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Algunos comerciantes de Manzanares y Marquetalia venían conversando

dentro del bus de la empresa Arauca que se desplazaba lentamente en esa


madrugada del lunes 5 de agosto de 1963, en cercanías del sitio La Italia,
en la carretera que comunica a Marquetalia con Victoria en el oriente del
departamento de Caldas. Iban a comprar y hacer transacciones bancarias
a Honda o a la feria de Samaná.

Más adelante, tres volquetas con trabajadores de Obras Públicas se


acercaban también al sitio en dirección a Victoria. Tras una curva cerrada,
una docena de hombres vestidos de militares los hicieron detener y los
obligaron a descender de los vehículos. En ese momento llegó el bus al
cual le ordenaron lo mismo.

Los sorprendidos pasajeros escucharon a un hombre que parecía ser el


comandante del grupo de hombres armados decir que se trataba de la
banda de Efraín González y necesitaba saber quiénes eran conservadores.
Los engañados obreros, campesinos y comerciantes que creyeron salvar la
vida siendo partidarios del bandolero conservador se hicieron a un lado.
De inmediato los llevaron y los encerraron en una casucha de madera al
lado de la vía. Otros dos vehículos que arribaron a esa hora, seis y media
de la mañana, también fueron detenidos. Todos fueron despojados de su
dinero y objetos de valor.

El asalto en realidad había sido perpetrado por el famoso bandolero liberal


José William Angel Aranguren alias Desquite. El calvario para las víctimas
había apenas comenzado y durante casi dos horas de agonía, fueron
pasando uno a uno hacia un patio donde eran interrogados. Luego recibían
golpes de garrote en la cabeza para después ser rematados a machete
inmisericordemente. Evitaban hacer disparos con sus armas para prevenir
que las autoridades se pudieran dar cuenta y acudieran a socorrer a
aquellas desventuradas víctimas.

Los muertos, algunos decapitados, eran amontonados como bultos de café


en un costado del patio mientras un estanque de cemento se llenaba de
cabezas y el suelo se cubría con la abundante sangre de las personas
sacrificadas. Solo los quejidos y los golpes de madera y machetes sobre
los cuerpos inermes se escuchaban en esa mañana de terror. Al final de la
horrible masacre, 25 pasajeros del bus y 17 obreros viales, perecieron en
el asalto.

Hubo una veintena de sobrevivientes que salvaron su vida por ser


liberales, otros por ser conocidos de algún bandolero. Se conoció el caso
de una señora que iba ser asesinada a machete por el verdugo. Entonces
instantes antes, otro cuadrillero le pidió a Desquite que la salvara, que
muchos días de su infancia, él “había calmado su hambre en el rancho
pobre de aquella mujer”. Desquite ordenó liberarla. Otro hombre suplicó
al comandante bandolero que no lo matara que viajaba a Victoria a
comprar medicinas para su madre moribunda. Desquite se le acercó y le
dijo que le repitiera su pedido. El hombre aterrorizado, con un último
aliento le suplicó dejarlo vivo. William Angel le perdonó la vida pero lo
obligó a no marcharse hasta un buen tiempo después que la banda se
retirara.

La pavorosa masacre había sido planeada con mucha antelación y algunos


colaboradores de la cuadrilla los habían conducido a preparar el asalto en
esa zona desolada. Había un oscuro motivo de carácter político y era que
se tenía información que un conocido dirigente conservador, patrocinador
de los bandoleros y pájaros conservadores de Marquetalia, iba en el bus.
Al final el referido político no viajó y salvó la vida. El caso era de suma
importancia porque había obligado a Desquite salir de sus reductos del
norte tolimense, cruzar el río Guarinó y entrar a Caldas.

Una vez consumado el execrable genocidio cruzaron el río y entraron de


nuevo al Tolima. Durante un mes fueron perseguidos con todos los
recursos bélicos del Ejército cuando se internaron en la Serranía de
Lumbí, cercana a Mariquita, de donde lograron escapar del cerco militar.

El halo de terror que producía Desquite crecía. El hombre que hacía varios
años había sido amarrado, desnudo y humillado públicamente en una
calle de un poblado tolimense al ser capturado luego de cometer un asalto
había cumplido su promesa y profecía: — me desquitaré, me desquitaré—
había gritado con pudor, angustia y rabia contenida en ese lejano día.

Los orígenes de su rebeldía

Cuando iniciaron las persecuciones de los conservadores a los liberales en


1946 y se recrudecieron con los triunfos electorales del caudillo liberal
Jorge Eliécer Gaitán en 1947, la confrontación a gran escala se veía llegar.
El modelo de exterminio chulavita institucionalizado en el gobierno de
Ospina Pérez, y tras el asesinato de Gaitan en abril de 1948, arreció el
conflicto que en 1949 se disparó para no parar hasta el presente.
En 1952, el alcalde conservador y la policía de Rovira, donde vivía la
familia Angel Aranguren, asesinaron al padre de José William. Este
ingreso al Ejército y luego de un tiempo se retiró siendo suboficial.
De retorno a su tierra, participó en el asalto al camión de Coltabacos
donde el hermano de José William y él mismo, fueron capturados.

Luego de estar en la cárcel de La Picota en Bogotá, había escapado. Su


hermano había sido enviado a la isla prisión Gorgona y él decidió marchar
al norte del Tolima. En 1961, se encontraba en El Líbano ocupando el lugar
que había dejado Joaquín González Centella al ser abatido por las
autoridades en diciembre de 1960. Desquite sería el bandolero que los
hacendados liberales protegerían en su lucha partidista contra los
bandoleros conservadores del norte tolimense.

Sin embargo, su primer asalto lo realizaría en Pulí, Cundinamarca, el 16


de marzo de 1961, donde su temible cuadrilla asesinó a 7 campesinos. Un
mes después haría su primera masacre en el Tolima, el 18 de marzo de
ese año. Allí en Venadillo, masacró a 12 campesinos. Los años siguientes
señalarían la descomposición social del norte tolimense. Una tierra de
desolación donde el imperio bandolero operaba a su antojo. En abril de
1962, en unión de Jacinto Cruz Usma Sangrenegra y Noel Lombana Tarzán,
emboscaron a un convoy militar y asesinaron a 13 militares y 2 civiles en
el Taburete, Líbano.

El 19 de diciembre de 1962, atacó el puesto policial de El Hatillo,


Mariquita. Murieron cuatro policías. Al trágico lugar habría de retornar
Desquite y su cuadrilla el 11 de febrero de 1963. Se tomó el caserío y
estuvo durante cinco días al dominio de la población, autonombrándose
como jefe civil y militar.
Luego de la masacre de La Italia, de la cual se cumplen en estos días los
50 años, Desquite sería asediado sin descanso. El coronel Joaquín
Matallana y el Batallón Colombia lo perseguirían donde fuera. En marzo
de 1964, fue muerto junto a tres de sus hombres en Venadillo, en el norte
del Tolima. A su muerte, el poeta Gonzalo Arango dedicó una Elegía a
Desquite donde habría de anunciar otra profecía cumplida:

….Nunca la vida fue tan mortal para un hombre. Yo pregunto sobre su


tumba cavada en la montaña:
¿No habrá manera de que Colombia en lugar de matar a sus hijos los haga
dignos de vivir?
Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una
tragedia: Desquite resucitará y la tierra volverá a ser regada de sangre,
dolor y lágrimas..

Triste epitafio para varias generaciones de colombianos que debido al


horror de la guerra, ya sea como víctimas o como victimarios, se han
desperdiciado para la patria. Cuando se juzga al bandolero y al
bandolerismo sin conocer el trasfondo histórico del conflicto se omite un
aspecto crucial de la reparación con las víctimas. De la reparación del
derecho a conocer la Verdad por parte de las víctimas. Porque las clases
dirigentes nacionales que lanzaron a los campesinos y gamonales de los
pueblos de mitad del siglo XX, manipularon la historia, politizaron y
degradaron a la policía, empujaron al Ejército a la tiranía del período
rojista y crearon un Frente Nacional excluyente para ocultar su
responsabilidad histórica. Por el contrario, los principales responsables
de dicha catástrofe social, con el tiempo y el olvido, alcanzaron una
aureola de respetabilidad.

Cuando la violencia bipartidista terminaba mediante la eliminación del


contrario y no por los cambios sociales y políticos que eran necesarios,
esa misma casta política del Frente Nacional, beligerante, guerrerista,
sectaria en lo político y lo religioso, no satisfecha con ello, lanzó desde el
Congreso y el gobierno, la consigna de exterminar a los grupos y ligas
agrarias liberales y comunistas que vivían arrinconados en las selvas
remotas, huyendo a las violencias anteriores.

Hoy el tiempo ha cambiado y algunos vientos soplan para beneficio de la


patria. Cuando se acepta que hay un conflicto y se reconoce al adversario
no para aniquilarlo sino para construir, podemos decir que se aspira
mediante la reconciliación, evitar que se repitan las tristes historias como
la de Desquite.

*Autor de ‘El bandolerismo en el Valle del Cauca 1946-1966’, ganador del


premio Jorge Isaacs 2011.

MASACRADAS TRECE PERSONAS EN CALDAS

Una niña de tres años, un joven de 16 y 11 adultos, entre ellos cinco


mujeres y un agente de policía, fueron masacrados en Riosucio (Caldas),
por dos desconocidos que llegaron a una finca de la vereda La Pola, en
momentos en que se realizaba el novenario de Diego Díaz Osorio, un joven
que había sido asesinado una semana antes.

Por: EVELIO GIRALDO

4 de febrero de 1995
Del múltiple crimen se salvaron siete niños que fueron separados de sus
padres y encerrados en un cuarto.

La lista de víctimas es la siguiente: Erika Osorio, de 3 años, quien no


permitió que la separaran de su madre; Nicolás Díaz Osorio, de 80; Cecilia
Vargas de Osorio, de 24; Germán Julián Díaz Becerra, de 16; Nelson Díaz
López, de 52; el médico veterinario Gustavo Díaz Jaramillo, de 45; María
Noelba Zapata Herrera, de 53; Ernestina Herrera, de 73; Carmen Emilia
Flórez, de 48; Gersain Guapacha; Doris Eugenia Díaz Zapata, de 22; Dora
Alcira Bueno Moreno, de 22 y el agente de policía, Javier Mendoza.
Eran las 7:15 de la noche. El cielo estaba estrellado y limpio de nubes por
el intenso verano que afecta a la región. El día había transcurrido
normalmente. De la casa de Nelson Díaz López salía un cuchicheo que
parecía viajar con la velocidad del viento.

Era la familia Díaz que se había reunido en el lugar para rezar el último
día del novenario por la muerte de Diego Alvaro Osorio Zapata (hijo de
Nelson), un joven de 24 años que había sido asesinado nueve días atrás en
confusos hechos en el municipio de Belén de Umbría, en el departamento
de Risaralda.

Este episodio se había convertido en el hecho más relevante de los últimos


años en la vereda Pirza, en el corregimiento de Bonafont, municipio de
Riosucio, donde la paz siempre ha sido un factor de seguridad y
tranquilidad de sus 200 habitantes que se dedican a la agricultura y
particularmente al cultivo de la caña y la yuca.

De pronto, dos hombres jóvenes fuertemente armados ingresaron


violentamente al lugar donde se rezaba la novena a Nicolás Díaz Osorio,
un anciano venerable abuelo de los Díaz, quien fue sacado a la fuerza de
su hogar localizado a pocos metros de allí. La confusión fue grande. Nadie
sabía qué pasaba. Vinieron la histeria, el llanto y las súplicas.

Los individuos fueron sacando uno por uno a los presentes y los situaron
en una manga de la finca, conocida con el nombre de La Pola . Dejaron en
la habitación a ocho niños. Erika, una pequeña de sólo tres años, escapó
del lugar y se ubicó con su mamá, Cecilia Vargas de Osorio, que hacía fila
junto con sus familiares.

Se escucharon los primeros disparos. Los dos individuos, como en un


patíbulo, fueron asesinando con changones y pistolas a uno por uno. Los
niños, entre tanto, eran testigos ciegos de una terrible masacre donde las
víctimas eran sus padres, tíos, primos y parientes.

Un genocidio que se registró en una rápida sucesión de minutos. Según


César Díaz, miembro de la familia exterminada, los hechos no duraron
más de veinte minutos.

Gustavo Díaz Jaramillo, médico veterinario de 45 años de edad, quien


viajó ayer de Manizales a Pirza para asistir al novenario, también cayó
entre las víctimas.

Habían transcurrido pocos minutos después de la matanza, cuando


llegaron a la novena en una camioneta Dodge 3OO de placas 2781, de
Itagí, procedentes de Riosucio, el comerciante Gersaín Guapacha
Melchor, su señora esposa Doris Eugenia Díaz Zapata y una acompañante
de nombre Dora Bueno Moreno.

Los asesinos aprovecharon su presencia para obligarlos a que los


movilizaran. Salieron a la troncal por la ruta veredal y a su paso por
Riosucio, en un sector residencial, el conductor detuvo la marcha y saludó
al agente de policía Javier Mendoza, quien estaba de civil y convalecía de
las graves fracturas que sufrió en su pierna izquierda durante un accidente
de tránsito que lo dejó minusválido hace pocos meses. Los dos criminales
lo asesinaron de l4 balazos.

Horas más tarde, la policía descubrió el vehículo abandonado en el sitio La


Sierra , en la carretera que conduce al municipio de Anserma, a dos
kilómetros de Riosucio. Ciento cincuenta metros más adelante, a un lado
de la carretera, en una zona boscosa, estaban completamente incinerados
los cuerpos de Guapacha, su esposa y la joven acompañante. Según la
Policía, estas personas fueron torturadas, baleadas y quemadas con la
misma gasolina de la camioneta.

Una hora antes de la terrible masacre, que sumió al occidente de Caldas


en el desconcierto y la tristeza, fue encontrado decapitado el agricultor
Juan Guillermo Navarro, en la vereda El Jordán . Los organismos secretos
de seguridad atan cabos para establecer si existe alguna relación entre
estos episodios.

El agricultor César Díaz, miembro de la familia y quien se salvó porque


estaba haciendo unas diligencias en Riosucio, dijo que sus parientes
nunca recibieron amenazas de muerte. Estoy completamente perplejo -
expresó-. Nosotros no tenemos enemigos. No tenemos problemas con
nadie. Esos son delincuentes comunes .

Fredy Díaz, primo de César, atribuyó también la múltiple acción criminal


a delincuentes comunes .

El alcalde de Riosucio, Fernando Quiceno Hoyos, expresó que esta


matanza nos tiene verdaderamente desconcertados y avergonzados .
Quiceno manifestó que se presumen venganzas personales en estos
hechos .

Los comandantes del Batallón Ayacucho y de la Policía de Caldas,


coroneles Luis Emiro Palencia y Jorge Daniel Castro Castro, se
identificaron con la hipótesis del alcalde Quiceno en el sentido de que el
genocidio está conectado a venganzas personales.

En Riosucio no cesaba anoche el peregrinaje y la romería hacia el coliseo


cubierto donde son velados los cadáveres. Sus habitantes todavía no salen
del asombro por esta masacre que se cometió con sevicia y salvajismo.
Hace 38 años, en una vereda de este municipio, hubo una masacre en la
que perdieron la vida nueve miembros de la familia Zamora.

Qué ocurrió. Por qué mataron tan vilmente a una familia laboriosa que no
le hacía mal a nadie?. Una venganza entre familias? . Estos eran algunos
de los interrogantes que flotaban en la conmovida opinión pública de
Riosucio.

A las 10 de la mañana de este sábado se cumplirán las exequias colectivas


de las víctimas de esta masacre en el templo parroquial donde habrá una
misa concelebrada. Posteriormente los despojos mortales serán
conducidos al cementerio local.

LISTA DE MUERTOS: Germán Julián Díaz Becerra, de l6 años; Gustavo


Díaz Jaramillo, de 45 años; Nelson Díaz López, de 52 años; Nicolás Díaz
Osorio, de 8O años; María Noelba Zapata Herrera, de 53 años; Hernestina
Herrera, de 73 años; Carmen Emilia Flórez, de 48 años; Cecilia Vargas de
Osorio, de 24 años; Erika Osorio Vargas, de 3 años, hija de la anterior;
Gersaín Guapacha Melchor, de 27 años; Doris Eugenia Díaz Zapata, de 22
años, esposa del anterior; Dora Bueno Moreno, de 22 años; agente de la
policía Javier Mendoza, de 3l años.

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MASACRE EN CALDAS:

Por: NULLVALUE

26 de enero de 2003
.

MANIZALES. Seis personas fueron asesinadas entre la noche del viernes y


la madrugada de ayer, en el corregimiento de Arauca, jurisdicción de
Palestina (Caldas). Según la Policía, la acción, presuntamente realizada
por paramilitares, haría parte de una campaña de limpieza social . El
comandante de la Policía en Caldas, Rodolfo Palomino López, informó que
hasta el momento cuatro de los seis cuerpos han sido identificados, tres de
ellos de jóvenes entre los 14 y los 18 años.

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LA MASACRE DE ARAUCA EN PALESTINA CALDAS


CUANDO EL RIO SE TIÑÓ DE SANGRE

Alfredo Cardona Tobón *

Aún tengo viva la imagen de la pequeña iglesia con su minúscula


campana enmarcada en la torre de guadua y recuerdo a las campesinas
en capullo, que se asomaban a los balcones de las casas de la carretera
empedrada que partía en dos el caserío de Arauca, en Palestina Caldas..

Desde la chasa, o pequeño negocio de confites y cigarrillos ubicado en el


costado del parque, un anciano vendedor de dulces, en medio de la
soledad y los días vacíos, sentía hace poco el retorno del pasado en las
ancas del burro que cruzaba raudo o en el Ford modelo 44 que tomaba
fuerza para empezar a subir a Manizales. El viejo chasero, gocetas y
dicharachero, se transformaba al hablar de la negra Anaís, una vendedora
de besos y repartidora de puñaladas en los puertos del Cauca y se le ponía
la piel de gallina al recordar los espantos y aparecidos que en noches de
juerga veía rondar por las orillas del río, pero enmudeció cuando le
pregunté por la masacre en el puerto en un fatídico día de noviembre.

LOS RECUERDOS FRAGMENTADOS

En la actualidad el templo de Arauca es un galpón amorfo sin el encanto de


aquella iglesita de mitad del siglo XX. Para animar al viejo a contarme lo
que otros habitantes del pueblo no querían decir pregunté al chasero por la
edificación religiosa que conocí cuando niño.

“De eso es mejor no hablar”- Me contestó.

Y no insistí, porque es claro que en Colombia nadie ha visto, nadie oyó y


nadie sabe nada, pues en “boca cerrada no entran moscos” y todo se
olvida y a todo se le echa tierra. El chasero poco me dijo al igual que otros
araucanos que apenas soltaron prenda. Así que até cabos, recogí
testimonios dispersos y fragmentados, indagué y busqué escritos y
pude reconstruir, en parte, la tragedia de Arauca y de la vieja iglesia, para
contarla y recordarla, pues no debemos olvidar a las victimas, ni ocultar
las atrocidades de los victimarios

Empecemos con los antecedentes:

Como se sabe el 9 de abril de 1948 asesinaron al líder popular


Jorge Eliécer Gaitán en la carrera séptima de Bogotá. Quien fue?- No se
sabe, hasta serian los liberales oficialistas comandados por los
LLeras, que veían como sus huestes se estaban alineando en las filas
gaitanistas.
Las masas desbordadas se apoderaron de las emisoras bogotanas y
azuzaron al pueblo liberal para que se armara, estableciera juntas
revolucionarias y tomara el poder. En Norcasia, Victoria, Balboa,
Santuario y Arauca y en numerosas poblaciones de Colombia los vecinos
suplantaron la fuerza pública y establecieron su propio gobierno.

El presidente Mariano Ospina Pérez, empujado por su esposa Doña Berta


que le dijo que más valía un presidente muerto que un presidente fugitivo,
resistió el embate y con el respaldo de los jefes oficialistas del
liberalismo , sometió a los alzados en armas con tropas de Boyacá y los
voluntarios chulavitas que viajaron de la Uvita para doblegar el
alzamiento popular; dominado Bogotá, columnas de infantería retomaron
el control en todo el país sin mucha resistencia, pues la ira del pueblo rojo
no tuvo un jefe que la canalizara para acabar con un régimen de
persecución y de ignominia.

Un pelotón del batallón Ayacucho entró al caserio de Arauca, las calles


estaban solas, en los balcones se veían sábanas y toallas blancas en señal
de paz y el único sonido que escucharon los soldados fue el ladrido de
unos perros asustados. El levantamiento incruento de los araucanos marcó
el futuro del caserío, desde ese momento fue catalogado por las
autoridades conservadoras como un peligro que había que
extirpar irremediablemente..

LOS DÍAS DEL TERROR

El sábado 29 de octubre de 1949 un automóvil negro, con placas de


Manizales, se detuvo frente a la cantina de Bernardo Avellaneda. Una
vitrola molía música, quizás de Olimpo Cárdenas o de los Trovadores de
Cuyo, y como sucedía todos los fines de semana, el local estaba atestado
de campesinos que arrumaban botellas de cerveza debajo de las mesas.

Eran las cuatro de la tarde; el sol había caído, cuatro sujetos se apearon
del vehículo y sin aviso y a mansalva vaciaron los revólveres sobre los
desprevenidos contertulios de la cantina; los asesinos subieron al carro
con el motor en marcha y se perdieron en medio del polvero por la
carretera destapada que llevaba al municipio de Risaralda.

Mientras velaban a las víctimas y la gente se agolpaba para dar el pésame


a los deudos, alguien avisó que se acercaba la chusma conservadora y los
vecinos corrieron a desentablar el puente sobre el Cauca para obstaculizar
el paso de los violentos.

Como a las nueve de la noche numerosos antisociales de Anserma,


Risaralda, Belén y Guática se concentraron en la orilla opuesta del rio y
en la parte alta del puerto se ubicó un piquete policial enviado por el
gobernador con la supuesta misión de proteger a los araucanos. La noche
avanzó; en las tinieblas resonaban los gritos, los desafíos y los aullidos del
“Ovejo”, “La Perdiza”, “Pelahuevos”, “ El Grillo”, “Pálida Azucena” y
otros bandidos animados por el odio y el aguardiente.

Cuando amaneció y los guachafiteros observaron que en Arauca no había


trincheras, ni francotiradores y que la policía se había retirado del pueblo,
los atacantes pasaron uno a uno por la estructura del puente e
irrumpieron por las calles en medio de los disparos y las vivas al partido
conservador y a Gilberto Alzate Avendaño.

Arauca ardió, los asaltantes tumbaron las puertas de las cantinas y


saquearon tiendas y almacenes; sobre las botellas destrozadas hicieron
caminar descalzos a los ciudadanos que sacaron de los ranchos. A Enrique
Zapata y a otros vecinos los llevaron a culatazos hasta el el puente
desentablado y los acribillaron a tiros. Atrás de Zapata venía el perrito
flacuchento que tantas veces lo acompañó en el monte, iba voleando la
cola como si fueran de paseo, sin adivinar la tragedia de su amo.. Testigos
que quisieron ocultar sus nombres, aseguran que la policía hizo causa
común con los bandidos
.
El domingo por la tarde, cuando la barbarie se había consumado, llegó el
ejército y los facinerosos huyeron hacia los pueblos de occidente. Se
ignora cuántas víctimas hubo en Arauca ese fin de octubre de 1949. La
prensa no reportó la villanía, ni se pronunció la iglesia ni los jefes
liberales y menos los mariscales del partido de gobierno.Muchos
cadáveres se trasladaron en volquetas a Manizales, donde entraron a
media noche y sin luz eléctrica, pues se cortó la energía para que la
ciudadanía no se diera cuenta de la matanza. Días despues el gobernador
Cástor Jaramillo Arrubla dijo que se trataba de un ataque de los
comunistas aliados con los chusmeros liberales.

Mientras los victimarios dormían la rasca de licor y sangre sin que les
remordiera la conciencia, el perrito flacuchento iba río abajo, por las
orilla del Cauca, siguiendo el cadáver de su amo.

FUENTES
Testimonios de habitantes de Arauca que no quisieron dar sus nombres.
Tetimonio de Luis Angel Cardona Salazar, jefe liberal de Quinchía, que
supo de primera mano lo que aconteció en el puerto.
Manrique Ramón. Los días del terror-1955- Editorial ABC- Bogotá- Paginas
257 a 259.

'Franco' reconoció participación en cuatro masacres en Caldas(La Patria)


Aceptó que participó en cuatro masacres en Neira, Arauca (Palestina) y en
Villamaría. Aseguró que asesinaban a quienes consideraban supuestos
colaboradores de la guerrilla. Entre los muertos están dos integrantes de
su grupo. Crueldad.
En breve: Alias 'Franco', ex jefe
del Frente Cacique Pipintá de las Auc
reconoció su participación en cuatro
masacres en el departamento de Caldas
en las que fueron asesinadas 49
personas.

Paramilitares mencionados: 'Alberto


Guerrero', comandante del Cacique
Pipintá y Ernesto Báez.

Lugares mencionados: La Merced y en


San Félix (Salamina); el corregimiento
de Arauca (Palestina), Villamaría, la
vereda Miraflores, cerca de
Chinchiná,corregimiento de Arauca
(Palestina) yNeira, Caldas

En su versión libre ante la Fiscalía, el ex


paramilitar contó cómo cometieron
“Miserable, todos sabían quién cuatro masacres en Caldas. Foto
era mi hijo, todos lo conocían y Cortesía de La Patria de Manizales.
no estaba metido en nada raro”.
Las lágrimas eran de una familiar de dos hombres a quienes asesinaron en
la carrera sexta, por la vía al barrio Turín, de Villamaría, municipio donde
tenía su base el grupo del frente Cacique Pipintá que comandaba Luis
Fernando Marín, alias 'Franco', quien ayer confesó 49 homicidios.

Uno de los dos asesinados era integrante del Ejército y, según 'Franco',
cayó en el hecho porque la otra víctima colaboraba con las milicias de las
Farc.

Las víctimas se estremecieron, lloraron y gritaron durante el segundo día


de versión libre de Marín, comandante de ese grupo en el centro de
Caldas. Como enumerando una lista de tareas hechas, 'Franco' confesó
con frialdad cada asesinato, de los que se acordó.

Desde las 9:20 de la mañana hasta las primeras horas de la tarde, las
víctimas esperaron respuestas sobre las muertes de sus seres queridos,
pues en ese tiempo 'Franco' habló de su relación con 'Alberto Guerrero',
reuniones en La Merced y en San Félix (Salamina).
A las 3:00 de la tarde se escuchó el primer llanto en el auditorio del piso 11
de la Dirección de Fiscalías, en Manizales, donde transmitieron la
audiencia por teleconferencia desde Medellín (Antioquia).

Víctimas impotentes
La lista continuó con muertes en la plaza principal del pueblo, en la
vereda Santo Domingo, cerca del hospital local, en veredas cercanas a
Chinchiná, en discotecas. Además, confesó que participó en cuatro
masacres en Neira, el corregimiento de Arauca (Palestina) y dos en
Villamaría.
“La razón de la mayoría de muertes es que estas personas muertas
colaboraban con los guerrilleros de las Farc, ya sea pasándoles alimentos,
gasolina o información. Otros eran integrantes directos de las milicias y
se dan por órdenes de 'Alberto Guerrero', comandante del Cacique
Pipintá”, dijo 'Franco' en la audiencia de ayer.

Los familiares de los asesinados, la mayoría de Villamaría, se sintieron


impotentes. El desespero los atrapaba al escuchar los casos, se ponían de
pie, caminaban, volvían a llorar, luego se sentaban. “Nos conocemos,
somos casi vecinos y es horrible que este hombre diga que a quienes mató
eran colaboradores de la guerrilla. Mi hijo estudiaba y era juicioso,
apenas iba a cumplir 17 años. Es un mentiroso”, decía una señora
ofuscada.

Relató masacres
Octubre del 2002 es, según alias 'Franco', la fecha en la que asesinaron a
siete personas de la vereda Miraflores, cerca de Chinchiná. El
desmovilizado asegura que la orden de matarlos la dio 'Alberto Guerrero'
y que él no sabe las razones exactas.
“A cuatro de ellos, José Eulicer Noreña, Ovidio Vargas, Renzo Eduardo
Jiménez y Breiner Henao los llevamos al sector de La Bocatoma, en
Villamaría para ejecutarlos. A los otros tres, que eran alias 'Chinche', su
esposa y un joven familiar de la mujer los ultimaron en el sector de La
Balastrera, en la vía a Neira”, dijo 'Franco'.

Relató que a mediados del 2003 asesinaron a seis hombres en el


corregimiento de Arauca (Palestina). “A tres los matamos en la salida
hacia el municipio de Risaralda, y a los otros tres los dejamos en el puente
del Kilómetro 41”.
Las víctimas que escuchaban y veían la audiencia en Manizales no lo
podían creer. “Ese hombre es terrible, ¿será que no tiene corazón?, se
preguntaba una señora”.
Otra de las masacres que contó 'Franco' la propinaron a finales del 2001.
En una discoteca de la vereda La Guayana convocaron a cuatro hombres.
“El comandante 'Alberto' me dijo que los citara como a las 2:00 de la tarde,
que los invitara a gaseosa o a comer. Como a las 6:30 me llamó y me
comunicó que iba a confirmar un dato y que en media hora me daba
órdenes. A las 7:00 me dijo que los ejecutara. Los llevamos en dos
camionetas cerca de La Bocatoma, dejamos dos a la entrada y otros dos
después, mis hombres les dispararon”.

La cuarta masacre que recordó Luis Fernando Marín ocurrió, según él, en
una finca de Neira, en la vía a Manizales. “Citaron a ocho personas a esa
finca, pero hubo confusión y ellos nos dispararon, nosotros éramos más,
allí murieron las ocho personas. A dos las dejamos en la entrada a
Cementos Caldas, las trasportamos en dos carros pequeños. A los otros los
dejamos en otras partes tirados”.
Al final de la diligencia, las víctimas quedaron con tristeza e impotencia,
pero unas 10 personas esclarecieron las muertes de sus seres queridos. La
audiencia se reanuda hoy a las 8:00 de la mañana en el auditorio del piso
11 de la Dirección de Fiscalías, en Manizales.

Las otras muertes


Estos son los otros homicidios que confesó Luis Fernando Marín, alias
'Franco', comandante del Cacique Pipintá de las Autodefensas en el centro
de Caldas.

* Homicidio de un hombre llamado Óscar, a quien mataron en una finca


del corregimiento de San Félix (Salamina), en el 2002.
* 15 marzo del 2002. Mataron a Ariel Montes, en el sector de El Bombazo,
en Villamaría.

* Finales del 2003. Asesinaron a Urielsio López, conocido como 'El


Pescador'.
* 2 de febrero del 2002: en la carrera 6 con calle 4 de Villamaría, mataron a
Javier Jiménez Valencia, conocido como 'Carelata'.

* 30 de agosto del 2001. En el sector de La Pradera, en Villamaría, mataron


a José Adrián, conocido como 'El Científico'.

* 11 de noviembre del 2001. Asesinaron a Francisco Javier Hurtado, cerca


del hospital San Antonio, de Villamaría.

* 20 de abril del 2002. Sacaron a la fuerza de una casa en la vereda Santo


Domingo a Nicolás Alberto Arango y lo asesinaron.

* 14 de enero del 2002. Mataron a un hombre llamado Yesid, a quien


conocían como 'El Mocho'.

* 3 de septiembre del 2002. En la carrera sexta en la vía al barrio Turín


mataron a Mauricio Cárdenas y a Oswaldo Arias López.

* 23 de mayo del 2003. Mataron a Carlos Alberto Arango, conocido como


'Abraham', en una discoteca de la plaza principal de Villamaría.

* Mayo del 2003. Mataron a Diego Armando.

* 31 de mayo del 2004. En la vereda Santo Domingo mataron a otro


hombre, del que 'Franco' dice no recordar el nombre.

* 6 de diciembre del 2003. Mataron a Asdrúbal Murillo Zapata, conocido


como 'El Director'.

* Febrero del 2004. Mataron a Carlos Alberto Cardona Acevedo, conocido


como 'Carroloco'.

* 19 de abril del 2004. Asesinaron a Ernesto Arias, conocido como 'Nino'.


Además mataron a Jorge Chaparro.

* Julio del 2003. En La Bocatoma cerca de Chinchiná mataron a Aldemar.


* En enero del 2004. 'Franco' dice que asesinaron en Villamaría a dos
integrante del Cacique Pipintá, Carlos Andrés Ramírez y Rubén Darío
Alzate, “por incumplir los estatutos de la organización, pues abusaban de
mujeres y extorsionaban a comerciantes y finqueros”.

* 13 de febrero del 2004. Mataron a José Sandro Alzate Romero, conocido


como 'Muletas', cerca del Hospital San Antonio de Villamaría.

* 7 de agosto del 2003. cerca de Bomberos de Villamaría mataron a


Alejandro Giraldo, conocido como 'Ojitos'.

* 19 de febrero del 2003. En la vereda Papayal mataron a Carlos Eduardo


Quiceno Valencia.

* Dijo que asesinó a Carlos Arturo Olaya González y otros dos hombres, en
una finca en la vía al Alto de Letras.

Negó relación con políticos


El ex comandante del frente Cacique Pipintá de las Autodefensas en el
centro de Caldas, Luis Fernando Marín, alias 'Franco', negó cualquier
relación de él con políticos del departamento. Aseguró que no conoce a
Jairo Alberto Llano, congresista, oriundo de Villamaría, detenido por
supuesta parapolítica. 'Franco' aseguró que no recibió apoyos de ningún
político.
Habló de Báez
El ex comandante del frente Cacique Pipintá de las Autodefensas en el
centro de Caldas, Luis Fernando Marín, alias 'Franco', relató que conoció
a Iván Roberto Duque, alias 'Ernesto Báez', en tres reuniones a las que lo
citó 'Alberto Guerrero', en la vereda El Tambor, de La Merced. “No lo
conocí como comandante ni nada, él estaba dando unas conferencias y me
dijeron que era un político, pero nunca lo conocí como jefe”, dijo 'Franco'.
Publicado en La Patria de Mani
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Condenan a ex jefe paramilitar de Caldas por masacre de Marmato
El Juzgado Penal del Circuito Especializado de Manizales condenó a 24
años de prisión a Pablo Hernán Sierra García, alias 'Pablo Guerrero', por
la matanza de cinco personas.
En diligencia de sentencia
anticipada, uno de los ex jefes
paramilitares del Frente Cacique
Pipintá, aceptó su
responsabilidad en el asesinato de
cinco miembros de una misma
familia en la zona rural del

El Frente Cacique Pipintá estuvo en municipio de Marmato, al

manos de alias 'Ernesto Báez'. noroeste de Caldas.

Imagen: VerdadAbierta.com.
Las víctimas, Mauricio de Jesús
Castañeda Daza, Pedro Pablo Moreno Fernández, Héctor Julián Montoya
Valencia, Luis Ángel Valencia León y Jorge Iván Valencia Ayala, fueron
asesinadas con disparos de armas de corto y largo alcance, entre el 11 y el
13 de octubre de 2001, en un restaurante de la vereda Garucha.

De acuerdo con la investigación de un fiscal de la Unidad de Derechos


Humanos y DIH, la masacre fue producto de la negativa de las víctimas
para que los paramilitares instalaran en una finca de su propiedad una
válvula para hurtar combustible de un poliducto que cruza por la zona.

Los hombres del Frente Cacique Pipintá también amenazaron y


desplazaron del municipio a otros cinco miembros de dicha familia.

Alias 'Pablo Guerrero' fue condenado a 40 años de prisión por los delitos
de homicidio múltiple en persona protegida, desplazamiento forzado de
población civil y porte ilegal de armas de fuego de uso civil y militar. Sin
embargo, el juez le concedió una rebaja del 40 por ciento de la pena por
haberse acogido a sentencia anticipada.

Sierra García está detenido en la cárcel de La Dorada, Caldas.

Para conocer más sobre los crímenes de este grupo paramilitar, lea el
artículo'Las prácticas criminales del Frente Cacique Pipintá'.

Con información de Fiscalía.

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Las prácticas criminales del Frente Cacique Pipintá


Se hicieron pasar por guerrilleros, reclutaron menores de edad y arrojaron
los cuerpos de sus víctimas al río Cauca. Así actuó el Frente Cacique
Pipintá en Caldas y Risaralda durante nueve años.
Haciéndose pasar por guerrilleros
del Frente 47 de las Farc, los
hombres del grupo de
contraguerrilla Los Buitres del
Frente Cacique Pipintá buscaban
“descubrir” a milicianos y
colaboradores dentro de la

La zona de influencia del grupo de población civil. Bajo esta lógica

contraguerrilla Los Buitres del Frente criminal asesinaron a más de 100

Cacique Pipintá abarcaba los personas en diversos municipios

municipios de Neira, Manizales, del departamento de Caldas.

Chinchiná, Palestina, Arauca e Irra


Imagen: Verdadabierta.com Esa dinámica de guerra fue
revelada por el exparamilitar
Nelson Enrique Toro Arcila, alias ‘Fabio’, a un fiscal de la Unidad Nacional
de Justicia y Paz durante diligencia de versión libre realizada en Medellín
en la que reconoció por lo menos 20 hechos delictivos como integrante de
esta organización paramilitar.

La estrategia que utilizaron fue presentarse ante algunas comunidades


campesinas como guerrilleros enviados por Pedro Pablo Montoya, alias
‘Rojas’, comandante del Frente 47 de las Farc. “Les poníamos pruebas
como prestarnos la cocina, darnos desayuno y si eran muy queridos era
porque eran guerrilleros o colaboradores”, explicó el postulado.

Esta estructura paramilitar surgió en 1998 por disposición estratégica


de Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias ‘Macaco’, máximo líder
del Bloque Central Bolívar. Su propósito era hacer presencia en los
departamentos de Caldas y Risaralda, su tierra natal, y encomendó su
dirección política a Iván Roberto Duque Gaviria, alias ‘Ernesto Báez’.

Entre los años 1998 y 2001 el comandante militar de este frente, que
inicialmente fue conocido como Frente Caldas, fue un hombre conocido
con el alias de ‘Mi rey’, de quien no se precisó su nombre. Luego, esta
facción paramilitar cambió su nombre al de Cacique Pipintá y su
comandancia pasó a manos de Pablo Hernán Sierra, alias ‘Alberto
Guerrero’.

De acuerdo con Toro Arcila, alias ‘Mi rey’ elaboró una lista de personas
que habían sido identificadas por el Ejército y la Policía como supuestos
guerrilleros y colaboradores del Epl y las Farc. La orden que dio fue matar
a todos los que estuvieran en el listado. Con ese propósito, la tropa
comandada por alias ‘Fabio’ empezó a recorrer las diferentes zonas
rurales de los departamentos de Caldas y Risaralda.

En dos de los casos confesados por el postulado quedó en evidencia la


estrategia de hacerse pasar por insurgentes. Sobre el primero de ellos
dijo: “llegamos a la finca de este señor con la lista que me dio alias ‘Mi
rey’ y yo hago como si fuera de la guerrilla. Él muy amablemente nos
colaboró y hasta nos dio desayuno. En ese momento yo comprobé que era
colaborador y le di la orden a alias ‘Foca’ para que se lo llevara por la
carretera que va del Palo hacia Supia, Caldas. Allá lo mataron”, narró Toro
Arcila.

En el segundo caso, la víctima murió en circunstancias similares. El


exparamilitar contó que llegaron al predio y le dijeron que eran unos
subalternos del comandante Rojas, que los había enviado a hablar con él.
“Yo le pedí permiso para hacer el almuerzo en el trapiche que tenía y él
muy amablemente nos dejó. Pasamos toda la tarde allá y luego yo le di la
orden a alias ‘Piraña’ y a alias ‘Samaná’ para que lo ejecutaran”.

Asimismo, para poder cumplir la orden de alias ‘Mi rey’, los hombres del
Cacique Pipintá paraban buses, colectivos, chivas y otros automóviles
para hacerles “unas preguntas” a sus pasajeros; además, se les pedía las
cédulas con el fin de verificar si sus nombres estaban en la lista de
supuestos colaboradores de la guerrilla.

“Cuando cogíamos a uno lo interrogábamos y le decíamos por qué lo


íbamos a matar. Una vez le dije a un señor que bajé de una chiva que yo le
daba la oportunidad de vivir si me decía a qué comandante de la guerrilla
le daba la información, como no me respondió lo maté”, admitió el
postulado, quien agregó que las “operaciones de control y registro”
también las aplicaron en tiendas, casas de familia y discotecas de
aquellos pueblos donde hacían presencia.

Toro Arcila confesó dos incursiones armadas (una en el año 2002 y otra en
el 2003) realizadas en el municipio de Arauca, Caldas, en las que, con la
ayuda de otro grupo de contraguerrilla del Frente Cacique Pipintá
denominado el ‘Grupo Delta’, se tomaron el casco urbano del pueblo para
sacar a supuestos milicianos del Epl. En la primera acción armada murió
una persona y en la segunda seis, de ellas, tres fueron menores de edad.

El reclamo de las víctimas no fue sólo para que el postulado confesara que
uno de ellos había sido asesinado por equivocación, sino para conocer el
paradero de los que se aún encuentran desaparecidos. La única respuesta
que dio alias ‘Fabio’ es que de esos seis muertos, tres quedaron en el sitio
donde fueron asesinados y los otros tres fueron lanzados al río Cauca.

La desaparición de los cuerpos fue otra de las prácticas que admitió el


postulado. Uno de los casos por el que preguntaron las víctimas fue por el
de dos escoltas de un camión que transportaba pilas y linternas de la
marca Varta.

Si bien, alias ‘Fabio’ aseveró que sólo retuvo al conductor y se apropió de


la mercancía transportada, en una reunión escuchó a alias ‘Víctor’ y a
alias ‘El paisa’, comandantes del grupo de contraguerrilla ‘Las Cobras’,
que a los dos escoltas del camión los asesinaron y sus cuerpos fueron
arrojados al río Cauca.

Los familiares de los asesinados afirmaron que desde su desaparición los


estaban buscando: “nos habían dicho que los habían tirado al río, pero no
sabíamos si era verdad. Ahora nos toca esperar la versión de alias ‘Alberto
Guerrero’ para que nos diga por qué dio la orden de matarlos”.

En el caso de Sandra Margarita Henao, una mujer que había sido


identificada por alias ‘Mi rey’ como supuesta miliciana de las Farc fue
detenida durante cuatro días hasta que alias ‘Fabio’ la asesinó cerca al río
Chamberí en Caldas. En un primer momento, el postulado sólo se refirió
al asesinato de la víctima, pero gracias a la intervención de un familiar
presente en la audiencia se pudo esclarecer que luego de ser asesinada,
alias ‘Sergio’, hermano del postulado, y alias ‘Samaná’ la descuartizaron y
la arrojaron al río para que su cuerpo no pudiera ser encontrado.

Así era el Frente Cacique Pipintá

En la audiencia de versión libre, el ex paramilitar explicó cómo estaba


estructurado el Frente al que pertenecía el grupo contraguerrilla que él
comandó y que era denominado ‘Los Buitres’. Su ingreso a las Auc fue en
el año de 1998, meses después de haber dejado el Ejército Nacional, donde
se formó como soldado profesional.

Luego de un año como patrullero y escolta en diversos bloques


paramilitares, Toro Arcila se presentó al Frente de Caldas comandado por
alias ‘Mi rey’. De allí lo enviaron a la Escuela Corazón, un lugar de
entrenamiento que pertenecía al Bloque Metro y que estaba ubicada en el
corregimiento de Cristales del municipio de San Roque, Antioquia.

Durante dos meses recibió instrucción militar a cargo de un teniente y un


cabo retirados del Ejército, que consistía en aprender a ser comandante y
a dirigir las fuerzas especiales urbanas, conocidas como Grupos de
Autodefensa Urbana (Grau).

Asimismo, recibió instrucción política y financiera, la cual estuvo a cargo


de una mujer conocida con el alias de ‘La Chave’, e identificada
posteriormente como Isabel Cristina Bolaños Dereix, quien trabajaba en
la Escuela La 35 y era muy cercana a los hermanos Castaño Gil y a
Salvatore Mancuso. Ella no ha sido judicializada y se sabe que vive en
algún lugar de la Costa Atlántica.

Una vez finalizó la etapa de instrucción, Toro Arcila regresó al municipio


La Merced, Caldas, y se incorporó al grupo de contraguerrilla conocido
como ‘Las Águilas’. Allí empezó a seguir las órdenes de alias ‘Mi rey’
hasta que a finales de junio del año 2000 se retiró del grupo por problemas
con el comandante. Durante la segunda mitad del 2000 estuvo al mando
del Frente del Oriente, que también pertenecía al Bloque Metro. Su área
de influencia eran los municipios de Concepción y Guarne, en Antioquia.

En 2001 decidió regresar a Caldas y encontró que el Frente Caldas había


sido reemplazado por el Frente Cacique Pipintá y su comandancia estaba
ahora bajo la responsabilidad de alias ‘Alberto Guerrero’, quien tuvo
resonancia hace varios meses cuando, en entrevista concedida al
Representante a la Cámara Iván Cepeda, relacionó al ex presidente Álvaro
Uribe Vélez con grupos paramilitares de Antioquia.

Para ese año el Frente Cacique Pipintá estaba divido en seis grupos de
contraguerrilla: ‘Las Águilas’ comandado por Samuel Gallego, alias
‘Fernando’; ‘Las Cobras’, al mando de alias ‘Víctor’, quien fue sancionado
y remplazado por alias ‘El paisa’; ‘Los escorpiones’, a quienes dirigía
alias ‘Hugo’; ‘Los Halcones’ o ‘Grupo Delta’ comandado por Luis Fernando
Marín, alias ‘Franco’; y ‘Los Buitres’, al mando de alias ‘Fabio’, quien
operó en los municipios de Manizales, Neira, Chinchiná, Palestina,
Arauca e Irra.

Cada uno de esos grupos contraguerrilla tuvo entre 15 y 20 hombres y los


uniformes los conseguía alias ‘Fabio’ en las tiendas de la IV Brigada de
Medellín y la V Brigada de Bucaramanga presentando el carné que había
obtenido cuando hizo parte del Ejército.

Una de las principales fuentes de financiación, según Toro Arcila, fue la


extorsión a ganaderos, comerciantes, empresarios y transportadores.
“Nosotros le explicábamos nuestro proyecto de seguridad para la región y
así algunos nos pagaban voluntariamente y otros sí tocaba a la fuerza. Si
no pagaban le quitábamos las vacas o las bestias que equivalían a la
deuda”, afirmó el postulado.

Por estas actividades les entraban mensualmente entre 15 y 20 millones de


pesos, los cuales eran destinados a la compra de armamento, radios de
comunicaciones, logística y al pago de los miembros del Frente.

Al ser parte del Bloque Central Bolívar, el Frente Cacique Pipintá heredó
los estatutos disciplinarios que regían a todos los miembros de la
organización. Cuando alguno no cumplía lo que allí se estipulaba recibían
sanciones que podían ser económicas, de esfuerzo físico o, la más alta, la
ejecución.

En aplicación de esas normas, alias ‘Fabio’ confesó haber ordenado la


muerte y desaparición de un menor de edad que había reclutado en
Manizales. “Él sólo duró dos días en la organización porque cuando lo
mandé hacer un trabajo lo capturaron. Le dijo a la Fiscalía muchas cosas
acerca de nosotros y sobre todo de mí. Hasta ese entonces en la Fiscalía no
sabían cómo era yo, pero él me describió”.

Un año después, cuando el entonces menor de edad salió del centro de


reclusión de menores, Toro Arcila encomendó a alias ‘Valija’, otro menor
de edad reclutado por el grupo de Los Buitres, para que matara y
desapareciera al joven.

En los tres días de versión libre, Toro Arcila no sólo describió el frente del
cual hizo parte, sino que admitió 20 hechos criminales de una lista de por
lo menos 95 casos presentados por el postulado a Justicia y Paz, los cuales
serán referidos en posteriores audiencias de las cuales aún no se conocen
las fechas. Todo lo dicho por el postulado será contrastado por las
investigaciones que adelanten los funcionarios de la Unidad de Justicia y
Paz.

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