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Jacqueline González Vargas

Literatura e interdisciplinariedad

Dra. Ester Bautista Botello

Las otras, el sector sin nombre y sin presencia

El siglo XXI y particularmente el 2019 pueden ser tomados como espacios de impulso al
cambio y de revolución, aunque si es drástico para algunos, podemos tomarlo entonces
como el aparente inicio de una serie de movimientos que buscan justicia, derechos y
respeto, direccionado a diferentes elementos y cantidades, pero siempre con las mismas
metas. Estos movimientos toman su energía del cansancio que causa el silenciamiento y el
rechazo, pero sobre todo la violencia. Uno de los movimientos que salta a la vista, es el
feminismo. Este colectivo que ha dado de tanto que hablar a finales del año busca entre
muchas otras cosas dar voz al cuerpo y a las experiencias femeninas, por no decir que busca
liberarse del machacón poder del macho para finalmente ser vistas y consideradas como
seres pensantes y capaces. Las formas de denuncia del colectivo varían de acuerdo a la
plataforma que posee la denunciante o en su defecto, de acuerdo a las maneras en que las
acusaciones son escuchadas. Una manera de esparcir estos testimonios quizás es la
literatura.

El poema en verso Las otras publicado por Jimena González en el libro Tsunami, es uno de
esos textos que fungen como denuncia de las desgracias que cubren a la mujer mexicana
como parte de una sociedad machista y un ambiente familiar predominantemente
tradicional. Entre algunos asuntos que denuncia, son los casos de violencia sexual, el
silenciamiento y el aislamiento. Con certeza de lenguaje y precisión verbal da un recuento
de cómo la mujer como parte de un organismo siempre queda supeditada no sólo a un
nombre sino también a una voz masculina.

Tomando en cuenta la diversidad temática que aborda el poema, son tres las visiones desde
las que se puede hacer un análisis cabal del texto y las tres forman parte de este extenso
universo que llamamos estudios de género. Sin embargo, estas visiones pueden comprender
un análisis mucho más extenso y valioso si se conjuntan, aunque eso representaría una
labor titánica. El primer enfoque que puede tomar es el de la voz femenina, el cual es
bastante evidente si se tiene un poco de astucia al leer, puesto que a lo largo del texto esa es
la búsqueda principal, dar voz a la queja femenina. Así pues, se puede comenzar por ver
como lo largo de la historia se ha conformado una idea de voz femenina y qué es lo que
fundamenta esta idea. Entonces se tendrían que tener en cuenta un sinfín de detalles tanto
históricos como literarios, tales como cuando fue la primera vez que una mujer pudo asumir
la autoría de un texto o cuales eran fundamentalmente los roles desempeñados por los
personajes femeninos en diferentes obras literarias. Considero tales detalles como
importantes debido a la ambigüedad que siempre representa la labor de definir lo
fundamentalmente ontológico de cualquier asunto y en este caso la dificultad aumenta si se
considera la categoría recién instaurada de lo no binario. Es decir, la pregunta principal
sería, ¿qué es lo que define a una voz como femenina?, puesto que es evidente que por
décadas se creyó que los únicos que debían tener derecho a la palabra eran los hombres y
este precepto se cumplió casi en su totalidad. Fue un hecho casi integro de no ser por las
pocas mujeres que lograron publicar bajo pseudónimos masculinos o los nombres de sus
esposos y de las cuales pocos estaban enterados. Lo que entonces refuerza la pregunta, la
cual no busca ser insidiosa sino encontrar un elemento común que identifique una voz
femenina como tal y que la diferencie de las voces pseudomasculinas que ocultan a una
mujer reprimida. Esta idea es particularmente útil si tomamos en cuenta que desde el título
del texto de Jimena González se denuncia no sólo el silenciamiento sino también la idea del
nombre, puesto que aquello que no es nombrado difícilmente es aludido. Y González
construye el texto precisamente alrededor de la idea de que las mujeres valen tan poco en
esta sociedad que apenas y son nombradas, por lo que el ganarse un nombre propio
significa también ganarse una voz. Y tomándome cierta licencia me permitiría decir que
quizás algunas de las características más propias de estas voces son las preocupaciones que
irradian y las perspectivas que toman. Un ejemplo tomado directamente del texto que
podría servir a este propósito sería el siguiente verso: “escribo para enseñarles a gritar” 1
(González, 137). En este fragmento es posible ver una preocupación evidente por sacar del

1
González, Jimena. «Las otras.» (edición y prólogo)Jauregui, Gabriela. Tsunami. Ciudad de México: Sexto
Piso, 2018. 131-140.
silencio y el sometimiento, es algo que al menos en este siglo pocos hombres por no decir
ninguno pensaría, al menos no bajo los mismos términos.

De la mano con la idea de las supuestas voces pseudomasculinas tendríamos que presentar
la siguiente perspectiva de estudios, que sería la subalternancia o los mecanismos de
subalternidad. Y esto funciona gracias a que es otro de los elementos más importantes
sobre los que gira el texto. Esta idea puede ser asumida incluso desde la lectura del título
puesto que no es los otros ni el otro, tampoco está aludiendo a un grupo reducido sino que
está segregado a toda la colectividad femenina. Si hacemos este somero análisis por
eliminación, si se está apartando a las mujeres como una otredad casi indeseable, del lado
contrario tendría que estar un ente masculino, al menos en un primer momento. Esta teoría
se comprueba al menos en este texto durante los primeros versos, particularmente en el
siguiente: “Las mujeres de mi familia, / familia de mi padre/ siempre son «las otras» / no
tienen nombre propio;”2(González, 135). Lo que se puede ver en la cita es que todas las
mujeres son reducidas a una extensión del patriarca, no obstante es una extensión tan poco
relevante que ni siquiera merece ser nombrada. Para hacer un análisis más profundo y
detallado de estos elementos se tendría que profundizar en las categorías en las que se
organizan las distintas masculinidades, desde las hegemónicas hasta las subalternas, que
son las que más interesan en este caso. Una vez explicitas estas categorías se tendrían que
identificar en el texto, lo cual es bastante sencillo gracias al tratamiento que le da la autora
y a la desafortunada realidad que retrata. Hay elementos muy claros que pueden ser útiles
para este estudio como las señales de sometimiento económica, sexual y hasta social o la
supeditación en cuanto a lo a un nombre o a una existencia. Es importante analizar esto
puesto que representa uno de los elementos más importantes en cuanto a la construcción del
género femenino dentro de la sociedad latinoamericana, particularmente. Para este análisis
se podrían consultar los textos que provee la Oxford University Press reunidos por Gayatri
Charavorty Spiva y compilados en 1988 bajo el título de Selected Subaltern Studies3.

2
González, Jimena. «Las otras.» (edición y prólogo)Jauregui, Gabriela. Tsunami. Ciudad de México: Sexto
Piso, 2018. 131-140.

3
Spivak, G.C. « Selected Subaltern Studies. » New York: Oxford University Press, 1988.
El tercer y último enfoque que se le puede dar al texto, es el de la sororidad. Debemos
entender este concepto como la hermandad entre mujeres, la cual busca mantener una
unidad en la lucha contra los actos y tradiciones nocivos del patriarcado (Legarde y de los
ríos) 4 Para tomar esta visión como apoyo en el análisis del texto Las otras, es primordial
consultar las diferentes definiciones existentes e incluso tener conocimiento de las formas
en que las colectividades feministas se sirven de ellas. En el caso de este texto existen
distintos elementos que permiten la relación con la sororidad, como la expresión de la
necesidad de levantar la voz ya no como una búsqueda personal de emitir una denuncia
sino como una forma de dar voz a aquellas mujeres que nunca pudieron hablar sobre sus
testimonios. Pareciera que el texto a partir de una perspectiva de la organización familiar
busca mostrar la realidad social de la mujer, por lo que no sólo quiere dar voz a las mujeres
silenciadas de su familia sino a todas las mujeres.

Tomando en cuentas las diferentes perspectivas propuestas para hacer un análisis


intertextual sobre el texto Las otras, escrito por Jimena González se puede concluir en un
primer momento que el texto es abundante en temáticas a pesar de su corta extensión, se
logran conjugar muchas de las preocupaciones del colectivo feminista en un texto que no
sólo es disfrutable sino que también invita a la reflexión de cuestiones tremendamente
arraigadas en la normalidad latinoamericana. Es por eso que me aventuro a catalogarlo
como un texto completo.

En cuanto a los enfoques, las probabilidades son amplias y se pueden enlazar en un estudio
profundo de los principales problemas de la sociedad heteropatriarcal. La presentación de la
voz femenina como un elemento marginado revela la verdadera reducción en la escala de
importancia de la misma. Es decir, muestra como hasta en los organismos más locales la
mujer siempre se ve reducida y supeditada a una voz mayor que siempre es de origen
masculino. Y dentro de esta relación jerárquica la voz masculina no solo es la que tiene
acceso a la comunicación, también es aquella que decide y actúa sobre sus masculinidades
alternas y sobre la mujer. Dentro del texto de González, se presentan estos elementos e
incluso se buscan contrarrestar de alguna forma de la mano de la sororidad.

4
Lagarde y de los Ríos, Marcela. «Sororidad». En Diccionario de estudios de género y feminismos.
Coordinado por Susana Gamba, con la colaboración de Tania Diz, Dora Barrancos, Eva Giberti y Diana Maffía,
305-311. Buenos Aires: Biblos, 2009.

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