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Gregory Mankiw
Resumen del capítulo 17: Oligopolios
Las empresas oligopó licas son interdependientes de una forma en que las empresas
competitivas no lo son. Es decir, los oligopolios podrían cooperar entre sí y actuar
como un monopolio; pero cada empresa tiene sus intereses, lo que hace que se
preocupe por sus propios beneficios.
Para analizar estas relaciones, se habla de la teoría de juegos que se refiere al estudio
de có mo se comportan las personas en situaciones estratégicas. Por “estratégica”
entendemos una situació n en la cual una persona, al elegir entre modos de actuar
alternos, debe tomar en consideració n có mo podrían responder otros a las acciones
que emprenda. Esto, por supuesto, aplica también al comportamiento de las personas
que dirigen una empresa.
Aquí entran dos conceptos relevantes que marcan las relaciones que pueden construir
los oligopolios:
Una vez que se forma un cartel, el mercado funciona, en efecto, como un monopolio.
Un cartel debe ponerse de acuerdo no solo en el nivel total de producció n, sino
también en la cantidad producida por cada miembro. Aquí viene otro término clave
que es el equilibrio de Nash que se refiere a aquella situació n en la que los agentes
econó micos, que interactú an unos con otros, seleccionan su mejor estrategia dadas las
estrategias que los demá s seleccionaron.
Al igual que los monopolistas, los oligopolistas está n conscientes de que si aumentan
la cantidad que producen, disminuirá el precio de su producto, lo que a su vez afecta
los beneficios. Por tanto, no llegan a seguir la regla de las empresas competitivas de
producir hasta el punto en el que el precio es igual al costo marginal.
Cuanto mayor sea el nú mero de vendedores, tanto menos preocupará a cada vendedor
el efecto que puede producir en el precio de mercado. Esto es, a medida que aumenta
el tamañ o del oligopolio, la magnitud del efecto precio se reduce. A su vez, a medida
que aumenta el nú mero de vendedores en un oligopolio, el mercado oligopó lico se
parece cada vez má s a un mercado competitivo. El precio se acerca al costo marginal y
la cantidad producida se aproxima al nivel socialmente eficiente.
Siempre que los jugadores se preocupen por sus ingresos futuros, optará n por
abstenerse de incumplir el acuerdo para ganar má s en una sola ocasió n. De este modo,
en un juego repetido del dilema del prisionero, los dos jugadores pueden llegar al
resultado en cooperació n. A esto se le puede llamar como la estrategia quid pro quo
que, en esencia, es la estrategia bíblica de “ojo por ojo, diente por diente”. Si tú me das,
yo te doy. Si tú me haces dañ o, yo te hago dañ o.
Los diseñ adores de políticas regulan la conducta de los oligopolistas con las leyes
antimonopolio. El á mbito de estas leyes está sujeto a muchas controversias. Aunque es
evidente que la fijació n de precios entre empresas que compiten reduce el bienestar
econó mico y debe ser ilegal, algunas prá cticas de negocios que dan la impresió n de
reducir la competencia pueden tener propó sitos legítimos, aunque sutiles. Como
resultado, los diseñ adores de políticas deben ser cuidadosos cuando usan los enormes
poderes de las leyes antimonopolio para establecer límites a la conducta de las
empresas, pues algunas prá cticas de negocios no tienen efectos tan evidentes, como lo
son: