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Historia de un sueño hecho realidad en la Escuela

Nacional Central de Agricultura.


Hugo Cardona Castillo

Era una mañana fría de Enero. Pedro García y su padre, salieron de madrugada

a la “loma larga” a cortar leña que luego, en pesados tercios, cargarían hacia la carretera

que de la aldea El Suj, conduce hacia la cabecera municipal, donde la madre de Pedro

ponía, los domingos, una modesta venta de comida en el mercado municipal. Como a

las diez de la mañana, de manera sorpresiva, en la rivera del río “la uvas” José vio

aparecer a su madre a paso lento pero seguro, en los riscos que desde el río conducían

hacia el lugar donde ellos trabajaban. Pedro se sorprendió, porque ese no era el camino

normal, sino una vereda, un tanto peligrosa, pero que acortaba tremendamente la

distancia. A medida que la madre se acercaba, Pedro pudo ver una gran sonrisa en sus

labios. En su mano derecha, con mucho orgullo traía un papel, que a medida que se

acercaba se parecía más a un telegrama. Eso era en efecto. El telegrama decía:

“Preséntese Escuela Nacional Central de Agricultura, lunes 15 de enero, 6:30 horas.

Seleccionado beca estudios carrera Perito Agrónomo”.

Esa fría mañana de enero, tres campesinos: padre, madre e hijo, lloraron de

alegría. Aquel mensaje marcaba para siempre la vida de una familia rural. No había

muchas cosas que empacar y la esperanza era que el hermano mayor, que había sido

agarrado para el cupo para prestar servicio militar, pudiera prestarle algunas de las ropas

que le habían pedido en una lista a Pedro, cuando fue a hacerse los exámenes de

admisión, a Bárcena, donde se encuentra ubicada la Escuela Nacional Central de

Agricultura -ENCA.

Después del modesto almuerzo, típico de una familia campesina del medio rural

del altiplano occidental del país, Pedro salió con una pequeña maleta, mucho más
cargada de ilusiones que de los utensilios requeridos para su ingreso a la Escuela.

Caminó emocionado los ocho kilómetros de distancia para la cabecera departamental,

donde luego tomaría la camioneta “Argueta” que era la que cobraba más barato el

pasaje hacia la ciudad capital. Porfirio, su hermano mayor lo esperaría en la capital,

pues estaba de franco. La ropa, ropa de cama y utensilios que pedían no tenían que ser

nuevos, así que trataron de cumplir con todo lo solicitado. Porfirio le obsequió un par

de botas militares y así estaba todo listo. Era el 14 de enero.

Al día siguiente, Porfirio llevó a Pedro al Trébol desde donde tomaría una

Camioneta Concepción que lo llevaría a Bárcena. En el bus, comprendió que varios

jóvenes iban para la ENCA, pues ese era el tema que nerviosamente comentaban. De

diferentes partes del país, todos con igual sonrisa de alegría y satisfacción, comentaban

lo afortunados que eran, pues sabían que de cada 10 que se habían examinado para la

admisión, uno era seleccionado.

Casi la mitad de pasajeros se bajaron en la entrada a la ENCA y Pedro por

primera vez, sintió una gran sensación de temor y tristeza. Por primera vez se alejaba a

casi 300 kilómetros de su aldea natal. Solamente siguió al grupo, y muy pronto se

encontró con un profesor, a quien le decían el orientador, que los guió hacia las

residencias estudiantiles. Cuatro fueron asignados a la habitación 12 de la residencia 2,

todos con apellidos que iniciaban con la letra G. Se les indicó que a las 7 horas, debían

estar en el auditórium Popol Vuh. En aquel gran salón, que a los ojos de Pedro lucía

majestuoso, un señor muy serio, que luego explicaron era el Director de la ENCA, les

dio la bienvenida. Les recordó que eran lo mejor de lo mejor del país, con deseos de

estudiar agricultura. Les dijo que aquella institución con más de 8 décadas de formar

profesionales de las ciencias agrícolas y forestales, era una institución pública, donde la

única discriminación posible era aquella debido al talento. Que todos tenían los mismos
derechos y obligaciones. Que era norma sagrada de esa institución mantener los

estándares más altos de disciplina y academia que existen en el país, y que ahora le

tocaba a los estudiantes hacer su parte: estudiar y trabajar duro, comprender y respetar

las normas de disciplina básicas y que ello era el camino seguro al éxito.

Pedro pensaba que luego de aquel discurso de bienvenida, regresaría a su

dormitorio a descansar, pero su sorpresa fue que el maestro de ceremonias del acto de

bienvenido les indicó que en la salida del auditórium los estarían esperando sus

profesores de práctica: Entonces comprendió que lo de la disciplina y el trabajo iban en

serio... pero él estaba acostumbrado al trabajo y a la disciplina, él estaba decidido a

triunfar.

Al final de la jornada de práctica, 11 de la mañana, les indicaron que a la una de

la tarde deberían presentarse a los salones de clase donde recibirían sus primeras clases

teóricas. Las referencias, la personalidad, la seguridad para enseñar y el estilo de sus

profesores le dejaron a Pedro, desde el primer día, la sensación de que lo que le habían

dicho del prestigio de la ENCA tenía mucha razón de ser.

A las cuatro de la tarde, estaba Pedro frente al final de su primer día de estancia

en la ENCA. De nuevo les fue informado de que la Escuela les ofrecía los servicios de

hospedaje, alimentación, servicios médicos y odontológicos, servicio de sicología,

peluquería, laboratorio de idiomas, laboratorio de computación, amplias áreas de

cultivo, de producción pecuaria, canchas deportivas, piscina, bosques. Nada más que

pedir se decía Pedro.

Por la noche de ese día, aquel jovencito extraído del corazón del área rural

guatemalteca, se acercó a la ventana de su habitación, vio los destellos de una tenue

lámpara allá por el bosque que está al final de la cancha de foot ball, y de inmediato su

mente se trasladó hacia su aldea natal, dos gruesas lágrimas humedecieron sus mejillas
adolescentes al pensar en su madre ausente, su padre, sus hermanos y sus primos...

Muchas cosas habían pasado en tan poco tiempo. Pero... Pedro estaba dispuesto a

triunfar.

Aquella prestigiosa institución, que ahora le era propia a Pedro, había formado

hasta aquel momento a más de cuatro mil profesionales exitosos. En cada rincón del

país, incluso en los más alejados, un egresado de la ENCA había dejado una huella con

su aporte al desarrollo del país. Agentes de extensión, empresarios, administradores de

empresas agrícolas y forestales, profesores especialistas, técnicos agrícolas y forestales,

líderes nacionales. Muy pronto se enteró que egresados de la ENCA han sido

presidentes del Congreso de la República, Ministros de Estado, rectores universitarios,

decanos de varias facultades de ciencias agrícolas, altos ejecutivos de organismos

internacionales, profesores universitarios en universidades guatemaltecas y extranjeras.

Cada día su ilusión y compromiso para graduarse de la ENCA eran mayores.

Los niveles de excelencia académica y exigencia disciplinaria, muy pronto

también se fueron aclarando. Al principio, Pedro sentía que el tiempo no le alcanzaba,

pero pronto aprendió a organizarse mejor. Las clases eran difíciles pero no imposibles,

había un período de estudio obligatorio de 7 a 9 de la noche y allí aprovechaba para

hacer tareas y estudiar. La biblioteca contaba con información apropiada.

Pronto lo integraron a un equipo de foot ball, pues para eso tenía muchas

cualidades. No sabía nadar, pero aprendió pronto. La ENCA cuenta con un profesor de

Educación física que los entrena en distintas disciplinas. También le dieron educación

muy importante sobre los peligros de las drogas, les daban orientación sobre temas

como sexo, relaciones humanas y muchas cosas que le fueron dando una formación

integral.
Uno de los lemas de la ENCA es “Aprender Haciendo”. Para Pedro el

significado quedó claro muy pronto. Durante las mañanas asistía alternamente a

módulos y prácticas donde el aprendizaje iba directamente relacionado con hacer las

cosas y hacerlas bien. Durante las prácticas y módulos era donde más tenía la

oportunidad de compartir con sus compañeros y compañeras. En la ENCA estudiaban

hombres y mujeres. Las mujeres han sido muy exitosas en la ENCA. Varias de ellas

han obtenido el primer lugar de sus correspondientes promociones en rendimiento

académico. Años más tarde, Pedro comprendería la fortaleza de los lazos de amistad

que durante aquellas jornadas de trabajo fueron forjando con sus compañeros. Es cosa

sabida de la profunda amistad que se desarrolla entre compañeros en la ENCA.

Entre prácticas en hortalizas, flores, frutales, invernaderos, establo, otras áreas

de producción animal, laboratorios, trabajos con maquinaria agrícola y forestal, práctica

del deporte, giras de estudio a nivel nacional, lunes cívicos se fue el primer ciclo de

estudios en la ENCA.

Pronto en ese semestre, se empezó a hablar de la fiesta de mayo. En sus

compañeros de las otras promociones, que ya tenían uno y dos años de estar en la

ENCA, se notaba un gran entusiasmo por organizar los eventos de la fiesta, ante todo

por la elección de la Reina CERES. En esa fiesta se celebra el aniversario de creación

de la ENCA y el día del árbol. Es toda una celebración, muy conocida en el área

metropolitana de Guatemala. Ese año, se liberaron globos con semillas forestales, se

hicieron varios competencias deportivas con otros establecimientos educativos, hasta

los profesores participaron en el campeonato de foot ball; se realizó la famosa

EXPOENCA donde estudiantes, profesores, técnicos de producción y demás

trabajadores, muestran de la manera más creativa posible lo que hacen en sus distintas

unidades ya sean de producción o docencia. Durante esta gran fiesta también se


realizan actividades culturales, concursos de poesía, noches culturales. Ese año llevaron

la marimba de bellas artes y la orquesta sinfónica nacional a realizar sendos conciertos

en la ENCA. Al final de la fiesta tuvo lugar el nacionalmente conocido jaripeo de la

ENCA. Pedro estaba muy emocionado y se propuso ser muy activo para el año

siguiente. Tuvo algunas ideas que compartió con compañeros y profesores sobre como

mejorar algunos eventos para la siguiente celebración del día del árbol y aniversario de

la ENCA.

El tiempo fue pasando, las clases eran cada vez más difíciles, pero para entonces

Pedro estaba en el mismo nivel de formación que todos sus compañeros. Para su

sorpresa apareció en el cuadro de honor del primer año por su rendimiento académico.

Aunque Pedro no necesariamente estudiaba para estar en el cuadro de honor, si estaba

claro que trabajaba muy duro para graduarse de la ENCA. Pedro ya no podría regresar

a su aldea natal sin su título de la ENCA. Ya la ilusión, y ahora además la

responsabilidad, habían echado raíces muy profundas en su alma.

Una de las cosas que más le impresionaron durante el segundo año fueron los

proyectos empresariales estudiantiles. Esta es una novedosa forma de educación en la

ENCA. Consiste en que los estudiantes son entrenados para organizarse y ejecutar

proyectos empresariales con todas las formalidades de cualquier empresa que nace en el

mundo exterior de la ENCA. Los proyectos son de lo más variados: engorde de pollos,

gallinas ponedoras, producción de plantas forestales, prestación de servicios de

reforestación, inventarios forestales; engorde de cerdos, producción de tomate, chile

pimiento, producción de flores, industrialización de vegetales, productos de origen

animal, industria forestal. La creatividad es el límite. Deben ser proyectos rentables.

Pedro se asoció con varios compañeros y luego de formular su proyecto sobre

producción de chile tenían que ejecutar el proyecto. Sus compañeros hicieron sus
correspondientes aportaciones monetarias, pero Pedro no podía, así que solicitó un

préstamo al fondo de proyectos empresariales estudiantiles. El préstamo le fue otorgado

en forma inmediata solo con la firma del gerente de su empresa y la del profesor asesor

de la misma. Dicho sea de paso, este fondo es creado con una especie de impuesto que

los estudiantes pagan a la coordinación general de los proyectos estudiantiles, es un

porcentaje sobre utilidades, que tiene por un lado el propósito de formar la cultura del

pago de impuestos en los estudiantes, pero además contribuye al establecimiento del

fondo para préstamos. Cuando terminó el proyecto y liquidaron la empresa, Pedro

recibió pago por su trabajo en la empresa y además utilidades. Inmediatamente pensó

en mandarle la mitad a su mamá y la otra mitad la guardaría para tener ciertos recursos

para cuando se fuera a realizar su Práctica Agrícola y Forestal Supervisada –PAFS.

La PAFS, es la novedad del tercer año. Esta práctica consiste en una

extraordinaria oportunidad que tienen los estudiantes de ir a entidades agrícolas,

principalmente empresas, a realizar su práctica profesional. La ENCA ha prestigiado

tanto esta práctica que mucho antes de las fechas límites, los estudiantes han sido

asignados a las empresas que los requieren para hacer sus prácticas. Muchas empresas

se quedan cada año sin estudiantes practicantes. Pedro hubiera deseado regresar a su

aldea natal a hacer su práctica, pero debido a su buen rendimiento, dos empresas

solicitaron les fuera asignado. Una empresa se dedica a la producción naranja y ganado

de carne y estaba ubicada en la costa sur. La otra empresa se dedica a la producción de

flores y follajes de exportación. Se inclinó por la segunda, el administrador de la

Empresa era un egresado de la ENCA. Lo recibió muy bien, le dio vivienda y un

estipendio durante la realización de la práctica. La reciprocidad fue impresionante,

Pedro trabajó durísimo, hizo muchos amigos. Aprendió a administrar personal, poco a

poco le fueron delegando más responsabilidades y por su puesto, muy pronto le hicieron
la oferta que empezaría a quitarle el sueño, le ofrecieron un puesto muy atractivo en la

empresa para el momento en que se graduara.

Un evento tuvo lugar durante su PAFS. Dos instituciones de educación agrícola

de mucho prestigio a nivel regional, La Escuela Regional del Trópico Húmedo

-EARTH- ubicada en Costa Rica; y, la Escuela Agrícola Panamericana –El Zamorano-

de Honduras, atraídas por lo extraordinariamente exitosos que han sido los estudiantes

de la ENCA que van a continuar estudios a dichas instituciones, vinieron a realizar sus

exámenes de admisión a nivel nacional a la ENCA. Ofrecieron becas para los mejores.

Era una gran oportunidad, Pedro tomó ambos exámenes, al final de cuentas, era el mejor

estudiante de la ENCA.

Pedro tuvo un asesor de PAFS muy exigente, pero los resultados valieron la

pena. En su examen de graduación, le dieron una mención honorífica por un buen

informe y una excelente defensa de su trabajo. El sueño estaba muy cerca de hacerse

realidad.

Y así, con tantas promesas para el futuro, con grandes decisiones por tomar, se

llegó el gran momento. Con los ahorros de su PAFS, Pedro se compró el traje de

graduación, un vestido nuevo para su madre y los pasajes para que sus padres y sus

hermanos vinieran al gran evento.

Con las notas de un himno nacional que ahora le parecía más hermoso, se inició

la solemne ceremonia de Graduación. Jóvenes y señoritas graduandas, con la elegancia

y gracia naturales a la juventud y la sonrisa natural de satisfacción, uno a uno fueron

llamados al estrado. Pedro fue el Primero, ya que es tradición, llamar al estrado

primero a los graduandos que han recibido mención honorífica en su examen de

graduación y a los que mantuvieron el más alto rendimiento en su promoción.


En una silla, en medio de los enorgullecidos padres de familia, una madre

campesina lloraba junto a su esposo. Lloraban de alegría. Pedro estaba recibiendo su

título de Perito. La ENCA había hecho realidad un gran sueño.

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