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UNMDP-Facultad de Psicología
Alumno: Matías Cardoselli
Cátedra: Psicología Institucional y Comunitaria
ATP: Scolni, Mirta.
Consideraciones previas
Es imposible pensar la violencia hacia la mujer, como si fuera algo que sucediera en el aire,
ajeno a cualquier contexto y por fuera del sistema patriarcal. Entendiendo a este como la
base donde se asientan las instituciones de donde emanan los discursos que justifican,
posibilitan y alientan determinadas relaciones sociales jerarquizadas según el sexo,
marcadas por la violencia y la dominación del hombre sobre la mujer.
Estos discursos que conforman realidad, nos muestran las cosas como ya dadas, y
naturalizan dichas relaciones como algo natural” donde existen formas lícitas de ser
hombre, de ser mujer y donde aquello por fuera de la norma, no sólo no corresponde, sino
que es sancionado.
Si estos discursos que circulan son los que instauran verdad y posibilitan las prácticas, no es
acaso en el lenguaje mismo donde debemos empezar a pensar el patriarcado y sus efectos?.
Conceptualizar esto siendo que la principal herramienta de trabajo del psicólogo es la
palabra, creo yo, no es poca cosa.
En 2009 se sanciona la Ley 26.485: Ley de Protección Integral Para Prevenir, Sancionar,
Erradicar la Violencia Contra las Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen sus
Relaciones Interpersonales.
Según el artículo 4 de la misma, se entiende por violencia contra las mujeres “toda
conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público
como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad,
dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también
su seguridad personal. ” Aclarando además que “quedan comprendidas las perpetradas
desde el Estado o por sus agentes.”
La ley establece que existen distintos tipos de violencia hacia la mujer, y también diversas
modalidades. En cuanto a los tipos, describe cinco: violencia física, psicológica, sexual,
económica y patrimonial, y simbólica.
● Sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin
acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida
sexual o reproductiva.
● Violencia doméstica: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo
familiar.
● Violencia laboral: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo
públicos o privados.
● Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los
procesos reproductivos de las mujeres.
“Ella se lo busco”
Tomemos el caso de Ivana Rosales como prototipia para pensar los efectos del patriarcado,
hechos carne en su cuerpo, donde la diferencia entre la vida y el ser un número más en las
filas de las estadísticas de los femicidios en argentina, fue tan sólo una llamada. El femicidio,
no es un crimen pasional, sino el asesinato de una mujer a la cual se la cree propiedad, y en
tanto propiedad, inferior. Para que esto ocurra dice Ana Maria Fernandez, es necesario que
previamente la sociedad en general, previamente halla inferiorizado al conjunto de mujeres,
es así entonces como la violencia contra las mujeres se despliega como un “continuum de
terror”, siempre de violentamientos crecientes, pero esto no se da en el aire sino que
produce y reproduce un sistema de actitudes, ideas, valores, prácticas, roles y
posicionamientos construidos socialmente diferenciados según el género, que derivan en la
dominación, sumisión y desigualdad entre mujeres y varones.
Estas condiciones previas posibilitaron que Ivana transitara, padeciera, una situación que
Ulloa denominan encerrona trágica, siendo esta una situación de dos lugares, sin un tercero
que interceda, que apele, sin ley donde la víctima para dejar de sufrir, para no morir,
depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es totalmente rechazado.
Situación paradigmática del desamparo cruel que opera en nuestra sociedad. Esta crueldad
tiene su origen en la constitución inicial del sujeto y se caracteriza por la falencia de la
ternura como primer anidamiento. Pero esto no es suficiente para que se dé el despliegue
de la crueldad de un sujeto, desplegando sus potencialidades hasta su máxima expresión,
sino que a su vez son necesarios dispositivos socioculturales posteriores, que o bien reparen
este origen fallido de la subjetividad, o lo acrecienten posibilitando que este sujeto de
rienda suelta a su crueldad y la lleve hasta su último exponente.
Estamos dice Ana María, frente a una amplísima trama de complicidades de distintos
organismos de estado con las expresiones más feroces del patriarcado. El estado, a través
de sus aparatos de seguridad y justicia, deja caer, es decir desampara material y
subjetivamente a estas mujeres en grave riesgo de muerte a través de múltiples
complicidades, negligencias burocráticas y fallos posteriores que generalmente favorecen al
femicida. Particular complementación entre las ferocidades del patriarcado y el estado
“democrático”.
Lo cruel se hace cultura, cultura de la mortificación en que la fecunda idea freudiana del
malestar de la cultura es trocada por: malestar hecho cultura, donde claudica la valentía, la
inteligencia, y el cuerpo se des-adueña. Aquí la mortificación no sólo alude a muerte sino,
fundamentalmente, a mortecino; sujeto coartado, en el que la queja nunca adviene
protesta, y la transgresión a este acostumbramiento mortificado se queda sólo en una
eventual infracción…”… “En la mortificación de "lo cruel", la ética queda reducida a una
ética abstinente, atenta a lo que no se debe hacer, pero sin que aparezca el imperativo de
advertir y accionar sobre las condiciones socioculturales y políticas que originan y sostienen
esa situación mortificada.”
Es que la crueldad no se limita sólo a la tortura sino que también puede adoptar muchas
formas, muchas de estas socialmente encubiertas y que procuran cierto provecho. Aquí es
cuando el saber que pretende saber toda la verdad sobre la verdad, discrimina todo otro
saber que no coincida con el suyo. Esa discriminación odia y cuando puede, elimina.
Eliminación que abarca diferentes grados, desde la indiferencia hasta la posibilidad de
desechar a un semejante, desconociendolo como tal y negarle, en su presunción de
inferioridad, la condición humana.
La ley tiene por objeto, garantizar entre otras cosas, la eliminación de la discriminación
entre mujeres y varones en todos los órdenes de la vida, el derecho de las mujeres a vivir
una vida sin violencia, las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y
erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus
manifestaciones y ámbitos, el desarrollo de políticas públicas de carácter interinstitucional
sobre violencia contra las mujeres, la remoción de patrones socioculturales que promueven
y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres, el acceso a
la justicia de las mujeres que padecen violencia, la asistencia integral a las mujeres que
padecen violencia en las áreas estatales y privadas que realicen actividades programáticas
destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados de violencia.
La violencia hacia las mujeres, es una cuestión política y social, donde para que sea pausible
su erradicación, es necesario llevar a cabo políticas a nivel nacional, que pongan en acciones
concretas las disposiciones de la ley.
El Plan Nacional de acción para la prevención, asistencia y erradicación de las violencias
contra las mujeres, se presenta en 2017 con el objetivo de “implementar políticas públicas
con perspectiva de género para prevenir, asistir y erradicar la violencia hacia las mujeres de
acuerdo a las disposiciones de la mencionada Ley de Protección Integral a las mujeres
(26.485).” y cuenta con dos ejes principales, uno orientado a la prevención y otro hacia la
atención integral de las mujeres en situación de violencia de género. A su vez cuenta con
tres ejes transversales que apuntan a la formación en perspectiva de género en todos los
niveles, (docentes, no docentes, dirigentes gremiales, efectora/es de salud, colegios,
personal fuerzas de seguridad y defensa, periodistas, agencias de publicidad, medios de
comunicación, etc.) un fuerte trabajo de articulación y coordinación institucional
( coordinación con Ministerios Nacionales, Poderes Ejecutivos, Poder Judicial y
fortalecimiento del Consejo Federal de las Mujeres, de la institucionalidad de género en
todo el país, etc.) y un permanente monitoreo y evaluación de las políticas públicas
(fortalecimiento del sistema de recolección de datos de la Línea 144, fortalecimiento de la
investigación en materia de género, consolidación de un sistema nacional de estadísticas
sobre violencia contra las mujeres, etc.).
Se proponen un total de 69 medidas, y 137 acciones, detalladas en el tercer apartado, que
responde al para qué del Plan Nacional.
Intervenciones posibles
A partir de lo expuesto anteriormente se propone la conformación de talleres
interdisciplinarios, a desarrollarse en los distintos niveles educativos, y sociedades de
fomento barriales, adaptando los contenidos a cada uno de los contextos y niveles donde
estos se fueran a desarrollar, pero bajo los mismos lineamientos y objetivos. Estos estarán
conformados por 5 encuentros donde se llevarán a cabo actividades socio dramáticas en
una primera instancia, y donde se intentara desnaturalizar los discursos patriarcales
circundantes, aportando una perspectiva de visión de género, y culminando este con una
sección de historias de vida, donde acuda una mujer que halla padecido en carne propia la
violencia de género y este dispuesta a dicha actividad pensada desde la militancia, para
contar tu experiencia e invitando a partir de este punto a que los demás integrantes del
taller expongan sus experiencias en lo que respecta a la violencia de género, poniendo a
disposición de estos las herramientas necesarias para poder afrontar dichas situaciones y
captando aquellas personas en situaciones de riesgo cuando los coordinadores así lo
consideren.
Los objetivos del taller por lo tanto serán:
● Educar a partir de la desnaturalización de los discursos, entendiendo que esta es una
forma de prevención
● Brindar un espacio de escucha donde los sujetos aprendan de experiencias de
violencia de quienes pudieron salir de estas
● Posibilitar que los integrantes desnaturalicen sus situaciones y puedan exponerlas,
entendiendo la enunciación como el primer paso hacia un cambio
● Captar a partir del último punto a aquellas personas en situación de riesgo logrando
una intervención efectiva.
Conclusiones
● Ulloa, F. (2011) Salud ele-mental con toda la mar detrás. Buenos Aires: Libros del
Zorzal