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TRASTORNOS ALIMENTICIOS

Un trastorno de la alimentación es una enfermedad que causa graves perturbaciones en


su dieta diaria, tales como comer cantidades muy pequeñas o comer en exceso. Una
persona que tiene un trastorno de la alimentación puede haber comenzado por comer
pequeñas o grandes cantidades de comida, pero en algún momento el impulso de comer
más o menos se disparó fuera de control. Angustia severa o preocupación por la forma o
el peso del cuerpo también se pueden caracterizar como un trastorno de la alimentación.
Los trastornos de la alimentación generalmente aparecen durante la adolescencia o
adultez temprana, pero también se pueden dar durante la niñez o la adultez avanzada.

Los trastornos de la alimentación más comunes son la anorexia nerviosa, bulimia


nerviosa y el trastorno por atracón. Los trastornos de la alimentación afectan tanto a los
hombres como a las mujeres

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades psiquiátricas


complejas, multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes.
El diagnóstico más frecuente durante la adolescencia es el de TCA no especificado,
seguido por el de anorexia nervosa y bulimia nervosa. Todos estos trastornos comparten
síntomas cardinales tales como la preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura
corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

El origen preciso de los trastornos de la conducta alimentaria no se ha podido dilucidar


hasta el momento. Se han propuesto diferentes teorías sobre la etiología de los
trastornos alimentarios, siendo probable que todas las teorías resulten complementarias.
Se ha postulado que los factores culturales y ambientales desempeñan un papel
importante en la génesis de las alteraciones de la conducta alimentaria, debido a que
éstas son por lo general más comunes en los países industrializados que en los países en
desarrollo. Sin embargo, es importante reconocer la determinante contribución genética
y la influencia que la misma tiene sobre el peso, especialmente en una época en la que
se ha iniciado la identificación y comprensión de las moléculas que participan en el
control tanto del apetito como de la saciedad, así como aquellas que intervienen en la
homeostasis energética.7 Las alteraciones conductuales posiblemente están, al menos
facilitadas, por alteraciones específicas en los neurotransmisores o neuromoduladores en
el sistema nervioso central, los cuales ejercen sus acciones en una forma genéticamente
pre-determinada.8,9 Aún sabemos muy poco de los mecanismos moleculares de los
trastornos de la alimentación, pero cada día es más claro que el sistema nervioso central,
particularmente el hipotálamo, desempeña un papel relevante.10 En el contexto
familiar, los intentos de los padres de controlar su propia conducta alimentaria y la de
sus hijos, interactúan recíprocamente con las predisposiciones genéticas que determinan
las diferencias individuales.11 Estudios de la conducta alimentaria en padres y en
gemelos idénticos sugieren que una parte importante de ésta (45- 60%), se debe a
factores genéticos.12 El llevar a cabo la separación de los factores genéticos de otros no
es factible, ya que los genes son parte de un sistema dinámico que está constantemente
respondiendo a señales ambientales.

BASES MOLECULARES

El hipotálamo, es la región que mayor importancia tiene en el control de las señales


para el consumo de alimentos. Las sustancias que modulan la actividad hipotalámica
(i.e. leptina, ghrelina e insulina) también se expresan en las regiones cerebrales
involucradas con la recompensa, motivación, aprendizaje, emoción y estrés.14 El
consumo de alimentos está impulsado por sus propiedades gratificantes, hecho que se ha
vinculado al aumento de la actividad dopaminérgica en los circuitos cerebrales de
recompensa. Los sistemas de recompensa dopaminérgicos y opioides son críticos para la
supervivencia, pues condicionan impulsos amorosos, reproductivos y de ingesta
alimentaria. Todo lo anterior está determinado por la acción de la dopamina en el núcleo
accumbens y en el lóbulo frontal. Esta misma acción regula los efectos de los
mecanismos de recompensa “no naturales” como los relacionados con el alcohol, las
drogas y de ciertas conductas compulsivas como el sexo, el juego y las alteraciones en
la alimentación

BASES PSICOLÓGICAS
Los cambios favorables o desfavorables en el miembro de la familia identificado como
“enfermo” ejercen efectos sobre la salud psicológica y física de la familia completa. Las
relaciones que los padres (específicamente las madres) mantienen con sus hijas, durante
la infancia y la adolescencia son cruciales para el posterior desarrollo psicológico y
social de éstas. Desde hace tiempo se ha demostrado que existe una correlación causal
entre las diferentes actitudes parentales, las diversas estructuras de funcionamiento
familiar y el desarrollo de psicopatologías en la edad adulta como la depresión, la
neurosis y los trastornos de la conducta alimentaria.30 Se ha demostrado que cierto tipo
de organización y funcionamiento familiar conducen en concreto a la aparición y
mantenimiento de los trastornos de la conducta alimentaria. Los miembros de este tipo
de familias están atrapados en patrones de interacción familiar, en los cuales los
síntomas de la hija con el trastorno desempeñan un papel central que evita tener que
abordar el verdadero conflicto subyacente, y es así como la enfermedad mantiene en
cierta forma el precario equilibrio familiar. Esta familia “psicosomática” se caracteriza
por una estructura de elevada implicación interpersonal, sobreprotectora, rígida y
evitadora de conflictos.31 Asimismo, se ha determinado que la mayor influencia sobre
el cambio en las conductas de modificación del peso en las adolescentes, proviene
principalmente de las madres y de las amigas, y no de los padres ni de los medios de
comunicación..

¿Es anorexia o es bulimia?

Aunque ambas son un trastorno alimenticio, una diferencia entre anorexia y bulimia está en


la forma en la que la persona afectada se comporta ante la comida. De hecho, a veces el
paciente sufre ambos trastornos, ya sea de manera sucesiva o alternándolos. Por un lado, la
anorexia se caracteriza por un miedo a engordar, acompañado por la sensación de verse y
sentirse gordo/a, por lo que la persona deja de comer. Por otro lado, la bulimia no sólo implica
el componente del miedo a estar gordo o a engordar, sino que, además, el bulímico padece un
sentimiento de descontrol ante la comida. Por consiguiente, éste come desmesuradamente y,
puesto que se siente culpable, acto seguido se provoca el vómito.
Síntomas de la anorexia
Los síntomas de la anorexia siguen un patrón y estos pueden llegar a ser muy evidentes, así
como fáciles de detectar, si uno está atento. Muchas veces, se interpretan como señales de
aviso para las personas cernacas. Entre los signos que pueden dar la voz de alarma destaca la
pérdida de peso excesiva en un corto periodo de tiempo.

Por otro lado, al estar obsesionadas con su peso, las personas anoréxicas suelen hacer
ejercicio de manera excesiva, se pesan a diario, están obsesionadas con el hecho de estar
gordas y, por ello, tratan de saltarse comidas. De hecho, en muchos casos, las personas
anoréxicas tienen sus propias estrategias para deshacerse de la comida del plato:
ocultarla en servilletas u otros sitios para tirarla más tarde, esparcirla para dar la sensación de
que se la han comido, etc.

Asimismo, la anorexia es un trastorno de alimentación que afecta al estado anímico de las


personas que la padecen; entre otras, provoca una fuerte bajada de autoestima. 

Síntomas de la bulimia
La diferencia entre anorexia y bulimia también se manifiesta en sus síntomas. Aunque en
ambos casos se puede observar a una persona preocupada constantemente por su peso y por
mantener su figura, aquel que sufre bulimia se ve incapaz de controlar su conducta
alimentaria. De hecho, eso es lo que le hace utilizar laxantes y diuréticos de manera frecuente
para expulsar lo antes posible toda la comida que ha ingerido, o bien, se provoca el vómito.

Causas de la anorexia y la bulimia

La alimentación es reflejo de cómo se siente uno como persona. La cultura de la delgadez y la


perfección puede ser un elemento que favorezca estos trastornos. Según las tasas de
género, por cada 9 chicas con anorexia o bulimia, hay un chico afectado.

Este problema alimentario suele iniciarse principalmente en la adolescencia, pues los jóvenes
se encuentran en una etapa de cambios y en el proceso hacia la edad adulta empiezan a
preocuparse por su aspecto físico. De ahí que intenten seguir los cánones de belleza que
marca la sociedad, los medios de comunicación, el cine y la televisión, hoy en día aún más
enfatizado por las redes sociales.

Sin embargo, que estos trastornos tengan una mayor incidencia entre los jóvenes, no significa
que no se manifiesten en la edad adulta, al contrario. De hecho, es considerado uno de los
principales síntomas del estrés laboral. El estrés laboral puede provocar pérdidas de apetito e
incluso ganas de comer de manera compulsiva, con lo que se puede asociar a problemas
como la anorexia o la bulimia.

SOLUCIONES PARA LA ANOREXIA Y LA BULIMIA

Cualquier trastorno alimentario requiere atención médica, y aún más si se manifiesta entre los
más jóvenes. Si no se trata de manera adecuada, el trastorno puede provocar problemas graves
de salud en el futuro, tanto a nivel mental como físico. Puesto que se trata de la salud de los
adolescentes, una protección médica nunca estará de más.

A veces, este tipo de trastornos se resuelve con el apoyo familiar adecuado, junto con la ayuda
de un médico que pueda evaluar el estado de salud del joven. Por otro lado, muchas veces, los
adolescentes necesitan apoyo psicológico por parte de especialistas, para encontrar el origen
del trastorno, ayudarlos en el proceso de aceptación y a que se quieran tal y como son.

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