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Ecología, Capitalismo

y
Crítica de la Economía Política
Gonzalo Florees Mondragón

I.- Introducción
La dimensión y complejidad de la crisis del Mercado Mundial 1 tiene un conjunto de
aspectos poco o nada comprendidos (como las nuevas formas de Subsunción del
Trabajo bajo el capital que se presentan bajo la figura de una Subsunción del proceso
de Consumo Social e Individual2). La crisis mundial presenta una gigantesca
sobreacumulación de causas contrarrestantes de las cuales surgen callejones sin
salida de carácter tecnológico, sociales y ambientales; por ejemplo, entre otras: la
energía nuclear, el neoliberalismo, el mercado de emisiones de carbono.Todo esto
deriva en la producción de una aparente sobreacumulación de crisis particulares, de
un conjunto de crisis que convergen provocando una sinergia entre todas ellas.

Pero, en realidad, es el problema del sometimiento del desarrollo de las fuerzas


productivas el que se mira como el tema central, porque de él depende la unidad radical
de la producción con el consumo sociales, tema esencial de la Economía Política y la
Crítica de la Economía Política, es decir, del pensamiento de la Economía Clásica.
Sin embargo, el olvido y la renuncia a pensar este tema desde la octava década del
siglo XIX, con el surgimiento de la Economia marginalista, ha producido una gran
confusión y retroceso científico del pensamiento crítico social económico para entender,
por ejemplo, la crisis ecológica mundial como un producto histórico del modo de
producción capitalista basado en un patrón tecnológico específico: el patrón

1
La argumentación que sigue está basada en la conferencia impartida por el Dr. Andrés Barreda dentro
del Seminario Internacional “Crisis económica-ecológica”, organizado por el Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades y la Facultad de Economía de la UNAM, el 8 de
noviembre de 2010.
2
La psicología social y la sociología han intentado dar cuenta de este fenómeno bajo la figura de
“sociedad de consumo”, (Erich Fromm La sociedad actual industrializada (1954), El corazón del hombre
(1964); Herbert Marcuse, Eros y civilización (1955), El hombre unidimensional (1964), La sociedad
opresora (1972); Vance Packard, Los artífices del derroche, Las formas ocultas de la propaganda
(1953), etc.) sin embargo no logran captar la figura completa y articulada del proceso de sometimiento
que lleva a acabo el capital sobre todo el proceso de Trabajo de la sociedad

1
tecnológico petrolero. Este es el problema fundamental que la confusión acerca de
la crisis ecológica oculta al momento que no se la entiende como una crisis total, sino
acepatando de manera acrítica el supuesto de que la naturaleza es una externalidad al
crecimiento económico de la sociedad.
Bajo este supuesto de externalidad, que él mismo es producto de un desarrollo
distorsionado y decadente de las fuerzas productivas, es que el pensamiento económico
confunde su mirada sobre el problema del desarrollo y el crecimiento.

Dentro de la Crítica de la Economía Política, el concepto de desarrollo se asocia con


la libertad, el devenir de sistemas abiertos de necesidades y capacidades sociales
específicas y concretas cualitativamente determinadas ligadas a una maduración,
fortalecimiento y consolidación de procesos colectivos e individuales. El desarrollo
también incluyen el crecimiento de esos sistemas en devenir, pero siempre ligados a su
cualidad. La unidad entre cualidad y calidad es lo que la Crítica de la Economía Política
entiende como la medida de la Riqueza producida por la sociedad y supone una medida
concreta y específica; por eso la riqueza se compone de valores de uso.

Los valores de uso están conectados con el sistema de las necesidades sociales e
individuales. En este sentido la medida de ellos (qué cantidad se producen y de qué
cualidad) es la medida de lo socialmente necesario. Además, están íntimamente
relacionados con el tiempo de trabajo y, en ese sentido, con el tipo de fuerzas
productivas con las que se producen. De este modo, la medida de la riqueza de la
sociedad está determinada por el Tiempo de Trabajo Socialmente Necesario.

Como el tiempo de trabajo socialmente necesario es el valor y el capitalismo busca la


mayor producción posible de valor y —en específico— de una parte del valor: el
plusvalor, éste ha tenido que someter la cantidad (alargándola, intensificándola), pero
también ha tenido que someter la cualidad (la especificidad y finalidad) del tiempo de
trabajo necesario para que la sociedad se reproduzca.

Así, las cosas, las fuerzas productivas —la condición esencial ee unidad entre el
sujeto y el objeto— quedan sometidas en su desarrollo y, por lo tanto en su medida. De
modo que si no se libera al desarrollo de las fuerzas productivas del sometimiento y
distorsión que sufren por parte del capital, si no se resuelve esto, el desarrollo
económico plantea necesariamente una contradicción con la naturaleza y ante la crisis
ecológica, entonces, no hay nada que hacer. Pero si se resuelve tal sometimiento, el

2
desarrollo económico puede no estar peleado con la conservación, disfrute y el propio
desarrollo de la naturaleza.

“No hay antagonismo entre tecnología (en el sentido de técnicas de base


científico-teórica) y ecologismo, sino entre tecnologías destructoras de las
condiciones de vida de nuestra especie y tecnologías favorables a largo plazo
de ésta.”3

II.- El pensamiento ecológico, la mundialización del capital


y el sometimiento real del consumo
La Ecología arranca en trabajos como los de Darwin, Alfred Russell, Wallace Von
Liebig (con sus estudios sobre los suelos), con Ernst Haeckel, biólogo alemán que
discute con Darwin.4 Él es quien acuña el concepto de Ecología, diciendo que por
Ecología se entiende el campo de conocimiento que concierne a la “economía de la
naturaleza”.5
Otro autor muy importante es el que señala Alfred Schmit y que se llama Karl
Nicholaus Fraas, botánico alemán (1810-1875), que en 1847 escribió un libro titulado
Clima y Mundo Vegetal en el Tiempo. Una Contribución a la Historia de Ambos. Este
es un autor muy usado por Marx. Marx le escribe a Engels 6 diciéndole que éste es un
darwinista antes de Darwin, pues él habla de la producción histórico social del clima.
Este concepto es el que se encuentra detrás del tomo II, detrás de toda la consideración
sobre la Renta de la Tierra y detrás de la Dialéctica de la Naturaleza de Engels. Es un
referente ecológico muy importante del pensamiento de Marx, prácticamente
desconocido en la actualidad.

3
Fernández Buey Francisco y López Arnal Salvador (Editores), De la primavera de Praga al marxismo
ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristán Luzón, Ed. Catarata. Madrid, 2004, pp.187
4
Ernst Heinrich Philipp August Haeckel (1834-1919) fue un biólogo y filósofo alemán. Sus ideas al
respecto fueron recogidas en 1866 en su Generelle Morphologie der Organismen (Morfología general de
los organismos), cuyo segundo volumen dedicó a Darwin, Goethe y Lamarck. No obstante, aunque
Haeckel fue un gran defensor de la idea de selección natural, en realidad ignoró el papel del azar en la
teoría darwinista.
5
El término ökologie fue introducido en 1869 por Ernst Haeckel en su trabajo Morfología general de los
organismos (Generelle morphologie der organismen);2 está compuesto por las palabras griegas oikos
(casa, vivienda, hogar) y logos (estudio o tratado), por ello ecología significa «el estudio del hogar». En
un principio, Haeckel entendía por ecología a la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con
su ambiente, pero más tarde amplió esta definición al estudio de las características del medio, que
también incluye el transporte de materia y energía y su transformación por las comunidades biológicas.
6
Carta de Marx a Engels del 25 de marzo de 1868.

3
Se nota que el pensamiento ecológico encuentra sus primeros antecedentes
“modernos” como un desarrollo resultado de la convergencia y complejización de la
biología con la geología, la química, la biogeología ó la bioquímica.
Este desarrollo se va entreverando con el desarrollo de la reflexión marxista sobre el
desarrollo de la Naturaleza, la técnica, las fuerzas productivas. Pero también se irá
entreverando con la gestación de un pensamiento propiamente ecologista, que no es
estrictamente científico, ni marxista, sino que se irá definiendo como el moderno
pensamiento ecologista.
El pensamiento ecologista en los siglos XIX y XX, sobre todo en este último,
presenta una reflexión que encierra una gran complejidad. La emergencia y
consolidación del pensamiento ecologista de los últimos 70 años solo resulta describible
si el proceso es reconstruido como una compleja convergencia de numerosas
expresiones teóricas que expresan las transformaciones económica, políticas, sociales,
culturales, psicológicas, científicas, etc. que se ven impactadas de manera integral
durante esta época.

El tema central a observar es el de la mundialización del capitalismo. El


sometimiento formal y real de todo el metabolismo mundial bajo el capital y no sólo el
sometimiento del Mercado Mundial, sino el sometimiento del metabolismo mundial, en
términos de valor de uso, de reproducción de la sociedad bajo el capitalismo.
Esto significa la destrucción creciente de todas las formas precapitalistas que aún
prevalecen o que prevalecían. De ahí que aparezca con el avance del capitalismo una
absorción y recuperación crecientes de conocimientos y saberes precapitalistas, que se
refleja en la cultura, el desarrollo de la ciencia, la filosofía y el arte capitalista: el
orientalismo, los saberes indígenas de América Latina y de cualquier otro continente.
El significado histórico de este problema es que, no solo el capitalismo va
absorbiendo al precapitalismo, lo que significa una extensa acumulación originaria de
capital que transforma lo que era precapitalista, sino que en la medida en que la lleva a
cabo, hace que se desarollen también sus contradicciones internas y la oposición y lucha
en su contra.
Así que la destrucción histórica del precapitalismo por el capitalismo, en el curso de
la mundialización de éste, tiene el significado histórico de que se va operando la síntesis
de capitalismo y precapitalismo en vista de que se opere la revolución comunista. Este

4
movimiento, anudamiento y resolución permite tener la clave de la complejidad de la
reflexión del pensamiento ecologista.
Un segundo asunto a tomar en cuenta, no es solo la mundialización de capitalismo en
un contexto precapitalista que va siendo agotado cada vez más, sino que este
capitalismo que se va mundializando —en el curso de su mundialización— transforma
su proceso de subsunción real del trabajo inmediato bajo el capital (SRTi/K) en un
proceso que, por la propia potencia de esta subsunción, se convierte en subsunción real
del consumo bajo el capital (SRC/K). 7
La SRC/K significa el modo específico como el capital consigue mantener su
proceso de desarrollo, es decir, el modo como el capital logra afianzar el sometimiento
sobre el sujeto social e individual para asegurar la explotación mundial de plusvalor. Por
ello la SRC/K significa también que el escenario y los planos de la lucha se han vuelto
mundiales y totales; ya no solo es la fábrica ó la oficina y el taller, sino todo espacio
público, privado, político, cultural, económico, productivo, improductivo, urbano y
rural.
Frente a la caída tendencial de la cuota de ganancia mundial producida por la
SRTi/K, la SRC/K representa la causa contrarrestante que suspende, copta y neutraliza
el desarrollo de alternativas nuevas que permitan trascender a la SRTi/K.
No obstante esta subsunción del consumo, ahora de escala mundial, propicia una
lucha también mundial en donde tienen lugar novedosas fuerzas productivas que el
sujeto social inventa y ensaya contra esa proletarización avasallante del cual es objeto.

7
Concepto formulado por Jorge Veraza (La Subsunción Real del Consumo bajo El Capital, Ed. Itaca.
México, 2009), es una propuesta original para entender a la sociedad capitalista, desarrollando el análisis
ofrecido por Marx. Esta visión novedosa radica en entender a la SRTi/K como la columna vertebral que
sostiene al capitalismo moderno.
La SRTi/K nos coloca en la posibilidad de entender el conjunto de relaciones que el capitalismo establece
en su desarrollo. Relaciones de sometimiento articuladas a partir de una lógica que es la clave decisiva del
metabolismo de la sociedad capitalista. Esta lógica mantiene como su rasgo esencial e ineludible a la
producción de plusvalor, que es el resultado inmediato del sometimiento capitalista del proceso de
producción y el fundamento de todo el conjunto de sometimientos que el capital necesita llevara a cabo
para someter a la Reproducción Social es decir. A la totalidad de la vida social. La SRC/K significa el
modo específico como el capital consigue mantener su proceso de desarrollo, es decir, el modo como el
capital logra afianzar el sometimiento sobre el sujeto para asegurar la explotación mundial de plusvalor.
Por ello la SRC/K significa también que el escenario y los planos de la lucha se han vuelto mundiales y
totales; ya no solo es la fábrica ó la oficina y el taller, sino todo espacio público, privado, político,
cultural, económico, productivo, improductivo, urbano y rural.
Frente a la caída tendencial de la cuota de ganancia mundial producida por la SRTi/K, la SRC/K
representa la causa contrarrestante que suspende, copta y neutraliza el desarrollo de alternativas nuevas
que permitan trascender a la SRTi/K.
No obstante esta subsunción del consumo, ahora de escala mundial propicia una lucha también mundial
en donde tienen lugar novedosas fuerzas productivas que el sujeto social inventa y ensaya contra esa
proletarización avasallante del cual es objeto. Muestra de ello son todas la revoluciones de carácter
nacional, popular, cultural, político, acontecidas durante el siglo XX y lo que va del XXI.

5
Muestra de ello son todas la revoluciones de carácter nacional, popular, cultural,
político, acontecidas durante el siglo XX y lo que va del XXI.
Este es el hecho decisivo. Si se lo refiere como la subsunción real de la reproducción
social se alude solo a la forma del proceso, pero no a su núcleo central. El problema
central es la SRC/k porque ahí es donde debe ocurrir la alteración nociva de los valores
de uso, en términos concretos y singularizados, gracias a un sometimiento del desarrollo
de las fuerzas productivas. El que sea en términos concretos y singularizados nos da la
clave de la erupción de múltiples teorías que intentan dar cuenta de tal o cual aspecto de
la vida social que es puesto en crisis.
El capitalismo está atacando complejamente múltiples aspectos de la vida. ¿Cuándo
sucedió eso, si antes nada más atacaba a la producción? Cuando impacta en el consumo.
Es ahí cuando rompe todos los aspectos singulares de la generación de vida.
La SRC/k es la clave de la complejización del daño omnilateral que el capitalismo le
hace a la Naturaleza y a la Humanidad y por tanto de la complejización de las teorías y
reflexiones que intentan de dar cuenta del problema, sean de derecha o de izquierda.
Estos son los dos aspectos principales que estructuran el fenómeno epocal. Uno es la
mundialización del capitalismo y el otro es cómo ocurre dicha mundialización, como
subsunción real del proceso de trabajo devenida en subsunción real del consumo.
Así las cosas, se puede entender que la Ecología es realmente el punto donde
pareciera que la totalidad del siglo XX, la de la SRC/k, manifiesta la relación de todo
con todo
De ahí que la extraordinaria complejidad del pensamiento crítico de la ecología y de
la ideología ecologista solo resulten comprensibles como una expresión histórica y
puntual del proceso de subsunción de la totalidad del Mercado Mundial y de la totalidad
del proceso de Reproducción en condiciones de decadencia civilizatoria aguda. Cómo el
fenómeno ecológico, práctico y teórico resume ó sintetiza la compleja decadencia
civilizatoria y el intento histórico de neutralizar, deformar e –incluso— anular el
desarrollo de las fuerza productivas, la posibilidad de pensar históricamente estos
hechos, se encuentra complejamente asociada a este sistema de ilusiones que impiden
entender el significado de los siglos XIX y XX.

III.- El sometimiento del pensamiento ecologista

6
Como esta es la complejidad del fenómeno que se está manifestando en la Ecología.
Como la SRC/k es la complejidad que se está poniendo en evidencia en el problema
ecológico, va a ocurrir que en la segunda mitad del siglo XX —que es cuando madura la
conciencia ecológica— ésta, la conciencia ecológica, va a tener una dificultad
estructural para poder pensar la Historia de la Ecología misma como componente de la
historia capitalista, del desarrollo del capitalismo. Todos los intentos de construcción y
de reflexión sobre la Historia de la Ecología son sorprendentemente sesgados, con
lagunas notables.
Pues la forma desfigurada que tiene la memoria ecologista se refleja en el peculiar
ocultamiento que tiene la historia real de las deformaciones ecológicas capitalistas y sus
reflejos ideológicos. Ocultamiento que se manifiesta en la falta de comprensión y olvido
sistemático del verdadero alcance y magnitud catastrófica, aunque muy localizada, que
tenía la destrucción de la calidad de la vida para el proletariado, la clase obrera y el
pueblo que vivía en las ciudades y los campos del capitalismo desarrollado del siglo
XIX, a partir de la primera revolución industrial.
Y este “borramiento” de esta dimensión tan importante del aspecto de la
desfiguración ecológica que tenían los valores de uso en ese momento, tiene también
repercusiones en el olvido del carácter ecológico proletario que tenían las luchas
obreras del siglo XIX, no solo un carácter ecológico popular.8 Se olvida todo el carácter
ecológico que tenían las luchas obreras de las ciudades y los campos altamente
desarrollados en el siglo XIX. Se hace a un lado esa dimensión ecológica que tuvo la
lucha de los obreros cuando éstos, peleando por la duración de la jornada de trabajo y la
magnitud del salario, también peleaban por la reforma de calidad de la vida; peleaban
por la legislación fabril y la regulación de la calidad sanitaria, la calidad de la vivienda,
la defensa contra el cambio y adulteración de los alimentos, 9 etcétera, que integraba de
manera muy compleja la lucha ecológica.
Con ello se oculta el modo en que la lucha obrera del siglo XIX empujó, con
sistematicidad e integralidad, hacia la reforma capitalista de la calidad de la vida.
El olvido de esta dimensión tan importante de las lucha obrera en el siglo XIX llevó
al mito que sostiene que “el desarrollo de las fuerzas productivas que proponía Marx era
porque él tenía una fe ciega en el progreso y desarrollo; era un mero pensador de la

8
Martínez Alier Joan, De la Economía Ecológica al Ecologismo Popular, Ed. Icaria. Barcelona, 1992
9
Hobsbawn Eric. La Era del Capitalismo, Ed. Guadarrama. Quito, 1977

7
técnica y del tiempo, pero no de la naturaleza y el espacio”. 10 Esto es una falacia. Lo que
había realmente era una situación muy compleja y contradictoria de lucha en donde,
después de esa lucha, se impone ese tipo de fuerzas productivas que el capitalismo del
siglo XIX entrega a las sociedades metropolitanas. Pero eso es resultado de una gran
lucha por la calidad del valor de uso.
Por ello se ha ocultado la base histórica desde la cual se explica el desarrollo del
contenido histórico ecológico del pensamiento de Marx y Engels y, también, de
numerosos científicos, que sentaron la base del moderno pensamiento ecologista.11
La progresiva deformidad en el desarrollo de las fuerzas productiva y la creciente
generación y consumo de valores de uso progresivamente nocivos que ocurren en el
siglo XX, es justo el tema central que la izquierda del siglo XX va a dejar fuera al
momento de soslayar la importancia del capital productivo industrial —que se está
concretando de esta manera— y la explotación de la fuerza de trabajo, así como SRC/k
y de los valores de uso que emergen de ella. Lo que se expresará también en la
banalización de la Teoría del valor, no sólo en Rudolf Hilferding, sino también se va a
expresar en el protagonismo creciente que tendrá la teoría económica neoclásica: Von
Bö hm-Bawerk,, Von Mises, Leontief, Kalecki, Keynes, Schumpeter, Minsky y
alumnos de éstos como lo son Paul Baran, Paul Sweezy, Georgescu-Roegen (éstos dos
últimos son alumnos directos y estrellas de Schumpeter). Así como en la banalización
de la caída de la tasa de ganancia, como resultado del desarrollo de la Ley del Valor, del
desarrollo de las fuerzas productivas y de la sobreacumulación de capital (Schumpeter,
Keynes, Alvin Hansen, John Galbraith, John Strachey, Joan Robinson, entre otros) .
El tema ambiental fue un tema que progresivamente fue siendo abortado dentro del
marxismo del siglo XX, porque, en realidad resulta que existieron muchas
aproximaciones críticas tempranas al problema de la Naturaleza, de la Dialéctica de la
Naturaleza, del Metabolismo (de la relación entre el Hombre y la Naturaleza), la
Energía, de la Tierra, incluso, estudios muy importantes —que se desarrollaron en los

10
Durante todo el siglo XX y aún en el siglo XXI este fantasma ha recorrido el mundo. Teodoro Adorno,
Max Horkheimer, Yves Lacoste, Nicholas Georgescu-Roegen, José Manuel Naredo, Joan Martínez Alier
han alegad en distintos momentos que Marx fue un gran pensador al que se le olvidó pensar la naturaleza
y/o el espacio. O, por el contrario, si reconocen que si pensó a la Naturaleza, lo confunden con las y
acciones tomada por Stalin con su Dialéctica Materialista en favor de la industrialización forzada de la
URSS. De manera que todos los ecocidios cometidos durante el stalinismo, en particular, y la existencia
de la URSS, en general, son imputados a Marx. Por tal motivo, la obra es la responsable o —en el mejor
de los casos— no alcanza para explicar la contemporaneidad del capitalismo caracterizada por una crisis
ecológica mundial.
11
Delèage Paul, Historia de la Ecología, Ed. Icaria. Barcelona, 1993.

8
años treintas— sobre la subordinación real de la ciencia y la técnica bajo capital. 12 como
es el caso de los estudios de Anton Pannekoek sobre la biología o los estudios de Henrik
Grossmann sobre la emergencia de Descartes y del pensamiento y la filosofía
mecanicistas en la era de la División del Trabajo, que tiene correspondencia con otro
investigador ruso que se llamó Boris Hessen. Todas éstas son discusiones que estaban
recogiendo un pensamiento rico y complejo del siglo XIX que claramente pudieron
haber apuntado hacia una crítica ecológica sustentada en la Crítica de la Economía
Política.

IV.- El Manifiesto del Partido Comunista, la Concepción


Materialista de la Historia y la Naturaleza
En 1848, en el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels presentaron el
programa de acción y lucha del proletariado para su emancipación. En ese mismo
documento y como una condición necesaria para dicho propósito, describieron el perfil
que caracterizaba a la clase burguesa hasta ese entonces: como una clase histórica.13
Pero también es el momento en que se comienza a gestar el declive de ella e inicia la
tarea histórica del proletariado: la emancipación de toda la humanidad y la superación
de la sociedades de clase; la de ser los “sepultureros” de la burguesía y de todas las
sociedades de clase.
La Revolución de 1848, la primera revolución internacional de la historia, constituye
la primera ocasión en que el proletariado pudo participar con un programa político
propio, claramente distinto al de la burguesía.14 El momento no fue casual, pues
1848/1849 representa el inicio de la construcción del Mercado Mundial específicamente
capitalista, esto es, la expansión de la subsunción real del trabajo sobre toda la
redondez del planeta.
Dentro de este planteamiento general la reflexión acerca de la relación del hombre
con la Naturaleza resulta esencial, pues, a pesar de no ser reconocida por la mayoría de
12
Es el caso de los estudios de Anton Pannekoek, sobre la biología o los estudios de Henrik Grossmann
sobre la emergencia de Descartes y del pensamiento y la filosofía mecanicistas en la era de la División del
Trabajo, que tiene correspondencia con otro investigador ruso que se llamó Boris Hessen. Grossman y
Hessen nunca se conocieron, pero desarrollaron trabajos muy parecidos. Hessen fue un investigador ruso
dedicado al estudio de la subsunción de la ciencia, al que asesinó Stalin. Un marxista muy ortodoxo que
estaba investigando la sección cuarta de El Capital, para explicar el desarrollo de la filosofía de la ciencia
del siglo XVIII.
13
Véase Veraza Jorge, Discurso de premiación, presentado en la entrega del “VII Premio Libertador
Simón Bolívar”. Caracas, Venezuela, 8 de septiembre de 2012
14
Ibid

9
los comentaristas de este importante documento, una explicación materialista de la
historia y la construcción de una nueva sociedad no pueden ser posible sin una posición
clara y precisa respecto de la naturaleza. Por eso, la propia lucha que el proletariado
tiene que llevar a cabo contra la burguesía está necesariamente matizada por dicha
posición.
La relación con la naturaleza acontece como condición esencial de toda organización
social, desde los inicios de la humanidad, incluyendo así a las sociedades consideradas
dentro de la prehistoria, es decir, antes de la historia escrita. Esta relación es tan esencial
que se le da una condición de carácter primigenio, originario y elemental.
En cada época histórica fue preciso ir incluyendo cada vez más naturaleza dentro del
quehacer humano, ampliando con ello la base natural de la reproducción social en cada
modo de producción. Si bien las sucesivas formas de propiedad van logrando
paulatinamente este cometido presentando, como rasgo común general, el que la
posesión de la tierra, en una época u otra, aparece como una de las condiciones de
producción del productor directo, dicha sucesión y ampliación de la base natural de la
reproducción social a estado muy lejos de estar exenta de contradicciones respecto de la
Naturaleza.
El capitalismo es la época histórica en que, si bien la base natural se amplía como
nunca antes, logrando convertir a todo el planeta en su cuerpo material, implica también
que las contradicciones con la naturaleza se exacerban como nunca antes, pues rompe el
rasgo común general observado en todas las épocas anteriores, ya que presupone que a
los trabajadores rurales se les expropie la tierra y se los subordine a un capitalista que
explota la agricultura con vistas a la ganancia.
Para alcanzar una nueva sociedad que supera al capitalismo es necesario desarrollar
tanto las relaciones sociales respecto de la naturaleza, como las relaciones sociales entre
los hombres. Ese es el espíritu del Manifiesto del Partido Comunista.
Todas las épocas sociales han construido una forma de organización que se basa en
una estructura gradada de diferencias sociales. Esta diferencia social se basa, a su vez,
en el grado de desarrollo que alcanzan los hombres en sus medios materiales para
relacionarse con la naturaleza: las fuerzas productivas, decíamos.
El capitalismo ha desarrollado las fuerzas productivas y —al mismo tiempo— ha
simplificado la gradación de diferencias sociales, al tiempo que simplifica las
contradicciones de clase. He ahí la especificidad que distingue a la sociedad burguesa.
Pero que simplifique tales contradicciones sociales no significa que las supere o que las

10
aligere; y esta incapacidad para superarlas y aligerarlas determina un tipo de fuerzas
productivas a desarrollar y —con ello— un tipo de relación práctica que el capitalismo
mantiene con la naturaleza.
Mientras se mantenga la propiedad privada, la agricultura y toda actividad pecuaria
y/o extractiva realmente racionales encuentran barreras insuperables por doquier.
Puede ser que la relación con la naturaleza sea ecológicamente sustentable, pero no
termina de ser racional y —por lo tanto— tampoco verdaderamente sustentable porque
no se traduce en un efectiva mejora de la calidad de vida de la población. Lo sustentable
debe incluir tanto al objeto (en este caso, la naturaleza) como al sujeto. De ahí que Marx
vincule el bienestar de un pueblo con el poderío resultante de su naturaleza.15
La simplificación que el capitalismo logra en función de las clases sociales muestra
la posibilidad de distinguir la diferencia entre los dos tipos de contradicción que rigen a
este modo de producción: la contradicción social (con el trabajo) y la contradicción
física/ecológica (con la naturaleza).16 Ambas contradicciones forman parte del punto de
partida esencial del capitalismo. Pero también muestran el lugar estratégico que guardan
ambas dentro ese punto de partida.
La contradicción con la naturaleza es una contradicción contextual, dentro de la cual
aparece la contradicción social, pero esta última es la contradicción que especifica al
capitalismo y que determina y brinda su carácter histórico y es la que plantea la realidad
efectiva de su superación.
Sobre la base de una naturaleza tendencialmente mundializada, en primer lugar, de
manera extendida por el descubrimiento de América y la circunnavegación de África y,
en segundo lugar, de manera profundizada por la subsunción del proceso de trabajo
inmediato bajo el capital, la gran industria construye un Mercado Mundial.
La condición necesaria que explica la existencia de la burguesía es la de
revolucionar, por propia necesidad, los medios sociales de producción y, con ello, la
forma de relacionarse con la naturaleza, dando lugar a una interdependencia
universal/social para con ella. El capital impone así, a toda civilización y cultura, su
manera de percibir, entender, actuar y necesitar a la naturaleza. Así que la destrucción
de las sociedades y pueblos precapitalistas, por parte del capitalismo, de suyo implica
una nueva postura práctica y material con la naturaleza. El capital conoce, abre,
descubre, conquista nuevos continentes, rescatando valores de uso, fuerzas productivas,

15
Marx, K. El Capital, Siglo XXI Editores. México, 1986, tomo III, p. 795
16
O’Connor James, Causas Naturales, Siglo XXI Editores. México, 1997

11
saberes, etc., pero para la producción de plusvalor y obtención de ganancias. Y eso
depende del tipo de fuerzas productivas y su desarrollo.
Por su parte, proletario es el que no tiene naturaleza. Es el que carece de medios
técnicos (herramientas, máquinas) y sociales para la producción de vida, pero también
es al que se le van expropiando todo medio natural de producción de vida: el aire, el
clima, el agua, la biodiversidad, el mar, los alimentos; al tiempo en que también se le
intenta atomizar y dividir, expropiándole sus relaciones sociales con los otros
proletarios y consigo mismo, que también —los otros proletarios y él mismo— son
medios naturales para la producción y reproducción de su vida individual y colectiva.
Así que, con el desarrollo de la producción capitalista, se implica la enajenación y
expropiación paulatina de toda naturaleza. Situación que se agrava cuando aparecen
nuevas fuerzas productivas nocivas y mortificantes, que, no solo expropian o enajenan,
sino que destruyen, devastan y extinguen. La enajenación llega a tal punto que se revela
el carácter anti histórico de la burguesía, en la medida en que ya no puede gestionar la
humanización de la naturaleza, ni asegurar las condiciones de reproducción de todos los
géneros de vida, incluido el del ser humano. Es, pues, evidente que la burguesía ya no
es capaz de seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de
imponer a ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase.17
Los comunista, los verdaderos comunistas, en la medida en que se oponen a la
propiedad privada capitalista —la forma más acabada y última expresión de la
propiedad privada—, se oponen a todo desarrollo de fuerzas productivas forzado,
distorsionado y excluyente. Por el contrario, luchan y defienden la apropiación humana
de los hombres, esa que permite su reproducción de vida digna, pues entienden que
como la clase inferior de la sociedad, los proletarios no pueden liberarse sin liberar, a su
vez, a todas las demás clases, “sin hacer saltar toda la superestructura formada por las
capas de la sociedad”. Es así que Marx y Engels sostienen que

Los proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales sino


aboliendo su propio modo de apropiación en vigor, y, por tanto, todo mundo
de apropiación existente hasta nuestros días.18

17
Marx K. & Engels F. “Manifiesto del Partido Comunista”, en C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas,
Ed. Progreso Moscú. Moscú, 1976, p. 121
18
Ibid

12
Obsérvese que no se dice abolir las fuerzas productivas de la sociedad, sino el modo
de apropiación vigente sobre ellas, pues ese modo de apropiación da como resultado
unas fuerzas productivas materialmente distorsionadas y nocivas para la reproducción
social: las fuerzas productivas del capital.
En atención a ello, los autores del Manifiesto sostienen que, en la sociedad
comunista, el trabajo acumulado no será más que un medio para ampliar, enriquecer y
hacer más fácil la vida de los hombres.
Esta idea anticipa y, a la vez, supera la propuesta del narodnik ucraniano Sergei
Podolinsky,19 cuya obra es considerada el primer antecedente de la Economía Ecológica
actual. Engels reconoce dicha obra y agrega que la capacidad humana de fijar energía se
desarrolla conforme se desarrollan los medios de producción. En virtud de ello, los
medios de producción, al potenciar al trabajo humano, funcionan como una causa
contrarrestante de la ley de la entropía descubierta y formulada por la Termodinámica,
pues dicha ley no es una ley inmediata, sino tendencial; es decir, una ley que se cumple
a través de la mediación de un conjunto de condiciones.
Pero el desarrollo de los medios de producción, para permitir una sociedad mejor a la
capitalista, debe observar otra condición. Tal desarrollo debe ser para enriquecer la
calidad de vida de las personas. De modo que, acumular o fijar más energía sobre la faz
de la Tierra no es el fin último del trabajo —tal y como sostienen los representantes de
la Economía Ecológica—, pues dicha acumulación no se traduce necesariamente en un
mejoramiento de la vida humana.20
La Economía Ecológica, derivado del olvido anterior sobre el carácter ecológico
proletario de las luchas obreras en el siglo XIX, cuando habla y reflexiona acerca del
trabajo, en realidad está hablando de trabajo enajenado capitalistamente. De ahí su
incomprensión y enfrentamiento con la obra de Marx y Engels y su denostación hacia el
Manifiesto del Partido Comunista.
Convertido en clase dominante, el proletariado desarrollará las fuerzas productivas
para una efectiva producción de más y mejores condiciones de vida para todos los
géneros. En otras palabras, conservará y desarrollará la Naturaleza bajo la forma de una
“segunda naturaleza” humanamente producida.
19
El Socialismo y la Unidad de las Fuerzas Físicas , publicado originalmente en ruso en la revista Slovo
(1880), se tradujo al italiano un año después en la revista La Plebe, órgano oficial de la sección italiana de
la Primera Internacional
20
Esta postura del pensamiento ecológico actual frente al trabajo —y de cara a la crisis ecológica
contemporánea— es una postura burguesa, pues mira al trabajo como un mero medio para la
acumulación, en este caso para la acumulación de energía.

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Las medidas que Marx y Engels proponen en el Manifiesto son formas de desarrollar
los medios sociales de producción de vida, sean éstos de carácter técnico, social,
procreativo, natural; y expresan la centralidad que dentro de la propuesta del Manifiesto
del Partido Comunista tiene la relación del hombre con la naturaleza para la
construcción de una nueva sociedad.
La “dictadura del proletariado”, es decir, lo que el proletariado, como clase
dominante dictará, se enfocará a la construcción de los medios sociales de producción
para construir, a su vez, una segunda naturaleza como complemento unitario de una
nueva sociedad. Una naturaleza a su imagen y semejanza. De esta suerte lo natural
mismo se convierte en órgano de su actividad, en órgano que el obrero añade a sus
propios órganos corporales, prolongando así, a despecho de la Biblia, su estatura
natural.21
Si el proletariado, para liberarse, tiene que liberar a todas las demás clases, para
liberar a la sociedad también tendrá que liberar a la naturaleza y eso pasa por el
desarrollo de las fuerzas productivas. Su sentido histórico revolucionario pasa
necesariamente por aquí. La identidad de esta condición es claramente vista por Marx y
Engels dentro del programa de acción que significa el Manifiesto del Partido
Comunista.
La construcción de esa segunda naturaleza, a partir de establecer relaciones de
interioridad con la misma, corre la misma suerte que el de la superación de la
autoenajenación. Tal aforismo contiene de manera esencial la importancia del desarrollo
de las fuerzas productivas y, en particular, la importancia que guarda este desarrollo
dentro de la relación con la Naturaleza.
“La superación de la autoenajenación hace el mismo camino que la
autoenajenación”22. Como bien señala Jorge Veraza, se trata de un acto material
realizado por el hombre.23 Este hacer implica una diferencia cualitativa con todo la
historia anterior.
La destrucció n ecoló gico ambiental generada por el capitalismo de la SRC/k es
una enajenació n materialmente determinada por los medios de producció n
desarrollados y utilizados. Pero, ademá s, es una enajenació n histó ricamente
determinada. De manera que para superarla se tiene que superar materialmente y
21
Marx, Karl, El Capital. Crítica de le Economía Política, Siglo XXI Editores. México, 1987, p. 217
22
Marx Karl, Manuscritos Económico-filosóficos de 1844. “Propiedad Privada y Comunismo”, FCE.
México, 1978.
23
Veraza Jorge, La Dialéctica del Sujeto Revolucionario, en prensa

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esa superació n hay que construirla con unos nuevos medios de producció n que
también son histó ricamente determinados.
Como no se trata solamente de no destruir naturaleza ó de conservarla —que es el
horizonte actual de todo el movimiento ecologista mundial bajo la noción de
sustentabilidad, si bien representa una posición correcta y necesaria, pero no suficiente
—, sino que de fondo se trata primero de conservar, restaurar la naturaleza ya existente,
ya afectada, al tiempo que, en segundo lugar, se desarrolla y produce nueva naturaleza.
Es decir, se trata de producir nuevas y mejores condiciones materiales para el desarrollo
de todos los géneros vivos que habitan el planeta, en donde cabe —por supuesto— el
propio género humano en armonía con todos los otros géneros; se trata pues de crear
nueva y más vida.24
Para lograr esto, decíamos, el proletariado tiene que liberar a la naturaleza toda, lo
mismo que tiene que liberar a todas las clases sociales. He ahí la doble condición que
tiene que cubrir para aprender a creer en al hombre25 y liberarse así mismo. Condición
que Marx y Engels tienen claro en el Manifiesto y que es una posición que no
abandonarán en ningún momento de su obra, pues forma parte esencial de su
concepción materialista de la historia

24
Ni que decir que esta posición critica radicalmente a la posición actual de la Economía Ecológica que
se apoya en las leyes de la entropía, para atacar y denostar al Materialismo Histórico y al desarrollo de la
humanidad.
25
Marx Karl, Manuscritos Económico-filosóficos de 1844. “La renta de la Tierra”, FCE. México, 1978,
p. 594

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