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NEGOCIACIÓN, MEDIACIÓN Y.

ARBITRAJE:
VARIANTES E INTERACCIONES

por R o q u e J. C a í va no

S um ario: i. Eí conflicto y las formas básicas de resolverlo. 1.1. Algunas reflexiones


sobre la noción de conflicto. 1.2, Las diversas formas de resolver un conflicto.
3.3, Negociación, mediación, conciliación y arbitraje: características esenciales. 2.
Negociación y arbitraje: variantes y combinaciones. 2.1. Las condiciones a que
puede sujetarse una negociación. 2.1.1. Mediación o conciliación (o distintos estilos
de mediación). 2.1.2. Minijuicio (mini-trial). 2.1.3. Juicio abreviado por jurados
{summary jury trial). 2.2. Algunas variantes conocidas de arbitraje. 2.2.5. Arbitraje
de Derecho y arbitraje de equidad. 2.2.2. Arbitrajes “acotados”. 2,2.3. El arbitraje
“no vinculante”. 2.3. La utilización combinada de negociación y arbitraje. 2.3,1.
Arbitraje, seguido de mediación. 2.3.2. Negociación o mediación, como etapas pre­
vias al arbitraje. 2.3.3. Mediación o conciliación “intra-arbitral”. 3. Conclusiones.

1. El conflicto y las formas básicas de resolverlo


Dado que los mencionados en el título de este trabajo son tres de
los denominados “métodos‘alternativos de resolución de conflictos”,
conviene, de modo introductorio, hacer algunas referencias generales
a la noción de conflicto y a las formas básicas a través de las cuales
es posible buscar soluciones a los conflictos interindividuales.

1.1. Algunas reflexiones sobre la noción de conflicto


Más allá de las múltiples acepciones y significados que la palabra
“conflicto” tiene en el uso cotidiano, desde un punto de vista técnico,
es una “percibida divergencia de intereses”, que se configura cuando
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las partes involucradas tienen objetivos, aspiraciones, deseos (intereses,


en suma) que perciben como incompatibles1.
El conflicto es una situación que encontramos presente en todo grupo
o sociedad. Tanto que, sin exagerar, podría ser considerada como “natu­
ral” a la condición humana. El Hombre (con mayúsculas, comprensivo
de cualquier género) tiene una doble dimensión. Por un lado, es un ser
gregario, que no puede desarrollarse plenamente sino en comunidad2;
por el otro, posee una dimensión individuad, desde que cada persona
constituye una singularidad provista de valores, creencias y sentimientos
que la convierten en un ser “único e irrepetible”. Estas dos características
hacen que las situaciones de conflicto sean inevitables. Compartir un
ámbito físico común, “convivir” entre semejantes y “ver” la vida através
de su propia perspectiva y con su propio esquema cultural harán que
inexorablemente surjan conflictos3. La existencia de conflictos en el
seno de cualquier sociedad, en definitiva, forma parte de la realidad4.

5 RUBIN, Jeíírey Z., Conflict jrom apsyckologzcalperspectiva, en HALL, Lavinia


(ed.), Negotiation. Strategies fo r mutual gain, SAGE Publicaíions, Newbury Park,
1993, ps. 123 y ss.
En un sentido jurídico, se manifiesta como una contraposición intersubjetiva de
derechos y obligaciones, que se produce cuando respecto de un mismo bien coexisten
dos pretensiones encontradas o bien una pretensión por un lado y una resistencia por
el otro. Cuando esas diferencias se manifiestan en un proceso judicial, nos encontramos
en presencia de un litigio, que sería la afirmación -e n el plano jurídico deS proceso
judicial- de ¡a existencia de un conflicto existente en el plano' de ia realidad social.
Sobre el tema, ver ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Introducción al estudio del De­
recho Procesal, Rubinzal-Culzom, Santa Fe, 1992.
2 El concepto aristotélico de soon politikon no alude a la noción restringida de
la palabra “política” tai como hoy se la entiende, sino a la más amplia idea de un
sujeto que no puede subsistir sino en la polis, paradigma de la sociedad idea!, de un
sistema de vida que, por incluir un trascendente componente cultural, es mucho más
que un agregado de individuos. “Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza
anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse a sí mismo,
deberá estar con el todo político en la misma relación que las otras partes lo están
con su respectivo todo. El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o
que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad,
sino que es una bestia o un dios”. ARISTÓTELES, Política, Libro 1,1.
J Como anticipamos, para que haya conflicto bastará que alguna de ¡as partes
perciba, sienta, que sus intereses no son compatibles con los de sus conciudadanos.
4 Aunque no son “deseados”, los conflictos deben ser “esperados”,' como la con­
secuencia natural de la convivencia.

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Considerado en sí mismo, el conflicto carece de connotaciones ne­


gativas. Sin embargo, la falta de medios adecuados para solucionarlos
tiene efectos nocivos sobre el orden social, ya que -en buena medida-
la estabilidad que necesita toda sociedad -y todo individuo dentro de
ella-, para desarrollarse y crecer, se asienta sobre la concordia. Es
cierto que la supervivencia del grupo exige ima convivencia pacífica.
Pero la paz no puede lograrse sobre la base de creer en la utopía de
la total ausencia de conflictos o, menos aún, de esconderlos bajo la
alfombra. Sabiendo que se trata de un fenómeno natural, las sociedades
deben asumir que -más tarde o más temprano, en mayor o menor
cantidad e intensidad™ los conflictos aparecerán. Y deben prepararse
para afrontarlos de manera constructiva. La verdadera paz social, la
existencia de una armónica vida en comunidad, exige que se trabaje
en dos direcciones: por un lado, poniendo a disposición de los ciuda­
danos medios idóneos para resolver pacíficamente los conflictos y fo­
mentando su utilización5; por el otro, enseñando, haciendo docencia
sobre la importancia de evitar el uso de la violencia6. De donde podemos
concluir que lo perturbador para la vida en comunidad no es tanto la
existencia de conflictos -al fin y al cabo, un fenómeno inevítabte­
sino la falta de medios' adecuados para resolverlos, que conduce al
predominio de la violencia. ¡

5 “El legislador debe dirigir sus miradas tanto a la templanza conio a la prudencia,
a la concordia, que son la misma y única cosa”. PLATÓN, Las leyes, Libro III. El
filósofo griego enseñaba, asimismo, que las leyes hechas para los hombres de bien
“no tienen otro objeto que enseñarles la manera de vivir en unión y en paz con sus
conciudadanos”. PLATÓN, Las leyes cit.s Libro IX.
6 Jaime Nublóla, profesor de Filosofía de la Universidad de Navarra, reflexionaba
sobre la diversidad del ser individual y los caminos para articular constructivamente
esas singularidades en busca de la paz social: “El reconocimiento de que las divisiones
entre los seres humanos singulares —y entre los pueblos- en gran medida son conse­
cuencia de que cada uno está convencido de poseer en exclusiva la verdad, ayuda a
entrever ias vías para regenerar los espacios comunicativos [...] Para ello es preciso
llegar a forjar nuevas relaciones de comunicación entre las personas basadas en el
amor a la verdad, en el respeto al pluralismo y en la aceptación de las limitaciones
personales, Jas de cada uno y las de la propia colectividad, pero aunadas esas personas
por una común convicción acerca del extraordinario valor creativo de su efectiva
cooperación: ¡pensemos entre todos para poder vivir en paz!” NUBIOLA, Jaime,
Pensar para vivir en paz: Filosofía para el siglo XXI, en La Gaceta de los Negocios,
Madrid, 22-31-2003.

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En otras palabras: una sociedad no debería aspirar a la inexistencia


de conflictos (objetivo imposible, por definición), sino a disponer de
fórmulas eficaces para solucionarlos, asegurando un grado razonable
de equilibrio en las relaciones intragrupaíes, En la medida que existan
mecanismos efectivos para resolver los conflictos, y que exista una
cultura social que incentive a los individuos a utilizar los más prove­
chosos -para sí y para el conjunto-, la comunidad tendrá más proba­
bilidades de perdurar y ofrecerá mejores condiciones de vida a sus
integrantes7. Pero, debe recalcarse, ese objetivo no se logrará sólo con
la implementación y puesta a disposición de las herramientas. Es ne­
cesario, además, como complemento indispensable, que se promueva
su utilización en condiciones adecuadas,. lo que supone educar a los
potenciales usuarios8. Esta educación requiere distinto grado de sofis­
ticación, según el destinatario a quien se dirija, pero parte de un prin­
cipio común: inculcar la conveniencia—individual y colectiva—de evitar
el recurso a la violencia.
i

1.2. Las diversas formas de resolver un conflicto


Una premisa constituye el punto de partida básico de nuestro aná­
lisis: no todo conflicto debe, necesariamente, derivar en la promoción
de acciones judiciales. El litigio judicial es una herramienta más del
7 Esta conclusión, inicialmente aplicable a la sociedad general organizada moder­
namente bajo la forma de Estado, es igualmente aplicable a cualquier grupo. Lo
mismo podría predicarse de organizaciones más pequeñas, como empresas, organismos
públicos, clubes, centros educativos, etc. Esta idea ha dado nacimiento a ciertas áreas
más específicas en el ámbito de la resolución de conflictos, tales como la creación
de programas de resolución de conflictos “intraorganizacionaies” o en la escuela. En
general, sobre la primera puede consultarse COSTANTINO, Cathy A. y SICKLES
MER.CHANT, Christína, Designing conflict management systems. A guide to creating
productiva and healthy organizatipns, Jossey-Bass Publishers, San Francisco, 1996.
Sobre la segunda, BRANDON1, Florencia (comp.), Mediación escolar. Propuestas,
reflexiones y experiencias, Paidós, Buenos Aires, 1999, y BODINE, Richard J. y
CRAWFORJD, Donna K., The handbook o f conflict resohition education: a guide to
building quality programs in schooís, Jossey-Bass Publishers, San Francisco, 1997.
8 Cuando aludimos a “usuarios” nos referimos -naturalmente y en primer lugar-
a los propios- individuos, en tanto partes directamente involucradas en los conflictos.
Pero también apuntamos a quienes tienen responsabilidades en ia gestión o manejo
de conflictos ajenos: abogados u otros profesionales, jueces, maestros, líderes de co­
munidades, etc.

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“arsenal” de que dispone un abogado, puesto en el rol de “gestor


a m p lió
de conflictos”9. Pero, ciertamente, no ia única. Y, muchas veces, tam­
poco la más eficiente.
En general, hay dos maneras básicas de solucionar un conflicto:
autocomposición o heterocomposición. En el primer caso, las mismas
partes intentan ponerse de acuerdo en la forma de superarlo, buscando
conjuntamente un resultado mutuamente satisfactorio (o, al menos,
aceptable), a través de una gestión de naturaleza cooperativa y no
adversarial. En el segundo, cada una de ellas intenta hacer prevalecer
su interés en detrimento del otro, procurando ia intervención de un
tercero con autoridad suficiente para imponerles la solución. La elec­
ción de un método de autocomposición supone la creencia de que
existe entre las partes un grado tal de interdependencia que ninguna
de ellas puede (o cree poder) obtener lo que desea sino a través de la
voluntaria concesión de la otra. Cuando, por el coxitrario, una de las
partes no cree necesitar de la otra para obtener lo que desea y confía
en poder lograrlo sin su cooperación, se producirá una gestión adver­
sarial y confrontativa, que deriva en la elección de un método de
heterocomposición.
La autocomposición admite, a su vez, distintas variantes: podrá
suceder que las partes tengan la aptitud y la disposición para negociar
directamente entre ellas, sin necesidad de que un tercero colabore en
este proceso. Dada esta hipótesis, el conflicto difícilmente trascienda
de la esfera de conocimiento de las propias partes: si la negociación
es exitosa, el acuerdo al que lleguen hará cesar la situación de conflicto.
Pero sí esa gestión directa no produce un resultado satisfactorio, puede
requerirse la colaboración de un tercero. En este caso, el tercero ayudará
a las partes para que ellas lleguen a un acuerdo, sin tener facultades
para decidir. Puede ser un mediador o conciliador que simplemente
asiste a las partes en úna nueva negociación que se lleva a cabo bajo
su dirección y coordinación.
La heterocomposición también puede importar diferentes formas.
El tercero a quien se confía la decisión del conflicto, en quien se

9 Sobre el tema, puede verse PADILLA, Roberto E. y CAÍVANO, Roque J.,


Abogacía moderna v j , abogacía tradicional, o los sistemas alternativos de solución
de disputas como form a de ser más eficientes, en L. L. 1994-B-885.

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delega la potestad de decidir con carácter vinculante entre las posiciones


de ambas, puede ser un órgano del Estado (tribunales del Poder Judicial)
o un particular (árbitro).
Podemos resumir el esquema en lo siguiente:

Métodos autocompositivos Métodos heterocompositivos


Sin intervención Con intervención
* .
de terceros de terceros JusticlS pública Justicia privada

i
Negociación directa
i
Negociación
4
Litigio judicial
4
Arbitraje
entre las partes asistida (mediación
o conciliación)

1.3. Negociación, mediación, conciliación


y'arbitraje: características 'esenciales
La negociación ha sido definida como la ciencia y arte de procurar
un acuerdo entre dos o más partes que se reconocen interdependientes
y que desean maximizar sus propios resultados, pero que comprenden
que ganarán más si trabajan jimias que si se mantienen enfrentadas10.
De manera más sencilla -y suficiente a los fines que aquí se persiguen-
es posible decir que es el mecanismo a través del cual las partes buscan
un acuerdo que ponga fin al conflicto. Lo que constituye la esencia
de la negociación es que ambas partes estén procurando llegar a un
acuerdo. Existen distintas modalidades de negociación -y, ciertamente,
distintos estilos11- pero la condición sine qua non para considerar que
las partes están negociando es que estén, genuinamente, intentando
alcanzar un acuerdo12.

50 ‘“Negociación es una situación en la cual dos o más partes reconocen las dife­
rencias de intereses y valores que existen entre eilas y en la cual ellas desean (o una
de ellas está obligado a) buscar una solución acordada”. RAIFFA, Howard, The art
and soience o f negotiation, Harvard University Press, Cambridge, 1982, p, 7 (traduc­
ción libre del autor).
11 Ver, en general, KUPFER SCHNBIDER, Andrea, Shaüering negotiation myths:
Empirical evidence on the effectiveness o f negotiation style, en Harvard Negotiation
Law Review, vol. 7, 2002, ps 143 y ss.
12 Como es evidente, desde un punto de vísta técnico, para que haya negociación

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Como se vio, dentro de las múltiples modalidades que puede re­


vestir, una negociación puede llevarse a cabo de manera directa entre
las partes involucradas, o recurriendo a un tercero para que las asista.
La mediación es una de estas últimas. Es, esencialmente, un método
de gestión de conflictos en el que uno o más terceros imparciales
asisten a las partes para que éstas intenten un acuerdo reciprocamente
aceptable13. En otras palabras, la mediación no es sino una “negociación
asistida”, en la cual, si bien aparece un tercero neutral ajeno a las
partes, éste carece de poder de decisión y su función consiste en ayudar
a que aquéllas alcancen un acuerdo14.
Más difícil es definir precisamente la conciliación. Si bien se coin­
cide en que se trata de un método estructuralmente igual a la mediación,
con frecuencia se adosan al concepto de conciliación, como caracte­
rísticas especiales —y distintivas de la mediación-, requisitos o condi­
ciones diversas: desde un punto de vista, fundado en que la conciliación
es considerada un “modo anormal de terminación” del proceso judicial
(CPCCN, art. 309), se señala, como elemento necesario y diferenciador,
“que tenga lugar en presencia o con la intervención del juez”55; desde

no basta con que las partes se reúnan, se comuniquen o hablen. Pueden reunirse,
comunicarse o hablar con fines -que nada tengan que ver con la búsqueda de un
acuerdo.
13 LOWRY, L. Randoiph y HAKDING, Jack, Mediation. The art o f facilitating
settlement, Straus Instituía for Dispute Resolution, Pepperdiae University Press, Ma-
libú, 1995, p. 73.
54 CAIVANO, Roque J.; GOBBI, Marcelo y PADILLA, Roberto B., Negociación
y mediación, 2a ed., Ad-Hoc, Buenos Aires, 2006, p. 199. En igual sentido, se ha
dicho que “es la técnica mediante la cual son las partes mismas inmersas en uñ
conflicto quienes tratan de llegar a un acuerdo con ayuda de un mediador, tercero
imparcial, que no tiene facultades de decisión”. SCHIFFRIN, Adriana, La mediación:
Aspectos generales, en GOTTHEIL, Julio y SCHIFFRIN, Adriana (comps.), Media­
ción: una transformación en la cultura, Paidós, Buenos Aires, 1996, ps. 37 y ss.
!í DUPUIS, Juan Carlos, Mediación y conciliación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1997, p. 27.
Esta concepción tiene un origen histórico: en el ordenamiento procesal español
siempre existió la institución de la conciliación, como una actividad ínsitamente vin­
culada al proceso judicial. Ver MONTERO AROCA, Juan, Bosquejo histórico de la
conciliación hasta la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855, en Estudios de Derecho
Procesal, Bosch, Barcelona, 1981, citado por ALVARADO VELLOSO, Adolfo, La
conciliación, en L. L. 1985-D-I159.

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otro, se incluye, como característica propia de la conciliación, la atri­


bución del tercero de dar su opinión sobre la solución justa de 3a
disputa y proponer fórmulas conciliatorias16. Sin embargo, en muchas
otras situaciones, conciliación y mediación son términos utilizados para
definir las mismas actividades: la legislación argentina, por ejemplo,
llama mediación al procedimiento tendiente a “promover la comuni­
cación directa entre las partes para la solución extrajudicial de la con­
troversia”, efectuado por un tercero ajeno al Poder Judicial, cuando
aquélla se refiere a una cuestión de naturaleza civil o comercial17; en
cambio, cuando esta misma tarea se lleva a cabo en relación con una
controversia derivada de una relación laboral, la ley la califica como
conciliación18. Ello sin mencionar la utilización, también aleatoria, de
los términos mediación o conciliación en el Derecho Comparado la­
tinoamericano: por citar sólo algunos pocos ejemplos, lo mismo que
en algunos países se llama mediación15'', en otros se llama conciliación20;
en otros se utilizan ambos términos, sin que aparezca, al menos de
manera ostensible, diferencia alguna entre uno y otro21; alguna legis­
lación los declara oficialmente sinónimos22, y alguna otra mantiene el
criterio diferenciador por la presencia de un funcionario judicial en la
conciliación23.

16 ÁLVAREZ, Gtadys S. y HIGHTON, Elena, Diferencias entre conciliación y


mediación, en L. L. 1996-E-1091.
n Ley 26.589, que Impone a las partes la necesidad de concurrir a una instancia
de mediación, antes de iniciar una demanda judicial y como requisito de admisibilidad
de ésta, en materias civiles y comerciales.
18 Ley 24.635, que impone a las partes la necesidad de concurrir & una instancia
de conciliación, antes de iniciar una demanda judicial y como requisito de admisibilidad
de ésta, en materia labora!.
19 Argentina, Nicaragua (Ley de Mediación y Arbitraje 540 de 2005), o Paraguay
(Ley de Medios Alternativos de Resolución de Conflictos 1879 de 2002).
20 Colombia (Estatuto de los Mecanismos Alternativos de Solución de Conflictos,
dec. 1818/1998); Honduras (Ley de Conciliación y Arbitraje, dec. 161/2000); Perú
(Ley de Conciliación 26.872).
25 ¡Solivia (Ley de. Arbitraje y Conciliación 1770 de 1997); Costa Rica (Ley sobre
Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social 7727 de 1997).
22 Ley de-Arbitraje y Mediación de Ecuador, del 21-8-97, art. 55.
23 Ley de Mediación, Conciliación y Arbitraje de El Salvador, decreto legislati­
vo 914 de 2002, art. 3o.

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Para evitar introducir mayores factores de complejidad en el análisis


de los temas que nos proponemos abordar aquí, optamos por considerar
que conciliación y mediación aluden, indistintamente, a un proceso en
el que las partes acuden a un tercero neutral que, sin tener facultades
ni atribuciones decisorias de ninguna índole, colabora en la negociación
que aquéllas llevan a cabo con la finalidad de lograr un acuerdo24.
El arbitraje aparece en la vereda de enfrente de los métodos men­
cionados anteriormente. La negociación -y sus subespecies, mediación
y/o conciliación- forma parte de los métodos autocompositivos, por
tratarse de aquellos en los que sólo las partes tienen la potestad de
componer el conflicto. El arbitraje, en cambio, participa -junto con el
litigio judicial, entre otros- de ía categoría de métodos heterocompo-
sitivos, porque la solución es impuesta por el tercero neutral mediante
una sentencia obligatoria y vinculante. En nuestra opinión25, de todas
las características del arbitraje, la que parece ser defimtoria de su esen­
cia es la jurisdiccionalidad, entendida como la misión que se cumple
a través de una sentencia que resuelve el litigio (tronche le litigef6.
Y, a su vez, para calificar a una decisión de jurisdiccional, el aspecto
más relevante es que ella sea susceptible de adquirir los efectos de la

24 Del mismo modo, la Ley Modelo de la Comisión de Naciones Unidas para el


Derecho Mercantil Internacional (CNUBMI/UNCITRAL) sobre Conciliación Comer­
cial Internacional de 2002 define “conciliación” como “todo procedimiento, designado
por términos como los de conciliación, mediación o algún otro de sentido equivalente,
en el que las partes soiicitén a un tercero o terceros (‘el conciliador’), que Ies preste
asistencia en su intento por llegar a un arreglo amistoso de una controversia.que se
derive de una relación contractual u otro tipo de relación jurídica o esté vinculada a
ellas [en el cual] el conciliador no estará facultado para imponer a las partes una
solución de la controversia” (arL. L.3).
Aun quienes propiciar! un criterio distintivo entre los dos términos, coinciden en
que ambos “designan formas pacificas y no formales de solución de controversias
con intervención de un tercero neutral e imparcial, sin poder de decisión”. ALVAREZ
y HIGHTON, Diferencias entre conciliación y mediación c it, p. 1091.
25 CAÍVANO, Roque J., ¿Qué es "sentencia arbitral“ a iosfines de la Convención?
Decisiones no jurisdiccionales, en TAWIL, Guido S. y ZULETA, Eduardo (dirs.), El
arbítrele comercial internacional. Estudio de la Convención de Nueva York con motivo
de su SO aniversario, Abeledo-Perroí, Buenos Aires, 200S, ps. 69 y ss.
2Í FOUCHARD, Phillppe; GAILLARB, Emmanuel y GOLDMAN, Berthold, Traite
de l'arbitrage commercial intemational, Litec, París, 1996, p. 14.

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res judicata y que sea posible perseguir su cumplimiento por los pro­
cedimientos de ejecución de sentencia27.

2. Negociación y arbitraje: variantes y combinaciones


Una de Jas características comunes a los métodos “alternativos” de
resolución de conflicto es que son, principalmente, voluntarios. Dejando
de lado la imposición del uso de la mediación en algunas jurisdiccio­
nes28, y los escasos supuestos de arbitraje legal que contiene nuestro
ordenamiento29, las partes son libres de utilizarlos o no, y también de
determinar -dentro de ciertos límites-- las modalidades de su uso, o
las particularidades a que habrán de someterse. Repasaremos aquí al­
gunas de las variantes conocidas de negociación y arbitraje, y algunas

27 “La cosa juzgada pertenece a la esencia de la jurisdicción. Si el acto no adquiere


reai o eventualmente autoridad de cosa juzgada, no es jurisdiccional. Si un acto
adquiere autoridad de cosa juzgada es jurisdiccional. No hay jurisdicción sin autoridad
de cosa juzgada. También pertenece a la esencia de la cosa juzgada y, en consecuencia,
de !a jurisdicción, el elemento de la coercibilidad o ejecución de las sentencias de
condena, siempre eventualmente ejecutables”. COUTURE, Eduardo J.} Fundamentos
del Derecho Procesal Civil, 4a ed., B. de F., Montevideo-Buenos Aires, 2002„ ps.
30 y 31»
28 En el ámbito de la justicia nacional, la ley 26.589 impone la mediación como
paso previo a la promoción de una demanda judicial -y como requisito de admisibilidad
de ésta- respecto de materias civiles y comerciales. La ley 24.635 hace lo propio,
imponiendo un trámite de conciliación previa, para conflictos laborales individuales
o pluriindividuales. También varias provincias han sancionado o están en vías de san­
cionar leyes de mediación, aunque con distinto grado de obligatoriedad.
79 En la legislación de fondo, el arbitraje es impuesto para determinar el precio
en la locación de servicios o de obra (art. 1627, Cód. CÉv.), para determinar la porción
que corresponde ai socio industrial en las ganancias producidas por una sociedad civil
de capital e industria (art. 1781, Cód. Civ.), para resolver las cuestiones que se susciten
sobre la inteligencia de las cartas de crédito o. recomendación y las obligaciones que
eHa importe (art. 49t, Cód. de Com.) o para determinar la comisión o retribución del
depositario en el depósito comercial (art. 573, Cód. de Com.). En la legislación procesal
nacional y en otras que reproducen sus normas, para dilucidar liquidaciones complejas
o cuentas complicadas en el trámite de ejecución de sentencias (art. 516, CPCCN),
pudiendo ser peritos árbitros o amigables componedores; en algunas legislaciones pro­
cesales provinciales, para entender en los juicios declarativos generales entre ascen­
dientes y descendientes o entre hermanos consanguíneos (art. 603, CPCC de Córdoba
y art. 417 del CPCC de Santa Fe).

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¿e las principales combinaciones que pueden darse entre uno y otro.


Nos valdremos, para ello, de la riquísima experiencia norteamericana
en la creación y sistematización de novedosos métodos alternativos
de resolución de conflictos (generalmente identificados con,la sigla
“ADR”: Álternative Dispute Resolutiorí). Este movimiento se dio es­
pecialmente a partir de la década de 197030, y su desarrollo ha sido '
“significativo” en las décadas posteriores31, a punto tai que ha “trans­
formado” el sistema de administración de justicia32.

2.1. Las condiciones a que puede sujetarse una negociación


Además de las variantes que aquí hemos mencionado (directa o
asistida), las partes pueden establecer determinadas modalidades para
llevar a cabo la negociación, conviniendo que ella se desarrollará en
ciertas circunstancias de tiempo, modo-o lugar, o condicionándola al
cumplimiento de ciertos requisitos.

2.1.1. Mediación o conciliación (o distintos estilos de mediación)


Como hemos explicado, no es clara (o, ai menos, no es uniforme)
la diferencia entre mediación o conciliación. Dejando la cuestión se­
mántica de lado, es posible que las partes, al someterse a un proce­
dimiento en el que soliciten la asistencia de un tercero neutral en su
intento por llegar a un arreglo amistoso, acuerden que este tercero
tenga un determinado comportamiento, en relación con su grado de

30 Ver, en general, GOLDBERG, Stephen B.; SA'ínDER, Frank E. A. y ROGERS,


Nancy, Dispute Resolution. Negotiatíon, mediation and other processes, 2a ed., Liítle,
Brown and Co., Boston, 1992. También, CARBONNBAU, Thomas E., Álternative
Dispute Resolvtion. Melting the lances and dismounting the steeds, Uníversity of Illinois
Press, Chicago, 1989. Una visión panorámica sobre la evolución de estos métodos en
nuestra región puede verse en CAIVANO, Roque J., Los métodos' alternativos de
resolución de conflictos en América Latina: logros y desafios, en .Revisia Peruana de
Análisis, Prevención y Gestión de Conflictos, Pontificia Universidad Católica del Perú,
Año 1, N° 1, septiembre de 2007, ps. 51 y ss.
31 STIPA'NOWICH, Thomas i., ADR and the “vantshing trial”: The growth and
impact o f Alternativa Dispute Resohition, en Journal o f Empirical Legal Studies, vol. 1,
3, 2004, ps. 843 y ss.
32 MAIN, Thomas O., ADR: The new equity, en University o f Cincmnati Law
Review, vol. 74, 2005, ps. 329 y ss.

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