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El ‘Diseño Inteligente’.

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El Diseño Inteligente es la alternativa científica a la imposibilidad de la Teoría de la Evolución, en cualquiera


de sus variantes, para explicar el origen y la complejidad de los seres vivos a la luz de los conocimientos de
la Biología en el siglo XXI. En el siglo XIX, cuando Darwin escribió “El Origen de la Especies por Selección
Natural”, no se tenía la menor idea de cómo era una célula por dentro, ni del sustrato de la herencia,
contenido en el ADN. Más tarde, ya en el siglo XX, se reformuló el mecanismo Darwinista de la Evolución de
las Especies, apelando a las Mutaciones al Azar + Selección Natural. Esta explicación, en principio legítima
como hipótesis, se vio frontalmente desafiada por los hechos empíricos y lo expresaron, fundamentalmente,
algunos genetistas y matemáticos. ¿Cómo van a ser las mutaciones genéticas el motor de la mejora de las
Especies? Experimentalmente o por observación de la realidad, se ha comprobado que lo menos inocuo
que pueden producir las mutaciones es no ocasionar nada importante (si no afectan a la síntesis de una
proteína esencial), pero lo normal es que produzcan enfermedad o la muerte del ser que las padezca. Esta
paradoja despertó interrogantes sobre la validez de la hipótesis en científicos ya en los años ´60 del siglo
pasado (Pierre Grassé, Marcel Schützenberger, etc.), en los años ´80 (Colin Patterson), y especialmente en
el bioquímico australiano Michael Denton que en 1986 publicó “La Evolución, una Teoría en crisis”; si algo
caracteriza a Denton es su agnosticismo religioso y su sagacidad y honestidad investigadora. Lo expuesto
hasta ahora se refiere a los supuestos mecanismos de cambio de especie (la Evolución propone un
ancestro común, una célula que se formó casualmente, junto con un lentísimo cambio progresivo hacia
especies mejoradas y mejor adaptadas al medio, hasta llegar a nosotros, los humanos. Las “mutaciones al
azar” son un mecanismo imposible para producir especies más complejas. Deterioran las existentes. Las
“mutaciones positivas” no pasan de ser una entelequia fantasiosa. No se observan en Biología. Pero sobre
el Origen de la Vida, la hipótesis evolucionista tampoco se ha visto confirmada. La supuesta “sopa
prebiótica” de la que por casualidad habría surgido la vida hace millones de años nunca ha podido ser
reproducida en laboratorio. Nunca se ha conseguido generar cadenas de aminoácidos o de nucleótidos (los
eslabones del ADN o ARN) que funcionasen. El “mundo del ARN”, es otro escenario fantasioso, pequeñas
porciones de ARN, con actividad enzimática para hacer expresar a otras cadenas la información que
contienen… Los jóvenes científicos entusiastas que, a partir de los experimentos de Miller en 1953, se
lanzaron ilusionados a la investigación de diferentes escenarios químicos para producir, de forma natural,
proteínas o nucleótidos, acabaron en el desánimo y, varios de ellos (Prof. Dean Kenyon), en el campo del
Creacionismo o del Diseño Inteligente. Pero, quizás, el mayor escollo con el que la Teoría de la Evolución
se ha encontrado, está en lo que se ha ido conociendo sobre cómo es la célula por dentro. La célula está
llena de “máquinas” proteínicas de una tremenda complejidad. La máquina que mueve el flagelo de una
bacteria, el conjunto de proteínas que al activarse unas a otras permiten la generación de una corriente
eléctrica desde la retina al cerebro para que éste la interprete y podamos ver, la cadena de proteínas
activadas que induce la coagulación de la sangre, los mecanismos con que los ribosomas “leen” las
porciones de ARN y producen los cientos o miles de proteínas diferentes que hacen que una célula viva y
aporte su función a un organismo pluricelular, etc., etc., etc. Otro hecho fundamental que se ha descubierto
es que el ADN contiene “Información”: la doble hélice no es la información, es un vehículo (igual que el
papel y tinta, o un jeroglífico no son información, son “medios” para transmitirla, una “inteligencia” que hay
detrás los usa para comunicar algo; la información es algo inmaterial). Los códigos son sistemas utilizados
por seres inteligentes para comunicar información. El “Código Genético” es un código, mediante la
combinación de 4 letras (ACTG), en grupos de 3; llama a aminoácidos del citoplasma celular para unirlos y
formar proteínas funcionales. En lo que se refiere a las máquinas intracelulares, no hay forma de explicar su
funcionamiento por un proceso de “paso a paso”: o están todas las partes juntas desde el principio o nunca
podrían desarrollar la función (igual que un coche que no tiene, al menos, organizados y en su sitio desde el
principio, unas ruedas, un eje, un volante y un motor, nunca podría moverse). La Teoría de la Evolución no
ha demostrado tener una respuesta científica plausible para el origen de la vida, ni para la diversidad de la
vida (la multitud de animales y plantas que existen), ni para la complejidad de la vida, de la cual Darwin en
su época no tenía el menor atisbo. ¿Por qué seguir manteniéndola? A principios de los años ´90 del siglo
pasado el Prof. Philip Johnson, una mente analítica privilegiada, catedrático de Derecho en la Universidad
de Berkeley, durante un año sabático en Inglaterra se dedicó a estudiar la Teoría de la Evolución en
profundidad, con el desapasionamiento y libertad de mente de alguien que se dedica profesionalmente a
otro campo, el Derecho, las pruebas, los juicios. Fruto de ese estudio fue su libro “Proceso a Darwin”
(Darwin on Trial) donde, simulando un juicio, muestra de forma descarnada, demoledora, pero muy
elegante, la falta de sustento científico serio de los argumentos del Darwinismo, a la luz de los
conocimientos actuales en Biología. En ocasiones hace falta un observador externo para decirle al rey que
está desnudo. Ese libro fue una bomba que despertó a muchos hombres de ciencia que, aun teniendo la
mosca detrás de la oreja sobre el desencaje entre lo que iban descubriendo y el paradigma dogmático de la
Evolución, no sabían cómo, o no se atrevían, a expresarlo abiertamente. El Prof. Johnson sirvió de
catalizador para que el Prof. Michael Behe, bioquímico, William Dembski, matemático, Paul Nelson, biólogo,
Stephen Meyer, biólogo, David Berlinski, filósofo, y otros muchos científicos, se reuniesen, expusiesen sus
objeciones al paradigma “oficial” y articulasen una Nueva Teoría, un Paradigma alternativo a la Evolución.
La evidencia de Información extensísima en el más sencillo de los seres vivos y la complejidad pasmosa de
los mecanismos intracelulares no pueden ser explicados dentro de los parámetros de la Evolución,
naturalismo, azar y tiempo (el tiempo, per se, lo que hace es aumentar la desorganización, la Entropía, de
los sistemas organizados, no mejorarlos), pero sí se pueden explicar si se acepta lo evidente, que en
Biología hay muestras irrefutables de Diseño e Inteligencia. Esta Teoría Científica no tiene nada que ver con
la mística o la religión, sino simplemente con la lógica empírica que debe guiar todo progreso en el
conocimiento científico. Hasta que se articuló este nuevo paradigma en Biología, los críticos con la
Evolución, que ya conocían de las carencias explicativas de ésta, se adscribían al AntiDarwinismo, al
Creacionismo Bíblico, al Creacionismo a secas, etc., y son dignos de encomio y de reconocimiento los
trabajos pioneros del Dr. Henry Morris y de Ken Ham y su “Answers in Génesis”, y otros muchos. En
España, el esfuerzo ingente de traducción y difusión de Santiago Escuain y su página SEDIN, desde los
años ´70 del siglo pasado. Los cristianos tenemos una deuda de gratitud con ellos porque nos aportaron los
datos que nos permitieron ser cristianos con una mente no esquizofrénica al leer la Biblia y, de forma
especial, el libro del Génesis. Desde una perspectiva puramente científica, a la Evolución hay que
contraponer la ciencia empírica actual, con la Teoría del Diseño Inteligente, que no pretende decir quién es
el diseñador, solo constatar que en Biología hay muestras de Diseño e Inteligencia, porque si no, no hay
explicación razonable para lo que se descubre en la célula y, a partir de ahí, trabajar en la Biología positiva
(buscar la causa genética de muchas enfermedades y como atajarlas, estudiar los comportamientos
admirables de los animales y plantas existentes, producir semillas o animales más productivos, etc, etc. y
dejar de perder el tiempo y el dinero de los contribuyentes en la búsqueda de fósiles intermedios, que no
aparecen nunca, en la búsqueda del cómo un mamífero terrestre se convirtió en una ballena o un ratón en
un murciélago, en la búsqueda de escenarios químicos prebióticos, que han fallado todos, o en tratar de
ingeniar soluciones evolutivas fantasiosas para explicar la complejidad de lo que se observa). Pero en un
paso más allá de la Teoría Científica del Diseño Inteligente, que no se mete en ello, los que hemos conocido
la Revelación del Diseñador, en la Biblia, al menos un servidor, nos reconocemos como Creacionistas
Bíblicos, porque no conocemos un solo dato de la ciencia empírica que pueda poner en tela de juicio la
literalidad del Libro del Génesis. Se preguntaban algunos qué es el Diseño Inteligente con un deje
despectivo; pues es una Teoria Científica, y es el futuro. El Evolucionismo es un paradigma fallido, es
cuestión de tiempo el que se manifiesten públicamente las maniobras deshonestas de parte del
Establishment Biológico para mantenerlo vivo. Ben Stein en su película “Expulsados, no se permite la
Inteligencia” (“Expelled, no Intelligence allowed”, en el original inglés) ya hizo un primer acercamiento al
tema. El “Evolucionismo-Teísta” es un pozo de confusión para los cristianos, una perspectiva contraria a la
ciencia actual y, además, el hazmerreír de los ateos irredentos como Richard Dawkins y otros, a los que se
pretende no enfadar, para los cuales la Evolución es el único sostén “científico-filosófico” en su rechazo a lo
Trascendente.

ANTONIO R. MARTÍNEZ FERNÁNDEZ ESPAÑA 09 DE MARZO DE 2017.

Dr en Medicina - León, España

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