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PACCTALLANTAY

El reto del tahuantinsuyo

PRÓLOGO

Corría el final de los años 2,000, y acababa un siglo, y un milenio a la vez. Lleno de sorpresas, sinsabores, y una
modernidad, que el mundo empezaba recién a conocer, con cambios, y logros importantes, que también venían
acompañados, por terremotos, huracanes, y nuevas enfermedades… como si con esto, se estuviera dando
cumplimiento; a muchas predicciones bíblicas.
Pero… esto no es de extrañarse, porque desde el principio de los días, hasta nuestra época, la humanidad ha
vivido cambios muy importantes, e imborrables. Sin embargo, fue en la época de la colonización, donde el yugo
opresor, dejó una huella imborrable, en los espíritus americanos. Y aunque esa huella, vive oscura, y silenciosa…
está marcada, y todavía duele.
Fue aquí… en éste llamado nuevo mundo (nuestra América) donde la civilización Europea, colonizó a nuestros
amados antepasados, imponiéndole sus costumbres. Pero… que hermoso es saber, que en nuestros países,
sobreviven comunidades, que todavía… conservan intactas, sus costumbres, e identidades. Ellos cuentan
historias y leyendas del pasado, que muchas veces parecen reales.
Del mundo, y sus magnificas civilizaciones, tanto antiguas como modernas… podemos contar, o escuchar,
muchas cosas. Algunas tristes, otras alegres, otras románticas, o hermosas. Pero lo que esta vez les contaré, es
inédito, y sin saber porque, todavía me conmueve, y estremece.
Sucedió una vez… cuando llegué, a los regazos profundos, de los andes peruanos. Allí sentí, en la melancólica
bruma, que por las cordilleras va nadando… una placentera e inquieta caricia, que me hizo sentir, cerca del
pasado. Me hizo sentir más humano, más latinoamericano, y más hermano del mundo.
Ya estaba exhausto, de avanzar y avanzar…por aquella empinada cuesta, que así, me conducía a mi destino… y
tal vez, fue por eso, que me senté a descansar un poco, justo al pie de un pequeño puente que inhiesto, mostraba
hacia abajo, un vacío impresionante; y el combate estrepitoso de rabiosas aguas, que en el fondo rugían.
Subí luego, un poco más, para mirarlo, ganando así considerable altura, entonces, recién pude apreciar al
pequeño puente, y su vacío profundo en toda su inmensidad. ¡Me quedé encantado! admirando la hermosura del
lugar.
Fue entonces que sentí… como de aquel fondo, salió una niebla melancólica, y helada, que muy junta a una
presencia espiritual… llegó a mí lado, y comenzó a mirarme con desconcierto y fraternidad… luego, y sin saber
porqué, ¡esta leyenda me empezó a contar!
En primer momento asustado quise huir, mas no lo hice. Sólo un rato después, pude equilibrarme, y espantar mi
helado miedo… y así logré estar atento. Entonces escuché esta leyenda inédita, en todo su esplendor, por todo
eso fue, que allí me sentí parte muy íntima… ¡De Latinoamérica, de mí Perú… y de su ayer!

Quiero antes de todo, decirles, y al leer se darán cuenta, que El reto del Tahuantinsuyo… es una leyenda, pero
también tiene grandes lazos con la realidad. ¡Sí!…porque todos los escenarios aquí descritos… ¡existen! Y los
podemos encontrar, en la provincia de Santa Cruz… la cual pertenece al hermoso departamento, de Cajamarca,
en el Perú.
Por eso… ciertos hechos, como la caída del imperio de los incas, la construcción de la ciudadela de
Macchupicchu…y otros sucesos más… son reales, y están registrados en la historia de mi país.
Esta leyenda es de mi parte, para Latinoamérica, para mi Patria y mis antepasados, una ofrenda.
¡Sí! Porque cuando entre cumbres andinas mi inspiración sentía poesías… miré desde allí a mi Perú…y esta
historia escribí.
Luego al sentirme, en un vaivén tirado, por el ahora y el ayer… tal vez aquí digo, lo que muchos callaron, lo que
muchos querrán decir… o, lo que no pudo ser.

Quisiera una vez más… agradecer profundamente a Dios Padre, y sólo a Dios Padre… YHWH es su legítimo
nombre, por su amor, por su permiso, y su perdón… ¡gracias Padre Celestial! por esta honda inspiración, que
habita en mi corazón…y que una vez más… puedo… ¡con mis lectores compartir!

El autor.

PACCTALLANTAY
El reto del tahuantinsuyo

Leyenda inka…

Perú… cuna del sol naciente, dueño de un pasado magnifico y recordado, muy conocido por el mundo, que tiene
como herencia de una naturaleza divina, las altivas, místicas e impresionantes cordilleras de los andes, que
cruzando van, su amplio territorio.
Esta gran cordillera… todavía presta vida y abrigo, a muchos pobladores del Perú de ahora. Pero… en el pasado,
sus regazos dieron abrigo, ¡al gran imperio de los incas!
Pues bien… en el lado norte de la gran cordillera de los andes, cuyos amplios regazos, están plenos de
imponentes ríos, y bellos paisajes… en ese lado septentrional, está situada, la andina ciudad de Cajamarca.
Cajamarca, es muy conocida actualmente, por sus baños termales, o baños de los incas, que además de ser muy
tradicionales, son medicinales. Dentro de la ciudad, se encuentra el famoso cuarto del rescate, llamado así, por la
gran oferta, que le hizo el inca Atahualpa, a Don Francisco Pizarro, durante la conquista del Tahuantinsuyo.
Atahualpa ofreció, un cuarto lleno de oro, y dos, de plata, hasta donde llegara la altura de su mano, a cambio de
su libertad. Pero, como sabemos, una vez cobrado el rescate, el conquistador mandó a matar al inca, con la pena
del garrote, sin cumplir su promesa.

Quiero hacer más entendible esta leyenda, por eso les estoy contando ciertos sucesos reales, sobre la caída del
imperio de los inkas, ya que esta historia, aunque está enlazada, con matices de fantasía, también nos cuenta
hechos verdaderos, sobre el Tahuantinsuyo.
Así pues… como sabemos por historia, cuando Pizarro, llegó a conquistar el tahuantinsuyo, (o, antiguo Perú)
éste vivía una época de crisis interna. Esta crisis estaba basada en la ambición al poder del imperio, entre los
hermanos, Huascar y Atahualpa, hijos de Huayna Cápac, el inca reinante que acababa de morir.
Todo esto, hizo que el conquistador, encontrase un imperio debilitado y confundido, facilitando así, su plan de
avasallamiento y conquista, que puso un ―supuesto fin‖ del… ¡imperio de los incas!
Y digo ―supuesto fin‖…no sé si llevado por mi imaginación, por amor a mis antepasados incas… o quizá, porque
al conocer del Perú profundo sus cordilleras, lagunas serranas, o los más bellos paisajes andinos… un mágico
espíritu inca -como antes dije- tal vez,al vez los incas.ueño p me contó esta leyenda, que al mundo seguiré
contando.

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PRIMER EPISODIO

En la sierra norte del Perú, como antes dije… está situado el andino departamento de Cajamarca, muy visitado y
querido por los habitantes del Perú actual. Pero Cajamarca en la época del tahuantinsuyo, también fue bastante
visitado, especialmente por Atahualpa. En el departamento, hay lindas lagunas serranas, donde parece que las
melancólicas nieblas andinas, mirarse quisieran, entre la altivez, de sus heladas aguas cristalinas.
Aquí encontramos Imponentes paisajes, llenos de un gran verdor de pincel, que gozan de una rica, y extensa
variedad de territorio andino que coquetean con su gracioso desnivel.
Ruidosos y coquetos ríos, bañan al departamento, donde parece que sus aguas invitan al sediento no sólo a beber,
si no también, con ellas, a platicar.
Y lindísimos paramos, cargados de los árboles más autóctonos, con una gran variedad de hierbas del Perú de
siempre… con productos como la papa, quinua, trigo, maíces, kiwuicha y otros; que al mundo son exportados,
por su inmenso contenido nutricional.
Ahora…en la parte norte de la cordillera que cruza Cajamarca, existe un pueblo que en la actualidad es conocido
como Cascaden.
Cascaden… goza de una extensión aproximada de 3 kms cuadrados. Y tiene como cercanos vecinos a otros
pequeños pueblos, situados en la parte más alta de la cordillera. Estos son… Maranpampa que se encuentra 3
kms más arriba por el norte. Y por el sur, se encuentra Maranpampilla a 2 kms de este.
Los dos pueblos tienen extensiones más pequeñas, pero también son dueños de una gran riqueza, como regalo
prodigioso de la naturaleza. Estas pequeñas poblaciones, viven pendientes de lo que ocurre en Cascaden… ya
que dependen mucho de este pueblo, por al intercambio comercial que hay entre ellos, gracias al trueque
(intercambio de productos).
Cascaden es una gran y hermosa hacienda, rica en agricultura, minería, y de una gran variedad de ganadería,
como la ovina, porcina, vacuna y otras riquezas más. Aquí riegan sus valles serpenteantes quebradas, o pequeños
riachuelos, que al final desembocan en un gran río, que está a 3 kms, bajando a las afueras del pueblo. Vale decir,
que el pueblo está situado en la cúspide de un imponente cerro, que le da un místico aire de lejanía.
Aquí, la producción agrícola, llega a un alto nivel, gracias a la virginidad de sus tierras, que llegan a producir
todas las variedades de los productos de la sierra. Y enormes pastizales que sirven de alimento, a la gran cantidad
de ganado, que hay en la zona.
Vale decir, que muy a pesar de esta época de modernidad, todavía el pueblo no cuenta con una carretera
vehicular. Sólo cuenta con un rustico camino de herradura o peatonal, que viene 3 kms desde abajo, por donde
pasa la carretera, que sale desde Chiclayo, y que a lo largo viene recorriendo, pueblos como, Chongoyape
cumbil… y otros, hasta que llega a la provincia de Santa Cruz.
Desde dicha carretera a casi la mitad de esta… a la altura del km 260 más o menos, está el cruce, para empezar la
subida a Cascaden.
Desde el cruce, hasta llegar al pueblo… hay 3 kms de camino peatonal, o de herradura. Como el pueblo está
básicamente situado en la altura de un imponente cerro, el llegar hasta allí caminando, toma bastante tiempo.
Ahora… contando desde abajo… desde el cruce en la carretera a 2 kms hacia arriba, hay un pequeño puente
peatonal, que une heroicamente, a un estrecho pero profundo abismo. Este puente, tiene un alcance de 25 metros
de longitud…y es conocido como el puente ―mitka‖ (mirador del abismo)
En el fondo de este gran abismo, se mueven cual salvajes serpientes, un conjunto de embravecidas aguas, que
briosas llegan a una hidro cita, que se realiza siempre allí. Estas aguas, llegan de lejanos riachuelos y cascadas
múltiples, las cuales dan el nombre de Cascaden al pueblo.
Es justamente allí, donde se forma un gran río muy turbulento e huidizo, el cual cae en curso rápido y ruidoso,
aguas abajo, hasta llegar al otro lado de la carretera, después del abismo que los esconde, y los separa. Allí
desembocan sus aguas, en un enorme río de inmensas proporciones. Este enorme río es conocido por los
lugareños, como el gran Cashcash. El nombre le ha sido dado, en honor a un sabroso pez, de carne blanca, y rico
en fósforo, que vive en sus turbulentas aguas, el cual es muy consumido, por los pobladores de la región.
Ahora… en el pequeño pero sólido puente mitka, en el fondo de su abismo, allí donde rugen sus briosas e
embravecidas aguas, sin que nadie lo sepa, excepto el místico espiritu inca que me contó esta leyenda… ¡Ahí
existe un túnel!
Del puente mitka hacia abajo, llegando al fondo del abismo… en el costado de su rocosa rivera; es allí donde
empieza la boca, o entrada de este inédito túnel. Aquí hay aproximadamente 30 metros de abismo, que están bien
cubiertos, por una densa, y muy espesa vegetación.
Es justamente, por la escasa visibilidad, casi nula, que deja la vegetación, que nadie hasta ahora, ha visto la
inédita entrada del túnel. Desde esta entrada hasta llegar a la salida, el túnel secreto, tiene una longitud, de 3
kms…ya que anónimamente fue construido, en la época del Tahuantinsuyo siguiendo en paralelo, el curso de la
carretera peatonal, hacia Cascaden.
Pero el túnel, tiene más intensidad en su otra salida (o entrada… no sé) pues esta, está situada en la parte baja de
la carretera, donde se encuentran las riveras, del gran Cashcash.
Desde este final del camino peatonal, ya en el otro lado, por la carretera, y en su parte sub-terranea, a dos kms a
la derecha… ahí justamente, existe un pequeño y encantador valle que está muy, pero muy camuflado, bien
cubierto por la vegetación, y por el abismo que hay entre lo alto de la carretera, y lo profundo del territorio, por
donde pasa el gran Cashcash.
En este valle solo y desconocido, sin que nadie lo sepa… ¡allí vive una gran familia! Ellos son directos
descendientes de la raza inca. Ellos serian el reto que exigiría justicia, para el Tahuantinsuyo.

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LOS CUATRO SUYOS: (LEY SECRETA)

¿Pero cómo era posible, que hasta este tiempo, un gran clan inca haya sobrevivido llegando sólido y fuerte, hasta
nuestros días?… ¿Y cómo todavía, se encontraban allí, sin que nadie les hubiera visto?…
Pues bien… como todos sabemos… fue durante el reinado del gran Pachacutec, que fue construida la ciudadela
de Machupicchu, gracias a la visión futurista que tenía el inca.
Ahora… Pachacutec…durante su reinado, también dio orden a la creación de una ley, que aunque fue un secreto
eterno, también fue importante como las leyes conocidas que rigieron el imperio incaico. Tales como…Ama sua,
Ama llulla, Ama quella.(no seas ocioso, no seas ladrón, no seas mentiroso)
Pues bien…esta otra ley adicional, sería sólo un privilegio para la familia real, pues esta ley era en realidad, un
plan de sobre vivencia, que aseguraría por siempre, la existencia de la gran raza inca
¿Qué pasaba? ¿…porqué Pachacutec tenía dentro de sí esta preocupación? ¿ y por qué ordenó la creación de esta
nueva ley real y secreta?
Lo que pasaba, era que el inca había tenido en noches anteriores, un repetitivo e inquietante sueño.
El soberano había visto en sueños, la caída del gran imperio, a manos de extraños, en épocas futuras. Fue
entonces que, después de meditarlo… decidió tomar, las precauciones necesarias.
Fue aquella mañana señalada, bajo el sol, que radiante iluminaba al imperio…que el inca mandó a llamar de su
corte real, a su más fiel servidor.
-Ve y ordena –le dijo– con urgencia una reunión con el honorable concejo de los orejones. Los quiero a todos
formalmente reunidos mañana… pues yo estaré deliberando con ellos-
El fiel servidor después de reverenciar a su señor, salió presuroso y preocupado a cumplir la orden imperial.
-¿Qué pasará…? ¿Qué pasará con mi señor?…-se preguntaba.-
Cuando llegó a la corte real, todo el concejo en pleno escuchó ávidamente el recado. Al momento acordaron, que
al atardecer del día siguiente, se llevaría a cabo la magna reunión.
Así fue, por eso aquel atardecer, lucía lleno de una espera inquietante y a la vez zozobrante.
El honorable concejo esperaba intrigado, y a la vez preocupado, por la llegada del hijo del sol. Es que sólo en
casos excepcionales, el inca llegaba hasta aquel recinto para deliberar junto a sus sabios concejeros.
De pronto, un celoso guardián que se encontraba vigilante en la puerta de entrada…irrumpió el sobrio silencio
que allí imperaba; para luego con notable unción exclamar.
-¡Su alteza… el hijo del sol… el gran Pachacutec ha llegado…!.
El honorable concejo, al ponerse de pie, guardó un silencio lleno de respeto y misticismo. Entró el monarca, y
con la sobriedad que le daba su linaje, y excelsa dinastía… caminó con gallardía, hasta llegar a su sobrio, y real
aposento, un dorado y brillante trono, preparado especialmente para él.
Con pose Augusta, tomó asiento. Después de él, lo hizo el honorable concejo, que había permanecido de pie.
Antes de hacerlo éstos hicieron una gran reverencia como señal de permiso.
El inca, luego de escudriñar con gran seriedad al honorable concejo, tomó la palabra, y con alta sobriedad les
habló en quechua.
-Señores… anoche nuevamente he tenido un sueño horrible, es una pesadilla que tengo ya hace varias noches, es
un sueño repetitivo, donde veo a seres horribles que desconozco, y de los cuales, tengo malos presentimientos.
-son seres extraños, como de otros mundos, que con armas de guerra desconocidas, ¡conquistaban y sometían al
Tahuantinsuyo!, causándole un gran destrozo, una gran herida, acababan con el gran imperio de los incas.
Al exclamar esto… Pachacutec calló por unos instantes. El honorable concejo estaba consternado, estremecido.
No esperaban una confesión tan preocupante, y mucho menos de su señor, el cuál para ellos, todo lo podía, todo
lo lograba… pues era hijo, del dios sol.
Fue entonces, que el más anciano de ellos se levantó, y con voz algo trémula, dijo como pidiendo disculpas:
-señor con su premiso, diré esto…puede ser que su sueño sea algo pasajero y no preocupante. Usted es hijo del
sol –afirmó–y todo el poder del mundo, está concentrado en su divinidad, y de los que de usted desciendan, para
ocupar tu trono-

-Lo sé sabio concejero –dijo interrumpiendo con inquietud– pero… tengo extraños presentimientos, y hoy
quisiera junto a ustedes tomar las precauciones necesarias. ¡Ya tengo una idea!… pero quiero que sea deliberada
por la sabiduría de ustedes-
Como si al unísono, todos hubiesen sido tocados, simultáneamente, por una extraña magia… en coro exclamaron
a su señor.
-Queremos gran hijo del sol, que nos de ese honor… nos confíe su gran idea, que nosotros tendremos la cautela
de analizar, si es la salida correcta –dijeron-
Pero un concejero que se encontraba a casi la mitad del salón añadió…
-nosotros deliberaremos con sabiduría su gran idea, aunque viniendo de usted, gran señor… debe ser la salida
perfecta a su preocupación – acotó-.
Entonces mirando con demasiado respeto al inca, en nombre de todos preguntó…
-¿Díganos gran señor en consiste su gran idea?
El inca, aún sentado en su trono especial, hizo un brusco movimiento de manos, y muy conservador dijo,
mientras apuraba un trago de una rica bebida, preparada sólo para él, y para la especial ocasión.
-Mi idea es esta. Quiero forjar una tradición o ley que perdure a través de los tiempos. Que llegue a alcanzar a
muchos… que les digo… a todos mis descendientes, pues quiero que esta tradición o ley, se mantenga firme a
pesar de los problemas, o dificultades, que puedan surgir en el imperio.

Lo hago con el firme propósito, de lograr que nuestra raza ¡no desaparezca! -dijo con fuerza– que el imperio de
los incas, esté como hasta ahora, robusto y fuerte. Quisiera que esta tradición, sólo sea conocida por mis
descendientes directos, es decir por el heredero al trono. Éste heredero, también se lo hará saber a su sucesor, y
así sucesivamente, por todas las generaciones, que llegaran a reinar este gran imperio.
-Pero quiero dejar en claro, que esta tradición o ley, debe ser sumamente secreta, y sólo será confiada al heredero
del inca reinante, de allí al sucesor de éste… con el único fin, que el heredero ya esté preparado, al momento que
le toque gobernar.
Continuó hablando, con autoridad impresionante, mientras todo el concejo estaba atento, parecía que nada podría
moverlos de sus asientos- quiero acotar que esta tradición, es parte de la ley, que quiero que hoy, sea aquí,
deliberada por ustedes.
La ley en claro consiste, como les dije, en informar de esta tradición secreta, al heredero sucesor del inca
reinante, y que éste a su vez, la cumpla a cabalidad, como uno de sus grandes principios.
¡Pero!…al heredero que le toque vivir una situación desastrosa, como la que vi en mis sueños… pues él tendrá, la
sagrada misión, de hacer resurgir el imperio… ¡aún de sus cenizas! -exclamó con furor-
Él hará que perdure la autenticidad de nuestra raza, nuestras costumbres, el respeto a la paccha-mama, el
quechua, aymara, dioses (apus) en fin… debe preservar; toda nuestra identidad.
-Que no olvide… que este será un gran secreto de estado… y que luche y luche, para que siempre exista el
tahuantinsuyo. ¡Este es mi gran deseo y mi orden!-
El soberano paró su parlamento… y luego de un silencio de segundos, que en el salón parecieron siglos, continuó
hablando, siempre en quechua.
-Ahora bien… quiero… o mejor dicho, ordenaré, en honor al acuerdo de esta ley real, y movido por la inquietud,
que aún me producen, las visiones desastrosas que he visto en mis sueños… la construcción inmediata de una
gran ciudadela, a las afueras del Cuzco; a la cual pondré por nombre =Macchupicchu= y aquí digo, que en honor
a este acuerdo, porque su ubicación será secreta, y sólo será conocida por la familia real. Esta ciudadela, será la
admiración de todo aquel que la conozca, pues será una maravilla del mundo. Y deseo que jamás sea descubierta,
pues no quiero que sea jamás, por invasores conquistada… y destruida.
-A esta ciudadela, también le mandaré a construir un mirador. Quiero desde allí, observar a mi padre el sol, en
todo su esplendor, y también observar, la gran inmensidad de mis amplios dominios, con mis incalculables
riquezas-
Terminó diciendo el inca, mientras volteaba la mirada, ya un poco calmada, hacía una ventana, que mostraba
hacía afuera, un bellísimo paisaje andino. Entonces fue, que el inca dejó de parlar, dando lugar así, para que el
honorable concejo, comience su deliberación.
Pareciera como si las más lejanas ideas, hubiesen llegado al gran salón, para sumarse a la sesión polémica, que
en ese momento dominaba la magna situación.
En ese ritmo de intercambio de opiniones, pasó el tiempo. Después de casi una hora, el más anciano de los
concejeros, tomó la palabra, y como pidiendo permiso… o disculpas, se dirigió al señor, del imperio del sol.
-Gran señor Pachacutec- dijo con reverencia
-después de deliberar lo que nos ha confiado, hemos llegado a esta conclusión…
¡Su idea es magna mí señor, es la mejor!…nosotros sólo queremos agregar algo a su esplendidez –dijo nervioso,
al mirar la fija, y adusta mirada del inca- sólo le sugerimos gran señor de los andes, gran hijo del sol… que el
heredero que esté al mando en esos momentos de destrucción, como vio en tus sueños, que en esos momentos
seria el inca reinante…nunca pero nunca, vaya ha renunciar al sagrado deber de recuperar el Tahuantinsuyo. Por
lo contrario… debe conservar la autenticidad de nuestra raza. Mas, en caso que desobedeciera esta ley, sea
despojado de su trono real, y viva una serie de tormentos, y fatalidades, como no se ha visto jamás -término
diciendo el más anciano del respetable concejo-.
Todos los concejeros, quedaron en esos momentos inquietos, con ansiosa inseguridad, esperando la respuesta de
su señor. El inca, entonces, dirigiendo la mirada hacia ellos, con voz impresionante… habló.
-Al gran concejo de los orejones, no se les hubiera podido olvidar este detalle, que completa y llena la idea, que
he traído para que sea deliberada.
-¡Yo… el gran Pachacutec, estoy de acuerdo!… absolutamente de acuerdo, y agradezco sus sabios consejos.
Ahora, puedo retirarme tranquilo a mis aposentos, a descansar más calmado, y gobernar para mi pueblo.
Terminó diciendo, mientras llegaba una pequeña corte de hermosas ñustas, o vírgenes del sol, para acomodarle
su capa rojiza, ataviada con muchos adornos, hechos con el más brillante oro, en honor al sol.
Luego de la afelpada venia de las ñustas sintiendo los halagos de las vírgenes del sol… el inca se puso de pie
dispuesto a marcharse.
Todo el venerable concejo se puso de pie, y luego de aplaudir calurosamente, y hacer gestos de reverencias…
agradeció la visita del señor de los andes, que seguido por su corte en pleno, con paso marcial, se retiró del
honorable concejo.
Fue entonces que el concejero más anciano, aquel que tenía la primera voz… con unción solemne dijo…
-concejeros…nuestro señor se ha retirado contento y complacido. Por eso, nosotros también quedamos llenos de
gozo, y alegría. La sesión ha terminado-terminó diciendo… mientras los concejeros, después de un largo rato…
de uno en uno, se iban retirando del gran salón.

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Sucedió entonces… que el gran imperio siguió su curso, lleno de progreso y bonanza, donde todo se mantuvo
tranquilo.
Pachacutec tuvo un largísimo reinado, y en sus manos el Tahuantinsuyo alcanzó un enorme poder,
convirtiéndose en un gigante, lleno de una sin igual belleza, riqueza, y esplendor.
Así… después de gobernar con mano fuerte, y gran sabiduría. Pachacutec murió. El inca había cumplido con su
misión de gobernar, por la causa del imperio.
Lo sucedió en el poder su hijo Tupac Yupanqui, quien al recibir el poder, se llenó de emoción, pero de mucha
extrañeza, al conocer la ley secreta que había dejado su padre. Sin embargo ¡la cumpliría!… y aunque seguía
extrañado al conocer los presagios que en sueños había tenido el gran Pachacutec, él rogaría a sus dioses, para
que nada de esto suceda.
Después del inca Tupac Yupanqui… el imperio tuvo grandes gobernantes, entre los que destaca…el inca Huayna
Capac.
Con Huayna Cápac, el imperio alcanzó su mayor extensión, debido al don de conquistador, que tenía el
gobernante. Con él, el imperio alcanzó el más grande auge territorial. Así… luego de un extenso, y fructífero
reinado, Huayna Capac, enfermó. y murió.
El real heredero de Huayna Cápac, seria su hijo Ninan Coyuchi, pero al enfermar de muerte, cuando se
encontraba en Quito, (hoy Ecuador) Ninan Coyuchi no pudo ceñirse el trono… pues también enfermó
gravemente, y murió.
Fue entonces, que le tocó a Huascar… su otro hijo… convertirse en el legitimo heredero, del imperio del sol.
Huascar lo primero que hizo, fue trasladar la momia de su padre, desde Quito hacia el Cuzco… capital del
imperio, pues allí; comenzaría su gobierno.
Pero sucedió entonces… que Atahualpa, otro hijo de Huayna Cápac, desobedeciendo la voluntad de su padre, y
las leyes del imperio, emprendió una feroz guerra, contra Huascar, para arrebatarle el poder, y el control del
imperio.
Atahualpa, luego de muchas batallas sangrientas, venció a Huascar, tomándolo prisionero en el Cuzco, y después
de una sentencia fraticida, ordenó su muerte.
Sucedió entonces… que Huascar, aún prisionero, como era el legítimo heredero, y por lo tanto, sabía sobre la ley
secreta de Pachacutec… ya convencido de su sentencia de muerte, ordenó a dos de sus más fieles servidores, que
viajasen a Cajamarca, donde se encontraba Atahualpa.
Con ellos le enviaba una carta, donde le contaba el secreto del gran Pachacutec. En la carta le decía lo siguiente:
-Hermano…hoy que por tus ejércitos me encuentro derrotado, y tu arribo al poder es eminente, te hago conocer
una ley, muy secreta y sagrada.
Una ley que siempre ha estado con el inca reinante, rigiendo en el Tahuantinsuyo.
¡Quiero qué la cumplas a cabalidad, y con mucho rigor, pues es la ley secreta de Pachacutec!…
Y si por algún motivo tu reinado se acorta, busca la manera, para que esta ley perdure a través de los tiempos. ¡Sé
que lo harás!… y ten por seguro que nuestros padres y dioses, estarán orgullosos de ti.
-Mis servidores te explicaran bien los detalles de la ley secreta. Quiero decirte que esperaré mi muerte tranquilo y
sin rencores… ¡Soy un buen perdedor! ¡Qué el imperio de los incas, viva por siempre!
Al terminar de leer el mensaje de su hermano, Atahualpa sintió un gran sacudimiento, al darse cuenta, que
además de gobernar al Tahuantinsuyo, tendría la gran responsabilidad, de hacer cumplir la ley secreta de
Pachacutec.
Entonces… saliendo de las aguas termales donde se estaba refrescando, muy seguro, y con la mirada puesta al
sol radiante…exclamó:
-Yo Atahualpa el inca reinante, juro por mí padre el sol, los dioses y mis antepasados, gobernar por la grandeza
del imperio de los incas. Juro cumplir fielmente la ley secreta del gran Pachacutec, aún ofrendando mi vida. –
Recalcó, mientras fruncía el ceño con furia-
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Para Atahualpa… Cajamarca, fue siempre un lugar atractivo, gran parte de su tiempo lo pasaba allí. Le gustaba
salir con su corte real, rodeado por un gran numero, de vírgenes del sol, a pasear reinante, por los andinos
paisajes del lugar.
Fue justamente, en uno de esos paseos, donde conoció casualmente, ese bello paisaje andino, muy exótico,
pletórico y maravilloso… donde hoy se encuentra el pueblo de Cascadén.
El inca quedó maravillado, al ver lo sinuoso del andino paisaje… por eso, en ese preciso momento, acordándose
con fuerza de la ley de Pachacutec, se dijo en sus adentros…
-Como en mi espíritu, siento cierta inseguridad por el imperio, tal vez, debido a lo que hice con mi hermano
Huascar… aquí y en este lugar, mañana mismo, ordenaré construir una obra, donde puedan vivir mis
descendientes en forma libre, pro creativa y secreta Una construcción, donde no puedan ser vistos por ningún
extraño, donde nadie pueda hacerles daño quiero así, y por fin, dar cumplimiento a la ley secreta, del gran
Pachacutec.
-No sé porque… pero tengo malos presentimientos
–se dijo– quizá sea por lo que hice con mi hermano… mmmhhhh… no sé… además, esta, tiene que ser una obra
bien ingeniosa, donde puedan ocultarse mis descendientes, el tiempo que les sea necesario.
Terminada su meditación volvió a Cajamarca, luego mandó a llamar a los más ingeniosos constructores de la
época. Éstos en reunión de ideas, acordaron y diseñaron, tal y como iba a ser la construcción, de tan magna obra.
Se haría un túnel, al comenzar las faldas de ese gran cerro, el cual llegaría hasta bien abajo, donde corrían las
aguas de un gran río.
De allí a tres kms a la derecha, se construiría una serie de tambos y aposentos pequeños, que quedarían ocultos,
porque abajo, donde corría el río, había una densa, y gran vegetación, que crecía en las riveras del abismo, junto
a los árboles, que parecían suspendidos en el aire, que daban un aire muy secreto al lugar, (allí mismo, hoy
queda, el gran campamento Pachacutec)
Al conocer como iba ser construida la gran obra, Atahualpa dio su aprobación, y enseguida ordenó la
construcción de la misma ¡Sería construida en el sitio, que él mismo había escogido!
La construcción tardó 18 meses. Se construyó el túnel secreto, y en su desembocadura la serie de tambos. Una
vez concluida la obra, Atahualpa fue informado, y personalmente fue a inspeccionarla.
Al contemplar lo ingenioso del diseño, el inca se dio cuenta… que era justamente lo que había imaginado.
Regresó complacido, a Cajamarca… para tomar su acostumbrado, y cotidiano baño, termal.
Mientras se refrescaba, meditaba sobre la ley de Pachacutec… a la vez rogaba a su padre el sol, para que el
imperio nunca sea destruido.
De pronto, se puso muy preocupado, y meditabundo entonces pensó…y decidió.
-Tengo que designar de una vez, a las personas que van a habitar, en la obra, que he mandado a construir.
Pensando esto, salió del baño termal, vistió sus ropas ataviadas en oro y plata, luego se dirigió a un gran salón,
desde donde solía dirigir a sus vasallos. Entonces… tomando una determinante decisión, mandó a llamar, a una
de sus tantas concubinas o coyas. Ella era una de las que gozaba, de su más alto aprecio, y confianza.
Cuando ésta llegó, el monarca la llamó a su lado, y con autoridad le dijo…
-he decidido que seas tú… quien vaya a habitar en el momento que te sea ordenado, a la obra que he mandado a
construir. A la cual, aquí y ahora te digo, pondré por nombre, campamento Pachacutec…
en honor al gran inca. Cuando se te ordene –le dijo– Iras con todos tus hijos, que también son los míos… ¡y
escucha bien lo que te voy a decir!…-aseveró mientras fruncía el ceño- es mi voluntad, que si algo ocurre con el
imperio, o sepas que yo he muerto, le ciñas a mi primogénito la mascaypacha, que he mandado a traer del Cuzco,
porque la tenía mi hermano Huascar… con ella lo estarás coronando inca, y mi sucesor… ¡no olvides nada, de lo
que te estoy ordenando!, –exclamó con fuerza– porque si esto que hoy presiento, llegase a ocurrir, y ojalá mi
padre el sol nunca lo permita, yo te haré llegar una carta, intima, donde te haré conocer muchas cosas secretas,
que espero que tú, con cabalidad las hagas cumplir, y respetar.
¿Has entendido bien?… –preguntó con firmeza-.
-Gran señor… -respondió la coya– yo estoy aquí para servirte, y cumplir tu voluntad .Agradezco que de todas,
me hayas elegido a mí, para tan noble propósito.
Desde ahora… te aseguro gran señor, que cumpliré hasta con mi vida, tu sagrada orden.
Sólo estaré esperando tu mandato, para salir con mis hijos a cumplir tu cometido… que desde ahora, será mío
también…
-Muy bien…muy bien…-la interrumpió el inca- estoy complacido. Ya puedes retirarte a tus aposentos
-dijo, mientras le hacía un gesto con la mano- que yo estaré comunicándote cualquier percance-
Al transcurrir el tiempo… efímeras noticias llegaron a oídos de Atahualpa, sobre la ansiosa llegada de los
españoles, pero él no dio mayor importancia a esto, pues decía que todo ser viviente, que habitase en el
imperio… tenía que respetarlo y adorarlo, por ser él… el hijo del sol. Fue entonces, que organizó, un viaje al
Cuzco.
Su litera que era el vehículo en el que siempre viajaba, fue cargada por 600 hombres, en turnos diferentes.
Ya en el Cuzco… impuso su dominio, manteniendo preso a Huascar, imponiendo de esa manera, su total
gobierno, como nuevo inca del tahuantinsuyo.
Después ordenó y organizó otros viajes, por los cuatro suyos, (extensión total del tahuantinsuyo) donde a su
llegada, era reconocido como el nuevo inca del gran imperio. Después de esto… regresó al Cuzco, desde donde
comenzó su mandato.
Sin embargo… Atahualpa extrañaba la calidez de las aguas termales de Cajamarca y fue ese, uno de los motivos,
por los que organizó su regreso. A su paso, también fue aclamado por el pueblo.
Ya en Cajamarca… en forma cotidiana tomaba sus acostumbrados baños termales. Mas… esa mañana, del 15 de
noviembre de 1,532… cuando Atahualpa se encontraba disfrutando de su acostumbrado baño termal, le
anunciaron la llegada, de uno de los emisarios del conquistador español F. Pizarro. Éste le traía una invitación del
conquistador, para cenar juntos, conocerlo y rendirle honores.
Atahualpa de la manera más incauta, aceptó la invitación, que era una trampa, para tomarlo prisionero, y someter
al imperio.
Al día siguiente… Atahualpa fue a cumplir con la invitación formulada. Su litera ataviada en oro y plata, era
llevada con pleitesía por sus vasallos. Al llegar, el inca, fue atacado por los españoles, que
mataron a la mayoría de sus guerreros, tomándolo prisionero encerrándolo inmediatamente
Ya en prisión… Atahualpa se encontraba pensativo y meditabundo. Allí se daba cuenta, que el sueño de
destrucción, que antaño había tenido el gran Pachacutec, para mal del imperio del sol… ¡había comenzado!
Fue entonces… que alzando los brazos en alto, en medio de la soledad de su cuarto… el inca cautivo, se dirigió
insoslayable, al sol:
-Padre luminoso –le dijo mientras miraba por una ventana, que dejaba ver el andino y radiante cielo– de repente
este es el merecido castigo, que hoy tengo que pagar, por mi codicia y soberbia, al haber causado la muerte de mí
hermano Huascar… quien era el legítimo heredero, de tu imperio.
Más en esta hora… quisiera tener la sagacidad y audacia de Huayna Capac, la sabiduría de Inca-Roca, y tu
poder… para enfrentar a estos invasores… -continuó clamando– quizá no sea posible… ¡siento un dolor
profundo!…
-Como quisiera ahora, que tus calidos rayos me envuelvan, y me lleven junto a ti, luego me colmes de un poder
enorme, e invencible… para poder así, liberar a tu imperio de esta opresión. Siento como la tristeza y la
desgracia, hieren al Tahuantinsuyo-
Luego…el inca se dejó caer abatido, cabizbajo… y con el rostro en el suelo, extendió sus robustos brazos, y
mientras rasgaba la tierra, sus músculos parecieron henchirse, y en su espalda, que estaba, algo descubierta se
reflejaba el sol… que en lo alto parecía mirar, el melancólico momento.
Que tiempo estuvo así… ¡no lo sé!… pero después se levantó, y comenzó a caminar lentamente.
Dio muchas vueltas dentro del estrecho cuarto… luego buscando una solución, pensó ávidamente.
-Mmmhhhh…quizá estos invasores, quieran oro y plata, entonces a cambio de mi libertad, les ofreceré un cuarto
lleno de oro, y dos de plata, hasta donde alcance la altura de mi brazo. El imperio del sol, tiene muchísima
riqueza, y yo inmediatamente reuniré todo esto.
-Una vez libre, lucharé junto a mis guerreros por la libertad del imperio… y recuperaré nuevamente al
tahuantinsuyo.
Fue en ese momento, que el inca detuvo su pausado andar… se había acordado de la ley secreta del gran
Pachacutec, entonces resueltamente se dijo:
-¡Sí!…llego la hora… por lo que pueda pasar, tengo que asegurar la imperecedera existencia de mi raza, y del
imperio de los incas. Voy a ordenar de una vez, que la coya que elegí, realice de una vez el viaje, junto con sus
hijos, hacia el Campamento Pachacutec. Que viva allí, junto a la demás gente que tiene que escoger, hasta que
toda esta pesadilla haya terminado-
Fue entonces… que golpeando la puerta de su encierro, llamó al guardián español, para pedirle que llame, a una
parte de su corte real, que pernoctaba en las afueras de la prisión, para que le traigan con urgencia, al más fiel de
sus servidores.

Un miembro de esa corte real, salió inmediatamente en busca de un chasqui (correo, o mensajero del imperio)
éste al escuchar la orden de su señor, salió inmediatamente, en busca del fiel servidor.
Por fin lo encontró en un tambo, a las afueras de Cajamarca. Allí le explicó el mensaje del inca, luego juntos
emprendieron el camino hacia la prisión de Atahualpa.
Cuando el fiel servidor entró al cuarto, el cautivo le pidió que se acercase más… que olvidara las reverencias,
pues tendría una misión importante que cumplir.
Atahualpa entonces… comenzó a escribirle, en quechua, a la fiel coya… ¡a su elegida!… cuando terminó de
redactar la carta, le dijo a su fiel servidor:
-Iras inmediatamente donde mi coya…su nombre es ucchuya. Le dirás, que la hora de su misión, ha llegado, y
debe ir a esconderse, a la gran obra que mandé a construir.
-Dile que en esta carta que te doy, le explico en detalles, todo lo que debe hacer… ¡mi orden es indiscutible!…
tú- le dijo seriamente- te encargaras de llevarla.
-Llévala rápido, y no te preocupes por mí… ¡escucha bien!… que viaje con todos sus hijos. Además deben viajar
con ustedes, unos 400 hombres, 800 mujeres jóvenes, y una gran cantidad de niños, para asegurar la procreación
de nuestra raza.
-Llevarán una gran cantidad de alimentos, para almacenarlos, durante mucho tiempo. También hiervas
medicinales, ropas, armas de combate, semillas… y todo lo que ustedes crean que es necesario, y que les pueda
hacer falta, para que así vivan mucho tiempo; en su escondite. –Continuó explicando el cautivo– Mira… también
quiero que lleven toda clase de semilla, para que cuando se agoten las provisiones, ustedes por medio de la
agricultura cultiven sus propios alimentos.
-Entrégale la carta a ucchuya para que la lea muy secretamente. Yo una vez ya libre, expulsaré del imperio a
estos invasores, con la ayuda de mi padre el sol. Una vez victorioso, los mandaré a llamar, para que todos estén
nuevamente a mi lado, ¡ah!, y una última y muy importante orden… que mi coya sólo lea la carta, y de
cumplimiento a la misma, tan sólo, cuando tenga la certeza, de que yo he muerto… ¡entiendes!, mientras tanto,
todos uds. estarán pendientes de mi regreso. Que si este no sucede, será por la voluntad de mi padre el sol.
Entonces ustedes, recién darán cumplimiento a la orden, que les dejo en la carta-
Había terminado de decir esto, cuando fueron interrumpidos por el guardián de la prisión.
-Que salga inmediatamente tu servidor, porque tu tiempo se ha terminado.
Al escuchar esto, el fiel servidor se despidió con un fraternal y fuerte abrazo, de su señor. Luego escondiendo la
carta, salió raudo del cuarto, que servia de prisión al inca.
Una vez lejos, y en compañía del chasqui, fue al encuentro de la coya elegida por Atahualpa. Ésta se encontraba
a las afueras de Cajamarca, junto a una gran cantidad de indios, en plena labor agrícola.
Cuando llegó junto a ella, le hizo conocer la orden del inca. Muy conmovida… la coya inmediatamente, se
dispuso a acatar la orden de su señor.
Reunieron a los hombres, y a las mujeres más fuertes, a muchos niños, a 6 ancianos, o concejeros También
alistaron una gran cantidad de armas y provisiones, tal como lo había ordenado Atahualpa.
Una vez que todo estuvo listo… Ucchuya sus hijos, y el fiel servidor a la cabeza, guiados por el chasqui,
emprendieron el camino rumbo a su inédito refugio, al =campamento Pachacutec.=
Viajaron durante 28 días, por aquel camino agreste, lleno de abismos, y rutas empedradas. Sólo sus cuerpos
fuertes, y adaptados a las inclemencias del clima, hicieron posible, vencer la odisea, de aquel duro viaje.
Ya estaba amaneciendo, cuando los exhaustos viajeros, vieron por fin, la entrada del túnel secreto.
Inmediatamente, con la rápida destreza que los caracterizaba… comenzaron a destapar la entrada, que se
encontraba bloqueada por una gran roca, tapada por un espeso follaje. Todo esto lo sabían, ya que el chasqui
conocía, el secreto de la entrada. Entraron presurosos… primero las 800 mujeres, luego los niños, después los 6
ancianos. Luego los hombres entraron las provisiones.
Una vez que todo estuvo dentro del túnel, sellaron nuevamente la entrada. Esta quedó tan sellada, tan oculta, y a
simple vista nunca pudo ser descubierta. Entonces… los viajeros iniciaron el recorrido a lo largo del túnel.
Encendieron las improvisadas piras que habían sido colocadas… y avanzaron, hasta llegar a la desembocadura.
Al llegar hasta allí… los viajeros pudieron contemplar la belleza, de aquel panorama.
Un oculto y pequeño valle, muy frondoso, gracias a las cristalinas aguas del rió cashcash… les daba la
bienvenida.
Este sería el lugar paradisíaco, que por muchos años… y hasta este tiempo… los acogería. Era por supuesto = el
campamento Pachacutec =
Entonces… Ucchuya la fiel coya de Atahualpa, dispuso inmediatamente la limpieza y orden del lugar. Una vez
que todo fue limpiado y ordenado… usaron las carpas indias que habían llevado. Luego, habilitando los tambos y
aposentos, que habían sido construidos, armaron el campamento.
Había en la parte lateral, un gran salón. Ucchuya ordenó, que lo usaran, para almacenamiento… tanto para
armas, como para las hiervas medicinales, ropas, y las provisiones, con los alimentos que habían acaparado.
En cambio, para almacenar las semillas, Ucchuya dispuso la rápida construcción, de otro cuarto más pequeño. De
allí sacarían las semillas para sembrar, cuando les fuera necesario.
Una vez acabado el arduo trabajo de instalarse, tarea que duro dos días… Ucchuya acordó junto al fiel servidor,
realizar al día siguiente, una reunión publica, con todos los habitantes del campamento.
¡Así lo hizo!… Fue la mañana, del siguiente día, que todos se encontraban reunidos en un gran atrio, el cual daba
la idea, de haber sido construido, para grandes ceremonias con el pueblo.
Ucchuya y su fiel servidor, subieron a una parte alta. Una especie de tribuna, desde donde la coya, daría su
mensaje al pueblo.
-Súbditos del imperio incaico –comenzó diciendo- estamos aquí por orden del hijo del sol, mi señor… el inca
Atahualpa.
-Estamos aquí también pues afuera, ha comenzado una crisis, que afecta mucho, la tranquilidad del imperio.
¡Escuchen!… nosotros permaneceremos aquí, hasta que toda esa crisis pase, y nuestro señor nos mande a llamar.
-Ahora… nuestra permanencia aquí, va a ser muy secreta. La idea es que nadie nos descubra, que nadie sepa que
existe este lugar. Por eso, nadie saldrá nunca para afuera, hasta el día que así, yo lo decida –aseveró-.Desde
ahora, y por orden de Atahualpa, yo tomaré mando de este campamento… al que llamaremos Pachacutec. Aquí
junto a mi fiel servidor, y llevados por la sabiduría de los seis ancianos, que conformaran el venerable concejo de
los orejones… todos lucharemos, para que el bienestar, reine para todos, durante nuestra estadía en este lugar. -
termino de decir la coya, cediéndole la palabra, al fiel servidor–
-Nosotros –dijo éste- velaremos por el bienestar de todos ustedes. Todo lo que aquí se haga, o, se deje de hacer…
será sólo la voluntad del inca, pues quiero que ustedes sepan, que todo esto, nos fue encargado con mucha
anterioridad.
-Quizá estemos aquí poco tiempo, o quizá, toda la vida… eso no lo sabemos. Pero quiero decirles que nosotros
somos súbditos del imperio, y por lo tanto nos debemos a el. ¡El imperio es nuestra razón de vivir!

-Aquí todos, haremos una vida normal, realizaremos nuestras labores cotidianas… y los que quieran, pueden
escoger su pareja, y formar una familia. Ucchuya y yo, les damos la bienvenida, en nombre del imperio del sol.
Sabemos que nos han entendido, y como les dije… todos vamos a trabajar juntos, para que Atahualpa esté
orgulloso de nosotros… ¿está bien? –Terminó preguntando el fiel servidor-
Un murmullo de aceptación se oyó por todo el campamento… así, el pueblo… cumpliría fielmente, la voluntad
de su señor.

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Imperio en zozobra

Ya habían transcurrido dos años, desde que ellos llegaron al campamento, y allí la vida transcurría normal, pues
todos trabajaban en sus quehaceres.
Los hombres construían tambos para vivir mejor, y las mujeres hacían trabajos manuales, dedicándose además,
de otros quehaceres, al cuidado de los niños. Sin embargo… todo este tiempo…Ucchuya había estado
íntimamente inquieta.
¿Qué habrá pasado con mi señor Atahualpa? se preguntaba. ¿Por qué todo este tiempo, no nos ha mandado a
llamar?
¿Acaso… quizá todo se ha complicado?… ¿estará mi señor con salud, y vivo? ¿o, quizá, muerto? eran muchas
sus interrogantes, y no tenía ninguna respuesta.
Fue entonces, que la coya, decidió averiguar sobre el destino de su señor. ¡Si! Tenia que averiguar que había
sucedido. Entonces, mandó a llamar al chasqui…éste era el hombre ideal, para que salga a buscar, las respuestas
que necesitaba. Al hablar con el chasqui…le dijo:
-tengo una misión para ti, muy riesgosa, y secreta. Mira, saldrás solo, al anochecer, sin ser visto, y regresaras de
la misma manera. Quiero que vayas afuera, para saber que ha sucedido, con nuestro señor el inca.
-Quiero saber que está aconteciendo en el imperio, saber si Atahualpa ya está en libertad. Si ya expulsó los
invasores del Tahuantinsuyo. Si es así, habla con él… pregúntale a mi señor, ¿cuándo nos va a mandar a recoger?
-Trata de averiguar, todo lo que puedas, y no tardes más de lo necesario en regresar –terminó ordenando la coya-
ahora vete, y cumple lo que te ordeno-
El chasqui, fiel a las órdenes de la coya, alistó presuroso el viaje, al exterior del Campamento. Llevó provisiones,
y todo lo que necesitaba, para tan magno fin. Los guardianes que cuidaban la salida del túnel secreto, al recibir la
orden de Ucchuya, lo dejaron salir
Una vez fuera, volvió a tapar la entrada secreta como estaba, luego viajó durante una semana, por caminos
arduos y escabrosos, tratando de no ser visto, hasta que al fin llegó, a un tambo, cerca de Cajamarca.
Al conversar con el guardián del tambo, éste le dijo que sabía, que el inca, había pagado un cuarto lleno oro, y
otros dos llenos de plata, hasta donde alcanzaba su mano, pero no sabía si en verdad; lo habían liberado. Es más,
dijo que sabía que los invasores, pretendían asesinarlo.
Esto inquietó demasiado al chasqui, que parándose inmediatamente, continuó su viaje. Corrió y corrió
incansablemente… y no paró, hasta llegar cerca de la plaza, donde Atahualpa fue capturado.
Allí había un guardián español. El chasqui salió de su escondite, y buscando en sus alforjas, sacó un guaco de oro
macizo. Luego, acercándose al guardián, se lo ofreció; a cambio de información.
Al ver el oro, los ojos del español, se llenaron de codicia, por eso, llevando al chasqui a un lugar apartado, aceptó
el trato.
-Mira – le dijo – el inca… ¡ha muerto! El 26 de julio de 1533, bajo la pena del garrote, o estrangulamiento.
En este momento, tu imperio ha comenzado a caerse, y todo lo que queda de tu raza, va hacer exterminado, o
esclavizado, pues aquí se impondrá la ley de España, y el nuevo monarca, será mi rey.
-Así que si quieres vivir… lárgate de una vez, y dame mi pago… es todo lo que te quiero decir-
Entonces fue… que el chasqui, lacerado por un fuerte dolor, emprendió la retirada. Corrió y corrió como el
viento. No supo ni que tiempo pasó, pues cuando se dio cuenta, ya había ya llegado al túnel secreto.
Tomando la precaución de no ser visto, ingresó rápidamente, volviendo a dejar todo como estaba. Volvió a correr
por el túnel, llegando muy sudoroso y agitado, al lado de ucchuya. Ésta al verlo, se lleno de incógnitas…, una
mezcla de alegrías, y tristezas, rodearon a la coya.
-¿Qué ha pasado…? Cuéntame rápido, lo que sabes -preguntó con ansiedad-.
-Ssseeeeñora -dijo nervioso al responder– son malas noticias las que traigo.
-¡Habla ya!… por el dios sol, habla de una vez…
-dijo enérgica, mientras en su mirada había tristeza y incertidumbre.
-sseeñora…-respondió nervioso- el inca…. hhhaaaa… ¡muerto!
-¿Qqquuueeee?… ¿coommooooo?..-gritó la coya-
-Sssi señora… el inca ha sido asesinado, por hombres extraños… y son aquellos que lo tomaron prisionero.
Ellos dicen, que el imperio de los incas ha llegado a su fin, y que ellos serán los nuevos dueños; del
tahuantinsuyo-
Ucchuya se cubrió el rostro con ambas manos. No quiso escuchar más. Luego de pedirle al chasqui que la deje
sola, entró a su aposento. A solas, ya no pudo contenerse más, y lloró amargamente. Ella esperaba todo… menos
la muerte del inca. La ilusión de volver a su lado… ¡había terminado!
Mas…sin embargo, acostumbrada a grandes retos y desafíos, luego de un gran rato de dudas, se levantó. La
responsabilidad, la gran responsabilidad estaba en sus manos. Ella sería quien tendría que hacer realidad, y sin
errores, la ley del gran Pachacutec… ¿acaso los apus, ya la habían elegido a ella? sólo sabía… que ya no tenía
tiempo, para tristezas.
Esa noche, no podía conciliar el sueño, meditaba y meditaba. Fue entonces, que buscando en un cofre, que
celosamente guardaba en un rincón, donde encontró la carta, que le había mandado el inca.
Muy temblorosa, e inquieta, tomó la carta entre sus manos, luego de estrujarla con cierta devoción…la abrió. Al
leerla quedó maravillada y temblorosa… el futuro del tahuantinsuyo estaba en sus manos.
¡No había tiempo que perder!
Al día siguiente, ordenó una reunión con su fiel servidor, y los seis concejeros. Allí acordarían, el procedimiento
que tenían que seguir, para dar cumplimiento, a la orden del inca… y hacer realidad la ley secreta de Pachacutec;
¡perennizar su raza!
Luego… volvió la mirada hacia fuera, y observó con seriedad y altivez, a su hijo Ayar Sinchi. Él sería el sucesor
de Atahualpa, en aquella clandestinidad. Procedió a llamarlo, y con gran emoción, le dijo…
-Hijo mío debes saber que tu padre -ocultó el rostro entre las manos antes de decir- … ¡ha muerto!…-
Luego de observar la conmoción, que la noticia había causado en su hijo, continuó hablando –fue su voluntad,
que el primogénito de mis hijos, lo suceda en el trono, y en este caso eres tú, hijo mío. Prepararé todo, para que
ocupes el lugar de tu padre, en el imperio-
Luego de sentir una mezcla, de tristeza, rabia y alegría…Ayar Sinchy, miró al horizonte, y aceptó con furor, la
voluntad de sus padres.
Al día siguiente,ya estaban los seis concejeros, el fiel servidor, la coya, y Ayar sinchy reunidos, mas un silencio
solemne, reinaba en el salón.
Los concejeros estaban muy extrañados, por la rapidez con que se efectuaba aquella reunión, mas al llegar
Ucchuya, la recibieron con una solemne bienvenida. Entonces fue, que el más anciano de los concejeros dijo…
-Aquí estamos señora… ¿en qué podemos servirte?
Antes de empezar a hablar, Ucchuya se sumió en un profundo silencio.
-Señores – dijo al salir de su mutismo – el imperio se encuentra en graves dificultades -después de una pausa
continuó hablando– el chasqui que envié por noticias al exterior, me ha traído el peor de los mensajes –hizo otra
pausa, antes de anunciar con gravedad–
-Nuestro señor…el inca… ¡hhha muerto!
Un enorme gesto de incertidumbre, cruzó por cada rostro, de los que allí estaban, aguijoneando sus corazones.
-¿Cómo dice la señora?…- preguntó consternado el fiel servidor- .
-Como lo escuchan, Atahualpa ha muerto asesinado por manos de extraños. Se dice que fueron los invasores, que
quieren aniquilar nuestra raza…
¡Ellos, lo mataron!…pues quieren llevarse nuestras riquezas, nuestro patrimonio… para luego imponer, su ley de
abusos y flagelos, en el tahuantinsuyo-
-Pero señora… ¿y cómo sabremos, qué todo lo que dice el chasqui es cierto? –interrumpió incrédulo el fiel
servidor–
-Hay una prueba que es contundente, y a la vez inconfundible –recalcó la coya-
El chasqui antes de volver, fue a recoger la mascapaycha, que Atahualpa le había arrebatado a su hermano
Huascar,, y que la había dejado encargada a uno de sus servidores. A éste, el inca le había ordenado, que no
entregue a nadie la mascapaycha… hasta que él salga de su prisión… o que esté seguro que él haya muerto.
Entonces, si el chasqui nos trajo la mascapaycha, es porque el inca ¡ha muerto! Pues aunque es cierto, que
Atahualpa nunca lució la mascapaycha en su cabeza, si me dejó orden, para que su sucesor lo haga-
Entonces en forma abrupta, el fiel servidor se puso de pie, y al recordar las ordenes que personalmente el inca le
dejara, muy resuelto le dijo a la coya.
-Señora… yo creo que debe usted leer, la carta que le entregué de parte de mi señor, ahora que ya sabemos que el
imperio se encuentra, en graves dificultades, pues debe usted tomar, de aquí en adelante, medidas
transcendentales en nuestra comunidad.
Tendrá que adoptar con urgencia, las medidas de hecho… para cumplir así, con la voluntad del inca–
Poniéndose inmediatamente de pie, adelantándose unos pasos, resueltamente la coya aseveró…
-Señores… en la carta que recibí de parte de mi señor… allí me ordena que sea yo misma, quien corone con la
mascapaycha y el sunturpauccar, que son los más altos símbolos de poder en el imperio, a mi hijo el primogénito,
y lo declare su sucesor.
-Éste será el nuevo inca del imperio del sol. Cierto que ahora está en gran zozobra, pero él, tendrá que sacarlo
adelante. Pero también… después de su arribo al poder, el nuevo inca, nos tiene que dar a conocer a todos, la ley
secreta de Pachacutec. Que la cumpla, y la haga cumplir con su sucesor, y así sucesivamente, hasta que el gran
renacimiento del imperio… llegue. Ahora bien… parte de esta ley, consiste en guardar en secreto, este
campamento, hasta el momento; en que recuperemos el imperio.
-Entonces… que el nuevo inca y sus sucesores, si acaso los hay… gobiernen aquí, dentro de este campamento,
como lo hubieran hecho en el gran tahuantinsuyo–
-Entonces señora…-preguntó el fiel servidor– tu hijo Ayar Sinchy… ¿será el nuevo inca?…
-¡Así será! -respondió la coya-
-Entonces que Ayar Sinchy asuma rápidamente el poder –aprobaron los concejeros
-Muy bien… muy bien –puntualizaron los demás–
-Entonces señores… la coronación se llevará a cabo dentro de dos días -terminó aseverando la coya-.
-¡Así se hará! … por el bien del imperio –acordaron todos-
En las horas siguientes, Ucchuya ordenó que se construyera un hermoso tambo, y en su interior un gran aposento,
con matices en oro y plata, y grandes adornos en honor al sol. Este sería el lugar, desde donde el nuevo inca,
dirigiría altivo al alicaído imperio.
También ordenó, la construcción de un altillo, y de un mirador, rodeado de muchos asientos. Todo esto tenía que
estar listo en dos días, pues allí se llevaría a cabo, la ascensión al poder de Ayar Sinchy.
Aquella tarde, después de transcurridos los dos días… todos los habitantes del campamento, se encontraban
reunidos en el gran atrio. Lucían sus mejores vestiduras, pues la ocasión lo ameritaba. Para muchos de ellos, esta
sería la primera vez, que verían la coronación de un inca.
Ya eran las tres p.m. de aquella tarde, cuando Ucchuya, Ayar Sinchy, el fiel servidor, y una pequeña corte real,
hicieron su aparición hacia el enorme atrio, acondicionado para esa ocasión especial. Ellos avanzaron con paso
marcial y decidido, hacia el palco real. Una especie de lujoso altillo casi dorado.
Todos los presentes a la ceremonia se encontraban de pie, con la mirada fija en el suelo como señal, de una
reverenciada bienvenida…
En el palco, se habían acomodado ocho sillones grandes, y uno muy especial, como un improvisado trono.
Además en la parte trasera, había muchos asientos, y en el reclinatorio de aquel sillón especial, había dibujos en
honor al sol, la luna, la lluvia y a la pachamama (la tierra)
Una vez que todos estuvieron en el palco (o altillo) se acomodaron pausadamente, en sus respectivos lugares,
Ucchuya seguía cerca del sillón especial, que todavía no era ocupado, pues Ayar Sinchy, aún permanecía de pie.
Fue después de un solemne silencio, que Ucchuya pidió la atención de los presentes.
-Señores… habitantes de campamento… y miembros del Tahuantinsuyo. Es para mi un privilegio, vivir este
momento tan especial. Quiero decirles, que el imperio atraviesa muy difíciles momentos –dio un hondo suspiro
Antes de decir- nuestro señor… el inca… ¡ha muerto!! .
Observando el estupor en los allí presentes, calló solemnemente… después de un breve silencio… continuó
diciendo.
-Mi responsabilidad, es hacer cumplir sus deseos, y su recia voluntad. Y su voluntad, fue que yo corone aquí en
este campamento a su sucesor, como el nuevo inca.
Quiero decirles, que nos ha tocado vivir momentos difíciles y de recesión. Ahora nos toca demostrar, que somos
capaces de salir adelante, venciendo a la adversidad.
-También quiero decirles, que viviremos aquí escondidos, por tiempo indefinido. Este día, con la coronación del
nuevo inca, estaremos echando las bases, para un nuevo tiempo… y para un nuevo mando en el imperio.
-Ahora bien… quiero hoy decirles, que el nuevo gobernante que regirá los destinos del imperio, de aquí en
adelante… será mi hijo Áyar Sinchy… que es también hijo de Atahualpa.
Él, por orden de su padre, será el nuevo inca. Ahora… los seis ancianos conformarán el venerable concejo de los
orejones… y mi fiel servidor, quien ha demostrado su lealtad en todo momento, será quien asesore al inca en
todo momento. Él será, quien elija a las autoridades de menor rango, para qué estén al servicio del imperio –
acotó con autoridad–
Todos los que en ese momento ocupaban el altillo, dieron unos pasos adelante, luego hicieron un gesto de
reverencia… que fue imitado por los demás que allí se encontraban reunidos.
Fue entonces qué Uccuya… pidió a los concejeros, al servidor, y a la pequeña corte real, que se acercaran, pues
la coronación… la ascensión al mando, para Ayar Sinchy… iba a comenzar.
Con un palmo de manos, Ucchuya hizo un gesto sonoro… y al momento diez hermosas ñustas, o vírgenes del
sol, aparecieron en escena. En una bandeja de oro, llevaban para entregar a la coya, los máximos símbolos del
poder y la realeza del imperio. La mascapaycha, y el bastón de mando; o sunturpauccar.
Ucchuya tomó la bandeja entre sus manos, y llegó cerca de su hijo.Ayar Sinchy, que rodeado de los concejeros, y
del servidor… se alistó para ese momento tan especial.
La bandeja de oro, fue puesta en lo alto por la coya, quien con los brazos arriba, dirigió una imponente mirada al
sol, que en esos precisos momentos, lucia radiante, entre el azul cielo andino. Murmuró unas palabras dirigidas al
apu, y bajó los brazos. Luego dirigió la mirada firme hacia Ayar Sinchy, quien ya se encontraba listo, para
asumir el poder.
Fue entonces, que tomando la mascapaycha, se paró frente a su hijo… y antes de coronarlo, le dijo lo siguiente…
-Ayar Sinchy… hijo de Atahualpa… desde ahora, tú serás… el nuevo inca, y gobernarás el imperio por voluntad
de tu padre.
-La dignidad que te otorga el ser hijo del sol, será respetada y venerada, por todos a los aquí que vas a gobernar.
También cabe resaltar que tu mandato será vitalicio… pues gobernaras hasta el día de tu muerte-
Al terminar de decir esto, la coya alargó las manos hacia la bandeja de oro, para coger la mascapaycha Entonces
alzándola, y mirando nuevamente al sol, hizo ante este, un gesto reverencial.
Luego de pedirle el pase correspondiente a su apu… colocó con honda devoción, la mascapaycha en la cabeza de
Ayar Sinchy
Una vez, ya coronado como el nuevo inca… Ayar Sinchy se puso de pie, para escuchar las palabras de su madre.
-Ayar Sincchy… a partir de este momento… ¡eres el nuevo inca del imperio del sol!…gobierna y se justo, Pues
aunque el imperio, hoy pase, por momentos difíciles… creemos que tú, sabrás sacarlo adelante, restituyéndole la
grandeza de la que siempre gozó. Aseveró, mientras le hacia entrega del bastón real, que al llegar a las manos del
nuevo inca… se convertía en el cetro de mando, o sunturpauccar.
Cinco hermosas vírgenes del sol, se acercaron en ese momento. Traían en bandeja de oro y plata, el manto real,
el cual fue recibido por los 6 ancianos, los mismos que llegaron hasta el flamante inca.
Luego con mucha reverencia y respeto… colocaron el manto real, en los hombros de su señor
Una vez que Ayar Sinchy, había tomado poder y mando, como el nuevo soberano del imperio… se dirigió a su
pueblo, que se encontraba maravillado, al contemplar tan magno evento. Y lo hizo, no sin antes hacer una
prolongada reverencia al sol… el flamante inca dijo:
-Yo Ayar Sinchy hijo del sol… asumo el poder, por voluntad de Atahualpa, en los momentos más difíciles de su
historia.
-Desde hoy soy el nuevo gobernante, más como todos sabemos mi reinado lo haré desde la clandestinidad.
Pero… quiero decirles que contamos con un plan de sobre vivencia y recuperación del tahuantinsuyo… y como
cuento con la ayuda de los apus (dioses incas) junto a ellos veré con más esplendor, las soluciones, y el bienestar
de mi pueblo. Conmigo comienza una época diferente, y la más difícil que le ha tocado vivir al imperio.
Esta será una época de dificultades, y difíciles pruebas, mas yo creo que junto a ustedes, mis valientes guerreros
del tahuantinsuyo… saldremos adelante-
Fue entonces, que tomando el cetro de mando, o sunturpauccar, en su robusta mano derecha, lo alzó. Luego
levantando la voz; casi gritando, con gallardía dijo…
-Yo Ayar Sinchy… inca del tahuantinsuyo… juro por los apus, y por mis antepasados, gobernar con la mayor
equidad y justicia. Lucharé hasta el final por el bienestar de mi pueblo, y el progreso del imperio.

Entonces dirigiéndose a los ahí presentes exclamó:


-¡Vivan los apus y el dios sol!, ¡viva!…-respondieron todos–
-¡viva el imperio de los incas!… ¡viva!…-exclamaron-¡Viva el tahuantinsuyo!… ¡ viva1…- gritaron todos .
Sonoros aplausos se escucharon por doquier, salidos de la algarabía popular.
Estos duraron cerca de media hora. Ayar –sinchy avanzó entonces, hacia su trono especial, para luego sentarse en
el, con pose augusta .Todos querían saludar al soberano… ¡felicitarlo!…
Los primeros en llegar hasta él, fueron su madre los seis ancianos, y el servidor.
El flamante inca, con humildad y simpatía, recibió las congratulaciones. En el fondo sabía la desigual lucha que
tenía que emprender.
Unos momentos más tarde, ucchuya hizo otro llamado. Cinco bellas doncellas, o vírgenes del sol, llegaron hasta
el altillo. Llevaban esta vez, un trago exótico muy especial, propio para el brindis, que exigía la ocasión.
Ucchuya tomó el recipiente, y comenzó a servir a todos los que estaban en el altillo. Cuando el flamante inca
tomó su vaso, para brindar por su llegada al poder…se dirigió a Ucchuya y le dijo:
-Has que repartan de la misma bebida a todos los que están presentes, pues también quiero brindar con mi
pueblo, pero antes que las ñustas bailen nuestras danzas.
A la orden de Ucchuya quince hermosas vírgenes del sol, ejecutaron una fogosísima, sensual y muy sincronizada
danza, causando así, la admiración, y pasión, de los presentes.
Aquel exótico y sensual baile, llenó de belleza, de colorida identidad, y de profunda sensación, a los apasionados
rincones del salón.
Luego de aquel hermoso espectáculo, se repartió la bebida. Una vez que todos tenían sus vasos en las manos,
Ayar Sinchy se levantó de su trono, alzando la voz y su vaso, les dijo…
-He querido brindar con ustedes que son mi pueblo, por mí, y por la sobre vivencia del Tahuantinsuyo.
Brindemos con esta bebida, que antes era sólo para los nobles. Con esto quiero que entiendan, que mi gobierno
será de lucha, de una ardua lucha… pero también de igualdad.
-¡No haremos más festejos!… pues de aquí en adelante trabajaremos duro por el imperio. Todos haremos este
único brindis, y luego nos retiraremos hacia nuestras casas… pues a partir de mañana, comenzaremos la ardua
tarea.
-entonces… ¡salud!… ¡salud pueblo mío, por el imperio y su resurgimiento!
-¡salud!…-salud dijeron todos–
Todos tomaron con gran algarabía de la bebida. Al terminar el brindis, después de dos horas, Ayar Sinchy
agradeció la asistencia de todos, y ordenó que se retiraran a descansar a sus hogares.
Cuando todos se retiraron, quedó con los seis ancianos, su madre, y el fiel servidor.
-A ustedes –les dijo– les quiero agradecer, todo lo que han hecho, especialmente a ti querida madre. Juntos
tenemos la gran, y difícil tarea, de reconstruir el Tahuantinsuyo–
-Nosotros estaremos siempre contigo señor -habló el servidor– su madre y yo, estaremos junto a usted, para
servirlo en lo que sea necesario.-
-yo sé que así será –respondió el inca– mañana mismo ordenaré nuevas medidas, pues les aseguro que cuando yo
muera, mi sucesor encontrará un camino ya trazado y definido. Un camino sólido donde pueda emprender con
más equidad, la lucha, por reimplantar el surgimiento del imperio -aseveró- Luego de una pausa volvió a decir…
-vayamos a descansar entonces, pues a partir de mañana, y en forma indefinida, la gran brega, habrá comenzado
–terminó acotando, mientras se alistaba a retirarse-.
Así… Ayar Sinchy tuvo un largo reinado, y a pesar de ser un gobierno de transición, logró sacar adelante a su
pueblo, pues hasta la hora de su muerte, dejó a su sucesor, un camino claro a seguir., y por su puesto, la gran
responsabilidad, de cumplir, con la ley del gran Pachacutec.
Construyó más aldeas, para cubrir, el aumento de la población, enseñando al pueblo, labores de súper vivencia.
En fin, guió a su pueblo hacía una gran estabilidad emocional, con la esperanzada consigna, de que algún día,
recuperarían lo que les pertenecía.
Ayar Sinchy murió a los 53 años en la más completa calma, y admiración de su pueblo.
Con sus doce coyas, tuvo veinte hijos de los cuales a Yahuar Cachy, lo reconoció, como su legítimo sucesor.
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Después de la muerte de Ayar-Sinchy…Yaguar-Cachy tomó posesión del trono. A él, su padre le dejó como lo
más primordial la ley de Pachacutec, que tenía que cumplirla, y hacerla cumplir a su sucesor.
Después de Yahuar Cachy el clandestino imperio ha tenido otros gobernantes más. Quiere decir… que contando
desde el primer inca clandestino, que fue Ayar Sinchy… el imperio inca, ya en zozobra, hasta nuestros días; ha
sido gobernado por los siguientes líderes:
1- ) Ayar Sinchy que nace en 1517. Su madre Ucchuya, después de esperar en el clandestinaje, durante dos años,
noticias del inca Atahualpa, al enterarse de su muerte, lo corona como el primer inca del imperio en zozobra, en
el año 1535 cuando éste tenía 18 años. Muere en 1570 a los 53 años (su padre Atahualpa nace en el año 1500 y
muere en 1533).
2- ) Yahuar Cachy nace en 1540. Fue inca a los 30 años en 1570 – vivió 80 años… muere en 1620.
3- ) Capac- Ucchu… nace en 1590. Inca en 1620 a los 30 años… vivió 60 años murió en 1650.
4- ) Mayta- Roccap… nace en 1620. Fue inca en 1650 a los 30 años… vivió 80 muere en 1,700.
5- ) Yupanqui- Capchay… nace en 1,680. Fue inca en 1,700 a los 20 años… vivió 70 años, muere en 1,750.
6- ) Tupacc- Ayar… nace en 1,715. Fue inca en 1,750 a los 35 años, vivió 86 años… muere en 1,801.
7- ) Guapas- Rashmy… nace en 1,740. Fue inca en 1,801 a los 61 años. Vivió 95 años muere en 1,835.
Huatanay… nace en 1,800.Fue inca en 1,835 a los 35 años. Vivió 97 años, muere en 1,897.
9- ) Pickychou… nace en 1,860.Fue inca en 1,897 a los 37 años. Vivió 85 años muere en 1,945.
10- ) Chillyhuaspash… nace en 1,910. Fue inca en 1,945 a los 35 años. Vivió 90 años muere en el 2,000.
11- )Ollancarchy… éste es el actual inca, del imperio en zozobra.
Llegó al poder en el año 2,000, a los 35 años, después de la muerte de su padre Chillihuaspash. Ollancarchy nace
en 1,965.
Es importante resaltar que en su mayoría, los gobernantes del imperio clandestino, no eran los hijos primogénitos
del inca, que en esos momentos estaba reinando.

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Ollancarchy… es el inca reinante. Está unido a diez coyas, y goza de varias concubinas. De estas relaciones
tiene 35 hijos, de los cuales ya ha designado como su sucesor, a Pacctallantay. Éste será su legítimo heredero, y
en la actualidad tiene 18 años de edad.
Sin embargo… desde el primer momento de su arribo al poder, como ninguno de sus antecesores… Ollancarchy
ya llevaba en su espíritu, el firme deseo de reconquistar, el Tahuantinsuyo… ¡recuperar el imperio de los incas!
Desde niño, llevaba dentro de él, las divinas ansias de justicia, y libertad, como si este sentimiento insigne,
hubiera nacido con él.
Imposible le parecía, que todos sus antepasados, y antecesores, hayan dejado pasar tanto tiempo, sin recuperar el
imperio. Ollancarchy quería acabar de una vez, con todos esos siglos de silencio, de clandestinaje y de omisión.
Parecía que todos esos siglos de olvido, y desesperanza estuvieran acumulados en su espíritu indómito, y cual
explosión a punto de estallar, le reclamaban, para su pueblo; justicia y libertad… sólo… ¡Libertad!..
Él sabía por medio de sus antepasados, de la grandeza de su raza. De ese enorme apogeo, que en antaño alcanzó
el imperio. Sabía también de su gran riqueza, y que ese gran territorio, que ahora estaba invadido, ¡Pertenecía al
Tahuantinsuyo!
Ya habían transcurrido cuatro años, desde que había llegado al poder, y Ollancarchy había aferrado más… y más
en su espíritu, la inquietante idea, de recuperar el imperio de los incas, tenía sed de libertad, y justicia.
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SEGUNDO EPISODIO…
¡Qllancarchy… justicia y Libertad!

Y fue aquella mañana, del 25 de enero del 2,004, que en el gran campamento Pachacutec, se vivía un
movimiento azaroso, e inusual.
Los hombres se movían inquietos, de aquí para allá, y ya habían limpiado de maleza, una enorme extensión de
terreno, en la parte llana, y lateral, del campamento. Este terreno sería usado como campo de entrenamiento
bélico… claro que ¡sí!… allí todos los hombres, se venían preparando… ¡para la guerra!
Para Ollancarchy, ellos serían los héroes que librarían la más insigne de las batallas… y también la guerra
final… a la cual había llamado… por siempre, y para siempre… El reto del Tahuantinsuyo
Este gran combate final, según el inca, sellaría el triunfo de sus guerreros. Porque después de un gran asalto final,
a la capital del imperio… luego de derrotar a los invasores, el tahuantinsuyo sería recuperado por la gran raza
inca… para siempre.
Aquel día señalado cerca de las diez de la mañana, Ollancarchy llegó imponentemente vestido, con la
mascapaycha en su cabeza, y el sunturpauccar en la mano, al campo de entrenamiento. Al verlo llegar, todos al
unísono callaron, haciendo un alto a los entrenamientos, para dar paso a las reverencias, en señal de sumisión al
hijo del sol. Uno de ellos… aquel que dirigía los entrenamientos militares, del ya formado ejercito, se acercó a
Ollancarchy, luego de presentarle sus profundos respetos, le dijo.

-¡Gran señor nos honras con tu presencia! nosotros aquí sólo cumplimos tus ordenes seguimos con rigor y
disciplina los entrenamientos, para luchar por lo que nos pertenece… nuestras vidas, y nuestros destinos, los
ponemos en tus manos-
-Muy bien…carajo…muy bien, eso me complace carajo…
–dijo muy serio en quechua- veo que cada día lo hacen mejor, y que ahora dominan con mucha exactitud,
nuestras armas de Guerra. Es cierto que durante mucho tiempo no las hemos usado, pero ahora, esto cambiará. -
exclamó con furor mientras con la mirada recorría, el campo de entrenamiento –
Luego cogió con mas fuerza, el cetro de mando, o sunturpauccar, mientras marcial caminaba, seguido por su
corte real, hacía un rincón del fondo, que estaba vacío, llamó al segundo jefe de su ejército; para seguir
acordando las estrategias a seguir… para recuperar el Tahuantinsuyo.
-Anoche mientras descansaba –le dijo– he tenido la siguiente idea… Es preciso para nosotros, escoger de nuestro
ejército, al hombre mejor preparado, al más rápido, al más sagaz, al más inteligente al más perspicaz. Este
hombre tendrá la sagrada misión de traernos información de afuera.
-Es sabido por todos nosotros, que después de la muerte de Atahualpa, no hemos sabido nada sobre el mundo
exterior. No sabemos nada de lo que esta pasando allá afuera…si acaso hay igualdad, libertad o esclavitud.
-¡Ya basta de silencio y omisión! –aseveró exaltado, para luego añadir– claro que este silencio fue parte de la ley
del gran Pachacutec,
Pero la hora de nuestra grandeza, va llegando ¡no voy a esperar más!
Ollancarchy hizo una pausa, mientras los ojos del segundo comandante, lo miraban entre asustados y
maravillados.
-Escuche bien… éste hombre va a ser escogido por usted, y sólo saldrá del campamento, cuando ya este bien
preparado para su misión. Éste hombre debe ser preparado como un chasqui-espía, y cuando yo lo ordene, saldrá
del campamento, por el túnel secreto.
-Él debe saber, que esta misión es un gran secreto, y que nadie de afuera debe verlo.
-Al salir deberá traernos información, sobre la vida de afuera-
Fue en ese instante que Ollancarchy, dirigió la mirada al centro del campo. El inca mientras estaba hablando,
había fijado su atención, en un joven de atlética presencia, que efectuaba allí, movimientos rápidos, dando
señales de gran rapidez, fuerza y destreza.
-¿Quién es aquel joven? – preguntó-
-Es Camhuiccho señor… es uno de los mejores guerreros de vuestro ejército-.
-MMmhhh… me parece que ése, es el hombre que estamos buscando. Encárgate personalmente de terminar de
adiestrarlo. Que sea rápido, pues quiero pronto, mucha información de afuera-
-Estará listo en tres días señor… luego lo enviaré a su presencia, para que usted le de las ordenes que crea
convenientes-

-Muy bien… ahora me retiro…pues tengo otras cosas urgentes que atender. Dentro de tres días, estaré esperando
la llegada del chasqui espía –terminó ordenando-
Luego tomando otra vez el sunturpauccar en la mano, en compañía de su corte de honor… se retiró a sus
aposentos.
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Ya habían transcurrido los tres días ordenados, cuando el chasqui- espía, llegó donde el inca.
Después de hacerle una gran reverencia le dijo con suma devoción.
-Gran hijo del sol, estoy listo para cumplir tus sagrados deseos… tus ordenes…
-siéntate en aquel lugar -le ordenó- y escucha con atención…
-Te hemos preparado para que cumplas una misión secreta, de chasqui- espía.
¿Qué quiere decir esto? Pues que tendrás que usar la rapidez y sagacidad de los chasquis del imperio. Pero
también lo harás en forma secreta, sin ser visto por nadie ¡cómo un espía!
-Así de esa manera, averiguarás todo lo que sucede allá afuera y luego, me lo informarás en detalles…
¿entiendes?-
- Entiendo señor –respondió el otro-
-Muy bien… entonces saldrás ahora mismo fuera del campamento, para cumplir tu misión. Tendrás el privilegio,
de ser el primer hombre que lo haga, después de muchos siglos de clandestinaje. Quizá la historia te tenía
reservado este momento, y por esto serás recordado siempre. –le dijo, mientras lo miraba fijamente-
-Saldrás por el túnel secreto, pues ya he ordenado a los vigilantes que te dejen salir.
Cuando llegues a la salida… ¡escucha bien!…la encontraras tapada, pero hay un tronco movedizo, al cual lo
jalaras con fuerza hacia abajo, para que abra la entrada, y así podrás salir. Nunca olvides cerrar bien nuevamente,
a la hora de entrar o salir.
-Ahora… ¡escucha bien! la boca del túnel secreto, llega justamente, a la parte baja de un abismo, por donde pasa
un ruidoso río. Esto es todo lo que sé, del mundo exterior, y lo sé por datos secretos, a los que sólo yo tengo
acceso. Recuerda que nadie allá afuera debe verte, ni saber de la existencia del campamento… ¿ha entendido
bien? -preguntó con autoridad-
-Muy bien… he entendido perfectamente señor–
-Anda pues, y regresa lo más rápido posible, con la mayor información que puedas obtener. Entonces…
¡veetteeee!
El chasqui espía, tomó rápidamente un morral que había preparado para su viaje, lo puso en sus hombros, y se
apresuró a partir.
¡Así lo hizo!… no sin antes hacer una reverencia, al gobernante del imperio en zozobra.
Al llegar, donde empezaba la salida del túnel secreto, los vigilantes que cuidaba celosamente el lugar, al
identificarlo, lo dejaron pasar. Ya dentro del túnel comenzó a acortar con paso ligero, los tres kms, que eran el
largo del mismo.
Al llegar donde estaba la salida, movió el enorme tronco hacia abajo… y fue entonces que anonadado… ¡pudo
ver la salida!
Camhuiccho no sabía que hacer. No sabía donde, ni como empezar su trabajo. No sabía si bajar, o subir, si
correr, o sólo caminar, sobre el cerro que estaba delante de él.
Luego de un rato, logró calmarse… allí fue cuando vio, en lo alto, un camino de herradura, que se avizoraba a lo
lejos.
-Ese camino debe llegar a algún lado –se dijo- voy a seguirlo de lejos, para que nadie pueda verme.-
Después de escalar con dificultad, la superficie rocosa del abismo llegó a la cima. Caminó y caminó con sigilo,
unos 500 metros, por aquel sendero, de pronto… sintió un extraño ruido. Inmediatamente, se escondió para no
ser visto.
Así agazapado, muy oculto entre los arbustos, pudo ver que un grupo de personas, bajaban por aquel camino. Los
quedó mirando con mucha extrañeza y admiración, pero lo que más llamó su atención, fue la forma extraña para
él, como vestían esas personas. Pero lo que más le causó admiración… fueron los animales que llevaba el grupo.
Eran tres burros, y dos caballos, en los cuales llevaban su carga. Nunca… ningún habitante del campamento,
habían visto animales como esos lo cual le parecía… extraordinario.
Al perderse de vista los andantes, y ya un poco restablecido de la impresión, salió de su escondite.
-¿Qué serán aquellos animales extraños? -se preguntaba- ¿de dónde los habrán sacado? ¿Serán peligrosos?
Así, estuvo meditando un buen rato. Luego se dio cuenta, que tenía que continuar su viaje, y empezó a subir, y
subir, nuevamente el empinado cerro.
Así, muy asombrado seguía avanzando, siguiendo siempre de lejos, el camino de herradura. Ya habría subido
unos 7,000 metros, cuando llegó al pie de un charán (árbol autóctono del lugar) y el espía se sentó a sosegar un
poco.
Aún seguía pensando en las personas, que antes había visto pasar. Luego de un rato decidió avanzar. Había
avanzado con mucha cautela, cuando llegó, a lo que parecía la cima de aquel lugar. Camhuiccho se esmeró en
mirar al detalle el lugar.
Subió más y más… cuando de pronto, vio algo que capto su atención. A lo lejos habían un conjunto de viviendas,
que le recordaban en algo, el lugar donde había nacido. No lo sabía… pero lo que había visto… era la hacienda
Cascaden. El caminante quedó prendado, al observar lejos, el corte diferente, como estaban construidas las
viviendas.
-Esos deben ser los tambos de los invasores, de los cuales quiere información mi señor –se dijo-
Entonces decidió esperar… sólo esperar, para ver que descubría. Se encontraba escondido con la mirada fija,
cuando de pronto, sintió un ruido igual al anterior. Era otro grupo que bajaba por el camino de herradura. Por
eso, dando un gran salto, se escondió nuevamente.
Se encontraba camuflado en ese lugar, cuando los que venían bajando, decidieron descansar justo a unos metros,
de donde él estaba. Al darse cuenta de la intención del grupo… se quedó atento y tan quieto, como mimetizado
con el paisaje andino.
-Descansemos un poco –dijo el que parecía ser el jefe del grupo- y denle de beber agua a los caballos y a los
burros, esta acequia tiene bastante y muy fresca… beban ustedes también–
-Muy bien patrón –balbucearon los demás
-Uuufffhhh que calor hace hoy -dijo otro mientras se secaba el rostro empapado de sudor-
El chasqui-espía seguía quieto en su escondite, bastante atento, escuchando la conversación del grupo.
-El patrón, don Burga, nos ha ordenado, que hoy mismo lleguemos a Catache;, para entregar esta mercancía –dijo
el que parecía el jefe del grupo- así es que después de este descanso… ya no habrá otro-
-¿Porqué hay tanto apuro señor? –preguntó otro-
-Es que esta mercancía viene desde Marampampa, y de Marampampilla, y ya tiene muchos días de
almacenamiento, por lo tanto nos urge, que llegué rápido a Catache, pues allí es su destino-
-Muy bien –dijo otro del grupo, mientras acariciaba la espesa barba, que le cubría el rostro-
-Después de entregar la mercadería en Catáche, regresaremos mañana, pues ahora es demasiado tarde, por la
distancia que hay. Eso si… mañana tenemos que regresar a Cascaden, pues es la orden del patrón don Burga –les
dijo, mientras todos se alistaban a partir de nuevo-
-Arreen los burros y los caballos, qué ya tomaron suficiente agua, y vaaaamoonnooooss –exclamó el jefe del
grupo-
Orden que todos obedecieron, y en larga fila, la minga, empezó su viaje de nuevo.
Cascaden, Marampampa, Marampampilla, Catache
Don Burga… esas eran las palabras extrañas, que desde su escondite, el chasqui–espía, escuchó, y que retenía en
su lúcida memoria.
-Ya tengo información para llevarle a mi señor –se dijo- será mejor que regrese al campamento, pues alguien
puede verme.
-Para mi otra salida, como ya conozco algo, de este mundo exterior, podré hacer mejor mi trabajo.-
Fue entonces, que decidió regresar al campamento. Así lo hizo… al llegar a la boca del túnel secreto, miró hacia
todos los lados. Luego de percatarse de no ser visto por nadie, movió el enorme tronco hacia abajo… volviendo a
entrar al túnel. Ya dentro… volvió a tapar la entrada secreta, y con paso raudo, avanzó hacía el campamento.
El inca se encontraba en esos momentos en su trono, acompañado de Pacctallantay. Chacchaba, y meditaba, con
una gran bola de coca, en su boca.
Fue en ese instante, que presuroso, y algo agitado, el chasqui-espía llegó, ante el soberano.
-Señor… gran hijo del sol –dijo mientras se inclinaba -
-¡Párate!..-.Ordenó muy inquieto- ¿no te das cuenta que me urge tu información? Por lo tanto, ya déjate de
formalidades, y ¡habla de una vez!
-disculpe usted mi señor… es que…he traído muchas noticias inesperadas para contarle… he visto cosas que no
conocemos y…
- ¡Habla rápido carajo!… -aseveró en quechua-
-Señor –volvió a decir- cuando salí del campamento, comencé mi viaje por la parte trasera del túnel. Luego subí
por una empinada cuesta, que llega a un camino, que va a una especie de campamento.
Por ese camino… mi señor, transita mucha gente. Pero lo más sorprendente -dijo mientras agitaba la mirada- es
que ellos van acompañados, por unos animales muy grandes, que tienen cuatro patas, una larga cola, y son muy
dóciles. A estos animales los utilizan, a unos para llevar la carga, y a otros, para que la gente viaje subidos en
ellos-
Ollancarchy se levantó rápido de su trono, y muy intrigado preguntó…
-¿Donde habrán encontrado esos animales?…
-No lo sé señor… pero son sorprendentes, y les son de mucha utilidad…-
-Sigue… sigue… ¿qué más?…
-Además señor… ellos llevan puesta, una vestimenta diferente a la nuestra pues usan ropa que cubre casi todo su
cuerpo, y en la cabeza no llevan la cinta con plumas, como nosotros, sino otras cosas que llaman sombreros-
-Muy bien continúa-
-Al seguir caminando… siguiendo el camino que le dije, llegué a la mitad de la cima, allí vi un gran
campamento. Yo…señor… me quedé impresionado por la hermosa forma, de su construcción.
Después… escuché que unos hombres bajaban por el camino, luego me escondí entre unos arbustos… y desde
allí pude escuchar, lo que conversaron.
-Ellos decían que ese gran campamento, en verdad es una hacienda, a la que llaman Cascáden. Pero que más
arriba, hay dos campamentos o haciendas más. A uno lo llaman Marampampa, y al otro Marampampilla. Pero
también en la parte baja, y debe ser, por donde pasa el río, que riega nuestro campamento,
De allí a una gran distancia, a la derecha, hay otro gran campamento al que llaman, Catache…
-¿Catache? –Preguntó el heredero Pacctallantay, que se encontraba cerca de su padre escuchando la azarosa
conversación-
-Si Catache pero también escuché… que la hacienda Cascaden, es de propiedad de un tal… don burga. Que esta
hacienda es muy rica en animales, agricultura… y también tiene oro y plata.
-Yo imagino señor, que en esta hacienda; debe habitar mucha gente.-terminó diciendo el orador.-
Ollancarchy entonces, se puso de pie. Frotándose las manos, comenzó a caminar pensativo por el gran salón…
¡estaba entusiasmado y confundido!
El chasqui-espía y Pacctallantay, siguieron con la mirada la caminata del inca, esperando que se produzca en
cualquier momento, la ruda replica de éste. Luego de quince minutos de gran caminata y meditación,
Ollancarchy volvió a sentase, en su trono y muy seguro aseveró… en quechua.
-¡Sí!… he llegado a la conclusión que debes realizar un segundo viaje, pues me interesa saber más de esas
haciendas, y su gente –caminó un poco hacia el fondo y volvió a decir-
-Arreglaré todo para salgas nuevamente, y me traigas la información que me hace falta.
Quiero saber, ¿cuántos habitantes tiene cada hacienda? ¿Cómo es su entrada, y su salida? Pues… quizás…
libremos algunas batallas con ellos, para vencerlos, y someterlos al imperio. ¡Es hora de ir recuperando el
tahuantinsuyo!…

Tú, ya puedes retirarte, que yo te avisaré de tu otra salida. Mientras tanto… tendré que realizar una reunión
urgente, con el honorable concejo de los orejones, y con los altos mandos de mi ejército. -dijo iracundo, mientras
su hijo Pacctallantay, lo miraba con admiración y respeto-
______________________________
Aquella mañana de febrero… el honorable concejo de los orejones, estaba pletórico y distinguido, pues el inca
llegaría en cualquier momento, engalanando así, la magna reunión, que allí se realizaría.
Aquella pudo ser una ovación de respeto, o de júbilo… pero lo cierto es que todos se movieron zigzagueantes al
llegar, el soberano. Ollancarchy hizo su presencia, imponentemente vestido, en el salón real, ataviado de una
hermosa investidura.
En su cabeza lucía, la suntuosa mascapaycha. En ella se hacían notorios los llautos, que estaban formados por 4
cordones, los cuales representaban a los cuatro suyos; que era la gran extensión del Tahuantinsuyo, y en la parte
frontal, lucía hermosas plumas de cóndor andino… como alto símbolo de su dignidad real.
Sobre el pecho llevaba puesto un pectoral de oro, donde sobresalía un impresionante dibujo, en honor al sol.
En la mano derecha, llevaba el cetro de oro, o sunturpauccar, el cual le daba la alta atribución y distinción, como
máximo jefe del ejército inca, y dignísimo hijo, del dios sol.
Entonces fue, que muy sobrio avanzó por el pasillo que llevaba hasta la parte principal del gran salón,
acompañado siempre de su corte imperial, y además por la derecha, muy junto a él, el príncipe Pacctallantay
caminaba marcialmente.
Una vez que llegó al sobrio sillón, preparado especialmente para él tomó asiento. Luego mirando fijamente a los
ancianos, que conformaban el honorable concejo de los orejones, y a los cinco jefes de su ejército real les habló
en quechua.
-¡Señores! augustos concejeros, y también ustedes jefes de mi gran ejercito. He querido reunirme con ustedes
para juntos deliberar, las informaciones que me ha traído de afuera, el chasqui-espía.
-Escuchen bien, lo que voy a decirles… -puntualizó- estoy seguro que la hora de recuperar, al fin, el gran
Tahuantinsuyo… ¡Ha llegado!
-Es por eso… que también he querido la presencia de ustedes –miró a los cinco jefes de su ejercito- pues quiero,
que juntos preparemos las estrategias, que nos den la victoria, en las batallas que tenemos que librar, para
recuperar el imperio.
-Escuchen con atención… mi informante me ha contado, de cuatro grandes campamentos, a los que ellos llaman
haciendas. Estas haciendas están habitadas por gente, que han invadido nuestro Territorio. Y los llamo extraños,
no sólo por su forma de vestir, sino también por sus armas, y por los animales que llevan con ellos. Estoy casi
seguro, que son los descendientes de los mismos invasores que llegaron desde tiempos remotos… desde los
tiempos de Atahualpa, para conquistar y destruir el imperio del sol.
-Estas haciendas, son llamadas… por sus habitantes
Catache Marampámpa, Marampampilla, y la más cercana a nosotros la llaman Cascaden.
Estoy seguro que estas haciendas, pertenecen al imperio –aseveró irritado- es por eso… ¡qué debemos
recuperarlas!
-Ahora escuchen… la más cercana es Cascaden, que es la de mayor riqueza, y la mejor ubicada para nuestros
propósitos. Esta tiene una gran variedad de riqueza natural, y parece que cuenta con la mayor cantidad de
habitantes… ¡este será nuestro primer objetivo!
Uno de los jefes militares intrigado añadió…
-Señor, usted tiene razón… debemos actuar con mucha prudencia, pero… con amplia información-
-Claro –respondió Ollancarchy- por eso estamos aquí… para deliberar con mucha cautela nuestro plan de
conquista.
Uno de los ancianos con cierta reverencia dijo…
-Gran señor de los andes… siga usted hablando espléndida des, que nos complace escucharlo-
-Bien… como les dije… nuestro primer objetivo, será Cascaden. Pero también tenemos que conquistar los demás
campamentos.
-Escuchen bien, primero conquistaremos Cascaden, luego iremos a Marampampa, y por último a
Marampampilla. Una vez que estas haciendas sean sometidas al imperio, nuevamente repotenciaremos y
refortaleceremos nuestro ejército, para luego conquistar Catache.
-Estos serán nuestros primeros objetivos, porque la gran batalla… la batalla final… será la conquista del Cuzco,
que volverá a ser, porque así lo quiero, y así debe ser, la capital del imperio.
-Señor –dijo uno de los más ancianos- me parece que usted debe ordenar otro viaje del chasqui-espía hacia
afuera, para que de esa manera, le traiga información precisa, de estas haciendas… entonces su alteza, junto con
sus ejércitos, podrá llevar a cabo, un plan preciso de conquista.-
-Esa es precisamente una de las cosas que quería contarles. Que el chasqui-espía realizará otro viaje al exterior,
para traerme información precisa, y contundente.
-Pero también quiero dejar bien claro, aquí y ahora… que las batallas serán muy pronto, pues vamos a recuperar
el Tahuantinsuyo a través de las armas.
Conquistaremos Cascaden, luego Marampampa, luego Marampampilla y después iremos a Catache Para de allí,
y según la información que nos traiga el chasqui-espía, conquistaremos ese sitio, donde creo fue ejecutado
nuestro padre Atahualpa, al que creo lo llaman… Cajamarca.
-Una vez allí –exclamó- daremos el gran asalto final. Sitiaremos al Cuzco, y después de una divina, muy divina
batalla, lo recuperaremos. Escuchen, yo creo que recuperando al Cuzco, habremos recuperado para siempre
macchupicchu, y el Tahuantinsuyo…
-Señores…-volvió a decir- ¡la hora de nuestra grandeza!… ¡ha llegado!-
Todo el salón estaba tenso, después de la declaración de Ollancarchy. Entonces los cinco comandantes, se
pusieron de pie, y con paso marcial, caminaron hasta llegar donde estaba el inca. Luego de darle sus respetos, le
dieron su aprobación y apoyo… aseverándole que estaban listos para la brega.

Los ancianos, miembros del venerable concejo de los orejones, que se encontraban a cierta distancia, frente del
inca, se pusieron de pie, y en singular, y plausible momento… lo ovacionaron, expresando de esta manera su
conformidad…. con el hijo del sol. Una vez más… todo había quedado bien claro. Ollancarchy se levantó de su
sillón, y luego de despedirse de los presentes, salió del salón… acompañado siempre de su corte imperial.
Ya en sus reales aposentos, hasta donde llegó acompañado de su hijo Pacctallantay, lo llamó a su lado, y le
ordenó…
-Hijo… ve donde el chasqui-espía, y dile que mañana temprano lo quiero aquí, listo, para que haga otro viaje al
exterior. Ve hijo… ve rápido pues estoy impaciente-
-Muy bien padre, enseguida voy a cumplir tus ordenes –dijo Pacctallantay, al tiempo que salía presuroso, hacia la
aldea del chasqui-
Pacctallantay por voluntad de su padre, sería el legítimo heredero al trono, el día que él muriera. A sus dieciocho
años, él era un joven curioso, y demasiado inquieto.
Como todos… había nacido y se había criado en el campamento. Pero al escuchar a su padre, que afuera había un
mundo exterior… un mundo diferente, Totalmente diferente, al que hasta hoy conocía… el joven se llenó de
mucha inquietud, de curiosidad, y de ansias extrañas.
¿Cómo será todo allá afuera?… ¿Acaso aquellos lugares serán más hermosos que el campamento? se preguntaba
intrigado.
Es que el heredero era muy impulsivo, y tenia ansías de conocer más… mucho más de lo que hasta ahora, habían
visto sus ojos.
Era algo travieso, inquieto y juguetón, como un niño… pero eso si… muy firme para tomar sus decisiones. Y
él… ya había decidido conocer aquel mundo exterior, conocer a aquella gente. Sentía que ya los odiaba… por
haber invadido su territorio, y por haber destrozado el imperio de sus antepasados.
Por eso… cuando llegó donde se encontraba el chasqui-espía, después de darle el recado de su padre, le preguntó
muy convincente… como dando una orden.
-Dime… ¿Cómo es el mundo allá afuera… hay más espacio que acá?… tengo curiosidad por saberlo todo-
-Si Pacctallantay hay mas espacio, y he visto cosas que jamás imagine. Ahora que tengo que salir otra vez, trataré
de llegar hasta ese campamento, llamado Cascaden, para ver como es por dentro-
-¿Tú crees, qué después de la guerra, y según lo que has visto… podremos recuperar esos lugares, que según mi
padre nos pertenecen?-
-Yo creo que con una buena estrategia de batalla, realizando un gran ataque… ¡Sí se puede!… además todos los
jefes del ejercito y sus guerreros, están bien entrenados, y listos para ofrendar sus vidas. —
- ¡Qué bien caramba!… Ahora… escucha bien, lo que te voy a decir –dijo Pactallantay muy severo- tú sabes que
soy el próximo inca del imperio, y como tal, necesito saberlo todo, para gobernar bien cuando me toque hacerlo.
¡Mira! no quiero decirle nada a mi padre, porque quizá ponga alguna objeción. Pero… ¡escucha!… ¡quiero salir
contigo! En forma secreta.
-Mira… esto también te conviene, pues te prometo que cuando yo asuma el poder, te haré el primer jefe de mis
ejércitos… los cuales serán muchos-
El chasqui-espía dio unos pasos adelante, y luego otras vueltas. Sintió muchas angustias en el alma, pues…
podría estar obrando mal, porque él debía salir sólo. Pero por otro lado, sabía que estaría llevando, al próximo
gobernador del zozobrante imperio, y esto para él, era importantísimo, como la mismísima orden de Ollancarchy.
-Mmhhh… bueno… está bien te llevaré. Pero como sabemos, nadie debe saber esto. Lo hago por nuestra
amistad, y porque yo en tu lugar, también querría hacer este viaje. Sólo tenemos que pensar como burlar la
vigilancia extrema, de los guardianes del túnel secreto.-
-Mira… ya había pensado en eso –respondió el heredero- mañana al momento que vas a salir, les dices que
vayan un momento a mi aldea, pues necesito su ayuda, con urgencia, en las cosas de mi padre.
-Cuando vayan a buscarme, yo ya estaré cerca del túnel secreto, y entraré para salir contigo. En mi aldea dejaré
diciendo, que les digan que he salido. Al no encontrarme darán por finalizado el asunto, y volverán a sus
puestos… ¿entiendes?…-
-¡Si1… entonces quedamos así. Bueno… nos vemos mañana-
A la mañana siguiente, después de ir donde estaba el inca, y recibir las ordenes correspondientes, el chasqui-
espía llegó hasta el túnel secreto.
Después de decirles a los celosos guardianes, lo acordado con Pacctallantay, entró en el túnel.
Los tres guardianes salieron rápido a prestar la ayuda solicitada, lo que aprovechó el heredero, para entrar en el
túnel. Allí se encontraron los dos, para luego con paso ligero… alcanzar la salida. Al llegar a la salida, el
chasqui-espía movió el tronco hacia abajo, entonces vieron la luz, de aquel mundo exterior. Al salir, pusieron el
tronco en su lugar, sellando bien el túnel.
Pacctallantay seguía con mucha precaución a su guía, muy atento trataba de imitar sus movimientos. ¡Estaba
deslumbrado!… era la primera vez, que respiraba aire, fuera del campamento.
Era cierto… todo era más amplio, todo parecía más bello, y esplendido.
Después de escalar la rocosa rivera, comenzaron su caminata, siguiendo a lo lejos, el camino de herradura, el
cual ya era conocido por el chasqui-espía. Ya habían subido a casi la mitad del cerro, cuando se detuvieron bajo
la sombra de un charan. Pacctallantay quería admirar hondamente, el bello paisaje andino.
Estaban en aquel embelezo… cuando de pronto sus finos oídos, escucharon el lejano rumor de un ruido. Algo se
acercaba… ¿Qué será? Se preguntaron, mientras los dos buscaron un buen lugar, donde camuflarse.
El ruido se hacía cada vez más cercano, por eso se quedaron quietos, y así pudieron ver, de que se trataba.
Era una hermosa joven, que subía la alta cuesta, montada sobre un caballo, que a su vez jalaba a otros, que traían
una pesada carga. Venía por el camino, tratando de llegar a algún destino. Al llegar un poco más allá de estaban
escondidos, las acémilas se detuvieron, pues querían beber agua, en la acequia que corría aguas abajo.
Al detenerse, la hermosa joven bajó de su caballo, y su larga y blonda cabellera, se movió al compás de sus
movimientos. El viento andino parecía besar su cabellera, y su lozana tez, tenía una expresión de cansancio; y
esplendor a la vez.
Ella cual ninfa, se acercó a la acequia. Después de beber la fresca agua, comenzó a lavar su rostro, y a humedecer
sus largos cabellos. Llevaba puesta una blusa algo descotada, que dejaba ver la hermosura de sus hombros, y una
falda de pliegues, que dejaba notar la redondez de sus caderas. Sus tersos pies, calzaban sandalias de cuero,
sujetadas por llamativos broches.
Pacctallantay… no sabía ahora, de lo que realmente estaba deslumbrado. Si de la plenitud del paisaje andino, que
nunca antes había sentido en su inmensidad… quizá de lo extraño que le resultaban esos animales que ayudaban
a la joven, los cuales nunca había visto…o… de aquella impactante belleza femenina, que había estremecido su
hasta hoy… impenetrable corazón.
El heredero del zozobrante imperio, no quería, o no podía despegar la vista, de aquella perfecta figura femenina.
De haber podido, hubiese corrido a su lado para ayudarle a subir al caballo, y acompañarla en su viaje, mas…
tuvo que contener sus ansías, y quedarse quieto.

Después de dar de beber a las acémilas, la hermosa, acomodó sus cabellos, y subió a su caballo, con la delicadez
de una doncella.
La bestia parecía complacida con su exquisita carga, pues apenas la joven subió en su lomo, dio un relincho de
satisfacción, y algarabía, luego con paso cuidadoso… continuó el viaje.
Pacctallantay, aún anonadado, parecía mimetizado con el paisaje. No había duda, su corazón indómito y rebelde,
había sido conquistado… pero, y aquel rencor que había nacido en su corazón, hacía los invasores… tal vez…
¿había desaparecido?
Así estaba sumiso… cuando la voz de Cmhuyccho lo volvió a la realidad.
-Despierta amigo… ya se fue… ya podemos continuar el viaje-
Ya iban a reiniciar la caminata, cuando…de pronto, vieron que un pequeño bulto, que iba en el lomo de uno de
los caballos… se cayó, y al soltarse, fue rodando, hasta llegar a unos arbustos que estaban en la bajada. Ya Iban a
salir a recogerlo, cuando escucharon un ruido qué a pocos se acercaba. Era el resto del grupo, que acompañaba a
la joven en su llegada a Cascaden.
Los curiosos se escondieron nuevamente, hasta qué el grupo de hombres había desaparecido.
Salieron de su escondite, y luego de percatarse que estaban solos, decidieron buscar el pequeño bulto.
Luego de rescatarlo, tuvieron la curiosidad de saber lo que contenía. Lo que encontraron los sorprendió. Había un
coqueto espejo, con tinturas, y maquillaje femenino, en una cartera, encontraron pertenencias de la joven, y lo
más importante, sus documentos. En el resto del saco encontraron ropa masculina, como camisas, pantalones,
sandalias, ropa interior, sombreros y correas.
Los curiosos miraban, y miraban, maravillados y extrañados, todas estas cosas. Nunca habían visto un espejo,
una fotografía, ni tampoco ropas como esas. Después de palpar con mucha curiosidad aquellas pertenencias, las
guardaron, pues querían llevarlas con ellos.
Ya era tarde y llegaba la noche. Parecía que iba a caer una lluvia torrencial. Pacctallantay le sugirió al chasqui,
que lo mejor sería, que pasaran la noche fuera del campamento. Parecía que en el fondo, quería estar cerca de esa
hacienda. Así lo hicieron construyendo cada uno su improvisado lecho. Ya en la quietud de la noche, los viajeros
comenzaron a intercambiar ideas.
Fue entonces que como movido por un resorte, el chasqui-espía dio un gran salto…
-Ya se… ¡se me ha ocurrido una gran idea!… ¡claro!.. Ya se… haremos lo siguiente -dijo mientras el otro lo
miraba sorprendido- mira… para poder entrar a la hacienda, tenemos que vestirnos igual que ellos, con estas
ropas que hemos encontrado en el saco. Les diremos que venimos de Catache, trayendo un encargo para don
Burga, y otro para su hija.
Ahora… cuando nos pregunten cual es el encargo, pues les entregamos… las cosas que están en esta cartera;
porque estoy seguro que pertenecen a la señorita que las traía, que seguro es la hija del dueño de la hacienda-
Al oír esto… Pacctallantay se llenó de emoción. Sólo así, Tendría la oportunidad de estar cerca, y hablar con la
mujer, que en un instante, le había atrapado su indómito corazón.
-Me parece que nada mejor se nos hubiera ocurrido ¡claro!… eso haremos –dijo el heredero emocionado-
-Bueno pues, descansemos, que mañana tenemos bastante por hacer -terminó diciendo el chasqui-
La aurora anunció radiante la llegada del nuevo día, y los viajeros se levantaron presurosos de sus improvisados
lechos, dispuestos a realizar la idea concebida… la noche anterior. Sacando la ropa masculina que había en el
saco, escogieron cada uno, la que mejor le quedaba, y se vistieron como la gente de la hacienda.
Ya vestidos, se dieron cuenta que los hombres usaban cabello corto, así que para disimular esto, se recogieron el
pelo, y se pusieron los sombreros. Una vez listos, arreglaron el bolso que suponían, era de la joven, que habían
visto antes. Entonces muy decididos, avanzaron por el camino que llevaba directamente a la hacienda Cascaden.
Al llegar a la entrada, con ojos curiosos y disimulados, trataron de apreciar todo, lo que la vista les permitía ver.
El portón estaba custodiado, por seis hombres, armados con escopetas de gran alcance. Los recién llegados, con
curiosidad disimulada, miraron las armas, y por intuición supieron lo que eran.
-¿Qué cosa desean?… –preguntó fastidiado, uno de los guardianes con marcado celo-
-Buen día… -respondió el chasqui-espía, dominando su nerviosismo- traemos un encargo para el señor Burga, y
otro para su hija-
-¡Para el señor Burga?… ¿Y de dónde están viniendo ustedes?-
-somos de Catache-
-¿De Catache?…preguntó desconfiado el guardián-
-Sí… y traemos un presente para el señor Burga, de parte de mi patrón -respondió el chasqui-espía mientras
miraba que las armas de los guardianes, se movían peligrosamente-
-¡Mmmhhhgg!… refunfuño el guardián, mientras lo miraba con recelo-
-Está bien… pueden pasar…
-¡gracias!… puede decirnos, ¿cuál es la aldea del señor Burga…?
-El señor Burga se encuentra en la casa de color blanco, la que esta al fondo, la grande… ¡ah!… y aquí no hay
aldeas –acotó el hombre- estas son casas.
-Muy bien… -dijo el chasqui-espía tratando de dar por terminada la conversación-
Sabía que los otros, podían darse cuenta que ellos, estaban mintiendo. Entonces haciéndole un gesto a
Pacctallantay, entraron en la hacienda, siguiendo el camino que les habían señalado.
Un señor de espesa barba, y robusta presencia, elegantemente vestido; salió en ese momento de la casa grande.
-Ese debe ser el señor Burga –se dijeron-
-Buen día señor…-dijo el chasqui al llegar-
-Buen día… ¿qué se les ofrece?…
-Lo que pasa señor… es que nosotros veníamos para acá, y en el camino nos llamó la atención, un bulto que
estaba tirado al costado, entre unos arbustos. Mire…es una cartera, y pensamos que pertenece a su hija-
Fue entonces, que el gesto adusto, desapareció del rostro del hombre, y con marcada actitud de aprecio les dijo…
-¡Ah!… muchas gracias hombre… mi hija ya me había comentado de esta pérdida. Estaba a punto de ordenar,
que un grupo de hombres vayan a buscarlo, Pero que suerte que ustedes lo hayan traído –agradeció- mi hija
acaba de llegar de la capital, donde estudia, y pasará un tiempo conmigo, y estas cosas son muy importantes para
ella.-Dijo amable- ¡Ah!… pero ella está allá… justamente es la chica que se encuentra acariciando al caballo
pinto. Vayan y entréguenle personalmente sus cosas-
Para Pacctallantay estas palabras sonaron a gloria, tomó inmediatamente el bolso, y adelantándose… se acercó
para entregárselo a su incógnito amor. Mientras se acercaba a ella…el príncipe heredero pensaba… ¿Cómo será
el tono de su voz?… quería sentir la dulzura de su mirada.
Al llegar donde estaba la saludo… y su corazón se sintió muy agitado, tal vez de emoción ahogado.
-Buen día… señorita –dijo, y su voz agreste esta vez pareció un ruego-
La joven que se encontraba mirando al horizonte, mientras acariciaba las crines de su pinto caballo… volvió su
terso rostro, para responder el saludo del recién llegado.
Antes que pudiera hacerlo, la bella sintió la mirada enérgica y tierna a la vez, del futuro inca, y una sensación
extraña… estremeció su corazón.
-Buen día… -titubeó al responder perturbada-
Parecía que una mágica y extraña fuerza, estuviera enlazando sus miradas, como si sus jóvenes corazones
hubieran sido agitados… a un mismo tiempo. Era como si un esperado encuentro, retrasado por el destino… se
estuviera llevando a cabo en ese momento.
Ella muy sobria, dueña de una belleza cautivadora, sintió en ese momento un extraño presentimiento… como si
lo conociera. Como si hubiese estado esperando, que algún día apareciera por su vida. Aun sin saber quien era…
aun sin haberlo conocido.
-Disculpa… veníamos para acá, y en el camino encontramos esta cartera azul, que pensamos que es tuyo y…
–¡Ah… es mi cartera! gracias –respondió coqueta y nerviosa- pensé que lo había perdido para siempre. Es que
aquí guardo, documentos, y cosas muy importantes para mí… además de mis maquillajes para estar bonita.
Ya un poco repuesto de la primera impresión… Pacctallantay se daba cuenta que ella era bastante amigable, y
eso le daba la posibilidad de acercarse a su vida.
También sabía que tal vez ya no tendría más oportunidades, que tal vez, esa era la única, para acercarse y
conquistarla. Entonces quiso iniciar una conversación mas intima, más amical.
-Disculpa… pero hasta ahora no me has dicho tu nombre,… no se… tal vez quieras decírmelo –dijo algo
sonriente-
-¡Ay… sí! … disculpa. Mi nombre es Estrellita Burga, soy la hija del dueño de la hacienda.
-Que lindo nombre… de aquí en adelante cada vez que mire al cielo, me acordaré de ti…
-¡Ah!… muchas gracias…
-Pero… es que es verdad… tu nombre es lindo, y tú eres muy hermosa…
Al notar que ella se estaba sonrojando, decidió cambiar el tema de la conversación.
-¿Dime…? tu papá nos ha dicho que solamente vas a estar unos días por acá, ¿Es cierto?…
-Sí…así es… solo estaré unos días, y después volveré a Lima, pues allá estudio…
-Pero eso es poco tiempo… mira… ¿sabes qué?… Como vas a estar poco tiempo por acá, yo quisiera… no sé…
tal vez quieras dar un paseo fuera de la hacienda. Conozco sitios bonitos, donde tú y yo podríamos, no sé… tal
vez…Conversar, conocernos mejor. En fin… ser más amigos. ¿Que dices?…- preguntó con ansiedad…-
Ella se quedó pensativa. Era tan poco el tiempo que lo conocía, como para salir con él. Pero por otra parte había
una gran corazonada dentro de ella qué le pedía aceptar la invitación .bueno además se dijo no había nada que se
lo impidiera… además, eso le ayudaría a no aburrirse en la hacienda… quizá él era la persona esperada.
-Mmmhh… bueno… está bien –respondió ella- pero será pasado mañana, en la mañana.
Mira… te esperare en la acequia, allí donde beben agua los caballos. Pero aún no quiero que mi padre se entere
que voy a verte… por eso debemos ser cautelosos.-
A Pactallantay le pareció haber escuchado, lo más hermoso del mundo, por eso muy alegre dijo…
-Me parece excelente… estaré puntual a la cita, espero que tú también…
-¡Claro!… no te preocupes… cuando digo qué voy a hacer algo, es porque lo voy a hacer… ¡no faltaré! –
Ya había logrado su primer acercamiento, por lo tanto, lo más prudente era retirarse… así que luego de
despedirse de Estrellita… buscó con la mirada a su compañero, que se encontraba sentado en un banquillo, a
unos metros de distancia.
Luego de hacerle una señal de partida, los dos visitantes, se retiraron del interior de la hacienda.
Esa noche, los amigos, de nuevo fueron a dormir a los improvisados lechos, que los habían cobijado la noche
anterior. Ya instalados en sus improvisadas camas, trataban de descansar, cuando el chasqui-espía le dijo…
-Oye, cuéntame pues… ¿Qué pasó… acaso lograste algo con ella?
-¡¡Siiii!!… –respondió alegre Pacctallantay, mientras daba un manotazo lleno de jubilo en el aire- pero lo más
importante amigo Camhuyccho… es que logré hacer una cita con ella. Hemos acordado salir pasado mañana, a
dar un paseo. Quizás pueda conquistarla… la deseo con toda mi alma…
-¡Qué bieeennn!…excelente amigo mío… pero escucha… también hay algo importante, que nos va a ser de
mucha utilidad.
Pasado mañana cuando estés conversando con ella pregúntale todo acerca del mundo.
Ella podrá decirte todo lo que queremos saber, y así podremos llevarle una información más exacta a tu padre.
Ella te dirá lo qué ha pasado con el imperio durante todos esto años… ¿y porqué dicen qué la capital ya no es el
Cuzco?

-Pero claro… como no se me había ocurrido


–interrumpió sobresaltado- haré que ella me cuente todo… estoy seguro que lo hará, ¡claro que si…! pero ahora,
hay que descansar, pues hoy ha sido un día muy trajinado y especial… mañana ya veremos que pasa… ¡hasta
mañana!-
-Hasta mañana –dijo el chasqui acatando el pedido.
El día siguiente, fue de reconocimiento para los viajeros. Caminaron mucho, mirando el inmenso valle,
contemplando la majestuosa serranía, y los pincelados paisajes andinos.
Caminaban confiados, con las ropas que vestían. Sabían que si alguien los veía, los confundiría con los
pobladores del lugar.
Conocieron lugares exóticos, bellos. Pacctallantay los tomó en cuenta, para llevar de paseo por allí a su amada, al
día siguiente. Ya entrada la noche, regresaron a su improvisada morada.
Luego de cenar parte del rico fiambre, que habían llevado en gran cantidad, chaccharon una gran bola de coca, y
ultimaron los detalles, para el día siguiente. Después de esto, lograron conciliar el sueño.
Antes del amanecer,, Pacctallantay ya estaba despierto, y mientras encendía una hoguera, para hervir una bebida
caliente, intranquilo se agitaba, al pensar en el encuentro que sostendría, con la mujer que había conquistado su
corazón.
Esperó con ansiedad las diez de la mañana, hora del encuentro. Pero…antes de la hora, el joven ya se encontraba
en el lugar de la cita.
Ya estaba inquieto… cuando para su alegría, a lo lejos escuchó los chasquidos, del conocido caballo pinto, que se
acercaba a la acequia. Se emocionó al verla llegar, estaba tan hermosa, que se estremeció
Cuando se detuvo frente a él… quiso ayudarla a bajar pero la hermosa le dijo que mejor irían a otro sitio. Que
suba en la parte trasera, para que puedan ir juntos.
Algo confundido, porque nunca había subido a un caballo, le dijo que mejor iría a pie, llevando las riendas del
animal
Ella aceptó, y juntos emprendieron el camino. Él la llevaba por sitios donde había estado el día anterior, hasta
que llegaron a la mediana planicie, de un pequeño cerro, enseñoreado con la presencia de una escasa niebla, pero
matizado por un verdor de pincel. Pacctallantay detuvo el caballo, y ayudando a la joven la bajó, de su montura.
-pero esto es muy hermoso… nunca había venido por aquí-
-Me alegro que te guste, pues yo quisiera ofrecerte lo mejor, para que estés contenta –le dijo mientras ambos
miraban el andino panorama-
De pronto ella preguntó…
-Oye… dime ¿cuál es tu nombre?… pues hasta ahora no me lo has dicho…
-oh…es cierto…mi nombre es… Pacctallantay…
-¿Pacctallantay?…-repitió algo confundida-… es un nombre raro, no lo había escuchado, más parece un nombre
sacado del lenguaje incaico
–Sonrió al decir- o sea, del imperio de los incas-
-¿Del imperio de los incas?…-preguntó intrigado, dándose cuenta que ese era el mejor momento para averiguar
lo que tanto quería saber- oye… eso me interesa aunque no lo creas, casi no se nada de eso, que sabes tú del
imperio… ¡vamos cuéntame!
-Ja.ja-ja-ja… -río la joven con delicadeza hilarante – ¿pero si eso es parte de la historia del Perú?… ¿acaso no
has leído libros de historia del Perú?-
-Si pero casi ya no me acuerdo… anda… dímelo tú… cuéntamelo por favor -le pidió suplicante –
Ella al darse cuenta, qué en verdad, él quería saber sobre el tema, decidió contarle…
-Bueno te lo contaré… aunque ya no es ninguna novedad ¡eh¡ Bueno escucha… el imperio tuvo catorce incas
contando con Atahualpa… Él le quitó el trono a su hermano Huascar después de cruentas batallas. Fue en este
tiempo que llegaron los españoles, y fueron ellos los que finalmente conquistaron y destruyeron el imperio.
Luego de matar al inca, tomaron prisioneros a los indios, y durante mucho tiempo abusaron de ellos, con trabajos
forzados, y muchos flagelos más.
-Luego llegó una época de revoluciones, fue en esta época qué llegaron los libertadores José De San Martín y
Simón Bolívar, quienes después de vencer a los españoles… los expulsaron del Perú y declararon su
independencia.
-Pero… ¡mira! ya era demasiado tarde, pues el Tahuantinsuyo ya había sido destruido y dividido. Por ejemplo
por el norte fue Ecuador, un pedazo esta en Colombia, y otra parte esta en Chile –narró mientras Pacctallantay la
miraba con estupor-
Mira… aquí donde estamos ahora, es el Perú y todo esto -señaló la lejanía- era el Tahuantinsuyo.
-Es más, te diré que la capital ya no es el Cuzco, como lo fue en el imperio. Ahora la capital es Lima… y es allí
donde yo estudio.
Pero mira… si hasta parezco tu profesora de historia, y seguro te he dicho cosas qué tu ya sabías…-
Un poco atribulado por lo que había escuchado. Pacctallantay se quedó muy callado, mirando con desazón al
vació ¡sentía una pena tremenda en su alma! La joven al darse cuenta de su melancolía, le dio una palmadita en
el hombro, lo cual hizo, que reaccionara, y volviera a la conversación.
-Ah perdona… es que cada vez qué escucho, sobre las maldades qué se cometieron con los indios me lleno de
indignación y dolor.
-¿Cómo fue posible qué pudieran cometer tantas atrocidades, y que hasta hoy sigan impunes? –Dijo mientras en
su lucida mente, retenía todo lo que ella le había contado- entonces dándose cuenta que tenía qué cambiar de
tema, le dijo perturbado.
-Pero mira… no sabes cuanto deseé este momento, para tenerte cerca y hablarte de otras cosas, y mira… estamos
hablando se historia…
-¡De otras cosas!… mmmhhh… de que secretos me querrás hablar –dijo coqueta-
-No Estrellita, no es secreto –la miró tiernamente, mientras tomaba una de sus manos, y ella también apretó la
suya- mejor dicho, ya no será ningún secreto–
Sus miradas estaban fijas, como si quisieran leer lo qué albergaban en sus almas. Él sabía que tal vez esa era la
única oportunidad que tenían, que tal vez ya no habría otra… así que abriendo las puertas de su alma le confesó.
-Estrellita… desde aquella vez que te vi… quedé prendado de ti –suspiró al decir- amo tu ternura tu belleza, tu
candor. Te declaro mi sincero amor, quiero entregarte mi alma y mi corazón. Por favor corresponde a este
sentimiento, no dejes huérfano a mi corazón. Quisiera ser tú pareja, y ruego para que en este momento, me digas
un si-
Cada palabra que llegaba a la joven, producía un gran estremecimiento dentro de ella, como si inconscientemente
hubiera estado esperando este momento en su vida. Ella también se sentía atraída por su gallardía.
-Pero… no sé… no te parece que es demasiado rápido. Yo no esperaba esto, y además…
-Tal vez Estrellita… pero como ya sabemos
-interrumpiéndola la miró con ternura- va a ser poco el tiempo que vas a estar por acá, entonces yo pienso qué no
tendremos muchas oportunidades. No sé… mira amor… yo no quisiera perderte-
-Si pero… es la segunda vez que te veo, la verdad… Yo no sé que hacer-
-Sólo tienes que decirme que si… no lo pienses más, y acepta a este corazón enamorado –dijo casi suplicante,
mientras acercaba su rostro al de ella, y su boca susurrante, se acercaba más y más, a su amada-
Ella ya no tenía fuerzas para rechazarlo. Se sentía dominada, y en su interior, deseaba tanto, que él… la besara. Y
así fue…sus labios se unieron en amorosa entrega, y el andino paisaje… pareció matizar con sus vivos colores, al
amor, que había nacido en los corazones, de la joven pareja.
El imponente vuelo de un gran cóndor, majestuoso y altivo… presenció la sublime escena… ¡ella lo había
aceptado!
-Está bien… te acepto –dijo ella desmayante- no sé… estoy perturbada… es la primera vez que alguien me besa-
-No te preocupes amor… yo te haré feliz, pues sólo quiero amarte y vivir para ti. De hoy en adelante tú serás lo
más importante en mi vida-
-Ojalá sea cierto todo lo que me estas diciendo. No quiero sufrir la pena de un desamor…
Sin dejar de abrazarla… Pacctallantay le susurró…
-No… no… yo nunca permitiré qué sufras. Antes preferiría morir. Desde hoy, los dos seremos como un solo ser-
-Pacctallantay eres un ser maravilloso. Parece que toda mi vida he estado esperándote, para amarnos… ¡oh… mi
amor! –
Ahora fue ella quien se acercó hasta su boca, para darle un beso, que el joven recibió con gran frenesí,
correspondiendo con profunda pasión pues el verde césped qué cubría el piso de la cima del gran cerro, los
invitaba a acostarse en el.
Llenos de amor, se acostaron en aquel lecho natural, y la joven pareja, llenándose de caricias… parecía recobrar
el tiempo… las horas perdidas… las horas donde aun no se habían conocido.
Muchas horas pasaron juntos, entre promesas, te quieros, y caricias, y esplendor de aquella tarde los cobijó,
arrullándolos en el divino éxtasis del amor.
Fue la joven quien al mirar hacía el horizonte, se dio cuenta que el tiempo había pasado rápido, y que ya era hora
de regresar.
-Mi amor… ¡oh… mira ya es tarde!… vamos, pues mi padre debe estar esperándome impaciente-
-Si claro –respondió con resignación- … pero dime… ¿Cuándo nos veremos otra vez?-
-No sé déjame pensarlo. Mmmhhh… sólo te digo que la próxima vez, tenemos que vernos fuera de la hacienda,
para que mi padre no se de cuenta-
-Muy bien… respetaré tus deseos. Aunque me parece que este sitio, es ideal para nuestras citas-
-Esta bien amor mío… así será –dijo ella-
-Pero dime… ¿Cuándo te veré otra vez? –Insistió-
-Mira… hagamos lo siguiente –respondió la bella- en seis días envía a tu amigo a la hacienda.
Que les diga a los guardianes de la hacienda, que lleva un encargo para mi, y que me avisen de su llegada.
Entonces yo hablaré con él, y allí le diré cuando podemos encontrarnos otra vez… ¿te parece bien? No quiero
que mi padre sospeche –Le dijo mientras lo abrazaba con amor-.
-¿Cómo podría decirte no?… ¡nunca lo haré! Será como tú quieras-.
-bien amor… ¡ahora si!… vamos. Ayúdame a subir a mi caballo, y tú sube al anca también, pues quiero estar
cerca de ti-
Muy delicadamente, la subió en su fina montura. Después usando su ingenio, destreza, e intuición, subió al anca.
Trató de hacerlo sin imprecisiones, pues no quería que ella se diera cuenta, que nunca había montado.
Una vez acomodados, emprendieron el regreso. Pactallantay rodeaba su cintura, aspirando el aroma exquisito que
emanaba su blonda y larga cabellera.
Disfrutaban tanto de esos momentos, juntos, que hicieron la promesa de amor eterno, prometiéndose así, que
nada ni nadie los separaría, pues parecían hecho el uno para el otro.
Cuando llegaron cerca de la acequia, el joven bajó del noble bruto, para despedirse de la hermosa.
-Bueno amor así quedamos… pronto nos veremos, y cree que te voy a extrañar mucho –le dijo ella-
-Voy a pensar mucho en ti… y claro como te dije, cada vez que mire el cielo me acordaré de ti.
-Te amo, y estaré esperando con ansiedad nuestra próxima cita
Ven…dame un enorme beso –dijo él- que ya me voy.-
-Amor mío piensa en mí…
-Así será Estrellita-
La besó con gran pasión, luego se despidieron. y cuando el caballo pinto comenzó su trote, Estrellita comenzó a
alejarse, mientras agitaba sus suaves manos, en señal de despedida.
Al ver que su amada ya se había ido, Pacctallantay giró para caminar de regreso, al lugar donde lo esperaba su
amigo el chasqui-espía.

Una vez reunidos, los dos acordaron el regreso inmediato, al campamento.


Conocedores del camino, los amigos, se deslizaban con precisión, en la reinante oscuridad de la noche. Después
de bajar con cuidado, la rocosa rivera del rugiente río, hasta donde estaba la entrada del túnel secreto… se
quitaron las vestimentas que estaban usando, para ponerse las ropas incas. Luego de esconderlas bien, avanzaron
por el túnel dispuestos a llegar al campamento.
-Yo entraré primero para distraer a los guardias. Luego entra tú, y te vas directo a tus aposentos. Yo mañana iré a
visitar a tu padre, para contarle lo que averiguamos, pero tienes que ir mañana temprano a mi aldea, para que me
cuentes lo que te dijo Estrellita, acerca del imperio –aseveró el chasqui-espía-.
-Sí claro amigo, está bien-
-Entonces vamos…
___________________________

Era muy temprano, cuando Pacctallantay fue donde el chasqui para contarle todo acerca del imperio, y del Perú
actual, tal y como; se lo había contado Estrellita.
Una vez que Camhuyccho había escuchado todo el relato, Pacctallantay se retiró, dando lugar así, al chasqui,
para que visite al inca
Ya delante del soberano, no sin antes reverenciar su dignidad, manteniéndose de pie, obedeciendo su orden, el
chasqui-espía le contó con detalles, todo lo que había averiguado.
Al terminar su relato, vio como Ollancarchy se levantó en forma intempestiva, Muy furioso, se paró de su trono,
lanzando un fuerte manotazo en el aire, el inca habló indignado, en un quechua nacionalista.
-¡Así que eso han hecho, esos miserables!… pues, yo ya lo presentía. Carajo… han dividido a su antojo el
tahuantinsuyo… han cambiado su nombre por el de Perú, y hasta la capital; ahora es otra…
¡Pues yo no reconozco eso! -gritó furioso- para mí…Ollancarchy, inca del imperio del sol… la capital es el
Cuzco…
-¡Acabaré con los que vinieron a conquistar mi raza! Odio a los que destruyeron el imperio de los incas…
-hizo una pausa leve, para luego aseverar- pues yo lo levantaré de sus cenizas…¡volveré a reconquistar lo
perdido, y uniré y reuniré, mi territorio.
El chasqui que estaba cerca de él, se encontraba entre nervioso y asustado. Jamás había visto tan furioso al
soberano.
-No me importa nada, que ya hayan pasado siglos, yo buscaré a esos idiotas, y tendrán que rendirme cuentas –
volvió a replicar, mientras señalaba con el sunturpauccar hacia el inquieto horizonte- tendrán que devolverme
todo, hasta el rescate que pagó Atahualpa, pues también vengaré su muerte. Yo soy el hijo del sol, y tengo su
poderoso respaldo. La hora de mí revancha, está más cerca que nunca
.-severo añadió- Yo Ollancarchy… juro por mi raza y mis antepasados, que antes de un mes iniciaré la
reconquista de lo que a mi raza le pertenece… haré la mas grande y divina de las batallas.
-Antes de un mes estaré recuperando lo que es mío… -dijo con rabia, para luego gritar mientras agitaba el
sunturpauccar-… ¡éste es el gran reto, de mi raza rebelde e indomable!
éste es… ¡¡el reto del Tahuantinsuyo!! …
-terminó replicando iracundo, con los brazos en alto como buscando abrazar al sol.
Luego el inca se quedó inmóvil… pétreo, y el sol pareció reflejarse en su cuerpo.
Maravillado el chasqui se dio cuenta, que el soberano debía quedarse sólo, en esos momentos de presión
Comenzaba a salir del salón, cuando escuchó la voz autoritaria a sus espaldas.
-¡¡Espera carajo!!… ve y avísales a los jefes de mi ejercito que vengan Inmediatamente, pues necesito repartir
ordenes con urgencia… muévete…ve rápido.
Ollancarchy se encontraba mirando, a través de una ventana hacía el horizonte, tenía las gruesas manos puestas
en la cintura, y una contenida furia, se anidaba en su alma guerrera. En eso los cinco comandantes de su ejercito,
le pidieron permiso para entrar, para poderlo mirar.
-Díganme rápido… ¿como se encuentra preparado mi ejercito?… –su voz pareció un estallido- imagino que ya lo
tendrán listo para cualquier brega–
-Así es gran señor de los andes. Sólo esperamos sus órdenes, para ofrendar nuestras vidas si es preciso –
respondió uno de ellos-
-Bien… ¡muy bien… carajo!, porque dentro de 20 días iniciaremos la gran hazaña. Vamos a Reconquistar el gran
Tahuantinsuyo, porque mi raza indómita, no acepta esta dura realidad. Pelearemos hasta el último aliento, por lo
que le pertenece
.-hizo una pausa mientras expulsaba una bocanada de aire contenido- Por eso, ya tengo una estrategia, un plan de
batalla, que vamos compartir.-
Ollancarchy les mostró entonces una especie de planos y mapas, hechos por él mismo, de acuerdo con lo que ya
le había contado el chasqui-espía. Había dibujado la ubicación de cada hacienda, para conquistarlas. Para él,
Cascaden, Marampampa, y Marampampilla, eran grandes campamentos… que debían ser sometidos al imperio
del sol, por eso al señalarles los improvisados planos les volvió a decir…
-Miren y escuchen con atención… nuestro primer objetivo, será Cascaden. Este campamento está protegido por
un muro, que cerca todo su territorio, y su entrada, esta cuidada por cinco guardianes… los cuales están armados.
Este campamento debe contar, supongo… con unos 600 hombres más o menos, fuera de las mujeres y niños.
Atacaremos de noche, y nuestro primer punto a favor será la sorpresa; pues ellos no esperan nuestro ataque.
-También se, que tienen armas que escupen fuego, por eso protegeremos a nuestros guerreros con sólidas corazas
en la cabeza y en el cuerpo.
-Recuerden… ¡quiero la mayor cantidad de gente viva para someterlos al imperio! -Mientras les enseñaba en el
mapa la ubicación de Cascaden…les dijo- vean… ¡aquí! más o menos queda la ubicación de Cascaden, y aquí,
por aquí, más arriba queda Marampampa, y aquí, aún más arriba… ¡vean!.. Aquí donde les estoy señalando, a la
derecha… ¡ven!… allí está Marampampilla. Con la misma estrategia los someteremos, pues estas haciendas son
más pequeñas.
-Después de estas bregas, nos instalaremos con nuestro reforzado ejército en Cascaden. Será allí donde haremos
nuestra fortaleza para seguir acordando nuestros planes, y no pararemos hasta llegar a la capital… el Cuzco.
Estoy seguro que el espíritu conquistador de Huayna-Capac junto a la tenacidad y audacia de Pachacutec, nos
acompañaran, y alcanzaremos la anhelada justicia. ¿Qué les parece?… preguntó el estratega imperial-
-Excelente señor… -respondieron aquellos paladines del zozobrante imperio- todo está bien pensado-
-¡¡Ah… me olvidaba!!…-aseveró con nueva furia- atacaremos de noche. El ataque será por cuatro frentes, y será
respaldado por un gran pelotón, que finalmente definirá la batalla ingresando por el portón del campamento. Una
vez que todos mis guerreros estén adentro… la batalla será nuestra… ¡ah! vuelvo a decirles… ¡quiero la mayor
cantidad de gente viva! ¿entendido?-
-Hemos entendido muy bien, señor de los andes
–respondió con sumisión, uno de los militares-
-Bueno… bueno… entonces vayan rápido, a seguir preparando mejor, a nuestros bravos guerreros. Recuerden
que dentro de veinte días, saldremos a cumplir nuestra epopeya, y quiero a todos listos, para lograr una justa
victoria. -terminó de ordenar enérgico-
Después de ordenar a los cinco comandantes que se retiren, quedó sólo. Fue en eso que Pactallantay quien había
escuchado a lo lejos a su padre, se acercó, para con mucho respeto preguntarle…
-Padre… ¿porqué tanto apuro en reconquistar el Tahuantinsuyo si ya han pasado muchos siglos de espera?..-
-Eso es cierto hijo… pero yo no voy a esperar más tiempo. Nuestra raza clama por justicia, y yo se la daré.-
-Tus órdenes son indiscutibles padre, se hará lo que tú digas-
Pacctallantay luego de besarle las manos, se retiró del gran salón. El heredero, estaba viviendo una gran
encrucijada.
Por un lado estaba la justicia y libertad, y por otra, ¡el amor! Su padre obraba con razón y justicia, al querer
recuperar, lo que por derecho les pertenecía. Estaba bien, iniciar las batallas, para reconquistar sus tierras, y
él…como descendiente de la raza inca… ¡lo sabía! Pero por otro lado tenía su corazón oprimido…
-Estrellita – pensaba-. ¿Acaso ella también tendría que pagar un alto precio, sufriendo por esta noble causa?
Entonces, quiso conversar sus preocupaciones, con su gran amigo el chasqui, a quien después de buscarlo, lo
encontró en su aldea.
-Ya imagino como estas amigo –le dijo, adivinando el sentimiento partido, del príncipe heredero-
-Ay amigo… tengo mi espíritu herido, no se que hacer. Estoy aquí porqué se que me comprendes, y me darás un
buen consejo.
-Claro que si… ¡mira! antes que vengas, yo ya estaba pensando en tu caso, y sabes… yo pienso, que lo más
conveniente, es que no le cuentes nada a Estrellita.
-Lo que debes hacer es apresurar su viaje hacía ese lugar donde estudia. Que viaje con su padre, antes que se
inicié la batalla.
De esa manera, no se enterará de nada, y te estará esperando en ese lugar, libre de cualquier peligro.
Una vez que tu padre haya reconquistado el Tahuantinsuyo, la vas a buscar, y luego de contarle la verdad… la
haces tu coya. Será la reina mas linda de imperio, y así viven felices para siempre…
–¡Excelente amigo…! excelente idea. Pues como yo no puedo, ni debo impedir, el resurgimiento del imperio,
creo, que tu idea es buena-
-Entonces hay que ponerla en práctica, pues ya no tenemos mucho tiempo…
¡Hagámoslo ya! –dijo el chasqui–
Algo preocupado Pacctallantay le volvió a decir…
-Ya transcurrieron cuatro días, desde que entramos al campamento, y Estrellita me dijo que en seis días nos
veríamos de nuevo. Quiere decir que en un lapso de dos días la veré nuevamente. Por eso, tenemos que estar
listos para salir.-
-Bien pues, eso es lo que haremos. Dentro de dos días iremos donde tu amada, y arreglas las cosas como te he
dicho-
Con ansias, los dos amigos esperaron que pasen las horas, y se cumplan los dos días para salir del campamento.
Al pasar los dos días, después de persuadir a los guardianes, salieron por el túnel secreto al exterior.
Una vez afuera, se pusieron la ropa foránea de la vez anterior, y enrumbaron a Cascaden. Durante el trayecto,
Pacctallantay puso al tanto a Camhuyccho, sobre lo que tenía que hacer.
Le explicó detalladamente lo que habían acordado con Estrellita, poniéndolo al tanto de las cosas.
Después le deseó suerte, y el chasqui-espía partió a cumplir su misión… mientras él, se apresuraba en llegar, al
lugar de su cita..
Ya habían pasado tres horas, y Pacctallantay se encontraba pensativo, pues quería que todo resulte tal y como lo
había pensado.
Estaba absorto en sus meditaciones que no había sentido la silenciosa llegada de ella. De pronto sintió sobre su
cabeza, aquellas manos tersas que tanto amaba. Giró enseguida y al sentirla cerca otra vez se sintió el ser más
feliz de todo el imperio. Nuevamente miraba sus ojos claros, escuchaba su voz melodiosa, y también podía
respirar el hechizo, de su larga, y blonda cabellera..
El joven hubiera querido detener el tiempo en ese momento. Perennizarlo, atraparlo en una inacabable eternidad,
que le permita estar siempre, con su amada…
-¡Hola amor! Por ti he llegado presurosa, vine lo más rápido que pude… te extrañe tanto, que quería saber si eras
un sueño, o, de mis sueños la realidad ¡oh amado mío!… te amo, como jamás, imaginé suspiró desfalleciente la
joven-
Como respuesta, Pacctallantay la acercó a su pecho con mucha suavidad y pasión. Luego le dio un beso, sentido
y largo, que ella, sintió estremecer todo su ser.
-Sabes amor… y de verdad te lo digo. Todas estas noches he mirado el cielo, y no he podido encontrar una
estrella más linda, y más radiante que tú. Es cierto…-le dijo mientras besaba sus manos en tierna ofrenda-
-Amor mío… amor mío…-susurraba ella- .
Nuevamente el paisaje andino fue testigo, de aquel éxtasis susurrante, pues ellos, cabalgando en el ensueño de la
ilusión, tal vez tocaron el cenit.
La inquietante niebla que envolvía aquel paradisíaco valle andino, enlazó en riendas de oro y púrpura, al amor
naciente… Llevándolo junto al romance, a esa eternidad, donde sólo el Escorpio tiene santuarios estéticos, de
fantasiosa deidad.
Pasaron así, algunas horas, y ellos no cesaban de amarse. Al notar, que inexorablemente el tiempo pasaba, y tenía
que hablarle sobre sus planes… Pacctallantay quiso tratar con suavidad el tema. Por eso fue, que sin dejar de
acariciarla…le preguntó tratando de llegar al punto deseado.
-Dime Estrellita allá donde estudias… ¿cómo es… es un lugar bonito?-
-Claro mi cielo…ya te dije que vivo en Lima la gran capital. Allá todo es diferente, y me gusta mucho…-
- ¿Y cuando regresaras para allá?-
-Ya me faltan dieciocho días. Es que por allí se acaban mis vacaciones…
-Mira amor… yo guardo en mi pecho una gran ilusión, y espero que tú la sepas comprender –dijo él- yo quisiera
ir para allá, pero como sabes… no conozco la capital… entonces, no sé que hacer.
¿Sabes mi vida?… es que quiero estar siempre cera de ti. Pero… ¿mira?… sólo puedo viajar, en diez días a más
tardar, porque después ya no puedo, por razones familiares-
Confundida… Estrellita lo interrumpió.
-Pero porqué en diez días… no lo comprendo-
-Lo que pasa, es que por encargo de mi madre, viajaré a Lima a vender unos objetos de oro…
¿y sabes? tiene que ser antes que mi padre regrese de viaje. Es por eso, que tiene que ser antes de los diez días.
Si accedes, y me esperas allá, estaremos juntos mucho tiempo porque voy a estar esos días por allá, y tú mi amor,
me enseñaras todo ese gran lugar-
Pensativa… dio unos pasos adelante, confundida
- A mi padre le va a extrañar mucho, cuando le diga esta repentina decisión, pues me dirá que ya no quiero estar
cerca de él, y por eso me quiero ir-
-Si, lo sé. Pero mira, también había pensado en eso –respondió convincente- para que no haya ningún
problema… mejor pídele a tu padre que viaje contigo. Después de todo, a él también le hacen falta unas
vacaciones-
-Mmmhhh… mira amor –habló un poco ya repuesta la bella- yo por complacerte, y estar cerca de ti… intentaré
todo lo que esté a mi alcance. Hablaré con mi padre, para realizar el viaje, antes de lo diez días que pides. Pero
como comprenderás… no sé que me responderá.
Aunque si te confieso, que mi papá siempre hace lo que le pido. Pero de todas maneras –recalcó con cariño- no
dejes de ir, que yo te estaré esperando allá. Sufriría mucho si me engañas-
-Cree mi cielo, que lo hago por nosotros, porque te amo con frenesí, con una enorme devoción.
Nosotros mi amor… tendremos un final feliz-
Estrellita, lo rodeó con sus brazos, y le dio un gran beso… como una muestra de sumisión y cariño… como una
muestra sincera, de entrega y esperanza.
Ya al caer la tarde, se alistaron a regresar.
-Se hizo tarde mi amor… vamos ya –pidió ella- no quiero despertar sospechas, para convencer a mi padre del
viaje-
-Vamos pero dime… ¿cuándo te veré nuevamente?-
-Mira… nos veremos dentro de dos días, en este mismo lugar, y. espero que no me dejes plantada…
-dijo bromeando la hermosa-
-Sabes que por nada en este mundo, me perdería una cita contigo. Pero mi amor –le dijo como un ruego- por
favor convence a tu padre, yo sé que puedes hacerlo-
-Está bien… esta bien… ¡te lo prometo!-
Muy juntos y enamorados, cabalgaron de regreso. Al llegar al lugar de la despedida, volvieron a besarse con
hondo delirio… tan sólo esperando que transcurran los dos días, para volverse a ver.
Estrellita agitó sus manos en señal de despedida, mientras que Pacctallantay se daba la vuelta, para regresar
donde lo esperaba el chasqui.

Como habían salido escondidos del campamento, regresaron rápido, y antes de alguien se diera cuenta,
Ingresaron con suma cautela al túnel.
En un descuido de los guardianes, entraron raudos al campamento. Luego, al llegar a su aposento… Pacctallantay
le contó a su amigo, el resultado de su cita con Estrellita.
-Hice lo que me aconsejaste amigo. Le pedí a Estrellita que viaje con su padre, antes de los diez días a Lima.-
-¿Y qué te contestó ella…?-
-Bueno… me prometió que trataría de convencer a su padre, que en dos días me respondería.
Ella me esperará en el mismo sitio, y ojalá que todo resulte como lo hemos pensado. Así que en dos días tendrás
que ayudarme a salir nuevamente. ¿Cuento contigo?-
-Pues claro que cuentas conmigo… cuenta conmigo para todo-
-Gracias amigo… no sé que hubiera hecho sin tu ayuda. Algún día tendrás mi recompensa.
Al pasar los dos días… Pacctallantay y el chasqui salieron sigilosos del campamento. Luego de vestir las ropas
foráneas, el heredero del imperio en zozobra, partió raudo a la cita con su amada.
Cuando llegó, Estrellita ya lo esperaba impaciente. El joven corrió a su encuentro para abrazarla, y besarla con
delicadeza. Luego al mirarla fijamente, le preguntó algo extrañado.
-¿Porqué has llegado temprano mi amor?-
-Es que casi no pude venir, pues mi padre, no quería dejarme salir de la hacienda…-
-Pero… ¿porqué?… ¿acaso sospecha algo… o es qué no aceptó la idea del viaje? -preguntó con ansiedad-
-Es por eso justamente… él piensa que aquí me estoy aburriendo, entonces quería dedicarme el día, llevándome a
pasear por diferentes lugares.-
-Pero entonces… ¿no aceptó lo del viaje? –
-Mira… al principio no quería… pero yo usé todos mis encantos… ¡Y lo convencí! … todo lo hice por ti amor,
porqué quiero verte feliz.-
Para el joven esa era la mejor noticia… ¡su amada estaría a salvo! … muy lejos de la cruenta batalla, que pronto
se iba a desencadenar allí.
-Gracias amada mía, yo sabía que no me ibas a fallar… te amo… te amo-
-Yo te amo mucho más… y cree… todo lo hago por ti, pues quiero que tu cariño sea siempre mío. Es por eso,
que sin falta, nos encontraremos allá, para ser inmensamente felices-
-Así será mi amor –dijo la joven mientras le acariciaba los hombros- pero déjame terminar de contarte. El viaje
lo haremos en cuatro días, así lo decidió mi padre. Sin embargo, él quiere estar cerca de mí todos estos días.
Como te dije, él piensa que aquí me aburro, y piensa llevarme a pasear todos los días. Por eso amor mío, creo que
esta será la ultima vez que nos vemos en este lugar. La próxima vez que te vean mis ojos, será en la capital.
-Yo iré a recogerte cuando llegues, y luego te enseñaré la ciudad –dijo tierna la hermosa- mira mi cielo, esta vez
no me quedaré mucho tiempo contigo, porque como te he dicho, mi padre me está esperando. Aun no quiero que
se entere de lo nuestro, pero en Lima los dos iremos donde él, y se lo contaremos todo. Nos amamos… y tendrá
que aceptarte… ¿esta bien mi vida?-
-Como lo desees… todo va a estar bien… ven a mi lado.-respondió agradecido-
-Ven…caminemos juntos, y no dejes de abrazarme hasta llegar al sitio de nuestra despedida. Porque después de
este día, ya no sentiré tu piel, hasta encontrarnos en la capital.-
Pacctallantay la abrazó con devoción y cariño, tratando de transmitirle su gran amor. Quería empaparla toda para
impregnarle su recuerdo hasta el día de su reencuentro. Cuando llegó el momento de despedirse, se dieron un
fuerte abrazo… como si quisieran fundirse el uno con el otro.
Una mezcla de tristeza y alegría llegó en hilos dorados a sus corazones enamorados, y atraparon de la vida todo,
jurando sellar juntos su destino, venciendo cualquier obstáculo, cualquier intriga.
Estrellita le hizo entrega muy emocionada de una postal, que había traído de Lima. Muy convencidos que el
destino los seguiría uniendo en otro lugar, se despidieron con la promesa de estar juntos en un futuro muy
cercano.
Fue una vez más, que Pacctallantay vio alejarse a su amada, pero esta vez la siguió con tristeza en la mirada,
hasta que se perdió en el andino horizonte.
Entonces, suspiró profundamente, y buscó furtivas esperanzas en promesas lejanas, sabía que el futuro era
incierto y cruel, más la fuerza insigne, del amor, del verdadero, y real amor, lo acompañaría incondicionalmente,
desde aquel momento, en el combate con sus decisiones.
¿Cómo olvidarla? ¡No…No podía! Allá, en el campamento tenía a su antojo a las mujeres más hermosas de su
reino, y por ninguna había sentido, aquella pasión desenfrenada. Pues sólo fue por ella, tan sólo por ella, por
quien su corazón latió con aquel frenesí. Para él, todo era inexplicable.
Ya de regreso le dio las buenas noticias al chasqui. Por su lado había preparado Todo, para que su padre,
reconquiste el Tahuntinsuyo.
Regresaron sigilosamente, con mucho cuidado. Ya en el campamento… los amigos se despidieron, retirándose
cada uno a sus lugares

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Los Retadores… Del imperio del sol

El reto del Tahuantinsuyo.

Apresurado y belicoso, era el ajetreo que se vivía, dentro del campamento, y todos absolutamente todos,
esperaban con ansias el día señalado.
Mientras tanto… el inca afinaba astuta y seriamente, los últimos detalles, dibujando sobre una tela, líneas y
trazos, que serían la guía a seguir, en las batallas a librar
El campamento vivía todo este tiempo, un agitado trajinar, ultimaban los detalles para las contiendas, y el inca
revisaba, todos los entrenamientos que disciplinadamente, se realizaban.
En cada combate, cada guerrero estaría protegido por una coraza metálica, que le cubriría todo el pecho y la
espalda. En la cabeza llevarían una especie de casquillo, que les permitiría exhibir sus plumas de guerra.
Llevarían también un escudo, un arco con flechas. Puntiagudas lanzas, y en la cintura tres pares de huaracas. El
rostro lo pintarían, como símbolo de su valentía y bravura. Y un grupo selecto de mujeres, llevaría para los
combatientes, hierva medicinal, con utensilios para curar a los heridos. Y cierta cantidad de alimentos, en caso de
una retirada.
Ya habían transcurrido nueve días, desde que Pacctallantay había visto por última vez a su amada. A esta hora,
ella tenía que estar lejos de Cascaden, a salvo de cualquier peligro. Aquel era el penúltimo día, pues al siguiente
Ollancarchy y sus guerreros, estarían emprendiendo su gran epopeya.

Y fue al amanecer de tan esperado día, que Ollancarchy, se puso al frente de su ejército, que ya se encontraba
disciplinadamente formado, en el extenso descampado, del campamento.
Con el sunturpauccar en la mano, como símbolo de su poderío y dignidad real. Imponente vestido, el hijo del sol
se dirigió los 2,000 bravos guerreros, que tan sólo esperaban su orden, para empezar la magna brega, mientras en
lo alto, el sol brillaba radiante y fuerte, como si estuviera complacido, por las acciones que pronto, se habían de
realizar…
Lucía gallardo e imponente. Parado frente a su ejército, con la solemnidad de un gran líder, arengó a sus
combatientes…
-A ustedes mis guerreros… legítimos descendientes del gran Pachacutec y de Huayna Cápac, mi homenaje, hoy
que el destino pone en sus manos, la consigna divina, de recuperar el Tahuantinsuyo.
-Como un tesoro que se busca cuando se ha perdido, así marcharemos con firmeza en busca de las batallas,
emulando de nuestros antepasados, su gran dignidad, e indomable bravura.
-De la victoria de ahora, dependerá el imperio del mañana; quiero que en vuestros corazones corra con fuerza, la
sangre de nuestra raza eterna, que yo Ollancarchy el inca reinante, estoy seguro estaré premiando en el mañana,
todas las victorias por ustedes logradas, Nuestras vidas, son poca ofrenda para tan magna mine causa.
-Castiguemos con firmeza al tirano, y liberémonos de este cruel anonimato, que los opresores nos impusieron.
El Tahuantinsuyo vivirá por siempre, pues nosotros somos un abierto desafío a cualquier omisión. La victoria…
hoy sellará con lágrimas, lo que la historia ha esperado, por siempre…-casi gritando dijo- por el dios sol y el
Tahuantinsuyo… ¡siempre arriba! ¡…y por siempre libres! –Terminó exclamando-
Enseguida llamó a su lado a los cinco comandantes
Luego de darles las últimas indicaciones, les ordenó que abrieran… ¡por fin… la entrada del túnel secreto!… Por
fin sería abierta a la luz, a la justicia, y a la libertad.
Rodeado de los cinco comandantes de su ejército, llamó a su lado al chasqui. Esté sería el guía, pues era el único
que conocía el camino… después llamó a su hijo Pacctallantay para que caminase junto a él. Todos formaron
frontalmente, enfilando la gran caravana, una vez que todo quedó listo… el inca ordenó por fin la salida del
campamento…
Ollancarchy caminaba augusto y marcial junto al chasqui y su hijo el heredero. Seguidos por todo el ejército
inca, atravesando el túnel secreto. Muchos siglos de espera, silencio, omisión, e injusticia, aquel día quedaron
atrás. Atrás quedaba el olvido, el anonimato, y el destierro…
Al abrirse la salida del túnel secreto, después que el chasqui moviera el enorme tronco, el inca maravillado,
contempló el hermoso paisaje andino, que se ofrecía a sus ojos.
Por su mente, pasaron imaginarios recuerdos de la grandeza de sus antepasados, la inmensidad de sus territorios,
la soberanía y soberbia de sus gobernantes, y su inmenso legado de patriotismo
Pero… que diferente, era ahora el tiempo… muy diferente. Lo sabía, por eso… ordenó al guía, llevarlo
directamente, hasta su primer objetivo.
Así… la gran comitiva guerrera, comenzó en forma silenciosa y prudente, a subir el empinado cerro. Ya habían
caminado, más de la mitad del camino, cuando un pequeño grupo de hombres que bajaban a Catache, los
alcanzaron a ver.
Rápidamente, extenuados y nerviosos, los hombres regresaron presurosos a la hacienda, para dar aviso a los
guardianes creándose entonces la alerta total. Todos los hombres, corrieron rápido a empuñar sus armas,
cerrando inmediatamente las entradas de la hacienda.
El guía… al darse cuenta que ya habían sido descubiertos, sugirió al inca empezar con rapidez el ataque.
Ollancarchy analizó todo con su hijo, y un grupo de bravos guerreros, desde un altillo que permitía ver de lejos la
hacienda. Entonces, dio la orden a sus comandantes, para que comiencen la conquista.
Cada comandante del ejército inca, lideraba por separado a un numeroso grupo de guerreros pues la hacienda
sería atacada por sus cuatro lados. Los bravos del imperio, parecían poseídos por el espíritu guerrero de Huayna
Cápac, el estratega, que más conquistas, hizo en el Tahuantinsuyo, y en cuyo gobierno, el imperio alcanzó su
mayor extensión.
Los guardianes comenzaron a disparar las armas de fuego, pero gracias a las corazas, los guerreros estuvieron
protegidos, aunque unos, fueron heridos, por los proyectiles.
La hacienda se encontraba ya cercada… muchos guerreros trataban de escalar los muros, lanzando sus
puntiagudas lanzas, y otros, hacían blanco con sus huaracas.
Mientras tanto… el portón de la entrada, estaba siendo forzado por el grupo frontal. Su comandante con férreos
gritos, ordenaba que lo derribasen.
Un grupo de treinta hombres cargaron un pesado y enorme tronco, y luego de muchas embestidas, lograron
derribar la gran puerta. Ya abierta la entrada, y sin dejar de lanzar gritos de guerra, los combatientes, entraron en
la hacienda… la batalla frontal, cuerpo a cuerpo se desataría cruenta y despiadada.
Dotados de un robusto, y corpulento físico, donde sus fuertes brazos, se convertían en tenazas, para la guerra, los
guerreros de Ollancarchy, tenían la gran ventaja para ganar la lucha. Muchos cuerpos rodaban por el suelo,
mientras el olor a pólvora, emanado por las armas de fuego, impregnaba el lugar, con su olor a guerra…
Habían transcurrido cerca de dos horas, cuando el inca, que arengaba la escena a lo lejos, dio orden a los
numerosos guerreros, de elite, para que junto a él, entraran a la hacienda a dar la estocada final.
Así fue… pues cuando Ollancarchy entró victorioso al campo de batalla, ya sus combatientes, casi dominaban el
terreno. Aún quedaban algunos guardianes que escondidos en los altos torreones de vigilancia, y entre los
rincones, disparaban sus armas, sobre los conquistadores.

Uno de los jefes del ejército inca, ordenó entonces utilizar unas grandes escaleras que había allí, para que sus
hombres trepen a los torreones, y tomen prisioneros a los rebeldes. Muchos combatientes fueron heridos, en su
afán de trepar los torreones. Mientras los gritos de guerra, daban un aire de gallardía, al escenario bélico.
El grupo de elite, comandado por Ollancarchy, castigaba con rudeza, al enemigo, imponiendo su autoridad, así,
el inca reinante, combatía imponente, representando en cada golpe, al ayer, y a la justicia. Cuando al final
vencieron, tomaron prisioneros a los resistentes de la lucha… Ollancarchy y sus indómitos guerreros, habían
sellado su primera gran victoria.
Todos los hombres, fueron tomados prisioneros. Fue en ese momento, que ingresó el grupo de mujeres, que
acompañaba a los combatientes. Venían a curar, a los que habían resultado heridos, después de la batalla.
Como resultado de la brega, quedó un triste saldo de diez guerreros muertos, y cinco guardianes de la hacienda
corrieron la misma suerte. Sin embargo había muchos heridos, que serían atendidos de inmediato por las mujeres.
Victorioso el inca, comenzó junto con el heredero, a recorrer todo Cascaden, sentía una gran alegría interior, pues
sabía que sus antepasados estarían orgullosos de su hazaña. Luego de recorrer todo el lugar, se dirigió a una
planicie, que parecía el lugar, desde donde el dueño de la hacienda se dirigía a sus hombres.
Una vez allí, ordenó que un gran salón que estaba al frente, sea utilizado para llevar a los heridos, y que sean
inmediatamente atendidos.
En otro salón desocupado, ordenó que guarden a los prisioneros, que luego recojan todo, porque después de eso,
quería a todo el ejército reunido. Por que desde ese mismo lugar estaría dirigiéndose a ellos. Ya al atardecer,
después de muchas horas de ajetreos, la hacienda quedó nuevamente limpia y ordenada.
El inca guerrero, siempre con el sunturpauccar en la mano, de manera muy autoritaria, felicitó a sus
combatientes…
-Gracias a los grandes esfuerzos, por ustedes realizados, estamos saboreando la victoria de este momento. Se que
el espíritu guerrero, de Huayna Cápac, estuvo y estará presente con ustedes, en todas las hazañas que aún,
tenemos que cumplir.
-La victoria no es solo mía, también es vuestra. El sol y el Tahuantinsuyo, están complacidos por su esfuerzo y
por vuestra entrega –los guerreros escuchaban al inca, mientras en cada uno corría una sensación de
estremecimiento y sacudimiento– los felicito, por la victoria de ahora, y también se que los estaré felicitando, por
las victorias del mañana. Aquí mismo les digo, que hoy, me pondré de acuerdo con los jefes de mi ejercito, para
ultimar detalles de la siguiente batalla que será en dos días.
-Ahora, quiero que todos vayan a descansar, y una vez más les hago llegar mis felicitaciones…-terminó
ordenando-
.Los guerreros después de hacer su acostumbrada reverencia se retiraron ordenadamente a descansar.
Llamó entonces a sus cinco comandantes, para autoritariamente Decirles…
-Para ustedes, las felicitaciones son personales… ha sido una gran victoria… estoy orgulloso de ustedes.
-gracias señor- dijo uno de ellos – pero la victoria es suya. Nosotros estamos aquí para obedecerle…
-Así es – dijo complacido – y es por eso, que quiero de una vez, ultimar con ustedes, los detalles de las dos
batallas siguientes, que realizaremos en dos días. Escuchen bien…atacaremos Marampampa sin compasión, con
ellos también utilizaremos la misma estrategia de guerra, que nos dio la victoria aquí, y los derrotaremos. Como
ese campamento es más pequeño, no tendremos mayor resistencia para conquistarlo… ¡también lo someteremos
al imperio! después de eso, a los dos días, conquistaremos el campamento de la derecha… Marampampilla
Este campamento, es más pequeño, utilizaremos la misma estrategia, y una vez más la victoria será nuestra.
-Ahora, escuchen bien, una vez sometido al imperio este último campamento, allá nos reuniremos,
descansaremos, nos reforzaremos, y también nos reorganizaremos.
-Ahora bien… ¿porqué quiero que todos nos reunamos en marampampilla?… es muy simple, pues allá comienza
el camino, por donde emigraron nuestros padres, cuando viajaron desde Cajamarca, hasta el campamento
Pachacutec. Yo he visto este camino y otras cosas más, en unos trazos secretos a los que solo yo tengo acceso.
Entonces por allí llegaremos a ese lugar.
Ahora, después de esos ocho días, cuando ya tengamos nuestro ejercito reforzado, y reorganizado marcharemos
sin perder tiempo, hacía Cajamarca, ese es el lugar, para que ustedes sepan, donde fue apresado, y asesinado
nuestro padre Atahualpa. Es allí donde estos imbéciles… –dijo señalando a los prisioneros- se llevaron un cuarto
lleno de oro, y dos de plata –al decir esto frunció el ceño con evidente enojo- Nosotros recuperaremos todo eso
porque pertenece al imperio. Expulsaremos de una vez, a esos miserables, y recuperaremos Cajamarca.
-Una vez que recuperemos Cajamarca… mi ejército se convertirá, en un frente invencible. De allí iremos
directamente a conquistar el Cuzco, la capital del gran imperio, y cuna del Tahuantinsuyo. Y una vez recuperado
el Cuzco, habremos levantado de sus cenizas, al imperio del sol.-
Al terminar enérgico de decir esto, miró fijamente al horizonte… y ofreciendo en alto su cetro…agradeció por
adelantado las futuras victorias al sol…
-Entonces señores… todo se hará como les he dicho…-
Luego de dar esta orden, se retiró en compañía de cinco de sus coyas más hermosas, a un aposento arreglado
especialmente para él.

______________________________

Al día siguiente… Pacctallantay el príncipe heredero del zozobrante imperio, y su amigo el chasqui…
caminaban por toda la hacienda
Cada rincón le recordaba a Estrellita. Se acordaba mucho de ella… Como olvidar que fue en ese lugar, donde por
primera vez escuchó su voz. Fue en ese lugar, donde quedó prendado de ella…allí fue donde había perdido el
corazón.
El hubiera querido, que las conquistas hubiesen ya terminado, para ir en busca de ella. Los dos amigos estaban
conversando sobre ella, cuando a lo lejos escucharon el fuerte llamado del soberano.
Muy curioso, y a la vez inquieto, el inca miraba la manada de caballos, que estaban amarrados en un corralón, al
fondo de la hacienda.
-Yo se montar esos animales –le dijo Pacctallantay respondiendo a su curiosidad- Éste lo miró con extrañeza, y
también con intriga…
-No se extrañe padre, pero es que yo puedo montar uno de esos caballos-
Al decir esto, el heredero corrió hasta el corralón, para sacar uno de los corceles. Lo buscó y lo buscó, hasta
encontrarlo, ¡si!… allí estaba, era el caballo pinto, aquel que tantas veces había cabalgado, junto a Estrellita. El
corcel al sentir su ya conocida presencia, exhibió su hermosura parándose en dos patas, y luego se acercó
dócilmente al joven.
Pactallantay lo acarició un poco, y luego con destreza, montó en el noble animal. Después fustigo suavemente al
corcel, y este haciendo alarde de su velocidad, emprendió veloz carrera, en derredor de la hacienda.
Después de hacer unas maniobras, que causaron la admiración de los presentes… el joven fue a parar, justamente
al lado del soberano.
-Ya ve padre como es fácil… vamos hágalo usted-
El inca, dueño de un recio carácter, acostumbrado a los retos, aceptó inmediatamente la invitación. Después de
dos intentos subió al caballo, que se mantenía quieto por orden de Pacctallantay.
Sólo tardó media hora para familiarizarse con el animal, después de ese tiempo, ya era un diestro jinete.
Entonces, se dio cuenta, de lo útil que le serían estos animales, en las siguientes batallas.
Todos los caballos fueron esbozados y sacados del corral, y al atardecer, la mayoría de los guerreros ya habían
aprendido a cabalgar, y el resto lo haría el siguiente día.
Ollancarchy volvió a montar el caballo pinto. Le gustaba ese corcel, y ya lo había elegido para él. Cabalgó un
buen rato, luego ordenó que lo lleven a su corral… luego de dos horas, acompañado por sus coyas se retiró a
descansar.
Al día siguiente… mientras el resto de los guerreros practicaba el dominio de los caballos, Pacctallantay salió en
el caballo pinto, fuera de la hacienda. Quería recorrer junto al corcel, los lugares que antes había visitado con su
amada. Tenía la sensación que ella iba junto a él, entonces una mezcla de melancolía y ensueño, inquietaron su
alma. Galopó recordando, y añorando, hasta que caída la tarde, decidió regresar a la hacienda, pues al amanecer,
muy temprano, sería la siguiente batalla.

Así fue…pues aun era temprano, recién llegaba el alba… y el ejército de Ollancarchy, ya se encontraba listo para
la siguiente ofensiva. Montados en los caballos, sólo esperaban la orden de partida. Al salir de la hacienda, como
siempre, el inca iba al frente de sus guerreros. Acompañado del grupo de elite, y de los cinco comandantes,
cabalgaba en el caballo pinto, mientras que a su lado Pacctallantay, muy orgulloso avanzaba sobre un potro
rojizo.
Sin embargo, había algo notorio, que al príncipe heredero lo mantenía inquieto. El sabía que si quería cambiar las
circunstancias, tenía que buscar su propio destino. Eso ya lo había pensado… y mucho. Sentía desazón, porque al
realizar este acto, quedaría lejos de su padre, y de los hijos de imperio… pero tenía que hacerlo y ¡ya! No había
tiempo para dudas, ni lugar para ellas, pues, quizás en otro momento, su padre no lo hubiera permitido. Por todo
eso, y ya muy decidido, inventó aquella excusa… esperando entre dudas, la reacción de su padre.
-Padre…-le dijo, y su mirada era una interrogación- parece que mi caballo se ha malogrado una pata, pues siento
que esta cojeando un poco. Dame tu permiso para ir a Cascadén a cambiar de animal, así aprovecharé, para dar
orden de inmovilidad a los guardianes de la hacienda, pues puede haber algún contra-ataque sorpresivo, mientras
nosotros estamos lejos.-
El inca frenó de golpe su caballo, y fijó la mirada adusta en el rostro intrigado de su hijo. Lo miró unos segundos
eternos… y analizó silencioso la situación, después le dio un palmo en el hombro, y le hizo una señal para que se
vaya.
-Gracias padre… los alcanzaré en el lugar de la batalla –aseveró el joven, mientras le daba vuelta al potro,
buscando el camino hacía la hacienda.
Sabía que esa era su única oportunidad, para hacer lo que debía, iría por fin… a buscar a su amada, y averiguaría
en forma frontal, la verdad de la historia incaica.
Mientras tanto… Ollancarchy y sus combatientes, avanzaban rápido, montados en los caballos. A mitad de
camino, el chasqui-espía, le dijo que en media hora llegarían a Marampampa. Buscando siempre el factor
sorpresa, apresuraron la llegada a la hacienda.
Esta, fue atacada de igual forma que la otra, y antes de las cuatro horas, entraron victoriosos a la hacienda.
¡Había ganado la batalla una vez más!
Una vez que Marampampa fue sometida al imperio, Ollancarchy reconoció el terreno. Luego de felicitar a sus
guerreros, ordenó que todo se limpie y ordene todo, pues en dos días, tendrían que marchar a su tercer objetivo,
la pequeña…Marampampílla.
Pasaron los dos días… y nuevamente el ejército inca, se encontraba listo para salir en pos de su nueva conquista.
Ya diestros en el manejo de los caballos, y las armas, llegaron en dos horas, a la pequeña hacienda.
Atacados por sorpresa… los guardianes de la pequeña hacienda, no pusieron mayor resistencia al numeroso
ejército. El inca reinante… una vez más, entró victorioso a la hacienda.
Con majestuosidad y gallardía, paseó su linaje por el nuevo territorio, agradeciendo al sol, y al espíritu guerrero
de huayna-Cápac, por las primeras victorias.
Mas, al saber que aún le faltaba pasar las pruebas más dificiles, en la conquista de Cajamarca, y del Cuzco, lo
llenaban de valor y coraje.
Al siguiente día, tal como lo había dicho, ordenó a los tres jefes de su ejército, que vayan a las otras haciendas
por los demás guerreros. Quería reunir a todos sus combatientes, en Marampampílla, pues allí quería ver a su
ejército, en todo su poder y esplendor.
Así fue… y durante los seis días siguientes, se abasteció de lo necesario. Hizo curar a los heridos, y como nunca,
el ejército inca, estaba en el mejor de sus apogeos.
Ollancarchy un poco más calmado, estudiaba en esos momentos, los trazos que tenía a la mano. Después de
escudriñar, aquel improvisado mapa, se dio cuenta, que si atravesaba por la parte trasera de la cordillera, pasando
por Marampampílla, hacía las praderas traseras, entonces encontraría un camino, por los cerros, que los llevaría
directo a Cajamarca. Aquello era lo único que le faltaba precisar, y así lo hizo.

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Aquel día, fue el señalado… y el inca, ya estaba montado sobre su brioso y pinto caballo. Lucía sobrio e
impenetrable.
Sabía que la gran prueba, iba a empezar, que la verdadera brega recién comenzaría.
En ese día tan esperado, Ollancarchy lucía muy sobrio, e imponente. En su cabeza llevaba puesta con gran
orgullo, la mascapaycha, que con sus cuatro cordones, o llautos, eran la representación de la inmensidad, del
Tahuantinsuyo.
Un bello manto color rojizo, labrado en oro y plata, donde resaltaba un gran dibujo, en honor al sol…
cubría sus espaldas. En las muñecas, tenía puestas unas hermosas abrazaderas de oro macizo, y en sus manos, el
sunturpauccar… símbolo de su alta nobleza, de su dignidad divina, y de su poder real. El sol reluciente, parecía
saludar complacido, al imponente soberano.
El ejército inca en pleno, ya se encontraba en perfecta formación listo para partir.
Entonces el monarca, siempre acompañado del grupo de élite, y de sus cinco comandantes, ordenó a su montado
ejército la partida.
Entonces… cual Miriam ideé de la cordillera andina, el ejercito imperial comenzó a vivir su gran odisea.
= El reto del Tahuantinsuyo=
Imperturbable… el ejército incaico avanzaba por la cordillera, así después de cabalgar durante siete días, y seis
noches, guiados sobre todo, por el instinto agudo del inca… el ejercito, pudo ver a lo lejos por fin, a la andina
ciudad de Cajamarca.
Entonces, el soberano ordenó, que se detuviera la marcha.
En ese lugar, a tres kilómetros, tendrían a la vista su objetivo. El inca desde allí podría observar, casi todo el
movimiento de la ciudad. Sin embargo, no imaginó, que su cuarto objetivo, fuera tan grande.
-Es grande… pero ahora mi ejército está preparado. Además esto nos pertenece… ¡nunca dejaré todo en manos
extrañas!… la victoria será otra vez nuestra-.
Entonces quiso descansar dos días, antes de empezar su gran hazaña Así lo hicieron… sin embargo los guerreros,
se encontraban impacientes y ansiosos, por empezar la brega.
Fue por eso… que en el día señalado, antes que llegue el alba, que el ejército incaico, ya se encontraba listo para
el combate. El inca reinante, imponentemente vestido, montado sobre su pinto corcel, se dirigió entonces a sus
bravos guerreros. Con toda la energía que le daba la realeza de su poder en tono iracundo, y con voz alta casi
gritando antes de empezar la embestida… Ollancarchy… dijo éstas últimas palabras.
-Guerreros… si con la sangre nuestra, tenemos que regar esta amada tierra que nos pertenece, la cual nos han
arrebatado… ¡así lo haremos!
-Aquí nuestros antepasados, no sólo regaron su sangre, sino también su sudor, pobreza, y también sus
lágrimas…¡¡no nos importa morir!! La hora de levantar la dignidad de nuestra raza… ¡ha llegado!
-Libremos de una vez a nuestro imperio, del yugo opresor, y cantemos juntos mañana, el himno de la victoria…
llenos de esplendor, de estremecimiento y de orgullo… Que los apus nos protejan-

Fue entonces, que jalando las riendas de su corcel, giró para ponerse al frente de su objetivo.
Los briosos corceles relinchaban intranquilos, y en los pintados rostros de los guerreros, se reflejaba la huella de
una larga espera, en anhelos de justicia, de Igualdad. y de libertad. De una libertad oprimida durante muchos
siglos.
Radiante el sol… parecía muy complacido, al mirar tan singular acontecimiento. Parecía ayudar con su luz y su
calor. Fue entonces que Ollancarchy… ya al frente de su ejército, saludó en lejanías a la pachamama (tierra)
Luego fustigando con fuerza su corcel… seguido por su indómito ejército… al emprender la galopante carrera…
el inca reinante, gritó, enérgico… con enorme fuerza…

¡¡¡¡ Guerreros….al ataaaqquueeeeeeeee!!!!

———–__________———–
Y así nadando entre las cordilleras el grito imponente del inca reinante, pareció detener el tiempo
o tal vez las punas andinas quisieron mirarlo perpetuo, e indómito…mientras las heladas lagunas serranas se
estremecian…como aliadas de aquel inolvidable e imperecedero momento.

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Tercer Capitulo
Pacctallantay (lazos en el pantano)
Guerrero de … amor y paz.

Pero… por otro lado… ¿qué había pasado con Pacctallantay durante este tiempo… después de haberse alejado de
su padre?…
Sucedió… que después de llegar a la conquistada Cascadén… tan rápido como pudo, el heredero de
Ollancarchy… preparó sus cosas para el viaje.
Estaba dispuesto a llegar a Lima, en busca de Estrellita, por eso, escogió entre los prisioneros, al hombre que le
pareció el más indicado, para que lo ayude en su propósito.
Después de interrogarlo, aquel prisionero le dijo que conocía muy bien la capital, que si lo sacaba de su prisión,
le sería fiel, lo ayudaría y le estaría por siempre agradecido.
Fue por eso, después de ordenarle que se prepare, pues viajarían juntos, que cogió sus pertenencias, y le volvió a
ordenar.
-Date prisa… ¡vamos!…muevete ya… tenemos que darnos prisa, antes que mi padre vuelva, o se entere de lo
que voy a hacer.-
El prisionero casi corriendo acató la orden. Agarró su mochila, que la escondía, cerca de la celda, e
inmediatamente sacó del corralón, dos caballos, para con celeridad; llegar al lado de Pacctallantay.
-Suba en este caballo –le dijo con respeto- que yo iré en el otro. Tenemos que darnos prisa en bajar, y llegar
rápido a la carretera, pues es casi seguro que en dos horas, estará pasando, el carro que va para Chiclayo. Allá
será nuestro primer destino-
-¡Si… démonos prisa!-
Iban a salir… de pronto el heredero le dijo…
-¡Espera…! …
Bajó rápido del caballo, y a la carrera entró a un cuarto. Luego de un momento, salió con una mochila. Allí traía
algunos objetos labrados en oro, con los cuales pagaría los gastos de aquel viaje. Después de eso, los dos jinetes
salieron raudos por el portón de la hacienda, rumbo a su primer destino.
Durante el primer trayecto, en la bajada hacía la carretera… casi no cruzaron palabra. A mitad de camino, sólo se
detuvieron para dar de beber agua a los caballos.
Pacctallantay que iba detrás del otro, de cuando en cuando, lo miraba con desconfianza. Sin embargo, sabía que
no tenía más opción, que confiar en su guía. En ese momento, y de verdad, no sabía cual de los dos era prisionero
del otro. Sin embargo, más allá, algo se le ocurriría, para tener totalmente dominado, a su improvisado
compañero.
-Démonos algo de prisa –aclaró el prisionero- sólo tenemos una hora, par alcanzar el carro-
Seguían bajando… y el viaje se hacía cada vez más difícil, debido al rocoso y zigzagueante camino, qué muchas
veces hacía resbalar a los caballos. Este era un camino de herradura, en pésimo estado, y estrecho.
Por un lado estaba el alto borde de los rocosos cerros, y por el otro, los profundos abismos, tan propios de la
cordillera de los andes.
Venían bajando con cuidado… pero a la altura del puente =Mitka= donde el heredero sabía que se encontraba la
entrada del túnel secreto… por mirar hacía el abismo, descuidó por un momento las riendas de su caballo.
El inquieto animal, repentinamente se asustó, y al hacer un incontrolado movimiento, resbaló, perdió el
equilibrio, haciendo caer al joven.
Al caer bruscamente por el estrecho puente, su cuerpo pareció escabullirse entre los macizos fierros de
protección, y tan sólo su destreza lo salvo de caer al abismo. En un instante, llevado por su felino instinto, pudo
agarrarse de las barandas del puente, quedando colgado, y en grave peligro.
Pacctallantay, sabía que en esos momentos su vida dependía de su prisionero. Qué si aquel hombre, aun
desconocido lo quería, podía causar su muerte.
Aun colgado, del puente, miró hacía abajo, comprobando la profundidad del vació. Abajo se escuchaba el furioso
rugir de las aguas, que al juntarse justamente allí, parecían librar un brutal combate. Arriba estaba la única
persona que en ese momento podía salvarle la vida… ¡su prisionero!
La sombra de la duda, si se apoderó del prisionero mas, en los siguientes segundos, decidió hacer lo correcto.
Sacó una larga soga de la montura de su caballo, le hizo una especie de lazo, y la arrojó para que el heredero, se
agarre de ella.
Pacctallantay luego de unos intentos, tratando de no bambolear, para no caer al abismo… pudo coger la soga, y
atársela a la cintura.
El prisionero, ató la cuerda en una de las barandas, para darle mayor seguridad, y luego de jalar, con mucho
esfuerzo… logró sacarlo del abismo.
Una vez fuera de peligro, miró con asombro y agradecimiento a su salvador. Sabía que si él hubiera querido, lo
hubiera dejado caer, y luego hubiera huido, libre muy lejos. Sin embargo…no lo había hecho. Entonces… ¡podía
confiar en él!
-Tengo una gran deuda contigo, y ten por seguro que te la pagaré-
-Bueno hombre… está bien, no es nada. Yo creo que tú hubieras hecho lo mismo. Mejor apresurémonos… o no
alcanzaremos el carro-
Los viajeros volvieron a subir a sus monturas, dispuestos a recuperar el tiempo perdido.
-Este es un gran hombre –se decía Pacctallantay mientras lo miraba bajar delante de él, el estrecho y rocoso
camino-
Fue al llegar cerca de un cerro que terminaba en punta, donde el prisionero, divisó a lo lejos una solitaria casita.
Entonces dijo.
-Estamos llegando… ¡mira! al pie de esa casita está la carretera ¡apurémonos!
Como el camino ya era mas amplio, los jinetes apuraron los caballos, y en pocos minutos llegaron a la casita. Al
apear, se dieron cuenta que la casita se encontraba sola. Seguro sus habitantes habían salido.
-Dejemos los caballos amarrados en este árbol –dijo el prisionero- cuando regresen los dueños de la casita,
seguro los atenderán. Nosotros tenemos que caminar, quinientos metros todavía, para llegar a la carretera-
-¡Si…si!..Apurémonos–
Después de amarrar los animales, tomaron con celeridad sus pertenencias, apurando su llegada a la carretera.
Al llegar a la amplia carretera, Pacctallantay trató de seguirla con la vista, y se le perdió a la distancia, pues era
demasiado prolongada.
-Sentémonos, pues hay que esperar. No demora en pasar el carro que te dije –acotó mientras notaba asombrado a
pacctallantay, por lo que comenzaba a conocer.-
Los amigos… se sentaron al borde de la carretera, bajo el fuerte sol. Pacctallantay iba a reiniciar la conversación,
y preguntar sobre sus dudas, cuando de pronto, el prisionero se puso de pie. Afinando sus oídos, pudo escuchar a
lo lejos, el ruido de un vehículo que se acercaba.
-Ya viene… es el carro. Tal vez tú nunca hayas visto uno… pero no te vayas a asustar. Sígueme tranquilo que yo
me encargaré de todo.-
De pie, los dos amigos, miraban hacía la curva, por donde tenía que aparecer el carro, mientras en la parte lateral
de la carretera, el gran río Cascash… seguía su no retornable viaje acústico hacía la parte alta de la cordillera de
los andes.
El ruido, era cada vez más fuerte, y Pacctallantay estaba inquieto, pues no sabía cual era la forma de un
vehículo…
-¿Acaso será como un pájaro? –Se preguntaba- ¡pronto lo sabré!-
El pequeño ómnibus hizo su aparición por la estrecha curva, y Pacctallantay al verlo quiso correr, pero fue
detenido, por el brazo férreo de su compañero.
-Ya te lo dije… sígueme con tranquilidad, que yo me encargó de todo .-dijo al hacer una señal con el brazo, para
que el carro se detuviera.
El carro llevaba casi la mitad de pasajeros, así que los amigos se sentaron en el medio. El prisionero lo acomodó,
cerca a la ventana, para que así pueda conocer, lo que ofrecía el camino, pues aun faltaban ocho horas para llegar
a Chiclayo.
Pacctallantay, al observar a través de la ventana, los bellos paisajes andinos… hubiera querido absorberlos. Se
sentía parte de ellos, se sentía muy identificado con todo aquello, que hasta sintió al mirar el vuelo de un cóndor,
que surcaba los cielos, que ambos eran dueños de esos inmensos parajes. Que aquello era el legado de sus
antepasados.
Iba tan absorto en sus pensamientos, que su amigo tuvo que palmotearle el hombro por tercera vez, para que le
prestara atención.
-Ya hemos recorrido más de la mitad del camino, y hasta ahora no me has dicho nada –dijo sonriendo el
prisionero.-
-Ah!… ¡si!… es verdad… lo que pasa… tú sabes que es la primera vez que veo todo esto, y no quisiera perderme
ni un detalle.
Pero dime amigo… ¿cuál es tu nombre?… vamos a pasar mucho tiempo juntos, y bueno… creo que será mejor
saberlo.-
-Si claro… bueno mi nombre es Ángel. Y ahora no sé si todavía me consideras tu prisionero, o tu amigo.-.
-¡Mmmhhh!…bueno -respondió bromeando– mi prisionero amigo… no, no…mentira. Solamente eres mi
amigo… un gran amigo.
-¡Gracias por salvarme la vida en el puente! ¿Sabes…? Hasta hoy estoy sorprendido. Pudiste dejarme morir en
ese abismo, y ahora igualmente serias libre, sin embargo, has demostrado ser un buen hombre.
-Ten por seguro –aseveró- que yo sabré recompensar, lo que hasta ahora has hecho por mí. Te pagaré con
bastante oro y plata, pues como heredero al trono de mi padre, toda esa riqueza estará en mis manos. ¡No te
olvidaré!-
-Gggracias…-respondió titubeando Ángel- ten la seguridad que tu causa va a ser la mía. Te guiaré fielmente
donde vayas, y te ayudaré en lo que pueda. -Pareció que al escuchar de la recompensa, el sentido de lealtad,
hubiera aumentado, hacía su compañero.
-Mira vamos a hacer lo siguiente…como yo tengo aquí un dinerito guardado, con el pagaré los pasajes que aquí
nos van a cobrar. Una vez en Chiclayo, recién venderemos, algún objeto de oro, de los que traes, para seguir
viajando. Yo se donde podemos negociarlos.
-Lo que pasa… te cuento, es que en este nuevo mundo que vas a conocer, todo se paga con dinero. Con esto…
¿ves? –Le dijo mientras le enseñaba un billete y algunas monedas.- ¿te das cuenta…cierto?-
-Si amigo… entonces haremos las cosas como digas. Además… quiera o no, ahora estoy en tus manos. Ahora yo
soy tu prisionero… ja-ja-ja-ja– -rió abiertamente.-
Los dos amigos rieron juntos, parecía que se conocían hace mucho tiempo. Aquella sería una amistad
verdadera… realmente verdadera.
Durante las horas que restaban para que el ómnibus llegue a Chiclayo, Pacctallantay quiso contarle toda su vida a
su buen amigo. Le contó con detalles, todo acerca del campamento Pachacutec. La forma como habían llegado
sus antepasados, como habían sobrevivido durante siglos en el clandestinaje, También como conoció a Estrellita,
y sus sueños de amor con ella.
Lo único que no le dijo, fue de las batallas que en ese momento estaba librando su padre, para recuperar el
imperio.
-Ella es el gran amor de mi vida… ¿sabes?… en mi campamento hay mujeres lindas, hermosas, y con tan sólo
llamarlas vendrían a mi lado. Pero…no se porqué… yo amó a Estrellita. A pesar que tengo un gran obstáculo –
calló un momento antes de seguir- en las costumbres de mi raza, el inca Pachacutec dejó una ley real, que
prohíbe al heredero al trono, unirse a otras mujeres que no sea de su raza. O sea que en mi caso, me está
prohibido buscar el amor de Estrellita. Pero… ¿sabes qué, amigo?… no pienso renunciar a ella, por nada… la
amó tanto, que no podría vivir sin ella-
Al decir esto, los ojos del joven se llenaron de inmensa ternura. De pronto… la conversación fue interrumpida,
cuando el chofer del ómnibus grito…
-Señores… ¡hemos llegado a la ciudad de Chiclayo! En unos minutos estaremos llegando al terminal. Tengan
cuidado con sus pertenencias, y gracias por viajar con nosotros-
-Ya llegamos –le dijo Ángel- no olvides conservar la calma. No debes alarmarte por nada, pues estas ciudades
grandes son así… están llenas de gente, de carros, de casas, de muchas cosas más, que con seguridad no has
visto. Sígueme con tranquilidad, y no te olvides… que yo me encargo de todo-
Al llegar al estacionamiento, los dos amigos bajaron despacio, luego recogieron sus cosas, y salieron del
terminal.
Ya afuera, Ángel resueltamente tomó los servicios de un taxi, para dirigirse al negocio de un amigo, que se
dedicaba a la compra-venta de joyas de alta calidad
-¡Ismael!…-lo saludó eufórico al verlo ¿Cómo estas?-
-Ángel… muchacho, al tiempo que te veo… ¿Cómo andas?-
-Muy bien gracias ¡ah!… mira… te presento a un buen amigo-
-Mucho gusto –algo confundido, Pacctallantay le dio la mano.-
-Bueno Ismael… tú sabes que cuando vengo a visitarte, es por algo, sin embargo hoy traigo algo que va a
gustarte mucho… ¡mira esto! –Le dijo, a la vez que le enseñaba, un pequeño adorno inca, que con anterioridad
había separado-
-Mmmhhh… esto oro puro, y del bueno. Déjame examinarlo-
Después de ciertas pruebas que le hizo a la joya, exclamó maravillado…
-Pero si esto es oro puro. Es una joya muy exquisita y autentica-
-Bien… entonces, dame un buen precio-
-Mira… yo sé lo que vale esto –dijo el otro- no quiero robarte. Te voy a pagar mmmhhh déjame ver… tres mil
soles… y no me digas nada antes que me arrepienta-
-Está bien… está bien… ¡caramba! pero date prisa, porque tengo que continuar un largo viaje. Ve rápido y trae el
dinero-
Ismael abrió la caja pagadora, y les entregó el dinero, a los improvisados vendedores.
Después de recibir el dinero, se despidieron del amigo, no sin antes prometerle un pronto regreso.
-Entonces… ¡mira! ya tenemos el dinero, vamos de una vez a la agencia. Allí tomaremos el bus, que nos llevará
a Lima-
-Sí… como digas… vamos-
Los amigos abordaron un taxi, hacía la agencia. Al llegar compraron pasajes para las ocho p.m., luego se
acomodaron, esperando la hora de salida
Media hora después… los pasajeros fueron llamados para abordar el bus. Subieron al vehículo, y al ocupar sus
respectivos asientos, acomodaron sus mochilas, listos para emprender el viaje.
Durante el trayecto… aun Pacctallantay no salía de su asombro. Nunca había visto una ciudad tan grande, y
aquel movimiento que había visto en Chiclayo, lo había perturbado.
Justamente iba pensando en eso, cuando la voz de Ángel lo interrumpió.
-¿Qué pasa… amigo, porqué estás tan pensativo?… ¡cuéntame!–
-Es que mientras más conozco este mundo exterior, más y más me asombro. Sabes bien que yo nunca había visto
nada de esto-
- Claro… y sabes que yo te entiendo. Pero no hay de que preocuparse, pues todo es normal. Lo que pasa es que
con el progreso alcanzado en muchos siglos, la humanidad ha realizado grandes logros.
-Cuando lleguemos a Lima, ya conocerás muchas cosas más. Por ejemplo… la radio, la televisión, la prensa, el
Internet, los aviones, los trenes, el teléfono….en fin muchas cosas más.
-¿Sabes?… más bien, lo que tenemos que hacer, es idear la forma de encontrar a Estrellita. Porqué como te darás
cuenta, seguro tendremos algunos impedimentos.
Con cierta ansiedad, el príncipe heredero buscó entre sus pertenencias, una fotografía de la chica. La guardaba
desde aquella vez, que la encontró, subiendo a Cascadén.
Al encontrarla… la tomó con suavidad, y sus ojos se llenaron de un sublime brillo, con tan sólo mirarla.
-Mmmhhh… vamos a ver… ¡muéstramela! por cierto amigo, que la señorita. Estrellita es muy linda. ¿Sabes?…
lo que sí me preocupa, es que algún familiar se oponga a nuestra visita, impidiendo que veamos a tu amada.
Por eso debemos ser cautelosos. Te digo una cosa…estas familias adineradas,… a veces son muy complicadas.-
terminó de comentar Ángel-
Después de eso… pareció sumirse en un mundo de meditaciones, quedándose callado y sereno.
Al verlo así, tan absorto, Pacctallantay no quiso interrumpirlo, y con la mirada recorrió el interior del bus.
-¡Si mi padre viera todo esto!…- se dijo a si mismo- estaría tan asombrado como yo.
-Mmmhhh… pero claro, como no lo había pensado. Con aquel progreso que me contó Ángel –pensó mientras se
movía nervioso en su asiento- estos hombres habrán fabricado armas muy poderosas. Me preocupa el ejército de
mi padre…pero, no, ¡No lo creo! parece que estoy… preocupado en vano.
El príncipe heredero del imperio en zozobra, tuvo mil imaginaciones, antes de quedarse dormido en su asiento.
Para él, lo más agotador del viaje, era estar sentado tantas horas en el mismo lugar. Acostumbrado a moverse con
impetuosidad por las andinas cordilleras… en esos momentos, se sentía prisionero de aquel viaje.
Ya comenzaba a amanecer… cuando Ángel se paró de su asiento, despertando con su movimiento, al futuro inca.
-¡Aaahhhhh!…-exclamó mientras estiraba los brazos hacía arriba- ahora si creo… que nos estamos acercando a
Lima. Nos faltarán unas cuatro horas… pues ya pasamos barranca-
¿Y Ángel, ya pensaste que vamos a hacer, cuando lleguemos a Lima?
-¡Si! lo estuve pensando. Mira, primero buscaremos un lugar donde acomodarnos. Yo había pensado en un hotel,
pero pensándolo mejor… es más conveniente para nosotros, alquilar un cuarto, pues debemos tener
independencia, para entrar o salir, a cualquier hora…
-No te preocupes amigo – dijo mientras palmoteaba con suavidad sus hombros- como ves he pensado en todo.
Ten fe que todo va a salir bien. Vas a ver, como vamos a romper los obstáculos, para que Estrellita y tú… sean
para siempre felices-
-¿Qué te puedo decir?… confió en ti Ángel… sólo espero que todo salga como queremos.-
-Así será…así será-
Al paso de dos horas, el ómnibus hizo su entrada a Lima. La gran ciudad lucía como siempre, agitada. Pero lo
que llamó la atención de los amigos, fue una gran marcha de protesta, llena de pancartas y banderolas. La gente
protestaba contra el gobierno por la falta de trabajo, y la gran desigualdad social.
-¿Trabajo?… ¿Qué falta trabajo?…-pensó en sus adentros Pacctallantay, mientras recordaba al campamento
Pachacutec- allá lo que más hay es trabajo, pues todos trabajamos, hasta las mujeres… en fin… no entiendo-
Los huelguistas gritaban… y agitaban a la vez sus carteles, y banderolas, dando un matiz colorido, totalmente
agitado, a aquella mañana capitalina.
Cuando al fin, el ómnibus se abrió paso, dejando atrás la protesta, Pacctallantay fijó la mirada en los semáforos,
pues llamaron su atención.
-¿Qué son esos pequeños soles, que cambian de color, allí arriba? –Preguntó intrigado- ¿acaso son hijos de mi
padre el sol?-
-¡No!… ja- ja- ja-ja… ¡no! –Respondió riéndose Ángel- aquellas cosas las llaman semáforos, y sirven para guiar
el transito. Hay muchos en la ciudad… ya los veras.-
Pacctallantay se dio cuenta que le faltaban muchas cosas por conocer, y aprender. Que iría de sorpresa en
sorpresa, así que mejor las miraría con cautela y disimulo, y ya no haría muchas preguntas, para no provocar la
risa de su buen amigo.
Aún seguía cautivo de su curiosidad, cuando sintió que el ómnibus se detenía… luego una voz amable, dijo a los
viajeros.
-Señores… hemos llegado al terminal. Están ustedes servidos. Por favor bajen con cuidado, y no olviden sus
pertenencias… ¡gracias por viajar con nosotros!
-Ya llegamos –dijo Ángel- tomemos nuestras cosas para salir. Lo primero qué haremos, será comprar un
periódico, allí buscaremos en los anuncios clasificados, el alquiler de un departamento. Ojalá encontremos uno,
qué esté cerca, a la dirección de tu amada.
-Bueno pues… vamos –respondió mientras cogían sus pertenencias, para salir a la calle.
Una vez afuera… Ángel compró un diario. Después de buscar y buscar, encontró lo que buscaba.
-Mira amigo…aquí hay un departamento, justo por el sitio que buscaba. Está algo cerca de la dirección de
Estrellita… así que vamos a ver si lo alquilamos.
-dijo mientras que con el brazo hacía detener un taxi para llegar a la dirección-
Subieron al automóvil, y Pacctallantay tocó con asombro los suaves asientos del vehículo. Pero como había
decidido no preguntar nada, para evitar la risa de Ángel, se quedó callado.
Los grandes carteles publicitarios, aún llamaban su atención. Y los movimientos rápidos de la capital, trajeron a
su mente, los días belicosos y agitados, en el campamento Pachacutec, cuando su padre, preparaba la reconquista
del Tahuantinsuyo.
-Mi padre… ¿Cómo estarán allá?.. Sólo el amor por Estrellita, hizo que me aleje de ellos. Pero pronto la
encontraré, y juntos volveremos, para estar todos unidos. Yo se que al final mi padre comprenderá, y nos dará su
aprobación-
-Muy bien jóvenes –se escuchó la voz del taxista mientras estacionaba el automóvil- hemos llegado. Aquella casa
que esta al frente, es la dirección que buscan. Allí pueden preguntar lo que desean saber-
-Está bien señor, gracias –dijo Ángel mientras bajaban, y pagaba el servicio-
Al llegar a la casa Ángel tocó el timbre, y esperaron un rato. Cuando la puerta se abrió, una agraciada chica los
recibió.
-Buen día señorita. Dígame… ¿es aquí donde alquilan un departamento?-
-Si señor… pero si quiere alquilarlo, tiene que hablar con mi patrona. Ella es la dueña. Pasen y tomen asiento,
que enseguida le aviso a la señora-
La joven se retiró, y luego de diez minutos… apareció la dueña del departamento-
- ¡Si… jóvenes!… díganme… ¿qué desean?-
-Buen día señora, hemos visto en el diario, que está alquilando un departamento, quisiéramos verlo-
-Muy bien… entonces síganme, se los enseñaré-
Después de enseñarles el departamento, les dio el precio. A Ángel le pareció un precio justo. Por eso después de
consultarlo con Pacctallantay, lo alquilaron. Allí estarían el tiempo necesario, hasta encontrar a Estrellita
Así, pasó una semana… y ya se encontraban cómodamente instalados en su nueva vivienda.
Después vendieron otro objeto de oro… y compraron todo lo que necesitaban, para vivir un buen tiempo allí.
Desde ropas, muebles, camas, sillas, mesas, radio, televisor… en fin todo lo necesario.
La señora del alquiler les daba pensión alimenticia, Y Ángel compraba todos los días los periódicos, pues de
cuando en cuando, le enseñaba leer, a Pacctallantay. Al joven lo que más le llamaba la atención era la televisión.
Pasaba largas horas mirando las películas, y los noticieros. Poco a poco se iba acostumbrando a ese mundo, y ya
casi nada causaba su asombro.
Ya habían pasado quince días, desde que los amigos llegaron a la capital, y fue por eso, que Ángel decidió,
buscar a Estrellita, y así lo hicieron aquella mañana.
Todavía era muy temprano, cuando los dos amigos salieron raudos del departamento, dispuestos a encontrarla.
Así, se internaron en la gran capital, y ya no descansarían, hasta hacer realidad, el motivo, que los llevó tan lejos.

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OLLANCARCHY… ¡Señor de los Andes!

¡OLLANCARCHY!… ¡insigne por siempre!

Pero…mientras tanto… ¿qué había sucedido con Ollancarchy… el inca reinante? después de lanzar su
recalcitrante enérgico, y esperado… grito…
= ¡¡Guerreros al ataaaaqquuuueeeeeeee!!=

Pues…después de lanzar aquel imponente desafío, que estremeció, con gran furor y enojo, a las altivas
cordilleras Cajamarquinas, el inca reinante, y su indómito ejercito, comenzaron la embestida.
Así, en su afán de conquistar Cajamarca, galopaba incesante, mientras un gran eco… viajaba por todos los
rincones de la altiva cordillera, llevando consigo el imponente sentimiento, del augusto, y sin igual hijo del
Tahuantinsuyo… Cual insoslayable, e incontenible inquietud, eterna, de una raza Indómita, y jamás perecible.
Enorme era la furia expresada en los rostros pintados, de los guerreros andinos, pues al cabalgar
espoleando los corceles, seguían a todo galope a Ollancarchy, que galopaba secundado por los comandantes de
su ejército, los cuales, además de sus armas, flameaban orgullosos, las banderas coloridas, que representaban al
Tahuantinsuyo.
Sólo bastaron algunos minutos… para que hicieran su belicosa entrada… en la apacible Cajamarca.
Las calles de la ciudad, de pronto se vieron invadidas por el ejercito libertador… que casi llegaba a los cinco mil
combatientes.
La inmensa polvareda, que se había levantado en el lugar, se mezclaba con los relinchos de los caballos, y los
gritos furiosos de los guerreros andinos.
De primer momento, la población pensó que se trataba de una gran teatrelización pública. De una gran exhibición
turística, en homenaje al imperio de los incas.
Al sentir de cerca, tan imponente espectáculo, mucha gente trató de acercarse a los guerreros, sin darse cuenta del
grave peligro que corrían.
Muchas personas inocentes, resultaron heridas, alcanzadas por las lanzas, huaracas, y algunos disparos.
Algunos efectivos policiales, al ver el improvisado espectáculo, se acercaron para darle la seguridad del caso, Sin
embargo, al darse cuenta de su error, muy confundidos, llamaron inmediatamente, a la central de turismo.
Al contestarles, el presidente de la central de turismo, les confirmó inmediatamente que ellos no habían
preparado nada. Entonces, se dieron cuenta, del grave peligro qué corría la ciudad.
Preocupados avisaron a su comandancia, y a la comandancia del ejército, luego alertaron a la gente, utilizando
las sirenas, y las circulinas de las patrullas. Después… por los altavoces, sin perdida de tiempo, ordenaron
enérgicos, a los pobladores, que abandonen las calles, y busquen refugio en sus hogares.
La gente muy asustada, comenzó a correr en distintas direcciones, buscando un lugar seguro. Todos en ese
momento, querían estar lejos de aquel lugar.
Fue en ese preciso instante… que el jefe de turismo, al darse cuenta, de tan extraordinarios hechos.
Inmediatamente salió, a buscar desesperadamente, al general de las fuerzas armadas, destacado en Cajamarca.
Debido a su gran olfato… y su basta experiencia, el jefe de turismo se dio cuenta rápido, que aquellos valientes
que estaban invadiendo Cajamarca debían pertenecer con seguridad a un clan incaico, a punto de desaparecer.
¡Los quería vivos!
Cuando llegó a la oficina del general, le contó inmediatamente lo que sospechaba.
El militar escuchó con cautela, las sospechas de su informante, y al darse cuenta de tan extraordinario hecho,
salió a evitar la tragedia.
Ya los soldados al mando de un coronel, se encontraban listos, para iniciar con ráfagas de metralleta, una feroz
balacera. El general al llegar acompañado por el presidente de la central de turismo… ordenó que
inmediatamente se detenga la acción. Que no se haga un sólo disparo, contra el ejército de Ollancarchy.
Fue entonces… que los policías, con sus escudos y el rocha bus, trataron de frenar la arremetida de los guerreros,
sin lograrlo.
El general, el coronel, y el presidente de la central de turismo, entraron en un salón vacío, para encontrar una
rápida salida a la crisis. Una salida que les permita conservar vivos, a los últimos descendientes del imperio del
sol.
Luego de algunos debates… ellos encontraron el esperado acuerdo. El general llamó al coronel, y le ordenó
tajantemente, no cometer ningún error, en la estrategia que se iba a realizar.

Esta sería así: los soldados lanzarían ráfagas de metralleta al aire, con el único propósito de amedrentar a los
guerreros, obligándolos a seguir un camino ya trazado. Por otro lado, un gran grupo de policías… lanzarían
bombas lacrimógenas, para sembrar el desconcierto, entre los combatientes.
Simultáneamente… se formaría un camino, cercado por las tanquetas, los rocha bus y todos los carros policiales.
Esta ruta tenía que llegar, y llevar, hasta la entrada del estadio. Esto se haría así, para que en su desconcierto…
Ollancarchy y sus guerreros, entren sin querer, al gran estadio Cajamarquino. La enorme capacidad del estadio,
albergaría por buen tiempo, a los últimos hijos del imperio del sol, hasta encontrar una solución definitiva, al
problema.
Así fue… los soldados y policías, rodearon al ejército imperial, y luego de escuchar la orden del oficial,
comenzaron a disparar al aire… enloquecedoras ráfagas de metralleta.
Ollancarchy y sus guerreros, se mantuvieron firmes e indómitos, sin embargo, los caballos comenzaron a
inquietarse tanto, que llegaron a desobedecer a los valientes del Tahuantinsuyo. Fue en esos momentos que una
gran cantidad de bombas lacrimógenas cayó sobre los libertadores.
Al sentir el efecto lacrimógeno de las bombas, los caballos se desbocaron en desordenada huida, siguiendo por
instinto, el camino que habían formado los soldados, con las tanquetas, y los carros policiales. Así,
desobedeciendo a sus amos… los caballos emprendieron una veloz carrera, hacía el estadio.
Las enormes puertas del estadio, ya estaban abiertas, y el ejército de Ollancarchy… hizo su ya programada
entrada, al gran coloso. Los caballos ya desbocados en su carrera, entraban en el estadio, llevando consigo a todo
el ejército inca.
El último en entrar fue Ollancarchy. Poseído por el espíritu guerrero de Huayna-Capac, el inca reinante, había
logrado dominar su caballo, y se encontraba listo para enfrentar al enemigo, ofrendando su vida. De pronto…
vio, que una bomba lacrimógena había caído en el interior del estadio. Preocupado por los guerreros que ya
estaban adentro, galopó raudo hasta el coloso. Al entrar, comprobó que todo estaba bien. Entonces quiso ordenar
la salida, pero las puertas del estadio se cerraron, dejando a todos los vengadores del Tahuantinsuyo encerrados.
Rápidamente, el gran estadio, fue rodeado por los soldados, y por un impresionante número de tanquetas, y
carros policiales, que encendiendo sus sirenas, dieron un aire dramático al lugar.
El cielo Cajamarquino lucía insondable, y el sol imponente, parecía complacido, al contemplar los inusuales
acontecimientos, como si siempre, hubiera esperado, ese momento inolvidable.
Ollancarchy detuvo su corcel, quedándose quieto un momento. Luego extendiendo sus gruesos brazos al cielo,
miró con rebeldía los alrededores, del estadio, donde estaban encerrados.
Después, aun montado, se quitó la capa dorada que cubría su espalda, entonces, su cuerpo pareció absorber, en
los rayos del sol, la fuerza mística que necesitaba.
Al bajar del corcel, pareció haber recobrado las fuerzas, que le hacían falta… Entonces ordenó a todos sus
guerreros, apearse de los caballos. Estos fueron amarrados al fondo, y ellos tomaron sus posiciones de combate.
Luego miró a todos lados… Como buscando una solución. Fijó su atención en les tribunas, y junto a los cinco
comandantes, comenzó a subir las gradas, hasta llegar a la cumbre.
Con mucha cautela… miraron a través de las hendijas de los carteles de publicidad, al exterior, entonces vieron,
como un enorme despliegue, conformado por policías, militares, periodistas, y curiosos… llenaban los
alrededores del estadio.
Pero de todo eso, lo que más llamó la atención a los vengadores andinos… fueron los vehículos tanto policiales,
militares, y las ambulancias, que con sus sirenas, y sus multicolores circulinas… daban un drama especial, al
belicoso ambiente.
El inca y los comandantes, siguieron mirando a través de los carteles publicitarios, lo que acontecía afuera. Su
instinto guerrero, le decía, que debía estudiar bien a su enemigo, para poder enfrentarlo. Fue por eso que decidió
seguir mirando con cautela, desde su improvisado escondite, luego tomaría decisiones definitivas.
Mientras eso ocurría en Cajamarca… en el Perú y el mundo, los medios de comunicación, comenzaron a difundir
la noticia. Así en todas partes, la radio, la prensa y la televisión… mostraban a todos, el maravilloso
acontecimiento.
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Mientras tanto… aquella tarde, Pacctallantay el heredero de Ollancarchy, regresó temprano a casa, en compañía
de Ángel.
Ya habían encontrado la dirección de Estrellita, más no pudieron hablar con ella, pues la joven había salido de la
ciudad, a realizar un curso universitario; y todavía no regresaba.
Al acomodarse en su sillón, el joven encendió el televisor, para entretenerse. Sin embargo… grande muy grande,
fue el impacto que sufrió… al ver, y escuchar la noticia, que causaba conmoción en todo el país.
Los camarógrafos habían logrado grabar, algunas imágenes del ejército inca, con Ollancarchy a la cabeza, las
cuales eran difundidas por los canales de TV. Muy consternado, reconoció inmediatamente a su padre, y a los
héroes de Tahuantinsuyo
Estremecido y sacudido, por aquella mezcla de incertidumbre rabia, dolor, tristeza y alegría… no supo que hacer.
Ahora… él ya sabía bien, la verdad de nuestra historia. Sabía, como había pasado todo, a través de estos siglos, y
que los peruanos de ahora, no tenían culpa del pasado. Además entre ellos estaba Estrellita… por eso… se sentía
entre la espada y la pared.
No pudo controlarse más, por eso, inquieto el príncipe heredero se levantó bruscamente del sillón, seguido por la
mirada de Ángel, que ya se había dado cuenta de lo que ocurría

-Ángel…-con la mirada llena de angustia, se dirigió enfático, a su amigo- dime ¿Qué está ocurriendo con mi
padre?… ¿y donde queda ese lugar donde está atrapado?… ¡habla ya!-
-Cálmate amigo… cálmate ya –pidió Ángel al darse cuenta de su dolor- yo te explicaré… según las noticias que
están pasado, tu padre está atrapado en Cajamarca. Esto queda cerca, del campamento donde naciste, a unos
cuantos kilómetros.
-Pero no temas, pues según las noticias, no piensan hacerles daño. Yo creo más bien, que el problema está con tu
padre, pues él no va a entender así nomás las cosas… y seguirá luchando por sus ideales.
Ojalá y esto no desencadene una cruento combate, con resultados que tengamos que lamentar.-
Pacctallantay se dejó caer abatido en el sillón, para cubrirse el rostro con las manos.
Inquietantes pensamientos y punzantes deseos furtivos, cruzaron por su mente. Que hubiera dado, por encontrar
una solución salomónica a la crisis.
Transcurrieron algunos minutos, de pronto se paró bruscamente, para empezar una inacabable, y nerviosa
caminata, mientras era seguido por la mirada interrogante, de su amigo.

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Simultáneamente al otro lado del país, el presidente de la central de turismo, acompañado siempre del general de
división, y otras autoridades… escuchaba atento, entre maravillado y preocupado, los furiosos gritos de guerra
que salían del interior del estadio.
Poseído por el fuerte espíritu guerrero de los incas Ollancarchy arengaba en belicosas, y fuertes frases de
revancha, a su ejército libertador.
El Tahuantinsuyo lejano y añejo… se estremecía, y sentía en los espíritus de sus últimos hijos, la autenticidad de
su historia, y el orgullo de su linaje. ¡Sí!… de aquel gran linaje inacabable, que estaba dispuesto a la ofrenda
suprema, ¡sacrificar su vida, por el imperio del sol!
Los nombres de Manco-Capac, Yaguar-Huaca, Huiracocha, Manco-Inca, Sinchy-Roca, Mayta-Roca, Lloque-
yupanqui Tupac amaru Pachacutec, Huayna Capac, Huascar, Atahualpa…y del mismo Ayar-Sinchy… eran
coreados con enorme fuerza y furor, en el interior del gran estadio. Los guerreros, estrujaban en la furia de sus
corazones, el olvido para su raza… y la rabia contenida durante todos estos siglos de olvido, Reclamarían con sus
vidas, las tierras que fueron arrebatadas por extraños, a sus antepasados, sin olvidar las lágrimas, la mita, la
esclavitud cruel y ominosa, bajo el látigo tirano, que tanto y tanto daño hizo, al imperio del sol, cuando
saquearon su riqueza
Allí también se sentía inmensa, la gran rebelión de tantos caciques y mártires, que murieron luchando por la
libertad, e independencia de la amada tierra. Tupac-Amaru, Micaela bastidas, Andrés A. Cáceres, Grau,
Bolognesi, Juan Valer, y tantos más, que en
esos momentos parecían fortalecer, al ejército imperial.
Sintiendo gran estremecimiento por todos los poros… el presidente de la central de turismo, y el general, se
dieron cuenta que no iban a solucionar fácilmente el problema. Los dos hombres cruzaron miradas, con infinita
incertidumbre… cuando de pronto, sonó el celular del militar.
Al contestar… el general tomó inmediatamente una posición marcial, muy seria y formal, pues era el mismísimo
presidente de la republica, quien junto al ministro del interior, al enterarse de los hechos, llamaba para pedir
explicación de los sucesos.
-Señor presidente… es un gran honor… estoy a sus ordenes…
-Oiga usted general…-preguntó enérgico- deseo saber exactamente… ¿Qué está sucediendo allá? Y contra
quienes estamos luchando-
Confundido… sin saber que contestar, miró al jefe de turismo, buscando en él, la respuesta, para su superior.
Éste, al darse cuenta que el militar, no podía responder, le quitó el teléfono… y con respeto contestó…
-Señor presidente… escuche, todavía no tenemos la confirmación exacta, pero estamos casi seguros, que se trata
de un clan inca, que ha sobrevivido, conservándose intacto a través de los siglos, bajo extrañas circunstancias.
Todos visten igual que los habitantes del antiguo Tahuantinsuyo, y en sus gritos de guerra… reclaman furiosos
por el imperio del sol-
Al otro lado de la línea el presidente había quedado maravillado, al escuchar la noticia.
-Oiga usted…-volvió a hablar resueltamente- si eso que me está diciendo, es verdad… ¿se da cuenta lo
maravilloso qué sería… y el impacto positivo que tendría en el mundo?… mi gobierno sería admirado en todo el
planeta, y yo pasaría a la historia. Definitivamente… quiero vivos a estos hermanos. Captúrenlos sin hacerles
daño, que yo estoy viajando sin demora para allá. ¡Es una orden!
Ahora el jefe de turismo, miró desconcertado, y nervioso al general, cuando escuchó la orden presidencial. La
gran pregunta era ahora… ¿cómo darían solución a este drama?
Mientras tanto… en el interior del gran estadio… Olancarchy y los cinco comandantes, miraban con furia, lo que
afuera ocurría. Analizaban la gran cantidad de gente que los rodeaba, y el gran despliegue de personas, que iba y
venía, tratando de saber lo que pasaba.
Sin embargo, el inca ya se había dado cuenta, que los invasores, por el momento, aún no pensaban atacarlos, y
esto, le dio cierta calma. Entonces dejando de mirar hacía afuera, comenzó a bajar las gradas del estadio, seguido
por sus súbditos. Parecía que mientras sobrio, avanzaba al centro del campo, deportivo, ya había concebido una
nueva estrategia a seguir.
-Vengan… acérquense –les ordenó- pues tenemos que idear lo que vamos a hacer, en adelante.
-Escuchen, como se habrán dado cuenta, estamos encerrados, y tal parece que el enemigo sólo espera la hora
precisa para atacar. Tenemos que estar alertas, todo este tiempo, pues el futuro de esta victoria, y de las otras,
está en juego.
¡No podemos descuidar nada! Aquí todo sigue igual que antes… y como ya sabemos, nuestras vidas pertenecen
al imperio. Mi padre el sol nos dará otra vez la victoria, y cuando dejemos nuestros lugares… otros vendrán a
luchar, por esta noble causa. Yo Ollancarchy el inca reinante… ¡así lo reconozco!-
-Sin embargo… a ustedes les digo –habló mientras fruncía el ceño- que esto lo manejaremos, de manera audaz, e
inteligente.
-Ustedes… ¡vengan acá!-… -llamó a los comandantes – ¡necesito refortalecerme!
-Señor…-dijeron todos al unísono- tu voluntad será cumplida.-
Fue entonces… que en una especie de preparada ceremonia, muy ancestral, fue alzado en hombros por sus
guerreros. Otros… formando una especie de pirámide humana, adoptaron en forma colectiva, una pose única,
con la cual en forma de espejo, reflejaban el sol hacía el inca.
Rápido y muy intenso…Ollancarchy sintió en su enorme cuerpo, las caricias del astro rey. Y en sus rayos, por un
instante que pareció eterno… encontró una plática intima con el apu del imperio.
Con los brazos en alto, con el sunturpauccar en la mano derecha, y la mascapaycha en su cabeza… reflejaba la
furia de aquel reclamo inmenso y profundo, que cual pira, parecía encenderse más…y más. Luego, fue paseado
en hombros por todo el estadio. Mientras otros guerreros, con enorme devoción, cuidaban de su capa rojiza…
arengando fuertemente, frases de pundonor.
El robusto cuerpo del inca, ya parecía impregnado de aquella aura que llegaba al misticismo.
Sus ojos fijos, refulgían recalcitrantes, destellos de inquieta luz, y el viento que llegó refrescante, en ese
momento, movió en caricias, las largas cabelleras… de los hijos del Tahuantinsuyo. Entonces fue bajado de
hombros y todos, absolutamente todos… bajaron sus rostros al suelo.
Ollancarchy avanzó unos pasos adelante, y dio la espalda a sus súbditos, que parecían mimetizados, en el campo
de juego. Luego de casi media hora de profunda sensación… giró… quedando frente a sus guerreros.
Su rostro adusto, enérgico y duro… miró así, con gran amargura aquel insondable cielo, para hurgarlo con la
mirada. Buscando tal vez respuestas, o quizás consejos de sus antepasados. Buscó en el cielo, el rostro de
Huayna-Capac,, de Atahualpa, o del mismo Tupac Amaru.
La mezcla de amargura, rencor, y dolor… que se veía en su rostro, pareció agitarse más y más… cuando
enérgico les dijo…
-Después de haber mirado desde allá
–Señaló la parte alta de las tribunas- me he dado cuenta, que el enemigo es más numeroso, y está mejor
preparado que nosotros.
Sin embargo, nosotros no le tememos a nadie. Nuestro reto es firme y único, pues nosotros nos preparamos para
recuperar el tahuantinsuyo… ¡Y así lo haremos!… aunque todos encontremos la muerte en el intento.-
Después dio unos pasos adelante… y al girar bruscamente les dijo…
-Voy a tomar las cosas con calma… la mesura va a ser nuestra aliada.
Escuchen con atención… me he dado cuenta que el enemigo por ahora no piensa atacar. Y todavía me pregunto
¿porqué será?…
Entonces, nosotros vamos a esperar, como espera el puma, allá en su madriguera, y cuando decidan atacar…
¡acabaremos con ellos!…-
-Ven aquellos lugares –señaló cinco puntos altos del estadio- allí vamos poner guardianes para que nos avisen de
cualquier ataque. ¡Debemos estar alertas siempre!
-En aquellos lugares –señaló el interior de los camerinos- allí reposaré. Sin embargo esta noche con mis
colaboradores, encontraré la solución definitiva, para lanzar nuestro grito de victoria… ¡así lo he decidido! –
Terminó diciendo-
Rápidos y muy cautelosos… los cinco comandantes, precedieron el avance del monarca. Y junto a un grupo de
guerreros, formaron una especie de camino, que señalaba la entrada al camerino, por donde avanzó Ollancarcchy,
pasando revista a sus tropas.
Luego el ejército en pleno, ocupó las partes estratégicas del enorme coloso, como…entradas, salidas, el centro
del campo y las partes altas de las tribunas. Con las armas listas para cualquier ataque, quedaron en silencio…
sólo esperando, la orden de su señor.

Mientras tanto, en la capital… Pacctallantay seguía a través de todos los medios de comunicación, los sucesos
referentes, a su padre. Era tanta su preocupación, que hasta se había olvidado de la búsqueda de Estrellita.
Todavía, no había amanecido… cuando el príncipe heredero, dejó abruptamente la cama, pues no durmió toda
esa noche.
-Ya no puedo esperar más tiempo amigo mío –miró con angustia las paredes- las noticias dicen que no quieren
hacerles daño… pero conozco a mi padre, y se que él no va a estar quieto mucho tiempo. Y en cualquier
momento decidirá atacar.
Así que lo mejor será que viajemos para allá, y yo hable con él. Entonces trataré de explicarle las cosas, y ojalá –
respiró como buscando consuelo- ojalá me entienda…y pueda evitar esta absurda guerra.
-Mira… para nosotros, incluso para mí… todo es aún confuso, y se nos hace difícil aceptar la realidad, que ahora
vive el Tahuantinsuyo. Pero… -calló por un momento- así están las cosas y nada las va a cambiar.
¡Nadie es culpable!… por otro lado, si quiero vivir con Estrellita, tengo que evitar este enfrentamiento entre
hermanos. Por lo tanto compañero –miró decidido a Ángel- alistemos rápido nuestras cosas… pues no quiero
llegar tarde, y después lamentar una desgracia… apurémonos.-
Ángel buscó decidido las pequeñas mochilas, para guardar las cosas necesarias para el viaje. Después de
cambiarse de ropa, salieron rumbo a la agencia, en busca del ómnibus que los llevaría a Cajamarca.
Ya era casi las dos de la tarde, cuando empezaron el viaje. Fue durante el trayecto, un poco más calmado, que
Pacctallantay se acordó de Estrellita, al sentir el frescor de la noche. La había buscado incesantemente los
últimos días sin encontrarla. Por eso el príncipe heredero, se sentía como acorralado. Sin embargo, él había
tomado ya una decisión… y la cumpliría.
Al día siguiente, llegaron casi a las diez de la mañana. Cajamarca se encontraba convulsionada, debido a los
acontecimientos que vivía. Fue por eso que el ómnibus no ingresó, al centro de la ciudad, dejando a los pasajeros,
casi a las afueras de la misma.
Pacctallantay y Ángel tomaron sus pertenencias, y luego de bajar del vehículo, enrumbaron al lugar donde se
estaban realizando los hechos.
Vehículos tanto militares, como policiales, patrullas, motocicletas, tanquetas, y un impresionante número de
policías y militares acordonaban casi 15 cuadras de distancia alejando de esta manera a la población civil, del
estadio.
Pacctallantay y Ángel, al darse cuenta de esto, entendieron que no iba a ser fácil para ellos, llegar hasta donde
estaba Ollancarchy.
-Parémonos aquí, y descansemos un poco –dijo jadeante Ángel – tenemos que pensar, como vamos hacer, para
que puedas hablar con tu padre.
-Todo el lugar está acordonado, y no dejan que ningún civil se acerque al estadio. Ven… –dijo señalando una
acera- acá sentémonos un rato, y tomemos las cosas con calma.
-Mira –le dijo- si les decimos a algunos de estos militares, que tú eras el hijo del inca, creo que no te van a creer,
y te van a tomar por loco. A lo mejor nos meten presos, y eso no nos conviene –Ángel se rascó por un momento
la cabeza, como signo de preocupación, y le dijo- tomemos las cosas con calma… pues de verdad te digo, que la
única forma de llegar donde tu padre, es colándonos entre los vigilantes. ¡Ah!… pero si nos descubren…
bueno… ya sabes lo qué nos espera-
Pacctallantay no hablaba… tan sólo escuchaba y meditaba, pues era verdad las cosas no iban a ser fáciles, sin
embargo, durante aquel descanso, evaluaría todo, y luego, ya calmado, tomaría una decisión definitiva.

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Simultáneamente… allá en la capital… y por ironía del destino, Estrellita se encontraba mirando a través de la
televisión, las impactantes noticias sobre Ollancarchy.
No sabía porque pero algo dentro de su corazón, le avisaba de un intimo y extraño lazo, entre su amado
Pacctallantay, y los guerreros del Tahuantinsuyo.
Sin darse cuenta… casi sin querer, mientras la televisión pasaba las impactantes imágenes… ella se sintió cerca
de Cascadén.
Para alegría o tristeza de su corazón, volvió a revivir todos los momentos sublimes, que pasó al lado de
Pacctallantay.
Como olvidar lo que ya estaba impregnado en su corazón, en sus sentimientos, en su ser. Fue así, desde aquella
primera vez que lo vio, luego su entrega. Y aquella tarde cuando llenos de promesas al despedirse… prometieron
amarse, más y más, hasta la eternidad.
Algunas lágrimas con mezcla de dolor, y alegría, asomaron por las bellas pupilas de la joven. Alegría… por que
sabía que él también la amaba… y que pronto estarían juntos. Pero también dolor… porque desde aquella tarde
no lo había vuelto a ver y cuando se ama, cada segundo sin el ser amado… es una eternidad.
Estaba tan sumida en sus recuerdos, que no se percató de la presencia de su fiel nana que llegando a su lado, le
ofreció un vaso con agua, sacándola de sus recuerdos.
-¡Oh! Niña… otra vez triste… ¿porqué?… tenga esperanza, ya verá que pronto todo cambiará, y será feliz-
Secando sus lágrimas, al sentir consuelo, en la cercanía de la nana, Estrellita hizo esfuerzos por sonreír.
-Vamos niña… usted me prometió que hoy íbamos a salir de compras, y no me vaya a fallar… porque ya estoy
lista. Además quiero pasear un poco contigo, mi niña. Hace tiempo que no lo hacemos-
-¡Ah… si…es verdad!… ya lo había olvidado. Bueno, vamos… tal vez así me distraiga un poco. Pero eso si,
después me acompañas al jardín, pues necesito ordenar mis pensamientos. Ojalá que en el silencio, encuentre el
alivio, que busca mi corazón.
¿Sabes nana?… lo amo tanto, que sólo quisiera saber donde se encuentra, para correr a su lado. ¿Dónde estará? –
Se preguntó consternada-
Pero… ¡vamos!… porque me puedo desanimar, y luego me vas a decir que soy una aguafiestas-

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Mientras eso sucedía en la capital… en Cajamarca… el estado de alerta era total.
Pacctallantay y su amigo, al darse cuenta que aún no podían llegar hasta el inca, decidieron ir a almorzar, para
después buscar un hospedaje donde pasar la noche.
Ya instalados, en la cómoda habitación del hotel los jóvenes meditaban, como encontrar una solución al
problema.
De pronto, el silencio se vio interrumpido, por la voz del príncipe heredero, quien con algo de furia dijo a su
amigo…
-¡No…no… y no!… yo creo que las cosas nunca se podrán hacer de manera pacifica. Tenemos que llegar como
sea donde mi padre y…
-Calma amigo…calma…-opinó interrumpiendo Ángel- no pierdas la calma, si no, estamos perdidos, las cosas se
ganan pensando.
¡Mira!… aquí lo que vamos a hacer será esto… ¡escucha!… cuando fuimos a almorzar, escuché que la gente
decía, que a cuatro cuadras de la avenida, donde nos dejó el ómnibus, escucha, de allí a cinco manzanas a la
derecha… hay una calle angosta.
Si nosotros bajamos seis cuadras esa calle, y luego caminamos ocho cuadras más entonces llegaremos a la parte
posterior, del estadio.
Ahora… si nosotros logramos llegar allá, y trepamos como sea los muros, ¡ganaremos!, pues alguno de los
guerreros de tu padre nos verá, y nos ayudará a entrar-
-Listo amigo mío, ¡que buena idea! –Respondió convencido Pacctallantay- si no nos queda otra, pues tendremos
que hacer lo que dices.
Mañana todo tiene que salirnos bien. Ahora hay que dormir amigo, porque tenemos que levantarnos temprano…
¡hasta mañana!-
Al día siguiente… siguiendo lo acordado, los dos amigos llegaron al camino descrito por Ángel. Ya habían
bajado las seis cuadras que seguían a la calle angosta, y cuando se aprestaban a caminar rápidamente, las cuadras
que aún les faltaban, de pronto… y para su sorpresa, se vieron cercados por dos grupos de policías.
-Corre amigo… corre –gritó Ángel, mientras él también trataba de fugar-
Pacctallantay emprendió una veloz carrera que llenó de asombro a sus captores, tanto que al primer grupo de
policías, le fue imposible alcanzarlo.
De pronto, otro grupo de treinta efectivos, salió por la otra esquina, tapando la única salida, que le quedaba al
príncipe heredero.
Al darse cuenta de la habilidad y destreza del joven, todos los policías llegaron para acorralarlo, y atraparlo.
Después de un rudo forcejeo, donde más de un policía rodó por el suelo, fue reducido y esposado, y en forma
vejatoria, lo condujeron a la comisaría.
Aprovechando que Pacctallantay había absorbido la atención de todos los policías, Ángel había escapado… y
escondido miró, como se lo llevaban detenido.
Al salir de su escondite, su primera decisión fue denunciar el hecho. Sabía lo que podía pasarle a su amigo, y por
eso, fue en busca de la prensa.
No tardó mucho, para encontrar un grupo mixto de periodistas de los tantos que estaban cubriendo, los
inolvidables acontecimientos.
Después de contarles todo… totalmente todo, a los hombres de prensa, y mirar el asombro de estos, al saber la
verdadera historia de Ollancarchy, Ángel partió rumbo a la comisaría, cercado por un gran número de flashes,
cámaras de TV, y las incesantes preguntas, del asombrado periodismo.
Cuando los medios de comunicación, llegaron con Ángel a la comisaría, Pacctallantay aún no llegaba, debido a
la férrea resistencia que le ponía a sus captores. Al darse cuenta de la llegada del príncipe heredero, que a
empellones era conducido a la comisaría, Ángel seguido por la prensa, llegó hasta él, para con énfasis pedirle.
-Pacctallantay… ¡mira bien!… aquí está casi toda la prensa. Por favor cuéntales todo acerca de tu campamento,
de tu padre y de tu raza
-con cierto ruego en la voz volvió a pedirle- por favor cuéntales todo, pues es la única manera de lograr justicia, y
que todos sepan la verdad-
Al darse cuenta de la presencia de la prensa, los policías soltaron al joven, que pronto se vio rodeado de
periodistas, y de los medios de comunicación, que simultáneamente y en directo, transmitían sus declaraciones
en su esperada, e inigualable historia
Innumerables respuestas daban claridad, a muchas preguntas, y así, todo el Perú se estremecía en un conmovedor
sentimiento… que arrancaba lágrimas de patriotismo. De un patriotismo, que sólo quería enarbolar su bandera de
justicia, de igualdad social, y de libertad.
Y fue casi de inmediato, que las cadenas, de radio y televisión, difundieron aquellas declaraciones, que eran la
respuesta, a las preguntas, que todos se habían hecho, los días anteriores.
Sucedió entonces… que interrumpiendo una muy importante reunión, con sus ministros, al enterarse de las
declaraciones de Pacctallantay…el presidente de la republica se paró bruscamente, y ordenó al ministro del
interior, no causarles daño, a los últimos hijos del imperio del sol.
Personalmente en compañía de todo su gabinete, el presidente viajaría hasta Cajamarca, pues quería ofrecer
disculpas en nombre del pueblo peruano, al inca reinante.
El presidente, compartía, igual que todos, los latinoamericanos, el sentimiento ofendido, de un nacionalista
Ollancarchy al cual había que ofrecerle disculpas; por la pobreza, del Perú, y también de la Latinoamérica, de
ahora.

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Simultáneamente, allá en la capital… en inesperado momento, Estrellita llegó a casa después de sus compras.
Tratando de descansar, encendió el televisor, mas grande… enorme, fue su sorpresa, cuando allí, en la pantalla,
vio casi sin creerlo, a Pacctallantay, su eterno amor. Sus ojos estaban asombrados, y tenía la voz atrapada en la
garganta. Tenía las manos tapando su boca, y la expresión en su rostro, era el estremecedor reflejo, de lo que en
ese momento sentía su alma.
Un aire de pureza, pareció llegar melancólico junto a la joven, y en sublime instante pareció junto a ella, gemir y
llorar. Estuvo así un largo rato, luego poco a poco fue recobrando la calma. Ya restablecida en algo, de la
primera impresión, seguida por la mirada de su nana, la bella tomó resuelta, la determinación de viajar a
Cajamarca, pues quería estar junto a él, en este momento que más la necesitaba.
Le dijo a la nana, que le comunique a su padre de su decisión, que después ella le explicaría todo. Así, alistó
apresurada algunas cosas, y salió de su casa… rumbo al aeropuerto. Ella quería estar a su lado, y así lo haría.
Al mismo tiempo, y sin saber la decisión de su amada… en Cajamarca…Pacctallantay seguía dando
declaraciones a la prensa.
Rodeado siempre de los medios de comunicación, intencionalmente, avanzó de a pocos alejándose así de la
comisaría.
Al darse cuenta de eso, los policías se abrieron paso entre los periodistas, forcejeando con él, para llevarlo otra
vez a la comisaría.
Fue entonces, y ante la indignación de la prensa, por el maltrato, hacía el príncipe heredero, que éste emprendió
veloz carrera hacía el estadio, en busca de su padre.
Sorteando, muy hábilmente, cuanto obstáculo se le presentaba, también a los policías que trataban de atraparlo,
para que no se acercara al estadio, llegó a casi cincuenta metros del recinto deportivo.
Al llegar allí, se detuvo, al ver, el impresionante cordón de seguridad; qué rodeaba al estadio. Fue entonces, qué
el centinela que vigilaba en la parte alta del estadio cerca de la puerta lo vio forcejeando brutalmente.
Inmediatamente bajó las gradas, y le avisó al inca. Ollancarchy, al saberlo, sintió un furor inmenso, y su casta
bélica, pareció encenderse más y más, hasta querer estallar. Subiendo rápidamente las gradas, vio indignado,
como su hijo, era en esos momentos, apresado violentamente por la policía.
Una furia inmensa, y una rabia profunda, invadieron su cuerpo, acabando con la poca calma que todavía
conservaba.
Bajando inmediatamente las gradas, llegó hasta el centro del campo deportivo, para adoptar aquella
impresionante posición de alerta, que fue entendida inmediatamente por sus guerreros.
Los cinco comandantes, llegaron al lado del señor de los andes, y el chasqui-espía junto a otro vasallo, trajeron la
impresionante vestidura, que el inca luciría en aquel combate.
La capa roja, labrada con matices sobrios de oro y plata, con un impresionante dibujo en honor al sol… pareció
refulgir en el inca, cuando la pusieron en su espalda. Pusieron luego la mascapaycha en su cabeza, y ese
momento más qué nunca, los llautos, que eran los cuatro cordones, que representaban a los cuatro suyos, del gran
Tahuantinsuyo, parecían señalar hidalgos, el camino a la victoria.
Ya con el sunturpauccar, o gran bastón de mando, labrado en fino oro, en su mano derecha, el cual era el más
alto símbolo, de su poder, y dignidad real… el hijo del sol, volvió a montar su corcel, quedando listo para la
guerra.
Entonces… ordenadamente, los cinco comandantes disciplinaron la formación del grupo, y enseñaron la
estrategia a seguir.
Todos en conjunto, actuaron con suma rapidez y destreza. Unos cogieron las armas, y las banderas del
Tahuantinsuyo, otros los caballos, y otros se alistaron para abrir violentamente las puertas, por eso, al cabo de
poco tiempo, todos quedaron listos, esperando la orden de ataque.
El inca jaló violentamente las riendas del corcel, y este pareció entender la furia del soberano, porque lanzando
un fuerte relincho, retrocedió, recobrando fuerzas, y se paró en las patas traseras, por un instante. Ollancarchy
detuvo por un momento al animal, y su mirada buscó entre las nubes del cielo, al sol, pues quería sentir su
presencia, en aquel inevitable momento.
Después, volteó, y giró unos instantes, para mirar señorialmente a sus guerreros, y no fue necesaria palabra
alguna, para que ellos entiendan el mensaje profundo, de su señor.
La frase recalcitrante, todavía parecía retumbar en todas las distancias, con lejanías, y el sol parecía destellar con
más fuerza, complacido y orgulloso, de sus hijos.
No miento al decir… que el espíritu de huayna-capac, seguido por la mirada intrínseca, de inca-roca, y
Pachacutec,, avalaron la esplendidez de ese único, momento.
Se estremecieron los cielos Cajamarquinos, y una llovizna cayó sobre la ciudad. Eran siglos de espera, de gran
injusticia, con una raza qué debió perdurar por siempre.
En ese momento, pareció verse en los ojos del inca, la opresión a la que fue sometido el imperio, bajo aquellas
modalidades infrahumanas como… la esclavitud, la mita, y también la inmolación de sus hijos, por su causa, y su
libertad.
Llegó hasta allí…el recuerdo de la ejecución de mártires, que luchando por un Perú, y una América, digna y
libre, ofrendaron sus vidas, en el más sublime patriotismo.
Allí parecía verse… el reclamo de tantos saqueos, a la riqueza de estas tierras, a sus auquénidos, a sus punas, y a
las lágrimas en el sufrimiento de sus hijos.
En esos momentos, la cordillera pareció acercarse a los combatientes, pues un fuerte aire serrano, acarició sus
pintados rostros, flameando altivo, en sus cabelleras.
Todo esto pasó en pocos minutos, y cuando el portón del gran estadio, violentamente, fue abierto, nuevamente
Ollancarchy gritó fuerte su recalcitrante desafío…
¡¡¡¡Guerreros al ataaaaaqquueeeeeeee!!!

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Fuertes gritos, insoslayables alaridos de guerra, salieron de las gargantas de los combatientes, y sus rostros
pintados, sólo querían vengar al destruido imperio. Ollancarchy iba al frente, custodiado por los cinco
comandantes… La señorial presencia del inca, se distinguía altiva, de los demás, tal vez por la impresionante
vestidura que llevaba, o porque los rayos del sol, refulgían vivos en su cuerpo.
Fustigando con gran fuerza los caballos, llegaron velozmente a las calles, dando comienzo así al combate. Al
mirar la furia de los guerreros, tanto policías como militares, tomaron sus puestos de apoyo, comenzaron a sonar
las sirenas, y las tanquetas peinaron el lugar.
Los guerreros arremetían con furia, contra ellos, y sus huaracas y lanzas, comenzaron a hacer daño a los
vehículos..
Al notar la gravedad de los hechos, los efectivos comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas, y a disparar al aire.
Pero esto incitó más la furia del inca, que dirigiéndose a uno de los comandantes… ordenó que se dispersaran
para atacar por tres frentes. Dos por los costados, y otro de manera frontal.
Fue en esos precisos momentos… al otro lado de la ciudad, que el avión presidencial aterrizaba en el aeropuerto
cajamarquino.
Junto a su ministro del interior, el presidente de la republica, llegaba para expresar personalmente, sus saludos al
inca reinante.
Los ilustres visitantes fueron recibidos por el alcalde, el general de división, y el jefe de turismo.
Cuando le informaron los sucesos, el mandatario, emprendió con gran rapidez el camino al estadio sin imaginar
que unos segundos antes, había estallado la fraternal batalla.
No había pasado aún mucho tiempo, desde que el avión presidencial, hubo aterrizado en el aeropuerto cuando
otro avión comercial, llegaba a la ciudad.
Allí Estrellita… muy angustiada, llegaba a buscar a Pacctallantay… para estar con él.
Al recoger su equipaje, buscó inmediatamente un taxi, y pidió que la lleven a la comisaría… o cerca del lugar.
Al bajar del taxi volvió a llenarse de angustias, al escuchar los gritos de guerra, y el olor a bombas lacrimógenas,
que invadía el ambiente.
Sin medir el peligro, desesperada, corrió en busca de su amado. Fue en ese desvarío, mientras corría para
acercarse a la comisaría… que Ángel logró verla.
El fiel amigo la reconoció inmediatamente, y luego de sortear algunos peligros, llegó junto a ella. Al consolarla,
la miró con mucho asombro, para luego preguntarle…
-¡Pero señorita!… ¿.como es posible que esté usted aquí? Esto es demasiado peligroso-
-¿Quién… quién es usted? –Preguntó desconcertada-
-Tal vez usted no me recuerda, pero yo trabajé para su padre en Cascaden. Bueno otro día le cuento los
detalles… ahora debemos buscar un lugar seguro… venga vamos para allá, allí estaremos protegidos-
Ángel la tomó de la mano, y juntos se escondieron detrás de un muro, tratando de no ser heridos, por algún
proyectil.
Inquieta la joven volvió a decirle…
-Disculpa… pero… tal vez, conozcas a Pacctallantay, yo…
- ¡Sí!… sí lo conozco…
-¡Lo quiero ver!…yo lo quiero ver –dijo suplicante la bella-
-Está bien… señorita, pero no sé donde está, ¡vea!… hagamos esto. Yo lo iré a buscar pero quiero que usted me
espere aquí. Prométame que no va a salir para nada, y yo trataré de encontrarlo. Una vez que lo encuentre, lo
traeré aquí, para que se encuentre con usted… ¿le parece bien?-
-¡Sí!… claro que sí –respondió con emoción-
-Bien, entonces voy a salir… pero usted no se mueva de aquí. Esto es muy peligroso, no quiero que corra
riesgos-
Ángel salió agazapado del escondite, y luego de avanzar sigilosamente, llegó a una parte angosta, donde se
percibía con más notoriedad, el combate.
Su mirada parecía absorber el lugar, tratando de encontrar en algún sitio, a Pacctallantay. De pronto… ¡lo vio!…
trataba de atrapar un caballo, que corría desbocado al sentirse sin jinete.
Pacctallantay ya había subido al animal, y su intención era entrar a la batalla, cuando Ángel salió a su encuentro.
Entre gritos le contó, que había visto a Estrellita, y que ella lo esperaba angustiada.
Pacctallantay se apeó inmediatamente, pidiéndole desesperado a Ángel que lo lleve donde estaba ella. Sorteando
los peligros, comenzaron a buscar el escondite, pero tanta fue la confusión de Ángel, que se extravió, y no
encontraron el lugar.
Muy angustiado, le recriminó su gravísimo error. Entonces, confundido, Ángel trato de encontrar el verdadero
camino.
Fue mucho tiempo el que tardaron…casi tres horas. Estrellita al ver que no llegaban, había decidido salir a
buscar a Pacctallantay, pensando que Ángel la había engañado.
Cuando los amigos llegaron, ya no la encontraron, entonces, la angustia silente en su alta expresión, atormentó al
príncipe heredero.
Parecía incomprendida demencia, pero en su mirada, la impotencia sin final, castigaba su alma. Así, rodeado por
el anti-sollozo, sacó del ultraísmo, las fuerzas necesarias, para tan aciago momento.
Ya el ambiente todo, estaba rodeado por una densa neblina, formada por los gases que emanaban las bombas
lacrimógenas. Era una densa capa blanca, que dificultaba la visión, y daba un aire de tristeza al lugar.
Sin importarle el peligro, Pacctallantay salió en busca de su amor, y aquella densa neblina parecía su cómplice,
tratando de ocultarlo, entre el fragor del combate.
Corrió por muchos lugares, seguido de Ángel, sin encontrarla. Después… y ya casi, al borde de la demencia…
derribó a uno de los combatientes de su padre para apoderarse de su caballo.
Dominando diestramente al animal, y con las armas del guerrero, entró decidido al combate, dispuesto a
encontrarla. Después de casi dos horas, en la brega… logró llegar cerca a la comisaría.
De pronto… casi sin creerlo, la alcanzó a ver.
Espoleó sin piedad el caballo, para recogerla, pero en ese preciso instante, un pesado proyectil golpeó a la joven
en la sien. La bella cayó pesadamente al suelo, perdiendo rápido el conocimiento, mientras de su frente salía un
hilillo de sangre.
Prácticamente se tiró del caballo, en plena carrera, y con movimientos felinos, llegó al lado de ella. Con devoción
levantó su cabeza, para después limpiar su sangre. Allí, dolores inmensos, lo inundaron, y la neblina que
matizaba el lugar, acompañada por los gritos de guerra… ahora herían, su espíritu.
¿Porqué tan dura prueba?…hubiera dado su vida por evitarle ese dolor.
Sabía… que si ella estaba allí, era por él. Entonces se recriminó con dureza…
¿Valía la pena esta guerra entre hermanos?
¡Si el ayer glorioso, no volvería jamás!
Entonces… alzó a la bella en sus brazos, y mirando al azul cielo, pareció suplicar hondamente.
Suplicó por ella, y por la paz…por una pronta paz, que uniera… al amor con el desamor.
Aún la tenía en sus brazos… cuando se dio cuenta, que tal vez su nombre, Pacctallantay (lazos en el pantano) le
marcaba su destino. Un destino cuya misión, tal vez era enlazar, el pasado, el presente, y el futuro.
Pues, en aquel pantano, donde ahora estaba sumergida su raza y su linaje… allí él sería, aquel lazo, que trataría
de unir por amor, al Tahuantinsuyo de ayer… al Perú de ahora.
Así… con Estrellita inconsciente en sus brazos, el príncipe heredero, comenzó a caminar hacía la comisaría, en
busca de ayuda.
En eso… intempestivamente, lanzando fuertes gritos, un enorme despliegue de hombres, se abrió paso entre el
desorden, para llegar a la comisaría.
Seguido por altas autoridades, civiles y militares, y resguardado por el ejército, el presidente de la republica,
llegaba al campo de batalla.
Pacctallantay se paró por un instante, y pudo ver junto a Ángel, la llegada de tan ilustre visitante.
-¡Espera…espera! –Exclamó Ángel- ¡es el presidente de la republica!… por eso hay este despliegue tan
impresionante-
Al detenerse, ellos vieron como el general de división llegaba hasta el mandatario, para explicarle lo sucedido.
-Pero, ¿qué cosa significa esto? –indignado aseveró el mandatario- ¿acaso no entendieron mis órdenes? ¡Dije qué
quiero a estos hombres vivos!…ellos son merecedores de escuchar nuestra gran disculpa, además merecen el
reconocimiento de la nación… y nuestro profundo homenaje-
-Señor…-respondió el militar- disculpe, pero la situación ha escapado de nuestras manos. Nosotros no queremos
hacerles daño pero estos valientes, están dispuestos a dar su vida, por sus ideales. No sabemos como detenerlos,
y si esto sigue así… podrían acabar con nosotros-
El presidente miró con furia, la impotencia del militar, y le ordenó una rápida estrategia para terminar con las
escaramuzas.
Ángel que miraba todo de lejos, ya se había dado cuenta que esa era la oportunidad esperada. Por eso, después de
explicarle a Pacctallantay lo que debían hacer, y aún con Estrellita en brazos, pugnaron por llegar hasta el
mandatario, y ofrecerle una solución a la crisis.
-El presidente, al darse cuenta que traían una chica herida, ordenó a los hombres de su seguridad…que los dejen
acercarse a él.
Los policías dejaron el camino libre, y Pacctallantay después de acostar a Estrellita en una banca, se esmero en
hablar, con el jefe de estado.
En pose augusta, digna de su linaje, el príncipe heredero le dijo…
-Señor… ¡es un honor! Yo soy Pacctallantay… hijo del inca, que en estos momentos está en combate.
-Te escucho hijo ¡cuéntame!
Señor…nuestra historia es larga y antigua, pero dignísima… tan digna como el Perú de hoy, al cual usted
representa. Digna como el Tahuantinsuyo de ayer, al cual representa mi padre.
Señor…nosotros hemos vivido muchos siglos de omisión y clandestinaje, y llevamos, con mucho orgullo en
nuestra sangre, la nobleza y rebeldía, de los hijos del Tahuantinsuyo.
Quiero contarle lo siguiente… después de la muerte de nuestro padre Atahualpa, a manos de extraños, los cuales
oprimieron, saquearon nuestras riquezas y destruyeron el imperio… por orden de él, hemos permanecido durante
siglos, escondidos en un campamento, donde hemos sobrevivido hasta el día de hoy.
-Sin embargo… en nuestros corazones siempre latió la esperanza de recuperar nuestras tierras, junto a nuestra
identidad, costumbres y raza.
-Es por eso señor –alzó la voz- ¡qué mi padre está combatiendo ahora! Este es para nosotros, nuestro esperado
reto…
=El reto del Tahuantinsuyo= Frunciendo el ceño Pacctallantay miró con enojo al presidente.
Al escuchar la verdad, el mandatario trató de transmitirle mesura.
-Calma muchacho… cálmate y… ¡escucha!… yo aquí represento, más o menos lo que tu padre representa en el
Tahuantinsuyo, el cual ahora, es el Perú y…
-¡Si!.. lo sé…. ya todo eso lo sé señor-
-Muy bien… pues si ya lo sabes, entonces te darás cuenta, que nosotros, los peruanos de ahora, no tenemos la
culpa del pasado. Por eso estoy aquí. Porque como peruano, les doy la razón, y estoy dispuesto a saludar, y a
pedir disculpas a tu padre, en nombre de los oprimidos. Disculpas, por tantos años de dolor, y lágrimas
derramadas por ustedes, nuestros hermanos, a través de estos siglos.
-¡Yo los admiro!…-dijo estremeciéndose- y en nombre del Perú entero… quiero pedirte, suplicarte… que vayas
donde tu padre, para que le expliques las cosas. Te ruego que trates de parar esta guerra entre hermanos, que sólo
nos hará más daño, y nos dejará una herida imborrable-
Pacctallantay miró preocupado por un momento a Ángel, que estaba cuidando a Estrellita, y sintió sosiego en el
alma.
Al darse cuenta, el buen amigo se paró, y después de decirle que él la cuidaría, le pidió que vaya donde su padre,
y tratara de parar el combate.
Pacctallantay corrió velozmente, y de un salto felino, subió al caballo, que antes había usado, para perderse entre
los combatientes en busca de su padre. Avanzó raudo un gran trecho, sin embargo… al adentrarse más,, el joven
se dio cuenta, que la presencia de los guerreros, misteriosamente, había disminuido. Conocedor de las estrategias
del inca, se dio cuenta como perpetrarían el ataque. Dos grupos lo harían por los costados, y el grupo de elite, lo
haría por el frente, comandado siempre, por Ollancarchy. Conocedor de la gran desolación que causaría aquel
devastador ataque… el joven fue embargado por la angustia. Sabía que el grupo de su padre atacaría
frontalmente, justo por el lado de la comisaría… entonces se apresuró, en detener la acción.
Como impulsado por un resorte, espoleó con furia su caballo, emprendiendo una veloz carrera hacía la comisaría.
Al llegar cerca del recinto policial…el príncipe heredero, deteniendo un poco al animal, gritó fuerte.
-¡¡Protejan al presidente… protejan al presidente!! Ángel…Ángel –volvió a gritar- por favor lleva a Estrellita
adentro de la comisaría…hagan lo que les digo-
Había terminado de decir esto, y volvió rápido, a emprender la veloz carrera. Así, galopó casi cinco minutos…
cuando a lo lejos, vio lo que presentía.
Era enorme el grupo armado, que liderado por Ollancarchy… llegaba dispuesto a dejarlo todo por el
Tahuantinsuyo. El inca reinante, sobrio y gallardo, con el sunturpauccar en la mano, llegaba listo, para vengar el
ayer.

Pacctallantay fustigó más su caballo, deteniéndose a unos metros de la comisaría Lo hizo parar en las patas
traseras, repetidas veces, para llamar la atención de su padre.
Cuando vio a su hijo ileso, y libre a la vez… el inca sintió aplacar, un poco su furia.
-Padre… padre –dijo entre ternuras el joven
-Hijo mío… ¿dime te han hecho daño? Yo vi cuando te llevaban a la fuerza, y eso no lo olvidaré. Por todo eso,
voy a acabar con todos ellos, y…
-Padre, padre, escúcheme por favor, escúcheme un momento, se lo suplico-
-Hijo no tenemos tiempo. Luego hablamos, tenemos que llegar antes de los dos grupos, que atacaran por los
costados…cree… ¡acabaremos con ellos!-
En esos momentos, el joven se dio cuenta, que la llama justiciera, se encendía en los ojos de su padre, más y más.
No lo iba a convencer de parar el ataque.
Fue por eso, que fingiendo estar herido, se dejó caer lentamente del caballo.
Al ver a su hijo en el suelo Ollancarchy se apeó rápidamente, y puso al joven en su regazo.
-Padre… sólo quiero que me escuches un momento. Dame esa oportunidad
¡Te lo ruego!… después de eso, aquí se hará lo que decidas-
El inca, todavía con su hijo en brazos, accedió a la petición de éste.
-Escucha padre –dijo mientras se paraba- ya no es necesario que ataques, pues estos hombres…
-¡¡¿comoooo?!! –Ollancarchy lo miró indignado-
¿Cómo dices?…eso nunca lo oyes… ¡nunca!. No voy a dejar estas, mis tierras, a esos miserables, que han
pisoteado mi reino. Nunca… oyes… ¡eso nunca!-
Terminó de decir esto, y de un salto montó su corcel, dispuesto a levantar la mano, ordenando así el ataque.
Pacctallantay sintió que todo estaba perdido, que no iba poder detenerlo. Por eso…y aunque nunca lo hubiera
hecho, en otras circunstancias…el príncipe heredero firmemente le dijo…
-¡Padre!… si no me escuchas –lo miró muy firme, y temeroso a la vez, al pensar en la consecuencia de su acto-
¡escúchame bien!… si no me escuchas, renuncio a tu trono.
-Yo Pacctallantay, renuncio al trono del imperio del sol. Prefiero desobedecer tus órdenes, y alejarme de mi raza,
pues no quiero ver, que tú cometas un fratricidio-
Enfurecido… muy enfurecido, pero tratando de dominar la indignación que había en su alma, el inca bajó
violentamente del caballo.
-¿Qué has dicho insensato?… ¿con quién crees que estás hablando?..
¡Soy tu padre!… yo soy Ollancarchy el inca reinante, soberano del imperio del sol, y señor de los andes.
-Mi linaje y mi casta son divinos. ¡Soy el hijo del sol!…y tú te atreves a desobedecer mis órdenes.
¡Inclínate inmediatamente! –Ordenó enfurecido, mientras con el índice le señalaba el suelo- y baja la cabeza.-
Pactallantay obedeció inmediatamente. Nunca se hubiera atrevido a hablarle así a su padre… eran las
circunstancias las que lo obligaban.
Luego de tres minutos…volvió a levantar la cabeza,, y al mirar aún fruncido el ceño del inca, le dijo con sumo
respeto.
-Padre… te lo suplico…sólo dame la oportunidad de hablar contigo. Y como te dije antes, si no crees en mis
palabras, podrás atacar con todas tus fuerzas-
Al sentir en la obediencia, el arrepentimiento de su hijo, se sintió obligado, a darle la oportunidad de hablar.
Quizá presentía que algo de verdad, había en sus palabras.
Al mirarlo, Pacctallantay se dio cuenta que esa era su gran oportunidad, por eso, trató de ser lo más claro, y breve
posible, al contarle la verdad… y así convencerlo para que suspenda el ataque.
-Padre mío…estos hombres a los que vas a atacar… ¡son inocentes!… Me oyes ¡Inocentes! –al mirar el
desconcierto del soberano, rápido le aseveró- si ¡así es!…Pero por favor todavía no preguntes… y deja que te
explique todo.
-Escucha… como ya te habrás dado cuenta yo no estoy contigo desde la conquista de Marampampílla. En esos
días yo vine para estos lares, y he estado conviviendo con ellos, y de verdad te digo, que también han sido
victimas de los invasores, igual que nosotros.
-Durante todos estos siglos, después de la muerte de nuestros padres… entre ellos también surgieron mártires,
que al mando de ejércitos, se rebelaron contra el enemigo.
-Sin embargo padre… mientras nosotros vivíamos en el clandestinaje, ellos libraron aquí muchas guerras,
logrando así la independencia de nuestra tierra.
Te digo que estos hermanos, con los que hoy debemos hablar y no pelear, aman tanto estas tierras como nosotros.
–Puso melancolía al decir- démosles la oportunidad de acercarse a nosotros.
-¡Mira!…-volvió a decir- una de las cosas, que prueba que te estoy diciendo la verdad, es que durante todo este
tiempo, que he estado con ellos, no me han hecho daño. Al contrario, me han tratado como a un amigo, como un
hermano.
-Otra prueba… es que aquí, en estos momentos, se encuentra presente el jefe de ellos, a quien le dicen, el
presidente de la republica.
-Esta aquí cerca… y ha venido de muy lejos para conocerte, saludarte, rendir homenaje a tu linaje. Quiere
personalmente pedirte disculpas por el ayer-
La incertidumbre volvió a apoderarse del soberano
- ¡El presidente! ¿Y quién es ese presidente?
Pacctallantay al darse cuenta de su error, obró con más cautela. Sabía que el inca, nunca aceptaría, otra
investidura más excelsa que la suya… por eso con cautela le volvió a decir…
-El presidente… ¡ah bueno…sí! Es el encargado… el líder de todos éstos hombres, y está dispuesto a reconocer
tu altísima dignidad real-
Al escuchar todo esto, Ollancarchy miró al cielo, y con las manos en la cintura, comenzó a pasear, en un vaivén
lleno de pensamientos.
Después de un rato, paró su caminata, y en sus ojos se vio la luz del entendimiento, y algo de calma.
Pacctallantay parecía haber logrado su primer propósito. Había hecho que su padre por el momento, entienda las
cosas.
En eso, Ollancarchy se acercó más a su hijo, y le dio un palmo en el hombro. Luego dirigió la mirada hacía sus
guerreros, que sólo esperaban su orden, para entrar en combate.
Alzando enfático el brazo muy en alto… lo dejó caer suavemente, dejando así en claro, que la orden era esperar.
Así, el ejercito de los andes, esperaría otra orden de su señor, para entrar en combate.
Fue entonces… que los cinco comandantes se acercaron al soberano, para expresar conformidad, en su decisión.
Inmediatamente… ordenó, que los grupos que iban a atacar por los costados, suspender el ataque, hasta nuevo
aviso.
Había resuelto creer, lo que había dicho su hijo. Sin embargo…
Personalmente comprobaría si todo eso, era verdad.
-¡Vamos!..Llévame, donde está ése, al que llamas presidente. Revisaré personalmente mis dominios-
-Sí padre…sí padre –contestaba alborozado el joven-
Una comitiva formada por quinientos guerreros bajó de sus caballos, y junto a los cinco comandantes… caminó
al lado del soberano, en una ordenadísima marcha, para custodiarlo y darle seguridad.
Ollancarchy caminaba al lado de su orgulloso hijo, y los andes miraban sacudidos, al señor del caído imperio.
Faltaba casi cincuenta metros, para que la comitiva real llegue hasta la comisaría, cuando Ángel, junto a
Estrellita, que ya había recobrado el conocimiento, se dio cuenta de la llegada del hijo del sol.
Inmediatamente, se dirigieron donde el presidente, para hacerle saber que el inca reinante, estaba por llegar.
El jefe de estado, al darse cuenta de la esplendidez que iba a vivir, ordenó inmediatamente la formación de
militares y policías, en posición de atención. Y que todo sea ordenado, de acuerdo a la magna circunstancia.
Quería recibir al inca, con honores de jefe de estado.
Ángel le hizo presente, que los periodistas podían usar sus cámaras de grabación más no sus flashes, pues el inca
no conocía esto, y podía indignarse.
La comitiva se acercaba cada vez más, y Estrellita miraba junto a Ángel, con amoroso orgullo, a Pacctallantay,
que junto a su padre, daba muestras de felicidad.
-¡Allí viene Estrellita!… pero… espera no te acerques todavía a él. Mejor hay que esperar que se arreglen las
cosas, y de ahí si… corres a sus brazos.-
La bella sin dejar de mirarlo, aprobó el consejo de Ángel, pues todo lo hacía por amor.
Un profundo silencio, de admiración y respeto, inundaron el lugar, que aún lucía algo denso por la polvareda,
levantada por los caballos, y el humo de las bombas lacrimógenas.
El misticismo, altruista, embargando las emociones contenidas, llenaron los espíritus de los presentes, cuando el
señor de los andes, llegó a la comisaría.
La presencia impresionante de Ollncarchy llenó de majestuosidad el recinto policial.
El indómito soberano, traía para la admiración de los presentes, la gallardía de su raza…y la cerviz alta, como el
cóndor, o el imponente sol imperial.
Reluciente en sus finas vestiduras, matizadas en oro y plata… augusto, se paró unos metros, cerca del presidente
de la republica.
Entonces fue, que Pacctallantay, embargado del más profundo orgullo, se adelantó unos metros, y con voz
autoritaria,, exclamó a los presentes…
-Señores… éste es mi padre. El gran señor de los andes, el inca reinante. ¡¡Ollancarchy!!
Alzó más la voz cuando dijo…
-Señores el inca… ¡Está aquí!-
Inmediatamente… el presidente de la republica, los ministros, el general de división, y todos los demás
funcionarios, se acercaron al soberano.
-Señor…-dijo trémulo y conmovido el presidente- le doy mi saludo, y la más cordial bienvenida. Ofrezco el
respeto más profundo, a su dignidad real, y a su altísima investidura.
-Todo lo que está aquí… todo lo que ve, está a su orden. La historia lo reclamaba, y nosotros nos sentimos muy
orgullosos, de tenerlo presente.
En nombre de nuestro pasado oprimido, y de la sangre regada por nuestros mártires, precursores, y héroes,
queremos pedirte la más profunda disculpa.
-Queremos que usted, nos permita homenajearle, y enseñarle todos sus dominios. Estas son sus tierras gran señor
–se lleno de emoción cuando señalando el horizonte dijo- ¡si…esto es el Tahuantinsuyo!
Con el ceño fruncido, y la mirada adusta, el inca miraba fijamente, muy enérgico, al presidente, sin ofrecerle
respuesta alguna.
Todos miraban nerviosos al soberano, esperando su inesperada reacción. Los militares algo inquietos, movieron
sus dedos, por los gatillos de sus armas, y los guerreros de Ollancarchy, como si fueran un sólo ser… se
movieron al unísono.
El silencio del soberano, lleno de gran zozobra, inquietud, e incertidumbre a la improvisada reunión. Y todos
absolutamente todos, esperaron lo peor.
De pronto… el inca reinante alzó los brazos al cielo, y con voz impresionante, reclamó, en quechua, y en
castellano, muy herido, por los desamparados, lo que por siglos, habían callado sus antecesores.
Al bajar violentamente los brazos, y casi dando un manotazo en el aire… Muy iracundo exclamó…
-¡Vaya!, ¡vaya! ¡vaya! Así que esta es la tierra de mis padres. ¡La gloriosa cuna del imperio de los incas! Aquel
que alcanzó su mayor extensión gracias a la estrategia del inca Huayna-Capac.
-¿Porqué tuvo que ser así?… ¿Por qué… porqué? reclamó herido y furioso-
Luego mirando al cielo… pareció ver sin fin, todo el territorio actual, y el territorio del ayer.
Cuando retiró las manos de la cintura, señaló hacia la impresionante cordillera, y le dijo al presidente.
-Ustedes no lo saben… ¡porqué no lo sienten! ¿Qué creen? ¿Qué no me duele? ¡Pues sí! Acaso no ven, como esta
agonía mezcla de furia y dolor, quiere explosionar, en martirios penitentes dentro de mí, arrancando mis
sentimientos sin piedad, o piensan, que mi pasado, disculpa su gran indeferencia, y su desamor por mis
hermanos. Pues, ¡no es así!
-Determinante volvió a decir-
-mi padre el sol, me ha revelado en sólo instantes, todo lo que ha pasado con el imperio. Y creanme aquí, estoy
escuchando los ayes de todos mis hermanos, que sufrieron, y murieron, bajo el yugo de la opresión, y de la
injusticia.
¡No voy a dejar esto así!… ¡no lo voy a permitir! ¡No… no! y noooooo –Gritó furioso-
¡Carajo! el reto del Tahuantinsuyo… siempre seguirá adelante.
-Yo soy Ollancarchy…el inca reinante, y mi deber es cumplir la ley secreta del gran Pachacutec…. ¡y así lo
haré!-
El soberano giró bruscamente, y dirigió la mirada a sus guerreros. Los comandantes, formaron tres inquietas
filas, esperando la orden de su señor.
Al mirar la furia que había en la mirada del inca, los guardaespaldas del presidente corrieron hacía él, para darle
protección, y alejarlo de lugar.
Sin embargo… el jefe de estado, al darse cuenta de la delicada situación, pensó, y quiso jugar la opción más
riesgosa.
-Retirense todos… quiero estar cerca de él.-al ver la indecisión de sus protectores volvió a aseverar- ¡es una
orden!-
El presidente… abogado y psicólogo de profesión, sabía que la única manera de proteger, y convencer a los
últimos descendientes del imperio, era a través del dialogo.
Sin embargo, al señor de los andes, no lo iban a convencer tan fácilmente. Por eso… cuando el soberano iba
alzando el brazo, para dar la indiscutible orden de batalla… se escuchó la voz de Pacctallantay, tan llena de
indignación y de ruego, que estremeció el lugar.
-¡No!… no padre…nooooo –gritó el joven-
El inca giró, y volviendo a mirar a su hijo, detuvo la orden para preguntarle.
-¿Qué sucede contigo Pacctallantay?… en estos momentos casi no te conozco. Tú eres mi hijo, y mis ideales
deben ser los tuyos. ¿Acaso has olvidado la ley secreta del gran Pachacutec?… ¡tenemos que recuperar el
Tahuantinsuyo!…
-¡Esa fue su gran orden!.. .y yo no quiero… no quiero postergar tan insigne causa.
¿Acaso no te das cuenta del gran daño, que estos miserables, han causado al imperio?
¡Mira lo que han hecho! Lo han pisoteado, lo han saqueado, lo han destruido, y yo no voy…
-Me duele mucho, tanto como a ti padre –respondió interrumpiendo- y comparto profundamente, la inmensidad
de tu dolor. Yo estuve contigo en las conquistas de Cascaden, de Marampampa y de Marampampilla. Y lo hice
porque teníamos que acabar juntos esta pesadilla. Sin embargo… ¡ya es muy tarde!, ¿entiendes?… ¡Es
demasiado tarde!-
-¿Cómo que es muy tarde? –Preguntó indignado el soberano, dando un soplo de indignación-
-¡Si padre!…es tarde, porque el enemigo que nos ha causado este inmenso dolor, que hoy nos aflige, ya no está
aquí. ¿Entiendes?…y aunque la sangre derramada de nuestros hermanos, aún reclame justicia… ¡ya nada
podemos hacer!
-tu crees padre, que yo no sufro por esto, pues sí… ¡sí lo hago! Sin embargo llevo muy dentro de mí, la
impotencia de haber nacido a destiempo… ¿Y sabes qué?…el enemigo… el verdadero enemigo ha huido, y ya
no podremos destruirlo.
-Yo también quisiera –dijo estrujando con fuerza un papel que estaba tirado en el suelo- hacerlos pagar, el daño
inmenso que nos han causado.
Padre… yo también he sentido furia, al mirar tristes las cordilleras porque también he visto allí la miseria de
nuestros hermanos campesinos, en el combate diario por el sustento. ¡Ese es al enemigo que ahora hay que
enfrentar, y destruir!
-Mira… ¡míralos bien! –le señaló a los presentes- estos no son nuestros enemigos… la pobreza es el enemigo de
ahora… pues oprime, y hiere a nuestros hermanos-
Al escuchar la sentenciada oratoria de su hijo, el inca por un momento llegó a llenarse de dudas, y su cuerpo
tenso, pareció relajarse un momento, en comprensión y paz…mirando con cierta calma a los presentes.
Fue allí… que el presidente, al notar calmado al soberano, se acercó, para estrecharle la mano, como pacto de paz
Con la mano extendida esperó la respuesta. Sin embargo, Ollancarchy lo miraba con desconfianza, manteniendo
su pose señera.
Fue en ese instante, que Pacctallantay, tomó en su mano derecha, la mano de su padre, y en la otra, la mano del
presidente… y las unió, formando así, un esperanzado símbolo fraternal.
Ollancarchy, mantuvo por unos segundos, la mano del presidente entre las suyas, y todos miraron con esperanza,
aquel improvisado pacto.
Pacctallantay luego, alzando los brazos, les cogió los hombros, palmoteándolos, convirtiéndose así, en el lazo
que unía por siempre, al Perú de hoy, con el Tahuantinsuyo del ayer.
Al darse cuenta que ese era el momento esperado, el presidente, le dijo emocionado al inca.
-Bienvenido señor de los andes. Una vez más le doy el más cordial de mis saludos y ofrezco nuevamente el
respeto más profundo, a su dignidad real, y a su altísima investidura-
Esta vez, Ollancarchy, sin abandonar la sobriedad en su mirada, pareció entender, lo dicho.
Luego, volvió a revisar con la mirada, la formación de sus tropas, y de los militares que permanecían bastante
rígidos, ante la presencia del presidente de la republica, y del soberano
Fue en esos momentos, que Estrellita, al sentir casi solucionada la crisis, corrió a lado de su amado… llegando
hasta él, para abrazarlo fuertemente.
Enlazados en fuerte abrazo, los jóvenes tocaron el cenit de la pasionaria, uniendo en riendas de seda y oro… a su
amor. Y en aquel paroxismo inigualado, donde mora cual miríada la pasión, juraron amor eterno… del cual no
hay dos.
Pacctallantay… vivía en esos momentos lo increíble, sentíase transportado a la eterna gloria, luego se abrazaron,
y volvieron a unir, su amor, con un inigualable beso. Al mirar la tierna escena, que traía la esperanza de amor y
paz, ninguno de los allí presentes dejó, de estremecerse.
Sucedió después… que los demás, siguiendo el ejemplo del presidente, comenzaron a aplaudir a la inseparable
pareja.

Los aplausos para Pacctallantay y Estrellita eran totales, y tal vez fue por eso, que Ollancarchy, después de
observar la mirada suplicante de su hijo, empezó a aplaudir, poco a poco.
Aceptaba de esta manera, la unión de los jóvenes, que sólo querían vencer la injusticia, y vivir juntos para
siempre.
Los cinco comandantes, comenzaron a acercarse, llegando subordinados, con la cabeza baja, como símbolo de
sumisión a su señor.
Luego lo hicieron los ministros, el jefe de turismo, el general de división, y todas las autoridades que
acompañaban al presidente.
Todos querían saludar, personalmente, al último inca del Tahuantinsuyo… querían sentir en su porte señorial, la
grandeza de un imperio, que nunca debió acabar… que nadie debió mancillar.
Terminado aquel protocolo, el presidente invitó a Ollancarchy, a pasar vista a las tropas presentes, mientras al
sentir la paz, miles de personas, miraron con patriótico orgullo, aquella escena.
Acompañado del presidente, de aquella comitiva especial, y de Pacctallantay, que caminaba a su lado, abrazado
de Estrellita… Ollancarchy comenzó a avanzar, en lo que sería su primera caminata libre, por el Perú de hoy.
Rápido y contundente… Con la mirada aguda, y sintonizada en las armas de sus combatientes, caminó augusto,
al lado del presidente… mientras los oficiales de ambos ejércitos, saludaban la presencia de los dignatarios.

Tal vez aquí digo, que el Tahuantinsuyo, nunca quiso estar en paz, hasta vivir aquel singular momento.
Orgulloso de su hijo, quien tal vez debió existir en tiempos de Atahualpa, para enfrentar al enemigo, el imperio
del sol, desde lo alto imploró paz, y ¡lloró!
Insigne soberano, enemigo de la injusticia y de la opresión, aparecía cual amada esperanza, para ser equidad, en
favor de los qué menos tienen, de los que sufren, de los que se acuestan con hambre, de los que cambiarían el
presente, por el ayer, y su glorioso fulgor.
Así al pasar cerca del estadio, desde donde Ángel, lideraba a una gran muchedumbre, que esperaba su paso, para
ovacionarlo, allí Ollancarchy alzó, y agitó fuerte el sunturpauccar, y saludó a los presentes, que con olor a
multitud, gritaban muy fuerte…

-¡Qué viva por siempre el Tahuantinsuyo!


-¡Ollancarchy… Ollancarchy!,
- Ollancarchy Presidente.
-A la bim… a la bam…
a la bim bom bam…
- ¡Ollancarchy…! ¡Ollancarchy!
ra- ra-ra-ra-

¡Te admiramos señor de los andes!


¿Por qué tardaste tanto, paladín del ayer?
¡Acaba con la injusticia y el abuso… estratega retador!

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Entonces fue, que aquellas leyes incaicas… ama sua –ama quella –ama llulla… que rezaban… No seas ladrón,
no seas ocioso, no seas mentiroso… junto a la ley secreta de Pachacutac, parecían reflejarse en la imponente
vestidura del inca retador.
La hermosa capa roja, que llevaba en su espalda, donde exhibía refulgente, el dibujo en honor al sol, pareció en
aquel momento, absorber los rayos del astro rey.
Con el sunturpauccar en la mano derecha, y la mascapaycha en la cabeza, el último inca del Tahuantinsuyo,
caminó señorial, entre las tropas. Y la mixtura encontrada de sentimientos nacionalistas, muy patrióticos e
insignes, aplaudieron, y admiraron estremecidos, a Ollancarchy, que empezaba así, a revisar al Perú de hoy.
Llevaría por siempre en su alma… ante la amenaza de cualquier injusticia, aquel reto que sólo moriría con él,
éste reto sería por siempre…

= EL RETO DEL TAHUANTINSUYO.=

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Así me lo contó aquel espíritu misterioso, que en esos momentos me volvió a dejar solo… en aquel misterioso
alto y helado, paisaje andino.
¡¡Espera!! -le grité- ¡no te vayas!.. Mas mezclándose con la melancólica y eterea niebla, invisible nadó entre ella,
perdiendose así entre la inmensa cordillera de los andes, dejando a mi lado, un gran halo de profunda tristeza…
y una gran, y afligida alegría.

FIN.

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