Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Conflicto colombiano:
¿la amenaza regional?
Presentación
55
efectos de la confrontación nacional con la situación y las reacciones de cada uno
de los países colindantes con Colombia. Por mi parte cuestiono el señalamiento al
conflicto colombiano como la principal amenaza a la región andina, que cada
sector tiende a magnificar a partir de sus propios intereses, y que al mismo tiempo
oculta otras dinámicas globales, hemisféricas, regionales y locales que lo atravie-
san y refuerzan. Luego, en una ponencia sobre la evolución de la posición y actua-
ción de los gobiernos de su país sobre el conflicto colombiano desde los años de
1980 hasta 2002, la colega venezolana Elsa Cardozo se pregunta por las repercu-
siones que este tratamiento del problema ha tenido para la situación colombiana y
su conflicto interno, para la política y dinámica venezolana, y para las relaciones
entre los dos países; y plantea la necesidad de dar un giro al manejo que Venezuela
hace del conflicto con el fin de contribuir a la búsqueda de una salida negociada
entre los colombianos. En seguida, la colega brasilera Mónica Hirst puntualiza
temas clave que permiten entender mejor la política exterior de Brasil y, más en
concreto, cómo Brasil se posiciona frente al conflicto en Colombia en momentos
en que allí llega al poder un nuevo gobernante. Su enfoque estuvo centrado en las
posiciones de los actores domésticos brasileños, los contenidos de sus posiciones,
la agenda colombo-brasilera y los desafíos de Brasil frente a la crisis colombiana.
Finalmente, Luis Alberto Restrepo, profesor del lepri, realiza a manera de conclu-
siones del evento, una aproximación general a la explicación de las políticas adop-
tadas por los gobiernos de países vecinos de Colombia ante el conflicto interno del
país, y más en particular, al cambio que estas políticas han experimentado desde
fines de la década de 1980 hasta hoy. Para ello considera dos factores principales: el
marco político internacional y la evolución del conflicto colombiano mismo.
Ponemos a disposición de los lectores las intervenciones y ponencias pre-
sentadas en los dos talleres que no han sido difundidas en otras publicaciones, con
el fin de estimular la investigación y el estudio sobre un tema de la mayor relevan-
cia para el análisis de la situación nacional y de posibles salidas a la confrontación
armada. Estos dos talleres de la RET y el seminario sobre Fronteras e Integración,
del lepri, han ayudado a articular el proyecto de investigación Agenda Andina
Brasilera de Seguridad, que empezamos a realizar, conjuntamente, el lepri de la
Universidad Nacional de Colombia, la Universidade Federal do Rio Grande do Sui
(UFRGS) en Porto Alegre, la Universidad Central de Venezuela, Flacso, sede Quito,
y el Centro de Estudios Brasileros en Buenos Aires, con el propósito de dar conti-
nuidad al debate emprendido por académicos de países vecinos de Colombia. Agra-
dezco a Colciencias el apoyo a la investigación que realizo sobre cooperación,
conflicto en la vecindad y las fronteras colombo-venezolanas que me ha permitido
impulsar este proceso de acercamiento a centros académicos de países andinos y
de Brasil.
Socorro Ramírez
56
EL CONFLICTO COLOMBIANO Y SU INTERACCIÓN
CON LAS CRISIS DE LOS VECINOS
Socorro Ramírez*
57
Socorro Ramírez
E F E C T O S E INTERACCIONES
Durante décadas, los grupos armados ilegales han aprovechado la debilidad o au-
sencia del estado en zonas de fronteras internas para construir sus propios "san-
tuarios" en áreas apartadas del amplio territorio colombiano, ricas en recursos de
muy diversa naturaleza. A esto se suma la articulación de dichos grupos al proble-
ma de las drogas ilícitas para financiar su accionar que, además de amplificar el
conflicto, los ha llevado a una lucha por el control de territorios estratégicos, en
particular en las fronteras internacionales, con el fin de usarlos como corredores
para el tráfico de armas, precursores o drogas; y por conseguir apoyos logísticos de
muy diversa naturaleza. Por esto, desde mediados de los años de 1990, se ha regis-
trado un aumento de la repercusión de la confrontación armada en regiones fron-
terizas, lo que ha hecho reaccionar a los vecinos y ha generado variados procesos
locales, nacionales, binacionales o regionales.
Sin duda, los problemas que la presencia de los grupos armados produce son
numerosos y diversos. Entre ellos está, ante todo, el riesgo para la seguridad, deriva-
do del uso de territorios por parte de los actores en armas, bien sea como refugio o
como espacio de operación o de repliegue defensivo; la amenaza a la integridad de
58
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
Nexos locales
Con los reales o posibles efectos del conflicto colombiano: incursiones armadas,
asesinatos, secuestros, extorsiones, uso de territorio vecino como refugio o centro
de abastecimiento de actores armados ilegales, y con la militarización de algunas
zonas fronterizas de Colombia y sus vecinos en los ámbitos fronterizos, ha aumen-
tado la percepción de amenaza a la integridad física y la sensación de autoridades
y pobladores locales de estar asistiendo a un súbito cambio en la vida local. Tam-
bién se han visto perturbados los lazos sociales que en zonas fronterizas muy
59
Socorro Ramírez
2
César Montúfar. "Un enfoque regional para analizar los problemas de seguridad de
la región andina. Reflexión a propósito de la vinculación del Ecuador a la dinámica
regional del conflicto colombiano". Centro Andino de Estudios Internacionales, Uni-
versidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, 2002.
60
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
que comenzó a funcionar desde abril de 1999 como apoyo a misiones estadouni-
denses que cubren zonas de producción en Colombia, Perú y Bolivia. Lo mismo
hizo la Iniciativa Regional Andina de Bush (hijo).
Segundo, la incorporación de territorio ecuatoriano a la región afectada
ambientalmente, como resultado de la proliferación de cultivos y de los resultados
nocivos de las fumigaciones aéreas para erradicarlos. En efecto, la producción de
coca y amapola ha afectado reservas naturales y bosques primarios de varios países
andinos. Su procesamiento causa un impacto ambiental considerable debido a que
los desechos de los precursores tóxicos que se utilizan son arrojados en ríos o que-
bradas o abandonados en botaderos desde donde se filtran a corrientes subterrá-
neas3 . El problema ambiental también surge con los efectos de la política de erradi-
cación forzada mediante fumigaciones aéreas impuestas por Estados Unidos, las cua-
les —con los recursos del Plan Colombia- se han reforzado mediante la aplicación de
Roundup Ultra y el aditivo Cosmoflux 41 IF, mezcla que nunca ha sido científicamente
evaluada y es dispersada en un área mayor de la ya muy significativa zona de cultivos
ilícitos. Estudios concretos reaUzados en la frontera colombo-ecuatoriana reseñan
problemas de salud, deforestación, contaminación del suelo, el aire, el agua y los
alimentos; destrucción de otros cultivos, deterioro de proyectos de cría de animales
y peces, los cuales constituyen la base de la sobrevivencia de campesinos e indígenas,
y atentan contra la biodiversidad de flora y fauna4. A los efectos de las fumigaciones
se suma el desplazamiento de cultivos ilegales Amazonas adentro y hacia la costa
Pacífica, con el consiguiente incremento de la disputa por estos territorios para la
producción y el tráfico de estupefacientes, precursores químicos, armas, bastimentos
y recursos bióticos. Tales dinámicas generan presiones altamente desestabilizadoras
en una zona que ha sido, geográfica e históricamente, de gran valor ambiental y de
complejas relaciones entre grupos étnicos y colonos.
Tercero, la mayor permeabilidad y porosidad de las fronteras compartidas
que permite, por un lado, la penetración del territorio ecuatoriano por grupos
armados ilegales colombianos con el consiguiente aumento de formas de violen-
cia y, por otro lado, el tráfico hacia Colombia de armas, explosivos y diversos
elementos de guerra. Como recuerda Montúfar 5 , las provincias del norte de Ecua-
3
Así lo demuestra el informe de la embajada de Estados Unidos en Colombia. "Los
Andes en peligro. Consecuencias ambientales del narcotráfico". 19 de marzo de
2001.
4
Desarrollaron estudios en esa zona Adolfo Maldonado, Ricardo Buitrón, Patricia
Granda y Lucía Gallardo, "La fumigación en la frontera ecuatoriana", en lié. Anuario
de ecología, cultura y sociedad. La Habana-Bogotá, Fundación Antonio Núñez Jiménez -
Fundación Heinrich Boíl, Año 2, No. 2, 2002, pp. 195-206; Elsa Nivia. "Las
fumigaciones aéreas sobre cultivos ilícitos sí son peligrosas". Ibid, pp. 207-222.
5
César Ivíontúfar. Op. cit.
6i
Socorro Ramírez
dor han sido durante mucho tiempo lugar de descanso y abastecimiento de los
grupos guerrilleros colombianos. Sólo en los 176 kilómetros de la provincia de
Carchi, la policía ecuatoriana contabilizó, en 2001, treinta lugares clandestinos de
paso entre ambos países. Claro que no todos ellos han sido generados por el au-
mento de todo tipo de tráficos ilegales pues la comunicación entre las poblaciones
fronterizas de los dos países es muy fluida no sólo en términos comerciales sino,
familiares y étnico-culturales. Esa fluidez de vínculos desborda los pasos oficial-
mente establecidos: los puentes internacionales de Rumichaca que articulan la
provincia de Carchi en Ecuador con el departamento de Nariño en Colombia, o
sobre el Río San Miguel, que une la provincia de Sucumbíos en Ecuador con el
departamento de Putumayo en Colombia, o entre las poblaciones de Esmeraldas
en Ecuador y Tumaco en Colombia.
Cuarto, el desplazamiento de colombianos, en particular hacia Ecuador y el
temor, con la aplicación del Plan Colombia, a que aumentaran hasta generar una
grave crisis humanitaria ha constituido otro eje de articulación del conflicto colom-
biano con dinámicas locales. De acuerdo con estimaciones ecuatorianas, en 2000,
alrededor de 15.000 colombianos cruzaron las fronteras hacia Ecuador, Venezuela y
Panamá, 12.000 de los cuales se desplazaron a Ecuador. Aunque se trató de desplaza-
mientos momentáneos pues el 90% regresó a Colombia vía Quito-Tulcán-Ipiales-
Pasto6, esto ha significado un gran esfuerzo presupuesta! y social de los municipios
vecinos. Claro que también ha dado la oportunidad de conseguir recursos interna-
cionales ya que se han creado programas oficiales y no gubernamentales ecuatoria-
nos, como el que desde marzo de 2001 desarroUa la unidad de desarrollo del norte
ecuatoriano (Udenor). El problema demográfico podría ser más significativo si se
tiene en cuenta que, además de los desplazados que se convierten en refugiados y se
quedan a vivir en ese país, ha aumentado la migración de colombianos que se des-
plazan a Quito buscando tranquilidad y trabajo. Claro que en muchos casos este
proceso ha dinamizado la economía ecuatoriana pues muchos migrantes se han
desplazado con sus recursos y han establecido empresas. Al mismo tiempo ha au-
mentado la delincuencia, percibida como colombiana, lo que ha hecho surgir un
fenómeno nunca antes visto de anticolombianismo en sectores generadores de opi-
nión, que se transfiere a la población y a ámbitos estatales.
Quinto, a lo largo de los 586 kilómetros de frontera que comparten Colom-
bia y Ecuador se han tejido estrechos vínculos familiares, comunitarios,
organizacionales y comerciales de larga data, que en algunas zonas han llegado
hasta a conformar agrupaciones transfronterizas, como ocurre con las comunida-
6
Grupo Temático de Desplazamiento. "Estado de situación del desplazamiento y
retos para el año 2001". Reunión de información sobre el desplazamiento, Bogotá,
19 de enero de 2001. www.disaster.info.desastres.net, p. 11; citado por César Montúfar.
Op. cit.
62
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
Dinámicas nacionales
Los procesos que se vienen desarrollando en las zonas fronterizas y las interacciones
de sectores vecinos de Colombia con actores armados ilegales han generado en
esos países las más diversas dinámicas; ante todo, la percepción de un inminente
peligro de contagio, más que el reconocimiento de la articulación entre las coyun-
turas críticas propias y la confrontación armada vecina. Esto ha llevado, ocasional-
mente y sin mucho seguimiento del asunto por los medios de comunicación, a la
denuncia de la conformación de grupos de apoyo a actores armados colombianos
(guerrilla en Ecuador, nexos de paramilitares colombianos y ganaderos venezola-
nos, de campesinos venezolanos y guerrillas colombianas). Además, en cada uno
de los países vecinos de Colombia se asiste a la recuperación del espacio político
para los militares con la elevación de los presupuestos para la defensa militar, la
compra de armamentos, el aumento de tropas y su despliegue masivo en detri-
mento de los recursos destinados a atender las necesidades sociales y de inserción
internacional, que son ya de por sí precarios y que se han venido menguando por
los costos del ajuste y de la crisis económica en que se debate cada uno de los
países andinos. Ese contexto de interacciones con fenómenos trasnacionales que
alimentan al conflicto colombiano ha hecho aumentar la corrupción nacional, el
lavado de dineros, los contrabandos de muy diversa naturaleza y tener más fácil
acceso al intercambio legal o ilegal de bienes y servicios. En otros casos, como el
de la Argentina de Menem, el promover unUateralmente iniciativas como la con-
formación de una fuerza de intervención estaba destinada a reforzar sus relaciones
7
Pablo Andrade (Coordinador de la investigación en la que participaron estudiantes
del programa de relaciones internacionales). "Diagnóstico de la frontera Ecuador-
Colombia". Centro Andino de Estudios Internacionales, Universidad Andina Simón
Bolívar, sede Ecuador, marzo de 2002.
63
Socorro Ramírez
8
Según el matutino argentino la Nación, diplomáticos estadounidenses habrían pedi-
do el respaldo del gobierno del presidente Carlos Menem y de la Alianza Opositora
para una iniciativa latinoamericana destinada a enfrentar la difícil situación política
de Colombia. El propio presidente conosureño manifestó interés en apoyar cual-
quier tipo de iniciativa estadounidense de intervención en Colombia buscando así
ampliar su margen de acción regional, en especial frente a Brasil, y con el fin de
lograr la admisión de su país como miembro extra-AÜántico de la OTAN; "En el ojo
del huracán". El Espectador, 23 de julio de 1999.
9
La zona colombiana de Putumayo comprende los departamentos de Putumayo y
Amazonas y se extiende desde Leticia hasta el río Putumayo; por el norte limita con
el río Caquetá. La zona peruana comprende el norte de la provincia de Loreto, alcan-
za parte de la provincia de Maynas y Ramón Castilla e involucra a las poblaciones que
están en las orillas de los ríos Putumayo, Ñapo, Amazonas y elYavari. El río Putumayo
se forma en territorio colombiano. Tiene una longitud aproximada de 1.560 km y
define la frontera entre Colombia y Perú.
10
Carlos Basombrío. "El Plan Colombia y el Perú". Ponencia presentada en el semi-
nario América Latina y el Plan Colombia; ¿estabilidad o crisis? Caracas, Centro para
la Paz y la Integración. Universidad Central de Venezuela, Grupo Académico Colom-
bia-Venezuela, mayo de 2001.
64
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
febrero de 1999, ante un auditorio conformado por altos oficiales de las fuerzas
armadas de distintos países americanos. Para descalificar la decisión de Pastrana de
iniciar un proceso de diálogo con las FARC, se preguntaba: "¿Quién es el gobierno
legítimo en Colombia: el gobierno electo o las guerrillas?". Dos días después, y en
medio de la campaña electoral para buscar una nueva reelección, el gobierno pe-
ruano alertó sobre una inminente invasión de las guerrillas colombianas y envió a
la frontera con Colombia, con gran despliegue publicitario pero sin ninguna im-
portancia militar real, 2.000 hombres para reforzar la seguridad en la zona 11 . Un
mes después, el 12 de marzo, los ministros de Defensa, del Interior y el asesor de
seguridad, Vladimiro Montesinos, visitaron la zona de frontera. Mientras, en un
especial del canal de televisión más importante de Perú el mensaje que se trasmitía
era:
Colombia está fuera de control; las guerrillas y los narcotrañcantes, flagelos
conocidos por nosotros, controlan el país y no hay garantía alguna que, mientras
Pastrana juegue irresponsablemente con la idea de un proceso de paz inviable, esto
tenga remedio; peor todavía, hay un enorme riesgo de contagio y si nos descuida-
mos podemos perder la paz que Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos nos
consiguieron 12 .
El régimen peruano trató de usar el conflicto colombiano para lanzar una
estrategia de legitimación y como una palanca más para permanecer en el poder y
realizar su campaña electoral. Como lo mostró Basombrío, Fujimori buscaba con-
seguir mayor reconocimiento de la población a los éxitos (reales y supuestos) del
gobierno y las fuerzas armadas en asuntos de seguridad interna. Acabado el pro-
blema subversivo interno y firmada la paz con Ecuador, la amenaza colombiana
ayudaba a justificar la existencia de unas fuerzas armadas numerosas, la concesión
de atribuciones excepcionales y, sobre todo, el papel de Vladimiro Montesinos.
Además, en ese momento el gobierno peruano sufría fuertes cuestionamientos
por sus políticas en los ámbitos democráticos y de derechos humanos. Era posible
asumir que ese cuestionamiento liderado por Estados Unidos pudiera aumentar si
trataba de imponer una tercera reelección presidencial contra el texto explícito de
la Constitución. Por eso Fujimori y Montesinos buscaban también, con su discurso
sobre Colombia, hacerse oír en los sectores duros de Estados Unidos, aquellos más
escépticos frente a la paz de Pastrana, y legitimarse como aliado en la lucha contra
las guerrillas colombianas. De ahí que al comienzo el mismo gobierno anunció
que había descubierto un tráfico de 50.000 fusiles Kalashinov hacia las Farc. Luego
se empezó a saber que el asunto era más siniestro, que Fujimori y Montesinos
11
Enrique Obando. "Drogas: una guerra que no se puede ganar"; Plan Colombia:
debate en Lima sobre su impacto. Debate Agrario, No. 32, febrero de 2001.
12
Carlos Basombrío. "¡Nos duele Colombia! (...y lo que menos necesita es la sober-
65
Socorro Ramírez
tuvieron que descubrir y construir una coartada apresurada para explicar un tráfi-
co en el que estaban profundamente involucrados. La maniobra fracasó y rápida-
mente fueron desmentidos por los países mencionados en la versión oficial perua-
na; Colombia, Jordania, España y, finalmente, Estados Unidos 13 .
En la relación de Estados Unidos con Perú coexistieron dos objetivos y dos
políticas en la década de 1990, señala Basombrío. Por un lado, aquella que cuestio-
nó desde el inicio la ruptura democrática, que presionó por mejoras en los dere-
chos humanos y que criticó duramente las elecciones fraudulentas en el 2000. Por
el otro, el gobierno de Estados Unidos consideró a Fujimori uno de sus mejores
aliados en la lucha contra las drogas y, a Vladimiro Montesinos como el instrumen-
to adecuado para mantener y consolidar esta alianza. La sospecha creciente que
Vladimiro Montesinos no había actuado por su cuenta sino que pudo haberlo
hecho con conocimiento de algunas agencias norteamericanas ha llevado a algu-
nos a sostener que lo que había en preparación era una invasión norteamericana a
Colombia que habría contado con la complicidad peruana. El propio Montesinos
en su conversación con el empresario televisivo Genaro Delgado Parker, cuando
hablaba sobre los supuestos planes de la invasión norteamericana en marcha 14 ,
dijo que contaba con el respaldo de la CÍA con la cual mantuvo una relación como
enlace oficial desde 1990 hasta septiembre de 2000. Aunque es un episodio con-
fuso, el tráfico de armas hacia las Farc fue la gota que rebasó la paciencia del
gobierno de Estados Unidos y que precipitó las contradicciones internas en las
fuerzas armadas peruanas 15 . De ahí que 72 horas después de la difusión del famo-
so video 16 , Fujimori anunció su renuncia y la decisión de entregar el poder en un
13
Carlos Basombrío. ¡Cómo te usan, Colombia! Idéele, No. 122, septiembre-octubre
de 2000.
14
En el v i d e o 1 4 8 7 d e l 2 1 d e abril d e 1 9 9 9 , M o n t e s i n o s sostiene: "Claro, eso fue
coordinado por los americanos". "No se puede hacer eso ¿sabes por qué no se puede hacer? Porque en
primer lugar, Jamil Mahuad no está de acuerdo. El loco de Venezuela, el Chávez, tampoco está de
acuerdo. Y el único que apoya es Menem. Pero Menem está muy lejos del escenario. Cardozo tampoco lo
quiere", r e s p o n d i ó M o n t e s i n o s . A g r e g ó . "Tomamos las previsiones para que Perú esté prepara-
do para cuando se produzca (la intervención militar estadounidense). Ahora, cuando los infantes de
marina ingresen, ¿qué van a hacer las FARC y los narcos? ¿A dónde se van? Se vienen al Perú. ¿Qué va
a hacer la guerrilla? Se va a internar en la parte peruana", a r g u m e n t ó M o n t e s i n o s . C i t a d o p o r
B a s o m b r i o . Op. cit.
15
La República, suplemento. "Conspiración contra Colombia: El Plan de la CÍA y
Vladimiro Montesinos para la invasión militar al país vecino", 25 de marzo de 2001;
retomada en Colombia por £1 Espectador.
16
Casi todas las evidencias apuntan a que el video fue filtrado por la Marina, la
institución que mantuvo algún nivel de tensión en la relación con Montesinos y que
a la vez cuenta con los mejores vínculos históricos con Estados Unidos.
66
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
17
l a Repúblico. Ref. cit.
18
Enrique Obando. Op. cit.
67
Socorro Ramírez
ción de los cultivos en Perú; más bien tiene una dudosa base legal y ha originado
conflictos con la población campesina. Segundo, los esfuerzos de desarrollo alter-
nativo han sido insuficientes, poco creativos y han estado atravesados por la co-
rrupción. Tercero, el factor que explica la reducción de los cultivos, a fines de los
años de 1990 en Perú, es la caída de los precios y la reducción temporal de la
demanda de Estados Unidos. Cuarto, paralelos a la reducción de los cultivos, se
han producido cambios importantes en la actuación, eficiencia y rutas de los narcos
peruanos, proceso que podría acentuarse por la situación colombiana. Quinto, en
Perú las fuerzas armadas —y en menor media la policía— atraviesan un complicado
proceso interno de crisis, reorganización y reducción de presupuestos, proceso
que puede ser entrabado porque el aumento de los cultivos y el tráfico de droga
puede incrementar la acción de los remanentes de las organizaciones subversivas.
Sexto, el nuevo dinamismo de la actividad cocalera y del narcotráfico puede pro-
ducir un reactivamiento relativo y de la capacidad de actuación de Sendero Lumi-
noso en determinadas zonas, como el Alto Huallaga, con efectos importantes en
las fuerzas de seguridad y hasta en el dificil esfuerzo de reconstrucción de la vida
democrática.
Lo ocurrido en el caso peruano es bien aleccionador para Colombia. Como
recuerda Basombrío, en la historia de Sendero Luminoso su momento de mayor
expansión y desarrollo, la época y circunstancia en que consiguió su mejor arma-
mento y quizá, la única ocasión en que logró construir una verdadera base social
popular de apoyo fue, entre 1986 y 1989, cuando controló la región del HuaUaga.Y
la razón principal de que esto ocurriera fue que centró su estrategia en ponerse al
lado de los campesinos cocaleros en contra de la erradicación forzosa, a la par que
cobraba cupos a los narcotrañcantes con los que formó un bloque contra las fuerzas
armadas que debían, a la vez, erradicar y enfrentar a la subversión interna. Sólo
cuando las fuerzas armadas entendieron el error y ya no se enfrentaron a los campe-
sinos cocaleros, pudieron cambiar el curso del conflicto. Las zonas en las que sobre-
viven las columnas de Sendero Luminoso son todas de producción de hoja de coca y
rutas del narcotráfico. Si bien esos grupos carecen de fuerza e intención ofensiva, en
los últimos años operaciones militares y policiales destinada a erradicarlos han ter-
minado en fracaso con pérdidas de vidas y derribamiento de helicópteros, como el
que ocurrió no bien iniciado el gobierno de Alejandro Toledo.
Tensiones binacionales
En todas las relaciones bilaterales de Colombia con sus vecinos ha venido ocu-
rriendo un proceso de paulatina "geopolitización" y "securitización" de las diver-
sas agendas binacionales a costa de un tratamiento conjunto de las cuestiones fron-
terizas y de la integración que contienen interdependencias positivas, las cuales se
han venido creando, en particular, en el marco de la Comunidad Andina. En la
68
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
69
Socorro Ramírez
70
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
19
Documenta este proceso Miguel Ángel Hernández. Venezuela y Colombia, de la
'desgolfización' al 'enguerrillamiento' en las relaciones bilaterales: 1989-1998, tra-
bajo de ascenso UCV, 2000.
20
Analizo este periodo en Socorro Ramírez. "La compleja relación colombo-venezo-
lana: una coyuntura crítica a la luz de la historia". Análisis Político, Bogotá, lepri, No.
46, mayo-agosto de 2002, pp. 116-136.
71
Socorro Ramírez
con las FARC, y emprendió una diplomacia por la paz para buscar apoyos interna-
cionales para el fortalecimiento del Estado. Mientras Pastrana cifraba sus esperan-
zas en Estados Unidos y en la búsqueda de inserción internacional para encontrar
apoyos para la paz, Chávez manifestaba una posición de inconformidad y hasta de
desafío frente a esos procesos globales y al orden unipolar impuesto por Estados
Unidos. Para buscar mayor autonomía en el curso de su "revolución bolivariana",
ha tratado de construir contrapesos acercándose a la otrora poderosa Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y estableciendo una relación especial
con Cuba y Brasil.
Desde su Uegada al poder, Chávez anunció su disposición para apoyar la bús-
queda de la paz y su neutralidad ante el conflicto, e independientemente de la estrate-
gia de su homólogo colombiano, dio declaraciones y emprendió acciones tendientes a
igualar el carácter del Estado y la guerriUa colombiana. Para eUo trató de asumir el
estatus político que le había dado el gobierno a la guerrilla como un reconocimiento a
su carácter beligerante, anunció que se comunicaría con las guerrillas con o sin el aval
del gobierno colombiano (así lo hizo en reunión de altos oficiales del ejército venezo-
lano con las Farc en la zona de despeje y en la frontera, como lo mostró un video al
respecto), mantuvo cierta ambigüedad tolerante con acciones de la guerriUa (José María
Ballestas del ELN en Caracas, denuncias sin aclarar sobre campamentos de las guerriUa
o de presencia de guerrilleros, etc.) y llegó a algunos acuerdos como los expresados en
el memorando de 1999 de compromisos mutuos, criticó el Plan Colombia, desestimó
las denuncias de contrabando de armas para la guerriUa (detención de venezolanos,
derribo de avioneta venezolana), etc.
La actitud meramente reactiva de Bogotá y la posición de Caracas llevaron a
paralizar las reuniones entre los dos gobernantes, a la suspensión de todos los meca-
nismos de vecindad: comisiones presidenciales de negociación y de asuntos fronte-
rizos, Combifrón, comités de verificación de incidentes. Así, ante el aumento de las
divergentes posiciones Bogotá reaccionaba con temor y se sumaba a la "diplomacia
del micrófono". Aunque por la presión de diversos sectores de los dos países, los
gobiernos trataron de poner en marcha los mecanismos establecidos a comienzos de
los años de 1990 para un manejo cooperativo de la vecindad. No obstante que algu-
nos de eUos intentaron reunirse, se han mantenido paralizados durante la casi totali-
dad de este periodo. El problema de los efectos del conflicto colombiano y de la
actitud del gobierno venezolano al respecto ha copado la relación entre Bogotá y
Caracas y se ha abandonado el diálogo y la negociación sobre asuntos esenciales de la
agenda bUateral y de la zona fronteriza. Además, a la agudización de las crisis de los
dos países y a la dificultad de manejo interno, se ha agregado la tensión binacional y
los primeros amagos de articulación de dimensiones de ambas problemáticas.
Intereses regionales
En general, BrasU y sus vecinos andinos han vivido mutuamente de espaldas y sólo
desde hace muy poco tiempo, uno y otro han empezado a interesarse en lo que
72
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
21
Colombia-Venezuela: 2.219 kilómetros, Colombia-Brasil: 1.645 kilómetros; Co-
lombia-Perú: 1.626 kilómetros, Colombia-Ecuador:.586 kilómetros; Colombia-Pa-
namá: 296 kilómetros.
22
"Violación de soberanía". El Tiempo, 4 de noviembre de 1998.
23
Las diferencias sobre la aproximación a la situación colombiana se pusieron de
presente con la detención de Oliveiro Medina -sacerdote cuyo verdadero nombre es
Francisco Antonio Cadena, que ha cumplido labores de coordinación de prensa en
San Vicente del Caguán-, quien desde comienzos de 1996 era conocido como el
"embajador" de las Farc en Brasil. Miembros de la comisión de asuntos políticos de
la Cámara pidieron al ministro de justicia, losé Gregori, que reconsiderara la deci-
sión de deportarlo pues traería efectos negativos en la frontera brasileña con Colom-
bia; "La samba de las Farc". Cambio, 2 de octubre de 2000, pp. 34-35.
73
Socorro Ramírez
74
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
CONCLUSIONES
Los sucesivos gobiernos de Colombia, a más de mostrar una enorme incapacidad
para controlar las fronteras por el debilitamiento del Estado, han cometido mu-
chos errores en su relación con los vecinos. No han informado sobre sus estrate-
gias ni cómo aprecian la situación fronteriza. El Plan Colombia no fue presentado
en su evaluación, y ha ocurrido un enfrentamiento indeseado con unidades del
ejercito ecuatoriano. El gobierno de Andrés Pastrana, que buscó el apoyo de Was-
hington y luego el de Europa, fundamentalmente transmitió a los vecinos la tesis
de que "la seguridad de Colombia es su seguridad". Mientras tanto algunos veci-
nos manifestaban su reacción a esa posición, que no era producto de una
concertación, y de múltiples formas trataban de manifestar su cansancio con lo
que percibían como un traspaso de responsabilidades. Esa reacción se ha
incrementado bajo el gobierno de Alvaro Uribe.
Frente a todo este tipo de interacciones con el conflicto colombiano, las
actuaciones de los gobiernos de países colindantes con Colombia han sido funda-
mentalmente reactivas y unilaterales y han estado dirigidas a denunciar los efectos
y el "contagio" de la confrontación colombiana, así como a buscar adaptaciones
pragmáticas frente a cada situación. Claro que Venezuela ha servido de anfitriona
de diálogos con la guerrilla y ha formado parte del grupo de países facilitadores, y
todos los vecinos han hecho pronunciamientos conjuntos -en el marco de eventos
multilaterales como el Grupo de Río, las cumbres sudamericanas, iberoamericanas
y de las Américas-, aunque ninguno de ellos ha tenido mayor repercusión. Ade-
más de las actuaciones individuales reactivas y defensivas, todos los países, inclui-
da Colombia, han respaldado la tesis de Estados Unidos que señala al conflicto
colombiano como "la amenaza a la seguridad regional". Aunque son situaciones
internacionales, regionales e internas diferentes y los conflictos tienen dinámicas
distintas, ha hecho falta una especie de Grupo de Contadora como el que funcionó
en Centroamérica, que ayude a la comprensión de la naturaleza del conflicto, a
atender las interacciones que desarrolla con la situación crítica de los vecinos, a
diferenciar la dinámica interna de la estrategia antidrogas regional y global de
Estados Unidos, y a un acercamiento entre países colindantes con Colombia para
articular un manejo conjunto de las áreas fronterizas comunes.
En suma, por un lado, el gobierno colombiano -por su debilidad y sus
opciones— no ha generado posibilidades de control conjunto de los efectos del
conflicto sobre los vecinos ni ha cotejado suficiente información al respecto. Por
otro lado, los gobiernos de la región -aunque han hecho pronunciamientos a
75
Socorro Ramírez
favor de la paz y uno ha facilitado los diálogos-, lejos de buscar una respuesta
conjunta ante el conflicto colombiano, se han limitado a preservarse de sus impac-
tos y a denunciar sus efectos extrarregionalmente. Se percibe un colombiacentrismo
en la apreciación de la crisis regional por parte de vecinos, organismos multilaterales
y hasta en medios académicos. Si bien el conflicto colombiano afecta negativa-
mente a los vecinos, no se suele tener en consideración que la crisis de los países
andinos permite la incursión de los grupos armados en territorios vecinos y su
uso como santuario o corredor para el tráfico de armas ni que la corrupción exis-
tente del otro lado de la frontera posibilita el que importantes sectores de los
países vecinos, algunas veces ligados al Estado, alimenten el conflicto y lo aprove-
chen para sus propósitos políticos o su provecho personal. Los mecanismos
binacionales e internacionales no han ayudado a la actuación conjunta de los paí-
ses implicados. Algunos se han paralizados mientras aumentan la conflictívidad, y
cuando justamente se requiere de su actuación. Otros realizan reuniones tan
esporádicamente que no pueden actuar sobre el día a día de una problemática que
se agudiza. Además, no avanzan los mecanismos contemplados en la comunidad
Andina sobre la integración fronteriza.
Esperar una actitud distinta de los gobernantes o de los nacionales de los
países vecinos de Colombia es muy poco probable, ya que también eUos están
enfrentados a problemas que tienden a romper cualquier solidaridad, como la
inestabilidad económica, la incertidumbre política y la turbulencia social. De ahí la
fragmentación de sus sociedades y la debilidad de sus estados y gobiernos y la
reducción drástica de sus ya estrechos márgenes de acción externa, pero también
el que los problemas de uno cualquiera de los países puedan encontrar resonancias
inesperadas en los vecinos. Estas crisis nacionales y de la integración tienen que ver
con los costos de la difícil y precaria inserción internacional. Cada país trata de
trasladarle algunos de sus costos a sus más cercanos vecinos. Más que interesarse
por ayudar a sus socios u oponerse a situaciones que los pueden afectar, las dificul-
tades de los otros son percibidas como oportunidad para aprovechar la vulnerabi-
lidad del competidor.
Entre los países andinos tampoco existen aún interdependencias recíprocas
suficientemente fuertes que, aunque no suelen generar necesariamente coinciden-
cias, si pueden presionar hacia la búsqueda conjunta de soluciones. La globalización
no ha generado complementariedades sino una mayor competencia, incluso entre
países que, como los andinos, Uevan más de treinta años de integración. Además, en
asuntos compartidos -como el de la droga— cada uno está implicado de manera
diferente y tíene intereses o perspectivas distintas; en temas económicos o de segu-
ridad, no suele haber lealtades. Más bien cada uno trata de aprovechar la relación
bilateral con Estados Unidos, aun a sabiendas de lo contraproducente frente al fenó-
meno de la droga y de que pueda generarle efectos al vecino.
Los esfuerzos de integración andina tampoco han generado lazos sociales,
culturales o políticos capaces de proyectar una acción conjunta a mediano y largo
76
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
RECOMENDACIONES
1. Colombia y sus vecinos necesitan valorar sus convergencias más funda-
mentales (respeto a valores democráticos, fortalecimiento del estado de
derecho, protección de los derechos humanos) como punto de partida
para actuar ante el conflicto colombiano. Esto exige que el gobierno de
Colombia reconozca que, por su debilidad y ausencia de muchas áreas de
frontera y por la dinámica del conflicto, los vecinos enfrentan muchas de
las consecuencias nefastas de la confrontación nacional, que sea transpa-
rente en informar a sus vecinos de sus políticas de defensa y seguridad, y
que trate de llegar a acuerdos para asumir estos asuntos de manera conjun-
ta. Exige, igualmente, un cambio de mirada de los vecinos; ante todo, que
reconozcan que la problemática regional no se deriva sólo del conflicto
colombiano sino que por las situaciones internas complejas que cada país
atraviesa, y por su propia debilidad en las zonas fronterizas, ha aumentado
la presencia de redes ilegales transnacionales a las que se articulan muchos
nacionales de cada país, y que aunque interactúan con el conflicto colom-
biano no pueden ser controladas por un solo país. Luego, que admitan que
por estar involucrados todos en la estrategia norteamericana frente al pro-
blema de la droga, su dimensión regional o global es imposible manejarla
nacionalmente. Finalmente, que acepten que cualquier transacción prag-
77
Socorro Ramírez
78
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
BIBLIOGRAFÍA
Andrade, Pablo (Coord.) "Diagnóstico de la frontera Ecuador—Colombia". Quito:
Centro Andino de Estudios Internacionales de la Universidad Andina Simón
Bolívar, marzo de 2002.
Área, Leandro. ¿Cómo negociar con los vecinos? La experiencia colombo-venezolana. Caracas: Ins-
tituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, Ministerio de Relaciones
Exteriores, 2000.
Basombrío, Carlos. "El Plan Colombia y el Perú". Ponencia presentada en el semi-
nario América Latina y el Plan Colombia: ¿estabilidad o crisis? Caracas:
Centro para la Paz y la Integración, Universidad Central de Venezuela, Gru-
po Académico Colombia-Venezuela, mayo de 2001.
. ¡Cómo te usan, Colombia! Idéele, No. 122, septiembre-octubre de 2000.
, "¡Nos duele Colombia! (...y lo que menos necesita es la soberbia
fujimorista)". Idéele, No. 115, febrero de 1999.
BoniUa, Adrián. "Vulnerabilidad internacional y fragilidad domestica; la crisis andina
en perspectiva regional". Flacso, Ecuador, 2001.
Comisiones binacionales de vecindad. 4 tomos. Bogotá: Ministerio de Relaciones Exterio-
res, junio de 1994.
"Colombia y sus fronteras: políticas de frontera, caracterización regional
socioeconómica comparada por países y departamentos fronterizos". Di-
rección de desarrollo territorial del DNP, 2001.
Embajada de Estados Unidos en Colombia. «Los Andes en peligro. Consecuencias
ambientales del narcotráfico», 19 de marzo de 2001.
Garay, Luis Jorge. "Una aproximación crítica sobre la problemática de la
gobernabilidad en los países andinos". Bogotá, septiembre de 2001.
Granados, Carlos. "Las fronteras de Colombia y Centroamérica". En Fronteras, inte-
gración y soberanía. Bogotá: ESAP, 2000.
Grupo Consultivo Regional Andino. Plan andino de cooperación transfronteriza. Un estudio
integral de los pasos de frontera interandinos. Departamento de integración del BID,
mayo de 2001.
Hernández, Miguel Ángel. Venezuela y Colombia, de la 'desgolíización' al
'enguerrillamiento' en las relaciones bilaterales: 1989-1998. Trabajo de
ascenso, UCV, 2000.
"Lineamientos para el desarrollo de una política de integración y desarrollo fron-
terizo". Documento Conpes 3155. Bogotá: DNP, Ministerio de Relaciones
Exteriores, 20 de diciembre de 2001.
Maldonado, Adolfo; Buitrón, Ricardo; Granda, Patricia y Gallardo Lucía, "La fumi-
gación en ia frontera ecuatoriana", en lié. Anuario de ecología, cultura y
79
Socorro Ramírez
So
El conflicto colombiano y su interacción con las crisis de los vecinos
81
VENEZUELA ANTE EL CONFLICTO COLOMBIANO1
E l s a C a r d o z o d e d a Silva*
INTRODUCCIÓN
Este texto analiza la política venezolana hacia el conflicto colombiano desde tres
ángulos: los cambios en el papel de Venezuela ante el conflicto desde 1980; las
implicaciones del trato gubernamental venezolano reciente a la situación colom-
biana para la política doméstica, para el conjunto de las relaciones con Colombia y
para el conflicto mismo; y, finalmente, la necesidad y posibilidad de dar un giro en
el tratamiento del conflicto que contribuya a la búsqueda de una salida negociada
entre los colombianos.
Desde 1999 una larga y cada vez más densa acumulación de indicios, noti-
cias, denuncias e informes ha llevado a calificar la actitud del gobierno venezolano
hacia el conflicto colombiano desde ambigua hasta comprometida políticamente
con la guerrilla. A pesar de los argumentos gubernamentales en cuanto a que la
relación política "heterodoxa" hacia los irregulares tiene antecedentes en el trata-
miento que las políticas de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera dispensaron a la
guerrilla entre 1991 y 1998, sí hay un fuerte contraste entre el discurso y las
posiciones del gobierno venezolano actual y los que lo precedieron.
En la perspectiva histórica, encontramos que la dinámica de los conflictos
internos ha sido un factor de particular importancia en el desarrollo de las relacio-
nes entre Venezuela y Colombia, tanto en el registro local-fronterizo como en el
nacional-central. Desde la óptica de la seguridad y defensa, como bien recuerda
Javier Torres Velasco (1999: 209-210), ha habido una continuidad histórica im-
presionante en los fenómenos que -como insurrecciones políticas y movimientos
de rebeldes, proyectos autonomistas, colonización de la frontera, desplazamientos
de poblaciones, movimiento de refugiados- han tenido un impacto nunca sufi-
cientemente estudiado en las relaciones entre los dos países. Si a esto añadimos la
83
Elsa Cardozo de da Silva
84
Venezuela ante el conflicto colombiano
85
Elsa Cardozo de da Silva
86
Venezuela ante el conflicto colombiano
dos bilateralmente (Sainz, 2000: 64-65). En ese año "el número de venezolanos
asesinados alcanzó la cifra de 22. La muerte de nueve Guardias Nacionales, un
capitán y 8 guardias en una emboscada en la sierra de Perijá, es la primera masacre
de soldados venezolanos" (Sainz, 2000: 64). En octubre de ese año se creó el
Comando Específico José Antonio Páez (CEJAP) con la misión de responder, entre
otros problemas, al recrudecimiento de la presión de los irregulares en la frontera.
A lo largo de la década de 1980 se va haciendo evidente no sólo la sensibili-
dad, sino la vulnerabilidad de Venezuela ante los eventos que ocurren en Colombia y,
muy particularmente, a las "interdependencias negativas".Temas como narcotráfico,
migraciones, contrabando, secuestros, robo de vehículos, abigeato y la cada vez más
intensa violencia guerrillera en la frontera forman parte de ese registro.
Aspectos positivos como la creciente significación del comercio bilateral y
de la coordinación regional quedan, sin embargo, opacados por hechos que trastocan
las prioridades en la relación bilateral: el fracaso de la hipótesis Turbay-Herrera de
delimitación de áreas marinas y submarinas en 1981, y la crisis de la corbeta Caldas
en agosto de 1987. En una agenda en la que prevalecerán hasta 1989 los asuntos
que producen mayores tensiones -la delimitación y la inseguridad fronteriza
(Cardozo 1992)— va en aumento desde Venezuela el rechazo a la guerrilla y se
manifiesta una y otra vez la exigencia al gobierno de Colombia para que dedique
más esfuerzos y recursos al cuidado de las zonas fronterizas. La opinión pública
atenta y los medios de comunicación fuertemente marcados por el incidente de la
corbeta Caldas tuvieron desde entonces un peso creciente sobre las definiciones y
propuestas gubernamentales frente a Colombia, reclamando al gobierno actitudes
firmes en todos los ámbitos de la relación.
Ante el incremento de los incidentes fronterizos, ese clima doméstico presio-
nará a los gobiernos venezolanos para que rechacen a la guerrilla y presenten exi-
gencias a Colombia. Los dos presidentes -Herrera y Lusinchi- fueron más bien dis-
cretos y —con la salvedad del manejo de la consulta sobre la hipótesis de CarabaUeda
(Rey, 1989)- públicamente muy cuidadosos en el tratamiento de los problemas de
las relaciones con Colombia, aun antes de las dos crisis que debieron atender en
1981 y 1987. Esto no sólo obedecía al estilo de presidentes, ciertamente no muy
volcados a la actuación internacional, sino también a unas pautas no escritas de
consulta, discreción y no debate público de temas prioritarios de la política exterior
que desde 1959 y hasta mediados de los años de 1990 estuvieron presentes en la
formación y ejecución de esta política pública (Josko de Guerón, 1978; Rey 1983).
En la medida que se fue haciendo más significativo el flujo del comercio
entre los dos países, éste se convirtió en un recordatorio de las posibilidades de la
interdependencia. Así, a pesar de que aumentó la presión del conflicto sobre la
frontera común, esa nueva interdependencia favoreció un cambio de actitud por
parte de los gobiernos venezolanos. En lo que respecta al conjunto de la relación,
esto se reflejó en un cambio de enfoque y en la promoción de una agenda que
at^rirlipra int^nralmente el temario binacional
87
Elsa Cardozo de da Silva
2
Convergencia, la coalición que apoyó al socialcristiano Caldera una vez que éste se
separó del partido fundado por él (COPEI), convocó a disidentes copeyanos, al Mo-
vimiento al Socialismo y a partidos y líderes de la izquierda.
3
Emilio Figueredo-Planchart, testigo internacional y facilitador en esta negociación,
en entrevista realizada el 15 de julio de 2002, aportó valiosas observaciones sobre la
modalidad de los diálogos en Caracas y sobre el papel del gobierno de Venezuela.
4
Debo buena parte del análisis de la percepción del contexto en aquel momento a la
agudeza de Zuleima Aranguren, quien actuó como asesora del Ministerio de la Se-
cretaría de la Presidencia, y de Jaime Requena, quien como director del instituto que
sirvió de sede a los diálogos -Instituto Internacional de Estudios Avanzados, IIDEA-
tuvo estrecho contacto con el proceso de Caracas.
88
Venezuela ante el conflicto colombiano
89
Elsa Cardozo de da Silva
5
El gobierno de Pérez respondió al clamor de eliminar el Comando Estratégico José
Antonio Páez (CEJAP), muy cuestionado tras la masacre de El Amparo en 1987: un
presunto ataque de guerrilleros - q u e resultaron ser pescadores y campesinos del
lugar- al que lo militares basados en un puesto de comando fronterizo respondie-
ron con armas de fuego. El caso fue llevado a la CIDH y el gobierno venezolano fue
sancionado.
6
Disturbios y saqueos del 27 y el 28 de febrero de 1989 desatados por el aumento
de pasajes del transporte público, vinculado al aumento de la gasolina, que afectaron
de manera especial, mas no exclusivamente, a la ciudad de Caracas.
7
Una de las razones aludidas por los golpistas del 4 de febrero de 1992 sobre su
inconformidad con el gobierno de Pérez era el trato que el presidente daba a la cues-
tión de la delimitación con Colombia. Así queda evidenciado en el documento "La
posición de Carlos Andrés Pérez le hace reo de traición a la patria", que el 28 de marzo
de 1992 hicieron público los líderes del fallido golpe del 4 de febrero del mismo año
como miembros del Movimiento Bolivariano Revolucionario, detenidos en el Cuartel
San Carlos. Ese documento exigía la paralización de todas las negociaciones con Co-
lombia en torno a temas relativos a "los más altos y sagrados intereses de la nación": el
golfo de Venezuela y la integración fronteriza (Garrido, 2000: 77-84)
8
Las entrevistas a Jaime Requena (4 de julio de 2002) y Zuleima Aranguren (15 de
julio de 2002) fueron de extraordinaria utilidad para lograr una visión del conjunto
y de lo fundamental del proceso y de la presencia y movimientos de los guerrilleros
90
Venezuela ante el conflicto colombiano
91
Elsa Cardozo de da Silva
11
Trabajos presentados en un seminario organizado en Caracas por la Fundación
Pensamiento y Acción, la Fundación Rómulo Betancourt y el IESA recogieron en
1998 un completo balance de la relación bilateral. El ministro de Fronteras, Pompeyo
Márquez, presentó allí las dos caras de la frontera -conflicto y desarrollo- y descri-
bía lo primero destacando "en este momento en la frontera con Colombia tenemos
una acción casi permanente de los grupos guerrilleros, del narcotráfico y de la de-
lincuencia común, que se expresa en el abigeato, el robo de vehículos, el robo de
avionetas en acciones que cuestan la vida de soldados y civiles venezolanos, en daño
de bienes, en daños al ambiente, como ha sucedido con estas voladuras de oleoduc-
tos que van a caer en la cuenca del Catatumbo, surtidora de 60% del agua dulce del
lago de Maracaibo". Insistía Márquez en que estos problemas de seguridad conspira-
ban contra las políticas de desarrollo y, por tanto, requerían atención inmediata y
prioritaria. (FPA, FR y IESA, 1998: 205-206). Por su parte, el embajador de Colom-
bia en Caracas -Mario Suárez Meló- recogía allí un amplio inventario del conjunto
de temas de la agenda común, señalando en registros comparativos "lo que nos une"
y "lo que nos separa". En ese inventario se anotaba la disminución de incidentes —en
número y gravedad-entre 1996 y 1997 (FPA, FR y IESA, 1998:41-71),
92
Venezuela ante el conflicto colombiano
.. .debe ser contra un enemigo de ambos países -Colombia y Venezuela— que actúa
por sorpresa, es mimético, pues apenas realizada su agresión torna a confundirse
con la población común, y escapando al control de la autoridad nacional a la cual
permanentemente combate, es hoy el brazo armado del narcotráfico, el cual lo
provee de armas sofisticadas y otros recursos para provocar en la frontera a los
Estados que la comparten (Burelli, 1996: XLVI),
12
Así lo expresó en su discurso de instalación de la XI Reunión de las Comisiones
Fronterizas Presidenciales Colombo-Venezolanas, en Mérida, el 30 de marzo de 1995
(Burelli, 1997: 104).
13
El ex ministro trató este tema en entrevista sostenida con él, el 4 de julio de 2002,
anortó ideas muy importantes sobre el conjunto de las relaciones con Colombia y el
93
Elsa Cardozo de da Silva
peso del conflicto interno. También se refirió expresamente a este tema en la entre-
vista publicada en El Nacional digital el 18 de marzo de 1999 "Pompeyo Márquez:
Estoy dispuesto a mediar ante la guerrilla colombiana" ( h t t p : / / w w w . e l -
nacional.com/l&f/archive/leftx.asp).
14
"Pompeyo Márquez: Estoy dispuesto a mediar ante la guerrilla colombiana". El
Nacional digital. 18 de marzo de 1999 (http://www.el-nacional.com/l&f/archive/
leftx.asp).
94
Venezuela ante el conflicto colombiano
15
El artículo 152 de la Constitución de 1999 establece que "las relaciones interna-
cionales de la República responden a los fines del Estado en función del ejercicio de
la soberanía y de los intereses del pueblo; ellas se rigen por los principios de inde-
pendencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención en sus
asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación,
respeto de los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su
emancipación y el bienestar de la humanidad. La República mantendrá la más firme
y decidida defensa de estos principios y de la práctica democrática en todos los
organismos e instituciones internacionales".
16
El artículo que recogió estas declaraciones "Toques heterodoxos" (El Universal digital,
02-02-2002, http://buscador.eluniversal.com/eudcontent/viewArtide.do;jsessionid
=buscador.eluniversal.com-lea4%3A3d49bbc3%3A877f9a5 fee0aale?articleld=
392388), incluía también las aclaratorias de renresentantes de las Farc: "La guerrilla
95
Elsa Cardozo de da Silva
de las Farc negó ayer en Porto Alegre (Brasil) que tenga vínculos políticos con el
Gobierno de Venezuela. 'Hay una simpatía entre los pueblos venezolano y colombia-
no', aclaró a Efe el miembro de la comisión internacional de las Farc, pulián Romero,
en una conferencia de prensa al margen del Foro Social Mundial. Romero atribuyó a
una campaña de descrédito el contenido de un video divulgado en Caracas que
sugiere nexos estrechos de autoridades de Venezuela con la guerrilla. El portavoz
insurgente afirmó que grupos de poder de ambos países han promovido tales de-
nuncias con la complicidad de grandes medios de comunicación".
17
"Venezuela mantiene 'relación política' con la guerrilla: Rangel". El Espectador digital.
04-05-2002. http://www.elespectador.com/paz/nota2.htm
18
Hernando Gómez Buendía, "El impasse con Venezuela", en Semana.com. 01-12-
2001 (http://www.semana.com/archivo/articulosViewjsp?id= 15914).
96
Venezuela ante el conflicto colombiano
conflicto que para dar el beneficio de la duda a la guerrilla o simpatizar con sus
propósitos antioligárquicos 19 .
Aunque formalmente se mantuvo el interés por continuar trabajando la agen-
da común y se expresó una y otra vez el apoyo al proceso de paz, hubo desde los
primeros meses del gobierno declaraciones y actuaciones que mostraron un giro
en el tratamiento del conflicto en Colombia: la propuesta de definir una posición
neutral ante el conflicto reconociendo beligerancia a la guerrilla y de contactarla
directamente aun sin consulta o conocimiento del gobierno colombiano, se resu-
mieron en la expresión del entonces canciller, José Vicente Rangel, según la cual
"las relaciones se tienen con quien tiene el poder" (Blanco, 1999). A esto se aña-
dieron, entre el primero y segundo año de gobierno, situaciones como la partici-
pación de militares venezolanos en tratos con la guerrilla para la liberación de
secuestrados y la escalada de críticas contra el Plan Colombia. Estas incluyeron
fuertes cuestionamientos del propio presidente venezolano a la oligarquía colom-
biana. Declaraciones y actuaciones fueron desmentidas y repetidas en una dinámi-
ca que aunque muy cautamente ha sido caracterizada por muchos analistas como
"ambigua", reflejó un viraje inocultable en las relaciones con Colombia, con el
proceso de paz y con la guerrilla.
Con Colombia las relaciones estuvieron fuertemente marcadas por las con-
cepciones y prioridades geopolíticas del nuevo gobierno venezolano. En primer
lugar, el impulso de un orden mundial pluripolar/multipolar se tradujo en un
intenso activismo presidencial para dar nuevo impulso a la OPEP y para buscar una
relación especial con Cuba y con Brasil, países que de diferentes formas significa-
ban la construcción de contrapesos a la presencia estadounidense. Así, la fuerte
oposición que desde 1999 hasta marzo de 2001 se manifestó contra el Plan Co-
lombia y que arremetió contra la militarización del conflicto y los riesgos ecológicos
de las fumigaciones, tenía como trasfondo el rechazo al fortalecimiento de la in-
fluencia de Estados Unidos. En segundo lugar, la promoción de un modelo de
democracia no liberal, participativa antes que representativa —acompañada por
una explícita y contundente reafirmación del principio de no intervención—, sig-
nificó una diferenciación con otros países del hemisferio respecto a los compro-
misos para la preservación de la democracia suscritos en la CAN (2000), la Cum-
bre de las Américas (2001) y la OEA (2001).Tercero, y no menos importante, la
propuesta de nuevas fórmulas de integración regional que privilegiasen lo políti-
co/defensivo por encima de la liberación del comercio —así como las duras y
recurrentes críticas que desde la presidencia de la CAN hizo el propio Hugo Chávez
19
En cuanto a lo dicho, hay una colección de declaraciones en las que no obstante
las contradicciones, el propio Presidente planteó desde el primer momento -el 22
de febrero de 1999: "Estoy dispuesto a ir a hablar con quien sea y donde sea para
tratar de aportar mi granito de arena que será a nombre del pueblo venezolano"
97
Elsa Cardozo de da Silva
20
La decisión del gobierno venezolano de revisar el régimen de transporte y de
imponer el trasbordo fronterizo; varios casos acumulados de aplicación de salva-
guardias; duras críticas al Plan Colombia desde Venezuela, señalando los riesgos de la
vietnamización de ese país; las expresiones de Chávez contra la oligarquía colombia-
na; la invitación en noviembre de 2000 a una representación de la guerrilla de las
Farc para participar en una sesión organizada por la sección venezolana del Parla-
mento Latinoamericano para discutir el Plan Colombia; ya en enero de 2001, la
retención del guerrillero colombiano José María Ballestas, indiciado por el secuestro
de una aeronave, abortando un operativo policial conjunto que permitiría trasladar-
lo a Colombia.
21
En efecto las Comisiones más visibles Comisión Negociadora de los cinco grandes
temas (CONEG) , la Comisión para la Integración y Asuntos Fronterizos (COPIAF) y
la Comisión Militar Binacional de Fronteras (Combifrón) después de varios anun-
cios, fueron reinstaladas durante el año 2001 pero con poco compromiso. Por su
parte, la cooperación militar se vio institucionalmente muy debilitada: esa coopera-
ción, que se comenzó a institucionalizar en 1989, dio lugar durante el gobierno de
Rafael Caldera (1994-1999) a la Combifrón y el Plan Operativo Vigente (POV),
creado para permitir la actuación conjunta de las fuerzas de seguridad contra la
delincuencia, el narcotráfico y la guerrilla. Esos acuerdos dejaron de cumplirse des-
de la llegada del presidente Chávez al poder. Es más, el 30 de abril de 2001, el propio
Chávez, uniformado, declaraba en Caracas en una reunión de la Combifrón, con
asistencia de militares y ministros de la Defensa de los dos países, que la guerrilla no
era enemiga de Venezuela. Luego, su entonces ministro de Interior y Justicia rectifi-
caría esa expresión ante los ganaderos en los siguientes términos. "Los que han
asesinado a venezolanos no pueden ser amigos nuestros (...) Mientras prometen
que cesarán sus agresiones contra los productores, continúan el cobro de vacuna, la
98
Venezuela ante el conflicto colombiano
99
Elsa Cardozo de da Silva
22
"En la práctica, nosotros somos otro Gobierno dentro del Gobierno. Por eso esta-
mos buscando el reconocimiento como fuerza beligerante", declarabaTirofijo a la
revista Semana. Citado en "Pastrana ofrece colaborar con Venezuela en el proceso cons-
tituyente", El Nacional. Caracas; 19-01-02.
23
"Chávez ofrece asilo a guerrilleros colombianos", El Nacional. Caracas: 23-02-02.
Otras declaraciones de sus primeros meses de gobierno revelan una ostensible am-
bigüedad. "Eso tiene que acabar y con acciones militares. Es un problema político y
social profundo", dicho en Caracas el 9 de febrero de 1999. "¡Ya basta! Son 50 años
de guerra; queremos paz... (los guerrilleros) no son nuestro problema, pero si ellos
incursionan en territorio venezolano, actuaremos y los rechazaremos". Dicho en
Caracas el 11 de marzo de 1999 (Márquez y Soto, 1999).
24
"Pastrana y Chávez se reunirán el sábado en la frontera". El Nacional: Caracas: 27-
02-1999.
25
Las conversaciones sostenidas el 9 y 10 y, luego, el 14 y 15 de febrero fracasaron
luego de que el ELN pusiera como condición la desmilitarización de territorios al
norte de Colombia. En cuanto a la dinámica posterior, un reportaje de Adriana Cor-
tés (1999) señalaba lo siguiente: "Las conversaciones entre la organización guerri-
llera Ejército de Liberación Nacional y diferentes fuerzas políticas de Colombia se
mantendrán en territorio venezolano, en la medida en que el gobierno de Hugo
Chávez Frías mantenga su apoyo a la iniciativa, expresó el segundo comandante de
100
Venezuela ante el conflicto colombiano
miembro del Grupo de Países Amigos del proceso de paz constituido el 8 de mar-
zo de 2001, junto con Suecia, Noruega, España, Francia, Cuba, México y Canadá.
Italia y Suiza se incorporaron días más tarde. Este grupo —más cercano a la facUitación
que a la mediación- se reuniría cada dos meses con los negociadores en la zona de
distensión. Sólo se le hizo parte más activa como facilitador en las negociaciones
cuando se intentó, en vano, cumplir con el cronograma acordado en enero de
2002 para salvar el proceso de paz.
Lo cierto es que los diálogos del ELN y el gobierno colombiano en territo-
rio venezolano, en febrero de 1999, difirieron en cuestiones fundamentales - y no
sólo formales— de los facilitados por el gobierno de Pérez en 1991-1992. Y esas
mismas diferencias se mantuvieron en adelante en la aproximación al conflicto
interno, respecto a las Farc como respecto al ELN. Los rasgos del trato dado a la
situación colombiana por gobierno de Pérez fueron los siguientes: en primer lu-
gar, los contactos con la guerrilla eran entonces conocidos y aprobados por el
gobierno de Colombia; en segundo lugar, esos contactos sólo tenían como propó-
sito apoyar el proceso de paz, aunque se logró un acuerdo temporal de no agresión
en la frontera en beneficio de las conversaciones en Caracas; y, en tercer lugar, el
desarrollo de las relaciones bilaterales era atendido simultáneamente a través de un
esfuerzo sin precedentes para institucionalizar la identificación y el tratamiento de
la agenda común. Ninguna de esas tres condiciones ha estado presente en el trata-
miento del conflicto colombiano y de la guerrilla dado por el gobierno del presi-
dente Chávez.
esta agrupación armada, Antonio García. Desde Maracaibo, García expresó que los
encuentros efectuados en Maracaibo con dos ex candidatos presidenciales colom-
bianos, Noemí Sanín y Horacio Serpa, eran un esfuerzo para incorporar a otras per-
sonalidades a la propuesta de Convención Nacional que entonces formulaba el ELN
con miras al establecimiento de un diálogo de paz. García expresaba que estaba a la
espera de conversar en tierra zuliana con senadores colombianos y otras personali-
dades de su país, quienes vendrían aVenezuela "en la medida que el gobierno vene-
zolano continúe apoyándonos con este escenario favorable", añadiendo que "aquí
en Venezuela estamos creando las condiciones para que se hagan viables las iniciati-
vas de la Convención Nacional y un posible diálogo con el gobierno. Hemos encon-
trado el apoyo y las facilidades del gobierno venezolano para darle continuidad a
este tipo de iniciativas, cosa que agradecemos". Igualmente importantes son los
testimonios del Presidente y el entonces gobernador del Zulia recogidos en el repor-
taje: "Tanto el primer mandatario como el gobernador del Zulia, Francisco Arias
Cárdenas, han aclarado reiteradamente que la actitud de apertura del gobierno na-
cional exige, a cambio, que se paralicen las actividades de secuestro, cobro de vacu-
nas y similares en territorio venezolano". Añadía el trabajo que "García elogió la
actitud asumida por Chávez, ante la posibilidad de ofrecer refugio en Venezuela a
guerrilleros que requieran acudir ai derecno intemacional humanitario .
101
Elsa Cardozo de da Silva
26
En efecto, incidentes provocados por la guerrilla - e l secuestro de dos aeronaves y
hostigamiento a una patrulla militar- fueron asumidos por el Presidente con la tesis
de que la posición estratégica es firme. No se va a cambiar una estrategia por hechos
tácticos. Unos disparos en la frontera, un avión secuestrado y felizmente devuelto,
son hechos tácticos, coyunturales, que habrá que investigar. Cada uno tiene su pro-
pio perfil y su hipótesis" ("Chávez alerta a EE UU.: Colombia puede convertirse en
un vietnamcito". El Nacional. Caracas: 10-08-1999.)
27
"Gobierno reajustará Plan Nacional de Seguridad". El Nacional. Caracas: 16-08-1999.
28
Se refería Chávez a "Quiero ratificar que nosotros respetamos la autodetermina-
ción de los pueblos, el problema de la guerrilla colombiana es un problema de
Colombia; y como lo sabe el gobierno de ese país, lo sabe toda Venezuela, yo recibí
una invitación hace varios meses para conversar con los jefes de las Farc; le informé
al presidente Pastrana sobre esa invitación, manifestándole mi opinión que este es
un gobierno del diálogo, abierto a la conversación con todos los sectores, nacionales
e internacionales, en este caso con los colombianos. Le comuniqué mi respeto por el
proceso interno de Colombia y que mi contacto en territorio colombiano, en la
zona de distensión con la guerrilla, dependía de que los dos sectores enfrentados se
pusieran de acuerdo y ambos lo aceptaran". ("Chávez: Editorial de The New York Times
es una gigantesca mentira". El Nacional. Caracas: 23-08-1999).
102
Venezuela ante el conflicto colombiano
29
El "tratamiento político" al tema de los secuestros era resumido por Rangel en
estos términos: "Las garantías que Venezuela está obteniendo actualmente de la gue-
rrilla colombiana están en función a casos puntuales que se han resuelto satisfacto-
riamente y reiteró que si se demostrara que este secuestro sí fue realizado por las
Farc, y no por hampones venezolanos como argumentan los rebeldes, entonces 'ten-
dríamos que revisar la política' que se ha aplicado para estas situaciones". Allí añadía
el canciller que el propósito de esa política era "resguardar la seguridad de nuestras
fronteras y de nuestro territorio. No aceptamos ninguna medida tendente a secues-
trar venezolanos, a cobro de peajes y de vacunas, ni nada por el estilo" (Blanco,
1999).
30
"Bogotá espera que Chávez respete parámetros fijados para hablar con la guerri-
lla". El Nacional, 12-02-1999.
31
El comunicado del 22 de febrero de 2002 señaló: "El Gobiemo de la República
Bolivariana de Venezuela, ante la determinación del Gobierno de la República de Co-
lombia de no continuar con el proceso de paz y poner fin a la zona de distensión, desea
expresar su respaldo al Gobierno del presidente Pastrana por esta decisión, que puso
término a sus reconocidos esfuerzos para alcanzar la tan ansiada paz en Colombia.
El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela se solidariza con el Gobierno,
las instituciones democráticas y el pueblo de Colombia, que aspiran a una paz nego-
ciada y duradera, en libertad, en democracia y con justicia social.
El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela renueva su firme condena al
terrorismo en sus múltiples expresiones y, como miembro de la Comisión Facilitadora
Internacional, deplora que no se hubiesen obtenido resultados positivos del gran
esfuerzo nacional e internacional en la búsqueda de una salida política negociada al
103
Elsa Cardozo de da Silva
En cuanto a las relaciones con la guerrilla, son éstas un tema muy difícil
de documentar, pero también el más importante para establecer el contraste de
las relaciones con el proceso de paz respecto a gobiernos anteriores. Y hay indi-
cios en abundancia para interpretar que desde comienzos mismos de la gestión
del presidente Chávez, la tesis de la "mano izquierda" significó algo muy dife-
rente al sentido que Pompeyo Márquez le atribuía en otro momento. Ahora abría
grietas en el proceso de paz, a la vez que exponía aVenezuela a nuevos peligros
como el de la movilización de guerrilleros a territorio venezolano en medio de
un conflicto en intensificación. En 1999 hubo públicas alusiones al interés y la
intención del presidente venezolano de lograr contactos con la guerrilla de las
Farc, aun sin el conocimiento ni el consentimiento del gobierno colombiano.
Tres años más tarde un video dado a conocer en Caracas se sumaría a evidencias
publicadas en diferentes momentos en la prensa colombiana y venezolana 32 .
Una constante razón de roces, aun después del encuentro en Ciudad Guayana en
marzo de 2001, fue el que los dos presidentes revisaran los temas más álgidos de
la relación —en ese momento el Plan Colombia y el trato directo con la guerrilla-
para bajar la tensión en las relaciones bilaterales. Importante es recordar que
poco más de un mes después, el presidente Chávez declaraba ante la Combifrón
104
Venezuela ante el conflicto colombiano
Los hechos ocurrieron en territorio colombiano y no hay ningún indicio que esas
unidades de guerrilla operen desde territorio venezolano. Puedo decir en forma
categórica y terminante que ese comunicado no tiene ninguna base cierta. Además
conviene señalar que el gobierno colombiano debe resguardar su frontera porque
no puede quedar a cargo únicamente del gobierno venezolano, como ha ocurrido
hasta ahora33.
33
La Cancillería envió una nota en la que se señalaba: "Sorprende el malicioso hecho
de difundir a través de ese comunicado la afirmación de que el territorio venezolano
sirve de refugio o de base de operaciones a la guerrilla colombiana, particularmente
en los recientes sucesos en el norte de Santander (...) Venezuela ha venido solicitan-
do a Colombia el reforzamiento de la frontera común, por cuanto ello evitaría el
desbordamiento hacia nuestro territorio de los factores de la violencia allí instala-
dos, fuese guerrilla, narcotráfico o paramilitares, sin que esa solicitud haya sido
suficientemente satisfecha, lo cual condujo a la constitución de los teatros de opera-
ciones en la frontera venezolana (...) Venezuela se ha visto compelida, durante años,
a defenderse de la amenaza que en contra de su orden y tranquilidad interna se
deriva de la ausencia de suficientes y efectivas políticas de seguridad por parte del
Estado colombiano, en una de las áreas de interacción y fluidez más dinámicas del
105
Elsa Cardozo de da Silva
1997) pero el gobierno venezolano no estuvo de acuerdo por considerar que era
un problema de responsabilidad de Colombia.
Una lógica similar se ha reproducido en una larguísima lista de denuncias e
informes sobre movilidad de la guerrilla en Venezuela, existencia de campos de
entrenamiento, tráfico de armas y encuentros de funcionarios gubernamentales
con insurgentes sin conocimiento del gobierno de Colombia, incluso en territorio
colombiano. Las denuncias provienen de los sectores más diversos: pobladores de
las regiones fronterizas, ganaderos, periodistas, e incluso cuerpos de inteligencia
cuyos informes han trascendido a la prensa. Lo preocupante y generador de dudas
y falta de credibilidad sobre los desmentidos gubernamentales es que rara vez se
han referido a la sustancia de la denuncia para, en cambio, concentrarse en la
descalificación de la fuente e incluso pasar a la ofensiva exigiendo explicaciones al
gobierno de Colombia. No ha habido forma de poner en marcha el Plan Operativo
Vigente, que coordinaría las fuerzas militares de los dos países en la frontera.
Desde finales del año 2002, y particularmente a comienzos de 2003, se ha
iniciado un tercer ciclo. Se agravaron las tensiones bilaterales, fuertemente condi-
cionadas por el trato dado por el gobierno venezolano al tema de la guerrilla. En
efecto, no sólo aumentó la previsible presión por la intensificación del conflicto en
Colombia y las fronteras, sino que se hicieron públicas evidencias cada vez más
concluyentes sobre el establecimiento de campos de guerrilleros en territorio ve-
nezolano, traslado de secuestrados, actividades de apoyo a acciones de la guerrilla
con armas, municiones y explosivos, a la vez que sobre el descuido de la vigilancia
militar y la renuencia del gobierno venezolano a concretar la coordinación militar.
Así, las advertencias hechas por el presidente Alvaro Uribe desde agosto de 2002
acerca del riesgo que corren los países que protejan a la guerrilla, se transformaron
en abierta denuncia en voz de la ministra de la Defensa en febrero de 2003, cuan-
do se quejó de la presencia de la guerrilla en territorio venezolano, de la
desprotección militar de sus fronteras y de la dificultad para coordinar acciones
con el gobierno venezolano.
En suma, tanto las declaraciones gubernamentales como un cúmulo de he-
chos e informes ponen en evidencian un cambio fundamental respecto a la posi-
ción que, de considerar a la guerrilla un problema de Colombia, pasó a considerar-
la un problema común. No se trata de una actitud de "discreta mano izquierda", o
diplomáticamente caracterizable como "heterodoxa", sino —en cambio— de un
claro distanciamiento del gobierno colombiano en lo que al tratamiento del pro-
ceso de paz se refiere: para el gobierno venezolano, como lo planteó Hugo Chávez
al llegar a la presidencia, la guerrilla fue considerada un actor con el que directa-
mente puede entenderse el gobierno venezolano. No se trata simplemente de un
acercamiento pragmático para salvaguardar intereses venezolanos en las fronteras,
de suyo contraproducente nacionalmente e irritante bilateralmente, sino del im-
pulso de una relación política sustentada en ideas compartidas acerca del sentido
de la insurgencia, incluso violenta, contra las oligarquías, la democracia liberal y el
106
Venezuela ante el conflicto colombiano
34
Varias reuniones de alcance regional y mundial son muestra de las conexiones no
gubernamentales y de la temprana proyección revolucionaria del régimen. En Caracas,
encuentro sobre el Plan Colombia de 2000, al que fueron invitados representantes de
la guerrilla colombiana (Farc-EP); la Cumbre Social de la Deuda organizada en Caracas
en el 2001, en la que participaron intelectuales y líderes vinculados a movimientos
antiglobalizadores. El Primer Encuentro contra el ALCA, organizado en La Habana, el
Foro Social Mundial y el Foro de Sao Paulo, han sido todos espacios en los que se ha
hecho presente y se ha proyectado la visión antiliberal del gobierno venezolano. Así,
por ejemplo, entre los acuerdos del IV Congreso Anfictiónico Bolivariano (Buenos
Aires, 25 de noviembre 2001), que se reúne regionalmente desde 1997, se incluyó el
"apoyo a la Revolución Bolivariana de Venezuela, rechazando las campañas
desestabilizadoras del imperialismo y la reacción nativa. Conformar, desde las Juntas
Populares del Congreso Anfictiónico Bolivariano, una Red de Apoyo Latinoamericano
a la Venezuela Bolivariana para la difusión de sus ideas, proyectos y logros".
35
Un aspecto particularmente delicado de esa solidaridad ha sido revelado en las
evidencias, denuncias y protestas que en diferentes momentos han sido expresadas
por voceros del Departamento de Estado y de las cancillerías de Ecuador, Bolivia, El
Salvador, Argentina sobre los apoyos e interferencias de funcionarios venezolanos en
las actividades de movimientos radicales en esos países. Fue protestado por los go-
biernos de Ecuador y Bolivia a comienzos del año 2000, fue denunciado por el
Departamento de Estado en febrero de 2000. En 2001, se produjeron protestas simi-
lares por parte del gobierno salvadoreño. Varios analistas, de muy diversa orienta-
ción política, han advertido sobre la confluencia del llamado "proceso" venezolano
con un conjunto muy heterogéneo de movimientos radicales de muy diversa natu-
raleza (Garrido, 2003: 36-61). Desde una posición de abierta simpatía con el pro-
yecto chavista, Heinz Dieterich ha planteado la tesis de la "cuarta vía" que, a nuestros
efectos, tiene interés en cuanto sugiere un patrón emergente en tres países -Colom-
bia, Ecuador y Venezuela- que se puede extender a otros países a través de las relacio-
nes entre movimientos de diversa naturaleza pero con elementos antioligárquicos y
0-iiUiiisA-y y I-'ICICIICIÍ, ¿ u u u . J - J J J .
107
Elsa Cardozo de da Silva
Tema Posición
Papel del gobierno de Venezuela Neutralidad varias veces redefinida, con el ex-
ante el proceso de paz plícito reconocimiento de la guerrilla como ac-
tor beligerante.
Disposición a participar en cualquier forma,
momento y lugar, así como a actuar en solitario.
Oferta el territorio venezolano para conversacio-
nes (ELN).
Participación como facilitador, amigo del proce-
so de paz (Farc).
108
Venezuela ante el conflicto colombiano
Tema Posición
Debilitamiento de los mecanismos de coope-
ración binacional.
1
Las declaraciones a comienzos de 2000 del entonces subsecretario de Estado para
suntos i icmiSiCricos, i éter i\omero, que senaiaron a venezuda como país prouie-
109
Elsa Cardozo de da Silva
ma", tenían en parte como insumo la cercanía del presidente Chávez a actores y
países revolucionarios. Luego vendrían las protestas por el acercamiento de funcio-
narios venezolanos a dirigentes de movimientos populares en otros países andinos.
37
El momento más difícil en las relaciones bilaterales con Estados Unidos, fue pre-
cisamente el llamado de la embajadora Hrinack, a raíz de la condena del Presidente
Chávez al combate contra el terrorismo con más terrorismo, el 30 de octubre de
2001. Las tensiones reaparecieron a mediados de 2002 en medio de las investigacio-
nes sobre la actitud de Washington ante el golpe de abril y nuevamente a comienzos
de 2003, tanto por la renuencia gubernamental a facilitar una salida política a la
crisis nacional como por las denuncias sobre presencia de grupos y actividades te-
rroristas-guerrilleras, vinculadas al terrorismo musulmán en Venezuela.
110
Venezuela ante el conflicto colombiano
38
Ese factor está muy bien reflejado en un sucinto y esclarecedor análisis de la
especialista venezolana Beatriz de Majo (2002): "la propensión a importar a que se
vio sometida Venezuela por el bajo costo del dólar, hizo que Colombia pudiera ven-
der con gran ventaja en Venezuela, todo aquello que era posible exportarse. Así fue
como vimos aumentar nuestras compras a Colombia de una manera exponencial en
estos tres últimos años hasta que el volumen del año pasado sobrepasó los 1.800
millones de dólares, en aquellas importaciones que transitaron las aduanas y posi-
blemente otros 300 o 400 millones más en aquellos despachos que se colaron por
los caminos verdes. Si a esto sumamos las remesas de dinero que los colombianos
habitantes de nuestras tierras enviaron a sus familiares y relacionados ubicados del
otro lado del Arauca, tendremos que el vecino país recibió de fuentes venezolanas la
friolera de cerca de 2.400 millones de dólares".
39
Son muchas las razones que alientan las dudas sobre la eficacia presente de las
Fuerzas Armadas, y que han sido expresadas por militares activos, retirados y por
expertos, en informes y trabajos. Un primer conjunto de temores deriva de la
redefinición de la misión y organización de las Fuerzas Armadas, cuyo carácter no
deliberante y apolítico fue dejado de lado, dándoseles ei derecho ai voto, lo que
111
Elsa Cardozo de da Silva
112
Venezuela ante el conflicto colombiano
113
Elsa Cardozo de da Silva
dad y las instituciones del Estado venezolano dentro de una concepción bolivariana-
regional de un proyecto político. Tal política ha tenido como resultado visible el
aumento de los riesgos de la escalada de la violencia y todas sus actividades ilega-
les y criminales en los dos países.
Para alterar ese rumbo es indispensable que el gobierno venezolano cambie
el suyo: clarificando de manera franca e inequívoca su rechazo a la violencia gue-
rrillera y paramilitar; fortaleciéndose para enfrentar la presión fronteriza; y
relegitimándose adentro y afuera para poder contribuir a que los colombianos
logren sentarse pronto a negociar un acuerdo de paz. Y esto no será posible a
menos que se produzca un cambio fundamental no sólo en la retórica y en las
políticas, sino en las orientaciones mismas del gobierno venezolano.
Entre los países a los que afecta directamente el proceso interno colom-
biano —Venezuela (2.219 kilómetros de frontera con Colombia), Brasil (1.645),
Perú (1.625), Ecuador (586) y Panamá ( 2 6 6 ) - es Venezuela el que luce más
vulnerable y, a la vez, el que debería desempeñar un papel más activo. Un papel
eficaz, respetuoso de la voluntad de los colombianos y leal a los intereses de la
paz regional y de la paz y seguridad domésticas. Venezuela, de una u otra forma,
ha sido y seguirá siendo muy afectada por la evolución del conflicto colombia-
no. "Para Venezuela —como ha señalado Pompeyo Márquez (2000) con buen
conocimiento de causa— es necesario considerar a [Colombia] como un 'vecino
interior' ". Es más, nunca antes fue tan cierto que "la paz en Colombia es la paz
en Venezuela", como ha expresado Márquez.
Según hemos explorado esquemáticamente en las páginas precedentes, los
gobiernos venezolanos han asumido desde la década de 1980 tres posturas muy
distintas: tratar a la guerrilla como problema de Colombia, luego como problema
común y, a partir de 1999, reconocerla como interlocutor político. A partir de la
experiencia pasada y presente, hay un conjunto de supuestos para que Venezuela
atienda constructivamente el conflicto colombiano.
1. Reconocer que sólo a partir de principios que promuevan el respeto a
valores democráticos, al fortalecimiento del estado de derecho, la vigilancia del
respeto a los derechos humanos, valores que son propios de la sociedad venezola-
na, se puede y debe actuar ante el conflicto colombiano y en las relaciones con
Colombia. No valen transacciones pragmáticas ni "mano izquierda" para atender
urgencias sin consideración de los principios que están amenazados.
2. Respetar que la solución del conflicto —desde sus principios y sus méto-
dos hasta sus acuerdos sustantivos— no puede sino estar en manos de los colom-
bianos, de todos sus actores (Consalvi 1988: 239). De manera que la función de
terceros debe subordinarse al acuerdo de los colombianos acerca del papel en el
que aquéllos puedan ser útiles.
3. Asumir activamente que promover la confianza entre gobiernos y socie-
dades es requisito indispensable para que Venezuela desempeñe con legitimidad y
eficacia algún papel en la solución del conflicto y en la recuperación del potencial
H4
Venezuela ante el conflicto colombiano
BIBLIOGRAFÍA
Angeleri, Sandra. Guerrillas y búsqueda de paz en Colombia. Caracas: José Agustín Cátala,
2000.
Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores. No. 4 / 8 5 . Caracas: MRE, 1985.
Burelli Rivas, Miguel Ángel. "Introducción", en MRE, Libro Amarillo. Caracas: Grá-
ficas Franco, 1996.
. Del oficio de ministro. Discursos de ocasión. Caracas, 1997. Cardozo de da
Silva, Elsa. Continuidad y consistencia en quince años de política exterior. Caracas: UCV-
CDCH, 1992.
US
Elsa Cardozo de da Silva
Castro, Fidel, Noam Chomski y Hans Dieterich. La cuarta vía al poder. Buenos Aires:
Editorial Política, 2000.
Consalvi, Simón Alberto. "Comentario". Venezuela y Colombia en el nuevo milenio. Caracas:
Fundación Pensamiento y Acción, fundación Rómulo Betancouert, IESA,
CAE, Fundación Banco Mercantil, 1998.
De Majo, Beatriz. "Con la sartén por el mango". El Nacional. Caracas: 20 de agosto,
2002 (http;//www.el-nacional.com/l&f/ediciones/2002/08/20/f-
en.asp)
Garrido, Alberto. La Revolución Bolivariana. De la guerrilla al militarismo. Mérida: Produccio-
nes Karol, 2000.
. Notas sobre la Revolución Bolivariana. Mérida: Ediciones del Autor, 2003.
Herrera Campins, Luis. II Mensaje al Congreso de la República. Caracas: Ediciones de la
Presidencia de la República, 1981.
Huizi Clavier, Rafael. "Salvar las Fuerzas Armadas: una tarea nacional". En Mary
Perrero (ed.). Chávez, la sociedad civil y el estamento militar, Caracas: Alfadil,
2002.
Josko de Guerón, Eva. El Congreso y la política exterior deVenezuela. Caracas: UCV (mimeogr),
1978.
Koeneke, Herbert. "Personalismo chavecista, multipolaridad, Fuerzas Armadas y
democracia participativa". En Mary Perrero (ed.). Chávez, la sociedad civil y el
estamento militar, Caracas: Alfadil, 2002.
Márquez, Pompeyo. "Comentario". En Venezuela y Colombia en el nuevo milenio. Caracas:
Fundación Pensamiento y Acción, fundación Rómulo Betancourt, IESA,
CAF, Fundación Banco Mercantil, 1998.
. "Las relaciones colombo-venezolanas, la frontera, el narcotráfico y la
guerrilla. En Opciones frente al porvenir. Maracaibo: UCCA, USB, URBC, 2000.
Ramírez, Socorro y otros. "Colombia y Venezuela: Proyección internacional y rela-
ción bilateral". En Socorro Ramírez y José María Cadenas (eds.). Colombia-
Venezuela. Agenda común para el siglo XXL Bogotá: IEPRI, UCV, Secab, CAF, TM
Editores, 1999.
Rey, Juan Carlos. "El sistema político venezolano y los problemas de su política
exterior". Lo agenda de la política exterior de Venezuela. Caracas: Instituto de Estu-
dios Políticos, UCV, 1983.
. El futuro de la democracia en Venezuela. Caracas: IIDEA, 1989
Romero, Aníbal. "Del equívoco a la paradoja: La FAN y la Revolución Bolivariana".
En Mary Perrero (ed.). Chávez, la sociedad civil y el estamento militar, Caracas; Alfadil,
2002.
Romero, María Teresa y Elsa Cardozo. "Aproximación a la propuesta internacional
de Hugo Chávez: las concepciones de democracia e integración". Revista
Venezolana de Análisis de Coyuntura (VolVIII, No. 1). Caracas: enero-junio, 2003.
Sainz Borgo, Juan Carlos. "La guerrilla colombiana como elemento de desestabili-
zación regional. Una perspectiva desde este lado del Arauca". Revista Vénezo-
116
Venezuela ante el conflicto colombiano
REPORTAJES
Blanco, Josefina. "Venezuela negociará con quien tiene el poder". El Nacional. Cara-
cas, 11 de agosto, 1999.
Cortés, Adriana. "Zona de distensión del ELN será en frontera con Venezuela". El
Nacional. Caracas, 10 de febrero, 2002.
. "Conversaciones del ELN seguirán en Venezuela mientras Chávez lo
permita". El Nacional. Caracas, 24 de febrero, 1999.
Delgado Mijares, Yeneiza (1999). "Chávez no descarta reunión con rebeldes co-
lombianos sin autorización de Pastrana". El Nacional. Caracas, 10 de agosto,
1999.
Gómez Buendía, Hernando. "El impasse con Venezuela". En Semana.com. 1 de di-
ciembre, 2001 (http://www.semana.com/archivo/
articulosView.jsp?id= 15914).
Luna Noguera, Rafael. "Denuncian el surgimiento de nuevos grupos armados". El
Nacional, Caracas, 18 de agosto, 2002.
Márquez, Humberto y Gioconda Soto. "El Abecé internacional de Chávez". El Na-
cional, Caracas, 4 de abril, 1999.
Soto, Gioconda. "Venezuela negó ser refugio de las FARC en nota de protesta en-
viada a Colombia". El Nacional, Caracas, 30 de marzo, 2002.
H7
3
BRASIL ANTE EL CONFLICTO COLOMBIANO
Mónica Hirst*
Voy a hacer una presentación sistemática de algunos de los puntos que creo que
son importantes en este momento para entender la política del Brasil y, más en
concreto, cómo Brasil se posiciona hoy día frente al conflicto en Colombia.
Comparando con la complejidad de la política y de las relaciones entre Ve-
nezuela y Colombia, se observa que —en el caso del Brasil- hay mucho más futuro
que pasado. Por eso gran parte de mi presentación estará enfocada hacia el futuro.
Me preguntaré ¿dónde estamos y qué pasará? Mi exposición tiene cuatro partes: la
primera se refiere a la posición de los actores domésticos brasileños frente a la
crisis colombiana; la segunda, tiene que ver con los contenidos de las posiciones
brasileñas relacionadas directa o indirectamente con la crisis colombiana; la terce-
ra se relaciona con la agenda bilateral propiamente dicha y, finalmente, la última
parte, ya como conclusión, piensa en el futuro y los desafíos del Brasil frente a la
crisis colombiana.
119
Mónica Hirst
120
Brasil ante el conflicto colombiano
121
Mónica Hirst
Brasil con respecto a las relaciones con Estados Unidos. En este sentido, a la agenda
económica y social relacionada con el Alca se sumó una nueva dimensión vincula-
da a la seguridad regional.
A G E N D A COLOMBO-BRASILEÑA
Respecto a las relaciones bilaterales, hay tres subpuntos: papel en el conflicto, otros
asuntos, las percepciones o visión política del otro.
Primero, entre Colombia y Brasü hay una diferencia de expectativas en cuanto
a la forma de involucrarse en el conflicto mismo. Colombia tendría una expectativa
militar, mientras que Brasil tendría un interés diplomático. Durante el gobierno del
presidente Pastrana, se percibió a Brasil como un país no muy querido por la posi-
ción política que tenía frente al conflicto y se esperaba un país activo militarmente
en la frontera. El no haber sido considerado parte del grupo de países amigos de los
diálogos generó frustración en Brasil porque su actuación diplomática no se consi-
deró valiosa, aunque se preservó como una carta para ser jugada más tarde.
Segundo, todo lo otro que no es la guerra tiene potencialidades de ser traba-
jado. Desde el Brasil se hace un esfuerzo por "desecuritizar" la agenda y para lograr
un avance bilateral en temas agrícolas, de infraestructura y comerciales.
Tercero, los procesos políticos de un país son muy mal conocidos en el
otro. Hay falta de información y distorsión. Lo que se conoce en el Brasil de
Colombia es la guerra, es la crisis, pero no se conoce la realidad política, ¿cómo
es Colombia? Al mismo tiempo el proceso democrático brasileño es práctica-
mente desconocido en Colombia. El espectro ideológico parece ser muy dife-
rente en ambos países dado que el Brasil se mueve en el centro-izquierda, y no
existen grupos políticos conservadores de gran impacto. En cambio, Colombia
parece moverse en el centro-derecha. Ser de izquierda en Brasil no es ser simpa-
tizante de la guerrilla; eso no se aprecia bien en Colombia. Querer ampliar el
espacio de la autoridad en Colombia no significa caminar hacia el autoritarismo,
y eso no se aprecia bien en Brasil. Desde Colombia se ven elementos de riesgo
con el gobierno de Lula y no se entiende que es parte del proceso de consolida-
ción democrática.
D E S A F Í O S A MEDIANO PLAZO
1. Frente a un horizonte de escalada militar de la crisis colombiana, el desa-
fío para el Brasil va a ser el mejoramiento de sus procesos de defensa. La Operación
Cobra es un esfuerzo para mejorarlos en la frontera norte, pero hay otras dimen-
siones que podrían afectar la consolidación democrática brasileña en la conten-
ción de la crisis colombiana. Otro punto que debe ser mencionado es que, en una
escalada militar, el espacio para la diplomacia tiende a reducirse.
2. Con una escalada militar en Colombia, manejar las relaciones con Estados
Unidos se tornaría un tema complicado. Brasil no desea recargar la agenda negati-
122
Brasil ante el conflicto colombiano
va con Estados Unidos, que tiene una tolerancia limitada, dadas las diferencias
existentes sobre el Alca. A su vez, el no responder a una intervención militar con
mayor cooperación en el campo militar, como al gobierno estadounidense le gus-
taría, sería seguramente otra fuente de tensiones.
3. La coordinación regional no es fácil porque la crisis de la región incita a
acciones unilaterales de países que se perciben más alineados con Estados Unidos.
Por todo ello, no será fácil construir un proyecto de cooperación en el ámbito
sudamericano, como quisiera Brasil. Este será el más importante desafío de la di-
plomacia brasileña.
123
L O S PAÍSES VECINOS A N T E EL CONFLICTO
COLOMBIANO
125
Luis Alberto Restrepo
Durante los años de 1980 la política de América Latina ante los conflictos
armados aún pendientes en la región permaneció encuadrada, de modo general,
dentro de los parámetros establecidos por la política hemisférica de Estados Uni-
dos. Ante todo, se movió dentro del marco de la lucha contra el comunismo fijado
por Washington durante la Guerra Fría. Desde finales de los años de 1970 comen-
zó a orientarse hacia la eliminación progresiva de las dictaduras y los regímenes
autoritarios que, tras haberse desgastado en el ejercicio del poder, comenzaban a
ser descalificados por el mismo gobierno estadounidense que, en algunos casos,
los había auspiciado. Sin embargo, y sin salirse de estos parámetros generales, la
grave derrota sufrida por Estados Unidos en la guerra de Vietnam a comienzos de
los años de 1970, su relativa decadencia económica en la época, así como el forta-
lecimiento paralelo de América Latina y de otras regiones del antiguo Tercer Mun-
do, abrían un espacio para lograr cierta autonomía latinoamericana en asuntos de
política exterior. Y son justamente estos tres grandes condicionamientos estructu-
rales los que propiciaron e hicieron posible la convergencia de México, Venezuela,
Colombia y Panamá en el Grupo de Contadora, creado con el propósito de buscar
una salida política y negociada a los conflictos armados en Centroamérica.
Con el espíritu del anticomunismo norteamericano, los miembros de
Contadora buscaban, ante todo, frenar el impacto expansivo de la ola revoluciona-
ria que sacudía a Centroamérica. Trataban de evitar así el nacimiento de una nueva
Cuba en suelo continental. Al mismo tiempo, se sumaban a la decisión de Was-
hington de ir poniendo fin a dictaduras y gobiernos autoritarios, que habían deja-
do de ser funcionales a la estabilidad hemisférica. El renacimiento y la consolida-
ción de la democracia sería en adelante una condición indispensable para la
relegitimación del orden establecido. En estos dos aspectos, el Grupo adhirió ple-
namente las estrategias de Washington para la región. Finalmente, Contadora apro-
vechaba el espacio de autonomía (real o aparente) abierto por el declive (transito-
rio) estadounidense para conquistar el respaldo de la entonces Comunidad Euro-
pea y llevar adelante una franca oposición al desproporcionado belicismo demos-
trativo de Reagan en Centroamérica. Sin embargo, desde mediados de los años de
1980, estos devaneos autonómicos se verían progresivamente neutralizados por
Washington tras el estallido de la crisis de la deuda y la renovada dependencia de
América Latina frente al Fondo Monetario Internacional y, por su medio, a la Casa
Blanca.También Europa haría calladamente "mutis por el foro'-'.
Por fortuna, los esfuerzos de Contadora no cayeron en el vacío. Tras el debi-
litamiento del Grupo y de sus países miembros, primero los encuentros de
Esquipulas entre los mismos presidentes centroamericanos, luego las reuniones de
San José con la entonces Comunidad Europea, y finalmente la conformación del
Grupo de Apoyo a Contadora por parte de los principales países sudamericanos y
su unificación en el Grupo de Río asumieron la posta de relevo y continuaron
alentando y acompañando la negociación de los conflictos subregionales hasta
alcanzar su solución pacífica. Sin embargo, esta solución tampoco habría sido po-
126
Los países vecinos ante el conflicto colombiano
sible sin la Perestroika emprendida por Moscú a mediados de los años de 1980 y la
posterior catástrofe de la Unión soviética.
Es claro que los gobernantes que impulsaron el Grupo de Contadora y los
grupos que lo sucedieron podrían no haber adoptado esa iniciativa y que su ima-
ginativa decisión favoreció la obtención de la paz en Centroamérica. Pero el espa-
cio para estas medidas, la motivación y sus límites provinieron, en gran medida,
del contexto internacional. La paz negociada parece haber estado ya inscrita en la
coyuntura internacional, que en los años de 1980 se tornó negativa tanto para las
dictaduras y gobiernos vigentes como para sus opositores armados. En este senti-
do, la contribución de Contadora y los grupos que lo sucedieron no consiste en
haber sacado una alternativa de la nada como quien saca un conejo del sombrero,
sino al hecho de haber aprovechado la ocasión y haber anticipado y preparado el
camino de las negociaciones y acuerdos.
Valga esta reminiscencia de Contadora para tratar de comprender la política
adoptada por los gobiernos de países vecinos de Colombia ante el conflicto inter-
no del país. ¿Es posible lograr hoy un esfuerzo cooperativo de los países vecinos a
favor de la paz en Colombia? ¿Es posible pensar en alguna especie de nueva
Contadora para Colombia?
En los años de 1980, sí. Todos los gobiernos vecinos partían de un tácito
presupuesto: la oposición compartida a una revolución comunista en Colombia.
Por ello se mostraban implícita o explícitamente solidarios con los esfuerzos del
gobierno colombiano por alcanzar la solución del conflicto, pero, dado el desarro-
llo todavía limitado de éste así como la manifiesta resistencia del Estado colombia-
no y de sus fuerzas armadas a cualquier intromisión externa, nunca pensaron en
asumir un proyecto colectivo como el de Contadora. Sin embargo, ya en la prime-
ra mitad de los años de 1990, y todavía en el espíritu de Contadora, dos de los
socios de Colombia en el Grupo, Venezuela y México, adoptaron una actitud más
activa y ofrecieron su territorio para las conversaciones del gobierno de Gaviria
(1990-1994) con las guerrillas, posteriormente frustradas.
Desde mediados de los años de 1990, la actitud de los vecinos hacia Colom-
bia y su conflicto interno comenzó a cambiar radicalmente. En este cambio han
incidido los dos factores ya enunciados al comienzo: la profunda transformación
del contexto internacional y la evolución del conflicto colombiano. Las acciones y
reacciones de los distintos gobernantes, aunque específicas y relativamente dife-
rentes entre sí, se han movido dentro del marco impuesto por la nueva coyuntura
internacional y por el conflicto interno mismo; además, claro está, de desarrollar-
se según las condiciones internas de cada país.
Tras el derrumbe de la Unión Soviética, desapareció en Washington la pre-
ocupación por la amenaza cubano-soviética, que alentaba y demarcaba la solidari-
dad política de los Estados de América Latina durante la Guerra Fría. En cambio, sí
irrumpieron con toda su fuerza las tendencias —ya presentes desde los años de
1 Q 7 H ~ ~ 1 ~ ~ „ . , , ' „ „ , . ™X,- , , . - „ J~_ U , _ ; - 1 - 14U„ ;X„ „ ;„»„ „ ; i _ _ l _ u . l J „ l _-
i y l \J t i l 1 U 3 j j a i ^ C i l l l d s a v c u l i d U U S — i l d ^ i d i d U U C i d U U l l C i - U L C g l d C i U l i g l O U d i U C I U S
127
Luis Alberto Restrepo
mercados y hacia una feroz competencia económica de todos contra todos, capaz
de disolver cualquier solidaridad política entre las naciones, especialmente entre
las más agobiadas.
Es cierto que en América Latina la irrupción de la globalización hizo renacer
inicialmente los esfuerzos de integración. Pero este renovado y fugaz florecimien-
to no obedeció a ningún tipo de solidaridad política sino a la creencia equivocada
de los gobernantes de la época en la fácil convergencia de los intereses económicos
particulares de todas sus naciones. En contra de sus expectativas, rápidamente se
haría manifiesto que los intereses económicos meramente nacionales y a corto
plazo prevalecerían sobre una visión política colectiva de más largo aliento y ha-
rían fracasar los repetidos intentos de integración. En la actualidad, cada país trata
de inventarse su propio camino a campo traviesa y todos los demás, incluidos los
vecinos, sólo aparecen como eventuales competidores en las pistas mundiales 1 .
En este nuevo contexto, el conflicto colombiano comenzó a ser mirado por
sus vecinos con distancia y curiosidad, como una anacrónica, exótica e incompren-
sible herencia de la Guerra Fría a la que el gobierno colombiano había sido incapaz
de poner fin. En la primera mitad de los años de 1990 se abandonó todo en manos
de Colombia, no porque se estuviera tan seguro de la capacidad de sus gobiernos
para darle una adecuada solución sino por respeto a la susceptibilidad de políticos y
militares colombianos ante cualquier injerencia externa. Esta actitud de meros es-
pectadores se avenía, además, muy bien con el nuevo espíritu de individualismo
nacional y mutua competencia, indiferente ante la suerte de los demás o, incluso,
dispuesto a sacar partido de sus males, como lo muestran las actitudes del gobierno
de Fujimori y, también, aunque por otras razones, las del gobierno de Chávez.
2. A estas nuevas actitudes de los vecinos contribuyó también, y muy deci-
sivamente, la evolución del conflicto colombiano.
En el foro interno, dos hechos acaecidos desde fines de los años de 1980 y
comienzos de los de 1990 bloquearon por tiempo indefinido el camino de la paz
negociada en Colombia. Por una parte, la liquidación sistemática de dirigentes y
militantes de la Unión Patriótica, movimiento político lanzado por las Farc duran-
te la tregua y las conversaciones adelantadas con el gobierno de Belisario Betancur
(1982-1986). Esta masacre —ejecutada impune y pausadamente por una oscura
mezcla de narcotraficantes y fuerzas de seguridad oficiales y que contó con una
actitud por lo menos indiferente de los gobiernos de Virgilio Barco (1986-1990)
y de César Gaviria (1990-1994)- confirmó a las guerrillas en su ya visceral des-
confianza hacia el Estado. A esto se sumó el sorpresivo ataque del Ejército al Secre-
tariado de las Farc en sus cuarteles de Casa Verde, el día mismo en el que se instituía
1
Falta ver si los esfuerzos de integración latinoamericana recientemente emprendi-
dos por el nuevo gobierno del Brasil cuentan con mejor suerte; pero la experiencia
no parece augurarla.
128
Los países vecinos ante el conflicto colombiano
129
Luis Alberto Restrepo
2
El apoyo retórico recibido del Movimiento de los No Alineados, cuya presidencia
ocupaba Colombia en esa época, aunque le dio cierto aire internacional al gobierno,
carecía de cualquier significación real.
130
Los países vecinos ante el conflicto colombiano
3
Al sumarse Colombia al coro de aquellos países que aprueban el uso de la violencia
al margen de las normas internacionales y de los organismos encargados de regular-
la, se despoja de títulos para invocar la ley y la solidaridad internacional ante su
131
Luis Alberto Restrepo
132
LAS DIMENSIONES Y LAS CONDICIONES DE LA
REGIONALIZACIÓN DEL CONFLICTO COLOMBIANO
A d r i á n Bonilla*
Esta presentación gira en torno a preguntarse ¿cuáles son las dimensiones y las
condiciones de la regionalización del conflicto colombiano? La idea central es que
esta regionalización se produce básicamente a partir de la implementación y la
formalización de la política estatal estadounidense en la región andina según su
agenda de seguridad. El punto central es identificar cómo visualisa Washington el
conflicto y el tema del narcotráfico. A partir de esta primera imagen, intentaré
describir algunos de los efectos y percepciones de la amenaza que produce la
política de Washington, a propósito de dicho conflicto colombiano, para tratar de
enumerar brevemente algunas de las reacciones que se han producido en los países
vecinos de Colombia, e intentar formular conclusiones de carácter prospectivo
sobre cuáles podrían, eventualmente, ser futuros escenarios de procesamiento del
conflicto colombiano en términos regionales.
A G E N D A NORTEAMERICANA DE SEGURIDAD
La política de Washington hacia la región andina tendría que comprenderse asu-
miendo la reformulación del sistema de relaciones internacionales después de la
Guerra Fría, y la reconstrucción de la agenda de seguridad de Estados Unidos y del
hemisferio luego del colapso de la Unión Soviética. Una de las consecuencias de la
desaparición de la percepción de una amenaza extracontinental en el hemisferio
occidental es la pérdida de relevancia de los regímenes de seguridad interamericanos,
que antes giraban alrededor delTIAR. No existiendo la imagen de una superpoten-
cia que pueda competir en los terrenos económicos, políticos y militares con los
Estados Unidos, el propósito central delTIAR, que era la defensa hemisférica, deja
de tener sentido para Estados Unidos, así como para América Latina.
133
Adrián Bonilla
134
Las dimensiones y las condiciones de la regionalización del conflicto colombiano
135
Adrián Bonilla
136
Las dimensiones y las condiciones de la regionalización del conflicto colombiano
137
Adrián Bonilla
138
Las dimensiones y las condiciones de la regionalización del conflicto colombiano
139
Adrián Bonilla
gión donde está la guerrilla. Para atenderla, los países vecinos, particularmente el
Ecuador, no tienen recursos. Bueno, no hay cálculos exactos, pero Acnur calcula
que podría haber entre diez mil y cincuenta mil refugiados o desplazados en deter-
minado momento desde la región de Putumayo hasta la región de Sucumbios en
Ecuador. Las Naciones Unidas han dado a Ecuador una ayuda de cinco millones de
dólares para que procese el tema. Con cinco millones de dólares y entre diez mil y
cincuenta mil desplazados, tenemos un desastre humanitario. La tercera percep-
ción de la amenaza es la posibilidad de que algunas zonas de frontera empiecen a
sociologizarse a la colombiana. Fenómenos de colonización armada, fenómenos
de sicariato, fenómenos de delincuencia organizada son una percepción común
tanto en la frontera venezolana como en la frontera ecuatoriana, sobre todo. La
cuarta es la consecuencia normal del desplazamiento de cultivos: que los cultivos
se desplacen hacía países vecinos. No todo esto tiene que producirse; estoy presen-
tando únicamente las percepciones de la amenaza.Y finalmente, como consecuen-
cia de las políticas de erradicación, que el medio ambiente de los países vecinos
termine afectándose. ¿Cuáles son las reacciones frente al conflicto colombiano? En
primer lugar, hemos tenido a lo largo de los dos últimos años una catarata de
retórica de solidaridad con Colombia. Si uno observa las declaraciones de los can-
cilleres brasileño, ecuatoriano, peruano o de cualquier otro país, todo el mundo
está muy preocupado por el problema colombiano. Pero en el caso de los países
limítrofes, la primera reacción fue militarizar las fronteras con Colombia.
Brasil duplicó sus hombres en la frontera con Colombia, construyó una
estación de radares y una nueva base aérea con el objetivo de vigilar la Amazonia
en general y, en particular, la frontera colombiana. Perú construyó dos bases y
duplicó el número de hombres en la frontera colombiana. Ecuador tiene en la
frontera colombiana su potencia de fuego más grande en estos momentos, con la
brigada de fuerzas especiales que estaba en el centro del país, en la Sierra, y que era
la que definía la situación política en caso de emergencia. Además, construyó tres
nuevas bases, dos instalaciones militares, duplicó el número de hombres e instaló
la base de Manta, la más publicitada de la región. Pero no olvidemos que en Perú
están la base de Iquitos, y la base de Curasao. La base de Manta no se instaló
únicamente por el problema colombiano, sino que es parte de la reorganización
estratégica de las fuerzas de defensa hemisférica de Estados Unidos como conse-
cuencia de su salida de Panamá. Obviamente el conflicto colombiano es el tema
central pues es una base construida para vigilar el narcotráfico, pero se inscribe
dentro de una estrategia a más largo plazo. Venezuela también ha movilizado y
fortificado la frontera.
En cuanto a las políticas exteriores hacia Colombia, el rango de respuesta ha
sido distinto. En el caso brasileño encontramos una deliberada indiferencia hacia
el problema colombiano, tanto que Estados Unidos y los países limítrofes han
estado presionando, al menos durante el último año, a Brasil para que tome posi-
ción. Estados Unidos, para que se ponga a su lado, y los países limítrofes, para
140
Las dimensiones y las condiciones de la regionalización del conflicto colombiano
141
Adrián Bonilla
142
Las dimensiones y las condiciones de la regionalización del conflicto colombiano
tiva pues tiene intereses mucho más importantes con Estados Unidos. Finalmente,
una política de subordinación a Washington no es sólo probable en el caso colom-
biano, suponiendo un deterioro del conflicto y de las capacidades del Estado para
procesar ese conflicto. En todo caso, cualquier posibilidad de regionalización, al
menos en cuanto a política exterior, es un escenario que ofrecería como resulta-
dos, probablemente, mayor conflicto e ineficacia de políticas colectivas, si todos
los países involucrados lograran fijarlas.
143