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Es evidente observar como las personas en cada entorno social "homogéneo" comparten
normas, patrones y hábitos similares, en nuestro análisis concreto al entendimiento de la
violencia naturalizada: la negligencia, violencia intrafamiliar, consumo excesivo de alcohol y
otras redes de relaciones que generan estilos de vida “parecidos”, así como “memorias de la
violencias parecidas” se desarrollan así, usos culturales particulares motivados por gustos
determinados ya sea el nivel educativo, ocupación, consumos o el nivel de satisfacción a las
necesidades de sus habitantes, en este caso son todas las relaciones previamente descritas en un
espacio social y geográfico común.
Por ello, en discusión, obras de arte, ritos, danzas y otros se interiorizan en forma de habitus,
esquemas cognitivos o de representaciones sociales. No todos los significados pueden llamarse
culturales, sino sólo los más o menos ampliamente compartidos por los individuos y
relativamente duraderos dentro de un grupo o de una sociedad (Strauss y Quin, citado en
Giménez, 2008). Es entonces que un significado “cultural” tiene que ser practicado y
manifestado por más de un individuo que pertenece a un grupo cohesionado, es decir ser parte
de un colectivo, siendo aspectos trascendentales para el desarrollo de cada cultura.
Para Bourdieu el “simbolismo objetivado” y en otros la “cultura pública”, maneras de
considerar a las culturas de la violencia como formas “interiorizadas” o “incorporadas” de la
cultura. Bourdieu (2001) plantea que en el campo y en su interior se dan una serie de disputas
y luchas entre los actores quienes identifican sus potencialidades y capacidades, se generan
estrategias para responder a esas lógicas y demandas. La construcción social del espacio
plantea que los sujetos y, que el espacio construye a estos objetos tomando en cuenta sus
condiciones socioeconómicas, actúa y se moviliza según sus intereses y necesidades.
El campo social “geográfico” y rural de Daniel Córdova y Mariano Moreno es un lugar lleno
de disputas, entre los principales; intergeneracionales, género, migración, otros. Los campos
sociales vistos como lugares de estrategia, se refiere a una esfera de la vida social que se rige
por las relaciones sociales, intereses, objetivos y reglas independientes entre sí. Las personas
de entornos sociales homogéneos tienen a compartir estilos de vida, son parecidos los recursos,
estrategias y formas de evaluar el mundo; las percepciones, sentidos son similares, además en
las dos parroquias analizadas las relaciones familiares demarcan un entretejido propio del
espacio descrito.
Distintos usos culturales determinan gustos, determinados por el nivel educativo como por
ocupaciones. Bourdieu brinda un análisis del intercambio de dones como mecanismo por el
cual el poder se ejerce ocultándose y no en una estructura formal de reciprocidad, a la manera
que Marcel Mauss planteaba en una sociedad donde hay pocas instituciones que pueden dar una
forma estable y objetiva a las relaciones de dominación, sino los individuos deben recurrir a
medios más personalizados de ejercer el poder sobre otros, como el don o la deuda. En otros
casos se evidencia similitudes en sociedades donde el aparato estatal, autoridades e instituciones
han sido deficientes o no han cumplido las expectativas y necesidades de la población, es en
este campo desde donde los individuos desarrollan estrategias que les permiten mayores réditos
en los procesos de intercambio de dones y favores.
Profundizando en algunas de las ideas de Bourdieu, explorar cuál es el origen de nuestros actos,
gustos e ideas ya que cada uno somos el resultado de lo que nos rodea y a la vez lo que nos
rodea es resultado de nosotros. Lo que se entiende como “espacio social” un lugar de lugares,
en donde distintos sectores sociales convergen “miniespacios”, en nuestro caso este espacio
aglutina mayor cantidad de relaciones, por lo cual pasa a ser considerado un “espacio
geográfico”.
Un espacio abstracto compuesto de otros más pequeños, son conjuntos de personas que
comparten las mismas ideas, lugares donde viven, deportes, es decir que ven, que practican y
tienen otras muchas similitudes “memorias” como la parroquia Mariano Moreno y Daniel
Córdova que colindan sus territorios, además que ambos están próximos al centro cantonal, lo
cual se puede evidenciar desde registros históricos, memorias colectivas y otros que den detalles
comunes a través del tiempo en este espacio social, cultural y geográfico particular.
Lo que describe como (violencia simbólica), a esa violencia que arranca sumisiones que ni
siquiera se perciben como tales apoyándose en unas “expectativas colectivas”, en unas
creencias socialmente inculcadas, transforma las relaciones de dominación y de sumisión en
relaciones afectivas, el poder en carisma. (Bourdieu, 2001).
Para Harried Bradley algunas pertenencias sociales pueden estar “dormidas” (“identidades
potenciales”); activas (“identidades activas”), y otras, politizadas. Las personas se pueden
identificar y se distinguen:
1) por atributos que podrían llamarse “caracteriológicos”;
2) por su “estilo de vida”,
3) por su red personal de “relaciones íntimas” (alter ego);
4) por el conjunto de “objetos entrañables” que poseen, y
5) por su biografía personal.
En un espacio social geográfico es común que los intercambios culturales sean cotidianos y
exista a veces una secuencia guiada a través de rasgos históricos, desde los cuales las personas
se definen y se distinguen con ciertos patrones “parecidos”, desde donde las identidades
colectivas no constituyen entidades discretas, homogéneas y delimitadas, no constituyen un
dato, sino como Alberto Melucci citado en Giménez, 2008 nos incita a considerarla como un
sistema de relaciones y de representaciones.
Para Melucci la identidad colectiva implica, una definición común y compartida de las
orientaciones de la acción del grupo en cuestión, los fines, los medios y el campo de la acción.
Define la capacidad de un grupo o de un colectivo para la acción autónoma, así como su
diferenciación de otros grupos y colectivos.
La memoria genealógica o familiar, la memoria de los orígenes –que se cuenta entre los
vínculos primordiales que constituyen la etnicidad–, en nuestro caso asociado a relaciones
familiares y lazos históricos locales. Para Maurice Halbwachs, la memoria colectiva requiere
de marcos sociales, siendo así la inscripción territorial para la memoria colectiva lo que es el
cerebro es para la memoria individual.
Según Candau (1998), una memoria fuerte es una “memoria masiva, coherente, compacta y
profunda que se impone a la gran mayoría de los miembros de un grupo”, es generadora de
identidades igualmente fuertes (memoria religiosa de las iglesias, memorias hetero-normativas,
otras). La memoria débil es “una memoria sin contornos bien definidos, difusa y superficial que
difícilmente es compartida por un conjunto de individuos cuya identidad, resulta inasible”,
hipótesis que se maneja para el trato de las memorias de la violencia en el espacio geográfico
de estudio.
Requiere y es verdad, para Guerrero transformar radicalmente las condiciones estructurales que
caracterizan a nuestras sociedades, marcadas por la vigencia de la colonialidad en todos los
órdenes de la vida, en la desigualdad, la discriminación, la racialización, la exclusión, la
dependencia, la dominación social, económica, política, cultural, ideológica y el control,
dominio de las subjetividades, sensibilidades, sexualidades, imaginarios y cuerpos.
Una herramienta fundamental; son las memorias de una vida vivida a través de personajes,
“historias de vida” que evidencien trayectorias espaciales (trayectorias de violencia), dentro de
memorias colectivas de la violencia en el "multilugar" espacio social geográfico de Gualaceo.
¿Por qué se rompe un orden social?
Desde otras miradas la memoria es performativa, vuelve a actuar sobre sí mismo, existen
emociones afectivas de un recuerdo permeable en el olvido, en esencia se trata de cómo se
afecta el vínculo entre la memoria individual y la memoria colectiva. Por otra parte, la nostalgia
acompaña la producción de un relato social, si la reflexión parte de que la selección no es
historia; pero nos permite una reconstrucción del marco social a través del relato, ciertos
procesos mentales de la memoria se conectan con el pasado y la historia en la pluralidad y la
temporalidad de la localidad.
Las memorias sociales “urbana y rural” del cantón Gualaceo, especialmente las memorias de
violencia son intergeneracionales; personas adultas mayores, pobladores adultos, jóvenes de
Mariano Moreno, Daniel Córdova y; pobladores del centro urbano y la periferia local coinciden
en la existencia generalizada (sobre todo en las zonas de menos opulencia económica, zonas
periféricas y rurales del cantón) de una falta de normas adecuadas de crianza afectiva,
provocado por entornos de desatención social y estatal, consumo de alcohol, sustancias, y otras
problemáticas sociales asociadas.
Guerrero A. Patricio. (2010). Corazonar. Una antropología comprometida con la vida, ABYA
YALA, Universidad Politécnica Salesiana, Quito. Pp.239-281.
Giménez, Gilberto. (2008). Cultura, identidad y memoria. Materiales para una sociología de
los procesos culturales en las franjas fronterizas. Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/pdf/fn/v21n41/v21n41a1.pdf
Hallwbachs, Maurice. (1997). Los marcos sociales de la memoria. Buenos Aires. Siglo XXI.
Mauss, Marcel. (2009). Ensayo sobre el don, forma y función del intercambio en las sociedades
arcaicas. Recuperado de: http://mastor.cl/blog/wp-content/uploads/2017/05/MAUSS-
Marcel-Ensayo-sobre-el-don-1924.pdf
Melucci, Alberto. (1982). L’invenzione del presente, Bologna, Societá Editrice Il Mulino.
Strauss, Claudia y Naomí Quin. (2001). Una teoría cognitiva del significado cultural.
Cambridge, University Press.