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Las ostras nos unen a nuestros antepasados porque son el plato que consumimos de forma
similar a como se alimentó la especie humana desde su aparición; el microondas nos devuelve
al estado primitivo, y el canibalismo es una tradición profundamente moral. Son afirmaciones
de Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950), miembro de la Facultad de Historia Moderna de
la Universidad de Oxford y autor de libros como Millenium o Civilizaciones, y que acaba de
publicar en España Historia de la comida. Alimentos, cocina y civilización (Tusquets).
Canibalismo
Tenía previsto empezar por el canibalismo, "una tradición profundamente moral que comparo
con el vegetarianismo", pero le pareció excesivo y decidió comenzar por la revolución que nos
convirtió en humanos: la cocina. "Fue un paso adelante en la supervivencia de nuestra especie
y el punto de partida de nuestra cultura", asegura. A continuación situó el descubrimiento de
que la comida es más que un sustento: "Su producción y consumo genera ritos y magia"; su
tercera revolución nutricional es la domesticación y crianza de animales comestibles, en la que
los caracoles ocuparían un lugar de honor; la cuarta, la agricultura; la quinta, el empleo de la
comida como índice de diferenciación social; la sexta trata sobre el comercio de larga
distancia; la séptima abarca la revolución ecológica en los últimos quinientos años y concluye
su análisis con la industrialización en el mundo de los siglos XIX y XX.
Sin embargo, no es nada partidario de la comida basura: "La soledad del consumidor de
comida rápida resulta poco civilizada. La comida está perdiendo su carácter socializador". Y se
muestra como un enemigo del microondas, un electrodoméstico en auge que acabará
condenando al fracaso a la cocina casera. "Son populares por varias razones, ninguna de ellas
buena: en primer lugar, por comodidad, es rápido y limpio para calentar comidas precocinadas
y empaquetadas".