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LA LEY CONTRA EL FEMICIDIO Y OTRAS FORMAS DE VIOLENCIA CONTRA

LA MUJER

Es relativamente nueva, en especial si nos enmarcamos en la historia de la lucha


por la reivindicación femenina. En Guatemala se aprobó el Decreto 22-2008 el 10
de abril de 2018 y fue publicado en el diario oficial el 2 de mayo de ese año.
Entonces la ley se celebró como una victoria, pues dotaba a las mujeres de
recursos legales para defenderse y prometía un mejor futuro. Sin embargo, la
legislación presenta algunas controversias y, en muchos casos, no es suficiente.   

 Lo que implica esta ley es “la protección de la mujer en su ámbito privado o
público, es decir, dentro o fuera de su residencia conyugal. Busca equiparar las
condiciones desiguales de género entre la mujer y el hombre, con relación al
aspecto económico y psicológico” dijo el Lic. Adonay Catavi, abogado y
catedrático de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Universidad Da
Vinci de Guatemala.  

 La ley, que cumplirá 11 años, define femicidio como asesinato en el marco de las
relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres. Es, en esencia, dar
muerte a una mujer por su condición de mujer. Algunas de las circunstancias que
contextualizan un femicidio, de acuerdo con el decreto, son:  

1. Cuando se pretende infructuosamente establecer o restablecer una relación


de pareja o de intimidad con la víctima. 
2. Al mantener o haber tenido relaciones familiares, conyugales, de intimidad
o noviazgo con la víctima.  
3. Como resultado de la continua violencia física en contra de la víctima. 
4. En menosprecio del cuerpo de la víctima para satisfacción de instintos
sexuales. 
5. Cuando el hecho se comete en presencia de las hijas o hijos de la víctima.  

 La ley también pena la violencia contra la mujer, de forma física, sexual,
económica o psicológica. En la definición de violencia sexual se incluye la
oposición del agresor al uso de métodos de planificación familiar, tanto naturales
como artificiales. En tanto, el delito de violencia psicológica abarca esa actitud
contra los hijos de la víctima. La ley también aclara las obligaciones del Estado, en
las cuales se especifica que garantizará acceso a la información y asistencia
rápida e integral.  También se garantiza protección a futuro para las víctimas.  

 Catavi afirma que el acceso a la información y aplicación de la ley en el área


urbana sí se ha difundido pero, por falta de apoyo y recursos, aún falta que se
transmita el interior de la República, en sectores como aldeas y caseríos alejados.
Las estadísticas también prueban que todavía falta un largo camino por recorrer.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2016 se denunciaron
52,831 delitos contemplados en la Ley Contra el Femicidio; las sentencias
condenatorias emitidas fueron solamente 2004. Ese mismo año el Estado brindó
asistencia penal a 1,343 mujeres para defenderse por dichos delitos, de la cual el
61.7% fue en la ciudad. Se espera que el número de denuncias aumente en el
futuro.  

 El entrevistado indicó que esta ley no opera de forma aislada y que se
complementa con la Constitución Política de la República de Guatemala; Código
Procesal Penal, Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Intrafamiliar;
Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra
la Mujer; Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia Contra la Mujer; y la Ley de Dignificación y Promoción Integral de la
Mujer.  

 “La importancia de la ley radica en la protección integral que supone para la


mujer, pues se manifiesta contra el abuso y sufrimiento doméstico, laboral e,
incluso, en sus actividades de superación personal o académica”, expuso Catavi,
quien también considera que “es necesario y urgente que el contenido de la ley y
su protección hacia la mujer sea difundida en el área rural. También es
fundamental difundir el mensaje de que la mujer debe estar y debe sentirse en
igualdad de condiciones al hombre, y que tiene el derecho de superarse como
persona, cultural y académicamente”.  

LEY DE ARMAS Y MUNICIONES

La reciente y nueva Ley de Armas y Municiones fue publicada el 21 de abril de


2009. Surge como un refuerzo para combatir la violencia (parte del llamado
paquete de cinco leyes de seguridad) y también como cumplimiento por parte del
Estado de los Convenios de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional -ratificados por Guatemala-.

En los considerandos de la Ley se reafirma el derecho constitucional de todo


ciudadano a portar armas así como la obligación del Estado de garantizar la vida,
la integridad, la libertad de los ciudadanos; en el siguiente párrafo indica que la
proliferación de armas de fuego pone en riesgo la vida e integridad física de los
habitantes. Esos considerandos son los antecedentes de la nueva Ley, bastante
extensa con 151 artículos y que regula todo lo relativo al armamento -a excepción
del Ejército y de la Policía Nacional Civil.

Para empezar comprende como “armas” un amplio catálogo que va más allá de la
simple idea de pistolas, revólveres, rifles y ametralladoras. Se agregan: armas de
fuego (bélicas, individuales, civiles, deportivas, de colección o museo), armas de
acción por gases comprimidos, armas blancas, explosivas (bélicas o industriales),
también armas químicas, armas biológicas, misiles, armas experimentales,
trampas bélicas, asimismo las muy extendidas armas hechizas o artesanales y no
podían faltar las armas atómicas (que pueden ser de fusión de elementos ligeros o
elementos pesados). A su vez cada ítem tiene una larga subclasificación.

En cuanto a las más comunes, las armas blancas, establece que “son las de uso
personal o de trabajo, los instrumentos de labranza o de cualquier oficio, arte o
profesión que tengan aplicación conocida”, pero “no están comprendidos los
cuchillos, herramientas y otros instrumentos cortantes que tengan aplicación
artesanal, agrícola, industrial y otra conocida” y en otra parte se hace mención a
las armas blancas bélicas. Por su parte las navajas que no sean automáticas y
menores de 10 centímetros se pueden “usar en áreas extraurbanas”.

Cabe señalar que la palabra “machete” no se menciona, acaso el “arma blanca” y


en general arma de uso más extendido en el país. Más adelante la ley regula lo
relativo a la compra, venta, importación, exportación, fabricación, portación y
tenencia, armerías, polígonos, etc. de estos artículos y el rol que debe
desempeñar la Dirección General de Control de Armas y Municiones (Digecam) en
donde deben registrarse todas las armas, aún las que se tengan en la gaveta del
mueble de la abuela. Quizá su aspecto más destacado es la severidad de
sanciones para los que trafican, portan, fabriquen armas en general, 5, 8, 12 y
hasta 18 años, con el agravante de que son penas de prisión “inconmutables”, ello
quiere decir que el tiempo de la pena no se puede compensar con efectivo.

Pero algo más, al ser inconmutables, y en combinación con otras leyes contra la
delincuencia organizada, muchos interpretan que no admiten medida sustitutiva.
Según ello cada vez que decomisan un arma debería haber un detenido, sin
embargo la mayoría de los jueces tienen un criterio integrado que aplican de forma
personal según su conciencia y sus conocimientos jurídicos. En otras palabras
ellos, como juzgadores que son, deben analizar cada caso concreto y resolver en
consecuencia.

Por ejemplo, un profesional discutiendo con su cónyuge salió enojado y


precipitado de su casa y para evitar que se las escondiera o perdiera se llevó unas
armas que tenía coleccionadas, para mala suerte fue detenido en un retén; no
tenía ningún antecedente criminal y su hoja de vida lo describía como un
ciudadano decente. Tras varios días de análisis el juez decidió concederle libertad
bajo fianza. Supongamos otro caso, en el que quieran causarle problemas a
alguien y le “siembran” un arma en su carro, luego advierten a una patrulla que lo
detiene; se iría conducido sin ningún beneficio de libertad. Por eso la mayoría de
jueces se reservan la última palabra a pesar de la aparente severidad de la norma.
Otro disposición es la limitación de venta de municiones, 250 unidades -balas- al
mes para los titulares de licencia de portación y 200 unidades a los tenedores
¿Cómo se lleva control? En otros aspectos la Ley es benévola con los olvidadizos
que dejaron su licencia -pero la tienen vigente- al igual de aquellos que la tengan
vencida, en ambos casos se aplica multa de mil a mil quinientos quetzales. Por
portación ostentosa (de manera visible) la sanción es de 6 meses y 1,000 a 15,000
quetzales.

Por disparos sin causa justificada (tiros al aire) o por portación -con licencia- en
estado de embriaguez son de 1,000 a 3,000 quetzales. Acuña el término de
“jóvenes tiradores” esto es aquellos menores de 25 años. Es amplia la Ley
respecto a funcionarios que “por razón de cargo” pueden portar armas: además de
los altos funcionarios, los magistrados y jueces, diputados, secretarios y hasta ex-
diputados (de forma indefinida). Los ex-magistrados y ex jueces no tenemos ese
privilegio. Esperamos que con la aplicación de esa Ley disminuya la horripilante
ola delincuencial. Vale la pena dar una lectura a esa Ley en el apartado de
Decretos del portal del Congreso de la República.
UNIVERSIDAD PANAMERICANA

Facultad de Ciencias Jurídicas, Sociales y de la Justicia.

Licda. Perla Ninnette Nowel Maldonado.

Derecho Penal.

ANALISIS DE LA LEY DE FRMICIDIO Y OTRAS FORMAS DE VIOLENCIA


CONTRA LA MUJER Y LA LEY DE ARMAS Y MUNICIONES

Douglas Omar Schmidt Cajas

Carné: 000104820

Quetzaltenango, 13 del mes de Marzo del año 2,020.

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