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Gran Canciller
S. E. R. Cardenal Jorge Bergoglio
Rector
Mons. Dr. Alfredo Zecca
Consejo de honor
Pedro Luis Barcia
Mons. Guillermo Blanco
Carlos Pedro Blaquier
Philippe de Boissieu
Guillermo Jaim Etcheverry
Víctor Massuh
Adalberto Rodríguez Giavarini
Manuel Sacerdote
Julio Maria Sanguinetti
Guillermo Scarabino
Directora
Cecilia Cavanagh
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PATROCINAN
TELEFÓNICA
Fotografías
Pedro Roth
Matias Roth
Informes
Tel. 4349-0200 / 4338-0801
pabellon_artes@uca.edu.ar
Horario
Martes a domingo de 11 a 19 hs.
Lunes cerrado
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INTRODUCCIÓN
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cazadores correntinos, además de un cuerpo de artillería, compuesto por hijos de la tierra,
en que se mezclaban blancos, pardos, indios y negros.
En cuanto a los españoles, se dividieron en cinco tercios: Andaluces, Cántabros, Ca-
talanes, Gallegos y Montañeses, sin que cada uno fuera exclusivo de la región que repre-
sentaban, pues ingresaron oriundos de otros lugares e hijos de peninsulares nacidos en el
Virreinato. Por su parte, el Cabildo equipó su propio cuerpo de artillería, denominado de la
Unión. Además, para la hora de la lucha, estuvieron codo con codo la marinería y fuerzas
de desembarco del Apostadero Naval de Montevideo.
Los soldados elegían a sus oficiales, y éstos a los jefes. Pero dicho procedimiento no
afectó la disciplina en las diversas circunstancias.
Cada unidad contaba con vistosos uniformes, adquiridos con el peculio de sus propios
integrantes, quienes se hacían cargo de solventar el vestuario de los soldados que no con-
taban con recursos para adquirirlo. Las banderas distintivas de los cuerpos eran también
producto del aporte económico de sus miembros. Cornelio Saavedra, Juan Martín de Pue-
yrredón, Martín Rodríguez, Manuel Belgrano, Antonio Ortiz de Ocampo y otros hombres
de Mayo de 1810, recibirían su bautismo de fuego en las jornadas de 1806 y 1807.
Excepto los marinos del Apostadero, casi todos debieron capacitarse en las artes de
la guerra, pues hasta entonces, salvo en contadas ocasiones, habían sido convocados sólo
en forma circunstancial. Y Liniers, el que mayor capacidad militar tenía, aunque fuese más
ducho a las refriegas navales que a los combates terrestres, supervisó cada movimiento,
para cerciorarse de que los jefes y oficiales se regían por una misma táctica para la lucha y
empleaban voces de mando iguales para ordenar los respectivos movimientos y evitar de ese
modo las confusiones en el combate.
Los veteranos británicos, no encontrarían un puñado de atolondrados sino hombres
orgullosos y decididos, con una instrucción capaz de darles eficaz batalla.
Así fue. Tras el desembarco inglés, el 28 de junio, en la Ensenada de Barragán, el to-
que de generala, el tañido de la campana del Cabildo y los disparos de artillería convenidos,
pusieron a los habitantes sobre las armas. Más allá de ciertos errores tácticos del propio Li-
niers, no se perdió el control de los movimientos enemigos, que encontraron una resistencia
denodada cuando decidieron tomar los puntos que podían darles el dominio de la ciudad.
Al producirse el ataque general, el 5 de julio de 1806, la suerte de las armas en cada lugar fue
variada, pero finalmente, un completo triunfo coronó los esfuerzos de los defensores. Al
capitular Whitelocke dejó en Buenos Aires cerca de 2000 hombres entre muertos y heridos,
es decir de la cuarta parte de los que entraron en combate, y más de 1000 prisioneros. En
cuanto a los defensores, contaron sus pérdidas en 302 muertos y 514 heridos, entre ellos 37
oficiales.
A doscientos años de tan notables sucesos, la Universidad Católica Argentina ha que-
rido promover en el ámbito de su Pabellón de las Artes una exposición en la que se brinde
al público en general, a través de pinturas, grabados, objetos y libros provenientes de mu-
seos y colecciones particulares, una visión de la época, de sus grandes personajes y de esos
hombres y mujeres que supieron ser consecuentes en la defensa de valores y principios por
los que creían digno y honroso ofrecer sus bienes y aun sus vidas.
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miento Escocés 71 (Highlands Light Dosel del Cabildo de Buenos Aires
Infantry o Cazadores Escoceses) de 1744 con el escudo de armas
Empuñadura y regatón de plata de la Ciudad.
grabada. Colección Andrés Lamas. Óleo sobre tela.