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Decimos que la capacidad es la aptitud que tiene una persona para adquirir
derechos y contraer obligaciones; y que la capacidad jurídica es ejercitar estos
derechos y cumplir con estas obligaciones. Es decir, ser titular de derechos y
de una capacidad de ejercicio o de obrar, que es la misma aptitud legal que
tiene la persona para ejercitar por si misma todos sus derechos.
Así mismo goza de capacidad plena tanto jurídica como para obrar el que
tiene los cuatro status: es libre, ciudadano romano, patter familias y sui iuris
que literalmente significa “de Propio Derecho”. Sin embargo, la capacidad de
obrar no coincide con la capacidad jurídica. Por ejemplo, el recién nacido y el
niño menor a 7 años si bien cuentan con los tres status por si mismos estos no
pueden ejercitar estos derechos si no a través de otra persona que es el tutor
para que complete su personalidad y administre sus bienes.
Por otra parte había personas que no tenían capacidad jurídica pero si
capacidad de obrar por ejemplo los esclavos, que podían realizar negocios
jurídicos así no sea para él, sino para el dueño o señor.
a) El sexo
La mujer se hallaba bajo la tutela perpetua. Si era menor se encontraba
bajo la potestad del Patter Familias, si se casaba bajo la potestad de su esposo
y si era Sui Juris bajo la tutela al margen de no tener esta capacidad jurídica
también eran limitados sus derechos tanto en campo público como privado.
En Roma, a diferencia de lo que sucede en algunos otros pueblos de la
antigüedad, la mujer gozó siempre de una gran consideración social; y la figura
de la mater familias, de la matrona, reina de su hogar, era justamente
respetada, participando del rango y de la dignidad del marido, de sus honores y
de su pública estimación.
Pero muy distinta era la situación en la esfera jurídica. Por lo que respecta
al Derecho público, la constitución de la civitas, y el proceso de su formación,
en el que intervino de modo fundamental la actuación bélica de la que estaban
excluidas las mujeres, determinó que tuvieran cerrado el ecceso a las
magistraturas, al Senado y a las asambleas populares. No participaban en el
derecho de voto, ni ellas mismas podían ser elegidas como magistrados.
La mujer se hallaba siempre en una situación de despendencia y
sometimiento a la autoridad suprema del pater familias. no era suficiente que
fuese libre, ciudadana Romana y Sui Juris porque su capacidad jurídica era
limitada, no solo carecía de derechos en el campo publico si no que su
capacidad jurídica era restringida en el Área Civil, es decir que no podía
ejercer la Patria Potestad ni podía ser Tutora de impúberes salvo de hijos o
nietos, así mismo no podía ser testigo en un testamento ni figurar en juicios, no
podía ser nombrada heredera por personas de la primera clase y era siempre
sometida a la patria potestad del Patter Familia.
Tras sucesivos avances en la capacidad de obrar de la mujer, que se
contrastan ya durante el período clásico, alcanza su culminación en la etapa
posclásica, en la que se llega a una equiparación casi total con la capacidad
del varón. La tutela de la mujer de cuño romano dejó de existir desde
Constantino, aun cuando en las provincias orientales subsiste el sometimiento
de la mujer a un señor, a un kyrios (marido o hijo).
Sin las limitaciones, la mujer obtuvo plena capacidad para negocios en el
período posclásico. También admite su posibilidad de arrogar y de ser tutora y
desaparecen las limitaciones para heredar; pero siguen sufriendo la limitación
de no poder postular por otro.
b) La edad
El Derecho toma en consideración la edad de las personas, ponderando, en
función de ella, la posibilidad o no posibilidad de que realicen actos jurídicos.
Por lo tanto, la edad es una causa modificativa de la capacidad de obrar.
Podemos diferenciar:
- Impúberes: en general son aquellos que no tienen capacidad física para
procrear. Distinguimos:
o Infantes: No pueden hablar expresando un pensamiento
razonable; son totalmente incapaces de obrar, “carecen de
inteligencia” (Gayo, 3,109). Soláis ha mantenido con buen apoyo
en las fuentes, que la infancia duraba hasta los cinco años
cumplidos. Wilinski, un estudioso polaco, piensa que en la época
antigua el infante que hubiese cumplido tres años asistido por su
tutor, gozaba de una limitada capacidad para obrar.
o Impúberes infantia maiores: Cerca de la pubertad, con los cinco
años superados. Si son sui iuris pueden celebrar negocios
jurídicos válidamente siempre que se hallen asistidos de su tutor.
Asumen también obligaciones, como sucede en el contrato de
compra-venta. También han de actuar de este modo en los
negocios de disposición como las manumisiones. En el caso de
que actúe sin la autorización del tutor, el negocio es válido pero
sólo produce efectos beneficiosos para el menor, por tanto,
adquiere derechos pero no asume obligaciones.
En ningún caso pueden contraer matrimonio ni otorgar
testamento. Son plenamente responsables cuando se trate de
infracciones del ius civile y no lo son respecto de los delitos del
ius honorarium, a menos que se hallen ya próximos a la pubertad.
- Púberes: La madurez sexual, trae consigo la plena capacidad negocial y
delictual. Respecto de los varones, se atendí desde antiguo a la
contrastación de su capacidad para procrear y la adopción de la toga
viril; en la época clásica seguían el mismo criterio. En cambio, los
Proculianos decidieron fijar unos límites: la edad de los 14 años en el
varón y la de 12 años en las hembras.
Pero la plena capacidad de la que gozaban, se manifestó bien pronto
grande para ellos, por lo que se adoptaron medidas protectores que
implicaban una cierta limitación de su capacidad de obrar. Sólo se
desplegaba plenamente en su aptitud para otorgar testamento y para
contraer matrimonio. Respecto a las demás relaciones, se estableció el
límite de edad de los menores de 25 años.
La capitis deminutio
Tomando esta expresión de un modo literal, capitis deminutio significa
disminución, reducción de la cabeza.
Este individuo ha experimentado un cambio, una mutatio de la situación jurídica
en que antes se encontraba; y de este modo, la capitis deminutio ha
determinado un cambio en su status; lo que no implica necesariamente una
pérdida de capacidad jurídica.
Muy posiblemente lo casos iniciales fueron sólo los de pérdida de la libertad y
de ciudadanía, y a ellos se agregaron los de cambio en la situación familiar.
En la época clásica, aparece la clasificación de la capitis deminutio en tres
modalidades relacionadas con los tres status, según Gayo:
Las hipótesis en que esta mutatio sucede son muy numerosas y sus efectos
en la capacidad jurídica del afectado son también diversas:
Si se trate de un alieni iuris que pasa a ser sui iuris, puede conservar los
peculios castrense y cuasi-castrense, y en cuando a los bona adventicia, el
padre pierde su administración.