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I.- Introito.-
Cuando el Estado toma a su cargo la realización coactiva del derecho,
sustituyendo la defensa privada, aparece el proceso jurisdiccional como respuesta
adecuada para lograr la satisfacción de los intereses. Ello implica la imposición
del principio de oficialidad.-
Es así que la aplicación del derecho sustantivo es asumida por el Estado a través
de la función jurisdiccional produciéndose de esta manera un desplazamiento de
esta actividad, de los particulares a él. Ella se realiza a través de la llamada
“administración de justicia” que es ejercida por órganos públicos (magistratura) y
mediante el proceso judicial (Conf. Ferreyra de De La Rúa-González de la Vega
de Opl, Lecciones de Derecho Procesal Civil, edit. Advocatus, pág. 11).-
De este modo, el proceso se convierte en el instrumento técnico –
construido por normas procesales- adecuado para lograr la realización del
derecho sustancial. El proceso permite la realización indirecta del derecho
cuando los particulares no respetan espontáneamente el orden jurídico fijado por
las leyes positivas de un Estado.-
Apuntamos recién que en nuestro sistema procesal impera el principio de
oficialidad, en virtud del cual al particular le está prohibido hacer justicia por su
propia mano. De esta manera, el Estado asume esta actividad a través de la
función jurisdiccional y, en consecuencia, ejerce el monopolio de la fuerza
administrando justicia en los casos que los particulares lo requieren.
Esto se concreta a través del poder de acción, que conforme lo enseña el
Dr. Clariá Olmedo, es el poder de presentar y mantener ante el órgano
jurisdiccional una pretensión jurídica, solicitando una decisión sobre su
fundamento y en su caso la ejecución de lo resuelto (Ferreyra de de La Rúa-
González de la Vega de Opl, Lecciones de derecho procesal civil, Edit.
Advocatus, pág. 73).
De lo expuesto resulta que el contenido de la acción es la pretensión, cuyo
fundamento consiste en afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes.
La acción se promueve y ejercita con la presentación de la demanda
que es la vía por la cual ésta se materializa; en otras palabras, la acción se
vehiculiza mediante la presentación de la demanda en sede judicial.
II.- Concepto.-
Podemos definir a la demanda, siguiendo a Carlo Carli, como "el acto
procesal mediante el cual el justiciable introduce ante el órgano jurisdiccional
una pretensión concreta de actividad”. En otras palabras, es la primera petición
formulada por el actor ante el juez, dirigida en contra de una persona determinada
que asume el carácter de demandado con el objeto que se declare el derecho en el
caso concreto de que se trata.
En derecho procesal se conocen dos acepciones de la palabra demanda.
En el sentido amplio, por demanda entendemos toda petición formulada
por las partes al tribunal. Desde este punto de vista sería demanda cualquier
solicitud de instancia de las partes.
En sentido estricto, demanda es el acto formal con el que se inicia una
relación jurídica procesal y que contiene y resume las pretensiones del actor.
De lo expuesto puede afirmarse que:
a) La demanda es el acto de iniciación del proceso.
b) La demanda es un acto formal de declaración de voluntad del actor, que
resume sus pretensiones.
En consecuencia, la demanda es el primer acto del procedimiento que
determina por una parte, la pretensión requerida y, por la otra, el tipo y clase de
procedimiento a seguir.
a) Formales: Así la demanda debe ser deducida por escrito (art. 175,
CPCC), en idioma nacional, encabezada con la expresión de su objeto (art. 37,
CPCC); debe ser firmada por el actor o quien lo represente y además por el
letrado patrocinante o en su caso apoderado (art. 80, CPCC), y se debe constituir
domicilio dentro del radio del juzgado (art. 88, CPCC).
b) Sustanciales: Son los enunciados en los incisos del art. 175 del Código
Procesal local: nombres y domicilios del actor y del demandado, individualizar la
cosa demandada con precisión, narrar los hechos en forma detallada de acuerdo
con la teoría de la sustanciación, individualizar el derecho sobre el cual funda su
pretensión y la petición, es decir, la exhortación al juez acerca de lo que se pide
(Falcón, Enrique M., en Revista de Derecho Procesal "Demanda y
Reconvención", Edit. Rubinzal-Culzoni, 2004-1, pág. 76 y 77).
c) Fiscales: la interposición de la demanda es un hecho imponible con un
sujeto responsable y depositante del monto reclamado en la demanda, requisito
que debe cumplirse en ese momento, salvo que el accionante actúe con beneficio
de litigar sin gastos (art. 101 y ss., CPCC), o se encuentre amparado por el
sistema instaurado por la ley de Asistencia Jurídica Gratuita (Lp. 7982).
a) Personas inciertas.-
En cuanto a las personas inciertas, no obstante la exigencia del inciso en
cuestión, pueden ser demandadas, tal como surge de los arts. 152 y 165 del
Código de forma, entendiéndose por tales aquellas cuyo nombre o identidad
desconoce el actor (Perrachione, Mario C., Demanda dirigida contra persona
incierta, L.L. Cba. 1996, II, b), pág. 1120).
Sin embargo, es obvio que la falta de certeza no puede ser absoluta, pues
no sólo no se sabría a quien se demanda, sino que tampoco sería posible la
ejecución de la condena que a la postre se dicte (Martínez Crespo, Mario, Temas
prácticos de derecho procesal civil, Comercio y Justicia, 1992, pág. 12).
De ahí que es necesario suministrar datos para una suficiente
identificación: sucesor de determinada persona; propietario de cierto inmueble,
siempre que resulte correcto el domicilio al que se dirige la citación, aunque
cualquier deficiencia al respecto queda salvada si la demanda se contesta
espontáneamente (Es el supuesto de persona incierta con domicilio conocido).
El problema más grave se presenta cuando a la calidad de persona incierta
del demandado, se agrega el desconocimiento de su domicilio.
a) Los hechos.
La exposición de los hechos importa la determinación de la causa,
fundamento o título de la pretensión. Requiere una clara, precisa y
circunstanciada presentación, cuya importancia resulta de que: a) de no ser así
puede dar lugar a la excepción de defecto legal; b) como el demandado soporta la
carga de reconocer o desconocer categóricamente los hechos, cuanto más
nítidamente hayan sido presentados, más perjudicial será el incumplimiento de
aquélla; c) la prueba deberá girar sobre esos hechos -y los alegados por el
demandado- (art. 198 del C.P.C.C.), y constituyen la base de la sentencia (art.
330 del C.P.C.C.), no estando facultado el tribunal a meritar otros (art. 329 del
C.P.C.C.) (Ramacciotti, Hugo, Compendio de derecho procesal civil y comercial
de Córdoba, Edit. Depalma, tomo I, pág. 407 y 408).
Se advierte claramente que nuestro código ritual adhiere a la teoría de la
sustanciación, por oposición a la de la individualización.
Según la teoría de la sustanciación deben exponerse circunstancialmente
los hechos que constituyen la "relación jurídica", en tanto que la teoría de la
individualización -propiciada por la doctrina germana-, se conforma con que el
actor indique la relación jurídica que individualiza la acción (Rodriguez Juárez,
Manuel, Procedimientos Generales y Especiales en el C.P.C. ..., edit. Alveroni,
pág. 38).
La exposición de los hechos debe ser efectuada en forma clara y precisa;
esto es, "... si el actor desea obtener éxito en su pretensión, debe exponer todos
los hechos o antecedentes de los cuales surja la relación jurídica litigiosa"
(Angelina F. de De la Rua, Cristina G. de la Vega de Opl, Lecciones de Derecho
Procesal Civil, Edit. Advocatus, pág. 80). Este requisito apunta a conocer la
causa petendi, esto es, el fundamento o razón del reclamo.
Encausándose nuestra ley procesal en la teoría de la sustanciación,
podemos afirmar que no basta con indicar la causa legal por la que se demanda.
Así si se pretende la nulidad de un acto jurídico o la declaración de un divorcio,
la indicación que la primera se la basa en error, dolo, fraude, etc., o la segundo en
injurias graves, adulterio, abandono, etc., no satisface el requisito de exponer los
hechos, pues lo que se requiere son las circunstancias fácticas configurativas de
esas causales.
Salvo supuestos especiales (vgr.: partida de casamiento en juicios de divorcio,
documento por el que se justifique el título por el que se pide alimentos (art. 774
del C.P.C.C.), basta la sola afirmación de los hechos, sin que se requiera su
acreditación, máxime ante el art. 182 del C.P.C.C..
b) El derecho.
Nos interesa en esta parte del análisis el principio "iura novit curia". Sabemos
que en virtud de este principio no es necesario que el actor cite la norma o regla
de derecho en la que fundamenta su pretensión y, además, el Derecho está
excluido de la actividad probatoria que desarrollan las partes en el proceso, pues
se presume conocido por el juzgador. Y si vamos un poco más lejos, los jueces
tienen la obligación de pronunciarse aún frente al silencio u oscuridad de las
leyes. Con ello se quiere significar que la calificación jurídica pertenece en forma
exclusiva al tribunal.
Además del principio iura novit curia, el art. 155 de la Constitución
provincial exige que el sentenciante funde sus resoluciones desde una doble
perspectiva: lógica y legal, respetando, además, la jerarquía de las normas
vigentes y el principio de congruencia.
No obstante lo dicho anteriormente, en general le resulta conveniente al
propio actor explicitar la norma jurídica que prende sea de aplicación a su caso,
para una mejor fundamentación de la demanda, y en ocasiones para evitar
planteos que redundan en su perjuicio, dilatando el litigio, aunque a la postre
sean desechados. Así por ejemplo, puede suceder que de la sola exposición de los
hechos no resulte con claridad el plazo de prescripción aplicable, lo que resultaría
aventado con la cita de la normativa pertinente, o al menos con la calificación
jurídica de la pretensión (vgr.: si se reclama por responsabilidad contractual o
extracontractual).
La Cámara de Marcos Juárez, ha destacado a este respecto que: "Si no
surge clara la pretensión ejercida y se invocó una norma jurídica fundante, a
ella debe estar el tribunal” (Cam. Apel. Marcos Juárez, L.L. Cba. 1998, pág.
867).
En suma: la mención de la norma en que se funda la demanda tiene por
objeto facilitar la calificación jurídica de la pretensión que se aduce (Ferrer
Martínez, Rogelio, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba..., Edit. Advocatus, tomo I, pág. 330).
a) La demanda debe ser propuesta por escrito (art. 175, primera parte del
C.P.C.C.) y redactada en idioma nacional.
b) Debe acompañarse a ella tantas copias como partes intervengan "...las
que se cargarán de conformidad a lo establecido en el art. 39, y se entregarán a
las otras partes al practicárseles la primera notificación, dejándose constancia
en la cédula o en los autos" (art. 85 del C.P.C.C.).
c) El actor con la demanda debe acompañar todos los documentos de
que haya de valerse. A este respecto nos remitimos a los que se destacará ut
infra en el punto siguiente.
d) Debe presentarse firmada por la parte y su abogado (arts. 80, 81, y
85 del C.P.C.C.). Si se actúa por apoderado, deberá adjuntarse también el
mandato de que se trata (art. 90 del C.P.C.C.). Este último, puede estar
formalizado por instrumento público y asumir la forma de poder general para
pleitos o poder especial.
Sobre este punto cabe advertir que si se trata de un poder general para
pleitos es suficiente acompañar una copia juramentada por el letrado respecto de
su vigencia y fidelidad (art. 90 del C.P.C.C.).
En tanto que si es un poder especial deberá acompañar el instrumento en
original para ser agregado al expediente. También son poderes especiales el
poder apud acta o carta poder. El término apud acta significa en su acepción
latina dado en acta judicial, se trata de un mandato específico para tramitar una
determinada causa que se realiza en audiencia y ante la presencia del juez y
secretario. La carta poder es la que se extiende también para un pleito específico
2
En cuanto a la falta de reclamo de los intereses, el TSJ Cba. tiene dicho que si los intereses no son
reclamados en demanda, la sentencia no puede condenar a ese capítulo accesorio.
y ante un secretario judicial, juez de paz o escribano que tienen por función
certificar la firma del otorgante para ser presentado ante el juez de la causa.
El artículo 182 del C.P.C.C. dispone que "el actor deberá acompañar a la
demanda los documentos de que haya de valerse", expresión imprecisa y poco
técnica, difícil de conciliar con el régimen de la prueba documental (más amplio
que el del resto de las pruebas), que permite acompañar "casi" toda la prueba
documental después de la interposición de la demanda, ya que el legislador no ha
previsto la sanción de "preclusión" por la presentación tardía, como lo tiene el
Código Procesal de la Nación, y las costas por la presentación tardía son muy
difíciles (sino imposibles) de cuantificar (Rodríguez Juárez, ob. cit., pág. 42).
Sin embargo, ciertos documentos deben acompañarse ineludiblemente con
la demanda. Para saber cuales son, es necesario previamente distinguir los tipos
de documentos que el legislador procesal ha previsto y cuándo es la oportunidad
para introducirlos en el proceso civil.
Nuestra ley ritual recepta como prueba documental únicamente a aquellos
que contengan una atestación escrita, por la que se expresa algo referente a un
hecho o a un acto capaz de producir efectos jurídicos. Una fotografía, una cinte
de video no constituyen para el legislador procesal prueba documental. Y
nosotros agregamos lo siguiente: documento es toda atestación escrita emanada
de una de las partes del juicio. Estas apreciaciones nos llevan a la conclusión de
que los emanados de terceros son, como bien lo enseña el profesor Arbonés,
testimonial escrita, y deben ofrecerse de acuerdo al régimen de ese medio
probatorio (art. 212, primer párr. del C.P.C.C.). Una factura de compra, el
presupuesto de un taller, deben introducirse a la litis como prueba testimonial y
citarse al tercero que la emitió para que la reconozca en la audiencia testimonial
pertinente.
El profesor Rodríguez Juárez destaca que existen tres clases de
documentos, a saber: a) documentos habilitantes de instancia; b) documentos
fundantes de la pretensión; y c) documentos justificantes de la pretensión, aunque
es necesario aclarar que no existen tipos puros y que a veces se confunden y
entremezclan, pues el documento habilitante de instancia puede a su vez ser
fundante de la pretensión del actor.
a) Los documentos habilitantes de la instancia son aquellos en los que el
derecho se manifiesta y sin los cuales no puede requerirse su apertura, vgr., el
poder que se invoca cuando se actúa como apoderado, el estatuto social del cual
deriva la calidad de representante de un ente societario, la partida de matrimonio
para tramitar el divorcio, el acta de defunción en una declaratoria de herederos, o
en la reivindicación el título pertinente. Sin esos documentos la habilitación de la
instancia no podrá prodigarse.
b) Los documentos fundantes de la pretensión son aquellos destinados a la
comprobación de los hechos sostenedores de la pretensión actora -causa de
pedir-, y las defensas opuestas por el accionado. En otras palabras, son
documentos probatorios que acreditan las alegaciones fácticas; por ej.: el mutuo
en una acción por incumplimiento de contrato; el contrato de locación en un
cobro de alquileres, etc.
c) Los documentos justificantes de la pretensión son aquellos
generalmente emanados de terceros, como por ejemplo una factura de compra, el
presupuesto de un taller, etc.
Señala el Dr. Vénica que al referirse a "documentos de que haya de
valerse", la ley procesal exige que el actor acompañe todos los documentos,
firmados o no, emanados del demandado o de terceros. Salvo que no los tuviere
en su poder, en cuyo caso la carga se transforma en la indicación de su contenido
y el lugar donde se encuentran (Vénica, Oscar H., ob. cit., tomo II, pág. 247).
Como ya lo anticipáramos en otro punto, el incumplimiento de la carga
impuesta por el art. 182 del Código Procesal local no da lugar a la excepción de
defecto legal, en tanto la norma prevé una sación específica. Tampoco la
presentación de la demanda sin los documentos significa la preclusión del
derecho a acompañarlos luego, en la etapa de prueba, pues así lo autoriza,
claramente, el art. 241 del C.P.C.C. (Ver Asrin, Patricia V., Documentos que
deben acompañarse con la demanda ordinaria a partir de la ley 8465; Sem.
Jurídico nro. 1135, 3-4-97, pág. 366).
La sanción prevista por la norma es la imposición de las costas causadas
por la presentación tardía, tema sobre el que los repertorios jurisprudenciales no
traen precedentes. Un supuesto de aplicación se daría si el actor aporta un
documento, luego de la demanda, que determina el inmediato allanamiento del
demandado, pues esa actitud es demostrativa de que, de habérselo acompañado
en su oportunidad, el proceso hubiera culminado en ese momento. Luego, el
actor cargaría con las costas correspondientes a todo el trámite ulterior a la
demanda.
Expresa la Dra. Carola Capuano Tomey que como excepción puede haber
un cambio del objeto litigioso pero en virtud de haber ocurrido hechos
posteriores a la iniciación del proceso (Capuano Tomey, Revista de Derecho
Procesal..., 2004-1, ob. cit., pág. 80). Pone como ejemplo un caso resuelto por la
Cámara Federal C.C., sala III (in re "YPF c/ Mario Mario Faingold-Alberto
Ganopol SRL s/ Cumplimiento de contrato", 07/07/95), en el que la parte actora
inicia una acción por cumplimiento de contrato y con posterioridad a ello se
produce la extinción del pertinente convenio en razón del vencimiento del plazo
fijado para su duración. En esta situación, resulta claro que la accionante ya no
puede exigir el cumplimiento de un contrato cuyo plazo de vigencia feneció, pues
sobrevino una imposibilidad de cumplimiento de la obligación reclamada, frente
a la cual resulta indiscutible su derecho de cambiar el contenido de su demanda y
requerir el resarcimiento de los daños y perjuicios derivados de la inejecución
contractual que imputa a la contraria (Capuano Tomey, Revista de Derecho
Procesal, 2004-1, ob. cit., pág. 80). En las condiciones expuestas, para hacer
efectiva tal transformación no juega el límite contemplado en el art. 179 del
C.P.C.C. y ningún inconveniente existe para aceptar la presentación realizada con
ese fin, aunque la causa se encuentre abierta a prueba, de la que se correrá el
pertinente traslado a la contraria respetando el principio de bilateralidad, y
posibilitando el contralor de la prueba ofrecida o la producción de la
contraprueba pertinente (Cfr. Morello, Augusto M., Indemnización del daño
contractual, pág. 2322).
También puede suceder que durante el curso del proceso ocurran
circunstancias ajenas a la voluntad del actor que obliguen a modificar la
pretensión -cambio de demanda- por haber desaparecido la cosa que se pide o por
la imposibilidad del cumplimiento de la obligación que se reclama. Son
situaciones que dependen de circunstancias externas y no de un acto unitario del
actor.
Por último, resta destacar que también puede haber transformación del
objeto litigioso por voluntad del demandado, quien ofrece algo distinto a cambio
de lo que se reclama, situación prevista por el art. 954 del Cód. Civil, cuando
prevé la nulidad de los actos jurídicos cuando una de las partes, explotando la
necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una
ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación (Lesión
Subjetiva-Objetiva). En esos casos, la acción de nulidad del convenio, se
transformará en acción de reajuste si éste fuere ofrecido por el demandado al
contestar la demanda. Otro ejemplo lo tenemos en el art. 1198 del mismo cuerpo
legal (teoría de la imprevisión).
Otro caso en que no opera el límite temporal fijado por el art. 179 del
C.P.C.C. para el cambio de demanda lo tenemos cuando una de las partes en
litigio fallece o es declarada insana durante la tramitación del proceso. El art. 97
del Código Procesal local dispone que en estos casos, el juicio se suspenderá y se
citará a los herederos o a sus representantes legales. Otro ejemplo lo constituye la
integración de la litis: en cualquier momento del litigio -e incluso de oficio-
procede la citación de aquéllos que se encuentran involucrados en la misma
situación jurídica inescindible. Por último, puede citarse el caso de la acción
subrogatoria; la subrogación procede en cualquier momento del proceso en que
haya inacción del actor que perjudique a su acreedor (Ver Capuano Tomey, ob.
cit., pág. 90 y 91).
3) Ampliación de la demanda.
c) Hechos nuevos.
La segunda parte del art. 180 del C.P.C.C. tiene estrecha correspondencia
con el art. 203 -y con el art. 191- de suerte que, por un lado, los hechos deben
reunir los requisitos de dicha norma. Pueden ser posteriores a la demanda, p. ej.
daños y perjuicios que continuaron generándose, pero distintos a los señalados en
aquélla, pues para el agravamiento de los últimos basta el art. 179. O pueden
también haber ocurrido con anterioridad a la demanda, pero ignorados por el
actor, requiriendo el precepto en este caso "juramento" (art. 203), o promesa (arg.
art. 218), de no haber conocido los hechos anteriormente, lo que supone, en
principio, circunstancias fácticas en las que el actor no tuvo participación
personal.
Si a pesar de ello surge de la exposición que el actor tenía, o debió tener
conocimiento anterior, no corresponde admitirlos. Y si ese dato se extrae de la
prueba posterior, el tribunal debe desestimarlos en la sentencia, pues evidencia su
alegación extemporánea (Venica, Código..., ob. cit., tomo II, pág. 239).
El trámite que corresponde imprimir en este caso es una vista al
demandado (art. 204). Ello importa conferir al contrario la posibilidad de
pronunciarse acerca de los hechos nuevos, así como de proponer otros en
contraprestación a aquéllos (art. 204).
El plazo de tres días que establece la norma aludida -art. 203- como límite
temporal se cuenta desde la última notificación del decreto de apertura a prueba o
del decreto que provee a la prueba en el juicio abreviado (arts. 45 y 511). En
relación a la prueba testimonial, como el plazo ya ha comenzado a correr, debe
ser ofrecida en los mismos escritos, so pena de resultar extemporánea con
posterioridad (art. 49 inc. 4°). Respecto del demandado, debe entenderse que el
plazo para ofrecer dicho medio probatorio (prueba testimonial) se extiende hasta
el vencimiento del plazo de la vista, de ser ulterior, pues de lo contrario estaría en
manos del actor privarlo de ese medio con sólo correr la vista luego de fenecido.-
XI.- Acumulación objetiva y subjetiva. Litisconsorcio facultativo y obligatorio.
Alcances.
I. Introducción.
El proceso es -al decir de Ramacciotti- un instrumento de satisfacción de
pretensiones. Por pretensión se entiende la reclamación, formalmente dirigida por
un miembro de la comunidad frente a otro ante el órgano jurisdiccional,
instituido específicamente para satisfacerla. Resulta claro además, que frente a
esa pretensión se alzará la "contrapretensión", la resistencia u oposición de la
parte contra quien se reclama. Todo esto apareja -obviamente- controversia,
pugna, contienda, es decir, litis, la cual debe ser dirimida por el tribunal ante el
cual se postule3.
Así las cosas, si todo proceso contiene o encierra una litis -cuya composición
constituye su objeto-, no es indispensable que aquella deba ser única. Al
contrario, son frecuentes los casos en que entre los mismos sujetos surjan varias
litis de distinta índole, como también que una misma litis presente varios
procesos por separado.
Las instituciones de la acumulación de acciones y de la acumulación de autos
tienden –respectivamente - a la solución de las cuestiones dimanadas de la
coexistencia de diversas litis en un mismo proceso y de la reunión de varios
procesos componentes de una misma litis.
La acumulación procesal es, entonces, la reunión de dos o más pretensiones para
que sean resueltas por un mismo juez.
Ahora bien: si para clasificar esta pluralidad de pretensiones se recurre al criterio
temporal o cronológico, es decir, se atiende al orden en que se producen, cabe
distinguir dos grandes grupos:
a) pluralidad inicial, que se suscita desde el comienzo mismo del
proceso, introduciéndose las diversas pretensiones acumuladas en una misma
demanda originaria;
b) pluralidad sucesiva, que es la producida después de haber comenzado
el proceso, y se subdivide en:
1) acumulación por inserción, la que se suscita cuando una pretensión que
todavía no se ha hecho valer procesalmente se añade a otra que ha originado ya
un proceso (lo permite el art. 178 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia de Córdoba -ley 8465-, con anterioridad a la contestación de la
demanda);
2) acumulación por reunión, cuando dos o más pretensiones que se han
hecho valer anteriormente en procesos distintos, se unen, fundiéndose por tanto
esos procesos, lo que configura la acumulación de autos prevista por los arts. 448
y ss. del C.P.C.C..
3
Ramacciotti, ob. cit., pág. 247.
Por todo lo expuesto, puede definirse la acumulación de acciones como la
reunión de dos o más pretensiones en un solo proceso y para ser resueltas en una
misma sentencia, lo que halla su fundamento en razones de economía procesal 4.
Respecto de la acumulación de acciones suele distinguirse, habitualmente, entre
acumulación objetiva, que es la típicamente prevista en el art. 178 del C.P.C.C.:
cuando el actor deduce conjuntamente todas las acciones que tenga contra su
demandado o -correlativamente- el demandado promueve, a su vez, todas las
acciones que tenga contra el actor, deduciendo reconvención, y la acumulación
subjetiva (art. 181 del C.P.C.C.), que se da cuando varios sujetos, vinculados por
la litis, actúan -sea como actores o demandados- en un solo proceso.
a) Requisitos
El art. 178 del código de rito local los enuncia así:
1) Compatibilidad de las pretensiones.
Debemos destacar que las pretensiones acumuladas deben ser compatibles entre
sí; a este requisito alude la norma cuando exige "que no se excluyan entre sí",
esto es, como dice el art. 87 inc. 1° del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, que "no sean contrarias entre sí, de modo que por la elección de una
quede excluida la otra", como si se reclama una cosa a título de dueño y de
acreedor, o se persigue el cumplimiento del contrato y su resolución, todo en vía
principal.
En cambio, no hay obstáculo si las pretensiones son propuestas en forma
condicional, una en subsidio de la otra, vgr.: cumplimiento de contrato y daños y
perjuicios en caso de resultar imposible el cumplimiento; sucesiva, cuando
estimada una, es posible que ocurra lo mismo con la otra, por ej.: fijación judicial
del plazo de una obligación que no lo tiene, y cumplimiento de la obligación; o
alternativa, cuando se pide el acogimiento de una u otra, por ej.: quanti minoris o
redhibitoria.
4
Ramacciotti, ob. cit., pág. 248.
No se requiere conexión por la causa o el objeto, de modo que no interesa la
distinta naturaleza de las pretensiones acumuladas.
Puede producirse la acumulación en toda clase de procesos, declarativos,
generales, o especiales, excepto prohibición expresa como ocurre en el juicio de
desalojo (art. 765 del C.P.C.C.) o el de alimentos (art. 375 del C.C.).
2) Misma competencia.
Cada pretensión, considerada por separado, debe corresponder a la competencia
del tribunal, por la materia o la cuantía. Respecto de la competencia territorial, si
una de aquéllas fuera de conocimiento de un tribunal distinto, debe entenderse
que el actor la prorroga tácitamente (art. 3 del C.P.C.C.), sin perjuicio del
derecho del demandado a deducir la pertinente excepción, salvo, a su vez, que
fueren conexas5.
3) Mismos trámites.
En virtud de este requisito, no es acumulable, en principio, una pretensión a la
que le corresponde tramitar como juicio declarativo, y otra como ejecutivo; o
juicio ordinario y abreviado; o dos juicios declarativos especiales.
Empero, no existe razón alguna para no admitir la acumulación, cuando, pese a
que las pretensiones tramiten por tipos de juicios distintos, no medie perjuicio
para la defensa en juicio del demandado. En casos de esta naturaleza se debe
entender que el actor consiente en tramitar todo por el procedimiento más
amplio.
Tampoco hay inconvenientes en acumular un cobro de pesos y una división de
condominio, puesto que la primera fase se ajusta al juicio abreviado (art. 725, 1°
párr. del C.P.C.C.), declarativo general.
Respecto de los procesos de ejecución, atento que el Código Procesal local
organiza un único juicio ejecutivo (salvo la ley nro. 9024, que legisla el trámite
de las ejecuciones fiscales), no interesa el tipo de títulos ejecutivos de que se
trate, de suerte que puede acumularse cualquiera de los previstos en el art. 518
del C.P.C.C., por ej. pagaré sin protesto o cheque (inc. 3) y obligación
garantizada con hipoteca (inc. 1°), previa preparación de la vía de ser necesario
(como el caso del cobro de alquileres).
Lo mismo sucede aunque uno de los títulos fuera un crédito garantizado con
prenda con registro, pues al igual que lo expuesto ut supra, el actor renuncia a las
ventajas del proceso especial, sin perjuicio de la aplicación del art. 30 del decreto
ley 15.348/46 (Estatuto Prendario).
5
Ramacciotti, ob. cit., pág. 252.
admisibilidad, declarable de oficio, siempre y cuando no se trate de
incompetencia territorial, que es prorrogable6.
En cuanto a la incompatibilidad de las pretensiones, señala el procesalista antes
mencionado que da lugar a una defensa a ser tratada en la sentencia 7. Parece más
adecuado predicar que da lugar a la excepción de defecto legal, pues lo que se
encuentra afectado es el derecho de defensa del demandado, quien no sabe a
ciencia cierta qué es lo que en definitiva se le reclama.
6
Colombo, Carlos J., Código Procesal y Comercial de la Nación, anotado y comentado, Edit. Abeledo-
Perrot, 4° edición, tomo I, pág. 190.
7
Colombo, ob. cit., pág. 190.
8
Conf. González Castro, Manuel, en Teoría General del Proceso, Tomo I (Directoras Ferreyra de De la
Rúa – González de la Vega de Opl), Edit. Advocatus, pág. 334.-
9
Colombo, ob. cit., pág. 247.-
El art. 181 del Código de rito local alude al litisconsorcio voluntario o
facultativo, que tradicionalmente se lo caracteriza como producto de la voluntad
de las partes, quienes podrían haber actuado por separado10.
La doctrina tradicional distingue las dos grandes categorías de litisconsorcio: a)
voluntario o facultativo, cuando dimana de la voluntad misma de la partes, y b)
necesario, si proviene de una exigencia expresa de la ley o de la naturaleza de la
controversia que impone que la decisión no puede pronunciarse válidamente sino
respecto de varias partes. Cierta parte de la doctrina añade una tercera categoría:
litisconsorcio cuasinecesario, que surge cuando, no siendo obligatoria la
participación, la decisión afecta, no obstante a todos.
En cuanto dimanado de la acumulación subjetiva de acciones, lo contempla
expresamente el art. 181 del C.P.C.C. al preceptuar que "Podrán igualmente
acumularse y ejercitarse simultáneamente las acciones que uno tenga contra
varias personas, o varios contra una sola, siempre que emanen de un mismo
título o se funden en una misma causa de pedir"11. El artículo anteriormente
citado ya está insinuando los requisitos exigidos para que la acumulación sea
procedente.
a.1) Requisitos.-
En cuanto a los requisitos del litisconsorcio voluntario, el art. 181 del C.P.C.C.
sólo prevé la acumulación subjetiva inicial en virtud de una conexidad causal.
Las locuciones "título" o "causa de pedir" se refieren a lo mismo: causa petendi.
Si bien el Código Procesal local no prevé -como su par nacional (art. 88 del
C.P.C.N.)- la posibilidad de que varias partes demanden o sean demandadas en
un mismo proceso cuando las acciones sean conexas por el objeto, debemos
concluir que esta acumulación subjetiva (nos referimos a la prevista por el art.
181 del C.P.C.C.) permite la conexidad por el objeto, puesto que es uno de los
supuestos que dan lugar a la acumulación de autos (art. 449 inc. 3° del C.P.C.C.).
En consecuencia, no existe razón alguna para negar una acumulación inicial.
Se exigen los mismos requisitos de la acumulación objetiva (art. 178), esto es,
igual competencia y unidad de trámite, y puede hacerse hasta la misma
oportunidad: antes de la contestación de la demanda.
En función de esa unidad de competencia antes referenciada, no sería factible
demandar conjuntamente, por los daños sufridos con motivo de actuaciones
judiciales, al magistrado considerado responsable y a la Provincia, atento lo
dispuesto por el art. 165 inc. 1°, "d" de la Constitución Provincial; ello, toda vez
que las demandas dirigidas en contra de magistrados son de competencia
originaria y exclusiva del tribunal casatorio local (T.S.J.)12.
10
Ramacciotti, ob. cit., pág. 254. A nivel Nacional, este instituto encuentra regulación en el art. 88 del
C.P.C.C.N., que prescribe: “Podrán varias partes demandar o ser demandadas en un mismo proceso
cundo las acciones sean conexas por el título, o por el objeto, o por ambos elementos a la vez”.-
11
Se puede apreciar la similar redacción que presenta con su par nacional, transcripto en la nota anterior.-
12
TSJ, Sem. Jurídico nro. 826, 28/02/91, pág. 198.
a.2) Clases.-
Es conteste la doctrina en distinguir dos grandes subclases: a) litisconsorcio
voluntario propio y b) litisconsorcio voluntario impropio.
El litisconsorcio voluntario simple o propio, se da cuando media una sola
relación jurídica sustancial con elementos comunes a varios sujetos, por lo que
existe conexión jurídica entre las diferentes acciones (copropiedad, coacreedores,
codeudores) Los supuestos más característicos de este tipo de litisconsorcio se
presentan en las obligaciones reguladas en los arts. 667 a 717 del Cód. Civil. Así,
en las obligaciones divisibles los actores pueden unir sus demandas y actuar
conjuntamente contra los diversos deudores, en tanto que en las indivisibles (art.
686 del C.C.) y en las solidarias (art. 705 del C.C.), el acreedor podrá dirigirla
contra todos o contra cualquiera de ellos por el todo.-
El litisconsorcio voluntario impropio o anómalo, se da cuando las relaciones
jurídicas sustanciales son varias pero afines, en el sentido de que presentan
elementos comunes a los distintos sujetos, de lo que deriva una conexidad
jurídica entre las diversas demandas.
Esta comunidad puede dimanar de: a) causa de la pretensión, comprendiendo el
hecho que la origina o el título que la constata; o bien; b) objeto de ella (una
prestación, una cuestión de derecho). Fernández lo caracteriza como "relaciones
jurídicas varias pero afines, o sea, que tienen de común un punto de hecho o de
derecho a decidir"13.
Aun cuando innegablemente haya aquí pluralidad de relaciones sustanciales, la
relación procesal es una sola y la acumulación aparece como el único medio
idóneo de evitar el peligro de sentencias contradictorias.
Por consiguiente, y como lo apunta Colombo, las partes pueden reunir en un solo
proceso pretensiones que podrían reclamar en juicios separados, cuando las
acciones son conexas por la causa, entendiendo por tal el hecho que las origina o
el título del cual dependen, o por el objeto, entendiendo por tal la cosa que se
demanda. Quedan aquí incluidos, entre otros, los siguientes supuestos: a) las
acciones de indemnización por accidente seguidas por varios damnificados
contra el responsable; b) las de indemnización por accidente reclamada contra el
conductor, el propietario del vehículo y el asegurador, es decir, por el
damnificado contra todos los responsables; c) las acciones de desalojo contra
varios inquilinos del mismo inmueble; d) las demandas de varios acreedores que
unidos ejercen la acción oblicua (acción subrogatoria).
13
citado por Ramacciotti, ob. cit., pág. 257, nota 43.-
proceso como el contenido de la sentencia definitiva pueden ser distintos con
respecto a cada uno de ellos14.
De allí que las facultades procesales sean personales a cada litisconsorte, pero no
exclusivas ni excluyentes, ya que el ejercicio de ellas por uno –salvo casos
excepcionales- no impide el ejercicio, en forma diversa, por los otros.
En consecuencia, los actos de disposición del objeto procesal realizado por uno o
algunos de los litisconsortes, producen sus efectos normales con prescindencia de
la actitud que asuman los otros15. Así, el allanamiento de uno de los litisconsortes
a las pretensiones del actor ninguna influencia tiene respecto de los restantes que
se opusieron a ellas.
El Dr. Vénica destaca, en cuanto al desarrollo del proceso, que si la conexión es
meramente objetiva, por ej. el propietario que demanda por desalojo a un
locatario y a un usurpador que ocupan parcialmente un mismo predio, aquí
existe, verdaderamente, una total independencia de las prestaciones, de suerte
que la actuación de uno de los sujetos colocados en la misma posición no afecta
al otro, de modo que es inaplicable el art. 341 del C.P.C.C. 16.
Sigue diciendo el citado autor que en cambio, si la conexidad es causal, aunque
las pretensiones son escindibles existe un hecho común, y la suerte común
alcanza a la declaración de existencia o inexistencia, o de validez o invalidez de
aquél17, aunque no a los demás hechos con relevancia jurídica (por ejemplo:
interrupción de la prescripción, pago, etc.). En relación a esto, se ha resuelto que
en el caso del litisconsorcio voluntario, si bien en un principio puede hablarse de
“autonomía” de los sujetos procesales (los actos de uno no aprovechan ni
perjudican a los demás), ello no ocurre así cuando se trata de hechos comunes
que tengan que ser examinados respecto de todos los litisconsortes, porque no es
posible que se convenza el juez de la verdad de un hecho respecto de uno de ellos
y no respecto de los otros18.-
De todas maneras, cabe recordar que mirado el proceso como “serie progresiva y
concatenada de actos procesales” que realizan las partes con la dirección del
tribunal y tendientes a la realización del derecho sustantivo, la actividad de uno
de los litisconsortes puede hacer innecesario o evitar las consecuencias de la
inacción de los demás19, tal como los pedidos de apertura a prueba, de clausura
del término, o de decaimiento del derecho dejado de usar por la contraparte, etc.
También, oponiéndose uno sólo de ellos a la demanda, será necesario sustanciar
el proceso; introduciendo una cuestión de hecho, el tribunal deberá abrir a prueba
la causa; o articulándose un incidente suspensivo del proceso (art. 428 del
14
Ramacciotti, ob. cit., pág. 261.
15
Cam. Nac. Civ., Sala E, 19-6-98, D.J. 2000 -1-pág. 286
16
Vénica, Oscar Hugo, ob. cit., tomo II, pág. 242.-
17
Se puede consultar con provecho el fallo de la Cám. 1° de Apel. Cba., L.L. Cba. 1995, pág. 233, en
donde se expresa que la incontestación de la demanda por uno de los colitigantes no trae aparejado el
apercibimiento del art. 192 del C.P.C.C..
18
Cám. Nac. Civ., sala E, 9-10-91, “Marsengo, Juan C. c/ Pons, Ernesto”; J.A. 1992 –III, sínt..-
19
El art. 341 del C.P.C.C. prescribe: “El impulso del procedimiento por uno de los litisconsortes extenderá
sus efectos a los restantes”.-
C.P.C.C.), el resto deberá aguardar la resolución para poder continuar tramitando
el juicio principal20.
* Mandato. Unificación de personería. En razón del principio de la
autonomía, cada sujeto tiene su legitimación sustancial propia, por lo que
respecto de cada uno de ellos deben cumplirse los recaudos formales sobre
capacidad procesal de los sujetos y sus representantes legales o convencionales.
Sin embargo, una inexcusable exigencia de economía procesal ha conducido a
establecer la llamada "unificación de personería", que para el caso de pluralidad
de demandantes estatuye el art. 177 del C.P.C.C., haciendo lo propio el art. 193
del mismo cuerpo legal para la multiplicidad de demandados, lo cual, aunque
habitualmente efectuada al comienzo del litigio, puede serlo con posterioridad si
se estimare conveniente.
* Citación y emplazamiento. El art. 167 de la ley procesal local prescribe
que "si las personas que deben comparecer en virtud del emplazamiento fueren
varias y tuvieren plazos distintos, regirá para todos el mayor de éstos". El
dispositivo supone pluralidad de personas llamadas a quienes, en virtud del art.
163, corresponden plazos distintos, y los somete al más extenso de ellos. Pero ese
plazo único no es común, sino que corre individualmente a partir de la
notificación respectiva, como lo dispone el art. 45 del C.P.C.C..
* Traslados y vistas. El primer párrafo del art. 173 del código ritual
establece que "Los traslados o vistas no podrán correrse simultáneamente a
distintos litigantes, salvo que tuviesen el mismo apoderado o patrocinante".
Como surge de la norma antedicha, los traslados y las vistas deben ser corridos
en forma sucesiva, salvo cuando exista una única dirección letrada de todos los
que ocupan la misma posición. Lo que demuestra que no existen intereses
contrapuestos entre ellos (si así fuera el profesional estaría incurso en el art. 21
inc. 1° de la ley prov. 5805). La misma solución es aplicable si los apoderados o
patrocinantes fueren varios, siempre que lo sean de todos los litisconsortes. El
precepto comentado se justifica por la previsión contenida en el art. 69 inc. 1° del
C.P.C.C., que faculta retirar el expediente del tribunal para evacuar un traslado o
una vista. En caso de infracción, el litigante que se encuentre con la ausencia del
expediente en el tribunal, puede solicitar la suspensión del plazo que estuviere
corriendo. El segundo párrafo del art. 173 del C.P.C.C., prevé el caso del traslado
de la demanda cuando existe litisconsorcio pasivo. El dispositivo prescribe que
"...podrá correrse, a pedido del actor, al mismo tiempo a todos los demandados
en la forma prevista en el segundo párrafo del art. 85". Así es que, en caso de
pluralidad de demandados, el tribunal debe ordenar, a pedido del actor, el
corrimiento simultáneo, aún cuando aquéllos no cuenten con un único letrado, lo
20
El proceso es uno solo, de manera que cualquier acto suspensivo del procedimiento realizado por cada
uno de los litigantes beneficia a todos los demás. Por esta razón, conforme al principio de adquisición
procesal, las actividades que las partes desarrollan en el juicio se influyen recíprocamente y las benefician
o perjudican por igual, cualquiera sea que ejecute el acto, pues este tiene carácter común,
independientemente de la parte que lo produzca. Este principio, de ordinario referido a las partes
enfrentadas en el proceso, con mayor razón debe regir en las relaciones entre los litisconsortes (Falcón,
ob. cit., pág. 322).
que se justifica porque en ocasión de contestar el traslado de la demanda, en
virtud del art. 85 debe obrar en poder de cada accionado la totalidad de elementos
agregados al expediente, por lo que contar con el mismo no resulta de ninguna
utilidad adicional. Expresamente agrega la norma que el expediente no puede ser
retirado, debiendo permanecer en secretaría, juntamente con la documentación
original, para su consulta. Si el conjunto de demandados fuera muy numeroso, o
al actor se le hubiera eximido de acompañar copias de los documentos (art. 87, 2°
párr), el juez puede ampliar el plazo del traslado.
* Excepciones y defensas. En este punto hay que diferenciar si las
excepciones son opuestas por uno o alguno de los litisconsortes, como así
también si lo son a título personal o se encuentran fundadas en hechos comunes.
Si se trata de defensas impetradas a título personal y sólo por alguno o algunos de
los litisconsortes, el proceso puede concluir respecto de ellos y continuar para los
restantes si son acogidas21. En cambio, si el fundamento es común, la excepción
deducida por uno de ellos, tendrá incidencia sobre todos, de suerte que, en caso
de prosperar el proceso concluirá o se rechazará la demanda en su integralidad y
respecto de todos los accionantes. Así, en un juicio ejecutivo iniciado contra el
librador y el avalista de un documento pagaré, la excepción de inhabilidad de
título opuesta por uno de ellos, beneficiaría al restante, por más que no hubiere
comparecido a juicio. Ello toda vez que, si el título no es hábil para proceder
ejecutivamente (defensa común fundada en la falta de legitimación activa del
contrario), no puede acogerse la demanda por el sólo hecho que uno de los
litisconsortes no haya ofrecido resistencia. Aunque se trate de un litisconsorcio
voluntario, cuya característica primordial es la de la autonomía en la posición de
cada litisconsorte. Dicha cualidad, cede ante la oposición de una defensa común a
todos ellos.
* Etapa probatoria. Los conceptos anteriores nos llevan a pensar que la
prueba acumulada puede invocarse contra todos los litisconsortes 22. Pero cada
litisconsorte puede producir su propia prueba, encaminada a objetivos no
coincidentes, esto es, la demostración de sus respectivas pretensiones que,
aunque puedan ser conexas por el título, o por el objeto, o por ambos elementos a
la vez, se fundan en distintas versiones del suceso que dio nacimiento a la
relación sustancial23. El Dr. Ramacciotti explicita, en su famoso compendio
respecto de este tema, que es preciso distinguir cuidadosamente los aspectos que
revisten el carácter de comunes a todos los litisconsortes, como por ej. la
21
Se ha resuelto a este respecto que si se trata de una obligación divisible y los coacreedores han
demandado conjuntamente constituyendo un litisconsorcio activo, las excepciones y defensas deben
considerarse individualmente, ya que la acumulación de pretensiones no significa que la decisión sea la
misma para todos los litisconsortes (Ramacciotti, ob. cit., pág. 263, nota n° 63).-
22
Existiendo acumulación subjetiva, la valoración de la prueba debe ser hecha en conjunto, con valor
directo o presunción según se refiera a un hecho individual o común; cuando sea común, el juez debe
considerarla aunque no haya sido ofrecida por un actor o un demandado, por lo que producida prueba
respecto de un hecho común, ello bastará para tenerlo por acreditado con respecto a todos (Cám. Nac.
Civ., sala “C”, 27-10-69, E.D. 30-346).-
23
Cám. Nac. Civ., sala “G”, 28-11-91, “Cortés, Alberto y otro c/ Artinao González, Sergio H., J.A. 1995 –III,
sínt.-
existencia del contrato que constituye la relación sustancial común, de aquellos
meramente particulares, relativos a la posición individual de cada litisconsorte en
lo tocante al cumplimiento total o parcial o incumplimiento de ese contrato. En
sentido semejante al expresado para las excepciones y defensas, en lo que atañe a
la existencia de hechos comunes (en el caso puesto de ejemplo: la existencia del
contrato), la prueba eficaz de los mismos vale respecto de todos los
intervinientes; en tanto que, en lo tocante a hechos particulares (en el ejemplo
brindado: el cumplimiento de la prestación a su cargo), incumbe a cada
litisconsorte acreditar tales sucesos. De allí que la admisión de un litisconsorte
incida sólo sobre la situación de quien la hizo24. Así, y como ilustra el Dr.
Podetti, ejemplificando con la hipótesis de una demanda interpuesta por dos o
más damnificados por un accidente de tránsito, cabe distinguir aquí entre la
prueba del hecho mismo del accidente, que es común, la de los daños y
perjuicios sufridos por cada uno de ellos, que es particular, y la de su grado de
culpabilidad, que puede ser común o particular en variables proporciones. Por
ello la valoración de la prueba debe efectuarse en conjunto con valor directo o de
presunción según que se refiera a un hecho común o individual. Afirma Alsina
que si alguno de los litisconsortes alega un hecho común a todos, el juez debe
pronunciarse sobre ese hecho con relación a todos, valorando las diversas
pruebas arrimadas. Pero si uno de los deudores confiesa la existencia de la
obligación y se allana, el punto estaría resuelto con respecto a él aunque los otros
litisconsortes la hubieran negado y producido prueba de descargo eficiente. De
modo que la sentencia, aunque parezca extraño, será desestimatoria respecto de
los que resistieron y estimatoria en relación al confesante, lo que se explica
porque la confesión no asume aquí el sentido de un medio de prueba, sino de un
acto de disposición del propio derecho o constitutivo y creador de obligación25.
* Sentencia. La diversidad de actitudes asumidas por cada litisconsorte en
el decurso del juicio impone un examen cuidadoso del sentido y alcance de las
articulaciones defensivas. Ya se adelantó que las defensas opuestas por alguno o
algunos de los litisconsortes deben ser individualmente consideradas si se
refieren a aspectos estrictamente personales, y que sólo cuando revistan el
carácter de generales y comunes, tales como la cosa juzgada, la falta de
legitimación sustancial activa en la contraria, la inexistencia del hecho generador
de la obligación, deberán ser estimados frente a todos aunque sólo uno o algunos
las hayan opuesto. Por tanto, y aun cuando el contenido de la sentencia pueda no
ser exactamente el mismo para todos, habría que tener en cuenta los principios
enunciados. El Dr. Falcón expresa que si bien la sentencia debe ser única
respecto de las pretensiones aducidas, nada impide que cada uno de los
intervinientes realice actos que determinen la consecuencia de dicha sentencia.
Así, como ya adelantamos, el proceso puede concluir de un modo anormal
24
En este supuesto la confesión sólo puede tener valor de un indicio. Si uno de los litisconsortes niega la
confesión de los demás, hace necesario que ésta sea comprobada fehacientemente (Cám. Civ., sala “D”,
24-2-97, L.L. 1998 –D- pág. 483.-
25
Conf. Alsina, ob. cit., tomo II, pág. 273.
respecto de uno de los litisconsortes, sin que esto traiga efectos sobre la actuación
de los demás. Uno de los litisconsortes puede ser alcanzado por una excepción
que no tenga efecto respecto de los restantes, vgr.: prescripción26.
* Costas. Veamos que tiene dicho la casación local sobre este tema: “En
primer término, adviértase que los actores en autos componen un litis consorcio
activo facultativo por lo que los actos de cada uno de ellos son, en principio,
independientes. Esta situación procesal se plantea durante todo el desarrollo del
juicio tanto en el ataque como en la defensa de tal manera que los alcances de la
sentencia pueden ser distintos con respecto a cada litis consorte. Ello porque,
como expresan Morello, Fassi Lanza, Sosa y Berizonce, "...la conexidad
justificante de esa modalidad en el proceso no llega a privar de autonomía a las
diversas relaciones o vínculos materiales que se han hecho valer a través de las
respectivas pretensiones" (conf. "Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de
la Provincia de Buenos Aires y de la Nación" comentados y anotados, tomo II.
437).- En consecuencia, si la sentencia desestima la demanda respecto de la
actora Serante de Palacios Valladolid por haber prosperado la defensa de
prescripción, y la considera procedente respecto de su esposo, cada decisión debe
llevar su propia condena en costas siendo de aplicación lo dispuesto en el art. 130
del C. de P.C.. En otras palabras, el resultado del pleito fue diverso para cada
litisconsorte y, por tanto, el tratamiento de las costas debe hacerse por separado.
En este sentido se ha dicho: "...si la sentencia que rechaza la demanda respecto a
algunos litisconsortes y la determina procedente con relación a otros, cada
decisión debe llevar su propia condena en costas, cuyo curso debe resolverse en
función de lo que dispone el art. 68 C.P.N; o sea que si existe un litisconsorcio y
recae para cada uno de los justiciables sentencia en sentido diverso, las costas
deben tratarse por separado" (conf. Gozaíni, Osvaldo A. "Costas procesales",
pág. 345)”27.
* Recursos. En lo que hace a los efectos de los recursos, el profesor Raúl
Fernández señala que, tratándose de litisconsorcio voluntario, la regla es que el
recurso tenga efecto personal, esto es, sólo favorece a aquel que ha recurrido 28.
La Excma. Cámara Octava de Apelaciones de Córdoba, ha sostenido que
"...existiendo un litisconsorcio pasivo de carácter facultativo, el demandado que
no apela la sentencia que lo desfavorece no puede ser beneficiado por el recurso
de apelación que articularan otros en la misma situación de parte [...] Operan en
pro de esta conclusión el principio dispositivo (disponibilidad de la acción,
inclusive en materia recursiva), la consiguiente autonomía de gestión por los
litisconsortes, la necesidad de congruencia entre la sentencia de alzada y los
agravios sometidos a su consideración, y la adquisición de los beneficios de la
cosa juzgada por el ganancioso (así sea en parte) contra el accionado que no
26
Conf. Falcón, ob. cit., pág. 325.-
27
T.S.J., in re “Palacios Valladolid Vicente y otro c/ Eduardo Nuciforo –Ordinario-Recurso de Revisión-“,
Sent. nro. 110 del 28/09/99.-
28
Fernández, Raúl, Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el C.P.C.C. de Córdoba, Edit. Alveroni,
pág. 109.-
recurrió el fallo"29. En idéntica inteligencia se ha expedido nuestro tribunal
casatorio: "En caso de litisconsorcio voluntario [...] y en virtud del principio de la
personalidad de la vía recursiva extraordinaria, la casación interpuesta por uno de
los litisconsortes no puede beneficiar o perjudicar a los restantes litisconsortes" 30.
Sin perjuicio de lo expuesto ut supra, el gran jurista colombiano Devis Echandía,
sostiene que si bien "por lo general, los recursos benefician sólo a quien los
propone [...] hay providencias que resuelven cuestiones procesales indivisibles,
que miran al trámite del proceso, a la existencia de presupuestos procesales que
afectan su validez general, a incidentes de nulidad o de colisión de competencias
o de recusación, o a cualquiera otras circunstancias obligadamente comunes.
Entonces la decisión es inescindible, a pesar de esa independencia teórica de los
litisconsortes voluntarios..."31. En el XX Congreso Nacional de Derecho Procesal
de San Martín de los Andes, en la comisión B sobre recursos, se concluyó que “la
apelación en el caso de litisconsorcio facultativo, cuando el hecho debatido sea
común a todos los litisconsortes, tiene efecto extensivo a todos ellos aunque no
hubiesen apelado” (punto 14)32.
Destacan los Dres. Altamirano y Torres que en “…el plano federal, ha
sido el recientemente fallecido Lino Palacio quien ha dado el punto de partida en
defensa del efecto extensivo del recurso en el litisconsorcio voluntario,
basándose en la distinción entre hechos comunes y personales. ´Si un
listisconsorte no recurre y sí lo hace, con éxito, el otro, resulta intolerable, porque
habría dos verdades judiciales: la del vencido no recurrente y la del vencedor
impugnante. Lo dicho, claro está, en el supuesto de hechos comunes de todos los
colitigantes´. En el ámbito provincial [Albarenga, Gatani y Vieytes], luego de
ensayar una precisa refutación de las razones de brindadas por Couture, se ha
sostenido que ´Cuando en un litis consorcio voluntario, las pretensiones
deducidas exhiben conexión de causa y/u objeto, se requiere el dictado de una
sentencia única. Esto es así porque las defensas articuladas o las pruebas
producidas por uno de los litis consortes, cuando se refieren al juzgamiento de un
hecho común a todos ellos deben, a nuestro entender, ser consideradas en el
pronunciamiento que tendrá un único contenido”33.
b) Litisconsorcio necesario.
Esta institución encuentra consagración legislativa en el art. 89 del C.P.C.C.N. 34.
29
Cám. 8° de Apel. Cba., Gómez Rubén A. c/ Ruiz María E. y otro" sentencia del 27/02/01; L.L. Cba.,
2001 pág. 910 y ss..-
30
TSJ, Morchio de García, Graciela E. y otros c/ Luciano Terenzio y otra -Ejecución de Sentencia (sumas
líquidas)-Recurso directo", auto nro. 173 del 04/09/02, Sem. Jurídico nro. 1383 del 17/10/02.-
31
Devis Echandía, Hernando, Teoría general del proceso, pág. 385 y ss.-
32
En el mismo sentido se puede consultar un interesante fallo del T.S.J. in re “Cesarin José A. y otros –
p.ss.aa de propagación culposa de enfermedades contagiosas-“; sent. nro. 123 de fecha 22/10/99.
33
Altamirano, Eduardo Christian – Torres, Jorge David Torres, Actualidad Jurídica no. 121 año 5 2da.
quinc. Mar. 2007 p. 8011-8024. Para profundizar sobre el tema, se puede consultar con provecho la
copiosa jurisprudencia relacionada en el interesante trabajo citado.
34
Art. 89: “Litisconsorcio necesario. Cuando la sentencia no pudiere pronunciarse útilmente más que con
relación a varias personas, éstas habrán de demandar o ser demandadas en un mismo proceso. Si así no
sucediere, el juez de oficio o a solicitud de cualquiera de las partes ordenará, antes de dictar la
El litisconsorcio necesario es una clase de litisconsorcio que se presenta cuando
existe entre varios sujetos una relación jurídica inescindible, por lo que todos
ellos deben ser citados en el juicio, a fin de lograr una sentencia válida, de lo
contrario, si se pronunciara sólo frente a algunos, sería inútil o de ejecución
imposible. Tal necesidad puede estar indicada por la propia ley, como ocurre con
el caso de la acción de filiación matrimonial prevista en el art. 254 del C.C. 35, por
la naturaleza de la relación: la acción de simulación de un acto jurídico
reclamada por un tercero, que se debe enderezar contra todos los intervinientes 36;
demanda de escrituración, si los condóminos no vendieron su parte indivisa, sino
la totalidad del inmueble, y resolución de ese mismo contrato; impugnación de
estado (art. 258 del C.C.), donde la demanda debe ser dirigida, en caso que la
acción la ejerza el marido, en contra de la madre y del supuesto hijo; si la ejerce
el hijo (art. 259 del C.C.), deberá dirigirla en contra de la madre y el supuesto
padre37.-
Expresa el Dr. Ramacciotti que en este tipo de litisconsorcio media "...una
insoslayable exigencia de pronunciar la decisión frente a todos los legitimados,
que es de orden sustancial, y no procesal, pues nada impediría -de hecho-
sustanciar y fallar el proceso con tales omisiones, pero afrontando la
consecuencia de una eventual frustración de la finalidad perseguida por obra de
la prementada inutilidad [el autor se refiere a la inutilidad operativa de la
sentencia que se dicte en esas condiciones, a su imposible ejecución, a su
ineficacia práctica]"38.
El jurista antes mencionado brinda también otros ejemplos de litisconsorcio
necesario como lo son: a) la acción deducida por el locador contra el locatario y
sublocatario o cesionario por haber sido indebidamente transferida la locación; b)
la acción por división de condominio cuando media pluralidad de demandados,
en razón de la indivisibilidad de la relación jurídica controvertida; c) la acción de
escrituración promovida contra los herederos de una sucesión en la que aún no ha
habido partición, o contra los condóminos vendedores39.
providencia de apertura a prueba, la integración de la litis dentro de un plazo que señalará, quedando en
suspenso el desarrollo del proceso mientras se cita al litigante o litigantes omitidos”.
35
En este caso la acción deberá entablarse conjuntamente contra el padre y la madre.
36
Falcon, ob. cit., pág. 337.
37
Señala el Dr. Falcón que en las acciones de impugnación y reconocimiento de filiación, tanto el marido,
a quien le cuadra la presunción de paternidad del art. 243 del C.C., como el tercero a quien se le atribuye
ser el verdadero padre, conforman un litisconsorcio pasivo necesario (ob. cit., pág. 336, nota nro. 88).
38
Ramacciotti, ob. cit., pág. 269.-
39
Ramacciotti, ob. cit., pág. 270.-
conferir jurisdicción a un juez único. Así, la doctrina señala que la acumulación
necesaria de acciones importa una derogación a las reglas de la competencia, de
modo que un juez que no sería competente -en el caso de haberse deducido la
acción aisladamente- se transforma en competente en razón del litisconsorcio 40.
Respecto de la competencia territorial, si los diversos demandados estuvieran
sometidos a distintos jueces por razón de sus domicilios, el actor podría escoger a
cualquiera de ellos, debiendo concurrir a él los restantes codemandados 41.
* Prueba. La confesión o admisión de los hechos formulados por uno o
por alguno de los litisconsortes no pueden ser invocados contra los restantes, de
modo que aun cuando la mayoría o la casi totalidad de ellos reconozcan o
confiesen un hecho perjudicial al interés común, bastará que uno solo lo niegue
para que el hecho deba probarse frente a todos, y en caso de no lograrse ello, no
se lo tendrá por reconocido frente a ninguno. Sin perjuicio, claro está, de que
dichas confesiones puedan tener el valor de prueba indiciaria, valorando su
eficacia convictiva en conjunto con las restantes pruebas rendidas 42.
* Sentencia. La sentencia que se pronuncie favorecerá o perjudicará a
todos los litisconsortes intervinientes en razón de su unidad inescindible, salvo
-claro está- a aquel que no haya sido sujeto del proceso donde recayó, ya que, si
la litis no quedó debidamente integrada con todos sus partícipes obligados, la
sentencia resulta inutiliter data, es decir sin ninguna eficacia o valor43, como ya
se anticipó.
* Recursos. En el caso de litisconsorcio necesario, la apelación de uno
solo de los colitigantes (que exprese agravios sobre los temas comunes al polo
plural de la relación jurídico-procesal) conlleva la extensión de los efectos de la
decisión de alzada, si ésta acoge la apelación 44. Este efecto comunicante del
recurso es la regla fundamental en esta clase de litisconsorcio, es decir: los actos
realizados por alguno -o algunos- de los litisconsortes benefician a todos los
demás y los resultados de la sentencia son únicos, aún en la instancia superior,
aunque hubiese apelado sólo uno de los litisconsortes, cuestión que como vimos,
tiene alcances distintos en el litisconsorcio voluntario. “Los recursos interpuestos
por cualquiera de los demandados favorecen eventualmente a todos los demás, y
el pronunciamiento de alzada tiene efectos contra todos, y en caso de revocarse
aquélla beneficia aun a quien la consintió”45.
* Efectos. Las Costas. Por la misma inescindibilidad de la relación, la
suerte de todos los litisconsortes debe ser común, de modo que las actitudes
individuales sólo influyen en las costas. En consecuencia, las defensas opuestas
afectan a todos; la prueba debe ser apreciada en conjunto, de modo de dictar un
único pronunciamiento; por la misma razón los recursos también alcanzan al
40
Conf. Falcón, ob. cit., pág. 333. El autor citado destaca que en el caso de litisconsorcio pasivo
obligatorio se produce una derogación de las reglas de competencia y el desplazamiento de la misma.-
41
Conf. Alsina, ob. cit., tomo I, pág. 339.-
42
Conf. Alsina, ob. cit., pág. 342.-
43
La sentencia recaída en estas condiciones es inútil, inocua, de imposible ejecución.
44
Fernández, Raúl, ob. cit., pág. 110.-
45
Falcón, ob. cit., pág. 341, citando jurisprudencia de la casación local y santafesina.-
conjunto. Respecto de los actos de disposición del objeto procesal, tales como el
allanamiento, el desistimiento, la transacción, la conciliación, efectuados por uno
o alguno de los litisconsortes, sólo producen sus efectos normales en la medida
en que los restantes litisconsortes adopten la misma actitud, pues -como se
adelantó- la sentencia debe tener un contenido único respecto de todos ellos 46. En
lo que respecta a las costas, en los casos en que el actor se ve obligado a
demandar a varias personas y algunas de esta se allanan, no haciéndolo las otras,
estas últimas, vencidas en juicio y que determinaron con su actuación la
necesidad de que el accionante tuviera que recurrir a los estrados judiciales,
deben soportar las costas del juicio47.
c) Litisconsorcio cuasinecesario.-
Alguna doctrina reconoce, asimismo, una tercera categoría intermedia
entre el litisconsorcio facultativo y el necesario, y que se daría en el supuesto de
que existiendo varias personas eventualmente legitimadas para interponer una
determinada pretensión u oponerse a ella, la sentencia es susceptible de afectarlos
a todos por igual, aun cuando no hayan participado o no hayan sido citados al
proceso. Si uno sólo promueve el juicio la acción está bien iniciada, pues no es
menester que todos los interesados obren. Pueden encuadrarse en esta modalidad
las siguientes acciones: a) la acción por declaración de demencia en los términos
del art. 144 del C.C., la cual una vez rechazada por no haberse acreditado
aquélla, extiende los efectos de la repulsa aun a quienes no la hubieren deducido,
salvo que invocaren hechos sobrevinientes, según lo dispone el art. 146 del
50
Conf. Falcón, ob. cit., pág. 331; y Cám. Nac. Civ., sala “B”, 14-5-87, L.L. 1987 –D- pág. 318.-
mismo cuerpo legal; y b) la acción por nulidad de las deliberaciones adoptadas
por la asamblea de una sociedad anónima, la que puede ejercer cualquier
accionista si aquéllas resultan contrarias a la ley (art. 251 de la ley 19550), ya que
aun cuando interpuesta por uno solo, la resolución nulificatoria puede alcanzar a
todos.