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Omar Valiño no. 15: 110-121, julio-septiembre de 1998.

Trazados en el agua.
Para una geografía
ideológica del teatr
teatroo cubano
de los años 90

Omar V
Valiño
aliño

Profesor. Instituto Superior de Arte.

A los cuarenta años de un Teatro humana que se realiza siempre sobre el agua, como
en (la) Revolución. afirmara Peter Brook. Al tiempo que penetra e inscribe
A Rine Leal, otra vez, con el ánimo de seguir
desandando la selva oscura. se desvanece, sin renunciar a la marca de fuego sobre
el agua y la memoria. De ahí su inmanente condición
Nada ha borrado el agua crítica, la misma que, particularizándose, atraviesa la
[...] de lo que fue dictando el fuego. historia y el presente del teatro en la Isla.
Roberto Fernández Retamar También el crítico, con pariguales desasimientos y
paradojas, intenta «trazar en el agua» los valores de la

R elativamente breves para la historia de un teatro


nacional, ciento sesenta años trazan, sin embargo,
el rostro escénico de la isla de Cuba. Como cada día
acción, el gesto o la voz teatrales, situándose en una
instancia volátil, similar a la del teatro. Aunque posee el
privilegio de una escritura perdurable, el inasible material
desde entonces, entre las brumas que cubren el escénico se escurre ante sus ojos y ante los de sus posibles
escenario, intenta el cuerpo del actor dibujar en el lectores. Con el tiempo su mirada quedará como único
espacio, con mayor o menor fortuna, con más o menos testimonio, indudablemente parcial y hasta
conciencia, un personaje cuya dramática existencia se distorsionado, de un suceso. Por eso estos trazados
reduce a vivir el efímero tiempo del teatro. Aun pretenden jugar con una escritura apegada a esa voluntad
conociendo esta trágica ontología, busca permanecer de recoger esos reflejos en el agua. No se trata de un
(solo) en la memoria de sus espectadores. Conflicto imposible ni de un contrasentido, sino de subrayar la
eterno, y siempre renovado a pesar de cualquier medio contradicción latente en cualquier escritura que alcance
moderno de grabación, porque el teatro pretende dejar a petrificar sus posibles hallazgos sobre el teatro; más
esa huella a través de una escritura escénica de la vida aún si, como en este caso, busca acercarse a un tema y
Mención en el Premio Temas de ensayo 1998, en la modalidad de una realidad vivas: la escena cubana actual y sus trazados
Humanidades. del rostro de la nación.

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Si, además, a tal empeño se suma la realidad española, la música, el carácter paródico, el choteo, el
fragmentada que es hoy el teatro cubano, se impone ángulo para observar la realidad, la manera de enfrentar
un ejercicio crítico cuya contradictoria linealidad, surgida la comedia, características todas filtradas de una escena
aquí de la univocidad del tema, el objeto de estudio y a otra: de lo popular a la elaboración culta y viceversa.
la voluntad de estilo, no padezca del tradicional camino Esos rasgos en formación, junto a una indudable
de las certidumbres. Solo a través de una puesta en capacidad de resistencia, por parte de los teatristas
relación de ideas en un espacio crítico —como alguna cubanos, ante innumerables acosos económicos,
vez dijo Raquel Carrió— podremos adentrarnos en políticos y sociales, fraguaban un patrimonio en
los mecanismos artísticos internos a los cuales acude el expansión. El teatro comenzaba a dibujar la Isla.
teatro insular para expresar la nación; en los vasos Pero no sobrevendría un período fácil, ni mucha
comunicantes entre la realidad escénica, el estado de de la gente del teatro estaría consciente del significado
otras manifestaciones artísticas y el curso social; en en la historia de su labor cotidiana. Ese mismo quehacer
espectáculos de calidad incuestionable y en montajes diario llevó a muchos al cambio sucesivo de banderas
con logros parciales. Quiere este ensayo ser una aventura en aras de una difícil supervivencia. Dos guerras en
de tal naturaleza. treinta años, el estertor colonial y la penetración
Vencida su prehistoria, las múltiples interrelaciones norteamericana situaron unas coordenadas que
entre teatro y nación comienzan a definirse hace terminarían con la intervención y ocupación yanquis,
justamente ciento sesenta años. Rine Leal demostró con eje inexcusable de tensión en las relaciones históricas
claridad cómo en torno a 1838, y en particular durante entre la potencia y la Isla. En medio de aquellas
el transcurso de aquel año, se establecía el pórtico del coordenadas, la escena cubana padeció de oscilaciones
teatro nacional. Si entonces se estrenaba El conde Alarcos, en varios sentidos. Por primera vez, de manera
de Milanés, abría el Teatro Tacón y el sainete cimentaba acentuada, el camino se trenzaba entre el rostro y la
las bases de una tradición popular vernácula, en su máscara. Los indudables valores del bufo defendidos
devenir posterior la escena insular repetiría con inusitada en un sitio, caían cerca de allí en el más absoluto
frecuencia, cual azar concurrente, la numeración 8 para descrédito; el teatro revolucionario se confinaba a
marcar sus cambios y destinos. Estamos, pues, en un reductos, sin que faltaran sus numerosos antípodas; la
año que, alejados de (in)competencias cabalísticas, nos fecundante voz teatral de Martí llegaba desde el exilio
inclina a repasar, contando con una perspectiva histórica, más para sembrar el tiempo futuro que el espacio
los aconteceres teatrales de ese largo período para presente; los productos extranjeros tendían a la repetición
abordar el presente. y a la mediocridad del gusto dominante, muy lejos de
Con su lógica autonomía, al ritmo del país ha las transformaciones de ese instante en la escena
vibrado el teatro. Al mismo tiempo, desde distintos europea... Aun así el teatro colonial era vencido por el
referentes ideológicos, técnicos y estéticos, la escena reflejo, incluso distorsionante, de la realidad nacional
intenta descubrir el alma y los contornos de la Isla. La en los escenarios; se imponía la creciente configuración
búsqueda de una expresión nacional en el período de «lo cubano teatral». Y las excepciones todas
1838-1868 culmina en los sucesos del Villanueva, donde aguardaban el juicio del tiempo.
se funden «el teatro cubano y el deber patriótico», según 1898 trascendió no gracias a su pálida temporada
expresión de Albio Paz, y donde se invierte la relación: escénica, sino por la teatralidad negativa que se verificó
también el teatro podía hacer vibrar al país. Si el parto en su espacio sociopolítico y cultural. Cuba serviría el
del 10 de Octubre de 1868 se había acumulado en los escenario de un conflicto devenido secular tragedia.
diferentes discursos de construcción de la nación, no Protagonista del drama, no sería, sin embargo, llamada
lo haría menos en el teatro. Por aquellos mismos días, a saludar. Tras el telón, los restantes protagónicos habían
el adolescente José Martí escribe y publica Abdala, un decidido excluir al buen bufón. No obstante la victoria
juvenil poema dramático en el cual se prefigura más de sobre el teatro español, el drama general convertido en
uno de los grandes conflictos de su existencia, al tiempo farsa imponía una frustración de la que no podría
que subraya, en su elección del género, la función escapar el teatro.
liberadora del teatro; desafío agudizado ante los Como una suerte de dueto inseparable se fundían
tiempos que corren y los retos de un próximo e incierto el Alhambra y la República. Readecuación de la práctica
milenio. acumulativa de los bufos, el Teatro Alhambra resultó
De esa etapa valdría recalcar, además, la acumulación un símbolo de la encarnación del espíritu de las primeras
recogida en el plano técnico. Iniciada por Francisco tres décadas republicanas a través del choteo, cual carne
Covarrubias a comienzos de siglo, legaba a esa altura de la neocolonia, tal como lo describió Jorge Mañach,
no solo la voluntad ideotemática, sino la creación de parodia escapista y paralizante. Cuando Raúl Roa
una galería de tipos, el uso diferenciado de la lengua insufló al concepto un contenido revolucionador, ya

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este se manifestaba de esa nueva manera, junto a otros tiempo, la etapa cumple, como aquella, un papel, en lo
signos, en el primer despertar republicano. El Alhambra esencial, acumulativo. Se había forjado una tradición.
estaba preparado para caer por su propio peso, como, El proceso revolucionario triunfante llegaba en el
efectivamente, pareció subrayar el derrumbe de su minuto exacto para expandirla.
marquesina en 1935. Sin embargo, tampoco puede Mas, junto a la eclosión teatral apoyada por una
desdeñarse, a pesar de lo señalado, y de la ajustada legitimidad institucional, también comenzaban los
maquinaria económico-político-comercial que diferendos en torno al papel del arte en la sociedad, un
constituyó, la importancia de ese teatro en cuanto escena tema no resuelto ni en la teoría ni en la práctica
de larga tradición popular; y de ahí su arsenal técnico- socialistas, constante fuente de fricciones, encontronazos
expresivo (todavía por estudiar en algunas de sus aristas) y poco duraderas reconciliaciones.
tanto en el actor y en la producción de la imagen, como Después de una plural y ascendente práctica escénica,
en los mecanismos de comunicación e interacción con a fines de los 60 el teatro cubano se afanaba, justamente,
el público. en encontrar nuevas vías de inserción social. De un
Cuando Virgilio Piñera inicia la contemporaneidad consenso común en este sentido, partieron varias
del teatro cubano con su Electra Garrigó, no es ajeno a búsquedas, todas con un fuerte contenido experimental
lo anterior. Sabe que, junto a las magnas claves de los en relación con el vínculo escena-público.
modelos occidentales garantizadores de universalidad, De ellas, solo triunfaría la propuesta del Grupo
el teatro, para ser nacional, no puede desentenderse de Escambray, gracias a un proyecto artístico y social sólido,
sus ascendentes populares. De hecho, no huelga recalcar una circunstancia territorial favorable, una conducción
que es el choteo el vector de erosión ideológica y estética brillante y una militancia política inocultable. También,
de la tragedia y el mito griegos, puestos en solfa en la como ha explicado Desiderio Navarro, por la relativa
parodia virgiliana. Mas esa pelea entre tradición popular coincidencia entre el legítimo resultado del grupo y el
y vanguardia —en apariencia no antagónica, según cierto pensamiento político dominante en la cultura y la
espíritu originario de esta última—, resuelta e indicada sociedad de los 70, que alentaba un arte como vehículo
por Piñera, no ha contado, como regla, con resoluciones de expresión de las masas, suerte de voz coral de la
armónicas en el teatro insular de entonces acá. Si por sociedad, ente desindividualizante en lo autoral y en el
los años 40 y 50 las experiencias de un teatro de arte se objeto «reflejado». La refracción en su obra, con
refugiaban en las escasamente visitadas salitas,
absoluta calidad artística, de situaciones, personajes y
contrastando con el amplio público seguidor del
problemáticas arquetípicas; el ejercicio de una crítica
vernáculo décadas atrás, hoy la situación no se aleja de
no complaciente del estado de esa sociedad, pero en la
aquella si se comparan nuestros pequeños y poco
misma dirección de los objetivos sociales perseguidos
visitados refugios experimentales con el desbordante
en aquella zona durante esa etapa —al tiempo que su
público de la escena humorística que, calidades aparte,
recircula aquella tradición. experiencia resultaba generadora de otras cualidades y
proyecciones—, salvaron al Grupo Escambray de verse
afectado; y le permitieron convertirse en una feliz
Después del día clave excepción del teatro y la cultura actuantes en la década
de los 70.
La etapa 38-68 del siglo XIX se reitera en el XX con El teatro nacional sufrió, sobre la productiva crisis
una precisión cuasi simétrica en cuanto a las interna de la despedida de los 60, una despiadada
características de su desarrollo histórico en el teatro. privación de los derechos creativos individuales y
Esa pelea, mencionada antes, entre las líneas «culta» y colectivos. La búsqueda de un arte para las masas
«popular» desencadenará la búsqueda ansiosa de nuevos —impuesto de manera falsa—, era uno de los valores
públicos a través de varios intentos, coronada por la auténticos perseguidos —sin imposiciones exógenas—
experiencia del Teatro Escambray a partir de 1968, por los teatristas cubanos. De hecho, este objetivo se
seguramente la aventura más radical de nuestro teatro. recuperaría, en rigor solo en pocos colectivos, años
También como culminación de un período que va después, para descender luego hasta un nivel ínfimo
desde la fundación de La Cueva en 1936 —véase la como medida de eficacia estética. Asimismo, los 70
lógica sustitutiva con respecto al Alhambra— hasta han dejado marcas inevitables en creadores cuyas obras
1958, cuando Raquel y Vicente Revuelta abren Teatro no han visto superados los estadios en los cuales se
Estudio para adelantarse en unos meses, como los hallaban entonces, por el nivel de desconfianza que
bufos en 1868, al día clave de la patria en cada siglo, e genera un cuestionamiento en el plano ideológico, desde
iniciar el teatro de grupo en el sentido más moderno la crítica o las instituciones, a una producción; por la
del término. Cual ciclo dispuesto a renovarse en el huella dolorosa de los individuos; por el abrupto corte

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de tendencias, experiencias o trayectorias después no nuevo versus teatro de sala, saltando algunas posiciones
recuperadas. estériles, daba lugar a novedosas integraciones. En
A la distancia de dos décadas del comienzo de la definitiva, se legitimaba una gananciosa pluralidad,
superación de esos errores, se observa con claridad todavía marcada por el intercambio y la polémica.
que los 70 son, efectivamente, una etapa. Pero también Sin atrincherarse frente a la reacción internacional
representan una concepción —en aquel momento que se asentaba en el mundo, Cuba continuaba su
dominante— sobre el papel del arte y el espacio de la característica cultural de abrirse al universo y dialogar
cultura en la sociedad, que no se ha extinguido en lo con él. Los paradigmas eran asimilados, y muchas veces
absoluto. Su centro lo marca el privilegio de las subvertidos, con rapidez. Tal vez esto agotó pronto un
funciones recreativa, hedonista y acaso informativa del teatro de ánimo, presencia y ambiente juveniles, en
arte, en detrimento de su función crítica, así como una general de escasa elaboración estética, si bien
cultura mutilada del libre ejercicio del pensamiento. Ello continuador de una interesante porfía por llevar la vida
explica las cíclicas contradicciones, a veces antagónicas, de aquel presente cubano —en el cual destacaba una
en la práctica política socialista entre el arte y el poder, nueva generación— a las tablas. En parte hija de aquel
antes y después de los 70. segmento escénico, Molinos de viento causó una verdadera
Con el conocimiento de la situación dejada atrás, conmoción a lo largo del país con su penetración en el
los 80 opondrían sus fuerzas centrípetas a las centrífugas mundo de la educación, la formación de valores y la
del período pasado, abriendo así un marco general de integridad ética de jóvenes y adultos, adelantándose a
reconstitución del tejido cultural de la nación. La temas que se expandirían en el arte cubano algún tiempo
concepción y puesta en práctica de una serie de acciones después y en el espacio social con el proceso de
recogerían, al final de la década, un cambio de signo rectificación de errores. El «Escambray» demostraba
estético en el teatro cubano, el cual arrastró un conjunto con esta obra su opción crítica, acuñando la despedida,
de transformaciones institucionales y artísticas. válida para la escena toda, del conflicto entre los
En el marco social, la década quedaría «rezagos del pasado» y el presente; a su vez, abandonaba
perfectamente delimitada entre dos fracturas: la su entorno emblemático —la zona montañosa que lo
emigración por el Mariel en 1980 y el «caso Ochoa» en nombra— como centro de su ambientación y sus
1989, dos sucesos que invitaban a indagar en las destinatarios. Se imponía una confrontación entre los
complejísimas problemáticas sociales que representaban propósitos del proyecto social y su verificación en la
y la ubicación de los individuos en ellas. Y ese fue el eje praxis, así como el sitio del individuo entre ambos polos.
esencial de la reflexión artística de los 80, a través de Molinos... fue el puente, el tránsito, convenientemente
una praxis paradigmática y fuertemente socializada. situado en un grupo que podía, mejor que ningún otro,
explicar, objetivar en sí mismo el cambio. El punto
No menos se propuso el teatro. Después de revisitar
focal del teatro y del arte insulares se desplazaba hacia
proyectos postergados, los maestros —Vicente
otro territorio: el cubano en su historia.
Revuelta, Roberto Blanco, Berta Martínez— se
integraban a ese espíritu, demostrando además, como
en otras manifestaciones artísticas, que ni la más oscura
Tiempos de rectificación
vida cultural apaga esa acumulación bajo la sombra, a
la espera de despertar a la luz pública. Flora Lauten, Hacia el segundo lustro de los 80, la cultura cubana
sintetizando en sí misma una tradición, comenzaba sus se removía bajo la confluencia de una producción activa
investigaciones en los terrenos de la pedagogía y la del conjunto de sus actores. Una voluntad de
dirección en las aulas del Instituto Superior de Arte. intervención social atravesaba la obra artística. Tiempos
Era parte allí de un proyecto pedagógico —bajo la de rectificación, de apertura, de abierta discusión, de
conducción de Graziella Pogolotti y Rine Leal— abierto, influencias ideológicas y culturales heterogéneas,
antiacadémico, plural, teórico-práctico; universal, pero particularmente importantes aquellas provenientes de
de estrechos vínculos con el movimiento teatral cubano. la perestroika. En tanto, a la sociedad cubana la recorría
Festivales de La Habana y otros eventos retomaban un aliento ético y ocurría una vuelta a los orígenes del
el diálogo con la escena internacional gracias a la proceso revolucionario. El arte no ocultaba su acento
presencia de grandes figuras y colectivos, los que crítico contra antagonismos, imperfecciones y
funcionaban como contrapeso a las búsquedas insulares. mentalidades conservadoras. Quería ser revolucionario
Otro Festival se establecía en Camagüey, sentando las y lo fue, siendo crítico. Se hacía preguntas, se interrogaba
bases de una mejor vida escénica en las provincias. La sobre el drama del hombre en el cual convergían la
rígida estructura institucional cedía espacios a nuevas cotidianidad, los desafíos épicos y el peso de la historia.
agrupaciones guiadas por maestros. La oposición teatro

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El vórtice del suave huracán lo fue, sin lugar a dudas, comenzaba a ser vencida desde la creación, con la ayuda
la plástica cubana. Aunque hoy surgen voces que, no de las transformaciones organizativas e institucionales.
sin razones, se cuestionan aquel movimiento —sobre Los resultados se verían mejor, en su continuidad,
todo, por la actitud seguida después por la casi totalidad durante los años subsiguientes. Los 80 se adentraban
de sus protagonistas—, no hay que olvidar su en los 90.
significación original. Constituyó la proa de un barco a «Los 90 llegaron ya», rezaba el título de una
cuya popa resultaron arrastradas, virtualmente, todas exposición de artes plásticas, bastante adentrada ya la
las manifestaciones artísticas. Un día, en acción colectiva, década. Los artistas advertían sobre la obnubilación
pintaron con sus manos en un muro: MEDITAR. No todavía ejercida por el pasado reciente, amén de nuevos
importa ya quiénes lo hicieron, estaban escribiendo una rostros y propuestas. La fuerza expansiva de una etapa
actitud: el gesto era acción y pensamiento, acto y palabra a la cual el teatro había llegado tarde, como generalidad
al mismo tiempo. Esa actitud demarcó una cultura «de —o tal vez, con más precisión, que cerraría con su
los 80». Errónea o indemostrable en teoría, lo cierto es capacidad de síntesis de las artes—, derrumbaba la
que, sin «plataformas programáticas» o imposiciones, convención del tiempo, quizás hasta 1993.
muchos nos reconocemos como parte de ella. No obstante, para trazar en el agua el mapa de la
El teatro inercial —tal calificación se otorgaba a sí Isla, el teatro estaba en escena cuando el país se declara
misma la escena presa de un estado de inercia— no en Período especial, apertura violentísima y radical de
podía dialogar con este contexto. Correspondía a la los 90. La pobreza por venir era negada simbólicamente
nueva generación teatral entrar en el juego. En dos en las tablas de la sala Covarrubias del Teatro Nacional
palabras, ella se clasificaría como la tercera promoción —otro enlace metafórico— por Carlos Díaz con el
de la Revolución, los nacidos entre fines de los 50 y, inicio de su trilogía sobre textos norteamericanos.
fundamentalmente, en los 60, debutantes en su vida Desde una vertiginosa y neobarroca emisión de signos
estudiantil y profesional en los 80, conscientes de una se discurría sobre tópicos muy presentes, pero
pertenencia y una misión nada fortuitas. marginados, y que alcanzarían más tarde viva presencia
Tardío, como corresponde a un arte síntesis de todas en la realidad o en zonas del discurso social del país.
las manifestaciones artesanales, el teatro respondió de Ellos eran: el hombre y el poder, el andrógino y la
manera evidente a la altura de 1988. Desde los otredad sexual, las influencias soviética y norteamericana
márgenes, los actores-personajes desnudos del final de en la mentalidad, los comportamientos y los estados
La cuarta pared estremecieron la platinada superficie del del país, todos mezclados en un espacio carnavalesco
agua; un camino que, sin esa estridencia y repercusión, que afirmaba la cubanidad de la propuesta mediante
ya habían desbrozado en parte el grupo Buendía, la recursos contradictores de los contenidos puestos en
producción dramatúrgica y crítica en el Instituto Superior juego. Díaz llamaba, de manera elíptica, a un
de Arte y otros experimentos, luego extendidos en desentumecimiento de las estructuras sociales, a una
liberación de las mentes frente a prejuicios y diferencias
numerosos núcleos jóvenes a lo largo del país. En
y, en varios planos, a un reconocimiento de lo propio.
efecto, tocaba a los «nuevos» evidenciar artística y
Teatro y sociedad incentivaban su diálogo. A pesar
estéticamente el cambio de signo.
de la aguda crisis económica y sus reflejos sociales,
Este no se distanciaba, por supuesto, de los
ideológicos, políticos y cotidianos, el público —sobre
denominadores expuestos antes como rasgos
todo en La Habana— entraba en ese diálogo con la
dominantes del período. En lo específico teatral, Isla a través de la escena. Comenzaba a acentuarse un
recuperaban un vínculo orgánico con la tradición perfil de ese intercambio permanente en la historia
—incluso con tendencias cortadas en los 70 o escénica del país, entre teatro y nación, recirculado con
interrumpidas a fines de los 60—, al tiempo que la singularidad por la modernidad y la vanguardia. Ahora
asaeteaban con sus interrogantes, cuestionamientos, el teatro pugnaba por tomar el pulso todo, el completo
ironías y recomposiciones, y se adherían a experiencias peso de la Isla.
foráneas. Se integraban vectores, hasta ese momento Desde el centro de esa Isla, con el Estudio Teatral
antagónicos en apariencia, de la contemporaneidad de Santa Clara, llegaba una relectura de un pasaje bíblico
teatral de la Isla. En particular, zonas de la «poética —el enfrentamiento entre David y Goliat— cuya
crítica» del Grupo Escambray con la experimentación recurrencia en el discurso político cubano sembró
más vanguardista, y de esta última con recursos del Martí. El lance de David, de Joel Sáez, lo ubicaba en
vernáculo. plena calle, o en un parque, donde dos adolescentes
Aquel hálito no se confinó a los jóvenes; atrajo e convertían sus referentes de ese momento —ruidos,
impulsó al concierto generacional de la escena cubana, juegos, voces— en un ruedo infantil a través del cual se
lo que produjo interesantes renovaciones. La inercia producía una desconstrucción del mito para encauzarlo,

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La implementación de una restructuración económica que


fue respondiendo paulatinamente a los urgentes reclamos
de la realidad, bajo la cual ha cambiado el rostro del país,
llegando a remover —con sus reflejos de diversa clase— los
cimientos de la sociedad, ha ido condicionando una mirada
otra, aun para los habitantes de este archipiélago que
persistimos en ser singulares criaturas de un Sur diferente.

con toda su dimensión épica —tan cara a los cubanos—, del período (después reflejada en la escena), se trataba
en una premisa cotidiana. Lo definitorio no era el de la recuperación de toda voz sepultada por cualquier
conocido desenlace del acontecimiento, sino cómo esa reduccionismo anticultural. Aunque la voz de esta Safo
Historia mayor de la nación, su eterno reto frente a las no existía como tal, el teatro apuntaba también una
apetencias coloniales externas, encarnaba en el universo voluntad de reconocimiento de aquellos espacios
y la vida común de los habitantes cubanos, en particular marginados, sea por el discurso cultural dominante, sea
los jóvenes, que no habían vivido etapas más heroicas por la prevalencia de una lectura política del tejido
en su significación clásica y, sin embargo, se aprestaban cultural. Safo se sumaba, desde su especificidad estética,
a iniciar un período de no menos valor épico pero de al diálogo, generalizado y profundizado en estos años,
otra cualidad. ¿Cómo lograrlo?, se interrogaba el con todos los hilos de ese tejido.
espectáculo. Un grande, Abelardo Estorino, atrincherado en su
Sesenta kilómetros al sur del Estudio Teatral, Teatro habitual sala del Vedado habanero, recirculaba con Vagos
a Cuestas, de Cienfuegos, se acercaba a parecidas rumores la sabiduría que escondía el pasado, un pasado
preocupaciones. Rara avis, de Ricardo Muñoz, trazaba, aún más lejano que el de Safo, el cual había que penetrar
a quinientos años del «descubrimiento», una parábola en sus aparentes silencios. El paralelismo entre la
sobre la conquista de América, pero dejando atrás condición efímera del teatro y la frágil finitud de la
cualquier pretensión historicista. Al revisar los diferentes vida, presente en su monumental Milanés, se veía
iconos de sucesivas imposiciones foráneas, hablaba de potenciado con esta reescritura sintética del texto. La
los ciclos del acto colonizador por estas tierras poniendo vida del poeta matancero José Jacinto Milanés,
énfasis en los medios utilizados para ello. Sin aludir de maltratada por una época —comienzo y mitad del siglo
manera explícita al presente, colocaba al espectador ante XIX — materialista, una sociedad mercantilista y
sus disyuntivas. Del mismo modo, esa reflexión sobre desespiritualizada, de un desprecio generalizado por
los medios se formalizaba hacia el interior del montaje poetas e intelectuales, por todo aquello que no resultara
mismo, referenciando así el propio marco de ganancioso en términos monetarios. Ante ese horror,
contradicciones de ideas y conceptos sobre la Conquista. junto al de la esclavitud de los negros y de Cuba, se
Tradición y actualidad, contemporaneidad y asimilación, alza la creación fundante de la palabra y la obra como
se convertían en centros de un discurso que, por otra respuesta del poeta. Milanés sabe que le habla al futuro
parte, asumía el derecho a la convergencia de una serie más que a su presente, pues tal futuridad será posible
de experiencias, géneros, formas y sistemas teatrales por hombres como él. De ahí la consecuencia ética
para producir algo propio. Rara avis, espectáculo personal con lo postulado en su obra, inclaudicable
negador de toda colonización, defensor de la posición que lo llevará a una profunda crisis existencial
asimilación crítica y creativa como un rasgo esencial de y psíquica. A través de ella, ve Milanés los fantasmas
nuestra cultura. visitantes de su entorno, espacio poético mediante el
En tanto, Safo, de Carlos Celdrán, desde la escondida cual el autor desata un extraordinario juego teatral,
loma capitalina del grupo Buendía, parecía mirar al deudor de las grandes corrientes universales de la
pasado. La reconstrucción, siempre relativizada, de la dramaturgia y la escena contemporánea, pero
trayectoria de una popular cantante cubana de los años absolutamente estorineano; capaz de indagar, gracias a
40 y 50, tipificadora de un conjunto de rasgos de su artisticidad inmensurable, en las sustancias de la
muchos de los músicos de ese tiempo, constituía el eje cubanidad para hacerlas presente. Estorino logra que
de una mirada hacia una zona prohibida o negada del los vagos rumores inscritos en los discursos
transcurso cultural cubano. Más que una vuelta fundacionales de la nación no sean acallados por
nostálgica a la etapa prerrevolucionaria, la cual ha circunstancias análogas; que el pasado, como perseguía
resultado una fuerte presencia en la filosofía popular

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Milanés, hable a la comunidad cubana insular de hoy y disyuntivas al que nos somete Las ruinas circulares entre
de mañana. la fe, la ilusión y lo terrenal; entre la utopía, los ideales y
Por su parte, Eugenio Hernández Espinosa la realidad que los desvanece, hay un profundo espacio
conseguía, por primera vez en muchos años, actualizar para reconocerse como ser humano y como habitante
el legado popular proveniente de fuentes africanas de este tiempo y de esta tierra. Al igual que en Rara avis,
gracias a El león y la joya. El espectáculo, adaptación de este montaje verificaba su propuesta de contradicciones
una pieza de Wole Soyinka, aprovechaba la densidad ideológicas en el interior del propio equipo de trabajo
del referente original sincretizado en la cultura cubana, y de su discurso escénico. Trataban de explicarse la
buscando un diálogo con públicos amplios sobre su realidad, conformada por altos ideales e imposibilidades
condición actual. De hecho, la deteriorada sala donde objetivas, y las actitudes derivadas de esa contradicción,
transcurría se ubicaba en el centro de barrios populares a través del origen «genético» de ese universo de vectores
donde las prácticas religiosas o culturales de ascendencia en juego. Como en Rara avis, se apuntaba la defensa de
africana son comunes. Pero Hernández Espinosa no la gran utopía e identidad americanas, ideas en
repetía el código de estas prácticas, sino que lo vertiginoso descrédito. La circularidad renacía, línea
transformaba al servicio de sus objetivos dramáticos y continuada en estos años. Sobre las ruinas de un mundo
estéticos y, a través de una fábula antiquísima, se amenazado con la desaparición, después de desconstruir
adentraba en las relaciones intergeneracionales, así como sus medios de realización, un acto ritual, de donde surgía
en el papel de cada generación en la sociedad. otra manera de comunicar, defendía una verdad
Contrariamente a lo que parecía ser la corriente principal profunda: en la procesión final, acompañados por la
de ese momento, el montaje se pronunciaba a favor de música de los Carmina Burana sobre la que se
los «viejos». Ellos, a pesar de sus errores, no faltaban a superponen los toques de tambor, vamos todos en
su honestidad, mientras los jóvenes utilizaban su ímpetu vida y muerte, renaciendo siempre, guiados bien unas
y su astucia para trepar al poder a cualquier precio. veces, otras no; pero tratando de levantar y sustentar a
Para qué y cómo utilizarían ese poder no lo contestaba toda costa la imagen-símbolo del Quijote.
el espectáculo, mas sembraba la duda sobre la En Manteca, de Alberto Pedro-Miriam Lezcano, con
vinculación fin-medios. Como metáfora, se adelantaba Teatro Mío —un montaje que tocó varios puntos del
a la honda preocupación generada en el país en torno a mapa teatral habanero—, también se creaba, de otro
la natural sustitución de la generación histórica en los modo, una condición ritual. Pero la ritualidad se
planos social y político. Un similar orden de ideas ponía, asentaba en la cotidianidad como punto de encuentro
literalmente, en juego Vicente Revuelta gracias a la de toda la vida social. Las connotaciones simbólicas
shakespereana Medida por medida. El espectáculo aparecían en esta puesta en escena muy vinculadas con
terminaba cayendo la tarde a la luz de muchas antorchas la existencia/resistencia heroica del común de los
que podían contrarrestar el eventual apagón que cubanos. La escritura de la obra logra rebasar, sin
inundaba el patio de la casona de Línea. embargo, la chatura de una descripción reproductiva
También en Las ruinas circulares, de Nelda Castillo de esa vida. El verbo y el diálogo entre los hermanos
otra vez con (y en) el grupo Buendía, acontecía una resulta atravesado por toda la densidad y profundidad
indagación en las fuentes conformadoras de nuestra del espacio social cubano. Manteca brinda una imagen
cultura, partiendo de una investigación-exploración transformada de la Isla, en dos planos: por un lado, la
sobre textos no teatrales. Los personajes nacen de una acumulación de una cultura de las cosas, planetaria e
evocación, de un ritual y en ese espacio sagrado integradora, que llega hasta el plato de arroz colocado
emprenden un viaje. La escena junta a un negro-esclavo- en la mesa; por otro, la crisis desatada en el interior de
brujo-cimarrón con Don Quijote y Sancho o, más bien, ese sistema establecido por las transformaciones
con dos personajes que en esa aventura se lanzan tras acaecidas en el mundo. Así, la isla es comprendida e
las huellas de Quijote y Sancho. Estos se realizan como interiorizada como Isla, como realidad a-islada, dentro
personajes al descubrirse en sus propias visiones —los de la nueva configuración globalizadora. La manteca,
molinos, Dulcinea, la ínsula. De un lado el negro y del más que símbolo asociado antaño a la droga y por
otro Quijote y Sancho producen un choque intercultural, tanto referenciado como un posible nihilismo resultante
el cual expresa, en pasado, a los ascendientes africanos de la crítica existencia cotidiana, deviene metáfora de
e hispánicos y, en presente, los modos de un aislamiento no buscado. Los personajes reclaman
comportamiento que convergen en la cubanidad. Ese manteca, un producto preterido por su daño a la salud
lugar, al mismo tiempo de confluencia y choque, se en tierras primermundistas, pero de imprescindible
refuerza continuamente en el discurso escénico a través necesidad para la dieta nacional. El contraste queda
de las locuras-visiones-acciones que generan la zona de notoriamente establecido. Los hermanos, aun en medio
conflicto entre los protagonistas. En el planteo de de sus conflictos, salvan la familia igualándola al espacio

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Trazados en el agua. Para una geografía ideológica del teatro cubano de los años 90
mismo de la patria. Al cerdo asesinado debería sobrevenir Con La niñita querida, de Carlos Díaz —otra vez en la
otro, que cuidarían entre ellos. No había posibilidad de Sala Covarrubias—, se producía la plena asunción de
«importar» la manteca, la diferencia sería posible únicamente Virgilio Piñera. Después de los acercamientos a Aire frío
si el nuevo cerdo era criado por nosotros mismos. La y a Electra Garrigó, en los 80, por parte de Abelardo
familia, el gran tema del teatro cubano contemporáneo, Estorino y Flora Lauten, respectivamente, había
tenía otra salida, se juntaba alrededor de lo por venir, en sobrevenido el silencio. Los 90 abren para Piñera con
buena medida resultado de su propio trabajo. A la Dos viejos pánicos, dirigida por Roberto Blanco, al cual
disolución de la familia en Electra Garrigó, a su parálisis seguirían abordajes de varias piezas por parte de María
en Aire frío, a su conflicto frente a un nuevo orden social Elena Ortega, Raúl Martín y otros. Fuera de Cuba, antes
en La casa vieja, a su irresoluble destino en La noche de los de esta etapa y durante ella, el destacado director cubano
asesinos, la continuaba la unión crítica en la diferencia, en Alberto Sarraín iría tejiendo una cadena de montajes sobre
Manteca. la obra piñeriana. No es, al menos aquí, hasta la puesta
Otra mirada a la familia llegaba con La paloma negra, en escena de La niñita querida que Virgilio irrumpe en
de Rafael González-Carlos Pérez Peña, desde las alturas todo su espíritu. Carlos Díaz proseguía su constante
del grupo Escambray. La focalización se ubica sobre los acercamiento a la Isla, alejándose de toda solemnidad
tres personajes jóvenes, protagonistas de sus respectivas castradora de la libertad expresiva del ser cubano; una
historias, cuyos entornos familiares se desvanecen, puesta al día total de sus obsesiones por el libre ejercicio
desempeñan un papel negativo o se conforman con un de la sexualidad, el derecho a la diferencia y el hombre
rol ausente. Mario, Julio y Narciso se enfrentarán a los frente al poder. Por ello mismo, sometía a un cubanísimo
obstáculos colocados por la familia, la escuela o la choteo la importación de la solemnidad soviética, síntoma
sociedad, que les impedirán realizar sus vidas. Cada una externo de copias más duraderas y profundas. De igual
de estas instituciones representa un poder y lo ejerce modo, defendía el derecho a disparar sobre sus padres
contra sus propios hijos. En última instancia, la pieza y abuelos de la joven Flor de Te, quien se negaba a la
centra su interés en el proceso de formación de una imposición de un nombre —una definición es ya un
generación: la más joven que habita la Isla. En condicionamiento, parece decir Virgilio— que no la
consecuencia, allí están reflejadas las angustias, las pérdidas satisfacía. El espectáculo, gracias a una esencial cubanidad
y los desencuentros de muchos jóvenes que tropezaron lograda mediante la sensualidad, el espíritu lúdicro, la
con los dogmas y las intransigencias ideológicas, con las parodia y una visualidad desbordante, actualizaba un
arbitrariedades y los errores, con las rupturas familiares difícil Virgilio que acudía, cual vuelta de tuerca, al conflicto
y las intolerancias sociales, con la simulación y las miserias familiar como paradigma del espacio social; una línea
humanas. La paloma negra es, por tanto, antes que una —ya ha sido dicho— sembrada por él en la escena
«denuncia», la búsqueda en el espectador de un ejercicio nacional.
crítico frente a su realidad. Así, ante el discurso No se reducía la voluntad del teatro cubano a tomar
masificador y enajenante de los medios de difusión y la partido entre hijos y padres, sino a situar un eje que
propaganda oficial, aparece la imagen transformativa que atravesaba, y a su vez era atravesado, por todo el espectro
apela al conocimiento y la inteligencia del público; parte social. Cada puesta en escena, como síntesis del laboreo
de una poética crítica renovada, como había dicho, a partir integrador del teatro, aportaba un ángulo del conjunto.
de Molinos de viento, pero cualificada en un perfil definitivo A la altura del primer trienio de los 90, teniendo como
con Fabriles: el conflicto no es operante entre los «rezagos resumen 1993, ese conjunto de montajes —siempre
del pasado» y el presente, sino entre las distintas excepcionales— comentaba el alma de la nación desde
contradicciones, percepciones y perspectivas del hombre las refracciones de sus imágenes, y ofrecía distintos puntos
ante su propia actualidad. Característica esta, descrita de vista sobre el desgarrado tránsito hacia una utopía
antes, que denomina un cambio general en el teatro, las que se veía aún más lejos. La lucha cotidiana expuesta en
artes y la cultura cubanas. Ello acentúa, como en el caso Manteca era el mejor símbolo de ese desgarramiento diario,
de La paloma negra, la perspectiva analítica. Las imágenes después de tantos sacrificios y postergaciones. Todos los
del espectáculo no ilustran, reúnen en un haz la conciencia ideales pasaban por el sitio de lo real.
fragmentada de los protagonistas, los cuales vibrarán,
de la misma manera que los espectadores, ante la figura
del padre: unas veces ausente, otras melodramático, otras Salvar el teatro
represivo. El padre que espera de ellos lo que no pueden
dar. Con La paloma... se reabría este tema del padre en la La secular pelea del teatro cubano por su
familia, después recurrente. Otro diálogo crítico asumido renovación, de que habla Raquel Carrió, resultaba ahora
por el teatro cubano, indagando en los reversos de las inseparable de la pelea por su supervivencia. Aunque
imágenes complacientes del espejo. en términos generales el país comenzaba con lentitud a

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Omar Valiño
rebasar la crisis económica, el teatro perdía la fuerza infantil para tratar elípticamente el centro del universo
acumulativa proveniente de los 80, a la vez que se veía de Antígona: el condicionamiento político de la
sometido de manera mucho más aguda a otras nocivas pertenencia. Tanto Eteocles como Polinices merecen
influencias. Cuba empezaba su reestructuración, el sepultura en su tierra porque ambos son hijos de ella.
teatro su declive. No obstante, a través de las Ese planteo se dilata en el espectáculo por los materiales
excepciones, se iría trazando la ruta del teatro insular. de construcción que, en el escenario, conforman la
Tal vez el signo que intentaban inscribir esas experiencias «escenografía», desde los cuales se alude a un mundo
aisladas era, significativamente, la búsqueda de una en disolución/construcción. Es decir, un estado de
totalidad en el trazado de la isla sobre el agua, como ha replanteamiento de la identidad y el orden sociales. Así,
argumentado Pedro Morales. La Isla como un todo el desmontaje de una zona tan problemática al enfrentar
indivisible, como metáfora. La isla como Isla. Más que la nacionalidad cubana, se realiza mediante la
territorio del país o la nación, territorio de una cultura, desconstrucción, cuasi «literal» por el uso poético de
de una condición del ser. La escena respondía así al los materiales, como método de introspección de la
momento crítico que enfrentaba el país. En medio de la realidad.
atomización, proveniente de una redefinición, necesaria De alguna manera, en esa perspectiva se ubican
y traumática de nuestro via crucis posible como nación, Medea e Inmigrantes. Reinaldo Montero revisita el mito
el teatro se afanaba por una integradora totalidad en su clásico para legarnos la visión de una Medea emigrante
imagen de Cuba. A tono con una desintegración del y marginada, subalterna y periférica, toda una metáfora
contexto y una indefinición de los caminos concretos, del Sur y de sus seres humanos. Su condena y
buscábamos una cualidad representacional de la subsiguiente expulsión de Corinto derivan en esencia
cubanidad como resguardo y refugio. de su condición de emigrada. Víctima de las diferencias
Perla marina, el texto de Abilio Estévez y no los sociales y culturales, del mercado y del dinero, esta
montajes surgidos a partir de él, sería el comienzo visible Medea remite a la tragedia de un país, de muchos países.
de esa búsqueda en el teatro. No podía llegar de lugar Desde ese lejano lugar fija la mirada en su isla, mas ya
alguno que no fuera Cuba. Un bellísimo y conmovedor no puede volver atrás. Contempla su pedazo de tierra
oratorio por la cubanidad, donde el autor recurría a con otros ojos. Es ella y es otra. Por primera vez un
una intertextualidad que fundía en un solo discurso las autor cubano de aquí coloca su referente contextual de
voces de poetas y músicos que habían escriturado el rostro tal naturaleza fuera del archipiélago. Ofrece así una
profundo de la patria. La Isla carecía de contornos mirada inédita en el teatro cubano, un margen para una
para pertenecer a ella. nueva redefinición de sus fronteras.
Esta última idea la evidenciaba Alberto Pedro en Fronteras borrosas las de Inmigrantes, de José Oriol
Delirio habanero. Entre lo onírico y lo real se encuentran González. Un viaje, al contrario de Medea, tal vez hacia
en un bar la Reina y el Bárbaro, suerte de encarnaciones la isla, aunque porta una lectura similar: los obstáculos
de Celia Cruz y Benny Moré, dos símbolos de la cultura de todo orden interpuestos a los llegados de otras
popular reconocidos como paradigmas de lo cubano. latitudes en su camino de fundación, asentamiento y
Almas en conflicto sobre las tablas, seres representativos aculturación; metáfora de cualquier grupo humano,
de actitudes diferentes ante el escenario sociopolítico, incluso teatral, en su laboreo de vida. Nacido de las
pero culturalmente imprescindibles «sobre el cielo de experiencias investigativas de Teatro de los Elementos
Cuba». Los personajes de la pieza no son ellos, sino con comunidades de inmigrantes que han fecundado
que, cual ritual, los traen cada noche de la muerte y el nuestro espacio insular y carecen, sin embargo, del
exilio para subrayar la necesidad de su presencia, reconocimiento de su pertenencia, el espectáculo
proponiendo un (nuevo) espacio de recuperación y ensancha los límites de una siempre cambiante identidad.
tolerancia culturales. Como conquistadores y no como inmigrantes
También en torno a ese dilema y otros cruza la arriban a la isla los personajes shakespereanos de Otra
escena la Antígona del Estudio Teatral de Santa Clara, tempestad, precedidos en ambos montajes por el
bajo la dirección de Joel Sáez. Partiendo más del mito doloroso sonido del saxofón que imita la sirena del
que del texto de Sófocles, recrea el enfrentamiento de barco. Hamlet, Otelo, Macbeth, Próspero... se
Antígona contra el poder y el orden establecido, aquí introducen como emblemas arquetípicos en el espacio
reforzados como ejercicios masculinos. Desde este de la isla. Están dispuestos a participar del laboratorio
punto de vista, el personaje recorre un camino de de Próspero, mas habrán de desatar un imparable
actualización del discurso femenino en Occidente: los proceso de interinfluencias e hibridaciones. Alguno
basamentos civilizatorios griegos, el cristianismo, las perderá por el camino a manos de sus discípulos. La
revoluciones, la contemporaneidad... El grupo subraya isla como simple territorio se irá transformando en
así una de sus constantes, junto a la poética del juego Isla, sitio de savia propia. El grupo Buendía, con Flora

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Trazados en el agua. Para una geografía ideológica del teatro cubano de los años 90
Lauten y Raquel Carrió lidereándolo, sintetiza sus claves Lorca de El público como del Carlos Díaz del grupo
sobre la memoria y el devenir cubanos, los procesos El Público, sufría otra vuelta de tuerca.
de fundación y asimilación de (y en) la historia nacional, También Estorino explota un eje similar en Parece
la utopía y las desgarraduras que se producen en su blanca. Basándose en el mito Cecilia, a partir de Cecilia
búsqueda, auxiliándose de la imagen cual núcleo Valdés de Cirilo Villaverde, crea una tragedia moderna,
dramático y la escena como espacio de confluencia una tragedia de la cubanidad, del hombre cubano insular
infinita de disímiles fuentes culturales, únicos vehículos y por ello mismo de rango universal. Redefine el mito,
posibles para verificar la cualidad ideológica del montaje. y con él los relieves del pasado y el presente de la nación.
Si Calibán apenas sabe qué hacer con el telescopio que Los personajes se enfrentan a un destino prestablecido,
Próspero pone en sus manos, al final se habrá dado de donde el autor explota la materia y tensión propias
cuenta de que, a través de él, puede verse el universo. del drama en función del centro conceptual de la pieza:
Calibán cubierto de las máscaras de los restantes destino-elección-libertad. La Cecilia estorineana se
personajes, florecido de espinas, se ha hecho de todas renueva frente a las realidades sociales de la actualidad,
las identidades pero es, por eso mismo, más que nunca, que reactivan una recomposición social donde ella vuelve
Calibán. El juego de inversiones comenzará otro ciclo. a tener lugar, así como sus circunstancias conexas:
En cualquier plaza del país puede aparecer el grupo corrupción, contrabando, prostitución, dinero. Sin
Mirón Cubano, de Matanzas, llevando en andas a un embargo, la tragedia se revela en toda su fulgurante
nuevo Quijote o contando la fábula de El gato y la magnitud al manifestar los personajes la imposibilidad
golondrina. La calle donde representan es, con seguridad, de escapar de ese destino incambiable. Condenados a
escenario real de las incongruencias y dogmas sociales vivir en la novela donde todo está escrito, en la isla
que pretenden combatir con su teatro. Le hablan al rodeada de agua por todas partes, la repetición,
público que se detiene ante la violación, por parte del connatural al teatro, se iguala en ellos al sentido de una
teatro, de la cotidianidad habitual. Una cotidianidad vida infinitamente repetida hasta el cansancio. Los
cuyos bordes delimitan el receptáculo común de la personajes son víctimas de la sociedad que integran;
retórica burocrática, desespiritualizadora y enclaustrante esta sociedad parece no poder derrotar la inmanencia
enfrentada esta vez por el Quijote. Un espacio físico de ciertas constantes reaparecidas como ecos de todo
donde moral y psicología social ejercen un conjunto su camino anterior. El dolor de la cubanidad es un
de prohibiciones convertidas en sacrosantas leyes contra grito: «¡Dios! ¡Villaverde! ¡Qué tortura!».
el propio ser humano, al cual intenta despertar El gato y A esa idea de lo cíclico en la Historia recurre
la golondrina. El Quijote cortará la cabeza al burro por Reinaldo Montero en Los equívocos morales. Llevado a
encerrar al tomeguín, destinado por la naturaleza solo escena por Teatro Escambray, el montaje resultó
generador de una polémica que lo rebasaba. La batalla
a cantar, la golondrina desafiará la prohibición de casarse
naval de Santiago de Cuba, episodio decisivo de la
con gatos. El Mirón, de Albio Paz, proclama la
Guerra hispano-cubano-norteamericana en 1898,
revolución y la libertad que ejercen.
constituía el marco general (y teatral) del conflicto: la
La misma obsesión es padecida por Carlos Díaz y
decisión del almirante español Cervera sobre el sacrificio
se renueva en Calígula. Desde el entorno del poder, la
o no de su flota ante una muy desigual batalla. Aunque
libertad es apenas un juego. La posibilidad infinita del el autor «aleja» el referente hacia la escuadra peninsular,
poder, ajena a cualquier control, excepto por quien lo su contextualización en el 98 y el orden de ideas que
ejerce, traspasa cualquier límite hasta la crueldad; pero hace explícito colocaban al espectador frente a un
un día se descubre el precipicio ante lo inalcanzable. dilema cercano. El carácter trágico se escondía entre
Entonces surge el drama del hombre (y del Hombre) las razones de Cervera —las cuales se pueden valorar
en su ejercicio, una lectura profundizada en Calígula hasta con más claridad por la utilización de ese referente
legarnos una reflexión sobre el ser humano y el par distanciado—, y la memoria de la significación del 98
posibilidad/imposibilidad. Díaz completa su visión para Cuba, justo a un siglo de aquel hecho, siempre
exorcizante sobre la importación de rituales solemnes vivo en su posibilidad de repetición.
y vacíos, plagados de estereotipos y «modelos» de Por otro camino en la asunción de un pasado vivo
comportamiento y participación políticos del se encamina Abdala. Cómo asumirlo, en medio de un
socialismo real en el tejido social cubano —según la panorama nacional y mundial donde no está en lo
acertada opinión de Vivian Martínez Tabares—, absoluto de moda un cántico al amor y el deber patrios.
actualizando, bajo estrictos presupuestos y resultados Armando Morales y Sahimell Cordero encontraron un
artísticos, estas ideas. El eje libertad de formas nuevo vehículo de emisión del texto martiano en el
teatrales-condición libre del teatro y sus contenidos- teatro de muñecos, haciendo visible, de paso, la punta
desenmascaramiento social-nuevo público, tan del de un iceberg: el espacio técnico, artístico e ideológico

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Omar Valiño
ganado por el teatro de títeres en los 90. Este segmento, insolidaridad, la violencia. Los desechos del mundo del
por lo general dirigido a los niños, sustantiva en los consumo son la realidad de la puesta. Baal no quiere,
mejores espectáculos de esta etapa una honda no puede ser aceptado. El sabe asomarse al tedio, a la
preocupación por el transformado entorno donde soledad y a la desesperanza.
crece y forma sus valores la infancia. Por ello Abdala Para Dios, políticos y burgueses no es este teatro,
sintetiza, en los tres planos antes mencionados, la que sabe mirar la realidad buscando una identidad no
trayectoria titiritera. Sus hacedores le insuflan una restringida a tópicos conocidos y neutrales. Cumpliendo
cualidad extrañada que provoca en el espectador la lo aseverado por Lucien Febvre, acerca de que las artes
sensación de que el poema dramático, más que y la cultura artística y literaria, si no reflejan al menos
representado, es homenajeado. Así, a través del reproducen analógicamente los procesos de la realidad, el
homenaje al «pasado», se logra un diálogo del público teatro insular ha brindado testimonio de cuánto se ha
con su historia. El discurso de imágenes analoga en transformado Cuba y el mundo de los 80 a los 90.
forma constante, y acentuadamente subliminal, el La implementación de una restructuración
espesor de la metáfora martiana a las circunstancias económica que fue respondiendo paulatinamente a los
actuales de la nación para, junto con otros mecanismos urgentes reclamos de la realidad, bajo la cual ha
teatrales, colocar al receptor frente a un espectáculo cambiado el rostro del país, hasta remover —con sus
sacro de la patria. reflejos de diversa clase— los cimientos de la sociedad,
Ese mismo espacio de tierra, desde otro ángulo, es ha ido condicionando una mirada otra, aun para los
comentado de manera irreverente en Electra Garrigó. habitantes de este archipiélago que persistimos en ser
Otra vez Piñera, ahora en las manos de Roberto Blanco, singulares criaturas de un Sur diferente.
quien rinde un explícito homenaje a la tradición. El Asimismo, a los radicales cambios ocurridos en el
drama de la familia, la carencia de épica de la burguesía planeta (de nefastas consecuencias para los cubanos en
nacional, el machismo contra el matriarcado, la un primer nivel, pero de indudables ganancias en un
pertenencia o la partida condensan una radiografía del orden más profundo), se suma la «nueva» convergencia
alma nacional. La cubanidad exigida por el texto es —tal como un inevitable ciclo histórico—, alrededor
subrayada por Blanco al referirse a la puesta en escena de 1998, de las seculares apetencias imperiales de los
original de esta obra por parte de Francisco Morín y el jurásicos políticos del Norte, en circunstancias mucho
grupo Prometeo. más complejas. Ese latente peligro, real y presente más
Ese diálogo alrededor de las diferencias allá de las obviedades machacadas, recalcadas por un
generacionales y las relaciones hijos-padres encontraría tipo de discurso oficial, ha sido percibido por
una acentuada y simultánea recirculación en los últimos amplísimos sectores de la sociedad como una amenaza
para la existencia misma de la nación y la cubanidad.
meses, a tono con la despedida natural del espacio social
Desde tal perspectiva, el teatro no podía seguir
de una generación que tanto ha tenido que ver con el
siendo el mismo. A pesar de su acentuada crisis, ha
dibujo del país y su proyecto. En La tríada, Carlos
estado contribuyendo a la «construcción» de ese país,
Celdrán se apoya, justamente, en los mismos personajes:
ajustado a sus propias posibilidades (y también a sus
Electra, Orestes y Clitemnestra. Abilio Estévez crea con
necesidades y deseos). En medio de una restructuración
La noche una fábula en la cual uno de sus ejes gira en en todos los órdenes, el teatro participa, siguiendo una
torno al hijo que huye de su madre. Julio César Ramírez evolución propia y libre, de la articulación de una
impone nuevas visiones sobre La casa vieja, de Estorino, identidad no restringida, para dotar de nuevas formas,
y La noche de los asesinos, de Triana, primeras estaciones imágenes e ideas los discursos identitarios de la nación.
de «La trilogía de los hijos». Presenta, simbólicamente, Se sirve para ello de una ininterrumpida cadena de
a aquellos que fueron hijos en tales piezas como padres desconstrucciones, con el propósito de articular nuevos
de la generación a la cual pertenece su colectivo paradigmas. El juego de bolos del artista plástico Kadir
—Teatro D’Dos—, e indaga en los condicionamientos López, donde cada uno de los bolos se recubre con
existenciales, sociales y universales que constituyen la alguna obra clásica de la iconografía nacional, las
herencia legada a sus descendientes en la época actual, canciones del trío Enserie o los temas del grupo
en la cual se verifica una circunstancia transicional similar, Superávit, así como los materiales constructivos de
aunque dialécticamente más rica y compleja, a la de los Antígona, recurren a una poética infantil que permite
inicios de la Revolución, referente obligado de esas mezclar juego, desprejuicio y desconstrucción con el
obras. afán de resituar valores y paradigmas. Cómo podría
Con Baal, una versión de Celdrán sobre el original ser de otro modo si en todo el espectro social «flotan»,
de Brecht, el teatro cubano toca una zona cada vez al mismo tiempo, valores antagónicos, redefiniciones
más inobviable: la marginalidad, la droga, la angustiosas, contradicciones insalvables.

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Trazados en el agua. Para una geografía ideológica del teatro cubano de los años 90
A ese contexto de fuertes transformaciones —no en la Isla, la cual también se refleja allí en aspiraciones y
siempre con un destino preciso, eficaz, consensuado y métodos de sectores nuevamente legitimados.
compartido— corresponde una acentuación de la Frente a ese mar de conflictos en que navega Cuba
seguridad de la tradición y una evaluación crítica de los y su teatro, no se discute la utopía, sino «el camino que
modelos pasados y presentes puestos en juego. La conduce al Templo». Ganado el espacio proyectual de
tradición en permanente renuevo, sirve para re-colocar, un nuevo concepto de nación cubana, la escena se dedica
desde su imaginación, la «construcción provisional» a validarlo, cuestionarlo y hasta objetarlo. Los jirones
simbólica del país que viene, de la nación restructurada. dejados en ese tránsito por el hombre cubano son la
En el interior del teatro ocurre, entonces, una mayor materia del teatro, el centro de indagación del arte
dinámica de encuentros entre lo sociológico y lo artístico; cubano contemporáneo, ahora matizado por la vuelta
se activa el puente sociedad-teatro, escena teatral- de la Isla hacia sí misma. La Isla como expansión, como
escenario de la Isla. tema y como destino, la cubanidad como salvaguarda.
En este sentido, lo anterior explica la combinatoria Se trata de «la herencia como talismán». Al intentar
de recurrencias temáticas y estilísticas observables fijar la recuperación de esa herencia, a principios de
dentro de los discursos escénicos. De un lado, la figura 1997 creí ver una reconstitución del teatro cubano, aun
del padre, la ingratitud, el diálogo-ruptura entre padres advirtiendo la posibilidad de un espejismo; además de
e hijos, la familia, el poder, son móviles dialógicos que, tratar, una vez más inútilmente, de orientar una posible
como dije antes, establecen nexos con la intensificación dirección creativa. Pronto caí en cuenta del efecto
de la necesidad de una definición estable del futuro, ilusorio. En medio de tantas carencias acumuladas y
luego del relevo de la generación histórica. De otro, el renovadas —tanto en lo artístico como en lo
mencionado mecanismo de la desconstrucción —el cual institucional—, el teatro insular parece incapaz de
no solo me parece el más utilizado, sino el que reúne en rearticularse definitivamente.
un haz otras formas de producción de sentido—, No habrá modo de presenciar los rasgos, sino en el
recorre la escena, ayudándose de la parodia, la ironía, fragmento, en la parte. Por tal motivo, estos trazados,
las citas, la intertextualidad, la hipérbole, el juego, para al contrario de su lógica en ese sentido, persiguen una
ofrendar lo que Umberto Eco ha llamado «un homenaje línea imposible. También por eso los trazos se aíslan,
al modelo». Ese modelo, objeto de relecturas y se pierden, se desdibujan. Víspera de los cuarenta años
homenajes, es la propia tradición, en particular el de un teatro en (la) revolución, ¿ha llegado la hora de
vernáculo y sus recursos, es decir, los afluentes «cultos» decretar la extinción oficial de un movimiento con un
y «populares» de la herencia. Una tradición operante, rostro preciso?
viva, con una perspectiva abierta hacia el referente. No obstante, siempre el teatro sobrevivirá en
Tradición y herencia sin complejos de culpa por no experiencias solitarias. Ya ha sido así en la escena de los
atenerse a una expresión, a una identidad de lo cubano 90, la cual busca, se verifica, se hace en sus excepciones.
confinada y circunscrita a un número de fórmulas, Tal vez culmina un largo ciclo. En el desafío de continuar
imágenes y elementos «clásicos». su vocación peleadora, su servicio (al) público, su
Lo cubano se constituye de lo inefable, se representa construcción comprimida del espacio-tiempo de la Isla,
de forma concreta y el espectador lo recibe, del mundo posible y hasta imposible del alma de la
reconociéndose, como la presencia de «algo» que se nación y los contornos del país, estará el porvenir del
comunica con él de manera única. teatro nacional. Lo demás no sería entonces silencio,
Con esa fuerza, en medio de un mundo globalizado Rine. Los trazados seguirían difuminándose en el agua,
—es decir, cada vez más estupidizado y pero continuarían marcando con fuego la memoria.
norteamericanizado—, busca Cuba su utopía en la
consecución de una sociedad alternativa al establishment
de ese mundo de hoy. Tal vez soñando, incluso, con ser
una célula viva en el minuto en que la acumulación
espiritual contraria al estado actual de cosas estalle y
traiga nuevas resoluciones de existencia.
En una sociedad alternativa no debe ser relegado o
marginado el aporte de este teatro vivo a la geografía
ideológica y espiritual de la nación. Menos en función
©
de dar paso a un teatro de corte comercial ya inocultable , 1998.

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