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Me apresuro a lanzar una mirada a la acción golpista realizada por Juan Guaido con un
grupo de efectivos militares y policiales en las inmediaciones del Distribuidor Altamira,
municipio Chacao, necesaria y urgente debido a los posibles objetivos no declarados de sus
perpetradores, a los que pudiéramos contribuir sin saberlo desde el campo patriótico.
Este curioso Golpe, encabezado por Guaidó en traje de gala (flux) tuvo a la vez la virtud de
tomar por sorpresa a los organismos de seguridad y defensa, así como la desvirtud de
hacerlo a kilómetros de distancia del palacio de Miraflores, y de manera escandalosanente
mediática, mostrando a las claras que la toma del poder no estaba realmente entre los
objetivos de la comentada acción.
Siendo así, hay que preguntarse por los objetivos reales y en función de ello mantener
activas nuestras alertas para que nuestra reacción no contribuya a los resultados esperados
por los golpistas.
A mi modo de ver y a la luz de la experiencia reciente sobre esta materia, son apreciables,
entre otros, cuatro objetivos.
Este objetivo depende de nosotros y por mas que nos hierva la sangre debemos tener claro
que solo el gobierno tiene la información de análisis suficiente para saber el momento
indicado en el que eso deba ocurrir. Es decir que el apresamiento de Guaidó debe realizarse
en las condiciones y momento que fije el Gobierno y no cuando lo determinen los gringos, ya
que de esa forma servirá a sus planes y no a nuestro interés.
Un tercer objetivo, es la propia evasión de Leopoldo López, quien libre y fuera del país se
convertiría en otro de los agentes internacionales contra la revolución y en sujeto
presidenciable cuando ya el desechable Guaidó no resulte mas de utilidad para los gringos.
Si la evasión de López se consuma con su salida del país, este objetivo habría sido
alcanzado por los golpistas, con el valor añadido de dejar en ridículo al Estado.