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COMITÉ INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA (CICR)

Historia

Desde su fundación en 1863, el objetivo único del CICR es prestar protección y asistencia a las
víctimas de los conflictos y enfrentamientos armados, mediante la realización de actividades en
todo el mundo, el fomento del DIH y la promoción del respeto de esta rama del derecho por parte
de los Gobiernos y de los portadores de armas. Su historia trata del desarrollo de la acción
humanitaria, de los Convenios de Ginebra y del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la
Media Luna Roja.

El Comité Internacional de la Cruz Roja es una institución fundada en 1863. Independiente y neutral,
el CICR presta ayuda humanitaria a las personas afectadas por los conflictos y la violencia armada, y
promueve la protección de las víctimas de la guerra en el marco de lo establecido en los Convenios
de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales.

El CICR está presente en Colombia desde hace más de 40 años. La relación entre el Estado
colombiano y el CICR se fundamenta en la normativa sobre Derecho Internacional Humanitario y en
la Ley 42 de 1981, por medio de la cual se aprobó el Acuerdo de Sede entre el Gobierno de la
República de Colombia y el Comité Internacional de la Cruz Roja. Adicionalmente, se han adoptado
normas para asegurar la eficacia del trabajo llevado a cabo por el CICR.

La operación del CICR en el país es la más grande en América, y se concentra en la protección de la


población civil, asistencia a los desplazados y a las personas afectadas por el conflicto, ayuda a la
población afectada por la contaminación de armas, apoyo a los familiares de desaparecidos, visita a
detenidos, promoción del DIH y cooperación con la Cruz Roja Colombiana y otros miembros del
Movimiento Internacional de la Cruz Roja, entre ellos, la Media Luna Roja en Colombia.

En consideración a la importante labor cumplida por el CICR, el Estado ha basado su relación con él
en la confianza y en el respeto de los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad,
independencia, voluntariado, unidad y universalidad.

El Comité que más tarde sería el Comité Internacional de la Cruz Roja se reunió por primera vez en
febrero de 1863, en Ginebra, Suiza. Entre sus cinco miembros había un hombre del lugar llamado
Henry Dunant, quien un año antes había publicado un libro con el cual hizo campaña, Recuerdo de
Solferino, en el que hacía un llamamiento para mejorar la asistencia a los soldados heridos en
tiempo de guerra.

A finales de año, el Comité había congregado a representantes para convenir, según la propuesta
de Dunant, en el establecimiento de Sociedades Nacionales de socorro a fin de que fueran auxiliares
de los servicios sanitarios de los ejércitos. Y, en agosto de 1864, persuadió a los Gobiernos a que
aprueben el primer Convenio de Ginebra. Por ese tratado los ejércitos tenían la obligación prestar
asistencia a los soldados heridos, independientemente del bando al que pertenecían, y se introdujo
un emblema uniforme para los servicios sanitarios: una cruz roja sobre fondo blanco.

El cometido del CICR era al principio el de coordinar. Pero, paulatinamente, se iba implicando más
en las actividades operacionales sobre el terreno, en tanto que descollaba la necesidad de un
intermediario neutral entre los beligerantes. Los siguientes 50 años, el CICR expandió su labor, en
tanto que se iban estableciendo las Sociedades Nacionales (la primera, en el estado alemán de
Württemberg, en noviembre de 1863) y se adaptó el Convenio de Ginebra para incluir la guerra en
el mar.

Primera Guerra Mundial, 1914-1918

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, basándose en la experiencia adquirida en otros


conflictos, el CICR abrió una Agencia Central de Prisioneros de Guerra, en Ginebra, cuya finalidad
era restablecer el contacto entre los soldados capturados y sus familiares.

Siguió innovando: sus visitas a los prisioneros de guerra aumentaron durante este período; intervino
acerca del uso de armas que causan sufrimientos excesivos: en 1918, hizo un llamamiento a los
beligerantes para que renuncien al uso del gas mostaza. Ese mismo año, en Hungría, visitó por
primera vez a prisioneros políticos.

Las mismas Sociedades Nacionales emprendieron una movilización sin precedentes, en la cual
voluntarios dirigían los servicios de ambulancia sobre campo de batalla y prestaban asistencia los
heridos en los hospitales. Para la Cruz Roja de muchos países, era su hora más pura.

1918-1939

Después de la guerra, muchas Sociedades Nacionales consideraron que, con el advenimiento de la


paz y las esperanzas de un nuevo orden mundial, el cometido de la Cruz Roja tenía que cambiar. En
1919, fundaron la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, prevista como el futuro órgano de
coordinación y de apoyo para el Movimiento. Pero los conflictos durante los decenios de 1920 y de
1930 pusieron de relieve la necesidad de un intermediario neutral, y el CICR siguió activo, cada vez
más fuera de Europa (Etiopía, América del Sur, Lejano Oriente) y en las guerras civiles
(especialmente en España).

En 1929, el CICR persuadió a los Gobiernos a que aprueben un nuevo Convenio de Ginebra, a fin de
prestar mayor protección a los prisioneros de guerra. Pero, a pesar de las evidentes amenazas
mayores que entrañaba la guerra moderna, no pudo lograr a tiempo que convinieran en nuevas
leyes para proteger a los civiles, para prevenir las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial.

Segunda Guerra Mundial, 1939-1945

En la Segunda Guerra Mundial se registró una gran expansión de actividades, cuando la Institución
intentó obrar para prestar asistencia y proteger a las víctimas de todos los bandos. El CICR y la Liga
trabajaron conjuntamente para enviar socorros en todo el mundo, en favor de prisioneros de guerra
y de la población civil. Los delegados del CICR visitaron a prisioneros de guerra en todo el mundo y
ayudaron en el intercambio de millones de mensajes de Cruz Roja entre familiares. Durante años,
tras la guerra, el CICR gestionó solicitudes de noticias acerca de familiares desaparecidos.

Sin embargo, en este período también se registró el mayor fracaso del CICR: su falta de acción en
favor de las víctimas del Holocausto y otros grupos perseguidos. Carente de una base jurídica
específica, vinculado por sus procedimientos tradicionales y trabado por sus vínculos con la clase
política suiza, fue incapaz de tomar una acción decisiva o manifestarse públicamente. Se dejó a los
delegados del CICR que hicieran por su cuenta lo podían para salvar a grupos de judíos.
Desde 1945

Desde 1945, el CICR, ha continuado instando a los Gobiernos a que fortalecieran el derecho
internacional humanitario, y lo respeten. Ha intentado afrontar las consecuencias de índole
humanitaria de los conflictos que marcaron un hito en la segunda mitad del siglo XX, comenzando
por Israel y Palestina, en 1948.

En 1949, tras iniciativa del CICR, los Estados acordaron examinar los tres Convenios de Ginebra
vigentes (que versan sobre los heridos y los enfermos en el campo de batalla, las víctimas de la
guerra en el mar y los prisioneros de guerra) y añadir un cuarto Convenio, a fin de proteger a los
civiles que viven bajo el control del enemigo. En los Convenios se dispone el cometido principal del
CICR en situaciones de conflicto armado.

Y en 1977, se aprobaron dos Protocolos adicionales a los Convenios. El Protocolo I es aplicable en


conflictos armados internacionales; el segundo, en conflictos internos, un progreso importante. En
los Protocolos también se sentaron normas relativas a la conducción de las hostilidades.

Desde 1863, el CICR –tres veces galardonado con el premio Nobel de de la paz– se ha desarrollado
de manera insospechada para sus fundadores. Sin embargo, su perspectiva es la misma: prestar
asistencia, y procurar proteger, a las víctimas de la guerra y de la violencia interna.

VIOLENCIA SEXUAL EN NIGERIA: VIDAS ABANDONADAS A CAMBIO DE LA SUPERVIVENCIA

El hombre le pagaba a Yagana por sexo dos veces por semana. Solo se detuvo cuando la dejó
embarazada.

ARTÍCULO 05 FEBRERO 2020 NIGERIA REINO UNIDO

"No lo vi más desde entonces. Me dijo que el bebé no era suyo y no me ofreció ningún tipo de
ayuda", dijo Yagana. *

Nos encontramos con Yagana, de 36 años de edad, en un pequeño puesto de la Cruz Roja en uno de
los campamentos que proliferan en Maiduguri para personas que quedaron sin hogar a causa del
conflicto. Es una mujer tenaz y segura de sí misma.

La historia de Yagana comienza en 2015, cuando grupos armados atacaron su pueblo al noreste de
Nigeria. En medio de los disparos, tomó a sus hijos y huyó.

Su marido fue asesinado y Yagana quedó sola, a cargo de sus hijos en el viaje a través de la tierra
salvaje.

"No pude llevarme ninguna pertenencia. Ni siquiera tuve tiempo para cerrar con llave la puerta de
mi casa", relató Yagana.

Maiduguri es la capital del estado de Borno. El lema del estado, "Borno, hogar de la paz", se lee en
emblemas en señales de tráfico y placas de vehículos.
Sin embargo, en esta zona de Nigeria, no se ha sentido la paz durante diez años. La historia que
relatamos hoy no trata sobre la paz, sino sobre la pérdida: de la vida, del hogar y de la dignidad.

Hay decenas de campamentos esparcidos por la ciudad para quienes huyen de la violencia en busca
de refugio. Uno de ellos ha sido el hogar de Yagana durante los últimos cuatro años.

"Estaba muy aliviada por haber conseguido refugio, pero entonces, mi primera preocupación fue
cómo conseguir alimentos. ¿Dónde conseguiré comida para alimentar a mis hijos?", comentó
Yagana.

Alrededor de dos millones de personas se desplazan en el noreste de Nigeria a raíz del conflicto;
Maiduguri ha alojado a más de un cuarto de millón de personas. Los alimentos suelen escasear en
los campamentos.

"Estaba desesperada, sufríamos mucho. Tenía que hacer lo que fuese necesario para conseguir
alimentos y ropa para mis hijos. No había otra forma", relató Yagana en voz baja, como si todas las
personas en el campamento la estuviesen escuchando.

"Vi cómo otras mujeres que dormían con hombres por dinero quedaban embarazadas y descartaban
al bebé cuando nacía.

Quería quedarme con mi bebé. A pesar de ser un embarazo no planificado, lo crie".

Un silencio penetrante permanece el aire cuando dispara sus palabras: sexo a cambio de dinero,
embarazos no deseados, bebés descartados, vidas pedidas. Todo sea por sobrevivir.

Sobrevivir

La violencia sexual es frecuente en el noreste de Nigeria. Tanto el conflicto como el desplazamiento


resultante exacerban los riesgos y las consecuencias.

La violencia sexual se define como un acto de naturaleza sexual que se impone por la fuerza o
amenaza de fuerza, o por coacción. Incluye la violación, la esclavitud sexual, el embarazo forzado y
las relaciones sexuales transaccionales, entre otros actos.

Sin embargo, es difícil medir el alcance (el número de casos, la evidencia, las consecuencias). Las
víctimas de violencia sexual son estigmatizadas, por lo que generalmente prefieren permanecer en
silencio y el crimen se vuelve invisible.

"El sexo a cambio de dinero es un medio de supervivencia muy frecuente de las mujeres que habitan
aquí", expresó Fátima*, otra residente del campamento.

"Todas las semanas, se oían de mujeres que daban a luz y descartaban el bebé. Algunas tiraban los
bebés a las letrinas; otras, al basurero".

Fátima es el único sostén del hogar. Tanto su marido como su hijo de diez años de edad están
desaparecidos.

Este es el quinto año de Fátima en el campamento de Maiduguri. Al llegar, Fátima se esforzó por
conseguir alimentos para su familia. Sus hijos salían y mendigaban.
Al igual que Yagana, el sonido de la voz de Fátima disminuye cuando relata lo que sucedió después.
Recuerda cómo los hombres llegaban pidiendo favores sexuales y cómo las mujeres se sentían
obligadas a acceder.

"Satisfacía a diferentes hombres, al azar", relató Fátima, "tenía que encontrar una forma de
alimentar a mis hijos".

¿Cuánto dinero puede esperar ganar una mujer por pasar la noche con un hombre? Entre 200 y 500
nairas, monto que equivale a un dólar estadounidense aproximadamente.

"Recuperé mi dignidad"

Es increíblemente difícil entender qué llevaría a alguien a deshacerse de un recién nacido. La razón
principal suele ser la estigmatización social, en contraposición con las dificultades económicas.

"El estigma social que padecen las mujeres que no están casadas y que tienen relaciones sexuales
con otros hombres es demasiado alto", explicó Fumiko Nakashima, miembro del equipo del CICR
que trabaja en Maiduguri para proteger y ayudar a mujeres en los campamentos.

"No solo deshonra a la mujer, sino también a toda su familia. Son marginadas sociales, y el estigma
se extiende a los niños nacidos fuera del matrimonio."

En 2017, el equipo del CICR en Maiduguri mantuvo conversaciones con personas en un campamento
para determinar las amenazas que enfrentan. Uno de los temas que surgieron fue el de las
relaciones sexuales transaccionales.

Para evitar que las mujeres recurrieran a ellas, el CICR identificó a aquellas que necesitaban apoyo
económico y les entregó dinero en efectivo para que invirtieran en un emprendimiento.

El proyecto piloto inicial ayudó a 100 mujeres en 2017 y 2018. Ahora se extendió para ayudar a otras
500 mujeres que, en su mayoría, había debido recurrir a las relaciones sexuales transaccionales.

Mediante un análisis del proyecto piloto, se observó que ninguna de las mujeres que recibieron
donaciones en efectivo volvió a recurrir a las relaciones sexuales para obtener ingresos.

Tanto Fátima como Yagana se beneficiaron del proyecto piloto inicial. Basándose en la experiencia
de su esposo como comerciante, Fátima invirtió el dinero que recibió en la compra de indumentaria
y calzado infantil para la venta.

"Soy independiente porque ahora gano dinero para mí", manifestó Fátima. "Recuperé el respeto y
mi dignidad como mujer. Lo que hice en el pasado no se repitió.

Yagana invirtió sus cuotas en la compra de bolsas de frijoles del mercado para la reventa.

Obtiene una ganancia de 6.000 nairas (17 dólares estadounidenses) por semana, que divide en tres
partes: un tercio para el ahorro, un tercio para reinvertir en su negocio y el último tercio para su
familia.

"Hoy soy una persona diferente", afirmó Yagana. "Soy fuerte y puedo sostener económicamente a
mi familia con mi trabajo. Espero que otras personas reciban la misma ayuda".
"Fue el hambre lo que me hizo estar con ese hombre. Ya no tengo hambre. Si lo vuelvo a ver, lo
ahuyentaré".

El factor diferencial

Según el equipo del CICR en Maiduguri, algunos hombres que se involucran en relaciones sexuales
transaccionales, no las perciben como "explotación", sino que se ven a sí mismos como proveedores
de la mujer.

Dicho comportamiento debe ser cuestionado, en opinión de Sarah Cotton, responsable de política
mundial del CICR en materia de violencia sexual.

"En estos casos, parecería que las mujeres eligen participar en relaciones sexuales transaccionales,
pero no es una opción libre y hay una clara diferencia de poderes", expresó Sarah.

"El entorno es lo que llamaríamos coercitivo; la situación es profundamente estigmatizante y genera


aislamiento. Mujeres y familias enteras pueden ser condenadas al ostracismo por sus
comunidades".

El CICR utiliza un enfoque multidisciplinario en todo el mundo para ayudar a las víctimas de violencia
sexual en situaciones de conflicto, que abarca la asistencia sanitaria y psicosocial, así como
actividades de subsistencia. Sin embargo, el énfasis debe ser la prevención de la violencia sexual.

Sarah Cotton agregó: "Es responsabilidad de los Estados y de las autoridades prevenir la violencia
sexual en primer lugar, entre otros aspectos, para que las personas nunca se encuentren en la
situación de tener que recurrir a las relaciones sexuales transaccionales para sobrevivir".

"La violencia sexual en las situaciones de conflicto constituye una violación del derecho
internacional humanitario y, por lo tanto, es un crimen de guerra. Es un delito devastador que tiene
consecuencias múltiples. Su prevención debe ser una prioridad absoluta."

* Nombre modificado

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