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Es un privilegio singular el ser hijos e hijas de un Padre Celestial que vive y que
se nos haya dado la oportunidad de comunicarnos con Él, y de ese modo
invocar Su espíritu en nuestras reuniones y en nuestra vida personal. Estoy
seguro de que todos reconocemos que hay una gran diferencia entre hacer una
oración y orar. Se dice que San Agustín aconsejó: “Ora como si todo
dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti”.3 Un dicho antiguo
que me gusta mucho es: “El ponerte de rodillas a menudo te mantendrá de
pie”. No puedo creer que apenas hace unos días un juez federal de los Estados
Unidos decretó que pedir la observancia voluntaria de un Día Nacional de
Oración era un hecho inconstitucional.
Alabado sea el Señor. ¡Laus Deo! ¡Al ofrecer nuestras alabanzas individuales y
grupales a un amoroso Padre en los Cielos, recordemos el verdadero espíritu
de aloha al pedirle sabiduría y discernimiento, y al expresarle nuestro
agradecimiento por Su bondad y Su misericordia que extiende como un sabio y
amoroso Padre en los Cielos! El presidente Thomas S. Monson a menudo nos
recuerda esta cita: “Si recordamos que cada uno de nosotros es literalmente un
hijo o una hija espiritual de Dios, no hallaremos dificultad alguna para
acercarnos a Él en oración. Él nos conoce, Él nos ama y desea lo mejor para
nosotros”.4
Charles Dodgson, un autor del siglo XIX, matemático y lógico que escribió bajo
el pseudónimo de Lewis Carroll, es el autor de Las aventuras de Alicia en el
País de las Maravillas y de la continuación, A través del espejo. También fue
conocido por sus muchos buenos dichos, uno de los cuales es “Si no sabes
adónde vas, cualquier camino te llevará”.6 La misma idea se expresa en el
poema reflexivo de Robert Fross: “El camino no tomado”:
Debido a que hemos sido bendecidos con un conocimiento del plan de Dios
para Sus hijos eternos, nosotros, los Santos de los Últimos Días, sabemos
nuestro destino final, o qué camino tomar para llegar de manera segura.
Nosotros, más que otros, sabemos a dónde nos conducimos, porque sabemos
de dónde venimos y adónde vamos.
Todos necesitamos tiempo para contemplar, tiempo para estudiar, tiempo para
meditar y tiempo para reflexionar acerca de ese maravilloso plan y para pensar
en la felicidad que nuestro Padre en los Cielos tiene reservada para nosotros
como se bosqueja en Su plan para Sus hijos. Recuerden que el plan del Señor
es en verdad un plan de felicidad. Me encanta la manera en que el presidente
Gordon B. Hinckley lo dijo: “La vida será más llevadera, las preocupaciones
disminuirán y las tribulaciones serán menos difíciles de sobrellevar si
cultivamos el espíritu de la felicidad”.9
“Una resumen de las declaraciones del estudio dice: ‘Mientras que nuestra
investigación inicial reveló que los jóvenes de la actualidad son más
tradicionales que los de las generaciones anteriores, nos sorprendió ver hasta
qué punto la juventud espera ansiosamente y con gran alegría su propio
matrimonio y el formar una familia’”.10
Si por ejemplo, ustedes decidieran que les gustaría viajar desde Vermont, al
este, o la costa del Océano Atlántico de los Estados Unidos, hasta San
Francisco, al oeste o la costa del Océano Pacífico, y utilizar sólo la autopista
interestatal, de acuerdo a la página MapQuest, la ruta más directa sería de
4.945,51 kilómetros y requeriría cerca de 48 horas de manejo en automóvil. A
lo largo del camino hay cientos de oportunidades para cambiar de ruta, y cada
vez que se desvíen se añaden más kilómetros al viaje. Para ayudarles a llegar
de manera segura a destino existen señales en el camino, advertencias, límites
de velocidad, marcas establecidas y quizás, hasta un sistema de
posicionamiento global en su automóvil. Cada kilómetro recorrido se anota en
el odómetro del automóvil y registra el progreso kilómetro a kilómetro y hora
tras hora. Al viajar, es necesario descansar con frecuencia, volver a llenar el
tanque de gasolina y buscar alimento para el cuerpo y para la mente.
Nefi nos recordó por qué son importantes las Escrituras para el viaje de la vida
cuando escribió para los lectores de nuestros días:
Estas son las últimas palabras que Nefi escribió en su porción del Libro de
Mormón. Estos dos versículos Nefi bosquejó al menos cinco razones para que
nosotros estudiemos las Escrituras, tal como estudiaríamos un mapa de
carreteras para prepararnos para un largo viaje a través del país.
Debido a que nuestro viaje por la carretera nos lleva por varias ciudades
grandes, con un laberinto de caminos en distintas direcciones con mucho
tráfico a toda velocidad, es fácil tomar algunos giros equivocados y hasta
perdernos o terminar en un camino sin salida. El miedo, aun la desesperación,
puede surgir a medida que buscamos el refugio seguro o el camino seguro que
queremos. Así es, mis jóvenes amigos con la vida: podemos convertirnos en
almas perdidas, podemos sucumbir a las tentaciones del adversario, y con el
tiempo perder de vista nuestro destino original.
Mis jóvenes amigos, no sabemos la duración del camino de la vida, pero sólo
perseverando hasta el fin con vidas firmemente plantadas en la tierra del
Evangelio, al estar en la corriente de la Iglesia, servir humildemente a nuestro
prójimo, vivir vidas cristianas, y guardar los convenios sagrados, tendremos
éxito en encontrar felicidad dentro del marco del plan de nuestro Padre en los
Cielos.
Así como necesitan una licencia para conducir un automóvil, ustedes necesitan
una recomendación para disfrutar de las bendiciones disponibles al servir en la
Casa del Señor.
Hace poco, una madre muy sabia de nuestro barrio ayudó a la congregación a
entender por qué el Señor pone límites para dirigir nuestra vida. En una reunión
sacramental, ella nos pidió que cerráramos los ojos e imagináramos una
escena muy tranquila. Les voy a pedir a cada uno de ustedes que haga lo
mismo. Cierren los ojos. Ahora piensen en una hermosa escena: Es un día
soleado en una playa muy hermosa, con olas deslizándose suavemente sobre
la arena blanca. Es primavera y la arena no está demasiado caliente; pueden
correr descalzos y deslizar la arena entre los dedos de sus pies. Sopla una
hermosa brisa, perfecta para volar cometas. El cometa es hecho en casa, con
papel de seda, palos e hilo. Una cola de colores brillantes está pegada a la
cometa para darle estabilidad. Han elegido muy cuidadosamente el hilo de la
cometa, es una cometa linda y no desean perderla. También desean que vuele
lo más alto posible.
Ahora deseo hacerles una pregunta. ¿Qué es lo que está sosteniendo esa
cometa? ¿Es el viento? Así parece. Ahora les voy a pedir que hagan algo que
puede ser un poco difícil para ustedes. Rápidamente corten el hilo. Dejen que
la cometa se vaya. Déjenla en libertad para que vuele más lejos y más alto. El
viento es quien la controla y la cuidará.
¿Pero qué ocurre ahora que el hilo se cortó? La cometa comienza a caer y a
inclinarse, a menearse y a moverse, y al final cae de vuelta a la tierra. El viento
la lleva por encima del terreno y a medida que pierde altura ustedes la pierden
de vista pero saben que el resultado final es que está cayendo a tierra. Esa
hermosa cometa que pasaron tanto tiempo armando ya no está en el cielo, sino
que ha caído a la tierra y ningún viento la levantará otra vez. ¿Tienen un
sentimiento de desilusión y pérdida?
Ahora pueden abrir sus ojos. La realidad es que aunque parece que el hilo está
realmente controlando la cometa, en verdad le está dando la habilidad de
remontarse y ser lo que tiene que ser.
He tratado de dibujar en sus mentes con palabras una verdad del Evangelio
que es la clave para nuestra salvación. La cometa representa a cada uno de
nosotros. Dios nos ha creado a Su imagen y somos hermosos a Su vista. Él
hizo un gran trabajo, pero no nos fuerza a hacer nada. Lo que sí nos dio fue un
lazo fuerte hacia Él, como el hilo lo es para la cometa. El hilo representa las
pautas para la felicidad y la vida eterna como se hallan en Su maravilloso plan.
Luego de hacer nuestros golpes, me encontraba parado cerca de la bola del Sr.
Palmer a medida que su joven caddie estaba describiendo algunos de los
obstáculos en el hoyo que estábamos jugando. La conversación fue algo así:
El joven caddie le decía al Sr. Palmer: “Señor, cerca del green y hacia la
izquierda hay un pequeño arroyo que no se ve, y también han dejado crecer la
maleza a la derecha cinco centímetros más alta”.
Se ha dicho que “lo que hacemos en la vida tiene eco en la eternidad”. 17 Mis
jóvenes amigos, que podamos tener éxito al viajar por la carretera de la vida y
ser receptores de la felicidad que proviene de confiar totalmente en el plan que
nuestro Padre Celestial tiene para nosotros. ¡Es una época maravillosa para
vivir!
7. Véase Robert Frost, “The Road Not Taken” (1915), en The Poetry of Robert
Frost, edición Edward Connery Lathem, 1970, pág. 105.
8. Véase “La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, junio de 1996,
págs. 10–11.
11. Véase James E. Faust, “José Smith y el Libro de Mormón”, Liahona, febrero
de 1996, pág. 7.