestes. Ello puede explicarse a partir de la gran cantidad de
gente que se reunía en las ciudades, donde las ratas propagaban los
agentes difusores de
enfermedades. Tan grandes eran las epidemias, como la Peste Negra en el
siglo XIV, que muchos hombres las consideraban testimonio del Fin del
Mundo

Algo similar ocurría con las inundaciones que causaban la destrucción de


tierras y numerosas muertes. Se cuenta que en diciembre de 1143, en
tierras gallegas, las aguas destruyeron casas, puentes y muchos árboles;
sumergieron animales domésticos, rebaños e incluso hombres.

Para el hombre de la alta Edad Media el tiempo tenía dos


referentes fundamentales: uno de carácter físico, el sol; otro de tipo
cultural, las campanas de la iglesia. Por un lado, se subraya la dependencia
del hombre hacia la naturaleza. Por otro, la religión cristiana actuaba
también de intermediaria, acaparando todas las esferas de la vida humana.

¿Cuál es el sentido de la vida en los tiempos modernos?


La búsqueda de sentido
quizá haya sido la
indagación más
apasionada del género
humano, una búsqueda
que ha constituido el
aliento de incontables
religiones y filosofías.
Estas últimas, en todas
las épocas y culturas,
han buscado dar
respuesta a preguntas
como las anteriormente
formuladas o al menos
indagar en si es posible
alcanzar tales
respuestas, es decir, en si se trata de preguntas con sentido o sólo modos
de hablar sin referente real. Durante muchos siglos la pregunta por el
sentido de la vida encontró respuesta, dentro de nuestro marco cultural, en
la existencia de un Creador del Cosmos, fundamento de todo lo existente,
cuyo plan redentor rige la historia global e individual, garantizando la
pervivencia tras la muerte y dotando de un significado particular a la vida
presente, en especial, a sus aspectos más insatisfactorios o dolorosos. Este
tipo de discurso en torno al sentido de la vida, que he resumido en
pinceladas muy gruesas, nos resulta sobradamente familiar pues ha sido
hegemónico en nuestra cultura. Pero no es mi intención, en las siguientes
páginas, ahondar en él, sino mostrar que no es el único posible y que parte,
de hecho, de premisas culturalmente condicionadas de las que pocas veces
somos conscientes. En concreto, parte de la falsa alternativa entre un
universo creado deliberadamente con un propósito y un universo producto
de fuerzas ciegas, entre un sentido objetivo impuesto por un principio
superior al mundo desde más allá de él y un sentido construido
exclusivamente por la subjetividad humana. Toda teoría o creencia sobre el
significado de la vida que pretenda tener validez universal y objetiva es
intrínsecamente polémica, puede ser aceptada o rechazada. Frente al
carácter inevitablemente polémico del sentido entendido como significado,
el sentido entendido como dirección, en la expresión “sentido de la vida”,
apunta a una mera constatación empírica: la constatación de que la vida es
movimiento y de que el movimiento de la vida no es arbitrario, pues sigue
una determinada dirección, avanza según un cierto cauce. Vivimos en un
mundo en donde el lenguaje también se ha empobrecido de una manera
alarmante. Incluso el lenguaje estándar es cada vez más pobre y
predecible. Estamos sofocados por las palabras sin sentido. Hace mucho
tiempo que tenía la certeza que si la gente sólo hablara cuando tuviera algo
que decir, el ser humano perdería muy pronto el uso del lenguaje. Ahora se
puede decir que lo estamos perdiendo, precisamente por todo lo contrario;
por machacar esa charlatanería hasta la saciedad cuando no se tiene nada
que decir. Dice un proverbio árabe que quien no comprende una mirada
tampoco comprende una larga explicación. Y si hay que explicarlo todo, el
ser humano jamás cambiará nada.

EN QUE CONSISTE LA VIDA PARA UN CIENTIFICO.

Según la gran mayoría de científicos manejan que existe una diferencia


entre los seres vivos y la materia inerte no está en su composición. Los
átomos del cuerpo humano o de los organismos unicelulares son los mismos
que componen los planetas, las rocas y las estrellas. Entonces, ¿qué es lo
que distingue a la vida? ¿El hecho de que pueda reproducirse? ¿Su
capacidad de transmitir información? Una manera de ordenar el caos o
mejor su habilidad para diferenciarse del entorno dentro de los niveles
galácticos que aun ni siquiera podemos imaginar. HAGAMONOS LA
SIGUIENTE PREGUNTA FACIL PERO MUY ELEMENTAL, El hierro de nuestra
hemoglobina se formó en una estrella hace miles de millones de años y
ahora lleva oxígeno a nuestras células. Y esos componentes seguirán ahí
cuando nosotros no estemos. Somos, de alguna manera, un depósito
transitorio de esos átomos y de esas moléculas.  Muchos de los científicos
coinciden en que el rasgo diferenciador es la capacidad de reproducirse o
auto replicarse. Otros científicos sostienen que es el ADN el rasgo
diferenciador por excelencia, pero muchos de ellos aceptan que en otros
planetas pudiera existir vida sin ADN.

Atreves de los años los científicos no pueden asegurar que la vida haya
aparecido solamente una vez. Es más se especula que pudo haber surgido y
desaparecido más de una vez. Las condiciones ambientales en las que
surgió la vida eran absolutamente diferentes de las actuales y podemos
suponer eran las necesarias para ese surgimiento, y en base en procesos
científicos podemos proponer el siguiente ejemplo= Desde el óvulo
fecundado hasta la muerte, cada individuo tiene exactamente la misma
dotación genética. A qué especie pertenece un embrión No hay ninguna
duda de que pertenece a la especie Homo sapiens. Luego es un ser humano
porque la definición biológica de ser humano es individuo perteneciente a la
especie Homo sapiens pariente cercano del homo erectus, como la
definición biológica de un ave de corral muy conocida es individuo
perteneciente a la especie Gallus domesticus. Nadie (salvo un ignorante)
pone en duda que un huevo de gallina sea un individuo que pertenece a esa
especie. Los huevos de las tortugas marinas y otras especies en peligro
están protegidos precisamente porque son individuos de esas especies.

En el desarrollo embrionario, como en el desarrollo posterior al parto, no


hay solución de continuidad. No existe ningún punto donde se pueda decir
que se produce un cambio radical. Ni siquiera en el parto, que desde el
punto de vista anatómico consiste en el corte de un vaso sanguíneo. La
división en fases de la vida de un ser humano (embrión, feto, neonato,
niño, adolescente, adulto, anciano.
Otro de los habituales reproches que suelen escuchar los científicos y
muestran su opinión es que a diferencia de la religión la ciencia no
proporciona respuestas a las Grandes Preguntas de la Humanidad, aquellas
relacionadas con el sentido de la existencia y con el papel que en ella
jugamos cada uno de los mortales. Una vez más como si esto fuese de
alguna manera un fallo por decirlo así del proyecto científico, un defecto que
de alguna manera invalida o menoscaba el valor que tiene la ciencia.
Cuando una vez más encontrar el sentido de la vida no ha sido jamás ni
puede serlo un propósito de la ciencia.

Mirándolo con distancia resulta fascinante y extraña la imperiosa necesidad


que sienten los humanos por las narrativas religiosas y científicas por
disponer de explicaciones hiladas en historias que estructuren y den forma
al Universo. Todas las religiones incluyen cosmogonías que explican cuál es
el origen del mundo y cómo y por qué se produce su desarrollo, dejando
huecos para que todos sus feligreses puedan insertar sus propias vidas y
experiencias en una narración con principio nudo y desenlace siempre con
connotaciones morales que no sólo explican el cómo, sino también los
porqués. Cuando se pregunta a las persona religiosas el porqué de su fe
una de las respuestas más típicas es que su creencia les ayuda a entender
su papel en el Universo, ya que sin ella se sentirían perdidos en un Cosmos
carente de sentido o razón. Las cosmogonías religiosas son así una parte
fundamental del atractivo de la religión como concepto al proporcionar un
sentido a la existencia, un esquema narrativo sobre el que fijar la
experiencia humana y darle una estructura sin la cual nos sentimos
inseguros. Porque Dios quiere porque los planes de la divinidad en
complejos e insondables se convierten en explicaciones que para los
creyentes dotan de sentido incluso a los sucedidos más absurdos o
incomprensibles.

La ciencia no hace eso, dicen quienes lo consideran un defecto, y por tanto


es insuficiente, está tarada, carece de una pieza esencial. Y tienen toda la
razón, solo que no se trata de un defecto sino de una característica
esencial: la búsqueda del sentido de la existencia nunca ha formado parte
de los objetivos de la ciencia, que no pretende explicar nuestro papel en el
Universo sino simplemente describir cómo funciona.

LO QUE SABEMOS ES UNA GOTA DE AGUA, LO QUE IGNORAMOS ES UN


OCEANO, Isaac newton

Cuáles son las principales amenazas para la existencia


humana

El cambio climático; A todas estas amenazas hay que sumarle una


que es, seguramente, la más real y palpable de todas. El cambio
climático. Sabemos que nuestro planeta se está calentando a una
velocidad nunca vista antes. Cada año, somos testigos de fenómenos
más extremos. La tendencia en las temperaturas es a subir y, lo más
preocupante, es que en tiempos recientes hemos visto un aumento
de las temperaturas a un ritmo sin precedentes. Poco a poco, nos
estamos acercando a esos temidos dos grados por encima de la
temperatura media del planeta. La Tierra es el único hogar que
conocemos. Es nuestra responsabilidad hacer que siga siendo un
lugar amistoso para la vida. Cada año vemos mínimos de hielo en el
polo norte. Cada año, asistimos con preocupación a una subida de
temperaturas que parece imparable. La subida del nivel del mar,
además, tendrá efectos catastróficos en gran parte de la población
costera. Por eso, el cambio climático es una de las grandes amenazas
a la que nos enfrentamos. Lo más irónico, quizá, es que es algo
provocado por nosotros mismos. Todas las amenazas anteriores
están, hasta cierto punto, fuera de nuestra capacidad de control. No
es así con el ritmo y la velocidad a la que estamos haciendo que el
clima de nuestro planeta cambie…

La estupidez humana; Pero la gran amenaza, como decía Brian


Cox, un popular divulgador científico de Reino Unido, la gran
amenaza para nuestra especie es nuestra propia estupidez. Los
astronautas del programa Apolo creían que, en la década de 1980,
tendríamos bases lunares. También pensaban que, en esta época, ya
estaríamos asentados en Marte. Pero la realidad es otra. Todas estas
amenazas son cosas que podemos controlar. Nuestra propia
supervivencia depende, asimismo, de la capacidad de nuestra especie
de convertirnos en una especie interplanetaria. Si colonizásemos otro
planeta, por ejemplo, todas las amenazas, salvo la de una supernova,
se convertirían en amenazas relativas para nuestra especie. Podrían
afectar a uno de los planetas, pero sería extremadamente improbable
que afectase a ambos a la vez. Está en nuestra mano hacer que la
Tierra sea un mejor lugar, para nosotros y para nuestros
descendientes. Como contaba el profesor Cox, quizá el mayor riesgo
sea que los líderes mundiales no parecen dispuestos a poner todo de
su parte para hacer que nuestra especie avance hacia delante.
Algunos parecen felices con mantener las cosas como están, o incluso
volver hacia atrás como los cangrejos…

Guerra nuclear; Se trata de la amenaza más peligrosa para la


humanidad, según los científicos, quienes aseguran además que los
arsenales mundiales de armamento nuclear están a punto
de provocar una guerra fría global. Para los científicos, las
probabilidades de una catástrofe nuclear podrían tener lugar cada
200 años. No obstante, Sandberg asegura que pese al riesgo que
supondría una guerra nuclear entre las grandes potencias para la vida
de miles de habitantes,
Esta catástrofe no supone un riesgo existencial sino que el gran
peligro sería el invierno nuclear (cantidades ingentes de hollín
lanzadas desde la estratosfera para provocar un enfriamiento y
sequía a nivel planetario).
El invierno planetario podría imposibilitar la agricultura lo que
implicaría que una gran parte de la población moriría de hambre y
solo quedarían supervivientes dispersos.

Bioingeniería pandémica o armas químicas; Las pandemias


naturales han matado a más personas que las guerras, pero
afortunadamente están muy lejos de convertirse en una amenaza
existencial puesto que siempre hay personas inmunes a ellas.
Actualmente, el gran peligro se encuentra en las
enfermedades creadas por el hombre como el caso de la gripe aviar o
el gen mousepox, que causó la viruela en un ratón. El científico
apunta que pese a que eliminar al ser humano no es militarmente
útil, siempre existirá la amenaza de que haya alguien que quiera
hacerlo.

Súper inteligencia; La inteligencia es muy poderosa. Ser inteligente


es una verdadera ventaja para las personas y las organizaciones, por
lo que se ponen muchos esfuerzos para descubrir formas de mejorar
nuestra inteligencia individual y colectiva. No obstante, si  las metas
se fijan mal puede generar casos extremos desastrosos. Aún más
preocupante es que al tratar de trasladar las cosas a una inteligencia
artificial nos encontramos con graves problemas prácticos y
filosóficos. Los valores humanos son cosas difusas y complejas que
no se pueden expresar. Según el científico, la forma de inteligencia
más poderosa hasta la fecha es el 'software' y cuando se vuelva lo
suficientemente potente como para hacer una forma mejor de sí
misma provocará una "explosión de inteligencia" que llevaría a una
gran diferencia en el poder potencial entre el sistema inteligente (o
las personas que le indican lo que debe hacer) y el resto del mundo.
Esto podría provocar el desastre. Aun así, Sandberg explica que
todavía es pronto para saber qué ocurrirá en un futuro por lo que
esta teoría podría solo convertirse en espejismo.

Nanotecnología; El aumento de potencia sobre el control de la


materia incrementa de nuevo el peligro de hacer de ello un abuso.
El riesgo más evidente es que la fabricación de precisión
atómica parece ideal para una rápida y barata fabricación de armas
por lo que las carreras de armamento entre determinados países
podrían a llegar a incrementarse de manera inestable.  
Según Sandberg, el desarrollo de la nanotecnología "podría actuar
como un gas nervioso, que busca a las víctimas con el fin de
mantener las poblaciones obedientes y además conseguir la
proliferación nuclear y la ingeniería climática en manos de cualquiera
que lo desee”. La incertidumbre. La amenaza más inquietante es que
hay algo por ahí que es muy mortal, y del cual no tenemos ninguna
pista. El investigador también señala que los riegos mencionados en
la lista tienen mucha más probabilidad de llevar a la humanidad a la
extinción que, por ejemplo, el cambio climático o el impacto de un
asteroide, los cuales, por su parte, aparecen mucho más a menudo
en los medios de comunicación, quienes sobrevaloran su potencia.

Pérdida de cosechas; Podemos enredar el hilo un poco más. Es


poco probable que haya una bacteria que pueda acabar con toda la
humanidad. Sin embargo, es posible que podamos perder cosechas
por falta de biodiversidad. Valga como ejemplo la situación actual de
las abejas. Su desaparición podría parecer inofensiva, pero nada más
lejos de la realidad. Muchas plantas dependen de la presencia de
estos insectos. Plantas que son importantes para nuestra
alimentación. El efecto cascada podría ser terrible en sólo unos años.
Si todas las abejas desapareciesen, algunos científicos han llegado a
sugerir que el ser humano podría verse en peligro de extinción en
menos de una década. Por eso no sorprende que ya haya siete
especies diferentes catalogadas en peligro de extinción. La
biodiversidad de la Tierra es importante. No solo para la naturaleza,
también para nosotros. Sin cosechas con las que mantenernos, es
fácil comprender que la Humanidad pasaría por un período muy
delicado de supervivencia. Quizá sólo los más fuertes sobreviviesen
en esas circunstancias. O quizá, si dejamos que nuestro entorno se
deteriore demasiado, nadie…

Las supernovas; Las supernovas son el fenómeno cósmico más


violento que podemos encontrar en el universo. Al final de sus vidas,
algunas estrellas explotan liberando inmensas cantidades de energía.
Emiten grandes dosis de rayos gamma y rayos X. Conocemos muchas
estrellas que pueden explotar en forma de supernova. Por suerte,
ninguna está lo suficientemente cerca como para ser letal para la vida
en la Tierra. Nuestro Sol, por ejemplo, no es lo suficientemente
grande para explotar en forma de supernova. En la distancia
peligrosa, que es de unos 50 a 100 años-luz alrededor de la Tierra,
tampoco hay ninguna estrella que cumpla los requisitos. Si la
hubiera, nuestro planeta podría ver cómo su capa de ozono es
destruida. Su atmósfera podría verse dañada seriamente, y es posible
que se desencadenasen extinciones en masa. Por suerte para
nosotros, no hay estrellas peligrosas en el vecindario cósmico de la
Tierra. Eso sí, a unos 430 años-luz de distancia, tenemos a
Betelgeuse. Su explosión no será peligrosa cuando suceda. Podría
tener lugar mañana o dentro de miles de años. Pero lo que sí
sabemos es que para los habitantes de la Tierra, que tengan la
oportunidad de observarlo, será un espectáculo único. Brillará con
tanta intensidad que, durante un tiempo, será visible incluso de día.

Los asteroides; Los impactos de asteroides son una amenaza muy


real. En la actualidad no conocemos ninguno que vaya a chocar con la
Tierra en los próximos 150 años. Pero tarde o temprano, alguno lo
hará. Es todo una cuestión de escala de tiempo. Algo que puede
parecer poco probable en cien años, es inevitable en cien mil. La
mayoría de asteroides que conocemos sólo podrían provocar
destrucción a nivel local. Pero hay algunos con la capacidad de
provocar daños mucho más severos. A fin de cuentas, no hay que
olvidar que fue el impacto de un asteroide, hace 65 millones de años,
el que terminó con la existencia de los dinosaurios. Por eso, es
importante monitorizar el espacio alrededor de nuestro planeta. Ahí
fuera sabemos de asteroides tan grandes como ese, pero ninguno
supone una amenaza. Al menos por ahora… El impacto con un
asteroide es, además, uno de los fenómenos más habituales en las
películas apocalípticas. No en vano, las consecuencias de un impacto
suficientemente grande podrían ser muy graves para la mayoría de
especies de la Tierra…

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