Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Hace menos de un mes nació en la ciudad de Austin, Texas, un bebé adicto a la cocaína y
al alcohol. El pequeño sufrió durante seis días de diarrea, náusea, sudor excesivo y
calambres. Estos son los efectos comunes de aquellos que tras adquirir un vicio se ven
imposibilitados de consumir estas sustancias, ya sea porque pretenden romper con su
dependencia o porque se ven forzados a abstenerse.
Es lógico que no se puede saciar una sed espiritual con una droga ni con alguna
experiencia de relajación. Es como tratar de quitarnos el hambre rezando el Padre
Nuestro, o como pretender un mayor conocimiento de Dios con ejercicios de relajación
tipo yoga. Si quiero satisfacer una necesidad espiritual no hay otro camino que el de la
oración de corazón y el servicio a los demás (el cual es otra forma de oración).
Este auge en el consumo de drogas ha provocado una fuerte tensión política que abre los
debates en torno a las drogas blandas buscando su legalización. Se corre el peligro de caer
de manera demagógica en simplificaciones y generalizaciones que pasan por alto las
consecuencias profundamente humanas que surgirían.
Algunos, por ignorancia o estupidez, aseguran que liberando a las drogas se reducirían los
problemas sociales relacionados con el narcotráfico, como los crímenes y la corrupción.
Puede ser que los narcotraficantes dejen de matar policías y corromper políticos al
permitírseles expendios de droga, pero éste es el menor de los problemas.
La mayoría de las personas confunde lo legal con lo moral o bueno. Es obvio que las
drogas seguirán dañando al adicto independientemente de que su consumo sea un crimen
o no. Uno de los principales problemas es la confusión que se siembra en las conciencias
de los ciudadanos, porque la liberalización de los narcóticos va acompañada
implícitamente de una justificación para drogarse. Un joven, ante la disyuntiva de probar
la droga o abstenerse pensará que hay razones válidas para drogarse, puesto que el
consumo es legal.
Hay que considerar también el retroceso en el nivel de vida de la sociedad ante dicha
legislación. Muchos drogadictos deben recurrir al robo para comprar las drogas que
necesitan, y al aumentar la demanda tras la liberalización, se desarrollará la criminalidad
por encima de la capacidad que los gobiernos tienen de mantener la seguridad pública
con el porcentaje de presupuesto gubernamental que tradicionalmente se destina a esto.
Y ¿qué me dicen de los accidentes de tráfico? ¿Acaso van a colocar retenes antidoping los
fines de semana en las calles? El acceso fácil a las drogas causará un aumento en las
colisiones viales, lo que puede causar más muertes que todos los homicidios provocados
por narcotraficantes.
Está en juego el destino de las personas. Aquellas que se dejen engañar y busquen una
liberalización en las drogas verán disminuida su vida y desperdiciarán sus potencialidades,
y otros, como la madre drogadicta, pondrán un lastre en la vida de sus propios hijos. Las
circunstancias personales que llevan a la drogadicción no podrán corregirse si los
narcóticos se venden libremente en la tienda de la esquina.