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Síntesis: Las primeras emociones. Las seis etapas principales del desarrollo emocional durante los
primeros años de vida.
Introducción
Los niños parecen tener unas características de personalidad básicas ya desde el nacimiento, a la
vez que atraviesan diferentes etapas a medida que van madurando.
El recién nacido se enfrenta a dos retos simultáneos fundamentales durante las primeras semanas
de vida:
- Interesarse por el mundo por sí mismo: el camino del bebé por interesarse por el mundo transcurre
a través de los sentidos, lo que oye, ve, huele, saborea y toca, y lo que experimenta a través de su
sentido del movimiento.
Al principio, el estado de interés y tranquilidad se puede presentar con escasa frecuencia, sólo unos
pocos minutos cada vez. Poco a poco los episodios aumentan, tanto en número como en duración
a medida que el recién nacido madura.
Las experiencias físicas de ayudar a tu bebé a calmarse usando sus ojos, oídos y sentido del tacto
benefician su desarrollo emocional. Esto es así, básicamente, porque el bebé aprende, mediante el
uso de sus sentidos, a manejar tanto la angustia como el placer.
Una orientación básica hacia las experiencias sensoriales comienzan en los primeros meses
de vida
El interés por el mundo en general sienta una base que despierta un especial interés por las
relaciones humanas. El inicial interés del bebé por su entorno le conducirá a interesarse por los
demás y a formar esas primeras relaciones que constituirán la base de todo su futuro aprendizaje
emocional.
Observando a tu bebé
El reconocimiento de las características individuales del bebé constituye el primer paso en la ayuda
que le podamos prestar a su desarrollo emocional. Si conoces los rasgos y las tendencias de tu bebé,
podrás comenzar a ajustar tus cuidados a sus necesidades para ayudarle a desarrollar sus
capacidades de autorregulación y de curiosidad por el mundo.
Catherine Lara Nahuelhual – Máster Atención Precoz
Durante los dos primeros meses de vida de tu bebé, hazte tú mismo las siguientes preguntas:
¿durante cuánto tiempo parece estar tranquilo?, ¿duerme pacíficamente, de forma relajada,
durante unas cuantas horas seguidas?, ¿te mira a la cara, atiende a tus palabras o se anima cuando
se le habla?, ¿se van alargando, y aumentando en frecuencia, los momentos en que fija la atención
–digamos quizás, al principio, cinco minutos dos o tres veces al día- ¿a medida que se acerca a los
dos meses?
Si tus respuestas son “si”, apenas tendrás que hacer nada diferente.
Los sentidos
Visión: mira a tu bebé en silencio. Realiza expresiones faciales atípicas y observa su respuesta. Coge
un objeto (una pelota por ejemplo) y sitúalo frente a tu bebé. Muévelo, lentamente, hacia la
izquierda y, después, hacia la derecha. Observa si tu bebé lo sigue. Si se alegra ante tu cara sonriente
y sigue la pelota, puedes estar segura que utiliza la visión para entrar en contacto con el mundo y
para mantener la tranquilidad.
Audición: ajusta tu voz a una tonalidad que le parezca gratificante a tu bebé, realiza patrones
rítmicos (bo bo bo ba). Es posible que no responda a todos los patrones vocales o a todas las
tonalidades. Esto te permitirá conocer qué tonalidades y qué secuencias le permiten sintonizar
contigo, cuáles no le interesan y cuáles lo sobreexcitan.
Tacto: cuando tu bebé no esté demasiado cansado, acaricia, suavemente, las diferentes partes de
su cuerpo. Si estás atenta a las expresiones, sabrás qué zonas de su cuerpo le gustan más que le
acaricies y cuáles no.
Movimiento: cuando balancees ligeramente a tu bebé, fíjate en cómo reacciona. A la hora del juego,
sujeta a tu bebé en el aire y, a continuación, bájalo, lentamente, hasta la altura de los ojos.
Prácticamente todos los recién nacidos se asustarán al ser movidos a demasiada velocidad, pero,
hacia los dos o tres meses, algunos mostrarán agrado, mientras que otros permanecerán, todavía,
reacios.
Olor y sabor: experimentar distintos aromas placenteros y/o recordar cómo responde a voces ,
caras, objetos relucientes, al acariciarle diferentes partes del cuerpo, a las diversas formas de
sujeción, al moverle los dedos de las manos y pies, y en qué medida prefiere movimientos bruscos
o patrones de movimientos más lentos y más delicados.
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a. Hiperexcitables: aquellos que tienden a excitarse en demasía por el mundo que les rodea y
no pueden permanecer quietos. Se muestran muy sensibles a los estímulos, parecen
irascibles durante gran parte del tiempo (arquea su espalda, tensa sus músculos, y, parece
querer alejarse llorando, la mayor parte del tiempo con un chillido agudo). Los intentos por
consolarle, a menudo, aumentan su angustia.
b. Hipoexcitable: aquellos que tienden a permanecer tranquilos pero a los que resulta difícil
interesar por su entorno. Frecuentemente, tienen un tono muscular bajo.
Visión: la iluminación normal de una habitación puede ser la causa de irritabilidad. A su vez, unas
expresiones faciales divertidas pueden causar llanto.
Tacto: acariciar suavemente alrededor de su barriga puede constituir una experiencia desagradable.
Control muscular: movimientos de los dedos de las manos y pies, pueden resultar u estímulo
excesivo.
Movimiento y tacto: puede mostrar escasa reacción al movimiento o a las caricias. El tono muscular,
la expresión facial y su nivel de atención pueden permanecer inalterados.
Posición: no parecen estar demasiado interesados por su entorno, muy a menudo pueden tener uno
o dos sentidos afectados.
El problema se refiere a la incapacidad de usar o de darle sentido a los mensajes que incorpora por
medio de sus sentidos.
La ayuda debe orientarse en continuar, simultáneamente, con la estimulación directa, sencilla, del
sentido aparentemente deficitario.
Tu situación familiar
Las tensiones y presiones de la vida, que de poco tienen que ver, directamente, con tu bebé,
también te pueden dificultar hacerte cargo de los cuidados que necesita y, que a su vez, merece.
Durante el periodo de ajuste emocional, es muy importante que los padres compartan sus
emociones y se muestren sensibles a las necesidades del otro, tanto por el bebé como por cada uno
de ellos.
Siendo en exceso pasivo: padres excesivamente inexpresivos, que pueden no estar deprimidos ni
ausentes, son personas de ánimo muy templado.
Sobreestimulación: un bebé no sólo necesita estar comprometido con su entorno, también necesita
estar relajado y calmado, para que el mundo se presente como un lugar interesante, a la vez que
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tranquilo. El estilo y temperamento de algunos padres pueden tener unas características que les
obligue a realizar un esfuerzo consciente de relajación.
Miedo de no dar suficiente: es común en madres que dan pecho y se concentran en “no tengo
suficiente leche para mi bebé”. En algunos casos puede ser así, ciertamente, y otras veces, refleja el
miedo general de “no tener suficiente”.
Miedo de ser malos padres: puedes sentir que lo que tienes que dar no es bueno, o no es lo
adecuado.
Miedo de perder la independencia: el miedo a perder su independencia interfiere con el placer que
comporta la nueva relación con su pequeño.
Miedo a ser controlado: relacionado con el miedo a perder la propia independencia. Comentarios
tales como, ¡mi bebé altera mi vida, no lo soporto!, son normales, siempre que no comiencen a
interferir con el afecto, el amor y la espontaneidad o la capacidad de tranquilizar a tu bebé.
Miedo a las sensaciones sexuales: si estas sensaciones comienzan a ser dominantes hasta el punto
de hacerte sentir incómodo, intenta descubrir su origen.
2. Enamorarse: (2-7 meses). A medida que el recién nacido vaya creciendo, hacia el segundo, tercer
y cuarto mes de vida, comenzará a mostrar un interés selectivo por la parte significativa de su
mundo, comenzará a reír, a abrir sus ojos y a centrar la atención hacia la persona. Esto es parte de
un esquema general de atención, está respondiendo más a las interacciones sociales externas
mientras que, anteriormente, estaba influenciado por las sensaciones físicas internas (por ejemplo,
hambre, gases).
Ahora que el bebé está empezando a ser selectivo en sus respuestas, existe una tarea fundamental,
y muy gratificante que es estimular una amplia gama de sentimientos profundos. Es en esta etapa
cuando muestra una creciente sintonía con el mundo humano y parece aprender la esencia de una
relación amorosa de un modo que sólo los padres pueden apreciar.
Observando a tu bebé
Los bebés difieren en la cantidad de interacción que pueden absorber. Si disfruta de diez minutos
de relación contigo pero después se cansa de la estimulación, se habrá merecido este descanso.
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Incluso si resulta difícil de conquistar, intenta elegir momentos que sintonicen con su estado
anímico.
El cortejo debería ser una experiencia gratificante para ambos, no una experiencia abrumadora para
el bebé.
Si observaras que tu bebé no muestra una reacción especial hacia tu persona, la solución
puede ser tan sencilla como pasar más tiempo con él, mostrarte más afectivo, o realizar un
mayor esfuerzo para captar su interés. Si no mantiene una relación de apego afectivo
contigo más allá de unos pocos minutos, incluso después de haberte convertido en la
persona más fascinante del mundo, intenta anticipar el período en el que tu bebé muestra
interés por la intimidad. Justo antes de que comience a inquietarse, dirige la actividad hacia
algo más físico o menos íntimo. Luego, continúa con el cortejo.
Si tu bebé no aporta ninguna apertura inicial (mirada, sonrisa o movimiento) sobre la que
puedas construir tu afecto, entonces inténtalo con vocalizaciones suaves e interesantes,
miradas, movimientos rítmicos o con objetos fascinantes que provoquen su reacción (a las
tres o cuatro semanas, deberías observar algún progreso).
Recordar que una relación amorosa no tiene por qué ceñirse a los padres.
Calidad de la respuesta
Si la sonrisa de tu bebé es solo un esbozo y/o si su mirada no se fija en ti, quizá se haya
fallado en la conexión emocional.
Si las pruebas con diferentes medios de seducción no dieran resultado, deberás considerar
el grado de sinceridad de tus sentimientos y si cuando te dedicas a tu bebé estas cansada o
preocupada.
Con un bebé cuyo apego es menos estable, deberás invertir más tiempo, primero seduciéndole y,
después, dejando que te seduzca. Presta atención minuciosa a los factores que ayudan a tu bebé a
recuperarse del estrés, como por ejemplo, una sonrisa tranquilizadora, una voz relajante, un suave
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masaje o un movimiento rítmico. Sabiéndolo, puedes practicar ayudando a tu bebé según sus
necesidades.
Entre los dos y los diez meses, cuando los bebés se enamoran y aprenden a comunicarse, los padres
pueden ser los primeros en reconocer que algo interfiere en la superación de la dificultad de seguir
y responder y, quizás necesite algún tipo de ayuda para coordinar sus músculos y sus sentidos.
Revisando tu ayuda
Si sabes que tu meta consiste en estimular el interés del bebé por las personas y, particularmente,
por ti, deberías ser capaz de detectar cualquier obstáculo.
Siendo excesivamente pasivo: el hecho de ser muy pasivo puede ser debido, en ocasiones, al miedo
de ser enérgico. A menudo, cuando uno de los cónyuges se muestra muy pasivo, el otro toma el
mando.
Ver al bebé como un juguete: por ejemplo, cuando el bebé se muestra furioso la madre lo deja,
simplemente, en su cuna. Pues, la madre piensa que el bebé estaba allí, exclusivamente, para darle
satisfacción.
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El bebé que había comenzado a sonreír, a interactuar y a mostrar placer por su entorno,
rápidamente se volvió irritable e impredecible. Los bebés pueden mostrar dificultades, por ejemplo
un retraso en el desarrollo motor.
El bebé como prolongación de los padres: muchos padres dan rienda suelta a sus fantasías sobre lo
que ellos quisieran que fuera su hijo en el futuro, unos reconocen estas fantasías, no obstante, otros
están absorbidos por este ideal que, de hecho, esperan que su bebé cumpla aquellas cosas de la
vida que ellos no pudieron. Algunas veces, esto se relaciona con la dificultad de hacer frente a
sentimientos de pérdida y decepción.
La dificultad de experimentar con todo tipo de emociones: los bebés son capaces de mostrar una
amplia gama de emociones que pueden, a veces, abrumar a algunos adultos.
El segundo paso trata de establecer una pauta de seducción mutua, descubre tus sentimientos
desagradables, qué sueles hacer ante ellos (evitar, sobreestimular) y, a continuación, experimenta
con otras pautas adaptativas.
Miedo a ser rechazado: para algunas personas, la sensibilidad al rechazo es vivida, de modo
totalmente comprensible, como un rasgo que se debe ocultar.
Entretanto, bajo una apariencia externa tranquila, se esconde una madre, un padre o un cuidador
dispuesto a interpretar cualquier acción, por parte del bebé, como una falta de afecto.
Si tus sensaciones ansiosas y molestas, en los momentos en los que tu bebé se muestra alterado,
impiden una relación fructífera, intenta determinar en qué medida el miedo al rechazo es un tema
importante para ti. Pregúntate ti mismo si experimentas estos miedos en otras relaciones.
El miedo al rechazo puede agravarse en el caso de bebés especialmente irritables y que tienen
dificultades en fijar su atención en sus madres, o con bebés apáticos y retraídos.
Sensaciones de envidia: a medida que tu bebé crece y desarrolla su capacidad de interacción social,
a menudo muestra gran alegría y felicidad. Algunos padres pueden envidiar, secretamente el estado
tranquilo, libre de preocupaciones y plenamente atendido de su bebé.
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excesivas bromas que le gastas, por ejemplo, dándole un juguete para después retirárselo
bruscamente.
excesiva rabia, los bebés pueden resultar muy frustrantes, es necesaria cierta paciencia.
sensación competitiva respecto del bebé. Si te descubres a ti mismo pensando a ella o él (tu
cónyuge) le presta más atención que a mí, ello se refleja en su actitud hacia el bebé. Es posible
que tu cónyuge no te preste apoyo, pero debes hablar con ella, o con él, sobre este asunto. No
se lo hagas pagar al bebé.
Miedo a dañar a tu bebé: puede conducir a una actitud sobreprotectora, hiperintrusiva o, en el otro
extremo, a una actitud de retirada emocional y distanciamiento físico.
Miedo a las sensaciones sexuales: tales sensaciones respecto de tu pequeño puede ser motivo de
preocupación y de alejamiento del bebé. Pero recuerda que esta sensación resulta de un contexto
de especial intimidad con otro ser humano. Esto puede confirmarte que lo que te ocurre es normal
y, a la vez, impedir que actúes de forma inadecuada.
3. Desarrollo de la comunicación intencional: (de los 3-10 meses). Ahora es un bebé que se abre al
mundo física, mental y emocionalmente y el papel del adulto es favorecer una comunicación
intencional. Esto se puede lograr, por ejemplo, respondiendo, recíprocamente, a sus señales, lo que
significa devolver la sonrisa del bebé con la propia o extender la mano cuando él la extienda. Sus
intercambios comenzarán a tener un carácter de causa-efecto lo que constituye la esencia de la
comprobación de la realidad. El bebé no nace sabiendo que es capaz de hacer que algo ocurra.
Observando a tu bebé
Observar las diferentes vías por las cuales tu bebé se comunica y el grado hasta el cual es capaz de
comunicarse.
Ayudando a tu hijo
1. Interacción recíproca: en algunos casos te deberás concentrar, en primer lugar, en que se
tranquilice (si es que es necesario), conquistar su atención y a tener su primera interacción
intencional, quizás sea la parte más difícil y puede requerir muchas horas y mucha paciencia.
2. Interacción en todas las áreas emocionales y con todos los sentidos: a los tres o cuatro meses, el
bebé es capaz de experimentar las más diversas emociones y a la vez la capacidad de tranquilizarse.
Las preferencias naturales de tu bebé pueden significar que algunas interacciones emocionales
están más desarrolladas que otras, pero todas deberían estar presentes, de una u otra forma. Si te
das cuenta que no expresa toda la gama de interacciones emocionales, le puedes ayudar trabajando
sobre aquellas que más le cuestan.
También existen bebés que no echan mano de todos sus sistemas sensoriomotrices para
interactuar, ya que pueden tener un ritmo madurativo diferente o dificultades motoras. Puedes
ayudarle a aprender la relación causa-efecto y, a su vez, para practicar el uso de sus sentidos y de
su sistema motriz a través de ejercicios de coordinación motriz fina y gruesa.
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Un bebé al que le cuesta integrar lo que ve, oye o toca con su conducta motriz, también puede tener
dificultades en el procesamiento de la información (captar la información a través de los sonidos y
darles un sentido) o en la integración de la información (asociar la información procedente de los
sentidos y combinarla con una conducta motriz adecuada).
Cuando los bebés son lentos en desarrollar la capacidad de coordinar sus sentidos con su esquema
motriz, es razonable considerar que el problema pueda radicar tanto en el componente
decodificador, como en la capacidad de usar y coordinar sus músculos para mostrar lo que quieren,
como, por ejemplo, gatear hacia un objeto que han visto. Además, es razonable poner en duda si
un bebé que tiene dificultades para discriminar, por ejemplo, si un sonido procede de la derecha o
izquierda, está capacitado para descifrar señales emocionales complejas (diferenciar una sonrisa
placentera de su madre de un ceño fruncido o, incluso, de un irritado).
1. Identifica y responde, selectiva y apropiadamente, cada una de las señales, desde las placenteras
hasta las que reflejan malestar (de esta forma, el bebé, aprende a diferenciar sus deseos y
sentimientos internos, unos de otros).
Tu situación familiar
Los bebés entre seis y diez meses que dejan atrás esta etapa y comienzan a mostrar más
habilidades, a menudo son vistos como una nueva amenaza por los hermanos mayores. Los
pequeños, capaces de desplazarse y de coger objetos, persiguen a sus hermanos por todas partes,
y el hecho de acaparar la atención materna también puede generar algunos sentimientos negativos.
Las disputas entre hermanos pueden dificultar las interacciones gratificantes, de ayuda, para tu
bebé. Al disponer de menos tiempo para el control de los pequeños, puedes dedicar más energía
para estimular las habilidades comunicativas de tu bebé.
Nunca se debe excluir a los demás hermanos, ellos también pueden participar de los aprendizajes
del bebé.
Intrusión: algunas veces, los padres pueden realizar una lectura equivocada de las señales de su
bebé, al menos, en determinadas áreas emocionales. Inconscientemente, estos padres proyectan
sus propios deseos, emociones o pensamientos en su bebé.
Exceso de control: los padres de tienden a ser excesivamente controladores, a menudo piensan que
sus hijos deberían ser de determinada forma e intentan comprobar que así sea.
Sobreprotección: tiene su origen en el miedo de que tu bebé pueda hacerse daño a sí mismo.
Ansiedad ante determinadas emociones: lo que interfiere e la correcta interpretación de las señales
de su bebé.
Comprensión de las sutilezas: es un rasgo del estilo comunicacional de los padres que fomentará el
mismo rasgo en su bebé.
Miedo a hacer mal las cosas: puede formar parte de una falta de confianza o, incluso, de una
depresión subyacente lo que puede interferir en la capacidad de contribuir al desarrollo del bebé.
Miedo a ser pasivo: quieren ser padres perfectamente sintonizados, pero podrían tener un poco
más de paciencia para interpretar las señales de su bebé de forma correcta. Ellos mismos se ven, a
menudo, como inadecuados.
Miedo de ser empático: tienden a sobreempatizar, es decir, una vez metidos en zapatos ajenos ya
no se saben salir, lo que les impide superar la situación. Entonces, en un esfuerzo de corregir esta
circunstancia, intentan evitar sentir lo que la otra persona siente.
4. Aparición de un sentido organizado del yo: (de los 9-18 meses). Transición de la época de bebé
a la etapa de niño pequeño, comienza a entrelazar diferentes conductas.
Las emociones, que ya eran evidentes en etapas más tempranas, están, ahora, más organizadas.
1. Emociones y cognición: muchas habilidades que ha comenzado a adquirir parecen ser, tanto
cognitivas como emocionales. La diferencia no siempre es clara, de hecho, durante estos primeros
años, existe un gran solapamiento entre estos aspectos evolutivos. Sin embargo, se podría definir el
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desarrollo emocional como la aplicación de procesos mentales al mundo de los sentimientos, de las
relaciones interpersonales y de los objetos inanimados por los que el niño siente apego.
Se podría definir el desarrollo cognitivo como la aplicación de estos mismos procesos mentales al
mundo impersonal.
3. Expresar deseos e intereses tomando la iniciativa: comienza a poner en práctica conductas, que
se basan en sus propias necesidades más que en copiar lo que tú haces.
El sentido de que uno mismo puede tomar la iniciativa para satisfacer sus necesidades y de explorar
los incipientes intereses personales, es de suma importancia.
5. Originalidad: combina lo que le ha sido enseñado con lo que ha experimentado, que añade su
propia peculiaridad y descubre una original aproximación a las emociones vitales, sea mediante una
nueva forma de ser acariciado o una ingeniosa táctica para igualarse con el hermano mayor.
7. Relaciones entre niños pequeños: los niños pueden disfrutar de la compañía de sus iguales a
través del juego interactivo. Sin embargo, en una fiesta de cumpleaños de tres o más niños cada
uno cogerá su propio camino. El juego interactivo no tiene lugar hasta que los niños de cada grupo
se conocen entre ellos.
8. Cómo reconciliar las emociones extremas: en la medida en que los niños están aprendiendo a
comprender las funciones de los objetos y a ver el significado en patrones de conductas, también
aplican esta nueva capacidad a sus emociones.
Están comenzando a aprender que, incluso estando enfadados con su madre, todavía se pueden fiar
de ella y quererla.
Los niños de esta edad y etapa evolutiva, se adentran ya en la lucha interna, tan humana y que dura
toda la vida, para reconciliar las dos emociones opuestas que perciben. Aquellos que pueden
aceptar que el amor y el odio, la actividad y la pasividad, pueden coexistir en la misma persona,
alcanzarán una percepción de la complejidad emocional de la vida y una comprensión más íntegra
de la naturaleza humana. Su sentido de sí mismo será pleno e integrado.
9. La capacidad de comunicarse mediante palabras: el niño se comunica de forma cada vez más
compleja. Expresándose mediante gestos, sonidos y, finalmente, palabras, aumenta en gran medida
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la capacidad del niño de dar a conocer sus deseos y de asociar un gesto, sonido o palabra a una
emoción interna.
10. Cómo aceptar límites y el empleo de las formas distales: la capacidad de aceptar los límites
impuestos, para él, por sus padres, ayuda al niño a comprender la realidad enseñándole lo que
puede, y lo que no puede, hacer. La perfección no es, en este caso, el objetivo básico. Cualquier niño
con una evolución intachable en su conducta, constituye un caso altamente sospechoso.
Observando a tu bebé
Lo que los padres deben determinar es lo siguiente: ¿muestra tu hijo los elementos básicos de estas
nuevas adquisiciones? ¿tu hijo o hija, van evolucionando, paulatinamente, en estas habilidades
nuevas?
Ayudando a tu hijo
1. Organización de la conducta y las emociones
- Pasas suficiente tiempo con tu hijo para poderte relacionar con él.
- Aporta puentes para ayudarle a elaborar sus propósitos de manera más organizada.
- Explícale cómo piensa curar su herida o por qué no quieres que haga algo.
- Asegúrate de que tu hijo se puede comunicar contigo a distancia (a través del espacio), mediante
la expresión facial, los gestos y la voz.
Sobreidentificación: cuando intentan moldearlo en función de lo que ellos quisieran haber sido.
Exceso de control: una actitud sobrecontroladora o intrusiva puede deberse a miedos que hayan
podido asomar ante la independencia recién alcanzada por tu hijo.
Ser distraído: un padre que, mentalmente, entra y sale de la actividad de un niño, difícilmente puede
significar una ayuda para él.
Miedo a ser controlado: es la lucha por el poder que puede durar hasta que el hijo abandona la casa.
Miedo a que tu hijo se haga daño: en este caso el padre no intenta imponer su voluntad, sino que,
el niño vaya a dañarse lleva al padre a ir rondando al niño y a actuar exageradamente cuando
emprende alguna actividad fuera de su alcance visual. Crea un clima inseguro.
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Miedo a fijar límites: los niños necesitan límites. Forman parte del aprendizaje de volverse
organizado.
Miedo de la dependencia del niño: la mejor manera de ayudar a los niños a volverse autosuficientes
no sólo consiste en estimular la autosuficiencia sino, también, en aportar seguridad y ayuda
emocional para ayudarles a construir unas bases debidamente sólidas.
Percepciones equivocadas de los intereses del niño: dado que las emociones y las conductas del
niño se están volviendo más complejas, los padres tienen muchas más oportunidades de
malinterpretar y distorsionar las intencionalidades de su hijo.
5. Crear ideas emocionales: (de 18-36 meses). A medida que progresa a lo largo del segundo año y
bien entrando al tercero, se puede observar una creciente capacidad de usar ideas, de
conceptualizar. Esta adquisición tiene su origen durante el segundo año, cuando comprende la
función de un objeto. También relaciona la idea de función con las emociones, en cuanto comienza
a comprender que mamá está allí para hacer una caricia, dar de comer.
La capacidad del niño de relacionar lo que siente, ve, palpa o escucha con sus funciones, representa
un importante paso hacia la siguiente fase evolutiva: capacidad de elaborar ideas y de ponerlas en
práctica para juntar las emociones y la conducta.
Crear ideas
Las características sensoriales y emocionales de un objeto se integran con sus funciones para formar
una imagen mental. Un aspecto que hace referencia al hecho de que los niños empiezan a usar ideas
cuando son capaces de construir la imagen de un objeto después de que éste haya desaparecido de
su campo visual durante cierto tiempo. Un niño ha alcanzado esta etapa, por ejemplo, cuando,
después de un periodo de tiempo, puede ir en busca de un objeto, una pelota, que ha sido colocada
detrás de una pantalla mientras el niño observaba. Para poder hacer esto, el niño debe ser capaz de
crear una imagen mental de lo que permanecía oculto y recordar, posteriormente, que la pelota fue
escondida detrás de la pantalla.
En lo que respecta al mundo de las ideas que hacen referencia a sentimientos y relaciones humanas,
se ha alcanzado el nivel de conceptualización cuando un niño, por ejemplo, puede construir una
imagen emocional de una persona o de una interacción cuando esta persona no está presente.
Uno de los indicadores más evidentes de que el niño es capaz de idear conceptos, es el desarrollo
del lenguaje. También el juego simbólico, la capacidad de usar patrones gestuales complejos y de
la organización de determinados patrones espaciales (por ej., en los juegos de construcción).
Observando a tu hijo
Lo que te interesará es constatar que sean las preferencias de tu hijo las que determinen en qué
forma se quiere expresar primero.
Ayudando a tu hijo
1. Elaborar ideas
- Asegúrate de que tu hijo comprenda el papel funcional de los objetos, las personas y los
sentimientos.
- Dispón de momentos de juegos específicos y presta atención a la actividad que despliega tu hijo.
- Si tu hijo muestra, transitoriamente, una conducta regresiva, intenta darle algo más de seguridad.
- Si tu hijo tiene problemas con adquisiciones previas, integra las antiguas con las nuevas.
- Con un niño dependiente, dale la oportunidad de sentirse más seguro por medio del juego
simbólico, las formas de comunicación a distancia y la sujeción; fija límites de forma más efectiva.
- Ayuda a tu hijo a usar sentimientos para satisfacer necesidades básicas dialogando acerca de los
sentimientos, por ej., si se siente inseguro, coméntale cómo te sientes cuando tienes que salir y
dejarlo a él en casa.
- Establece contacto tras una confrontación, por ej., siento haberte chillado. Quisiera darte un beso.
- Ayuda al niño a contactar de nuevo utilizando las ideas emocionales, por ej., sabes que me enfado
contigo cuando vacías de golpe la cesta de tus juguetes. ¿Por qué deseas hacerlo?
4. Desarrollar la identidad
- Respeta la individualidad.
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- Debes favorecer el uso de los sentidos y de las funciones motoras aún no incorporadas en las
situaciones interaccionales de aprendizaje.
2. Anima a tu hijo a usar ideas a un nivel descriptivo, por ej., ¿Me puedes decir de qué color es tu
camisa?
4. Introduce temas que tu hijo evita de tal forma que no comprometas su sentido de identidad.
5. Asegúrate de que las interacciones que estableces con tu hijo en las situaciones diarias, le ayuden
a elaborar sus nuevas ideas emocionales al igual que en el juego simbólico.
Ahora comenzará a organizar y manejar sus ideas de cara a una comprensión causa-efecto de sus
propias emociones y del mundo en que la realidad comienza a ser tenida en cuenta. Ahora puede
combinar ideas emocionales.
Es posible que manifieste sentimientos de vergüenza y, acaso, de culpa basada en sus propios
sentimientos acerca de malos deseos y mal comportamiento.
Está desarrollando un nuevo sentido del yo y del tú.
Este proceso de relacionar y organizar sentimientos continuará desarrollándose. El niño de tres años
puede darse cuenta de que sus sentimientos de rabia y la conducta correspondiente puede llevar a
castigos o miradas furiosas de papá. Es éste un paso importante de cara a una futura conciencia
moral: la constatación de que sus acciones (y emociones) pueden tener consecuencias emocionales
para otros.
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A los dos años reconoce, a su manera, la diferencia entre un gato de juguete y un gato real pero,
ocasionalmente, juega con el gato de peluche como si fuera real. A medida que se acerca a los tres
años, el niño comienza a organizar y categorizar de forma más profunda las características de lo que
constituye el mundo animado y el inanimado y a separar las experiencias relacionadas con uno u
otro.
Otra vertiente intelectual que se debería desarrollar, ahora, es el sentido del tiempo. Está
aprendiendo a organizar acontecimientos agrupados, no sólo según sus cualidades sino, también,
basándose en su marco temporal. Las experiencias que tuvieron lugar ayer están en un grupo, y las
experiencias que ocurren hoy están en otro. También comenzará a agrupar relaciones espaciales y,
algo más tarde, las experiencias que espera ocurran mañana.
Regulación y control de los impulsos: necesita comprender la relación causa-efecto, sino no tendrá
motivo alguno para controlar sus impulsos.
Combinar pensamientos y emociones para que tengan sentido: la relación entre la idea y la emoción
correspondiente no está del todo clara. Esto se logra entre los 4-5 años.
Mayor concentración y planificación futura: sabiendo las consecuencias de sus acciones, en cierto
sentido, le permite hacer A para lograr B, incluso si A lleva su tiempo. Será capaz, progresivamente,
de tolerar la frustración, perseverar en una tarea y anticipar acontecimientos.
Si los pensamientos y las conductas no tienen consecuencias, entonces no tiene sentido planificar.
a. Represión primaria: cuando los niños de corta edad sencillamente no tienen la información
sobre acontecimientos previos cuando van creciendo.
b. Represión secundaria: cuando los niños vuelven hacia atrás, hacia sus experiencias
primarias inconscientes que evocan sentimientos desagradables o desorganizadores para
su actual modo de funcionamiento.
El mecanismo que permite olvidar acontecimientos emocionales puede estar relacionado con el
estado mental en el que el niño experimenta el suceso.
Observando a tu hijo
Si tu hijo está desarrollando una personalidad sana y va creciendo sin sobresaltos, deberá aprender
cómo analizar la realidad, regular sus impulsos, estabilizar sus estados anímicos, integrar sus
sentimientos y sus conductas, concentrar su atención y planificar. Estas funciones no tienen lugar
necesariamente porque sí. Son la resultante, tanto de la capacidad de tu hijo de superar las primeras
fases evolutivas, como de tu ayuda de cara a una mejor organización de las experiencias
emocionales.
Ayudando a tu hijo
1. Mostrar interacciones causa-efecto
- A través del lenguaje responde de forma lógica a los mensajes de tu hijo; no pases por alto la
comunicación ni cambies de tema.
- A través del juego simbólico, ayúdale a avanzar un paso más en su historia, añadiendo más
personajes a la escena o desplazando la representación de los personajes.
- Ayudando al niño que está más interesado por las configuraciones espaciales, a usar ideas
emocionales con personas.
- Añadiendo diferentes secuencias lógicas cuando determinada dificultad con alguna emoción le
lleva a desviar, bruscamente, el curso de la historia.
- Prestando atención a cómo tu familia maneja cualquier emoción con la que tu hijo se siente
incómodo.
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- Cuando la intensidad de una emoción excite a tu hijo o le retraiga, estate atento cuando la
intensidad sea excesiva; aporta, entonces, una mayor estructura para volver a contactar con él;
anímale a que hable de sus sentimientos; observa si, a través de su juego, muestra, indirectamente,
algún problema; evalúa la existencia de cualquier factor estresante en la familia.
- Con un niño excesivamente fantasioso, intenta identificar algún factor estresante familiar,
asegúrate de que aportas suficiente seguridad y que fijas los límites de forma efectiva; cuando la
fantasía es adecuada, crea el contexto pertinente.
- Con un niño excesivamente orientado hacia la realidad, intenta detectar factores de estrés
familiares y falta de apoyo emocional e introduce, lentamente, el concepto de fantasía en su juego
y en su conversación.
- Emplea el lenguaje en contextos más sutiles para transmitir el sentido de los matices.
- A formar alianzas temporales sinceras con tu hijo, mientras se mantiene la alianza primaria hacia
el cónyuge.
- No “traiciones” a tu cónyuge. La madre y el padre forman la alianza básica, una auténtica alianza
familiar.
- Separación y abandono. Al comprender esto, tu hijo comienza a ver que, aun sintiéndose mal, nada
desastroso ocurrirá en su ausencia.
- Cuando el niño no quiera separarse, ayúdale a tranquilizarse y a sentirse acogido esté donde esté;
posteriormente, ayúdale a hablar acerca de sus sentimientos; transmítele que comprendes su
reacción; ayúdale a ver la realidad de la ausencia en contraposición a alguna fantasía angustiante.
- Agresividad y rabia. Si descubre que puede controlar y regular su ira, entonces gana confianza en
su capacidad, y en la de sus padres, de poder manejar sentimientos tan intensos.
- Procede cara a cara con tu hijo, incluso cuando está furioso: ayúdale a retomar el control; fija
límites claros.
- Si vuestro hijo sobrepasa vuestra tolerancia, los padres deben establecer límites recalcando
vuestra necesidad de intimidad.
- Estando a solas con tu hijo durante 30 a 45 minutos cada día, o en días alternos.
- Permitiendo que tu hijo decida a qué dedicar el tiempo; proporcionando un entorno adecuado
para el juego.
Revisando tu ayuda
El objetivo de tu hijo consiste en usar ideas emocionales en secuencias lógicas. La ayuda que puedes
prestar a tu hijo para que desarrolle plenamente esta capacidad requerirá que, una vez más, eches
una ojeada sincera a cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos más vulnerables.
Tu situación parental
Una atmosfera continua de tensión y de falta de apoyo puede crear ansiedades en tu hijo y provocar
los consiguientes problemas de conducta.
Intrusión o retraimiento: cualquier tendencia puede afectar la capacidad del niño para asociar ideas
de forma lógica. El intrusismo es, a menudo, una defensa ante los sentimientos de ansiedad. Para
Catherine Lara Nahuelhual – Máster Atención Precoz
poder modificar tu tendencia al intrusismo o hacia la retirada tienes, antes que nada, ser consciente
de ello.
Ansiedad ante las confrontaciones: si tiendes a evitar la confrontación o a evitar a tu hijo después
de un episodio emocional intenso, intenta modificar esta pauta. Al tomar conciencia de que los
sentimientos intensos te crean malestar, te costará menos entienda quién es el jefe. Luego, es
importante que retomes el contacto con él después de un ataque de ira y le ayudes a comprender
qué es lo que sucedió y por qué.
Incapacidad de apreciar la singularidad: todos los niños tienen rasgos especiales que merecen una
sincera admiración. Encontrar estos rasgos, por pequeños que sean, constituye un comienzo
importante. Si la admiración que sientes es sincera, él se dará cuenta de esta actitud. Si no te es
posible, quizás estés demasiado implicado a un nivel de competencia o de sobreidentificación, para
poder observar su singularidad.
Dificultades con un sistema tripersonal: es necesario que estés particularmente atento a la forma
en la que tú y tu cónyuge se relacionan. Si vuestra relación se caracteriza por enfados mutuos,
competitividad y falta de afecto y ayuda, tu hijo seguramente percibirá esta tensión. En respuesta,
quizás intente manejar la situación en silencio, comprometiendo su capacidad de usar emociones
para clarificar las cosas o, quizá, reclame la atención hacia su persona generando problemas de
sueño, conducta impulsiva u otros.
Miedo al pensamiento lógico de tu hijo: a muchos de nosotros nos gusta la realidad con un toque
de distorsión y nos podemos sentir ansiosos y absolutamente temerosos ante las recientes
manifestaciones, fríamente lógicas, de nuestro hijo.
Desde que tu hijo ya está aprendiendo los sentimientos de empatía, debes comenzar a explicarle el
concepto de tacto. Ser discreto no significa estimular la hipocresía, sino, más bien, estimular a un
ser humano a mostrar sensibilidad respecto de los sentimientos ajenos.
Miedo por el interés que tu hijo siente por el mundo: él comprende ahora, hasta cierto punto, las
diferencias sexuales. Cualquiera de los temas referentes al cuerpo, a las lesiones, enfermedades, al
poder o al amor, pueden hacer estallar tus propios miedos. Si bien pudiste ignorar lo intereses
preverbales e ilógicos de tu hijo en ciertos aspectos generadores de ansiedad, ahora, no puedes. Él
o ella quiere saber.