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Ernesto Laclau

Los fundamentos
retóricos
de la sociedad
Índice

Prefacio a la edición en español 9

Prefacio a la edición inglesa 11

I. Muerte y resurrección de la teoría de la ideología 21

II. Sobre los nombres de Dios 51

III. Articulación y los límites de la metáfora 69

IV. Política de la retórica 99

V. Antagonismo, subjetividad y política p7

VI. Ética, normatividad y la heteronomía de la ley 155

Índice de nombres 167

7
V. Antagonismo, subjetividad y política*

EL MANIFIESTO inaugural del socialismo moderno se abre con la afirma­


ción de que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases.
Este postulado de Marx y Engels, que está a medio camino entre la mera
constatación factual y el lema programático, implica tres tesis cuya cohe­
rencia recíproca no es evidente a primera vista. Primero, que "la historia
de la humanidad" sería un objeto unificado, que poseería una estructu­
ra coherente y comprensible. Segundo, que sería posible determinar los
agentes de esta historia, es decir, las clases sociales. Tercero, que el tipo
de relación que caracteriza la interacción entre estos agentes -y deter­
mina la naturaleza de la totalidad (la historia de la humanidad)- sería
la lucha. Si queremos dar algún sentido al postulado inicial del Manifies­
to del partido comunista, debemos interrogarnos acerca de las relacio­
nes que operan entre estas tres dimensiones. ¿Pueden ellas converger en
un todo armónico? Desde el comienzo tenemos motivos para dudarlo:
aquello que se nos propone bajo la forma de un postulado autoevidente
(la historia de la humanidad) sería la presencia de un objeto que podría
ser captado racionalmente, pero cuyas diversas instancias, simultáneas
o sucesivas, serían el resultado de un conflicto. Si este fuera el caso, sin
embargo, ¿qué garantías tendríamos de que el momento conflictual no es
tan profundo que no podría ser domesticado y reconducido en cada caso
al lugar que se le reserva en una "historia de la humanidad" concebida

• Este ensayo fue publicado originalmente en español en Debates y Combates, año 2,


núm. 3,junio-julio de 2012, pp. 7-37.

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como totalidad racional? Intentaré clarificar el punto. El antagonismo contraclicción lógica. La clistinción puede encontrarse en algunos de los
presupone la incompatibilidad entre elementos opuestos, mientras que la escritos precríticos de Kant -como el Intento de introducir en la filoso­
coherencia en el interior de una estructura implica la complementariedad fía el concepto de cantidades negativas o El único argumento posible para
entre sus momentos internos. Por lo tanto, si la estructura está constitui­ una demostración de la existencia de Dios-, pero también en la Crítica
da por opuestos antagónicos, ella solo puede conservar su coherencia al de la razón pura, en la sección sobre la "Anfibolia de los conceptos de la
precio de que la dimensión antagónica se revele ficticia: es decir, un fenó­ reflexión''. Según Kant, hay dos tipos de oposición, no solo uno, como lo
meno de superficie detrás del cual -y a través del cual- opera una subs­ habían supuesto Leibniz y Wolff. El primer tipo de oposición -el único
tancial unidad estructural. Esto significa que, siempre que prevalezca la aceptado por Leibniz- es la oposición lógica y responde a la fórmula
dimensión totalizante, el momento antagónico estará suborclinado a una A-no A. Si afirmo en una proposición lo que la segunda proposición nie­
historia más profunda, de la que el antagonismo representa un simple ga, incurro en una contradicción. El resultado es nulo (nihil negativum
epifenómeno; en tanto que si, al contrario, el antagonismo sobrepasa un irrepresentabile). Si afirmo de un cierto cuerpo que está en movimiento,
cierto umbral, la "historia" se verá despedazada y privada de toda cohe­ y al mismo tiempo que no está en movimiento, no estoy afirmando nada
rencia interna. En lo que se refiere a las "clases sociales", los sujetos de la acerca de clicho cuerpo. Ergo, solo puedo incurrir en una contradicción
historia, ellos están también capturados en la tensión de esta alternativa: al nivel conceptual. La proposición es el único terreno en el que una con­
si la unidad de la historia -concebida por el marxismo como historia tradicción puede emerger.
de la producción- prevalece sobre el momento antagónico, los sujetos, Sin embargo, hay un segundo tipo de oposición, que se vincula a los
concebidos como clases, tendrán una precisa localización estructural en objetos reales: se trata de un tipo de oposición sin contradicción. Si un
el interior de este proceso; si, por el contrario, la unidad de este proceso cuerpo es movido por una fuerza en una cierta dirección, y por una fuer­
es puesta en cuestión por el antagonismo, la identidad de los agentes so­ za idéntica en la dirección opuesta, el resultado es la ausencia de movi­
ciales será también puesta raclicalmente en cuestión. miento, que es algo positivo y representable. Estamos siempre encarando
Para analizar este sistema de alternativas, es necesario definir una una oposición, pero una oposición que no implica contradicción. Las dos
variable absolutamente crucial: ¿qué se entiende por un antagonismo? No fuerzas opuestas operan al mismo tiempo y son, en consecuencia, predi­
me estoy preguntando por cuáles son los antagonismos realmente exis­ cados positivos y reales del mismo objeto (negativum representabile). En
tentes en la sociedad, sino por algo más fundamental: ¿qué es un antago­ tanto que la fórmula de la contradicción lógica es A-no A (cada uno de
nismo? ¿Qué tipo de relación entre fuerzas sociales él presupone? Se trata los dos polos no es más que el negativo simétrico del otro), aquí la fór­
de una cuestión pasada por alto con frecuencia en la literatura sociológica, mula es A-B: cada polo es algo determinado, independiente del otro. La
una literatura atenta a los "conflictos" reales, a los "enfrentamientos" y a positividad del ser no es interrumpida en ningún punto. Kant concluye
las "luchas", pero que no se pregunta por el significado ontológico de esas que las contraclicciones solo pueden tener lugar entre conceptos (o, me­
categorías. Y, sin embargo, es sobre este significado que debemos concen­ jor dicho, entre proposiciones) en tanto que entre los objetos realmente
trar nuestra atención, si queremos avanzar en el frente teórico. existentes solo pueden existir oposiciones reales (Realrepugnanz).
La conclusión que Della Volpe y especialmente su discípulo, Lucio
Colletti, derivan de esta clistinción kantiana es que los antagonismos so­
OPOSICIÓN REAL Y CONTRADICCIÓN DIALÉCTICA ciales solo pueden ser oposiciones reales. Una filosofía idealista como la de
Hegel, que reducía la realidad al concepto, podía de algún modo hablar
Comenzaré con el análisis de uno de los pocos debates filosóficos declica­ de contradicciones en el mundo real; pero una filosofía materialista como
dos explícitamente al reexamen de este problema: el debate, en la escue­ el marxismo, que afirma el carácter extra-lógico de lo real, no puede se­
la de Della Volpe, acerca de la clistinción kantiana entre oposición real y guir esa ruta. Por lo tanto, cuando los marxistas hablan de contraclicciones

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sociales, incurren en una lamentable confusión: un programa verdadera­ 2) Este es el punto de partida de la crítica de Trendelenburg. El punto
mente materialista debería implicar la reconceptualización de los antago­ de arranque es, una vez más, la distinción kantiana entre contradicción
nismos sociales en términos de oposiciones reales. Colletti, en particular, lógica y oposición real: la cuestión que él plantea a la lógica dialéctica
muestra que tanto Lenin (Materialismo y empiriocriticismo) como Mao es qué tipo de oposición corresponde a la contradicción dialéctica. En
Tse-Tung (Sobre la contradicción) han sido víctimas de este quid pro quo: apariencia, debería ser la oposición lógica. Pero, siguiendo este cami­
todos los ejemplos de contradicciones que ofrecen -y Mao se limita a re­ no, se encuentran innumerables dificultades. La principal es que de una
petir la lista de Lenin- son en realidad... oposiciones reales. contradicción puramente lógica es imposible derivar un tercer término,
Debemos, sin embargo, preguntarnos a qué tipo de relación, con­ como lo requiere la dialéctica. Hegel mismo, en la Enciclopedia, había
tradicción lógica u oposición real, tenemos que acudir para esclarecer la mostrado la vacuidad de la idea puramente lógica de contradicción.
especificidad de los antagonismos sociales. Debemos coincidir, para co­
menzar, con Della Volpe y su escuela en que la categoría de contradicción 3) Por lo tanto, la única alternativa para Trendelenburg -y para Colle­
es inadecuada para dar cuenta de los antagonismos. La contradicción no es tti- es que la contradicción dialéctica no sea una contradicción lógica
un tipo de oposición que opera entre objetos (o sujetos) reales. Una vez sino una oposición real. Pero, llegados a este punto, surge un nuevo pro­
que esto ha sido afirmado, la cuestión es, sin embargo, más compleja, blema, que constituye la principal objeción de Trendelenburg a Hegel; la
ya que la contradicción marxista (y hegeliana) no es solo una contradic­ oposición real tiene, ciertamente, varios títulos para aspirar a ser el verda­
ción lógica, sino también dialéctica y que, por lo tanto, la relación entre dero contenido de la oposición dialéctica. El negativo que aparece en ella
sus dos polos no se agota al nivel de un nihil privativum irrepresentabile, es siempre algo positivo y real en sí mismo y, como es bien sabido, Hegel
sino que añade algo más: la contradicción dialéctica, a diferencia de la insiste en que la negación dialéctica es una "negación determinada''. Ade­
meramente lógica, pretende añadir a la contradicción lógica un elemen­ más, como ya observaba Aristóteles (recuerda Trendelenburg), la oposi­
to plenamente representable, es decir, un tercer término que sobrepasa la ción real o relación entre contrarios "tiene siempre lugar en el interior del
contradicción y así la "resuelve''. mismo género, del mismo campo''. Lo que significa que, a diferencia de los
Pero ¿es legítima la derivación lógica de este tercer componente? La contradictorios, los cuales no tienen término medio, para los contrarios se
respuesta de Colletti se inspira en la crítica de Trendelenburg a la dialéc­ da un tercero. Salvo que nos preguntemos, y aquí es donde Trendelenburg
tica hegeliana. Los pasos centrales de ella son los siguientes: avanza en su objeción decisiva, "¿es posible obtener la oposición real por
un método simplemente lógico?''. Como señala Colletti, la respuesta es
1) Para Kant, la existencia se sitúa fuera del concepto y fuera de la lógi­ innecesaria. En la oposición real está presente algo de nuevo y de diverso
ca. "Todo esto reconduce a lo que -para retomar una expresión cara a respecto al primer término del cual se procede. Pero en cuanto término
Della Volpe- podríamos llamar la concepción positiva del ser empírico negativo, es en sí mismo positivo, y es evidente que no se puede llegar al
y sensible:' 1 Colletti cita una serie de pasajes en los cuales Kant critica mismo por un método puramente lógico. De hecho, dice Trendelenburg,
a Leibniz por la reducción que este último realiza de lo sensible a una "no se puede jamás encontrar lógicamente un rasgo que permita conocer
simple falta -falta de claridad-, lo que lleva a una hipostización de lo al concepto contrario", dado que este último es un ente real. Para alcanzar­
abstracto, de lo conceptual, que transforma a la idea en la única realidad lo será necesario, por el contrario, apelar "a la intuición sensible, es decir,
substancial. a la experienciá'. Pero esto invalida, en su raíz, la pretensión de la dialécti­
ca de ser "un automovirniento del pensamiento puro y sin presupuestos''.2

I
Lucio Colletti, Tramonto dell'ideologia [1980], Roma y Bari, Laterza, 1986 (nueva ed. 2
[bid., pp. 108 y 109. El trabajo de Trendelenburg al que Colletti se refiere es Logische
ampliada), p. 99 [trad. esp.: La superación de la ideologfa, Madrid, Cátedra, 1982]. Untersuchungen [1840], Hildesheim, Olms, 1964.

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4) La conclusión de Trendelenburg es que la denominada lógica dialéc­ si podemos concebir a los antagonismos sociales como oposiciones rea­
tica es un híbrido. El tercer término solo puede ser introducido en el ar­ les. Hay muchos motivos para dudarlo. Uno de estos, el más importan­
gumento contrabandeando en él supuestos empíricos, no provistos por te, es el siguiente: en una oposición real no hay nada antagónico. Co­
la estructura lógica del argumento. Por lo tanto, pese a que la deduc­ lletti se indigna con los teóricos marxistas porque, según él, ellos han
ción proclame ser estrictamente lógica (y esto es lo que asemeja a Hegel ignorado completamente la categoría de oposición real. No creo que
con Leibniz), sin supuestos empíricos es imposible derivar el tercer tér­ este haya sido el caso. Lukács era un filósofo profesional, y para haber
mino. Hegel construiría la aparente coherencia de su discurso mezclan­ ignorado tal categoría tendría que no haber leído la Crítica de la razón
do de manera ilegítima la contradicción lógica (lo que Marx llamara su pura, lo que es impensable. Creo que los teóricos marxistas no se sintie­
idealismo acrítico) y la oposición real (lo que Marx denominara su po­ ron tentados a concebir a los antagonismos sociales como oposiciones
sitivismo acrítico.). Para Colletti esta confusión está presente no solo en reales por un motivo diferente: porque no hay antagonismo sin negati­
el hegelianismo, sino también en buena parte de los debates internos a la vidad, y no hay negatividad alguna en una oposición real. Por antago­
tradición marxista. nismo se entiende una relación entre fuerzas enemigas, de modo tal que
la negatividad pasa a ser un componente interno de esa relación. Cada
5) La mayor parte de las objeciones planteadas por Della Volpe y Colletti fuerza niega la identidad de la otra. Pero en una oposición real no tene­
respecto a la lógica dialéctica son irrefutables. Ciertamente, la fusión de mos este tipo de negación, esta interrupción mutua de las identidades.
los dos tipos de oposición no confluye en un ensamblaje lógico coheren­ En el choque entre dos piedras, en el cual una de las dos se rompe, el
te. Si la argumentación concluyera en este punto, sería inobjetable. Pero hecho de romperse expresa la identidad de esa piedra, tanto como el no
por desgracia no se cierra allí. En relación con otras cuestiones, el análisis romperse en circunstancias distintas. Las dos piedras están in parí ma­
de Della Volpe y Colletti es considerablemente menos satisfactorio. Algu­ teria, pertenecen ambas al mismo espacio de representación. En el caso
nas preguntas surgen con relación a este punto. Por ejemplo: a) ¿la positi­ del antagonismo, por el contrario, las cosas son distintas. La presencia del
vidad de lo empírico y lo sensible representa la única alternativa posible a enemigo me impide constituir mi propia identidad. A diferencia de lo
una oposición entendida como contradicción lógica?; b) ¿la categoría de que ocurre en una oposición real, se da aquí una negación de identidad.
oposición real es lo suficientemente vasta como para incluir todo género El hiato entre fuerzas opuestas es más radical en el caso de una relación
de oposición, tanto en el mundo natural como en el social?; c) ¿la nega­ antagónica y, sobre todo, es estructuralmente diferente de aquel que es
tividad dialéctica es el único tipo de negatividad al que tenemos acceso? inherente a una oposición real. Sin duda, también es posible definir la
oposición real de manera tal que su única característica distintiva sea,
A la luz de cuanto hemos discutido, no parece adecuado afi.rmar que la a fin de cuentas, su alteridad respecto a la contradicción lógica. En ese
contradicción dialéctica sea un candidato válido para pensar la especi­ caso el concepto cubriría tipos de relación muy diversos entre sí. De
ficidad de una relación antagónica. A esto quisiera añadir una última tal modo, sin embargo, la noción de oposición real habría perdido toda
consideración. Si el tercer término condujera a los dos primeros a una especificidad. Oposición es una categoría que pertenece al mundo social
resolución efectiva y si tal "resolución'' fuese solo la consecuencia lógi­ y que luego se extiende metafóricamente al mundo físico o viceversa.
ca de los términos de la contradicción inicial, la negatividad inherente a El riesgo es siempre que la metáfora pierda su dimensión figura! y sea
los antagonismos sería puramente apariencial, ficticia: se trataría de un transformada en una identidad de naturaleza entre fenómenos entera­
mero pasaje en la transición a una identidad de grado superior. La lógica mente diferentes. Los teóricos marxistas deseaban preservar la dimen­
identitaria no habría sido interrumpida en ningún punto. sión de negatividad inherente a una relación antagónica y, puesto que
Una vez que esta conclusión ha sido alcanzada, pasemos al otro polo la única negatividad a la que tenían acceso era la dialéctica, continua­
de la alternativa planteada por Della Volpe y Colletti y preguntémonos ron hablando de antagonismo en términos de contradicción. En esto,

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sin duda, se equivocaban, pero por razones distintas a aquellas aducidas polos de una oposición puede ser encontrada en otros tipos de relacio­
por Della Volpe y sus discípulos. nes naturales o sociales, más allá del campo estrictamente matemático.
Se debe admitir, sin embargo, que la lectura de Kant ofrecida por Siendo ambos polos de la oposición positivos, la negación de la que son
Colletti no es enteramente arbitraria, ya que se basa en resultados teóri­ portadores es mutua y siempre intercambiable. Así, el "descenso" puede
cos a los que había llegado el mismo Kant. Kant comienza con un agudo ser considerado como un "ascenso" negativo; el "caer", un "elevarse" ne­
análisis acerca del estatuto de las cantidades negativas en matemáticas. gativo; el "retroceso", un "avance" negativo. Una vez que el argumento ha
Muestra con claridad que las cantidades negativas no implican negacio­ sido planteado a este nivel de generalidad, podemos pasar impercepti­
nes absolutas -como es el caso en la contradicción lógica-, sino que blemente a asimilar relaciones de tipo muy diferente, cuyo solo rasgo co­
son, en realidad, positivas. mún es el no ser oposiciones lógicas. Así, por ejemplo: "Supongamos que
a una madre espartana se le anuncia que su hijo ha luchado heroicamen­
Supongamos que una nave viaja de Portugal a Brasil. Designemos a todas las te por su país en el campo de batalla. Un sentimiento agradable de placer
distancias que ella cubre empujada por el viento del este con el signo"+': y a toma posesión de su alma. Después se le informa que su hijo ha muerto
aquellas que cubre empujada por el viento del oeste con el signo"-". Los nú­ gloriosamente en la batalla. Esta noticia disminuye considerablemente
meros designan millas. En siete días la nave ha avanzado hacia el poniente su placer y lo reduce a un grado más bajo''. 4
+12+7-3-5+8=19 millas. Las cantidades indicadas con"-" tienen este signo El ejemplo muestra de qué modo opera la asimilación entre va­
solamente como término de oposición, porque deben ser combinadas con rias relaciones humanas. Kant está tratando, simplemente, de mostrar
aquellas magnitudes que están precedidas por"+". Pero si ellas están combi­ que lo opuesto al placer es algo en sí mismo positivo, y no puede ser
nadas con magnitudes precedidas del signo "-" ya no hay ninguna oposi­ identificado con la "falta de placer': y que, como resultado, la oposición
ción, porque oposición es una relación recíproca que solo existe entre"+" y "placer/opuesto al placer" es diferente de aquella "placer/ausencia de
"-". Y si la substracción es un cancelamiento que ocurre cuando las magni�­ placer" -que sería una oposición meramente lógica-. Desde este pun­
des opuestas son tomadas conjuntamente, es evidente que"-" no puede ser to de vista, la relación "placer/opuesto al placer" no es diferente de la que
realmente un signo de substracción, como se supone comúnmente, es solo la existe entre los vientos del este y del oeste, pero es allí donde la analogía
combinación conjunta de"+" y"-" que significa substracción. De ahí que termina. El placer, como sentimiento subjetivo, implica identificación del
la proposición"-4-5=-9" no es de ningún modo una substracción, sino una agente con ese sentimiento, en tanto que lo opuesto al placer cuestiona la
verdadera adición y unificación de magnitudes homogéneas.3 identidad del sujeto, mientras que el choque entre los dos vientos es un
puro fenómeno meteorológico, en el que la identidad de las dos fuerzas
El argumento es irrefutable. Kant está sosteniendo que la oposición no intervinientes no es perturbada.
es de naturaleza lógica (como en A-no A) y que sus dos polos son posi­ Para el problema que Kant está planteando -conectado con su
tivos: el viento proveniente del oeste es algo en sí, independientemente disputa con los leibnizianos-, la distinción a la que apuntamos no es
de su encuentro con el viento que sopla del este. Su intento es refutar la relevante, pero para una consideración de los antagonismos sociales
asimilación (sostenida por Leibniz y Wolfl) de toda oposición a la con­ es crucial. Kant mismo no habla de antagonismos, pero ese Rubicon
tradicción. A partir de allí Kant muestra cómo la positividad de los dos fue cruzado muy a la ligera por aquellos que intentaron aplicar su catego­
ría de oposición real al campo social -la escuela dellavolpiana, en nues­
tro caso-. Algunos de los textos a los que Colletti recurre para apoyar su
3
Immanuel Kant, "Tentativo per introduire nella filosofía il concetto delle quantita ne­
gative", en Scritti precritici, Roma y Bari, Laterza, 1982, pp. 256 y 257 [trad. esp.: "Ensayo
para introducir las magnitudes negativas en la filosofía'; en Opúsculos de filosofía natural,
Madrid, Alianza, 1992]. 4
/bid., p. 264.

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argumento son muy indicativos a este respecto. Así, cita un pasaje de desarrollo parcial y reducido -obstaculizada como lo es- por el "feno­
Irving Copi en el que se afirma: menismo" del cual se ha hablado.6

Que haya situaciones en las que actúan fuerzas opuestas debe ser admitido; Esta visión ya fue criticada en tiempos de Kant. Como lo señala Henry
esto es así tanto en el campo mecánico como en el social y económico. Pero Allison:
llamar a estas fuerzas en conflicto "contradictorias" es usar una terminolo­
gía descuidada y poco pertinente. Un gas sometido al calor, que tienda a El primero y más básico punto a señalar aquí es que el fenomenismo [ ...] es
hacerlo explotar, y un recipiente que impida al gas expandirse pueden ser transcendentalmente realista en el mismo sentido y por las mismas razones
descriptos como fuerzas en conflicto, pero ninguna de ambas es la negación, que el idealismo de Berkeley: pese a su concepción de los objetos como
o la refutación, o la contradicción de la otra. El propietario de una gran fábri­ "construcciones lógicas': él trata (implícitamente, desde luego) a los datos
ca, cuyo funcionamiento exija el trabajo de millares de obreros, puede opo­ sensibles a partir de los cuales se supone que los "objetos" se construyen,
nerse al sindicato de los trabajadores y sufrir [a su vez] la oposición; [ ...] como cosas en sí. En consecuencia, no es más adecuado para explicar el
pero ni el propietario ni el sindicato están en negación, o en refutación, o en idealismo transcendental de lo que lo es para explicar el idealismo de Ber­
contradicción recíproca.5 keley. En resumen, el idealismo transcendental no es ni una teoría acerca de
la traducibilidad de proposiciones acerca de los objetos del lenguaje a datos
Como se ve, la compresión de un gas y una movilización sindical son de sentido más precisos o primitivos, ni una teoría acerca del tipo ontológi­
identificadas por el simple hecho de que ninguna de las dos es contradic­ co (objeto material o colección de los datos de los sentidos) de los objetos
toria -lo cual es indudablemente verdad-, pero se pasa enteramente de la experiencia humana.7
por alto el hecho de que el término "oposición" significa en ambos casos
algo enteramente diferente. No podemos entrar aquí en esta discusión. Subrayemos solamente que
No es este ensayo el lugar adecuado para desarrollar un análisis aceptar el carácter positivo de los dos polos de una oposición real no
en profundidad de la epistemología de Della Volpe y de sus discípulos. implica necesariamente aceptar una perspectiva empirista-realista. Tan
Baste señalar que su enfoque se basa en una perspectiva realista-em­ solo -y esta es una afirmación muy distinta- que esos polos no están
pirista que, haciendo uso de algunas categorías kantianas, las desarro­ ligados internamente entre sí de un modo lógico-contradictorio. Hay
lla en un contexto intelectual explícitamente no-kantiano. Me limito a otras alternativas además de la que acabamos de mencionar. Por ejem­
mencionar su crítica a lo que es llamado -no solo por ellos- el "feno­ plo, es posible afirmar una construcción discursiva de la oposición en la
menismo" de Kant. que cada polo está semánticamente diferenciado del otro, sin que esta di­
ferenciación se verifique en términos lógicos. Es en este punto en el que
Ahora bien, todo esto reenvía [ en Kant, pero Hume es también citado J a una lectura demasiado apresurada de la intervención kantiana en tér­
lo que podríamos llamar -para retomar una expresión cara a Della Vol­ minos de fenomenismo comienza a desintegrarse. Es a estas alternativas
pe- la concepción positiva del ser empírico y sensible. Se trata natural­ que debemos ahora dirigir nuestra atención.
mente, también en este caso, de una concepción que, en Kant, tiene un

6
Lucio Colletti, Tramonto del/'ideologia, op. cit., p. 99 (el énfasis pertenece al original).
7
Henry Allison, Kant's Transcendental ldealism. An lnterpretation and Defense, New
'Lucio Colletti, Tramonto del/'ideologia, op. cit., p. 95. El fragmento de Copi citado se Haven, Yale University Press, 1983, pp. 30 y 31 [trad. esp.: El idealismo transcendental de
encuentra en Irving Copi, Introduzione alla logica, Bolonia, 11 Mulino, 1964, p. 313 (el énfa­ Kant: una interpretación y defensa, Barcelona y México, Anthropos y Universidad Autónoma
sis me pertenece) [trad. esp.: Introducción a la lógica, Buenos Aires, Eudeba, 1992]. Metropolitana, 1992].

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ANTAGONISMOS Y OBJETIVIDAD SOCIAL un caso, y entre objetos reales, en el otro. Esto ya nos muestra cuál es el
paso necesario a tomar si vamos a atribuir a la negatividad un papel fun­
¿Dónde nos deja nuestra discusión, hasta este punto, en lo que concierne dante en la estructuración de los antagonismos. Para ponerlo de modo
al estatus teórico de la noción de antagonismo social? Ninguna de las dos más preciso: que la sociedad no logra constituirse a sí misma como or­
categorías que hemos explorado como candidatas posibles para capturar den enteramente objetivo por la presencia, en su interior, de relaciones
la especificidad del antagonismo es lo suficientemente radical como para antagónicas.
no reducir la relación antagónica a algo diferente de ella. Tanto la cate­ ¿Qué implicaría la constitución de un orden objetivo plenamente
goría de "contradicción", en el sentido dialéctico del término, como la de realizado? Que todos sus elementos componentes pertenecieran al mis­
"oposición real" inscriben la dimensión estrictamente antagónica en un mo espacio de representación. Esto significaría que el contenido óntico
espacio de representación más amplio, en el que los antagonismos son de cada elemento agotara su significación ontológica. En el ejemplo de
un momento transitorio, un componente evanescente que irrumpe en los vientos del este y del oeste, su interacción, que en el caso más extre­
el horizonte de lo visible solo para ser inmediatamente trascendido. O, mo puede conducir a la total quietud de la nave, no resulta en absoluto en
para ponerlo en términos diferentes, la negatividad nunca es constituti­ la interrupción de la identidad de ninguno de los dos vientos. El carác­
va (en el sentido transcendental del término). Como lo indicáramos con ter positivo de cada viento no es modificado por su encuentro con el otro
anterioridad, una contradicción dialéctica nos da tan solo una negativi­ viento. La identidad óntica de cada viento se expresa tanto si su curso na­
dad ficticia. Está presente como momento en la cadena dialéctica, pero tural es obstaculizado por la presencia del otro viento como si pudiera ex­
ya tiene, en su interior, las simientes de su propia superación. En la uni­ pandirse sin ningún obstáculo. Y lo mismo ocurre en una contradicción
dad última del Espíritu Absoluto, todas las contradicciones encuentran dialéctica: tanto la contradicción como su resolución son simplemente el
el punto de su superación final. Toda contingencia está presente como despliegue de algo que estaba plenamente anunciado -incluido- en la
la superficie fenoménica a través de la cual se afirma una necesidad sub­ estructura lógica de cada uno de los términos contradictorios. En una fi­
yacente. Y, desde luego, una negatividad que es solo el puente hacia una losofía como la de Hegel hay una perfecta yuxtaposición entre los órdenes
positividad más alta no puede ser radical y constitutiva. óntico y ontológico. Cada diferencia óntica, en su desnuda objetividad,
Pero si pasamos ahora a considerar la "oposición real'; advertimos tiene una significación ontológica. Pero, a su vez, no hay dimensión onto­
de inmediato que, por razones que ya hemos también mencionado, la lógica que no se construya a través de una diferenciación óntica.
negatividad tampoco puede ser radical. La piedra angular del argumento Sin embargo, para volver a un ejemplo antes mencionado, en el caso
de Kant es la afirmación de la naturaleza positiva de los dos polos de la del placer negativo de la madre espartana a quien se anuncia la muerte de
oposición. En tal caso, la negatividad inherente al antagonismo tampoco su hijo, las cosas ocurren de manera diferente. Aquí la identidad de la ma­
puede ser constitutiva. En una oposición real, la oposición expresa ple­ dre es, en verdad, interrumpida por la muerte. Como ella identifica su ser,
namente la identidad de sus dos polos. Esta es la parte del argumento de al menos parcialmente, con la supervivencia de su hijo, la muerte le impi­
Kant que Colletti subraya, dándole un giro empirista que elimina la di­ de la constitución plena de esa identidad. Es decir que la oposición entre
mensión transcendental, aún presente en Kant. los dos vientos y la oposición placer/negación del placer están estructura­
Habiendo llegado a este pw1to, podríamos preguntarnos si, después das ontológicamente de modo distinto: con interrupción de la identidad,
de todo, tanto la contradicción dialéctica como la oposición real no com­ en un caso, y sin esa interrupción, en el otro. Ninguna de las dos oposicio­
parten algo, y si esta dimensión compartida no es, precisamente, la que nes es lógica, ninguna de ellas es la expresión de una contradicción lógica,
no logra capturar la centralidad de la negatividad inherente al antago­ pero los principios de su estructuración interna son diferentes.
nismo. Ambos tipos de relación comparten, en verdad, algo, y es el he­ Es decir que en tanto que el objetivo de Kant era simplemente mos­
cho de que ambas son relaciones objetivas, entre objetos conceptuales, en trar que hay oposiciones diferentes de la contradicción lógica, nuestra

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tarea es avanzar en el análisis de las diferenciaciones que emergen en el más tarde sobre este punto.) Para la madre espartana, la valentía de su
campo de esas oposiciones. Volvamos al ejemplo de la madre espartana. hijo es una fuente de placer, y su muerte, una fuente de tristeza, pero es
Como hemos dicho, el episodio doloroso bloquea la constitución plena solo a resultas de su identificación con la maternidad que la "muerte glo­
de la identidad de la madre. La supervivencia de su hijo pasa a ser un riosa" puede constituirse en amenaza. (Un lector de orientación psicoa­
símbolo de una plena identidad que no puede ser alcanzada. Hay solo nalítica podría, desde luego, encontrar en todo este episodio fuentes más
un paso más a tomar: transformar al ejército enemigo en el símbolo de complejas de placer y de su opuesto.)
su no-ser. Cuando esto ocurre, estamos plenamente en el campo de los Toda la visión de una positividad del ser que operaría como fun­
antagonismos sociales. Para tener un antagonismo, la primera condición damento de una oposición real es, de esta manera, puesta en cuestión,
es que haya una interrupción (o un impedir la constitución) de una iden­ al menos en lo que concierne al mundo social. Cuanto más nos despla­
tidad plena. De modo que la construcción discursiva de un antagonis­ zamos de ejemplos como el de los dos vientos cancelando sus efectos
mo es diferente, tanto de una oposición real como de una contradicción mutuos al de la madre espartana, y de este último a los antagonismos
dialéctica, dado que estas dos últimas presuponen una identidad plena. sociales plenos, nos resulta cada vez menos posible absorber la dimen­
Esto explica nuestra anterior afirmación de que los antagonismos no son sión ontológica dentro del campo de la objetividad óntica. Pero, como
relaciones objetivas, sino relaciones en las que se muestran los limites en consecuencia, cada vez más problemático resulta el intento de subsumir
la constitución de la sociedad como orden objetivo. El corolario de esta aquellas oposiciones distintas de la lógica bajo la categoría unificada de
tesis es la implicación de que lo social, a diferencia de la sociedad, va a ser "oposición real''.
siempre una objetividad fallida. ¿En qué punto, sin embargo, nos dejan estas consideraciones? La
Extraigamos algunas de las consecuencias ulteriores de esta tesis. noción de dos polos positivos en una oposición real había sido la base
Hay varias, y podemos explorarlas de modo sumario. En primer térmi­ para diferenciar a esta última de la contradicción lógica. Ahora bien, la
no, ¿qué ocurre con la naturaleza positiva de los dos polos de la oposi­ puesta en cuestión de esa positividad plena a través de la división entre
ción una vez que nos hemos apartado de la lectura realista-empirista de lo óntico y lo ontológico ¿no amenaza también el terreno en que la dis­
Colletti? Una primera consecuencia es que el contenido "positivo" está tinción kantiana entre los dos tipos de oposición tiene lugar? Peor aún: si
aún ahí, pero ya no es un mero contenido positivo, óntico. Si yo me iden­ estamos ahora afirmando que un contenido positivo, puramente óntico,
tifico con un cierto contenido, este último cesa de ser un mero contenido; sería el sustituto de una fallida identidad plena, ¿no estaríamos reintro­
es investido de un modo tal que pasa a ser un símbolo de mi propio ser. duciendo de contrabando la fórmula A-no A en la que la contradicción
Es decir que pasa a cumplir un rol ontológico diferente. Pero este nuevo lógica se funda? La respuesta es negativa.
rol es posible solo en la medida en que otro contenido "positivo" pasa a Ver por qué este es el caso requiere, sin embargo, algunas considera­
ser una amenaza a mi propia identidad. Y este contenido amenazante es ciones ulteriores. En una contradicción dialéctica, como hemos visto, la
también investido con una nueva función ontológica: la de simbolizar la contradicción está presente tan solo para ser superada más tarde por una
posibilidad misma de mi no-ser. Como nada es tan solo lo que es porque positividad superior. Esto significa que el momento contradictorio po­
la misma positividad de este ser está amenazada por este excedente de see, en su interior, todo lo necesario para avanzar hacia su ulterior supe­
investimiento (positivo o negativo), la exacta yuxtaposición entre los ór­ ración. Es decir que la dimensión negativa es esencialmente transitoria.
denes óntico y ontológico resulta imposible. Ciertos objetos particulares Este es el punto en el que la legitimidad de una transición estrictamen­
serán investidos con una nueva dimensión que trasciende su realidad ón­ te dialéctica fue cuestionada por Trendelenburg, Della Volpe, Colletti y
tica. Surge así una diferencia ontológica que divide al campo de la objeti­ otros (la crítica de Schelling a la idea de Hegel de una filosofía sin pre­
vidad. Esta diferencia es, a la vez, condición de posibilidad de ese campo supuestos va en parte en la misma dirección). El punto central es que no
y también puesta en cuestión de su mero carácter objetivo. (Volveremos se puede derivar un extremo real a través de un método simplemente

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ANTAGONISMO, SUBfETIVIDAD Y POLÍTICA
LOS FUNDAMENTOS RETÓRICOS DE LA SOCIEDAD

lógico. Ya hemos indicado lo correcto de esta crítica. En lo que respecta a fuera, podríamos pasar de lo óntico a lo ontológico a través de los recur­
las formulaciones por parte de Hegel de su propio método, no hay duda sos internos de ambos niveles. Pero, en tal caso, habría un total eclipse de
de que él estaba explícitamente embarcándose en esta tarea imposible. Y, la categoría de "investimiento''. Es decir, la transición sería enteramente
sin embargo, no podemos eludir el sentimiento de que, en esta crítica, objetiva -no habría interrupción de identidad-. Pero si, por el contra­
hay algo que no es enteramente aprehendido. Pienso que es esto: que la rio, hay una tal interrupción, el investimiento pasaría a ser fundacional
crítica es formulada desde una perspectiva ontológica en la que hay lugar y constitutivo y, por este mismo motivo, pasaría a ser ontológicamente
tan solo para dos tipos de entidades: conceptos y objetos reales. La de­ irrepresentable. Si este fuera el caso, como creo que lo es, entonces la in­
fensa sin matices de Colletti de la teoría de la verdad como adecuación terrupción no puede ser inscripta en nada diferente de sí misma. Puedo
ilustra el punto. Una vez llegados hasta aquí, es evidentemente muy fácil nombrar este hiato interruptor, pero no puedo aprehender conceptual­
mostrar que la seudocoherencia del discurso de Hegel puede solo man­ mente el contenido de ese nombre. Este hiato, nombrable pero no concep­
tenerse contrabandeando oposiciones reales en el interior de un discurso tualizable, es, exactamente, el lugar del sujeto.
que se supone que es enteramente conceptual. Esto es algo que podemos En este punto podemos intentar detectar las consecuencias de estas
aceptar con un solo recaudo: que quizás el aparente eclecticismo del tex­ distinciones categoriales para la comprensión de los antagonismos so­
to de Hegel -que debemos aceptar- resulta parcialmente del estrecho ciales. Si los antagonismos fueran relaciones objetivas, los recursos no­
dualismo ontológico de la lectura de sus críticos. Si este fuera el caso, cionales de sus dos polos harían posible una transición fácil entre esos
quizás una nueva posibilidad debería ser explorada: que el híbrido eclec­ dos polos, sin abandonar un mismo espacio de representación (como en
ticismo de Hegel haya sido un intento avant la lettre de ir más allá del rí­ el caso de los vientos del este y del oeste). Pero, en tal caso, el momento
gido dualismo conceptos/objetos reales. estrictamente antagónico del choque, el momento en que las identidades
Volvamos, para explorar el punto, a nuestra discusión acerca de los no confluyen entre sí sino que se interrumpen de manera recíproca, sería
antagonismos sociales. meramente apariencia!. Si, por el contrario, el momento de interrupción
es radical y constitutivo, la idea de un fundamento objetivo que abarcara
a los dos polos de la relación antagónica se disolvería. Un antagonismo
ANTAGONISMOS Y REPRESENTACIÓN social, a diferencia de la oposición entre fuerzas naturales, requiere un
tipo de negatividad que está ausente en un mundo puramente físico.
Exploremos las varias dimensiones de este hiato estructural que hace im­ Es decir que la cuestión clave concierne a la confluencia o a la inte­
posible una exacta yuxtaposición entre lo óntico y lo ontológico -es de­ rrupción de las identidades. Exploremos, en forma sucesiva, lo que está
cir, lo que hemos denominado la "interrupción" de una identidad-. En implícito en ambas alternativas. Confluencia, en primer término. Como
primer término, el ser de una identidad no es meramente dado; es el re­ lo hemos sugerido, ella implica la presencia de un nivel de representa­
sultado del investimiento de un contenido óntico por una significación ción que abarca a todo lo que cada polo, positivamente, afirma. No hay
ontológica que no emerge lógicamente de ese contenido. (O, para po­ diferencia ontológica en un universo físico. ¿Qué ocurre si pasamos a la
nerlo en otros términos, que la articulación entre lo óntico y lo onto­ otra alternativa, en la que una verdadera interrupción domina? Resul­
lógico está siempre mediada discursivamente.) Esto se aplica a los dos ta claro que la única posibilidad de mantener una representación plena
lados de la ecuación. No hay contenido óntico que, por sí mismo, tenga como principio operante es introducir una forma u otra de reducción, es
una significación ontológica precisa. Pero, a su vez, no hay significación decir, la idea de una interrupción espuria que nos haría volver, al final,
ontológica que no se construya a través del investimiento de un conte­ a una confluencia subyacente. Y es aquí que encontramos que la "oposi­
nido óntico. Todo gira, entonces, en torno al estatus teórico preciso de ción real" es enteramente inadecuada para llevar a cabo esa reducción.
esta noción de "investimiento''. ¿Es representable categorialmente? Si lo Las oposiciones reales solo son operativas en el interior de relaciones

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LOS FUNDAMENTOS RETÓRICOS DE LA SOCIEDAD ANTAGONISMO, SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA

cuyos términos identitarios se muestran "a cielo abierto''. Pensar algo en el problema del korismos que Platón afrontara en su intento de explicar
términos de reducción implicaría coquetear con categorías tales como la relación entre el mundo de las ideas y la realidad fenoménica y em­
"alienación", que están necesariamente ausentes de un mundo en el que pírica. La distinción aristotélica entre forma y materia no supera sino
la "contradicción" ha cesado de ser ontológicamente productiva. que reproduce este dilema. El inmanentismo -el único terreno en el que
De tal modo, la única alternativa es pasar a una noción de confluen­ una lógica dialéctica puede operar- es el intento más radical de coloni­
cia de la que la dimensión de interrupción no está totalmente excluida. zar la negatividad, de reconducirla al fundamentum inconcussum de una
Esta última tiene que ser mantenida como parte de un movimiento lógi­ determinación última. Mencionemos un par de ejemplos. La transición
co a través del cual una confluencia última se afirmaría a sí misma. Esta del momento de una trascendencia absoluta, concebida como completa
nueva articulación entre confluencia e interrupción es la lógica dialéc­ en sí misma, y por Jo tanto autosuficiente, a un mundo imperfecto y li­
tica. Su significado teórico puede ser aproximado desde dos perspecti­ mitado, planteaba ya problemas que eran estrictamente insolubles. En el
vas. En un sentido, es el punto más alto del racionalismo, el momento neoplatonismo: ¿por qué un Uno autosuficiente tiene que ser la raíz de
en el que la totalidad del mundo de las interrupciones antagónicas ha un mundo menos perfecto? Categorías tales como "emanación" retardan
sido reconducido a un conjunto radicalmente representable. La categoría el problema sin resolverlo. O, en la versión cristiana: ¿por qué Dios nece­
de "alienación" es la que operaría esta transubstanciación (que es poco sitaba crear un mundo?
más que un juego de prestidigitación). Pero la lógica dialéctica puede ser Pero un inmanentismo más radical se ve confrontado a desafíos más
también vista desde otra perspectiva: como la irrupción, dentro del dis­ profundos. Consideremos uno de los más serios obstáculos a la idea de
curso filosófico, de puntos rupturales que harían estallar la posibilidad una cadena ininterrumpida del ser: el problema del mal. Juan Escoto
última de toda confluencia. Como lo insinuamos con anterioridad, esta Eriúgena afirmaba que el mal es una representación distorsionada elabo­
segunda alternativa está minando y excediendo al texto hegeliano en nu­ rada por nosotros, seres finitos, pero que, desde el punto de vista infinito
merosos puntos. de la Divinidad, el mal es solo la expresión de una de las etapas por las
De este modo tenemos una clara escalada en lo que al trabajo de que Dios debe pasar para alcanzar su perfección absoluta. Es decir que
la negatividad se refiere. En el caso de la "oposición real", la negativi­ el mal es puramente apariencia!. Una vez que el mal ha sido asimilado
dad está por completo ausente. "Oposición" es un término puramente de este modo al mundo del ser, de la representabilidad plena, ninguna
metafórico para referirse a procesos que son enteramente positivos. En negatividad puede entrar en el cuadro. La historia de este proceso de asi­
el caso de la dialéctica, la negatividad está formalmente presente, pero milación/representación es bien conocida. La misma visión se encuentra
como momento meramente evanescente que media entre dos positivida­ en el misticismo nórdico, en Nicolás de Cusa, en Spinoza, en Hegel y en
des. Por último, tenemos al antagonismo como fundante y constitutivo, Marx. Su expresión más madura en su versión secular la encontramos
es decir, una negatividad que no es dialécticamente recuperable. Antes en la "astucia de la razón" de Hegel. Desde el punto de vista de una mente
de decir algo de esta última, tenemos que hacer referencia, sin embargo, finita, la Historia es un proceso irracional gobernado por la violencia, el
a las estrategias teóricas a través de las cuales el bloqueamiento dialéctico mal y la sinrazón. Pero desde el punto de vista del Espíritu Absoluto, esta
de la negatividad ha operado. irracionalidad es la expresión de una racionalidad más profunda, que
El terreno de las recuperaciones dialécticas es el de una inmanen­ se realiza a través de la opacidad de sus manifestaciones fenoménicas.
cia sin fisuras. Todo tipo de interrupción en la cadena del ser es conce­ Y en Marx encontramos lo que es, esencialmente, el mismo argumen­
bida como la expresión fenomenal de una reafirmación más profunda to. Al comienzo de la Historia, en el comunismo primitivo, encontra­
de la cadena como tal. Como hemos dicho, la "alienación" es la catego­ mos una sociedad no-antagónica. La Historia, sin embargo, está gober­
ría a través de la cual esa seudonegatividad opera. En cierto sentido, la nada por una lógica inmanente estricta: es una historia de la producción.
raíz de las dificultades que acechan a toda concepción inmanentista es Por lo tanto, para desarrollar las fuerzas productivas de la humanidad fue

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ANTAGONISMO, SUBJETIVIDAD y POLÍTICA
LOS FUNDAMENTOS RETÓRICOS DE LA SOCIEDAD

del fundamento-. En otros términos: la distorsión -fijación parcial­


necesario pasar por todo el infierno de las sociedades divididas en clases
es el único medio de representar aquello que es constitutivamente irre­
para alcanzar al final, en un comunismo plenamente desarrollado, una
presentable. Esto es aquello en lo que se funda, en palabras de Marchart
comunidad reconciliada. Como vemos, en todas estas formulaciones el
la distinción entre "antifundacionalismo" y "posfundacionalismo''. ''.Anti�
momento estrictamente antagónico está presente, pero solo para ser di­
fundacio�alismo" sería la pura y simple ausencia de un fundamento, que
suelto a través de su superación/reabsorción en una positividad más alta.
solo podna dar lugar a una proliferación óntica de identidades. "Posfun­
No faltan intentos, en el pensamiento contemporáneo, de aprehen­
daci ?nalismo" significa algo distinto: en él, el fundamento no desapare­
der los rasgos estructurales y las formas de operatividad de esta dife­
ce, s'.no �ue es penetrado por una dimensión de ausencia o contingencia
rencia ontológica. Mencionemos tan solo tres. La primera referencia es,
que unp1de toda reducción de lo ontológico a lo óntico.
desde luego, a Heidegger, de quien la noción de "diferencia ontológica"
Acontece con el Abgrund heideggeriano algo similar a lo que, en un
proviene. 8 La categoría central es aquí la de Abgrund -un fundamento .
registro teórico distinto, hemos planteado como la lógica de los signifi­
que es, a la vez, un abismo-. En el lugar del fundamento hay un abismo
c�tes vac�os.� U� significante vacío no puede ser, simplemente, un sig­
-o, para ser más precisos, el abismo mismo es el fundamento-. Decir
ru�cante sm s1gruficado -eso lo transformaría en mero sonido y Jo pon­
que el abismo mismo es el fundamento no significa, pura y simplemen­
dna fuera del campo de la significación-. Un significante vacío, para
te, la ausencia de fundamento, que sería una ausencia a secas, sino que _
contmuar siendo significativo, debe significar algo: un hiato que emerge
sería la presencia de una ausencia. Y esta ausencia, en cuanto presencia,
e � el seno �e la significación, que por lo tanto no tiene significado po­
necesita ser representada. Una ausencia simple no requiere ningún tipo -
sitivo propio, pero que debe ser, sin embargo, nombrado, porque es la
de representación; pero si la ausencia como tal está presente en el inte­
condición misma del proceso significativo. Por tal motivo, ese hiato solo
rior de la estructura, requiere tener acceso al campo de lo representable.
puede mostrarse como distorsión de todo momento estructural, es decir,
Esta representación no puede, sin embargo, ser directa, porque lo que es
de todo espacio suturado de diferencias. En lenguaje estructural: solo se
representado es una ausencia; por lo tanto, solo puede ser representada
hace visible a través de la subversión de la relación significante/significa­
como un proceso de des-fundamentación. Es aquí donde la diferencia on­
tológica hace su aparición: el contenido óntico no desaparece, pero es �º· En el lenguaje fenomenológico de Heidegger: a través de la imposibi­
lidad de la yuxtaposición entre lo óntico y lo ontológico.
distorsionado a través de esta actividad des-fundante, si se nos permite el
Nuestro segundo ejemplo es el del "objeto a" lacaniano. En este caso,
neologismo, que es al mismo tiempo un investimiento. Y esta actividad
nos encontramos con un objeto parcial que asume, sin embargo, el rol de
des-fundante no es meramente negativa, sino que tiene una vertiente po­
la to�alidad.'º La Cosa freudiana (das Ding) es el objeto que sutura una
sitiva: puesto que no hay fundamento último, no hay tampoco fijación
totalidad pero que es, no obstante, un objeto imposible, una ilusión re­
última del sentido; pero porque este momento de no-fijación debe ser re­
trospectiva que no tiene, por lo tanto, acceso a la representación directa.
presentado, él abre el camino a fijaciones parciales -es decir, a fijaciones
Es, e � consecuencia, un objeto imposible pero, también, un objeto ne­
que muestran las huellas de la contingencia que las penetra, y que son el
cesar10. Su representación, por ende, es solo posible si un objeto parcial,
único medio de mostrar discursivamente el abismo presente en el lugar

• Véase mi ensayo "¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?':
• Un claro análisis de las categorías heideggerianas, en este respecto, con una aguda pro­ . _
en Emanctpación y diferencta, Buenos Aires, Ariel, 1996.
yección de su relevancia para la política, puede encontrarse en el libro de Oliver Marchart,
'°Véase Ernesto Laclau, On Populist Reason, Londres, Verso, 2005, pp. 110_117 [trad
Post-foundational Political Thought. Political Difference in Nancy, Lefort, Badiou and Laclau,
esp.: La razón populista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2oo6); y Joan Copjec:
Edimburgo, Edinburgh University Press, 200 7 [trad. esp.: El pensamiento político posfunda­ .
Imagine theres no Woman: �thics and Sublimation, Cambridge (MA), MIT Press, 2003 [trad.
cional. La diferencia poUtica en Nancy, Lefort, Badiou y Lac/au, Buenos Aires, Fondo de Cul­
esp.: Ima �nemos que la mu;er no existe. Etica y sublimación, Buenos Aires, Fondo de Cultura
tura Económica, 2009], cuyo enfoque coincide, en buena medida, con el que intentamos
Económica, 2006].
desarrollar en este ensayo.

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LOS FUNDAMENTOS RETÓRICOS DE LA SOCIEDAD ANTAGONISMO, SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA

sin dejar de ser parcial, es inve stido con el p apel de representar a esa im­ Este es el p unto en el que p ercibimo s la or igin alidad de l a inter­
p osible totalidad. En palabras de Lacan: la sublimaci ón consiste en ele� vención gramsc iana. Para Gramsci l a un iversal idad no e s u n dato sin o
var un objeto a la dignidad de la Cosa. D e nue vo nos encontramos aqm una construcción cont ingente: se trata de un proceso de universaliza­
co n la diferencia ontológica. Si la sublim ación consistiera meram ente en ción hegemónica. Pa ra entender esta n oción deb em os ubicarnos en el
un cambio de obje to, estaríamo s fre nte a un
si mple desplazamiento en el terreno en el que ella surge, que e stá signado p or la creciente comp lej i­
plano óntico. Pero de lo que se trata no e s d e un cambio de objeto sino de dad de la s relac ione s e ntre tarea s y a gent es. El ejemplo p aradi gmático
del objeto a es tra sce nder
un cambio en el objeto . La función ontológica es, desde luego, la Revolución Rusa . L a revol ución de moc rática cont ra
su p ar ticularidad óntica y ser la encarn ación de la Cosa, de la imposible el zari smo debí a, de a c ue rdo c on la c oncepción canón ica en la social ­

totalidad. dem o cr acia, haber sido encab e zada p or la burgu esí a -se hubiera tra ­

Nue stro tercer ejemplo es el de la "clase h egemónica" en Gramsci. tado, e n ta l caso, de una re volución d emocrát ico-b urgue sa clási ca -.
¿Qué entiende Gramsci por tal? A la "clase hege mónica" se op one la "cla­ Pero la b urguesí a rus a era m uy d ébil p ara encarar la que hub iera sido
se corp orativa: que representa intereses sectoriales en el seno de una totali­ su tarea " normal", y ella debía ser a sum ida p or una fuerz a di stint a: l a
dad suturada. La clase hegemónica, p or el contrario, universaliza de al­ clase o brera aliada al campe si nado. Y aquí el problema emerge: la clase
gún modo sus prop ios objetivos, que p asan así a constituir aquello s de obrera, al asumir la s tareas dem ocrática s, ¿no modifica su identidad de
fuerz as sociales mucho más vastas. Para la c uestión que analizamos -la clase ? Y las tareas democr át icas, al ser asumidas por un sector distinto
ible -, lo que resulta de ­
emergencia de una diferencia ontológica irreduct de la b urg ue sí a, ¿no e nc uentran que s u índole e s inte rnam e nte modifi­

cisivo es el modo en que es a un i versaliz ación o p era . El marxismo clásico cada ? Esta ambigüedad del lazo entre tareas y agen tes estaba ya ap un­
c ón de intereses, que era la
tenía su propia teoría acerca de la unive rsaliza i tando hacia una lógica so cial di stinta, que p oní a en c ues tión la idea
noción del proletariado como "clase u niversal". Pero allí no se trata ba de de un sólido fund am e nto de l a hi stor ia en el q ue agentes, tarea s y e ta ­
ino, sino de un sector
una universalización, en e l estricto sentido del térm pa s e stuvieran encadenado s p or una férrea n ece sida d interna. En lo s
que tenía inscripto lo univers al, d e sd e u n c om ie nzo, en su propio ser: el años vei nte y treinta, esta artic ul aci ón he te rodoxa de e tapas fue elev ada
res que d efen der, al liber arse
proletariado, al no tener intereses p articula a principio art iculador del te rren o en el que t e nían lugar l as int ervenc io ­

a sí mismo lib eraba al mismo tiempo al conjunto


de la hum anidad. Y el nes p olíticas: es lo que se llamó el d esarrollo desigu al y combin ado que
proceso que conducía a esta centralidad ontológica del proletariado esta­ Trotski habrí a de p ostu lar como el fundament o subyacente de toda ac­
ba ligado a su creciente centralidad óntica: e xist iría una creciente simpli­ ción revol ucionar ia.
ficación de la estructura de clases b ajo el capitalismo, que conduciría a la Gramsci es qu ien va a e xtraer las conclusiones de esta nue va hete­
desap arición de las clases media s y del camp esin ado
, p or la que la úl tima ro geneidad inasimilab le a la s secue ncia s de lo s paradi gmas clásico s: l a

confrontación antagónica de la historia tendría lugar entre la burgue sía he terogeneidad soci al requ iere un momento de co nstrucción radic al y
capitalista y una masa proletaria homogénea. Como vemos, en esta vi­ constitutivo, que no vi en e dict ad o p or n inguna sec uencia aprio rística .

sión hay una exacta superposición entre los niveles óntico y ontológico: Esto es lo que él denom inó " hegemonía': Cier tos co ntenidos son investi­
el proletariado no necesita " universalizar" nada, ya
que es, en sí y de por dos con la función de repre sentar la plenitud au sente de la com un idad .
e n Hegel opera exacta­
sí, universal. (Repárese en que la "clase universal" Esta plenitud se pla sma en lo que hemo s llamado "significantes v ací os"
mente de acuerdo al m i sm o mó du l o . En e ste c a so , no se trata del prole­ -que son también, p or e so mismo, hegemón icos-. Pero e sa función
tariado sino de la burocracia -enten dida c o m o c o njunto de los ap aratos ontológica d e expresa r la prese ncia de una ausencia s olo p uede te ne r lu­
ia esp ecífica que no
estatale s-, p ero es, de c ualquier manera, una instanc gar a través del inve stimie nto en un conten ido óntico. Co mo en el ca so
requiere construir su propia uni versalidad ya que la tiene, desde un co ­ de l Abgrund hei degge ri ano, c om o en e l ca so del obje to a la caniano, l a

mie nzo, inscripta en su propio ser.) Ningún investimiento es requerido. op e ra ción hegemón ica consiste en un investi mie nt o radic al qu e, a la vez

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LOS FUNDAMENTOS RETÓRICOS DE LA SOCIEDAD
ANTAGONISMO, SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA

q ue inten t a crear un puente entr e lo óntico y lo ontológico, reproduce,


antagónica i nasimilable a las otras dos lógic as con las que se h a intenta ­
a s u vez, su imposible convergencia .
do aprehenderl a -la oposición real y l a contradicción dialéctica-, que,
Si q uiere pen sarse en un ejemplo comparativo q ue muestra aun
comó h emos visto, s on lógicas enter am en te iden titarias, q ue no re q uie­
más claramente la índole de la i ntervención gramsciana , pensemos en
ren ab andonar un plano unificado de represent ación .
lo q ue Lukács escribía en eso s años. También él percibía un mo�ento
Es aq uí donde podemos ver toda la productividad teórica de la
de desfas aj e entre el proyecto de un cambio radical del orden existente
vieja distinción h usserli ana entr e sedimentación y reactivación, aunque
y la mat eri alidad empírica de los agentes q ue podrían encararlos. Pero
dándol e un sesgo q ue Husserl no h ubi er a , sin duda, a probado. La sedi­
mient ras que en Gramsci este desfasaje se superaba en Ia d'irecc1o " n de un
mentación sería el momen to pl enamente ó ntico de los objetos, cuando
constructivismo radical -los agentes no son "clases" en el sentido tradi­
se han borrado l as h uellas de la instanci a contingen te de su institución
cional sino "vol un tades co lectiv as", l as tareas históricas dependen de la
origi nari a. La reactivación sería el retorno a esa instancia originaria , a
agluti� ación discursiva d e objetivos parci al es- n Lukács todo se resol­
� . esa instit ución contingente ( no, como en H u sserl, a un sujeto transcen­
vía en una cuestión d e "alienación ". La conciencia proletari a , en las con ­
dental q ue sería fuente del sen ti do). Es d ecir que el a cto de i nstit ució n
diciones de la socie dad capitalist a, era una conciencia reificada -"falsa
· · se m uestra plenamente solo a través de aq uello que lo pone en c ues­
co nc1enci a" -, y la verdadera conci enci a proletaria aparecía encarna -
tión . Pero estos actos de institución con ti ng ente , q ue tienen l ugar en un
da en una i nstancia exter na a la materiali dad de la cl ase -el Partido-.
campo surcado por la presencia de fuerzas an t agónicas, es exact am ent e
Lo que en Gramsci era constr uctivísmo r adical se resolvía , en el caso de
lo q ue entendemos por politica ( en el sentido ontológico d el término,
Lukács, en mera teleología.
desde l uego, que ti ene poco q ue v er con l as orga niz aciones y estr uc t u­

ras políti cas en s u acepció n corriente, la s cuales pueden corresponder a


la perfección a prácticas enteramente sedimentadas). Pero , en tal caso,
CONCLUSIONES PRELIMINARES
el campo de una ontología fu n d am ental se ría tambié n el campo de una
ontología política.11
El Abgrund heideggeriano, el objeto a de Lacan y la "clase h egemónica"
Hay un segundo aspecto de esa ontología q ue requi ere ser subra­
de Gr amsci nos muestra n una estr uctura ontológica similar. En los tres
yado. En l os tres ej emplos q ue h emos men cionado, existe un rasgo co­
casos te ne mos el inve stimiento ontológico en un o bjeto ó ntico; y en los
mún : aq uello q ue es investid o en una particularidad óntica es un objeto
tres casos el carác ter contingente de este i nvestimiento se manifi esta a
necesario pero también imposible, un objeto, por l o tanto, q ue carece de
través de su radica l puesta en cue stió n: no hay ningún "destino mani­
toda representació n direct a. El i nvestimiento consiste , precisamente , en
fi esto" q ue req uiera q ue el investimiento ontológico te�ga lu�ai: en ese
transformar las car ac terísticas ó nticas del objeto en l a expr esión o re­
obj eto particular. Es en tal se ntido q ue el momento del mvestinuento es
. presentación de algo distinto de ese obj eto -es decir, de una plenitud
constitutivo: no pue de ser explic ado por ninguna lógica subyacente , dis­
ausente-. Pero esto equivale a decir que esa representación será siempre
tinta d e sí mismo. Es por eso q ue el abismo es también fundamento.
figural o retórica. Las fig uras retóri cas ad q ui eren así un valor ontológi­
El an tagonismo tiene , por lo t anto, una función revelatori�. Po: u�
co. Cicerón afirmab a que estamos oblig ados a h acer uso de las figuras
lado el momento de institución identitari a transforma a un ob¡ e to ont1-
retóricas porq ue en el mundo hay más obj etos a ser nombrados que pa­
co e� símbolo de mi posibilidad de ser; p ero, por el otro , la presenci a de
labras de q ue dispone nuestro lenguaj e. Para él esta era, desde luego, una
la fuerza antagónica muestra el carácter contingente y de mero inve�:i­
mien to del investimient o identit ario. Paradóji camente, la estr ucturac1on
in terna de la identidad se muestra a través de aq uello q ue la interrumpe "En esta dimensión ontológico-política, mi enfoque converge, al menos parcialmente,
y limit a. Esta interrupción es decisiva y es ella la que hace a la rel ació n con el de Oliver Marchar!, tal como es presentado en su libro, al cual nos referimos con
anterioridad.

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LOS FUNDAMENTOS RETÓRICOS DE LA SOCIEDAD ANTAGONISMO, SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA

limitación empírica, pero nosotros sabemos que se trata de algo más es innegable, no hay dudas de que, históricamente, la ruta objetivista es,
fundamental: de un impasse constitutivo del proceso de significación, dentro de la tradición marxista, la que ha predominado. Y no se trata de
por el que algo que radicalmente no puede ser significado es la condi­ meras desviaciones economicistas del discurso de la II Internacional, ya
ción que pone en movimiento, sin embargo, al proceso significativo. A que esa perspectiva está ya formulada por el mismo Marx con todas las
partir de este punto, ese proceso solo puede consistir en una serie infini­ letras. Piénsese tan solo en el "Prefacio" a la Contribución a la crítica de
ta de sucesiones figurales, que no encuentra punto de anclaje en ningu­ la economía poUtica, donde se afirma sin ambages que la dirección de la
na literalidad última. Y un lugar central en este ordenamiento retórico historia puede detectarse con la precisión de un proceso natural, en tan­
lo ocupa la figura de la catacresis, es decir, de un término figura[ que no to que las formas en que los hombres viven sus conflictos son relegadas
puede ser sustituido por otro literal. Lo que equivale a decir que la re­ a un rol meramente epifenomenal. Y, en rigor, la opción no es entre un
presentación de la presencia de una ausencia, que es, como vimos, un economicismo "infraestructuralista" y una visión que afirme un rol más
requerimiento para la aprehensión de los antagonismos sociales, habrá autónomo para las superestructuras. Esto es lo que intentó Lukács, pero
de ser esencialmente catacrésica. si el advenimiento de la "clase para sí" es tan solo la culminación de un
Volvamos, para concluir, a la afirmación inicial del Manifiesto comu­ proceso férreamente dominado por la necesidad histórica objetiva, no
nista, con la que iniciáramos este ensayo, según la cual la historia huma­ se ha avanzado ni un paso en la ruptura con el objetivismo fundamen­
na debe ser entendida como lucha de clases. Esta afirmación, podemos talista. Para que esta ruptura se verifique se requiere algo distinto: que el
ahora decirlo, es esencialmente ambigua. Por un lado, ella afirma la cen­ abismo pase a habitar el terreno del fundamento y que los investimientos
tralidad ontológica de la lucha, del antagonismo. Todo nuestro análisis contingentes se constituyan en la lógica misma de las articulaciones he­
nos conduce a suscribir a esta afirmación. Pero -y aquí viene la segunda gemónicas. Detectar en los textos de la tradición socialista los puntos en
afirmación de Marx y Engels- para ellos no se trata de cualquier anta­ los que las dos rutas resultaban posibles y las operaciones discursivas por
gonismo, sino de uno muy preciso: el antagonismo de clase. Y esta se­ las que una u otra ruta resultó escogida representa un proyecto de lectu­
gunda afirmación resulta imposible sin modificar la perspectiva ontoló­ ra que puede iluminar muchos meollos decisivos de las luchas emanci­
gica en la que se fundaba la primera. Porque, en tanto que la afirmación patorias. Ocurre aquí algo similar a lo que, según Derrida, acontece con
del carácter ontológicamente primario del antagonismo rompe la yuxta­ las decisiones ético-teóricas que estructuran el discurso de Husserl. Hus­
posición entre lo óntico y lo ontológico, y da lugar a un juego de investi­ serl había permitido un avance fundamental al romper el lazo que unía
mientos contingentes que no predetermina el carácter de los agentes so­ al sentido con el conocimiento -es posible que una expresión o concep­
ciales que resultaran de ellos -las "voluntades colectivas" de Gramsci-, to tenga sentido aun cuando no nos dé la intuición de ningún objeto-.
y, sobre todo, no permite unificar todas las luchas en entidades globales Pero, un momento después, vuelve a cerrar la puerta que había abierto:
tales como "la historia de la humanidad': la afirmación apriorística de si bien aún estoy hablando cuando mi sentido no da acceso a ninguna
que estos agentes son necesariamente las "clases sociales" solo puede ha­ intuición, solo estoy hablando bien cuando la intuición sigue al sentido.
cerse a partir de una perspectiva teleológico-objetivista. Pero, como Derrida lo señala, esta secuencia sentido-conocimiento no se
Repárese en el sentido de nuestra afirmación: no estamos diciendo desprende de la lógica interna del razonamiento husserliana: es el resul­
que esta última sea la única perspectiva presente en el discurso marxis­ tado de una interrupción del texto por una decisión ético-teórica exter­
ta, sino que este discurso es ambiguo y que pueden encontrarse en él na al mismo. Y otras decisiones eran posibles en este punto; Joyce, por
secuencias que permiten avanzar en ambas direcciones. Si este no fuera ejemplo, se movió en una ruta opuesta a la de Husserl. Creo que al lector
el caso, un discurso como el de Gramsci, que claramente rompe con la de este ensayo no le quedarán dudas de que nosotros seguimos la ruta de
yuxtaposición objetivista de lo óntico y lo ontológico, no hubiera podido Joyce y no la de Husserl, especialmente si remplazamos "ético-teórico"
surgir de la matriz histórica del marxismo. Pero aunque la ambigüedad por "ético-político" y "Joyce" por "Gramsci''.

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