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Arte Pop

Luego del auge del Expresionismo Abstracto, llega una etapa de decadencia y agotamiento como novedad, en la que el público se
comienza a sentirse cansado de un arte con una retórica abstracta, basada en cuadros sin estructura. El público deseaba un arte más
ligado a sus realidades.
El pop art dio origen a una cultura particular, que impide con frecuencia comprender su auténtica aportación. Como sus formas y
temas son fáciles y divertidos, como su contenido más superficial puede ser captado sin dificultad, el Pop fue apreciado y aplaudido
por un público amplio a un nivel muy vulgar y elemental. De hecho, el Pop art, fue reconocido antes por los coleccionistas, la gran
pública y revistas con grandes ventas como Life, que por los museos de arte contemporáneo y por los críticos. Esta admiración
superficial y frívola desesperaba los artistas más importantes del nuevo estilo.
El arte pop, al inspirarse en las imágenes de la publicidad y al ser ovacionado por un público de masas, encantado de reconocer
objetos corrientes en los cuadros y de ahorrarse el esfuerzo que representaba la interpretación de las obras del expresionismo
abstracto, se vio en una situación que hacía difícil comprender su carga de ironía y de ambigüedad, que ocultaba su relación con los
grandes maestros del siglo XX: Duchamp y todo el movimiento Dadaísta, y del surrealismo. Además, el Pop art seguían expresándose
algunos aspectos característicos del expresionismo abstracto, principalmente la insistencia en las cualidades táctiles de la superficie, la
estrecha relación del arte de hoy con su entorno y la vida urbana, y cierto romanticismo implícito, difícil de detectar a primera vista,
pero visible en su evocación nostálgica de cosas pasadas.
El arte pop recibe una clara influencia del artista y músico John Cage, un autor que creó una obra polémica en 1952 llamada 4
minutos 33 segundos, cuya partitura consiste en guardar silencio y no tocar ningún instrumento durante cuatro minutos y treinta y tres
segundos. John Cage incita a borrar la frontera entre el arte y la vida, sostenía que no había diferencia esencial entre el ruido y la
música, y atacaba todas las opiniones preconcebidas sobre la función y la significación del arte. En pintura, John Cage recomendaba
prestar atención a la vida que les rodeaba, por eso muchos empiezan a pintar las cosas que veían cada día, con lo cual parecían adoptar
el materialismo, el vacío espiritual y el ambiente ridículo de la Norteamérica opulenta. El término popular, implícito en la expresión
pop art, no tiene nada que ver con el concepto de la creatividad del pueblo, sino con la no creatividad de la masa. Se trata de una
concepción desencantada y pasiva de la realidad social contemporánea, son imágenes frías, carentes de toda sátira política o social.
La finalidad del pop art parecía consistir en describir todo lo que hasta entonces había sido considerado indigno de atención, y
todavía menos, propio del arte: la publicidad, las ilustraciones de las revistas, los muebles de serie, los vestidos, las latas de conservas,
las historietas, las hamburguesas, las salchichas, los helados, latas de sopa. Se había roto todos los tabúes, para el pop parecían
mejores las cosas cuanto más vulgares y baratas fuesen. Roy Lichtenstein y Andy Warhol ni siquiera se preocupaban por inventar
imágenes, y se ha dicho con frecuencia que lo único que hacían era tomarlas de la realidad. Warhol, al principio, pintaba a mano sus
cuadros; luego empezó a utilizar la serigrafía comercial que permitía confiar a otros la ejecución de sus propias obras. El hecho de que
el público se identifique con este movimiento en Estados Unidos se debe al hecho de que en su infancia han sido nutridos por las
mismas imágenes, una imagen que se desarrolla utilizando imágenes desacreditadas, tomadas de la cultura de masas. Empeñados en
minar la historia del arte, estaban convencidos de que los cines de pantallas gigantescas habían modificado los hábitos visuales
contemporáneos, y de que la divulgación y abundancia de las reproducciones artísticas habían convertido lo que hasta entonces eran
obras maestras en lugares comunes repetidos
El arte pop es un verdadero fenómeno social en los años sesenta en Estados Unidos, en Europa y en parte de América del Sur, el arte
pop sigue siendo el movimiento artístico contemporáneo más conocido, mejor recibido y más difundido. Semejante celebridad es la
consecuencia del lenguaje plástico de esta tendencia que, al apoyarse en lo espectacular de la sociedad de consumo y en el acopio de
la sintaxis urbana, logró una audiencia muy grande. En efecto, al apoderarse de los elementos o de la simbólica de las sociedades
tecnológicas, los artistas pop señalaron la identidad de manera casi redundante. Este mimetismo formal condujo a hablar de los “años
pop” para calificar la década del sesenta y setenta. Sin embargo, no hay que olvidar que el interés de los artistas, en su mayoría,
consistía en reconocer la existencia de una cultura popular, solo para comentarla decodificando la realidad, no siguiéndola, decidiendo
revelarla (en el sentido fotográfico de la palabra) y mostrando explícitamente los mecanismos. Esta actitud es típicamente
anglosajona. De forma pragmática, se trata de criticar por exposición y no de enredarse en una denuncia. Tal distanciamiento permitió
también que el Pop Art, como lenguaje artístico autónomo, haya sido muchas veces el protagonista, sino el precursor, de modas y de
comportamientos en los que introducía un proceso preventivo.
El arte pop, por muchas razones, es la excepción histórica en que un movimiento de vanguardia se articula orgánicamente y en
simbiosis con el campo más amplio de la cultura.
El crítico de arte Lawrence Alloway es el primero que empleó el término Pop Art, designando así una cultura de masas descalificada
(la publicidad, la televisión, las revistas, las vedettes, los ídolos) de la que preconizaba la consideración y el comentario.
A esta primera generación van a sucederlo artistas que forman un grupo relativamente homogéneo, que se inspira en la cultura
mediática y la restituye en collages y ensambles iconográficos que la veneran abiertamente.
De forma paralela, en los Estados Unidos, se reivindica una metapsicosis del objeto, realiza pinturas combinadas, obras que juntan
objetos de desecho, y cuadros que todavía conservan acentos del actiong painting. Se repintan banderas americanas, dianas, se
recubren objetos cotidianos, realizando juegos entre la ilusión directa entre el modelo y su propia representación. La intrusión de la
realidad en el campo del cuadro participa, de un gesto neo –dadísta, de la afirmación de querer reconciliar el arte y la vida.
El uso masivo de procedimientos mecánicos de reproducción, como la fotografía y la serigrafía, de una factura plana, se superpone
con temáticas y referencias salidas directamente de los cotidiano, como las efigies de estrellas de cine, música, televisión, de objetos
económicos, de cómics, de mercancías. Eran objetos típicos de la sociedad consumista, motivos sacadso del mundo de la publicidad o
del cine, ídolos populares como Elvis Presley o Marilyn Monroe.

Bibliografía:
“Grupos, Movimientos tendencias del arte contemporáneo desde 1945”, Buenos Aires, Editorrial La Marca Editora, 2010. Páginas 188-189
Historia del arte Salvat, Tomo 5, el arte contemporáneo, Barcelona, 1995. Páginas 1389-1416.

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