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Aristóteles

Aristóteles nació en 384 a. C. en la ciudad de


Estagira (razón por la cual se lo apodó el
Estagirita),[6] no lejos del actual Monte
Athos, en la península Calcídica, entonces
perteneciente al Reino de Macedonia (actual
Macedonia). Su padre, Nicómaco, fue médico
del rey Amintas III de Macedonia,[7] hecho
que explica su relación con la corte real de
Macedonia, que tendría una importante
influencia en su vida.

En 367 a. C., cuando Aristóteles tenía 17


años, su padre murió y su tutor Proxeno de
Atarneo lo envió a Atenas, por entonces un
importante centro intelectual del mundo
griego, para que estudiase en la Academia de
Platón. Allí permaneció por veinte años.

Tras la muerte de Platón en 347 a. C., Aristóteles dejó Atenas y viajó a Atarneo y a Aso, en
Asia Menor, donde vivió por aproximadamente tres años bajo la protección de su amigo y
antiguo compañero de la Academia, Hermias, quien era gobernador de la ciudad. Cuando
Hermias fue asesinado, Aristóteles viajó a la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos, donde
permaneció por dos años.[7] [8] Allí continuó con sus investigaciones junto a Teofrasto,
nativo de Lesbos, enfocándose en zoología y biología marina. Además se casó con Pythias,
la sobrina de Hermias, con quien tuvo una hija del mismo nombre. En 343 a. C., el rey
Filipo II de Macedonia convocó a Aristóteles para que fuera tutor de su hijo de 13 años, que
más tarde sería conocido como Alejandro Magno. Aristóteles viajó entonces a Pella, por
entonces la capital del imperio macedonio, y enseñó a Alejandro durante, al menos, dos
años, hasta que inició su carrera militar. En 335 a. C., Aristóteles regresó a Atenas y fundó
su propia escuela, el Liceo (llamado así por estar situado dentro de un recinto dedicado al
dios Apolo Licio). A diferencia de la Academia, el Liceo no era una escuela privada y
muchas de las clases eran públicas y gratuitas. [7] A lo largo de su vida Aristóteles reunió
una vasta biblioteca y una cantidad de seguidores e investigadores, conocidos como los
peripatéticos (de περιπατητικός, 'itinerantes', llamados así por la costumbre que tenían de
discutir caminando).[7] La mayoría de los trabajos de Aristóteles que se conservan son de
este período. Cuando Alejandro murió en 323 a. C., es probable que Atenas se volviera un
lugar incómodo para los macedonios, especialmente para quienes tenían las conexiones de
Aristóteles.[7] [8] Tras declarar (según se cuenta) que no veía razón para dejar que Atenas
pecara dos veces contra la filosofía (en referencia a la condena de Sócrates), Aristóteles
dejó la ciudad y viajó a Calcis, en la isla de Eubea, donde murió al año siguiente, en
322 a. C., por causas naturales. En su juventud, Aristóteles fue discípulo de Platón en la
Academia de Atenas. Aristóteles construyó un sistema filosófico propio. Previo a ello,
sometió a crítica la teoría de las Ideas de su maestro. Para intentar solventar las diferencias
entre Heráclito y Parménides, Platón había propuesto la existencia de dos dimensiones en la
realidad: el Mundo sensible y el Mundo inteligible. Para Aristóteles, el mundo no tiene
compartimentos. Si bien Aristóteles admite, al igual que Sócrates y Platón, que la esencia
es lo que define al ser, concibe (a diferencia de sus antecesores) la esencia como la forma
(μορφή) que está unida inseparablemente a la materia, constituyendo juntas el ser, que es la
sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, y del conocimiento
de lo singular para llegar a lo universal, abrió posibilidades a la investigación científica.

Aristóteles rechazó fuertemente la teoría de Platón según la cual las ideas eran la auténtica
realidad (por ser subsistentes y autofundadas) y que el mundo sensible, captado por
nuestros sentidos, no era más que una copia de aquellas. Aristóteles, al contrario de Platón
-que concebía la «existencia» de dos mundos posibles o reales (algunos eruditos creen que
la teoría platónica es en realidad un realismo de las Ideas)-, poseía una teoría que discurría
entre el mundo de las nociones y el mundo sensible, si bien estaba abierto a admitir la
existencia de sustancias separadas e inmóviles (como se muestra en la Física y en la
Metafísica).

Astronomía

Aristóteles sostuvo un sistema geocéntrico, en el cual la Tierra se encontraba inmóvil en el


centro mientras a su alrededor giraba el Sol con otros planetas. Aristóteles habló del mundo
sublunar, en el cual existía la generación y la corrupción; y el mundo supralunar, perfecto.
Esta teoría de la Tierra como centro del universo —que a su vez era considerado finito—
perduró por varios siglos hasta que Copérnico en el siglo XVI cambió el concepto e
introdujo una serie de paradigmas, concibiendo el Sol como centro del universo. En
astronomía, Aristóteles propuso la existencia de un Cosmos esférico y finito que tendría a
la Tierra como centro (geocentrismo). La parte central estaría compuesta por cuatro
elementos: tierra, aire, fuego y agua. En su Física, cada uno de estos elementos tiene un
lugar adecuado, determinado por su peso relativo o «gravedad específica». Cada elemento
se mueve, de forma natural, en línea recta —la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba—
hacia el lugar que le corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de lo que resulta
que el movimiento terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse. Los cielos, sin
embargo, se mueven de forma natural e infinita siguiendo un complejo movimiento
circular, por lo que deben, conforme con la lógica, estar compuestos por un quinto
elemento, que él llamaba aither ('éter'), elemento superior que no es susceptible de sufrir
cualquier cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La
teoría aristotélica de que el movimiento lineal siempre se lleva a cabo a través de un medio
de resistencia es, en realidad, válida para todos los movimientos terrestres observables.
Aristóteles sostenía también que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de
forma más rápida que aquellos que son más ligeros cuando sus formas son iguales,
concepto equivocado que se aceptó como norma durante aproximadamente 1800 años hasta
que el físico y astrónomo italiano Galileo llevó a cabo su experimento con pesos arrojados
desde la torre inclinada de Pisa.
Sócrates
Nació en Atenas, donde vivió durante los dos últimos
tercios del siglo V a. C., la época más espléndida en la
historia de su ciudad natal, y de toda la antigua Grecia.
Fue hijo de Sofronisco – motivo por el que en su
juventud lo llamaban Sōkrátēs iōs Sōfronískos
(‘Sócrates hijo de Sofronisco’) –, de profesión cantero,
y de Fainarate, comadrona, emparentados con Arístides
el Justo.

Según Plutarco, cuando Sócrates nació su padre recibió


del oráculo el consejo de dejar crecer a su hijo a su aire,
sin oponerse a su voluntad ni reprimirle sus impulsos. [1]
[2]
No obstante, ni Jenofonte ni Platón mencionan esta
intervención del oráculo, lo que hace pensar que pueda
ser una tradición popular muy posterior.

Desde muy joven, llamó la atención de los que lo


rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina
ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de
Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a
menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza.[cita  requerida]

Se casó con Xantipa (o Jantipa), que era de familia noble. Según una tradición antigua,
trataba muy mal al filósofo, aunque en realidad Platón muestra, al narrar la muerte de
Sócrates en el Fedón, una relación normal e incluso buena entre los dos.

Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los


que se decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio, aun cuando uno de sus
mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de Delfos si había alguien más sabio
que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún griego más sabio que él
(Apología 21a). Al escuchar lo sucedido, Sócrates dudó del oráculo, y comenzó a buscar
alguien más sabio que él entre los personajes más renombrados de su época, pero se dio
cuenta de que en realidad creían saber más de lo que realmente sabían. Filósofos, poetas y
artistas, todos creían tener una gran sabiduría, en cambio, Sócrates era consciente tanto de
la ignorancia que le rodeaba como de la suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a
la gente y hacerles ver el conocimiento real que tenían sobre las cosas. Asumiendo una
postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la
incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó «ironía socrática», la cual queda
expresada con su célebre frase «Yo sólo sé que no sé nada» (Εν οιδα οτι ουδεν οιδα [en
oida oti ouden oida]). Su más grande mérito fue crear la mayéutica, método inductivo que
le permitía llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban por
medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Según pensaba, el
conocimiento y el autodominio habrían de permitir restaurar la relación entre el ser humano
y la naturaleza.
La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en
revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más
sólidos.

Esto le convierte en una de las figuras más extraordinarias y decisivas de toda la historia;
representa la reacción contra el relativismo y subjetivismo sofista, y es un singular ejemplo
de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción. A la vez, fue capaz de llevar
tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio
ignorancia.

El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para conseguir la


atención de las personas.

Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias
ideas. Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos: Platón,
Jenofonte, Aristipo y Antístenes, sobre todo. Tales testimonios no son convergentes, por lo
que no resulta fácil conocer cuál fue el verdadero pensamiento de Sócrates.[cita  requerida]

Muerte

La intoxicación por cicuta fue usada por los griegos para quitar la vida a los condenados a
pena de muerte. El caso paradigmático de la muerte de Sócrates, fue debido a la ingestión
de una solución en base a la cicuta en el año 399 a. C.

Murió a los 70 años de edad, aceptando serenamente esta condena, método elegido por un
tribunal que le juzgó, y que le ofrecía para morir por no reconocer a los dioses atenienses y
corromper a la juventud. Según relata Platón en la Apología que dejó de su maestro, éste
pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió
acatarla y morir. Realmente le juzgaron porque dos de sus discípulos fueron tiranos que
atentaron contra Atenas.

A su muerte surgen las escuelas socráticas, la Academia Platónica, las menores, dos de
moral y dos de dialéctica, que tuvieron en común la búsqueda de la virtud a través del
conocimiento de lo bueno.[cita  requerida]

Platón no pudo asistir a los últimos instantes y éstos fueron reconstituidos en el Fedón,
según la narración de varios discípulos. Aquí está el paso que describe los síntomas:

Él paseó, y cuando dijo que le pesaban las piernas, se tendió boca arriba, pues así se lo había
aconsejado el individuo. Y al mismo tiempo el que le había dado el veneno lo examinaba
cogiéndole de rato en rato los pies y las piernas, y luego, apretándole con fuerza el pie, le
preguntó si lo sentía, y él dijo que no. Y después de esto hizo lo mismo con sus pantorrillas, y
ascendiendo de este modo nos dijo que se iba quedando frío y rígido. Mientras lo tanteaba nos
dijo que, cuando eso le llegara al corazón, entonces se extinguiría.
Ya estaba casi fría la zona del vientre, cuando descubriéndose, pues se había tapado, nos dijo, y fue
lo último que habló:

—Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides.


—Así se hará, dijo Critón. Mira si quieres algo más.

Pero a esta pregunta ya no respondió, sino que al poco rato tuvo un estremecimiento, y el hombre lo
descubrió, y él tenía rígida la mirada. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.

Este fue el fin, Equécrates, que tuvo nuestro amigo, el mejor hombre, podemos decir nosotros, de
los que entonces conocimos, y, en modo muy destacado, el más inteligente y el más justo.

Pensamiento

Sócrates no escribió obra alguna y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca
creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus
seguidores. Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios,
contradictorios entre ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el
llamado problema socrático; es decir, la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y
del contenido de sus enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba
fundamentalmente la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica
quedaría reducida a la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o
metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato
que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y
burlesco, y que no merece mayor consideración.

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