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Ulises Rodríguez López

Desarrollo de Estrategias para la enseñanza

Enseñar a pensar (p. 335-353)

El texto de Raths inicia hablando de una problemática que existe dentro de los
espacios de enseñanza que es la crítica a los profesores por no adaptar sus
métodos de enseñanza a los planes de estudio. Sin embargo, aunque este no es
el tema central de esta primera parte del texto, cabe resaltar que aunque el texto
fue escrito hace aproximadamente 40 años, la problemática planteada, sigue
existiendo. Es rara la ocasión en que se permite a los profesores participar en la
modificación de los planes de estudio y estos cambian tan repentinamente que el
profesor apenas puede adaptarse a los nuevos métodos.

Como el título lo dice, el punto central del texto es destacar la importancia


que tiene para los profesores el enseñar a pensar a los estudiantes y como
desarrollar un plan de estudios que, precisamente, logre este fin, enseñar a los
alumnos a pensar. El aprendizaje es un asunto del alumno no del maestro, es por
eso que la enseñanza debe de adaptarse a esas diferencias. No es una tarea fácil,
y menos en un sistema educativo como el nuestro en el que los grupos de
alumnos son hasta de cuarenta o más alumnos. En esta parte de enfatiza en el rol
del maestro dentro de una educación que incite el pensamiento de los educandos.

El primer elemento tomar en cuenta es saber que no en todas las


actividades, el enseñar a pensar es lo más beneficioso. Un ejemplo, que también
maneja el autor, es el andar en bicicleta, si bien al principio, cuando se está
aprendiendo a andar en ella, es preciso pensar en los movimientos que se hacen,
una vez aprendido la actividad se vuelve un mero reflejo. Lo mismo podría decirse
con el manejar un automóvil o incluso jugar un videojuego. Cuando algo se
aprende fielmente, no es necesario usar las operaciones del pensamiento. Parte
del trabajo del maestro es saber distinguir en qué actividades es conveniente y en
cuales no enseñar a pensar.

Los estudiantes tienden a aceptar lo que los profesores les dicen como un
acto de fe. Sin embargo, este acto puede no ser lo más recomendable si lo que se
busca es enseñar a pensar a los alumnos. Hay que buscar la manera de estimular
a los alumnos a preguntar, a examinar a analizar e incluso a desafiar lo que
postula el profesor, para que de esta manera, aprendan a pensar.

En cambio, la enseñanza del pensamiento si se puede aplicar a cada una


de las materias. No obstante, hay que resaltar que cada área del conocimiento,
tiene su propia manera de enseñar a pensar, por ejemplo, las ciencias sociales
que a diferencia de las ciencias naturales, no trabajan con objetos físicos, tienden
a utilizar el análisis y el manejo de datos estadísticos como una fuente. El hecho
de no trabajar solo mediante la observación, es ya por sí mismo una forma de
desarrollar el pensamiento, pero esto no quiere decir que sea la única o la mejor.
En las ciencias naturales como la biología, la experimentación y la observación
junto con el análisis de los datos obtenidos juegan el papel central.

Las materias por si solas no desarrollan el pensamiento, es preciso que el


profesor proponga eso como un objetivo de la clase y se ponga énfasis en
entrenar el pensamiento. Para ello el profesor debe entender una diferencia y es
que los resultados, o el producto de una materia no determinan el aprendizaje del
alumno, los exámenes pueden ser copiados, los problemas matemáticos
respondidos correctamente pero sin entender el procedimiento o la manera en que
se llega a ese resultado.

Para poder evaluar el desarrollo del pensamiento, se debe realizar durante


el proceso de lo que se busca enseñar. Una manera de entender esto es entender
el resultado como el “fin” y el proceso como “los medios”. Las técnicas de
evaluación deben calcular qué necesitamos saber antes de lo que nos conviene
saber. Enfocarse solamente en el producto o en el fin, puede provocar que el
pensamiento se sofoque y la creatividad no se desarrolle.

Otro elemento que resulta importante para poder desarrollar la enseñanza


del pensamiento, es la amenidad de la clase. Durante la clase, dentro del aula,
debe de imperar un ambiente de respeto, tanto del alumno hacia el profesor como
en sentido contrario. De esta manera, los alumnos se sentirán con la libertad de
expresar sus ideas, sus opiniones y sus puntos de vista sin temor a que se les
reprenda o se les juzgue. A los alumnos no se les alienta a que cometan errores,
pero un maestro que incite el pensamiento y la amenidad de una clase, puede
utilizar estas equivocaciones como oportunidades para enseñar a pensar. Se debe
aplaudir sinceramente los logros y los éxitos de los alumnos para así darles la
confianza que necesitan para estar motivados durante la clase. En cambio, si un
alumno trabaja por debajo del nivel de los demás o de sí mismo el maestro debe
de creer capaz al alumno de hacer un mejor trabajo e incitarlo a que lo haga.

El mismo ambiente de respeto, permitiría al profesor aceptar sus errores y


además abrirse a otros puntos de vista que él no hubiera tomado en cuenta,
propuestos por los mismo alumnos.

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