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Matt es junior en el MIT. Es un geek, es ingenioso y brillante. Y también es muy,
muy estúpido.
Cuando la hermosa, genial y profunda Julie va a vivir con la familia de Matt, ¿por
qué (¡oh por qué!) él finge ser su hermano ausente Finn, para el presunto beneficio de
ella? Parece bastante inofensivo hasta que la estancia de corta duración de Julie se
convierte en permanente. Hasta que esto crece rápidamente y se convierte en una
locura que le presiona el corazón. Y hasta que se enamora de Julie y Julie se enamora de
Finn.
Pero... Matt es el más adecuado para ella. Si sólo pudiera hacérselo ver. Sin
decirle la verdad, sin romperlos a todos en pedazos. Particularmente a su frágil
hermana Celeste, quien podría ser la que más necesite de Julie.
Conociste a Matt a través de los ojos de Julie en el Flat-Out Love. Ahora
profundiza en el mundo de Matt en Flat-Out Matt. Vive su lado de la historia, destrózate
cuando su corazón se destroza, y enamórate del improbable héroe nuevamente.
Da un salto en un paracaídas emocional en los dos capítulos precuela y los siete
capítulos de Flat-Out Love narrados desde su perspectiva, y luego aterriza con un
vaporoso capítulo final completamente nuevo contado por Julie.
#Flat-Out, 1,5
.

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Flat-Out Matt es dedicado los fans que creyeron en Matt y que se enamoraron
de éste improbable héroe. Éste libro es de Matt para ti, con su eterna gratitud (y
vergüenza) por convertirse en un novio literario para muchísima/os lectores.
Éste es también para los y las geeks de todas partes que finalmente están
recibiendo la atención positiva que merecen. Y tal vez un poco de acción.
Un capítulo precuela de Flat-Out Love.
Traducido por Kyda
Corregido por Mass_

Matt Watkins solo es visible en infrarrojo.


Finn Watkins ME GUSTARÍA ANUNCIAR UNA ALIANZA ESTRATÉGICA ENTRE TU
ROSTRO Y MI TRASERO, QUE INVOLUCRA MUCHOS BESOS.

Matt dejó su mochila en el suelo y sacó una botella de agua. Hacía unos cinco o
seis grados en Mount Washington, por lo que el agua afortunadamente había
permanecido fría. Ya habían hecho una caminata hoy, y ahora estaban a mitad de la
segunda. Matt estaba sudoroso, adolorido, cansado y los pies le dolían como el infierno.
Era apenas la segunda vez que usaba éstas botas de montaña y sabía que a sus pies
empezaban a salirles ampollas. Pero no cambiaría nada. Cuando un tercio del agua se
había acabado, metió nuevamente la botella en la mochila.
—¡Vamos, amigo! —gritó Finn, veinte metros más adelante—. Logramos pasar
el Fan. ¡Sigue moviéndote! —Levantó sus lentes de sol, los colocó en su cabello y
sonrió. Finn estaba en su elemento.
Los hermanos estaban en el lado Este de la montaña, en el sendero Huntington
Ravine que llevaba a la base de una montaña de doscientos cincuenta metros, y luego a
las losas inclinadas y salientes de Central Grully. No era una ruta particularmente difícil
en ésta época del año, pero cualquier alpinista inexperimentado, con mal juicio y poco
(o erróneo) equipo podría fácilmente meterse en muchos problemas durante los meses
de invierno. Los guardabosques habían rescatado a más de un alpinista mal preparado
en ésta área.
Aún sin el factor de peligro que ambos amaban, Matt y Finn amaban éste
sendero. Tenía todo tipo de terrenos, y ya habían pasado por grandes rocas, a través de
matorrales rocosos y a lo largo de un pequeño arroyo. Algunas secciones, como el Fan,
eran campos pedregosos, cubiertos con tierra y grava que fácilmente podría hacer que
los escaladores perdieran su equilibrio. Ni siquiera Finn estaba emocionado por
cruzarlos con clima húmedo, pero hoy contaban con aire seco y sol. Ahora tenían que
afrontar las salientes que los llevarían hasta Pinnacle Gully, y ésta próxima etapa de
escalada sería completamente sobre encontrar la grieta perfecta para que sus manos se
aferraran y en confiar en las suelas de alta calidad de sus botas.
Matt alcanzó a su hermano. —Está bien, estoy listo.
Finn entrecerró los ojos a la luz del sol, su cabello rubio casi brillaba en la luz.
—¿Estás seguro? Sentémonos unos minutos. Disfrutemos la vista un poco. —
Antes de que Matt pudiera detenerlo, Finn se sentó en una losa de roca rodeada de
parches de hierba—. Además, deberíamos comer de nuevo. Ésta es comida de
campeones. —Sacó una bolsa plástica de granola, fruta seca y galletas de chocolate de
su mochila y se la pasó a Matt mientras rebuscaba por carne seca—. Deberíamos hacer
que mamá nos sirviera esto en la cena. Ni siquiera ella podría arruinar el Trail Mix 1,
¿verdad?
Matt se sentó a medio metro de distancia y ajustó el ala de su sombrero,
protegiendo sus ojos del sol.
—Yo no contaría con ello. Estoy bastante seguro de que ella podría hacer algo
irrevocablemente horrible. Quizá pulverizarlo todo en una licuadora y servirnos un
cuenco de polvo para la cena.
—¡Podríamos inhalarlo a través de pajillas! —Finn dejó salir su ruidosa típica risa
contagiosa.
—No se lo sugiramos, porque lo haría seguramente. —Se inclinó hacia atrás,
recostándose en sus codos—. Demonios, Matty, mira esa vista. Las montañas, los
árboles, el cielo perfecto. ¿Qué más podrías pedir?
—No mucho —concordó Matt. Observó a su hermano, muy consciente de lo
profunda y descaradamente que idolatraba a Finn. Finn, quién podía hacer casi todo, y
sabía cómo manejar el mundo con excesiva habilidad y encanto. Finn tenía toda la
sutileza social que Matt sabía que no tendría nunca. Sin mencionar su fastidiosamente
buen aspecto, que era aún más atractivo por el hecho de que él ignoraba su propia
perfección. Incluso las cosas de menor importancia, como el hecho de que sus
pantalones de escalar caían en algún tipo de estilo genial, mientras que las piernas de
Matt se veían igual que con cualquier pantalón. Era simpático y exasperante.
El rostro de Finn estaba sonrosado por el frío, lo cual solo contribuía a su aura
vibrante. —Sé que éste es un viaje bastante fácil para nosotros. Espero que no te
importe.
—En lo absoluto. ¿Pero por qué querías hacerlo? Podríamos hacer esto hasta
dormidos.
—Yo solo… quería pasar tiempo contigo. Es medio difícil hablar cuando estamos
planeando, ¿sabes? —Finn ahuecó las manos sobre su boca—. ¡Maaaaaaaaatttttttttty!
¿Cómo estáaaaaaaaaaaaaaas?
—Bien, parece razonable.
—Así que, hermanito, oigamos sobre ésta novia tuya. Es tú último año de
secundaria, tienes a una dulce dama a la cual meter a casa a escondidas por la noche, y
no vivo en casa para ayudar a cubrirte. ¿Así que cómo va?
Matt rodó sus ojos. —Todo bien. Estoy bien al tanto de los rechinantes
escalones y cómo pasar la habitación de mamá y papá sin que escuchen.
—Te entrené bien. —Finn estaba claramente complacido—. Ahora, cuéntame
más. Aún tengo que conocer a ésta encantadora criatura; todo lo que sé es que su
nombre es Ellen y que está apuntando a entrar a Yale el próximo otoño.

1
Trail mix (mezcla de frutos secos) es una combinación de aperitivos, específicamente de frutos secos,
nueces, y, a veces chocolate, desarrollado como un alimento para llevar a caminatas.
—Ambas son ciertas.
—¿Y cómo se conocieron ustedes dos tortolitos? —dijo Finn, batiendo sus
pestañas.
—Ellen y yo fuimos seleccionados para dirigir un grupo extracurricular, para
aquellos que necesitaban ayuda con biofísica molecular y bioquímica. Un grupo de
estudiantes ha estado tomando cursos universitarios para incrementar sus currículos,
así que les hemos estado dando tutorías dos veces a la semana.
—Brillante. Dime algo más emocionante que eso. ¿Cómo es? ¿Es divertida? ¿La
amas? —Finn ladeó la cabeza y sobre enfatizó cada palabra—. ¿Le haces amor
dulcemente?
—Ella va a especializarse en Estudios de Mujeres, Género y Sexualidad, si eso
responde a tu pregunta.
—No contesta mi pregunta. Eso significa que ella es demasiado mojigata para
hacerlo así que simplemente lee al respecto, o…
Matt sonrió. —No es demasiado mojigata.
Finn se dejó caer al suelo y se frotó los ojos con las manos. —¡Oh por Dios, mi
hermano bebé está participando en actividades sórdidas con una mujer con la cual no
está casado! ¡O siquiera comprometido! ¡Es asqueroso! ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Tal vez pude haber prevenido este comportamiento vil. Todo es mi culpa. Nunca me
perdonaré por fallar en asegurar tu virginidad hasta que tuvieras una edad apropiada.
—Finn, cállate. Tú has estado involucrado en actividades sórdidas con una buena
cantidad de mujeres. Y estoy muy seguro de que algunas de las cosas que has hecho
son ilegales en unos cuantos estados.
—¡Demonios, sí que lo son! —Aplaudió y miró a Matt—. Soy un universitario de
segundo año, ¿qué esperas? En serio, así que las cosas están, uh, ¿bien entre tú y ésta,
indeciblemente libertina, Ellen?
Matt asintió y jugueteó con la bolsa en sus manos.
—Veo que estás intentando no sonreír —bromeó Finn—. Estoy feliz por ti. Y ella
suena tan nauseabundamente académica como tú. Cuéntame más.
—Ella espera pasar el verano como pasante de un profesor de Harvard quien
investiga…
—No me refiero a eso. Dime más con respecto a ella. Tú y ella. ¿La quieres? ¿Te
hace reír? ¿Es ella cariñosa, femenina, sexy y dulce?
—Por supuesto que la quiero. Es muy inteligente y enfocada, y apoya
completamente mi plan de hacer doble licenciatura.
—Bueno —dijo Finn, aclarando su garganta—, suena simplemente maravillosa.
—¿Y por qué esa condescendencia?
—Nada. Yo solo… —Finn metió un puñado de granola en su boca y continuó
hablando—. Solo quiero que te diviertas.
—Estoy divirtiéndome.
—En una manera controlada y reglamentada, sí. Pero creo que podrías divertirte
más. No te haría daño enrollarte con alguien un poco menos parecida a nuestra madre.
—Qué cosa más atroz y provocadora de vómito para decir.
—Sal con una chica con cabello púrpura y tatuajes. Alguien emocional, divertida
e interesada en ti por algo más que tu intelecto. Alguien que saltaría de un avión
contigo. Podrías aportar mucho más a una relación de lo que sospecho que le estás
dando a ésta chica Ellen. Y podrías obtener más, también. Lo mereces.
—Ellen y yo estamos en la misma página en lo que a muchas cosas importantes
respecta. Tenemos metas de vida similares, valoramos las mismas políticas sociales…
Hay mucho respecto entre nosotros.
—Oh, sí, cosas de la que están hechas las grandes historias de amor. Estoy
sobrecogido por el romance. Vive un poco, Matthew. Saca B en lugar de A+ en una
clase, porque estás tan apasionadamente enamorado y ocupado follando hasta más no
poder, que no tuviste tiempo para estudiar.
—Ese eres tú, Finn, no yo.
—Sí eres tú. Solo tienes que dejar que suceda. Te encantaría.
—Estoy bastante contento con Ellen.
—Estás aburrido con Ellen. Te conozco. Harás paracaidismo, colgarás de
barrancos con delgadas cuerdas y harás balsismo en los rápidos, pero… ¿no qué? ¿No
serás alocado e imprudente con una maravillosa chica? ¿No te enamorarás loca y
perdidamente? ¿No dejarás que el mundo como lo conoces sea volado en pedazos
porque te enamoraste frenética y desesperadamente de alguien?
Matt rio.
—Tú ve a disfrutar tus ninfómanas tatuadas, yo estaré bien como soy.
—Sabía que Ellen era mojigata —murmuró Finn.
Matt rió. —¡No es mojigata! Te haré saber que nosotros… lo hacemos a
menudo.
—Sí, bien. Eso, al menos.
—Y no es como que haya algo malo en que ambos nos enfoquemos en los
estudios. A ti también te importa eso, considerando que no estás exactamente
suspendiendo Brandeis.
—Cierto, pero no soy tú, eso es seguro. Tú tienes algo que yo nunca podría
tener.
—Sí, claro.
—Es cierto. Amigo, necesitas apreciar lo malditamente superdotado que eres.
Eres tan inteligente que no entiendo de lo que hablas la mitad del tiempo, y todos
sabemos lo brillante que yo soy. —Finn guiñó—. Matty, eres asombroso.
Él negó. Finn estaba exagerando.
—Sí, sé cómo soy inteligente y cómo no.
—¿En qué no eres bueno? Irás al MIT 2. el año que viene. No se puede ser más
genio que eso.
Matt suspiró. —No es eso. Bueno sí, si entro en MIT me irá bien. Todos sabemos
eso. —Levantó la mirada y admiró en el horizonte.
Finn estuvo callado durante un momento y Matt pudo sentir la penetrante
mirada de su hermano sobre él.
Finalmente Matt lo miró. —¿Qué? ¿Qué pasa?
—Aw, Matt, basta ya. Nadie en el mundo podría tener un hermano tan
maravilloso como yo. Tienes un corazón y un espíritu como nadie más. Por favor,
intenta recordarlo. Eres más que solo el inteligente.
—Lo sé. En serio. También soy el hermano ardiente. —Matt le arrojó la bolsa de
frutas secas mixtas a Finn, golpeándolo en la cabeza—. A veces simplemente necesito
que me lo recuerdes.
—Mira quién es todo arrogante ahora, ¿eh? Tienes a la chica, la universidad de
pantalones elegantes que te perseguirá seguramente… ¿Qué es lo que sigue? —
preguntó Finn.
Matt colgó sus brazos sobre sus rodillas e inspeccionó el horizonte. Sonrió.
—No lo sé. Pero no puedo esperar para averiguarlo.
Finn se levantó y caminó unos cuantos pasos para estar de pie junto a su
hermano. —Yo tampoco puedo esperar. Estoy orgulloso de ti, hombre. En serio, lo
estoy. Nos va bien ahora, ¿eh?
Matt vaciló. —Sí.
Finn frunció el ceño. —¿Qué ocurre? ¿Es Celeste? ¿Está bien?
—Está genial. Quiero decir, te extraña, por supuesto, pero eso es normal.
La verdad era que Celeste odiaba que Finn viviera en la residencia de
estudiantes. Tenía una tendencia a ponerse demasiado irritable con Matt, claramente
por no estar tan sintonizado con los chicos de primaria como su hermano. Él hacia lo
mejor que podía con ella y trataba de hacerla participar en actividades que pensaba que
disfrutaría. Hasta ahora su intento por encender el interés en su club mineral no había
ido bien, y solo había producido un más bien perplejo: “Oh, Matty”. Pero él no seguiría
el enfoque de Finn y desperdiciaría un sábado en ese horrible parque de diversiones del
lago Canobie. No toleraba en absoluto las multitudes, filas, y la horriblemente
estruendosa música que era emitida a través de altavoces. Los paseos estúpidos no le
atraían, y no podía entender por qué alguien podría encontrar algo más que grotesco
pasar un día allí. En lo que a Matt concernía, era lo peor de la cultura americana. Finn,
por otro lado, desafiaba la locura unas cuantas veces al año. Él y Celeste siempre
regresaban con un puñado de animales de peluches color neón fabricados a bajo costo
que Finn había ganado para ella. Gracias a Dios que estaba Finn para darle a su hermana
la diversión que ella necesitaba. Matt deseaba saber cómo, y envidiaba la habilidad de
Finn de volverse tan infantil en un instante. Finn podía jugar, reír y tomar a Celeste en

2
Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT por sus siglas en inglés.
sus brazos con tanta facilidad. Quizás cuando ella fuera más vieja él sería un mejor
hermano mayor. Encontraría una manera de que ella lo amara en la forma en la que
amaba a Finn.
Matt sonrió. —Es bueno que vengas cada domingo y pases tiempo con ella. Ella
te admira muchísimo.
—Extraño a esa munchkin3, en serio que sí. ¿No es la niña más malditamente
feliz que has visto jamás? Supongo que nuestros padres no la dejarían mudarse
conmigo al dormitorio, ¿tú sí?
—Probablemente no. Además, es mala bebiendo cerveza en embudos. Llega
hasta la mitad y empieza a arquear. Muy indecoroso.
—Inservibles niños de diez años. Bien, haz que practique un poco más, tal vez
con una buena lager ale 4 y yo me ocuparé de mamá y papá.
—¿Celeste y tú me abandonarán, y dejarán solo en esa casa de los horrores? —
Matt extendió hacia arriba las manos—. Gracias. Aprecio el apoyo.
Finn se detuvo y colocó las manos en las caderas. —¿Qué sucede, Matt?
Matt pensó por un momento, tratando de descifrar si debería decir algo. —
Mamá no está… bien. No sé cómo explicarlo. Se recompone cuando vienes a casa,
pero…
—Está sucediendo de nuevo.
Matt asintió. —Eso creo. No puedo mantenerme al tanto con los altos y bajos.
—Oh, demonios. —Finn recogió una pequeña roca y se paró, lanzándola lo más
lejos que pudo sobre un costado de la montaña—. ¿Dejó las medicinas?
—No estoy seguro. Tal vez.
—Sé que no le gustan. —Finn caminó en la pequeña área de roca detrás de
Matt—. Me dijo que le aplanan demasiado el humor, pero creo que no tiene opción.
Matt escuchó a Finn murmurar, suspirar, y patear algunos guijarros.
—¿Qué hace papá al respecto? —preguntó Finn.
—¿Qué crees?
—¿Su usual método de ‘al mal tiempo buena cara’?
—Sí. No obstante, ella ciertamente no se lo pone fácil. No sé si lo culpo.
—Deberías. Tiene hijos de los cuales preocuparse. Tiene responsabilidades —
Finn suspiró de nuevo y maldijo bajo su aliento—. Pronto saldrás de allí, Matt.
—¿Y qué hay de Celeste?
—Ella estará bebiendo cerveza en fiestas de barriles conmigo, ¿recuerdas? —
Finn lanzó otra roca—. Lo sé, lo sé. No es gracioso. Por supuesto que tienes razón.

3
Munchkin: personajes de El Mago de Oz, conocidos por ser enanos.
4
Lager Ale: cerveza rubia.
—Celeste no es como mamá. Ella es exhaustivamente alegre todo el tiempo. No
quisiera que eso cambiara.
—No —dijo Finn firmemente—. No dejaremos que le quiten eso. No lo haremos.
—¿Quizá podrías hablar con mamá? Ella te escuchará. Ella responde más a ti.
—Basta con eso. Eso no es cierto.
—Está bien, Finn. Realmente. Siempre ha sido así.
—¿No lo entiendes, Matt, cierto?
—¿Entender qué?
—La razón por la cual es más dura contigo, es porque te ve como competencia.
Eres más inteligente que ella, y no puede soportarlo. —Finn se dejó caer al lado de Matt
nuevamente—. Está celosa. Plano y simple.
—Eh. ¿Eso crees?
—Siempre será más dura contigo para tratar de rebajarte una muesca o dos.
Amo a mamá, pero… ignora su basura. Sé que ella te lo está poniendo difícil respecto al
MIT, diciéndote que nunca obtendrás una educación suficientemente equilibrada. Pero
eso no es cierto. Ella nunca pudo entrar allí, y sabe que tú lo harás. Harás cosas
fantásticas. —Se sentó al lado de Matt y sonrió—. Será divertido verlo.
—Gracias. —Matt dejó caer la cabeza y jugueteó con los cordones de sus
zapatos—. Gracias, Finn.
—¿Qué hay de Celeste? ¿Qué crees que hará ella con su vida?
—¿Quizás siga con el piano? U otra cosa creativa. ¿Puedes imaginarla como una
artista de algún tipo? Iremos a las exposiciones de su galería, y la escucharemos explicar
el simbolismo encontrado en alguna extraña escultura que pasó meses formando con
piñones y cremalleras.
—Totalmente —concordó Finn—. Será raro y maravilloso.
—Sí, lo será.
—Justo como es ella. Sí, es un poco demasiado inteligente para su propio bien, y
no es exactamente como todos los demás niños en su escuela, pero también tiene
potencial para hacer algo genial. Algo realmente único y sobresaliente, ¿no lo crees?
Matt asintió. —No podría estar más de acuerdo.
—¿Puedes imaginarla de adolescente? —gruñó Finn—. Ugh, solo faltan unos
pocos años. Ese desorden de cabello rubio tendrá a los chicos derribando la puerta del
frente.
—Sin bromear. Tendremos que colocar algún tipo de sistema de seguridad. Me
encargaré de las verificaciones de antecedentes, y tú puedes armar las trampas
explosivas. ¿Estoy pensando en algo que tenga que ver con redes y poleas?
Finn chocó los cinco con Matt. —Trato.
—Así que, ¿hablarás con mamá?
—Sí. No te preocupes por nada. Arreglaré esto.
—¿Tú y tu franela de No te preocupes, soy un Jedi? —Matt sonrió.
—Con un poco de ayuda de ti y tu franela de Los amigos no dejan que los amigos
beban y deriven.
—No me necesitas, Finn.
—Sí te necesito, Matt. Eres mi mejor amigo, y estamos juntos en esto.
El cordón de Matt continuaba desesperado por atención.
—Te amo, Finn.
Finn rio y arrojó un brazo alrededor del cuello de Matt, acercándolo.
—Aw, Matty, tú gran bobo. También te amo, hermano. —Lo abrazó fuerte
durante unos minutos—. Todo estará bien. Lo prometo.
Matt asintió. —¿Deberíamos continuar?
Finn apretó su brazo alrededor de Matt una vez más. —Sí. Hagámoslo.
Ambos se pusieron sus mochilas, y Matt se dio la vuelta para disfrutar la
espectacular vista una vez más, antes de empezar a enfocarse en subir las empinadas
losas de roca delante de ellos. Ahora ésta no era una escalada desafiante para ellos,
pero los meses de invierno traerían una excelente oportunidad para escalar en hielo
aquí.
—¿Oye, Finn?
Finn levantó la capucha de lana sobre su cabeza. —¿Sí?
—Deberíamos volver aquí cuando tenga hielo.
—Tío, eso me gustaría tanto. ¡Obtendremos equipo nuevo para Navidad!
Nuevas sogas, nuevas piquetas de hielo… También necesitamos un buen rastreador de
clima. ¿Sabías que el Monte Washington tiene uno de los climas más locos de todas
partes? Impredecible. Cambia en un instante.
—¿Eso es lo divertido, cierto? —Matt siguió a Finn por la roca peñascosa.
—Bueno, sí. Pero seremos cuidadosos. Ahora mismo, ésta es solo una escalada
clase 3. Agrégale nieve, hielo, y Dios sabrá qué tipo de clima. Un cambio total del juego.
Hay unas cuantas opciones diferentes de barrancos para ascender. Tendremos que ser
inteligentes con respecto a eso.
—Eso es desafortunado, ya que ninguno de nosotros es demasiado brillante.
—Lo sé. Especialmente tú. Qué trágico. —Finn miró hacia atrás y le guiñó un ojo
a Matt—. Trágico.
Caminaron un poco y luego Finn se detuvo, estabilizó su equilibrio y señaló a la
derecha.
—Allí. Ése es nuestro barranco. ¿Qué dices, Matty? ¿Febrero? Démonos un
verdadero reto.
—Dicen que febrero es el mes más difícil.
—Y por difícil quieren decir mejor.
—Demonios, sí —dijo Matt.
—¿Así que le entras?
—Le entro —acordó Matt. Disfrutó de la vista de su hermano, totalmente a
gusto con este terreno, el sol reflejándose de la roca hacia el rostro entusiasta de Finn.
Él iría a donde fuera con Finn. Acantilados, selvas nudosas, océanos profundos… Matt
estaría a salvo y amado. Matt sería atesorado—. Por completo.
Finn dejó salir un grito de regocijo y levantó ambas manos en el aire de forma
triunfante.
—¡Te veremos en febrero! ¡Vendremos por ti! Mi hermano y yo, ¿me escuchas?
Mi hermano y yo.
Se dio la vuelta y guiñó un ojo hacia Matt.
Un capítulo precuela de Flat-Out Love.

Traducido por Lune & Ione


Corregido por EliBlackWay

Matt Watkins ¿Tiempo del máquina una en polaridad la revertir cómo alguien
sabe? Rápida pregunta.

—Por favor, Celeste. Por favor.


Matt no pudo ocultar el tono suplicante en su voz. Se había vuelto imposible
mostrar algo parecido a un tono feliz —o neutral siquiera—, al hablar con su hermana.
Cada palabra que le decía estaba llena de súplica, zalamería o frustración. A veces
enfado.
Matt se recostó contra la pared que daba a la sala. La chica frente a él estaba
demasiado abatida para mirarla, por lo que se enfocó en el plato que sostenía. Mirar el
apestoso emparedado de carne era preferible que mirar a su hermana. Celeste estaba
sentada en un extremo del sofá, con las piernas recogidas con fuerza contra su pecho,
los brazos envueltos alrededor de ellas y sus manos agarradas apretadamente. No había
llorado en semanas. De hecho, no había hecho gran cosa en semanas. Al menos la
escuela se había acabado, así que la rutina matutina de intentar hacer que fuera lo
suficientemente funcional para llegar a clase había sido interrumpida. Pero ahora los
días parecían interminables. No había nada con qué llenarlos. Todo tenía un lado
negativo. Todo era un inconveniente. Tal vez extrañaba el llanto, el ruido, las
reacciones, porque el casi-silencio de Celeste era peor. Su inexpresivo rostro estoico lo
destruía una y otra vez. Al menos aún quedaba para destruir. ¡Ah, algo positivo! —
pensó Matt con amargura.
Se obligó a reponerse. Nuevamente. Cruzó la habitación y se sentó a su lado.
—Tienes que comer. Te traje un emparedado de ese lugar antihigiénico y de mal
gusto que te gusta.
Matt puso el plato en la mesita del café.
¿Cuánto tiempo más podría hacer esto? Habían pasado cinco meses desde que
Finn había muerto. Cinco meses y doce días. Erin y Roger apenas podían sostener las
cosas así como estaban, por lo que eran de muy poca ayuda. Matt entendía que era casi
imposible ver más allá del dolor propio para hacer frente al de alguien más, pero él lo
estaba haciendo, por el amor de Dios. ¿No podían ellos ayudarle? ¿No podía alguien
ayudarle? Evidentemente no. Sí, Celeste le permitía llevarla y traerla del colegio, hacía
su tarea, comía (cuando la obligaba), y a veces podía entablar una conversación como si
nada. Pero no había mejora. Iba a tener que pensar en otra cosa.
Matt le apartó el cabello del rostro y puso un montón de rizos tras su hombro.
—¿Tendré que llevarte pronto a que te corten el cabello, eh? —Matt hizo una
pausa, esperando por una respuesta que no llegaría—. Pequeña, por favor.
Celeste continuó mirando por la ventana.
—No me llames de esa manera, Matthew.
Matt suspiró.
—Lo siento, no quería…
—Así es como él me llamaba, y no quiero oír esas dos palabras 5 juntas.
Especialmente provenientes de ti.
Tenía que darle crédito. Ella realmente sabía cómo enterrar el cuchillo más
profundo.
El olor del emparedado le revolvía el estómago. Claro, todo parecía revolverle el
estómago, pero hoy era peor.
—Vamos, come. —Se las arregló para fortalecer su voz, queriendo sonar tan
directivo como pudiera—. No es una elección. Comemos, dormimos, seguimos
adelante.
Ella giró la cabeza y miró la mesita del café. Se mantuvo callada durante un largo
momento.
Un enfrentamiento entre Celeste y el emparedado —pensó Matt—. ¿Quién
ganaría esta batalla de voluntades? ¿Quién cantaría victoria? La tensión era grande…
—Solo. Come. Deja de pensar y come. —Matt le puso el plato en el regazo. ¿Tal
vez podría distraerla y empujar la comida en su boca sin que ella lo notara? Eso sería
más fácil que éste ritual de negociación por el que siempre tenían que pasar—. Finn
nunca querría que estés así. —Era injusto y cruel, lo sabía, pero, al igual que Celeste, no
estaba por encima de eso en éstos días.
Celeste lo fulminó con la mirada, pero recogió el emparedado.
¡Ja! Pequeñas victorias.
Se sentaron incómodamente mientras Matt supervisaba su alimentación. Matt
sabía que si dejaba la habitación ella dejaría de comer y probablemente escupiría lo que
tuviera en la boca.
—Entonces, mira, tu cumpleaños será en un par de semanas. ¿Qué deberíamos
hacer para celebrar?
—No habrá celebración, Matthew.
—Tenemos que hacer algo. Yo quiero hacer algo. ¿Qué tal cenar fuera? O
podríamos ver si alguno de los grupos de teatro tiene funciones. Amaría ver un
espectáculo contigo. ¿Algún obsequio en especial que quieras? Tengo unas cosas para
ti; mamá y papá también, obviamente.
Esa no era exactamente una mentira, dado que le había comprado unos regalos
de parte de ellos.

5
En el original aparece “baby girl”.
—No veo una razón convincente para reconocer el día como algo más que otro
insignificante, si no tortuoso, período de veinticuatro horas. ¿Tú sí? —preguntó
acusadoramente—. ¿Tú sí, Matthew? —Empujó el plato con el emparedado a medio
comer sobre la mesa y se recostó en el sofá.
Matt se frotó los ojos. Él simplemente no tenía energía para hacer esto ahora. El
ciclo era demasiado familiar para él, pasaría veinte minutos tratando de estar animado,
ser amable y (si intentaba más de lo usual) divertido, y ella o se quedaría en completo
silencio o sería desgarradoramente abusiva. Luego intentaría razonar con ella,
aprovechar cualquier parte de ella que aun viviera, después se enojaría y diría algo de lo
que se arrepentiría. Pero hoy, no era suficientemente fuerte. Metió la mano en el
bolsillo y sacó su billetera.
—Toma. —Arrojó una tarjeta de crédito en la mesa mientras se levantaba—.
Entra a internet y cómprate lo que quieras. Deberías tener algo bonito, especialmente
este año. Hazlo por mí, por ti, por Finn…no me importa por quién. Solo hazlo.
Matt salió de la habitación.

La pantalla brillaba intensamente en la oscuridad de la habitación de Matt, y


ahora él solo notaba que ya era de noche. Inconscientemente miró el calendario en su
computadora portátil. Cinco meses, veintiséis días. Para de contar, para de contar.
Levantó la próxima factura de la pila y organizó un pago en línea. Aunque todo en casa
se había ido a la mierda, al menos había dinero en las cuentas de sus padres. Cuando
cortaron la electricidad porque Roger y Erin habían olvidado los dos avisos de corte que
habían llegado en el correo, Matt se había ofrecido a lidiar con las facturas. Al menos la
pérdida de electricidad les había proporcionado a él y a sus padres un tema de
conversación. Uno estéril e infeliz, pero proveyó una excusa para que interactuaran.
Aparte de las cuestiones logísticas específicas que debían ser tratadas, nadie hablaba
con nadie, y nadie hacía mucho contacto visual. Ciertamente, nadie sonreía.
Se desplazó por la cuenta corriente, confirmando que todo estuviera normal y
luego hizo lo mismo con las tarjetas de crédito. Dejó salir una pequeña sonrisa por
apenas la segunda vez en siglos. Era difícil no sentir un breve momento de levedad
cuando había visto por primera vez el cargo la semana pasada. Un poco más de cien
dólares habían sido cargados a una tienda de fiestas en línea. Celeste se había
adelantado y se compró algo, presumiblemente lo necesario para una fiesta de
cumpleaños. Debió haberse hecho a la idea de que la familia celebrara su cumpleaños
de alguna forma. Era probablemente un embrollo de decoraciones, y todo hecho por
algún sentido de obligación a la memoria de Finn, pero a Matt no le importaba. Por
primera vez desde aquel impío y horrible día el febrero pasado, Celeste había hecho
algo positivo.
Cuando hubo programado el pago de la última factura, Matt recogió los papeles,
los pasó por una trituradora, y se sentó de nuevo. Sabía que era inexcusable que él
estuviera a cargo de esto, pero, era mucho menos complicado simplemente abordar lo
que había que hacer, que tratar de conseguir que sus padres lidiaran con esto ahora. No
sería para siempre. Mamá estaba haciendo…bueno, ella estaba haciendo progresos.
Papá tenía que enfocarse en su esposa, así que Matt tenía que mantener el resto de la
fortaleza hasta que la vida volviera a la normalidad. O a lo que sea que fuese a ser lo
normal.
Levantó un sobre de su escritorio y suspiró pesadamente. La carta era del MIT.
Esta podría haber sido, debería haber sido, la única gracia salvadora en lo que, por lo
demás, era un ciclón de miseria. Al menos la oficina de admisiones había sido
extremadamente comprensiva acerca de su situación, y Matt había sido capaz de
aplazar un año. ¿Le había hablado a sus padres de esto ya? No estaba seguro. ¿Pero
ahora qué tenía que esperar? ¿Un año en casa, en éste ambiente completamente
depresivo? ¿Ésta casa a la que nadie podía entrar? Siempre había la posibilidad de
atender unas cuántas clases, pero ciertamente no podía asumir un curso completo
hasta que las cosas…se establecieran.
Bueno, no era realmente sobre él. Era sobre Celeste. Y aunque encargar la
parafernalia de su propia fiesta de cumpleaños era un buen acto, no marcaba
exactamente un salto monumental fuera de la depresión. Celeste estaba tan
terriblemente cerrada como siempre, y ninguna cantidad de esfuerzo por parte de Matt
hizo una diferencia. Él estaba pasando algo por alto. Tenía que ser. Había una manera
de liberar a la antigua Celeste.
Finn sabría qué era, pero Matt no.
Su hermano estaría terriblemente decepcionado de lo que Matt consideraba su
casi-total fracaso en tratar con Celeste. Pero no sabía qué más hacer, cómo animarla,
cómo pegar lo que quedaba de ella. Maldito Finn. Él siempre había sido tan bien
pensado. Tomaba riesgos, sí, pero siempre con una sólida comprensión del peligro. Él
preparaba, planeaba, ejecutaba inteligentemente. Finn nunca había saltado
espontáneamente en una balsa y navegado desordenadamente en un río desconocido.
Los actos atrevidos siempre eran fríamente calculados.
¿Entonces por qué había saltado al asiento trasero del auto de Erin ese día?
¿Cómo podía haber hecho algo tan estúpido? Tendría que haber sido menos impulsivo.
Finn habría podido meterse al asiento delantero, ¿no? ¿Y luego tirar del freno de
emergencia a seis metros de la casa? Él podría haber hecho algo más que permitir que
Erin saliera a toda velocidad por carreteras heladas. Obviamente, era fácil para Matt
repasar cientos de alternativas. Esa era la naturaleza de cosas como ésta, ¿cierto? El
regalo que sigue dando. Horas, días, años, de pensamientos angustiosos por delante.
Vaya, el futuro solo se veía más brillante en todo momento.
El timbre sonó. Matt frunció el ceño. ¿Quién rayos podría ser? Mientras se
dirigía a la puerta, escuchó el sorprendente sonido de las pisadas de Celeste salir de su
habitación y bajar las escaleras. Y más impactante, el sonido de absoluto júbilo cuando
gritó.
—¡Está aquí! ¡Está aquí!
No había posibilidad de que ella hubiese invitado a alguien, ¿o sí?
Se detuvo en la parte superior de las escaleras y escuchó, pero la conversación
duró pocos segundos antes de que Celeste cerrara la puerta. Solo un conjunto de
pisadas resonó a través de la entrada y fue a la cocina.
—¡Matty! ¡Matty! ¡Debes ver la gran revelación! ¡Debes estar aquí para la…la
develación! Todo va a dar la vuelta.
Nervioso por la emoción ahora poco característica en la voz de su hermana,
caminó vacilante hacia la cocina. No había ningún invitado, pero Celeste lucía
innegablemente feliz. Sus ojos brillaban y su rostro sonrojado por la emoción. Estaba de
pie en medio de la cocina con las manos en ambas mejillas, mirando la larga caja de
envío en el suelo.
Considerando lo largo y delgado que era el paquete, Matt se preguntaba qué
tipo de suministro festivo podría ser. Más importante, ¿qué era lo que había ordenado
que levantó su ánimo tan drásticamente? Bueno, fuera lo que fuera, Matt estaba más
que contento de que hubiese llegado.
Mientras abría la boca para hablar, Matt se dio cuenta de que no sabía cómo
llamar a esta versión de Celeste. Hablar con una niña feliz era poco familiar para él. Vio
cómo rebuscaba en un cajón y encontraba un par de tijeras.
—Voy a ser extremadamente cuidadosa quitando la cinta que sella los bordes.
Cortes, desgarros y otras tragedias serían resultado de mi apuro. No puedo dejar que mi
entusiasmo perjudique mi rendimiento.
—¿Qué… eh...? —Matt se aclaró la garganta—. ¿Qué tienes ahí, Celeste?
Ella se arrodilló, preparada con las tijeras abiertas mientras evaluaba el paquete.
—Estoy teniendo dificultades para decidir cómo hacer esto. —Celeste miró a
Matt, con verdadera felicidad en los ojos—. ¿Podrías asistirme, por favor? Mis manos
parecen estar temblando y no quisiera arruinar este momento con una lesión infligida a
mí o a él.
¿Quién demonios era él? ¿A quién le importaba ahora mismo? Celeste estaba
interactuando con él, intentando llegar a él de una forma que no había hecho en meses.
Notó que ahora era imposible ignorar que sus patrones de habla se habían vuelto
notablemente más curiosos en los últimos meses. No había tenido mucha oportunidad
de oír su voz dado lo poco que había tenido para decir, recientemente, pero le restó
importancia. Estaba simplemente agradecido de verla tan animada.
—Sí. Supongo… supongo que sí. Me has picado la curiosidad. —Fue junto a ella y
se puso en cuclillas a su lado.
Celeste le dio las tijeras.
—Ahora, tienes que prometerme que a la hora de cortar el envoltorio lo harás
con sumo cuidado. ¿De acuerdo? ¿De acuerdo, Matty?
Matt sonrió. —Claro. Por supuesto que lo haré.
Matt con confianza deslizó las tijeras entre los pliegues del cartón marrón. Debía
de ser algún tipo de cartel gigante, aunque, considerando el precio, estaba
completamente seguro de que ella había pagado demasiado. No importaba. Era
agradable estar haciendo cualquier cosa con su hermana que no implicara silencio
glacial, comentarios cortantes o catatonia.
—¡Ya está! Lo has hecho —anunció Celeste—. Quitaré la parte de arriba yo
misma. Aprecio mucho tu apoyo con esto. —Puso la mano en la rodilla de Matt. Él puso
su mano sobre las de ella, mirándole con curiosidad. Celeste levantó la cabeza y sonrió.
—Esto va a hacer una profunda diferencia. Todo está a punto de cambiar,
Matthew. Estoy llena de anticipación y optimismo genuinos.
—Bueno… entonces yo… yo también —Matt concordó—. Veamos lo que te has
comprado.
—No es un que —dijo ella, claramente ofendida y sacó una alargada forma y
plana de los pliegues de la caja de cartón. Celeste levantó el objeto mientras se ponía de
pie—. Es un quién.
Matt sintió como su estómago se contraía y el pulso se le disparaba.
—Oh Dios mío, Celeste. —Él ya no sonreía—. ¿Qué has hecho? ¿Qué es lo que
has hecho?
Matt empezó a negar con la cabeza, luchando por entender. Frente a él estaba a
una foto plana, tamaño real, de Finn.
El hijo prodigio regresa.
Celeste había colocado una especia de lengüeta cerca de sus pies para que la
espeluznante réplica de su hermano se mantuviese de pie por sí mismo. Dio un paso
atrás y admiró su compra.
—Matthew, te presento a Flat Finn. Flat Finn, te presento a Matthew. —Giró
para quedar de cara a Matt y esperó expectante.
Él pudo sentir cómo le empezaba a temblar todo el cuerpo y continuó negando
con la cabeza.
Celeste arrugó la nariz, irritada y susurró en dirección a Matt. —Creo que es de
buena educación presentarse uno mismo, o por lo menos saludar cuando conoces a
alguien por primera vez.
¿Qué es lo que quería que dijera? ¡Qué bien! ¡Finn ha vuelto por fin! Todo lo que
podía hacer era sentirse absolutamente enfermo. Estaba rodeado de dolor todo el
tiempo ¿y ahora se le pedía que conversara con ésta… ésta versión de pesadilla de su
hermano muerto? Ya era lo suficientemente difícil mirar las fotos de Finn sin que se
sintiera abrumado por el dolor, pero esto era demasiado. Era demasiado alocado.
—No. De ninguna manera, Celeste. —Aunque habló despacio, su voz fue
severa—. Sácalo de aquí.
—¿Qué? ¿Qué sucede? —Se acercó un paso a Flat Finn.
—No harás esto. Deshazte de él. ¿Por qué querrías eso? ¿Por qué?
Celeste hizo una mueca.
—No puedo entender por qué estás tan enfadado conmigo. No estás
respondiendo de la forma que había previsto que harías.
—¿Pensabas que me gustaría esto? ¡Dios! ¿Qu… Exactamente qué es lo que
planeas hacer con esta cosa?
—No es una cosa. Él es Flat Finn. Va a ser como mi mano derecha y me va a
acompañar cuando realice mis actividades cotidianas. Flat Finn me va a cuidar mientras
duerma, tendrá una silla en la mesa de comer y tengo el presentimiento de que me
ayudará con mi tarea de historia. —Se inclinó más cerca de la fotografía, poniendo la
oreja cerca de su boca—. Oh —susurró—. Dice que ha llegado para rescatarme, justo
como haría el Finn real. Eso es muy amable de su parte. Matt, esto es un simbolismo de
su bondad, creo yo. Flat Finn se quedará conmigo como una representación de mi
hermano de verdad.
—¡Yo soy tu hermano de verdad! —Matt podía oírse a sí mismo gritando en ese
momento—. ¡Soy real! ¡Estoy aquí!
—Yo… yo… sé eso, Matthew. No quise decir…
Matt se movió rápidamente por la habitación y cogió la figura de cartón con
ambas manos. Celeste se había vuelto loca. Esto se iría a la basura de inmediato.
—¡No! ¡NO! ¡Matty, no! —Celeste le cogió el brazo a Matt y puso los pies en el
suelo—. ¡Lo necesito!
—De ninguna manera. No te harás esto a ti misma. O a mamá y papá. Voy a
poner este trozo de bazofia en la basura de al frente. —Casi ciego por la emoción y de
las lágrimas que nublaban su visión, empezó a ir hacia la puerta principal—. Esto nunca
pasó. Se acabó, ¿de acuerdo? Se ha terminado.
Estaba casi en la entrada cuando escuchó un ruido proveniente de Celeste y se
paró en seco. Un aullido insoportable y afligido. Cerró los ojos mientras una oleada de
nausea se extendía por su cuerpo. Un ruido sordo se oyó cuando Celeste cayó al suelo y
dejó salir otro gemido gutural. De alguna forma él consiguió no vomitar. Matt dejó el
Flat Finn donde estaba junto a la puerta y volvió a la cocina. Celeste estaba tumbada en
el suelo, jadeando entre sollozos.
—¡No podemos tener a esto en casa! No es normal, Celeste. ¡No vas a hacernos
esto! ¡No puedes quedártelo! —Ni siquiera sabía cómo le estaban saliendo las palabras
por la boca en ese momento. Sus pensamientos eran difusos, toda racionalidad drenada
por el penetrante repiqueteo en su cabeza. Él se encogió cuando ella golpeó el suelo
con sus manos una y otra vez.
Dio unos pasos hacia ella, y ella se levantó, presionando los puños en el pecho
de él mientras intentaba pasarle para llegar hacia Flat Finn. Matt la siguió hacia la
puerta y la alcanzó reflexivamente, llevándola agarrada por la cintura, empujándola
antes de que pudiera tocar la grotesca figura de cartón.
—Olvídalo. Considera que ya se ha ido. Esto se acabó.
—¡Matty! —gritó ella entre jadeos—. ¡Solo te pido una cosa! ¡Déjame tenerlo!
—¡Para nada! ¿Estás tomándome el pelo con esto?
—¡ALÉJATE DE MÍ! ¡ÉL ME PERTENECE, NO A TI! ¡TENGO QUE TENERLO, MATT!
¡TENGO QUE TENERLO!
Matt se quedó congelado, pero siguió sujetándole. No la había oído ponerse así
nunca.
—Celeste… —Su voz era suave ahora. Por su propio dolor, su propio miedo.
Ella se retorció y cayó contra él, dando golpes en sus brazos y todavía gritando.
—¡TIENES QUE PERMITIRLO! ¡TIENES QUE PERMITIRME TENERLO! ¡No puedo
seguir sin él! ¡No puedo! ¡No puedo! ¡Tienes que dejarme tenerlo! —Sus rodillas
empezaron a fallarle y Matt la puso en al suelo, sujetándola mientras lloraba. Podía
sentir cómo luchaba por respirar—. Necesito empezar a sentirme mejor. Ayúdame,
Matty. Por favor.
Matt le sujetó fuerte mientras intentaba centrarse y recomponerse.
—Vale, está bien. Todo irá bien. Te quedarás con Flat Finn. —Su respiración se
tranquilizó—. Te lo quedarás.
Permanecieron juntos en el suelo mientras Celeste se reponía. Mientras los dos
se reponían. Ella se tumbó, usando el regazo de Matt como almohada y él le limpió las
lágrimas de la cara.
Matt estaba muy asustado de decir algo más, pero finalmente ella miró hacia
Flat Finn que estaba detrás de ellos y habló. —Sé que tu evaluación inicial de él no es
precisamente estupenda, pero realmente creo se ganará un lugar en tu corazón. Él
significa mucho para mí. He extrañado tan profundamente a Finn y es muy
reconfortante tenerlo de vuelta.
—Cariño —Matt empezó—. Eso no es…
—Estoy completamente consciente de que no es el Finn real. Es un sustituto.
Como cuando un niño tiene una manta preferida, Flat Finn será mi objeto de seguridad.
Sólo que con más carácter que un antihigiénico, poco atractivo y sucio pedazo de tela.
Matt simplemente asintió.
—Ahora quiero hablar de Finn —dijo ella.
—De acuerdo —Matt hizo una pausa—, hablemos de Finn.
—¿Dónde crees que estará Finn ahora? Iba a viajar, ¿te acuerdas? Mamá y papá
iban a estar furiosos, ¿cierto? No les agradaba la idea de que él pasara un año completo
explorando el mundo en vez de ir a estudiar a la universidad, pero creo que habría sido
totalmente fascinante. ¿Te acuerdas de lo que planeaba para esta aventura?
—Sí, me acuerdo.
—Si tuviese que aventurar una conjetura, diría que Finn estaría probablemente
en Portugal a estas alturas.
Matt le cogió las manos.
—¿Y qué estaría haciendo allí?
—Un intenso paseo en bicicleta a través de paisajes indescriptiblemente
preciosos. —Cerró los ojos—. ¿A dónde iría después?
—¿Después de romancear con todas las mujeres disponibles?
Celeste se rió suavemente.
—Sí.
—A Finlandia, claro.
—¡No es así! Eres muy gracioso, pero ese país no estaba en su lista.
—De acuerdo. Entonces iría a Holanda.
—Y el próximo invierno iría a esquiar a Austria. Sé que ese habría sido uno de sus
favoritos. ¿Podemos meternos luego en internet y ver fotos?
—Claro. Eso sería divertido.
Celeste rodó hacia un lado, dejando que le acariciara la espalda.
—Cuéntame más, Matty. Cuéntame todas las aventuras que Finn habría tenido.
Me gusta cómo describes las cosas. ¿Podrías hacerlo por mí?
Matt sonrió.
—Puedo hacer eso. Claro. Haré todo lo que necesites. —Tomó una respiración
profunda—. Bueno, Mali tiene buenas oportunidades de voluntariado…
Capítulo 8 de Flat-Out Love desde la perspectiva de Matt.
Traducido por LunaGrey & SOS Tessa_
Corregido por Mass_

Matt Watkins Esa actualización de estado es demasiado condescendiente. Eso


significa que te está tomando por menos, tal vez no lo sabías.
Finn es Dios Ugh. ¿Existirá una palabra corta para decir “nada cooperativo”, que
puedas escribir con letras recortadas de un surtido de revistas? Me estoy cansando aquí.
Julie Seagle Todo lugar debería estar abierto las 24 horas, todo el tiempo. No
pueden esperar que sepa por adelantado cuando voy a necesitar algo.

Matt se tomó su tiempo en caminar a casa. Aun cuando esa noche tenía una
tonelada de trabajo por hacer, aun cuando su mochila de mensajero penetraba
profundamente en su hombro después que el metro se retrasara, y aun cuando estaba
hambriento y tan desesperado que quería mendigar por algo de comida… no tenía prisa
por llegar a casa. Ella estaba ahí. Julie. La chica que invadió su familia y rompió el
delicado balance que Matt había establecido con mucho esfuerzo.
Su presencia era un recordatorio de todo lo que Matt había perdido. Todos
estaban mintiendo sobre Finn de nuevo, de la misma la forma en que siempre hacían a
con aquellos que todavía no lo sabían. Está de viaje, ¡ese chico salvaje! ¡Tan aventurero
y humanitario! Era verdaderamente repugnante. Si no fuera por el frágil estado de
Celeste, Matt no lo habría soportado, y mucho menos participado activamente. La
presencia de Julie hacia más pronunciadas sus disfunciones familiares. La forma en la
que reaccionó a la presencia de Flat Finn fue tan tierna —y Julie era tan inteligente—
que seguramente debía verlos a todos con consternación. Lo que empeoraba todo era
que ella tenía un atractivo que atraía una parte distante de él, a pesar de que era
plenamente consciente de que nunca lo miraría de manera romántica, ni un poco. Ese
era el hecho. Tal vez hubiera sido diferente hace algunos años, porque entonces Matt
era diferente, pero ciertamente no ahora. No es que importara en realidad, porque
Matt no tenía ni el deseo ni la capacidad para tratar con más cosas. Julie se iría en unos
días, y ellos volverían a esconderse en su controlado y aislado mundo.
Aun cuando tenerla cerca amenazaba el equilibro de la casa, Matt la extrañaría.
No tenía sentido, considerando que la había conocido hacía pocos días, pero no podía
negar que ella poseía una energía y una luz a su alrededor que le había brindado a
Celeste mucha felicidad. No, tal vez no felicidad, exactamente. Pero vio una chispa en
Celeste que no había visto en mucho tiempo. Observándolas la otra noche en el sofá,
mientras veían el libro de curso de Julie y fotos en la computadora, se aterrorizó. Pero
también vio a Celeste presionando a Julie para que interactuaran. Su terror tenía más
que ver con cómo Julie iba a responder ante ésta chica que arrastraba por ahí a su
hermano de cartón. Lo cierto era, que la capacidad de Julie para actuar como si nada,
en torno al tema de Flat Finn lo asombró. El que fuese capaz de relacionarse tan bien
con Celeste (bueno, y con Flat Finn) parecía sumamente injusto después que Matt había
hecho todo lo que pudo por su hermana, con un mínimo progreso. Además, era
sencillamente embarazoso. Lo que Julie debía pensar de todos ellos...
Sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos mientras caminaba por
las escaleras hasta la casa gris justo al lado de la calle Brattle en Cambridge. Era
imposible venir a casa y no sentir un dolor momentáneo. Siempre existiría esa fracción
de segundo con la esperanza de que Finn estaría ahí. De que bajaría saltando por las
escaleras para taclear a Matt provocando una pelea espontánea de lucha libre, o que su
música estaría retumbando fuertemente desde su cuarto y la casa entera temblaría con
el potente sonido del bajo. Probablemente Matt nunca lo superaría, pero cada día
encontraba un poco de felicidad en ese momento de falsa esperanza. Sacudió de nuevo
su cabeza.
También estaba nervioso ésta noche porque era imposible no preocuparse por
lo que había pasado mientras él estaba en la escuela. Julie jugaba un factor desconocido
en el día a día de Celeste. Inclusive su intento de tranquilizarlo por teléfono, diciendo
que Celeste estaba bien, no le había reconfortado mucho, porque no le gustaba que
nadie más se involucrara. Y decir que las cosas estaban “bien” tenía que ser erróneo.
Las cosas nunca estaban “bien” con Celeste. Inclusive si recogerla de la escuela no había
sido un completo desastre, debió haber ocurrido algo inusual, un momento de tensión
o de dificultad. Julie no tenía experiencia a largo plazo con Celeste, y solo porque le
había ido bien con su hermana durante unos días no significaba que ella sabía qué decir.
Y qué no decir. No se necesitaba mucho para llevar a Celeste a su límite, y por lo que
Matt sabía, ahora estaba entrando a una casa llena de cientos de Flat Finn. Un ejército
de cartón listo para proteger a Celeste.
Matt cogería cualquier sobra de comida que pudiera encontrar en la nevera y
caminaría tambaleante a su habitación. Tenía una larga noche de tareas por delante.
Cuando entró a la casa, fue evidente que algo estaba mal, pero no podía deducir
qué era ése algo. Podía sentir el incremento de tensión en sus hombros mientras
caminaba hacia la cocina, como si todos sus sentidos estuvieran funcionando mal.
Julie volteó hacia él y sonrió. Sin encontrarse con sus ojos, Matt dejó su
bandolera en uno de los taburetes del mostrador donde desayunaban. Miró al plato
frente a él.
—¿Qué es esto?
—Es una representación gastronómica de La gata sobre el tejado de zinc —Julie
puso las manos en sus caderas. Su cabello oscuro estaba recogido en una coleta floja,
llevaba los pantalones vaqueros remangados, y un top ligero y suelto—. ¿No lo ves? —
continuó—. ¿La clara representación de la lucha por la identidad sexual manifestadas
en las dos formas fálicas?
Matt la miró fijamente. Esa chica era confusa.
—¿De qué estás hablando?
—¿De qué estás hablando tú ? Es manicotti, tonto. ¿Qué crees que es?
—Eso lo sé. —Aunque Julie acababa de usar las palabras: sexual y fálicas, él
todavía tenía función cerebral, por el amor de Dios—. Me refería a la notable ausencia
de envases con comida para llevar. ¿Hiciste la cena?
—Celeste y yo hicimos la cena —lo corrigió Julie.
—E hicieron un trabajo maravilloso. —Su madre apareció y puso su copa de vino
en el mostrador.
Matt registró brevemente que Erin estaba bebiendo, pero el encanto de la
comida frente a él apagó cualquier preocupación que tuviera al respecto. Se sentó de
inmediato y empezó a comer, apenas escuchando a su madre mientras le hablaba a
Julie. ¿Una comida casera de verdad? Y… ¿Celeste ayudó a hacerla? Eso era
completamente extraño. Pero, por Dios, sabía delicioso. Normalmente a Matt no le
llamaba la atención el manicotti, pero esta cena parecía ser la mejor cosa que hubiese
comido jamás.
Alguien había cocinado para él. Parecía algo estúpido de pensar. O por lo que
preocuparse.
—Llegas tarde a casa. ¿Cómo estuvo la escuela? ¿Te fue bien en la reunión? —
preguntó Erin.
Matt asintió y limpió su boca con una servilleta. Una servilleta de tela, por cierto.
—Muy bien. Lamento haber llegado tarde a casa. Y lamento aún más haber
logrado duplicar mi carga de trabajo al aceptar ser asistente de investigación. —Eso
también había aumentado el nivel de estrés de Matt. Posiblemente tendría que pasar
más tiempo en la escuela y, por tanto, estar menos disponible para Celeste. Encontrar
un modo de hacerlo funcionar iba a ser difícil.
—¿Esto es con el profesor Saunders, correcto? Tiene una excelente reputación,
así que ésta es una brillante oportunidad para ti. —Erin tomó un sorbo de vino y Matt
evitó mirarla—. Tendrás que ser muy diligente con tu trabajo.
—Me doy cuenta de ello. —Como si necesitara un recordatorio acerca de
cualquier cosa relacionada con sus estudios. No es como si tuviera un largo historial de
metidas de pata en la escuela. Logró entrar al M.I.T después de todo. Su madre con
frecuencia sugería que su educación estaba de algún modo en la cuerda floja y que
podría estancarse en la escala académica en algún un momento—. De hecho —dijo
mientras se ponía de pie—, debería subir y ponerme a trabajar. Terminaré de cenar allí.
Gracias, Julie.
Tomó su mochila y el plato, y salió de la cocina. Había sido un largo día, y lo
último que necesitaba era estar cereca de Erin y sus aires de desconfianza respecto a
sus capacidades. Se detuvo en el marco de la puerta.
—¿Oye Julie?
—¿Sí?
—¿Así que las cosas salieron muy bien hoy? —Pedirle que recogiera a Celeste
hoy le había tomado hasta la última gota de valor que tenía. Pero por una vez —solo
una vez— no había querido dejar lo que estaba haciendo para atender a su hermana.
Aunque se sintió terrible por eso, como si hubiera defraudado otra vez a Celeste.
Reunirse con su profesor había sido importante para él, porque por mucho que odiaba
la forma en que su madre lo presionaba constantemente acerca de su educación, eso
no había logrado matar su insaciable interés por aprender. Se había retrasado un año
en la escuela después de que Finn murió. ¿No era eso suficiente para perdonarse por
pedirle ayuda a Julie? No, no realmente. Un solo día podía cambiar todo. Él lo sabía muy
bien.
—Muy bien. Te lo dije cuando me llamaste. Las dos veces —dijo ella.
Él admiro su tono de voz, el mismo que usó un par de veces el día que fueron en
busca de un apartamento. Definitivamente se parecía un poco a Finn. No estaba siendo
cruel o burlándose de él, pero podía salirse con la suya molestándolo sin hacerle sentir
mal. La forma en que ella lo trataba como... bueno, como una persona normal... era un
poco irritante. Agradable, pero chocaba con lo que estaba familiarizado. Y él estaba
agradecido y ansioso a su vez por los pocos detalles que ella le dio en la camioneta.
—Bueno. Gracias de nuevo.
Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta, abrió su portátil y terminó su cena.
Miró unos cuantos tablones de mensajes que frecuentaba e intentó enfocarse en afinar
su ataque en la toma de otro usuario a la seguridad en internet. Matt amaba los
problemas de seguridad de internet, pero esta noche su concentración era inestable.
Finalmente cedió a lo que realmente quería hacer, que era comprobar una cuenta de
correo electrónico que usaba en ocasiones; el que usaba para escribirle a Celeste y que
así ella pudiera fingir recibir correos electrónicos de Finn.
Era parte de un mundo de fantasía que a ella le gustaba mantener, un mundo en
el cual Finn todavía estaba vivo y le enviaba actualizaciones de sus viajes. Sí, era un poco
alocado, pero Matt sabía que Celeste entendía que esto era esencialmente un juego.
Ella sabía que no era real. Incluso Matt tenía que admitir que había momentos en los
que no le importaba inventar historias y alterar imágenes. Incluso había hecho la página
de Facebook “Finn es Dios” porque sabía que después Celeste se sentaría con él algunas
veces y navegarían a través de fotos y tontas actualizaciones de estado. Todo éste
asunto de Finn a menudo parecía ser lo único que los involucraba a él y a Celeste. O lo
involucraba a él con cualquiera, tal vez.
Por supuesto, él no había planeado que Julie le enviara solicitud de amistad en
Facebook a Finn es Dios. O que le escribiera. Fue tan increíblemente estúpido haber
respondido a ese primer mensaje cuando ella le dijo que se estaba quedando en su
habitación por unos días, pero... demonios, Matt simplemente no había estado
pensando. Y la mentira ya se había establecido, así que simplemente siguió con ello.
¿Cuál era la alternativa? Escribirle de vuelta y decir: De hecho, Julie, no soy Finn. Soy
Matt, del otro lado del pasillo. Lo lamento, pero Finn está muerto, y mi madre me dio
una única mordaz frase sobre cómo todos seguiríamos con la versión de los eventos
preferida de Celeste sólo para hacer las cosas más fáciles, y eso fue todo. ¿Sin
resentimientos? Si Matt era honesto consigo mismo, lo había permitido porque así
habría sido sorprendentemente agradable ocultarse detrás de ese grado de anonimato
cuando le respondiera. Julie nunca conocería a éste Finn ficticio, por lo que, ¿qué
importaba, de todos modos? No era como si ella se fuese a quedar durante mucho
tiempo. Nadie se quedaba mucho tiempo porque entonces ellos no podrían actuar
como lunáticos al dejar que Celeste pretendiera que Finn seguía con vida, bien y
limpiando excremento de elefantes en África, y quién sabe qué otra cosa.
Unos días más y probablemente aparecería un apartamento. Era cierto que el
día en que Matt y Julie fueron en búsqueda de algún lugar no infestado de cucarachas
y/o prostitutas en la zona de Boston/Cambridge, no salió bien; y éste era un momento
horrible para tratar de encontrar un lugar donde vivir, pero Matt no tenía ninguna duda
que Julie se habría ido para el fin de semana.
Y entonces la vida volvería a la normalidad. Lo que sea que eso significaba por
aquí.
Realmente no podía entender a Julie. Se veía tan relajada, tan cautivadora aquí
en casa, y tan despreocupada por los desafíos de la vida. Como aquel primer momento
cuando la vio fuera de su inexistente apartamento. Ella podía haber estado afligida y
molesta, pero seguía parlanchina y... tan ella. Incluso en circunstancias terribles.
Matt estuvo momentáneamente desconcertado cuando ella prácticamente
había colapsado sobre él en la escalera mecánica el otro día, no solo porque ella
realmente entró en pánico, Sino... Bueno, había pasado mucho tiempo desde que había
tenido contacto físico real con alguien. No que él fuese particularmente un chico en
busca de afecto, pero sus padres y su hermana sin duda no buscaban oportunidades
para abrazarlo, y él no había estado en una cita desde que Ellen rompió con él. Al
sostener a Julie en sus brazos e impedirle caer al suelo fue la primera vez en años que
había estado tan físicamente cerca de alguien. Pero el punto fue que ella se recuperó
del incidente increíblemente bien. ¿Y la forma en que ella había manejado esa primera
cena con Flat Finn? Matt no sabía qué pensar al respecto. Ella era divertida, y Matt no
sabía realmente qué hacer con lo divertido en estos días. Era bastante irónico que Julie
pareciera tan a gusto en esta casa llena de gente tan profundamente intranquila.
Suspiró y se recostó en su silla, molesto por su nivel de distracción. Los cambios
en el hogar no iban a ser bueno para sus estudios.
La voz de Julie resonó suavemente fuera de su puerta. Matt ladeó la cabeza y
escuchó, mordiéndose el labio para detener la sonrisa que amenazaba con formarse.
Ella le hablaba a Flat Finn.
—Tú y yo pasaremos más tiempo juntos, así que espero un comportamiento
modelo continuo. ¿Trato? ¿Lo estás pensando? Házmelo saber. Excúsame mientras voy
a la habitación tu homónimo y desempaco. Hablaremos más tarde. —Ella era... una
chica divertida.
Matt tomó un grueso libro de texto de su bolsa. Justo cuando lograba ponerse
cómodo sentado en su cama con la espalda apoyada en una almohada, Erin golpeó y
abrió la puerta simultáneamente.
—¿Matthew? —Entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella—. Pensé
que deberías saber que Julie se quedará con nosotros.
Matt siguió leyendo, pero murmuró—: Lo sé. No ha encontrado apartamento
aún.
—No. Quiero decir que Julie se quedará con nosotros permanentemente. Le
pedí que se quedara.
Matt cerró el libro de golpe y miró fijamente a Erin.
—¿Hiciste qué? ¿A qué te refieres con permanentemente?
Erin cruzó sus brazos. —Le pedí que se quedara. Puede ayudarnos con Celeste.
Tu padre se irá pronto de viaje, y podría sernos de utilidad tener a alguien más por aquí.
Claro, ¿por qué su padre era una enorme ayuda cuando se trataba de Celeste?
—¿Estás bromeando? ¡No podemos tenerla en casa! ¿Por qué hiciste eso?
—Matthew, baja la voz —dijo Erin en un susurro airado.
Él se puso de pie y se movió para colocarse junto a su madre.
—¿Cómo demonios se supone que haremos para que funcione?
—Cálmate. No veo cuál es el problema. Julie recogerá a Celeste de la escuela y
estará con ella hasta que alguien más llegue a casa por las noches. Tus tardes ahora
están libres y considerando la cantidad de tareas que tienes este año, pensé que
estarías encantado. Es una solución perfecta.
La habitación parecía estar dando vueltas. Su madre tenía que estar fuera de sus
cabales.
—Y qué se supone que haremos respecto a Finn, ¿eh?
—¿Finn?
—Sí. Mi hermano muerto —Matthew escupió entre dientes—. Mi hermano,
quien Julie piensa que está…
—¡Matthew! —El rostro de Erin se congeló y le llevó un momento hablar
nuevamente—. No hay razón para decirle a Julie sobre nuestros asuntos personales. El
punto es que ésta es una solución pacífica.
—Oh, mamá… Por favor no hagas esto.
—Esta no es una discusión. Simplemente te estoy informando sobre los arreglos
que se han hecho. Y, por Dios, necesitas relajarte. Realmente no hay razón para irritarse
tanto. —Erin le frunció el ceño y se metió el cabello detrás de la oreja—. Voy a mi
oficina a hacer un poco de trabajo. Asegúrate de que Celeste tenga sus luces apagadas a
las ocho treinta, ¿de acuerdo?
Cuando estuvo solo, Matt se dejó caer sobre la cama y se recostó en su costado.
Cerró los ojos durante un minuto. El sonido de la regadera en la habitación contigua lo
calmó un poco. Ni siquiera podría procesar lo que había hecho su madre. Tal vez no
había punto en intentarlo porque no había nada que hacer al respecto. La decisión
había sido tomada, como la mayoría de las decisiones en ésta casa, sin ninguna
consideración de cómo le afectaría. No era tan terrible. Los sistemas y rutinas que había
trabajado tan duro por poner y mantener en su lugar para el beneficio de Celeste
podrían venirse abajo fácilmente.
Abrió sus ojos y se encontró a sí mismo observando la gruesa pata de madera de
su escritorio. Por supuesto, no era su escritorio. Ésta no era su habitación. Era la de
Finn. La habitación real de Matt, la única que había sido suya cuando la vida era más
feliz, estaba cruzando el pasillo y siendo ocupada por una extraña a quien le agradaba la
gente de cartón, las Coolattas y lo “interesante”.
Las cosas estaban por ponerse realmente interesantes.
Matt entornó los ojos hacia la pata del escritorio y entonces rodó en la cama
hasta quedar sentado en el suelo.
Uhm. Nunca antes había anotado esto y se tomó un momento antes de gatear
unos cuantos pies, casi en trance por lo que estaba viendo. Se arrodilló y tocó con su
mano la vieja madera, sintiendo las letras que fueron talladas ahí hacía muchos años.
¿Estás listo para saltar?
Su computadora sonó y Matt lentamente fue hacia su silla, repentinamente
mucho más en paz con el remolino de cambios que parecían estar engulléndolo.
Cliqueó el panel táctil unas cuantas veces.

Querido Finn,
Espero que no te preocupe que me quede en tú habitación un poco más. Tú
mamá sugirió que me despidiera de la imposible idea de intentar encontrar un
apartamento en Boston y me quedara aquí. Las mañanas en la universidad, las tardes
con Celeste, y las noches defiendo tu habitación contra los monstruos.
Siendo una chica y todo, estoy resistiendo el impuso de pintar inmediatamente tú
habitación de rosa y de cubrir el muro con imágenes de unicornios y arcoíris. No
prometo nada en cuánto tiempo pueda aguantar.
¿Qué tal Sudáfrica? Celeste está esperando imágenes… Pistas, pistas.
-Julie

Él sonrió suavemente. Si Julie pudiera realmente defender su habitación actual contra la


multitud de monstruos que habían establecido su residencia allí después de la muerte
de Finn, en verdad sería una chica ruda. Sí ella pudiera hacer que se fueran, entonces…
Dios, sí solo. ¿Su entusiasmo, su optimismo, su esperanza?
Estaban tan lejos de donde él se encontraba.
Él leyó nuevamente el mensaje. Y luego se sentó en silencio, mirando fijamente
la pantalla.
Debía poner fin a esto ahora. Lo sabía.
¿Pero entonces qué? Entonces ella se iría, como haría cualquiera, porque nadie
se quedaría después de enterarse de la verdad. Aunque Matt estaba —si era honesto—,
un poco sorprendido por lo bien que conectaron Julie y Celeste, lo importante era que
Celeste le estaba respondiendo a alguien. Ciertamente ella no lo había hecho con él, sin
importar lo mucho que lo había intentado. Sería comprensible dejar que alguien más
intentara traer a su hermana de vuelta, ¿no?
Con el ruido de la ducha de fondo, Matt comenzó a escribir. La vida ya no era
divertida o relajada a menudo, pero mientras le escribía a Julie, una ligereza lo invadió.
Incluso un toque de alegría, por poder bromear y hablar libremente con alguien que no
lo mirara como si estuviera arruinado. Incluso aunque se dijo a sí mismo que era Celeste
quien necesitaba a Julie, había una pequeña parte de sí que se preguntaba sí él también
podría necesitarla. Sí alguna vez estaría listo para saltar.
—Tal vez, Finn —susurró mientras escribía—. Probablemente no, pero tal vez.
Capítulo 19 de Flat-Out Love desde la perspectiva de Matt.
Traducido por MartinaRouillet & Leon Juneau
Corregido por Debby Callahan

Matt Watkins La reunión del Club de arrepentimiento ha sido cancelada: las


palabras no pueden expresar cuán profunda e intensamente arrepentidos estamos.
Finn es Dios “Es una posibootilidad6” es mi nueva frase. He decidido que significa,
“Podrías tener o no sexo más tarde”.
Julie Seagle Si hubiera sabido cuantas veces escucharía la palabra “Celebración”
en mi vida, hubiera asesinado a Kool y a toda su Pandilla años atrás. 7

Matt sabía que Julie estaba con Seth esta noche. No sabía exactamente qué
pasaba entre ellos —y no es que fuera de su incumbencia—, pero seguía sin gustarle. La
llamada telefónica que accidentalmente había escuchado ayer lo había molestado más
de lo que quería admitir. ¿Qué había dicho ella? ¿Quieres decir que ya has tenido
suficiente de estar conmigo y Celeste en la cafetería? ¿No crees que es romántico, sexy y
caliente? Y ahora había salido con él. O peor, no salido sino quedado en su casa. Dijo
algo que él le prepararía la cena en su apartamento. Matt no sabía nada del tal Seth, y
por lo que sabía todo el mundo, la cita de Julie tenía un extenso historial de
comportamiento criminal violento. Se había ido en el auto hacía solo quince minutos,
pero Matt ya estaba nervioso. Sus dedos golpeteaban rítmicamente el escritorio y
miraba fijamente la pantalla de su computadora portátil. No sabía dónde vivía Seth,
pero no le agradaba mucho la idea de que Julie condujera sola por la noche alrededor
de Boston. Tendría que estacionarse lejos y caminar por callejones oscuros.
Matt empujó la silla hacia atrás y caminó a la habitación de Celeste. La puerta
estaba apenas abierta, así que golpeó mientras entraba a la habitación. Su hermana
estaba en la cama, tumbada sobre su espalda, con ambos brazos extendidos hacia
arriba sosteniendo un tesauro.
—Oh, Matthew, me deleita que eligieras este momento para visitarme ésta
noche. Tengo un proyecto de la escuela en el que Julie me ha estado ayudando, y
esperaba trabajar con ella. ¿Sabes cuándo volverá?
—Oh, no lo sé. Después de que te duermas, imagino.
—¿Entonces crees que estará de vuelta ésta noche? Me había estado
preguntando si tal vez esta sería una excursión de una noche, en cuyo caso no estaba
segura de a qué hora esperarla mañana.

6
Posibootilidad: En el original Possibootily, combinación de "possibility" (posibilidad) y "booty" (trasero).
7
Kool & the Gang es un grupo estadounidense de R&B, soul, funk y disco. En 1979 obtuvieron el primer
lugrar con "Celebration" del álbum Celebrate!.
—¡Celeste!
—¿Por qué exhibes una reacción que involucra tal tono de regaño? Entiendo
que Julie está en una edad en la que uno puede, posiblemente, participar en ciertas
actividades que a menudo son llevadas a cabo solo en horas tardías, durante las
cuales…
—Detente ahí, por favor. —Matt levantó ambas manos—. No estamos teniendo
ésta discusión o siquiera pensando en este asunto. ¿Está claro?
—Tú podrás no estar pensando en este asunto, pero como afecta directamente
mi proyecto escolar, yo sí.
Matt suspiró. Miro hacia afuera por los ventanales a su izquierda. Estaba oscuro,
en efecto. Ciertas cosas eran más propensas a suceder por la noche. Por otra parte, no
es que fuera de su incumbencia, pero había cuestiones de seguridad que considerar.
Quizá le podría dar a Julie una de sus alarmas portátiles. O gas pimienta. Probablemente
era una buena idea. Le echó un vistazo a Flat Finn, que estaba posicionado en una
esquina de la habitación, frente a la pared.
—¿Qué está haciendo Flat Finn? Si está orinando en el piso, tendrás que
limpiarlo.
—¡Matthew! Flat Finn definitivamente no está orinando. No seas tan
estrafalario.
—¿Está en problemas? ¿Tiene que estar en el rincón y pensar sobre lo que ha
hecho?
Celeste bajó su libro. —No, lo encontraba perturbador.
—¿En serio? ¿Cómo exactamente? ¿Sus bisagras estaban chirriando?
—Sentí como si estuviera cerniéndose sobre mí esta noche. En ocasiones
necesito un poco de distancia. Fue una sugerencia de Julie, el que podría haber veces en
que descubriera que mejoro si me tomo un descanso de él. Así que esta noche estamos
teniendo un descanso. Tengo derecho a tener un poco de privacidad, me indicó Julie.
—Oh. —Matt cambió su postura—. Pienso que es un punto válido.
—¿Querías hablarme de algo en especial? Necesito volver a mi compilación de
palabras y conceptos alternativos.
—Yo… yo… —Matt de repente se sintió levemente avergonzado.
Celeste parpadeó. —¿Si?
—Solo me preguntaba si sabías el apellido de este chico, Seth.
—No. Podríamos llamar a Julie e investigar ahora mismo si es que necesitas
satisfacción inmediata.
—No, no. No necesitamos hacer eso.
—¿Por qué estas interesado en su apellido? ¿Estás desarrollando una fijación
por los apellidos? Siempre he encontrado que los apellidos son bastante interesantes,
por lo que cuando averigües, por favor házmelo saber; y probablemente seré capaz de
contarte un poco al respecto…
—¿Qué? No, no, no estoy interesado en los apellidos. Olvídalo. —Matt se giró
hacia la puerta.
—Oh, entiendo —dijo Celeste, repentinamente emocionada—. ¡Te gustaría
investigar el interés romántico de Julie! ¡Un tipo de verificación amateur de
antecedentes!
Matt no dijo nada.
—¡Tengo razón! ¡Estas experimentando celos profundos!
Se dio vuelta hacia ella de nuevo. —No, no estoy experimentando celos
profundos. No seas ridícula. Solo pensaba que como su… familia local, o lo que sea…
deberíamos ser conscientes de con quién pasa el rato. Son cuestiones de seguridad. Ella
está fuera, de noche, con un extraño.
Celeste sonreía de alegría. —Puedo ver que, de hecho, estás más que
definitivamente pensando en el ya mencionado asunto del cual me apartaste. Tienes
preocupaciones de que ella esté intimando con…
—Celeste, en serio, ya basta. —Matt la fulminó con la mirada—. Olvida que
pregunté algo.
—Desafortunadamente, no sé el apellido de Seth, pero lo conozco de las muchas
visitas que Julie y yo hemos hecho al café donde él trabaja. He hecho una investigación
por mi cuenta de este estudiante local y camarero de media jornada; y no he
encontrado ningún indicativo de sociopatía. No hay razón para que no podamos tenerlo
en alta estima.
—Está bien. Eso es bueno —dijo Matt.
—Hay, sin embargo, un factor preocupante —dijo Celeste lentamente.
—¿Qué? ¿Qué hay de malo con él?
—Lo que no me gusta, en absoluto, de Seth es que actualmente tiene la
atención romántica, y posiblemente sexual, de la joven mujer por quien te encuentras
progresivamente más y más prendado.
Matt prácticamente resopló. —Oh, Dios. Buenas noches, Celeste. Quizás una
noche de buen sueño te traiga a tus sentidos.
—¡Quizás una noche de buen sueño te traiga a ti a tus sentidos! —afirmó
Celeste mientras se acostaba y volvía a levantar su tesauro—. Una noche de buen
reposo. Una buena noche de descanso. Una buena noche de…
Matt cerró la puerta y volvió a su habitación. Celeste estaba fuera de sus cabales
en más de un sentido. Él no estaba prendado de nadie. Tomó su computadora portátil,
se sentó en la cama para trabajar, y encendió la música con el control remoto.
Prendado. Que palabra tan ridícula.
Chequeó sus correos electrónicos y encontró un mensaje de Julie contándole a
Finn que a Celeste le encantó el pasador. Y que estaba muy cansada por haber estado
despierta hasta tarde la noche anterior. Matt sonrió dulcemente. Sí, era casi las tres de
la mañana cuando finalmente apagó la computadora. Él no podía creer cuánto tiempo
habían charlado. Su mensaje también decía que lo buscaría en el chat más tarde esta
noche. Lo que significaba, notó Matt, que ella planeaba volver a casa. La cosa de
hacerse pasar por Finn era un poco incómoda, obviamente, pero él y Julie parecían
haber encontrado una cómodo amistad en línea que funcionaba para ambos.
Realmente no era mucho más diferente que las otras comunicaciones en línea que él
tenía. O no enteramente diferente. Pero no era como si Julie le dijera todo a Finn,
tampoco. Nunca había mencionado a Seth. Matt envió una respuesta rápida de Finn,
sabiendo muy bien que Julie probablemente no estaría revisando los correos
electrónicos en una cita.
Sin embargo, un minuto más tarde, un mensaje de Julie surgió.

Julie Seagle
Estoy perdiendo la cabeza atrapada en un elevador. Sola. Miserable.
Supuestamente la ayuda está en camino, pero no estoy disfrutando esta experiencia.
Estoy empezando a entrar en pánico. Sudando, temblando y teniendo visiones de una
muerte brutal.

Eso no era bueno. Julie podría no estar en buenas condiciones. Matt había visto
lo que le había hecho el paseo en escalera mecánica, y la idea de que ella estaba
colgada en una caja de acero quién sabe cuántos pisos arriba, no pintaba muy bien. Y no
había nadie que la atrapara ésta vez. Un poco de humor parecía adecuado.

Finn es Dios
¿¿¿Qué??? ¡Oh, no! No te asustes. ¿Te has olvidado de que soy un superhéroe?
Julie Seagle
¡Lo había olvidado! Me siento completamente segura ahora. Vale, vuela debajo
del elevador y súbeme para que esté segura. ¿Preparado? ¡Venga!
Finn es Dios
Desafortunadamente, mis poderes voladores fueron desactivados porque he
abusado de mi estatus de superhéroe. Mis disculpas. Tengo otros poderes que te
ayudarán a pasar por esto.
Julie Seagle
Haz lo que puedas. Convénceme de que no estoy a un millón de pies del suelo.

Matt recordó la primera vez que estuvo parado al borde de una puerta abierta
mientras un avión lo mantenía a miles de metros en el aire, posicionado sobre una
muerte segura. Terror no lo describía del todo. La seguridad de su entrenamiento y el
paracaídas de seguridad adicional lo tranquilizaban muy poco. Hubo unos cuantos
minutos en los que Matt estuvo congelado de miedo, que ni siquiera pudo retractarse
de saltar. Aunque quería saltar más que nada. Y Finn estaba allí, tan eufórico por lo que
estaban a punto de hacer, tan acelerado con una energía e intrepidez que Matt quería
tan desesperadamente para sí mismo. Negarse era imposible en aquellas circunstancias,
así que tomó otro enfoque. Uno que podría ayudar a Julie ahora.

Finn es Dios
No puedes fingir que no estás ahí arriba, porque lo estás.
Julie Seagle
Menudos poderes asombrosos. Muchas gracias. Me siento muchísimo mejor.
Finn es Dios
Acepta que estás ahí arriba y abrázalo. Toma el control. Es como cuando hago
paracaidismo. De hecho, no me gustan las alturas. Me aterra estar en el avión mirando
hacia el suelo. Pero salto a pesar del miedo y éste se convierte en euforia.
Julie Seagle
Nunca haría paracaidismo, ni en un millón de años.

Matt vaciló antes de escribir.

Finn es Dios
¿Y si te llevo?
Julie Seagle
Todavía estaría saltando sola de un avión, al igual que estoy sola en este
estúpido elevador.
Finn es Dios
No estarías sola. Te llevaría en tándem, así que estarías atada a mí. Saltaríamos
juntos.
Julie Seagle
¿Cómo sería eso?

Ahora que había planteado ésta idea, se dio cuenta que describirla podría
acarrear cierta connotación que quizá no resultaría bien. Una riesgosa connotación.
Pero no era culpa de Matt. No es como si él hubiese inventado el salto tándem para así
algún día poder describírselo a una chica atrapada en un elevador averiado.

Finn es Dios
Estarías frente a mí, con la espalda pegada a mi pecho.
Esperó. Matt apartó la mirada de la pantalla por un minuto, escuchando la
música que llenaba su habitación. Por el rabillo de su ojo, vio la imagen de su pantalla
moverse.

Julie Seagle
Esa parte no suena tan mal.

La tensión que estaba reteniendo se extendió rápidamente por su cuerpo.

Finn es Dios
No, no suena tan mal, ¿verdad?
Julie Seagle
Cuéntame más.
Finn es Dios
Vale. Finge que estamos haciéndolo ahora. ¿Preparada?
Julie Seagle
Preparada.
Finn es Dios
Estamos en el avión, está ruidoso y hace frío. Ves cinta adhesiva en algunas
partes del interior del avión y te preguntas si saltar es la peor idea que has tenido, pero
te digo que estarás bien. Ambos estamos con los trajes de paracaidismo completo,
cascos, gafas, y paracaídas. El traje es ajustado y te da la ilusión de estar a salvo,
segura. Estás llena de emociones mezcladas. Orgullo, ansiedad, exuberancia, terror.
Julie Seagle
¿Náusea?

Matt sonrió. Incluso cuando Julie estaba asustada, era linda.

Finn es Dios
¡Esa no es una emoción! Pero sí, náusea.
Julie Seagle
¿Y luego qué?

Matt había comenzado esto sin pensarlo, y sin entender lo que estaba haciendo,
pero ella le respondía. Así que lo único por hacer era continuar.
Finn es Dios
Por tu mente pasan miles de cosas. ¿Recordaste apagar el horno en casa? Tu
coche necesita que cambies el aceite. No te queda champú. ¿Por qué las lavadoras se
comen los calcetines? ¿Saben bien? ¿Deberías tú probar uno? Te preguntas si deberías
dar marcha atrás, si esto fue un error. No le dijiste a nadie que ibas a saltar hoy, ¿y si
mueres? Te preocupa que se te olvide lo que tienes que hacer, no recordar cuando tirar
del paracaídas. Te enseño el altímetro. El avión sólo está a la mitad de la altura que
necesita estar, y ya se siente muy alto. Pero no estás en peligro alguno.
Julie Seagle
Finn, estoy asustada. El elevador está sacudiéndose.

A Matt no le gustó esto. Los elevadores se atascaban todo el tiempo,


especialmente en viejos edificios de apartamentos, donde era probable que Seth
viviera. El elevador seguramente temblaba porque el departamento de incendios estaba
allí haciendo estruendo, y apostaba que las vibraciones y el ruido metálico
incrementaban el pánico de Julie, pero que en realidad no estaba en ningún peligro
real. Pensar racionalmente, sin embargo, no suprimía su verdadera preocupación por
cómo ella debía estarse sintiendo. Quería que se sintiera segura.

Finn es Dios
Sé que lo estás, pero te tengo. No estás en el elevador, ¿recuerdas? Estás
conmigo. Te levanto e intento apartar tu cuerpo del mío para recordarte que estás atada
fuertemente a mí, y que no voy a dejar que nada te pase. Es mi deber controlar nuestro
salto y tirar de la cuerda del paracaídas si no lo haces. Estás a salvo. Dime que confías en
mí.
Julie Seagle
Confío en ti.

Matt tomó una profunda inhalación. Algo acababa de pasar entre ellos. Julie
sentía algo por él. Lo hacía. Podía decirlo incluso a través de este mundo virtual. Ya sea
que fuera por él o por Finn, no importaba. Era una diferencia de nombres, en realidad,
eso era todo. Sí, nunca se había alistado como voluntario para ir a África o buceado en
lugares remotos en busca de corales raros, pero Matt solía tener una buena dosis del
espíritu aventurero de Finn. Así que la esencia de su comunicación como Finn era real y
era lo que los conectaba en línea. Y Julie necesitaba esa relación que habían estado
construyendo, una que había crecido sin advertencia. Ella necesitaba que le hablara
para aguantar esto. Y así lo haría.

Finn es Dios
Estamos lo suficientemente alto ahora, y uno de los instructores abre la puerta,
enviando una poderosa ráfaga de viento dentro de la cabina. Tu corazón casi se detiene
cuando empiezo a caminar hacia el borde. Aunque estás aterrada, también empiezas a
sentir la adrenalina, la emoción que proviene de estar al límite.

Matt se pasó las manos por el cabello y se mordió el labio. Dios, ¿qué estaba
haciendo? Era su amiga. Eran sólo amigos, ¿verdad?

Finn es Dios
Estamos a unos 5000 metros ahora y cuando miras al suelo, inmediatamente
intentas alejarte de la puerta. Quieres desistir. Te llevo hacia atrás y dejo que alguien
más salte primero. Pongo mis brazos alrededor de tu cintura y te acerco, sosteniéndote,
haciéndote saber que estoy contigo. Te digo que puedes hacerlo, que eres lo
suficientemente fuerte y valiente. Te digo que puedes hacer cualquier cosa que te
propongas. Tú asientes y aceptas saltar.
Nos movemos al borde del avión otra vez y nos paramos. Cruzas los brazos sobre
tu pecho e inclinas la cabeza hacia atrás, hacia mí, como te dije. Empiezo a
balancearnos de atrás hacia delante, preparándonos para saltar. Y allá vamos.

Matt sabía que tal vez había ido muy lejos. Que ahora podría perderla.
O que Finn podría perderla.
Pero no podía parar porque el pensar en poder sostenerla, sentirla contra él
mientras sus brazos se encontraban envueltos alrededor de ella en forma protectora…
De pronto era dolorosamente claro lo mucho que quería esto y lo fácil que era
imaginarlo con una claridad casi provocativa. Ella no sólo era su amiga. Era más.
Matt había pasado mucho tiempo, se dio cuenta, observando a Julie. No sólo lo
hermosa que era, sino cómo se movía, cómo hablaba, lo que la hacía reír. Sabía casi
demasiado. La forma en que su cuerpo pasaba del suyo en la estrecha cocina, el modo
en que se apartaba el cabello del rostro cuando estudiaba, la manera en que sus ojos se
entrecerraban cuando estaba disconforme con algo en un libro de texto. Conocía su
determinación, su calidez, su sinceridad.
Celeste tenía razón. Maldición.
La respiración de Matt se recuperó cuando ella respondió. Quería que él
siguiera.

Julie Seagle
¿Cómo me siento cuando saltamos?
Finn es Dios
Al minuto que chocamos con el aire, estás sorprendentemente relajada. Todos
tus problemas parecen desaparecer. Tu estómago no desciende. No tienes la sensación
de estar cayendo. Es simplemente liberador. Es lo más cerca de volar que has estado.
Una calma como nunca has sentido antes y no quieres que termine.
Matt puso una mano en su nuca. Dios, ¿estaba sudando?

Finn es Dios
Así que caemos libremente unos 1500 metros. No queremos que acabe.
Queremos sentirnos así para siempre, perdidos en esta experiencia. Esta es la razón por
la cual gente tarda en tirar del paracaídas, porque la caída libre es como una droga.
Julie Seagle
O algo más, supongo.
Finn es Dios
Sí, o algo más. Por algo lo llaman “orgasmo aéreo”.
Julie Seagle
Puedo ver el porqué. Pero tenemos que tirar del paracaídas.
Finn es Dios
Sí, tenemos que hacerlo. Así que lo hago. Y nos tira hacia atrás, con fuerza, pero
entonces caemos tranquilamente, más suave y fácilmente que antes. Vamos juntos a la
deriva. Hay menos ruido ahora, y puedes oír mi voz.

Julie estaba completamente con él, lo sabía. Estaba tan fuera de ese elevador y
en el corazón de este momento fabricado, pero muy real, tanto como Matt.

Julie Seagle
¿Y qué es lo que me dices?

Matt pensó. ¿Qué era lo que quería decirle? ¿Que ahora mismo estaba
aceptando que enloquecía cuando ella se sentaba cerca de él cuando estudiaban
juntos, especialmente en su cama? ¿Que aunque, por supuesto, siempre estaba
hermosa, las piernas casi le fallaban cuando ella bajaba por las mañanas con el cabello
en un nudo desastroso en la parte superior de la cabeza y su bata arrugada apenas
cerrada? ¿Que él sabía que le gustaba vestirse bien para salir por la noche, pero que le
gustaba cómo lucía el sábado por la mañana en pantalones de yoga y sin maquillaje?
¿Que la forma en que se preocupaba por Celeste con tanta despreocupación y
aceptación lo conmovía más de lo podía imaginarse? ¿Que era habilidosa, talentosa,
cálida y lo suficientemente paciente que, al parecer sin intentarlo, lo había sacado del
mundo frío en el que había estado viviendo desde aquél horrible día en el que Finn
murió?
¿Quería decirle la verdad? Tal vez ella ya lo sabía o tal vez no importara. Todas
las horas de escribir y responder durante los últimos meses pudieron haber originado
algo que podría ir más allá de esta relación virtual. Y eso era lo que estaban haciendo, si
solo alguno de los dos pudiera admitirlo realmente; estaban teniendo una relación. Más
específicamente, estaban teniendo dos relaciones. La mezcla de esas dos, era lo que
podía hacer que esto se viniera abajo. Haría que se viniera abajo, se dio cuenta Matt.
Como Finn, se había embarcado en una relación en línea que era segura y
controlada. Podía mostrarle a Julie los lados de él que quería, y guardarse los otros.
Podía mostrarle la persona que quería ser.
Como Matt, su amistad tenía que luchar con todos los desafíos del mundo real
que él llevaba consigo, y no tenía idea de cómo actuar como cualquier otro chico por el
que Julie pudiera mostrar interés. No sabía cómo coquetear, y la mitad del tiempo que
estaba con ella, Matt se preocupaba incansablemente por saber qué iba a hacer Julie
con Celeste, o si de alguna manera había averiguado las mentiras de la familia. Y aunque
realmente él no se preocupaba mucho por su aspecto, supuso que una chica tan
impresionante como Julie podía atraer fácilmente a chicos modelos. Por otro lado, no
parecía alguien que saldría sólo por las apariencias. Ella era muy inteligente y dinámica
para ser tan superficial. Tal vez ese era el problema. Ella era todo lo que Matt ya no. Era
tan bien proporcionada que casi hería estar cerca de ella. Así como eran las cosas,
aunque habían establecido una amistad y un cierto compañerismo, no estaba
enamorándose de él. Se estaba enamorando de Finn, una parte de Matt que ya no
encajaba en el mundo real.

Julie Seagle
Mierda. El elevador está funcionando ahora.
Finn es Dios
¡Esas son buenas noticias!
Julie Seagle
Ahora mismo no se sienten así. Te escribo más tarde.

Matt cerró su computadora portátil. ¿Qué demonios le había pasado? ¿A ellos?


Se levantó y bajó a la cocina. Necesitaba agua. Y probablemente una ducha fría. O dos.
Estaba más alterado de lo que había estado en mucho tiempo.
Se paró junto a la misma encimera en donde Julie lo había presionado sobre
Celeste después de su primera cena aquí. Había sido implacable en sus preguntas
acerca de Flat Finn y no pareció cansarse ni una vez. Era un poco insistente, tal vez, pero
siempre amable. Sólo quería entender, ¿y quién podía culparla? Matt saltó y se sentó
en la encimera, en el sitio de Julie, y bebió un vaso de agua fría.
¿Qué iba a hacer?
Tal vez nada. Bien podría intentar disfrutar ésta relación en línea todo lo que
pudiera. En algún punto probablemente se desgastaría como la mayoría de las cosas.
Julie posiblemente estaba con Seth ahora mismo, no es como si esa ligera plática en el
elevador hubiese causado que ella dejara de lado su cita nocturna.
No, se dijo. Esto fue un error. Julie merece la verdad. No ha hecho nada malo, no
pidió algo como esto.
Entonces le diría. Esta noche, cuando viniera a casa, le diría todo, y lidiaría con
las consecuencias. Esa plática del elevador entre ellos había ido muy lejos, tenía que
ponerle un alto. Era claro para él que ésta era la única opción. Antes había lidiado con el
que todo se viniese abajo, y lo haría de nuevo.
Allí. Estaba decidido, el tormentoso debate sobre qué hacer había acabado.
Apagó la mayor parte de las luces de abajo, pero se aseguró de dejar la luz del
porche prendida. Había llegado a la parte superior de las escaleras antes de volver a
bajar y prender también la luz de la entrada, y una en la sala antes de subir
nuevamente. Se detuvo al llegar arriba de las escaleras. La luz estaba prendida en la
habitación de sus padres, y podía ver a Erin parada en medio de la habitación con una
copa llena de vino en su mano. Ella realmente no debía estar bebiendo, y pudo decir
por el ligero balanceo en su postura que ya había tenido más que suficiente.
—Mamá. —Matt se paró justo afuera de la habitación—. ¿Qué estás haciendo?
—¿Qué pasa, Matthew? —Erin no se molestó en mirar en su dirección, sino que
mantuvo sus ojos pegados a la vista de la calle a través de la ventana.
Se acercó y se colocó frente a ella. —Mamá. —Pudo ver que sus ojos estaban
ligeramente hinchados.
—Hola, cariño. —Sorbió—. ¿Está todo bien?
Aunque odiaba que bebiera, era la única cosa que parecía poner a Erin maternal.
—Sí, todo está bien. ¿En dónde está papá? ¿Qué estás haciendo?
—Roger está en el tercer piso, en la habitación de huéspedes. Tiene ese horrible
resfriado que lo hace roncar. —Tomó un largo trago de su copa—. Sólo estaba mirando
la nieve. Las calles no han sido limpiadas bien, ¿o sí? Se ven congeladas.
—Están bien, mamá.
—Tal vez no. La gente no debería conducir ésta noche. —Se detuvo, y Matt pudo
ver el agarre en su copa apretarse. Suavemente, él agarró el tallo de la copa en una
mano y le separó los dedos del globo.
—Las calles no están tan mal. Sólo se ven así desde aquí.
—Julie salió en el auto, ¿no? —Erin miró directamente a Matt—. Oh, ¿has
sabido de ella? Oh, no, Matthew. —Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Está bien. Lo prometo. Por favor, no te preocupes.
—No dejarás que nada le pase, ¿verdad? —Erin le tocó la mejilla con su mano, y
una pequeña sonrisa se formó a través de la neblina de alcohol y dolor—. Es muy
especial para ti, para todos nosotros, ¿no?
Matt asintió, pero no pudo decir nada. Se sentía al borde de las lágrimas. Erin se
inclinó hacia él, lo abrazo por los hombros y frotó su espalda. Esto era tan inusual en
Erin, que por un momento Matt se quedó inmóvil, inseguro de qué hacer. Luego se
inclinó y descansó la cabeza en el hombro de su madre. Su brazo libre se movió para
abrazarla de vuelta.
—No le dirás, Matthew, ¿verdad? ¿A Julie? No todavía.
—Mamá…
—Por favor.
Matt inhaló. —No es justo para ella.
—Las cosas se sienten mejor con ella aquí, ¿no? ¿Como esto? Hace las cosas
más fáciles. No nos quites eso. Todavía lo extraño, y ahora es más fácil. —Su agarre en
él se hizo más fuerte y la resolución de Matt comenzó a debilitarse.
—No podemos seguir haciendo esto —dijo él con suavidad.
—Sólo por un tiempo. Deja que lo averigüe a su propio tiempo. Cuando esté
lista, cuando vea, estará bien. Realmente lo creo. —Sintió las lágrimas de su mamá
mojar su camisa y sus dedos enterrándose en él mientras se agarraba—. Por favor,
Matthew. Te lo suplico. Déjalo salir a su propio tiempo.
—Está bien. —Asintió hacia ella—. Está bien.
—Gracias. —La sintió relajarse un poco.
—No puedes beber, mamá. Lo sabes. ¿Ya no más?
—No más —accedió—. Después de hoy, no más. La nieve, ésta temporada del
año… me desencadena. Creo que tu padre y yo saldremos de la ciudad para el Año
Nuevo. ¿Puedes quedarte con Celeste, verdad?
Matt dejó caer su mano y retrocedió. —Claro. Supongo.
—Creo que tomaré un baño ahora. Relájate.
—Es una buena idea. —Matt caminó hacia la puerta, desalentado. Resignado.
Casi regresa, pero sabía que había poca oportunidad de que ella dijera algo para hacerlo
sentir mejor, para hacerlo sentir amado.
Tomó una profunda inhalación, y tocó en la puerta de Celeste. —Oye, vengo a
decir buenas noches.
—Buenas noches, Matty. —Celeste sonrió mientras se sentaba en su cama—.
Estoy excepcionalmente cansada esta noche. La impresión de mi tesauro es
desagradablemente pequeña y mis ojos sufrieron un desgaste significativo.
—Espero que tú y tus ojos desgastados descansen bien. —Se estiró para
alcanzar la pequeña luz de su buró que apuntaba directamente a un cercano Flat Finn.
Una luz en una estrella.
—Julie dijo que después de ayudarme con mi proyecto mañana, me enseñará a
hacer bullabesa. Tengo mis reservas respecto a su elección de mariscos, principalmente
los tentáculos de calamar, pero he decidido ser valiente.
Matt palmeó su mano. —Eres muy valiente.
—¿Vendrás con nosotros al mercado de maricos?
—¿Quieres que vaya?
—Sí, mucho.
—Entonces iré.
—Deberías ir a descansar también. Matthew, te ves inusualmente cansado ésta
noche. Vi la receta, y requiere un montón de pasos complicados, particularmente el
ajiaceite que está compuesto de diecinueve ingredientes. Tu ayuda será crucial para
nuestro éxito.
—Entendido. Duerme bien.
—¿Podrías, por favor, poner a Flat Finn afuera de mi puerta ésta noche? Lo
quisiera allí para beneficiarme de su protección, pero también para mantener el espacio
necesario.
—Claro. —Apagó la luz de Flat Finn y agarró a su hermano de cartón—. Buenas
noches, Celeste.
Matt cerró la puerta de su habitación y se quitó la camisa. Estaba muy exhausto
y no quería nada más que quedarse dormido y terminar este día. Sin embargo, se llevó a
la cama su teléfono. Matt se tumbó sobre su espalda y miró hacia la oscuridad por
cuarenta y cinco minutos. Oyó el crujido de las escaleras cuando Julie llegó a casa, y
luego se puso los audífonos para bloquear el sonido en su cabeza. Entonces su e-mail
sonó.

Creo que me estoy enamorando de ti.

Matt miró la pantalla por un buen rato. —Julie —susurró en voz alta. Por un
momento debatió sobre qué hacer. Entonces envió su respuesta.

Bien. Creo que me estoy enamorando de ti también. No tiremos del paracaídas.


Capítulo 21 de Flat-Out Love desde la perspectiva de Matt.
Traducido por Ione
Corregido por Mass_

Matt Watkins Esta temporada siempre me trae cálidos recuerdos de hacerme pis
del miedo en el regazo de Santa. Cálidos y húmedos recuerdos.
Finn es DiosÉsta es la temporada en la que siempre confundo muérdago y
cameltoe8. De todas formas, siempre me acaban pegando una bofetada.
Julie Seagle Lo único que está entre tú y tus sueños es el hecho de que todos ellos
son ilegales, inmorales y asquerosos. ¡Sueña, pequeño pervertido!

Probablemente era una estúpida idea. Probablemente había hecho todo mal y
Julie pensaría que esto era increíblemente tonto. Sin embargo, Matt continuó
encendiendo las velas del árbol de Navidad. Aun con lo alto que era, Matt todavía
necesitaba subirse a un taburete para llegar a lo más alto del árbol que había elegido.
Había sido una pesadilla intentar encontrar unos candelabros que se pudieran colgar de
las ramas, pero esto era lo que Julie había descrito en la conversación que había tenido
con Finn en Acción de Gracias, y Matt quería darle la decoración Navideña que la haría
feliz. Por mucho que parecía que estaba cómoda aquí, éste era su primer año lejos de
casa y echaría de menos la familiaridad y la rutina de sus vacaciones en casa, en Ohio.
Ciertamente California no podía ser igual, aunque estaba seguro de ella se lo pasaría
bien con su padre.
Matt se estremeció cuando se quemó el dedo con una llama. Julie dijo que todo
el asunto de las velas en el árbol podría ser peligroso y tenía razón. Dio un paso atrás y
observó la habitación. Bueno, quizá le gustaría. Todas las luces de la planta baja estaban
apagadas, pero entre las centenas de luces parpadeantes del techo, las velas del árbol y
aquellas en las guirnaldas verdes; la habitación brillaba cálidamente en ésta oscura
noche de diciembre.
Sonó la alerta de que le había llegado un correo y Matt lo revisó en su portátil.

Finn,
Estoy pensando en ti. Eso es todo.
-Julie

8
Cameltoe en la jerga relativa al sexo, hace referencia a el uso de ropa tan ajustada que hace visible la
vulva de la mujer. En inglés muérdago se dice mistletoe. De ahí la rima entre mistletoe y cameltoe.
Matt se mordió el labio. Tenía suerte de que Julie hubiera estado encerrada en
su habitación tanto tiempo, probablemente a punto de irse a dormir, y de haber sido
capaz de montarlo todo. Pero ahora que lo había hecho, se sentía un poco
avergonzado. ¿Cuál era el objetivo de todo esto? Todo lo que estaba haciendo era
incrementar los sentimientos de Julie por Finn. Este triángulo amoroso había ido muy
lejos y por mucho que a Matt le encantaba la geometría, este no era el tipo de triángulo
en el que quería estar envuelto.
Sin embargo, cada vez se le hacía más fácil meterse en el papel de ser Finn. Era
enfermizo, lo sabía, pero… No sabía cómo salir de esta. Julie tenía que saber qué era lo
que estaba pasando, ¿verdad? ¿Por lo menos sospechaba? Aceptó fácilmente que Finn
no podría llamarle. Demasiado fácil. Quería creer en él. Tenía que ser eso. Era esa la
razón por la cual nunca le presionaba para que hablaran por teléfono. Pero la mitad del
tiempo, Matt se olvidaba de que ésta cosa en línea no era real dado que, ambos habían
quedado totalmente atrapados en el creciente número de correos y chats, que sentía
como que nada más importaba. Los sentimientos que tenían eran muy reales. El
contexto de la farsa lo permitía. Ser capaz de sentir como lo hacía por Julie, incluso en
privado, era adictivo.
No quería renunciar a eso. No todavía.
Lo haría, en cambio, si pudiera. Si no hubiese repercusiones para Celeste o para
Erin, terminaría con todo esto y dejaría que Julie le odiara. Como probablemente haría.

Julie,
Espero que este mensaje te llegue. No hago más que perder la red. Estoy
pensando en ti, también, y te echo de menos. (¿Es eso raro? ¿Cómo puedo echarte de
menos? Pero lo hago.)
No voy a ir a Boston este mes. Te lo explicaré luego. Lo siento mucho, no sé qué
decir.
Me alegro de que todavía estés despierta, porque tengo una sorpresa para ti. Sé que no
arregla el hecho de que no voy a estar ahí, pero es todo lo que se me ocurre que puedo
hacer:
Ve a la sala.
-Finn

Eso era todo. Bajaría las escaleras y se reiría. Se sentía fatal sobre el e-mail,
porque sabía que le había roto el corazón un poco cuando le dijo que Finn no estaría en
casa este mes, pero que esperaba que esta cosa que había hecho de Navidad le
animara. Sólo tenía que comprar un poco más de tiempo hasta… hasta… bueno, no
sabía exactamente hasta qué. Matt no quería que estuviera triste. Sabía que no había
posibilidad en el infierno de que Julie intercambiara sus sentimientos por el que
pensaba que era Finn a él. La forma en la que Matt se comportaba con ella por internet
era diferente de la forma en la que lo hacía en persona. Y se lo había prometido a Erin.
Matt miró al árbol. En realidad era bastante espectacular. Entonces frunció el
ceño. Había pasado por alto dos de las velas de cerca de la cima, así que se subió otra
vez al taburete para encenderlas.
—Es hermoso —dijo Julie.
La voz de Julie sobresaltó a Matt, y éste se tambaleó en el taburete.
—Dios, Julie. ¡Me has dado un susto de muerte!
Julie rio.
—Lo siento. Acabo de recibir un mensaje de Finn y me dijo que bajara. —Se
acercó y tocó una de las ramas—. Está precioso.
Matt encendió la última vela y se bajó.
—No me eches la culpa si se incendia la casa. Es todo idea de Finn. Dijo que te
haría feliz.
—Me ha hecho feliz. ¿Hiciste todo esto por mí? Quiero decir, ¿Finn te pidió que
lo hicieras?
Matt se metió las manos en los bolsillos y miró al techo.
—Me mandó una lista con instrucciones e incluyó detalles del daño físico que
me haría si no las seguía al pie de la letra. Creo que lo hice todo. —Matt se movió hacia
la mesita de café en dónde estaba su portátil. Miró a la pantalla y la cerró, escondiendo
los mensajes de Julie. Había sido descuidado con eso. Tal vez quería que le pillara—. Sí,
bien. Ahora se supone que tenemos que tumbarnos debajo del árbol. Eso no suena muy
tradicional, pero él dijo que lo entenderías.
Matt la miró dudoso. No entendía el atractivo de esto, pero parecía que era
importante para ella.
—Lo entiendo. ¡Vamos! —Le cogió de la mano y le empujó hacia el suelo con
ella—. Hago esto todos los años. Te encantará.
—Finn me lo debe —dijo por lo bajo mientras la seguía, se tumbaba sobre su
espalda y se deslizaba debajo de una de las ramas. En ese momento no quería que
nadie más participara en esta escena y el tacto de su mano en la suya le hacía temblar
de lo bien que se sentía—. ¡Oh! Si pierdo un ojo por esto, espero que me lo reparen con
un carísimo regalo de Navidad de ustedes dos para compensarme por meterme en
problemas. Como un deslumbrante parche para el ojo o algo así.
—Tienes que ir despacio, tonto. No te lances hacia el árbol. Ve suavemente
debajo de él. Así. ¿Lo ves?
Matt se metió bajo el árbol, junto a Julie, e instantáneamente pudo sentir el
cambio. En él, en realidad… igual en ambos. El resto de la habitación desapareció y en
ese momento solo estaban ellos dos bajo la danza de la luz de las velas. No había nada
en el exterior ya que bajo el árbol estaban escondidos de todo. Era bonito. Bonito y
terrorífico.
Matt respiró profundamente e intentó relajarse.
—En realidad, esto es bastante… bonito —dijo Matt
Ella se volvió hacia él.
—Nunca he hecho esto con nadie más. Siempre fui solo yo.
—Oh. Pensé que debía quedarme aquí y hacer lo que se supone que se debe
hacer debajo del árbol. ¿Quieres que me vaya? —Empezó a deslizarse hacia afuera.
—No, ¡quédate! —le agarró otra vez del brazo—. Me gusta tener compañía.
Matt sonrió. Estaba orgulloso de que lo quisiera ahí.
—Vale, ¿qué hacemos, entonces?
—Pensamos en cosas profundas.
—Ah. ¿Pensamientos y preguntas filosóficas? Yo primero. Demuéstrame que no
eres producto de mi imaginación.
—Muy gracioso.
—¿Estoy en una simulación de un ordenador? ¿La puerta se abre hacia ambos
lados? ¿Cómo puede algo salir de la nada? ¿Cómo sabemos que una línea es recta?
—Matt ¡para! —Julie rio.
Le divertía oírla reír; quería hacer todo lo posible para hacer que sonriera y
siguiera estando feliz. Era adorable, y tonta, y por encima de todo, su amiga.
—¿Si los animales quisieran ser comidos, estaría bien? Si el tiempo se parara y
luego volviera a moverse, ¿nos daríamos cuenta alguna vez? ¿Qué pasa si dos veces te
asustas tanto que quedas medio muerto? ¿Qué es el creacionismo? ¿Qué es ético?
—¿Qué está volviéndome loca? —preguntó Julie, todavía sonriendo.
—No, ¿quién está volviéndote loca? —la corrigió Matt, sonriendo. Necesitaba
esto—. Pero bueno. Si no te gusta mi línea de pensamiento profundo, dime a lo que te
referías.
Julie hizo una pausa. —Ahora todo parece infantil y tonto.
—Dímelo de todas formas. —Haría que hablara con él de la misma forma en la
que hablaba con Finn en línea. Por lo menos lo intentaría.
—Es solo… Bueno, cada año, me tumbo bajo el árbol y… no sé. Evalúo mi vida.
Me pongo en una especie de estado de sueño y veo donde me llevan mis
pensamientos.
Matt cruzó sus piernas y puso sus manos sobre el estómago.
—Entiendo a lo que te refieres. —Él también lo hacía, aunque ya lo había
olvidado.
Cuando estaba con Finn hubo momentos en los que Matt solía encontrar un
lugar tranquilo, por lo general con una vista infinita de un paisaje y el cielo, y se sentaba
sólo para tener un poco de tiempo para sí mismo. En una de esas ocasiones, fue cuando
decidió hacer todo lo que pudiera hacer para entrar al MIT. Sería difícil, tal vez no lo
conseguiría, pero era un sueño por el que valía la pena soñar. Así, en cada increíble sitio
al que Finn le llevaba, se sentaba y se dedicaba a soñar, cerraba los ojos y dejaba que el
aire puro y el sonido del silencio lo llenaran de forma que sus pensamientos se
profundizaban. Matt giró la cara y miró a Julie. Era preciosa—. ¿Por qué no cierras los
ojos?
—Ciérralos tú también.
—Bueno.
Julie lo miró y esperó. —Tú primero.
—No, tú.
—Bien, hagámoslo a la vez. No quiero estar aquí tumbada contigo mirándome.
¿Preparado? Tres, dos, uno, ahora. —Julie cerró los ojos—. Ahora esperamos a ver qué
es lo que nos viene a la mente.
Matt no pudo evitarlo, siguió mirándola. Quería tanto acercarse a ella y ponerle
la mano en la mejilla, girarle la cabeza hacia la suya, pasar los dedos por sus labios.
Podría moverse más cerca, muy despacio, y poner su boca sobre la de ella. Besar a Julie
sería perfecto, lo sabía.
Si sus sentimientos por él —por Finn— eran reales, el beso habría parado el
mundo. Julie giró su cabeza hacia un lado y abrió los ojos, pero Matt no apartó la
mirada.
—Te dije que no me miraras —le susurró.
—No pude evitarlo —él susurró de vuelta.
Estuvo callado por un momento. La carga entre ellos —era como la
conversación. Cuando había confianza, honestidad, salvación y amor. Lo sentía.
—¿Julie?
—¿Sí, Matt?
Cogió aire antes de hablar, antes de decir algo que lo cambiaría todo.
—Es como si fuéramos libres…
—¡Oh Dios mío! —dijo Julie, cortándole—. Me olvidé completamente de
preguntarte.
—Um… ¿Preguntarme qué? —El corazón de Matt se aceleró.
—Mi amiga Dana quiere que la llames.
¿Cómo podía por un minuto haber pensado que su corazón era de él? Estúpido.
Era completamente imposible. Fue bueno que lo cortara de decirle cualquier cosa. Matt
se forzó a hablar en un tono normal, luchando por reprimir el temblor que quería
apoderarse de él.
—Esa no es una pregunta.
—Deja de corregirme. Quiere salir contigo, ¡idiota!
—Oh. —Matt gimió con más dramatismo de lo necesario, pero necesitaba una
razón para apartar su rostro. Ponerse nervioso no era una de las cosas a las que estaba
acostumbrado. O que le gustara—. No sé…
—Matty, venga. ¡Nunca sales! —le rogó—. Dana es realmente genial. Te
agradará.
—Lo pensaré. ¿Bueno? —ofreció él. La última cosa que le apetecía hacer era hablar con
Julie sobre invitar a salir a su amiga. Dios, era horrible. Julie parecía estar muy emocionada por
la idea de que saliese con ella. No sentía nada por él, ahora estaba claro. No había cruce
Finn/Matt. Eso era todo. Y él se repondría rápidamente, ya que sabía cómo hacerlo cuando era
necesario.
—¿Has tenido novia alguna vez?
Matt se volvió e hizo una mueca. ¿Realmente pensaba que no tenía nada de
experiencia? ¿O que era tan desagradable?
—Claro que he tenido novia. ¿Qué clase de pregunta es esa?
Julie se encogió de hombros.
—No sé. Nunca has mencionado a ninguna.
—Admito que mi vida romántica últimamente deja mucho que desear.
Simplemente no tengo tiempo para salir con nadie ahora mismo. Sabes cómo es mi
horario de clases y con Celeste.
—Así que… ¿no has salido en una cita desde… ya sabes… Celeste? El asunto de
Flat Finn.
—No mucho. Tuve una novia bastante seria pero entonces… —Matt intentó
buscar una forma de decir lo que quería sin decir demasiado—. Las cosas cambiaron
por aquí.
—¿Con Celeste?
Matt asintió.
Ella no dijo nada durante un minuto.
—¿Cuando algo pasó?
Matt asintió de nuevo.
—Lo siento —dijo Julie—. Porque sea lo que sea, puedo decir que estás
trabajando en ello. Tal vez algún día me lo quieras contar.
—Quizás algún día. —Aceptó. No era una persona que se abría a hablar de cosas
profundas sobre la muerte de Finn; nunca. Pero sabiendo que sobre esto podía hablar,
incluso de forma periférica, se sentía sorprendentemente bien—. Mi novia de entonces
no estaba interesada en que siguiéramos juntos. No todo el mundo puede tolerar mi
vida. Ésta casa.
—Amo a Celeste, pero te está haciendo daño, ¿verdad?
—No digas eso. Vendería mi alma al diablo por mi hermana.
—Sé que lo harías. —Julie habló lentamente, y Matt supo entonces que ella
estaba escogiendo con cuidado cada palabra—. Pero debes de estar enfadado con Finn
por haberse ido. Por hacer que lo que le pasó a Celeste fuese peor.
—Estoy enfadado con Finn. —Eso era verdad.
Estaba enfadado con Finn por morirse, por ser tonto y lo suficientemente
imprudente como para saltar a un auto conducido por alguien que claramente estaba
en medio de una crisis nerviosa.
Estaba enfadado con Finn por ser lo suficientemente heroico como para
sacrificar su vida por la de su madre. Si fue o no su intención no importaba. Así era
como se sentía.
Estaba enfadado con Finn por hacer que las vidas de todos se derrumbaran
completamente.
Estaba enfadado con Finn por dejarle un desorden indescriptible que él era
incapaz de limpiar. Y por dejarlo solo con una familia de locos que no tenían la
capacidad de quererlo.
—Tiene derecho a una vida, Matt.
La ironía de las palabras de Julie lo golpeó.
—Créeme, lo sé.
—¿Solían llevarse bien?
Era una pregunta difícil de contestar.
—Lo hacíamos. Y entonces… ya no. —Sí, Finn y él eran mejores amigos, pero
incluso las mejores amistades también tienen sus problemas. Las polifacéticas
habilidades y éxito de Finn, combinado con su modestia, hacían su relación
intrínsecamente desigual. Matt sabía que nunca sería tan perfecto como Finn y la forma
en la que Finn intervino para cuidar a Celeste después de que la severa depresión de su
madre saliera a la superficie era más de lo que Matt podía de hacer. Finn era mejor. En
todo. Con todo el mundo—. Sobre todo por los problemas de mi madre, él siempre era
el héroe. Eso no era fácil para mí, supongo.
—Celeste cree que eres uno. ¿No ves cómo te mira? Te adora.
—No de la misma forma en que adora a Finn. Es diferente. Yo hago las cosas
aburridas, la llevo al colegio, la alimento, le ayudo con sus tareas y me preocupo por
ella. No soy Finn, eso seguro. A él nunca le ha importado una mierda con la vida real. Él
se preocupa por divertirse y tontear por ahí. Cuando mi madre estaba lejos —así es
como lo llamamos, lejos— Finn entretenía a Celeste, la hacía reír, y la hacía salvaje y
libre como él. Yo cuidaba de lo que tenía que hacerse y él se llevaba todo el mérito. Así
es como siempre han sido las cosas.
Finn siempre obtenía la gloria, pensó Matt. Era teatrero, llamativo y maravilloso.
Matt era bueno en la organización y la logística, ninguna de las cosas que llamaban la
atención de una niña pequeña. O de cualquiera.
—No suena como que te agrade Finn en absoluto.
—Lo contrario. Es increíble. Es vivaz, relajado y sin restricciones. Finn hace todo
lo que yo no hago y le envidio. —Incluso después de su muerte, la persona de internet
de Finn era mucho mejor que Matt.
—¿Y Celeste solía ser más como él? —le preguntó.
—Sí —dijo Matt en voz baja. Dolía, recordar a Celeste cuando era alegre y casi
incontenible de una forma maravillosa. No pudo salvar esa parte de ella.
—Creo que ella está mejor, ¿no crees? ¿Un poco? El otro día me lanzó un
ataque porque no pude encontrar la segunda temporada de Glee. Creo que es una
buena señal.
—¿Qué es Glee? —Matt no entendía ni la mitad de las referencias de Julie.
—No importa. Es algo bueno. Me ha estado preguntando por ropa a la moda
para Navidad y quiere que la lleve de compras.
—Así que se está convirtiendo en una persona desprovista de individualidad.
Justo lo que quería.
—Calla. Está bien que lo haga. Flat Finn va a conseguir nuevas bisagras en unas
semanas. Celeste me dio su permiso. Matty, ¿no ves lo mucho que necesita encajar y
tener amigos? ¿Puedes imaginarte lo desesperadamente sola que debe sentirse?
—Puedo —Matt suspiró. Julie podría darle a Celeste lo que el no. No sabía nada
de esas cosas—. Probablemente eres mejor para ella de lo que yo pueda ser.
—Pero tú haces cosas muy importantes. Necesita a alguien como tú para que
cuide de ella. Tu madre está… teniendo una mala época, también. Creo.
Matt asintió. Julie estaba empezando a entender demasiado esta casa. Quizá era
algo bueno. Quizá les llevaría a todos más cerca de la verdad. Y tal vez los destruiría a
todos.
—Lo sé. Está pasando una temporada horrible. Los dos, de hecho, mi padre y mi
madre. ¿Por qué crees que están tanto fuera? No pueden soportar estar aquí. —
Maldición. Podía sentir cómo se le llenaban los ojos de lágrimas y tenía la esperanza de
que Julie no lo viera. La manera en que ella llegaba a él como nadie más podía, hacía
que lo odiara y a la vez lonecesitara. Se pasó las manos por el cabello—. Julie, estoy
cansado. No quiero ser el padre de Celeste. No puedo.
Listo. Lo había hecho. Le había confesado una de las cosas que más le dolían.
Estaba avergonzado de cuánto le molestaba el papel que se había visto obligado a
asumir.
Ninguno de los dos dijo nada durante unos minutos.
Aunque sabía que no podía aguantar mucho más esta conversación, pudo sentir
algo: Julie acababa de sanarle un poco de su dolor. La forma en la que podía acceder a
partes de él que había empujado tan profundo por tanto tiempo lo sorprendió.
—¿Sabes? Esta tradición de tumbarse bajo el árbol se está volviendo divertida,
¿verdad? ¿No estás contento de estar aquí? —Como siempre, Julie sabía cuándo
retroceder. Era justo lo que había estado haciendo con Celeste: empujarle lo suficiente
para obtener un cambio, sin ir demasiado lejos. Era tan buena en cosas en las que él no
lo era.
Otro respiro proundo, y otra larga exhalación. —Ha superado mis expectativas.
—Bueno, volvamos a hablar de chicas.
—¿Te interesan las chicas? No tenía ni idea. Pensaba que estabas saliendo con
ese Seth.
—Eres un tonto, Matt. En serio. Y para tu información, Seth y yo hemos
terminado.
—No lo sabía. —Julie no se lo había dicho. Ni siquiera a Finn.
—He pasado página. Algo así. No sé lo que está pasando. Tengo un flechazo.
Matt puso los ojos en blanco. La estupidez de este monstruoso triángulo
amoroso acababa de llegar a su punto más alto.
—Déjame adivinar. ¿Mi hermano?
—¿Cómo lo sabes? —Julie estaba sorprendida.
Esto eran, a la vez, buenas y malas noticias. Y un poco confuso.
—Veamos. ¿Podría ser por la forma en la que no paras de decir lo
fabulosamente interesante y entretenido que es? O, ¿cómo compruebas tu móvil para
ver si te ha llegado un correo cada tres minutos? De subrepticia no tienes nada.
—Vale, bien. ¿Y qué? De todas formas, no estamos hablando de mí. Estamos
hablando de tu pobre vida amorosa. Llama a Dana.
—No tengo tiempo para una relación.
—Eso es ridículo. Siempre hay tiempo si de verdad lo quieres. ¿No necesitas un
poco de romance en tu vida, Matty? —Julie le dio un golpecito en el hombro.
Sí, necesitaba un poco de romance en su vida, pero salir con su amiga no era
exactamente lo que tenía en mente. Matt tendría que aplazarlo lo más que pudiese,
pero sabía que ella no iba a dejarlo ir. Por ahora, estaba contento de tener esta noche
perfecta con Julie.
Se quedaron bajo el árbol un poco más de tiempo, hablando y bromeando; y,
después, ya que se iba a ir a California y no estaría aquí en Navidad, intercambiaron
regalos. Las camisetas geek que le dio eran perfectas, y claramente le encantó la tarjeta
de regalo de Dunkin’ Donuts que le regaló. Cuando Julie echó los brazos a su alrededor,
riendo y abrazándole fuerte, Matt sonrió.
Por un breve instante, Matt sostuvo a Julie en sus brazos. Y ese regalo; ese
regalo se quedaría con él para siempre.
Capítulo 22 de Flat-Out Love, desde la perspectiva de Matt.
Traducido por Ione y MartinaRouillet
Corregido por Jade Lewis

Matt Watkins Creo que se supone que debería consultar a un doctor, mi ego ha
crecido demasiado en las últimas cuatro horas.
Finn es Dios Me pongo diferente desodorante en cada axila, así siempre puedo
decir hacia qué lado giro si me tapan los ojos o soy raptado por piratas.
Julie Seagle Para ser justos, si en realidad también te refieres a “sin pantalones,
no hay servicio”, la señal también debería decirlo.

Matt estaba medio dormido a las once y media en víspera de Año nuevo. Si solo
pudiera apagar sus pensamientos se dormiría y despertaría a un año nuevo, un año en
el que las cosas se podrían enderezar. Poco probable, pero posible. Por lo menos quería
dormir y desaparecer.
No le gustaban tanto estas fiestas, estas fechas, y esta Nochevieja se sentía
particularmente solo. Sus padres se habían ido, pero no era su ausencia la que hacía
que la casa estuviera tan vacía, ya que de alguna forma, era más fácil cuando no
estaban.
La fuente de su soledad era molestosamente clara para él. Echaba de menos a
Julie. Llevaba en California ya una semana y echaba de menos todo lo que tuviera que
ver con ella. Los correos que habían estado intercambiando esa noche como Finn
mientras ella estaba cenando esperando a su padre habían sido divertidos y estaba
contento de que le gustara el collar, pero no se comparaba a estar con ella en realidad.
Seguía sorprendido por haberle dado la piedra morada que encontró años atrás, pero
parecía adecuado que ella la tuviera; aunque no sabía exactamente por qué. ¿Quizá
representaba la forma en la que él solía ser antes de cerrarse? ¿Quería que ella tuviera
una parte de eso, incluso si no sabía que era de él? Pensar una y otra vez por qué se lo
dio no iba a hacer ningún bien, pero se sintió aliviado de que no fue un desastre.
Lo que sí era desastroso, era que Matt había establecido las cosas de manera
que alguien más la impresionaba y se llevaba todo el crédito. Matt era increíblemente
tonto, lo sabía. No era intencionado, nunca hubiese querido esto, pero se había metido
en el hoyo del conejo y ahora estaba teniendo la fiesta de té más desastrosa de todas.
Alicia ni se comparaba a él.
Matt respiró profundamente e intentó calmar el pánico que crecía dentro de él.
Cogió una almohada, la puso sobre su cabeza y tiró de las mantas, tratando de bloquear
toda la luz y el sonido. Intentar explicarse lo que sentía por Julie era casi imposible, pero
sobre todo estaba el simple hecho de que era su mejor amiga. De hecho, era su única
amiga.
Sí, Matt tenía amistades del colegio —conocidos, en realidad—, pero nunca salió
con amigos de la misma forma en que lo hacían sus compañeros. No podía. Ya se
preocupaba suficiente cuando tenía que quedarse hasta tarde en la universidad, y la
idea de desaparecer por razones puramente sociales parecía mal. Además, prefería
limitar sus amistades ya que traer a alguien a su vida significaría, invariablemente,
retorcer la verdad, esconder secretos, o proteger a alguien. En lo que se había metido
involucrándose con Julie era un ejemplo extremo de dar un paso fuera de esos límites,
pero era una prueba sólida de que lo mejor era mantener a las personas lejos.
Con Julie, todos habían roto las reglas.
Y ahora era su mejor amiga. Una verdad que dolía ya que ella, obviamente, no se
sentía de la misma forma. A ella él le gustaba lo suficiente, lo sabía, pero tenía amigos y
una vida fuera de esta casa. Matt no había invadido su mundo, ni su corazón, como ella
había hecho con él.
Su móvil sonó, sacándole de sus deprimentes pensamientos. Quitó la almohada
de encima de su cabeza y buscó a tientas el móvil. Contestó rápido sin mirar quién era.
Las llamadas a medianoche no podían ser por nada bueno. ¿Podría haberles pasado
algo a sus padres?
—¿Hola? —La falta de sueño combinada con el miedo hizo que su voz saliera
temblorosa.
—¿Qué llevas puesto?
Matt se relajó. La persona que llamaba sin duda no era para dar cualquier tipo
de malas noticias.
—Ehm… ¿Quién es? —dijo medio dormido mientras volvía a tumbarse en la
almohada.
—Matty, ¡soy yo!
Se despertó de golpe.
—¿Julie?
—¡Sí, Matty! ¿Ya te has olvidado de mí? ¿Qué estás haciendo en casa? ¡Deberías
estar juergueando! —Estaba gritando, las palabras le salían rápidas y llenas de energía.
Matt se rio. Era tan alocada.
—Estaba durmiendo. ¿Y juergueando? No estoy familiarizado con ese término.
—Sí, es una palabra porque yo lo digo. Soy creativa como nadie. Oh, Dios mío.
¡Soy Terminator! ¿Entendiste? ¿No nos extrañas a mí y a mis encantadoras bromas?
—Te extraño —dijo él, bostezando. Era claro que era víctima de la típica llamada
de un borracho y terminar rápido la llamada sería lo más inteligente, aunque le gustó
escuchar que le echaba de menos—. Seguro.
—Eso no sonó convincente. Estás hiriendo mis sentimientos.
—Todos te extrañamos. Especialmente Celeste. Gracias por todos los correos
que le estás enviando. —Centrarse en cuánto extrañaba Celeste a Julie era el único
movimiento que podía hacer sin entrar en territorio muy incómodo. Y la verdad su
hermana sí que le echaba de menos, así que no estaba mintiendo.
—Aw… mi amiga Celeste —Julie hizo unos ligeros gruñidos—. Por fin. ¡Lo hice!
—¿Hiciste qué?
—¡Logré desvestirme! —Demasiada información para no meterse en terreno
incómodo.
—Lograste emborracharte, eso es lo que pienso.
—¿Y qué? ¿Qué si estoy borracha? Sigo siendo divertida.
—Eres divertida —aceptó—. ¿Qué tal California? ¿Cómo está tu padre?
—Mi padre está malditamente fan-tás-tico. Claramente está apuntando a ser el
padre del año por la forma en que me está consintiendo. Es un muy buen viaje.
Incluso fuera del obvio y atípico consumo de alcohol, Julie no sonaba como ella
misma. El nivel de entusiasmo era claramente forzado y falso. Matt estaba un poco
preocupado.
—Eh… ¿Estás bien?
—Estoy perfecta. ¿Estás tú bien?
—Sí —dijo—. ¿Aguantarás hasta media noche? —Basado solo en su habla
defectuosa, dormir era la mejor idea.
—Pues claro que voy a aguantar hasta medianoche —dijo a la defensiva—. Voy a
ver los fuegos artificiales explotar sobre el océano —Matt dudaba mucho que a Julie le
quedara alguna habilidad de coordinación para vestirse otra vez, mucho menos deducir
dónde sería el espectáculo—. ¿Quieres venir a verlos conmigo?
Sonrió para sí mismo. Le encantaría. Más que nada en el mundo.
—Claro. Estaré ahí en un minuto. No empieces sin mí.
—Siempre puedo contar contigo, ¿cierto, Matty? Eres el mejor y de mucha
ayuda. Te quiero.
—Ahora sé que estas borracha. —Bajo otras circunstancias esas palabras no le
habrían dolido tanto, pero las palabras sin sentido de una borracha le hicieron saber
cuán lejos estaban de ser lo que él quería. No tenía ni idea de lo que estaba diciendo
ahora.
—Cálmate, chico tonto. No es como un te quiero-te quiero. Sólo te quiero. Eres
tan listo. Oh, tú me quieres también, y lo sabes.
Matt no podía responder a eso. Además, asegurarse de que estaba a salvo en
esto era lo único que importaba ahora. Claramente no tenía ninguna experiencia con el
alcohol y era lo más probable que al día siguiente tuviera una terrible resaca,
particularmente sin nadie que cuidara de ella. ¿Dónde estaba su padre? ¿Por qué
estaba tan borracha si en California no daban todavía ni las nueve de la noche?
—¿Bebiste algo de agua?
—¿Ves lo que quiero decir? ¡Esa es la mejor idea del mundo! —Escuchó el
sonido de unos pasos y, luego, el de un grifo abierto. No pudo evitar reírse. Basándose
en el sonido de las pisadas, se tendría que estar tambaleando de lo lindo. Podría irse a
un lado, rebotar contra una pared y conseguir una contusión. O simplemente se vería
ridícula. Sería una o la otra—. Bien, aquí voy. ¿Estás listo?
—Ve a por ello.
—Ahora, espera. No te vayas a ningún lado.
Matt rodó los ojos. Era bastante obvio que Julie había puesto su cara
directamente bajo el grifo ya que podía oír cada trago, cada jadeo y las salpicaduras
mientras se hidrataba. Si algo de agua le entraba a la boca, estaría sorprendido.
—¡Ta-da! —canturreó.
—También pudiste haber usado un vaso.
—No me lo dijiste, y eres quien está a cargo. Ahora tengo que hacer pis. No
escuches porque sería asqueroso.
Matt se dio con la mano en la cabeza. Esto no era el tipo de intimidad que
estaba esperando con esperanza con ella.
—Créeme, no voy a escuchar.
—Tú hablas, yo hago pis. Habla fuerte para encubrir el sonido del pis. Cuéntame
algo interesante. Siempre tienes cosas interesantes sobre las cuales balbucear.
—Yo no balbuceo. —Pero Matt le agradeció por la bolsa de mensajero y las
bisagras que le había regalado a Celeste en Navidad. Tuvo que darle crédito porque no
solo Flat Finn estaba cerca de ser lo suficientemente plegable para quedar totalmente
oculto en esa bolsa de mensajero, sino que el verdadero regalo fue el tiempo que había
pasado con Celeste poniéndole las bisagras. Si conocía a Julie como creía que lo hacía,
esa tuvo que ser su intención.
Le dio vueltas a eso mientras ella empezó a hablar y hablar respecto a qué hacer
con lo inteligente que él era y cuán divertidas eran las remeras que ella le había
regalado en Navidad.
—Obviamente mientes cuando estas borracha. Y hablas mucho.
—No estoy mintiendo. En verdad son un poquitín adorables.
—Sabía que entrarías en razón.
—Ya terminé de hacer pis.
—Gracias por hacérmelo saber.
Él escuchó sus tropiezos otra vez.
—Me veo como una loca. Creo que debería irme a la cama ahora.
—Probablemente sea una buena idea. Feliz año nuevo. —Matt empezó a
apartar el teléfono de su oreja.
—¡Espera, no cuelgues aún! Arrópame.
¿Qué diablos estaba diciendo Julie borracha?
—¿Arroparte?
—Sí, arrópame. Ven a la cama conmigo. Oh, espera, eso no sería correcto,
¿verdad? ¿Puedes imaginarlo?
—¿Imaginar qué?
—Que nos fuéramos a la cama juntos. Sería una locura, ¿eh?
Matt suspiró. Julie debía estar fuera de juicio si hablaba de ellos dos juntos en
una cama. No es que no le gustara esa línea de pensamiento, pero… Bueno, de
cualquier manera, Julie era claramente un desastre ahora mismo.
—Esta conversación ha tomado oficialmente un giro alarmante.
—¿Apenas te estás dando cuenta de eso? —Ella estuvo en silencio por un
momento—. ¿Matty?
—¿Si, Julie?
—Tengo que contarte algo.
—Adelante.
—Me gustan las matemáticas.
—Creo que eso es maravilloso. —Estando borracha o no, le alegró oír eso. Matt
había ayudado a Julie con suficiente tarea para saberlo, a pesar de sus gruñidos
constantes, realmente tenía aptitud para las matemáticas.
—Y hay algo más.
—Dispara. —¿Quizá también tendría un fetiche secreto con la física? Uno
siempre puede tener esperanza.
Julie bajó la voz a un susurro.
—Soy virgen.
—Oh por Dios, Julie. Voy a colgar ahora. —¿Por qué rayos le estaba contando
esto? Eso se sentía muy inapropiado. Excepto que… Matt no podía negar un estúpido
nivel de alivio. El asumía que había estado con Seth, si no con alguien antes, y había
odiado pensar en qué estaba haciendo cada vez que salía con Seth por la noche. Saber
que habían terminado le dio un vergonzoso buen sentimiento. No es como si él, o
“Finn” para el caso, tuvieran ningún derecho de esperar que ella no tuviera una vida
amorosa. Solo que no le gustaba.
—Es en serio —continuó sin inmutarse—. Esto es importante. Estoy en primer
año de universidad. ¿Cómo puedo seguir siendo virgen, eh? Nadie más es virgen. Nadie
más en el mundo entero. ¿Qué hay acerca de ti? Tú no puedes serlo. Quiero decir,
tuviste aquella novia y eso. Y eres viejo.
—Gracias.
— Bueno, no viejo. Pero eres más viejo que yo. Así que, definitivamente no
puedes ser virgen, ¿cierto? Dime. Has tenido sexo, ¿verdad?
—No creo que debamos hablar de esto.
—¡Vamos! No seas un bebé. Es una pregunta perfectamente normal.
Matt giró en su espalda y metió su mano debajo de su cabeza. Probablemente
ella ni siquiera podría acordarse de esta conversación, así que, qué demonios.
—Está bien, sí. He tenido sexo.
—¡Lo sabía! —chilló con un nivel de satisfacción que él encontró de alguna
manera halagador—. ¿Has tenido mucho sexo?
Matt se rio.
—Supongo que depende de cómo definas mucho.
—¡Eso significa que sí! Hombre, al paso al que voy nunca tendré sexo.
—¿Tienes mucha prisa? —La idea de Julie siendo descuidada consigo misma y
con su cuerpo no le sentó bien. Aunque no se haya acostado con Seth, ¿qué si salía
corriendo y dormía con alguien de la universidad solo para acabar de una vez? Eso no
estaría bien. Eso no debería ser algo por lo cual apurarse y tachar de una lista. Él sabía
de la presión, especialmente en la universidad, por no ser virgen, pero Julie debería
tener algo mejor que solo una noche sin sentido con un tipo desconocido. Julie merecía
respeto, amor, y cuidado. Ternura. Ella debería estar con alguien que hiciera que su
primera vez fuese maravillosa. Alguien que la hiciera sentir absolutamente perfecta
emocionalmente y físicamente. ¿Quién se tomaría el tiempo con su cuerpo, descubrir
qué le gusta…?
Por supuesto, Matt estaba a punto de salirse de los rieles allí. Volverse protector
con Julie no le correspondía. Y puede que estuviera borracha ahora mismo, pero Julie
no tomaría una decisión incorrecta al decidir tener sexo. Bajo la neblina del alcohol era
una persona increíblemente inteligente que encontraría a un hombre que la amara con
todo lo que ella tenía. Un chico no-geek, quien no hubiese desarrollado una doble
personalidad.
—¿Por qué no debería tenerla? Todos dicen que el sexo es genial. Lo es, ¿cierto?
—No sé si pueda calificarlo como un experto pero, sí, puede ser grandioso. Si
estás con la persona indicada. —Matt se quedó en silencio por un momento. Algunas de
las veces que estuvo con Ellen se sintieron bien —realmente bien—, pero ahora se
preguntaba si lo que él pensaba que había estado muy bien quizá no era lo que podría
haber sido. O debería ser. Quizá solo era que Ellen fue la primera, y ambos,
ciertamente, habían aprovechado cada oportunidad para arrancarse la ropa el uno al
otro, pero… eso no necesariamente hacia mágico al sexo. Solo significaba que habían
sido adolescentes cachondos. Se había preocupado por ella un montón, pero esos
sentimientos no se comparaban a lo que estaba sintiendo estos días. O por lo que
estaba luchando por no sentir—. Así que, ¿tú y Seth nunca…? —Matt no pudo evitarlo.
Tenía que confirmarlo.
—¡Ja! ¡Sabía que querías hablar sobre esto! No, nunca lo hicimos. No quise. Seth
era lindo, agradable, perfecto y todo eso, pero yo no quería. Él simplemente no era el
chico, ¿sabes? Yo quiero al chico. El que lo sea todo. No al Príncipe Encantador
asquerosamente-perfecto en todo. Eso es patético. Yo quiero al chico con defectos y
demás.
Matt no era de hecho un chico del tipo príncipe azul, pero estaba bastante
seguro de que “defectos y todo” no incluía pretender ser tu hermano muerto y seducir
a una amiga vía correo electrónico y chat. A pesar de todo, nunca se sabe…
—Lo encontrarás. No cuando estés borracha y arrastrando las palabras, pero lo
encontrarás.
Julie se merecía este chico sobre el que borrachamente soñaba. Él sonaba
mucho mejor que Matt.
—Oye, ya está la cuenta regresiva para medianoche. En la estúpida Nueva York
con toda su estúpida gente atractiva. Contemos juntos.
Ella debía tener Time Square en su televisión. Matt no estaba seguro sobre qué
tenía ella en contra de todo sobre Nueva York, pero si ésta cuenta regresiva significaba
que se iría a dormir y empezar el proceso de recuperación, estaba totalmente de
acuerdo. Ella se iba a sentir miserable por la mañana.
—Dime cuándo.
—¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno!
Él escucho ovaciones y música de fondo.
—Feliz año nuevo, Julie.
—Feliz año nuevo, Matty —estaba tranquilo—. Matty, tengo otra pregunta para
ti.
—Oh, oh.
—¿Eres un amante experimentado? —La seriedad de su tono iba más allá de las
palabras.
—Y eso concluye nuestra charla nocturna.
—Apuesto a que puedo ser una buena amante. Soy muy energética. Y aprendo
rápido.
No podía soportarlo. La última cosa que necesitaba era a Julie compartiendo
demasiada información sobre su potencial sexual y contribuyendo con fantasías que él
ya estaba rutinariamente apartando.
—Definitivamente necesitas ir a dormir.
—Oh, bien. No puedo permanecer más en el teléfono. Tengo que irme a dormir.
—Pienso que es un buen plan. Me alegra que hayas pensado en ello.
—Me gusta hablar contigo —murmuró Julie.
Él sonrió de nuevo. Esa simple frase significaba el mundo para él, si importar si
ella lo decía en serio o no. Esta conversación estaba a punto de caer enteramente en el
baldío de los olvidados recuerdos de borrachera. Lo que era probablemente algo bueno.
—Me gusta hablar contigo, también. La mayoría de las veces. Te veré cuando
regreses.
—Buenas noches, Matty.
Colgó y puso el celular en el piso al lado de la cama. Esa fue ambas, la mejor o la
peor conversación que había tenido con una chica. Era un paralelo misterioso a la
situación general con Julie: ella podía ser ambas, la mejor o la peor chica que entrara en
su vida. Tendría que descubrirlo. No sabía cuándo, pero lo descubriría.

..
Capítulo 23 de Flat-Out Love desde la perspectiva de Matt.
Traducido por Leon Juneau
Corregido por Mass_

Matt Watkins Le tomó como un año aprender cómo caminar después de que dejó
el hospital. Pero nunca perdió la fe en sí mismo, incluso a esa edad tan temprana.
Finn es Dios Te burlas de mí por mi naturaleza apática, pero bah.
Julie Seagle Apuesto que la primera piñata estaba sorprendida. “¡Oh, una fiesta,
genial! ¿Cuál es la ocasi…? ¡OYE, ¿QUÉ DEMONIOS, NIÑO?!”
Matt se incorporó en la cama, muy despierto y asustado. Tocó con una mano su
pecho. Estaba sudando. Todavía estaba oscuro afuera, pero sabía que no volvería a
dormirse. Algo se sentía mal. Se puso unos pantalones de gimnasio, se guardó el móvil
en el bolsillo, y camino de puntillas por el pasillo. La casa estaba silenciosa, y la puerta
de Celeste estaba cerrada todavía, pero silenciosamente la abrió y le echó un vistazo a
su hermana. Todavía estaba dormida. Pero algo lo había despertado. Cruzó el pasillo
hasta la habitación de Julie y revisó allí. Matt encendió la luz. La habitación estaba vacía.
Obviamente estaba vacía. Ella estaba en California. Y probablemente borracha
todavía. Esperaba que durmiera la mayor parte del día para que no tuviera que estar
despierta para la buena porción de náuseas y dolor de cabeza que era de esperarse ésta
mañana. Se sentó en su cama. Estar en su habitación era reconfortante. Y también
triste. Se dejó caer en la cama y miró el techo.
Se quedó recostado inmóvil hasta que la luz comenzó a filtrarse a través de las
ventanas. Estaba esperando. Esperando qué, no lo sabía, pero definitivamente había un
cambio en el aire que lo había puesto en alerta.
Su móvil sonó y lo sacó de su bolsillo. Era un mensaje de Julie para Finn,
simplemente citando una canción de In Like Lions que había salido a relucir en uno de
sus chats. Síp, todavía estaba borracha. Probablemente tropezando en busca de agua y
una aspirina antes de que volverse a dormir.
Matt se levantó y fue abajo. El piso de la cocina estaba congelado y lamentó no
haberse puesto calcetines. Un incesante frío se tragaba la casa entera hoy. Estaba
deprimente afuera: cielo gris, temperatura frígida, y amenaza de nieve. Demasiado para
un espectacular año nuevo. Puso la tetera en la estufa y llenó la prensa francesa con
granos molidos. La casa estaba muy silenciosa, incluso cuando el agua hervía y la
habitación se llenaba con el ruido del chiflido de la tetera.
Matt miró el vapor. Las líricas se arremolinaban en su cabeza.
I was broken… I am broken… Ride the wave be gone… Save me, come save me…
Oh, mierda. El e-mail de Julie no era para nada algo sin sentido.
Levantó la tapa de la tetera y la cerró de golpe antes de apagar el fuego.
—Joder, joder.
Matt subió las escaleras y fue al cuarto de Celeste en un parpadeo.
—Celeste, tenemos que irnos. ¡Vamos, vístete!
Una masa de rizos salió de debajo de las mantas.
—¿Matty? Prefería no ir a ningún lado ya que ahora mismo estoy durmiendo y
sospecho que está frío y despreciable afuera. Tengo un cariño por la meteorología y
basado en lo que escuché anoche…
—¡Levántate! —Matt jaló las mantas y tiró del pijama de franela de Celeste.
—¿A dónde tenemos que ir tan temprano? ¿Qué es lo que tiene ésta naturaleza
tan urgente?
—Es Julie. Está haciendo algo estúpido y peligroso, y tenemos que ir por ella.
¡Vamos!
Celeste abrió mucho los ojos.
—Oh, saldremos para una emocionante misión de rescate, ¿es correcto?
—Sí. —Matt alcanzó un cesto de ropa limpia y le lanzó unos pantalones y un
suéter grueso a Celeste—. Toma, sólo ponte eso sobre lo que traes puesto. Tenemos
que irnos.
—¿Matthew? —Celeste se sentó y comenzó a ponerse los pantalones debajo de
su larga ropa interior.
—¿Qué? —preguntó, exasperado por lo lenta que era.
—¿No crees que también tú deberías ponerte algo de ropa?
Matt se miró. Era un buen punto. Tal vez tendría que usar algo además de sólo
pantalones de gimnasio.
—Sí, vale. Bien. Sólo apúrate.
Matt se apresuró a su habitación, sacó algo de ropa de su cómoda, y se puso una
playera mientras tropezaba por las escaleras, cayendo con fuerza en el rellano. Deslizó
sus pies en calcetines y zapatos, maldiciendo en voz alta.
—¡Muévete, Celeste! —gritó—. ¡Y agarra algo de ropa caliente para Julie!
Celeste lo siguió al recibidor, en donde agarró las llaves del auto y las botas de
Julie.
—Esta es una remarcable y emocionante manera de empezar el día, ¿no? —
preguntó felizmente.
Matt puso un gorro de lana en la cabeza de ella. —No, no lo es.
Se apresuraron a través de la nieve congelada hasta el auto. Matt maldijo al
viejo Volvo que se estaba tomando una eternidad en calentar lo suficiente para
conducirlo. Podía sentir los ojos de Celeste clavándose en él expectante.
—¿Qué pasa? —espetó.
—¿Vamos a ir al aeropuerto y volaremos a California? No quiero ir en avión.
Para nada. Pero lo haré si vamos a cruzar el país en una misión heróica.
—No, no volaremos a ningún lado. —Matt encendió los parabrisas y encendió el
aire, para que las ventanas se descongelaran lo suficiente para que pudiera ver—. Julie
está en Boston. No creo que se haya ido siquiera.
—¿Por qué no está con su padre? ¿Por qué no nos dijo? ¿En dónde se ha estado
quedando?
—No lo sé —susurró—. Algo debió haber pasado.
—¿Y cuál es está aparentemente estúpida y peligrosa actividad en la cual se está
involucrando? —Celeste dobló la ropa que tenía en Julie en una ordenada pila en su
regazo.
—Está haciendo la maldita Zambullida Polar. —Estaba tan enojado que apenas
podía decir las palabras en voz alta.
—¿Es una actividad relacionada con osos? Eso sí que suena peligroso.
—¿Qué? No, no es una actividad relacionada con osos. —Limpió la ventana con
su guante y entonces echó de reversa el auto por la entrada—. Va a ir al Océano
Atlántico con un montón de personas locas. Es un evento de Año Nuevo. El agua está
congelada.
—¿Cómo sabes que está haciendo eso?
—Sólo… lo sé.
—¿Porque la conoces? —preguntó Celeste suavemente.
Matt se tomó un momento antes de contestar.
—Sí, porque la conozco. —Y sabía que Julie quería hacer la Zambullida porque
Finn lo había hecho. En realidad, Matt y Finn lo hicieron juntos. Apenas unas semanas
antes de que Finn muriera.
—No creo que eso suene como una actividad disfrutable, pero siento con
firmeza que Julie debe de tener una sólida razón para participar en este festival de
zambullida en el agua helada.
—¡No es un festival! ¡Y no hay una buena razón! —Matt miró el reloj. Podrían
llegar a tiempo para detenerla. Tal vez. El agua del océano podía entumecer su cuerpo.
La corriente podría hundirla. Sabía que el agua gélida se sentía como si estuviera
quemando tu piel, y cómo el shock del frío podía energizarte. Podría también
debilitarte. Matt y Finn sabían cómo manejar la adrenalina, además de que se vigilaban
uno al otro. Julie no sabría qué hacer con el shock, y no había nadie que pudiera
ayudarla. A Matt no le importaba que hubiera paramédicos porque con una salvaje
multitud sería fácil no ver a una chica desvaneciéndose en el agua oscura—. Dios, Julie,
¿qué demonios estás haciendo? —gritó.
Celeste se retiró con calma su bufanda.
—En mi opinión estás teniendo una irracional y fuerte reacción sobre cómo Julie
decidió celebrar los días festivos.
—Reaccionaré como quiera cuando alguien hace algo tan alarmantemente
indignante.
—¿Te refieres a una chica con quien deseas estar en un nivel más allá de la
amistad hace algo tan alarmantemente…?
—¡Celeste! Basta —gruñó Matt. No estaba de humor para reñir las
dramatizaciones de Celeste ahora mismo. Tomó una bolsa de plástico del bolsillo de su
abrigo y se lo extendió—. Toma, tengo un muffin que tomé de la escuela el otro día.
Deberías comer algo.
—No quiero un muffin.
—Sí quieres. —Tamborileó los dedos en el volante del auto.
—No, no quiero un muffin.
Matt sacudió la bolsa salvajemente.
—Sólo cómete el muffin, ¿de acuerdo? —demandó—. Se supone que debes de
desayunar.
Celeste tomó la bolsa de su mano.
—Dios. Si al comer este muffin puedo ayudar a aliviar ésta exhibición de
emocionalidad, estaré feliz de ayudarte y comer el muffin —hizo una pausa—. Estaría
feliz si no te hubieras sentado en él y no estuviera innegablemente comprimido en una
cuasi-tortita.
—¡SOLO COMETE EL MALDITO MUFFIN! —Matt voló por una intersección.
—Estoy sospechando que por maldito, en realidad quieres decir jod…
—¿Qué tal si dejamos de hablar ahora?
—Sí, no hablemos. Comeré mi muffin, ahora con una inusual forma de disco. —
Le palmeó la espalda—. Y encontraremos a Julie, y estará perfectamente bien.
Matt inhaló profundamente. —Lo sé.
Condujo en silencio hasta la playa al sur de Boston.
Matt tomó el primer lugar vacío del estacionamiento y frenó de golpe el auto.
—Lamento haberte gritado, Celeste —dijo.
—Lo sé. No me importa mucho, ya que la fuente de tu arranque, que suscitó tan
elevada reacción, es cercana y querida para los dos. —Abrió la puerta y salió.
Matt apagó el auto. Miró alrededor del auto, maldiciéndose por no haber traído
toallas, pero estaba aliviado de ver una manta atrás. La tomó y abrió la puerta, saliendo
para correr por el estacionamiento y hacia la playa. La arena ralentizó su paso, pero
aceleró lo más rápido que pudo con Celeste detrás de él.
—¡Mira a los nadadores, Matty! ¡Esto es exquisito!
La multitud en la playa estaba enfurecida, y Matt caminó enojado entre gente
animada que, claramente, no estaban ni tanto preocupados por sus seres queridos que
estaban en el Océano Atlántico en enero. Él y Celeste finalmente llegaron al frente de
los espectadores, y escanearon en el agua, ahora llena de nadadores apenas vestidos
salpicando.
—¿En dónde está? ¿En dónde está? ¿La ves?
—¡Allí! Creo que es ella. —Celeste apuntó un poco a su derecha—. Está usando
un bikini. Uno muy pequeño.
Era Julie. La reconocería en donde fuera. Ella corrió por las olas azul oscuro y
entonces de repente lanzó su cuerpo bajo el agua. Matt soltó la manta y voló a la orilla
del agua.
—Julie —llamó. Mantuvo sus ojos en ella, pero se arrodilló y comenzó a
desatarse las botas. Iba a meterse por ella.
—No, Matty. Déjala hacer esto.
—Celeste, se va a ahogar.
—No, no se va a ahogar. Quiere esta experiencia. Dásela.
Julie salió a la superficie antes de sumergirse por una segunda vez. Estaba loca.
Matt se paró y puso sus manos alrededor de su boca y gritó su nombre otra vez.
Estaba cayendo aguanieve, el cielo se oscurecía mientras nubes grises tomaban
el cielo. Observó, mientras se paraba con el agua a la altura de la cintura y comenzó a
bajar. El frío le había llegado, lo sabía. Iba a sumergirse, pero no por su propia voluntad.
Cuando estás entumecido, pierdes el control, pierdes la razón, deja de
importarte.
—¡Julie! —gritó Matt lo más fuerte que pudo. Comenzó a desabrocharse el
abrigo.
Celeste tomó su brazo. —No, Matthew. Está bien. Allí hay alguien.
Matt se sacudió con alivio cuando un hombre mayor y musculoso, con una
blanca cola de caballo, levantó a Julie en sus brazos antes de que despareciera en el
agua oscura. Matt y Celeste hicieron gestos con las manos al hombre y él llevó a Julie
hacia ellos. Celeste le dio a Matt la manta, y él la sostuvo abierta. El hombre se acercó
con una sonrisa. Julie estaba tan congelada que ni siquiera miró en su dirección.
—¿Está con ustedes?
Matt asintió, sin palabras, y el hombre puso de pie a Julie suavemente sobre la
arena frente a ellos antes de desaparecer en la multitud. El alivió se expandió en Matt
mientras envolvía a Julie en la manta. Estaba temblando en sus brazos, su cuerpo
luchaba frenéticamente por calentarse.
La sostuvo con fuerza, frotando sus brazos.
—Oh por Dios, Julie. ¿Qué estabas haciendo?
—¿Matt? ¿Me viste? —Hundió su cabeza contra él.
—Sí. Te vi. —No pudo ocultar su rabia.
—¿Viste también a Santa Claus? —Estaba ronca por el frío.
—Ese no era Santa Claus. Era uno de los Brownies de la calle L que te ha
rescatado de una muerte segura. Fue considerado de su parte, después de que
destrozaras su evento. —Matt apretó la manta en ella y comenzó a frotar furiosamente
su espalda—. Tenemos que calentarte. Boba. Oye, ¿puedes conseguirle unos
pantalones de chándal, calcetines y también unas botas? Date prisa.
Celeste ayudó a Julie a meter sus piernas en los pantalones.
—También te vi, ¡y creo que estuviste brillante! ¡Realmente estupenda!
—¿Celeste? —Julie trató de girar la cabeza, pero Matt mantuvo sus brazos en
ella, manteniendo la manta en su cabello húmedo y protegiéndola del viento. Podía
escuchar sus dientes castañeando, por Dios, y él estaba lívido con ella por hacerse esto.
—Estoy aquí —dijo Celeste emocionada—. Estoy atendiendo tus pies azules.
—¿Por qué estás aquí? ¿Cómo? —preguntó.
Matt bajó la manta por un momento para poder ponerle la playera y el suéter
que habían traído. ¿Qué estaba pensando al usar este bikini tan pequeño en público?
Tenía suerte de no haber sido molestada por nadadores calenturientos.
Incluso casi azul, era hermosa. Cualquiera lo pensaría. Julie se encontró con sus
ojos finalmente, y frunció el ceño mientras envolvía la manta en ella de nuevo.
—Finn se lo imaginó. Me envió a buscarte —le susurró al oído—. ¿En qué
demonios estabas pensando? Pudimos verte parada ahí en el océano, sin moverte.
Tienes suerte de no estar muerta. Maldita sea Julie. ¿Por qué harías eso? ¿Por qué estás
aquí y no en California con tu padre? —Estaba enojado y no podía ocultarlo.
Julie dejo caer la cabeza hacia adelante y se inclinó hacia él. —Porque él es un
idiota, y soy una mentirosa. —Su voz se ahogó y comenzó a sollozar.
Matt no dijo nada, pero siguió frotando su espalda. Celeste se movió detrás de
Julie, presionándola entre los dos. Matt no sabía qué decir, así que dejó que las lágrimas
de Julie cayeran mientras él y Celeste la sostenían.
—Por favor no llores, Julie. Estuviste simplemente fantástica ahí fuera —dijo
Celeste.
—No estuvo fantástica, Celeste. Simplemente fue una idiota —Matt se las
arregló para suavizar su tono—. Pero nos alegra que estés bien. ¿Estás bien no? Quiero
decir… ¿físicamente? —Claramente, mentalmente era un desastre.
Julie asintió y entonces giró la cabeza, todavía recostándola en el pecho de Matt.
Él estaba muy aliviado de que estuviera segura.
—¿Matt?
—¿Sí?
—¿Hablamos por teléfono anoche?
Se detuvo. Oh, no. —Así es.
—¿Te pregunté…? —Julie pareció buscar palabras—. ¿Te pregunté si eras un
amante experimentado?
Matt se aclaró la garganta y se detuvo de nuevo. Había estado esperando que
esta conversación se perdiera para siempre. —Lo hiciste.
Celeste se echó a reír.
Julie bajó todavía más la cabeza. —Perdona.
—Vamos a meterte en el coche. Debería estar cálido aún.
—Celeste, ¿puedes coger mi bolsa? —Julie apuntó desde debajo de la manta
hacia las bancas al otro lado de la playa.
—Por supuesto. Oye, Julie.
—Dime chica.
—Me alegra que estés aquí —dijo Celeste emocionada—. En tu hogar.
—Yo también.
—Nos encontramos en el auto, ¿vale? —Matt se separó de Julie y la giró en
dirección a la calle. Hogar. Celeste tenía razón. El hogar de Julie estaba con ellos.
—Entonces, Matt —comenzó y lo miró sonriendo. Dios, extrañaba esa sonrisa—.
¿Anoche, cuál fue tu respuesta?
—No te lo voy a decir. Quizá así no bebas tanto la próxima vez.
Julie suspiró. —Créeme. Lección aprendida.
Matt la llevó al asiento delantero y encendió la calefacción. Celeste saltó al auto
con la bolsa de Julie y se fueron a casa. La chica congelada en el asiento al lado de él de
vez en cuando se sacudía y mantenía las manos al frente de los ventiladores del auto,
que no parecía producir suficiente calor incluso para un día medianamente frío.
Matt frunció el ceño y movió los controles, finalmente golpeando el tablero.
Quería aire caliente golpeando a Julie inmediatamente. —¡Vamos! ¡Vamos, pedazo de
mierda! —Azotó sus manos de nuevo.
—Está bien. Cálmate. Me estoy calentando —insistió Julie.
—No, no estás bien. —Matt estaba enojado de nuevo—. Fue una estupidez
hacer eso. Fue peligroso. En serio, ¿qué te poseyó?
Julie se echó hacia atrás. —No me importa. Me alegra haberlo hecho.
—Se le llama zambullida. No es un evento de pararse-en-el-agua-helada-y-
quedarse-mirando-fijamente-a-la-nada. Una zambullida significa eso. Te sumerges y
sales inmediatamente. No que tuvieras que estar haciendo eso siquiera.
—Sí, señor.
—No estoy jugando, Julie. Eso fue estúpido. Estúpido. —Matt aceleró,
desesperado por regresar a Julie a la casa en dónde podría cuidar de ella
apropiadamente. Pondría el fuego, le haría sopa, le obligaría a beber muchos fluidos.
¿Té caliente tal vez? Estaba seguro de que había una manta de lana en el armario de
arriba…
—¡Baja la velocidad Matt! —dijo Julie ronca—. Vas a hacer que te pongan una
multa.
—Conduciré tan rápido como quiera. Entre más rápido lleguemos a casa, más
rápido podrás calentarte.
—¿Por qué simplemente no me llevas de vuelta a casa de Dana? Gira a la
izquierda aquí.
—¿Es donde te has estado quedando? —Estaba más enojado ahora. Si su padre
la abandonó, ¿por qué se quedaría en la casa de Dana y no con ellos? ¿Siquiera había
dejado Boston? Y si pensó por dos segundos que la dejaría en un departamento vacío,
entonces seguramente se había congelado la mayor parte de sus neuronas en el
Atlántico. Su falta de responsabilidad era sorprendente—. No, no te voy a llevar de
vuelta a casa de Dana. Quien sabe en qué clase de problemas podrías volver a meterte.
—¡Matt! Puedo quedarme dónde quiera. Soy una adulta.
—No te estás comportando como tal.
—¿Qué demonios te importa a ti dónde me quede?
—Ah, una pelea de enamorados —dijo Celeste soñadoramente desde el asiento
trasero.
—¡Cállate! —gritaron Julie y Matt a la vez.
Nadie habló durante el resto del viaje.
Más tarde, cuando Julie se tomó una larga y caliente ducha, y Celeste estuvo en
su habitación, Matt comenzaba a relajarse. Realmente explotó con Julie en el auto, pero
ahora que estaba segura en casa, hecha un ovillo frente al fuego en la sala con su
cabeza en una almohada, se sintió mejor.
Qué mañana. No podía creer todavía que él y Celeste se fueron de la casa sin
Flat Finn. Era un gran logro, intencional o no. Para Celeste, por supuesto, pero tal vez
para él también. Se sentía culpable por olvidar la obsesión plana de su hermana, pero
también era algo bueno. Su neurosis con ese cartón ridículo era probablemente tan
patológica como la de ella. Hoy él y Celeste recordaron que hay un mundo más allá de
Flat Fin en el cual otras cosas, otras personas, importaban más. Matt atizó el fuego,
avivando las flamas. Bien. Quería el fuego lo más caliente posible.
Escuchó a Julie mientras explicaba lo de su padre cancelando su viaje y cómo
estaba muy avergonzada de decirle. Por mucho que Matt quería cortarle la cabeza a su
padre por lo que le había hecho a su hija, contuvo su ira por la paz de ella. Julie lo
sonsacó sobre Roger y Erin dejándolos a Celeste y a él solos, pero esta vez no le importó
hablar de su familia o de sus sentimientos. Bueno, no tanto como siempre. Tal vez el
calor del fuego le estaba llegando.
—Lamento que tus padres te dejaran aquí sólo. Eso no fue muy bonito de su
parte.
Matt picó el fuego con un atizador de hierro. —No, no es muy bonito ¿verdad? Y
yo lamento que tu padre te haya dejado sola. Eso tampoco es muy agradable.
—Gracias. —Julie cerró sus ojos. Entre el alcohol de anoche y el caos de esta
mañana, debe de estar agotada.
—Cansada ¿eh? ¿Por qué no duermes un rato?
Matt se levantó y cerró las cortinas de la sala y luego la cubrió con la manta de
lana. Julie bostezó y se puso de lado para estar de cara a la chimenea.
—¿Llamaste a Dana?
—Todavía no. Lo haré. —No quería, pero Julie estaría insistiéndole al respecto.
—Gracias por ir a recogerme Matty. Lo siento —murmuró.
—Por supuesto. No es ningún problema. —Se sentó junto a ella, viendo como su
respiración se hacía más lenta a medida que se dormía y sus ojos se cerraban.
Incluso ahora, enfrente del fuego, se estremecía en su sueño. Sin pensarlo, Matt
se acostó al lado de ella y se apoyó en un brazo. Por algunos minutos, sólo la vio.
Entonces se acercó a ella un poco, queriendo calentarla con su cuerpo, queriendo estar
lo más cerca posible, y queriendo protegerla incluso cuando el peligro había pasado.
Ella se giró de espaldas, tocando con su espalda su pecho. Lento y suave, acarició su
mejilla con el dorso de la mano. El color le había regresado. Estaba bien.
¿Qué había significado para ella el día de hoy? ¿Estaba intentando probarle algo
a Finn? ¿A ella misma? Que podía…. ¿qué? ¿Hacer algo valiente? ¿Independiente? Matt
sacudió la cabeza. Julie no tenía que hacer una zambullida polar para que se diera
cuenta de que era valiente e independiente. Inclinó su cabeza, apenas tocándole la
mejilla con su frente mientras susurraba las letras que le envió a Finn esta mañana.
Said I’m fallin’, too cold in my town… Said I’m breathin’, but I don’t know how.
Matt cerró sus ojos mientras el entendimiento le llegaba. Estaba enamorado.
Aunque no importaba.
Ella nunca lo vería, y nunca lo querría.
Sólo había tomado cuatro cortos meses, y ahora estaba dolorosamente
enamorado.
You got the sweetest eyes to ever look my way. Come save me… Come save me.
Matt levantó su cabeza y miró a Julie mientras dormía. Se apartó, recostándose
de lado y descansando su cabeza en su mano. Si algo le hubiera pasado hoy… Tal vez
estaba exagerando, como Celeste había dicho. Pero ver a Julie allí afuera en el fuerte
océano, desafiándose a sí misma a luchar contra el frío paralizante y las impredecibles
olas, definitivamente le había asustado. Más que eso, estaba impresionado con su
fuerza. Aunque su padre la había lastimado, probablemente más profundamente de lo
que le había dicho a Matt, luchó por tener el control haciendo algo que definitivamente
le daba miedo. Su método podría haber sido algo extremo, y Matt todavía estaba
enojado, pero aun así la respetaba. Por primera vez vio que ella estaba más sola de lo
que pensó. No como él, pero aun así… Podía verlo porque sabía que las personas
solitarias esconden secretos más que otros.
Celeste tenía a Finn para cuidarla, y ahora Julie tenía a Matt. Al menos por
ahora. Por el tiempo que durmiera.
Follow the wheel that makes your heart move, ride the wave be gone. Ride the
wave be gone, ride the wave be gone, ride the wave be gone…
Capítulos 25 y 26 de Flat-Out Love desde la perspectiva de Matt.
Traducido por Leon Juneau y Lune
Corregido por Debby Callahan
Matt Watkins Por supuesto me encantaría darte mi opinión, porque, incrementa
las posibilidades de que pueda decir: “Te lo dije” en el futuro.
Finn es Dios ¿Cuál es el trastorno mental en el cual crees que eres la única
persona real en el mundo? Estoy pidiendo un amigo imaginario.
Julie Seagle dice que podrás llamarlo “plagio de los clásicos” pero yo lo llamo
“colaborar con los muertos”. (Claramente no estoy en este proyecto a mediano plazo.)

Matt finalmente llevó a la amiga de Julie, Dana, a una cita. Era la única manera
de hacer que Julie dejara de fastidiarlo, y entre más lo fastidiaba, más se daba cuenta de
lo inútil que era mantener la esperanza de que ella pudiera considerar la posibilidad de
algo entre ellos dos. Aunque pasó un buen rato en la cita, no fue hasta el final de la
noche que vio el completo idiota que era.
No había nada malo con Dana. Era tan grandiosa como prometió Julie. Bonita,
también. Fue fácil mantener una conversación con ella en la cena, y lo hizo reír algunas
veces. La llevó de vuelta a su apartamento, se estacionó bajo una farola, y entonces la
besó. Lento. No fue impulsivo, sino más bien un intento por redirigir el constante dolor
que le perturbaba. Tenía que seguir adelante. Así que mantuvo sus ojos cerrados
mientras besaba sus labios, mientras tocaba su lengua con la suya. Extrañaba besar a
alguien. Extrañaba tocar y ser tocado. Por veinte minutos se pegó el lote con Dana,
besándola, encendiendo las cosas lentamente hasta que los dos estuvieron calientes y
jadeando. Puso su mano en su nuca y dejó que sus dedos se movieran hacia su cabello
mientras se ahogaba en ella e intentaba olvidar. Deslizó su otra mano hasta su espalda
en donde delicadamente levantó el borde de su blusa holgada. Trazó la línea de la
cinturilla de su falda con un dedo, apenas tocándole la piel y haciéndola apartarse en
busca de aire. Dana le puso las manos en su pecho, moviéndole la camisa, enterrando
sus dedos en él. Había pasado mucho tiempo desde que alguien lo había tocado así.
Matt cerró su mano sobre la curva de su cadera, poniendo suavemente la palma contra
ella, luego subió a su cintura, bajo su playera… y más arriba, hasta que tenía su pecho
en su mano. Lo besó con más fuerza y Matt respondió, cerrando los dedos sobre su
sostén y metiendo los dedos bajo la tela. Entonces estaba halando los tirantes de sus
hombros. Su boca se apartó de la de ella, y pronto estaba besándola en el cuello,
trazando un camino hacia abajo.
Y entonces fue allí cuando murmuró el nombre de Julie.
Fue horrible.
Dana fue muy amable al respecto, pero era algo inexcusable, incluso para un
chico de veinte años que estaba en la peor temporada sin sexo en la historia de las
temporadas sin sexo. Y no era él. No era el chico que se acostaba con cualquiera,
enrollándose en cualquier rollo de una noche. Matt no hacía eso, y no quería hacerlo.
Con una mano bajo su barbilla, Dana levantó su cabeza. —Lo imaginé.
Matt se congeló.
Ella sonrió. —Estás bien clavado, ¿verdad?
Matt no contestó. No tenía por qué.
—Está bien, Matt. No estoy molesta. Hablaste de ella toda durante toda la cena
—casi obsesivamente, debo agregar—, así que no estoy exactamente sorprendida. —Se
detuvo y le revolvió el cabello con la mano. Maldición. ¿Cómo no pudo darse cuenta de
que cada tema que habían cubierto le había hecho mencionar a Julie? Dana alzó una
ceja—. Ella no lo sabe, ¿verdad?
Matt desvió la mirada.
—Está bien. No le diré, lo prometo. Eso es cosa tuya.
Se hundió en el asiento de conductor y dejó caer la cabeza. —Lo siento mucho.
No sé qué pasó. No debí…
—Deja de preocuparte. —Puso una mano en su hombro—. Sabía que estaba
pasando. Sólo pensé que nos divertiríamos. No fue una gran idea. Los dos no hemos
olvidado a otras personas, y estamos intentándolo.
—No resultó muy bien para nosotros, ¿verdad? —Matt logró reírse ligeramente.
—Nunca. Aunque hubo muy buenos momentos. —Dana se rió—. Julie debería
que prestar más atención.
Matt miró por el parabrisas hacia la calle vacía. —Eso no va a pasar.
—Dale tiempo. Ya has ido muy lejos como para que esto no funcione.

Era casi medianoche, y Matt y Julie habían estado hablando y escuchando


música desde que él había dejado a Celeste en la casa de Rachel para una pijamada.
Solo Julie podía quitarle de la cabeza el hecho de que su hermana estaba fuera de casa
esta noche. Por primera vez. Rachel y su madre parecían lo suficientemente amables, y
Julie estaba segura de que sería un completo éxito, así que Matt estaba tratando de
relajarse y de no pensar en las posibilidades. Flat Finn estaba guardado en la mochila de
Celeste, pero, ¿qué si otra de las chicas lo encontraba? ¿O qué tal si alguien se burlaba
de Celeste por… lo que sea que pasara? La confianza de su hermana en el viaje fue de
mucha ayuda. Estaba lista para este paso, gracias a Julie, así que Matt estaría listo
también.
Era una noche agradable. Roger y Erin habían salido el fin de semana, así que
Julie y Matt tenían la casa para ellos solos. Pasar el rato con Julie siempre era divertido,
incluso si sólo era una noche de amigos.
Julie hablaba por teléfono, y Matt fingía no saber que estaba presionando a
Dana para que le diera detalles de la cita por medio de una conversación pobremente
disfrazada sobre un grupo de estudio inexistente. Eso fue lo que logró por no contestar
las preguntas de Julie sobre su cita, y sólo podía esperar que Dana no lo echara al agua.
En cierto punto Julie casi dejó caer el móvil, así que él pudo imaginar lo que había
escuchado.
—Lo siento. —Julie colgó—. Cosas importantes de mi grupo de estudio.
—Eso parecía. Iré a conseguir algo de tomar. —Matt se levantó—. ¿Y cómo está
Dana?
—Oh. —Julie apartó la mirada, pero la vio sonrojarse—. Ejem. Ella está bien. Lo
siento.
El teléfono de la casa sonó, y Matt dejó su habitación para localizar el auricular.
El interés de Julie le dificultó suprimir una sonrisa. No significaba que estaba al borde de
lanzársele en un ataque de celos, pero no le importaba si Dana le revelaba una o dos
cosas a Julie, ni si alguna de esas cosas tocaba incluso un pequeño nervio de celos.
Estaba de tan buen humor que ni siquiera se le ocurrió preocuparse por una
llamada a medianoche.
—¿Hola?
No importó que la mamá de Rachel hablara en una suave y calmada voz
mientras decía que Celeste estaba llorando —histérica, en realidad— y que necesitaba
que fueran a recogerla. La habitación comenzó a girar mientras Matt escuchaba a la voz
en el teléfono decirle que su hermana seguía en el piso del baño, incapaz de dejar de
llorar o temblar. Tampoco importaba que las otras niñas estuvieran dormidas y no
supieran. Nada importaba, excepto llegar a Celeste. Bajó por las escaleras y pasó su
mano por las repisas de la cocina en busca de las llaves del auto. Apenas podía ver claro.
—¿Matt?
—¿Dónde demonios están mis llaves? —Tocó los bolsillos de sus pantalones y
entonces escaneó las encimeras.
—Creo que están colgando al lado de la puerta del frente. ¿A dónde vas?
Matt la pasó apresurado, y ella lo siguió al pasillo principal.
Quitó las llaves del gancho del recibidor y entonces se detuvo mientras agarraba
el pomo, girándose, furioso. —Te lo dije. ¡Maldita sea, te lo dije, Julie! —Estaba
gritándole.
Ella dio un paso hacia atrás. —¿De qué estás hablando?
—La mamá de Rachel acaba de llamar de la fiesta. Celeste está teniendo una
crisis.
—¿Qué ocurrió? —Julie tomó sus sudadera del perchero y comenzó a seguirlo
afuera—. Ella parecía estar tan segura de sí misma.
—¡No! —dijo apuntándole—. No vendrás conmigo. —Estaría feliz de no volverá
verla otra vez.
—¿Matt? Por favor. Puedo ayudar. Puedo hablar…
—¡No! Tú hiciste esto, yo lo arreglaré. —Si podía. Si Celeste no estaba
demasiado débil. Quién sabe qué pasó en la fiesta que la llevó a una crisis. Matt azotó la
puerta tras de él. No podía pensar claramente, todo lo que podía hacer era reaccionar.
Condujo con calma, prestando atención a su forma de manejar. Recoger a una
casi incapacitada Celeste ocurrió como en un sueño. Los sollozos terriblemente fuerte
que pudo contener en la casa de Rachel estallaron en el auto, y todo lo que pudo hacer
fue mantener una mano en la de ella mientras conducía, y decirle una y otra vez que
todo estaría bien. No estaría bien, pero le dijo eso de todas formas.
De alguna forma llegó a casa, pasando a Julie, y llevando a su hermana a su
habitación. La puso bajo las mantas y frotó su espalda. Celeste estaba inconsolable,
incapaz de hablar, así que sólo se quedó con ella y se sentó oyendo los chillidos
mientras su rabia aumentaba. Escuchar la agonía de su hermana era casi intolerable.
Esto era culpa de Julie. Sus expectativas eran descuidadas e irreflexivas. Le pidió
demasiado a Celeste, y este fue el resultado.
Más tarde, cuando Celeste casi estaba falta de lágrimas, se giró para encararlo.
—Lo siento tanto, Matthew. Lo siento muchísimo. —Hablar le resultaba difícil
ahora, podía verlo. Su fragilidad lo destruía.
—No hay nada de qué disculparse. Estás en casa ahora, todo está bien. —Le
quitó las lágrimas del rostro con los pulgares—. Toma respiraciones largas y profundas.
¿Puedes hacer eso por mí? Así.
Estudió su cara e inhaló y exhaló al mismo tiempo, una y otra vez, hasta que
pudo hablar. Incluso sonrió un poquito.
—Algunas veces, por algunos instantes como ahora, te pareces a él. ¿Lo sabías?
Matt sacudió la cabeza. —No, no me parezco a él. No digas eso.
—Sí, en verdad. Lo veo en tus ojos. Y en la forma en que ladeas la cabeza cuando
estás preocupado. Pero puedes dejar de preocuparte ahora. Me siento mucho mejor.
—Bien. Me alegro. Deberías dormirte ahora, ¿no lo crees? —Debía preguntarle
qué fue lo que pasó. Lo sabía. Pero no podía. No estaba preparado para esa
conversación. Una vez más, estaba impotente.
—Sí, tengo que dormir, pero primero me gustaría hablar con Julie.
Matt apretó la mandíbula. —Puedes hablar con ella mañana.
—Me gustaría hablar con ella ahora. Lo necesito.
—Si eso es lo que quieres. —Se inclinó y besó su frente—. Te veré en la mañana.
Lamento todo esto. Fue un error. —Matt tomó su mano en las suyas por un momento
mientras se esforzaba por encontrar las palabras adecuadas para decirle que la amaba,
y que haría cualquier cosa para intercambiar de lugar con Finn, y así ella pudiera tener
al hermano que realmente amaba de regreso. No había forma de decir eso, así que
mantuvo su mano en las suyas por un minuto más—. Buenas noches, Celeste.
El pasillo estaba apenas alumbrado, pero era fácil aun así ver la angustia en la
cara de Julie. A Matt no le importó. Merecía ser miserable.
—¿Matt? Oh Dios. No sé qué…
Él levantó la mano. — No me digas nada. Ella quiere hablar contigo. —Matt le
pasó fríamente al lado mientras ella llevaba a Flat Finn a la habitación de Celeste. Se
recargó contra la pared y cruzó los brazos, mientras comenzaba a deshacerse a su
manera. Nunca había estado enojado así con alguien. ¿Cómo había confiado en que
alguien más entrara al mundo de Celeste? De todos los errores que había cometido,
permitir a Julie presionar de más a Celeste fue el peor de todos. Matt se recargó en la
pared del pasillo, con una expresión gélida y distante.
Para el momento en el que Julie dejó la habitación de Celeste, su rabia apenas
estaba contenida. Matt ni siquiera quería mirarla. Estaba indignado con ella y consigo
mismo. Cuando se acercó a él, le espetó—: Aléjate de mí. No puedo lidiar contigo ahora
mismo.
—Matt…
—Juro por Dios, no me hables ahora. No lo hagas.
—Lo siento tanto. No tienes idea.
—No quiero escucharlo. No quiero oír nada de ti.
—Matt, sabes que amo a Celeste, y nunca haría nada para herirla.
—Bueno, lo hiciste.
—Si tan solo me dejaras explicar de nuevo por qué…
—Tú no paras ¿o sí? ¿Quieres meterte en esto? Bien. Metámonos en esto.
¿Pensaste que podrías simplemente aparecer aquí e insinuarte en nuestras vidas? No
puedes. Y tampoco puedes actuar como si yo fuera el chico malo. Como si todo lo que
hago por ella es de alguna forma totalmente descerebrado. —Él se movió para
encararla, colocando su cuerpo a pulgadas del de ella—. Me he reventado el trasero
para mantener a Celeste en un lugar estable, y tú solo lo arruinaste. Tú la arruinaste.
Dios, Julie. ¿Estás aquí durante unos cuantos meses, y crees saber lo que es adecuado
para Celeste? Nadie te pidió que arreglaras nada. No puedes. —Se pasó las manos por
el cabello mientras continuaba desatando su ira sobre ella, no reconociendo su propia
voz—. No puedes cambiar esto. Y tus constantes recordatorios de que piensas que
todos estamos completamente locos no son útiles. ¿Lo entiendes? ¿Qué está mal
contigo? ¿No tienes tu propia vida que atender? ¿O es ésta la forma en la que te
consuelas a ti misma respecto a tu padre de mierda, eh? Justificas la forma en la que te
trata sin ninguna buena razón, y lo amas basada nada más que unos cuantos pésimos
correos al año.
Matt no podía parar. Continuó su vicioso ataque, apenas escuchándose o a ella,
y hablando sin filtro mientras liberaba cada onza de rabia.
Cuando hubo terminado, cuando la había devuelto a la tierra, caminó a su
habitación. —Vete al infierno, Julie.
Cerró la puerta, apagó la luz, y se metió a la cama. A pesar del frío, se quitó la
camiseta, una que le gustaba a Julie, y la tiró al otro lado de la habitación. Se sentía
como si hubiera pasado una eternidad mientras yacía de espaldas, en shock por todo lo
que había ocurrido. Todo lo que había dicho. El miedo que lo envolvió esta noche fue
mayor que cualquiera que hubiera sentido antes. Incluso cuando Finn murió. No se
trataba de miedo entonces, sólo de dolor. Una pena profunda y despiadada. Los miedos
respecto a Celeste se habían construido lenta y continuamente con el tiempo, pero eran
diferentes de los de esta noche. Esa llamada telefónica…Matt pensó que su corazón
podría haberse detenido. Y ahora no paraba de palpitar.
Pensó por un rato, revisando las cosas que le había gritando a Julie en el pasillo.
Acusarla sobre su relación con su padre había sido cruel e injusto. No era su asunto, y él
no debería haber siquiera tocado el tema esta noche en específico. ¿Quién era él para
comentar en relaciones padre-hija? Y luego se burló de Finn, sobre jugar a lo seguro y
esconderse en línea. Matt era un hipócrita.
Celeste no es tu trabajo. No somos tu trabajo. No somos tu familia.
Oh Dios, ¿qué había hecho?
Él había estado culpando a Julie por todo esto. Pero estaba equivocado sobre el
porqué. No era que Julie había ido demasiado lejos con Celeste —o con Matt. Era que
ella les había dado dónde desahogarse. No habían tenido eso en años. No había nada
más que perder hasta ahora. Estaba enojado con ella por darles esperanza, porque
ahora el choque dolería como el infierno.
Nunca seré lo que quieres. ¿No te agrado? Entonces mantente fuera de mi vida.
Él no quería a Julie fuera de su vida. Pero no sabía si la quería en ella. Ella
presionaba. Dios, presionaba tan fuerte. Se sentía como si ella desaprobara tanto de
Matt, pero él podía ver que esa no era toda la verdad. A ella le gustaba, pero también
veía todos sus defectos, de los cuales él era muy dolorosamente consciente.
¿Pero quizá presionaba porque veía potencial en todos ellos para vivir vidas más
activas y funcionales? ¿Incluso él? Matt parpadeó para contener las lágrimas y metió un
brazo bajo su cabeza.
Todo iba a explotar pronto. Él podía sentirlo. No quedaba mucho tiempo de
sobra. Julie estaba en lo correcto cuando dijo que no podían seguir evitando el mundo
real. Este mundo falso iba a desintegrarse, y él no sería capaz de detenerlo. Pasaría para
el final del año escolar. Había establecido esencialmente ese plazo en una charla con
Julie en la que le dijo que Finn estaría en casa para el verano. Matt necesitaba que esto
terminara. Todo se sentía como demasiado.
Su oscura habitación estaba demasiado vacía, el silencio sumamente doloroso.
El reloj en su mesita de noche chasqueaba sonoramente, mientras él se quedaba quieto
y esperaba a que lo peor de su agonía pasara. Era bueno aplastando emociones, pero
esta noche era difícil.
Más tarde, la puerta se abrió lentamente.
—¿Matt? —Entonces ella estaba ahí, sentándose en su cama. En la luz de la
luna, pudo ver que ella parecía tan destrozada como él se sentía—. ¿Matty?
Su ira y su miedo aún se cernían, pero la miró.
»Lo siento. Por favor. Tienes que perdonarme. —La voz de Julie estaba
rompiéndose—. Lo siento tanto. Lo siento tanto —seguía repitiendo—, Matty, por
favor. Matty, por favor. No puedes estar así de molesto conmigo. No puedo soportarlo.
—Ella dejó caer la cabeza sobre el pecho de él y deslizó sus brazos bajo sus hombros,
atrayéndolo hacia ella.
A Matt le escocieron los ojos cuando ella lo abrazó con fuerza, y él se quedó
inmóvil mientras se aferraba a él. Debía apartarla, decirle de nuevo que se fuera al
infierno, porque mantenerla a distancia podría ser el movimiento más inteligente. Él ya
no sabía. Quizás todas las decisiones que había hecho desde la muerte de Finn habían
sido las equivocadas. Matt no sabía a quién o en qué confiar, pero movió su mano a la
parte posterior de su cabeza y le acarició el cabello, tratando de calmar su temblor.
—Shh… —dijo. Matt se sorprendió por cuan afectada estaba por lo que había
sucedido entre ellos. El dolor de Julie no era solo sobre Celeste. Era sobre él—. Yo soy el
que lo siente. No era mi intención decir todas esas cosas que dije. No merecías eso. —
Era cierto. No se merecía ninguna de sus odiosas palabras, cuando él mismo era
demasiado cobarde para decirle la verdad sobre todo. Todo lo que ella había hecho
durante meses era tratar de ayudar.
Ella apoyó la mejilla en su pecho, todavía aferrada a él, el calor de su cuerpo
contra el de él llevándole alivio y calma. La mano de Matt viajó desde su cabello hasta la
parte superior de su camiseta, sobre las tiras y justo rozando su piel.
»Fui detestable —continuó—, tu relación con tu padre no es de mi incumbencia.
Obviamente lo amas, y tienes todo el derecho de hacerlo. Lo que dije fue imperdonable.
—Matt mantuvo su mano en ella, comenzando a tocar sus hombros y espalda. Esperaba
que ella pudiera sentir su sincero arrepentimiento—. Eres la mejor cosa que le ha
pasado a Celeste. Estaba perdida antes de que tú llegaras aquí. Como si no perteneciera
a ningún lugar. Estás salvándola. Nunca debí haber dicho lo que dije.
—No, yo la presioné demasiado —dijo Julie tranquilamente—, y a ti. No pasará
de nuevo.
—Has sido perfecta. Desearía poder contarte todo, pero no puedo. No aún. —
Pasaría. Un día ella sabría todo, pero no ésta noche. Primero tenían que recuperarse de
esto.
—Lo sé. Está bien. —Su agarre en él se mantuvo fuerte, pero él podía sentir la
tensión comenzar a reducirse en su cuerpo. Matt no quitó su mano por un segundo.
Luego de unos pocos minutos, Julie se estremeció un poco.
—¿Frío? —preguntó él.
—Sí. Un poco.
Él deslizó sus piernas, y se movieron juntos para que Julie estuviera de lado, bajo
la manta con él, apoyando su cabeza en el hueco de su brazo. Matt le acarició el brazo,
pasando su mano de arriba y abajo, una y otra vez. Su cuerpo presionado contra el de él
se sentía como la cosa más natural del mundo, la forma en que encajaba contra él era
abrumadora, como si estuvieran hechos para este abrazo. Ella tomó su mano,
entrelazando sus dedos, y apretó.
Él apretó de vuelta.
—Así que, ¿aún somos amigos? —preguntó ella.
Amigos. La peor palabra. Pero él lo tomaría, porque era lo más importante.
—Sí —dijo él luego de un momento—, aún somos amigos.
Julie bostezó. Su pelea los había agotado a ambos, y Matt quería que durmiera
un poco. Ella también había pasado por mucho esta noche. Y si se quedaba despierta
más tiempo, entraría en sus sentidos y se iría. Aminoró la velocidad de su toque en su
brazo y hombro, y escuchó su cambio de respiración mientras se quedaba dormida en
sus brazos.
Si él se dormía, se perdería esto. Así que se mantuvo despierto y pasó las
siguientes dos horas tratando de memorizar como se sentía su cuerpo junto al de él.
Cuando la verdad saliera a la luz, cuando sus muchas mentiras fueran expuestas, ella lo
odiaría por lo que le había hecho. Ella merecía mucho más que su cobardía.
Si las cosas fueran diferentes, si él pudiera volver atrás y hacer esto bien.
Si Finn no hubiera muerto, si Celeste no fuera tan problemática, si sus padres no
fueran tan introvertidos y atrapados en compartimentar todo…
Pero Matt era el culpable. Él habría podido detener este desastre con Julie antes
de que hubiese empezado. Si hubiera sido lo suficientemente fuerte.
Demasiados “si.”
—Lo siento tanto —susurró en la oscuridad. Matt llevó sus labios a la parte
superior de su cabeza y la besó ligeramente.
Julie levantó su cabeza ligeramente.
—Dios, lo siento tanto, Julie —murmuró él.
—Yo también —dijo ella.
Julie levantó su cabeza más, llevando su boca a la de él. Él no podía respirar.
¿Qué estaba haciendo? Ella no podía… pero lo estaba, porque puso sus labios en los de
él. Se sostuvieron quietos, retrasando el momento que podría cambiar todo. No
deberían hacer esto. Sería un error.
Matt puso su mano firmemente en su cintura y la levantó. Y luego la besó. Sus
labios eran increíbles, y su beso suave y sin prisas. Él movió su lengua contra la de ella, y
ella presionó su boca más fuerte contra la de él, su respuesta calentando su conexión.
Luego ella deslizó una pierna sobre la suya y presionó su cintura contra la de él,
llevándolos a estar incluso más juntos. Su cuerpo se movió hacia arriba, su pecho ahora
presionado contra él, y él puso su mano en su espalda baja, rastrillando sus dedos
contra su piel. Julie deslizó una mano detrás de su cabeza y tiró de él aún más. El calor y
la intensidad entre ellos crecieron. Demasiado rápido.
Matt no quería parar, y era claro que Julie tampoco. Más que nada, él quería
rodar sobre su espalda, y llevar esto más lejos. Él lentamente le quitaría la ropa.
Mantendría su cuerpo sobre el de ella, besándola por siglos, solo eventualmente se
alejaría de sus labios para trabajar su boca por su cuello, por su pecho, su estómago.
Más abajo. Él quería hacer el amor con ella, para mostrarle cuan adorada era
realmente.
La respiración de Julie estaba recogiéndose mientras él continuaba besándola,
provocándola con su lengua, persuadiéndola en respuesta. Ella lo quería, era fácil de
decir. Y él la quería más de lo que hubiera podido imaginar. Esta no era Julie con Finn.
Era Julie con Matt. Él sabía que podían continuar. Dada la forma en que ella se movía
contra él, ella no lo detendría.
Entonces él tenía que hacerlo. Porque Julie con Matt era muy complicado. Ella
no sabía lo que estaba haciendo. Su primera vez no podía ser así. Matt nunca le haría
eso a ella. Esto no era solo sobre sexo, aunque ella tenía que ser consciente de lo
excitado que estaba…
Él apretó su mano una vez más y salió de su beso, descansando su cabeza de
nuevo en la almohada. La miró mientras metía su pelo detrás de su oreja. Era bueno
que hubiera parado las cosas porque vio suficiente shock y confusión en la mirada de
Julie.
Ella probablemente entraría en sentido ahora y se iría. Su pelea, su horrible
intercambio de palabras en el pasillo…Esa era la razón de estar tonteando en esta larga
noche. Tenía que ser. Los sentimientos se mezclaron como consecuencias de su
discusión. Eso era todo. Ella amaba la idea de Finn, no la idea de Matt.
Pero ella no se fue. Ella recostó la cabeza de nuevo en su pecho. Matt envolvió
sus brazos alrededor de ella. Enamórate de mí, Julie, como yo me enamoré de ti, él
deseó. Enamórate, enamórate, enamórate…
Solo por esta noche se pertenecían el uno al otro, por lo que se quedaría
despierto.
Incluso si esta cercanía era solo el resultado de unir lo que se había roto durante
su pelea, él tomaría ésta excusa para estar junto a Julie, la chica que tenía un agarre
irrevocable en su corazón.
Él la salvaría de despertarse con él. No la dejaría hasta que empezara a moverse.
Entonces alejaría su cuerpo, yendo discretamente a la planta baja, y esto habría
terminado.
Capítulo 32 de Flat-Out Love contado nuevamente.
Traducido por Tessa_
Corregido por EliBlackWay

Matt Watkins A veces me deprime haber perdido demasiado tiempo, y todavía no


estar siquiera cerca de descubrir la frecuencia de resonancia de la cabeza humana.
Julie Seagle acaba de “registrarse” en tu corazón.

Hace años Finn le dijo a Matt lo que debería hacer. Deja que el mundo como lo
conoces sea volado en pedazos porque te enamoraste frenética y desesperadamente de
alguien. Matt había hecho eso.
Y entonces había luchado tan fuerte como pudo para no perderla ese día, la
primavera pasada, cuando Julie salió de su vida. Había luchado lo más fuerte que pudo y
no sirvió de nada. Su conversación con Julie, cuando la verdad salió a la luz y le rogó que
se quedara, se repitió una y otra vez en su cabeza durante todo el verano. Sus palabras
lo mantenían despierto por la noche.
Esto nunca iba a acabar bien. Lo sabías, ¿verdad?
Y me hiciste daño.
No somos nada, Matt. No después de esto.
Has roto mi corazón dos veces.
Nada de lo que ha pasado ha sido verdad.
Si me quisieras, no habrías sido capaz de hacerme esto. No podrías haber sido
más egoísta conmigo. Conoces el dolor y la pérdida mejor que nadie y eso es lo que me
has dado. Sé que no es lo mismo. Sé que lo tuyo es peor. Y lo siento muchísimo por ti,
Matt. Por toda tu familia. Todos habéis estado en el infierno y tú has sido el más valiente
de todos. Pero ahora yo también te hago daño, y no puedo amarte.
Matt la besó, expuso su corazón, le suplicó que le diera una oportunidad. Puso
sobre la mesa todo lo que tenía, y Julie lo abandonó de cualquier forma. Matt no la
culpó.
Le escribió muchas veces, esperando que comunicarse por correo electrónico
fuese más fácil y poder llegar a ella. Ella valía todo el dolor que sentía al escribirle
porque nunca amaría a nadie tan profundamente. La única respuesta que obtuvo fue un
mensaje pidiéndole que no fuese quien llevara a Celeste a ninguna de las reuniones con
Julie. Eventualmente él dejó de escribir. Finalmente aceptó que ella nunca lo amaría.
Así que la dejó ir.
Pero entonces esta mañana, ella vino a la fiesta de despedida de Celeste de Flat
Finn. Él sabía que ella estaría allí, y esperaba que ella fuera diplomática pero relajada.
Ella no era una persona despiadada, pero claramente no iba a la fiesta por él. Así que se
preparó para ser lo más educado como seguramente ella sería, y también se preparó
para que su corazón fuese arrancado nuevamente.
En cambio ella corrió hacia él, directo hacia sus brazos. Él nunca había estado
tan conmovido por el amor. Y escuchó palabras que cambiaron todo.
Te extrañé.
Siempre fuiste tú. Pensé que era alguien más, pero eras tú. Tú eras la persona
que yo sentía.
Quiero lanzarme contigo, Matt. De verdad este vez.
La pesadilla había terminado.
Ahora mismo, en el que estaba resultando ser el más sorprendente y maravilloso
día de su vida, Matt y Julie estaban parados en la puerta abierta del avión, el viento
rugiendo y el cielo llamándolos. Ella estaba atada estrechamente a él, su espalda sujeta
contra su pecho mientras se alistaban para su salto en tándem. Ella se veía adorable con
traje, casco y gafas; y su energía y emoción eran palpables. Él no podía creer que ella
quisiera hacer esto con él. Y no solo lanzarse en paracaídas.
Había mucho ruido en la cabina, pero puso su boca en la oreja de ella.
—¿Tienes miedo?
—¡No! —gritó ella por encima del ruido.
Él sonrió.
—¿Tienes miedo?
—¡Sí! Sí, ¡tengo miedo! —Matt pudo sentirla reír contra él.
—¡Estoy aquí! ¡Te tengo!
Ella asintió vigorosamente. Lo sabía.
Matt miró a su izquierda a uno de los instructores que había conocido antes
cuando saltaba con Finn. Él tenía una sonrisa y un pulgar hacia arriba, así que Matt llevó
a Julie hasta el borde. Nunca había sido tan feliz.
—¿Sientes la adrenalina? ¿La sientes?
Le llevó un minuto, pero asintió. Tenía que sentirlo. El claro día les dio una vista
espectacular y extensiva. No se podía negar cuán alto estaban o qué estaban a punto de
hacer.
Las palabras que usó como Finn salieron.
—Puedes hacerlo. Eres suficientemente fuerte y valiente. Puedes hacer
cualquier cosa.
Julie cruzó los brazos sobre sus hombros, justo como se le había enseñado en el
entrenamiento de esa mañana.
Matt puso su mano en la frente de Julie y le echó la cabeza hacia atrás
sosteniéndola firmemente contra su hombro.
—Aquí vamos, chica ruda.
Agarró la barra de metal encima de ellos y los meció hacia atrás y hacia
adelante. Una, dos, tres veces.
Y luego saltaron.
La caída fue suave. Debe estar pasando en cámara lenta, pensó Matt. Era
tranquilo, el sonido rasgante del aire casi inaudible.
Matt podía sentir tan profundamente a Finn en esta caída libre. El dolor todavía
era fuerte, sí, pero estaba igualmente afectado por cuán malditamente adoraba a Finn y
lo increíblemente afortunado que era por haber tenido al hermano que tuvo. No todo el
mundo obtiene eso. Matt tuvo el amor, la alegría y la devoción de Finn cuando estaba
vivo, y ahora, incluso después de la muerte de su hermano, Matt todavía los tenía en su
corazón. Eso era algo jodidamente hermoso.
Con Flat Finn doblado y asegurado en la mochila que llevaba en su espalda, Matt
supo que ésta caída libre era por Finn, por Julie, por Celeste, por sus padres y por sí
mismo. Flotó con Julie, sólo ellos dos en el cielo infinito, mientras sanaban juntos en las
secuelas de la devastación.
Él no quería que terminara, pero esta vez estaba listo para aterrizar.
—Sostente. Abriré el paracaídas.
—¡Wujuuuuuu! —El entusiasmo de ella resonó en su cabeza y en su alma. Julie
amaba esto. Y lo amaba a él.
Él tiró de la cuerda, lanzándolos brevemente hacia arriba mientras el paracaídas
se abría y luego ralentizando su deceso por lo que podían planear.
La vista era hermosa, y el paisaje en el oeste de Massachusetts se hizo claro
mientras flotaban sobre acres de follaje verde y campos cubiertos de pasto. Había
muchísimo allá afuera, y Matt había estado tan perdido en su enclaustrada vida durante
demasiado tiempo. No más. Era el momento de reconectar, de explorar y soñar de
nuevo. Con Julie. ¿Tal vez viajarían este año? Había lugares por visitar, gente nueva que
conocer, experiencias para saborear. Había una vida que vivir.
—Estamos por aterrizar, así que alístate para correr —le dijo Matt.
Cuando el suelo estaba justo debajo de ellos, ambos empezaron a correr en el
aire hasta que sus pies golpearon el pasto. Mientras corrían, la fuerza del aterrizaje
lanzó a Matt más fuerte de lo que él había esperado, y ambos cayeron hacia adelante.
Se contuvo con sus brazos justo antes de que su peso aplastara a Julie.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—¡Demonios, sí, estoy bien! —Ella respiraba con fuerza, con la euforia corriendo
por su sistema de la misma manera que corría en el de Matt.
Él se estiró y soltó las hebillas que los mantenían juntos. Se sostuvo sobre ella,
congelado, porque esta era la parte difícil. Ella ya no estaba atada a él. Podría irse.
Julie rodó sobre su espalda debajo de él y levantó sus cascos y gafas mientras
recuperaba el aliento.
—Matty. —Sonrió—. Hola.
—Hola.
—Eso fue divertido. Como, real, realmente divertido.
—Qué bueno —intentó Matt, pero no era capaz de sonreír con ella.
Ella se puso seria.
—¿Qué pasa?
Él no pudo responder.
Ella le tocó la mejilla, estudiándolo y descifrándolo en la forma que solo Julie
sabía.
—¿Tienes miedo?
—No.
Preguntó nuevamente.
—¿Tienes miedo?
—Sí.
—¿De qué me vaya? ¿De qué me levante y me aleje de ti? —Ella estaba
devolviéndole sus propias palabras, llevando más allá su vida en línea a la realidad.
—Sí.
—No lo hare. No me iré. —Julie colocó sus brazos alrededor del cuello de
Matt—. Cierra tus ojos Matthew, y escucha mientras te digo lo que siento por ti.
Él hizo lo que ella le pidió.
—Eres mi todo —dijo Julie—. Eres difícil, precavido y todo un desafío. Amo esas
cosas de ti. Eres fascinante, complejo, brillante y divertido. También amo eso de ti.
Estoy enamorada de tu abnegación y tu habilidad de sacrificar demasiado. Estoy
enamorada de las partes de ti que temen, que duelen y que alejan a las personas. Estoy
enamorada de tu vulnerabilidad y tu fuerza. Estoy enamorada de tu capacidad de amar
más y con más fidelidad de lo que jamás imaginé que alguien podía. Estoy enamorada
de las decisiones que has tomado, incluso de los errores, porque nos trajeron a donde
estamos ahora mismo. Más que aquellas cosas, simplemente estoy enamorada de ti y
todo lo que eres. Tu pasado, tu presente y tu futuro. —Ella le tocó con sus dedos,
trazando sus labios y luego moviéndolos a lo largo de su mandíbula y sobre su mejilla—.
Pienso en ti todo el tiempo, y no te puedo sacar de mi cabeza. Estoy escuchando a mi
corazón, finalmente, sin dudar de nada. Y nunca dejaré de hacerlo. —Entonces lo besó.
Larga, intensa e interminablemente, solo bajando el ritmo finalmente—. Ahora abre tus
ojos y mírame. Siento todo lo que sientes, Matt. Siempre lo he hecho, y ahora lo sé. Y es
tiempo de dejar de sufrir.
Matt dejó caer la cabeza y apoyó su mejilla en la de ella, sin importarle que Julie
sintiera las lágrimas ahora prensadas entre ellos.
Lo hice, Finn. Lo hice. Estuve listo para saltar, y ahora ella está saltando conmigo.
Capítulo extra de Flat-Out Love, desde la perspectiva de Julie.
Traducido por 6NadineS
Corregido por Jade Lewis
Matt Watkins Nunca comprometeré mis principios pobremente-elaborados,
internamente-inconsistentes y casi-irracionales. Esa es la forma en la que me manejo.
Julie Seagle Tú eres mi estatus de lector favorito en todo el mundo. Sí, tú.
Celeste Watkins no tiene la obligación contractual de usar contracciones. Por lo
que tal vez las use, tal vez no… Por lo que quizás las usará, y quizás no.

Julie inclinó su cabeza contra la ventana y miró a Matt mientras él conducía. Él


claramente estaba tratando tanto como ella de no sonreír. El esfuerzo era
particularmente adorable por su parte, considerando que él no era propenso a caminar
por ahí sonriendo a la cosa más mínima. Mientras que ella podía reducirse a las
tonterías con la mera mención de, por ejemplo, cualquiera de los Kardashians, Matt era
más controlado. Controlado, disciplinado, enfocado.
No eran malas cualidades para una cantidad de cosas.
Ella se movió en su asiento y dejó su mano sobre el muslo de él. Matt tomó una
profunda respiración y le dio una rápida mirada antes de volver a mirar la carretera al
frente. Apretó su mano sobre la de ella.
¡Ajá! Él estaba tan inquieto como ella.
—¿Por qué no están diciendo nada ustedes dos? ¡Esto es incomprensible! —
Celeste se inclinó hacia delante desde el asiento trasero y asomó la cabeza entre ellos—
. Ha habido un evento mayor, y parece que sería apropiado que ambos participaran en
una especie de diálogo en la que detallen su experiencia.
Julie no podía dejar de mirar a Matt mientras hablaba. —Salté de un avión —dijo
lentamente.
—¡Lo sé, Julie! ¡Lo hiciste, cierto! Fue un acto de valentía espectacular, si me
preguntas.
—He saltado de un maldito avión. —Ella estaba consciente de que todavía
estaba conmocionada por el día. Todavía en shock. La última cosa que quería ahora
mismo era otra conversación rápida, pero con Celeste alrededor, evitarla sería casi
imposible. Sin embargo, encadenar palabras coherentes simplemente no era fácil.
—Di más —demandó Celeste.
—Salté de un maldito avión con Matt. —Hizo una pausa—. Debido a Matt. Por
Matt.
Lo escuchó contener la respiración. —Julie.
El sonido en su voz ahora, la forma en que él dijo su nombre…
Había un nuevo tono ahí del que quería más. Podía sentir el dolor entre ellos
ahora. La necesidad. Esta mañana ella besó a Matt, tiró sus brazos alrededor de él, y le
dijo cuán totalmente equivocada había estado antes al alejarse de él. Luego sintió esta
primera ola de calor que vino tras meses de negar lo que significaban el uno para el
otro. Y ahora que habían saltado juntos de un avión, Julie no podía escapar de cuán
profundamente confiaba en Matt.
Celeste suspiro felizmente y se hundió de nuevo en su asiento.
—Me parece suficiente esta declaración romántica. Sí, puede que no sea la
máxima experta en romance, pero puedo decir con seguridad que gestos como este
deben estar al menos a la par con los de Romeo y Julieta. Aunque claramente esos dos
murieron al final de su historia, y afortunadamente no hubo fallo técnico con su
paracaídas porque están aquí. Vivos y bien. Obviamente.
Matt prácticamente bufó. —Vaya, gracias por eso, Celeste. Aunque apuesto a
que Julie hizo figuras de cartón de nosotros. Ya sabes, solo por si acaso.
—Jesús, Matt —murmuro Julie.
—¡Ja! Me pareció divertido. No te preocupes, Julie, puedo apreciar algunas
bromas respecto a Flat Finn. Por supuesto, esa broma sigue siendo macabra y
alarmante, pero considerando que ha sido el tema predominante por mucho tiempo,
estoy bastante cómoda con ello.
Matt apretó la mano de Julie de nuevo.
—¿Sabes que no íbamos a morir, cierto? —preguntó él.
—Sí, Matthew. Hoy ciertamente no se trataba de un suicidio creativo. Para nada.
Era sobre nosotros.
El coche ganó una notable velocidad. —¿Cuántas salidas más hasta que estemos
en casa? —preguntó él.
—¿Por qué tienes tanta prisa? —demandó Celeste—. Apenas son las seis.
—Yo solo… Solo me gustaría dejarte en casa.
—¿Qué hay sobre ti? ¿No te quedarás para la cena? Apuesto que podemos
conseguir que mamá y papá vean una película con nosotros. Mamá probablemente
intentará preparar palomitas de maíz en esa idiota olla enorme que le gusta tanto, y
todos vamos a estar atascados comiendo palomitas chamuscadas, pero podría ser
agradable, y representativo de una familia altamente funcional.
Matt se aclaró la garganta. —Solo voy a dejarte a ti, Celeste.
—Oh. ¿Van a ir a algún sitio Julie y tú? ¿Qué harán? Hay un festival griego esta
noche en South End. Eso puedo ser delicioso, ¿no crees? Spanikopita, blaklava, y un
montón de productos de yogur, imagino.
Julie sonrió. —¿Es eso en lo que estabas pensando, Matt? ¿Tienes humor para
un poco de música y baile? ¿Un paseo por la catedral griega, quizás?
Matt elevó una ceja. —Un paseo por la catedral griega, ¿eh? Podemos llamarlo
así, si quieres. Seguro.
Julie le golpeó el brazo y luego se giró hacia Celeste.
—Puede que vayamos allí. Matt va a llevarme a casa para que… pueda
limpiarme. Probablemente estoy cubierta de bichos muertos, por lo que necesito
descontaminarme.
—¿Limpiarte? ¿Descontaminarte? Vaya, estas llena de eufemismos hoy, ¿cierto?
—dijo Matt.
—Matt, en serio —dijo Julie con los dientes apretados y asintió hacia el asiento
trasero.
—No te preocupes —dijo Celeste con placer—. Los sigo bastante bien. Entiendo
que ninguno quiere asistir al festival griego. Y ambos ciertamente no tienen ningún
interés en visitar ninguna catedral.

Mat tomó las llaves de la mano de Julie, las lanzó a través de la habitación, y
cerró de un golpe la puerta de su apartamento con un pie. Movió una mano detrás del
cuello de ella y presionó su boca contra la suya. Ella gimió ligeramente, abrumada ante
cuanto sentía por él. Los pocos besos que habían compartido antes habían sido
conducidos por la emoción. Esto era diferente. Ésta vez era sobre calor y deseo. Más
específicamente, cuan completamente ella le quería fuera de su camiseta geek Estoy
Inseguro sobre la Mecánica Cuántica.
Él se apartó por un momento. —Dana no está aquí, ¿cierto?
Julie sacudió la cabeza. Dana se había ido por el fin de semana, pero Julia estaba
teniendo problemas para encontrar las palabras para decirlo. Para decir cualquier cosa.
Ella acaba de saltar de un avión.
Y, hace cuestión de horas, ella y Matt estaban juntos. No más secretos entre
ellos, ni confusión.
Este día era mucho para absorber. Y ella quería más.
—¿Julie? —preguntó Matt.
Aunque ella sabía lógicamente que su cuerpo estaba allí en el apartamento,
parte de ella seguía cayendo a la tierra, como si todavía estuviera saltando. Había sido
justo como Matt lo había descrito. Un disparo de adrenalina, una euforia, una droga. Un
grado de terror martilleante, seguro, pero más como una experiencia irreal, fuera-del-
cuerpo y eufórica. Una en la que ella estaba todavía. Las correas que los sujetaban
juntos para el salto tándem habían estado más apretadas de lo que ella había esperado,
pero le gustó. Estar tan atada a Matt, convirtiéndose totalmente parte del otro.
—¿Julie? ¿Estás bien? —Matt metió su pelo detrás de sus orejas y la miró con
preocupación. Ella subió su boca para besarlo otra vez, pero él la detuvo—.¿Estás…
aquí?
Puso un brazo alrededor de su cintura y tiró de él. —Quiero estar contigo —
susurró ella.
—Quiero estar contigo también. Pero necesitas estar en la tierra. Todavía estas
en el aire, ¿verdad?
—¿Y, qué? —sonrió ella—. Me gusta allí. Y todavía sé lo que quiero.
—Necesito que estés aquí. Conmigo.
Ella lo besó otra vez, con fuerza, y él respondió con la misma intensidad,
alimentando su estado mareado y dejándola ir a la deriva en su desorbitado y disociado
mundo de aire y ruido sordo. Era todo y nada al mismo tiempo: sentir demasiado, y muy
poco, intentar separar este mundo del mundo basando en la adrenalina. Finalmente sus
besos lentos, suaves, y su brazo firme en su cintura se aflojaron un poco. Matt la estaba
llevando de vuelta a la realidad, gentil y respetuosamente. Y ahí era en donde quería
estar ahora. Dejó que la claridad se asentará de vuelta.
Julie apartó su boca de la de él mientras envolvía sus brazos alrededor de su
cuello, abrazándolo fuertemente.
—Estoy aquí.
—En ese caso —Matt retrocedió un paso y comenzó a desabrochar su suéter—,
llevas demasiada ropa.
Ella puso sus manos sobre las suyas. —Espera, debería ir a tomar una ducha…
primero. —Ella podía oler el todavía en su piel el hedor de los restos del miedo
provenientes del salto en paracaídas, y quizá de lo que sabía estaba a punto de hacer.
Matt sonrió. —En ese caso, sigues teniendo demasiada ropa. Y estoy bastante
seguro que vas a necesitar algo de ayuda en esa ducha.
—¿Por qué soy incompetente? —bromeó.
—Claro que no. Pero ducharse puede ser complicado. —Él dejo caer su suéter al
suelo—. Realmente es algo que no deberías intentar hacer sola después del día que has
tenido.
Julie se quitó los zapatos.
—Es muy amable de tu parte ofrecer tu ayuda experta. —Tomó su mano y lo
llevó por el pasillo hasta el baño.
Espera un minuto. Oh Dios. ¿Qué demonios estaba pensando? El baño tenía
luces brillantes. Y un retrete. ¿Cuán sexy era un retrete? No mucho. A menos que te
gusten las cosas raras. Que a ella no le gustaban. De hecho, como una persona que
nunca había estado completamente desnuda con otra persona, no había tenido la
experiencia de gustarle alguna cosa. ¿Y qué sobre las luces? A menos que tuviera un
cuerpo de supermodelo, ninguna chica quería ser vista debajo de una luz deslumbrante
y poco favorecedora.
¿Pero ahora que se suponía que hiciera? ¿Pararse en seco, empujar a Matt de
nuevo por el pasillo, y cerrar la puerta del baño para que pudiera ducharse en privado?
Eso era estúpido. Estar desnuda era estúpido. El sexo era probablemente estúpido.
Pero entonces estaban ahí, a punto ser envueltos por baldosas y luces
pornográficas. Esto era una idea terrible.
Matt golpeó el interruptor en la pared, en lo que Julie estaba bastante segura
que solo podía ser una señal del universo de que Matt era el indicado —su indicado— la
bombilla crujió y destelló antes de apagarse. Ella sonrió. Ahora solo había la luz de
temprana del atardecer filtrándose a través de la ventana.
Era tiempo de dejar de pensar.
Ella encendió el agua caliente de la ducha, y entonces Matt estaba detrás de
ella, atrayéndola contra él. Muy lentamente, le desabrochó la parte superior de los
pantalones. Ella miró hacia abajo, viendo mientras él los bajaba hasta que cayeron al
suelo. Sus manos se movieron al dobladillo de su camiseta, y ella levantó los brazos
mientras pasaba la tela sobre su cabeza. Él le apartó a un lado el cabello y rozó sus
labios sobre su cuello. La forma en que estaba moviendo su lengua sobre su piel le
debilitó las rodillas, e inclinó su cabeza hacia atrás.
El sonido de su voz en su oreja la hizo temblar.
—He estado pensando en esto, en ti, durante meses.
Sus manos se movieron a la curva de su cintura, luego más arriba, gentilmente
sobre sus pechos. Por un momento, una mano se deslizó en su sujetador, apretando lo
suficiente para que ella cerrara sus ojos cuando una ola de anticipación se hizo cargo. El
vapor de la ducha se empezó a filtrar en la habitación. Julie podía sentir su respiración
retomándose, su pecho empezando a latir debajo de su mano. Casi lloró cuando se
apartó, pero cuando ese toque se movió más abajo, por su estómago, las puntas de sus
dedos deslizándose justo debajo de la cima de su ropa interior… no se quejó. Mientras
él trazaba el contorno de la tela tan dolorosamente, dolorosamente lento, Julie
brevemente se preguntó si alguien podía literalmente volverse loco de lujuria. No solo
debido a lo que le estaba haciendo ahora, sino debido a que eso le hacía preguntarse
qué le haría más tarde. Él era tanto cuidadoso como agresivo. Él tenía el control. Era la
misma forma en que Matt manejaba muchas partes de su vida, con la misma innegable
capacidad.
—Estabas asustada más temprano hoy. En el avión, antes de que saltáramos —
susurró él en su oreja y luego besó su hombro—. ¿Qué tal ahora mismo?
—Sí.
—No lo estés. —Sus manos se deslizaron sobre su cintura, a través de su
estómago, antes de que estuviera totalmente envuelta en sus brazos. La apretó más
cerca—. Haremos lo que tú quieras, cuando tú quieras.
Se giró para enfrentarlo.
Cómo encuentres el amor no significa nada. Lo que importa es lo que haces con
él cuando lo ves. Y cuando Julie miró a Matt vio amor, incuestionablemente. Ella
acarrearía a cientos de hermanos planos y se sumergiría en la condenada Zamullida
Polar cada año por el resto de su vida, si eso significaba que acabaría donde estaba
ahora mismo.
—Te quiero a ti, Matt. Quiero todo. Me mantuviste segura hoy, me mantendrás
segura ahora.
—Siempre. Lo prometo, siempre.
Juntos, se deshicieron de la camisa y pantalones de él. Ella lo tomó de la mano
mientras daba un paso hacia la ducha, todavía medio vestida, hasta que estuvo
recostada contra la pared. Matt se movió frente a ella y cerró la cortina. Levantó los
brazos hacia él, halándolo, necesitando que la besara, que la sostuviera. Y él hizo
precisamente eso. Sus besos eran tan completos y pasionales, tan perfectos, y ella
finalmente entendió lo que significaba sumergirse a sí mismo en otra persona.
Antes se había preocupado sobre sentirse cohibida, sobre las luces, sobre no
lucir como una supermodelo retocada. Eso parecía un recuerdo distante y ridículo
ahora porque, considerando como sus manos le acariciaban el cuerpo, él hacía que
preocuparse por eso fuese imposible. Y, ella se dio cuenta, que él no era ese tipo de
chico. Él no quería o necesitaba que ella fuera o luciera como alguien más. Y ella no
necesitaba eso de él. Ellos eran Matt y Julie, personas reales. Esa era la razón por la cual
podía estar tan cómoda, tan confiada, con él —él la quería por lo que era, igual que ella.
Pronto sus besos viajaron de sus labios a su cuello. Luego a la cima de su pecho,
volviéndose más intensos, más urgentes. Ocasionalmente se había detenido en un
punto, probando su piel, saboreando la conexión entre ellos. Julie estiró su mano por
detrás y desabrochó su sujetador, ahora mojado y pegado a su cuerpo. Antes de que
ella pudiera bajar sus brazos, él había bajado las tiras. Ella encontró su manos en el pelo
de Matt mientras su boca se movía sobre sus pechos. El tiempo empezó a volverse
borroso. Luego él estaba besando sus labios otra vez mientras sus dedos rastrillaban su
espalda, poniéndola contra su pecho, volviéndola salvaje. Julie envolvió sus brazos
alrededor de su cuello, sintiendo como si nunca pudiese tenerlo lo suficientemente
cerca. Su piel era suave bajo el agua… resbaladiza, tentadora… y comenzó a dejar que
sus manos deambularan. Pronto su toque encontró su camino abajo a su cintura y lo
empujó, suavemente, para que así poder finalmente quitarle la ropa interior.
Él la miró a los ojos mientras lo desvestía completamente, y ese adorable
destello coqueto de él abarcó su cara. —Ahora solo hay una pieza más de ropa que
tenemos que sacar.
Matt hizo un camino de besos hasta sus pechos y su estómago antes de que
estar arrodillado frente a ella. Julie no estaba segura de cuanto rato más podía
mantenerse de pie, y no ayudó el ruido que salió de sus labios mientras él se tomaba su
tiempo para quitarle las bragas. ¿Cómo podía ser alguien tan paciente?
Afortunadamente él estaba liderando las cosas aquí, porque ella podría haber sido
convencida fácilmente de saltarse todos estos encantadores pasos y solo… Oh, Dios…
Matt se quedó donde estaba, acariciando la parte trasera de sus piernas con sus manos
mientras le besaba los muslos. Julie cerró los ojos y se pasó las manos por el cabello
mientras él meticulosamente trabajaba su camino un poco más arriba. Entonces se
detuvo, quedándose donde estaba por un momento demasiado-corto, antes de pararse
frente a ella de nuevo.
—Matt —respiró ella.
Mientras su lengua hacia su camino dentro de su boca nuevamente, él le levantó
la pierna, descansando su pie en el borde la bañera. Julie se dio cuenta que Matt podía
ser socialmente inepto en miles de formas, pero era cualquier cosa excepto inepto
ahora. Todo lo que hacía era natural, delicado. Sus manos se deslizaron sobre su
espalda, luego más abajo, empujándola contra él por un minuto, y luego dejando caer
su mano para poder seguir acariciando la cima de su pierna, el interior de su muslo,
entre sus piernas…
Julie tuvo que apartar su boca de la de él para poder respirar. Dejó caer su
cabeza hacia delante, descansándola contra su pecho mientras él frotaba su mano
contra ella. Justo cuando estaba acercándose al punto más intenso en el que nunca
había estado con nadie, él se detuvo.
—No —murmuró ella, oyendo el gemido en su tono—. Sigue.
Él levantó su barbilla, besó su cuello, y puso la boca en su oreja.
—Vamos a tomarnos nuestro tiempo.
Ella gimió, haciéndolo reír. —Pero dijiste que lo que quiera, cuando quiera. Lo
quiero ahora.
Él volvió a reír. —Confía en mí.
Así que, por que ella confiaba en él completamente, no protestó mientras le
lavaba el cabello, enjabonaba cada parte de su cuerpo, y se burlaba de ella con
persistentes y lentos toques.
Además, Julie sabía que dos podían jugar a este juego, por lo que le devolvió la
burla, tomándose el tiempo para ponerse cómoda con él y con todos los lugares que sus
manos estaban comenzando a explorar. Era imposible no tomar un cierto tipo de
satisfacción mientras Matt mordía su labio cuando ella dejó que su mano le rozara la
entrepierna.
Estaba sorprendida ante cuan fácil era estar con alguien así. Ella estaba…
tocándolo. Bastante íntimamente. ¿No debería estar más nerviosa? ¿Más cohibida?
Pero no lo estaba. No le importaba no haber hecho exactamente abdominales y
flexiones todo el año en preparación para que Matt la viera desnuda, porque ellos eran
más que eso.
Más tarde en la cama, Julie sabía que nadie antes había estado tan agradecido
de que el agua caliente se agotara. No es que ella hubiese tenido a nadie para
compararlo, pero lo que fuera que Matt le estuviera haciendo con su lengua bajo las
sábanas ahora mismo era casi increíble. Técnicamente, lo que le estaba haciendo por
segunda vez, pero no estaba dispuesta a aportar números y matemáticas y nerdeces a
esto. Aunque el pensamiento se le ocurrió, considerando que Matt pasaba cada cosa
concebible a un nivel escandaloso académico, había una extremadamente buena
posibilidad de que él hubiese investigado extensivamente la anatomía femenina y se
convirtiera en algún tipo de experto en la materia.
Pero ya que era la primera persona en hacer temblar su cuerpo en una manera
que solo ella había logrado antes… Bueno, de ahora en adelante, nunca se quejaría
cuando se pusiera tan absorto en su portátil que no pudiera escuchar ni una sola
palabra de lo que le estaba diciendo.
Dios, él era minucioso y atento de una forma en la que ella no podría haber
soñado. Julie movió su mano abajo, acariciándole el hombro. Ella estaba casi delirante.
Pero no era solo lo que le estaba haciendo físicamente lo que la tenía tan
eufórica. Era él, estar cerca de él. Intercambiando toques, y sonidos, y gusto con la
persona por la que tanto se preocupaba. Cómo Matt la relajaba —a pesar de que ella no
sabía exactamente qué hacer— la guiaba, respondía a ella. Julie sabía que gran parte de
su tiempo juntos durante este último año ella había sido la que tenía el control,
dirigiéndolo en diferentes direcciones con Celeste, tratando de sacarlo de su concha, y
ayudándolo a encontrarse a sí mismo de nuevo en la locura de su familia. Ahora era su
turno para dirigirla, para estar a cargo, y ella necesitaba eso de él. Le gustaba que él
estuviera cuidando de ella. Él haría esto toda la noche si ella lo dejaba.
Y ese pensamiento hizo interrumpir su absoluta felicidad.
Julie extendió la mano y atrajo a Matt hacia ella. Lo besó profundamente,
mostrándole lo mucho que lo deseaba.
—¿Matt?
—¿Estás bien? —preguntó él.
—¿Matthew Watkins, estás retrasándote?
—¿Estoy qué?
—¿Estás haciendo tiempo?
—¿Qué…? ¿Por qué estás…? ¿Quieres que me detenga? Julie, podemos parar en
cualquier momento que quieras. Lo sabes, ¿verdad?
Sonó tan lindo y preocupado que solo confirmó su pensamiento. —Estás
retrasándolo.
Matt deslizó sus brazos debajo de sus hombros y la sostuvo. No dijo nada por un
minuto, pero ella había aprendido a esperarle.
—Quizás un poco —susurró.
—¿Por qué?
—Julie, hasta ésta mañana pensé que te había perdido. Que quizá nunca te
había tenido como para perderte. Y ahora estás aquí, y….
—Matt. —Julie lo besó de nuevo, tranquilizándolo.
Él dejó caer la cabeza, acariciándole el cuello. —No quiero perderte. No de
nuevo.
—No lo harás.
—¿Qué si esto cambia las cosas? ¿Qué si nos estamos moviendo demasiado
rápido, y te arrepientes mañana, y eso es el fin? No quiero que eso pase.
Ella levantó su cabeza y lo hizo mirarla. La luz del pasillo era suficiente para
poder ver cuán genuinamente asustado estaba. Confiar —después de que tantos le
fallaron, incluyéndola— debía ser increíblemente difícil para él.
—Esto no está pasando demasiado rápido. ¿Cómo podría ser? Hemos estado
juntos de una manera u otra ya hace un año. Quiero esto. Te quiero a ti. Sé, sin lugar a
dudas, que estoy aquí ahora mismo por todas las razones correctas. Y sé que tú lo estás,
también.
—Te amo, Julie.
—Dios, te amo, también. Lo hago. Lamento todo lo que dije la primavera pasada.
Sobre no ser capaz de amarte. Me tomó una estúpida cantidad de tiempo para…
reconciliar a ti y… Finn… como todos ustedes.
—Sé que fui un completo idiota.
—Detente. No estoy enfadada en lo más mínimo. Estoy aquí ahora porque elegí
estarlo, no porque esté confundida. No me iré a ningún sitio. En serio. Dime que me
crees. —Él no dijo nada—. Matt, dime que me crees.
—Estoy considerando si creerte o no. Necesito emplear un algoritmo.
—Eso no es divertido.
—Puedes estar intentando engañarme para hacer que duerma contigo.
—¿Está funcionando? Porque estoy desesperada por dormir contigo.
Él estaba temblando. No tan dramáticamente, pero suficiente. Siempre era tan
confiado, prefiriendo cambiar el tema que tratar con lo que no quería discutir, y era tan
diferente a Matt estar tan nervioso. Reaccionar en una manera en la que no podía
controlarlo. Ella sabía que no le gustaba, que lo ponía incómodo, y todavía era una
parte de él que ella adoraba absolutamente cuando él dejaba que la viera.
—¿Matt? ¿Matty? —curvó sus caderas contra él—. Quiero sentirte.
Él sonrió ahora.
—Eso es todo. No me importa si es un truco o no, simplemente mataste
cualquier fuerza de voluntad que tuviera.
Julie suspiró con alivio.
—Oh, gracias a Dios. —Estiró un brazo y buscó a tientas en el suelo junto a la
cama—. Hay una bolsa allí. ¿Puedes tomarla?
Matt se elevó sobre un codo y extendió la mano, tirando una bolsa de plástico
sobre la cama. Él hizo crujir el plástico por un minuto.
—Mira, Julie, me alegra que seas una defensora del sexo seguro y todo, pero…
—Oh, no. ¿No conseguí los correctos?
—Uhm, no es eso. ¿Debes tener setenta? ¿Ochenta condones aquí? No sé lo
que escuchaste, pero incluso los mejores de nosotros tenemos ciertas limitaciones.
—Lo sé. Solo no estaba segura que tipo te… gustaba. Por lo que conseguí
diversidad.
Matt se inclinó. La besó, luego pasó la punta de su lengua sobre su labio
superior.
—Entonces digo que probemos tantos como podamos. —Tomó una caja de la
bolsa y levantó su cuerpo.
Julie tenía sus manos en su cabello mientras luchaba por controlarse en lo que
esperaba los insoportables segundos que le tomó a él ponerse el condón. No podía
soportar estar apartada de él. No había nada que deseara más que estar lo más cerca
posible de él, y estos pocos momentos eran una tortura. Podía sentir cómo se retorcía
en la cama, incapaz de controlar cuán casi frenética estaba por esto. Por él. Tal vez se
suponía que debía estar actuando más... virginal... o algo así, pero como le había dicho a
Matt, ellos ya habían estado teniendo una relación por muchos meses. Iba a estar tan
frenética como quisiera.
Luego su cuerpo estaba por encima del de ella, su pecho apenas tocándola
mientras se sostenía a sí mismo sobre sus codos, manteniendo su peso justo por encima
de ella. Matt la besó en la boca, la mejilla, el cuello.
—Gracias —susurró él.
—¿Por qué?
—Por dejarme ser tu primero.
—No lo haría de ninguna otra forma.
Empezó a moverse dentro de ella. Muy lentamente. Solo un pequeño
movimiento a la vez. Julie arqueó su espalda y apretó el agarre en su espalda. Él se
detuvo.
—¿Julie? —preguntó suavemente.
—Sí. No pares. Por favor no pares.
—No quiero herirte.
—No lo estás haciendo. No pares —dijo ella. Movió sus manos a su espalda baja,
presionándolo gentilmente. Ella podía sentir su respiración retomarse. No era
completamente cierto que no la estaba hiriendo para nada, pero no importaba. Él era
perfecto.
Se empujó más dentro de ella y gimió, luego retrocedió un poco antes de
deslizarse incluso más profundo.
Ella se forzó a sí misma a no tensarse, manteniendo su cuerpo relajado, así podía
tomarlo dentro, porque la pequeña parte de esto que dolía era perderse en todo lo que
se sentía tan bien. Presionó su mejilla contra la de él. Aflojó el agarré que tenía en su
espalda, las manos empezando a alejarse mientras buscaban más de él. Él salió con
cuidado y comenzó a encontrar un ritmo, deslizándose dentro y fuera justo en el ritmo
que ella podía tomar. Julie volvió la cabeza, deslizando la lengua en su boca. Dios, era un
besador increíble. Volvió a esa noche en su habitación, la primera vez que él la había
sostenido en sus brazos y la primera vez que se habían besado. Ambos habían tenido
tantas barreras hasta entonces, pero era difícil mirar atrás y no preguntarse cómo pudo
dejar que las cosas entre ellos se detuvieran esa noche. ¿Cómo no se había derretido
totalmente y le hizo seguir besándola entonces? ¿Cómo no había envuelto su cuerpo
alrededor de él, tomando todo lo que podía dar?
Julie movió sus manos entre ellos, empujando contra su pecho. Él enderezó sus
brazos, levantándose, sin dejar de mecer sus caderas contra ella. Ella quería ver ahora
cómo se veía cuando hacia el amor con ella. Y era amor. Ella pudo verlo en sus ojos.
Bien, también había lujuria ahí, pero era la combinación embriagadora de los dos que la
estaba lanzando a una sobrecarga sensorial.
Ella miró abajo entre ellos. Él sabía justo como manejar su cuerpo, cómo cuidar
de ella. Se levantó contra él, igualando su ritmo. —Dios, Matt….
Él le sonrió suavemente.
—Más —le dijo ella, su voz casi inaudible. Era difícil para ella hablar ahora—.
Más.
Matt empezó a moverse más rápido, todavía constante y uniforme, pero más
rápido. Ella cerró los ojos, permitiendo irse a la deriva con esto. Pasó las manos por los
brazos, los hombros, el pecho, empezando a perder cualquier pizca de inhibición que
quedaba. Lo único por hacer ahora era permitirse ser llevada a ese lugar casi semi-
consciente, un lugar en el que solo estaban ellos dos y su deseo, la sensación, la
necesidad. No había nada más ahora.
Deben haber detenido mundo. Ellos simplemente debieron hacerlo.
Julie escuchó a Matt. Ella podía ser superada fácilmente por sus sonidos. El
pequeño gruñido que escapaba de sus labios cuando comenzó a penetrarla con más
fuerza. El cambio en su respiración le dijo que se estaba acercando. El temblor en su voz
cuando dijo una y otra vez que la amaba, que la quería a ella completamente, que se
sentía increíblemente bien. Quería quedarse así para siempre. Pero con la forma en que
Matt estaba trabajando su cuerpo contra el de ella, sabía que él estaba cerca. Julie
quería tanto esto para él. No importaba que estuviera empezando a picar y que tal vez
ella estuviera usando sus manos en su cintura para tirar de él más de lo que debería. No
iba a reducir la velocidad. Después de todo lo que él hizo para ella y para esta noche,
quería darle tanto placer como pudiese.
Se movían tan bien juntos ahora. Julie envolvió sus piernas alrededor de él, y
Matt gimió de nuevo, más fuerte ahora. Deslizó una mano bajo su espalda, llevándolos
incluso más cerca.
—Matty —le susurró. Julie jadeó cuando todo su cuerpo se tensó. Ella lo
escuchó, se adentró en su sonido y su manera de moverse contra ella cuando empezó a
temblar. Ella sabía que nunca tendría suficiente de esto.
Finalmente, desaceleró. En el momento en que recuperaba el aliento, su boca
encontró la de ella otra vez, y él la besó mientras se recuperaba, permaneciendo en su
interior. Julie arrastró sus manos por el pelo, acunándolo, amándolo.
Matt alejó sus labios y dulcemente acarició su nariz contra la suya.
—¿Estás bien? ¿No te… lastimé? Lo siento si… Dios, te sentiste tan…
impresionante. Todo sobre ti es asombroso. Me quedé un poco perdido allí por un
momento.
—Posiblemente no podría sentirme mejor ahora mismo.
Todavía estaban unidos, se quedaron quietos, acurrucándose y extrayendo los
momentos que vienen con la calma tras el fervor. Nunca habría otro momento tan
importante y valioso como éste. Ambos lo sabían. Encontrarían otros momentos —
quizás incluso mejores— pero ninguno con el estilo exacto de éste.
Después, cuando llegó el momento de salir de ese lugar precioso, Julie miró la
bolsa en el suelo. —Entonces, eso es uno menos, ¿setenta y nueve para seguir?
Matt rió. —Puede ser que necesite un minuto. No puedo esperar para ir a través
de esta bastante extensa colección, pero puede que necesite un minuto. —Él le acarició
la clavícula con sus labios—. Pero hasta entonces, estoy seguro que podemos encontrar
algo más que hacer. Además, ¿debes estar adolorida?
—Un poco —admitió ella.
—Quizás puedo ayudarte con eso. Por ejemplo… —Su boca nunca dejó su piel
mientras sus labios se arrastraban hasta el hombro. Ella casi lo detuvo cuando él levantó
su cuerpo de modo que ya no estaba contra ella, pero luego esos besos encontraron sus
pechos, después viajando por vientre y no pararon hasta que fueron colocados entre
sus muslos—. Si hiciera algo muy, muy cuidadosamente, a lo mejor podría distraerte de
tu molestia. —Matt movió sus manos debajo de ella, levantándola hacia él.
Por mucho que Julie admiraba su genio excepcional cuando se trataba de todo
lo relacionado con matemáticas, informática y física, prefería mucho más la divina
utilidad de su inteligencia a la hora de otras cosas.
—Sí. Creo… Creo que eso puede funcionar.
Y entonces habían terminado de hablar.
Tessa_

Kyda, Lune, Ione, LunaGrey, Tessa_, MartinaRouillet, Leon Juneau, 6NadineS

Mass_, EliBlackWay, DebbyCallahan, Jade Lewis

Tessa_

Tessa_
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Para la estudiante de último año de secundaria,
, cada día es una prueba brutal
de valentía. Y Celeste está asustada. Distanciada
por ser muy inteligente, por su discurso
demasiado afectado y sus habilidades sociales
muy por fuera de la norma, parece no tener más
remedio que refugiarse en el aislamiento.
Pero la universidad podría liberarla, ¿no? Si
puede superar este agotador último año,
entonces quizá. Si puede encontrar a aquella
persona que le lance un salvavidas, entonces tal
vez, sólo tal vez.

, un estudiante de segundo año de


la universidad con su propio conjunto de
peculiaridades, podría ser esa persona que la
saque de un mundo de soledad, que la rescate
—es decir, si ella se lo permite.
Juntos, pueden funcionar. Juntos, pueden salvarse mutuamente. Y juntos también
pueden salvar a otra pareja —dos personas que Celeste sabe que están absoluta,
positivamente y completamente enamorados.

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