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"Tranquilo, Bobby, tranquilo". El Niágara en Bicicleta. Juan Luis Guerra.

PUNTO DE VISTA
EL CORONOVIRUS NO ES CUENTO CHINO
Por Ricardo Villa Sánchez

Hace un par de días, me quedé dormido, leyéndole un cuento a mi hijo. Me desperté cuando
lo escuché hablar dormido, como que tenía una pesadilla, decía: -Todos pónganse tapabocas,
pónganse los tapabocas. El coronavirus no es cuento chino, hasta a eso hemos llegado, al
influenciar el miedo en todas las edades y capas sociales. Las pandemias de cada década, son
la fase superior del miedo. Se tornan como una paranoia colectiva, la gente pierde hasta el
sentido del humor, no se pueden echar chistes como este meme que vi por ahí: “El señor es
mi Pasteur, nada me contagiará” o en la costa caribe que le dicen al COVID-19: “el abrazo
del Ñeñe”; más bien, hemos entrado en una especie de trance de pánico colectivo frente a
cualquier riesgo, que lleva a parar los países, la economía, la interacción social.
La pandemia del coronavirus, ha servido para todo: para “coronar” la mejor cortina de humo
que posibilite tapar bocas frente a escándalos de fraudes electorales, de hechos de corrupción,
para esconder crisis económicas y políticas, hasta para evitar la movilización social y
entorpecer el derecho de reunión; para alimentar brotes de xenofobia y sacar a inmigrantes o
impedir su entrada; para aplazar eventos, cerrar aeropuertos y parques temáticos, televisar
certámenes deportivos, a puerta cerrada; para declarar emergencias sanitarias que pongan el
tema, casi con paranoia, hasta en las cocinas de las casas; para aumentar el consumismo de
productos altamente contaminantes ─¿Alguien se ha preguntado cuánto demora en
degradarse un tapabocas o los recipientes de plástico, muchos de un solo uso, del famoso gel
anti bacterial?─; para que se caigan bolsas de valores, o se dispare el dólar se disparó, que en
Colombia ya supera los 4000 pesos, bien por los exportadores y mal para la deuda eterna.
Así como la pandemia, ha coadyuvado a desviar la atención sobre incomodos asuntos,
también ha afectado sectores productivos como el turismo, además de evidenciados dilemas
de la humanidad, como, por ejemplo, la imposibilidad de la gente que se desempeña en la
informalidad o a destajo precario, para parar o entrar en cuarentena o dejar de usar el
transporte público masivo ─Si no trabajan, no comen─; los límites a la libertad expresión o
a la intimidad; la falta de controles para el ingreso de personas y de productos con alto riesgo
de traer infecciones al país; los graves problemas del sistema de salud público para atender
esta contingencia o el riesgo al que se ve sometida la gente; las prioridades de la investigación
básica y de la inversión social en salud; entre otros, los efectos del pánico y los daños que
apareja.
La promoción y prevención en salud pública, debe llevar a que la gente acepte y ponga en
práctica las recomendaciones y medidas. Además, a que la mayoría se cuide en sus casas con
todas las precauciones, para que el sistema de salud se oriente a atender los casos letales, así
como se evite la propagación del virus. También, es clave que, desde la institucionalidad, se
controlen las noticias falsas y rumores que distraen la atención sobre el real problema, al final
de cuentas que sería encontrar el antídoto, evitar la pandemia y atender a los contagiados,
con los tratamientos adecuados. Ojalá podamos como sociedad salir de esta crisis,
fortalecidos en la justicia social en salud, para que se pueda hacer de todo, sin tapabocas,
hasta votar, de manera libre, por la alternativa de sus preferencias.

@rvillasanchez

Santa Marta, viernes 13 de marzo de 2020.

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