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espacio como eje alternativo del cambio social y económico la fuerza que impulsa el
desarrollo de las sociedades modernas es el aprendizaje, es decir, la capacidad de un
colectivo para crear a partir de su entorno cultural, un capital humano e intelectual que le
permiten afrontar los retos posteriores mediante el desarrollo de nuevas herramientas que
generen conocimiento, la cultura es un recurso imprescindible y abundante para generar
“conocimiento”. El desarrollo sostenible depende ahora de la capacidad de creación,
innovación y de cómo se aplican estas nuevas ideas.
La cultura puede ser definida en términos generales como”el mecanismo a través del cual
los individuos, las comunidades y las naciones se definen a si mismos. Por medio de la
cultura uno busca la satisfacción en un sentido individual, y de forma simultánea
desarrolla el sentido de identidad grupal.”
También puede ser entendida como “la capacidad colectiva para satisfacer una de
nuestras necesidades más básicas, y el derecho a definir cuáles son justamente esas
necesidades.
UNESCO, se declaró: "La cultura constituye una dimensión fundamental del proceso de
desarrollo y contribuye a fortalecer la independencia, la soberanía y la identidad... Es
indispensable humanizar el desarrollo; su fin último es la persona en su dignidad
individual y en su responsabilidad social... El hombre es el principio y el fin del desarrollo...
Sólo puede asegurarse un desarrollo equilibrado mediante la integración de los factores
culturales en las estrategias
Para alcanzarlo; en consecuencia, tales estrategias deberían tomar en cuenta siempre la
dimensión histórica, social y cultural de cada sociedad" También señala que " un
desarrollo disociado de su contexto humano y cultural es solo un crecimiento sin alma”.
Una escena cultural prospera es considerada una ventaja comparativa en todo centro
urbano como estrategia para confrontar los retos de la competitividad global. Las ciudades
se han transformado a partir del surgimiento de un nuevo paradigma basado en las
“estilos de vida” de una nueva generación más consciente e interesada por el entorno
cultural que la rodea.
La ciudad moderna debe de ser un espacio innovador, alternativo, diverso, accesible y
tolerante para lograr ese cambio y revitalizar la economía local en base al estímulo de las
nuevas industrias culturales. Ejemplo de ello son los barrios culturales (Manchester,
Dublín, Barcelona, Berlín) donde existe una promoción constante de actividades culturales
(eventos culturales, espacios culturales, diversidad). Hablamos de espacios enriquecidos
por una pluralidad de ideas, valores y necesidades manifestadas en términos de
expresión literaria, acústica, visual y sensorial. La regeneración cultural de estos barrios a
partir de la cultura, incentiva el desarrollo de nuevos espacios comerciales y
empresariales.
La “nueva clase creativa” de la que hace referencia Richard Florida, está definida por la
variedad de colectivos que la conforman. Generalmente son tolerantes ante la diversidad
étnica y sexual, y están compuestos por colectivos como bohemios, artistas, escritores,
músicos, diseñadores, informáticos, asesores financieros, arquitectos, artesanos, etc., es
decir, gente cuyo potencial se basa en la creatividad y sobre todo, que busca un espacio
con características muy específicas para desarrollar un medio ambiente distintivo. “Sin la
diversidad, sin el factor “freak”, raro, alternativo, sin la diferencia, sin la tolerancia, una
ciudad tiende a morir. Las ciudades no necesitan centros comerciales o centros de
convenciones para ser económicamente exitosas, necesitan gente creativa y excéntrica.
El seguimiento, tipo y calidad de las áreas comerciales que se desarrollan en estas zonas
son directamente influenciadas por el tipo de trabajadores o profesionales de las cuales
están compuestas.” La atracción y retención de talento profesional es la fórmula hacia el
éxito de regeneración de iniciativas como mecanismo de desarrollo y mantenimiento de la
calidad de vida de una localidad.
Arte y cultura son dos elementos actualmente asociados con el desarrollo económico de
las ciudades y con la evolución de los barrios y comunidades a partir del estímulo de
valores relativos al capital social. La dimensión cultural de una urbe cosmopolita se teje a
partir de las relaciones que se establecen entre los diferentes actores que la componen.
Las estrategias de regeneración cultural que se centran solo en los factores tradicionales
de la política pública (empleo, educación) pueden fracasar si la calidad del lugar no es
mejorada con otros aspectos. Las políticas culturales son multidimensionales, a la vez que
incentivan el crecimiento económico mejoran el entorno, y simultáneamente fomentan el
desarrollo de empleos y el empoderamiento social.
Las organizaciones culturales benefician a las comunidades de una manera en que las
instituciones educativas difícilmente podrían. Una serie de estudios en UK dieron cuenta
que en aquellos barrios donde había una fuerte presencia de instituciones culturales,
existía un nivel de deterioro del entorno menor, que en aquellas donde no existían. Esto
no solo favorecía el aspecto estético de la comunidad, sino que también se percibía una
actividad comercial estable y una mejor relación entre los diferentes colectivos
multiculturales que congeniaban en estas áreas.
Capital social como el proceso dentro del cual la comunidad despierta una cierta
creencia en sus capacidades, por lo que se proponen retos y deciden unirse para su
logro.
Una ciudad sustentable es aquella que ha creado una serie de políticas que pretendan
asegurar la disponibilidad, utilización y re-utilización de los recursos, así como la creación
de un espacio optimo que mejore la calidad de vida y el sentido de igualdad, que facilite el
crecimiento económico y que asegure la prosperidad a generaciones futuras
Definitivamente uno de los grandes problemas que tiene nuestra ciudad y que si se le
pone atención podría ayudar en la solución de serias dificultades que tenemos, es la falta
de cultura ciudadana.
Nuestra ciudad sería mucho mejor y más vivible si todos nosotros pusiéramos en práctica
estos elementos, porque muchos de los conflictos y problemas que vivimos se generan
por falta de cultura ciudadana.
La administración municipal debería contemplar, para la formulación de su plan de acción
con miras a los próximos tres años, la ejecución de un trabajo serio y estructurado en este
sentido. Muchas de nuestras dificultades como las basuras, la contaminación por ruido, el
caos en el transporte, la inseguridad y la convivencia ciudadana, podrían atenuarse con
una buena dosis de cultura ciudadana.
El arrojar las basuras a la calle y no respetar los turnos de los vehículos recolectores,
atentando contra la estética de la ciudad, son ejemplos de falta de cultura y disciplina.
Igual sucede con la contaminación auditiva que se genera en muchos sectores de la
ciudad, especialmente en el centro, donde el ruido de los motores y los pitos de los
vehículos sumados a los escandalosos parlantes de los vendedores ambulantes, sin
ningún control, generan un verdadero caos para nuestros oídos.
Los abusos en las tarifas por parte de los taxistas, el manejo agresivo de los conductores
de servicio públicos, el incumplimiento de las normas de tránsito y de las de seguridad por
parte de automovilistas y motocicletas, así como la imprudencia de los peatones también
podrían superarse en gran medida con respeto y tolerancia.
Claro que todo esto debe ir acompañado de mucha autoridad por parte de la
administración municipal, porque no solo con cultura ciudadana se logran los cambios.
Esta herramienta es muy importante, pero también es necesario la mano de las
autoridades para reforzar este otro componente cívico.
Esta tarea no la debe desarrollar solamente la administración local sino que debe ir
acompañada por el apoyo de los gremios, la iglesia, los medios de comunicación y por su
puesto la misma ciudadanía.