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Según Ricoeur, estos tres filósofos (Marx, Nietzsche y Freud) proponen una revisión de
los fundamentos del conocimiento sobre la realidad humana en tres ámbitos: la economía, la
vida y la mente. Su interpretación es crítica, y consiste en una sospecha de incoherencias y de
engaños en las explicaciones tradicionales de la existencia humana.
Nietzsche sospecha que las tradiciones filosóficas y morales de Occidente, en las que
tiene un papel importante el cristianismo, promueven un pensamiento vacío y falso,
fundamentado en la búsqueda de un significado externo a la vida que conocemos. Nietzsche
llama a esta vacuidad nihilismo (del latín nihil, ‘nada’). Pero el nihilismo tiene dos significados:
en un primer momento, es la vacuidad de las creencias, la ausencia de sentido real y la
inexistencia de aquello en lo que se deposita la fe. En segundo lugar, también es la conciencia
de esta vacuidad; es el reconocimiento de que el pensamiento tradicional de Occidente, la moral
cristiana y la metafísica, son conocimientos inanes, es decir, insignificantes.
Muchos filósofos desde la antigüedad han reflexionado sobre la transcendencia y sobre la
posible existencia de entidades sobrenaturales. El deseo de alcanzar una vida eterna sin
sufrimiento, y de obtener el perdón de Dios por las malas acciones que no sabemos cómo
afrontar, ha dificultado que la filosofía explique la vida humana por lo que es en sí misma, en el
mundo material que habitamos. Sólo podemos volver a darle importancia a nuestra vida
teniendo conciencia del nihilismo y proclamando, en palabras de Nietzsche, que “Dios ha
muerto” (es decir, que no existe transcendencia ni tiene sentido buscar entidades superiores).
El existencialismo de Jean-Paul Sartre y de Albert Camus, entre otros, ha sido heredero
de la filosofía de Nietzsche. Ambos autores negaron que la vida humana tuviera alguna esencia
(una sustancia o fundamento subyacente) más allá de su existencia.
Freud sospecha que las explicaciones racionales son insuficientes para justificar la
conducta humana. Éstas dependen de la conciencia, pero no actuamos siempre conscientemente,
sino en muchas ocasiones por impulsos y deseos inconscientes. El sujeto consciente desconoce
que tiene tales motivaciones ocultas y no puede acceder directamente a ellas.
El inconsciente, según Freud, determina gran parte de nuestros comportamientos.
Acceder a él es necesario para entender a los humanos. Pero como no podemos acceder
directamente a la parte inconsciente de la mente, Freud propuso para ello el psicoanálisis. El
psicoanalista habla con el sujeto, hace preguntas y deja que le cuente sus preocupaciones, a fin
de hallar traumas y experiencias reprimidas que afecten a su inconsciente. Uno de los métodos
más conocidos que desarrolló Freud es la interpretación de los sueños.