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“El camino de la vida”

Charla fogonera del SEI para jóvenes adultos • 2 de mayo de 2010 •


Universidad Brigham Young–Hawai

¡Aloha, hermanos y hermanas! La hermana Burton y yo estamos muy


contentos de pasar algunos minutos con ustedes en este hermoso día de
reposo aquí en el campus de la Universidad Brigham Young-Hawai junto con
jóvenes adultos de muchas naciones. Es emocionante ver y saber de las
muchas culturas representadas en este recinto y en esta audiencia. La
Hermana Burton y yo desearíamos poder ver personalmente a las muchas
otras personas que están en los centros de estaca e institutos por todo el
mundo que se han reunido para participar de esta transmisión vía satélite del
SEI.

¡Me encanta el sonido y el significado de la palabra aloha! Sabrán que aloha en


el idioma hawaiano significa una variedad de cosas, cosas como afecto, amor,
paz, compasión, afinidad, piedad, misericordia, amabilidad o gracia. En los
últimos 150 años también se ha empleado en el mismo contexto que las
palabras hola y adiós en inglés. Esos sentimientos hacen que sea un saludo
amoroso y una expresión profunda de despedida.

Vivimos en tiempos de valores contradictorios


El concepto de aloha es tan importante en Hawai que el “Espíritu Aloha” se
define y aparece en los estatutos del estado de Hawai. Aloha significa
demostrar calidez y afecto sin esperar retribución. Significa reconocer la
importancia de cada persona para la existencia colectiva de la comunidad.
También significa escuchar lo que no se dice, ver lo que no se puede ver, y
saber lo desconocido. 1 El espíritu aloha abarca hermosos principios del
Evangelio, principios de fe, principios que implican “no juzguéis, para que no
seáis juzgados” (Mateo 7:1). Destaca la importancia de la persona y de la
compasión. ¿No sería maravilloso si todo el mundo abrazara de lleno el espíritu
aloha?

Hace poco, el General David H. Petreus habló en la Universidad Brigham


Young–Provo. Mostró su maravilloso sentido del humor cuando comenzó su
mensaje mencionando 10 razones por las cuales los egresados de la
Universidad Brigham Young son buenos soldados. Algunas de las razones que
incluyó fueron: “No es un problema si no saben qué rango tiene una persona,
simplemente lo llaman hermano o hermana…” “Nunca están ausentes sin
permiso; simplemente lo llaman estar menos activo”. “Aceptan cualquier
desafío con rapidez si les dicen que habrá refrigerio”. “Tienen ideas
innovadoras para tratar a los insurgentes—como el asignarles maestros
orientadores”. Y por último, son, y al pensarlo quizá sea lo más importante, “los
conductores designados más confiables del mundo”.2 Es terapéutico reírse de
las propias debilidades.

Es un privilegio singular el ser hijos e hijas de un Padre Celestial que vive y que
se nos haya dado la oportunidad de comunicarnos con Él, y de ese modo
invocar Su espíritu en nuestras reuniones y en nuestra vida personal. Estoy
seguro de que todos reconocemos que hay una gran diferencia entre hacer una
oración y orar. Se dice que San Agustín aconsejó: “Ora como si todo
dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti”.3 Un dicho antiguo
que me gusta mucho es: “El ponerte de rodillas a menudo te mantendrá de
pie”. No puedo creer que apenas hace unos días un juez federal de los Estados
Unidos decretó que pedir la observancia voluntaria de un Día Nacional de
Oración era un hecho inconstitucional.

En muchas partes del mundo, incluso en los Estados Unidos, el orar en


reuniones públicas y mostrar cualquier tipo de símbolo religioso en lugares
públicos se considera inconstitucional o contra la ley. Teniendo en cuenta esto,
encuentro muy interesante un hecho conocido: en Washington, D.C. no puede
haber ningún edificio que sea más alto que el monumento a Washington. La
punta de aluminio del monumento se encuentra exactamente a 169 metros y
29,03 centímetros por encima del suelo. Grabadas en la parte superior del
monumento, en el revestimiento de aluminio, donde pocos las pueden ver,
están las palabras en latín Laus Deo. ¡Laus Deo! Dos palabras aparentemente
insignificantes y desapercibidas ubicadas en la parte más alta con vista a la
ciudad capital de una importante nación. ¿Qué significan en realidad esas dos
palabras en latín, compuestas de sólo cuatro sílabas y siete letras?
Simplemente significan: “Alabado sea el Señor”. Muchas otras referencias a la
deidad y a nuestro Padre Celestial adornan esa magnífica estructura.

Alabado sea el Señor. ¡Laus Deo! ¡Al ofrecer nuestras alabanzas individuales y
grupales a un amoroso Padre en los Cielos, recordemos el verdadero espíritu
de aloha al pedirle sabiduría y discernimiento, y al expresarle nuestro
agradecimiento por Su bondad y Su misericordia que extiende como un sabio y
amoroso Padre en los Cielos! El presidente Thomas S. Monson a menudo nos
recuerda esta cita: “Si recordamos que cada uno de nosotros es literalmente un
hijo o una hija espiritual de Dios, no hallaremos dificultad alguna para
acercarnos a Él en oración. Él nos conoce, Él nos ama y desea lo mejor para
nosotros”.4

Abraham Lincoln, el decimosexto presidente de los Estados Unidos, dijo una


vez: “Cuando me preparo para hablarle a la gente, paso dos tercios del tiempo
pensando qué quieren ellos escuchar y un tercio pensando en lo que yo quiero
decir”.5 Utilizando el método de preparación de Lincoln, he orado y debatido
sobre qué es lo que ustedes querrían escuchar, qué necesitarían escuchar, y
qué debería procurar enseñarles. He tratado de ponerme en sus zapatos e
imaginar cómo es andar por los caminos que ustedes transitan en 2010.
Supongo que muchos de ustedes, con razón, pueden preguntar: “¿Qué sabe
este hombre que tiene 50 años más que nosotros sobre los temas que enfrenta
la juventud hoy en día?” ¡Esa es una buena y muy apropiada pregunta! En
realidad, la respuesta probablemente es “no mucho acerca de las actividades
diarias y de las tentaciones y de todas las cosas que ustedes atraviesan”. Sin
embargo, hay aspectos importantes de nuestra vida que son constantes,
siempre lo han sido y nunca cambiarán. Quizá mi experiencia dé crédito a
algunas observaciones aprendidas de la escuela de la vida. Cuando les
pregunté a mis nietos en edad universitaria sobre qué creían que debería
hablar, me respondieron: “Abuelo, que sea simple”. “Abuelo, sé directo”. Y
quizá lo más importante: “Abuelo, por favor, hazlo corto”. Haré lo mejor que
pueda para satisfacer sus expectativas tan elevadas.

Permítanme compartir algunas percepciones que tal vez sean obvias a


prácticamente todos nosotros Sin duda, estamos viviendo en un tiempo donde
surge cada vez más agitación entre naciones y culturas del mundo; están en
conflicto. El curso futuro de la humanidad no es claro; con demasiada
frecuencia el miedo penetra las almas de los jóvenes. Muchos pierden la fe en
el Señor Jesucristo, y para muchos otros la fe es sólo un sueño efímero. La
lucha eterna de Satanás en pos de los corazones y de las almas de los
hombres continúa sin disminuir. La llamada “Generación-X”, parece un poco
incierta y quizá un poco confundida debido a las señales encontradas que la
sociedad en general le brinda.

Conocemos el camino que debemos seguir


Luego de considerar lo que podría decir y de consultar al Espíritu, el Espíritu
me susurró, casi me gritó, que los jóvenes Santos de los Últimos Días
necesitan que se les asegure que son literalmente hijos e hijas de un amoroso,
comprensivo y benévolo Padre en los Cielos. Necesitan que se les asegure que
la fe en el Señor Jesucristo es importante; necesitan saber que no existe
absolutamente ninguna razón para temer o desesperarse si seguimos la
palabra del Señor. Necesitan saber que la esperanza es y puede ser una
realidad, que las oportunidades abundan y la obediencia es un prerrequisito
para la felicidad; que hay un gran y eterno propósito en esta vida y que Satanás
y sus seguidores serán acallados. El evangelio de Jesucristo es verdadero. Hay
muchos profetas en la tierra.
Yo soy de la idea de que el vaso en realidad está la mitad lleno y no la mitad
vacío. Mis jóvenes amigos, ésta es una época extraordinaria para vivir. Ustedes
y yo tenemos una gran misión que llevar a cabo y un destino divino. Sabemos
esto y mucho más porque hemos sido bendecidos con la habilidad de entender
el plan de nuestro Padre Celestial, el plan que Él diseñó específicamente para
nuestra felicidad, a medida que nos compenetremos en el Evangelio de
Jesucristo.

Charles Dodgson, un autor del siglo XIX, matemático y lógico que escribió bajo
el pseudónimo de Lewis Carroll, es el autor de Las aventuras de Alicia en el
País de las Maravillas y de la continuación, A través del espejo. También fue
conocido por sus muchos buenos dichos, uno de los cuales es “Si no sabes
adónde vas, cualquier camino te llevará”.6 La misma idea se expresa en el
poema reflexivo de Robert Fross: “El camino no tomado”:

“Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,


y lamentando no poder recorrer ambos
pues era un solo viajero, por largo tiempo me detuve
y contemplé uno de ellos tan lejos como pude,
hasta donde se perdía entre la maleza.

Entonces tomé el otro, tan ameno y llano,


y dotado quizás de mayor atractivo
por su pasto suave que pedía ser hollado;
aunque los que por allí pasaran
a los dos habrían gastado del mismo modo.

Ambos esa mañana yacían igualmente,


hojas que ninguna pisada habían ennegrecido.
¡Oh, dejé el primero para otro día!
Pero, sabiendo que un camino conduce a otro,
dudé de que algún día volvería.

Diré esto con un suspiro


de aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo—
Yo tomé el menos transitado;
y eso ha hecho toda la diferencia”.7

Debido a que hemos sido bendecidos con un conocimiento del plan de Dios
para Sus hijos eternos, nosotros, los Santos de los Últimos Días, sabemos
nuestro destino final, o qué camino tomar para llegar de manera segura.
Nosotros, más que otros, sabemos a dónde nos conducimos, porque sabemos
de dónde venimos y adónde vamos.

El plan de Dios es un plan de felicidad


Un breve repaso del plan de nuestro Padre Celestial tal vez nos sea de ayuda.
Recuerden que todos somos hijos de nuestro Padre en los Cielos y existíamos
antes de venir a esta tierra. El plan está diseñado para lograr la inmortalidad y
la vida eterna. Solamente había un plan eterno, y cuando el Padre presentó
ese plan, todos gritamos de alegría. El plan fue presentado por Dios mismo. No
hubo múltiples planes como a veces se nos quiere hace creer. Los elementos
del plan incluían la diferencia de sexo; en verdad, los diferentes sexos son una
parte esencial del plan. El plan fue ordenado antes de que este mundo fuera
creado y proporcionó una manera para que todos, potencialmente, pudiéramos
ser exaltados. La familia es ordenada por Dios y es primordial dentro del plan.
Nuestro Padre Celestial habla a Sus hijos por medio de profetas vivientes. Los
templos, junto con sus ordenanzas salvadoras, nos conectan con las
eternidades. El plan requería que alguien nos mostrara el camino y fuera
nuestro abogado ante el Padre. El Salvador, Jesucristo, respondió con fidelidad
y se ofreció a Sí mismo a fin de que tuviésemos el albedrío para actuar por
nosotros mismos. Lucifer (o Satanás) se rebeló y buscó la compulsión en lugar
del albedrío para los hijos de Dios. En nuestro clamor de alegría, nos
regocijamos cuando se eligió a Jesucristo y cuando se nos dio la oportunidad
de venir a la tierra, de tomar un cuerpo, de adquirir experiencia y de ponernos a
prueba.

Al transitar el camino de la vida, sin duda esperamos seguir las reglas y


señales que están en el camino. El profeta Alma, del Libro de Mormón explicó:
“por tanto, después de haberles dado a conocer el plan de redención, Dios les
dio mandamientos de no cometer iniquidad, el castigo de lo cual sería una
segunda muerte, que era una muerta eterna respecto de las cosas
pertenecientes a la rectitud; porque en éstos el plan de redención no tendría
poder, pues de acuerdo con la suprema bondad de Dios, las obras de la justicia
no podían ser destruidas” (Alma 12:32).

Si somos obedientes y fieles en aferrarnos a la barra de hierro y transitar por el


camino establecido, podemos esperar la gran y gloriosa oportunidad de
regresar otra vez y vivir eternamente con nuestro Padre Celestial, disfrutando
de todas las bendiciones que Él ha determinado para aquellos que se gradúen
de su existencia mortal con excelencia. Al aferrarse a las normas de la Iglesia,
tendrán mayor felicidad en su vida y serán un ejemplo positivo para quienes los
rodean. Una cita de La familia: Una proclamación para el mundo, dice: “La
felicidad en la vida familiar tiene más posibilidades de lograrse cuando se basa
en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que
logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, la
oración, el arrepentimiento, el perdón, el respeto, el amor, la compasión, el
trabajo y las actividades recreativas edificantes”. 8 Curiosamente, estas
simples verdades, fundadas sobre el plan de felicidad de nuestro Padre
Celestial, son en gran parte malinterpretadas por muchos que no son de
nuestra fe.

Todos necesitamos tiempo para contemplar, tiempo para estudiar, tiempo para
meditar y tiempo para reflexionar acerca de ese maravilloso plan y para pensar
en la felicidad que nuestro Padre en los Cielos tiene reservada para nosotros
como se bosqueja en Su plan para Sus hijos. Recuerden que el plan del Señor
es en verdad un plan de felicidad. Me encanta la manera en que el presidente
Gordon B. Hinckley lo dijo: “La vida será más llevadera, las preocupaciones
disminuirán y las tribulaciones serán menos difíciles de sobrellevar si
cultivamos el espíritu de la felicidad”.9

“En 2007, dos grandes organizaciones de Estados Unidos que se especializan


en los medios de comunicación entrevistaron a jóvenes de 12 a 24 años para
saber qué los hacía felices.

El estudio presentó muchos resultados; entre ellos:

• • Los jóvenes ‘dependen de sus padres como la fuente principal de


seguridad y felicidad’.
• • ‘La juventud buscará cada vez más la felicidad en la espiritualidad y en
la fe’.
• • ‘El resurgimiento del interés en la estructura familiar tradicional entre
los jóvenes adquirirá impulso’.

“Una resumen de las declaraciones del estudio dice: ‘Mientras que nuestra
investigación inicial reveló que los jóvenes de la actualidad son más
tradicionales que los de las generaciones anteriores, nos sorprendió ver hasta
qué punto la juventud espera ansiosamente y con gran alegría su propio
matrimonio y el formar una familia’”.10

Es posible recorrer el camino de la vida exitosamente


Me encanta viajar, en especial cuando hay suficiente tiempo para viajar en
automóvil o cruzar el país por tierra. Tal vez el ejemplo de un viaje nos ayudará
a entender mejor el camino de la vida que todos recorremos.

Si por ejemplo, ustedes decidieran que les gustaría viajar desde Vermont, al
este, o la costa del Océano Atlántico de los Estados Unidos, hasta San
Francisco, al oeste o la costa del Océano Pacífico, y utilizar sólo la autopista
interestatal, de acuerdo a la página MapQuest, la ruta más directa sería de
4.945,51 kilómetros y requeriría cerca de 48 horas de manejo en automóvil. A
lo largo del camino hay cientos de oportunidades para cambiar de ruta, y cada
vez que se desvíen se añaden más kilómetros al viaje. Para ayudarles a llegar
de manera segura a destino existen señales en el camino, advertencias, límites
de velocidad, marcas establecidas y quizás, hasta un sistema de
posicionamiento global en su automóvil. Cada kilómetro recorrido se anota en
el odómetro del automóvil y registra el progreso kilómetro a kilómetro y hora
tras hora. Al viajar, es necesario descansar con frecuencia, volver a llenar el
tanque de gasolina y buscar alimento para el cuerpo y para la mente.

En el viaje de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, también tenemos


que tomar muchas decisiones. Nuestro progreso se mide en parte por la edad y
por los logros. Tenemos las Escrituras que nos dan guía, advertencias y ánimo,
y un mapa para usar como modelo en nuestra vida. El presidente James E.
Faust a menudo se refería al Libro de Mormón como el “el texto para esta
dispensación”.11 Pienso que él estaba sugiriendo que el Libro de Mormón era
el manual de instrucciones para tener un viaje exitoso en la vida. Así como
necesitamos tener confianza en la validez de la información que obtenemos de
las señales en el camino a través de la carretera interestatal, necesitamos tener
un testimonio personal de las Escrituras.

Nefi nos recordó por qué son importantes las Escrituras para el viaje de la vida
cuando escribió para los lectores de nuestros días:

“Y sé que el Señor Dios consagrará mis oraciones para el beneficio de mi


pueblo. Y las palabras que he escrito en debilidad serán hechas fuertes para
ellos; pues los persuaden a hacer el bien; les hacen saber acerca de sus
padres; y hablan de Jesús, y los persuaden a creer en él y a perseverar hasta
el fin, que es la vida eterna.

Y hablan ásperamente contra el pecado, según la claridad de la verdad; por


tanto, nadie se enojará con las palabras que he escrito, a menos que sea del
espíritu del diablo” (2 Nefi 33:4–5).

Estas son las últimas palabras que Nefi escribió en su porción del Libro de
Mormón. Estos dos versículos Nefi bosquejó al menos cinco razones para que
nosotros estudiemos las Escrituras, tal como estudiaríamos un mapa de
carreteras para prepararnos para un largo viaje a través del país.

De manera similar, el último profeta que contribuyó al Libro de Mormón explicó


cómo podemos adquirir ese testimonio tan necesario concerniente a la
veracidad del Libro de Mormón cuando nos recordó: “ Y cuando recibáis estas
cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el
nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón
sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la
verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo” (Moroni 10:4).

El proceso que Moroni bosqueja incluye: primero, estudiar; segundo, hacer la


pregunta correcta. En este caso, la pregunta no es preguntar si es verdad, sino
preguntar si no es verdad. Tercero, manifestar un deseo genuino de saber la
verdad. Cuarto, tener la fe suficiente para saber que sus preguntas serán
contestadas. Y quinto, prepararse para recibir una respuesta del Espíritu Santo.

Debido a que nuestro viaje por la carretera nos lleva por varias ciudades
grandes, con un laberinto de caminos en distintas direcciones con mucho
tráfico a toda velocidad, es fácil tomar algunos giros equivocados y hasta
perdernos o terminar en un camino sin salida. El miedo, aun la desesperación,
puede surgir a medida que buscamos el refugio seguro o el camino seguro que
queremos. Así es, mis jóvenes amigos con la vida: podemos convertirnos en
almas perdidas, podemos sucumbir a las tentaciones del adversario, y con el
tiempo perder de vista nuestro destino original.

A lo largo del camino de la vida, un Padre Celestial benevolente, en Su


maravilloso plan, previó estos desvíos. Mandó a Su Hijo Unigénito para ser
nuestro Redentor y nuestro Salvador. No les quepa la menor duda, el pecado
requiere arrepentimiento. El profeta Alma nos recuerda: “el Señor no puede
considerar el pecado con el más mínimo grado de tolerancia” (Alma 45:16). Así
como compramos el seguro para proteger nuestro automóvil en caso de daños
o accidentes que puedan ocurrir al viajar por la autopista, podemos comprar,
con un arrepentimiento sincero y completo, las bendiciones asociadas con la
expiación de Jesucristo. Él también proporcionó “salvadores” divinos
asignados, a los que llamamos obispos, para ayudarnos a que una vez más
encontremos el curso correcto. Recuerden que el Señor ha prometido que:
“aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como
blanca lana” (Isaías 1:18). En esta dispensación el Señor dijo:

“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el


Señor, no los recuerdo más.

Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de sus pecados: He aquí, los


confesará y los abandonará” (D. y C. 58:42–43).

Si han tomado un atajo o se han desviado del curso establecido de la vida, su


maravilloso obispo puede ayudarles. ¡Búsquenlo, él los ama!

Al cruzar el país, varias agencias gubernamentales ofrecen incentivos y


privilegios si nuestros vehículos siguen ciertas normas. Esas normas pueden
ser de rendimiento, incluso requisitos de seguridad; a veces, hay restricciones
de peso. Obviamente tenemos que tener la matrícula del vehículo y en algunos
lugares se da preferencia si logramos ciertas cantidades de kilómetros por litro
de gasolina en nuestro vehículo. Al aceptar cumplir y demostrar
responsabilidad, podríamos utilizar carriles especiales para evitar
congestionamientos, y no detenernos en las cabinas de peajes, o recibir alguna
otra consideración especial.

En la vida, nuestro Padre Celestial espera que establezcamos acuerdos a los


que llamamos convenios. A lo largo de la historia, nuestro Padre Celestial ha
tratado con Sus hijos por medio de convenios. Recordarán que se hicieron
convenios con Adán, Abraham y Moisés. Hoy en día, como parte de los
convenios que se espera que hagamos, hacemos convenios bautismales,
convenios del sacerdocio y convenios del templo. Nos referimos a estos
convenios en forma colectiva como el “nuevo y sempiterno convenio”. Cada
convenio mencionado está asociado con una ordenanza sagrada, necesaria
para nuestra exaltación. Al honrar los convenios sagrados, nuestro Padre
Celestial extiende bendiciones como Él ha prometido. No debemos tomar
nuestras ordenanzas y convenios livianamente.

El élder Russell M. Nelson nos recuerda la promesa de nuestro Padre en los


Cielos: “Lo que Él espera para nosotros es la vida eterna. Nos hacemos
merecedores de ella mediante la obediencia a los convenios y a las
ordenanzas del templo— para nosotros, para nuestra familia y para nuestros
antepasados. No podemos ser perfeccionados sin ellos. No podemos llegar a la
presencia de Dios con sólo desearlo, debemos obedecer las leyes sobre las
cuales esas bendiciones se basan”.12

Mis jóvenes amigos, no sabemos la duración del camino de la vida, pero sólo
perseverando hasta el fin con vidas firmemente plantadas en la tierra del
Evangelio, al estar en la corriente de la Iglesia, servir humildemente a nuestro
prójimo, vivir vidas cristianas, y guardar los convenios sagrados, tendremos
éxito en encontrar felicidad dentro del marco del plan de nuestro Padre en los
Cielos.

Para obtener el máximo placer de un largo viaje en automóvil, debemos hacer


algunas paradas, disfrutar la cultura local y los puntos de interés, todo ello
agrega conocimiento y entusiasmo y realza el viaje. Las maravillas de la
naturaleza han sido creadas para nosotros a fin de apreciarlas y disfrutarlas. Al
prestar atención, aprenderemos mucho.

Para transitar exitosamente el camino de la vida, tómense el tiempo para servir


y ayudar a los demás. La ex primera dama, Bárbara Bush, a menudo decía: “Al
final de su vida, nunca se arrepentirán de no haber pasado una prueba más, no
haber ganado un veredicto más, o no haber cerrado un trato más. Lamentarán
el tiempo que no pasaron con su esposo, sus hijos, amigos o padres”.13

Así como necesitan una licencia para conducir un automóvil, ustedes necesitan
una recomendación para disfrutar de las bendiciones disponibles al servir en la
Casa del Señor.

Las pautas de Dios nos permiten lograr el éxito


Albert Schwitzer, un notable teólogo, misionero médico y filósofo dijo: “El éxito
no es la clave para la felicidad. La felicidad es la clave para el éxito”. 14 La
felicidad sólo viene como resultado de seguir los preceptos que se encuentran
en el plan eterno de nuestro Padre Celestial para Sus hijos. En nuestro diario
vivir, tengamos en mente el propósito divino de nuestra creación.

Hace poco, una madre muy sabia de nuestro barrio ayudó a la congregación a
entender por qué el Señor pone límites para dirigir nuestra vida. En una reunión
sacramental, ella nos pidió que cerráramos los ojos e imagináramos una
escena muy tranquila. Les voy a pedir a cada uno de ustedes que haga lo
mismo. Cierren los ojos. Ahora piensen en una hermosa escena: Es un día
soleado en una playa muy hermosa, con olas deslizándose suavemente sobre
la arena blanca. Es primavera y la arena no está demasiado caliente; pueden
correr descalzos y deslizar la arena entre los dedos de sus pies. Sopla una
hermosa brisa, perfecta para volar cometas. El cometa es hecho en casa, con
papel de seda, palos e hilo. Una cola de colores brillantes está pegada a la
cometa para darle estabilidad. Han elegido muy cuidadosamente el hilo de la
cometa, es una cometa linda y no desean perderla. También desean que vuele
lo más alto posible.

Ahora sostengan la cometa en alto y comiencen a correr por la playa, dejando


que el viento empuje el papel de la cometa y lo eleve hacia el cielo. Al principio
está un poco inestable así que se inclina y cae un poco hasta que logran que
esté suficientemente elevado para que agarre una buena brisa, luego comienza
a subir fácilmente a medida que sueltan el hilo. De pronto está tan arriba que
es simplemente una manchita en el hermoso cielo azul.
¿Pueden verla? ¿Pueden sentir el tirón del hilo a medida que el viento la atrapa
una y otra vez? Ustedes pueden hacer que caiga, que gire, que se incline y se
remonte al manipular el hilo. Ese delgado y fuerte hilo controla y sujeta la
cometa al suelo. Disfruten del sentimiento de control y de la belleza del día.

Ahora deseo hacerles una pregunta. ¿Qué es lo que está sosteniendo esa
cometa? ¿Es el viento? Así parece. Ahora les voy a pedir que hagan algo que
puede ser un poco difícil para ustedes. Rápidamente corten el hilo. Dejen que
la cometa se vaya. Déjenla en libertad para que vuele más lejos y más alto. El
viento es quien la controla y la cuidará.

¿Pero qué ocurre ahora que el hilo se cortó? La cometa comienza a caer y a
inclinarse, a menearse y a moverse, y al final cae de vuelta a la tierra. El viento
la lleva por encima del terreno y a medida que pierde altura ustedes la pierden
de vista pero saben que el resultado final es que está cayendo a tierra. Esa
hermosa cometa que pasaron tanto tiempo armando ya no está en el cielo, sino
que ha caído a la tierra y ningún viento la levantará otra vez. ¿Tienen un
sentimiento de desilusión y pérdida?

Ahora pueden abrir sus ojos. La realidad es que aunque parece que el hilo está
realmente controlando la cometa, en verdad le está dando la habilidad de
remontarse y ser lo que tiene que ser.

He tratado de dibujar en sus mentes con palabras una verdad del Evangelio
que es la clave para nuestra salvación. La cometa representa a cada uno de
nosotros. Dios nos ha creado a Su imagen y somos hermosos a Su vista. Él
hizo un gran trabajo, pero no nos fuerza a hacer nada. Lo que sí nos dio fue un
lazo fuerte hacia Él, como el hilo lo es para la cometa. El hilo representa las
pautas para la felicidad y la vida eterna como se hallan en Su maravilloso plan.

Mantengan la mira en la meta primordial, la vida eterna


Cada viaje tiene un comienzo, un final y, por lo general, existen algunas
paradas a lo largo del camino. Con suerte, las roturas y fallas mecánicas serán
pocas y esporádicas. En cualquier lugar del camino de la vida que se
encuentren en este momento, podría ser útil y aún sabio evaluar objetivamente
la salud y vitalidad de su vida tal como verificarían la presión de aire en sus
llantas y el nivel de su combustible antes de comenzar su viaje. Si su bienestar
espiritual está obstaculizado por el pecado, desidia, indiferencia, lujuria, drogas,
inmodestia, o cualquier otro mal, ahora es el tiempo de tomar una
determinación. Me gusta el consejo de la Madre Teresa, ella dijo: “El ayer se
fue, el mañana aún no ha llegado sólo nos queda hoy. Así que
comencemos”.15

Así que todos comencemos. ¡Comencemos ahora! No demoremos la


oportunidad de participar completamente de la felicidad que nos trae el vivir
una vida recta y servicial.

A lo largo de los años, he tenido el gran privilegio de jugar al golf en diferentes


oportunidades con Jack Nicklaus, Johnny Miller, Mike Weir y Arnold Palmer.
Cada uno de ellos es un hombre muy impresionante y un golfista magnífico. Un
hecho aparentemente sin importancia ocurrió mientras jugábamos con Arnold
Palmer, lo cual ha tenido un efecto profundo y duradero en mí. Quizás algunos
de ustedes recuerden esta historia que he compartido antes acerca de mi
misión en Australia.

Luego de hacer nuestros golpes, me encontraba parado cerca de la bola del Sr.
Palmer a medida que su joven caddie estaba describiendo algunos de los
obstáculos en el hoyo que estábamos jugando. La conversación fue algo así:

El joven caddie le decía al Sr. Palmer: “Señor, cerca del green y hacia la
izquierda hay un pequeño arroyo que no se ve, y también han dejado crecer la
maleza a la derecha cinco centímetros más alta”.

El señor Palmer responde al caddie de una manera firme y concisa, pero


amablemente: “Por favor, joven, no siembre en mi mente lo que hay a la
izquierda y qué peligro podría tener a la derecha. La única información
importante es la distancia que hay entre esta bola hasta el palo de la bandera”.

A menudo en la vida nos enfocamos en lo que hay a la izquierda y lo que hay a


la derecha en vez de lo que hay justo en el medio. El ex secretario de Salud,
Educación y Bienestar, John W. Gerdner indicó: “Todos nos enfrentamos a una
serie de grandes oportunidades disfrazadas como problemas sin solución”.16
Solucionar nuestros desafíos espirituales es una oportunidad que todos
debemos lograr satisfactoriamente.

Se ha dicho que “lo que hacemos en la vida tiene eco en la eternidad”. 17 Mis
jóvenes amigos, que podamos tener éxito al viajar por la carretera de la vida y
ser receptores de la felicidad que proviene de confiar totalmente en el plan que
nuestro Padre Celestial tiene para nosotros. ¡Es una época maravillosa para
vivir!

Expreso mi amor y respeto por cada uno de ustedes y aprovecho esta


oportunidad para invocar las bendiciones del Cielo para que sean bendecidos
con felicidad en su vida personal a medida que sigan fielmente el plan de Dios,
que sean bendecidos con discernimiento para identificar lo que es bueno y
rechazar lo que es malo, que puedan tener esa habilidad y reciban un gozo
perdurable al servir en Su Reino como así también al encontrar éxito en sus
carreras educativas o vocacionales.

Sé que Jesús vive. Sé que Él es nuestro Salvador. Sé que Él expió nuestros


pecados. Estoy agradecido de que Él es nuestro defensor ante nuestro Padre
en los Cielos. Sé que las palabras que se encuentran en las Escrituras, y en
especial en el Libro de Mormón, dan dirección a nuestra vida para que
podamos conducir el viaje de nuestra vida y regresar a nuestro Padre Celestial
con una felicidad plena. Estoy agradecido y expreso gratitud por los profetas
vivientes. Sé que somos bendecidos hoy con un profeta viviente, Thomas S.
Monson. Sé de estas cosas y las testifico en el sagrado nombre de Jesucristo,
nuestro Redentor y Salvador. Amén.
© 2010 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados.
Aprobación del inglés: 10/09. Aprobación de la traducción: 10/09. Traducción
de The Road of Life. Spanish. PD50021016 002

1. Véase “Aloha Spirit,” Hawaii Revised Statutes 5-7.5,


http://capitol.hawaii.gov/hrscurrent/vol01_ch0001-0042f/hrs0005/hrs_0005-
0007_0005.htm.

2. Véase General David H. Petraeus, en Sara Israelsen-Hartley, “General


Petraeus: Top 10 Reasons BYU Grads Make Great Soldiers”, Deseret News,
26 de marzo de 2010, http://deseretnews.com/article/print/700019691/General-
Petraeus-Top-10-reasons-BYU-grads-make-great-soldiers.html.

3. Véase St. Augustine “QuotationsBook,”


http://quotationsbook.com/quote/31904/.

4. Véase Thomas S. Monson, “Three Ways to Build a Strong Testimony”,


Friend, mayo de 2009, pág. 2.

5. Véase Abraham Lincoln, “UpLifts: Motivation in Thought”, abril 20 de 2010,


http://uplifts.us/?cat=5.

6. Véase Lewis Carroll “QuotationsBook”,


http://quotationsbook.com/quote/46342/.

7. Véase Robert Frost, “The Road Not Taken” (1915), en The Poetry of Robert
Frost, edición Edward Connery Lathem, 1970, pág. 105.

8. Véase “La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, junio de 1996,
págs. 10–11.

9. Véase Gordon B. Hinckley, Liahona, noviembre de 2002, pág. 99.

10. Véase “Dieciocho formas para mantenerse fuertes: La familia”, Liahona,


octubre de 2008, pág. 28.

11. Véase James E. Faust, “José Smith y el Libro de Mormón”, Liahona, febrero
de 1996, pág. 7.

12. Véase Russell M. Nelson, “Ahora es el tiempo de preparación” Liahona,


mayo de 2005, pág. 16.

13. Véase Barbara Bush, “Remarks of Mrs. Bush at Wellesley College


Commencement,”
http://www.wellesley.edu/PublicAffairs/Commencement/1990/bush.html.

14. Véase Albert Schweitzer, “QuotationsBook,”


http://quotationsbook.com/quote/37770/.
15. Véase Madre Teresa, In the Heart of the World: Thoughts, Stories, and
Prayers, edición Becky Benenate, 1997, pág. 17.

16. Véase John W. Gardner, en Lee S. Shulman, “A Response to the Final


Report of the Commission on the Future of Higher Education,”
http://carnegiefoundation.org/print/6068.

17. Véase James E. Faust, Liahona, julio de 2002, pág. 51.

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