EL OBSERVADOR
MIÉRCOLES 21 DE ENERO DE 2009 | TEMAS 7
ASUNCIÓN
DE BARACK OBAMA
LOS AMERICANOS, TAN BRUTALMENTE CORDIALES QUE PARECEN FRÍOS, SE TRANSFORMARON EN PERSONAS EXPRESIVAS Y GRITONAS
El Universo habló en DC
f Washington se vio
invadida por 2 millones
de testigos de un día
histórico para el mundo
POR MAITE FERNÁNDEZ
DESDE WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS
ada fue típico en estos días
N en Washington DC, la capi-
tal de Estados Unidos. Ir al
supermercado implicaba toparse
con elementos de merchandising
tales como una torta de merengue
con la cara de Obama. Y cuando
las fotos, posters, almanaques, mu-
ñecos de acción o platos conme-
morativos no parecían suficientes,
también se podía optar por los ta-
tuajes. Aprovechando la Obama-
nía algunos locales de tatuajes ofre-
cieron promociones con el logo
“Obama ‘08”. Para aquellos que
consideran la tinta como dema-
siado permanente hasta para un
hecho histórico también se ofre-
cían piercings de Obama a US$ 44.
Y es que nada fue normal, me-
nos cuando el primer presidente
negro de EEUU tomó el mando.
Los periodistas no dejaban de mos-
trar su asombro de que a las 6 de
la mañana, con – 6° de tempera-
tura, hordas de gente se habían
quedado a dormir buscando guar-
dar un lugar para ver su asunción.
El National Mall, el enorme par-
que de tres kilómetros de largo y
más de un kilómetro de ancho de-
limitado por el monumento a Lin-
coln y el Obelisco, ya aparecía aba-
rrotado antes del amanecer.
La asunción de Obama se ca-
racterizó por ser un evento ganador
de varios récords. La apacible y pro-
lija capital de Estados Unidos, que
alberga más de 500.000 residentes
en un día normal y que sorprende
al turista tercermundista por su
limpieza impoluta y su funciona-
miento perfectamente cronome-
trado, se vio invadida por más de
dos millones de personas. Todo el
mundo parecía estar allí, arras-
trando sus pedidos y consignas. Un
grupo de seis budistas, provenien-
te de Massachusetts y Nueva York,
recorría la zona del Obelisco re-
partiendo rezos para el nuevo pre-
sidente. “Esto es el Universo di-
ciéndonos a través de Obama que el
cambio en nuestro país es posible”,
fue la interpretación de Claire Car-
ter, una monja budista de 58 años.
Menos tolerantes aparecían cua-
tro fanáticos religiosos blandien-
do pancartas que alertaban sobre
la llegada del juicio final. El más
beligerante, un anciano de amplia
barba blanca y sombrero negro,
gritaba críticas ininteligibles hacia
Obama a través de un megáfono. A
dos metros de allí, Otis Johns, un
vendedor negro de Nueva Jersey
Datos históricos
e El público. La toma de mando
del segundo período de George
Bush congregó a 300.000 personas.
La asunción más concurrida des-
pués de la de Obama fue la de Lyn-
don Johnson, que reunió a
1.200.000 personas.
f La fecha. La costumbre de to-
mar el mando en enero fue im-
puesta por la vigésima enmienda a
partir del segundo período de Fran-
klin Delano Roosevelt, en 1937. An-
teriormente los presidentes asumí-
an el mando el 4 de marzo.
EL OPERATIVO DE SEGURIDAD INCLUYÓ A 50.000 EFECTIVOS
E. VUCCI – AP
que vendía fotos presidenciales a
un dólar, resistía impávido desde
hacía tres horas. “Hago de cuenta
que no lo escucho”, explicó Johns.
Mientras Steve Young, un año-
so militante comunista, se queja-
ba del apoyo que su país había da-
do a Israel en la incursión sobre
la franja de Gaza, organizaciones
voluntarias repartían grandes car-
teles amarillos con un espacio en
blanco en el que cada persona es-
cribía su deseo de esperanza para
la nueva Presidencia. “Paz” se re-
petía en casi todos, algunos acom-
pañados por el deseo de educación
y de tener una casa. “El sueño se
volvió realidad”, rezaba otro cartel.
Y es que nada parecía empañar
el sentimiento de fiesta y algarabía.
Los americanos, tan brutalmente
cordiales que parecen fríos, se ha-
bían transformado en personas ex-
presivas y gritonas, despatarradas
en improvisados picnics invernales
o trepados a la copa de los árboles.
El monumento a José Artigas en la
Constitution Avenue y la calle 18
N. UT – AP
sirvió como respaldo para cansa-
dos caminantes. Los enormes edi-
ficios de oficinas nunca se vieron
tan desiertos o inútiles. El senti-
miento de alegría sólo era inte-
rrumpido por el ulular omnipre-
sente de las sirenas de policías y el
sonido seco de las aspas de los he-
licópteros que sobrevolaban la zo-
na. A la multitud de personas se le
sumó un operativo de seguridad
que fue un récord: 50.000 efectivos
entre policías y militares custo-
diaron el acto, sumados a franco-
tiradores.
Los adjetivos como “histórico” y
“único” se transformaron en cli-
chés repetidos más de mil veces. Y
es que Obama, como su asunción,
rompió con todas las estadísticas de
su país. Con una población de más
de 305 millones de personas, los
que son designados con el eufe-
mismo políticamente correcto de
“afro-americanos” conforman un
12,4%. A pesar de que la segrega-
ción racial fue abolida hace 40 años,
la situación desfavorecida de los
>
La llegada
de Obama
e Saludo uruguayo. “Reciba en
el nombre de la República Oriental
del Uruguay y en el mío propio mis
más sinceras felicitaciones y votos
de éxitos en su gestión y prosperi-
dad para vuestra noble nación”, se-
ñaló la carta del presidente Tabaré
Vázquez dirigida a Obama.
f Continuismo. El economista
Arturo Porzecanski, profesor de Fi-
nanzas Internacionales en la Ame-
rican University de Washington dio
a Observa su visión sobre cómo re-
percutirá la gestión del nuevo go-
bierno estadounidense en la eco-
nomía local y mundial e indicó que
“está claro que habrá un cierto con-
tinuismo”, para referirse a cómo el
nuevo presidente enfrentará la cri-
sis financiera.
A. AL-SAADI - AP
negros todavía emerge en desas-
tres como el huracán Katrina. An-
tes de la elección, Obama ya ha-
bría escapado a las estadísticas con
mucho menos: sólo por haber con-
seguido un título universitario y
por mantenerse fuera de la cárcel.
En un país en el que los exper-
tos pronostican que para 2050 ya
no habrá una mayoría poblacional
blanca, Obama personifica el mito
fundacional americano, revivien-
do valores de unión, esperanza y la
creencia de que a través del traba-
jo duro se puede conseguirlo todo.
En su best seller La audacia de
la esperanza, Obama explica una
frase que pronunció en la Con-
vención Nacional Demócrata en
2004 y que es una de las más re-
cordadas: “No hay una América ne-
gra ni una América blanca ni una
América latina ni una América asiá-
tica. Lo que existe son los Estados
Unidos de América”. Por lo menos
así parecen haberlo vivido ayer dos
millones de personas bajo la fría
mañana de DC. ●