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DESENMASCARANDO A GUENON Y AL PERENNIALISMO

En el Nombre de Allâh, el Todo Misericordioso, el Que Manifiesta Su Misericordia; y


la plegaria y la paz sobre Muhammad, el sello y corona de los profetas, así como su
familia purificada y sus nobles compañeros.

Considero que con la serie que escribí en mi anterior blog (al Andalus una sola
Umma), de la cual este artículo es un resumen, junto con la obra del hermano Samir
Hariche, basta para haber desenmascarado a Guénon; aún más, es de justicia reconocer
que hasta que estos nuestros escritos vieran la luz nadie se había atrevido a rebatir su
doctrina en Europa.

Somos pues precursores en esto con la ayuda y la luz de Allâh. Por otra parte, era un
deber para mí salir al paso de toda aquella puerta abierta por la cual existan
posibilidades de abandono del Islam; sobre todo después de haber vivido el abandono
del Islam por parte de un grupo que, aunque ciertamente sus miembros no es que
estuvieran cumplidamente adornados de las mejores virtudes morales, no es menos
cierto que la excusa formulada con respecto a su abandono sí decía apoyarse en las
tesis de Guénon.

Nadie ha provocado, con su falsa doctrina, tantas apostasías del Islam como lo hizo
este empresario del vino francés falsamente reconvertido en sufí.

Bueno, mejor entremos en materia, ya que formular epítetos más o menos negativos,
no constituye una prueba en apoyo de una verdad que subsiste por ella misma aunque
no sea comprendida ni aceptada por muchos.

Desde hace más de 10 años llevo escribiendo sobre la doctrina del islam, que no es
otra que la Doctrina procedente de la Fuente misma de la Verdad, intentando proponer
sobre ella una visión frontal, real y profunda. Consciente de que para desatascar la
situación actual de conceptualización y práctica de su religión por parte de los propios
musulmanes, no me implicado demasiado sobre un tema, aunque si soy plenamente
consciente de haberlo abordado en toda su complejidad utilizando el menor número
de textos como es posible; todo ello a fin de hacer comprender, al menos, lo esencial
de la exposición. Asimismo siempre he sido sabedor de que para detallarlo todo
minuciosamente me hubieran hecho falta tres vidas como la que he podido vivir hasta
hoy. A fuer de ser práctico exponiendo lo esencial, he sacrificado de manera voluntaria
y fehaciente mi posible salto a la fama; cosa codiciada por aquellos quienes, más que
exponer una verdad, buscan destacar.

No es una época para libros, ya que al día de hoy casi nadie se toma la molestia de
leer; ya sea por el estrés de la vida cotidiana o por la comodidad de “pensar a la carta”;
nadie, o casi nadie, soporta horas enteras delante de un libro por muy interesante que
éste pudiera ser.

Esto nos lo demuestra la triste experiencia vivida por nuestro hermano y amigo Samir
Hariche quien escribió la mejor obra que conozco destinada a rebatir las peligrosas y
erróneas tesis del autor mencionado y de su grupo de correligionarios elitistamente
"primordiales", que bien supieron explotar sus tesis convirtiéndolas, en francos suizos,
libras esterlinas y francos franceses de aquella época, por no olvidarnos de las liras de
nuestro amigo Julius, prueba de lo alto que cotizaba aquel Perennialismo tan al gusto
de aquellos expertos de todo y sabios de nada. Dicha obra tuvo poca difusión,
precisamente por lo que acabamos de explicar con respecto a las lecturas.

https://sites.google.com/a/khatov.faith/adnanhayden/el-perennialismo-a-la-luz-del-
islam-B00H464WDY

Existen sujetos recurrentes los cuales se presentan una y otra vez en la vida del nuevo
musulmán. Aunque el Islam se encuentra incólume en su doctrina, si es cierto que la
información que llega de él es, en la mayoría de las ocasiones, tendenciosa, traficada y
convenientemente lubrificada con aquel oro negro procedente de la Península Arábiga
e Irán fundamentalmente. Hemos rememorado hasta la saciedad ese “secuestro” de la
mentalidad juvenil islámica por parte de los wahabitas, salafis y chiitas.

Casi una mitad de conversos toman el Islam vía centros islámicos wahabies, salafies o
chias; mientras que paralelamente la casi otra mitad lo hace a través de todo un menú
de doctrinas inventadas, entre las cuales sobresale el Perennialismo en cualquiera de
sus versiones, desde la más light, que va en negar los hadices, hasta la más dura que
deriva en relativizar el Islam.

La razón de esto viene a no ser precisamente complicada: la comodidad intelectual; la


falta de interés necesaria que desemboca en no tomarse molestia alguna por aprender
nada que no sea presentado como una retransmisión en la que se es un mero
espectador. Esto lo conocen las “mafias del intelecto”, mafias convenientemente
nutridas por medio de un aparato propagandístico convenientemente financiado;
aparato este que provee información filtrada y seleccionada a aquellos quienes, por
una circunstancia u otra, aprenden “de oído”. Lo fácil nunca tiene la recompensa de lo
costoso, siendo la de esto último inmensamente mayor.

Y todo el bien que adelantéis en beneficio de vuestras almas, lo encontraréis junto


a Allah; es verdad que Allah ve lo que hacéis. (2-109)
Cuando una persona no muy bien anclada en doctrina del Islam contacta con el
Sufismo por vez primera; habida cuenta de que éste en nuestra época no se encuentra
visiblemente representado por personas de una mínima categoría espiritual, cae en el
riesgo de confundir las doctrinas de los sufís con las propuestas masónicas “seudo
sufis”, que proliferan, producto, bien sea de tariqats descarriladas o en punto muerto,
ya sea de nuevas falsas tariqats nacidas con el simpático fin de poner patas arriba las
bases del Sufismo.

Algunos, ¡que Allah se compadezca de ellos! dan con obras de autores como Réné
Guénon, Frithjof Schuon, Martin Lings o Idrieš Šah; u otras o de seudo autores como
Ian Dallas alias Abdel Qader A-s-Sufi, quienes en lugar de representar al sufismo,
representan en realidad, de una manera más o menos directa, los intereses oscuros de
una Masonería cuya finalidad es destruir la religión de la Verdad (el Islam) con el fin
de dar nacimiento a la religión internacional del Daŷŷal; el ideario masón.

Como a todo listo se le pilla in fraganti más tarde o más temprano; y cuando se les
encuentra, al saber lo que se proponen, se les puede denunciar, poniendo en evidencia
su pretendido arte del engaño y de la sugestión psíquica, que no por ser artera, deja de
no poder pasar desapercibida. Y a decir verdad más torpe resulta ser uno cuanto más
listo se cree.

Uno de los mayores expositores de estas doctrinas, como hemos expresado en


cabecera de nuestra exposición, se llamaba Réné Guénon, escritor infatigable de obras
las cuales no han hecho otra cosa que provocar deserciones del Islam, más claramente
designadas como “apostasías”. Se me podría tachar de categórico o de extremista si
esto no fuera verdad, pero el caso es que lo es, y se puede demostrar; ya que el
guenoniano medio deja en evidencia a su elitista patrón dando a conocer aquello que
su maestro consideraba secreto. Aunque, conociendo el espíritu parisino por propia
experiencia, puedo decir que muy seguramente es lo que el maestro buscaba: que
pidiendo precaución, nadie la tuviera. Muy de masón, por cierto.

Guénon quiso patrocinar una doctrina imitadora de una espiritualidad que nunca llegó
a comprender, con el fin de hacer creer a propios y extraños que el Islam, y en
concreto el Sufismo, eran siervos “dignos” de esa Tradición Primordial que él y sus
gurús hinduistas inventaron por inspiración no divina precisamente, sino algo más
oscura.

No en vano, como si de una ironía del destino se tratara, su apellido le delata a. es


que la ikma de ll h es inmensa. Me explico la pala ra francesa Guénon se traduce
al español por “macaco”; es precisamente este primate el tipo de mono que se sirve
más de la imitación. Guénon, haciendo gala de su apellido, dándole un realce propio
de los más avezados falsificadores de joyas, trató de construir un sufismo de imitación,
una doctrina recosida y remendada a la manera y el gusto de los intelectuales elitistas
que comenzaban a despuntar en la Europa inter guerras (primera y segunda guerras
mundiales).
Alguno podría decir que con estas palabras quise herir al fallecido prócer de la
fantástica Tradición Primordial. Nada más lejos de mí; aunque si he querido informar,
de la manera más simpática que me ha sido posible, de esa circunstancia que no deja
de ser clarificadora para todo espíritu libre de prejuicios.

Por si fuera poco, otra “ironía del destino” o mejor dicho sea de paso, “Hikma de
ll h”, es que Guénon era un empresario del vino y vivía de las rentas de sus odegas;
herencia por otra parte de sus antecesores establecidos en la región donde se enclava la
ciudad de Blois, en Francia. Un vinatero practicante del Islam y del Sufismo,
realmente !lo nunca visto!. Este hecho resulta cuando menos cómico cuando sabemos
lo escrupulosos que hemos sido siempre los sufís de todas las épocas en no comer nada
que, aunque fuera de manera indirecta, procediera del Haram. Guénon se delataba a sí
mismo y no lo podía evitar. Su mesa sufí era regada con aquellos vinos de Blois, que,
aunque no forzosamente presentes, ayudaban a completarla con otros manjares.

Cuando nos encontrábamos escribiendo, hace 5 años, sobre este asunto en nuestro
blog, nuestro querido hermano y amigo Samir Hariche nos escribió un email diciendo
que él se encontraba terminando un libro en el cual denunciaba la fantasía
perennialista de Guénon, Schuon y algunos más a la luz del Islam. Aquello nos
reconfortó haciéndonos saber que no estábamos solo en nuestra empresa. A pesar de
que han pasado 6 años desde estos escritos nuestros, he creído necesario presentarlos
retocados y resumidos a fin de esclarecer lo erróneo de conceptos que se han adherido
en la mente de algunos de nuestros hermanos, donde viven como parásitos,
transmitiéndose de manera insensible a sus pensamientos y tomas de decisiones.

Algunas precisiones sobre Guénon

A pesar del pretendido espíritu tradicional que era el suyo, nos admiramos del
contraste que se produce entre su confesado amor a lo tradicional y su gusto por lo
raro y refinado; seguramente de ahí su instintiva atracción primaria por el hinduismo
en un París cuna de todas las modas. Los gurús habían sido exportados por Inglaterra a
Francia con la misión de ayudar a la formación de la Franc-Masonería; algunos se
quedaron en aquella Francia, cuna de todas las modas, sibaritismos y rarezas de todo
orden, siendo así que nuestro autor contactó con ellos.

Su formación como matemático, frustrada por una enfermedad, la cual no le permitió


seguir los cursos en la universidad, queda reflejada en el exceso de fijación en sus
escritos. Así mismo su desengaño por no poder estudiar en la universidad, la vemos
reflejada en su obra en un capítulo titulado bajo la designación: "La superstición
universitaria", el cual refleja, a una manera muy parisina por cierto, su frustración por
no haber podido cursar Matemáticas exactas en la Sorbona. No podemos olvidar que
las rentas de Guénon, de las cuales se ayudaba en su economía personal, procedían de
unos viñedos y bodegas heredados de su familia; familia esta de vinateros, en el
departamento de Blois donde nació. Estas rentas, junto con el dinero ganado dando
algunas clases, permitieron a Guenon disponer el tiempo necesario para escribir, así
como para practicar la masonería, el hinduismo (del cual fue expulsado por revelar sus
secretos), así como formar una falsa tariqa sufí en El Cairo junto con Salama Radi,
quien revelándose contra su šayj de la Darqawiya encontró en Guénon su aliado
perfecto, y en una oficina inglesa del Cairo donde se inscribían nuevas y falsas tariqas,
su soporte administrativo-legal.

No, Guénon nunca "manchó" sus manos trabajando, a pesar de que esto es lo que
hubiera sido "tradicional". Contrasta esto con la vida de los grandes sufis quienes,
como el chayj Al Alawi, comenzó como aprendiz de zapatero, ganando su vida con el
trabajo de sus propias manos.

Si pudiéramos resumir el “perennialismo” guenoniano, seguido por Valsan, Schuon,


Lings, Evola, Mitrai de Miterovich, Masignon, Ageli y alguno más, seguramente lo
haríamos sin falta pronunciando, que no pronando precisamente, sus términos y
conceptos más destacados:

Tradición, tradicional, Tradición Primordial o Hiperbórea, Elite intelectual, iniciación,


realización, Oriente-Occidente.

Ahora bien, su tesis preferida, a la cual dedicó más escritos y la que le produjo más
desvelos es la de la Tradición Primordial, entendiendo por ésta una especie de súper
religión de “elegidos”, la cual, siempre según él, hubiera dado a luz, una a una, a todas
las religiones conocidas. Dichas religiones, según Guénon, serían una expresión
imperfecta de dicha tradición Primordial, siendo la menos imperfecta de todas, y más
acorde a la matriz, la “religión hindú”. Réné Guenon no consideraba el Islam sino
como una religión mediocre, la cual se debía tomar debido a la imposibilidad de
nosotros, como "embrutecidos e ignorantes" occidentales que somos, de seguir el
hinduismo, el que según Guenon se encontraba por encima del Islam.

Era pues, según él, el Islam, una religión de circunstancias, solamente válida para
seguir la tradición primordial vinculándose al sufismo. He aquí por qué muchas sectas
seudo sufis presentan esos tintes satánicos denunciados por muchos musulmanes. Pero
esto será el objeto de otro escrito que vendrá más adelante.

Esta es la declaración de intenciones y la carta de presentación de los escritos de


Guénon. Siguiendo sus razonamientos, la realización espiritual sería únicamente
posible si la religión seguida era o no una expresión de la Tradición Primordial.

La Šari‟a islámica, según el perennialismo guenoniano, no es sino una urda


expresión, necesaria para la plebe pero insignificante para los elegidos.

Que contraste con las palabras del profeta significando el salat como el colirio de sus
ojos!

La ceguera de Guénon ¿era producto de la ignorancia o de las malas artes masónicas?


Prefiero pensar que algo existía de lo primero, pero no sé cómo inocentarle hasta el
punto de que no fuera lo segundo lo que primara, o que ella fuera en definitiva la sola
razón, lo cual, ante la afluencia de pruebas delatoras es lo único que se puede sostener
sin hacer alarde de una infantil candidez.
He aquí uno de los velos de Guenon “El orgullo”, tan común entre los escritores
franceses de la época que se había convertido en hilo conductor de inventos y falacias
sin fin. Dicho orgullo, el cual le sugirió siempre formar parte de la “élite de elegidos”,
fue el común denominador del trasfondo de sus escritos en los cuales explicaba la
iniciación y realización como estando presentes en mayor o menor proporción en todas
las religiones, siempre, como no, dependiendo de su vinculación más o menos directa
a la sacrosanta e inalcanzable Tradición Primordial, cuna de todas sus fantasías. Pero
la torre Eiffiel estaba ya construida y su Traducción Primordial nunca pudo llegar a ser
el emblema de aquella antigua Lutecia convertida ahora en ese París tan "intelectual".

Otro descubrimiento que hemos hecho recientemente es su desesperada defensa de la


franc-masonería (judeo-masonería) en sus controversias con Monsieur Jouin, quien
editaba una revista anti judeo-masónica titulada “La revista internacional de las
Sociedades Secretas”. Curiosamente, estas controversias fueron suscitadas durante su
estancia en el Cairo, lo cual demuestra que la filiación pretendida de Guénon al
sufismo no era sino una tapadera que cubría el ánfora de las serpientes.

¡Un sufí defendiendo la francmasonería! ¿Sería producto del efecto de los vapores de
sus bodegas? ¿O simplemente una expresión "tradicional" de "la classe" parisina?

Increíbles dichas controversias procedentes de alguien quien en sus escritos


precedentes había denigrado la franc-masonería, nacida en los estertores del siglo
XVIII. Martínez de Pascuali hubiera estado en todo su derecho de levantarse de la
tumba y llamarle hereje. Probablemente sean ciertas las presunciones de algunos de su
pertenencia a la judeo-masonería hasta los últimos días de su vida. Nosotros no lo
sabemos a ciencia cierta, aunque todas las prue as a convicción, que no son otras que
sus propios escritos, lo demuestran. Sa emos que las o ras escritas a partir de ,
fecha en la que se vinculó a un falso šayj sufí llamado Salama Ra i, no demuestran un
cambio de ideas en sus errores sobre la tradición primordial. Es más, lo más
sorprendente es que en los últimos escritos de Guenon no existe arrepentimiento
alguno con respecto a sus teorías precedentes. Esto nos lo demuestra el vórtice al que
hace referencia en “Los múltiples estados del ser”, escrito en su época “sufí”; o ra en
la cual invierte completamente el verdadero proceso de la Realización Espiritual
(Haqiqa) propuesta por el Sufismo en el Islam. Este punto lo trataremos más adelante
como podréis ver.

¿Era pues Guenon un segundo Pablo de Tarso o un segundo Muhammad Ibn Abdil
Wahhab en clave "tradicional"? Es verosímil esta posibilidad cuando contemplamos
los horribles estragos que han causado sus teorías en el seudo-sufismo, el cual ha
basado sus tesis en las de Guenon.

Mientras Rasul – sobre él la plegaria y la paz – nos conmina a considerar a los


musulmanes como hermanos, sea cual fuere su condición o la fuerza o debilidad de su
fe, para el perennialismo guenoniano se trata, salvo en el caso de los sufís, claro está,
de plebe de baja casta intelectual, extraviados de la verdad; de populacho, hablando
clara y llanamente; sí, de populacho. Pero de ese populacho de baja casta salieron los
más destacados sufíes de todos los tiempos, tal y como ocurrió con santos tan insignes
como Abu Madyan al Gawz, Ahmad Zarruq y el chayj Al Alawi, por poner algunos
escasos ejemplos.

Es curioso, que después de unos cuantos años de Islam, algunos necesiten aún estas
palabras para desembarazarse de este error. Sin embargo, después de haber
comprendido lo necesario de esta exposición, a fin de hacer desaparecer de algunos
espíritus el “ta ú perennialista” y la “guenondependencia” nos hemos decidido
escribir, rebatiendo esta engañosa tesis a la luz del Qur‟an y de la Sunna. Oremos
entonces para que los vapores de las bodegas del sujeto en cuestión no continúen
embotando inteligencias que una vez educadas podrían ser de mucha utilidad.

La fantasía de la Tradición Primordial

Como hemos esbozado, la Tradición Primordial guenoniana es una religión


pretendidamente superior nacida en los albores de la historia, en aquello que la
doctrina hindú de los ciclos cósmicos llama: La Edad de Oro de este Manvántara.

Según esa doctrina cada Manvántara consta de 60.000 años y cada ciclo de
Manvántaras consta de catorce de estos, es decir 840.000 años. Al final de cada
Manvantara la tierra es destruida y vuelta a resurgir de sus cenizas al principio del
siguiente; todo ello con la ayuda, como no, de una élite intelectual de elegidos los
cuales se ocuparán de hacer el trasvase, en el que los miembros del club Guenon sin
duda tendrían un protagonismo de honor. Un ciclo indefinido en el cual nunca existe
un fin temporal. Una doctrina que hace llamada a un amor exacerbado de la vida de
este mundo, puesto en relieve como trasfondo a una teoría de enajenados; de
enajenados primordiales y tradicionales, y además masones.

Cada Manvantara consta de cuatro edades: Oro, Plata, Bronce y hierro. Ahora nos
encontramos en la edad de hierro y después de la destrucción de la tierra, otra será
creada en su lugar. En la edad de oro la espiritualidad se encontraba en su punto álgido
y va perdiendo paulatinamente hasta que llegamos a la edad de hierro donde
predomina la ignorancia; edad esta, en la cual Guenon afirma que nos encontramos
desde hace 10.000 años.

Aprovechando esta doctrina, Guenon asegura que la Tradición Primordial comienza y


es perfecta en la Edad de oro, pierde parte de su originalidad primaria en la edad de
plata, se oscurece en la edad de bronce y queda proscrita y oculta en la edad de hierro,
edad en la cual, siempre según el señor Guenon, predomina la oscuridad y la barbarie.

No nos extraña en absoluto la expulsión de Guenon del hinduismo por parte de su


gurú, precisamente por haber revelado y hecho públicos los secretos bien guardados de
dicha “religión”; secretos estos que no son otra cosa que una declaración de
intenciones la cual muestra los puntos débiles del Hinduismo de una forma realmente
alarmante para la confianza en la consecución de sus siniestros y “tradicionales” fines.

Conociendo las tesis, éstas se pueden rebatir, y fácilmente además, como lo vamos a
hacer en unos instantes. Como dice un dicho popular español “Más sa e el dia lo por
viejo que por dia lo”. El gurú de Guenon, viejo dia lo avezado en mil atallas, sabía
que su inocente discípulo no podía comprender el alcance auto destructor de sus
secretos desvelados paseándose por muchas de las prestigiosas librerías de Occidente.

El principio del hadiz de Ŷ ir, transmitido por el šayj del Im n Nawawy, así como
por todas las cadenas iniciáticas sufís verdaderas dice lo siguiente:

Allâh estaba Solo y nadie con El. Tomó un puñado de Luz de Sí Mismo, lo hizo salir
de Su Mano diciendo: “Sé Muhammad” (Kun Muhammadun). Dicha luz se volvió
hacia Allâh y se prosternó ante él. Con esa Luz fueron creados los cielos y la tierra y
todos cuantos ambos contienen.

Este hadiz destruye la teoría de la Tradición Primordial, tal y como la presencia de ˤIs
– sobre él la paz – hará disolverse al Daŷŷal. ¿Cómo? Simplemente diciendo que
Muhammad – sobre él la plegaria y la paz - es la luz de la cual han salido todos los
Profetas, que esa luz tomó cuerpo hace casi 1500 años y que el mismo Muhammad se
refirió a su generación y a las dos siguientes como las mejores generaciones que jamás
hayan existido.

El mismo Libro de Allâh dice:

Sois la mejor comunidad humana que jamás se haya suscitado: ordenáis lo que
está bien, prohibís lo que está mal y creéis en Allâh (3-110)

¿Cómo siendo los musulmanes la mejor comunidad podría haber habido otra mejor
antes? Simplemente las tesis de Guenon no eran islámicas, y su afiliación al Islam
queda en entredicho totalmente a la luz de este hecho.

Anas Ibn Malik transmitió que el Mensajero de Allâh – sobre él la plegaria y la paz
– dijo:

La duración de la vida del mundo es de siete días según los días del Ajira. Allâh
Todopoderoso ha dicho que un día junto a vuestro Señor es como mil de vuestros
años; Allâh retribuirá el equivalente en buenas acciones de siete mil años, que son
la edad de este mundo, para aquel quien responde a las necesidades de sus
hermanos en religión en el camino de Allâh, como si hubiera pasado sus días
ayunando y sus noches en adoración (Al Muttaqi al Hindi, Al Burhan fi Alamat al
Mahdi Ajir Zaman p.8).

Como acabamos de leer la vida del ser humano en la tierra es de siete mil años. Esto lo
corroboran asimismo, tanto la Tora y Evangelios originales, como la genealogía que
encontramos en “La Historia de los Profetas” de I n Kazir en los cuales podemos leer
todos los descendientes de nuestro padre Adam – sobre él la paz – hasta la llegada de
Jesús – sobre él la paz -.

Es dicho asimismo que antes de la creación de Adam los genios poblaban la tierra y se
daban muerte los unos a los otros. Cosa que explica muy seguramente la procedencia
de gran parte de los vestigios encontrados por arqueólogos pertenecientes a criaturas
que se han querido asociar al género humano por algún parecido estructural con la
especie Humana.

Así pues, para resumir, y como consecuencia de lo expresado, no existen Tradición


Primordial, ni edad de oro otra que el Islam, el cual ha sido revelado con la venida del
Profeta.

El concepto guenoniano de élite, relevando de una presunta supremacía de las


capacidades intelectuales, no hace sino seguir las desviaciones occidentales de estos
tiempos, donde el ser humano pierde el valor de la bondad que encierra su corazón en
detrimento de unas capacidades intelectuales frías y carentes de espíritu. No creo que
Guenon hiciera muchos amigos del alma, aunque sí aliados de intereses, como así fue.

Nunca en la obra de Guenon, y la leímos entera en su tiempo, hemos visto puestas en


relieve las verdaderas capacidades iniciáticas del ser humano, es decir: sinceridad,
bondad, misericordia, generosidad, responsabilidad y sobre todo sumisión a la
Voluntad de Allah. Antes bien, Guenon, como buen masón, enmarcaba en relieve la
capacidad intelectual la cual releva a de una inteligencia li resca “superior y
privilegiada”, y muy chauvinista, o tradicionalmente parisina.

Después del último toque de trompeta, como dice el hadiz, el género humano será
reunido en el desierto del Hiyaz a fin de ser juzgado. Setenta mil, o quizás muchos
más, de la Umma de Muhammad no serán juzgados y los mártires habrán
precedentemente subido directamente al Paraíso, junto a los verdaderos creyentes y los
santos.

Dos moradas únicamente después de la destrucción de la tierra por el fuego el Ŷanna


y el Ŷahannam. Dos moradas eternas para una humanidad reducida a la muerte.
Ninguna continuidad para la humanidad en la creación otra que una de estas dos
moradas.

Una sola pieza ha bastado para desbaratar esa mentira deshilachada, remendada. Tal es
la fuerza y el poder de la Verdad, la cual destruye la mentira cuando se revela, como si
ésta fuera polvo y cenizas. Es así como el bastón de Muhammad derribó a un Hubal,
quien sin duda lleva a alguna que otra centena de años residiendo en la Ka‟a a.

Sin duda, les teorías hindúes, al tomar como base una civilización en la cual subsistía
un brutal sistema de castas; sistema en el que es necesario decir la gran parte de la
población era considerada como animales de carga, presentaban en sus postulados la
marca de la insensibilidad humana.

No se puede humillar más a una persona que convenciéndola de su propia inutilidad y


bajeza.

Dicha insensibilidad queda recogida en los escritos de Ananda Kentich


Coomaraswamy, quien con toda frialdad, y sorprendente desfachatez por cierto, llega a
justificar los sacrificios humanos llevados a ca o por los šivaitas en su horri le o ra
titulada “El sacrificio de sí mismo”, la cual leímos hace más de veinte años. Una
completa aberración.

No se sorprendan ustedes pues de la amistad que Guenon profesó a este personaje,


después que desde el Cairo escribió en apoyo a la judeo franc-masonería, pues muy
seguramente el señor Guenon, nunca dejó de ser un masón (francmason) en realidad.

Sirva este escrito como primera parte del binomio del que se compone este resumen...

Esoterismo y Exoterismo

Continuamos nuestro análisis de la obra de Guénon dede las luces incontestables


proporcionadas por la doctrina islámica del Sufismo, a la que por cierto no le es
necesaria presentación alguna. El vigor de sus tesis, la robustez de sus argumentos,
extraídos de la Verdad Universal, hacen del Sufismo, sin duda alguna, la prueba
crucial de discernimiento entre lo genuino y lo postizo; todo ello alrededor de uno de
los temas recurrentes de su obra; que de serlo tanto llegaron a convertirse en litigantes,
a saber “Esoterismo y Exoterismo”.

Leyendo sus exposiciones con respecto a dicha dicotomía, podemos sacar la


conclusión de que Guénon entendía como Esoterismo una entelequia elitista que él
ambicionaba asociar a la pura espiritualidad; siendo, por otra parte, el Exoterismo, la
ley religiosa, fastidiosa, según él, pero necesaria para la plebe. Según nuestro afamado
autor, el Exoterismo no resultaba ser otra cosa que un soporte de acceso a un
Esoterismo para la élite; aunque, todo hay que decirlo, sí la consideraba necesaria para
los no-elegidos a fin de que éstos pudieran beneficiarse de su vínculo a una "forma
tradicional", siempre dependiente de la matriz, es decir, de la Tradición Primordial;
todo esto, no lo olvidemos, según la teoría masónico hinduista plasmada por él en su
inventada Tradición Hiperbórea.

Este montaje de piezas, tendentes a demostrar la necesidad de un retorno a la tradición,


nunca ha dejado de formar parte de sus teorías. "Réné en el país de las maravillas" no
hubiera llegado nunca a funcionar sin la concurrencia de esa tierra hiperbórea, en la
que, como en Disneylandia, los sueños se hacen realidad. Y para poder acceder a ella,
era necesaria la pócima tradicional que podría proporcionarnos el Esoterismo.
Hablaremos seguidamente de lo erróneo del concepto “tradicional”. Para Guénon
representaba todo aquello lo cual dependía de la revelación. Aunque parece ser que a
él le atraía más el aspecto humano que el divino, de ahí la adopción del término
“tradición” el cual representa el aspecto puramente humano del seguimiento de una
doctrina, en lugar del usado por el Islam “revelación”, que, teniendo como raíz lo
divino, se expresa en lo humano. Curioso lapsus, sobre todo para aquél quien ostentaba
buscar la pura espiritualidad.

Sin embargo, aquí nos vamos a ceñir a sus interpretaciones sobre el exoterismo y
esoterismo, a fin de demostrar que el uso de dichos términos por parte del personaje no
refleja en absoluto realidad alguna, sino que antes bien se corresponde a un producto
de su interpretación personal del universo de la revelación.

Para él, Esoterismo era todo aquello lo cual relevaba de la pura espiritualidad.
Inclusive, según él llegó a revelar, ha ían existido civilizaciones “tradicionales” tan
avanzadas que no necesitaban de una ley revelada la cual reglara los actos humanos
más elementales, siendo el fin de ellas, aparentemente, seguir el Esoterismo, que a su
vez era la sola razón de ser de su proclamada “élite intelectual”, la cual residía en
"comunas primordiales", dentro de las que había que soportar seguramente el
implacable yugo de la élite.

Una especie de hipismo dictatorial y "primordial", aislado de ese mundo corrupto,


"degenerado" y "anti tradicional" que vendría tiempo más tarde. Una especie de Sangri
La parisino regado con los generosos caldos de las bodegas de Blois.

A la vista de las revelaciones, tanto en la Tora, como en los Evangelios originales, así
como en el Qur‟an, no logramos encontrar dichas “civilizaciones” en parte alguna,
hecho sin duda alguna que prueba su inexistencia. ¿Podría Allâh haber olvidado lo
esencial, tanto, que hacía falta que un iluminado empresario vinícola viniera a
recordárnoslo?
Lo más cómico del asunto es que Guénon inventó que antes no existía la escritura,
apoyándose en la peregrina tesis de que los ancestros eran tan inteligentes que no la
necesita an para transmitir realidades “tradicionales” entre ellos. Según él la mente era
capaz de transmitir y de no olvidar jamás ninguno de los detalles hasta el punto de no
haber tenido nunca necesidad de expresión escrita, y puede que oral. Podemos
comprender que el chauvinismo francés pueda llegar a imaginar que aquello ocurriera
en la Galia; pero extrapolar esta tesis al resto del mundo no se encuentra exento de un
hilarante sentido del humor.

Aquellos quienes, desde el Islam, se consideran “guenonianos”, perdón por lo del


término y su embarazoso significado, sin duda se encuentran delante de un gran
aprieto al tratar de localizar en los libros sagrados, en cuya revelación los musulmanes
debemos creer, y creemos en asunción plena de causa, esa avanzadísima,
intelectualísima y sacro santísima “tradición primordial”.

No obstante, para él, el Exoterismo es un término el cual releva según su


expresión "puramente de la ley religiosa". Este "puramente", de nuevo, deja traslucir
ese carácter elitista que desdeñaba la plebe, aquella plebe a la que Muhammad amó.
Según nuestro personaje la Ley no era necesaria para los superdotados quienes
pudieran suscribirse al Taoísmo, por poner un ejemplo; pero ser taoístas o taoianos no
se encontra a al alcance para nosotros los “po recillos occidentales” quienes “sin ser
capaces de hacer la “O” con un canuto”, ni ser franceses de París, perdón por lo
gráfico de la expresión, fuéramos tan “ordinarios” e incapaces que tuviéramos
necesidad de una Ley. Decir de pasada que Guénon estaba convencido de la
superioridad de la raza aria con respecto a las capacidades espirituales, de ahí su
debilidad por lo hindú. Y ello lo veremos en nuestro análisis sobre Oriente y
Occidente.

En cuanto a la dicotomía en cuestión, podemos probar fácilmente una vez más como
ambos conceptos no expresan en forma alguna la realidad. Y lo haremos con un hadiz
muy conocido:

Dijo el santo Profeta – sobre él la plegaria y la paz -: Se me ha dado amar tres cosas
sobre las demás en esta vida: la plegaria, las mujeres y los perfumes; y el colirio de
mis ojos está en la plegaria.

He aquí un ejemplo de la fusión existente en el Islam entre el interior y el exterior. La


plegaria canónica, siendo como es, obligatoria para todos los musulmanes, por
supuesto también lo es para el sufí, contiene en ella misma un significado oculto y
operativo en el interior del ser humano. Seguramente, dicho significado no es accesible
a todos por el motivo que vamos a expresar, pero ella es un buen ejemplo del completo
matrimonio existente en realidad entre aquello lo cual por conveniencias del lenguaje
ha sido dado en llamar “interior y exterior”.

El Islam se compone de tres ramas, a saber: Islam, Iman e Ihsan. Dichas ramas no
consisten en sistemas separados unos de otros, sino que antes bien se trata de escalones
de una misma escalera. De tal manera que aquel quien ha realizado el maqam del Ihsan
no ha podido hacerlo sin antes realizar los dos precedentes. No solamente los ha
realizado sino que si los dejara de asistir se perdería. Imaginemos que pasaría a la
escalera si le quitáramos los peldaños de más abajo: se derrumbaría. Así mismo ocurre
para quien ha realizado el maqam del Iman con respecto al de Islam. Es quien se
encuentra en el maqam del Islam el que se emplaza en lo más bajo de la escala,
estando no obstante en ella. Ello anula la teoría de Guénon según la cual existen
circunstancias en las cuales alguien puede acceder al conocimiento sin cumplir con las
condiciones de la ley exterior.

Dice el Libro de Allah:

Allâh está más cerca de vosotros que vuestra vena yugular

Ello nos recuerda la presencia de Allâh en todos los niveles, ya releven del interior o
del exterior.

Los entusiastas de Guénon han de recordar al šayj Mawlay l-Arabi a-d-Darqawi,


como encontrándose en plena meditación sobre los Nombres Divinos, se decía:

Que Allah es el Interior, lo comprendo, pero ¿qué es eso que Allah es el Exterior (A-z-
Zahir)? Eso no lo comprendo. Es entonces cuando Allah se le reveló como el Exterior
y pudo conocer el resto.

Si los sufíes se han reunido en zawiyyas y se hacen enseñar por un maestro específico
es a causa de la singularidad de su ciencia. Antiguamente se reunían en las mezquitas,
pero las persecuciones y las críticas por parte de algunos „ulama y/o go ernantes, les
hicieron replegarse a las zawiyyas.

Es más, siempre los maestros sufíes han trabajado codo con codo con la población
musulmana, siempre han amado, luchado, llorado y alegrado con ellos, haciendo
bueno el dicho del Profeta – sobre él la plegaria y la paz - , que todos somos hermanos
en el Din.

Nuestros maestros se han levantado antes que nadie, han limpiado los establos en las
zawiyyas donde había animales, han cargado con sacos de leña y otras cosas, han
cocinado para los fuqara, porque el estado del šayj es el perfecto maqam de „a d
servidor de Allah, y un siervo de Allah no puede enorgullecerse delante de nadie, ni
hacerlo de sí mismo delante de Allah.

Aquel quien nos aconseja la humildad debe ser el primero en ser humilde.

Lo exterior y lo interior se encuentran estrechamente ligados entre sí. De tal manera lo


están que todos nuestros actos en el exterior tienen su reflejo en el interior y viceversa.

¿Cuál es el hilo conductor que liga entre sí dos mundos aparentemente inconexos
debido a nuestro desconocimiento de uno de ellos? El hilo conductor es el Tawhid y la
energía es la Luz.
Allah es la luz de los cielos y la tierra

Fijaos bien, por favor, en un pequeño detalle: cuando desarrollamos actividad durante
el día estamos o creemos estar en el mundo del exterior. Sin embargo, cuando
dormimos, el alma sale de nosotros y viaja por los siete cielos, trayéndonos a veces
noticias de ellos mediante los sueños rabbani, criptados, pues deben tomar una imagen
que el cerebro pueda aceptar. Una misma persona comparte los dos mundos
simultáneamente. Son únicamente nuestras capacidades sensoriales las solas que nos
impiden percibir las realidades ocultas durante el estado de vigilia.

La única cosa que impide a la persona que caiga el velo de la limitación de las
percepciones a las facultades sensoriales es la opacidad del corazón debido a la
suciedad la cual se encuentra en nuestra nafs.

Resumiendo pues, la dicotomía esoterismo-exoterismo no existe en realidad.


Simplemente podríamos aceptar que se hablara de diferentes niveles de comprensión
de la verdad única y trascendente: El Tawhid. Pero ni de siquiera esto encontramos
ningún atisbo en la obra del francés.

Oriente y Occidente

El tema de Oriente y Occidente es recurrente y se convierte en una de las bisagras las


cuales vehiculan su obra sobre el eje sempiterno de la “tradición primordial” (irónico).

Tan importante fue para Guénon esa dicotomía que escribió un libro titulado así, afín
de aportarlo como prueba convincente de la autenticidad de su doctrina bien amada.

Según él, los orientales son aquellos cuyas religiones han sido una extensión más o
menos directa, con sus adaptaciones inherentes a los tiempos, de esa “tradición
primordial” que con tanta originalidad se inventó. Doctrinas, la mayoría de ellas sin
una Ley Exterrior, como el Buddismo, la Vedanta y el Taoismo, eran tan puras que no
se podrían mezclar con algo tan burdamente manifestado como una ley religiosa,
siempre según él, por supuesto; creo que no es necesario recordar que era francés, lo
cual después de 13 años de experiencia, he podido constatar, que salvo honrosas
excepciones, que existen por todo el orbe, no deja de ser un problema de orden cívico
causados por la arrogancia así como de limitación intelectual.

Estos postulados nos recuerdan tanto a aquella torre famosa de Babel que se nos hace
difícil mirar para otro lado.

Réné había construido una torre de Babel "tradicional", desde lo alto de la cual miraba
el mundo, sintiéndose por encima de sus gentes y circunstancias, salvo en ocasiones
como la de la creación de la falsa tariqa con su falso chayj Salama Radi, apoyándose
en la Occidental y anti-tradicional oficina inglesa del Cairo, abierta al efecto para la
inscripción de todo grupo de ideología masónica y de apariencia islámica.
Parece ser que Guénon no aceptaba el cuerpo que Allah le había dado, y sin alas,
quería volar en las alturas de la inmensidad. Curioso constatar como a todo el mundo
le gusta recibir la paga sin trabajo; y él era empresario, y además del vino. En ello
Guénon, quien cobraba buenas rentas de sus bodegas, y unca seguramente había
cargado en sus espaldas bulto alguno para poder ganarse el pan, no se diferencia en
nada de esa generación de niños ricos new-age quienes se creen tener derecho a todo
por ser ellos quienes son.

Por supuesto, Guénon otorgaba a los susodichos orientales una inteligencia y


capacidades de concentración, tan grandes, que ellos, los súper cualificados orientales,
nos daban miles de vueltas a nosotros los pobrecitos occidentales, tan débiles y tan
poco cualificados. En lo que no reparó, o no quiso reparar el personaje, es en que eran
“tan inteligentes” que necesita an prosternarse delante de los ídolos, mientras los
descalificados musulmanes no los necesitábamos para aproximarnos a Allah, y por
ende los desdeñábamos. Pero eso lo paso de largo nuestro personaje, porque se trataba
de material confidencial ¿Dónde está pues aquí esa pretendida superioridad? ¿No os
parece que el haber pasado este hecho por alto releva de una falta de buena voluntad
de nuestro autor? Es más ¿cómo pretender poseer luces viviendo de las rentas del
vino? El, tan tradicional, de espíritu tan elevado, de ciencia tan sublime, ¿no pudo
nunca deshacerse del yugo de los caldos de Blois?

Parece ser que el personaje debía imprimir una nota de fuerza en sus convicciones a
fin de estar seguro él mismo y asegurar a los demás; ello a fuerza de escuchar todos los
días la misma melodía a fin de que quedara grabada a sangre y fuego en nuestras
mentes. Ni que decir tiene que haciendo creernos a los pobres occidentales tan poco
cualificados, nos predisponía a ponernos en manos de nuestros padres espirituales (los
orientales) a fin de que nos ayudaran a digerir ese alimento primordial, el cual,
nosotros, tan minúsculos, no podíamos ni sabríamos consumir solos. ¿No os recuerdan
estos planteamientos a aquellos los cuales forman la base de una secta? La humillación
sufrida por los adeptos a quienes se les convence de su nulidad.

A todos estos entusiastas de Guenon y sus doctrinas orientales habremos de recordarle


las pala ras de la santa musulmana Ra i‟a l dawiyya – que Allâh esté satisfecho
de ella – quien dijo:

“El brebaje que preparamos nosotros es destinado únicamente para el estómago de


los elefantes, y no para el de los mosquitos”

El brebaje imbebible de Guénon ni tan siquiera un mosquito podía probarlo sin caer
paralizado presa del veneno que contiene. Pero las moscas no dan miel, y nada
comparable es un díptero del espíritu como él con un elefante del saber como era
Rabi‟a

Siguiendo con el mismo tema, para Guénon, la “tradición cristiana” forma a parte de
Occidente y era solamente una expresión muy degenerada de su “tradición
primordial”. En cuanto al Islam, se encontra a a medio camino entre Oriente y
Occidente. El Islam no era tan avanzado como sus doctrinas orientales, pero sí lo era
más que el cristianismo. Guénon encontraba únicamente interesante el Islam por su
aspecto sufí. Poco le importaba a él una ley religiosa, la cual era fastidiosa para los
cualificados, aunque reconocía su utilidad solamente teniendo en cuenta el punto de
vista de que ella era válida para aquellos quienes, no siendo capaces de seguir las
doctrinas orientales expresadas, podrían encontrar en aquella un medio de vincularse
de alguna manera a su súper religión y de esta manera tener la gran suerte de recibir un
poquito de “ araka primordial”.

Llegaba aún más lejos en su análisis cuando manifestaba que la descalificación


occidental incluso se manifestaba en la raza, siendo para él, la raza blanca la más débil
de todas las existentes en el mundo, tanto corporal como psíquicamente; cómo no,
espiritualmente. Guenon era incluso contrario a la mezcla de razas mediante el
matrimonio. Aunque, como no, a aquellos occidentales quienes se habían vinculado a
alguna doctrina oriental, él les concedía el derecho a ser una excepción de la regla,
excepción esta tan extraordinaria que no llegaba a alterar la regla.

Pero ¿qué dice el Islam de todo ello? Tan simple es rebatir estas ideas como
incomprensible que tantas personas se hayan quedado cautivadas de nuestro personaje
hasta el punto de abandonar el Islam. Pudimos comprobar esto con una veintena de
personas quienes apostataron después de ha erse vinculado a un šayj sufí en el
momento en el que hubieron de sufrir la muerte de éste. Es preciso comentar, que su
comportamiento arrogante con dicho šayj, reci ió unas enérgicas críticas por parte de
éste en cuanto a su más que posible expulsión de la tariqa la cual frecuentaban.

He aquí un ejemplo del mal que está haciendo e hizo esta nefasta doctrina del
perennialismo, la cual, como ya lo hemos expresado antes, tiene todas las bazas de ser
un preludio de la religión mundial con la cual el Daŷŷal intentará corromper el mundo.

El Qur‟an, antes ien, reconoce a la comunidad de Banu Israil como la comunidad


elegida sobre todas antes de la venida de sayyidina Isa. Una vez el cristianismo
unitario se extendió, llah en el Qur‟an da a éste prioridad so re el judaísmo. El
concepto de comunidad elegida pasa entonces a la de los cristianos unitarios.

A la venida de Rasul – sobre él la plegaria y la paz – la Revelación nos indica cómo


nosotros somos la comunidad elegida por Allah, entre otras cosas, y, esto es muy
importante, porque ordenamos lo establecido y prohibimos lo reprobable.

He aquí pues un manifiesto de la importancia de la Šari‟a. Pero a esto nos aplicaremos


a fondo en nuestra próxima entrada sobre la iniciación-realización.

Iniciación y Realización

Continuamos con nuestro análisis del perennialismo guenoniano cuestionando los


términos iniciación y realización. Si bien dichos conceptos forman parte del fenómeno
masón, ambos no se corresponden en modo alguno con realidad alguna dentro del
sufismo auténtico, el cual durante trece siglos ha ocupado un lugar de honor en la
civilización musulmana, dirigiendo con sus consejos a los sabios religiosos de la
comunidad.

Según nuestro personaje, la iniciación es un rito de entrada en una “organización


esotérica tradicional”. Dicho rito se le antoja a necesario, e incluso, era para él,
portador de un simbolismo sagrado a través del cual la persona iniciada era puesta en
contacto con las fuerzas espirituales, fuerzas estas que deberían intervenir en lo
sucesivo a fin de transportarle hacia la realización; la premisa sine qua non era que
dicho iniciado presentara los requisitos exigidos en materia de cualificación personal.

La realización consistía en alcanzar uno de los dos estados principales considerados


por él, a sa er “Los misterios menores y los misterios mayores”, siendo el primero un
estado de realización dentro de lo que él consideraba el Ser, y el segundo, la gran
realización, estado en el cual el ser humano se desnudaba de todos sus atributos
creados a fin de integrarse en lo que Guenon llamaba la Unidad con el Principio
Inmanente cuya esencia se encontraba en el no-Ser.

Por supuesto que esta exposición es somera y puede ser tachada de incompleta; en
realidad lo es, por razones de espacio, pues si quisiéramos hacer un examen detallado
deberíamos escribir un libro, cosa la cual no nos tienta en absoluto, ya que con estas
explicaciones resumidas, sin duda conseguiremos nuestro objetivo, que no es otro que
demostrar sobradamente lo erróneo de la doctrina del Perennialismo. No sin ironía
podemos decir, que nuestros escritos son claros y fáciles de comprender, incluso para
aquellos a quienes nuestro personaje llama a “no cualificados”, desmontando así la
muy francesa tesis de la élite intelectual superior.

Desde el punto de vista del sufismo todo es bien diferente. Sí existe un rito o,
podríamos decir, ceremonia, mediante la cual, el aspirante al maqam (murid) se
vincula a la sílsila de la tariqa a través del šayj quien a su vez le pone espiritualmente
en contacto con el Profeta – sobre él la plegaria y la paz -. Ahora bien, a fuer de ser
veraces, podemos decir sin lugar a equivocarnos, que el rito en sí mismo no es
fundamental ni estrictamente necesario. Lo verdaderamente necesario es el
consentimiento, tanto por parte del šayj como del aspirante; por parte del primero a
admitirle en la tariqa y por parte del murid en aceptar las condiciones inherentes a la
práctica espiritual. Son pues esencialmente ambas voluntades las cuales son
registradas por Allah en Su infinito Conocimiento.

Es muy importante poner en relieve que en el caso del sufismo el hilo conductor de la
andadura en la tariqa es la Mahabba (Amor). Dicho amor, aun teniendo
correspondencia y reflejo en lo mundano, releva de una aceptación divina en primera
instancia, a fin de que siendo amado por Allah el discípulo pueda amarLe a su vez,
devolviendo ese Amor divino el cual recibe, a su fuente original.

Sin duda, existen muchos más elementos a analizar en este ámbito. Remitimos para
ello a nuestras entradas tituladas “Consideraciones so re el maqam”; sin em argo, en
este momento nos centraremos únicamente en una figura representada en los escritos
de Réné Guénon como el culmen de su doctrina de la realización.
Para él, la representación simbólica de la realización espiritual era un vórtice el cual
desde lejos podría ser percibido como un cono en su posición normal, es decir, con su
cúspide en lo alto. El autor pretendía que este símbolo poseía un carácter sufí. A dicha
cúspide se accedía girando en espirales. Cada espiral es horizontal, despegando
ligeramente de la base a fin de encontrarse con la espiral superior inmediata, y así
sucesivamente hasta llegar a la cúspide, la cual Guénon situaba en el límite entre el Ser
y el No-Ser.

Curiosamente, y por ello estamos convencido de que Guenon copió el concepto, el


šayj al-Alawi había precedentemente hablado de esta figura. Sin embargo, Guénon la
invirtió, como buen masón.

Con esto queremos decir que el šayj al-Alawi consideraba el punto de partida en la
base como un punto del cual nos separamos girando en espiral. Cada espiral conecta
con la superior, elevándose hasta encontrar una última y enorme espiral cuyo límite es
el “sidrata muntaha” (azufaifo del confín), al cual únicamente pudo elevarse Rasul –
sobre él la plegaria y la paz - . En el momento en el cual el gnóstico ha llegado a su
maqam, siempre que éste sea el de un maestro cualificado en la vía del Tasawwuf, se
encuentra obligado a descender de nuevo con el fin de poder tomar a los discípulos de
la mano y poderlos elevar al maqam que a cada uno le corresponde según lo que se
encuentra escrito en su libro del Destino. En dichos estados no existe división alguna
entre pequeños y grandes misterios, sino que antes bien nos encontramos frente a dos
otros conceptos muy diferentes llamados “Paz” “Gran Paz”. El primero de los
términos designa el maqam predestinado para el discípulo, aunque éste no fuere muy
elevado. Sin embargo, al haber llegado a su límite, muchas de las tensiones presentes
durante su andadura desaparecen al haberse acabado su tendencia ascendente de estado
en estado. El segundo término “Gran paz”, designa el estado de aquel quien ha
alcanzado un maqam en el cual su nafs ha sido expuesta a la muerte. No solamente
esto, sino que una vez la nafs extinguida, se haya alcanzado el estado en el cual se es
capaz de guiar a otros.

¿Os dicen algo estas vueltas en sentido contrario al de las agujas del reloj? ¿No os
recuerdan al Tawaff realizado alrededor de la Casa Sagrada de Makka? He aquí pues
una explicación de envergadura para aquellos quienes se pregunten sobre el
significado de estos giros sagrados alrededor de la Ka‟a a, corazón de la tierra y signo
de la Presencia Divina (Sakina).

Habiendo explicado el recorrido a través de dicha figura cónica invertida, debemos


significar que en la doctrina sufí-islámica no existe correspondencia alguna con las
términos Ser y No-Ser en el sentido en el cual Guénon los explica en sus escritos.

En realidad, el sufismo siempre hace hincapié en la condición de „a d (siervo de


llah) de aquel cuya nafs ha sido vencida y ha “muerto antes de la muerte”. El “Fana”
(extinción del ego en la realidad divina) hacen que de alguna manera el siervo “no-
sea” ante su Señor. l contrario llah siempre “es”, tanto en Su proximidad al mundo
como en Su Inmanencia, independiente de aquello lo cual El Mismo ha creado. De
alguna manera llah es el “Ser” dotado de infinitos atri utos de los cuales se han
expresado , y el siervo y todo lo creado es el “No-Ser”, pues ninguna existencia es
posible sin Su Presencia en cada una de las partículas de aquello lo cual Él ha creado
por y para El Mismo.

Allâhu nuru-s-samawati wa-l-‘ard (Allâh es la luz de los cielos y de la tierra)

Dicha luz se encuentra presente en cada una de las partículas de los seres creados, sea
en el mundo manifestado, sea en el mundo oculto para el común de los mortales. Cada
uno de nosotros percibe de ella lo que es capaz según sus facultades. Es precisamente
la práctica del Ihsan con la ayuda de un maestro experimentado la cual nos va
haciendo, paso a paso, capaces de soportar la claridad de esa luz presente en todos los
mundos.

Tradición versus Revelación

Vamos a finalizar con las reflexiones acerca de la obra de Guénon refiriéndonos a un


término recurrente utilizado por él mismo como eje central de su doctrina. Nos
referimos a la pala ra “tradición”.

Réné Guénon intenta convencernos de lo justificable de la razón por la que había


escogido este término a fin de explicar su teoría de la Súper tradición primordial. Y
aunque intenta decirnos y repetirnos hasta la saciedad las razones de su decisión, al
menos para aquel quien se encuentra escribiendo aquí, no consiguió ser convincente.

Es extraño contemplar como aquél quien tanto se preocupó en hacernos comprender la


necesidad de seguir un camino procedente de la fuente de la revelación divina (no-
humana, como le gustaba decir); quien pretendía plantar la semilla para una
recuperación intelectual-espiritual del mundo, fuera precisamente a escoger el término
más “humano” de todos aquellos los cuales podrían entrar en liza como candidatos a
representar la transmisión espiritual. Precisamente, según comprendemos nosotros, el
único término el cual no se encontraba en correspondencia con aquello lo cual se
quería representar a través de él. Un término de raíces y connotaciones puramente
humanas, contrariamente a aquello lo cual nuestro autor intentaba demostrarnos, a
pesar de que, como lo explicó en numerosas ocasiones, no había encontrado otro más
adecuado.

¿Podríamos pensar que nuestro autor no conocía suficientemente su lengua para no


encontrar otro término más apropiado? Creemos que no: si bien en su obra la riqueza
semántica y sintáctica brillan por su ausencia, los otros términos candidatos a la
elección no se encontraban tan lejos del lenguaje vulgar. Es más, existían palabras más
propicias a fin de indicar una idea de ese pretendido calibre.

Un servidor aquí se inclina a pensar que todas esas pretensiones de Guénon de


desligarse de lo humano, sobrepasarlo y mirar hacia lo trascendente, no eran producto
de otra cosa que de la aspiración humana a superarse a sí mismo y a los demás, como
así lo demuestra su otro término ien amado “élite”.
Es decir, su doctrina consistía en una humanización de lo espiritual y no en una
espiritualización de lo humano. Ello lo demuestra su vórtice cónico donde la base más
extensa se encontraba en lo humano y la cúspide en lo divino, mientras en realidad la
gran extensión se encuentra en lo inmanente y la pequeñez en lo humano. En el fondo
Guénon apostaba por un superhombre, superdotado, formando parte de una élite
exquisita; un cuadro que se asemeja a algo así como una aristocracia espiritual.

Esta aspiración, confesada indirectamente en su apoyo a la inhumana sociedad de


castas hindú, y en su preferencia “intelectual” por la “inteligente” raza aria, podría
pasar desapercibida al primer análisis. Por supuesto, no lo pasa para aquel quien desea
profundizar más y analizar las cosas sin pasión y con completa objetividad.

Existe un término utilizado frecuentemente para designar el descenso de las voluntades


divinas al género humano. Este término, aunque utilizado frecuentemente, no deja de
ser el mejor posicionado para indicar la trascendencia de las voluntades de la
divinidad, así como del punto de procedencia de las mismas. Este término es:
“Revelación”.

Su significado es el de una comunicación y transmisión de la divinidad (Allah) a la


especie humana de un camino el cual ésta debería seguir a fin de, sea culminar en la
extinción de la persona y posterior unidad con la Unicidad divina, sea llegar a recibir
una recompensa eterna. En el Islam ese camino se llama Din, y esta palabra no podría
ser nunca traducida por “tradición”, puesto que tanto su punto de partida y su punto de
retorno se encuentran ambos en lo trascendente.

Ciertamente de Allâh somos y al El habremos de retornar

La palabra Din, probablemente no deba ser traducida por religión, de ahí el rechazo
innato de los musulmanes a traducirla así. Vemos en ella, tanto un conjunto de normas
transmitidas por lo divino, aparentemente humanas, así como un camino a fin de que el
ser humano pueda despojarse de sus trabas psicológicas y del alma (nafs) a fin de
integrarse en un mundo trascendente. Evidentemente el término religión no puede
traducir esto, como tampoco puede hacerlo la pala ra “tradición”. ogamos por el
término “revelación” (risala) el cual es el menos mal posicionado, y a su vez el más
adecuado a fin de representar un conjunto de elementos de orden divino que sirvan de
guía a la humanidad. Y no solamente a la humanidad, pues como lo dice Allah en Su
Li ro luminoso (Qur‟an)

No he creado a los hombres y a los genios sino para que Me adoren

La pala ra “tradición” es a menudo utilizada a fin de traducir Sunna. El principal


significado de este término es el de costumbre; sin embargo, como el primer uso de
esta palabra fue por parte del Profeta – sobre él la plegaria y la paz -, su ámbito ha
quedado reducido únicamente para indicar el conjunto de hadices los cuales nos hablan
de los hechos y palabras de Muhammad – sobre él la plegaria y la paz -.
Como la pala ra “costum re” es un término bastante débil para traducir la palabra
Sunna, algunos han preferido traducirla por “tradición” añadiendo …del Enviado de
Allah, a fin de separarla de cualquier otro significado al que pudiera referirse este
término, el cual si lo conceptuáramos aisladamente no reflejría otra cosa que
transmisión de orden humano de costumbres antiguas o ancestrales a través de los
tiempos.

Nuestra intención al entrar en este análisis lingüístico no es otra que la de desvelar que
el origen de la doctrina de nuestro personaje era mucho más humano de lo cual él
mismo pretendía.

Consideramos haber descubierto un filón el cual, poco a poco, y tirando de la madeja,


nos puede llevar a los orígenes, y muy probablemente al objetivo y razón de ser de
nuestro personaje, es decir “La Masonería”, si es que no lo hemos conseguido con
este escrito. Yo creo que sí.

Conclusiones

Como colofón del pequeño análisis que hemos realizado sobre la obra de Guénon,
considero que debemos dar algunas explicaciones.

En principio, quisiera expresar que nos reafirmamos en todo lo expresado. Ahora bien,
de nada hubieran servido todas estas explicaciones sino hubiera una finalidad detrás de
ellas. La hay, y ella consiste en nuestro desvelo por salvar a la Ummah de Muhammad
de estas ideas, las cuales, tomadas al pie de la letra y llevadas hasta sus últimas
consecuencias, podrían llevar, como de hecho así ha sido en más de una ocasión, a la
apostasía.

Las críticas emitidas antes de esta nuestra, al menos las que conocemos, aunque
contrarias hacia este movimiento, probablemente hayan sido demasiado académicas.
Creo que se trata de un craso error, pues se ha pretendido criticar la idea de élite de
una manera elitista; debido a esto los perennialistas se han frotado las manos al ver
dichas críticas en su campo de atalla “el academicismo”, propicio para el juego de las
pala ras, argucias y estrategias. Por ello nosotros no í amos a ser tan “inocentes” de
caer en su trampa y les hemos abordado desde donde no esperaban, es decir: desde un
lenguaje de crítica periodística, desvelando mediante él todas y cada una de las muchas
miserias que acarrea el saco de dicha doctrina.

El guenonismo puede llegar a ser una peligrosa droga la cual puede hacernos llevar a
creer que cualquier religión sirve para adorar a Allah y que nuestra religión es una de
tantas otras las cuales existen en un universo global.

Probablemente la debilidad del Iman de algunos les lleva a buscar experiencias raras y
palabras engañosas. No en vano nuestro Profeta – sobre él la plegaria y la paz – debió
tener que decir:

En los últimos tiempos habrá gentes quienes pronuncien palabras como los ángeles
y sus corazones sean como el de los lobos.

¿Qué hubo de ver nuestro Profeta para que con un carácter misericordioso como el
suyo debiera llegar a decir que los corazones de algunos llegarían a ser como el de los
lobos? ¿No encontráis que estas son palabras mayores las cuales requieren para
nosotros conducirnos con el mayor de los cuidados y que nos ponen en guardia contra
las palabras de cualquier advenedizo quien quisiera hacerse pasar por sabio?

¿No debe producirnos congoja el hadiz del Profeta que dice que llegarán unos tiempos
donde las gentes hayan olvidado la religión y haciendo alarde de memoria digan:
“Escuchamos a nuestros padres que decían La ilaha illa-l-Lah Muhammad Rasulu-l-
Lah”, relegando a esto todo su conocimiento de la religión? ¿ caso pensamos que no
tenemos responsabilidad alguna con el Islam?

No es necesario ser muy inteligente para comprender que dichas doctrinas constituyen
el regocijo de aquellos quienes, dándose perfecta cuenta de la supremacía del Islam,
desearían hundirlo y separar a las gentes de él.

Aquellos quienes con sus ideas lesivas lanzan a la apostasía a la gente no pueden ser
aliados sino de los enemigos del Islam. Palabras de miel y corazón de lobo. Aquel
quien invita a los musulmanes a la apostasía no puede ser otra cosa que nuestro
enemigo declarado.

Sí hermanos, aquellos quienes buscan dañar nuestro Din. Y nosotros, cándidos y


mansos hemos caído en sus redes; ya sea a través del perennialismo o seudosufismo,
ya sea a través del salafismo y wahabismo, nacidos todos ellos para aniquilar el Din.

¿Dónde está nuestra inteligencia? ¿Dónde nuestro amor al Islam que tanto nos ha
dado?

Os dejo estas reflexiones. Un servidor no gana nada con esto, ni pide salario alguno.
Antes bien, hemos dejado en estas entradas una parte de nuestra energía y nuestro
tiempo. Fi sabili-l-Lah.
Nos duele ver nuestro Din dañado a derecha y a izquierda. Nos asombra ver la escasa
defensa que tiene. Escasa, pero loable.

Decidme hermanos: ¿Dejaremos entrar al ladrón en la casa para que la desvalije toda?
¿Seguiremos ocupados en políticas estériles? ¿O tomaremos la pluma y la palabra para
defender el Din como muŷŷahidin?

No olvidemos el Ŷihad de estos tiempos es la lucha contra la ignorancia y la mentira.


Ambas son el enemigo más declarado del Islam. Y el enemigo no duerme.

Que Allâh nos perdone, nos guíe, nos dirija de las tinieblas a la luz y nos otorgue el
Firdaws.

Abdul Karim Mullor

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