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Considero que con la serie que escribí en mi anterior blog (al Andalus una sola
Umma), de la cual este artículo es un resumen, junto con la obra del hermano Samir
Hariche, basta para haber desenmascarado a Guénon; aún más, es de justicia reconocer
que hasta que estos nuestros escritos vieran la luz nadie se había atrevido a rebatir su
doctrina en Europa.
Somos pues precursores en esto con la ayuda y la luz de Allâh. Por otra parte, era un
deber para mí salir al paso de toda aquella puerta abierta por la cual existan
posibilidades de abandono del Islam; sobre todo después de haber vivido el abandono
del Islam por parte de un grupo que, aunque ciertamente sus miembros no es que
estuvieran cumplidamente adornados de las mejores virtudes morales, no es menos
cierto que la excusa formulada con respecto a su abandono sí decía apoyarse en las
tesis de Guénon.
Nadie ha provocado, con su falsa doctrina, tantas apostasías del Islam como lo hizo
este empresario del vino francés falsamente reconvertido en sufí.
Bueno, mejor entremos en materia, ya que formular epítetos más o menos negativos,
no constituye una prueba en apoyo de una verdad que subsiste por ella misma aunque
no sea comprendida ni aceptada por muchos.
Desde hace más de 10 años llevo escribiendo sobre la doctrina del islam, que no es
otra que la Doctrina procedente de la Fuente misma de la Verdad, intentando proponer
sobre ella una visión frontal, real y profunda. Consciente de que para desatascar la
situación actual de conceptualización y práctica de su religión por parte de los propios
musulmanes, no me implicado demasiado sobre un tema, aunque si soy plenamente
consciente de haberlo abordado en toda su complejidad utilizando el menor número
de textos como es posible; todo ello a fin de hacer comprender, al menos, lo esencial
de la exposición. Asimismo siempre he sido sabedor de que para detallarlo todo
minuciosamente me hubieran hecho falta tres vidas como la que he podido vivir hasta
hoy. A fuer de ser práctico exponiendo lo esencial, he sacrificado de manera voluntaria
y fehaciente mi posible salto a la fama; cosa codiciada por aquellos quienes, más que
exponer una verdad, buscan destacar.
No es una época para libros, ya que al día de hoy casi nadie se toma la molestia de
leer; ya sea por el estrés de la vida cotidiana o por la comodidad de “pensar a la carta”;
nadie, o casi nadie, soporta horas enteras delante de un libro por muy interesante que
éste pudiera ser.
Esto nos lo demuestra la triste experiencia vivida por nuestro hermano y amigo Samir
Hariche quien escribió la mejor obra que conozco destinada a rebatir las peligrosas y
erróneas tesis del autor mencionado y de su grupo de correligionarios elitistamente
"primordiales", que bien supieron explotar sus tesis convirtiéndolas, en francos suizos,
libras esterlinas y francos franceses de aquella época, por no olvidarnos de las liras de
nuestro amigo Julius, prueba de lo alto que cotizaba aquel Perennialismo tan al gusto
de aquellos expertos de todo y sabios de nada. Dicha obra tuvo poca difusión,
precisamente por lo que acabamos de explicar con respecto a las lecturas.
https://sites.google.com/a/khatov.faith/adnanhayden/el-perennialismo-a-la-luz-del-
islam-B00H464WDY
Existen sujetos recurrentes los cuales se presentan una y otra vez en la vida del nuevo
musulmán. Aunque el Islam se encuentra incólume en su doctrina, si es cierto que la
información que llega de él es, en la mayoría de las ocasiones, tendenciosa, traficada y
convenientemente lubrificada con aquel oro negro procedente de la Península Arábiga
e Irán fundamentalmente. Hemos rememorado hasta la saciedad ese “secuestro” de la
mentalidad juvenil islámica por parte de los wahabitas, salafis y chiitas.
Casi una mitad de conversos toman el Islam vía centros islámicos wahabies, salafies o
chias; mientras que paralelamente la casi otra mitad lo hace a través de todo un menú
de doctrinas inventadas, entre las cuales sobresale el Perennialismo en cualquiera de
sus versiones, desde la más light, que va en negar los hadices, hasta la más dura que
deriva en relativizar el Islam.
Algunos, ¡que Allah se compadezca de ellos! dan con obras de autores como Réné
Guénon, Frithjof Schuon, Martin Lings o Idrieš Šah; u otras o de seudo autores como
Ian Dallas alias Abdel Qader A-s-Sufi, quienes en lugar de representar al sufismo,
representan en realidad, de una manera más o menos directa, los intereses oscuros de
una Masonería cuya finalidad es destruir la religión de la Verdad (el Islam) con el fin
de dar nacimiento a la religión internacional del Daŷŷal; el ideario masón.
Como a todo listo se le pilla in fraganti más tarde o más temprano; y cuando se les
encuentra, al saber lo que se proponen, se les puede denunciar, poniendo en evidencia
su pretendido arte del engaño y de la sugestión psíquica, que no por ser artera, deja de
no poder pasar desapercibida. Y a decir verdad más torpe resulta ser uno cuanto más
listo se cree.
Guénon quiso patrocinar una doctrina imitadora de una espiritualidad que nunca llegó
a comprender, con el fin de hacer creer a propios y extraños que el Islam, y en
concreto el Sufismo, eran siervos “dignos” de esa Tradición Primordial que él y sus
gurús hinduistas inventaron por inspiración no divina precisamente, sino algo más
oscura.
Por si fuera poco, otra “ironía del destino” o mejor dicho sea de paso, “Hikma de
ll h”, es que Guénon era un empresario del vino y vivía de las rentas de sus odegas;
herencia por otra parte de sus antecesores establecidos en la región donde se enclava la
ciudad de Blois, en Francia. Un vinatero practicante del Islam y del Sufismo,
realmente !lo nunca visto!. Este hecho resulta cuando menos cómico cuando sabemos
lo escrupulosos que hemos sido siempre los sufís de todas las épocas en no comer nada
que, aunque fuera de manera indirecta, procediera del Haram. Guénon se delataba a sí
mismo y no lo podía evitar. Su mesa sufí era regada con aquellos vinos de Blois, que,
aunque no forzosamente presentes, ayudaban a completarla con otros manjares.
Cuando nos encontrábamos escribiendo, hace 5 años, sobre este asunto en nuestro
blog, nuestro querido hermano y amigo Samir Hariche nos escribió un email diciendo
que él se encontraba terminando un libro en el cual denunciaba la fantasía
perennialista de Guénon, Schuon y algunos más a la luz del Islam. Aquello nos
reconfortó haciéndonos saber que no estábamos solo en nuestra empresa. A pesar de
que han pasado 6 años desde estos escritos nuestros, he creído necesario presentarlos
retocados y resumidos a fin de esclarecer lo erróneo de conceptos que se han adherido
en la mente de algunos de nuestros hermanos, donde viven como parásitos,
transmitiéndose de manera insensible a sus pensamientos y tomas de decisiones.
A pesar del pretendido espíritu tradicional que era el suyo, nos admiramos del
contraste que se produce entre su confesado amor a lo tradicional y su gusto por lo
raro y refinado; seguramente de ahí su instintiva atracción primaria por el hinduismo
en un París cuna de todas las modas. Los gurús habían sido exportados por Inglaterra a
Francia con la misión de ayudar a la formación de la Franc-Masonería; algunos se
quedaron en aquella Francia, cuna de todas las modas, sibaritismos y rarezas de todo
orden, siendo así que nuestro autor contactó con ellos.
No, Guénon nunca "manchó" sus manos trabajando, a pesar de que esto es lo que
hubiera sido "tradicional". Contrasta esto con la vida de los grandes sufis quienes,
como el chayj Al Alawi, comenzó como aprendiz de zapatero, ganando su vida con el
trabajo de sus propias manos.
Ahora bien, su tesis preferida, a la cual dedicó más escritos y la que le produjo más
desvelos es la de la Tradición Primordial, entendiendo por ésta una especie de súper
religión de “elegidos”, la cual, siempre según él, hubiera dado a luz, una a una, a todas
las religiones conocidas. Dichas religiones, según Guénon, serían una expresión
imperfecta de dicha tradición Primordial, siendo la menos imperfecta de todas, y más
acorde a la matriz, la “religión hindú”. Réné Guenon no consideraba el Islam sino
como una religión mediocre, la cual se debía tomar debido a la imposibilidad de
nosotros, como "embrutecidos e ignorantes" occidentales que somos, de seguir el
hinduismo, el que según Guenon se encontraba por encima del Islam.
Era pues, según él, el Islam, una religión de circunstancias, solamente válida para
seguir la tradición primordial vinculándose al sufismo. He aquí por qué muchas sectas
seudo sufis presentan esos tintes satánicos denunciados por muchos musulmanes. Pero
esto será el objeto de otro escrito que vendrá más adelante.
Que contraste con las palabras del profeta significando el salat como el colirio de sus
ojos!
¡Un sufí defendiendo la francmasonería! ¿Sería producto del efecto de los vapores de
sus bodegas? ¿O simplemente una expresión "tradicional" de "la classe" parisina?
¿Era pues Guenon un segundo Pablo de Tarso o un segundo Muhammad Ibn Abdil
Wahhab en clave "tradicional"? Es verosímil esta posibilidad cuando contemplamos
los horribles estragos que han causado sus teorías en el seudo-sufismo, el cual ha
basado sus tesis en las de Guenon.
Es curioso, que después de unos cuantos años de Islam, algunos necesiten aún estas
palabras para desembarazarse de este error. Sin embargo, después de haber
comprendido lo necesario de esta exposición, a fin de hacer desaparecer de algunos
espíritus el “ta ú perennialista” y la “guenondependencia” nos hemos decidido
escribir, rebatiendo esta engañosa tesis a la luz del Qur‟an y de la Sunna. Oremos
entonces para que los vapores de las bodegas del sujeto en cuestión no continúen
embotando inteligencias que una vez educadas podrían ser de mucha utilidad.
Según esa doctrina cada Manvántara consta de 60.000 años y cada ciclo de
Manvántaras consta de catorce de estos, es decir 840.000 años. Al final de cada
Manvantara la tierra es destruida y vuelta a resurgir de sus cenizas al principio del
siguiente; todo ello con la ayuda, como no, de una élite intelectual de elegidos los
cuales se ocuparán de hacer el trasvase, en el que los miembros del club Guenon sin
duda tendrían un protagonismo de honor. Un ciclo indefinido en el cual nunca existe
un fin temporal. Una doctrina que hace llamada a un amor exacerbado de la vida de
este mundo, puesto en relieve como trasfondo a una teoría de enajenados; de
enajenados primordiales y tradicionales, y además masones.
Cada Manvantara consta de cuatro edades: Oro, Plata, Bronce y hierro. Ahora nos
encontramos en la edad de hierro y después de la destrucción de la tierra, otra será
creada en su lugar. En la edad de oro la espiritualidad se encontraba en su punto álgido
y va perdiendo paulatinamente hasta que llegamos a la edad de hierro donde
predomina la ignorancia; edad esta, en la cual Guenon afirma que nos encontramos
desde hace 10.000 años.
Conociendo las tesis, éstas se pueden rebatir, y fácilmente además, como lo vamos a
hacer en unos instantes. Como dice un dicho popular español “Más sa e el dia lo por
viejo que por dia lo”. El gurú de Guenon, viejo dia lo avezado en mil atallas, sabía
que su inocente discípulo no podía comprender el alcance auto destructor de sus
secretos desvelados paseándose por muchas de las prestigiosas librerías de Occidente.
El principio del hadiz de Ŷ ir, transmitido por el šayj del Im n Nawawy, así como
por todas las cadenas iniciáticas sufís verdaderas dice lo siguiente:
Allâh estaba Solo y nadie con El. Tomó un puñado de Luz de Sí Mismo, lo hizo salir
de Su Mano diciendo: “Sé Muhammad” (Kun Muhammadun). Dicha luz se volvió
hacia Allâh y se prosternó ante él. Con esa Luz fueron creados los cielos y la tierra y
todos cuantos ambos contienen.
Este hadiz destruye la teoría de la Tradición Primordial, tal y como la presencia de ˤIs
– sobre él la paz – hará disolverse al Daŷŷal. ¿Cómo? Simplemente diciendo que
Muhammad – sobre él la plegaria y la paz - es la luz de la cual han salido todos los
Profetas, que esa luz tomó cuerpo hace casi 1500 años y que el mismo Muhammad se
refirió a su generación y a las dos siguientes como las mejores generaciones que jamás
hayan existido.
Sois la mejor comunidad humana que jamás se haya suscitado: ordenáis lo que
está bien, prohibís lo que está mal y creéis en Allâh (3-110)
¿Cómo siendo los musulmanes la mejor comunidad podría haber habido otra mejor
antes? Simplemente las tesis de Guenon no eran islámicas, y su afiliación al Islam
queda en entredicho totalmente a la luz de este hecho.
Anas Ibn Malik transmitió que el Mensajero de Allâh – sobre él la plegaria y la paz
– dijo:
La duración de la vida del mundo es de siete días según los días del Ajira. Allâh
Todopoderoso ha dicho que un día junto a vuestro Señor es como mil de vuestros
años; Allâh retribuirá el equivalente en buenas acciones de siete mil años, que son
la edad de este mundo, para aquel quien responde a las necesidades de sus
hermanos en religión en el camino de Allâh, como si hubiera pasado sus días
ayunando y sus noches en adoración (Al Muttaqi al Hindi, Al Burhan fi Alamat al
Mahdi Ajir Zaman p.8).
Como acabamos de leer la vida del ser humano en la tierra es de siete mil años. Esto lo
corroboran asimismo, tanto la Tora y Evangelios originales, como la genealogía que
encontramos en “La Historia de los Profetas” de I n Kazir en los cuales podemos leer
todos los descendientes de nuestro padre Adam – sobre él la paz – hasta la llegada de
Jesús – sobre él la paz -.
Es dicho asimismo que antes de la creación de Adam los genios poblaban la tierra y se
daban muerte los unos a los otros. Cosa que explica muy seguramente la procedencia
de gran parte de los vestigios encontrados por arqueólogos pertenecientes a criaturas
que se han querido asociar al género humano por algún parecido estructural con la
especie Humana.
Después del último toque de trompeta, como dice el hadiz, el género humano será
reunido en el desierto del Hiyaz a fin de ser juzgado. Setenta mil, o quizás muchos
más, de la Umma de Muhammad no serán juzgados y los mártires habrán
precedentemente subido directamente al Paraíso, junto a los verdaderos creyentes y los
santos.
Una sola pieza ha bastado para desbaratar esa mentira deshilachada, remendada. Tal es
la fuerza y el poder de la Verdad, la cual destruye la mentira cuando se revela, como si
ésta fuera polvo y cenizas. Es así como el bastón de Muhammad derribó a un Hubal,
quien sin duda lleva a alguna que otra centena de años residiendo en la Ka‟a a.
Sin duda, les teorías hindúes, al tomar como base una civilización en la cual subsistía
un brutal sistema de castas; sistema en el que es necesario decir la gran parte de la
población era considerada como animales de carga, presentaban en sus postulados la
marca de la insensibilidad humana.
Sirva este escrito como primera parte del binomio del que se compone este resumen...
Esoterismo y Exoterismo
Sin embargo, aquí nos vamos a ceñir a sus interpretaciones sobre el exoterismo y
esoterismo, a fin de demostrar que el uso de dichos términos por parte del personaje no
refleja en absoluto realidad alguna, sino que antes bien se corresponde a un producto
de su interpretación personal del universo de la revelación.
Para él, Esoterismo era todo aquello lo cual relevaba de la pura espiritualidad.
Inclusive, según él llegó a revelar, ha ían existido civilizaciones “tradicionales” tan
avanzadas que no necesitaban de una ley revelada la cual reglara los actos humanos
más elementales, siendo el fin de ellas, aparentemente, seguir el Esoterismo, que a su
vez era la sola razón de ser de su proclamada “élite intelectual”, la cual residía en
"comunas primordiales", dentro de las que había que soportar seguramente el
implacable yugo de la élite.
A la vista de las revelaciones, tanto en la Tora, como en los Evangelios originales, así
como en el Qur‟an, no logramos encontrar dichas “civilizaciones” en parte alguna,
hecho sin duda alguna que prueba su inexistencia. ¿Podría Allâh haber olvidado lo
esencial, tanto, que hacía falta que un iluminado empresario vinícola viniera a
recordárnoslo?
Lo más cómico del asunto es que Guénon inventó que antes no existía la escritura,
apoyándose en la peregrina tesis de que los ancestros eran tan inteligentes que no la
necesita an para transmitir realidades “tradicionales” entre ellos. Según él la mente era
capaz de transmitir y de no olvidar jamás ninguno de los detalles hasta el punto de no
haber tenido nunca necesidad de expresión escrita, y puede que oral. Podemos
comprender que el chauvinismo francés pueda llegar a imaginar que aquello ocurriera
en la Galia; pero extrapolar esta tesis al resto del mundo no se encuentra exento de un
hilarante sentido del humor.
En cuanto a la dicotomía en cuestión, podemos probar fácilmente una vez más como
ambos conceptos no expresan en forma alguna la realidad. Y lo haremos con un hadiz
muy conocido:
Dijo el santo Profeta – sobre él la plegaria y la paz -: Se me ha dado amar tres cosas
sobre las demás en esta vida: la plegaria, las mujeres y los perfumes; y el colirio de
mis ojos está en la plegaria.
El Islam se compone de tres ramas, a saber: Islam, Iman e Ihsan. Dichas ramas no
consisten en sistemas separados unos de otros, sino que antes bien se trata de escalones
de una misma escalera. De tal manera que aquel quien ha realizado el maqam del Ihsan
no ha podido hacerlo sin antes realizar los dos precedentes. No solamente los ha
realizado sino que si los dejara de asistir se perdería. Imaginemos que pasaría a la
escalera si le quitáramos los peldaños de más abajo: se derrumbaría. Así mismo ocurre
para quien ha realizado el maqam del Iman con respecto al de Islam. Es quien se
encuentra en el maqam del Islam el que se emplaza en lo más bajo de la escala,
estando no obstante en ella. Ello anula la teoría de Guénon según la cual existen
circunstancias en las cuales alguien puede acceder al conocimiento sin cumplir con las
condiciones de la ley exterior.
Ello nos recuerda la presencia de Allâh en todos los niveles, ya releven del interior o
del exterior.
Que Allah es el Interior, lo comprendo, pero ¿qué es eso que Allah es el Exterior (A-z-
Zahir)? Eso no lo comprendo. Es entonces cuando Allah se le reveló como el Exterior
y pudo conocer el resto.
Si los sufíes se han reunido en zawiyyas y se hacen enseñar por un maestro específico
es a causa de la singularidad de su ciencia. Antiguamente se reunían en las mezquitas,
pero las persecuciones y las críticas por parte de algunos „ulama y/o go ernantes, les
hicieron replegarse a las zawiyyas.
Es más, siempre los maestros sufíes han trabajado codo con codo con la población
musulmana, siempre han amado, luchado, llorado y alegrado con ellos, haciendo
bueno el dicho del Profeta – sobre él la plegaria y la paz - , que todos somos hermanos
en el Din.
Nuestros maestros se han levantado antes que nadie, han limpiado los establos en las
zawiyyas donde había animales, han cargado con sacos de leña y otras cosas, han
cocinado para los fuqara, porque el estado del šayj es el perfecto maqam de „a d
servidor de Allah, y un siervo de Allah no puede enorgullecerse delante de nadie, ni
hacerlo de sí mismo delante de Allah.
Aquel quien nos aconseja la humildad debe ser el primero en ser humilde.
¿Cuál es el hilo conductor que liga entre sí dos mundos aparentemente inconexos
debido a nuestro desconocimiento de uno de ellos? El hilo conductor es el Tawhid y la
energía es la Luz.
Allah es la luz de los cielos y la tierra
Fijaos bien, por favor, en un pequeño detalle: cuando desarrollamos actividad durante
el día estamos o creemos estar en el mundo del exterior. Sin embargo, cuando
dormimos, el alma sale de nosotros y viaja por los siete cielos, trayéndonos a veces
noticias de ellos mediante los sueños rabbani, criptados, pues deben tomar una imagen
que el cerebro pueda aceptar. Una misma persona comparte los dos mundos
simultáneamente. Son únicamente nuestras capacidades sensoriales las solas que nos
impiden percibir las realidades ocultas durante el estado de vigilia.
La única cosa que impide a la persona que caiga el velo de la limitación de las
percepciones a las facultades sensoriales es la opacidad del corazón debido a la
suciedad la cual se encuentra en nuestra nafs.
Oriente y Occidente
Tan importante fue para Guénon esa dicotomía que escribió un libro titulado así, afín
de aportarlo como prueba convincente de la autenticidad de su doctrina bien amada.
Según él, los orientales son aquellos cuyas religiones han sido una extensión más o
menos directa, con sus adaptaciones inherentes a los tiempos, de esa “tradición
primordial” que con tanta originalidad se inventó. Doctrinas, la mayoría de ellas sin
una Ley Exterrior, como el Buddismo, la Vedanta y el Taoismo, eran tan puras que no
se podrían mezclar con algo tan burdamente manifestado como una ley religiosa,
siempre según él, por supuesto; creo que no es necesario recordar que era francés, lo
cual después de 13 años de experiencia, he podido constatar, que salvo honrosas
excepciones, que existen por todo el orbe, no deja de ser un problema de orden cívico
causados por la arrogancia así como de limitación intelectual.
Estos postulados nos recuerdan tanto a aquella torre famosa de Babel que se nos hace
difícil mirar para otro lado.
Réné había construido una torre de Babel "tradicional", desde lo alto de la cual miraba
el mundo, sintiéndose por encima de sus gentes y circunstancias, salvo en ocasiones
como la de la creación de la falsa tariqa con su falso chayj Salama Radi, apoyándose
en la Occidental y anti-tradicional oficina inglesa del Cairo, abierta al efecto para la
inscripción de todo grupo de ideología masónica y de apariencia islámica.
Parece ser que Guénon no aceptaba el cuerpo que Allah le había dado, y sin alas,
quería volar en las alturas de la inmensidad. Curioso constatar como a todo el mundo
le gusta recibir la paga sin trabajo; y él era empresario, y además del vino. En ello
Guénon, quien cobraba buenas rentas de sus bodegas, y unca seguramente había
cargado en sus espaldas bulto alguno para poder ganarse el pan, no se diferencia en
nada de esa generación de niños ricos new-age quienes se creen tener derecho a todo
por ser ellos quienes son.
Parece ser que el personaje debía imprimir una nota de fuerza en sus convicciones a
fin de estar seguro él mismo y asegurar a los demás; ello a fuerza de escuchar todos los
días la misma melodía a fin de que quedara grabada a sangre y fuego en nuestras
mentes. Ni que decir tiene que haciendo creernos a los pobres occidentales tan poco
cualificados, nos predisponía a ponernos en manos de nuestros padres espirituales (los
orientales) a fin de que nos ayudaran a digerir ese alimento primordial, el cual,
nosotros, tan minúsculos, no podíamos ni sabríamos consumir solos. ¿No os recuerdan
estos planteamientos a aquellos los cuales forman la base de una secta? La humillación
sufrida por los adeptos a quienes se les convence de su nulidad.
El brebaje imbebible de Guénon ni tan siquiera un mosquito podía probarlo sin caer
paralizado presa del veneno que contiene. Pero las moscas no dan miel, y nada
comparable es un díptero del espíritu como él con un elefante del saber como era
Rabi‟a
Siguiendo con el mismo tema, para Guénon, la “tradición cristiana” forma a parte de
Occidente y era solamente una expresión muy degenerada de su “tradición
primordial”. En cuanto al Islam, se encontra a a medio camino entre Oriente y
Occidente. El Islam no era tan avanzado como sus doctrinas orientales, pero sí lo era
más que el cristianismo. Guénon encontraba únicamente interesante el Islam por su
aspecto sufí. Poco le importaba a él una ley religiosa, la cual era fastidiosa para los
cualificados, aunque reconocía su utilidad solamente teniendo en cuenta el punto de
vista de que ella era válida para aquellos quienes, no siendo capaces de seguir las
doctrinas orientales expresadas, podrían encontrar en aquella un medio de vincularse
de alguna manera a su súper religión y de esta manera tener la gran suerte de recibir un
poquito de “ araka primordial”.
Pero ¿qué dice el Islam de todo ello? Tan simple es rebatir estas ideas como
incomprensible que tantas personas se hayan quedado cautivadas de nuestro personaje
hasta el punto de abandonar el Islam. Pudimos comprobar esto con una veintena de
personas quienes apostataron después de ha erse vinculado a un šayj sufí en el
momento en el que hubieron de sufrir la muerte de éste. Es preciso comentar, que su
comportamiento arrogante con dicho šayj, reci ió unas enérgicas críticas por parte de
éste en cuanto a su más que posible expulsión de la tariqa la cual frecuentaban.
He aquí un ejemplo del mal que está haciendo e hizo esta nefasta doctrina del
perennialismo, la cual, como ya lo hemos expresado antes, tiene todas las bazas de ser
un preludio de la religión mundial con la cual el Daŷŷal intentará corromper el mundo.
Iniciación y Realización
Por supuesto que esta exposición es somera y puede ser tachada de incompleta; en
realidad lo es, por razones de espacio, pues si quisiéramos hacer un examen detallado
deberíamos escribir un libro, cosa la cual no nos tienta en absoluto, ya que con estas
explicaciones resumidas, sin duda conseguiremos nuestro objetivo, que no es otro que
demostrar sobradamente lo erróneo de la doctrina del Perennialismo. No sin ironía
podemos decir, que nuestros escritos son claros y fáciles de comprender, incluso para
aquellos a quienes nuestro personaje llama a “no cualificados”, desmontando así la
muy francesa tesis de la élite intelectual superior.
Desde el punto de vista del sufismo todo es bien diferente. Sí existe un rito o,
podríamos decir, ceremonia, mediante la cual, el aspirante al maqam (murid) se
vincula a la sílsila de la tariqa a través del šayj quien a su vez le pone espiritualmente
en contacto con el Profeta – sobre él la plegaria y la paz -. Ahora bien, a fuer de ser
veraces, podemos decir sin lugar a equivocarnos, que el rito en sí mismo no es
fundamental ni estrictamente necesario. Lo verdaderamente necesario es el
consentimiento, tanto por parte del šayj como del aspirante; por parte del primero a
admitirle en la tariqa y por parte del murid en aceptar las condiciones inherentes a la
práctica espiritual. Son pues esencialmente ambas voluntades las cuales son
registradas por Allah en Su infinito Conocimiento.
Es muy importante poner en relieve que en el caso del sufismo el hilo conductor de la
andadura en la tariqa es la Mahabba (Amor). Dicho amor, aun teniendo
correspondencia y reflejo en lo mundano, releva de una aceptación divina en primera
instancia, a fin de que siendo amado por Allah el discípulo pueda amarLe a su vez,
devolviendo ese Amor divino el cual recibe, a su fuente original.
Sin duda, existen muchos más elementos a analizar en este ámbito. Remitimos para
ello a nuestras entradas tituladas “Consideraciones so re el maqam”; sin em argo, en
este momento nos centraremos únicamente en una figura representada en los escritos
de Réné Guénon como el culmen de su doctrina de la realización.
Para él, la representación simbólica de la realización espiritual era un vórtice el cual
desde lejos podría ser percibido como un cono en su posición normal, es decir, con su
cúspide en lo alto. El autor pretendía que este símbolo poseía un carácter sufí. A dicha
cúspide se accedía girando en espirales. Cada espiral es horizontal, despegando
ligeramente de la base a fin de encontrarse con la espiral superior inmediata, y así
sucesivamente hasta llegar a la cúspide, la cual Guénon situaba en el límite entre el Ser
y el No-Ser.
Con esto queremos decir que el šayj al-Alawi consideraba el punto de partida en la
base como un punto del cual nos separamos girando en espiral. Cada espiral conecta
con la superior, elevándose hasta encontrar una última y enorme espiral cuyo límite es
el “sidrata muntaha” (azufaifo del confín), al cual únicamente pudo elevarse Rasul –
sobre él la plegaria y la paz - . En el momento en el cual el gnóstico ha llegado a su
maqam, siempre que éste sea el de un maestro cualificado en la vía del Tasawwuf, se
encuentra obligado a descender de nuevo con el fin de poder tomar a los discípulos de
la mano y poderlos elevar al maqam que a cada uno le corresponde según lo que se
encuentra escrito en su libro del Destino. En dichos estados no existe división alguna
entre pequeños y grandes misterios, sino que antes bien nos encontramos frente a dos
otros conceptos muy diferentes llamados “Paz” “Gran Paz”. El primero de los
términos designa el maqam predestinado para el discípulo, aunque éste no fuere muy
elevado. Sin embargo, al haber llegado a su límite, muchas de las tensiones presentes
durante su andadura desaparecen al haberse acabado su tendencia ascendente de estado
en estado. El segundo término “Gran paz”, designa el estado de aquel quien ha
alcanzado un maqam en el cual su nafs ha sido expuesta a la muerte. No solamente
esto, sino que una vez la nafs extinguida, se haya alcanzado el estado en el cual se es
capaz de guiar a otros.
¿Os dicen algo estas vueltas en sentido contrario al de las agujas del reloj? ¿No os
recuerdan al Tawaff realizado alrededor de la Casa Sagrada de Makka? He aquí pues
una explicación de envergadura para aquellos quienes se pregunten sobre el
significado de estos giros sagrados alrededor de la Ka‟a a, corazón de la tierra y signo
de la Presencia Divina (Sakina).
Dicha luz se encuentra presente en cada una de las partículas de los seres creados, sea
en el mundo manifestado, sea en el mundo oculto para el común de los mortales. Cada
uno de nosotros percibe de ella lo que es capaz según sus facultades. Es precisamente
la práctica del Ihsan con la ayuda de un maestro experimentado la cual nos va
haciendo, paso a paso, capaces de soportar la claridad de esa luz presente en todos los
mundos.
La palabra Din, probablemente no deba ser traducida por religión, de ahí el rechazo
innato de los musulmanes a traducirla así. Vemos en ella, tanto un conjunto de normas
transmitidas por lo divino, aparentemente humanas, así como un camino a fin de que el
ser humano pueda despojarse de sus trabas psicológicas y del alma (nafs) a fin de
integrarse en un mundo trascendente. Evidentemente el término religión no puede
traducir esto, como tampoco puede hacerlo la pala ra “tradición”. ogamos por el
término “revelación” (risala) el cual es el menos mal posicionado, y a su vez el más
adecuado a fin de representar un conjunto de elementos de orden divino que sirvan de
guía a la humanidad. Y no solamente a la humanidad, pues como lo dice Allah en Su
Li ro luminoso (Qur‟an)
Nuestra intención al entrar en este análisis lingüístico no es otra que la de desvelar que
el origen de la doctrina de nuestro personaje era mucho más humano de lo cual él
mismo pretendía.
Conclusiones
Como colofón del pequeño análisis que hemos realizado sobre la obra de Guénon,
considero que debemos dar algunas explicaciones.
En principio, quisiera expresar que nos reafirmamos en todo lo expresado. Ahora bien,
de nada hubieran servido todas estas explicaciones sino hubiera una finalidad detrás de
ellas. La hay, y ella consiste en nuestro desvelo por salvar a la Ummah de Muhammad
de estas ideas, las cuales, tomadas al pie de la letra y llevadas hasta sus últimas
consecuencias, podrían llevar, como de hecho así ha sido en más de una ocasión, a la
apostasía.
Las críticas emitidas antes de esta nuestra, al menos las que conocemos, aunque
contrarias hacia este movimiento, probablemente hayan sido demasiado académicas.
Creo que se trata de un craso error, pues se ha pretendido criticar la idea de élite de
una manera elitista; debido a esto los perennialistas se han frotado las manos al ver
dichas críticas en su campo de atalla “el academicismo”, propicio para el juego de las
pala ras, argucias y estrategias. Por ello nosotros no í amos a ser tan “inocentes” de
caer en su trampa y les hemos abordado desde donde no esperaban, es decir: desde un
lenguaje de crítica periodística, desvelando mediante él todas y cada una de las muchas
miserias que acarrea el saco de dicha doctrina.
El guenonismo puede llegar a ser una peligrosa droga la cual puede hacernos llevar a
creer que cualquier religión sirve para adorar a Allah y que nuestra religión es una de
tantas otras las cuales existen en un universo global.
Probablemente la debilidad del Iman de algunos les lleva a buscar experiencias raras y
palabras engañosas. No en vano nuestro Profeta – sobre él la plegaria y la paz – debió
tener que decir:
En los últimos tiempos habrá gentes quienes pronuncien palabras como los ángeles
y sus corazones sean como el de los lobos.
¿Qué hubo de ver nuestro Profeta para que con un carácter misericordioso como el
suyo debiera llegar a decir que los corazones de algunos llegarían a ser como el de los
lobos? ¿No encontráis que estas son palabras mayores las cuales requieren para
nosotros conducirnos con el mayor de los cuidados y que nos ponen en guardia contra
las palabras de cualquier advenedizo quien quisiera hacerse pasar por sabio?
¿No debe producirnos congoja el hadiz del Profeta que dice que llegarán unos tiempos
donde las gentes hayan olvidado la religión y haciendo alarde de memoria digan:
“Escuchamos a nuestros padres que decían La ilaha illa-l-Lah Muhammad Rasulu-l-
Lah”, relegando a esto todo su conocimiento de la religión? ¿ caso pensamos que no
tenemos responsabilidad alguna con el Islam?
No es necesario ser muy inteligente para comprender que dichas doctrinas constituyen
el regocijo de aquellos quienes, dándose perfecta cuenta de la supremacía del Islam,
desearían hundirlo y separar a las gentes de él.
Aquellos quienes con sus ideas lesivas lanzan a la apostasía a la gente no pueden ser
aliados sino de los enemigos del Islam. Palabras de miel y corazón de lobo. Aquel
quien invita a los musulmanes a la apostasía no puede ser otra cosa que nuestro
enemigo declarado.
¿Dónde está nuestra inteligencia? ¿Dónde nuestro amor al Islam que tanto nos ha
dado?
Os dejo estas reflexiones. Un servidor no gana nada con esto, ni pide salario alguno.
Antes bien, hemos dejado en estas entradas una parte de nuestra energía y nuestro
tiempo. Fi sabili-l-Lah.
Nos duele ver nuestro Din dañado a derecha y a izquierda. Nos asombra ver la escasa
defensa que tiene. Escasa, pero loable.
Decidme hermanos: ¿Dejaremos entrar al ladrón en la casa para que la desvalije toda?
¿Seguiremos ocupados en políticas estériles? ¿O tomaremos la pluma y la palabra para
defender el Din como muŷŷahidin?
Que Allâh nos perdone, nos guíe, nos dirija de las tinieblas a la luz y nos otorgue el
Firdaws.