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Ana M. Luzzi.
Niña (positiva):
Abandona el vínculo con la madre por la frustración del destete y de los hábitos
higiénicos. Se desplaza e incrementa la libido oral y genital. Cambia de objeto: pasa
del pecho de la madre al pene del padre. Mantiene la posición receptiva. Al pene del
padre se lo desea incorporar a través de la boca (teorías del coito y fecundación oral).
Es la etapa de mayores ataques sádicos orales, anales y uretrales dirigidos hacia
el interior del cuerpo de la madre (fantasías de envenenamiento, de llenarla de
excrementos, de vaciarla de bebés y penes). Este extremo sadismo se traduce en una
imago materna terrorífica que es el núcleo del superyo primitivo, del que se deriva la
una intensa angustia, que siempre actúa en la mujer y sólo se mitiga con la
experiencia real de la maternidad, que le haga sentir la existencia de un cuerpo no
dañado, indemne. Esta fantasía del cuerpo destrozado suele reaparecer en sueños,
síntomas, etc. y también está presente , según M Klein, en la preocupación de la mujer
por la pérdida de su belleza con el paso del tiempo
La niña sale de esta fase por desilusión proveniente del padre (no obtiene la
satisfacción oral buscada) pero esencialmente por el intenso temor a la retaliación
materna.
Varón (negativa):
Abandona el vínculo con la madre por la frustración del destete y de los hábitos
higiénicos.
Cambia de objeto y de posición (del pecho materno pasa al pene del padre y pasa a
una posición receptiva, femenina). Al igual que la niña desea incorporar al pene del
padre oralmente y dirige al vientre materno todos los ataques que le proporciona su
sadismo. Este extremo sadismo se traduce en una imago materna terrorífica que es el
núcleo del superyo primitivo, del superyo materno del que se desprende una angustia
más arcaica que la angustia de castración, que toma la forma de temor al
despedazamiento del cuerpo. En el caso del varón, esta angustia es con todo menos
intensa y cruel que en la niña, por la posesión de un pene visible que le produce
satisfacción autoerótica y es sobrevalorado narcisísticamente.
El complejo de femineidad en el varón ,que M Klein plantea como característico de
esta fase, se puede sublimar y expresar en actitudes de ternura hacia los hijos, o por
el contrario, dar lugar a actitudes revanchistas y de menosprecio a la mujer
(machismo).
El varón sale de esta fase por frustración con el padre, por temor a la retaliación
materna pero también por el incremento de las tendencias genitales fálicas.
2º FASE. MASCULINA:
Niña (negativa):
Cambia de objeto y de posición (penetrativa).
Se dirige hacia la madre, rivalizando con el padre a quien quiere robarle el pene para
dárselo a la madre con el fin de restituirla y repararla dándole bebés.
Se trata esencialmente de una fase defensiva y aplacatoria. M Klein plantea que en
esta fase la niña reprime el conocimiento inconsciente de la existencia de la vagina.
Coincide con la fase fálica o complejo de masculinidad planteado por S Freud, en el
que prima la envidia fálica.
Se identifica con el pene paterno atacado, pero este superyo paterno es menos cruel
que el primitivo superyo materno. A diferencia de lo que plantea S Freud, la niña no
sale de esta fase por desilusión materna sino sólo si el odio no es tan intenso y puede
en parte restaurar a la madre y no quedar tan fijada a ella, en definitiva si hay
predominio de lo genital por sobre lo pre-genital.
Varón (positiva):
Al igual que la niña necesita aplacar y restaurar a la madre, pero también se refuerzan
los impulsos genitales, coincidiendo con el Edipo freudiano clásico. El varón rivaliza con
el padre y quiere arrebatarle su pene potente para restaurar a la madre y también
como expresión de sus sentimientos amorosos.
El Superyo paterno resultante, del que se desprende la angustia de castración clásica,
es menos cruel que el materno. La angustia de castración es secundaria a una primera
situación de ansiedad (fase femenina) en la cual se teme el despedazamineto del
cuerpo. A esta fase edípica le continúan las identificaciones secundarias del superyo y
el abandono del incesto.
TERCERA FASE FEMENINA (sólo en la niña):