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Estado del Arte

El eje central que abarcaremos se constituye en el “Proyecto de Modernización


Penitenciaria”, pues existen varias perspectivas acerca de este proyecto.
Edison Ortiz Gonzalez, nos plantea en su texto; “La penitenciaría: “Otra” aproximación a la
modernidad chilena decimonónica”, el dice que “se miraba a Estados Unidos y a Europa,
como modelos de civilización, donde se implementaba un moderno sistema penitenciario
por medio de amplias cárceles con talleres y escuelas para reformar al individuo”.
De este modo Chile dejó en el pasado las viejas prácticas coloniales de tipos de encierro, o
mas bien castigos a través de azotes diarios, pues este sistema penitenciario propuso
terminar con estas prácticas, entregando un mayor servicio hacia los reos, es decir a través
de talleres, para lograr un cambio trascendental en estos individuos, pues en esto consistía el
proyecto modernizador.
Nos dice este autor que; “Bulnes, al presentar el proyecto panóptico, terroríficamente lo
exponía: ningún otro sistema facilita en tan alto grado el logro de los primordiales
objetivos que deben proponerse las leyes al condenar a reclusión a un criminal (...) Para
que cuando el reo sale al fin de la cárcel con una regular instrucción moral y religiosa,
sabiendo leer y habiendo aprendido un oficio honesto con que mantenerse, es casi seguro
que no vuelve a delinquir”.
Era esta regularmente la panorámica que tenían los gobernantes de la época, sin embargo
está demostrado en hechos concretos que no fue así, pues si bien ocurrió este proyecto en
Europa o Estados Unidos, en Chile no tubo la misma suerte, ya que fue muy diferente.
Aunque cabe señalar que las prácticas coloniales como la que hacían los verdugos cuando
quemaban las carnes del condenado o cuando quedaban imborrables las marcas de los
azotes, estas prácticas fueron finalizadas.
Sin embargo dice el autor que: “A través de El Araucano también se hacen visibles los
intentos por modernizar y uniformar el sistema de administración de justicia, que iban
desde la implementación de la propia penitenciaría; la codificación y homogeneización de
la ley, el diagnóstico en terreno de las fallas que se observan por parte de quienes
impartían justicia...”
Pero a lo largo de este texto nos damos cuenta que este proyecto modernizador, no se logró
definitivamente, pues a pesar de implementar talleres, religiosos, educativos entre otros, se
convirtieron mas bien en escuelas del crimen, pero si; “la penitenciaría se asemeja a un
laboratorio social donde al parecer se ensayaba lo que se deseaba para el exterior. Los
reos aparecían entonces como “conejillos de indias” de los experimentos sociales que
empezaban a desarrollar”
Sin embargo este sistema penitenciario, si bien producía algunos efectos de sometimiento, a
través de los talleres no se reformaron, pero lo que si ocurrió es que se logró una especie de
disciplinamiento a aquellos que iban en contra del orden y la legalidad.

Otra visión, quizás similar a la anterior, la expresa Marcos Fernández Labbé, pues dice que a
fines del siglo XIX y principios del XX, el desarrollo de la experimentación sobre los
hombres encerrados, operó bajo una importante transformación en los penales chilenos, pues
se convirtieron en laboratorios de estudio de las soluciones que se podían dar al grave
problema de la delincuencia y sus efectos. No obstante, nos dice el autor que ocurrió un
fracaso en las medidas que se pretendió aplicar para dar atajo a la delincuencia , para así
modificar la identidad de los sujetos encerrados, “este fracaso se relacionó con el hecho de
que las herramientas utilizadas, de cuño evidentemente moderno e ilustrado, no lograban
ser ejecutadas a cabalidad en los penales chilenos”1

1
Fernandez Labbé Marcos: “Prisión Común, Imaginario Social e Identidad, Chile, 1870-1920”, Editorial
Andrés Bello, Chile, pág. 37.
Sin embargo, este fracaso se construye a partir de dos grandes vetas discursivas y prácticas;
una sería la adopción en Chile de los principios de la criminología positivista y los intentos
de aplicación de medidas de corte filantrópico.
Un claro ejemplo que representa la precariedad de este proyecto modernizador es ; “la
experiencia había demostrado que, en particular con los niños, las cárceles se
transformaban en verdaderas escuelas de criminales”.2

2
Ibíd, Pág. 53

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