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Unidad 2: Paso 3 - Funciones del Psicólogo Jurídico

Grupo: 403030_102

Henry Alan Bolivar Toro

Iyeris Bonfante Casanova

Jennifer Martínez

Laura Patricia Pérez

Yulieth Alejandra Rivera

Trabajo Colaborativo presentado como requisito de la asignatura

Acción Psicosocial y Contexto Jurídico

Director(a) del Curso

Olga Lucia Rojas

Tutor(a)

Martha Patricia Peña Diaz

Universidad Nacional Abierta y a Distancia - UNAD

Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades (ECSAH)

Psicología

Cartagena de Indias, D. T. y C.

2019
II

Tabla de Contenido

Pág.

Introducción...................................................................................................................1

1. Objetivos....................................................................................................................2

1.1. Objetivo General.................................................................................................2

1.2. Objetivos Específicos.........................................................................................2

1.2.1. Objetivos Específicos Individuales..............................................................2

1.2.2. Objetivos Específicos Colaborativos...........................................................2

2. Problemática: Violencia Intrafamiliar.........................................................................3

2.1. Definición............................................................................................................3

2.2. Argumentación....................................................................................................8

2.3. Antecedentes....................................................................................................16

2.4. Causas y Consecuencias.................................................................................23

2.4.1. Características particulares del agresor....................................................23

2.4.2. Incapacidad para resolver los conflictos de forma adecuada...................23

2.4.3. Actitudes socioculturales...........................................................................24

2.4.4. Otras Consecuencias.................................................................................24

2.4.4.1. En los menores....................................................................................24

2.4.4.2. En la pareja.........................................................................................25

2.5. Desde qué área de la psicología jurídica debe abordarse y por qué...............28
III

3. Funciones claras y específicas que desarrolla el psicólogo jurídico desde la

problemática, estas funciones deben ser muy bien explicadas......................................30

4. Conclusiones...........................................................................................................37

5. Referencias Bibliográficas.......................................................................................43
1

Introducción

El curso Acción Psicosocial en el Contexto Jurídico (403030) hace parte del campo

de formación Disciplinar del programa de Psicología, el cual le permitirá al estudiante

conocer los componentes teóricos y metodológicos que posibilitan una intervención en

procesos en los cuales hay correlación entre los saberes de la Psicología y el Derecho;

tiene como estrategias el ABP (Aprendizaje Basado en Problemas), y el ABI

(aprendizaje basado en la investigación) puesto que lleva al estudiante a investigar,

analizar y proponer de acuerdo a la situación problémica, una serie de estrategias de

acción psicosocial para resolver la misma, además porque pretende facilitar el análisis

de situaciones problémicas reguladas por la norma jurídica, la comprensión de

procesos en los cuales hay posible vulneración de los Derechos y/o la apropiación de

conocimientos que debe desarrollar un psicólogo jurídico en contextos de posible

trasgresión de la Ley.

El curso es de tipo metodológico de 3 créditos académicos, 16 semanas, 4 fases de

trabajo y 3 unidades teóricas. La primera Unidad orienta hacia la psicología y el

derecho como ciencias sociales, los conceptos de psicología jurídica y el derecho para

profesionales de la psicología. La segunda unidad abarca los temas de los campos de

aplicación de la psicología jurídica y las funciones que desempeña el psicólogo en cada

campo. La última unidad permite ahondar en las acciones que se llevan a cabo en cada

campo y la ética en psicólogo jurídico.


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1. Objetivos

1.1. Objetivo General

Al finalizar el Paso 3, los estudiantes comprenden y analizan los fundamentos

teóricos de un área del saber psicológico como lo es la Psicología Jurídica. De igual

forma conocen los campos de aplicación que hacen parte de la psicología jurídica y las

funciones que desempeña el psicólogo jurídico en cada campo. Logrando profundizar

en la acción psicosocial y los campos de la psicología jurídica que se vinculan con

estos, a fin de identificar las acciones que se implementan en cada campo,

comprendiendo las implicaciones de su actuar.

1.2. Objetivos Específicos

1.2.1. Objetivos Específicos Individuales

 En esta fase cada estudiante debe proponer la selección de uno de los casos

del simulador que tenga relación con el contexto jurídico, y dará sus

argumentos desde esa articulación, explicando de manera contundente esa

relación. Posteriormente el grupo elegirá el caso que considere más

pertinente y mejor sustentado.

1.2.2. Objetivos Específicos Colaborativos

 Los estudiantes indicarán a que campo (s) de aplicación de la psicología

jurídica pertenece la problemática, explicando la elección, pero además

explicará las funciones que puede desempeñar el psicólogo jurídico desde la

problemática. Cada estudiante parte de una propuesta individual, para que al

final puedan llegar a unos acuerdos y elaborar el producto final colaborativo.


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2. Problemática: Violencia Intrafamiliar

2.1. Definición

Sobre la Violencia Intrafamiliar, la (Corte Constitucional, Sala Plena, C-368/14)

afirma:

La Sala considera que existe un deber especial de protección a la familia y, dentro

de ella, a quienes por alguna condición son más vulnerables y requieren de medidas

de protección reforzada. Señaló que la unidad y armonía familiar deben ser

salvaguardados, entre otras medidas, a través del ejercicio del poder sancionatorio

del Estado conforme al artículo 42 de la Constitución, por lo cual el Estado está

obligado a consagrar una normativa que permita investigar y sancionar cualquier tipo

de violencia al interior de la familia. Para tal efecto el legislador tiene la potestad de

tipificar como delito las diversas formas de violencia que vulneran la unidad y

armonía familiar e incrementar como medida de política criminal los límites punitivos

fijados para el delito de violencia familiar descrito en el artículo 229 del Código

Penal, modificado por el artículo 33 de la Ley 1142 de 2007. Sobre el principio de

legalidad la Sala señala que para determinar en cada caso concreto, si se configura

o no el verbo rector del tipo penal, es decir, el maltrato físico o psicológico, debe

atenderse a lo dispuesto en los artículos 18 de la Ley 1098 de 2006, relativo al

maltrato infantil, y los artículos 2 y 3 de la Ley 1257 de 2008, sobre violencia física y

psicológica. Y señaló que, como lo ha indicado la Corte en sentencia C- 674 de

2005, por violencia intrafamiliar puede entenderse todo daño o maltrato físico,

psíquico, trato cruel, intimidatorio o degradante, amenaza, agravio, ofensa o

cualquier otra forma de agresión contra el natural modo de proceder, con ímpetu e
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intensidad extraordinarias, producida entre las personas que de manera permanente

se hallaren integrados a la unidad doméstica, aunque no convivan bajo el mismo

techo. Conducta que para ser penalizada conforme al artículo demandado, requiere

que la violencia sea cual fuere el mecanismo para infligirla, sea antijurídica porque

trae como consecuencia la afectación y desestabilización de la unidad y armonía

familiar. Igualmente considera la Sala que la expresión “siempre que la conducta no

constituya delito sancionado con pena mayor” del artículo 229 del Código Penal

respeta el principio de taxatividad penal, porque no genera ambigüedad sobre

ninguno de los elementos del tipo penal de violencia intrafamiliar, en particular, no

hace indeterminada o lleva a la confusión sobre la consecuencia punitiva, pues

constituye en realidad un criterio al cual deben acudir los funcionarios judiciales al

momento de realizar el proceso de adecuación típica de la conducta sometida a

investigación y juicio en cada caso concreto. Para la Sala que esta elevación de los

límites punitivos no contradice los principios de proporcionalidad y razonabilidad

porque es un mecanismo adecuado para prevenir y reprimir los actos de maltrato en

la familia que, atendiendo a su incremento y reiteración, han sido considerados por

el legislador como una situación que afecta ostensiblemente la convivencia pacífica.

Además, las penas fijadas para el delito de lesiones personales en sus distintas

modalidades no constituyen un parámetro de comparación para determinar la

proporcionalidad de la pena fijada para el delito de violencia intrafamiliar que busca

proteger a la familia, como bien jurídico distinto a la integridad personal y elemento

fundamental de la sociedad, e incluye dentro de las conductas constitutivas de la

infracción muchos otros comportamientos diferentes a causar daño en el cuerpo o en


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la salud. Indica la Sala que aún en los casos en que los actos de violencia

intrafamiliar ocasionen, entre otros efectos, daños en el cuerpo o en la salud, no

existe identidad entre el comportamiento que configura violencia familiar y las

lesiones personales pues la condición del sujeto activo del punible – con quien la

víctima tiene una relación derivada de la pertenencia al mismo núcleo familiar- es

una circunstancia que permite diferenciar los dos delitos y que justifica el

establecimiento de consecuencias punitivas diversas por parte del legislador. En

este orden, no hay violación del principio de igualdad cuando se trata de conductas

que no son equiparables. (p.1-2)

En el mismo sentido; sobre las características de la Violencia Intrafamiliar la misma

(Corte Constitucional, Sala Plena, C-368/14) ha afirmado:

Sobre las características del tipo penal consagrado en el artículo 229 del Código

Penal, en sentencia C-029 de 2009, dijo la Corte: “El legislador, dentro de su libertad

de configuración, ha decidido estructurar un tipo penal orientado a sancionar, cuando

ocurren en el ámbito familiar, conductas de violencia física o sicológica que no tienen

la entidad necesaria como para integrarse en los tipos que, de manera general,

protegen bienes como la vida, la integridad personal, la libertad, la integridad y la

formación sexuales, o la autonomía personal, y de acuerdo con su tenor literal, las

medidas previstas en las normas acusadas se desenvuelven en el ámbito de la

protección integral a la familia, por cuanto lo que se pretende prevenir, es la violencia

que de manera especial puede producirse entre quienes, de manera permanente,

comparten el lugar de residencia o entre quienes, de manera quizá paradójica, se

encuentran más expuestos a manifestaciones de violencia en razón de la relación de


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confianza que mantienen con otra persona, relación que, tratándose de parejas,

surge del hecho de compartir un proyecto de vida en común, situación que también

se presenta en el ámbito de las parejas homosexuales, da lugar a un déficit de

protección porque ignora una realidad que, para los supuestos previstos por el

legislador, puede aspirar a un nivel equivalente de protección al que se brinda a los

integrantes de la familia”. Se trata entonces de un tipo penal con sujeto activo y

pasivo calificado, por cuanto miembros de un mismo núcleo familiar o que puede ser

realizado también por la persona encargada del cuidado de la víctima en su domicilio

o residencia. Al efecto, cabe precisar que de acuerdo con la descripción típica la

pertenencia al mismo núcleo familiar o encargado del cuidado en el ámbito

doméstico no restringe la adecuación típica a que el evento de violencia suceda en

el lugar donde reside la víctima, o señalado como habitación familiar, sino que

constituye el elemento calificador del sujeto activo, no descriptivo o normativo de la

conducta punible. Además, el delito de violencia intrafamiliar se configura cuando se

realiza el verbo maltratar (el que maltrate física o sicológicamente). De otra parte,

para la adecuación típica del delito de violencia intrafamiliar, como lo enseña la

teoría del delito, es necesaria la existencia de antijuridicidad material en la conducta.

Señala el artículo 11 de la Ley 599 de 2000. “Antijuridicidad. Para que una conducta

típica sea punible se requiere que lesione o ponga efectivamente en peligro, sin justa

causa, el bien jurídicamente tutelado por la ley penal.” En este caso, el bien jurídico

tutelado por el tipo penal definido en el artículo 229 de la Ley 599 de 2000 es la

familia, de tal forma que si la violencia, sea cual fuere el mecanismo para infligirla,

trae como consecuencia la afectación de la unidad y armonía familiar, rompe los


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vínculos en que se fundamenta esta estructura esencial de la sociedad, habrá

antijuridicidad, elemento necesario para sancionar penalmente la conducta, por

cuanto no es la integridad física el bien jurídicamente protegido por este infracción

penal. (p.10-11)

Así, La violencia doméstica o violencia intrafamiliar es un concepto utilizado para

referirse a “la violencia ejercida en el terreno de la convivencia familiar o asimilada, por

parte de uno de los miembros contra otros. contra alguno de los demás o contra ellos”.

Por consiguiente, se considera como toda acción u omisión cometida en el seno de

la familia por uno o varios de sus miembros que de forma permanente ocasione daño

físico, psicológico o sexual a otros de sus miembros, que menoscabe su integridad y

cause un serio daño a su personalidad y/o a la estabilidad familiar. En las familias se

han reconocido diversas formas de vivir la violencia. La violencia física es considerada

como toda lesión física o corporal que deja huellas o marcas visibles; ésta incluye

golpes, bofetadas, empujones, entre otras. La violencia psicológica se refiere al

hostigamiento verbal entre los miembros de la familia a través de insultos, críticas

permanentes, descréditos, humillaciones, silencios, entre otras; es la capacidad de

destrucción con el gesto, la palabra y el acto. Esta no deja huellas visibles inmediatas,

pero sus implicaciones son más trascendentes. Se considera violencia sexual a la

imposición de actos de orden sexual por parte de un miembro contra la voluntad de

otro. Este tipo de violencia incluye la violación marital. En la literatura se expresan otras

formas de violencia como el abandono y la negligencia en los cuidados, dado por la

falta de protección y cuidados de los miembros de la familia que lo requieran, la falta de

respuesta a las necesidades de contacto afectivo y estimulación cognitiva, falta de


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atención, descuido en la alimentación y vestuario necesario. Todas estas formas de

violencia pueden ser ejercidas por cualquier miembro de la familia independientemente

de su edad, raza o sexo, pudiendo ser a la vez agente o víctima de la violencia. Según

la literatura los grupos más vulnerables son los niños, mujeres, ancianos y

discapacitados.

Como se ha dicho anteriormente, por violencia intrafamiliar puede entenderse todo

daño o maltrato físico, psíquico, trato cruel, intimidatorio o degradante, amenaza,

agravio, ofensa o cualquier otra forma de agresión contra el natural modo de proceder,

con ímpetu e intensidad extraordinarias, producida entre las personas que de manera

permanente se hallaren integrados a la unidad doméstica, aunque no convivan bajo el

mismo techo. La cual trae como consecuencia la afectación y desestabilización de la

unidad y armonía familiar.

A manera de síntesis, todo aquello que genere o cause la afectación y

desestabilización de la unidad y armonía familiar por parte de uno o más de sus

integrantes es considerado violencia intrafamiliar.

2.2. Argumentación

Sobre la Violencia contra la Mujer, la (Corte Constitucional, Sala Octava de Revisión,

T-311/18) argumenta:

En primer lugar, como asunto de inexorable estudio a la hora de resolver las

demandas de mujeres que afirman haber sido víctimas de algún tipo de violencia, la

Sala debe abordar las exigencias constitucionales e internacionales -bloque de

constitucionalidad-, previstas para superar una problemática centenaria persistente.


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Por su parte, la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la

violencia contra la mujer "Convención de Belem do Pará" estableció para la región

americana que la violencia contra la mujer debe entenderse como “cualquier acción

o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico,

sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. La

jurisprudencia expedida en la región americana no solo ha aceptado que las

diferentes expresiones de violencia contra la mujer son el resultado de la

discriminación por el género, sino que también ha admitido que la asignación de

estereotipos y la resistencia a la modificación de los roles históricamente asignados

por el género, además de alentar las agresiones, deben considerarse gestos que, en

sí mismos, son formas de violencia: “En similar forma, el Tribunal considera que el

estereotipo de género se refiere a una pre-concepción de atributos o características

poseídas o papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y mujeres

respectivamente. Teniendo en cuenta las manifestaciones efectuadas por el Estado,

es posible asociar la subordinación de la mujer a prácticas basadas en estereotipos

de género socialmente dominantes y socialmente persistentes, condiciones que se

agravan cuando los estereotipos se reflejan, implícita o explícitamente, en políticas y

prácticas, particularmente en el razonamiento y el lenguaje de las autoridades de

policía judicial, como ocurrió en el presente caso. La creación y uso de estereotipos

se convierte en una de las causas y consecuencias de la violencia de género en

contra de la mujer.” El Estado colombiano, que no ha sido ajeno a esta realidad y a

estos antecedentes, se ha sumado a los esfuerzos mundiales por erradicar toda

forma de violencia de género y cumpliendo esa meta se tiene que uno de los
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primeros y principales referentes internacionales que orienta tanto la actividad

normativa como la gobernanza interna es la "Convención sobre la eliminación de

todas las formas de discriminación contra la mujer", adoptada por la Asamblea

General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 y firmada en

Copenhague el 17 de julio de 1980, aprobada en Colombia con la Ley 51 de 1981.

Por su parte, la normativa interna, recogiendo la definición de violencia contra la

mujer establecida en la “Convención de Belem do Pará”, agregó que dicho concepto

también incluye el daño “económico o patrimonial por su condición de mujer, así

como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la

libertad”. Esta normativa explicó que “de conformidad con lo estipulado en los Planes

de Acción de las Conferencias de Viena, Cairo y Beijing, por violencia económica, se

entiende cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control

abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón

de su condición social, económica o política. Esta forma de violencia puede

consolidarse en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales o en las

económicas.” Como puede verse, el objetivo de eliminar la discriminación y toda

forma de violencia en contra de la mujer implica considerar que el Estado, en virtud

de su naturaleza y funciones, tenga un papel principal y preponderante. (p.18-23)

Además, respecto a la Violencia Intrafamiliar y su relación con la Protección de la

Familia y de la Mujer, la (Corte Constitucional, Sala Octava de Revisión, T-311/18)

expresa:

Como se indicó en precedencia, la tipificación de la violencia como delito no solo en

contra de la mujer sino de la familia deviene del imperativo establecido en el artículo


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42 superior, según el cual esta institución debe asumirse como el núcleo

fundamental y básico de la sociedad, en esa medida, por tratarse de uno de los

bienes sociales más sensibles e importantes para asegurar una vida en comunidad

realmente pacífica, su respeto no solo está en cabeza del Estado, sino que hace

parte de los deberes ciudadanos. Esa premisa impone considerar que cualquier

daño y/o desequilibrio que sufra la familia irradia al resto de la sociedad y, a la vez,

su adecuado desarrollo redunda en beneficio del resto de la comunidad. En efecto,

el derecho internacional, en las declaraciones, pactos y convenciones sobre

derechos humanos, civiles, sociales y culturales, se refiere a la familia como ‘el

elemento natural y fundamental de la sociedad’ y le asigna a los estados y a la

sociedad la responsabilidad de protegerla y asistirla. Tal consideración aparece

contenida, entre otros instrumentos internacionales, en la Declaración Universal de

Derechos Humanos (art. 16), en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y

políticos (art. 23), en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y

Culturales (art. 10°) y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto

de San José de Costa Rica- (art. 17); los cuales se encuentran incorporados a

nuestro derecho interno por haber sido suscritos, aprobados y ratificados por el

Estado colombiano”. En la sentencia C-022 de 2015[81] la Corporación señaló que

“(…) el régimen de la familia en el ordenamiento jurídico colombiano, se rige por los

siguientes preceptos constitucionales: (i) la consagración de principio fundamental

del Estado la protección de la familia como institución básica de la sociedad (CP.,

art. 5); (ii) el reconocimiento de que todas las personas nacen libres e iguales y que

el origen familiar no puede ser factor de discriminación (CP., art. 3); (iii) el derecho
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de las personas a su intimidad familiar y el deber del Estado de respetarlo y hacerlo

respetar (CP., art. 15); (iv) la garantía del derecho de la familia a no ser molestada,

salvo que medie mandamiento escrito de autoridad competente con las formalidades

legales y por motivo previamente definido en la ley (CP., art. 28); (v) la garantía de la

no incriminación familiar, al señalar que nadie podrá ser obligado a declarar contra sí

mismo o contra su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto

grado de consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil (CP., art. 33); (vi) la

imposición al Estado la obligación de apoyar de manera especial a la mujer cabeza

de familia (CP:, art. 43); (vii) el derecho fundamental de los niños el tener una familia

y no ser separado de ella (CP., art. 44); y (viii) el reconocimiento a los adolescentes

del derecho a la protección y a la formación integral (CP., art. 45) (…)”. Ahora bien,

la familia se erige sobre lazos afectivos y el trabajo conjunto, los cuales, a su vez,

son elementos indispensables de su fortalecimiento colectivo y además

presupuestos del crecimiento personal de cada uno de los individuos que la

componen. Bajo la comprensión de que la familia no solo es baluarte de la sociedad,

sino también del individuo mismo, se hizo necesario desarrollar un esquema de

garantías que debe ser observado por el Estado con el fin de impulsar el desarrollo

adecuado de las familias, así como un modelo de deberes y prohibiciones en cabeza

de cada uno de sus miembros. De acuerdo con esas premisas y en virtud de la

aplicación del principio de solidaridad, la Constitución y la ley establecieron

obligaciones de protección integral, alimentarias y sociales. Con especial

preponderancia, el plexo normativo Superior incluyó como parámetro orientador del

desarrollo y salvaguarda de la familia la prohibición de cualquier forma de violencia


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al interior de la misma y definió como obligación estatal sancionar cualquiera que se

presente en su interior. (24-25)

Por ello, el delito de violencia intrafamiliar, sus características y evolución en la ley

penal también es tratado por la (Corte Constitucional, Sala Octava de Revisión, T-

311/18) afirmando:

En la sentencia C-022 de 2015 también se dijo que tal medida cumplía el propósito

de “perseguir y erradicar la violencia de género y los feminicidios que se

presentan en el país, en su mayoría mujeres víctimas de violencia

intrafamiliar”, al paso que se consideró, como quedó visto, un mecanismo óptimo

para que la pena cumpla una función preventiva. Ahora bien, la violencia intrafamiliar

también ha sido considerada como una respuesta a la violencia de género y,

específicamente, del femenino. La Corte al pronunciarse sobre la Ley 248 de 1996,

con la cual se aprobó la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y

erradicar la violencia contra la mujer “Convención de Belem do Para” hizo algunas

reflexiones que explican la importancia que se le ha reconocido a la violencia en el

hogar, las cuales deben recordarse: Pero ello no es todo; las mujeres están también

sometidas a una violencia, si se quiere, más silenciosa y oculta, pero no por ello

menos grave: las agresiones en el ámbito doméstico y en las relaciones de pareja,

las cuales son no sólo formas prohibidas de discriminación por razón del sexo (CP

art. 13) sino que pueden llegar a ser de tal intensidad y generar tal dolor y

sufrimiento, que configuran verdaderas torturas o, al menos, tratos crueles,

prohibidos por la Constitución (CP arts 12, y 42) y por el derecho internacional de los

derechos humanos. Así, según la Relatora Especial de Naciones Unidas de


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Violencia contra la Mujer, ‘la violencia grave en el hogar puede interpretarse como

forma de tortura mientras que las formas menos graves pueden calificarse de malos

tratos en virtud del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos’. Por ello esta

Corporación considera que es no sólo legítimo sino una expresión de los valores

constitucionales que el tratado prohíba también la violencia contra la mujer en el

ámbito del hogar. En efecto, la Constitución proscribe toda forma de violencia en la

familia y ordena a las autoridades sancionarla cuando ésta ocurra (CP art. 43), razón

por la cual esta Corporación, al declarar exequible, en la sentencia C-371/94, la

facultad de los padres de sancionar moderadamente a sus hijos, precisó, en la parte

resolutiva, que `de las sanciones que apliquen los padres y las personas encargadas

del cuidado personal de los hijos estará excluída (sic) toda forma de violencia física o

moral, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 12, 42 y 44 de la

Constitución Política´ (subrayas no originales). No se puede entonces invocar la

intimidad y la inviolabilidad de los hogares para justificar agresiones contra las

mujeres en las relaciones privadas y domésticas. Es más, esta violencia puede ser

incluso más grave que la que se ejerce abiertamente, pues su ocurrencia en estos

ámbitos íntimos la convierte en un fenómeno silencioso, tolerado, e incluso, a veces,

tácitamente legitimado. Hace tan solo 30 años, en 1954, en un país de alta cultura

democrática como Inglaterra, el comandante de Scotland Yard se jactaba de que en

Londres había pocos asesinatos y que muchos de ellos no eran graves pues eran

simplemente `casos de maridos que matan a sus mujeres.[89]´.”[90] (Resaltado

fuera del texto original, salvo la expresión “estará excluída (sic) toda forma de

violencia física o moral”) No obstante la vigencia de esas consideraciones[91], debe


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precisarse que la tipificación de la violencia intrafamiliar no es la única reacción

estatal; de otro lado, este Tribunal, entendiendo que la respuesta que es exigible del

Estado no es suficiente para lograr la meta de equilibrar los derechos de las mujeres

y superar la violencia de género que de ella se deriva, ha considerado que: “la

violencia contra las mujeres constituye un problema social que exige profundos

cambios en los ámbitos educativo, social, jurídico, policial y laboral, a través de los

cuales se introduzcan nuevas escalas de valores que se construyan sobre el respeto

de los derechos fundamentales de las mujeres. Ya se ha demostrado que las leyes

resultan insuficientes, puesto que tienen que formar parte de un esfuerzo más

general. Se debe repensar la relación entre hombres y mujeres, porque una

sociedad que tolera la agresión en contra de ellas es una sociedad que discrimina. Y

dejar de vivir en una sociedad que discrimina es responsabilidad de todos.”[92] Es

preciso destacar en este punto que ha sido en los últimos años que en el mundo se

han fortalecido los espacios de discusión respecto de la violencia de género y

concretamente de la que se ejerce contra la mujer, de tal suerte que solo hasta hace

muy poco el uso del lenguaje ha debido revalorarse a fin de ofrecer una mejor

comprensión del concepto el cual estaba reducido a la violencia doméstica, familiar y

de pareja[93]. (p.27-29)

Por lo tanto, la violencia familiar conocida también como violencia doméstica, es un

problema social el cual corresponde a la ejecución de hechos violentos o abusos los

cuales generan un sufrimiento físico, psicológico o sexual sobre uno de los integrantes

de una familia, hechos que generalmente son cotidianos y constantes en el hogar.


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Puede ser accionada sobre los hijos (maltrato infantil), sobre los esposos, adultos

mayores o integrantes de la familia con discapacidad.

Por lo anteriormente descrito se puede decir que la violencia se manifiesta de

diversas formas, por mencionar algunos tenemos: golpes, insultos, amenazas,

denigración, abuso sexual, acoso, ofensas, abuso económico, humillación, abandono,

entre otros, pudiendo tener diferentes matices y grados.

Las causas de la violencia familiar pueden ser diversas, pudiendo ir desde el entorno

familiar, problemas financieros o problemas psicológicos de la persona que ejecuta el

hecho. Problemas de ira, celos, problemas de personalidad y dependencia son factores

muy recurrentes y muy vistos en los casos de violencia de género, donde la

prepotencia y falta de control son el accionante de los abusos.

Es un problema social muy terrible, este problema puede llegar a generar problemas

psicológicos irreversibles y sin un mediador puede llegar a provocarle la muerte a una

persona.

2.3. Antecedentes

En la década de 1970 las feministas analizaron el alcance de la violencia doméstica

(considerada como un fenómeno exclusivamente masculino) y se crearon centros de

acogida y de ayuda para las mujeres maltratadas y para sus hijos. La violencia

doméstica también está relacionada con los niños maltratados (muchas veces, aunque

no siempre, por abuso sexual) y con acciones verbales y psicológicas que pueden ser

cometidas tanto por mujeres como por hombres.

La violencia es tan propia de la naturaleza del hombre que prácticamente lo

acompaña desde su creación, y las manifestaciones de ella han sido tan variadas,
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como su ámbito de desempeño. Se dice que la violencia doméstica era una figura no

sancionada criminalmente hasta antes de las Leyes 19.325 y 20.066, ello no es tan así,

ya que la legislación penal sancionaba gran parte de las conductas violentas, pero no

con un tipo o una reglamentación precisa, sino como figuras penales comunes, es

decir, los cónyuges, parientes y demás personas nombradas actualmente en el artículo

5 de la Ley 20.066, podían –mucho antes de la promulgación de aquellas leyes- ejercer

todos los derechos que el ordenamiento jurídico les reconocía, es decir, las agresiones

físicas podían sancionarse con los delitos de parricidio, homicidio y lesiones en

cualquiera de sus tipos. Por su parte, las agresiones psicológicas podían sancionarse

por medio del delito de amenazas, dependiendo si cuadraban o no en el tipo. El

problema estaba, en que dichas infracciones tenían una legitimación cultural contra la

cual el ordenamiento jurídico difícilmente podía luchar, ya que se estimaba que la

violencia conyugal era un problema interno de las parejas y no una responsabilidad

social.

En Colombia, según cifras de Medicina Legal, una mujer es golpeada cada 28

minutos. Entre marzo de 2018 y marzo de 2019, son 1.080 las mujeres asesinadas en

el país y más de 500 las víctimas de violencia intrafamiliar.

Esos son solo los datos de dos maneras de violencia contra la mujer que analiza

cada año el instituto forense. Lo más asombroso es que la impunidad supera el 80 por

ciento.

El 2018 cerró con 1.050 casos de violencia intrafamiliar en Cartagena. Carolina

León, coordinadora de la Oficina de Asuntos para la Mujer, explica cómo va esta

situación en La Heroica. “En el primer trimestre de 2019, Medicina Legal reportó 207
18

casos (seis menos que el año anterior para la misma fecha), de los cuales 203 fueron

por parte del compañero permanente o exparejas”, detalla León. Por esos hechos, la

Fiscalía solo ha reportado dos capturas.

Los tipos de violencia a los que se ven sometidas las mujeres son física, psicológica,

económica y patrimonial. De allí que se den las formas de violencia como la sexual, el

homicidio, feminicidio y la violencia intrafamiliar.

Los meses donde más ocurren denuncias y actos de violencia intrafamiliar en

Cartagena son noviembre y diciembre, entre los días viernes y domingo. Lunes es el

día donde hacen la mayoría de las denuncias.

Según Medicina Legal, las mujeres afectadas por esta violencia están entre los 29 y

59 años.

Hay salida y es una oficina de apoyo llamada, la Oficina de Asuntos para la Mujer

(dependencia de la Secretaria de Participación y Desarrollo Social de la Alcaldía), una

política pública que nace en 2008 contempla unas líneas estratégicas de promoción de

los derechos humanos de las mujeres en la ciudad. En ese sentido tiene una línea

estratégica que se llama “una vida libre de violencia”, en la que desarrollan acciones

que tienen que ver con la promoción, defensa y protección de las mujeres que conviven

o que han denunciado la violencia, en especial la violencia de pareja. La ley 1257 de

2008 es por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de

formas de violencia y discriminación contra las mujeres. En la Oficina de Asuntos para

la Mujer no solo le prestan ayuda a la víctima, sino que también hay un modelo de

atención para los hombres. En el Magdalena particularmente las cifras son alarmantes,

puesto que en lo corrido del año solo en violencia de pareja se han reportado 723
19

casos, siendo 646de ellos cometidos hacia las mujeres y 77 en contra de hombres.

Pero más preocupantes resulta aún que este tipo de violencia se da en todos los

espacios como la calle, la escuela, el hospital, la empresa y el hogar.

De acuerdo con Medicina Legal, la familia es definida como el escenario en el cual

los individuos construyen las bases para interactuar con el mundo social, aprenden a

comunicarse, a respetar y comprender las normas sociales. Según el instituto,

actualmente el concepto de familia se ha trasformado pues el modelo clásico,

compuesto por padre, madre e hijos, se ha resignificado, encontrando familias

extensas, familias monoparentales, parejas del mismo sexo, entre otras.

Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, la violencia se define como “el

uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno

mismo, otra persona o un grupo de comunidad, que cause o tenga muchas

probabilidades de causar lesiones, muerte, daño psicológico, trastornos en el desarrollo

o privaciones.”

Es decir, que el acto violento se concibe como el abuso de poder que ejerce una

persona sobre otra que es percibida como vulnerable. De acuerdo con el último informe

de Medicina Legal, emitido los primeros días del mes de octubre del presente año, la

mayor parte de las víctimas de esta violencia son los menores de edad, la población

adolescente, las mujeres, personas con capacidad reducida y la población adulta

mayor.

Asimismo, de acuerdo con la psicóloga Mileidy Julieth Jiménez Sánchez, este tipo de

violencia tiene raíces históricas y particularmente en el Magdalena es más aguda y

compleja por tratarse aún de una sociedad mayoritariamente machista “(…) es así que
20

la violencia intrafamiliar asume múltiples formas, física, psicológica, sexual, verbal y

económica, y tiene múltiples representaciones ya sea el suicidio, homicidio,

desaparición, secuestro, masacre, maltrato, chantaje, ultraje y afecta a todos desde

niños niñas, jóvenes, adultos, hombres, mujeres, en calidad de víctimas o victimarios y

hace parte de nuestra vida cotidiana”.

Medicina Legal explica lo anterior asegurando que: “Es en la sociedad donde se

construye el concepto de género dado por las características del sexo con el que se

nace y donde esas diferencias se basan en relaciones de poder; por eso cuando

tocamos el tema de violencia intrafamiliar, se hace referencia al abuso de poder sobre

los miembros más débiles que están a su cuidado, por eso afecta principalmente a los

niños y niñas, a las mujeres, ancianos y ancianas y a quienes tienen alguna forma de

discapacidad.

Por lo tanto, haciendo hincapié sobre la Violencia Intrafamiliar y Violencia contra la

Mujer, la (Corte Constitucional, Sala Octava de Revisión, T-311/18) ratifica que:

1. La señora G.A.C interpuso acción de tutela contra la Fiscalía General de Nación,

la Policía Nacional de Colombia y la Comisaría de Familia Los Mangos del Distrito de

Aguablanca por considerar vulnerados sus derechos fundamentales a la vida, a la

integridad personal, a la seguridad, al acceso a la administración de justicia, a la

dignidad humana y a vivir libre de violencia. 2. Narró la accionante que es una

persona mayor de 60 años y que hace 21 años vive con su cónyuge en la misma

residencia. 3. Señaló que en alguna oportunidad su cónyuge la empujó contra un

baño dejándola inconsciente, que una incorporó siguió golpeándola, lo cual le ha

producido cicatrices en la cara y en el cuerpo. Agregó que en el año 2008 interpuso


21

denuncia por haber recibido golpes en las manos, patadas, puños, rayones en la

cara y en el pecho, además de palabras soeces. Tal denuncia le correspondió el

impulso de la misma a la Fiscalía 38 local de Cali, sin que se hubiere tomado medida

alguna de tipo judicial o de protección. 4. Comunicó que en el año 2014 presentó

una nueva denuncia con ocasión de nuevos actos de violencia, consistentes en el

intento de ahorcamiento mientras dormía, al punto de partir la cama en la cual

pernoctaba, episodio durante el cual su cónyuge le manifestaba su deseo de

matarla. Esta denuncia fue asignada a la Fiscalía 57 local Cavif, sin que tenga

conocimiento de lo acaecido con dicho trámite, o hubiera recibido respuesta que

proteja sus derechos. 5. Aseguró que en el año 2017 presentó de nuevo dos

denuncias por hechos ocurridos los días 10 y 24 de marzo. Explicó que en la primera

fecha su esposo nuevamente intentó ahorcarla y en la segunda la agresión consistió

en “retorc[erle]” la piel de la cara. El impulso de estas diligencias le correspondió a

las Fiscalías Locales 57 y 38[3]. También refirió que a pesar de la existencia de

valoraciones de medicina legal que dan cuenta de la existencia de un riesgo grave y

la “cronicidad, la frecuencia y la intensidad de las agresiones…”[4] a la fecha de

interposición de la acción no se había tomado alguna medida de protección, y menos

aún se había realizado alguna acción para investigar y sancionar la violencia de la

cual es víctima. 6. Informó que también acudió a la Comisaría de Familia de Los

Mangos, despacho que el 13 de marzo de 2017 se realizó una audiencia que la

actora consideró indebidamente manejada por la comisaria, pues se propusieron

temas de carácter sexual y se le sugirió que el conflicto de su relación dependía de

ese aspecto. Así mismo, aseguró que se le propuso como única solución aceptar la
22

propuesta económica de su cónyuge respecto de la vivienda. Durante el trámite de

revisión se aportó copia de una diligencia adelantada en dicha Comisaría el 18 de

mayo de 2017 a la cual solo asistió el señor R.G.M, quien negó haber realizado las

agresiones informadas por la accionante, pues se ha limitado a “cogerla de los

brazos, zarandearla por que (sic) me da mucha rabia con ella”.[5] 7. Puso de

presente que su compañero le ha manifestado la intención de deshacerse de ella

para disfrutar de la casa que ocupan, la ha amenazado de muerte y destacó que no

denunció todos los episodios de violencia que ha sufrido, pues en las oportunidades

que lo ha hecho “no han cumplido ni (sic) siquiera función de prevención frente a

nuevas agresiones”[6]. 8. Afirmó que ha solicitado protección a la Policía Nacional,

pero los policiales no siempre se han presentado en los lugares en los cuales ha

sido agredida; y cuando lo han hecho le han manifestado que debe irse de su casa

para evitar los actos de violencia, sin que ello sea posible, pues no cuenta con los

recursos económicos suficientes para irse a vivir a otro lugar y debido a su edad le

es muy difícil conseguir trabajo. 9. De acuerdo con esos hechos, la accionante

solicitó la protección de sus derechos fundamentales a la vida, a la integridad

personal, “a la seguridad”, al acceso a la administración de justicia, a la dignidad

humana y “el derecho como mujer a vivir libre de violencia” y, en consecuencia, se

ordene a la Fiscalía General de la Nación solicitar ante un juez con función de

control de garantías la captura de su agresor, la posterior formulación de imputación

en su contra; y la adopción de las medidas de protección previstas en los artículos

16 y 17 de la Ley 1257 de 2008. Frente a la Comisaría de Familia solicitó que se le

ordene adoptar como medida de protección el desalojo del señor G.M de su vivienda
23

y que se disponga, ante la autoridad competente, la investigación disciplinaria en

contra de la titular de dicha oficina. Asimismo que se declare que las autoridades

accionadas ostentan posición de garante frente a su situación. Finalmente, como

medidas provisionales, pidió el desalojo del señor R.G.M de su residencia y que la

Policía Nacional, cuadrantes DESEPAZ y Sol de Oriente realicen cinco visitas diarias

y atención telefónica de acuerdo con las normas citadas. (p.2-4)

2.4. Causas y Consecuencias

Básicamente por tres factores: alguno de ellos son la fata de control de impulsos, la

carencia afectiva y la incapacidad para resolver problemas adecuadamente, también en

algunas personas podrían aparecer variables de abuso de alcohol y drogas.

Algunas de las causas que se han señalado como más frecuentes para la aparición

de la violencia intrafamiliar son:

2.4.1. Características particulares del agresor

La falta de control de impulsos, la baja autoestima, la carencia afectiva, las

experiencias que ha vivido en la infancia o determinados factores de personalidad

pueden influir de forma determinante para que abuse y maltrate a las personas de su

entorno.

2.4.2. Incapacidad para resolver los conflictos de forma adecuada

Según señala Jewkes esta es una de las causas principales. Indica que existe una

“cultura de la violencia” que supone la aceptación de la violencia como la única forma

adecuada de resolver los conflictos.


24

2.4.3. Actitudes socioculturales

En el caso específico de la violencia de género, las actitudes socioculturales de

desigualdad entre hombres y mujeres. Algunas situaciones que se viven como

tradicionales y culturales en muchas sociedades y que se han mantenido a lo largo de

los siglos favorecen y mantienen esa desigualdad.

Por ejemplo, la relación de sumisión de la mujer con respecto al hombre, la

justificación y tolerancia de la violencia masculina por la sociedad, los estereotipos y

roles de sexo.

2.4.4. Otras Consecuencias

El uso de la violencia como un instrumento de poder del fuerte frente al débil.

Relaciones conyugales disfuncionales y/o historia de conflictos familiares. La violencia

intrafamiliar puede heredarse a los hijos. A través de la repetición de patrones este

predispone a que en un futuro sus relaciones familiares sean violentas: esto también

puede provocar traumas en las victimas, trastornos físicos y mentales, mal desempeño

en las labores escolares, en el trabajo y en las relacione sociales en las que se

desenvuelve la víctima. como: depresión, estrés, divorcio, golpes que en algunos casos

incapacitan a la víctima.

2.4.4.1. En los menores

Los menores son un colectivo especialmente vulnerable y en el que las

consecuencias de la violencia son más dramáticas, tanto si se ejerce sobre ellos como

si viven en un domicilio en el que se hace uso de la violencia entre los familiares.

Los estudios indican que, en algunos casos, las secuelas emocionales pueden

desembocar en la reproducción en el futuro de esta forma de violencia. Si el niño crece


25

en un ambiente en el que el uso de la violencia es la manera de resolver los conflictos

es posible que aprenda esta misma pauta desarrollando un déficit en las habilidades

para la resolución de problemas.

Además, en estos menores aparecen alteraciones que afectan a diferentes áreas de

su desarrollo:

A nivel físico: aparecen retraso en el crecimiento, problemas de sueño, trastornos de

la conducta alimentaria y síntomas psicosomáticos como alergias, problemas

gastrointestinales, dolores de cabeza, etc.

A nivel emocional: aparecen problemas de ansiedad, depresión, baja autoestima,

déficit de habilidades sociales, estrés post-traumático y aislamiento social.

A nivel cognitivo: pueden aparecer retrasos en el desarrollo verbal y del lenguaje y

alteración del rendimiento escolar.

A nivel de comportamiento: conductas violentas hacia los demás, inmadurez, déficit

de atención, retraimiento y conductas autodestructivas.

2.4.4.2. En la pareja

Aunque la gran mayoría de los casos de violencia son ejercidos del hombre hacia la

mujer, también existen casos en los que el maltrato lo sufren los hombres,

especialmente del tipo psicológico. Las consecuencias derivadas del maltrato las

encontramos en tres niveles:

A nivel físico: lesiones (heridas, golpes, quemaduras, etc.), mayor vulnerabilidad a

padecer una enfermedad y descuido personal. En el caso de las mujeres sufren riesgo

de embarazos no deseados si son forzadas a mantener relaciones sexuales.


26

A nivel psicológico: puede aparecer estrés postraumático, depresión, ansiedad, baja

autoestima, intentos de suicidio, abuso de alcohol y otras sustancias, disfunciones

sexuales, trastornos somáticos (dolores de cabeza, problemas gastrointestinales,

malestar generalizado e inespecífico, etc.), sentimiento de culpabilidad, sentimiento de

desesperanza y vacío.

A nivel social: actitud de desconfianza y hostilidad hacia todo el mundo, aislamiento

social, sentimiento de peligro y amenaza constantes por parte de todo lo que les rodea.

En la tercera edad y personas discapacitadas: Estos colectivos, al igual que los

menores, son especialmente vulnerables. En estos casos, además de la violencia que

sufren, hay que sumarles la edad y en muchos casos la dependencia física y /o

económica del agresor.

Además, muchos de los casos de este tipo de violencia nunca llegan a conocerse

debido a que el anciano o la persona discapacitada no se encuentran en condiciones

de realizar una denuncia. De nuevo podemos dividir las consecuencias en función del

área afectada:

A nivel físico: aparecen lesiones de todo tipo que en algunos casos dejan graves

secuelas e incluso la muerte, desnutrición, deshidratación, fracturas debido a las caídas

o los golpes, abandono y falta de cuidados.

A nivel psicológico: depresión, ansiedad, sentimiento de soledad e incapacidad,

sentimiento de indefensión y desesperanza, ideación suicida y problemas somáticos.

A nivel social: aislamiento del entorno. En algunos casos la única persona con la que

se pueden relacionar es con el propio agresor.


27

Para el agresor: Numerosos estudios coinciden en señalar una serie de

consecuencias que aparecen en la persona que ejerce la violencia:

 Incapacidad para disfrutar de una relación de pareja o familiar satisfactoria y

gratificante.

 Riesgo de ruptura y pérdida de los familiares. Rechazo por parte de la familia

y el entorno social.

 Riesgo de detección y condena por parte de la justicia.

 Aislamiento social.

 Sentimiento de frustración, fracaso y resentimiento.

 Baja autoestima.

 Dificultad para pedir ayuda psicológica.

 Abuso del alcohol y otras sustancias

Por otro lado, actualmente otra problemática o tipo de violencia como es el maltrato y

la violencia escolar (bullying) hacia la mujer ha tenido especial relevancia en la

sociedad, en función de las condiciones de convivencia que se fraguan desde la

escuela en las relaciones entre el hombre y la mujer (particularmente en las relaciones

de noviazgo) y que tienen repercusiones, tanto en la vida de pareja, como en el ámbito

de trabajo. Cuando existe agresión en la adolescencia es altamente probable que esta

continúe hasta la vida conyugal y en la conformación de familias disfuncionales

(Muñoz, Gámez, Graña, & Fernández, 2010). Este es un factor de riesgo sumamente

importante que afectará a los hijos de estas parejas, dado que al ser espectadores

frecuentes desde temprana edad de violencia intrafamiliar, llevan esta misma

conducta a la escuela, constituyéndose así en un círculo vicioso que aporta


28

componentes a la espiral de violencia que se observa actualmente en la sociedad.

Además, se han registrado efectos psicopatológicos en niños que presencian violencia

familiar (Cervantes & García-López, 2012).

2.5. Desde qué área de la psicología jurídica debe abordarse y por qué

La violencia intrafamiliar debe abordarse desde el área de la psicología forense; en

cuanto al término Psicología Forense, en inglés Forensic Psychology utilizado con

frecuencia en los países angloparlantes como sinónimo de psicología jurídica; Forensic,

en castellano Forense, se deriva de la palabra Foro que en Roma era el sitio público en

el cual se administraba justicia. Este término en castellano ha perdido este énfasis

etimológico y ha preponderado el uso del término psicología forense para identificar el

trabajo específico del perito o experto que trabaja para asesorar a la justicia. Según

Díaz: Es un área aplicada de la psicología jurídica, que hace relación a la utilización de

los conocimientos psicológicos que son necesarios para ayudar a resolver un caso

judicial (penal, familiar, laboral, civil, etc.). Generalmente se encamina hacia la prueba

judicial, al experticio forense.

La Psicología Forense, como subárea especializada de la Psicología Jurídica, tiene

como acción principal “la realización de evaluaciones psicológicas por solicitud de

autoridades competentes, para aportar información especializada y veraz, que se

convertirá en un medio probatorio para orientar la toma de decisiones judiciales”

(Tapias, 2008). Pues bien, en el Derecho de Familia, la Psicología Forense hace

aportes importantes en las siguientes situaciones y/o problemáticas:

 Violencia intrafamiliar.

 Asignación de Custodia, Regulación de Visitas y Efectos del Divorcio.


29

 Procesos de Adopción.

 Privación de Patria Potestad.

 Incapacidad para Administrar Bienes y Ostentar derechos

Sobre el caso, la (Corte Constitucional, Sala Octava de Revisión, T-311/18) a la

persona garantiza:

Recibir asistencia médica, psicológica, psiquiátrica y forense especializada e

integral en los términos y condiciones establecidos en el ordenamiento jurídico para

ellas y sus hijos e hijas. (p.43)

Por tanto, reitero que debe abordarse desde un área de la Psicología Jurídica que es

la Psicología Forense.

Se entiende como el estudio y la evaluación de los trastornos mentales, los

problemas emocionales y las conductas desadaptivas de las personas vinculada en

procesos legales, realizando entrevistas, observación y/o pruebas psicológicas; con

la finalidad de presentar dicha información ante los tribunales de justicia. (García-

López, 2014, p.3-4)

En otras palabras, es una rama de la Psicología jurídica que se ocupa de auxiliar al

proceso de administración de Justicia en el ámbito tribunalicio. Es una división de la

psicología aplicada relativa a la recolección, análisis y presentación de evidencia

psicológica para propósitos judiciales. Por tanto, incluye una comprensión de la lógica

sustantiva y procesal del Derecho en la jurisdicción pertinente para poder realizar

evaluaciones y análisis psicológico-legales e interactuar apropiadamente con jueces,

fiscales, defensores y otros profesionales del proceso judicial. Es decir, aborda la

conducta y los procesos mentales que requieren ser explicados o determinados


30

durante un juicio oral, pues el principal interés de esta rama de la psicología consiste

en ayudar a la procuración de justicia. Además, la Psicología forense tiene la

peculiaridad de interesarse por el estudio de la víctima para determinar las

consecuencias psíquicas que sufre tras el delito.

3. Funciones claras y específicas que desarrolla el psicólogo jurídico desde la

problemática, estas funciones deben ser muy bien explicadas.

Antes, quiero en esta tabla resumir los campos de aplicación de la psicología jurídica

y las funciones que desempeña el psicólogo en cada campo:

Psicología Jurídica
Campos de Aplicación Funciones que Desempeña
Se entiende como el estudio y la
evaluación de los trastornos
mentales, los problemas emocionales
y las conductas desadaptivas de las
personas vinculada en procesos
Psicología Forense legales, realizando entrevistas,
observación y/o pruebas
psicológicas; con la finalidad de
presentar dicha información ante los
tribunales de justicia. (García- López,
2014, p.3-4)
Es la atención especializada a la
víctima del delito, su estudio, análisis
y completa garantía y respeto de sus
derechos humanos. Así mismo, es
también la disciplina que atenúa el
Victimología
olvido, la desatención o el desprecio
que otros campos han deparado a las
víctimas del delito (González-
Trijueque & García-López, 2010, p.
397).
Psicología Criminológica Puede considerarse una subdivisión
de la Psicología Jurídica encargada
de estudiar los comportamientos
antisociales, violentos y delictivos. En
esta área son de interés los procesos
y variables implicadas en los
31

diferentes momentos a lo largo de las


carreras delictivas: el inicio, el
mantenimiento y el desistimiento del
actuar delictuoso (para un análisis de
este concepto se puede revisar
Blackburn, 1995; Garrido, 2005;
Romero, 2006; Soria & Sáiz, 2006;
Andrews & Bonta, 2010; Wortley,
2011).
Tratamiento resocializador de los
menores. Evaluación, asesoría e
intervención en procesos de
separación y divorcio, en particular
Psicología del Menor y de la Familia
en lo relacionado con medidas a
adoptar respecto a los hijos,
nulidades, matrimonio de menores,
acogimientos y adopciones.
Aplicada a la fuerza pública y
organismos de seguridad del Estado.
Psicología Policial Brindando formación, selección,
organización, relaciones con la
comunidad.
Procesos ps. involucrados en el
Psicología del Testimonio testimonio, la memoria, el lenguaje, la
mentira y su detección.
Clasificación y progresión de los
internos, permisos penitenciarios,
Psicología Penitenciaria aspectos organizaciones como el
clima social, los tratamientos
individuales y grupales.
O conciliación de conflictos que
puedan redundar jurídicamente como
los contractuales, los laborales, lo de
familia, etc. Es decir, Informar a las
partes de las diversas alternativas
que tienen para “gestionar” el
Métodos Alternativos de Solución de conflicto. Facilitar el diálogo.
Conflictos (MASC) Promover fórmulas de acuerdo.
Procurar soluciones satisfactorias
para ambas partes. Facilitar el acto
jurídico. Reconocer a las partes como
sujetos con capacidad jurídica.
Reconocer a las partes como sujetos
con capacidad jurídica.
32

Desde la problemática estudiada en la fase anterior; la violencia intrafamiliar debe

abordarse desde el área de la psicología forense (campo de aplicación de la psicología

jurídica); en cuanto al término Psicología Forense, en inglés Forensic Psychology

utilizado con frecuencia en los países angloparlantes como sinónimo de psicología

jurídica; Forensic, en castellano Forense, se deriva de la palabra Foro que en Roma

era el sitio público en el cual se administraba justicia. Este término en castellano ha

perdido este énfasis etimológico y ha preponderado el uso del término psicología

forense para identificar el trabajo específico del perito o experto que trabaja para

asesorar a la justicia. Según Díaz: Es un área aplicada de la psicología jurídica, que

hace relación a la utilización de los conocimientos psicológicos que son necesarios

para ayudar a resolver un caso judicial (penal, familiar, laboral, civil, etc.).

Generalmente se encamina hacia la prueba judicial, al experticio forense.

La Psicología Forense, como subárea especializada de la Psicología Jurídica, tiene

como acción principal “la realización de evaluaciones psicológicas por solicitud de

autoridades competentes, para aportar información especializada y veraz, que se

convertirá en un medio probatorio para orientar la toma de decisiones judiciales”

(Tapias, 2008). Pues bien, en el Derecho de Familia, la Psicología Forense hace

aportes importantes en las siguientes situaciones y/o problemáticas:

 Violencia intrafamiliar.

 Asignación de Custodia, Regulación de Visitas y Efectos del Divorcio.

 Procesos de Adopción.

 Privación de Patria Potestad.

 Incapacidad para Administrar Bienes y Ostentar derechos


33

Sobre el caso, la (Corte Constitucional, Sala Octava de Revisión, T-311/18) a la

persona garantiza:

Recibir asistencia médica, psicológica, psiquiátrica y forense especializada e

integral en los términos y condiciones establecidos en el ordenamiento jurídico para

ellas y sus hijos e hijas. (p.43)

Por tanto, reitero que debe abordarse desde un área de la Psicología Jurídica que es

la Psicología Forense.

Se entiende como el estudio y la evaluación de los trastornos mentales, los

problemas emocionales y las conductas desadaptivas de las personas vinculada en

procesos legales, realizando entrevistas, observación y/o pruebas psicológicas; con

la finalidad de presentar dicha información ante los tribunales de justicia. (García-

López, 2014, p.3-4)

En otras palabras, es una rama de la Psicología jurídica que se ocupa de auxiliar al

proceso de administración de Justicia en el ámbito tribunalicio. Es una división de la

psicología aplicada relativa a la recolección, análisis y presentación de evidencia

psicológica para propósitos judiciales. Por tanto, incluye una comprensión de la lógica

sustantiva y procesal del Derecho en la jurisdicción pertinente para poder realizar

evaluaciones y análisis psicológico-legales e interactuar apropiadamente con jueces,

fiscales, defensores y otros profesionales del proceso judicial. Es decir, aborda la

conducta y los procesos mentales que requieren ser explicados o determinados

durante un juicio oral, pues el principal interés de esta rama de la psicología consiste

en ayudar a la procuración de justicia. Además, la Psicología forense tiene la


34

peculiaridad de interesarse por el estudio de la víctima para determinar las

consecuencias psíquicas que sufre tras el delito.

Es decir, tiene una formación respecto a la comprensión del comportamiento

antisocial y criminal. También sobre la evaluación en las áreas criminológica, familiar y

civil; en la atención a víctimas (por ejemplo, de delitos sexuales y de accidentes

industriales); en el diseño y aplicación de programas en escenarios correccionales y en

asesoría en temas de Psicología legal para abogados. Además, de una formación en

investigación y en práctica profesional en temas relacionados con delincuentes,

sistema de justicia, jurados y jueces, política pública y legal.

Finalmente, cabe destacar que el psicólogo jurídico desde la problemática de

Violencia Intrafamiliar en el campo de aplicación de la psicología forense puede

disponer de la realización de entrevistas, observación y/o pruebas psicológicas; con la

finalidad de presentar dicha información ante los tribunales de justicia.


35

4. Conclusiones

He aquí que la psicología en el desarrollo del área, ofrece espacios disciplinarios en

ambientes relacionados con el sistema y la administración de justicia; en otras palabras

como lo refiere (Morales & García-López, 2010; García-López, Robles, & González-

Trijueque, 2010, p. 4) que Psicología Jurídica, Psicología Criminológica y Psicología

Forense no son sinónimos.

Desde esta óptica, para referirnos a la Psicología y sus aportes al ámbito Jurídico, se

refiere al área dedicada al estudio científico del comportamiento humano en todos

los espacios del derecho y la justicia; es decir que la Psicología Jurídica, es la

disciplina que reúne tanto las afirmaciones del ámbito jurídico, como la información

más actual proveniente de la psicología; es el puente de comunicación de jueces,

abogados y el sistema judicial, con expertos en el comportamiento humano

(psicólogos), que busca contribuir al bien común, la paz social, la seguridad y la

justicia. Así las cosas, quien se dedique verdaderamente al campo de la psicología

jurídica, ha de comprender vocablos del derecho; y está obligado a adquirir

conocimientos jurídicos para comunicarse de manera eficiente con los usuarios y

servidores del sistema judicial (abogados); a fin de establecer diálogos

interdisciplinarios que fortalezcan la comunicación profesional y humana, a la vez

que permita resolver la complejidad del sistema judicial. A diferencia, la psicología

criminal se puede considerar como una subdivisión de la psicología jurídica,

encargada de estudiar los comportamientos antisociales, violentos y delictivos; esta

área centra sus esfuerzos en los procesos, variables implicadas en los diferentes

momentos a lo largo de la carrera delictiva de uno o varios individuos (Perfilación y


36

reincidencia de conductas antisociales). Mientras que la psicología Forense, se

entiende como el estudio y la evaluación de los trastornos mentales, los problemas

emocionales y las conductas desadaptivas de las personas vinculada en procesos

legales, realizando entrevistas, observación y/o pruebas psicológicas; con la

finalidad de presentar dicha información ante los tribunales de justicia. (García-

López, 2014, p.3-4)

Atendiendo todo lo anterior, la psicología jurídica, implica el estudio del

comportamiento humano con relación a todos los ámbitos jurídicos, abarca lo

relacionado al derecho penal, familiar, civil, etc.; en otras palabras, la psicología

jurídica, estudia, investiga y analiza el comportamiento humano en relación al

derecho y el sistema judicial. (García- López, 2014, p.20-21)

Actualmente se está realizando trabajo conjunto entre el colegio colombiano de

psicólogos, a través de la división de Psicología Jurídica y el instituto nacional de

medicina legal y ciencias forenses, en la consolidación de actividades como la

construcción de guías de evaluación forense en los distintos campos del accionar

legal; la definición de criterios para el ejercicio de psicólogos como peritos; el

establecimiento de criterios para la creación de programas de formación en áreas

forenses y establecimientos de protocolos de procedimientos en cada una de las

instituciones que llevan a cabo tareas que implique la realización de informes

periciales (García- López, 2014, p.31)

Es decir, el saber desde qué área de la psicología jurídica debe abordarse y por qué

cada problemática y con ello comprender su definición, argumentación, antecedentes,


37

causas y consecuencias de esta misma es vital en la acción o acompañamiento

psicosocial desde el rol del psicólogo. En este caso en el contexto jurídico.

Por supuesto, como toda acción social, individual o grupal, destinada a producir

cambios en una determinada realidad que involucra y afecta a un grupo social

determinado (Martinic, 1996). Buscamos una mejora en la calidad de vida. Dagua

Amparo (2017) afirma:

De esta manera el proyecto se transforma en una “apuesta”, una hipótesis de

intervención en determinados ámbitos y aspectos de la realidad social, para producir

el cambio deseado. Hay entonces una lectura sobre dicha realidad, en base ella se

proyecta una acción que, de resultar como uno espera, provocará un cambio hacia

una situación mejor. La acción a desarrollar está fundada en una serie de principios

teóricos y en anteriores investigaciones que la avalan y otorgan coherencia. Se

incorporan también, los recursos necesarios para su implementación y ejecución. El

término Proyecto se relaciona con el designio o idea de hacer o ejecutar algo. Un

proyecto puede constituirse en una predisposición a actuar (actitud) y en este caso

incluirá propósitos, ideas, y quizás intentos. Un proyecto no es otra cosa que un

conjunto de medios ejecutados de forma coordinada, con el propósito de transformar

una situación actual insatisfactoria en una situación futura deseada. A lo largo de los

diferentes cursos, un proyecto se ha definido como un sistema artificial y abstracto

constituido por bloques de información y decisiones, los cuales se articulan alrededor

de una intencionalidad bien definida que los delimita en el espacio y en el tiempo.

(p.6-7)

Por otro lado, en América Latina, pero en este caso García (2014) afirma:
38

La presencia de psicólogos en el Poder Judicial de Chile es escasa desde hace

décadas, pudiendo vincularse la inserción de éstos a la aparición de temáticas en el

ámbito civil relacionadas a la violencia intrafamiliar y la protección de menores de

edad. En este orden de ideas, la judicatura de Tribunales de Menores, luego

Tribunales de Familia, sintió la necesidad de asentar su comprensión de estos

complejos fenómenos al conocimiento científicamente afianzado y las máximas de la

experiencia psicológica. Es de esta forma, que se constituyen equipos que trabajan

en la temática de violencia intrafamiliar adscritos a las Cortes de Apelaciones

(Tribunal de Alzada), los cuales fueron creados el año 1997 con el propósito de

adelantarse a la implementación de los Consejos Técnicos que se instalarían con la

entrada en vigencia de los Tribunales de Familia el año 2007. Dicha instancia,

significó un importante antecedente no-pericial para la labor de apoyo que

diariamente brindan los profesionales psicólogos directamente a los magistrados en

la toma de decisiones. (p.34)

Sin embargo, sigue vigente esta problemática y se aprecia que en situaciones de

victimización cronificada en el tiempo con vinculación afectiva víctima-victimario (por

ejemplo, violencia ascendente, violencia de pareja, abuso sexual intrafamiliar,

etcétera) pueden aparecer fenómenos de adaptación paradójica, que deben

diferenciarse de una manipulación consciente de los indicadores psicopatológicos. En

estas situaciones la víctima normaliza su situación e incluso se identifica con el

agresor, justificándole e interpretando sus desajustes desde una perspectiva

autoculpabilizadora. En unos primeros momentos suele producirse una distorsión en la

valoración subjetiva del grado de malestar, con una clara tendencia a la minimización
39

(disimulación). Posteriormente, con la toma de conciencia de la situación vivida,

pueden aparecer sentimientos de rencor y rabia que suelen ir acompañados de deseos

de perjuicio hacia el victimario y de una propensión a sobredimensionar el nivel de

desadaptación (sobresimulación). El perito psicólogo deberá, por tanto, conocer las

fases en las que cursa el daño psíquico tras el impacto de una situación de

victimización para realizar una valoración precisa del mismo (Echeburúa, 2004).

Actualmente otra problemática o tipo de violencia como es el maltrato y la violencia

escolar (bullying) hacia la mujer ha tenido especial relevancia en la sociedad, en

función de las condiciones de convivencia que se fraguan desde la escuela en las

relaciones entre el hombre y la mujer (particularmente en las relaciones de noviazgo) y

que tienen repercusiones, tanto en la vida de pareja, como en el ámbito de trabajo.

Cuando existe agresión en la adolescencia es altamente probable que esta continúe

hasta la vida conyugal y en la conformación de familias disfuncionales (Muñoz, Gámez,

Graña, & Fernández, 2010). Este es un factor de riesgo sumamente importante que

afectará a los hijos de estas parejas, dado que al ser espectadores frecuentes desde

temprana edad de violencia intrafamiliar, llevan esta misma conducta a la escuela,

constituyéndose así en un círculo vicioso que aporta componentes a la espiral de

violencia que se observa actualmente en la sociedad. Además, se han registrado

efectos psicopatológicos en niños que presencian violencia familiar (Cervantes &

García-López, 2012).

A manera de conclusión, puedo explicar que proporciona al estudiante esa

profundización y apropiación en los principales conceptos desde la psicología jurídica,

así como también, en la relación de la psicología y el derecho como ciencias sociales


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que confluyen en el estudio del comportamiento humano que se encuentra regulado

por las normas. De igual manera, conocer los campos de aplicación que se vinculan

con la acción psicosocial con el fin principal de poder implementar estrategias y

acciones de acompañamiento que partan de unas necesidades del contexto,

contribuyendo a la reparación y el restablecimiento de los derechos humanos que

hayan podido ser vulnerados.

Logrando observar posibles competencias a desarrollar, tales como:

1. Comprender y analizar los fundamentos teóricos de un área del saber

psicológico como lo es la Psicología Jurídica.

2. Conocer los campos de aplicación que hacen parte de la psicología jurídica y las

funciones que desempeña el psicólogo jurídico en cada campo.

3. Profundizar en la acción psicosocial y los campos de la psicología jurídica que

se vinculan con estos, a fin de identificar las acciones que se implementan en

cada campo, comprendiendo las implicaciones de su actuar.


41

5. Referencias Bibliográficas

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