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1º Sistema kleiniano (1924-1932). Complejo de Edipo .

Ana M. Luzzi.

En el período correspondiente al sistema protokleiniano (1919-1923), en sus


primeros artículos se advierte en M Klein un apego respetuoso a las
conceptualizaciones freudianas acerca del C de Edipo. En “El Desarrollo de un niño”
comienza a delinearse el concepto de geografía del cuerpo materno y adquiere
relieve la fantasía de escena primaria. Toda actividad humana es entendida en ese
momento como una sublimación de la fantasía de escena primaria. En estos
primeros artículos M Klein va desarrollando la importancia de las fantasías acerca
del cuerpo materno, en su interior y exterior, en sus localizaciones de arriba, abajo,
atrás y adelante, a partir de las cuales se desarrollará el proceso de simbolización.
A partir del análisis de sus pacientes de Berlín (Rita, Ruth, Trude, Peter y Erna),
entre 1923 y 1927, M Klein fue desarrollando su técnica de juego y su concepción
acerca de los primeros estadios del complejo de Edipo.
Desde 1924 hasta 1932 (1º sistema kleiniano) , M Klein vincula todas las
manifestaciones pulsionales y los mecanismos de defensa con un complejo
de Edipo al que concibió más complejamente que S Freud, pero al igual que
él, le asignó un lugar central tanto para el desarrollo normal como para el
desarrollo de las neurosis.

Conceptualización freudiana acerca del complejo de Edipo:


S Freud retoma el concepto de fases de evolución de la libido propuesto por Karl
Abraham: tanto el niño como la niña irían atravesando evolutivamente y en este
orden las fases oral, anal y genital. La genitalidad sólo se lograría en la pubertad
por unificación e integración de las distintas tendencias parciales.
El c de Edipo se inicia en la etapa fálica entre los tres y los cinco años. En 1923, en
“La organización genital infantil” Freud plantea que sólo cuenta el órgano genital
masculino; por lo tanto no se trataría de una fase de primacía genital, sino del falo.
En el varón surge el complejo de Edipo como un proceso evolutivo cuya dinámica es
inherente al desarrollo, mientras que la niña lo hace por la comprobación de la falta
de pene y por la envidia fálica.
El varón tiene una relación de arranque con la madre, que es el pecho -relación de
objeto anaclítico- y una primera identificación tierna con el padre. Estos vínculos
marcharían juntos hasta que por refuerzo de los deseos sexuales y por considerarlo
un obstáculo en la relación con la madre, nace el Complejo de Edipo.
El descubrimiento de los genitales femeninos, sumado a las amenazas por las
prácticas masturbatorias lo conectan con la angustia de castración. La angustia de
castración le hace extrañarse del complejo de Edipo; es mucho más que una
represión. Freud habla de la destrucción, cancelación y sepultamiento del c de
Edipo, en los casos de evolución normal. La relación de objeto es sustituida por una
identificación, que en el caso del varón es con la autoridad paterna o con la
autoridad de ambos padres unidos y constituye el Superyo, instancia moral y
normatizadora que perpetúa la prohibición del incesto.
El Superyo es el heredero del C de Edipo para S Freud.
La niña, en cambio, luego de la fase pre-edípica de apego con la madre y luego de
la constatación de la falta de pene, pasa un tiempo con la esperanza de “que le
crezca”; su zona rectora es el clítoris. Surge así el complejo de masculinidad, niega
la castración y se comporta como si tuviera pene. A la femineidad recién accedería
en la pubertad cuando la estimulación erógena del clítoris se transfiera a la vagina.
Luego de esta fase de masculinidad, resentida con la madre por no darle un pene,
se dirige al padre como objeto de amor. La libido se desliza del pene al hijo y
espera obtener del padre el hijo deseado. En la niña el c de Edipo es secundario a la
angustia de castración (la castración ya es un hecho consumado) y por lo tanto
según S. Freud, falta en la niña el motivo para la disolución del Edipo. El Edipo
puede ser abandonado poco a poco por represión, o sus efectos perdurar en la vida
anímica normal de la mujer. Freud plantea que el Superyo en la mujer nunca es tan
implacable, tan impersonal ni tan independiente de sus orígenes afectivos como en
el hombre (Algunas consecuencias psíquicas de la diferencias anatómicas entre los
sexos, 1925). Posteriormente S Freud reconoció la importancia de la fase preedípica
en la niña (complejo de masculinidad, fase fálica), el prolongado apego de la niña a
su madre y cómo esta situación condicionará el complejo de Edipo.
S Freud plantea tres caminos en la mujer, de acuerdo a cómo se supere esta fase
preedípica: inhibición de la sexualidad, fijación en la posición masculina y una
tercera opción “hacia la feminidad” en la cual se dirige receptivamente al padre en
busca del hijo) (Freud, S. 1931, 1935)
Para S Freud la culpa sólo es posible después del ocaso edípico, pues daría cuenta
de la tensión psíquica existente entre el Yo y el Superyo.
Veamos ahora los desarrollos que fue construyendo M Klein acerca del concepto del
Complejo de Edipo.
En una conferencia que dio en Salzburgo en 1924, considerada la base del artículo
“Principios psicológicos del análisis infantil” (1926), postulaba que en las primeras
formulaciones de las teorías sexuales infantiles, los niños conciben y desean el coito
como un acto oral. Planteaba que los niños en los juegos descargan las fantasías
masturbatorias asociadas con experiencias sexuales que tienen como base la
escena primaria (visualización del coito de sus padres, juegos sexuales, nacimiento
de hermanos).
En los análisis de sus pacientes de Berlín, M Klein entendió que los síntomas de sus
pequeños pacientes - terrores nocturnos, fobias, rituales obsesivos, dificultades en
el aprendizaje, etc- eran expresión de la angustia retaliativa (sentimientos de culpa)
ocasionada por contenidos edípicos tempranos con predominancia de una escena
primaria sádica.
En “Principios….” hace una síntesis de artículos anteriores; considera que el
complejo de Edipo ejerce su influencia desde el segundo año de vida y que tanto la
niña como el varón se dirigen al padre como objeto de amor después del destete. El
padre sirve así al propósito de la gratificación oral negada por la madre. Plantea en
este artículo que en ambos sexos la madre es temida como agente castrador en los
estratos más profundos del inconsciente y que, a través del juego, el niño logra
expulsar al padre y a la madre que en la elaboración del complejo de Edipo ha
absorbido dentro de sí y que lo atormentan con su severidad.
También plantea la formación del superyo paralela al c de Edipo y la importancia del
análisis de la transferencia en el análisis de niños, con un valor equiparable al que
tiene en el análisis de adultos.
En 1928 escribe “Estadíos tempranos del conflicto edípico”, donde expone que las
tendencias edípicas son liberadas al final del primer año y comienzos del segundo,
como consecuencia de la frustración del destete y de las prácticas de enseñanza del
control de esfínteres.
Estas tendencias edípicas:
 Se expresan a través de accesos de angustia, terrores nocturnos, etc.
 Existen conjuntamente desde el inicio de la vida las tendencias pregenitales y
genitales, con primacía de unas sobre otras.
 En cada sexo la constitución anatómica acentuará las tendencias a la
penetración en el varón y a la receptividad en la niña.
 En ambos sexos existe un conocimiento inconsciente de las diferencias
sexuales anatómicas.
 En ambos sexos se daría una primera fase femenina : fantasía del
interior del cuerpo materno al cual se dirigen los impulsos agresivos orales y
anales, mezclados con deseos genitales hacia el pene del padre que se
concibe en el interior. Las pulsiones genitales hacen su aparición en la
segunda mitad del primer año de vida y son femeninas y receptivas, cuando
están en su apogeo las tendencias pregenitales sádicas orales, anales y
uretrales.
Estas primeras etapas del conflicto edípico tienen por eso un carácter sádico.
M Klein plantea que la angustia de castración se va a dar en ambos sexos y
que en la mujer toma la forma de una situación especial de angustia, que
expresa el temor al ataque retaliativo de la madre y la consecuente
destrucción de su capacidad reproductora.
El varón teme que su cuerpo sea destruido por la madre en los ataques
retaliativos, además de la angustia de castración clásica. En la medida en que
el niño desea destruir el vientre de la madre por todos los medios que su
sadismo le proporciona, teme a la retaliación y por lo tanto percibe una
angustia anterior a la angustia de castración, que toma la forma del temor a
la destrucción, al despedazamiento del propio cuerpo por parte de la madre.
 El superyo se forma en ambos sexos de manera conjunta y paralela
con los primeros estadios del conflicto edípico. Más que una instancia
moral, se trata de personajes dentro del niño. Las imagos terroríficas del
Superyo provienen del sadismo dirigido hacia los progenitores. M Klein
plantea que el superyo que se forma en paralelo al Edipo, llegará a una
síntesis entre la etapa fálica y la latencia.
Más adelante, cuando desarrolla su teoría de las posiciones, ubica la
conflictiva edípica como un trabajo de elaboración de la posición depresiva
Fases del conflicto edípico:

1º FASE. FEMENINA: ESTA FASE ES LA MÁS IMPORTANTE!!!

Niña (positiva):
Abandona el vínculo con la madre por la frustración del destete y de los hábitos
higiénicos. Se desplaza e incrementa la libido oral y genital. Cambia de objeto: pasa
del pecho de la madre al pene del padre. Mantiene la posición receptiva. Al pene del
padre se lo desea incorporar a través de la boca (teorías del coito y fecundación oral).
Es la etapa de mayores ataques sádicos orales, anales y uretrales dirigidos hacia
el interior del cuerpo de la madre (fantasías de envenenamiento, de llenarla de
excrementos, de vaciarla de bebés y penes). Este extremo sadismo se traduce en una
imago materna terrorífica que es el núcleo del superyo primitivo, del que se deriva la
una intensa angustia, que siempre actúa en la mujer y sólo se mitiga con la
experiencia real de la maternidad, que le haga sentir la existencia de un cuerpo no
dañado, indemne. Esta fantasía del cuerpo destrozado suele reaparecer en sueños,
síntomas, etc. y también está presente , según M Klein, en la preocupación de la mujer
por la pérdida de su belleza con el paso del tiempo
La niña sale de esta fase por desilusión proveniente del padre (no obtiene la
satisfacción oral buscada) pero esencialmente por el intenso temor a la retaliación
materna.

Varón (negativa):

Abandona el vínculo con la madre por la frustración del destete y de los hábitos
higiénicos.
Cambia de objeto y de posición (del pecho materno pasa al pene del padre y pasa a
una posición receptiva, femenina). Al igual que la niña desea incorporar al pene del
padre oralmente y dirige al vientre materno todos los ataques que le proporciona su
sadismo. Este extremo sadismo se traduce en una imago materna terrorífica que es el
núcleo del superyo primitivo, del superyo materno del que se desprende una angustia
más arcaica que la angustia de castración, que toma la forma de temor al
despedazamiento del cuerpo. En el caso del varón, esta angustia es con todo menos
intensa y cruel que en la niña, por la posesión de un pene visible que le produce
satisfacción autoerótica y es sobrevalorado narcisísticamente.
El complejo de femineidad en el varón ,que M Klein plantea como característico de
esta fase, se puede sublimar y expresar en actitudes de ternura hacia los hijos, o por
el contrario, dar lugar a actitudes revanchistas y de menosprecio a la mujer
(machismo).
El varón sale de esta fase por frustración con el padre, por temor a la retaliación
materna pero también por el incremento de las tendencias genitales fálicas.

2º FASE. MASCULINA:

Niña (negativa):
Cambia de objeto y de posición (penetrativa).
Se dirige hacia la madre, rivalizando con el padre a quien quiere robarle el pene para
dárselo a la madre con el fin de restituirla y repararla dándole bebés.
Se trata esencialmente de una fase defensiva y aplacatoria. M Klein plantea que en
esta fase la niña reprime el conocimiento inconsciente de la existencia de la vagina.
Coincide con la fase fálica o complejo de masculinidad planteado por S Freud, en el
que prima la envidia fálica.
Se identifica con el pene paterno atacado, pero este superyo paterno es menos cruel
que el primitivo superyo materno. A diferencia de lo que plantea S Freud, la niña no
sale de esta fase por desilusión materna sino sólo si el odio no es tan intenso y puede
en parte restaurar a la madre y no quedar tan fijada a ella, en definitiva si hay
predominio de lo genital por sobre lo pre-genital.

Varón (positiva):

Al igual que la niña necesita aplacar y restaurar a la madre, pero también se refuerzan
los impulsos genitales, coincidiendo con el Edipo freudiano clásico. El varón rivaliza con
el padre y quiere arrebatarle su pene potente para restaurar a la madre y también
como expresión de sus sentimientos amorosos.
El Superyo paterno resultante, del que se desprende la angustia de castración clásica,
es menos cruel que el materno. La angustia de castración es secundaria a una primera
situación de ansiedad (fase femenina) en la cual se teme el despedazamineto del
cuerpo. A esta fase edípica le continúan las identificaciones secundarias del superyo y
el abandono del incesto.
TERCERA FASE FEMENINA (sólo en la niña):

Coincide con el Edipo clásico freudiano, en que la niña se dirige al padre


buscando un niño, pero con mucha menor rivalidad edípica con la madre.
Hay una mayor identificación con una madre verdaderamente femenina.

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