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RESUMEN En este artículo se entiende que las competencias para el ejercicio profesional
de la Orientación son conformadas por varias dimensiones: Personalidad, Identidad
Profesional, Ética y Habilidades Profesionales Especificas, dimensiones que inciden en el
ejercicio profesional exitoso y saludable de la profesión de Orientación. Tales dimensiones
son discutidas en relación con sus implicaciones en la formación académica de los
profesionales de la Orientación.
ABSTRACT In this article an analysis is made on the assumption that the competence for
the practicing of the counseling profession is comprised of at least four dimensions:
personality, professional identity, personal ethics, and specific professional abilities. These
dimensions determine the proper and successful practicing of the counseling profession.
Such dimensions are discussed as to their implications for the training of educational
counselors.
I. INTRODUCCIÓN
Estas características personales descritas no sólo afectan la capacidad del estudiante para
darse cuenta de sí mismo, sino que también comprometen su efectividad como futuro
orientador. Estas características aumentan la probabilidad de que los orientadores
potencialmente puedan dañar a los clientes y la imagen pública de la profesión. Estos
Motivadores Disfuncionales pueden interferir con el proceso de aprendizaje de la profesión
y el desarrollo de la personalidad del estudiante durante su formación como orientador.
Con relación a los Motivadores Funcionales que pueden motivar a los individuos para
estudiar Orientación se tienen los siguientes: (a) Curiosidad, (b) Habilidad natural para
escuchar, (c) Confort con la conversación, (d) Empatía y comprensión, (e) Insight
Emocional, (f) Introspección, (g) Ego estable (h) Tolerancia a la intimidad, (i) Confort con
el uso del poder, y (j) la Habilidad para reír (Guy, 1987).
Los Motivadores Funcionales capacitan a los orientadores para la ejecución sana de una
serie de tareas como orientadores. Por ejemplo, los individuos que poseen curiosidad y son
inquisitivos suelen tener interés natural en el bien y el progreso de las personas en sus
circunstancias. Su habilidad de escuchar es estimulante para ellos y encuentran confort en
la conversación con otros. Los intercambios con las personas son agradables y tienen como
propósito promover la empatía y el entendimiento de la vida de sus clientes. Ellos son
capaces de ponerse en el lugar de la otra persona, aun cuando el cliente sea de un género
sexual diferente o de una cultura diferente. Ellos poseen el insight emocional que les
permite conocerse y conectarse con otros en el ámbito emocional y son capaces de tratar
con los sentimientos, yendo del enojo a la alegría con flexibilidad.
Los educadores y supervisores de los orientadores además de ellos mismos poseer las
tendencias de personalidad mencionadas, también necesitan ser expertos en reconocer que
existen otras constelaciones de características personales asociadas con la práctica de la
Orientación. Entre ellas se incluyen las siguientes: espontaneidad, madurez emocional,
paciencia, facilidad de establecer relaciones, amabilidad, sensibilidad, creatividad,
objetividad, empatía, y altruismo, entre otras. Entonces, para los procesos involucrados en
la educación y supervisión de Orientadores se tiene que el ejercicio exitoso de la profesión
de Orientación dependerá de una combinación entre exploración personal y crecimiento
con el dominio de conocimiento y habilidades de aquel que se educa para orientador
(Rickey y Cristiani, 1995). La profesión de Orientación demanda tanto de la personalidad
del orientador, como de sus supervisores y de los educadores de los orientadores. Es por
ello que los programas que forman orientadores y afines necesitan estimular al estudiante
en la tarea de adquirir la tendencia de autoexploración y del darse cuenta de sus propios
procesos y reacciones, así como apoyarlos en su jornada académica.
Otro componente de la identidad profesional es la tendencia del orientador a vivir una vida
plena y a crecer con el transcurso de su vida. La voluntad y deseos de los orientadores
profesionales para vivir de acuerdo con lo que ellos predican y ser modelos positivos para
sus clientes son los aspectos básicos que les hace ser personas "terapéuticas" (Corey, 1993).
La forma como estos orientadores manifiestan su identidad profesional a los clientes, es lo
que los hace "modelos de referencia". Lo cual impacta en forma positiva a los clientes. La
identidad profesional de los orientadores también puede ser caracterizada por las creencias
de los orientadores, sus atributos personales y sus cualidades personales. Se estima que
tales características tienen una influencia considerable en el funcionamiento profesional.
Por lo tanto, se pudiera indicar que la identidad profesional de los orientadores también
puede ser entendida como profesionales que modelan las maneras saludables de vivir.
Entonces, la identidad profesional de los orientadores además de incluir conocimientos y
competencias especializadas, también incluye la noción de la personalidad del orientador
como componente base.
Los profesores deben entonces ofrecer actividades académicas vivenciales que faciliten la
comprensión de la ética en sus dimensiones personales y profesionales y cómo son
interrelacionadas para fortalecer el crecimiento de la persona del estudiante en
concordancia con las demandas de la profesión. Los educadores de orientadores deben
utilizar su juicio profesional al dirigir experiencias que lleven a los estudiantes al
autodescubrimiento y autocrecimiento personales en términos de la ética, mientras
proporcionan un ambiente de seguridad donde los estudiantes no sean explotados de
ninguna forma ni puestos en una posición de debilidad en relación con la evaluación
académica de la experiencia. Por igual, los profesores deben asegurar que sus estudiantes
sean conscientes de la importancia e implicaciones que tales descubrimientos pudieran
tener en relación con los profesores, en virtud de los múltiples papeles como profesores y
supervisores (Herlihy y Corey, 1997).
Para garantizar esa protección, el Código de Ética de la ACA, establece que los
componentes evaluativos de las experiencias vivenciales durante el entrenamiento son
explícitamente delineados y basadas en normas académicas predeterminadas que están
separadas y que no dependen del nivel de apertura del estudiante. Otra protección ética
hace referencia a las competencias profesionales de los orientadores. Muchos conflictos de
roles ocurren porque los educadores del orientador no sólo deben promover el crecimiento
y la maduración de la ética personal, sino también actuar como guardianes de la profesión.
Por ejemplo, la norma F.3.a. del Código de Ética de ACA establece que los educadores son
responsables por la evaluación continuada de sus estudiantes y deben ser conscientes de
cualquier limitación personal que podría impedir la actuación profesional adecuada de ese
estudiante. Cuando los estudiantes son incapaces de proporcionar los servicios de
Orientación competentes debido a alguna limitación personal, los educadores de ese
estudiante deben referirlo para que reciba atención profesional. Aquel estudiante que no
tiene éxito superando sus limitaciones, debe ser retirado del programa. Los profesores
deben no endosar la continuación de ese estudiante en el programa (norma F.3.b. Código de
Ética, ACA, 1995).
Como se puede apreciar, la dimensión de la ética personal y profesional es otro reto para
los educadores de orientadores en Latinoamérica. Este reto es debido a que en nuestros
países la profesión de Orientación presenta escasos estudios publicados sobre la ética, tanto
para la formación como para el ejercicio profesional. Por ejemplo, la profesión de
Orientación no cuenta hasta la fecha con códigos de ética y normativas para la práctica que
se consideren firmemente establecidos, difundidos y aceptados. Carencia que afecta el
establecimiento de una comunidad de profesionales que socialmente sean claramente
identificados como profesionales capacitados para la asistencia y desarrollo de los
individuos. Así mismo, no existen cuerpos: colegios y academias profesionales, que
establezcan los estándares y requerimientos para la formación de los orientadores. Situación
que compromete el establecimiento de la identidad profesional de los orientadores y la
delimitación de su campo profesional y su diferenciación con profesionales afines. Por otro
lado, la profesión tampoco dispone de medios de difusión científica, como revistas
especializadas, que le permita comunicar la labor de los orientadores en la investigación y
en la práctica profesional.
¿Cuáles son algunas de las competencias teóricas y conceptuales más exigidas en cuanto a
conocimiento y habilidades que cualquier orientador debe exhibir? Los orientadores
deberían ser capaces de: Demostrar conocimiento activo en las teorías y estrategias
aplicadas al desarrollo humano. Entender las teorías interpersonales, estrategias y técnicas
disponibles para el trabajo eficaz con los clientes. Explicar los principios y demostrar
práctica en la investigación y evaluación cuando ellos se relacionan en el trabajo
profesional con los clientes. Responder positivamente ante los problemas relacionados con
la ética profesional, confidencialidad, obligación profesional y comunicación privilegiada.
Demostrar conocimiento activo adecuado con las estrategias para la intervención con los
clientes, individualmente o en grupo. Poseer conocimientos especializados con diferentes
poblaciones. Ser flexibles en el uso de las teorías que explican la dinámica de los clientes.
Demostrar sólida capacidad para la conceptualización y dirección de casos y situaciones en
Orientación.
Escribir en lenguaje profesional preciso las entrevistas iniciales y sucesivas, así como los
informes escritos que se elaboren sobre el cliente. Registrar en forma escrita, de acuerdo a
las reglas de su centro de práctica o trabajo, notas sobre el progreso de los clientes, planes
de intervención descriptivos y demás documentos de seguimiento del trabajo profesional.
Preparar informes técnicos escritos de estudios de casos para ser suministrados en
referencias y otras instancias si así le es requerido.
Competencias Cognoscitivas
Competencias Afectivas
Según Ivey (1994); Ivey y Bradford (1993); Martín (1983); Doyle (1998); y Young (2001),
existen un conjunto de competencias y habilidades técnicas, metodológicas y de
procedimientos que se consideran como las más necesarias para una práctica efectiva y
saludable de la Orientación. Para los mencionados autores, los educandos deben ser capaces
de generar las siguientes conductas profesionales: Atención de las Conductas del Cliente:
Contacto visual culturalmente e individualmente apropiado, atención al lenguaje corporal,
tonalidades vocales y seguimiento de la expresión verbal. Habilidades para la Escucha
Activa Secuencial: Uso de la pregunta abierta y cerrada, captar la totalidad del cliente,
estimular al cliente, usar el Parafraseo, la Sumarización y el Reflejo de Sentimientos sobre
lo expresado por el cliente. Manejo de Cinco Fases de la Entrevista en Orientación: El
orientador debe ser capaz de utilizar las siguientes técnicas y estrategias con sus clientes, 1)
Rapport / Estructura, 2) Definición de la causa de la entrevista 3) Definición de la meta, 4)
Exploración de alternativas y confrontación de incongruencias, 5) Generalización y
transferencia a la vida diaria. Habilidades Intermedias: Confrontación, Focalización y
Reflejo de Significados. Habilidades de Influir: Directivas, Consecuencias lógicas,
Autoapertura, Interpretación, Uso del Consejo, Suministro de Información, Explicación,
Instrucción y Retroalimentación (Feedback). Habilidades Integrativas: Conducción y
seguimiento de la(s) teoría(s) que se aplican con el cliente en las cuales patrones de
conductas afectivas, emocionales y conductuales emergen en la interacción con el cliente.
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