Vous êtes sur la page 1sur 281

Deberes de Chile, Perú y Bolivia ante el problema del Pacifico.

Prólogo
de Aleides Arguedas.
More, Federico, 1889-1954.
La Paz, Bolivia, González y Medina, 1918.

http://hdl.handle.net/2027/txu.059173023502669

Public Domain in the United States,


Google-digitized
http://www.hathitrust.org/access_use#pd-us-google

We have determined this work to be in the public domain


in the United States of America. It may not be in the
public domain in other countries. Copies are provided
as a preservation service. Particularly outside of the
United States, persons receiving copies should make
appropriate efforts to determine the copyright status
of the work in their country and use the work accordingly.
It is possible that current copyright holders, heirs or
the estate of the authors of individual portions of the
work, such as illustrations or photographs, assert copyrights
over these portions. Depending on the nature of subsequent
use that is made, additional rights may need to be obtained
independently of anything we can address. The digital
images and OCR of this work were produced by Google,
Inc. (indicated by a watermark on each page in the
PageTurner). Google requests that the images and OCR
not be re-hosted, redistributed or used commercially.
The images are provided for educational, scholarly,
non-commercial purposes.
G980 T119M0.D LAC

IK
THE LIBRARY
OF
THE UNIVERSITY
OF TEXAS

0(V r.
ti\Wd
to bin:
DATE
;t«-.,A-
-
[
u / WLI VIA —
Federico More

Deberes de Chile, Perú y Bolivia

ante el problema del Pacífico

Prólogo de Alcides Arguedas I

1918
GONZÁLEZ Y MEDINA, EDITORES

LA FAZ - BOLIVIA
En esta primera edición,
los editores tienen sus dere
chos reservados.

IMPRENTA DE GONZALEZ Y MK0INA


THE LIBRARY
THE UNIVERSITY
OF TEXAS

PROLOGO
I

Este libro es ínactual, vale decir, es un libro para


mañana.
Su autor, animoso, sincero y vidente, va, al parecer,
contra los intereses de su patria, y, en el fondo, los sirve
con decisión. Quiere que el país mediterráneo de Bolivia
adquiera un puerto sobre el Pacífico tomando una breve
parcela del territorio del Perú, a trueque de naturales
compensaciones añadidas a un vínculo más durable y
provechoso de solidaridad moral que se crearía, que se
ha de crear, entre los tres pueblos orientados hacia el
Pacífico y que ayer, por mala inteligencia o por corta
ambición, guerrearon con fortuna varia y echaron la
envenenada simiente del odio en sus relaciones.
Presentado el problema así, desnudo y limpio en su
simplicidad, parece, n primera vista, revelaren el que lo
plantea ocultos sentimientos de desamor hacia el suelo
de su nacimiento, cuando no, como dijeron protervos, de
enconado despecho o de torpe venganza. Y, sin embar
gc, en lo profundo de su intención, late el más grande
amor a la patria y a sus cosas porque está formado de
reflexión consciente y de intuiciones magníficas que dela
tan en él a un observador sagaz y a un prudente hombre
de Estado, no obstante su gallarda juventud, ya que
muchas veces para medirse tal hay que chocar, de modo
inevitable, con el dictado o el sentimiento de las multi-

934839
DEKEKEK UE CilILE, HERU V BOLIV1A

tildes no siempre movidas ni por la sana intuición de lo


justo y conveniente y, menos, por el cabal conocimiento
de las cosas cuya solución ha de dejarse, por fuerza, a la
élite pensante de un país.
Pero esto no acaece comunmente así.
Los pueblos no comprenden casi nunca el lenguaje
de las verdades útiles aunque dolotosas. Su amor propio
colectivo jamás permite que se ponga en duda o se
ataque aquello que ha creado en su imaginación y que
lo considera eterno por su base de verdad, bondad y
justicia. De ahí que cuantas veces se presenta un hom
bre propagando ideas o sentimientos contrarios a los
del sentir o pensar común, atrae generalmente sobre sí
el estigma de las turbas, siempre durable porque se con
serva y propaga por medio de la opinión particular de
los menos aptos que forman todavía la masa viviente
de un país.
Federico More, arrebatado cantor del andinismo, es
un vidente de mirada honda y larga que avisora desde
las cumbres, como todo espíritu selecto y empapado de
las realidades de su época. Para él el andinismo es una
fuerza telúrica que puede y debe engendrar un sólido
sentimiento de cohesión en nacionalidades afines orien
tadas todas hacia el mar Pacífico que será, con el tiem
po, que acaso comienza a ser ya, la gran y principal
ruta de ligación entre las cinco partes del mundo, cada
día más frecuentada a medida que la perfección mecani-
cista acorta las distancias y da mayores vuelos al inter
cambio de productos.
De consiguiente, todos los pueblos orientados hacia
ese mar, si anhelan convivir armoniosamente, deben,
también de un modo fatal, tener un puerto propio de
comunicación con el mundo, pues "como toda la
América del Sur tiene Andes, es decir, Poesía, Olimpo,
Hcliconia, toda la América del Sur debe tener mar, es
i'itól.oí;o — :i
ANTE KL PROBLEllA DEL PACtFKX)

(tecir, puerta abierta, libertad gástrica, garantía contra


las afecciones intestinales" "A ninguna nación sud

americana,— añade More debe faltarle un puerto en el
mar. Ya que alguna no lo tiene, el vecino debe dárselo.
Las necesidades materiales, cuando no vienen por la
generosidad comprensiva, se adquieren por el robo y la
conquista" (Págs. 18 y lü).
Aquí no es el vidente, el soñador o el alucinado quien
habla. Es el estudioso que medita, razona y deduce.
La conclusión no ofrece ninguna novedad para ningún
hombre de Estado que observa fríamente estos proble
mas del Pacífico. Es algo que se impone porque se ve.
Es algo que tiene que realizarse y cumplirse como una
ley natural cualquiera cuyo desobedecimiento, aun siendo
posible, trae como consecuencia un trastorno fatal por
lo común, y, en veces, saludable.
Un pueblo de tan ingentes riquezas naturales como
Bolivia, no se ahoga ni se asfixia por propia voluntad.
Su destino irremediable, ineluctable es respirar, crecer,
desarrollarse, o, simplemente, desaparecer. Y el estan"
camiento colectivo no se comprende sino cuando se han
atrofiado los resortes vitales, es decir, cuando se ha
debilitado el supremo instinto de vivir, lo que no siempre
sucede en las agrupaciones humanas cuyo destino es más
bien conservarse y desarrollarse, a no ser que cataclis
mos extraordinarios vengan a destruir de pronto su
cohesión racial o idiomática, cosa sin ejemplo en la his
toria .

Se argüirá, quien sabe, que estas cosas


de razona
miento y no de senti mentalidad, preocupan poco a los
pueblos. Se dirá también, con sorna, que estos proble
mas tienen un carácter secundario en el Perú y Bolivia
donde los asuntos electorales parecen embargar toda la
atención de los sendo hombres de Estado.
Así, es, por desdicha. Pero eso no prueba nada
I'Itól.oco —
..t
DRBKRKS l>K CHILK, PKltt Y BOI.IVU

contra la inminencia del problema. Lo más quc puede


probar es que estos pueblos aun yacen en la doliente
infancia y que los titulados estadístas no son tales.
Pero desde el momento que las nacionalidades se afir
men; que se eduquen y cultiven las energías y las necesi
dades de la masa y surjan, como producto ya natural
del medio, los hombres entendidos en los negocios públi
cos, entonces el problema habrá de presentarse con
caracteres de tal modo imperativos, que su solución
inmediata llegará a ser una urgencia verdaderamente
vital para Rolivia que habrá de verse forzada 'i des
truirse o a abrirse paso al mar, con la fuerza incontra
rrestable del vapor que escapa o hace estallar el caldero
que lo aprisiona.
Esto no lo adivina More. Lorepito, cor. una
ve,
precisión asombrosa, y que no puede, no debe escapar
a los ojos de ningún político o intelectual que se precien
de tales, porque basta fijarse en el área de Rolivia, es
tudiar sus enormes riquezas inexploradas, medir las
particularidades de su pueblo, que a pesar de :us taras
es vigoroso y de gran potencialidad combativa, para
llegar a la conclusión de que este país necesita por lo
menos un puerto propio que asegure su calidad de pue
blo de veras libre. ,

La idea fundamental del autor se fija con caracteres


de una precisión casi matemática:
"Si los Andes dividen de por medio Sudamériea, es
posible sectorar, con geográfica naturalidad, el esfuerzo
de los pueblos sudamericanos. De un lado deben, por
técnica que evite confusiones, entenderse los pueblos que
miran al Atlántico y de otro lado los que miran al Pa
cífico"....
"Por mucho no deje de comprender que
(pie Chile
la salida al Atlántico le conviene sobremanera, sus in
tereses capitales — y para probar esto basta medir su
PRÓLOliO — t
ANTE EL PKOBLICilA DEL PACIKH'O

costa — están ligados a los destinos del Pacífico. Y tal


motivo le vincula irremediable y estrechamente a la vida
que tengan Perú y Bolivia." ( Pág. 25).
Esto no necesita, por cierto, ningún comentario
aelarador porque se impone de por sí, por poco que se
conozca la geografía y el relieve de estos p~.íses orienta
dos hacia un mismo mar y ligados por el lomo de la
gran cadena andina aunque circuntancias históricas,
aun no revisadas en rigor y con carácter científico, ha
yan hecho una distribución antojadiza de lotes territo
riales en la que Bolivia fué, sin duda, la menos favoreci
da, acaso porque, como dice nuestro autor, careció, por
desgracia, de "orientaciones inexorables " ( Pág. 39).
Y lo explica con bastante holgura y desenfado:
"Ouien dió Antolagasta a Bolivia — dice — no sabía
lo que estaba haciendo. Separado del centro de la Re
pública por un desierto angustioso y puesto bajo la
inmediata influencia del espíritu chileno, ese puerto, era
de Chile, por la virtualidad geográfica, la de la pobla
ción y la de la industria. El puerto lógico de Bolivia,
era Arica." (Pág. 30).
En este error de mala distribución geográfica, ve
More, quizás con razón, el origen de la guerra de 1X79,
fatal y de terribles consecuencias para los aliados. Aquí
mismo cree encontrar la causa generadora de otros con-
rlicuos armados en lo futuro, y, por consiguiente, del
. ompimiento de la solidaridad entre estos pueblos sud-

continen tales dando lugar, quizás, a la aspirada hege


monía de algunos, lo que vendría a crear una especie de
desequilibrio continental nada prometedor de visiones
de paz estable, siendo así que por vínculos eternos de
lengua, raza, religión, costumbres y tradiciones, todos
estos pueblos están llamados a convivir dentro de la
más grande armonía, ya que, al justo decir de un esta
dista, nada los sepaKa y todo los une.
i.(i1* i .«i(;(i -,.í
OKIMCKKü l>K CHII,K, PK Y SOLIVIA

Para evitar posibles conflictos futuros, hegemonías


y peligrosas desmembraciones, considera More como
inaplazable necesidld la de proveer de un puerto a Holi-
via cediéndole una estrecha lonja del litoral peruano, en
el supuesto de (pie esta nación ha de dar por consumada
la ocupación definitiva de Tacna y Arica.
Claro es, y se entiende, que esta cesión, (pie este
cambio, si se quiere, no se ha de operar siempre a base
de violencias, que sería el peor de los medios a adoptar
se, sino por la fuerza de recíprocas concesiones, de trata
dos y convenciones en que los derechos queden deslinda
dos y a la par unidos con el tuerte lazo de intereses
materiales, factor qu; en este momento parece primar en
las relaciones de los grupos humanos.
Pueril sería negar que a esta clase de negociaciones
se opone de ordinario el patrioterismo de las masas,
empujadas por el chauvinismo de los políticos de corto
alcance para quienes la noción de la integridad territo
rial a toda costa y siempre es un dogma intangible, el
primero y único a (pie deben obedecer y servir los pue
blos
Esto se explica hasta cierto punto y aun es natural,
porque si los pueblos dejasen atrofiarse ese instinto de
integridad, no serían tales; pero cuando se convierte en
una noción puramente abstracta o desligada de intere.
ses permanentes o de sólidas conveniencias, entonces es
una manía como cualquier otra asentada en cosas que
pueden tener su raíz en el ssntimiento y que se torna en
peligrosa dolencia cuando no afecta en nada ni el interés
positivo, ni las riuqezas sociales, ni menos la solidez del
patrimonio territorial de un país.
Cree elautor, y en este punto no podemos, por ele
mental discresión, dar testimonio de la certeza desús
afirmaciones, que el sentimiento de integrismo en el Perú
es, ante todo, arma electoral y política; ípág. 90) y si
erólogo— (>
THE LIBRARY
THE UNIVERSITY
OF TEXAS
ANTE El. PKOBLEMA DEL PAOIFIOU

tal afirmación, que la sostiene con calor comunicativo y


apasionado acento de sinceridad, no careciese de funda
mento, vendría solo a probar qne en estos nuestros
pueblos hay todavía ausencia de grandes escrúpulos o de
sincero patriotismo ya que asuntos de importancia
trascendental como los territoriales, sirven como plata
formas de cambios políticos, que en realidad se traducen
en cambio de situación o fortuna de algunos hombres,
cosa que hubo de verse en Rolivia donde el partido polí
tico que hoy gobierna, perito en cesiones territoriales,
hizo servir de tema preferente a su propaganda proseli-
tista y como uno delos puntos más ostensiblemente
zarandeados de su programa mínimo, el integrismo te
rritorial a toda costa, esto es, la estricta observancia
del testamento de Sucre el ingenuo y el ponderoso. Tam
bién prueba, por añadidura, que los llamados partidos
políticos en estos pueblos carecen de finalidades superio
res, y que se mueven siempre dentro la órbita de las
ideas generales haciendo encajar estas a los hechos que
por fuerza se producen y queriendo sacar ventajas de lo
que por propia impulsión acontece, muchas veces por
encima o por debajo de las previsiones

Pero veamos con la posible seienidad, la solución


que propone nuestro autor en el problema del Pacífico
que ahora y siempre, en tanto que no se solucione, será
el más agudo de cuantos interesen a los pueblos ligados
a él.
More, por razones que explica con insospechable
claridad, da por descartada la cesión de Arica por parte
de Chile a Bolivia ya que Arica es un poderoso baluarte
natural para su defensa, cosa que también explica su
arbitraria retención y su deseo evidente de no entrar en
acuerdos sobre ese punto con el Perú.
De igual modo, y con más lucidez todavía, hace ver,
prói.ooo— 7
s:'i:i.'i!ir>iu míi ':huhc .imm.i A vivrion

cd auu ramiaui c|b¡íiuaj enb 'aivqoB rop scuozra -crpsu


saiu ed aiporp ,addqativ 'ajiscceu 'ciuciuasoirpeiui cd
un oicrnp oiporp ar enb 'raoha ou teuaisbo sla "ínbuarj
sinc sednc.muico Sneruanad Saadrdcoa rop sol scsiaiI
r.
cnl( a( Uar-icic ue
p teucupuco r sus seprrcao.uej soielch
X rop rceab 'scdmopuiucjui 'ece.n;e uc 'adderv ed dui -n
aicucdupe aiporp o^senp enb cs allab dainmi-'pcaui ..>l(
rqepeuu r. .1ajirn cnle,, sus souicev — ceid cjucuiaoura3
reoI\ — 'ticnboi uc.uiu r. luqcuh otUane artuc d; ouojirwj
ouaivqob r. lcd oiroiucrt ouaivqob. „mlís 'Sa^) (^(;
tasE lebiuaisosm 'aicucdupecd uise asoido 'uomcfns
Btsc asco lebisopuu r lebucr:) a.u;p un )qebnp 'ouaerbos
ou i;h odmacac rop adiuibov 'aiporp ui rop sarai -reir
scblaiediu ed su 'ojuciuuacu ouis cnbrop p oupsed cd iq
'raerníí oadraprerí ue sym cd oqiciu opjis cd ouisqlidnan
orbaárb a. ed apuarouSi 'vapatrsiuuuad c¡ cm 'oservad
oisc 'sc uc 'amsu enbrop en| 'adicsopsed Badlbpscd r
-«dlaiinuj \ 'a.uhla rop la rsl cibnjacelui cd s\q 'sasco
doua!oiv la rccerap ¡e coijSol .kiS'ir ed sB| .Saieucncesuco
'ojsnfsc,, copjiop r' 'ros¡vcrp rarapcj asc uoiacínpuia
'"Vd) .)¿6
o.icj ib 'uoiacarpre cs 'unaSiu eebd cd cs.ciacb rop
ucmb oijcuico |n |aui r. u su -ajsco isy 'sc 'o r)xl ol -mu
'SOU JSa a.Wiebd UnS
enb Un 'SnUOISÍan0 OdUaUD
0l<>S

scsc.mjuí 'soadecr saicucmi|ed s,lcbaidnuireri 'o rop


'oui sreoupesu scuozra cnb uc lc douoj nos scibamiuoba
scuozaruis ouico Sla enb uc sojs,-> soiusuu sojuciuom uar
'douafnpuie rop la adunJScs zcv uc otrauc soua cd -Bui
'azuai a sla stesenh SaUojnci aiach 'siraP es 'ucuopuu
ol si;iucd ajou, uc a¡ aerjsc atal r. a seeer cibisceacuui ed
sla Sairdallaxí sedacdi enb p rebmob utóal aid cd
razuacd; 'is oiuco uarnSosa so| s,ajsqaroiu sc -teui'sceui
e:pieiu cibpcejrep
'otUtare:uiii azeru| se csrututeuco nco a| addialre
amqdpco r. '.mr uco el orbq ed al «irojsiu uc a| 'ouam
UMO'IOHd — s;
A.WE Kl. PKOÜLEMA ¡iKl. PAClFtt'O

ívbierto en sus últimas páginas, que nada o bien poca


cosa significa el derecho de las naciones ante el eficaz
empleo de la violencia; que los pueblos siempre hallan
razones morales y jurídicas para dar aspecto de justifi
cación y legalidad a sus abusos, y que, por último "la
política internacional, hoy como antes, solo tiene vagas
afinidades con la vulgar honestidad" — como hubo de
comprobarlo muy poco antes de la gran guerra un pu
blicista francés.
Que esta teoría peligrosa y puede invocarse en
es
cualquier momento contra los mismos que la emplean,
nadie lo duda, y de ahí la repetición de las calamidades
que periódicamente se abaten sobre los pueblos; pero
parece que la experiencia jamas entrara en el cálculo de
previsiones de éstos, acaso porque los males, aunque se
repitan, no los sufre el mismo organismo viviente.
Ante esta enojosa contingencia, ante esta necesaria
deducción de los hechos constatables, el autor no ve, en
el punto concreto, otra solución que conseguir del Perú
lo que de Chile no se puede obtener, simplemente porque
el Perú con mínimo sacrificio de bu parte puede conceder
lo que es supremo máximo para Bolivia y concederlo no
gratuitamente, ni por puro romanticismo internacional
que esto casi nunca se ha estilado en los pueblos, sino
por compensaciones equitativas y hasta por convenien
cia propia de nación donante para asegurarse una
paz quizás duradera poniendo una faja de tierra neutral
entre un vecino de cuya proximidad le conviene quedar
separado.
El puerto que señala More para Bolivia debe ser.
dice, v se hace necesario copiar sus propias palabras, —
"el pedazo de costa peruana comprendida entre el ulti
mo tercio del paralelo IT y el primero del 18, costa cuyo
principal puerto es Sama, y que hoy forma parte del
departamento peruano llamado Tacna libre. Pastaría
DEKEKKB UE CHILE, PERU Y BOl.IVIA

prolongar, casi líneas paralelas la provincia bolivia


en
na de Pacajes. Prolongarla hasta el mar, de modo que,
por el norte, tuviese de limítrofe el puerto peruano de
lio y por el sur el puerto chileno de Arica y, tierra aden
tro, la ciudad chilena de Tacna." (Pág. 97)— las cuales
tierras, minúscula parcela del enormísimo litoral perua
no, pueden "sin desmedro para la riqueza y soberanía
del Perú." (Pág. 98) — ser cedidas a Bolivia por las
superiores razones de armonía continental y de vincula
ción de intereses morales y materiales.
De no hacerse esto así, cree More, y en este punto
dejamos también de emitir opinión por la natural pru
dencia de eme ya antes se dijo, — que "en un plazo máxi
mo de quince años, si persiste la situación actual, Boli"
via irá a la guerra con el Perú y éste será derrotado" —
(Pág. IOS) porque para ello, según él, concurren las
mismas razones que produjeron la victoria de Ingavi
que hace más de medio siglo, salvó la nacionalidad, o,
mejor, afirmó en la nacionalidad el derecho a la vida
libre conquistada en quince años de batallar duro v
constante. Por el contrario, el arreglo amistoso y
ventajoso de esta suprema cuestión, acarrearía ventajas
incalculables a los pueblos del Pacífico, quienes, al for
mar una especie de bloque, como necesariamente forma
rían otro los pueblos bañados por el Atlántico, llegarían
casi a solidarizar sus destinos en un incesante intercam
bio de productos, ideas y sentimientos.
En este punto, More plantea un vasto plan de reor
ganización industrial y económica de los tres Estados v
que en veces, por su naturalidad y su espíritu positivo
trae a la memoria los cuadros de vida futura magistral-
mente esbozados por Wells.
Su fe es robusta y grande su entusiasmo por estos
problemas.
"Unidas, dice, por los rieles, señoras en su mar,
['Itól.OCO — 10
ANTE EL PROBLF.11A DEL PACIFICO

dueñas de sus ríos, es decir, plenamente autónomas en el


tiempo y el espacio, o, lo que es lo mismo, en la vialidad
y en comercio lleno de mutualidades generosas, las
el
tres naciones, Bolivia, Perú y Chile, necesitan ejercer
igual dominio sobre el espacio y el tiempo políticos,
sobre el símbolo comercial y sobre los movimientos
"
espansi vos de la inteligencia. (.Pág. 12+).
%

Tales son, a grandes rasgos, los temas principales


epue desarrolla More en este su libro con un entusiasmo
comunicativo de que no son capaces los hombres que se
improvisan, merced amañas electorales, de políticos y
hombres de listado en estos pueblos verdaderamente
hermanos por orígen, lengua, educación y cultura.
Su estilo agil, nervioso, elegantísimo, coloreado con
imágenes de alto relieve, agresivo en el ataque y vibran
te de pasión casi siempre, tiene a veces tonos de lejana
melancolía o de concentrado rencor, y todo su ser exulta
ante cuadros de sensualidad y de belleza plástica, mos
trando ser así producto legítimo de su raza espléndida y
de su tierra virgen y tropical. (Págs. 14-6, 149, 150).
Entretanto, y pese a la esplendidez de su visión
nacionalista llena de promesas realizables en un futuro
inmediato, he aquí un hombre que por su ruda sinceri
dad y su hondísimo amor a la tierra nativa, ha echado
simiente de abrojos y zarzales cu su camino de escritor y
hombre público peruano y atraído sobre sí el odio de sus
connacionales, patente ya en artículos periodísticos en
los que se le niega hasta calor de hogar.
Pero eso apenas importa y aunque por ahora no le
!piede sino el vagar aventurero y pobre de los anuncia
dores, al fin marcará para él la hora de la reparación
justiciera, pues el simple hecho de haber, con los aspectos
contenidos en su obra, conmovido rabiosamente el sen
timiento de las masas, es prueba irrefutable de su ecnve-
i'Roi.omi -1 1

BOUND NOV
hKitKKva* iip: cím.K, i'kbv v Boi.rvr.i

rríencía y oportunidad, porque ra es cosa probada por


la experiencia de los siglos que las masas no siempre
obran con voluntad razonada inteligente, y que sus
e

impresiones, sus preferencias, sus instintos van contra el


sentir y opinar recto y prudente de. los estudiosos y me
ditativos que son los más capacitados para decidir en
los asuntos de interés general, yendo algunos hasta el
punto, acaso extremo, de pensar con el autor de La Ce
lestina de que "cualquier cosa que el vulgo piensa es
vanidad; lo que habla falsedad; lo que reprueba es bon
dad; lo qce aprueba maldad"

A ¡cides Arguedns-.

La Paz. S de Abril de 101S..

PHÚi.OCO — 1 '2
Deberes de Chile, Perú y Bolivia
ante el problema del Pacífico
Este libro de abnegación, de austero y razonarlo
patriotismo, de ardiente amor al Perú, lo dedico, con
amorosa reverencia, a la memoria selectísima de un
hermano de mi padre.
A la eterna y honorable memoria de

*7tt(tn ^Aíore
Comandante infortunado de la Fragata "Independen
cia" , Jefe de la Artillería del Morro de Arica, la tarde
de la epopeya.
A la memoria de ese hombre que juntó la impetuo
sa honra española de sus abuelos y el frío honor bri
tánico de su padre. A esa elevada memoria, capitoso
ejemplo de sacrificio desinteresado, faro bajo cuya luz
perdurable no sabe guarecerse la juventud de un pobre
país tropical y criollo que no comprende ni siente nada-
ni el Amor, ni el Dolor, ni el Deber.
F. M.
INDICACION

La cuestión ortográfica merece una dragreaión que le Heñí útil al


lector. Yo uso la ortografía de Bello; pero la ti pogfaría está habi
tuada a la Académica. De aquí ha surgido cierto hibridismo: el
tipógraro, de uu lado, sometido a sus conocimientos y, de otro, a ln
sugestión del original, obedeció a ambos factores. Lo mismo ocurrió
al corregir. Los lectores, comprendiendo ese doble juego, disculpa
rán la promiscuidad ortográfica del libro.
F. M
Porque al abrirse la
caja pandórica rué la
primera fugitica hacia
un dónde hasta hoy
inaccesible, leí Justicia,
es hermana de la Deses
peranza.
ADVERTENCIA PRELIMINAR

. Origen motivo de este libro -


y

Valor de la Idea ante el odio personal


. - Noción real del patriotismo - -

La inconoiencia traidora del popu


lacho, llama traición a la sensatez

Parece mentira que eldicterio sea motivo


creador de un libro. Por malo que sea un libro,
representa una serie noble de esfuerzos. Por bueno
que sea el dicterio, significa una sucesión ruin de
desahogos biliosos.
La prensa del Perú ha insultado con invero
símil canallada al autor de estas líneas. Quien
esto escribe, jamás le debió a la prensa del Perú
otra cosa que malevolencias, olvidos crueles y
ataques cobardes. Cuando este pobre escritor
publicó en periódicos bolivianos, despues de ha
berlo hecho en hojas impresas del Perú, sus artícu
los referentes a las cuestiones del Pacífico, treinta
periódicos peruanos le contestaron, sin constatar
2 DEBERES DE CHILE, PERL" Y ¡SOLIVIA

ni referirse a una sola de sus ideas, con una inter


minable retahila de denuestos.
Cualquiera que leyera las réplicas peruanas,
no sabría cómo eran los artículos que tales réplicas
motivaron. En cambio, sabría que Federico More
era traidor a su patria y estaba vendido al Go
bierno de Bolivia. Así, a secas, sin punto de mira
a ninguna idea, a ninguna doctrina, a ninguna
controversia de ciencia leal.
Se ha dado el caso de que, artículos que publi

qué sin firma, en calidad de editoriales, fueran


trascritos y cruentamente comentados, sólo por
que el periódico peruano que los trascribía v
comentaba, adivinó que eran míos. Yo nunca
pensé en negarlo. Pero me parece deshonesto, ante
un editorial sin firma, decir: este artículo es de don
Fulano de Tal. Y en seguida: Don Fulano de Tal
es un bribón. ( 1 )

Todo esto norazonable. Las campañas que


es
un escritor inicia alrededor de intereses de nacio
nes, no deben tener nunca la fragilidad femenina
del insulto, sino la permanente eficacia varonil de
la Idea. Que mi Idea sea mala por ser mía v
porque yo la formulo, es argumento digno del
pueblo que, tras ser esclavo en el Coloniaje, no
pudo libertarse solo en la Emancipación y, recor
dando su servidumbre incaica, no dejó de ser paria
e ilota en la República. Yo no puedo tener la culpa

(1) Véase la Nota primera.


ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO

de que esas desdichadas gentes sean incapaces de


una idea libre.
Si me hubieran comprendido, siquiera en parte,
quizás este libro no existiría. La incomprensión,
poco menos que protozoaria de que me han hecho
víctima los peruanos, es lo que me ha obligado a
pergeñar más que de prisa estas páginas. Si para
dicha mía yo no guardara ni una brizna de amor
porel Perú, tendría me sin cuidado que los peruanos
me comprendieran o dejaran de comprenderme.
Pero quiero que me comprendan, porque, al fin y
al cabo, ellos son mi patria.
.El patriotismo, como todo amor, debe ser
dócil. El patriotismo, como toda pasión, debe
tender a perfeccionarse. El amor, que es perpetué
dad,- está obligado a ser progreso y provecho.
Aquello del integrismo territorial a ultranza, inter
pretado como cariño hacia la patria, vamos a
discutirlo más tarde. Por ahora, bueno será que
nos limitemos a decir que el integrismo es justo v
valedero cuando el romperlo envuelve escarnio,
tutela o vejación. Pero si a cambio de un pedazo
de tierra, hábilmente cedido, se pueden lograr altas
y robustas utilidades espirituales y económicas, el
patriotismo inteligente indica ¡a cesión.
Y esto de las cesiones también tiene su límite
razonable. Es como el déficit
los presupuestos:
en
si pasa de un porcentaje discreto, deja de ser déficit
para convertirse en falencia. Así, la cesión territo
rial, se excede de cierta cantidad, deja de ser
.si
4 DEBERES DE CHILE, PERC Y BOLIVIA

arreglo provechoso, para con vertirse en mutilación


humillante.
En el curso de las páginas que vienen, se verá
claro que lo único que le conviene al Perú es darle
puerto marítimo a Bolivia y cederle Tacna y Arica
a Chile. Desde luego no es prudente que los perua-
nos se hagan la ilusión de que yo sostengo lo que
sostengo, únicamente por amor al Perú. Este
amor es una de las tantas razones. Nada más.
Tanto como ellafc pesan otras: el cariño a todo el
suelo americano, el ideal de avancecontinentalista,
el franco y cordial deseo de solidaridad y un acen
drado anhelo deque la paz nanea desampare a
estos pueblos niños, tan urgidos de serenidad
creadora y laboriosn,
Las muchedumbres no pueden comprenderesta
Forma de patriotismo. Las muchedumbres, como
todas las bestias, no entienden que los problemas
patrióticos puedan ser solucionados mediante
fórmulas de amistad afectuosa. Quieren que toda
la fábrica de la nacionalidad se eleve a base de
rencores y con sangrientas e histéricas perspecti
vas de venganza. El amor, que sin duda está por
encima — muy por encima — de esas soluciones ani
males, no se hizo para las multitudes, hijas del
delirio, madres del desborde, hermanas dela locura
frenética.
Por eso, el periodista, destinado a conversar
con las masas, debe estar lejos y encima de ellas.
El periodista que sientecomo la masa, es un traidor
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 5

<Jue se ignora. Esto es lo que, por desgracia, ha


sucedido en el Perú. Los periodistas que se han
dado el lujo de ultrajarme, pertenecen en cuerpo y
alma a la multitud. Son turiferarios de la plebe
numerosa. Ninguno de ellos habla desde la mon
taña. Ninguno es, pues, capaz de decir: amaos los
unos a los otros. Ni siquiera podrían repetir con
el viejo predicador: sed partidarios de Aaraón que
gustaba de la Paz.
Si alguno de denostadores de la Idea
esos
hubiera estado un pié sobre el nivel de la Bestia
ululante y policéfala, ese habría querido demos
trarme que me equivocaba. Nunca habría preten
dido, insultándome, probar que yo era superior a
todo el periodismo peruano.
Una vez en Lima, pronuncié, ante un público
de siete mil personas, un discurso político. El dis
curso duró treinta y cinco minutos y fui interrum
pido por el aplauso diecisiete veces. Hubo ovación
que duró quince minutos, Al día siguiente de la
actuación, la prensa limeña, reseñándola, omitió
mi nombre. Era preciso hacerme el vacío. Sólo
que no hay periódico limeño que sea leído por
siete mil personas. Resultó, pues, que los periódi
cos se hacían el vacío a sí mismos y que yo era
dueño de mayor publico que cualquiera de los
rotativos.
Ahora, mientras toda la prensa de América
comenta mis ideas, las publica y las aplaude, el
6 MüiKUKS i;k l'HfLK W.RV Y BOLIVrA

periodismo peruano, callando mis ideas, me


insulta
Y ha sido preciso que mi hermano, un mozo de
veinte años, ageno a la política, embargado por el
arte y por estudios selectos, tomase la pluma lírica
y dijese a los periódicos del Perú el alcance y la
verdad de mis pensamientos. ( 1 l

Es lamentable que hombres envejecidos entre


gando originales al linotipo y tratando de discer
nir sobre agudos problemas de política, havan
necesitado que un niño les hiciese comprender la
pureza y la trascendencia de una idea nueva.
Todo ha sucedido por el inmoderado afán que
esos periodistas bursatilizados tienen de adular a
la multitud traidora en su inconciencia bulliciosa'.
Es que se olvidan siempre del porvenir. La memo
ria más difícil, después de aquella por la cual nos
acordamos de nosotros mismos, es aquella, gracias
a cuyo influjo benévolo nos acordamos del porve
nir. Es la memoria del político y del pensador.
Si los periodistas peruanos la tuvieran, ya no se
acordarían de las merecid ¡simas desgracias de
1879, para recordar siempre las fructuosas y
opulentas expectativas de un mañana elaborado
con armoniosa sagacidad. t
Han hablado para el presente con voz deí
pasado, con la voz de los viejos odios disociadores
y de las rencorosas clarinadas estériles.

(1 i Vftise h\ Sota Kegwinlir.


ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICÓ

¡A Santiago!— gritaba la plebe en Lima, el 5 de


abril de 1879, díaoen que Chile le declaró la guerra
al Perú. ¡A Santiago! y las campanas atronaban
el aire con sus corales rimbombantes. Sinembargo,
la bandera chilena flameó, soberana, durante dos
años, sobre el Palacio de Gobierno de la capital
del Perú.

No hubo entonces un hombre cuya voz le dijese


la verdad a la inconciencia traidora de la plebe.
Si alguien hubiera dicho la verdad, las vanidades
del odio que no delibera y las fanfarronerías de la
animalidad que ño discute, quizá se habrían aho
gado, si no para lograr la victoria, para hacer más
honrosa la derrota.
Esa horrible falta de serenidad, que caracteriza
a las bestias, es el único patrimonio de la multitud
y de los que piensan con ella. Por eso, ante la
plebe, todo sereno es traidor. Y en efecto, el que
ve más allá, traiciona al que no ve ni más acá.
Es cosa averiguada, que para los topos, el águila
es traidora. Hasta en el orden gramatical, se sabe
que los diminutivos son enemigos personales del
superlativo.
Luego, yo soy traidor. Pero no he recibido ni
recibiré jamás los treinta dineros. Y no los he
recibido ni los recibiré, por la sencilla circunstancia
de que yo no traiciono ni por odio ni por despecho.
Traiciono a la multitud, en nombre del amor a mi
patria.
8 DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

Quienes han visto mi vida en Bolivia— que no


son pocos — pueden dar fe de la claridad y la orgu-
llosa tersura con que urdo y exhibo mi existencia
diaria. En Bolivia no he cobrado más dinero que
el que gané honradamente con mi trabajo. Mi
sueldo de un mes como director de "El Fígaro"
y lo que González y Medina— editores españoles —
me pagan por este libro. El total no llega a cien
libras esterlinas. Y el motivo personal de este
libro — personal, no intelectual — está explicado en
la carta que dirigí a los periódicos de La Paz. (1)
Entretanto, algunos distinguidos hombres
públicos de Bolivia, se han alejado de mí, porque
no quieren que se diga que el elemento oficial be li
viano se solidariza con mi campaña. Claro está
que simpatizan con mis ideas; pero la conveniencia
internacional y la cortesía protocolar que el Perú
les merece, les ha obligado a atenuar su amistad
para conmigo.
Desde el momento en que pisé La Paz, la Lega
ción del Perú en Bolivia, y todas sus dependencias,
me han hostilizado en forma tan torpe, que la
misma sociedad boliviana, por decoro, se ha visto
en la precisión de rechazarla. Debo declarar, que
ningún peruano ha hecho en La Paz lo que yo he
hecho: poner el nombre del Perú en lugar distin
guido. Yo no vine como otros peruanos a mendi
gar mil pesos del Presidente de la República ni a

(1) Véase la Nota tercera.


ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 9

vender biografías a los ministros ni a proponer al


Congreso escribir, por diez mil pesos, las siluetas
de los diputados y senadores. No. Todos me han
visto pobre y trabajando. Nadie me ha visto en
ridículo.
Si después de concluida mi campaña, alguien
— Gobierno o indivíduo — cree que merezco una
recompensa y me la ofrece en forma caballerosa y
lícita, no me negaré a aceptarla. Yo persigo, como
todo el mundo, mi parcela de alegría y de placer
en la vida. Si alguien, repito, a cambio de mi
trabajo, me la ofrece de manera que pueda yo
recibirla, la recibiré. Es, porque sé que las traicio
nes no tienen precio apostcriori. Toda Traición se
paga por adelantado. Y yo, por adelantado,
jamás recibiré nada, ni ha}1 quién se atreva a ofre
cérmelo.
Convencido de que la Idea siempre es más
poderosa que el odio; convencido de que la plebe
nunca es sincera y acertada; convencido de que los
periodistas del Perú, me han insultado, porque no
saben hacer otra cosa; convencido de que, a la
larga, los hombres cuerdos de mi patria me justifi
carán; convencido de que este libro convencerá a
muchos, porque les ahorrará el trabajo de pensar
por cuenta propia; convencido de la absoluta
decencia de mi pluma y de la limpia eficacia de mis
ideas — te pido, lector, que seas indulgente para
este largo prólogo en el que tanto he hablado de
mí mismo. Era mi legítimo derecho de defensa.
10 deberes de chile, perú y bolivia

En las páginas que vienen, no te encontrarás


conmigo.
Pero te prometo que tampoco encontrarás
hieles, odios o vengativos y acibarados despechos.
Este es un libro de amor que busca hogar, hogar
noble para tres patrias hermanas separadas por
la malevolencia. .
Acompáñame, lector, en el largo camino que
lleva hacia la cordialidad creadora. Y cuando tus
ojos vayan a posarse sobre la última página,
acuérdate del Porvenir, y, como si el Porvenir
fuera el Padre de Todas las Cosas, únete conmigo
en la oración. En himno acaba toda oración que
pide felicidad y amor.
CAPITULO í

formación y persistencia de laá


. nacionalidades sudamericanas ,
El Continentalismo - El Andinismo
- - - - Valor del Mar - - - -
'
- - Puntos nobles andinistas y -
. - - - continentalistas - - - '

Juego y fluctuación de nacionalidades

Es obligación política aceptar que en Sudaméj


rica hay once nacionalidades. Esta es la realidad
administrativa e institucional. Pero lo cierto es
quejo ulisuíd podrían ser veintidós, una o cuatro.
De manera evidente, no es posible marcar sino
dos grupos: el ibero-americano y el luso-americano.
La raza, en último resultado, es más o menos la
misma. Para fijar, pues, con toda exactitud el
límite de las nacionalidades, habría que refugiarse
en la razón idiomática. Y esto se corrobora si se
piensa en que aun el medioes unitario y compacto,
sin agua de por medio.
Y habría que llegar a esta conclusión: en Sud
12 DEUERES DE CHILE, PERt* Y UOLIVIA

américa no hav sino dos nacionalidades: una, la


luso-americana— el Brasil; otra, la hispano-ameri-
cana — las otras diez repúblicas.
Pero como España, cuando fué metrópoli,
dividió, por rizones de buen gobierno, el territorio
de la América Austral, llegada la hora de la eman
cipación, la vanidad regionalista y la pugna
emuladora reinante entre tierra y tierra, dieron
lugar a que, para la formación de los flamantes
países libres, se siguiera la demarcación que esta
bleció la Madre Patria. Sin pensar que, muchas
veces, la Corte Austriaca de Madrid creó Virreina
tos y Capitanías Generales con el sólo objeto de
dar prebendas a los favoritos del Soberano o del
Ministro.
En la parte ibérica de la América del Norte,
como el territorio era más reducido, España man
tuvo un sólo Virreinato, y. por eso, allí existe
ahora una gran república: Méjico. Igual procedi
miento adoptaron los Braganza en la América del
Sur, y, por eso, en ella el grupo luso-americano
forma otra gran patria: el Brasil.
En el momento de la Independencia, ya las
Capitanías Generales soñaban con ser Virreinatos:
esta es la razón por la cual Ecuador y Chile tuvie
ron títulos para constituir naciones autónomas.
Después, el regionalismo, creó lo que podríamos
llamar la subindependencia, y entonces nacieron
Uruguay y Paraguay. Este movimiento ha tenido
su inercia hace pocos años, dando vida a la repíi
AXTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 13

blica de Panamá. Ahora mismo, siete departa


mentos del sur del Perú, anhelan un movimiento
separatista, y quizá no esté lejos la fecha en que
tengamos patria nueva en «l Continente. Convie
ne recordar que, cuando las luchas contra Rosas
en la República Argentina, hombres de la talla de
Sarmiento pensaron en movimientos separatistas,
haciendo una república de cada Provincia Federal
argentina. La Gran Colombia no duró diez años,
y su fraccionamiento se produjo sin grandes dis
turbios y sin que los habitantes se diesen cuenta
de que habían cambiado de nacionalidad política.
Tres cuartos de lo mismo ocurre en Centro Ame
rica.
Bolivia perteneció, alternativamente, al Virrei
nato de Buenos Aires y al de Lima. Cuando el
Libertador fabricó una patria en Bolivia, no supo
acertar con la demarcación conveniente. Pocos
años después, el Perú soñaba con la conquista de
Bolivia y sus sueños ambiciosos se frustraban en
la batalla de Ingavi. Más tarde aun, Santa Cruz
proyectaba la Confederación Perú-boliviana, idea
que tuvo partidarios en ambos países.
Todo esto prueba que la América del Sur, en
su parte ibérica, es una sola y que si por la reali
dad política hay que aceptar la existencia de las
diez nacionalidades, la verdad espiritual del conti
nente tiende a darle al sudamericano una patria
única en la vasta región que los Andes atraviesan
como la aguja enorme de una costura colosal.

934839
14 DKKKKRS I>K t irir.M. HKKL' Y ÍUiLÍVtÁ

La Confederación Sudamericana no es por


ahora una realidad, rri con mucho, aunque para
mañana constituya el sueño final de una raza. V
como estamos tratando de problemas que deben
resolverse en el presente, urge que nos alejemos de
los parajes donde la Utopía abre sus alas de oro.
Dentro de una estricta realidad resolutiva y eficaz,
es obligatorio que aceptemos el Continentalismo
como valor ético y sicológico, savia de espíritus
libres y ampliación en el espacio de un ideal cons
telado de fuerzas.

Si la palabra Continente entraña la más exac


ta y concreta realidad geográfica, la palabra Con
tinentalismo debe ser la concreción rotunda de
una nbsoluta realidad política y moral. Pebe ser
la consecuencia afectiva y cordial de vivir en eí
mismo casillero geográfico, de hablar el mismo
idioma, de tener la misma herencia y la misma
tradición. Continentalismo es la solidaridad ope
rando dentro de paralelos y meridianos fijos.

En Europa, donde cada nación tiene su idioma


y su raza o, por lo menos, su idioma y su raza,
peculiares, la solidaridad se produjo como una
filosofía consoladora, filosofía de reacciones gene
rosas contra las luchas (le los hombres distintos
en el color, en el sentimiento y en la palabra, Por
eso fué Filosofía, se escondió en las Bibliotecas,
preocupó a los sabios, clamó en las péctides de los
artistas y fué señuelo en la boca de los políticos-.
A1STE EL PROBLEMA DEL VAC'IOTCO 15

Europa siempre ha vivido poco menos que en gue


rra constante.
En América la solidaridad es casi algo nativo.
No es una doctrina de intelectuales altruistas Es
un hecho que reside en el suelo, en el clima, en la
charla familiar, en la similitud de temperamento,
en la comunidad de tactores dominantes. Los An
des y el Amazonas pertenecen a toda la América
del Sur.
Si las nacionalidades, tal como están forma
das, deben persistir, al menos mientras un superior
ideal no unite del todo las disconformidades polí
ticas y regionales, la Continentalidad, que no es
sino un regionalismo trasladado a la rosa de los
vientos, para que domine sectores más extensos,
es preciso que se infiltre en todos los órganos de la
vida sudamericana, que los lubrifique, que les de
agilidad sinovial, a fin de que toda la tierra com
prendida entre el canal y el estrecho tenga, como
el cuerpo humano, paradigma y arquetipo de or
ganismos, autonomía de músculos, engranaje libre
de acciones, control nervioso que descienda de lo
alto. Es decir, individualidad prodigada en liber
tades diversas.
Y todo esto es posible, y hasta inevitable con
un poco de buena voluntad, si se piensa en que
Sudaraérica tiene sus Andes el supremo símbolo
en

de la más estupenda unidad. Por eso, si el Conti-


nentalismo es la fuerza de cohesión, la simpatía
molecular, el Andinismo es la fuerza de inspiración.
16 DEBERES DE CHILE. i'ERL' Y BOLIVIA

algo así como elespíritu de Dios sobre las aguas.


Andinista debe ser el Continentalismo del conti
nente andino. El "nuestros Andes", suene en
nuestros oídos como el "mare nostrum" suena
para los latinos que medran en las orillas del
Mediterráneo. La mayor proeza militar de Sud-
américa, la cumple San Martín trasmontando los
Andes. Un ferrocarril que nos enorgullece, serpen
tea sobre los Andes, a diecisiete mil piés de altura.
La cuna de nuestro continente está en el altiplano
andino, en la Puerta del Sol de Tiahuanacu, sede
vetusta de la raza aymara. En un valle delicioso,
escondido casi al pié de las escarpas andinas, cerca
del nudo de Vilcanota, se hunde el hacha de oro de
Manco Capac y surge la capital faustosa del
Imperio. Cuando Bolívar alza su voz inmortal,
le canta su oración al Chimborazo. Sobre los
Andes, Chile y Argentina se dan las manos amis
tosas. En los Andes se espacian nuestros animales
selectos: la huicuña de ojos fugaces, la llama lenta
y sobria, la alpaca de lana fina, la huiscacha de
pies ágiles y orejas suspicaces. La quena es andi
na y toda nuestra música profunda, la de la gama
pentafónica, baja de los Andes, tiembla como un
salterio religioso en las llanuras agrícolas y pasto
riles y, al llegar al Océano, se convierte en danza
andrógina de criollos prestigiosos en la cintura.
Amparados por los Andes condecoran la tierra
nuestros metales de la fábula: Potosí, Oruro, Ce
rro de Pasco, Pomasi, abren sus vetas radiantes
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFH'O 17

bajo el auspicio paterno de las montañas pen


sativas.
Por todo esto, y acaso por otras razones que
el Porvenir descubrirá, el Andinismo y el Conti-
nentalismo, de suyo inseparables, como son in
separables el^amor y la creación, constituyen las
únicas propulsiones (pie le pueden dar a Sudamé-
rica oriente político, confianza moral, originalidad
artística y plena honestidad económica. La raza
más fuerte, la iniciativa más clara, el paisaje más
bello, el agua más limpia, la tierra más longáni
ma, la industria más activa, la inteligencia más
seria, las costumbres más sobrias, la voluntad más
alta, todo lo encuentran los sudamericanos en los
Andes. Hasta el ozono, en estas alturas es más
azul y el oxígeno más vivificante. Los epie quieren
respirar en los Andes, necesitan riqueza de glóbu
los rojos: nunca los linfáticos pusieron las manos
sobre las nieves eternas.
De toda esta profunda convicción andinista,
nace un calor espansivo y asociador: el Continen-
talismo. Adonde quiera que se vuelvan los ojos
en el Continente sudamericano, los ojos se encuen
tran con los Andes. Los que saben ver, los divisan
desde las orillas de los dos Océanos.
El mar, que en nuestra geografía no tiene otro
objeto que recibir siempre, a toda hora, por todos
los siglos, el agua que baja de los Andes, en nues
tra política y en nuestras evoluciones climato
lógicas, no debe tener más objeto que recibir siem
18 DEBERES DE CHILE, PERL' Y BOLIVIA

pre, a toda hora, por todos los siglos, el producto


industrial y el producto humano que el flujo de la
vida y la riqueza lleven en giras migratorias. Y
por mar también deben venirnos, ríos a la in
el
versa, el hombre, el producto y la riqueza que
necesitamos.

El mar es la viabilidad y la sociabilidad; es la


ampliación, cu el tiempo y en el espacio, de la ten
dencia comunicativa de los hombres. Pero el mar
no es, como los Andes, un Numen. Nunca será
posible instalar una Aduana en la cumbre del
Huascarán o el Illimani. Y las torres radiotele-
gráficas nunca podrán erguir su maravillosa lo
cuacidad centelleante y vibrátil sobre la superficie
voluble de las aguas.

Más como toda la America del Sur tiene An


des, es decir, Poesía, Olimpo, Heliconia, toda la
América del Sur debe tener mar, es decir, puerta
abierta, libertad gástrica, garantía contra las
infecciones intestinales. Unidos por el ensueño su
perior que produce una naturaleza eminente, mi-
llonaria en inspiraciones, debemos unirnos por la
utilidad irrenunciable de un comercio de realidades
leales. Solo así, el continentalismo, nacido en los
Andes, podrá extenderse hasta el mar, dejar de ser
prédica difusa de soñadores y convertirse en trigo,
en oro, en inmigrantes, en belleza y alegría para
la vida, todo logrado mediante el amor y la inte
ligencia, sin conquistas de prehistoria y sin ren
ANTE EL PROBLEMA DEL I'ACmcn 19

cores y colepoyesis de organismos enfermos o


desesperados.
A ninguna Nación sudamericana debe faltarle
un puerto en el mar. Ya que alguna no lo tiene, el
vecino debe dárselo. Las más elevadas satisfac
ciones intelectuales, los hombres v los pueblos sa
ben encontrarlas, aunque sea en cosas pequeñas,
sin dolor y sin sangre. Las necesidades materia
les, cuando no vienen por la generosidad compren
siva, adquieren por el robo y la conquista. Por
se
eso, si una Nación sudamericana no tiene puerto,
las otras naciones, para evitar la conquista y el
robo, que pueden ser justos, pero que siempre son
degenerantes, deben buscar un trozo de mar para
ofrecerlo a la que no lo tiene.
Aquí, donde hablamos el mismo idioma, tene
rnos las mismas costumbres, alentarnosla misma
tradición y contemplamos el mismo medio (todo
esto, aceptando diferencias relativas), ceder tie
rras carece casi de valor político trascendental, y
crea, en cambio, consorcios dominadores. Claro
está que Argentina no podría ceder Santa Fe, Cór-
dova o cualquiera otro de sus emporios naciona"
les; ni Chile, Concepción o Valdivia; ni el Perú,
Arequipa, Cuzco, Iquitos o Trujillo; ni Bolivia
Oruro, Sucre o Cochabarnba. Estos son los cen
tros donde la patria pone todos sus caprichos y
sus persistencias, sus localismos y su vanidad;
pero todas las repúblicas sudamericanas tienen
comarcas verdaderamente desnacionalizadas, ana
20 DEBERES DE CHILE. PEKl' V BOLIV1A

cionales, mejor, ccmarcas que lo mismo viven bajo


una nacionalidad política, que bajo otra. Esas
son las comarcas que es posible ceder en nombre
de las armonías continentalistas, en nombre de la
paz, que es progreso.
La fluctuación de las nacionalidades sudameri
canas tiene que durar aún muchas décadas. El
mapa de Sudamérica necesita positivamente pro
fundas reformas, para que sea de absoluta y
provechosa sinceridad geográfica. Lo que equiva
le a sinceridad política. Como no tenemos luchas
de razas ni de idiomas, podemos entendernos con
inteligencia. En Europa, la inteligencia es menos
fuerte que el cariño de los pueblos a lo que les es
propio e intrasferible: su lengua y su raza; así, la
guerra tiene que solucionar todos los problemas
originados por la insinceridad geográfica, hija de
la ceguera política. Pero en América, en nuestra
América del Sur, la guerra, cuando no es acto de
rapiña — justificable tal vez — es acto de torpeza o
alarde de vanidad.
Aun las espansiones que algunos de nuestros
pueblos necesiten, es hacedero concederlas sin per
der ni en honor ni en utilidad. Es preciso insistir
interminablemente sobre la comunidad de raza y
de idioma. Esta comunidad es factor todopode
roso, factor del que parece que aun no se ha dado
cuenta la América del Sur. Esa comunidad per
mite que resolvamos, con fórmulas simples y a
fuerza de simples inverosímiles, los más complica
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 21

dos y Arduos problemas, problemas que en Europa


ocasionan conflagraciones universales.
El enrevesamiento oscuro y tortuoso de In di
plomacia europea, jamás debemos imitarlo en
Sudamérica, porque Europa juega sobre lo hetero
géneo y diverso, mientras en Sudamérica tenemos
una unidad trasparente que permite hacer diplo
macia clara y política general a puertas abiertas.
Sobre la base de las ideas generales expuestas
en el capítulo que termina, parécenos posible el
arreglo útil y equitativo de las cuestiones que nfec-
tan el equilibrio del Pacífico sudamericano.
Y si así no se hiciera, porque las Cancillerías
prefiriesen seguir europeizándose, en vez de crear
una diplomacia original, vendrá la guerra y, des
pués de que ella derrame sus venenos, se posterga
rá, para muchos años, el ensueño continentalista
y será convencionalmente sustituido por ese pan
americanismo que perora en banquetes y se disuel ve
en champaña.
I

i
CAPITULO II

- - Técnica del Continentalismo - -

£1 olvido de antiguos bochornos y el


respeto a las modernas libertades
- - Rechazo de toda polonización -

De como se quiso polonizar Paraguay


- -
y se pensó polonizar Bolivia - -

Si en futuro remoto la Confederación Sudame


ricana es hecho indefectible, no lo es menos que tal
hecho necesita de armónicos movimientos prepa
ratorios. La reconstitución de la Gran Colombia
y el acuerdo confederativo de Centro América,
tienen que llegar. Y luego, la Confederación Perú-
boliviana, la de Argentina con Uruguav y Para
guay — salvo que Paraguay tienda a Bolivia — y el
destacamiento enérgico de la República Chilena.
Se trata de utopías que serán realidades a su
debido tiempo. Desarrolladas y dueñas de solidez
estas confederaciones, producirán la poderosa
Confederación dominadora del Pacífico, "la más
24 DEBERES DE ('HILE, PERU Y SOLIVIA

grande nación de la tierra", que soñó el Liberta


dor. Y quién sabe— si antes el pulpo yanquilandés
no afirma sus tentáculos — Méjico y las Antillas
Españolas, sugestionadas por las inspiraciones
irresistibles del idioma, se unirán a la gran patria
del porvenir. Todo esto, valga siquiera como
sueño reconfortador.
Pero después de que el sueño infunde su opio
aromoso, manirroto de imaginación ennoblecedora,
conviene que la realidad ofrezca el fuerte acero
vencedor de sus verdades, que si no lo son por
verdaderas, lo son por sentidas.
La marcha hacia el sueño, última realidad
selecta, se compone de una sucesión de realidades,
y las vidas bien constituídas van siempre escalo
nando esos actos ciertos que, a la postre, culminan
en las orillas, para entonces tangibles, de la Isla
de Utopía.
Y ello no ocurre sólo con las vidas de los hom
bres. Debe también ocurrir con las vidas de los
pueblos, que pese a la democracia y al parmenta-
rismo, no son sino reflejo de vidas nominales.
Hasta se puede afirmar que el interés personal y
privado de los grandes hombres, es interés histó
rico y está ligado a la suerte de lasnacionalidades.
De ahí que cuando los países sólo producen indi
viduos mediocres, de intereses personales mezqui
nos, las patrias viven mezquina y mediocremente.
Si los Andes dividen de por medio Sudamérica,
es posible sectorar. con geográfica naturalidad, el
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 2."

esfuerzo los pueblos sudamericanos.


de De un
lado deben, por técnica que evite confusiones,
entenderse los pueblos que miran al Atlántico y de
otro los que miran al Pacífico. Para no escapar
al plan que siguen estns páginas, radicaremos el
problema en lo que se refiere a los pueblos tributa
rios del Gran Océano. Según el entendimiento de
este libro, Bolivia pertenece a esa zona, ya que no
es aceptable, en pura y sana teoría política, que
tal república siga conservando, por artimañas de
cancillería, su absurda calidad de mediterránea,
siendo tan fácil su acceso al mar, lo que no ocurre
con la Nación Paraguaya, donde el problema del
puerto marítimo adquiere proporciones de inso
lubilidad.
Por mucho que Chile no deje de comprender
que la salida al Atlántico le conviene sobremanera,
sus intereses capitales — y para probar esto, basta
medir su costa — están ligados a los destinos del
Pacífico. Y tal motivo le vincula irremediable y
estrechamente a la vida que tengan Perú y
Bolivia.
Esa técnica de las uniones parciales, prepara
toria, con eficaz lentitud, de la unión general, es la
que induce a sugerir que, con toda independencia,
procedan los pueblos a entenderse por fracciones
de distribución bien elegida. Y esa distribución,
ya que los Andes son comunes y, por ellos, es
común la poesía activadora del Continente, debe
ser marcada por el mar, puerta bursátil de las
i
26 DEREKES DE CHILE, PEHU Y BOLIVIA

realidades. Al cuadricular discusión en el lado


la
del Pacífico, dejaremos de lado al Ecuador v
Colombia, sin preocuparnos de Panama — lo que
equivaldría a preocuparse de Estados Unidos, cosa
(pie haremos en el tiempo oportuno. Dejar el
Ecuador, porque no cabe discutir que seguirá los
rumbos que Chile le marque v a Colombia porque
sus intereses en el Pacífico son demasiado livianos
y en ningún caso la incapacitan para sumarse a
los arreglos (pie celebren Chile, Perú y Bolivia.
En cuanto a Méjico, para avanzar más en latitud
vigorizante, es seguro que prestará su acción
al triple acuerdo, aunque sólo sea por avadara
combatir la captación que Yanquilandia pretende
el mar de Núñez de Balboa. Y la solidaridad
soj^re
étmca'''? racial', tantas veces mentada, conducirá a
las Repúblicas centroamericanas a .soldarse con
sus hermanas australes.
Quiere decir que el desarrollo pleno del
Bien.
Continentalismo tiene tres ecuaciones con tres
incógnitas: una, la sometida al Atlántico; otra, la
dependiente del Pacífico; y la tercera, la tendiente
a la espansión hacia los países afines del Norte y
de las Antillas. Vamos a limitarnos a despejar la
segunda, tratando de esbozar el planteo feliz de las
otras dos.
Para que el Continentalismo, sugerido
exactamente por el Andinismo, llegue a ser una
absoluta verdad política, es preciso que los pue
blos sudamericanos de hoy — o, mejor, hispano
AXTk Et, PiíO|SLEMA DEL PACIFICO 27

parlantes — procedan, con cantela talentosa, ;i


llenar paulatinamente, acto por acto, sus destinos,
Una Confederación, que en el orden de senti-
mientos e ideas, es el resultado de la inteligencia,
en el puro orden político es el resultado del nacio
nalismo. Fomentar con calurosa viveza el nacio
nalismo en nuestras repúblicas, es deber primario,
Con referencia a las tres naciones que nos ocupan,
el nacionalismo inviste tres aspeccos bien diversos.
En Chile esta casi formado, gracias a que es
país menos anétnico que Perú y Bolivia. Chile ya
es patria y, políticamente, va es organismo, dentro
de las relatividades que exige la puericia de estos
pueblos sudamericanos. La trasfusión de hemo-
glo^inas v el concurso de la sangre en el país
araucano se ha realizado con mejor hegemoncidad
que en cualquier otro pueblo colombino.
En Bolivia, como bien hace notar Rigoberto
Paredes, aun se destacan tres grupos rácicos, (pie
son entre sí casi rivales: el aymara, cuya sede de
preponderancia es La Paz; el quechua, cuyo loco
es Cochabamba; el guaraní, cuyo centro es Santa
Cruz. Con todo, el nacionalismo en el país del
Illimani, no es tan incoherente y difuso como
pudiera parecer: la rivalidad entre los tres grupos,
en ningún caso podría implicar asomo de separa
tismo o disociación . Es casi un estímulo, seme
jante al que reina entre hermanos o entre condis
cípulos, v más obedece a ese regionalismo no
rencoroso (pie es base de toda sana efusión
2S DKBErtKrt 1iK CHlLE, PkRV Y ISOLIVIA

nacionalista. Además, la osmosis entre las tres


l)areelas, va,ayudada con la colaboración de
sangre extranjera, produciéndose, si con pansa,
con seguridad que promete raza apegada a la
tierra, es decir, nacionalista.
En cuanto al Perú, también existen la fase
quechua y ay niara, aunque no numerosas ni influ*
yentes. Si sólo ellas existieran o siguiera prepon
deraran, podríase afirmar que en la antigua Colo
nia hegemónica era surgible un asomo de raza.
Infelizmente, la sangre china y la africana se han
infiltrado en porcentaje fabuloso. Lima, con sus
ciento ochenta mil habitantes, luce diecisiete mil
asiáticos y alrededor de diez mil negros del más
puro pigmento etiope. Lo peor es que tantoJchino/
como negros, se han disuelto en la genealogía de
las clases capitalinas, que son las dirigentes, y.
así, las inferioridades y taras de Pekín y Berbería,
por mucho (pie no circulen en las venas del resto
de los peruanos, influyen poderosamente en las
modalidades sociales, políticas e intelectivas de
esa República. Y existe el problema económico
con intensidad e injusticia que Chile y Bolivia no
ce nocen. Una oligarquía de trescientas personas—

por decir mucho— tiene en sus manos el setenticim


co por ciento de la fortuna privada, y el resto de
la patria mucre de hambre y miseria degradante y
esterilizadora . El chi 11o y el negro son los brace
ros preferidos en la agricultura, la minería y la
industria. Cuando no es el indio alcoholizado,
.YNTR KL PROBLEMA DF.L PACIFICO 20

inope y puesto cuatro centurias más atrás de su


tiempo. El resto de los trabajadores peruanos,
va a inundar las salitreras de Iquique, las minas
de Oruro y la pampa argentina. Y en la clase me
dia, la juventud también emigra; de ahí la frase,
que en Lima es considerada y repetida en calidad
de chiste: el Perúes país destinado para la ,emi-
gración. Devorado por el Centralismo corruptor
de una capital de tropicalización afrodisiaca, de
una capital donde el aire es vohimbina y syrdyl,
todo en una pieza, porque excita, a la par que este
riliza, el Perú está del todo desnacionalizado. El
sur y el oriente son separatistas. El norte y el
centro, piensan, por pensar lo menos, en una fede
ración. Y Lima es pulpo abierto y en plena su-
ción, sobre los fragmentos sangrantes de un pobre
organismo dislocado, de vértebras desasidas y de
músculos rotos. Al Perú, pues, más que a nadie,
le conviene la amistad de veras fraterna con Boli-
via y Chile, ya que tal vez la influencia del nacio
nalismo naciente en estos pueblos, serviría para
estimular en el peruano el amor a la patria, el sen
tido de la lucha perfeccionadora y el cariño a la
reforma propulsiva y en el Peni urgente como no
lo fuera en Polonia cuando corrían las últimas
horas bajo la inquisición ávida del trono de Maria
Teresa.
Esta mutualidad en el estímulo y en la lección
.cívica, es otro de los puntos nobles del continenta-
lismo. Alguna vez, repúblicas sudamericanas in
30 HEBKKES DE oniLK, PERU V BOLIVIA

tentaron, por vías de hecho, la polonización riel


diminuto y heroico Paraguay, vibrante bajo el
valor salvaje de ese trágico y trascendental Solano
López. Alguna vez, por vías cancillerescas, de
mal sentida diplomacia, se pensó en la poloniza
ción de Bolivia. En ninguna de las dos ocasiones
estaba vigilante el sentimiento limpio y afectuoso
de la fraternidad; y es que en ninguna de las dos
ocasiones un estudio científico, sereno y amante
había dicho que las repúblicas sudamericanas eran
intangibles, no en nombre de un Derecho que la
Fuerza anula ni en nombre de una Justicia que la
Ambición poderosa desbarata, sino en nombre del
porvenir que trabajando el nacionalismo en peda
zos, preparaba la gran confederación integral. Y
en nornbre del amor propio, bravo y legítimo en
cada habitante de cada patria, amor propio liga
do a la tierra por raigambres políticas, económi
cas, familiares y de un puro y hondo sentido
alimentado por fragancias tradicionales puestas
en proveeciones sucesivas sobre las rutas dei
fu turo.
Por dicha, hoy, muerto ese anhelo malo de
conquistas en grande, científicamente probado
que ninguna nacionalidad sudamericana es elimi-
nable, un sentido comprensivo viene a decirnos
que las reformas geográficas (pie Suda menea nece
sita no van más allá de cesiones equitativas cuyo
único objeto es consultar la mejor y más fecunda
vida de cada uno de los pueblos que forman este
AXTK KL PÜOBLKMA DKL PACIFICO 31

continente dónde la humanidad ha desparramado


sin tasa las semillas de su Esperanza.
Pasó la época en (¡ue cada pueblo sudamerica
no fomentaba la guerra civil en el vecino, o provo
caba la guerra internacional con el tínico fin de
prolongar dictaduras y caudillajes de oprobio.
Ya que este es el venturoso presente, solvente
y proficua garantía de insuperable porvenir, urge,
para robustecer el avance, cortarle las siete cabe
zas al pasado rencoroso. Cortárselas de golpe, a
fin de que jamás renazcan.
Extendamos las manos amicales, ya que no
fraternas, y el gran gesto pacífico viva sobre los
Andes bajo el noble cielo inmortal de America.
Tengamos el sentido puro de nuestra raza y nues
tro idioma; de nuestro suelo, el más rico del mun
do, como para repetirnos siempre que nuestro
destino es ser el grupo humano más feliz de la His
toria. Sobre nuestras selvas y sobre nuestras
minas, sobre nuestro mar, donde la nave extran
jera impone sus pabellones fenicios o cartagineses,
sobre nuestra misma tierra donde el ferrocarril es
obra del oro filisteo, pongamos las manos exten
didas en ese antiguo ademán paz y amor que
de

surgió, con la primera chispa de bondad, cuando,


junto a la caverna, algún anciano quiso contener
la furia homicida de dos pitecántropos jóvenes
caprichosamente regresivos.
Entresaquemos del pasado la heroicidad co
mún o la honesta heroicidad nacionalista; pero no
32 UEBEKKH I)K OHILK, PEKC Y KULIVIA

caiga sobre esas heroicidades elpus del odie; no


las ulceremos con el despecho vengativo o la so
berbia vencedora. Se hicieron amor ejem
para ei
plar de las generaciones, para el recuerdo de las
épocas valientes, madres del orgullo noble. Tras
Bolívar, Sucre y San Martín, que pertenecen a
todo el Continente, cada pueblo cultive lo suvo
Si aquellos fueron la Libertad, sean los héroes na
cionales el Honor o la Victoria; pero no el Honor
dolorido de los viejos credos en derrota ni la Vic
toria de las caducas normas que formulaban la
amenaza.
Grau para el Perú, Prat para Chile, Abaroa
para Bolivia, sean penates del orgullo nacional,
no fantasmas erigidos para el miedo de fronteras
afuera. Nunca dig'amos: Prat es menos héroe que
Grau o Gran no es tan héroe como Abaroa. Cada
pueblo ama lo su vo, y, deiíflro del «mor, la gloria
se nivela.

Quien nunca provoca, quien jamás amenaza,


ese es el vencedor indubitable. Si nos militariza
mos, no sea por militaristas, sino por precavidos.
Nunca la militarización enfríe los impulsos con
descendientes del Amor. El excesivo militaris
mo en los pueblos, como el excesivo entrena
es
miento muscular en los hombres: éste, al quitar
toda grasa, vuelve combustibles los tejidos y los
músculos vitales y da una fuerza artificial, sin que
aceites dóciles unten de finura y gracilidad move
diza los engranajes; aquél, al cubrir de acero a los
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 33

pueblos, los convierte en cetáceos inespugnables,


enemigos de la fuerza pura que siempre es hermana
de la piedad dominadora.
Cambiemos ideas, sentimientos, ensueños,
ejemplos. Imitémosos mutuamente lo grande
en
que tengamos, y séanos fácil admirar la grandeza.
Así, el fuerte, sin desmedro de su fuerza, y por la
sola virtud de su potencia, presta vigor al débil-
Vivamos como los árboles, que se renuevan gra
cias a sus propias heridas.
Como siempre dentro del Amor hay un peligro
y quien mucho ama mucho se defiende, por el mis
mo hecho de que se entrega mucho, no tengamos
recelo de amarnos. Será el mejor medio para de
fendernos. Los que no conocen amor recíproco,
el
suelen ser huérfanos del amor propio. Por eso, el
que dijo: amaos los unos a los otros, añadió: ama
a tu prójimo como a tí mismo. Era el epifonema
inevitable, y de no haber sido expuesta tal conca
tenación, habría sido necesario suponerla. Y tal
vez, fuera valedero aumentar: ámate como amas
a tu prójimo. Sería el aspecto filosófico positivo
del apotegma galileo.
Cuando el afecto viva con toda certidumbre
entre Perú, Bolivia y Chile, y un superior vínculo
inteligente y moral nexe a los tres pueblos, todo
intercambio será no sólo fácil, sino inevitable.
Para defensa de tal entendimiento, basta re
cordar el punto en que la vida conjunta de los tres
pueblos hizo crisis. Y luego, deducir.
II

i- ,

, I
h
CAPITULO III

De 1830 a 1879 - Perú - Chile - Bolivia


La Guerra del Pacífico - -

- - La derrota - Enseñanzas - -

Legitimidad del espan sionismo chileno


Hoy, la idea espansionista, es ana.
- - . crónica en America - - -

Si la guerra civil ha sido el acto político más


frecuente en Sudamériea, la guerra internacional
no presenta la misma abundancia. Esta es una
prueba de inferioridad en la raza. Quizá el país
que menos guerras civiles ha tenido, es Chile. En
Bolivia fueron más escasas que en el Perú. Esto
gradúa la fortaleza de los tres pueblos. En cuanto
a la guerra exterior, las dos bue ha sostenido Chi
han sido propicias: una fué contra la Con
le|í

le
federación Perú-boliviana la otra contra la
y

Alianza del Perú Bolivia. Ambas guerras son la


y

prueba más elocuente de la política que ha domi


nado en Pacífico. Todo ha girado cu torno del
el

espansionismo chileno.
36 DEBERHS DE CHILE. 1'EKU Y BOLIVIA

Bolivia, de sus guerras, tiene un recuerdo con


fortante: la victoria de Ingavi. No está tan car
gada de laureles bélicos, como Chile; pero ostenta
una victoria que es honra cxcl usiva de la raza. Y
entre la turbamulta sombría de sus guerras civiles,
junta la patibularia y cavernosa figura de Melga
rejo a la silueta ilustre y trágica del Dictador Li
nares, foco raro de inteligencia y carácter, apaga
do entre los linternazos brutales de la democracia
'
incipiente.
Nada de ostenta el Perú. Al Perú lo de
eso
rrotaron Ecuador y Colombia en el Portete de
Tarqui; Bolivia en Ingavi y Chile en diez batallas,
por tierra y por mar. Y las victorias
Perú nodel
pertenecen a la raza, no constituyen leyenda in
transferible. Desde la hora de la emancipación,
se ve que el Perú es tierra para que otros venzan.
En Junín y Ayaeucho, vencieron ejércitos donde
dominaba el elemento grancolombiano. En el Dos
de Mayo, la victoria se produjo también con el fa
vor de aliados, como en Abtao. En Tarapacá
estuvo presente el ejército boliviano y el batallón
Loa hasta ahora celebra aquella victoria. Grau y
Bolognesi, los dos quintes del heroísmo peruano,
fueron paladines augustos de la derrota. En políti
ca, nunca tuvo una de esas llagas que se llaman
Posas, Andueza-Palacio o Melgarejo. Ni tuvo
una de esas lechuzas inteligentes y taciturnas que
se llaman Rafael Núñez, Francia, Linares, Porta
les. Ni tuvo un presidente democrático como Sar
ANTE EL PROBLEMA PEL PACIFICO 37

miento, como Errázirriz. Xi tuvo una de esas obse-


ciones de política tenebrosa como García Moreno.
Entre los años de 1830 y 1879, la vida de las
tres repúblicas trascurre entre asonadas, cuarte
lazos siniestros y entradas funambulescas a los
palacios de Gobierno. Pero en Chile y Bolivia, de
pronto, surgen figuras que representan hipertro
fias. Hipertrofias de pus o hipertrofias de fuerza;
pere siempre crecimientos que revelan organismos
puestos bajo una potencial enérgica. El Perú
llevó su vida con el mismo tumulto, pero sin calo
rías. Trascurrió entre una vaciedad espantosa,
entre la más cruel y lánguida de las indiferencias.
Caían los generales y subían los coroneles. El
ruin no y el salitre bailaban, convertidos en oro.
sobre las mesas de rocambor del mariscal Castilla
v el lucro de la Consolidación sirvió para que un
hijo Echenique fuese a París a darle
del presidente
banquetean Napoleón III y a tener por querida a
una Bonaparte autentica. El pueblo achicharraba
a tiranuelos de genero chico, más melosos y fero^
ees que un chulo flamenquista. Los achicharraba
v se los comía en lonjas lúgubres, de la más

amarga antropofagia política.


Chile ha hecho esfuerzos sucesivos de un pro
greso lleno de captaciones, y ha logrado un cuer
po de legislación más o menos uniforme y autóc
tona. En política internacional fué el único pue
blo que, desde el primer instante de su vida libre
siguió una.. pausa invariable. Para hacerse fuerte,
38 DEBERES I)E CHILE, PERU Y BOLIVIA

empezó por debilitar a sus limítrofes; les impidió


la Confederación, que les hubiera robustecido
enormemente, e inició la chilenización industrial
del Departamento de Cobija, en Bolivia, y del de
Tara paca en el Perü. Se armó en el mar y en la
tierra, y su raza aventurera y sobria, raza pobre,
esforzada sobre una tierra débil e inhospitalaria,
soñaba con las conquistas de las tierras ricas, de
las tierras del sol, ubérrimas y munificentes. La
atracción del pino y la palmera.
Bolivia no tuvo, hasta 1904, en buena cuenta,
una aspiración internacional precisa. El Perú no
la soñó jamás. El mariscal Castilla, en tanto
jugaba un selo de oros, decía: ''mientras Chile
compra un buque, el Perú debe comprar dos".
Pero la frase era repetida como una de las tantas
muestras del ingenio del mariscal y de sus dichos
agudos. Debemos hacer una rectificación. Cas
tilla venció a los ecuatorianos y llegó hasta Quito.
Pero en vez de asentar su hegemonia hacia el Norte,
camino de Europa, se limitó a conversar temas
amenos, chascarrillos y anécdotas picantes con el
Presidente del Ecuador. Fué, pues, una victoria
que nunca tuvo símbolos materiales que operasen
sobre la memoria del pueblo. Se recuerda que don
Ramón estuvo en Quito v se burló donosamente
del mandatario ecuatoriano. Nada más. La vic
toria, convertida en un chiste o en una historieta
escabrosa y más o menos agria.
Bolivia, hasta 1879, estuvo ocupada en forta
ANTK KL PROBI.KMA DKL PACIFICO 30

lecer — a veces sin quererlo — su nacionalidad repen


tina. Formada para cortar por lo sano las aspi
raciones que los virreinatos de Lima y Buenos
Aires tenían sobre las provincias del Alto Perú,
según eonstata con excelente acierto Isaac Tama-
vo, Bolivia respondía a una necesidad indiscutible
de equilibrio continental.
Pero por lo mismo que su tierra era sustentáculo
de futuros millonarios y que su tradición no pre
sentaba la opulencia aristocrática del Virreinato
peruano, Bolivia careció de orientaciones inexora»
bles. En materia industrial, dejó que su salitre y
sus borateras y sulfataras las monopolizase el
capital chileno, y apenas se limitó al famoso im
puesto de los diez centavos por quintal, impuesto
que no representaba propiamente un acto de
soberanía. De otro lado, quien dio Antofagasta a
Bolivia, no sabía lo que estaba haciendo. Separa
do del centro de la República por un desierto
angustioso y puesto bajo la inmediata influencia
del espíritu chileno, ese puerto, era de Chile, por la
virtualidad geográfica, la de la población y la de
la industria. El puerto lógico de Bolivia, era
Arica. Si políticos previsores le dan Arica a Boli
via, probablemente Tarapaeá, Antofagasta y
buena parte de Atacama habrían sido de Chile y,
entonces, éste, rico, no habría sido espansionista.
El error en esa delimitación inicial de los tres
países, es el verdadero responsable de la guerra
del Pacífico. Y, porculpa de la misma delimitación,
DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

Bolivia fué la víctima de esa contienda. Su desgra


cia fué estar de por medio entre Perú v Chile.
Chile, para llegar hasta los salitrales de Iquique,
necesitaba borrar la solución de continuidad que
representaba Antofag'ista. Y Bolivia se quedó sin
puerto. Fué una bestial operación de traqueocto-
mía, en la cual le mutilaron el aparato respi
ratorio.
Aquella guerra fué una guerra sin odio, inspi
rada en precisas necesidades comerciales y crema
tísticas. La guerra que Bolivia haga contra el
Perú, para conseguirse salida al mar, será otra
guerra sin odio, inspirada en precisas necesidades
pulmonares, de legítimo derecho comercial. El odio
viene porque no se quiere comprender las cosascon
imparcial buena fe. Negarle a Chile su derecho de
espansión, escomo negarle a un hombre su derecho
a la fortuna, a la felicidad o al amor. El mal
estuvo en que al Perú nunca se le ocurrió la defensa.
Entre la holganza, la sensualidad y la fanfarrone
ría, fabricaron aquel enorme desastre de la guerra
del Pacífico.
Escritores distinguidos — Manuel González Pra-
da, en el Perú y Alberto Gutiérrez, en Bolivia, —
coinciden en afirmar que el estado político, social
v económico de ambas repúblicas, antes de la
declaratoria de guerra, era sencillamente vergon
zoso a fuerza de deplorable. Y no tienen reparo,
siempre concidiendo, en afirmar que el estado
general de Chile era, por numerosos conceptos,
ANTE EL PROBLEMA *L)EL PACIFICO + 1

altamente halagador. Lo que parece mentira, es


que, tanto Perú como Bolivia, en la intimidad de
sus cancillerías, ignorasen del todo los deseos es-
pansionistas de Chile o los tomasen a burla.
Es cosa probada ()ue Chile no tuvo entonces la
vasta preparación militar con que el patriotismo
de los derrotados ha querido adormecer los trau
matismos del desastre. Pero cuál no sería la inefi
cacia de las perú-bolivianas, que, no
fuerzas
obstante las deficiencias militares de Chile, la
derrota fué inevitable. Casi todo el primer año de
campaña, fué de una lentitud que acusaba debili
dad. Los avances iniciales de Chile no revelaban
preparación táctica intensa. Ni por gracia de esto,
los ejércitos de Perú y Bolivia tuvieron tiempo
para organizarse. Es que rivalidades pueriles v
torpes adulteraron todo, De Lima, los jóvenes
salían llevando suntuosos equipajes en los que
abundaban los útiles de tocador, mientras la
juventud de Bolivia marchaba al vivac humilde
mente, con la sobriedad orgullosa y despectiva del
aymara. Y los petimetres limeños reían y denos
taban el descuido de los bolivianos, mientras
éstos, por represalia, no cesaban de befar la igno
rancia y el analfabetismo femeninos y presuntuosos
de la juventud peruana, Bolivianos eminentes y
pensadores, como Gabriel René Moreno y Luis
Salinas Vega, preconizaban la paz separada de
Chile y Bolivia, a cambio de que a Bolivia se le die
se Arica. Este deseo de Bolivia por Arica, ha persis

+2 DKüEMKS DK'OHILK, PKRU Y BOLIVIA

tido hasta hace pocos años. Desde el punto de


vista boliviano, aquella paz separada era el acto
político más cuerdo (pie podía realizar el Gobierno
del general Hilarión Daza, Presidente de Bolivia.
Pero este Gobernante estaba del todo sugestiona
do por don Mariano Ignacio Prado, Dictador del
Perú,
Aparte de las cruentas rivalidades entre los
ejércitos de la Alianza, dentro del mismo ejército
peruano existían envidias y recelos. El general
Bucndía, comandante del Ejército del Perú, encon
traba insensatas las disposiciones del gener;.l
Prado, Director .Supremo de la guerra, y éste
hallaba rpie Bucndía era un necio, y no le separó
de su puesto, por temor a la indisciplina de jefes y
oficiales. La guerra, jamás, pues, podía repre
sentar una victoria para las armas aliadas, ya
que Chile, a pesar de todas sus deficiencias, conser
vaba la unidad, la disciplina y la resolución abso
luta de apoderarse de Iquique. Cree Alberto Gu
tiérrez que el Perú, al perder Iquique, no perdió
gran cosa, pues juzga que lo que ha hecho la
riqueza de Chile ha sido la conjunción de Atacama
y Tarapacá. Esto es cierto, sin duda; pero el que
lo sea, no quita que la fortuna perdida por el Perú
no alcance a una suma exorbitante. Pero Gutié
rrez, que a través de su serenidad de hombre de
ideas y de diplomático profesional, tiene sus pasio
nes y su chauvinismo, no puede ocultar su ani
madversión para el Perú, y trata de probar que el
ANTE KL CROIiLK.UA IiKL PACIFICO 43

Perú perdió la guerra poca cosa. Lo (pie enton


en
ces perdió, fué mucho, aunque ahora represente
poco, no solo porque las salitreras se agotan, sino
porque la guerra Europea de 1914 ha venido a
crear el salitre químico, e industrialniente más ba
rato que el dado por la tierra.
Convenimos, con toda franqueza, en que la
pérdida de Bolivia fué mayor que la del Perú, pues
un puerto, y más si es el único, siempre, en el orden
político de las nacionalidades, valdrá más que
Golconda y Potosí, multiplicados por sí mismos.
Para el Perú, la guerra de! Pacifico no ha re
portado provecho alguno en orden al estímulo cí
vico, a la prudencia política y al tacto y decoro
diplomáticos. El Perú está Como estaba antes de
la guerra. Para suerte suya, ya la espansión chi
lena no se dirige hacia otro Tarapaeá, que feliz
mente no existe. Para Bolivia, la guerra sí ha
creado superiores normas de vida política y co
mercial. A parte de que ha acerado su tradición y
le ha dado el acicate del dolor y la madurez de la
experiencia púnica, leba obligado a concentrarse
en sí misma, a trabajar y a infundir ensanche y
dinámica acelerada a sus industrias, principalmen
te a la minería, cuyo auge hace hoy de Bolivia un
Eldorado inagotable y espléndido como el de la
fábula. Y le ha marcado, con claridad matutina,
su señuelo diplomático: un puerto en el Pacífico.
Escritorcitos mal avisados, que nunca salieron
de la rima erótica, pretenden ahora sostener que
4 i- DEBERKs 1)E CHILE, PEKC Y BOLIVIA

el desahogo <lc Bolivia tiende hacia el Atlántico,


sin querer ver lo que I'erogrullo ya constató: la
distancia y la praeticidad vial. La salida al Atlán
tico, mediante navegación fluvial, es candorosidad
de poeta, que prefiere ver vaporcillos surcando las
aguas amazónicas, marginadas por la selva sun
tuosa, a ver grandes barcos anclados cu un puerto
marítimo próximo, al que se llega fácilmente en
slfping carr, pero que no presenta los panoramas
feéricos del centro del continente, allí donde las
aves tienen voz y plumaje de maravilla, y donde
los árboles ostentan verdaderas aposturas im
periales.
La guerra, ha dejado el problema del
pues,
Pacífico tan álgido como estaba antes de 1879.
Con la diferencia de que el espansionismo no es de
Chile sobre Perú sino de Bolivia siempre sobre el
Perú. Y ese espansionismo no tiene remedio, por
que tiene r'izón.
Las enseñanzas de la guerra, han aprovechado
más que a nadie a Bolivia, pues le han dado norte
internacional fijo. En el Perú no quieren creer que
Bolivia Pacífico, y
de veras necesite puerto en el
admiten la posibilidad de queChile devuelva Arica.
Todo esto, según los peruanos, tiene que suceder
de repente, un buen día de sol, como en los cuentos
de hadas.
No ;;e puede negar que hoy, en Sudamcrica, la
idea espansionista es del todo anacrónica; pero
tampoco se puede negar que el espansionismo holi
ANTE KL PROBLEMA DKL PACIFICO i-:,

viano hacia el Pacífico no es de esos espansionis-


mos de conquista y de ambición, tan defendidos,
sin embargo, por autorizados tratadistas de Dere
cho Internacional, sino un espansionismo que está
ligado u la salud de la patria y a su riqueza.
Es espantoso pensar que, por errores en la
demarcación geográfica originaria, estos pueblos
se estén haciendo guerras sin odio. Lo que el
amor y la inteligencia podrían hacer en transac
ciones cuerdas, no se hace. Y vienen esas guerras
a sangre fría, esas guerras fraternas de pueblos
que son iguales en todo; pero que pagan con su
sangre, vertida sin pasión, las estravagancias o
las necedades cometidas por los constructores ini
ciales de la nacionalidad. No se trata de imponer
una cultura, una religión, un idioma, el predomi
nio de una raza. No se trata de adquirir grandes
mercados para una superproducción industrial o
de determinar el triunfo de una moneda hegemóni-
ca o de sostener el imperialismo en los mares del
mundo. No. Se trata, simplemente, de variar en
medio grado geográfico los límites de dos pueblos
que son lo mismo en todo, menos en lo administra
tivo y sus adyacencias.
Todo esto debió enseñar la guerra del Pacífi
co. A raiz de ella, Perú debió darle puerto a Boli-
via, no sólo para alejarse de Chile, sino para ga
rantizar la fe de la antigua aliada y para evitar
que, en el futuro, Chile le tomase a Bolivia las rutas
conducentes al Océano. Si en 1883 Perú le da
4(i DKBIÍKKS DE CHILE, PEKC V BULIVIit

puerto a Bolivia, no existirían los ferrocarriles de


La Faz a Antofagasta y de La Paz a Arica; la po
lítica boliviana no estaría del todo orientada ha
cia Chile y éste no sería tan influvente en ía vida
boliviana. Y, al fin, no latirían enfermizas, en la
vida de los tres pueblos, las rivalidades corrupto
ras y retardatarias.
Creemos que aun es tiempo de remediar tan
graves inconsecuencias y tantas faltas de sensatez.
Después de todo, gracias a esa detestable política
del Perú, hoy Bolivia, puesta en el máximo de su
esfuerzo reparador, ha tendido los rieles básicos
para el gran ferrocarril continental. Un ferroca
rril andinista cuyo centro nervioso es el Altiplano
de los Aymaras y de los Incas, el Altiplano de don
de salió Manco y donde se alza la austeridad mul-
tisecular y prodigiosa de Calasasaya. Gracias a
esa mala política del Perú, el acercamiento entre
Chile y Bolivia está casi consumado v el capital
chileno, esta vez sin espansionismo territorial, co
labora con el esfuerzo boliviano. Lo único que
falta es que el Perú, por un momento cuerdo,
haga política muscular, política realista y valien
te y liquide, con toda hombría, los saldos pendien
tes de la guerra del Pacífico.
CAPITüm IV

la hora final de la derrota . El tratado


de Ancón - La guerra insolucionada
la situación de Solivia - La situación
de Chile - La situación del Perú
ti tratada de Paz que en 1904 celebra
ron Bolivia y Chile - No se ha creado
verdaderamente el statu qio ante
bellum -El desequilibrio postguerra es
más hondo que el que existia en 1878
El Perú, eje del problema -
Necesidad de restablecer el equi-
- librio haciendo política realista .

Se quiere creer que lo determinante de la derro


ta la guerra dei Pacífico fué la retirada de Ca
en
marones coludida con la desaparición del Monitor
Huáscar. Es posible que ésta sea la razón estra
tégica; pero, en todo caso, sobre ella primaban la
razón moral y la política. Chile era un pueblo
organizado que, a despecho de sus deficiencias mi
litares, que no dieron más resultado que demorar
el vigor de la ofensiva, opuso escuadrones y regi
mientos regulares contra guerrillas de francotira
dores Usó un solo modelo de fusil, mientras los
aliados manejaban el Peabodv, la carabina de
caza, el Remington y otros modelos. La canana
del compañero muerto, no dió proyectiles útiles al
4-N DKBh'ttKS DK CHILK, PKKU Y BOLIVIA

fusil del compañero vivo y desmunicionado. Qui


zá fué en esas horas de desesperación inespresable
cuando produjeron los célebres ataques a 1e»
se

ba}roneta y los Colorados de Bolivia y los Mache


teros del Perú, en su mayoría pobres indios fieles,
opusieron aquellas feroces resistencias que descon
solaron a algunos jefes chilenos al principio de la
invasión.
Pero, apagados esos actos de heroísmo impro
ductivo, retirada Bolivia de la guerra, comenzó,
no la invasión del territorio peruano, sino el avan
ce tranquilo de un ejército que apenas, en villorrios
y aldeas, encontró la pugna de ciudadanos que
defendían su hogar y su comercio. Y así fué la lle
gada hasta Lima. Cuando el enemigo se aproxi
maba, en la capital del Perú sobrevenía la guerra
civil y se proclamaba Dictador un homúnculos con
megalomanía napoleónica. Don Nicolás de Piérola
que, con antífonas bélicas y proclamas teológicas,
quiso dar la batalla decisiva al enemigo engreído
por la victoria y organizado por la ofensiva. Y la
batalla fué, en efecto, decisiva. El contralmirante
don Patricio Linch sentó sus reales de gobernante
en el viejo Palacio Virreinal donde aun vagaban
los aromas venustos de la Perricholi y la senil sil-
vanería del Virrey Amat. Duele ver que Linch
empezara a legislar el Perú. Poco le faltó para
dictar una constitución. Una resistencia breve,
pretexto para una futura guerra civil, se armó en
el centro. Y así, duró la ocupación dos años, al
ANTK KLPKOBLKMA DEL PACIFICO 49

cabo delos cuales fué posible suscribir el tratado


de Ancón. Era el 23 de octubre de 1883. La guerra
había empezado el 5 de abril de 1879. Cuatro
años, seis meses, dieciocho días, de desastre. La
guerra no duró, en cuenta exacta, más de dos años.
Cuentan que los oficiales chilenos que invadieron
Lima, conservan gratos recuerdos de la hospita
lidad sobradamente generosa que merecieron de
las damas limeñas. En todo caso, es evidente que
no escasearon los agasajos a los jefes y oficiales
del ejército ocupante.
El tratado de Ancón es uno de los ebsurdos
diplomáticos más grandes que registra la historia
de los convenios humanos. No se puede dudar de
que el general Miguel Iglesias, que lo suscribió,
llevaba el más leal y dolorido convencimiento de
que toda otra paz era imposible. Tuvo el valor de
admitir la responsabilidad; pero el general Iglesias
no era sino militar y jamás había tenido proficuas
prácticas políticas. Los abogados que le aconse
jaron son los responsables de tanta imbecilidad.
Según ese tratado, se cedía a perpetuidad el
Departamento de Tarapacá a Chile y, por diez
años, las provincias de Tacna y Arica. Al cabo de
los diez años, un plebiscito de los habitantes de
esas provincias debía resolver qué nacionalidad
adoptaban. La nación favorecida pagaría a la
otra la suma de diez millones de soles peruanos.
No se dijo cómo ni en qué forma iban a reali
zarse ese plebiscito y ese pago. No se contempló
50 DK3KKE3 DE CHILK, PERU Y BOLIVIA

el espíritu del tratado y, con bizantina puerilidad,


se creyó en la letra. Nadie, entonces, fué capaz de
ver (|ue Tacna y Arica, tierras áridas y pobres, no
podían ser codiciadas por Chile sino para usarlas
como contrafuertes estratégicos destinados a for
tificar la frontera y acotar con trincheras el paso
a Tarapaeá. Y esto no era un objeto cuya perma
nencia durase sólo diez años. Era indefinido. Es
todavía. Quiere decir que los peruanos que sostie
nen la devolución de Arica y Tacna, sostienen una
necedad y no se han dado el trabajo de meditar
diez minutos so'>re lo que en verdad significaba
entonces y significa hoy la ocupación militar de
Chile sobre Tacna y Arica, El ferrocarril tendido
por Chile desde Arica hasta La Paz, es la mejor
prueba de que Chile sólo busca afirmar día a día,
su posesión de ese puerto. Y prueba que la antigua
alianza puede, en un momento dado, revertirse
contra el Perú.
Los negociadores del tratado de Ancón, tam
poco se preocuparon de definir la situación de
Bolivia, que .aun estaba en guerra, pese al pacto
de la tregua. Se hizo esa política romántica de
resentimientos y damiseladas y se dejó a Bolivia
entregada a su propia suerte. El Perú, entonces,
debió insistir sobre la suerte de Bolivia y no dar
discrecionalidad a Chile. El Perú debió insistir en
que Bolivia tuviese puerto. Eso garantizaba la
continuación, siquiera fuese tácita, de la alianza,
pues la interposición de Bolivia entre Chile v el
ANTE EL PKOBLEMA DEL PACIKll'O 51

Perú, siempre será beneficiosa para ésta. Se olvi


dó consignar todo esto; se practicó una política
de simpatías y de amorcillos quisquillosos y se

produjo,yat de verdad, el resentimiento de Bolivia


contra el Perú. La guerra, pues, carecía de solu
ción. Hoy mismo, se puede afirmar que, sobre el
tratado de Ancón, entre el Perú y Chile, sólo hay
imatregua. Para ratificarlo, hasta las relaciones
diplomáticas entre los dos países están rotas.
Bolivia quedó sin puerto, es decir, sin libertad
de exportar e importar y sin sigilo para su políti
ca de armamentos y para el paso de sus agentes
confidenciales.
Las guerras civiles no cesaban v el fracaso eco
nómico era cada día mayor. Se conseívaba el odio
a Chile y no se deseaba la amistad con el Perú.
Era un país aislado, geográfica y diplomática
mente. Sus cuestiones con el Paraguay se agrava
ban, y el Brasil, fomentando las filibusterúis dei
Acre, se espansionaba con grave desmedro del
territorio boliviano.
No tenía más salida al mar que la de Molien
do, con todo el tráfico puesto en manos de la
Compañía más canalla y leonina que conocen los
anales de América en la larga enumeración de sus
calamitosos peculados. La "Peruvian Corpora
tion" puso en grilletes la industria boliviana.
Entretanto, Chile se engrandecía rápidamente,
gracias al salitre, verdad, y gracias también a la
actividad de sus gobernantes y de sus capitalistas.
52 DEBERES DK CHILE, PERU Y BOLIVIA.

Y semilitarizaba hasta lograr contener los avan


ces de la Argentina que, después de haber logrado
por su neutralidad en la guerra del Pacífico, la
cesión de Patagonia del Sur, aspiraba a cstenderse
sobre Atacama. Chile, armado y rico, supo dete
ner el movimiento espansionista argentino. No se
puede negar que la suma riqueza corrompió algo
a la raza chilena, antes sobria y laboriosa; pero
no la desposeyó de sus principales características
idiosincrásicas: del amor a la lucha, al trabajo
productivo en grande y ala aventura en pos del
oro y del placer. Ni la desposeyó de sus afanes
conquistadores, esta vez dueños de otro nimbo,
como lo veremos más tarde. Y, por virtud de la
riqueza, adquirió una legislación crematológica y
procesal que, si no es perfecta, según las teorías
constitucionales, consulta del todo las convenien
cias y tendencias del pueblo chileno.
En cuanto al Perú, siguió en guerras civiles
nada menos que hasta 1914-. Es decir, hace dos
horas. Acabada la guerra, el billete fiscal peruano
asumió una depreciación que parece fábula, y
precisó un golpe de mano, que fue sangrientamente
saludable, y costó la ruina de la fortuna priva
da, para conseguir estabilizar favorablemente la
moneda.
patrón de plata. Años después, el pa
Vino el
trón de oro; pero siempre con bimetalismo exten
so: una moneda rica y suntuosa para un pueblo
oligarquizado, desindustrializado, muerto de ham
ANTK EL PROBLKMA DKL PACIFICO 53

l>re. La legislación no adquirió reformas, pues se


siguió con los códigos de 1856, cuando la Confe
deración germánica, proclamada en Versallcs en
1870, acababa de alterar las orientaciones y cau
ces del Derecho. En el orden político, se pasó del
sufragio indirecto al directo; se dio la Ley del ser'
vicio militar obligatorio, y se dictaron algunas
disposiciones domésticas para el mejor pago de las
partidas del presupuesto. Después, nada varió.
Nadie quiso ocuparse de fomentar la inmigración
v detener la emigración, a fin de sustituir las enor
mes pérdidas vitales que ocasionó la guerra.
Cuando aún persistía tal situación en los tres
países, Bolivia sufrió una transformación política,
quizá la más considerable de su vida constitucio
nal. En 1898, caía el partido Conservador, depo
sitario, hasta cierto punto, del rencor a Chile, y
ocupó el poder el partido Liberal, de franca teir
ciencia chilenófila. Y, pese a todos, a ese partid
hoy, en vísperas de*sufrir la ley de la altcrnabi-
lidad, le debe Bolivia su éxito comercial y la acer
tada marcha de sus cuestiones internacionales.
Comenzó en 1904, es decir, seis años después de
híil>er llegado al Gobierno, por firmar con Chile un
-tratado de Paz, que dio fin a la tregua llena de
perturbaciones y rencores. Según ese tratado, An-
tofagasta, y casi todo el Departamento boliviano
de Cobija, pasaban definitivamente a la soberanía
chilena Desde luego. Chile ofreció compensaciones;
54 DKBEKEs* DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

pero, compensada o no, Bolivia no tiene puerto.


Es el caso más viril de la política realista.
Es lo cierto que, gracias a esa política de
acercamiento a Chile, Bolivia consiguió todo gé
nero de franquicias en el ferrocarril internacional
que lleva de La Faz a Antofagasta; logró la cons
trucción del de Arica a La Paz, y consiguió sereni
dad y cierto desahogo para construir el ferrocarril,
hoy. en vísperas de ser terminado, que une La Paz
y Buenos Aires. En vista de todo esto, la "Peru-
vian Corporation" hubo de conceder equidad y el
gobierno del Perú libertad aduanera.
Para completar el plan internacional trazado,
Bolivia le cedió al Brasil los terrenos litigiosos de'
Acre, y la indemnización que recibió invertióla en
ferrocarriles y armamentos.
Después, cuando un laudo argentino antiame-
ricanis^a quiso resolver el pleito de límites entre
el Perú y Bolivia, Bolivia, (ine se sintió lesionada,
pudo, mediante el estímulo de la amistad chilena,
desobedecer ese laudo y llegar a arreglos directos
que le fueran más favorables. En ese momento su
estabilidad prestigiosa en el orden internacional
estaba consumada, salvo dos puntos: el litigio
con el Paraguav v la adquisición de un puerto en
el Pacífico.
El primer tópico es de solución lenta pero fácil
y no apasiona a los estadistas bolivianos; el se
gundo es, en este momento, la norma de toda la
vida diplomática de Bolivia, norma que enfervo
ANTE EL PROBLEMA DEL PAC1E1CO

rece y aguija poderosamente a los hijos de la repú


blica del Altiplano, norma que es el secreto dela
intensa militarización y de la prudentísima vHa
hacendaría que hace Bolivia.
Pero a pesar de todos los tratados v de todos
los progresos, la guerra del Pacífico aun carece de
solución valedera y que tenga cierta perdurabili
dad. Acabada toda guerra, el. statu quo ¿inte
bellnm debe crearse inmediatamente. Es decir,
previas las compensaciones que el vencedcr nece
sita y que el vencido soporta, es fuerza que sobre
venga, aunque en distintos términos, el equilibrio.
Si toda guerra, es el resultado de una necesidad de
equilibrio, justo parece que la paz lo cree y no lo
empeore.
Antes de la guerra de 1879, Bolivia tenía puer
to y Chile era pobre. Chile, para ser rico, le quitó
al Perú el salitre, pero, a fin de conseguirlo, le quitó
el puerto a Bolivia. La paz que se firmase, debía
estar dentro de estos dos puntos dilemáticos: ven
cedor Chile, quedaba rico; vencido, quedaba indi
gente. Pero no se ve la razón histórica o econó
mica por la cual Bolivia debiera quedar sin pueito.
Hubo razón estratégica; pero nunca fué la estra
tegia razón final en la vida de los grupos humanos.
Como la guerra fué entre el Perú y Chile, resul
ta que la victoria liquidaba y la paz sobreviniente,
por dolorosa que fuese, como no afectaba a la
vida orgánica del Perú y, evm mutilándole, no le
mataba, era pfiz bastante a prcducir con equili
56 DEBERES DE CHILE, PEKÜ Y BOLIVIA

brio el statti quo ante bellum. Por desdicha, tan


absurda fué la paz, que no lo creó. El galimatías
de Tacna y Arica, dió ocasión para que la paz fue
se ilusoria, y más ilusoria aún, porque Bolivia se
quedaba en plena asfixia, su vida misma corría pe
ligro, pues desposeída de puerto, tenia que adqui
rirlo de un modo o de otro. Todo lo cual quiere
decir que el estado en que los tres pueblos viven en
1918, es más grave que el estado que atravesaban
en 1879. Esto, después de una erudelísima guerra
de cuatro años. El tratado de Paz de 190+ y el
tratado de Ancón de 1883, son dos remiendos frá
giles. Nada resuelven. Aquél, porque apretaba
la garganta de Bolivia al quitarle el puerto; éste,
porque dejaba entre el Perú y Chile un permanente
estado de desavenencia. Quizá sea el primer caso
en que, postguerra, el statu quo ante bellum viene
a ser para bellum.
Hoy, como en 1879, el Perú es el eje del proble
ma y debe comprenderlo así. Ya que carece de
toda orientación internacional adquisitiva, preco
nice una distributiva que le liquide y finiquite sus
problemas.
Bolivia no puede pensar en que sea Chile quien
le dé salida al mar. Nunca. Lo
único que podría
dar es Arica, y la estrategia chilena no suelta el
Morro. Y, además, la buena amistad reinante,
sin perspectivas de turbarse, entre Bolivia y Chile,
manifiesta bien claro que sólo el Perú está llama
do a darle puerta oceánica a Bolivia. Y debe ha
ANTE EL PKOJILEMA DEL I'ACIFIOO 57

cerlo, n0 va porque le conviene,


sino porque es
preciso que pague la infidencia antipolítica que co
metió al suscribir por sí y ante sí el tratado de
Ancón.
Claro está que el equilibrio se restablecería,
por lo menos por algún lapso, si Chile y Bolivia,
aliados, acometieran al Perú. Esto no es pisto ni
injusto, ni decoroso ni infame, porque las naciones
no conocen la justicia y la injusticia, el decoro v la
infamia, cuando se trata de sus conveniencias
vitales, de su vida misma. Pero sería resol ver el
problema con la peor de las técnicas caducas v
semibárbaras. En primer lugar, si Bolivia v Chile
triunfasen, o Bolivia sola, el puerto sería Moliendo,
incluyendo la faja de tierra que hasta él conduce,
es decir, Arequipa y Puno, y la que queda al sur,
es decir, Moquehua y Tacna Libre. Si venciese el
Perú, Bolivia se quedaría sin montaña y sin Lago
Titicaca, y Chile, caso de ser beligerante, se queda
ría sin salitre y sin Morro. Hermosa solución;
pero que no haría sino acerbar los ánimos y, a
corto plazo, preparar otra guerra, la que, a su vez,
sería origen de otra y otras. Solución canalla,
ininteligente y contraria al más elemental conti-
nentalismo. Solución que desbarataría para siem
pre la razón solidaria de Sudamérica. Solución,
pues, que iría contra lo que la Naturaleza ha hecho
desde la eternidady contra lo que la Raza y el
Idioma van haciendo para la eternidad.
El único secreto para acabar con las guerras,
58 DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

es olvidar definitivamente los dolores la última


de
y, sin ponzoña, entrar a la paz y al amor.
Y esto no se consigue practicando la vieja polí
tica de las represalías y de los orgullos jingoístas.
Se consigue pensando, ante todo que, para gue
rrear, basta con ser adorador del Progreso que
tanta guerra da y tanta sangre espiritual cuesta.
La guerra europea nos ha dado el triunfo de la
política realista. Las concesiones oportunas evi
tan las exacciones mittilatorias v aquel que da
primero, da dos veces. Hemos venido a ver, por
fin, que la política no es ciencia de abstracciones
inteligentes sino de actos hábiles y de beehos felices.
Será por eso que Anatole France dice: "si Napo
león hubiera sido tan inteligente como Spinosa,
habría escrito por junto cuatro volúmenes en una
buhardilla." La frase se convierte: si Spinosa hu
biera sido tan político comoBonaparte, habría
conquistado súbitamente Europa.
Por cidpa de la política intelectualista, Europa
es campo de devastación y parece que los amale-
citas han resucitado, para que Jehová los aniquile.
Si la política realista hubiera imperado, la guerra
de hov no existiría. Y es porque la sola inteligen
cia que radia y tiene luz, no tiene fé, mientras que
el acto, hasta en el amor, es síntesis de la fe y arca
de las más fértiles sustancias creadoras.
CAPITULO V

Discusión sobre el panamericanismo


Las cuestiones militares y antimili'
tares en Sudamerica - La paz armada
- La teoría de las alianzas
Necesidad de una política autóctona
Es nociva la imitación de la política
- europea - Conviene diferenciar .
Predisposiciones - Las guerras que
devienen - La equidad - Sentido real
de la política realista - Las Cancille
rías ' El escritor - Paralelismos
Los fines - - - -

Un oscuro Sentido de defensa y la inconciente


persuación de que la tierra americana es tierra de
paz y de amor, hizo que los hombres de estado,
hombres de estado a medias, como es casi todo en
Sudamerica, buscasen una fórmula unificadora de
voluntades y antídoto para la<# guerras. V vino el
panamericanismo, que es algo instintivo y rudi"
mentado, desde el punto de vista de la política
continental. Tuvo el panamericanismo el grave
defecto de ser un producto de cancillerías, es decir,
un producto sórdido y lleno de reservas. Y el gra
ve defecto de ser un producto de intelectualismo V
biblioteca, es decir, un producto frío, sometido a
medida y dimensión, y cstraño a la impulsividad
GO DEhEREl UE CHILE, PERt Y BOLlVtA

pasional de la raza joven y siempre vibrante bajo


el sol.
Hasta
Europa, cuya composición heterócli-
en
ta la aleja de toda comunión, se planteó alguna
vez el paneuropeismo. Víctor Hugo soñó en la cos-
mocracia. A raiz de las guerras napoleónicas pri
mero, y después a raiz de las guerras austro-pru-
siano-danesas, que giraron alrededor de Holstein.
no faltaron estadistas que soñaran con grandes
confederaciones o con una sola confederación. Y
el Zollverein fué casi el primer término de ese
anhelo.
Si esto ocurrió en Europa, plantearlo en Amé
rica, donde todo es común, resultaba de una sim
plicidad indigna de una diplomacia pensadora. La
prueba más clara de (pie estamos en lo cierto, se
ve en la labor realizada por los Congresos Pan
americanos. Algo han legislado; pero nada con
profundidad. Quizá Congresos parciales como el
de Montevideo y el de Caracas, lucen labor más
profunda.
En un Congreso fmanciero de Buenos Aires, un
político boliviano, José Luis Tejada Sorzano, pre
sentó en la Alta Comisión Internacional de Legis
lación Uniforme, un trabajo de una base positiva
y de un practicismo verdaderamente sajones. (1)
Se trataba de crear una moneda única para las
tres Américas. No sabemos qué suerte corrió ante

( 1 ) Véase I;i nota mnrtn.


ANTK ELPROBLKMA DKL PACIFICO 61

el Congreso esa memoria, que tenía el más puro


sabor continentalista.
Además, el panamericanismo, tiene el inconve
niente de proceder de lo general a lo particular.
Y no es ni sentimiento ni doctrina. Carece de téc
nica. Preferible es el Continentalismo, que es sen
timiento, por lo que tiene de andinista, y doctrina
porque opera sobre realidades conocidas.
Gracias al Continentalismo, se procedería, téc
nica y sensatamente, de lo particular a lo general;
.es decir, del entendimiento aislado de pueblos al
.entendimiento total del Continente.
Más tarde veremos sobre qué bases reales y
evidentes podrá producirse la unión indestructible
de Chile, Perú y Bolivia,
Si se quiere hacer política sensata, por conti
nentalista y generosa que sea, habrá que convenir
en que la completa supresión de la guerra, con la
seguridad etica y diplomática de que ella jamás
ha de producirse; es sueño cuyo altruismo reco
mienda al escritor, más nunca es realidad que pue
da servir de base apreciable para un estudio po
lítico.
Lo que sí no cabe negar, es que la guerra es
.obstaculizable. Aun es Europa, donde guerrear es
tan fácil, el universal y resonante conflicto (pie es
tamos presenciando, fué temido en 1886 y, políti
cos conocedores de la política europea como Cas-
telar, manifestaban su zozobra ante la conflagra
ción inminente. Alrededor del mismo año, quizá,
(52 tTEBEKES L)K CHILK, FEKU Y BOLIVI

mejor, cu 1889, preguntaba sobre el


Renán se
porvenir de Guillermo II, y sobre la solución que
habrían de tener las discusiones socialistas, las poj
lémicas entre el capital y el trabajo, y la cuestión
de la libertad marítima.
Sin embargo, ha sido posible evitar la con
flagración durante treinta años. Creando intereses
entre naciones y aún entre individuos influyentes
de distintas patrias, la guerra se dificulta y se hace
duro para un pueblo romper con el vecino, cuya
amistad le representa millones.
Lo que, para que Sudamériea se
que no quita
aleje cada día más de las posibilidades del conflic
to, no baste el hecho de que llegue a realizar un
ideal económico casi común. Urge la atenuación
de todo aquello (pie tenga por objeto sugerir la
guerra y exaltar, sin motivo, el natural v estúpida
amor (pie la multitud y a veces el Estado tienen a
la sangre derramada inútilmente. Si en 1913,
Francia y Alemania no elevan sus ejércitos perma
nentes a 900.000 hombres y el marinismo y las
tropas coloniales de Gran Bretaña no padecen
otro aumento considerable, quizá la conflagración
habría deme rado algunos años. Pero es induda
ble que las naciones que se militarizan con exceso,
no pueden vivir en paz mucho tiempo. Las conti
nuas paradas militares, la frecuencia de soldados
en la vida social y diaria, van sugestionando al
pueblo y haciéndole creer que el único objeto de la
nacionalidad es la guerra. A raiz de la conquista
ANTE EL PROBLE1IA DEL P.U'IFICO

de América y de- las guerras de Flandes, todo el


mundo, en España, era soldado del Rey, o, lK)r lo
menos, estal'a en vísperas de serlo, v no se balita
ba sino del valor español, de la fiereza española,
de la cobardía del extranjero. Aquellas truculen
tas conversaciones, hipnotizaron al pueblo y el
Imperio más grande que, después de Roma, haya
visto el mundo, fué disgregándose en una serie de
guerras inútiles, guerras de fanfarronada, donde el
soldado español probó su valor incomparable; pe
ro donde las más eficaces fuerzas vivas de la nacio
nalidad perecieron para no retoñar por muchos
siglos.
Felizmente, el Perú es país del todo antimili
tar. Sus gobiernos comprenden que iio es inútil
militarizarlo, hacen veintidós años que fué dictada
la ley ''e Servicio Militar Obligatorio, el renglón
mas fuerte del Presupuesto General está dedicado
al pljcgo de Guerra y, desde 1896, hasta hoy,
1918, el Perú ha gastado algo que gira alrededor
de doscientos millones de soles de veinticuatro pe
niques, en sostener su ejército. Esto, sin contar lo
gastado en armamento y lo que 'costó la moviliza
ción hacia el norte, cuando se bizo casi inevitable
la guerra con el Ecuador Pese a todo, la raza,
pastoril, agricultora, o, simplemente, dada a la
ociosidad tropical, a la lujuria y al dulce no hacer
nada, es antimilitarista. Verdad es que la perua
na es quizá la raza más inteligente de Sudamérica,
aunque sea la menos cuerda y la más inmoral. To
G-í DEBERES DE CHILE, PEKÜ Y BOLIVIA

do esto interviene para que la nación sea sincera


mente antimilitarista. Tiene militares distingui
dos, oficiales de verdadera ciencia y gobiernos y
congresos han hecho lo posible para convertir la
milicia en carrera científica, digna de ponerse al
lado de la mejor profesión liberal. El pueblo sabe
todo esto, y, sin embargo, odia al militar. Las
mujeres lo consideran inferior al ultimo de los hor
teras y los hombres lo juzgan poco menos que
analfabeto. A todos consta que el ejército del Pe
rú va no es el montón informe de hambrientos y
borrachitos que era antes de la guerra del Pacífico
v aun después; pero la repulsa hacia lo militar es
instintiva, está en la levadura de la raza y viene
desde los Incas que, siendo conquistadores, eran
pueblo antimilitarista. En el Perú se comprende
que la posición geográfica de la república la indu
ce a ser rigurosamentemilitar; mas se puede ase
gurar que el pueblo prefiere todo al incremento del
cuartel y sus anexos, La juventud se resigna a
veces al servicio obligatorio, pero siempre lo hace
con profundo desdén y marcada repugnancia.
En Boliviapasa exactamente lo contrario.
Bolivia es país del todo militar, no siquiera milita
rista a secas. Todo lo que el patriotismo tiene de
pasión egoísta y llena ríe exclusiones y de puertas
cerradas, se percibe en Bolivia a través de su psi
cología militar y de las maneras espirituales de la
raza, que tiende a lo bélico y que ama la marciali
dad v el brillo cesáreo de las milicias. En Bolivia
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 65

se siente un profundo desprecio por el peruano in-


telectualista y sensual y por el argentino cosmo
polita y ya un poco despatriotizado y, en cambio,
se guarda cierto afecto, algo enturbiado por los
malos recuerdos de 1 879, hacia el chileno de raza
invasora y alma de regimiento.
Lo más selecto de la juventud boliviana, desde
puntos de vista económicos, sociales, intelectivos,
se apresura a servir en el ejército y lo tiene a hon
ra. El oficial, en Bolivia, es superior, ante el con
cepto de una mujer, al más alto funcionario y, en
concepto de los hombres, es lo único que la patria
tiene digno de ser tomado en cuenta.
Lo quepiensan el Gobierno y (l Parlamento
acerca de los militares está ya cerca de la idolatría
y los militares mismos creen que son lo único sa
grado, intangible y prestigioso de la nacionalidad.
Basta hablar con uno de ellos, cualquiera, para
convencerse, al verles su aire de olímpica reserva y
compasiva cortesía, de que tienen la persuación de
su altísimo encargo en la vida del Estado. No cabe
negar que, gracias a tantos y tan poderosos estí
mulos, el ejército boliviano ha llegado a ser ejército
y que el desarrollo táctico y científico, ayudado
por el natural instinto militar de la raza, bastan
para dar a ésta un aspecto conquistador inquie
tan-te. El deseo de adquirir puerto en el Pacífico v
de vengar a costa de cualquiera los desastres de la
guerra de 1879, han contribuído a intensificar
el espíritu soldadesco de la nación. Y ha sido
6(i DEUERES DE CHILE, PKRV Y BOLIV1A

factor decisivo para la militarización de Bolivia,


la preponderancia adquirida por La Paz, que, en
el hecho, es la capital de la república. La Paz,
ciudad aymara, tiene todas las tenacidades discre
tas de la raza. El aymara es rencoroso y cons
tante, incapaz de un olvido o de un desfalleci
miento. Esa raza no tuvo miedo de construir
ciudad en La Paz, verdadero nido de cóndores,
risco andino inespugnable, trepanado, sin embargo,
por el aymara y convertido en ciudad, gracies a la
capitosa taciturnidad de la raza. Cuando en la
república primaba la influencia de Sucre, la tradi
cional Chuquisaca, la estudiosa Charcas, ciudad
opulenta, orgullosa de sus linajes y de sus docto
res, Bolivia no era el país militar, minero y algo
invasor que es ahora. Sucre, era ciudad que tendía
a la elegancia, al ocio helénico y filosófico y a la
galantería llena de ardides ingeniosos y de temeri
dades románticas. Es el aymara el militarizador
de Bolivia. Es esa raza, perdida en un montón de
siglos, que no se sabe de dónde viene y que es
dueña de Tihuanacu, según el profesor Posnans-
kv> cuatro mil añes anterior a nuestra era; es esa
raza misantrópica, más fuerte que el Altiplano y
más hermética que sus montañas nativas; es esa
raza desdeñosa como la llama, huraña como la
huicuña, la que ha inyectado en la república el
espíritu militar. Aun en Oruro y Potosí, las ciu
dades mineras dondelos hombres prefieren el
trabajo sombrío de los socavones, cerca del grisú
AXTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO (57

portador de la muerte, el militarismo no es una


pasión. En la tranquila y fragante Cochabamba,
llena de jardines, el militarismo tampoco obsesiona
a la raza, que siendo levantisca y tormentosa, es
poco militar, por indisciplinada y por agricultora,
es decir, amante del surco de tierra familiar. Pero
sobre todas estas ciudades, pesa y oprime el in
flujo aymara de la ciudad gimnastica, de la ciudad
de La Paz, donde las calles sugieren avances de
patrullas y obstáculos de trinchera. Ciudad hecha
para ejercitar infanterías y para que los homl i es
aprendan a hacer de sus pulmones aparatos indes
tructibles, verdaderas fortalezas de oxígeno, casti
llos respiratorios, bastiones pulmonares.
Chile no es país militar, como Bolivia; pero es
país militarista y militarizado. Como todo país
político— v Chile es el país más político de Su'1-
américa — se militarizó por acto de pura voluntad.
Primero, para evitar el engrandecimienno de sus
vecinos, hizo soldados que vencieron en Yungay;
después, para dejar de ser l¡obre y humilde, hizo
ejércitos que recorrieron, de victoria en victoria,
las tierras enormes comprendidas entre Tumbes e
Iquique. Luego, para mantener sus conquistas,
ha necesitado mantener y acrecentar su ejército; y
lo ha hecho, con toda la voluntad política de que
es capaz. Amenazado siempre por Argentina v con
el temor de que Bolivia y Perú se precipiten a recu
perar lo que perdieron en la guerra del Pacífico,
Chile ha tratado de hacerse invencible para sus
68 DEBEKES Dk CHILE, PERU V BOLIVIA

vecinos. Y lo ha logrado. Pero el pueblo chileno


y los dirigentes, no son propiamente militares.
Más aman la industria y la riqueza, Como todas
las razas fuertes, la chilena es gozadora y trabaja
dora a la vez. Gusta del trabajo intenso y produc
tivo a fin de embriagarse luego en los derroches del
placer. Va a la guerra y es en ella valiente y estra
tega, porque política; pero si ningún peligro
es
exterior la rodeara, se dedicaría a llenar los mer
cados con sus manufacturas y sus productos de
todo género. Como su tierra no es rica, pese al
salitre ingente, tiene que convertirse, para poder
vivir, en pueblo fabril, en pueblo químico, en
pueblo que aplique toda su inteligencia y su imagi
nación de patria adolescente, a hacer producir su
tierra y a buscar riqueza y felicidad en su indus
tria. Es por esto que Chile no es país que abunde
en poetas e intelectuales contemplativos e inteli
gentemente ociosos. Y por lo mismo, no es mili
tar, aunqte sí militarista, y esté militarizado. Su
ejército es el mejor de la América Meridional; pero
su diplomacia es también la mejor, la más libre y
la más fuerte. Por eso, aunque tenga al Perú de
enemigo, tiene de tradicional amigo al Brasil v,
así, juntando, en actos de voluntad política, la
eficiencia militar y el éxito diplomático, se presen
tan ante la América mereciendo que Blanco Fom-
liona, diga: "la altiva y circunspecta nación
chilena."
Gracias al problema del Pacífico y a las rivali
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICU

dades de Argentina y Chile, Sudaraérica está en


vísperas de entrar francamente a la paz armada.
La paz armada es madre de las alianzas y las
alianzas son origen único dela guerra.
el Si la
historia de Europa no bastara a probarlo, habría
que recordar la alianz-a Perú-boliviana, de la cual
vino la guerra del Pacífico. La paz armada que un
tiempo pareció previsión, ha resultado siendo la
peor de las provocaciones. Es el arte liiediante el
cual, las naciones se enseñan los dientes. Las
alianzas, que antes parecían procedimientos defen
sivos y precaucionales, resulta que son exclusiva
mente cuadrillazos. En Europa tienen que resig
narse a hacer tanto ensayo, porque verdadera
mente, dados los antaganismos raciales, id io m áti
cos, religiosos, intelectuales, políticos, no hay
forma acertada de producir la solidaridad.
En Sudamérica, ningún país tiene propiamente
una hegemonía que defender. Ninguno la ha ad
quirido. En cambio, tres de ellos, están a pique de
perder una hegemonía que verdaderamente les
corresponde: la del Pacífico.
Nada se podrá hacer para evitar el derrumbe
internacional de Sudamérica si no se empieza por
desvincular de Europa ..todas las normas de la
vida sudamericana. Europa es el enemigo, no sólo
porque nos sugiere, sin quererlo acaso, procedi
mientos que nos son en extremo perjudiciales,
sino porque nos maniata mediante su oro v sus
préstamos, su exportación y su petulancia rega
"O DEBEKES HE CHILE, FEKL. Y EOLIVI.1

ñoña de raza E;i América, donde todavía


vieja.
restdta novedad hablar del folelore artístico, es
casi extravagante hablar del folelore político y del
folelore económico. Pero la verdad es que nunca
tendremos ni arte, ni patria, ni riqueza, es decir,
nunca seremos democracias, si no nos ocupamos
activamente de ser libres y de hallar en nosotros
mismos todas las reglas de nuestra vida,

Iil día en que Bolivia tenga puerto y Chile,


dueño legal de Tacna y Arica, tenga mercados pa
ra colocar sus productos v enriquecerse, ambos
países se desmilitarizarán, por lo menos en un cin
cuenta por ciento, y, al margen de toda alianza
confabulatoria y de toda paz armada que haga de
perdonavidas, empezaremos a vivir como debimos
vivir desde el primer dia de nuestra independencia.

Por la base de nuestra cultura, del todo euro


pea, ypor nuestro temperamento repentinista a
fuerza de tropical y lleno de impulsos sin .control,
estamos predispuestos a una serie de conflictos y
día a día aumentamos las probabilidades de una
guerra que venga a desolar el Continente. Y el
clía que creemos esc saldo delas naciones, que se
llama la guerra, no nos será fácil, como es ahora,
liquidarlo con un poco de buen juicio y de genero
sidad. Vendrán otras guerras y la cultura em
brionaria v la democracia recién nacida fracasa
rán entre el aparato militar y gracias a las evolu
ciones del arte de la muerte.
ANTE EL PROBLEMA DEL liAOIl'lCO 71

Al hablar de cesiones territoriales, nadie pide


que se hagan gratuita y neciamente, lo que equi
valdría a una conquista. Que se hagan, si, pero
con toda la equidad que es necesaria para mante
ner la armonía. En la misma forma deben venir
los entendimientos comerciales. Entonces, no di
remos que la guerra desaparecerá para siempre;
pero si es posible asegurar que se dificultará mu
cho, pues, por reaeción> inevitable, el militarismo
que hoy azuza a los pueblos, retrocederá hasta un
punto discreto, dejando de ser instigación perma
nente hacia la pendencia.
Para hacer esta política realista, Europa ha
necesitado revolcarse en sangre, entre aullidos de
desesperación que la Historia jamás conoció y que
más tarde pondrá en duda, Esa política de hacer
las cosas con toda verdad ha costado mucha san
gre y recién las cancillerías europeas están apren
diendo a no mentir profesionalmente. Ya I.loyd
George, en un celebre discurso ante el Consejo In
teraliado, declaró la verdad de la guerra y del fra
caso de la múltiple alianza. Los viejos diplomáti
cos habituados a la prudencia farsante y a la
maquinación subterránea y frágil, se consternaron
ante la lealtad inaudita del jefe del Gobierno in
glés. Pero, a la postre, hubieron de aceptar que
esa política realista es la única (pie salva a las
naciones.
No es natural que, dados los ejemplos que Eu-
ropa está ofreciendo, Sudamérica se empeñe en ir
~'¿ DEBERES DE CHILE, PERU ¥ BOLIVIA

a otra guerra total a fin de aprender la política


realista. Aquí, es preciso revertir: Europa nece
sitó la guerra para aprender la política realista;
América necesita de la política realista para e vi tal
la guerra.
Para llegar con éxito proble
a la solución del
ma del Pacífico, conviene, en primer lugar, restrin
gir, en Sudamérica, las potestades arbitrarias de
los Gobiernos. Los Gobiernos nada tienen que
ver con el sentir delos pueblos. Son simples ad
ministradores y veedores de la vida de la patria,
principalmente en su aspecto económico. Con res
pecto a la cordialidad y la inteligencia, apenas
tienen la misión de darles cauce. Los diplomáti
cos, funcionarios gubernativos, no poseen, por
tanto, otra misión que legalizar, ante el derecho
de antemano convenido, las corrientes afectuosas
o adversas de los pueblos. Siempre la idea está
por encima del protocolo.
Los gobiernos gustan de mantener latente al
gún conflicto internacional que, en los momentos
de dificultades internas, invocan como supremo
antídoto para las furias del pueblo y como secreto
seguro para afianzar la estabilidad del Poder y
sus personeros.
La acción diplomática es el florecimiento posi
tivo y tangible de los anhelos de la nacionalidad.
Los escritores representan concreciones extensas
de la Inteligencia de una Raza. Lo que aquella
acción pretenda, ha de someterse a las antevistas '
ANTE EL PKOBLEMA DEL PACIFICO 73

de ésta Inteligencia. La acción pide mesura; pero


el pensamiento pide libertad. La armonía vital
de una patria se produce cuando la discresión con
quistadora delos energéticos sabe ceñirse al rumbo
marcado por las alas de los pensadores. Cuando
el escritor tacha de mediocre al diplomático y éste
de utopista al escritor, se produce ese desnivel te
rrible que quita a los pueblos la eficencia ennoble-
cedora de las grandes ideas, desposeyendo de
aristocracia mental al movimiento envolvente de
las grandes acciones.

Trasladando estos valores a la práctica, se ve


que la obligación precisa del que escribe, es decir,
todo lo que su inteligencia le sugiera. La dinámi
ca captante de un hombre de pluma, se desarrolla
gracias a su indiscreción, es decir, a su libertad.
El predominio absoluto de los hombres de acción,
es el origen de la tiranía. La dictadura de los
hombres de ideas, convierte a los pueblos en escue
las de sofistas. El verdadero estado de democracia
noble, se produce cuando los políticos actuantes
sobre la realidad alzan los ojos y contemplan el
vuelo puro de la Idea. Bonaparte, con los ojos
fijos en Platón, es el arquetipo del gobernante.

A los que escriben, nada les importa que sus


palabras vayan a ser sentidas de un modo o de
otro por los gobernantes: tanto peor para éstos si
no quieren entender lo que aquellos les dicen. El
único deber del que escribe, es hablar claro: el úni
1o
7-i DEBERES L)E (JHILE, PEKU Y UOLIVIA

co deber de los representantes internacionales de


patrias, es obrar con cautela.
Y los pueblos, es posible que se comuniquen
por medio de sus diplomáticos; pero sólo por sus
escritores se comprenden, se sienten y -se aman. Ja
más un plenipotenciario de cancillerías, podrá
desvirtuar la acción de un escritor que es plenipo
tenciario de sentimientos. En cambio, una pluma
tiene poder pulverizador inmediato sobre cien pro
tocolos.
El plenipotenciario es al acercamiento de los
pueblos, lo que el sello de correo a una carta: la
forma legal autoritativa de la circulación. Nunca
un diplomático puede ser creador de un acerca
miento. No puede serlo, porque carece de exponta-
neidad cordial y de calor afectivo, cosas ambas
indispensables para que la amistad sea una certi
dumbre saludable y no una declamación relajádo-
ra. El solo hecho plenipotenciario
de que un
diplomático se constituya en una patria con el ñu
deliberado y aprendido de producir amistad, resul
ta grotesco si se piensa en que la amistad es fruto
exclusivo de la afinidad que elige sin premedita
ción. La acción diplomática debe reducirse a con
vertir en realidad la elucubración expontánea de
los hombres de ideas. Estos son los únicos que
pueden producir un verdadero acercamiento, pues
son los únicos que pueden conectar los nervios de
los pueblos y, de tal conexión, hacer brotar la chis
pa determinadora del afecto.
ANTE Kl. I'liOKLKMA HKl. PACIFICO 70

Núcleos intelectuales son los llamados predi


a

car vivamente la limitación razonable del flamante


militarismo sudamericano. Cuando la voz de los
que piensan y poseen la seducción de la palabra
suene en plena y extensa sinceridad, es seguro que
nuestros pueblos, comprendiendo la hondura de
sus yerros, recapacitarán volviendo los pasos ha
cia una política de realidades, política sin guerra y
con riqueza, política basada sobre un doble ideal
de ennoblecimiento y civilización: la Fuerza, que
es Paganismo vernal y lleno de salud, y el Amor,
que es Cristianismo humano v lleno de justicia.
i
CAPITULO VI

Yanquilandía . Japón - - .

Restricciones al oro yanquilandes y


- - - -
inmigración laponesa
a la
La Compañía de Vapores de Chile,
- - . Perú y Solivia - - - -

Su organización y sus funciones


La deuda interna y externa de las tres
- naciones - Urge nacionalizarla
El libre trafico fluvial y terrestre
- La Compañia fluvial de Vapores -
del Perú y Bolivia -

Dominio de la Hoya Amazónica

El imperialismo estad osunidense, no es una


ficción de escritores apasionados del latinoameri-
canismo. Hasta el momento en que Yanquilandia
declaró la guerra a Alemania, pudo creerse, en
efecto, que no tenía tendencia absorcionista sobre
la América española y, en especial, sobre la del
Sur. Pasando por alto los movimientos franca
mente imperialistas sobre Méjico, las Antillas y
Panamá, era discreto suponer que nada quería la
política de Washington sobre Sudamérica.
La compra de Filipinas— compra coercitiva,
equivalente a conquista— podía ser interpretada
como un deseo de prevenirse contra el pannipo-
nismo naciente.
Js IlKliKRKS ÜK CHILE. PKHV Y HOl.IVIA

Pero la actitud deshonesta y arbitraria de los


yanquis, presionando a los países de habla espa
ñola en América a romper con Alemania, prueba
bien a las claras (pie el país de Manhattan aspira
a erigirse en arbitro v pauta de nuestra política-, y
a dominar en el Pacífico. Queda para siempre des
corrido el velo: va vemos a Isis desnuda.
Con sus oprobiosas listas negras, con sus
pragmáticas dictatoriales sobre el movimiento del
oro y sobre la exportación e importación de pro
ductos v materias primas, Estados Unidos aparece
como una especie de tutor o albacea de menores.
Luego, da la mano con el Japón, el temido
se
rival, y se compromete con él a seguir en la China
I?) política de puertas abiertas.
No se alcanza a
comprender qué acción puede tener Yanquilandia
en la China v por (pié se compromete con los
nipones a hacer política diáfana en el viejo Imperio,
Esto tiene que envolver compensaciones y es presu
mible que Estados Unidos, a cambio de su absten
ción en China, hava logrado de los japoneses
manos libres para operar en el Pacífico sudame
ricano.
Durante la guerra europea, la práctica del
Japón ha sido clara: se ha limitado a patrullar el
Gran Océano. Ni un fusil, ni un hombre, ni un
dólar. Está guardando intactas sus fuerzas, de
modo que, al acabar la guerra, siempre quedará
relativamente más poderoso, en hombres y dinero,
que sus aliados de Europa y América. Entonces,
MXXV IM VKMllKlil.l 'VAQ O.>I.Íi0V,l 0¿

US IIOIObrÍ>UUIU araZnOU.10D ridaaUl SOrjSOUU

a
ses_n;p omoc sodaqsg soduifl es ail odiírrobua

\
cp oro a ol 'baersuoc send so| somn|u sotitsrcpme
1.' upornE SO| all doaÜud Ue 'Sn.1evJv OUanjSev

y
aiU rOt dM Od lar4e1l2 aipiSnr 'eld( Sí;daUIry Sa[ 'SOOa)I
nn ucuauiadng soiunrairopos un elClOd oiícnl -aaui
MOS ..UClíUOll svniopl;í OrO .OUBOUOUIa
le

el
y
sE oiciBmoixb onb somc<pd 'o|rative uil ejsn
'ojucuiom Sdaiqrosqi; a)loruE aiduapnl(ui! rop

y
\
erdop -yus

p
b¡ icuS 'hr ou imd a ns tncaiuoplid
cqucp arup rb^iae 0| cnb u,> B0ircun;dny 'souiaSail
B'I UOiOarollUUI a|praUla SO HSOUm.1 OlUUUOd

el
y
eld oro elul aíor se d'tt;| asuduicniii :u,xb

p
omuudo
'epil7) n.w><I 'alvIlOfI naJOltpd rl;l^id nilU vO|
a

*^
d;ne ou csen| odibieor
imiícs la mm.Mniium aisa
el

ocp oreq¡os jo t;r re¡ cnb eseupuorp b so| sodi.)i:isi;


y

osrüsu.i uoc scrcuuu scdnioieau ajl Binu.muui eld


.íoun; ouijscduBel ,.(.K|us ü| 'azhr se muquí ««sc
\

Seve| vltlOll{Orp SU UBlrdUOj US l!Uinio,(¡ tlOZBr Op rOS


soid; SOllSoporp av

113 'SO..tlUOÍ5113 OtlI< aIUeÍ?ne SO

Us dudrev rlnOv.lod ed BJ 1,'Zar


|e

uE otuau.i
p

i;sa| suse.iíluia 'smhui;.v r<(d<ns^.¡

o| OIUSIUJ 11reJ OUh BO a|UJ3 ,aIvI|0{J al)eld


v

113

ereuil un ozran|sa arup es.n;sartcui uo si;iel uoe un


oreumu ed 'sauoicic; .u;q.ci arjo ad| uní>,-(s a|
¡t
^

d;UD daOj aSe.lplUe ar0l'ua.ijex 0<pd .1e11et UI1 antsceS


e|( SOdaeldlUe SOrOdal'uCal".!j SM!aiIolOI.iU
v

rOtl
un orauosrap pd doBjsE uoc odpns aub ..isurii;il
r

'»^.s,.l .y|.n.pi: cd r.idtiai ii i :<>!.->i Ií -


i-[

B| as.-upuia
ii
so UKHKKKS DK CHILK, PKRU Y BOLIVIA

lización efectiva de nuestras riquezas, contendría


la emigración, en el Perú, sobre todo, pavorosa, y,
al dar pan y trabajo al pueblo y la clase media,
construiría verdaderas democracias y no oligar
quías florecidas entre un pueblo famélice y una
clase media haraposa.
To^o esto, dictando, por otro lado, leyes que
favoreciesen de verdad al oro extranjero y al inmi
grante de raza fina. El Estado, en estos países
debiera convertirse en una especie de Celestino aus-
piciador de matrimonios cuya sangre fuese bien
concursada.
Además, para la aceptación del capital extran
jero, nunca debiéramos conceder preferencias ni
conceder a nadie, que no fuese uno de nosotros
mismos, la calidad de nación más favorecida.
Junto a una empresa inglesa, debiéramos apoyar
una alemana; una española junto a una yanqui;
una austriaca al par de una italiana. Y, ya que el
idioma es unión suprema y nosotros tenemos
razón para enorgullecemos del nuestro, tender
violentamente hacia el capital y el trabajo de
España. La vieja y fuerte raza migratoria de la
península, es la llamada a neutralizar aquí, en
Sudamérica, los avances del pulpo yanqui y de la
sanguijuela europea. España está ahora en días
de renacimiento y tiene oro que invertir en nues
tros mercados. Lo que precisa es que le demos
facilidades,
A fin de dar elasticidad v extensión a todo este

J
ANTH EL PKOBLEMA DKl. PACIFICO 81

movimiento de defensa nacionalista, base del


continentalismo defensivo, simbolizEdo por los
Andes que se verguen eomo una gran muralla es
tratégica, necesitamos el dominio de nuestro pro
pio mar. Ninguna de las tres naciones puede
pretender el control sobre las otras ya que ningu
na, en verdad, es virtual y potencialmente, más
fuerte que las otras. Por el momento, Chile es mas
poderoso que Bolivia y Perú y lo será por muchos
años; pero algún día habrán de cambiarse los
papeles. Y no conviene ir, desde ahora, fomen
tando rivalidades para entonces. Mientras nos
esterilizamos en luchas pueriles, ya el steamer
inglés es dueño de nuestras costas; ya los yanquis
proyectan grandes compañías navieras que domi
nen las rutas del Pacífico y las que de éste mar
conducen a Europa. Quiere decir que, aunque
sólo fuera por el flete, el tonelaje y el itinerario,
estaríamos a merced del armador yanqui; va los
japoneses se han apoderado del camino que vá de
Valparaíso a Australia, pasando por Callao, Sali-
nacruz y San Francisco. Y para ultimar tantas
calamidades, las compañías de vapores que tie
nen Perú y Chile, se alejan y se dañan, sin llegar a
poder construir transatlánticos y a dominar el
cabotaje de las respectivas naciones.
Si ambas naciones entraran a la concordia, a
base de la cesión de Tacna y Arica a Chile, sería
posible refundir ambas compañías, formando una
en la que Perú, Chile y Bolivia, representasen un
i i
H2 DKBKRKS DE CHILK, HKKU Y BOL1VIA

treintitrés por ciento cada una Bolivia, a cambio


del puerto en el Pacífico, se comprometería a pa
yar las diferencias, a liquidar las acciones y a
pagar una suma de dinero para incrementarla
nueva erg limación naviera.
Entonces, la Compañía de Vapores de Chile,
Perú y Bolivia, podría contar con quince vapores,
más o menos, representativos de algo así como
cien mil toneladas. Perú y Chile crearían un puer
to libre para todos los barcos del mundo y el puer
to boliviano lo sería para los barcos de Chile v
Perú, es decir, para los propios.
Las naves de la Compañía no pagarían por
tazgo ni derechos d' dársena o de fondeadero v
tendrían, exclusivamente, el derecho de cabotaje,
caletas y puertos menores, quedándoles a todos
los barcos extranjeros los puertos mayores, previo
pago de portazgo, fondeadero y dársena. Los
barcos españoles o los de otras naciones america-
canas ibero-parlantes, tendrían esos gravámenes
en menor grado y el derecho de comerciar con los
puertos menores. Sin excluir, desde luego, a Brasil
v Portugal, cuyos idiomas también son ibéricos.

Tendríamos así el dominio de nuestros mares,


y sobre Bolivia, por ahora la nación de finanzas
más débiles, sólo pesaría la obligación, relativa
mente corta, de poner al día los saldos de los ac
cionistas de la Compañía Peruana de Vapores y
Dique del Callao y de la Compañía Sudamericana
de Vapores.
ANTE Kh PKOBLEMA DEI- PACHFU'O 83

Los vapores que viniesen de Asia, tendrían


que pagar derechos dobles en nuestros puertos
y los de Estados Unidos serían igur. lados a los de
Iiuropa.
Por cada asiatico que viniese en naves yanqui-
landesas o europeas, numentaríanen un cuarto por
ciento los derechos de fondeadero, portazgo o dár
sena. A las naves iberoamericanas, españolas,
portuguesas y brasileras, se les cobraría un dere
cho adicional por el producto asiático que condu
jesen, hombres o mercadería. En cuanto a las
naves de Chile, Perú y Belivia, estarían prohibidas
de todo comercio con Asia, Reglas similares sería
preciso establecer paratodas las razas inferiores
— negros, malayos y otros aborígenes de Africa,
Oceanía, Asia y ciertos puntos de Europa.
Conviene añadir que la mercadería de los tres
países tendría, mutuamente, en los tres, aranceles
aduaneros marítimos diferentes a los que rigiesen
para las demás acciones. En cuanto a la aduana
terrestre, con su embar; vx so juego de tornaguías,
v a la fluvial queen Sudamérica y más en las regio
nes orientales de Perú y Bolivia es de supervigi-
lancia difícil, tendrían que desaparecer, no sólo pol
lazón de estrechamiento, sino para dar el mejor
impulso a ¡a vialidad incipiente y escabrosa.
Todo esto, que nos libraría de la invasión
japonesa y china, premtiniéndonos algo de la vora
cidad vanquilandesa, no sería bastante para ase
gurar del todo nuestra libertad económica, base
!s+ DEBERES 1iE CHILE, 1'ERI.' Y BOLIVIA

dela democracia bien entendida. Debemos librar


nos ile Yanquilandia no sólo por evitar que nos
acogote con su oro. Debemos librarnos por huir
de la plutocracia y del trust sardanapálico. Entre
constituir un sistema económico noble y fuerte y
hacer girar todo — inteligencia, nervios e ideales —
en torno del oro, va diferencia. No tenemos poi
qué aurificarnos. Basta con epie nos industrialice
mos. Tomar de Estados Unidos sus ejemplos de
perseverancia trabajadora y sus fútiles aunque
provechosas prácticas de buen vivir; y tomar de
Europa los néctares hidalgos y sutiles de su vieja
cultura y de su pensamiento superior, no quiere de
cir precisamente que vayamos a ser feudatarios, en
ningún orden, de Europa o Estados Unidos. Y
para no serlo, hay que empezar por no deberles.
Mientras un bono financiero de Chile, Perú y Boli-
via exista en los escritorios bursátiles de New Yoi k
y Londres, mientras uno de nuestros estancos o de
nuestras adnains estén pignoradas a sindicatos
dependientes del Banco de Inglaterra o a oficinas
de Wall Street, no seremos naciones ni democra
cias. Ya que es imposible nacionalizar nuestras
deudas, internacionalicen! olas sudamericana mente,
lo que, ante el porvenir, equivale a la más profícua
de las nacionalizaciones.
Perü, Chile y Bolivia deben sumar sus deudas
i iternas y externas y, por el monto de ciUs, emitir

bonos en los mercados deSudamérica, con descuen


to favorable v servicio de intereses preferencia! en
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 85

los respectivos presupuestos. Dichos bonos po


drían circular en todos los países de habla ibérica,
con porcentajes bien estudiados para no conceder
influencias o preponderancias. Sumadas las deu
das, las tres naciones responderían, a prorrata,
por el monto de ellas; y sería menester constituir,
con residencia en la ciudad más comercial 3' cén
trica, una Oficina de la Deuda de Chile, Perú y Bo-
livia, oficina conectada con los tres Ministerios de
Hacienda y que enfocaría, dándole unidad y plena
solvencia, el servicio de toda la deuda.

Emisiones de deuda interna o empréstitos en el


exterior posteriores a la consolidación tripartita
de la deuda internacional, los harían las naciones
signatarias con aosoluta autonomía. Pero para
el levantamiento de esos empréstitos sería prefe
rible seguir el procedimiento de lanzarlos en merca
dos iberoparlantes. Y lanzarlos siempre en forma
repartida. Aun en ese caso, la Oficina de la Deuda
podría asumir el servicio de! empréstito, siempre
que las otras naciones lo aceptasen.

En el último arreglo que autorizase, bajo un


internacionalismo bien entendido, la vida finan
ciera de los tres pueblos que son tema de este li
bro, no podría, por razones hidrográficas, entrar
Chile, y, en cambio, al calio de algunos años, po
drí an ingresar Brasil y Colombia. Se trata dela
navegación y el comercio, fluviales, en Perú v
Bolivra.
Mi DEUEKES I)E l'HILE, VK'.tl' Y UOLIVIA

El Pacífico contaría con la intensa participa—


ción He Chile. En las boyas del Amazonas y riel Ti
ticaca — navegación lacustre que puede ser legisla
da como fluvial — sólo Bolivia y Perú partici
parían.
Una Compañía fluvial Vapores del Perú y
de
Bolivia iniciarían admirablemente el dominio que
ambos países necesitan en sus comarcas del centro
de América .

Ya Perog rallo aquello de que el porvenir


es de
del Perú y Bolivia está en sus selvas: v visto que
los ferrocarriles de internación hasta esos puntos
son por ahora impracticables; ya que trasmontar
los Andes es de valor ingente, conviene penetrar a
esas regiones y sentar en ellas soberanía efectiva y
no hipótesis geográfico-políticas, mediante vapor-
eitos fluviales.

|uellas selvas y de aquellos río? donde el


De a
Mito realizó los absurdos opulentos del E Id orado,
saldría la más fuerte corriente industrial que el
mundo haya visto. El oro y la madera fragante;
la pluma inverosímil para el sombrero femenino;
la fibra para tejidos más nobles que el brocado; el
producto medicinal e higiénico; todo saldría en to
rrente multimillonario de aquellas regiones donde
el prodigio se multiplica y desenvuelve en realida
des que el Argonauta no sospechó y que las "Mil
noches y una Una noche" apenas supieron adivi
nar en sus relatos. <
ANTH EL l'IlOBLE.MA DEL PACIFICO

Chile, aprovechando de esos productos, ()uc le


llevaría la industria de sus comanditarias, dejaría
sus deseos espansionistas. Y entonces, ricos o po
bres en nosotros mismos, democratizados por
nuestra industria, industrializados en nuestra de
mocracia, con paz y espíritu autónomos, con oro
y pensamiento libres, sabríamos, en una vida feliz,
integral y ponderada como un pentagrama sinfó
nico, cuánto valen la cordialidad y el amor cuando
brilla sobre la lucha de los intereses.
CAPITULO VII

Por que hasta hoy el Perú no ha


comprendido su estado internacional
Solución inalterable de la guerra del
- - - Pacifico - Tacna y - - -
-
Arica para Chile, a perpetuidad -

En la costa peruana, el puerta de


Sama para Bolivia -Forrr.a de que esta
última nación salga al'mar - Prolon
gación de la provincia de Pacales
sobre el paralelo dieciocho - Destino
- del ferrocarril de Arica a La Paz -

La cesión de Arica, TacnaySama.no


afectan en nada al Perú - Contro
versia historiada sobre las cesiones
- - territoriales en Sudamerica

En 1893, fecha en que debió realizarse el ple


biscito resolutario de la nacionalidad y suerte des
tinadas a Tacn ay Arica, Chile estaba convaleciendo
de la crisis que terminó con el suicidio de Balmace-
da y el Perú, en pleno régimen pretoriano, se
debatía a las puertas de una guerra civil 'iue se
produjo en 1894 y hasta 1895 no tuvo solución.
En Bolivia se iniciaba la decadencia del partido
Conservador. Baptista concluía, más o menos, su
mandato presidencial y tampoco estaba lejos el
triunfo revolucionario de los elementos liberales:
sobre torio esto, pesaban las terribles y opresoras
estipulaciones del pacto de tregua.
En tal estado, era imposible que las tres nacio
13
00 DKIIKKKS DK l'IULK. PKKL" V IIOLIVIA

nes llegnran .a un acuerdo 'lue fuese finiquito de la


contienda. En 1895, subido constitucionalmentc
gobierno del Perú, Nicolás de Piérola, el nefasto
v farandulero dictador de Ips batallas de San

Juan v Miraflores, tuvo el tino de intentar 4 el


acuerdo con Chile. Al efecto, se logró firmar el
protocolo Billinghurst-Latorre aprobado por to
do el Congreso del Perú y por los diputados de
Chile La falta de aprobación de parte del Senado
chileno, hizo inútil aquel protocolo que constituía
la mejor solución que hasta hov hayan podido te
ner las cuestiones de Tacna y Ari.-a. Desdr enton
ces, hasta hov, Chile y Peí ü han pasado en medio
de una verdadera reyerta diplomática, con frecuen
tes rupturas de relaciones, con episodios de novela
internacional y hasta con probabilidades de gue
rra.
La jurisdicción eclesiástica que era lo último
que le quedaba al Perú en Tacna y Arica, Chile, en
1910, la arrebató por acto dictatorial. Y, a tra
vés de notas y protestas de la Cancillería de Lima,
Chile hace treinticinco años que tiene el dominio
político, administrativo, militar y económico en
esas provincias. En Tacna sobrevive algo el sen
timiento peruano; pero en Arica la acción chileni-
zadora ha sido decisiva. Bien se puede afirmar
que aquellas provincias son chilenas.
Mediante concesiones sensatas y sin oir los
dictados de un integrismo que ante todo es arma
electoral y política, el Perú ha podido arreglarse
A.NTK Kl, PUOBLKMA DKL PACIFICO 01

saludable y provechosamente con Chile. Se quiere


hacer creer que no lo ha hecho porque el sentimien
to nacional, escandecido de amor hacia Arica y
Tacna, jamás lo hubiera permitido. Falso. El
sentimiento nacional peruano, padece de amnesia.
Desea el arreglo; pero mientras éste no constituye
se un verdadero oprobio, no se sublevaría.
Lo i|ue pasa es que los oligarcas, adueñados
del poder público, necesitan que subsista v no se
resuelva la cuestión de Tacna y Arica. So pretesto
(le ella y de contrarrestar la ehilenización, dispo
nen, irresponsablemente, de enormes
sumas de
dinero; y cuando el pueblo, la p'rensa o una mino
ría parlamentaria, valiente por el hambre o por la
ausencia prjsupucstal, prcg.intan el origen de las
malversaciones, indagan el proceso delos pecula
dos, interrogan sobre el déficit o exigen un balance
fiel partidas, el gobierno, con orgulloso patrio
de
tismo, contesta: "todo eso se gastó para sostener
la acción peruana en Tacna y Arica; son gastos
secretos."
Y el pueblo, la prensa y el parlamento, acos
tumbrados a ver que, en nombre de Tacna y Arica,
todo negocio es permitido, aprueban los gastos se

cretos del gobierno.


Tampoco ha sido agena la acción de la diplo
macia boliviana. Algunos hombres públicos de
Bolivia, con mala orientación o con miopía, han
creído prudente obstaculiza a todo trance el arre
glo perú-chileno. Juzgan que, mientras Tacna v
[)2 dkbkkxs uk chile, perú y bolivia

Arica no adquieran soberanía definitiva ante el


Derecho, la espectativa boliviana sobre el puerto
de Arica tiene probabilidades de éxito. Ese capri
cho por Arica, les ha impedido ver a los estadistas
bolivianos toda otra solución. Y la guerra euro
pea, ha venido a probar que el Derecho de antema
no convenido es deleznable. No hay ya más Dere
cho que el estatuído sobre el Hecho; llámase el He
cho Fuerza, Solidaridad o Contrato. Esto quiere
decir que, con criterio moderno, el Derecho ríe Chi
le sobre Tacna y Arica, es un Hecho jurídico, o, lo

que es lo mismo, el mejor Derecho. Además, ya se


verá como Bolivia puede realizar su anhelo de
puerto marítimo sin entorpecer el arreglo perú-
chileno.
Quien mavor responsabilidad ha tenido, tiene
y tendrá en que perdure y se agrave la enemistad
del Perú v Chile.es un periódico limeño, periódico
que, por ser el más antiguo, es el más autorizado
en ese país de misoneístas y abúlicos.
Ese perió
dico, propiedad de colombianos, trata de enemis
tar al Perú con sus naturales amigos— Chile y Bo
livia — y, en cambio, tiende a un acercamiento con
Ecuador vr Colombia, acercamiento que en nada
aprovecha al Perú. Sin la acción deletérea deesa
hoja (1), quién sabe el arreglo del Perú, Chile y
Bolivia, ya estaría consumado.
Sin contemplar ciertos valores morales y otros

(1) Véase ln noi.-i quintil.


ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 93

que, aunque sean fisiocráticos, tienen tan alta y


vital importancia que son inseparables de las me
jores y más puras expresiones de la Inteligencia y
de la Voluntad, no es posible abordar la solución
de ningún problema individual o colectivo.
Y mirar los sucesos con
en política, es preciso
la más valerosa sangre fría. Tacna y Arica perte
necen a Chile por muchas razones, Chile ha gas
tado en ellas cantidades de dinero que Rolivia y
Perú no sabrían reembolsar. Tacna y Arica va
piensan, sienten y viven a lo chileno. La estrate
gia chilena necesita de Arica y de su fuente de pro
visiones—aprovisionamiento, mejor— que e.s Tacna.
El amor propio nacional de Chile, no consiente la
escisión de Arica y Tacna. Se dirá que el amor
propio nacional del Perú tampoco la consiente.
Sea. Pero entre dos amores propios enfrentados,
alguno tiene que ceder. Y ese alguno, si se quiere
evitar deplorables soluciones de fuerza, siempre es
el más juicioso o el más débil. Si el Perúes más
fuerte o más débil que Chile, que lo digan los pe
ruanos; pero que lo digan sin baladronada, con
varonía y lealtad. No se enfurezcan como anima
les cercados, para confesarlo. Mediten, que el (pie
medita siempre es hombre. Ya que irremediable
mente el Perú es el más débil, siquiera trate de ser
el más juicioso y ceda. Cede, mediante compensa
ciones justas que Chile no niega. Ce(la como saben
ceder las naciones y los hombres que saben pensar.
Suponganlos que, con plebiscito o sin él, Tac
na y Arica volviesen al Perú. No es fácil ave i-
guar qué haría el Perú con ellas, Son provincias
pobres, sobrantes en un país rico: siempre repre
sentarán un déficit.
Si al norte de Arica vTacna hubiera, como
hay al sur, la riqueza de un Tarapacá, tal vez al
Perú le convendrían como baluarte estratégico;
pero ;d norte de Arica y Tacna sólo está Moque-
hua, valleeito de juguete, lindo 3- amable, pero que
no merece los honores de una teoría militar pre
cauciona! o defensiva. Posesionado el Perú de Ari
ca y Tacna, se tropezaría con el elemento y el es"
píritu chilenos, ya preponderantes en esas provin
cias. Siendo imposible expulsar al habitante y la
industria de Chile, dueños de Arica y Tacna, el
Perú jamás podría tener sobre estas tierras un
verdadero dominio nacional, limitándose al' simu
lacro del poder político y a la parodia administra
tiva. Hace diez años, Tacna y Arica eran sensata
mente recuperables para el Perú: entonces el fun"
cionario, el comerciante, el turista, peruanos, en
traban a s;: patria, a un retazo de suelo peruano.
Hoy, enerarían al hogar de Chile. Que hasta hov
el Perú no ha va sido capaz de aptarse para la re-
adquisición, no es culpa ni de la política de Chile,
ni del autor de estas líneas. Luego no se vislumbra
como podría conseguir y pagar el Perú los diez mi
llones estipulados. Se dirá que con un empréstito.
Sea. Peroesto prueba que, desde el primer momento
dela posesión, el Perú empezaría, gracias al millón
ANTE EL PROBLEMA DEL PAC1F1CO 9."l

de libras esterlinas, a gastar sumas faraónicas en


el sostenimiento de sus cautivas, Y gastar para
dos provinciasdehabitabiiidad mediocre, de pob'a-
cíón escasa, de importaciones y exportaciones
tímidas y de producción fiscal y comunal fetales,
no vale la pena.

Entretanto, Chile tiene en esas tierras un


asiento estratégico. Ya
algo. Le cuesta mucho
es
oro y, solidarizadas ac( rdemente las irts repúbli
cas, ese motivo estratégico se debilitarla. He aquí
un argum' nto para que Chile ceda. Sí; pero enton
ces hay que acordarse del amor propio del mas
fuerte. Y de otro lado, a Chile que no es muy rico,
cualquier pedazo de tierra le aprovecha. Al Perú
tierra millonaria, le estorba. Todas estas
crudas verdades, no tienen sino un defecto, que es
un orgullo: no están catalogadas dentro de la
política sentimental. No sufren paralelo con nin
gún verso romántico ni con ninguna novela de
folletín.

Entrando Chile al dominio perpetuo de Arica


y Tacna, desaparecen para siempre las espectati-
vas de Bolivia sobre el puerto de Arica. Y desapa
recen porque no es natural que el recién llegado
pretenda poseer lo que el dueño legítimo declinó.
Mas como ya se ha convenido en (pie Bolivia,
desde el punto de vista de una sana teoría política,
no puede continuar en su calidad de nación medi
terránea, es preciso hallar la manera de darle
9(5 DEBERES DE CHILE, PEKC Y SOLIVIA

puerto, sin que Perú y Chile sufran lesiones de


importancia.
Antofagasta no puede volver a la soberanía
boliviana, no sólo porque en Antofagasta para
Bolivia existen las mismas razones que en Arica y
Tacna para el Perú, sino porque, geográficamente,
dentro de una practicidad vial acertada, Antofa
gasta está fuera de las zonas de influencia boli
viana. Es puerto chileno. Si Antofagasta y Arica
no pueden pertenecer a Bolivia y Bolivia no puede
seguir viviendo sin salida al mar, la solución es
clarísima: el Perú debe darle puerto en el Pacífico
a Bolivia.
Se quiere decir que momento en que
desde el
las líneas ferroviarias de La Paz a Antofagasta,
de La Paz a Arica y de La Paz a Moliendo, comu
nican a Bolivia con el mar, Bolivia no necesita
puerto. Pero es que una nación con plena perso
nería internacional y política, no necesita comuni
carse con el mar, sino con sumar. Así como un
hombre decente no debe vivir en una casa, sino en
su casa.
Se comprende que, en Europa, Suiza no tenga
puerto: Suiza tiene de sobra, para su exportación
e importación, con las naciones que le son aleda
ñas. Bolivia necesita comunicación frecuente con
Europa y Estados Unidos.
En puridad de verdad, Bolivia carece de positi
va independencia aduanera, pues si la tiene para
cobrar sus aforos y sus tantos por ciento, no la
ANTE EL PKOBLEJV1A 1iKL PACIFICO '.i7

tiene para evitar que sus vecinos toquen, miren y


huelan cuanto entra al territorio boliviano y del
territorio boliviano sale. Si, desde el primer día
de independencia, Bolivia hubiera sido constituída
sin válvula portuaria, sería explicable que así con
tinuara. Pero durante los primeros sesenta años
de su vida libre, Bolivia fué dueña de un trozo res
petable de costa y de un puerto como Antofagasta.
Luego la mutilaror, dejándola sin costa y sin An
tofagasta. Y es justo, político y previsor, reparar
esa amputación.
Para Bolivia debe ser el pedazo de costa perua
na comprendida entre el último tercio del paralelo
diecisiete y el primero del dieciocho, costa ctivo
principal puerto es Sama, y que hoy forma parte
del Departamento peruano llamado Tacna Liiire.
Bastaría prolongar, casi en líneas paralelas, la
provincia boliviana Pacajes. Prolongarla hasta
de
el mar, de modo -que, por el norte, tuviese de limí
trofe el puerto peruano de lio y por el surel puerto
chileno de Arica y, tierra adentro, la ciudad chilena
de Tacna, Entonces Bolivia tendría mar y un
puerto tan propicio como Sama.
Aquí surge el interés chilero vinculado al ferro
carril de Arica a La Paz En primer lugar, algo
tiene que ceder Chile. En segundo, arregladas las
tres naciones, el valor estratégico de ese ferrocarril,
decae. Con respecto a su interés comercial, no
sería difícil salvarlo.
La parte de esa línea férrea que corre en tem
ía
DEKEKES l)E CHILE, PEKU V BOLIVIA

torio boliviano, serviría admirablemente para


unir La Paz con Sama, y Chile tendría que ceder
quince o veinte kilómetros de los que corren en su
territorio. Bl resto, no habría sino que trasla
darlo de manera que pasase por Tacna antes de
entrar a Arica. Sería un ferrocarril que corriese
sobre la frontera y que uniría, sin empalmes ni
ramales, el longitudinal chileno con La Paz, pa
sando por Arica y Tacna y unido ni de La Paz a
Sama. Una magnífica arteria de comercio medi
terráneo.
La extensión íntegra del ferrocarril de Arica a
La Paz, es de 439 kilómetros, de los cuales 233
son bolivianos. De los 206 chilenos, Chile cedería
veinte. Le quedarían 186 que variar, rumbo a
Tacna. Serían menos, pues de la frontera nueva a
Tacna no va la distancia (pie va de la misma fron
tera a Arica. Bste gasto de remoción de rieles, se
haría a costa de Chile. Bolivia, por supuesto,
pagaría la construcción de la línea, desde el punto
en que le fuese dejada en su frontera con Chile,
hasta Sama, su puerto principal en el Pacífico.
Alas o menos 200 kilómetros.
Que Sama y las tierras que la circunciñen
hacia .adentro y hacia el mar, pueden, sin desmedro
para la soberanía y riqueza del Perú, ser cedidas
a Bolivia, es cosa que quedará probada en las
siguientes líneas. Conviene repetir que la cesión
de Arica y Tacna, queda probada.
Para empezar, será oportuno que citemos el
ANTE EL PKOBLKMA DEL PACIFICO (JlJ

siguiente fragmento de la Memoria de Relaciones


Exteriores, presentada por el ministro del ramo al
Congreso Nacional de Chile, el año 1897. Dice:
"no puede ser indiferente para un Estado vecino
de Bolivia, como es Chile, el (|ue esa nación se halle
perpetuamente agitada por un malestar que per
sistirá mientras no haya obtenido ese desiderátum
de todos sus partidos: su salida en condiciones de
independencia y de eficacia económica internacio
nal, al mar Pacífico. E:i este convencimiento, el
gobierno, después de detenido examen, ha resuelto
en Consejo, adoptar la política de hacer cuanto de
él dependa, dentro de los límites del honor interna
cional, para satisfacer a Bolivia esa natural
aspiración."
Quiere, pues, decir, que Chile no obstaculizaría
l dación ( . puerto a Bolivia. En cuanto al
Perú
En Departamento de Puno, Perú, las provin
el
cias de Puno, Huancañé, Chucuito y Lampa, rea
lizan todas sus transacciones en moneda boliviana,
aunque también circule la peruana y haya sentido
neto de nacionalismo. Si se marcha al sur, se en
cuentra (lucen Moquehua ya la moneda peruana
se rarifica y el nacionalismo se relaja. Más al sur,
es decir, en Tacna Libre, Sama, Ilabaya,la moneda
peruana nadie la conoce; el nacionalismo no
tiene más representación que la política encar
nada por la autoridad y, si en Puno y Mequehua
sólo circula el numerario boliviano, que ya ni en
100 DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

Bolivia existe, en Sama y sus colaterales, única


mente circula el nominal y fiduciario que sirve en
Bolivia. La escasa exportación de Tacna Libre,
va toda a Bolivia y los giros a Lima, giros fiscales,
tienen que hacerse por intermedio de Bancos de
Bolivia, dada la imposibilidad de remesar en nu
merario peruano que nadie conoce. En una tabla
de distancias marítimas del Callao a Panamá v
Valparaíso, tabla oficial del gobierno del Perú, se
lee: "de Chala a Ouilca, 127; de Quilca a Moliendo,
34; de" Moliendo a lio, 53; de lio a Arica, 81." La
distancia es enmillas. Sí; pero nadie logra saber
dónde está Sama, puerto peruano, y mucho más
importante que Ouilca o Chala. El geógrafo
peruano se olvidó. Ningún peruano tiene idea de
Sama. (1)
En cambio, no hay sa:r.eño (pie no conozca
Bolivia y no tenga relaciones en el mercado boli
viano. Y
no hay boliviano que no pise Sama y no
se sienta en tierra propia, con la misma moneda,
idénticas costumbres, iguales comidas y hasta
iguales modismos en el hablar. Ahora, si el patrio
tismo sonajero del Perú, quiere sostener la perua-
nidad de Sama, será preciso terminar la discusión
en una casa de Orates.
En el Perú, las gentes que venden el presupues
to v que usuran con el pan de los huérfanos, .invo
can, para impugnar la cesión de Arica, Tacna y

(1) VéaBe lii nota HPXtn.


ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 101

Sama, el patriotismo individual, sin pensar que a


la hora de la cesión nadie obligaría a los perua
nos residentes en las tierras cedidas, a nacionali
zarse chilenos o bolivianos. Pero en el Perú existe
la costumbre de que el más estúpido interés indivi
dual sea siempre más valedero que el mejor interés
del Estado.
Bolivia ha cedido Cobija y el Acre; Chile ha
cedido Patagonia; Perú ha cedido el Aere y Tara-
pacá; Méjico ha cedido sus mejores distritos seten-
trionales. Estas cesiones no siempre se han reali
zado mediante guerras. El Acre peruano y el boli
viano y la Patagonia chilena fueron objetos de
cesión en plena paz y a cambio de compensaciones
de otro orden. No tienen, pues, los peruanos, mo
tivo para alarmarse si ceden algo menos de dos
grados geográficos de tierras que no les pertene
cen; unas, como Sama, por el espíritu y la tenden
cia; otras, como Arica y Tacna, por lo mismo y
por el dominio político y económico estraño al
Perú,
En cambio, es preciso recapacitar; y ello no
debe hacerlo la oligarquía y la intelectualla reinan
tes en el Perú, sino el pueblo sano y triste, el pobre
pueblo obliterado — recapacitar, decimos, en las
ventajas que el Perú lograría acordándose con sus
vecinos. En su frontera meridional, con la mino
ría de tierra que le quedase de Tacna Libre, la
Provincia Litoral de Moquehua y fracciones de
Arequipa v Puno, podría formar un gran departa
102 DEBKRES T)E CHILE, PERU Y BOU VI A

mento seriamente nacionalizado, libre, rico y que,


en el límite de la patria, preparase con su trabajo,
la gran hora de la Federación, única medida capaz
de salvar (lela podredumbre y el disgregamiento
cadavérico a ese pueblo hirvientc en toxinas y en
el que un treponema lóbrego va determinando la
circulación de pus sin mezcla en las arterias ya
mineralizadas de un país que a gritos pide clínica,
escalpelo v aristol.
CAPITULO VIII

El problema de la guerra entre Perú


y Bolivla Posibilidad de la guerra
-

entre Bolivia y Chile . No existe ya


el espansionismo territorial de la
nación chilena - Nueva forma de la
-
tendencia espansiva de Chile -
Necesidad de favorecer la industria
- de Chile -
Las rutas del Atlántico -
Hay que incrementaílas, para evitar
la tiranía del Canal de Panamá -

La doctrina de Wilson . Esperanzas


- - - - -
del Perú - - - - -

Si así no se solucionara la guerra del Pacífico,


produciéndose luego las compensaciones y acuer
dos que ya estudiaremos, el casus helH un el Pací
fico parece inevitable; y quien sabe esa guerra
podría ser el principio de la conflagración sudame
ricana.
En un plazo máximo de quince años, si persiste
la situación actual, Bolivia irá a la guerra con el
Perú v éste será derrotado. La razón es incontes
table, pues es la misma que, en parte, produjo la
victoria de Inga vi.
El teatro de la guerra, en el primer momento,
y quizá durante toda la contienda, sería el altipla
no y el centro estratégico Viacha, lugar en donde
104 DEBERES DE (JHILE, PERU Y BOLIVIA

se cruzan todos los ferrocarriles de Bolivia, punto


de concentración militar con servicio de radiosra-
fía .v propicio a las evoluciones de un ejército.
En esa guerra, los costeños del Perú y los
montañeses, estarían incapacitados para combatir,
pues no pueden respirar a trece mil piés de altura.
La guerra tendría que sobrellevarla del todo el
soldado de la sierra del Perú. Soldados de Puno
y Cuzco serían los (|ue ocupasen las primeras
líneas; pero como el centralismo oligarca del Perú
ha organizado todo el alto comando y la oficia
lidad a base de limeños, resultaría que el soldado
peruano hallase en el enemigo comunidad de idio-
me, raza y costumbres y en el jefe divergencias
morales y de otros órdenes. No es dudable que ese
soldado combatiría sin entusiasmo, con la idea de
patria disuelta ante un enemigo que le era seme
jante en todo.
En cuanto a una guerra entre Perú y Chile, no
tiene probabilidades de producirse, pues Chile no
tiene ya nada que tomarle al Perú y el Perú sabe
muv bien que aun no tiene arrestos para la revan
cha, aunque sus políticos gastrales nunca dejen de
la boca la palabra que autoriza dilapidaciones y
que es como el ¡Sésamo ábrete! ante las puertas
hoscas del Presupuesto. ¡Revancha! Pero con eso
v todo, la guerra no es posible.
Sí es posible, en cambio, una guerra entre Chile
v Bolivia. Cierto es que ahora no pueden estar en
mejores relaciones y que nada hace presumir que
ANTE EL PROBLEMA 1)EL PACIFICO 105

se nuble tan excelente amistad; pero si Chile sigue,


gracias a la maléfica e inútil acción déla diplomacia
peruana, careciendo de mercados, volverá a su po
lítica espansionista y avanzará hacíala riquísima
región de Oruro. Hacia el sudoeste boliviano, lleno
de metales y quizá más rico que el botín de la gue
rra del Pacífico. Y las pérdidas que Chile le ocasione
a Bolivia, a la larga Bolivia las recuperará a costa
del Perú.
De todo sería responsable la terquedad del
Gobierno peruano, porque lo cierto es que Chile no
tiene propiamente espansionismo territorial y lo
tendría sólo en el caso de continuar, como ahora,
con los mercados ''el Perú hostiles. Si estos mer
cados se le abrieran, gracias a la Compañía de
Vapores de Chile, Perú y Bolivia y a acuerdos
aduanedos, el espansionismo chileno asumiría una
forma lícita y hasta provechosa: la comercial.
Ya creernos haber dicho que, por su pobreza
misma de suelo, el chileno es manufactura o fabri-
lista. Podría proporcionarle al Perú, como pro
porciona a Bolivia, una serie de artículos que
Europa envía y que, vendidos por Chile, serían
iguales y más baratos. Sus vinos y sus conservas,
su locería y sus granos, sus frutas y otros produc
tos derivados de materias primas de Bolivia y
Perú.
Dificultada la guerra, gracias a los arreglos
mercantiles y a las cesiones territoriales, comen
zaría el intercambio, base del equilibrio. Si Chile
14
106 DEUEKES DE CHILE, PEKU Y BULIVIA

fuera Estados Unidos, habría el temor de abrirle


las puertas, pues seria abrírselas al imperialismo.
Pero Chile que puede dar mucho Bolivia v Perú,
tiene también mucho que recibir de ellos. No se
limitaría solo a una exportación dominadora,
pues tendría que ser, por sus propias necesidades,
importador fa vorecido.
Y precisamente la comunidad comercial delas
tres repúblicas, comunicación hecha con toda leal
tad, sería, como queda dicho en página anterior,
la fórmula más eficaz para libertarnos de la acción
yanqui y de la europea.
Pero si el problema de la vialidad con el Atlán
tico no queda bien resuelto, será imposible evitar
que europeos y yan'piilandeses nos enyuguen. El
Atlántico es la proximidad de Europa y, domina
do el Pacífico, para nosotros mismos, sería llegada
la hora de no limitarnos al servicio que nuestros
propios transatlánticos tendrían con Europa.
Para adquirir la mayor independencia, habría
que empezar evitando que las tres naciones fueran
inevitablemente tributarias del canal de Panamá,
válvula del progreso, arco de triunfo abierto entre
dos mares, pero que los yanquis han convertido
en exclusa estratégica, en pasaje militar y en arma
para dominar la vida económica de las naciones
del Pacífico. Y es seguro que si tales naciones
llegasen a una perfecta autonomía comercial, los
yanquis doblarían los derechos de tránsito que
ahora mismo cobran en el Canal.
ANTE EL PKOBLEMA UEL PACIFICO 107

Completando el juego emití neutal£de ferrovíns,


nos aproximaríamos al Atlántico, pudiendo pres
cindir del canal o, para usarlo, conseguir de la
Casa Blanca estipulaciones favorables. Chile,
gracias a su rápida unión ferrocarrilera con Buenos
Aires, está ya más cerca del Atlántico que el Perú
situado a las puertas de Panamá. En otra parte
nos ocuparemos del Sindicato Internacional de
Ferrocarriles del Pacífico, que resolvería la aproxi
mación al Atlántico. Por ahora, trataremos de
otra solución que va en capítido precedente esbo
zamos. Nos referimos a. la vía fluvial, auxiliada,
desde luego, por los ferrocarriles.
Perú Bolivia, mediante sus ríos amazónicos,
v
pueden, de acuerdo en parte, con Brasil, avanzar
con rapidez sobre Europa, burlando las exigencias
orgullosas del Canal de Panamá.
En cuanto a Chile, si su unión ferroviaria con
Argentina le es útil, no le es sufi.iente. Necesita,
por sus antiguos dominios de Patagonia, avanzar
hacia el Océano y es preciso ayudarle a conseguir,
en tal sentido, facilidades del gobierno rioplatense.
Ya que todo este aspecto del problema queda
expuesto, no será ocioso estudiar otro de los ar
güir. entos, y éste es recientísimo, de este instante,
como quien diee, que el Perú, con candorosa arro
gancia, invoca, para rechazar todo género de
£ cuerdos con Bolivia v Chile.

ll\ Perú tiene el triste honor de ser, en Sudamé-


rica, el único pais verdaderamente auxiliar de
108 DEBERKS DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

Yanquilandia. Cual rr.ás, cual menos, todas las


repúblicas colombinas se han aislado del yanqui,
y, aunque hayan aceptado su oro, ya, jamás se lo
han devuelto con amistad. El Perú, si pertenece a
los yanquis.
Siendo el Gobierno peruano germanófilo y ger-
manófila la mayoría de la población ygermanófila
buena parte de la prensa, el Congreso peruano,
invadiendo atribuciones, y sólo por presión del
Plenipotenciario yanqui en Lima, decretó la rup
tura de relaciones con el imperio Alemán. En una
sesión secreta del Parlamento del Perú, el Ministro
de Relaciones Exteriores, declaró que el Gobierno
de Washington había prometido que, caso de que
el Perú rompiese sus relaciones con Gemianía, en
el Congreso de la paz los aliados solucionarían las
cuestiones de Tacna y Arica. Igual promesa reci
bió Bolivia. Wilson declaró que ninguna nación
debía carecer rle puerto y que las diferencias entre
paises debían arreglarse según el principio de las
nacionalidades.
Y Bolivia y Perú— Perú sobre todo— creyeron
i|ue, según la mejor hermenéutica, tales declaracio
nes equivalían a esto: Tacna y Arica deben volver
al Perú y Antofagasta a Bolivia.
Nada de esto ignora Chile y, sin embargo, se
empeña en mantener su neutralidad, con grave
enojo de Estados Unidos.
Que la diplomacia chilena es, de antaño, mu
cho más avisada y perspicaz que las del Perú v
ANTE KL PROBLEMA DEL PACIFICO 109

Bolivia, es un hecho que en Sudamérica nadie dis


cute. Y cuando Chile, no obstante las truculentas
declaraciones del Presidente americano, especie de
pastor protestante metido a politicien, persiste en
su neutralidad, es porque se halla segura de que
Alemania triunfará, de que Rusia será la que pa
gue todas las indemnizaciones, con beneplácito de
Inglaterra, y de que Yanquilandia, a la hora de
las paces, no tendrá la autoridad que se presume.
Sereconocerán sus deudas, fijarán la forma de
pagárselas, y luego pondrán de lado la oratoria
de Wilson.
Y mismo Wilson no es dable que se atreva a
el
invocar el famoso principio de las nacionalidades,
bueno para declamado ante el mundo en guerra.
Si en la hora serena de discutir la paz se arriesga
se a invocarlo, Alemania, seguramente, pediría la
libertad de Filipinas, de Panamá, de Puerto Rico,
de Cuba, de las repúblicas centroamericanas y pe
diría, según el mismo principio de las nacionalida
des, que Estados Unidos devolviese a Méjico las
extensas tierras que le robó. Y el mundo entero se
reiría del principio de las nacionalidades, vibran
do, como en burla, en los labios presbiterianos del
presidente Wilson.
Toda nación debe tener la más amplia salida
al mar, dice el mandatario yanquilandés. Y enton
ces Austria v Alemania pedirán la integración de
sus costas estrechas y siempre bloqueadas por el
comercio inglés. Además, el Perú esperándolo todo
110 DEBEKES 1)E 0H1LH, PKKV Y UOLIVIA

de Estados Unidos y Bolivia esperando algo, le


sionan gravemente el derecho americano, cometen
una inmoralidad continentalista. Estados Unidos
carece de personería para venir a resolver nuestros
problemas. Que se queden insolutos o que los
resuelva la guerra, antes que Yanqniiandia ad mie
ra el deiecho de intervenir en nuestra vida, sea
para pacificar contiendas, sea para favorecerlas.
El Perú, por odio a Chile y por tener más facilida
des en los peculados de sus dirigentes, ha incurrido
en un pecado de leso americanismo al iniciar y
proseguir su política de sumisión a Yanquilandia.
Cediendo Tacna y Arica y dando un puerto, a
cambio de retornos provechosos, realiza un acto
de soberanía; poniéndose en manos de Yanquilan
dia v sometiendo a su arbitrio la solución de sus
problemas, renuncia a sus derechos de nación libre
v capaz de hacer las cosas por sí misma. Es la
más ruin y vergonzosa confesión de debilidad.
El Perú jamás debe crear ese precedente de tu-
telaje, pues, de crearlo y convertirlo en realidad,
corremos el peligro de . |ue nunca dos países sud
americanos puedan tener una rencilla o intenten
una solidaridad, sin que Yanquilandia se suponga
cor. derecho a intervenir.
Pe otro lado, los hombres
públicos de Lima
no deben tener la ingenuidad de aceptar que Esta
dos Unidos sea capaz de mortificarse por asuntos
sudamericanos. Si entráramos en guerra, nos
vendería armas v municiones y nos daría empres
ANTE EL I'ROBLIMIA DEL PACIFICO 111

titos pagados luego vestuario y bastimentos.


en
El Perú, en obsequio a su libertad y al decoro
del continence, debe renunciar a seguir esa política
abyecta de yanqrismo a todo trance y, sin entrar
a un periodo de odio al yanqui, limitarse a mante
ner con White House relaciones de buena cortesía
y de un comercio sin trabas, libre y honorable.
Se puede notar que las naciones que se han
unido a la causa de la múltiple alianza europea,
representativa según ella misma, de la Democra
cia y la Justic-a, son las naciones acaparadoras:
Inglaterra, Yanquilandia y el mismo Brasil, que
se ha apropiado del Acre peruano, del Acre boli
viano v de tierras argentinas y paraguayas. Y
esto era bastanle para qu:el Perú y Bolivia hubieran
estado obligadas a mantener su neutralidad, como
lo han hecho Argentina y Chile, países donde la
política ya ciencia de porvenir, y donde la pa
es
tria es una verdad y un sentimiento, una verdad
.que es preciso defender y un sentimiento (;ue siem

pre debe ser libre.


CAPITULO IX

" El Sindicato Fe roe irrilero del -


- - Pacifico - Ferrocarriles
-
longitudinales y de peuetración .
- Como se organizaría el Sindicato -

Su desenvolvimiento - El Banco
Hipotecario de Chile, Perú y Bolivia
Sus relaciones con el luego de líneas
férreas " La Compañia de Seguros
de Chile, Perú y Bolivia - Los grandes
resortes del comercio, puestos en
manos del Estado, obedecen a los
ideales modernos - El Estado no debe
ser mal administrador y hay que
tratar de que sea buen negociante -

Afirmada nuestra independencia en nosotros


mismos y resuelto, geográfica y políticamente, el
saldo que dejó la guerra del Pacifico, es decir, res
tablecido de veras y con Iris precisas rectificaciones,
el statu quo ante bellum, sería preciso establecer
entre las tres naciones vínculos tan estrechos y
provechosos, que hiciesen imposible, o poco menos,
toda aventura liélica.
Las utilidades para cada nación son bien cla
ras: Bolivia tendría puerto, Chile mercados am
plios v el Perú decoro internacional. Pero, en
justicia, ya que es Perú el que haría concesiones,
sería equitativo favorecerle con largueza.
Dominando nuestros mares, nuestra comuni
1 u DKHKKKS DK CHILK. PKKU Y ISOLIVIA

cación con otros continentes; sintiéndonos libres


de los martillos pilones (|ne para nosotros signifi
can Europa Estados Unidos, sería forzoso v
y
sensato dedicarnos al dominio de nuestra tierra.
Pero tal dominio jamás existirá mientras el riel,
que cruza nuestros campos y la locomotora que
los atruena, pertenezcan por entero al oro de los
metecos. Claro está que nosotros por nosotros
mismos somos harto pobres y menguados para
poder construir ferrocarriles propios; pero si el Es
tado no tiene la suficiente potencialidad económica
para hacerlo, está o I 'liga do a realizar un esfuerzo
a fin de ser partícipe respetable y poseer plena per
sonería jurídica y económica en ,la nueva organiza
ción ferrocarrilera Y el individuo, el dueño de la
fortuna privada, está en la obligación de asociarse
a todos los negocios del Estado. En Chile, Perú
y Bolivia hay algunas docenas de hombres que,
sin alterar su holgura y su prosperidad, pueden
invertir dos o trescientas mil libras esterlinas en
nacionalizar ferrocarriles, vapores o cualesquiera
otros organismos financieros impe rtantes para la
vid. i de la nación. Habría que dictar leves coac
tivas y aun púnicas, para obligar al ciudadano
rico a ser accionista en los negocios del Estado.
Se podría ir más allá: que la ley fijara el número de
acciones en proporción a la fortuna.
En Sudamérica ocurre que el Estado no cuenta
con la colaboración eficaz de ninguno de sus aso
ciados v, naturalmente, tiene que ir creando una
ANTE EL HKOBLEMA DEL P.uHKK!" 115

serie indefinida de contribuciones y artificios finan


cieros para proveerse del oro que necesita. En el
Perú hay grandes fortunas que para nada le sirven
al Estado. Están por lo general invertidas en
Europa o Estados Unidos. Naturalmente, un
Estado que para nada cuenta con sus asociados
tiene que ser nial negociante v mal administrador.
Hasta 1914, era inconcuso (pie el Estado no sabía
ni administrar ni negociar. La guerra ha venido
a probarnos lo contrario. El Estado alemán ad
ministra y negocia como el más experto bolsista.
Pero es que cuenta a todas horas, con la más
resuelta colaboración de sus asociados.
Y esto es lo (pie de todos modos debe produ
cirse en Sudamérica, principalmente en Chile, Perú
y Bolivia. En la Compañía de Vapores de los tres
países, el negocio tendría ipie ser, como es en Perú
y Chile, en parte del Estado y en parte del indiví
duo, confiando la administración a una oficina
pública organizada de acuerdo con los accionistas.
Y, en orden a los ferrocarriles, habría que adoptar
procedimientos similares. Considerando a la
Peruvian Corporation, a la Bolivian Railwav y a
las Compañías dueñas de ferrocarriles en Chile,
como simples accionistas, los tres Estados lanza
rían las acciones del Sindicato Ferrocarrilero del
Pacífico, asociación única que se apropiara de todos
los ferrocarriles de las tres repúblicas y que estaría
gerentada por un cuerpo en cuya organización
influvesen los accionistas bajo la alta dirección de
llC. t)EBKNES DE L'HILE, PEKU V BOUVIA

los Estados En la capital de cualquiera de las tres


repúblicas quedaría establecida la gerencia y el
Sindicato distribuí: ía su trabajo empezando por
los ferrocarriles más fáciles. Se iniciaría conclu
yendo, en la parte sur del continente, el longitudi
nal de la costa . Es decir, de Pisagua a Arica, de
Arica a Tacna, de Tacna a Sama, de Sama a lio.
Luego emprendería algunos ramales del interna
cional: de Sama a La Paz aprovechando la línea
de Arica y déla que va de lafrontcra deChile y Boli-
via a Arica, pasando por Tacna; después, de Mo
quen na a Arequipa y de Puno a Guaqui.

Concluídas estas líneas, sería preciso consu


mar, a todo trance, la construcción de la ferrovía
que va de Huancayo al Cuzco, pasando por Ava-
cucho v Abancay. Quedarían unidas cuatro capi
tales: Lima, La Paz, Santiago y Buenos Aires.
Simultáneamente con el ferrocarril de Huancayo a
Cuzco, el sindicato emprendería la conclusión de lo
que falta entre Tapiza y La Quiaca Argentina, a
fin de dejar expedito el paso de la locomotora en
tre La Paz y Buenos Aires.

A la terminación estas vías, habría que


de
emprender las más grandes, costosas y útiles al
porvenir integral del continente: son seis líneas:
una de Cochabamba a Santa Cruz; otra de Cocha-
bamba a Trinidad y otra de Santa Cruz a Puerto
Velarde; otra de Tirapata a un punto navegable
del Madre de Dios; otra de Paita a un punto nave
ANTE EL PROBLEMA DEL PACHKICO 11"

gable del Marañón; otra de la Orova a un punto


navegable en el Ucayali.
Concluídos todos estos ferrocarriles, lo que, si
hay patriotismo continentalista y el sindicato es
apoyado, sería labor de quince años, la vida de las
tres naciones entraría en un periodo de singular es
plendor; seria la vida maravillosa y de portento que,
desde el día en que Colón pisó estas tierras, la hu
manidad viene esperando como una promesa de
dicha final y de opulencia interminable.
La construcción de pequeños ramales enlaza-
dores de las diferentes ciudades de las tres repúbli
cas y la continuación y acabamiento del gran lon
gitudinal que lleva des^e Tumbes hasta la puerta
de Magallanes, serían obras de más calma y en
tregadas a la acción del tiempo más bien que al
esfuerzo constructivo del sindicato.
Parece oportuno y justo decir que los gastos
de organización del sindicato, inclusive los arre
glos, quizá liquidatorios y acaso de lucro cesante,
que fuese necesario practicar con la Bolivian Rail-
way y la Peruvian Corporation, correrían por
cuenta exclusiva de Chile y Bolivia.
Teniendo Chile y Perú un puerto linre para to
dos los barcos del mundo y Bolivia su puerto libre
para los barcos de la Compañí-i, de las tres nacio
nes, los que tendrían igual favor en todos los puer
tos de Chile y Perú; suprimidas las aduanas terres
tres y fluviales y reguladas las marítimas de modo
favorable para los tres países, autónomos en
lis dkbkkks de ithilk, i'kuu y noi.ivu

tierras mar, sería preciso que toda la organi


y en
zación comercial, en su parte más seria, cayese
bajo eldominio del Estado, superintendente y prin
cipal accionista en los vapores v los ferrocarriles,
es decir, dueño y Arbitro de la existencia vial de las
tres repúblicas.
Entre todas las fluctuaciones del crédito, hay
dos, quizá las principales, que deben estar resguar
dadas y garantidas por la moralidad eficiente e
indivisible del Estado. La hipoteca, forma de con
vertir en dinero el trabajo, y el seguro, forma de es
tabilizar los provechos de la Iabar, componen una
especie de balanza éxito. Ocurre a
cuyo fiel es el
veces que las hipotecas escasean y los seguros
abundan: síntoma de desconfianza, de dinero es
condido v de miedo antibursátil a lo eventual.
También sucede lo contrario, abundancia de hipo
tecas y escasez de seguros: síntoma de que el circu
lante está relajado, de que el bien raíz ha perdido
sus disciplinas y de que el comerciante juega con
su dinero a tontas v a locas, mientras el propieta
rio hace lo mismo con su casa o con su fundo.
Favoreciendo estos hinchamientos siempre perju
diciales, se la competencia v hace su obra
mueve
la emulación. A veces, el agio aprovecha. La
guerra europea ha venido a probarnos dos cosas:
una, que el seguro no debe estar en manos particn-
lares ávidas de riqueza; otra, que la hipoteca nun-
ca debe tender a la usura. Al principiar 1918, el
seguro de viaje — incluyendo el de guerra, el marí
AXTK KL PttOBLKMA DEL P.MUKU'd 11

'.i
timo, riesgo, etc. — era, más o menos de veinti
el
cinco por ciento advalorem en los puertos de.
Europa: una enormidad. en Sudamérica, des

Y
pués de la fuga del oro, alza de la plata la

el

y
restricción del crédito, la hipoteca ha venido a ser
arte de Sylok. la hipoteca sólo sobre bien raíz
Y

— propiedad rústica o urbana — con interés crecido


v con exclusividad. De ahí que la propiedad se
haya desvalorizado tan monstruosamente. no

Y
podrá revalorizarse en muchos años, porque la
pendiente de la falencia es terrible,
Primero, debe bajar su interés, dejar de ser
exclusiva aumentar su tipo; segundo, extenderse
y

al producto por venir, siempre con descuento mo


derado. En este ultimo caso, arrendatario tiene,
el

*
derecho hipotecar.
a

El único que, con generosidad abnegación


y

puede hacer esto, es Estado. Algo así corno un


el

Estanco de las Hipotecas.


El Banco Hipotecario de Chile. Perú Bolivia,
y

asumiría, en las tres repúblicas, derecho de pres


el

tar dinero sobre bienes muebles, inmuebles o semo


vientes. los otros Bancos les quedarían des
el
A

cuento, depósito, la sección de ahorros la cuen


el

ta corriente en sus diferentes formas. derecho


él
Y

de ser accionistas en todo género de negocios de


y

intervenir como comandatarios aun en los orga


nismos estatificados.
El Banco Hipotecario de Chile, Perú Bolivia,
y

se constituiría siempre mediante acciones cubier


120 DEUEKES DE CHILE, PEKL Y SOLIVIA

tas por la fortuna privada; pero reservando un


porcentaje apreciable que pagana el Estado. El
. Banco, por supuesto, especializaría sus hipotecas.
En ciertas regiones de Bolivia, tendría que operar
sobre las minas y sobre el metal; en algunos pun
tos de Chile, prestar sobre el producto agrícola, y
el ganadero en algunas regiones del Perú. En las
sobre ciudades, sobra decir que operaría preferen-
cialmente sobre la propiedad.
Gracias al Banco, el trabajo seria fácil y ya no
tendríamos, como ahora, una clase media empleo-
maniaca y servilmente burocratizada, ni un pueblo
de verdaderos esclavos, retoños auténticos de la
gleba o de la fábrica, y que viven y mueren, casi
j
siempre iluminados por el fuego ficticio y devoran
te del alcohol, sumisos sobre el surco o junto a la
polea y la grúa.
Facilitando la rotación del oro y su feliz repar
to e incrementadas las migraciones de la moneda
y el producto — todo ello gracias al amplio sistema
comunicador de rieles en la tierra y hélices en el
agua y a la equidad de un Banco dirigido por el
desinterés paterno del Estado, tendría que sobre
venir la necesidad de precaución para la mercancía,
el hombre y el valor viajeros.
La Compañía de Seguros de Chile, Perú y Bo
livia, monopolizaría, estancaría, mejor, el seguro
en todas sus formas, en los tres países y toda póli
za, desdela de seguros de muebles hasta la de segu
ro de vida, desde el seguro contra incendio hasta el
ANTE EL PROBLEMA DEL 1'AUIFIOO J1¡1

seguro para riesgos marítimos, sería exclusiva


mente emitida por la Compañía. La formación de
esta Compañía sería idéntica a la de Vapores y a
la del Banco Hipotecario.
En cada capital — Santiago, La Paz, Lima —
residiría una gerencia. El orden o distribución
pueden ser unos u otros. Pero por razones geo
gráficas, parécenos que la gerencia de la Compañía
de Vapores podría estar en Lima; la de la Compa
ñía de Seguros, en Santiago; la del Banco Hipote
cario, en La Paz.
El Congreso del país sede, nombraría al Geren
te y éste procedería asesorado de unConsejo
Administrativo, compuesto por delegados de los
tres gobiernos y de los accionistas. Los cargos
tendrían duración fija y quienes los desempeñasen
no serían removióles sino mediante un proceso.
Así, evitaríase que la política y sus predilecciones
tuvieren asiento en la marcha de los tres negocios.
Cada Estado respondería del negocio que se
radicase en su capital.
Es preciso que. en Sudamérica, en esta tierra
más enriscada que melena de poeta romántico,
hagamos un grave y hondo esfuerzo a fin de conse
guir que el Estado sea una institución respetable,
verdadero paradigma de la nacionalidad, v no un
eclán por donde los hombres pasen reflejados
gracias a la lámpara de una política de cintura
para abajo. Que el Estado aprenda a manejar
dinero, a gastarlo y a ganarlo; y que los indíviduos
i (i
122 DEBKKES DE CH1LE, PERU V BOLIVIA

lleguen a saber (pie, cada una i le ellas, haciendo


vida solidaria del Estado, le debe a éste algo de
su fortuna privada y de su esfuerzo personal.
Y caiga para siempre nuestro concepto de
ese
tropicalismo miedoso, (pie confunde Gobierno con
Estado. Gobierno es el hombre que pasajjdjninis-
tro (pie renuncia. Estado es ei símbolo permanente
de la nacionalidad siempre en marcha.
CAPITULO X

La comunidad pastal - La moneda


única, a base de monometalismo de
oro - El intercambio de profesiones
liberales Univeisidad Perú-Boli
- La

viana -Bolivb Perú deben uniformar


y
sus legislaciones; principalx.e; te
dictar una común legislación indígena
El intercambio universitario de todas
las facultades - Imposibilidad del
- - - -
Zollvereín - - - - -

Entre las naciones, solidarizar la institución


política y el engranaje administrativo, equivale a
una solidarización de espíritus y de pensamientos.
Los hombres, al proceder, en el manejo de la
cosa pública, con métodos idénticos, sufren algo
que es ley de mimetismo o adaptamiento afirma
do por leves de imitación y entonces, más o menos
empiezan a sentir y contemplar la vida del mismo
moño.
La guerra ha creado para Europa el naciona
lismo a puerta cerrada. El nacionalismo interna
cionalizante es el ideal dictado para América. Y en
la babor internacionalizadora, conviene retundir,
barajar, mejor, sentimientos y dineros, instbucio'
1 L'4- DKUKÜKs l.fc cHII.K, PKKl' V BoLtVlA

lies e intelectualidades,
ideas y comercio, para que
las patrias, afirmánilosc en sí mismas, se saturen
las unas de las otras y, lentamente, al par del re
gionalismo nacionalista, brote y se envigorezca el
contincntalismo internacional y confederativo.
Cuidas por los rieles, poñoras en su mar, due
ñas de sus ríos, es decir, plenamente autónomas en
el tiempo v el espacio, o, lo que es lo mismo, en la
viabilidad v en el comercio lleno de mutualidades
generosas, las tres naciones, Solivia, Perú y Chile,
necesitan ejercer igual dominio sobre el espacio v
el tiempo políticos, sobre el símbolo comercial v
sobre los movimientos espansivos de la inteli
gencia .

Y gracias a esta comprensión solidari de la


dad; se producen, unos tras otros, en engarces ló
gicos, los acercamientos. Es preciso que Perú,
Chile v Bolivia. tengan un solo tipo de timbre p( s-
tal. Es tan sencilla la creación de esa comunidad
en la forma oficial autoritativa del correo, que no
vale la pena discutirla ni planearla. Claro está
(pie cada nación mantendría el gobierno de sus es
tafetas. Lo único común sería el sello. Esto es
nimio; pero, a flor de psicología, se puede compro
bar que el hecho de que ios hombres miren el
mismo sello en las cartas de los tres países, es fac
tor que avuda a disolver los sedimentos amargos
del chauvinismo recalcitrante y que vuelva a los
ciudadanos más hospitalarios y les da mayor
comprensión inteligente.
ANTE Rh PRoni.EMA DEL PACIFICO 125

Del insignificante acuerdo gracias al cual la es-


tampilla de correo sería una para Chile, Perú y
Bolivia, brota la idea de otra solidaridad que ya
es de trascendencia:la moneda tipo común.
Mucho pretender sería, pretender que Chile, Pe
rú y Bolivia gastasen la misma moneda hasta en
las transacciones menudas, allí donde circula, para
sostén de la economía ínfima, el centavo,— cén
timo o milésimo de libra. No. Sería
preciso que
cada nación mantuviese el derecho de hacer su mo
neda fraccionaria, relacionándola siempre, desde
luego, con el tipo de moneda internacional. La
soberanía de cada pueblo ostentaríase en los em
blemas acuñados de anverso y reverso y en las
palabras del exergo. Esto, en la moneda fraccio
naria, de ley y peso metrodecimalizados con rela
ción a la moneda central.
En cuanto a esto, el crematólogo boliviano
José Luis Tejada, ya citado, tiene ideas saludables
(1) En primer lugar, el iniplantamiento del mo
nometalismo de oro. Este tiene el peligro de crear
una moneda rica; pero el se conjura creando el
tipo equivalente al franco, moneda de proletarios,
o, cuando más al marco, hecho para el ahorro de
los cerveceros de Munich Monedas de oro de
cinco, diez, cien y quinientos francos, potosíes, co
mo quiere Tejada que se llamen.
Sería preferible no crear monedas de oro, sino

( 1 ) Yñnsc U unta Ht'pfriínn


DKBEltES DE CHILE. PKKl" V KOMVIA

billetes que tuviesen, en oro físico, garantía total.


Cada Estado podría emitir la cantidad que quisie
ra, previo el depósito, en barras de oro, del peso
representativo. V tampoco son aceptables lns ho
rras de oro l)uro. Habría (pie alearlas con cobre
en la proporción teórica que luese fijada para el
numerario La diferencia de oro (pie quedase — un
décimo porcada diez— se destinaría a gastarla en
Sa confección biográfica o fotograbado del billete.
Fundar el Banco Internacional de Emisión;
es difícil, porque cada pueblo querrá conservar sus
derechos. Bastaría con las Juntas de Vigilanci::.
En La Paz, Santiago y Lima, existirían juntas;
compuestas cada una de tres miembros, a miem
bro por gobierno. Un chileno, un peruano y un
boliviano, compondrían cada Junta, y cada une
(íe ellos sería nombrado por su respectivo gobiei -
no. Ante estas juntas, el Estado o los particula
res por el Estado autorizados, depositarían, va
ron la ;nns traína V el peso legales, las barras de
oro, por cuto valor quisiesen moneda fiduciaria.
La Junta les entregaría los billetes equivalentes
Ese billete tendría valor comercial insospecha
ble y el oro quedaría libre de ser jugado en Bolsa,,
convirtiéndose en algo así como un penate pro
tector.
Más todo esto, por eficaz que sea, nada vale si
los nervios inteligentes de los hombres están sepa
rados. Sin la fusión de inteligencias v de ejercicio'
inteligentes, las uniones deloro y del producto, es
ANTE EL PKUULEMA DEL LWCIFIOO 127

decir, las alianzas del hambre, son destructibles v


110 bastan para llenar un ideal político v darle
« ficiencia imperecedera.
[,a moneda común y hasta la baladí comuni
dad en er sello de correos, seguramente colaboran
a formar en los hombres el sentido ampliatorio de
líi patria; pero tal sentido que no puede vivir y
medrar sino bajo el amparo de la inteligencia, ne
cesita que también ésta, en su aplicación práctica,
tenga fácil cotización en todas partes.
Los Congresos Internacionales de Montevideo
v^Caraeas hicieron algo en favor de la unión men
tal; pero no es bastante. Todavía un proíesional
del Perú que pretenda ejercer en Chile, o viceversa,
encuentra dificultades poco inteligentes y hasta
entre Bolivia y Chile, y Perú y Bolivia, las estipu
laciones no son todo lo amplias que debieran.
Urge que el profesional graduado en cualquiera de
las universidades o escuelas especiales de las tres
repúblicas, al ir a otra tenga por trámite bastan
te hacer registrar su título en la oficina adminis
trativa correspondiente. Luego, un pago de dere
chos equitativos y el libre ejercicio profesional.
Un diputado peruano ( 1 ) ha tenido el acierto
de pedir en su Cámara que el gobierno del Perú fije,
en la Universidad de Lima, becas para cinco estu
diantes bolivianos. La Cámara aprobó pedido.
el
Sin duda alguna, sería excelente que se crearan

(1) VóaHe i;i mii;i ui-tava.


128 DEBEKES UK CHILE, PEKL' Y BÜL1VIA

otras becas para otros cinco estudiantes chilenos


y que las Universidades de La Paz y Santiago
tomaran igual acuerdo con respecto a sus estu
diantes v a los del Perú,
Las simples visitas de universitarios y aun los
Congresos de Estudiantes, no llenan fin práctico
alguno. Los estudiantes de diversas naciones se
encuentran juntos cuatro o cinco días, sin
tiempo para que una amistad verdaderamente
estudiantil logre comunicarles haciendo que las
patrias se aproximen gracias al afecto establecido
entre los individuos.
Los congresos y las visitas no tienen más va
lor que el de la parranda juvenil. Son, ante toeio,
reuniones de tarambanas con ánimo indeclinable
de divertirse, en tabernas de lujo y donde mujeres
bonitas terminaron las mas trascendentales reu
niones de estudiantes. En el III Congreso de Estu
diantes, realizado en Lima, el único acuerdo vale
dero fué el que estableció el uso de la capa, con
visos reglamentados para cada facultad. Los
teólogos usaban viso blanco, morado los estudian
tes de medicina, rojo los de ciencias políticas.
Como se ve, este acuerdo,
cuya elegancia nadie
discute, no implicaba nada que pudiera ser verda
dero estrechamiento de vínculos.
Una producción intelectual seria, algo profundo
v conmovedor, no ha nacido nunca de los Congre
sos de Estudiantes ni de las visitas de universita- 1

rios. Y sin embargo, nada nos hace tanta falta I


ANTE EL fKOBLEMA DEL PACIFICO 1 Ü'J

como la comunidad intelectual honda y cariñosa


entre nuestras juventudes. Ellas, que debieren ser
voz futuiista, grito de porvenir, son precisamente
base y caja de los rencores pretéritos, del jin
goísmo retardatario y de la patria a puertas
herméticas.
Los adultos y los viejos, de suyo conservado
res, no son los llamados a ejecutar misiones de
porvenir. La dinámica del mañana reside única
mente en la juventud. Pero ha de ser juventud
que estudie, medite y sepa sentir. Juventud en
marcha, no juventud gritona y versátil en asonada
o en comicio multilogante c infecundo.
Tratándose, por ejemplo, de la comunidad de
moneda, ningún joven ha querido observar este
hecho vulgarísimo: que va en buena parte del
Perú circula familiarmente la moneda boliviana y
que, en los mercados de Bolivia, el oro y el billete
peruanos, tienen libre circulación.
Si las juventudes se comprendieran y se estu
diaran, de modo principal entre Perú y Bolivia, va
se habría tendido a fundar una Universidad Perú-
( boliviana,
cuya sede podría ser radicada en Juliaca
o en Viacha, sitios donde se anudan ferrocarriles y
donde el Altiplano ay niara sintetiza las expresio
nes amadas de la raza. Sitios solitarios, propicios
al estudio, a la meditación y a la búsqueda y
encuentro de la propia personalidad, sorprendida
de pronto entre los agetreos de la vida exterior,
lín aquellos pueblos de estudiantes, pronto surgí
130 DKUEKF.S 1)E CHILE. PEKU Y BOL1VIA

rán la mujer, la amiga joven de los universitarios,


y el café, el sitio de las deliberaciones ruidosas
donde la juventud derrama su superávit pasional
y nervioso.
Para fundar esa Universidad, los hombres des
tinados a ser maestros, tendrían que olvidar sus
vanidades, su afán de lucirse en las capitales y de
dominaren la política. Tendrían ()ue recordar que
Kant fué humilde maestro de escuela en un rincon-
cito de Alemania; que Duguit enseña en una Uni
versidad (pie no es la de París; que Leopoldo Alas

brilló en Oviedo y (pie Unamuno tiene su mejor
obra en la que hizo bajo la sombra legendaria y
prestigiosa de los claustros salmantinos.
Deaquella universidad puesta, como nido de
cóndores adolescentes, en la punta misma de los
Andes, en el Altiplano lleno de inmortalidad dor
mida sobre el yermo, cerca de la nieve inaccesible y
sempiterna, las juventudes adquirirían el sentido
neto de la raza y, al respirar el oxígeno ancestral,
otearían el futuro con ojos iluminados por el casto
v roble azul de este cielo limpio
como conciencia
seráfica o como conciencia científica.
De allí saldrían la escuela rural y la escuela
ambulante para el indio pastor y labriego. De ahí
saldría la jurisprudencia privativa para el aborí
gen v un derecho procesal justo y autóctono.
Bolivia y Perú debieran tener una legislación co
mún, pues ambos son países mineros y e n ambos
ANTE KL I'KOBLEMA DEL PACiriUO 131

domina, para la faena agrícola, el elemen|o indio,


compuesto de aymaras y quechuas.
Avmara v quechua debieran sal )er los aboga
dos v jueces llamados a intervenir en los litigios
del indio. Avmara y quechua debieran saber las
autoridades políticas y administrativas encarga
das del gobierno en las poblaciones o provincias
de elemento indígena preponderante. En esa Uni
versidad estudiarían los economistas destinados a
resolver el problema de los nillns y de los lati
fundios; en ella estudiarían los agrónomos, vete
rinarios e ingenieros llamados a modificar la
ganadería v la agricultura en las regiones de puna
del Alto y del Bajo Perú, regiones donde hoy son
apacentados trece millones de animales — ovejas,
principalmente — cuya raza decae y se degenera sin
que una mano científica la ampare y eugenice. El
oro ingles y el norteamericano acaparan la
enorme producción de ese vasto conglomerado
pecuario y la agricultura incipiente apenas sirve
para dar de comer, y mal, al indio misoneísta y
refractario a todo progreso. En manos empíricas,
sin legislación, sin finanzas, en una aparcería tri-
tal, duermen aquellos llanos prodigiosos, Arcadia
moderna de archimillonarios labradores, fuertes v
grandes como los antiguos patriarcas dueños de
tierras y fundadores de ciudades.
En esa Universidad Perú-boliviana, Universi
dad puesta bajo el influjo enérgico del Altiplano,
Universidad campesina y solitaria, y, por lo
122 DKliKRES lili CIIU.K. PKRU Y KOMVIA

mismo, pensadora y eficaz


para la acción,
se fundaría el centro legislador de los Andes. Cen
tro que asumiese el control científico de la riqueza
v de la intelectualidad. Centro que contrarrestase
la vocinglería de las universidades capitalinas, ríe
la de Lima, principalmente, i|ue es refugio de an
dróginos, de elegantuzos amariconados y de inte-
lectualistas incapaces de una idea o de una sensa
ción, pero capaces de una lexicografía de arabescos
y de frases mollares como caderas de mujerzuela.
La Universidad andina reproduciría la antigua
autonomía estudiantil, acuella autonomía de Sa
lamanca, cuando el rector era un alumno o cuan-
lo, por lo menos, los estudiantes tenían el de
recho de elegir conciliarios.
En esa Universidad andina, compuesta de se
rranos tormentosos y libres como sus montañas,
extensos y de horizonte vasto como sus llanuras,
fluyentes y sonoros como sus juegos hidrográficos,
brotaría el Continentalismo andinista, con leves
v principios, con orientación realista y valedera
co mo doctrina y como sentimiento, fuerza intelec
tual y emotiva, norma política y defensa econó
mica.
Independientemente de los gobiernos, los estu
diantes están obligados, en Chile, Perú y Bolivia,
a intercambiarse por facultades. Es el esfuerzo
individual que sirve como subraya a la acción del
Estado.
En el cuestionario primitivo de este libro, se
ANTE EL PROHLEMA DEL PACIKHX) 1 33

incluyó una controversia sobre la aplicación riel


Zollverein en Sudamériea. Posteriormente, leyendo
algo referente a la guerra de Prusia y Austria con
tra Dinamarca, alrededor del Schleswig-Holstein,
tuvo elautor oportunidad de ampliar sus estudios
sobre el Zollverein. En algunas píiginas de Wood-
rovv Wilson halló también ideas saludables acerca
de la célebre combinación aduanera. Y tras re
flexiones que pretendieron ser maduras, el autor
llegó a la conclusión de que el Zollverein es perfec
tamente inaplicable a Sudamériea.
Tiene algo de conquista, algo de absorción y
algo de renuncia a la soberanía que no es grato
para la libertad de nuesti os pueblos. Ese reparto
de dineros, tiene cierta promiscuidad deshonesta .
En la confederación germánica, desde que el Zoll
verein se fundó, en 1833, excluyendo a Austria,
por mucho que la libertad aduanera y comercial
fuera la base, base planteada en las primeras deli
beraciones de Francfort, es lo cierto que quien más
provecho sacó del Zollverein fué Prusia. En caso
de que en el Pacífico se renovase el Zollverein, o lo
que lo valga, no sabríamos decir qué nación logra
ría más provechos, quizá fuese Bolivia; pero, en
todo caso, no es justo (pie una nación se incremen
te a costa de sus solidarias.
Bastan las organizaciones comerciales que ya
quedan planteadas y el intenso intercambio inte
lectual, tema de este capítulo, para afirmar de
manera indestructible la unión de las tres naciones
134 HKBKRKS DK (TTII.K, HCRC V BOMVM

y para que elcontinentalismo andinista se ponga


en marcha v adquiera dinámica conquistadora.
Gracias a la Universidad andinista, desde la
altura bajará a los arenales de la costa y a sus
jineseos, una ducha purificadera. Agua de 17,000
pies, limpia, sonante y helada, a cuyo influjo se
enderezarían, en la costa, "las seniles columnas
vertebrales."
capitulo :n

Siempre la raza - Discusión etnogra-


- - fica - Origen de la cultura -
- - Persistencia de la cultura -

Por qué en Sudamerica la solidaridad


aun vacila - Alma continental, no:
tipo continental . La emancipación
- de la inteligencia y el espíritu
La Religión Continentalista -
- La Cámara Nupcial - -

Teleología del sensualismo (Ii -

Cuando América tiene la misma raza,


se dice:
la expresión es futurista, y hay que interpretarla
así: en América, la formación de la raza va pro
duciéndose mediante procedimientos similares y a
base de elementos afines. En otros términos: Amé
rica tendrá la misma raza. Y para que esto se
ce mpruebe, como la imagen invertida en el espejo,
hav que añadir: América tuvo la misma raza.
Los tres grandes grupos: aztecas, quechuas
V avmaras, no difieren mayormente en su etnolo
gía. Lsto es lo que en América ocasiona que nadie

( I i Vt'asi' lt( nota nuil».


13G DEBERES DE CHILE, PERU Y UOLIVIA

viva en el presente: el que no es preteritista, es


futurista.
Cuando se afirme y aclare la formación de la
raza, vendremos a saber que el presente es la sín
tesis a la vez fugitiva y avanzante, que producen el
pasado y el futuro al chocar un instante. Por eso,
el ideal justo de la vida, es el presentismo.
Y por eso el proceso de América no es otro que
la formación de su raza: a eso se reducen todas
las evoluciones y faltas de lógica notables en la
vida americana. Siempre ausentes del hoy, vivimos
ilógicamente, fugando al mañana o al ayer.
Cada intromisión racial que traen los inmi
grantes, determina un cambio sicológico, es un
traspiés del Continente. Sucede en él lo que en esos
platos donde cada condimento añadido ocasiona
la muda de la sazón. A la raza nuestra le falta
hervir, es decir, imposibilitar la agregad ura de
componentes.
No se debiera hablar tanto del alma conti
nental. Tipo continental es lo que no existe.
Junto al rubio, que no lo es por raza sino pov
cualquier atavismo caprichoso, está el moreno en
idénticas condiciones.
Consecuencia del desbarajuste rácico es el fra
caso de la tradición, fracaso acentuado por la poca
vida del Continente. Cada individuo tiene su pro
pia tradición familiar sin mayores vínculos con la
vida de la patria. Si bien el padre fué prohombre
nacionalista, resulta que el abuelo era un salchi
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 1

c'iero genovés del todo ageno a la geofilia patrió


tica. Y sucede que en el nieto se marca el atavismo
y no la herencia. El nieto es, pues, un genovés
nacido en América de padre y madre americanos.
Esto rige hasta en los grandes artístas y pensado
res del Continente. ¿Serán americanos Rodó y
Mac-Dowell?

Vale la pena pensar si el Estado debiera o no,


en América, dictar una ley eugénica para ir favore
ciendo la transfusión de sangres al cabo de la cual
surga el tipo autóctono. Hay que recordar que,
acabada la guerra, en Europa va a flotar un su
perávit enorme de mujeres rubias y de étnica fina.
En América, quizá fuera menester confeccionarle a
cada indivíduo su genealogía, algo así como el
periigree hípico. Así también se procede con toros
v carneros cuando se pretende que sean de raza.
Formarla, debiera ser, por muchos años, el
único i leal de América. El estado de anetnia en
que vivimos erializa los mejores esfuerzos, porque
la carencia de sicología colectiva imposibilita la
enunciación de palabras colectivas. Cada hombre
en América, es distinto a los demás; no tiene con
ellos nada de similar; piensa, obra y siente de modo
diametral. Y suele ocurrir que cuando un hombre
surge ante una nación americana y formula un
empeño salvador, las gentes le voltean la espalda.
No siquiera se enfurecen con él o le crucifican. Sen
cillamente, no le hacen caso.
138 DEUEKES 1iE CHILE, t'EKU Y BÜLIV1A

Es que por la absoluta disimilitud racial, niriel ie


entiende a nadie. Así, cuando un hombre habla,
los demás no se sienten ni heridos conquistados.
111

Es como si les hablaran en idioma que ellos 110


entendiera 11. De haber un ideal común, acaso alqu
ila vez vendría un Jesús a perturbarlo y sería cru
cificado. Pero en América, como no hty ley ni
templo, tampoco havGólgotá y el pueblo no puede
preferir entre Barrabás y Jesús. Los dos le son
indiferentes. Jamasen América ha existido, hasta
1912, en Méjico, una revolución popular. En este
Continente, famoso por sus guerras civiles, todas
ellas han sido obra de inconfesables intereses. Hay
quien achaca tan nociva indiferencia a la falta de
alma continental. Mentira. Es la falta de raza.
No tenemos ley, templo ni tradición.
Es, pues, raza lo primero que debemos fabri
carnos. Cada americano tiene el humanísimo
deber de estudiar su árbol geneológico y el concur
so de su sangre y escoger mujer o mujerescon puro
criterio eugénico, para dejar hijos que sean ejem
plares, día a día más perfectos, de un tipo nuevo,
v no pobres seres vacilantes entre el atavismo y la

herencia, entre el sajón, el latino y el criollo.


El hijo de españrtl e india pensó de un modo;
pero su hijo, hijo de criollo y criolla que, a la vez,
era hija de italiano e india, pensó de modo opues
to. El nieto, hijo del criollo ya italianizado y
cónyuge de la hija de algún francés y^ una negra,
varió su distribución mental gracias al influjo
ANTE kl fKOBLEMA DEL PACIFICO 1 30

etíope. Se nota que los países americanos están


como esos juguetes que han pasado por las manos
de diez niños. En las del segundo se descomponen
y niño que viene intenta la compostura visando
sólo de su personal e incipiente inteligencia. Por
supuesto, el juguete está peor cada día. En Amé
rica el Estado debe ser juguetero experto.
Por culpa de tan violentas asimetrías, también
la cultura es poco más o menos que olla podrida.
La cultura es hija de la raza, y mal puede existir
si ésta no existe. En América, no hay, propia-
mente, hombres cultos. Los hay eruditos, y en
sumo grado; pero no es lo mismo.
Cultos son los hombres que sienten las ideas y
viven por, con para ellas. Instruídos son los que
y
. las aprenden y las usan, confundiéndolas con cual
quier utensilio doméstico — un traje, un cepillo o un
par de zapatos. Mas, en verdad, América tiene
que ser inculta. La cultura es como la riqueza: no
brilla sino en las manos del que legítimamente la
posee y tiene alma y contextura de millonario.
El avaro y el administrador, aunque aquél guarde
y éste maneje billones, jamás parecen ricos. Son
como el memorioso y el erudito: jamás son cnltos,
aunque suelan parecerlo.
Esto sucede nada más que por la falta de raza.
Aprendemos lo europeo y lo usamos; pero no pode
mos sentir sino lo nuestro, nuestra pampa, nuestra
selva, nuestros Andes. Y eso, no lo sentimos, por
que el atavismo nos obliga a otros sentires, senti
140 DEKEKES 1iE CHILE, PEKU V BOLIVlA

res que, dado qne no son lo espontáneos que debie-


ran, resultan sentimientos y corrompen la sanidad
espiritual del indeciso.
A medida que la raza se consolida, acentúase
el regionalismo en el arte, el culto al folclore. Es la
cultura. Sólo un americano de raza puede emocio
narse ante el Amazonas y cantarlo, así como sólo
un caballo de sangre pura es capaz de una carrera
de cuatro mil metros.
Cultos són los hombres ideas y
que extraen
meditaciones (le lo. .Que. les circunda, de lo que
conviven. . Los instruidos a veces se interesan con.
lo circundante o conviviente; pero lo manejan
aplicándole ideas agenas, de otra raza, otra lengua
y otro medio. Entonces resulta el monstruo aquel
de que Horacio habla al preludiar su epístola.
De la raza también depende la solidaridad. En
América la solidaridad vacila, es arduo acordar
cuatro voluntades para producir un movimiento o
sostener una idea. Los negadores hablan de egoís-
111 j, de corrupción, de canallada congénita. Error
pueril. Es la falta de raza. Es que los hombres
110 se comprenden, porque en cada uno habla un
espíritu antiguo diverso. ¿Falta de cultura?
Bueno: falta de raza.
De la falta de raza se desprende la agresividad.
El claror del pigmento superioriza. Cuando en un
l
ujblo hay rubios, blancoides, mulatos y negros,
lo .¡ue hay en verdad son tres vanidades de domi
nadores y tres envidiosos despechos de dominados.
ANTE EL PltOBLEMA DEL PAOllflCO 141

Esto podría producir la cohesión grupo.


de cada
Pero no se produce porque nadie es lo que es por
derecho propio. Carece, pues, de sentido racial y
no lucha por cosa que no siente. Hasta el hecho
de ver a sus padres morenos y verse él rubio, o
viceversa, le deja infija la conciencia.
Y sin embargo, la solidaridad es nuestra, es
hija de nuestro suelo y de nuestro idioma. Si al
uniformarse los pigmentos, se uniformaran inteli
gencias y corazones, seríamos solidarios como los
astros bajo la gravitación. Solidarios y libres.
Estamos viviendo la peor etapa del cosmopoli
tismo. De aquí puede salir nuestro definitivo ago
tamiento si no hay quien bregue en la defensa.
Obsérvese que en América no hay guerras, y
cuando las hay son pueriles. Como los hombres
no tienen raza, carecen de ideales. No hay anta
gonismos. No hay solidaridades. No somos fuer
tes ni como adversarios ni como camaradas.
En este instante, que en los pueblos es como el de
la dentición en los niños, todo depende del esfuerzo
?
_ individual. Esperar en los gobiernos es nonada.
Mal pueden actuar los gobiernos cuando carecen
de entidad v los gobernados tampoco la tienen.
Los hombres, dándose cuenta de la herencia o
atavismo que les domine, deben guiar el curso de
su raza e infundir hasta donde sea posible en sus
descendientes el sentido regional de la vida.
América, por su porvenir histórico, está obli
gada a sintetizar en sus venas todas las sangres, a
14-2 NKBEKES 1)E CIIIILE, PEKU V UOLIVI.i

ser el blanco de las razas. Ahora, se acerca al ne


gro; pero fueiza que evolucione si quiere vivir.
es
Puede su política seguir el curso anodino que
la caracteriza; pero, ya que tiene la unidad idioma-
tica y ya que sabe vencer las Versátiles influencias
de un clima que parece mujer, no le queda otro ca
mino que unitarsí étnicamente.
Ello no depende tanto de la inmigración, cuan
to de favorecer a toda costa el matrimonio, o lo
que lo valga, de americanos con europeas y de eu
ropeos con americanas. La acción de los gobier
nos no alcanza a tanto. Intervenga enérgica y
lealmente la acción personal.
Ya que no es posible una legislación eugénica,
porque la simpatía genésica llamada amor es más
fuerte que todas las eumorfias, trate el individuo
americano deencarrilar su instinto genésico hacia
carne de otra raza o hacia expresiones mestizas
superiores. Es la manera de producir la trasfusión
v llegar a la síntesis.
Así, poco a poco, a fuerza de tamizar sangres
v de echarlas todas en vasos comunicantes, llega
ría un momento en que tendríamos la nuestra.
Con esa sangre propia, nos vendrían la cara pro
pia, el cerebro propio, la color y los cabellos pro
pios. Sería el alma del continente viva y actuante
en el tifio continental, único que puede producirla.
Formada la raza y, por tanto, la cultura, irre
mediablemente tendríamos que crear nuestra mi
tología consoladora, nuestra religión, libre de
ANTE EL PKOBLEMA DEL PACIFICO 143

viejas teogonias y de seniles dogmáticas. Si todo


lo tenemos, tengamos también nuestro culto, nues
tro rincón florido, el "fanal oculto en el sagrari( ".
Nuestra fe.
Ningún pueblo en el mundo debe, como Améri
ca, y de modo principal el trópico, ser tan resuel
tamente irreligioso y ateo No por cultura, no
por cientificismo, no por modernidad ni por alarde
escéptieo.
El siglo indudablemente inflnye y, en el punto
de evolución que vivimos, es natural (|ue seamos
irreligiosos. América, nacida ayer y rota casi con
su tradición aborigen, con su leyenda oriunda,
está formándose vida nueva y toma de la vejez del
mundo sus preseas de juventud.
No es la irreligión del porvenir la que le convie
ne a la tierra colombina. Debe ser irreligiosa inde
pendientemente de toda cultura y de toda trasfor-
mación filosófica.
El hombre primitivo e ignorante puesto frente
a la naturaleza cuya funcionalidad desconocía,
buscó en la religión, en lo absurdo, la explicación
«le lo incógnito. La religión es la primer mentira
de la causalidad. El hombre moderno, sabedor va
de casi todos los secretos del cosmos, dueño de
fuerzas ampliadas y dominios extendidos, viviente
dentro de positividades concretas, nada tiene que
buscar en su propia imaginación para responderse.
El rayo, el tenemoto, la nevada, el desborde flu-
yial, son fenómenos naturales. Buscar los últimos
144- DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVI¿

pliegues de la causalidad es función destinada a


contadísimas inteligencias. El problema met.'ifísi-
co no tiene ya por qué torturar a todos.
En las tierras frías y áridas donde la semente
ra es imposible, donde el agua no corre fecundante,
donde el sol es avaro— la ciencia se ha convertido
en industria y, ampliando el sensorio humano, le
ha dado al hombre medios para vivir y embellecer
su vida. En esas tierras de escasez y casualidad ,
nadie se acuerda de Dios, aunque allí, cuando ei
frío es más fuerte que la lumbre del hogar y el
hambre más poderoso que el esfuerzo del agróno
mo y del fabricante, se explicaría la vuelta del
hombre a la divinidad. Sin embargo, las latitudes
setentrionales son cuna del ateísmo. La inteligen
cia fría, analizadora ¡insensual delos rubios su
e

burbanos del polo, puede lanzarles a entelarañar


el problema teológico. No sucedió así, y más bien,
contrariamente, allí nació el humanismo mate
rialista.
Si tal acontece en esos parajes desamparados
de toda fertilidad, es pueril que en el trópico rico
de cuanto en la naturaleza es útil o bello, haya fin
cado la teofilia su última sede. Ello depende quizá
no tanto de la imaginación meridional cuanto de
la laxitud de estas mentes del trópico que, desma
zaladas bajo el sol, no gustan de meditar por la
misma razón que al cuerpo le disgusta la gimnasia.
La tierra tropical, como la indostánica, suele
entregarse al nirvana. América, gracias a su pue
ANTK EL PKOBLKJlA DKL PACIKICU 145

ricia no ha dado faquires; pero como vamos vivien


do, es presumible dentro de veinte o treinta
epie
siglos el sudamericano tenga por la más alta ocu
pación inmovilizarse durante cien años sobre la
punta de un alfiler. Esto, mientras aeronaves,
submarinos y máquinas de toda suerte atruenan y
ennoblecen suelo y espacio.
La India ha sido la cuna del mundo. América
será su cámara nupcial. Si allá se explica el reli-
giosismo ingenuo, acá no se entiende lo que no sea
goce procreador o caricia exultante.
América es, ante todo, tierra sensual. Aquí,
bajo el sol, vibran los sentidos extraordinaria
mente. Hasta en las mesetas andinas, el sol radia
sobre la nieve con tan cegadora y diáfana viveza,
que los ojos que lo ven no se habitúan ya sino con
lo rutilante y lo embriagador.
Las narices del americano son sutiles y avizo
ras para los más agudos y penetrantes perfumes.
Saben percibir en la pampa, en el ventisquero y en
la selva, la fragancia lejana y profunda de los
árboles frutales, de las hogueras domésticas, de
las dehesas dondj flota un vaho seminal terrible
mente generador. En América no existe el anós-
mico y los perfumes secularmente extravasados de
Europa, hacen reir al americano como el mejor
jovel del más grande monarca europeo inspiraría
lástima a los gnomos. Aquí conocemos el olor del
agua y sabemos distinguir el aroma vagaroso de
un cuerpo en celo.
14-6 DEBEKES 1)E CHILE, PEKU Y B )LIV1A

Un americano a quien hacen vivir en una ciu


dad, al segundo lustro ciudadano pide anteojos.
Sus pupilas se enferman de pequenez ante esos
horizontes de cinco metros. Conformadas, por el
sólo hecho de nacer cu este continente, a otear
sobre la inmensidad de la sábana, sufren con la
limitación urbana esa tuberculosis que mata a los
animales montaraces enjaulados. Seguramente lo.s
antiguos augures tenían en el alma las retinas
corporales del americano.
Nuestros oídos son siempre como cajas sonoras
o arpas eolias puestas en el filo del viento, Desde
eltrueno hasta el arrullo de la torcaz, toda la
gama audible nos es amiga.
En cambio, tenemos el paladar y el tacto has-
tos. El alma de Halagabal es desconocida en
América. Todavía en el corazón de América hay
antropófagos. Y junto a Buenos Aires el pampero
tiene sus manos familiarizadas con los. lazos parí
(lomar potros.
En medio de esta naturaleza millonaria, ¿qué
falta hace Dios? ¿qué papel representa? Estamos
acostumbrados a poseer a la mujer en mitad de la
pampa o antes de vadear un río. ¿Qué urgencia
tenemos de un Oios que nos regule y legalice el

divino contacto animal?


Dios quiere decir intelectualismo, y América es
sensualidad. Si nadie le puede quitar su idiosin
crasia sensual, es preciso aprovechar el ardiente
AKTK EL HHOBLEMA DKL PACIFKIU 147

(lon afrodítico y convertirlo en hierro volible, en

pasionalidad enérgica y conquistadora.


Así como los boreales han convertido su adus
ta gelidez en reciedumbre analítica y su animalidad
tranquila y modesta en vigor grave y sólido, los
del austro debemos lograr de nuestra calorosa
pasionalidad fuerza que siempre nos impulse, vo
luntad que instante por instante nos irja.
Los devaneos imaginativos que la sensualidad
prende en los americanos, trueqúese en irrupcio
nes creadoras. Goethe, nórdico, era devoto de la
imaginación y la llamaba hermana mayor dela es
peranza. Pero es que Goethe no hacía con su ima
ginación otra cosa que crear.
La imaginación americana acicateada por la
sed acuciosa de su sensualidad y puesta frente a la
naturaleza más ubérrima del mundo, puede ofrecer
creaciones de singular atractivo.
Pero para dar toda la velocidad necesaria al
alma ecuatorial, es preciso libertarla, darle la des
enfrenada libertad que tienen los Andes, el Orinoco,
el Altiplano, el bosque urubambino y la pampa
ríoplatcnse. Darle Dios y dogma al espíritu ame
ricano es como construirle casa al Misti, vaso al
Titicaca, biberón al Vilcanota.
Dios es triste, agostador y ascético. Hasta
Alah que promete huríes, pone, antes de su paraí
so, ese Alsirat delgado como un cabello y filo como
un alfanje. Dios es egoísta y presuntuoso. La
naturaleza lo excluye v la ciencia lo disuelve
1 4S bEBEKkS DE C1IILK, I'EHU Y UOLIVtA

Dios en esta región americana , de su vo pan-


teísta, autoteísta casi, es una redundancia. Quien
haya subido a Paucartambo y, desde la altura
serrana y maravillosa de Tres Cruces, visto la
hoya amazónica, dilatada bajo ojos americanos,
únicos capaces de mirarla, no puede creer en Dios,'
porque Dios sobra o se empequeñece ante aquellos
mil zigzagueos de aguas, ante aquella prolífica
inmensidad palpitante de ruiseñores y jaguares.
Quien en esa altura tenga una mujer al lado, un
potro bajo el cuerpo y una carabina al hombro
y sienta en el alma la luz infinita paisaje
de ese
inmensurable, ¿para qué necesita de Dios ni de
absurdo, si ante sus ojos tiene la fábula?

Quien sea capaz de sentir en el alma las raíces


de los pisonayes altos decien piés v bajo cuya som
bra el hombre se siente protegido por todas las
divinidades; quien haya visto rielar el sueño de
Selene sobre las aguas extensas de los lagos de
América y estremecerse en sombra azul ¡a linfa
tocada por el milagro celeste; quien ante los Andes
sin término se haya sentido, americanamente, par
te de esa inmensidad, molécula viva y razonable
de ese infinito y no haya, vanidoso, dicho: yo y la
inmensidad, exaltándose más bien al verse fracción
pensante, creadora y lógica de esa inmensidad, ese
tal no necesita de teurgias consoladoras de la
pequenez y suscitantes de la misericordia, porque
ese no es pequeño ni desvalido. No puede serlo,
ANTE EI, PKOM;EMA 1)KX PACIFICO 1 W

pues no lo es la 11 a tura leza en la que está involu


crado y de la cual es verbo.
Se explica el deísmo de los que no tienen más
naturaleza que Suiza ni más altura que Monte-
blanco. Llegará día en que un millonario ameri
cano se compre esos cromos para que sus hijos
jueguen. Suiza, Escocia, son oleografías indignas
de figurar en la pinacoteca radiante y móvil que
baja desde los montes Rocallosos hasta la punta
borrascosa y misantrópica del Cabo de Hornos.
Esos paisajes europeos que parecen tener cuer
da y estar siempre guardados en una caja de la
que son extraídos para (pie los ven el turista, dan
idea de Dios. Son bonitos y lo bonito siempre pa
rece fabricado por alguien. En el caso de Suiza, o
lo que lo valga, ese alguien puede ser Dios.
En América, donde nadie ha fabricado nada,
donde todo es poi que es y siempre ha sido, donde
ni Manseriche ni el Tequendama son bonitos, en
América Dios no puede pedir patente de invención.
Los yanquis que, en la industria, son intérpretes
del suelo americano, preconizan la inmensidad. E1

punzacielos parece surgido de pronto por 11n capri


cho geológico. El puente de Brookli no es natu
ral: semeja un juego de aguas que el Hudson hu
biese inventado. Ante el canal de Panamá, diría
se que los dos Océanos se abrieron campo para
verse las caras.
Todo eso es resultado de la sensualidad. En
todo eso se erecta el potente sello fálico del macho
puesto sobre la hembra. Cuando la fragorosa ^ra
cionalidad americana se orbite, es decir, cuando
surja definida la raza y tos hombres empiecen a
sentir con la tierra, Dios desaparecerá de todas las
almas tropicales y será suplido con la fecundidad
semina) en todos los órdenes. El cerebro erigirá
ideas, músicas y mármoles: el brazo construirá he
redades y fábricas. Todo sensualmente, es decir,
sintiendo, viviendo gozosamente los minutos de la
creación, estremeciéndose hasta la médula en el
instante de dar vida. Sensualmente, es decir, hu
manamente, libremente, sin Dio*, ni Rey, por el
solo esfuerzo del semen universal que es carne en
los testículos y luz o belleza en las neuronas. El
hombre jadeando sobre la vida, engendra filosofía,
arte, ciencia. Y debe gozar cuando eyacule. La
religión es el semen derramador es hija del onanis
mo de los enfermos o de los desesperados.
América, democrática y autoteísta, vibre sola
bajo su sol omnipotente; obedezca al temblor de
sus sentidos profundos como pitonisas y regocija
dos como sátiros jóvenes. No necesita más creen
cia ni más doctrina. En la belleza y la inmensidad
de su tierra lo tiene todo. Es la tierra del hombre
que ha dejado para siempre de ser animal religioso
y con vertídose, para siempre también, en animal
intelectual y creador. Y a la vez, aristotélicamen
te, en animal político.
CAPITULO Xll

frases sobre Yanquilandia las


cuestiones de Yanqui landia y el Japón
£1 factor racial -la cuestión econó
mica - El predominio marítimo
las esferas de influencia comercial
- - Sudamerica ante el problema - -

las adaptaciones - Formas de la in


dustria y su conformación sicológica
- - -
¿El peligro amarillo?
- - -

Yanquilandia nada tiene que hacer con la vida


diaria del resto de América Forma un grupo
idiomático del todo independiente y su grado de
cosmopolitismo es más armonioso que el de los
otros pueblos. Es, ¡mes, raza agena a la que va
formándose en el trópico mismo.
Sus maneras políticas, sus tendencias espiri
tuales son agenas al iberoamericano. Para ejercer
control o dirigir, es poderosa; pero como es inculta
y de inteligencia simple, resulta que, pese a su po
der, no se han hecho dara ella las funciones de her
mano mayor. Los hispanoamericanos son mucho
más cerebrales y nerviosos que el buen yanqui be
bedor, tragón y gimnasta.
152 DEHKKES DK CHILK, I'EKU Y HUI, lVIA

Pero como ya Europa nos ha inficiona lo has


ta enfermarnos de intelectualismo, de aristarquía
algo bizantina y de elegancia un poco decadente; y
como España pesa aún sobre nosotros en forma de
despreocupación que se parece mucho a la incon-
ciencia y de falsa alegría infecunda que se asemeja
bastante a la resignación, Yanquilandia está in
dicada para darnos algún ejemplo de ardiente
energía, de fuerte y sana ambición. Dígase lo que
se quiera Yanquilandia tiene algo de dominador y
olímpico. Es que ya es joven junto a Sudamérica
que es aun niña.

El amor al trabajo, ía limpia sensación del


deber, culto a la democracia fuerte que nivela
el
por lo alto y así engrandece, el cariño a la tierra
que todo lo da y todo lo tiene según la soliciten la
boriosas manos amantes — eso puede ofrecernos
Yanquilandia, desbrozada, por supuesto, de mer
cantilismo y de mala fe prosáica. Los oídos de
mercader v las manos de prestamista que no le fal
tan al Tío Samuel, deben ser extraños al utopismo
tropical.

Tratáiídese del pueblo difícil redu


yanqui, es
cir a vulgares medidas el grandor de sus formida
bles proporciones. Pero, ante su enormidad, es
imposible no ver sus pequeños apetitos, ideales
menudos que dan asidero a los enemigos y envi
diosos a crear, cuando el momento llega, los argu
mentos que reducen y desprestigian.
ANTK EL PKOBLEMA DEL L'ACIFICU 153

Ese Cartago sin Aníbal que es Yauquilandia,


no traiga nunca a la comarca solar sus prosaismos
sensoriales, el gruesor dérmico de su alma tan du
ra que parece calcaño de gañán. Nada bueno ha
de venir de la estrechez intelectiva y el desaforado
amor al oro, vicios que alejan al espíritu de los in
tereses superiores de la vida y le conyugan con las
conveniencias chiquitas, deshonradoras de lo que
asciende. Si el humo no subiera, el hollín no lo
deshonraría.
Verdad, la lucha por el dólar esta concebida v
ejecutada de tan épica manera que, antes que ba
jos intereses materiales, constituye poesía de vida
y alto ensueño familiar. Cierto, por no atosigarse
con codicias de guardoso o inescrupulosidades de
derrochador, los yanquilandeses no son ni tan tra
ficantes ni tan prestamistas: dentro de longanimi-l
dad justa, gastan su dinero aplicándolo a sutiles^
satisfacciones de la existencia v. para adinerarse^
usan las pasiones que otras razas ponen al servicié
del arte, la religión y la política.
f-
Pero es preferible que América española man
tenga, en lo que tienen de elevado y estimulante,
sus normas románticas. Soñar bien siempre será
más bello que la mejor partida de boxeo; v un cua
dro de Merino o un verso de Darío siempre intri
garan más que el mejor rascacielo.
Los yanquis, al hacer del confort su ideal esté
tico, han conducido a la vida inmediata — la silla,
el diván, el catre — a la vida tangible y circundante,
so
154- DKBKKES 1)E ClilLK. I'EIU Y UU1.1VIA

las expresiones abstractas Belleza y los pos


de la
tulados ideológicos de la Armonía. La violencia
(lc tal innovación y el criterio gingoísta con que
Yanqtiilandia ha
propalado, son cansa de que
los conservadores protestaran en nombre de los
viejos cánones estéticos cuya evolución era consi
derada intangible, sin que faltaran espíritus sóli
dos que estimaban conclusa la senda perfectiva de
la Belleza, en su concepción humana. Dentro de
tales fórmulas, las novaciones eran regresivas o
atentatorias.

Lo justo la belleza puede adquirir cierta


es que
amplitud dentro de la higiene y la profilaxia, que
también son anejas a la sensibilidad, fuente dela
Hermosura. No cf.be negar que Euforión, cifrando
en el fénico y las barredoras eléctricas sus
ácido
mejores tendencias vitales, es algo extravagante;
pero, por equidad, hay que recortarles algo de
grasa a los cerdos yanquis y aprovecharles lo que
verdaderamente ostentan de provechoso.

siempre las dichas inmediatas en


Posponer
nombre de los anhelos superiores, es acertado; pe
ro no deja de serlo, si no lo es mas, cumplir el mis
mo programa usando de la higiene perfeccionada
por los yanquis. La defensa del americanismo o
el sacrificio en nombre de una convicción, no son
cosas que se oponen al empleo de la cocina eléctri
ca, del teléfono, de la "Undcrwood" o de cualquier
otro de esos organismos irecánicos inventados en
A.\TH EL PHOKl.E.MA DEI, PACIK'K'o 13."

Yanquilandia para solaz v comodidad del hombre


de muchas tareas.
Todo eso es lo que siempre debemos aprove
char de Yan'|uilandia.
¿Para qué hablar de ideas, cuando el | roblcma
se reduce a una cuestión de máquinas? Si se trata
de establecer una factoría, es justo que se piense
en Yanquilandia: pero si lo que se quiere es des
arrollar todo un sistema político, artístico o cien
tífico, resulta pueril acudir a New York. En la
comedia internacional, ese papel le toca a Gemia
nía. Ella si es Euforión; ella es hija de Fausto, el
sabio siempre (oven v de Elena, la infinitamente
bella, la de los brazos blancos y
seno perfecto.
el

Con respecto a Yanquilandia, el Trópico vive


en perpetuo error. Cree en el imperialismo de
de Manhuttan. Xo hav tal imperialismo. Se trata,
sencillamente, de una máquina más para hacer
dinero.
Eso (pie los tropicales llamamos suntuosa
mente imperialismo, no es sino ligereza de manos.
Nunca pasará de algunas íslitas antillanas. Cuba,
Méjico v Centro América jamás caerán bajo ese
imperialismo. Y hav también algo más serio.
En los días de la Santa Alianza, Europa quiso
intervenir en forma de protectorado la vida de
América. En aquel añc, 1826, Monroe, presidente
de Yanquilandia, dijo: "América para los ameri
canos." Europa se contuvo. Lomalo está en que
Yanquilandia se llam-t a veces América, como
1 .".(i DKBKKKS \iY. ('UU.K. PEKU V BOUVIA

otras veces llama Estados Unidos v otras sim


se
plemente U. S. A. y ere? que eso de "América para
ios americanos" es generalizable.
Pero, en verdad, es la síntesis del sentido con
tinental novomtindano. De aquí se desprende cier
ta mayorazguía de Estados Unidos. Su oro corro
bora tal primogenitura (pie, por lo demás, vale un
plato de leu tejas
E! monroismo, de todos modos, representa la
eliminación de Europa, y su paladín es Yanquilan-
dia Míis el monroismo nada tiene (lue ver con
Panamá, Cuba y Puerto Rico, aunque la guerra
contra España fuera monroista. Como que trata
ba de alejar a un pueblo europeo. Lo alejó.
Puerto Rico se hizo territorio vanqui. Cuba
está del todo imbuída por Yanquilandia, aunque
nunca será vanqui.
Ahí debe pararse el avance dela Casa Blanca,
Salvo que pueda quitarles a Inglaterra, Fran
cia v Holanda las colonias americanas que poseen.
La mezcla de razas tendientes a la unificación,
el acrecentamiento del industrialismo y, sobre to
do, el crecer de la población, son los factores que
un momento obligaron a Yanquilandia a adoptar
actitudes políticas al parecer imperialistas. Eran
las primeras actitudes políticas de ese pueblo, pue
blo originariamente labrador y evangélico. Vi
viendo cerca de la tiei ra que hace modestos a los
hombre y cerca de las máximas prudentes y cor
diales de la buena Biblia, no fué el yanqui vanido
XSTK El PROBLEMA I>K1 P.U'IEIOO 1 ;>7

so ni amigo de alardeante, Era


la objetividad
religioso el hijo del Far West. Los pastores pro
testantes, padres espirituales del yanquilandés, rio
llevaron a esas tierras sino su libro sagrado y su
voz melificada de unciones.
Los primeros repúblicos, cortados al patrón
.fie Washington, eran, más que políticos en el sen
tido actual deesa palabra, directores bondadosos
de un pueblo joven y sano. La niñez de Yanqui-
landi?t fué similarísima a la de Roma, Aquel arque
tipo de Cincinato, dió floridos 'serpollos en el país
de Francklin, modelo del sabio sencillo de cora
zón v puro de entendimiento.
La influencia de Boston, la puritana ciudad
eugénica, foco de la patria nn día, reafirmó el es
píritu yanqui en el sentido de la lucha laboriosa y
.de la indulgencia juvenil y alegre.

En pocos pueblos como en el Yanquilandés


hombres y ciudades han hecho profesión vernal
de la alegría, del juego, el agua, el aire, la 1uz, el
amor, todo aquello que al acercarla a la natura-
'leza, dilata el alma hacia los gandíales aledaños
«le la jovialidad, que siempre es fortaleza y salud.
Pocos pueblos conocen, como Yanquilandia,
la verdadera infancia, la algarera edad fornida
que al endurecer el músculo, prende en los nervios
el inestinguiMe rol de un pensamiento li'>re.
Religiosos los yanquis como los niños, como
los niños rechazan la dogmática, la oscura traba
zón de argumentos extrarazonables, cultivando cí
I¡"8 l'EKEKEti I'E r»lLE, PEKC V FJOUVI.1

buen sentido
ingenuo, hijo de la contemplación
que el hombre débil y ambicioso hace ante la natu
raleza omnipotente y conquistable.
Con esta psicología, nunca ese pueblo habría
soñado en expansiones si el oro no lo echa a perder
todo. Al enriquecerse, se excedieron en burguesía.
El rascacnero no es sino la viciosa prolongación
del burgués Seguramente los primeros rasca
cueros fueron algunos franceses que se amillona
ron en California. El burgués quiere millones para
vivir como Sancho, con regalo y sin fatiga. Para
el burgués, toda la felicidad humana la dan Cama-

cho, la Duquesa o el Caballero del Verde Gabán.


Rascacnero es, exactamente, el Quijote de Fernán
dez de Avellaneda. Iise pavaso tordesilleseo. exhi
bicionista necio, de nacer en estesiglo, sería yanqui,
millonario y marido de cualquier princesa deencri-
solado blasón
Tras el oro vino algo de ciencia, v Yanquilan-
dia empezó a producir abogados, médicos, estadis
tas Sylok sirviéndose del Fuero Juzgo ha de ser
algo crispante.
Yanquilandia destaca nítidamente cuatro re
presentativos. El de la época patriarcal y liberta
ria, Washington, deísta y humilde, capaz de abne
gaciones y pobrezas, dueño de esa inteligencia
mansa v clara delos ch-rgyman. \l\ dela época
de formación, Monroe, hombre de lucha, sintético,
bien ligado a la tierra, ejemplar anticipado de la
raza caótica. El de la época plutocrática y rasca
ANTE El. PKOBLEMA UEL IWCIKUXI | 5 II

cuera, Roosevelt, loco por el tinglado, verboso;


juglar hasta para lucir su dentadura, reclame de
odontología o de canibalismo. El de la época in
cipientemente cerebral, Wilson, juristasórdido,
mañero, tan amante del dinero como cualquier
tripudo dela Quinta Avenida; pero que ya sabe,
como los grandes especuladores europeos, raspar
el oro hablando del Derecho, la Justicia, la Liber
tad.
Para la exportación, Roosevelt, es preconiza
do r del carácter como esencia básica y oxígeno do
la sida; Roosevelt es oratorial, liravamente elo
cuente, móvil, tumultuoso, amigo de lo enorme, de
lo egipcio, el trust, el arañanubes, el canal de Pa
namá, la excursión cinegética de el Africa Central,
y, por tanto, enemigo de lo delicado, lo griego, el
Partenón; para la exportación, es decir, para la
caliente fantasía tropical, Roosevelt c* el eje, el
símbolo, el quínte emersónico del imperialismo.
Para la exportación también, Wilson es dulce,
académico, platónico, y su obra es de pacifismo,
de amor, de prédica rabínica. Hay momentos en
i,ue más que gobernante parece sumo sacerdote de
un gran rito industrial, Aaraón cuya arca de la
Alianza es Wal Street.
Sin embargo, así como la realidad se com
prueba en la paradoja y la imagen, para compro
barse en el espejo necesita invertirse, así, Wilson
se verifica en Roosevert y viceversa. Mientras uno
procede enardecido, convulsionando, el otro pro
IGO DEBERfcS UK CEilLE, PEKV Y BOLtVM

cede como quien desfila; un desfile en les campos


de la Jurisprudencia Internacional. Lo que quieren
es lo mismo; oro.

Roosevelt romano, Wilson judío. Va en la


es
Historia un Sanhedrín y un Procónsul se entendie
ron y Cristo fué crucificado. Y parecía que Pro
cónsul y Sanhedrín eran enemigos.

Tanto Wilson como Roosevelt, cóbrense en la


obligación de mantener paz en las tierras de Amé
rica. La guerra civil les aterroriza: por ella se
malogran los negocios. No es discutible que un
país cuvos vecinos se revolucionan, sobre las con
secuencias de la revuelta. En primer término, por
la lev naturalísima que convierte en animadver
sión toda vecindad, el pueblo vecino del revoltoso
es sindicado de instigador delos insurrectos. Su
comercio y sus relaciones con el país sublevado,
padecen con detrimento para el ciudadano.
Es el refugio ineludible de desertores, cabeci
llas perseguidos, jefes de planes abortados, y esto,
cuando no crea el aumento de los grupos malean
tes, pone vidriosa la situación de los gobiernos v
dificulta el tranquilo desenvolvimiento de la vida
comercial.

Yanquilandia no quiere tales dificultades. Por


eso, sin atentar contra la vida autonómica de los
pueblos que interviene, les reporte el orden institu
cional, les drena el caudillaje y, así, desatraca los
ejes de la máquina, previa lubrificación, es decir.
ANTE EL I'KOBLEMA DEL I'ACIFICO Mil

préstamo de algunos miles para conservar su cali


dad de acreedora.
Quiere, pues, decir, que el día en que desaparez
can en América las guerras civiles, orígen de la
falencia fiscal, Yanquilandia deja de tener persone
ría. Y el día en que las diferentes cancillerías his
panoamericanas se unifiquen en su marcha con
respecto a Europa, Yanquilandia deja de ser por-
tacetro del monroísmo o, io que es igual, defenso
ra di la integridad de América contra la voracidad
de Europa.
Las guerras civiles se van, casi se lian ido. Los
gobiernos van acordándose. Llega, pues, a su fin
el temido imperialismo yanqui. Imperialismo, di
cho sea, que nunca pasó de agilidad mercantil. No
nacieron los yanquis para con ¡mstadores. Care
cen de espíritu comunicativo, de simpatía conduc
tora. Y aunque atletas y púgiles, !e tienen horror
al campo de batalla y se estremecen al pensar en
las p. ivaciones de la guerra.
Cuando Hispanamérica no necesite a cada ins
tante el dinero van |ui, y el «apotegma de Monroe
sea sustituído con otro menos general y más hoga
reño, la misión de Yanquilandia habrá concluído.
La América española es para los que hablan
español Esta fórmula idiomática, concertada
con la tradición, palpitante en el presente e irreme
diable para el porvenir, es la (pie los americanos
autárticos, debemos oponer al americano nórdico.
Nuestro idioma es hoy, y será por mucho tiempo,
8 i
1612 DKHKKKS L>K CHILK, HKRI' V HULIVl.A

la única realidad que tenemos. Es, pues, lo único


sólido y firme que podemos oponer al advenedizo
más o menos audaz y que sueña conquistarnos.
Mientras los americanos australes tengamos cin
cuenta millones de lenguas que hablen español,
nuestra intangibilidad de flamante grugo humano
no es fácilmente violable.
Entretanto, Yanquilandia debe conservar su
papel de proveedora de maquinaria. Esto, si no es
preferible buscaren tierras germánicas todo lo re
ferente a industria o ciencia. Pero aunque fuera
de preferirse, Yanquilandia tomará sector en la
exportación a América. Jamás quiere otra cosa.
Nuestro frenesí de linfáticos le hizo soñar con im
perialismos. Pero en el fondo, el ideal de todos
sus hombres, cualesquiera, quesean los métodosque
usen, se reduce a este renglón: exportaciones a
América del Sur. Y al pié de él, una cantidad fuer
te, todo lo fuerte que sea posible
No hay, pues, justicia, cuando se quiere sem
brar odios entre Hispanamérica y Yanquilandia.
Yanquilandia está llamada a dar confort e higiene
;i este trópico indolente y que huele y no a ámbar.

Ya, por lo pronto, grandes divanes y sillones


verdaderamente hípuicos, han venido de Yanqui
landia a hacer reemplazo la antigua hamaca
tirante de tronco a tronco. Y en vez del baño en
el río, con el potro esperando a la orilla, tenemos
excelentes duchas y un mozo experto aguardando
en la sala de masaje ¿Qué más va a darnos Yan
ANTK Kl. PKOHLKMA UKL PACIFIUU 1(53

qnil.-ndia? Y aun en eso, el ochenta por ciento es


europeo.
A este buen pueblo yanquilandés, los sudame
ricanos del Pacífico debemos alentarle en sus odios
y nos es obligatorio proteger socarronamentc a
todo enemigo de Yanquilandia . Protegerlo sólo
en su enemistad. Alejándonos todo lo posible d:l
Japón, conviene, sin embargo, que le estimulemos,
pese a tratados con Yanquilandia, ese su odio y
rivalidad para con esta nación. Vale la pena que
contemplemos el problema de Yanquilandia y el
Nipón.
Movedizo y múltiple, el mar prolonga la pa
tria e indelimita la frontera. En él las ambiciones
se dilatan. Es el representativo de la Esperanza,
la cima donde engrandecida se mece la Ilusión.
Gracias al Océano — símbolo extenso y perpe
tuamente desdoblado de la viabilidad — los hom
bres son sociables y hospitalarios: el hospedaje
noble empezó en la Odisea, ese eosmorama lleno de
mar. Sin cuyo influjo— el marino— el comercio se
guiría siendo arte menudo de Cartago o audacia
ímproba de Fenicia. Las olas que van y vienen
trayendo y llevando armoniosos intercambios,
han hecho del comercio fuerza propulsora y radia
ción eficiente.
El mar, nómade c inclasificable, es la sugeren
cia inmediata de toda la tierra, el señuelo que,
para estímulo de los brazos, la Naturaleza ha
puesto ante los ojos Es el mármol cambiante
1 (i 4 DEKEHES DK C1I1LE. PKiU' V BOUV1A

donde el oro ríe los ensueños nunca deja de vibrar.


Para los pueblos continentales o mediterrá
neos, el mar simboliza la expansión remota, la
quimera del esfuerzo. Para los peninsulares, se
enmuralleee como calmante fortificad or: al envol
ver las tierras por tres lados, señala el esparci
miento y es garantía de la libertad . Para los isle
ños, quiere decir el avance, imperioso, inmediato,
ineludible: es la conquista y la amplitud, la tierra
tomada en mayor tamaño, el brazo acrecentado
como diámetro.
Yanquilandia es ahora, más que nunca, país
perfectamente insular. Lo mismo que Sudamérica.
Japón lo ha sido siempre. Cuando el Canal de Pa
namá no existía— es decir cuando las dos grandes
porciones colombinas no eran islas — ningún con
flicto inevitable amenazó con Japón. Entonces, el
ensanchamiento yanqui operaba de modo capital
sobre el Atlántico v hacia él tendía Sudamérica.
La apertura del canal, reveló que Yanquilan
dia quería facilidades de excepción en el Pacífico v
trasladar a él una parte proporcional de sus agen
tes de dominación estancados casi del todo en el
Atlántico. Entonces, Japón manifestóse suspicaz.
Mientras Yanquilandia no pasó de crearse es
feras en el Atlántico, sus enemigos fueron europeos
y guerreó con el pueMo de Europa que representa
ba mavor poder en el Atlántico, hacia las tierras
de America. Establecido que los yanquis volvían
los ojos hacia el Pacífico, el enemigo fué el Japón.
ANTK KL PROBLKMA DKL PAOJKIOO 1 0>5

En esta enemistad, se incluyen las naciones ibero


americanas tendidas sobre el Gran Océano.
Japón, país insular, empezó su avance en el
Mar Azul y en el Mar Amarillo: la guerra chino-
japonesa. Lo siguió en el Mar del Japón y en bus
ca de más tierra continental; la guerra ruso-nipo
na. En el mar de Okatsk no definió avance porque
ahí la pobreza carece de tentación. En el Mar de
Behring tampoco porque su posesión depende de
la del Pacífico.
Por su parte, Yanquilandia esbozo su política
conquistadora en el Pacífico al apropiarse de Fili
pinas, Esto, no obstante, hasta que se abrió el
Canal de Panamá, Japón no juzgó seriamente in
vadido lo que él juzga que debe ser suyo en el Pací
fico. La apertura del canal, creyóla atentatoria
para su derecho. Sintió que como nunca su fron
tera crecía y se indelimital>a. Pero no se le ocultó
que, sincrónicamente, el mismo fenómeno produ
cíase en Yanquilandia.
Quizá ni la más amplia estatución de la liber
tad de los mares, evitaría lá rivalidad entre dos
naciones fronterizas, ponto de por medio.
Mientras la raza moza levantábase aspirando
íi consolidar su prepotencia en el Gran Océano, la
vieja raza asiática remozada a fuerza de occiden-
talización, ensayaba renacer del fondo capitosa-
mente misoneísta de sus ti adiciones, su fe v sus
normas políticas. Para preludiar su anhelo de
dominio, Asia escogió, según es natural, un país
1(56 DEUEKES l)E CHILE, PERC V RO(.íVí.l

isleño v que, por serlo, tuviese mayores fuerzas es-


pansivas y abrigase, como más cercano atorlns
las aspiraciones por ser hijo del mar, espíritu más
adaptable, curioso y absorbente que el de los otros
pueblos milenarios e ilustres, repetidores a diario
de una historia que estaban cansados de vivir y
momias suntuosas en el seno de una tradición mi
llon; ria .
Europa que le invadió todo y todo lo colonizó,
no pudo llevar sus armas ni su influjo a las islas
extravagantes y remotas del Nipón. Si este Impe
rio no indicó desde el primer día el afán de con
quista, fué porque lo impedían las innumerables
trabas puestas por tradiciones y prejuicios en el
alma de la raza, Un gobierno innovador marcó el
principio
Al Japón vencedor de la China, lo miraron las
naciones de Europa. Al Japón vencedor de Rusia,
ya no lo miraron. No iludieron prescindir de él.
Se le consideró como potencia . Se le imitó. Se le
siguieron los pasos,
No es precisamente que los usos japoneses
invadieran el mundo. Es que el mundo, pos rasca-
cuarismo y por sorpresa, adoptó esos usos. Le
parecieron raros y quiso conocerlos. Como un
estallido de pólvora, todas las maneras del Japón
cabrillaron fúlgidas a través de Europa y América.
Nada más que esperaban los nipones.
eso
Empezó la emigración en las islas del Sol Naciente.
Inmigración japonesa en todos los pueblos de
.\NTE Kh PKOBLEMA LiEL PACIFICU 107

América, la tierra moza y rica, pues no había de


escoger Europa, el Continente donde el exceso de
organización y de nacionalismo lo ocupaba todo
sin dar cabida al elemento inmigratorio.
l'ero cuando los Estados Unidos vieron que
una raza vieja, arrancada de las nebulosas de la
historia y que, a fuerza de no haber nunca actuado
v de haber tenido lentísima evolución, (pieria
aparecer como raza joven y dominadora y aspi
raba a extender sus dominios sobre el gran Océano
que los yanquis consideran comprendido dentro de
la doctrina deMonroe, en el corazón de la república
fermentó el odio étnico avivado por la competen
cia comercial. Esta es la causa determinante, por
parte de los Estados Unidos, del conflicto que hoy
se preludia entre éste pueblo y los hombres del
A rch i piél ago Leva n t i n o .
El odio físico que el hombre de garzos ojos
almendrados, cutis albo y blondos cabellos ondu-
losos tenía que sentir hacia el hombre de pigmento
lívido, de negros pelos rectos y de oblícuos ojillos
brunos, fué viceversamente sentido y caldeó la
lucha. L;i religión sin ídolos, sin liturgía v sin
mitología, que es la de los Estados Unidos, tenía
«pie hallar odiosa esa hinchada religión
japonesa,
llena de iconos, de símbolos enonres, de fuertes
cosmogonías fabulosas, de tumultuosas leyendas
v de ceremoniales verdaderamente asiáticos. La
industria yanqui, hecha a base de repentino esfuer
zo, de brazoconquistador y de pecho pleno de inva
ItiS LíEBEKES L)E CHILE, PEKC Y BOL1VIJ

siones, tenía que hallar despreciable la industria


japonesa hecha a base paciencia constructora,
de
de metodismo benedictino, de manufactura de des
ocupados malabaristas. La casita de bambú
puesta junto al rascacielos y la manzana de Cali
fornia, sonrosada y potente como la sangre de las
adolescencias, encendiéndose junto al crisantemo
pálido — pálido aun epando rojo— eran ciertamente
espectáculos con los cuales la naturaleza y el tra
bajo querían acabar de probar el fiero antagonis
mo existente entre las dos razas. La configuración
geográfica de ambos pueblos corroboró el odio.

Yanquilandia, opulenta en orografía, en lagos,


en sábanas, en bosques; tierra casi inconmovible,
tierra contra la cual la naturaleza no inventó ace
chanzas, no podía ser amiga de aquella tierra
fraccionada, intercalada de mar que parecía rom
per la unidad de la patria, tierra volcánica y eter
namente amenazada de muerte.

Iil yanqui, apasionado y caluroso, aunque


individualista y lleno de egoísmos y cálculos, no
podía tener lazo simpático alguno con esos japo
neses fríos, y no obstante capaces de cualquier
absurda heroicidad en nombre de cualquier prejui
cio bélico, religioso, político, económico, social o
familiar.
Como se comprenderá, la mira principal del
ansia de dominio de ambos pueblos es el mar Pací
fico y, por tanto, las tierras latinas de América,
ANTK EL PROBLKMA DKL PACIFICO 169

que se extienden a orillas de ese mar. Dado el


objetivo, el medio tiene que ser la escuadra.
Lo mismo el Japón que los Estados Unidos,
están obligados a seguir la política naviera de
Inglaterra: ambos son países insulinos. Si el uno
es una sola isla y el otro es un archipiélago, ello
no afecta a la política misma que deben seguir.
Necesitan escuadra no únicamente para dominar,
sino también para defenderse. La cuestión es,
pues, de tonelaje.
La peor parte le toca al Japón, ya que mien
tras los Estados Unidos no tienen de quien defen
derse permanentemente ni enemigo de quien rece
lar todos los días,
ni archipiélago que guardar
.— cosas, todas, que tiene el Japón — es éste el colo
cado en la situación más premiosa, desde el mo
mento en que necesita garantizar el logro de ma
yores aspiraciones y engranar mas extrictamente
las defensas.
El Japón probó en la guerra contra Rusia que
su escuadra es no sólo poderosa, sino que está
sapientcmente dirigida; Estados Unidos no ha
tenido aún oportunidad de probarlo; pero las
estadísticas v las informaciones demuestran que se
trata de una escuadra singularmente enorme.
El hecho de qut: hasta ahora la guerra no se
haya declarado, dice únicamente que el Japón no
se siente dueño de la capacidad suficiente para de
clararla, pues, según creemos va haber dicho, la
emulación ofensiva del Japón viene, y no de lista
170 DKBERK8 DE OHILE, PERU Y BOLIVIA

dos Unidos que, con la posesión de Filipinas, ha


extendido notablemente su esfera de dominio sobre
el gran Océano.
Por de prontc, la cuestión económica llamada
a resolver el litigio ya en potencia, que libran Yan-
quilandia y el Japón, se resuelve en el orden de los
armamentos marítimos.
Dentro del orden puramente comercial — impor
taciones y exportaciones — se puede afirmar que el
Japón no es en ningún caso, ni podrá ser, por lo
menos en muchísimo tiempo, un competidor serio
de los Estados Unidos.
Aquí interviene activamente la cuestión de
raza. Para los japoneses es punto menos que
imposible llegar a establecer una influencia domi
nadora en las repúblicas americanas del Pacífico.
Claro está que no ha de ser por razones de poderío
ya que la debilidad de estos pueblos novomunda-
nos no admite atenuaciones ni eufemismos.
Es que hay rivalidades de raza, de espíritu y
de pensamiento, que nunca será posible conciliar.
Hagan lo que hagan, nunca a los japoneses les
será dado influir, ni ligeramente, en la vida tropi
cal del Pacífico.
Repúblicas occidentalizadas hasta la más ocul
ta raigambre, no se hizo para ellas el alma grave
y suntuosa del Asia. Ni el nirvana del Asia es pa
recido al ocio del Trópico, ni la actividad de las
tierras ecuatoriales es similar de la actividad des
plegada por las naciones amarillas del Levante.
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 171

La estructura política y social de ambos gru


pos humanos es tan señaladamente distinta, que
no hace suponer que el uno pueda llegar a dominar
al otro. Hay detalles reveladores. Mientras en el
Japón, por ejemplo, la condición de la mujer ocupa
los ínfimos planos de la gerarquía social, en las
tierras americanas del Pacífico — tierras sensuales,
enfermas de galantería — la mujer es casi el control
de toda la vida en todas sus formas.
Por el medio industrial tampoco pueden los ja
poneses intervenir preferentemente en la vida de
América, pues es incuestionable que la industria
tiene su sicología y su manera de conformarse con
las costumbres, las aspiraciones y la tradición de
cada pueblo; las necesidades materiales no son
sino la más objetiva manifestación espiritual, y la
industria, llamada a satisfacerlas inmediatamen
te, es, ante todo, reflejo inmediato de cada espíritu
colectivo.
Las naciones europeas, y, por tanto, las sud
americanas, sus inmediatas imitadoras, toman el
arte y la industria japoneses como uno de los tan
tos exotismos concernientes más que a una civili
zación a cierto "genero de literatura. El jiujitsu v
el vosivara, la musmé v el daimio, el samuravo v
lageisha, son productos similares riel hatchis, del
faquiro, del opio y del efebo anamita.
El peligro amarillo en ningún momento puede
constituir una realidad política. Aquella raza de
los ojos sesgados ha vivido va tanto como la his
172 DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

toria: coetánea de la Humanidad y no ha teni


es
do aún la hegemonía que parece tocarle de derecho.
No puede tenerla, hoy que vive la más ilustre y
alambicada vejez. Una vejez que a fuerza de recar
go tradicional y de lastre antiguo, ha empezado a
producir artes pacientes y manufacturas de inútil
elegancia exótica. Son aquellas tierras primas
hermanas de Bizancio, llevándole a éste la ventaja
de la sobriedad y la de las disciplinas tendientes al
mejoramiento físico, cualidades que nunca tuvo la
noble ciudad del Blaquernal y de Alejo Comneno.

Esa tierra de manufactureros serenísimos no


podrá nunca ejercer influencia en las tierras latino
americanas donde el brazo del hombre cultiva pre
ferentemente industrias pasionales y de creación
'ni pro visada como la minería y la ag.icultura.
Esto aparte de que los islotes del Sol Naciente
marchan derecho camino dela oceidentalización,
pues ya han comprendido que la civilización de
Europa es la única que forma naciones y determi
na predominios.

De otro lado, es seguro que jamás el Japón al


canzará a nivelarse con los Estados Unidos, cuyas
múltiples potencialidades abarcan frondosamente
todos los órdenes,
Suponiendo tal ni velamiento, las tierras lati
nas que en América reposan sobre el Pacífico, no
son propici is a la invasión nipona, ni es la raza
japonesa raza colonizadora, por mucho que no ca
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 173

rezca de aptitudes de conquista: aptitudes que no


pasan de ser militares y de resistencia física.
Aunque el japonés parezca adaptable y dócil a
las influencias del medio y capaz de condicionarse
bajo cualquier modalidad, la verdad es que más
tiene de conservador nacionalista y de ápegado a
las íntimas expresiones de su raza y de su tra
dición.
Esto afirma aquello de que su influencia es im
posible en el Pacífico, pues si las tierras america
nas de este mar no son susceptibles de conformarse
con la civilización nipona, ésta no accederá jamás
a moldearse dentro de las expresiones latinas de
América y no tiene de enérgico todo lo que debiera,
para ser capaz de absorberlas.
La lástima es que toda esta pugna inútil entre
los dos grandes pueblos que miran al Pacífico y
que indelimitan sus fronteras, ha de resolverse en
una guerra a la que nunca podrán permanecer in
diferentes las repúblicas latinas. Esa guerra es
inevitable porque lo que la ha de producir no es el
interés de los dos pueblos, no es la orientación de
sus estadistas, no es el ardor de sus ciudadanos.
Es la geografía que lleva a las almas los trazos de
las tierras y de los mares y que prende inconcien
tes impulsos que nadie alimenta, que nadie sabe
definir, y que luego la misma geografía aprovecha
para crear la Historia.
La preparación que de' 'en adoptar para ese
momento las naciones americanas del Pacífi.o va
174 UKBERR8 DE CHILK, PERU Y BOLIVIA

está señalada por la actitud de California, estado


yanquilandés gravitante sobre el Pacífico. Allí se
prohibió del todo la inmigración japonesa y el co
mercio japonés sufrió crueles restricciones.
Es lo que debe hacer toda la América españo
la, por lo menos aquella que mira a las aguas del
Gran Océano. Debe hacerlo, no precisamente por
que el peligro amarillo constituya una realidad
violenta, sino porque hay ya quienes creen en él —
los primeros son los japoneses— y van ayudando a
crearlo artificialmente.
CAPITULO XIII

La Tierra " La Industria - El Departe


. -
Elemplo de Argentina -
- - -

Chile se suma al movimiento -

Deben seguir Perú y Bolivia - La Uni-


- versidad - El Intelectualismo .
- - Las profesiones liberales - -

La burocracia, la empleomanía, el
músculo, la gimnasia y el civismo
- El ideal germánico - Necesidad .
- - - - de buscarlo - - -

En un pueblo, la base de toda prosperidad es


el amor a la patria. Este viejísimo apotegma
resulta nuevo al ser formulado en pueblos nuevos.
El amor a la patria es la comunidad del hombre
con la tierra. Es cosa probada que los pueblos
labradores son los que sienten más encandecida-
mente el patriotismo. Así mismo lo sienten los
pueblos pobres donde la tierra es avara y el brazo
debe, a fuerza de sudor y de perseverancia, ganar
el sustento.Ganar el sustento diario, es cumplir
el deber; el cumplimiento diario del deber, es la
poesía familiar de la vida, esa poesía familiar, lle
na de incidencias amables y pintorescos episodios,
forma, al acumularse, la tradición; la tradición
176 DEBERES DE CHILE, PERU Y B0LIVIA

amplia y rica, ligada a la tierra, acentúa la comu


nidad de ésta y el hombre: es el cordial del amor
a la patria.

En América, la tierra ubérrima y longánima,


lo dió todo; por darlo, inspiró el desdén compasi
vo que inspiran los derrochadores. Nunca fué
asiduamente solicitada y perseguida como lo son
los hombres huraños, las mujeres esquivas, los
sueños absurdos y los problemas insolubles.

Vivimos desenfrenadamente, al día, con lo que


la tierra quiere darnos. Poco a poco la tradición
fué solubilizándose dentro dela pereza, la poesía
familiar se vulgarizó y, alejado el hombre ocioso
de la tierra fácil, como el amante ahito de la hem
bra reclamante, el amor a la patria se relajó como
se relajan las esencias finas y fuertes cuando nada
cuesta derramarlas a profusión.
Sobre un inmenso territorio trágicamente opu
lento y despoblado, el hombre vivió sin esfuerzo.
El sobrante de la energía tropical se gastó en gue
rras civiles, en luchas retóricas y en literatuias ro
mánticas.
Los llamados a salvar la situación eran los
países que por su proximidad al polo pudieran li
brarse del influjo adormecedor del trópico, tem
plando el carácter de sus hijos al diapasón dc un
clima fuerte y sincero, oíos pueblos cu vo acerca
miento a Europa fuese tal que les permitiese reci
bir la parcela más intensa de la corriente emigra
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 177

dora mundo determinó durante todo


que el viejo
el siglo diecinueve hacia las playas de América.

Chile, país pobre, sin más recurso que el brazo


de sus hijos; país puesto al margen de la terrible
zona tórrida, «ra el que debía iniciar el movimien
to que, al unir al hombre y la tierra, robusteciese
el nexo constitutor del patriotismo. La Argentina,
pueblo también liberado en pai te de las adormi
deras tropicales y alzado frente a Europa como
puerta abierta y solicitadora de la emigración,
debía ser el (pie sistemase y diese forma escolar al
cultivo de la tierra como base política de la
nación.
El amor a la tierra es, en su
acepción política,
la devoción al trabajo frente a la naturaleza, cul
tivado en todas sus formas. Un marino mercante,
lo mismo que un vinicultor, un mecánico, igual
que un ganadero, un metalurgo, igual que un pes
cador, al poner su esfuerzo frente a la naturaleza
para ennoblecer su vida, embelleciéndola, son ti
pos iguales de patriotismo.
En América, no es preciso ser pensador ni avi
sado para observar lo que va de los países seten-
trionales de Sudamérica a los países del meridión.

Mientras en Colombia, Venezuela, etc., toda


vía impera, como loco de concentración nacional,
el exedra sonde sofistas y rethores deliberan, en
Argentina y Chile fuego central de la ¡ a tria está
el

cu el campo, en el brazo del peón, en la norma


178 DEBERES DE CHILE, PERU Y B0LIV1A

científica del ingeniero, en las cotizaciones útiles


del capitalista.
Viendo las cosas con criterio americano, libre
de jingoísmo y de chovinistas exclusiones, son sin
duda Chile y Argentina los pueblos que hoy reglan
el avance metódico de la América Latina, más
quizá que Brasil, cuyo enorme desarrollo siendo
más integral es menos intenso.
En Chile y Argentina, la prensa, la voz de los
publicistas, el pensamiento de los hombres de Es
tado, la labor de los sabios y hasta el melodioso
murmurar de los artistas, todo tiende a propagar
la industrialización nacionalista, la aproximación
del hombre a la naturaleza, es decir, el amor a la
1
patria en su manera más profunda y lógica.
En esas repúblicas, todas las voces hablan de
la industrialización; piden que el gobierno afirme
la confianza económica, para que los capitales
propios de cada pueblo se dediquen a la industria
en vez de "estar retraídos de la circulación y
obrando como peso muerto sobrelas actividades
nacionales,"' según palabras de un diario bon
aerense.
Siendo amada la tierra, poderosa la máquina,
laborioso el brazo, continua la obra, llega un mo
mento en que todo el pueblo acrisola y ck tiende su
cariño hacia el país que le devuelve en placer y re
poso lo que le dio él en trabajo y sudor. En ese
momento se forman las grandes naciones inataca
bles o conquistadoras.
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 179

Entonces, junto con el amor a la patria tangi


blemente simbolizada por la tierra fértil, cunden el
culto del músculo, el rito de la fuerza, la devoción
a la belleza y a la pulcritud física. La intervención
del Estado que convierte en sistema de educación
c) anhelo popular y le da contextura pedagógica,
consuma la mejora. Luego vienen la industraliza-
ción, la higiene y el deporte ya hechos hábitos in
dividuales y no exclusiva de asociaciones que más
tienen labor de vulgarización y propaganda frente
al problema insoluto. Ya cuando esas prácticas
son individuales en los asociados, la colectividad
comienza a marchar en el amplio y luminoso de
rrotelo de unporvenir próspero.
f.
En efecto, es incuestionable que el amor a la
fuerza, el culto a la tierra, el cariño al trabajo, la
devoción a la belleza y la necesidad sicológica de
la higiene, forman individuos social y políticamen
te perfectos, bases estupendas para una gran na
cionalidad.
Además, la higiene y el trabajo son el origen
de la sobriedad y de la disciplina. A'|uí viene bien
el ejemplo de Grecia, de Hélade clásica, eternamen
te invocada.
Chile y Argentina lo han comprendido así. No
citamos otros países porque no sabemos que en
ellos se haga tan intensa campaña como en los ya
citados, en pro de la perfección física y económica
derivada de) culto intensivo í l trabajo, a la gim
nasia y a la higiene.
180 DEBERES DE CHILE, PERU Y BOLIVIA

En Chile y Argentina, se ha planteado ya ab


solutamente la necesidad de restringir el ejercicio
de las profesiones liberales, el crecimiento de la em
pleomanía burocrática y el desarrollo del oficialis
mo holgazán.
Lo fácil e incontrolado que es seguir y rematar
las carreras universitarias y la suma libertad con
cedida al Estado para la dación de sinecuras v de
sueldos, son puntos que ya los administradores de
las repúblicas del sur han tratado en forma clara
y definida.
De un lado, el jurista rábula,
médico sangre-
el
do y el técnico hábil sólo en la jerigonza de las
nomenclaturas, otro el covachuelista que ca
v de
becea en las oficinas del Estado mientras corre el
intervalo i|ue va de su oficio ñoño a un informe
inconsistente, tienden a esterilizar las energías de
la raza, pues no sólo encasillan la inteligencia den
tro de culturas unilaterales v estrechas, sino que,
preconizando la vida sedentaria y negligente, fa
vorecen el decrecimiento fisiológico de la especie.
En otro orden, en el económico, o despiertan la
codicia desatentada, creando el tipo del .amoral o
producen la resignación conformando el tipo del
abúlico infecundo y triste. En efecto, el profesio
nal, médico, abogado o ingeniero, enfermo de
libros aulas y hambriento de vida y placer, sale,
v

aguijado por la competencia derivada del número,


a jugar coa vidas, honras y haciendas en busea de

diaero, de todo el dinero acaparablc gracias a la


ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 181

ingenuidad del prójimo confiado en la sabiduría


del hombre de estudio. El profesional todo lo es
pera y lo saca del prójimo. El burócrata, general
mente un inepto o un despechado o un perezoso, a
nada aspira. Todo lo espera del Estado v se con
tenta con lo que el Estado da.
Mientras tanto, la tierra de la patria duerme
en su fecundidad que nadie aprovecha y la fisiolo
gía de la raza se agosta en los paradógicos queha-
cei es dela burocracia y en los sedentarismos del
hogar burgués, del hogar estrecho, con hijos y sin
poesía.
En Chile y Argentina han observado segura
mente algo que es preciso no olvidar. Quien logra
un título universitario y con él una profesión y una
garantía ante la conciencia pública, debe ser siem
pre un intelectual, un hombre de estudio y de
ideas; y hay 'pie tener presente que el intelectual es
la flor de la raza, el punto en que la tradición se
encarna, el ápice radiante donde el genio de la pa
tria vive. Por lo mismo, cuando en un pueblo ya
no hay intelectuales sino intelectualismo, viene el
disgregamiento bizantino, es decir, el genio de la
raza que, en vez de concretarse en algunos ejem
plares sumos, se reparte en muchos mediocres en
'los que hay un destello, un detalle que los envane
ce, v que constituyen la desesperación v a veces el
fracaso de los intelectuales auténticos.
Chile, el pueblo más político de la América La
tina v Argentina, la nación más organizadora,
1S2 DEBERES DE CHILE. PERU Y B0MV1A

tienden hoy irremisiblemente, a defender al intelec


tual, impidiendo que, en nombre del intelectualis-
mo, la tierra se empobrezca y la industria no dé lo
que debe dar. A conseguirlo, no emplean método
negativo, sino positivo. En vez de impugnar la
universidad exaltan la industralizaeión, favorecen
el trabajo y tratan de orientar hacia la tierra y la
máquina las ambiciones y las disciplinas de los
ciudadanos. Favoreciendo la multiplicación de
empresas industriales, arrancan del inteleetualis-
mo y de la burocracia a muchos que, en la ociosi
dad (pie viene en los países por la falta de empresas
que creen trabajo, no hallaron para su vida más
fin que la oficina fiscal o la meditación vacua y
prolongada que crea sonadores y retóricos,
Cuando hay trabajo abundante que dé dinero,
sólo se dedican a las duras y nobles tareas de la
inteligencia o a las monótonas y pesadas funciones
de la administración pública, los que para una u
otra modalidad, sienten irresistible vocación. La
falta de trabajo origina contemplativos y perezo
sos, es decir, intelectualistas y barócratas.
En contra de éstos, ya (lió el primer paso el
gobierno argentino, al prohibir absolutamente la
acumulación de empleos públicos, y al restringir
en mucho el número de los existentes. Luego,
tiende en forma violenta a la industralización. Ll
presupuesto (pie rigió en Argentina, en 1917, mar
ca, en la trascendencia social de sus reparticiones,
la inclinación de fomentar en la mejor forma la
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 183

industralización, combatiendo la empleomanía y


dando al servicio administrativo calidades de
carrera.
Dentro del mismo presupuesto se contiene este
artículo: "Autorízase al Poder Ejecutivo para
suprimir o rebajar los derechos de importación
sobre el café, yerba o tabaco del Paraguay o del
Brasil, siempre que se celebren arreglos internacio
nales de reciprocidad comercial." Como se ve, la
política de industrialización se hace, a la vez que
espansionista, acogedora, y busca ampliar merca
dos favoreciendo el doble curso de la oferta y la
demanda.
En otro orden, el presupuesto argentino con
tiene la siguiente prescripción terminante: "'ningún
empleado nacional podrá acumular otro empleo
nacional, provincial ni municipal, con excepción de
una cátedra de enseñanza universitaria o secun
daria." En otro renglón dice: "los profesores de
enseñanza secundaria, especial y normal, que se
dedi |uen exclusivamente a la enseñanza, podrán
acumular hasta cinco cátedras."
Los que se dediquen exclusivamente a la ense
ñanza, es decir, los verdaderos intelectuales que
hagan del magisterio profesión y norma, aptitud
mental y disciplina de vida.
Con la primera medida, el Estado presta su
favor a mayor número de hombres, hace justicia a
mayor numero de competencias, destruye al para
184 L)EUEREH DE OHILE, PEKT Y BOLIV1A

sito einpleómano y suprime el palatinismo del


sistema de gobierno.
Con la segunda medida crea profesionales de
la enseñanza, verdaderos sacerdotes de la pedago
gía, la ncble ciencia trasmisora, la de los arduos
influjos seminales, y, así, evita que el mediocre y el
simulador, el retórico y el parlanchín se posesionen
de la cátedra, Que es apoderarse de! espíritu del
porvenir y de la ruta de la patria.
En un pueblo bien organizado, el número de
intelectuales, como el de millonarios, no debe pasar
del uno por cien mil. Los demás, deben conten
tarse con ser inteligentes y acomodados, en su
caso; pero si tienden los unos a intelectuales v los
otros a millonarios, o lo hacen a costa de los ver
daderos o simulan: en el primer caso, al repartir
la grandeza la anulan y crean el falso esplendor;
en el segundo, al imitarla la degradan e infaman
v crean la mesocracia detestable en todos los
órdenes.
En cambio, todos tienen la obligación de ser
limpios, fuertes, laboriosos, eutésicos.
Existe luego, el aspecto económico. El intclec-
tualismo es infecundo y misérrimo porque la pureza
v la inacción le son inherentes. Un país es más o
menos rico según esté más o menos industria
lizado. La intelectualidad no es sino dirección o
embellecimiento. Cuando no tiene la misión de
pulir, tiene la de guiar. El binomio de Newton, el
Apolo del Iielvedere, el Quijote, las palabras tic
ANTE liL PKOBLEMA UKL 1'ACIKIUU 185

Platón, las notas de Becthoven, el estudio de la


fagocitosis, todo forma un solo cuerpo, que es
prenda de dignidad y de avance perfectivo. Eso es
patrimonio de pocos. El resto se compone de ele
mentos que deben enriquecer la tierra, dar selección
al animal y vencer, muscularniente, a la' natura
leza. Hsto de un Indo. De otro, tiene la misión
de defender la especie, depurar la herencia, acen-
i! rar la raza .

En Sudamériea. recién nacida v casi informe,


debe tratarse, conforme lo han previsto Argentina
y Chile, de reducir el número de intelectuales, ava
lorando intensamente a los verdaderos, e intensi
ficar el número de musculares, de trabajadores, de
industrializantes que luchen por la mejora de la
tierra que es la de la raza.
Relacionando estas ideas con la actual guerra,
pues con ella, dada la magnitud del acontecimien
to, hay que relacionar todos los sucesos del siglo
XX, se observa, no sólo en Sudamériea, sino tam
bién en Estados Unidos, un curioso fenómeno de
reacción germanófila, sin (pie esto, desde lue^o,
pueda resolverse en aliadofobia.
Espiritual y mentalmente, los latino-america
nos somos herederos directos riel francés, del espa
ñol y del italiano, con preponderancia del segundo
y con mayor influjo del primero que del último.
Aunque parezca extraño, Rusia — y esto va lo ob
serva Rufino Blanco Fombona — tiene con Sudamé
1 S6 DEBEHES DE C1IILE, PERC Y BOLIVIA

rica no pocas similitudes v su literatura ha influi


do de manera cierta en nuestros espíritus.
Inglaterra nos ha dado su mercantilismo. De
Francia nos vienen el morbo intelectual, la «alan-
tería de similor, el artificio en arte v todo lo que,
siendo admirable en Francia, es, cuando emigra,
pasticho o rascacuerismo.
De España tenemos el tardigradismo, el espíri
tu adusto, la alegría pretensiosa, el culto rl azar.
De Italia hemos tomado lo melifluo o lo plebevo,
lo napolitano o lo genovés. Ni Francia nos dió su
método, su armonía, su ponderación; ni España
nos dió su fuerza vital indestructible, su tradición
egregia capaz de salvar cualquier caída; ni Italia
nos dió la gracia florentina, la amable austeridad
romana, algún reflejo, en fin, del noble genio lati
no. Rusia nos enfermó de miseria, de socialismo y
desesperación: nada nos dejó de su valor salvaje,
de su abnegación de pueblo oprimido. Si en polí
tica nada le debemos, ella es responsable de haber
aflojado los más viriles resortes de nuestra emo
ción. Y en política, algo cogimos de Inglaterra,
bastante de Francia y un vislumbre de Italia, pero
ni aquélla nos dió su espíritu liberal, ni ésa su vo
luntad organizadora, ni ésta sus elevadas nocio
nes de derecho y de ciencia.
Al declararse la guerra, el espíritu sudamerica
no tendió colérica y desenfrenadamente hacia la
causa de los aliados.Era natural; no en vano ?e

tra^aln de nuestros maestros. Pero la verdad es


ANTK KL PUOHLKMA DKL HAOIK1CO 1S?

que muy pocos sudamericanos conocían Alemania,


su organización, su poder, su voluntad, su méto
do, su disciplina, su indeclinable decisión de vivir y
dominar. Xadie sabía el influjo de la cultura ale
mana en toda Europa; nadie el enorme desarrollo
de su comercio, de su industria, de sus ciencias, de
sus letras, de sus artes; nadie su perfección militar,
nadie su educación cívica, su maravilloso organis
mo político, la infalible orientación de su diploma
cia. Sabíamos de los alemanes que eran químicos
hábiles en falsificaciones, soldados correctos en
paradas maniobras, buenos filósofos incompren
y
sibles, músicos un poco metafísicos y, sobre todo,
cultivadores de una gracia sosa, de un humor
blandengue, de una ironía si no infantil, estúpida.
La guerra ha sido, ante todo, la revelación de
Alemania ante el mundo, A medida que los sud
americanos mirábamos la guerra, aumentaba el
número de germanúfilos.
No nos toca dilucidar quién tiene en la guerra
la razón ni predecir quién tendrá la victoria. Si
Alemania nos inspira cariño y adhesión, Fran
cia e Inglaterra siempre han merecido nuestra
admiración. Además, nuestro propósito ahora
es otro.
Ya los latinos intelectnali-
de Europa nos han
zado y elegantizado bastante y bastante nos ha
mercantilizado Inglaterra. Mal haríamos en re
nunciar a todo lo que les debemos en cultura y
cooperación; nuestro deberes acrecentarlo. Pero
11-8 DEBKKKS 1)E CHILE, I'KIlU Y BOU VIA

ya es hora de que Stidamérica vuelva los ojos ha


cia el ideal teutón y lo estudie.

Estos países tropicales y, poi' ello, abúlicos y


sensuales, verbalistas e impulsivos, necesitan más
que de la libertad británica y de la deleitosa bur-
i
i-C
(ruesía
.

.brazo alemán.
...
francesa, del tuerte, terreo
Esos barbaros
_ .
atenaceante
:
v

del norte, los mís-


| mos que hace veinte siglos invadieron el imperio
para cambiar la faz del mundo, esos bárbaros hoy
prodigiosamente civilizados, aunque siempre bár
baros; esos bárbaros sobrios, tenaces, dominado
res, hábiles, cultos, son los que deben venir a estas
latitudes solares a implantar los estrechos regíme
nes que son el origen del poderío germano.

Victoriosos o vencidos, ya los alemanes han


derramado en Europa los secretos de su organiza
ción. Ya nadie en ese continente puede renunciar
a la influencia teutona, impuesta por la ciencia
conducida en alas de acero y a impulsos de me
tralla.
¿Será posible que la America Latina se sustrai
ga? ¿Será conveniente?
Que se sustraiga, si, tal vez, gracias a la enér
gica propaganda ejercida por los aliados, a su
influjo anterior, al desconocimiento que se tiene de
Alemania. One la convenga sustraerse, no; porque
estos países de vitalidad estupenda, de reservas
orgánicas que nadie sospecha, necesitan tonificar
se en un ideal sano c inflexible como el ideal tentón.
ANTE EL PROBLEMA DIÍL PACIFICO 189

Necesitan contrarrestar la influencia del sol conce


diendo intervención al espíritu de Gemianía.
Alemania, el país espiritualista por excelencia,
la romántica tierra de Heine, la depositaría de Lo-
reley, es también la tierra de Bismarck y de Niest-
(-he, ese legislador broncíneo y este loco vidente.
Y es la tierra de los grandes industriales, de los
fabricantes milagrosos, de los Químicos hechiceros,
delos científicos casi taumaturgos. Sobre todo,
es la tierra la voluntad y de la discreción.
de ¿A
quién puede acogerse mejor esta América verbos;i
y abúlica?
" ~ —~ ' '

Ello no significa renunciar a los simpáticos


ejemplos deFrancia; pero sí significa orientar el
continente hacia el norte, que le conviene más. One
le conviene, obsérvese bien.
La política industrialización, la pedagogía
de
del deporte y la higiene, pedagogía, ésta, auxiliar
de ésa política, y aparte, la política de desintelec-
tualizamiento, que tanto convienen a América,
sólo serán logrables si, con los ojos siempre fijos
eti el ideal teutón, gobernantes y gobernados em
prenden, lenta y resolutamente, la marcha que
acerque el espíritu de la Raza al espíritu de la na
turaleza y, así, cordialice el patriotismo haciéndo
lo inmortal y soberano.
Con pocos cerebros de vastas luces y con mu
chos brazos de fuertes músculos, las patrias logran
lo único que desean: su engrandecimiento y su du
ración en el tiempo y el espacio .
CAPITULO XIV

Las naciones sin puerto . El desarme


Provechos de las naciones - -
- Imposibilidad de las alianzas -
La celebración de tratados - La Sede
- - El protocolo preliminar - -
- . Comunidad
La propaganda
diplomática - Ensayo - - -

de exploración sobre el porvenir

Los indivíduos cuya inteligencia no tiene sali


da al exterior, parece que nacieron para siervos,
ó, siquiera, para dependientes.
Las naciones que carecen de puerto marítimo
sugieren a las vecinas la idea de la polonización.
Pero una nación es polonizable sólo desde el mo
mento en que, virtualmente, deja de ser nación; es
decir, desde que su institucionaje y su ciudadanía
comienzan a desmoronarse: como en las casas;
desde que una pared amenaza desplome, la casa
deja de ser habitable.
Bolivia, en el punto mejor de su proceso insti
tucional, cívico, político, económico, no tiene sa
lida al mar. Quiere decir que nunca puede ser
1()2 DEUEKEH 1iE CH1LE, PERU V BOLIVIA

polonizable; pero que a veces lo parece. Esta si


mulación es fatal. En política, lo que no es, no
debe parecer, so pena de que lo que parece llegue a
ser. Y cuando esto ocurre,roto para mucho tiempo
el equilibrio, empiezan los pueblos a vivir largos
lapsos de tormento, enemigos del progreso y auto
res de toda ruína .

A fin de evitar el dominio de la mentira, que


siempre es contemporáneo dela decadencia, Boli-
via debe tener puerto. Al tenerlo, se desmilitari
zaría grandemente v Chile, va con Tacna v Arica,
tlesmilitarizaríase también. No se desarmarían.
El desarme, tal como lo sueñan los grandes paci
fistas, es una de las tantas bellezas que el hombre
suele descubrir más allá de la vida y que llegan a
ser realidades, porque la vida que se perfecciona,
no hace otra cosa que prolongarse. El progreso
y la perfección son siempre límites irreales.
La primera consecuencia del arreglo perú-chi
leno-boliviano, sería la desmilitarización paulatina
de los tres paises; en otros términos: la marcha
hacia el límite irreal,
Chile tendría que mantenerse armado, por la
Argentina; Perú, por Ecuador y Colombia; Boli-
via, por Paraguay. Pero arregladas entre sí las
tres naciones — arregladas, lo que quiere decir, fa
voreciéndose — hallarían facilidades para resolver
problemas ulteriores
El Perú, amipo leal de Chile v Bolivia, no lie
ne problema más sencillo que el de sus límites'
AN'TE VA. IMiOBKEMA DEL I'ACIFICO

setentrionales. Quizá, pues, en pocos meses, queda


ría finiquitado.
E11 cuanto a Chile y Argentina, 110 tienen ren

cillas, propiamente. Lo que tienen es rivalidad.


A medida que Argentina cosmopolite y Chile,
se
industrializándose, se engrandezca, la rivalidad
irá degradándose hasta 110 ser sino sombra impal
pable en la extrema función del difumino.
En cuanto a Bolivia v Paraguav, sus proble
mas tienen, a la larga, solución indefectible. Los
terrenos bue disputan son todavía misteriosos, v
si se llegase a cimentar un vasto acuerdo conti-
nentalista, las naciones obligarían, amigablemen
te, a Bolivia y Paraguav, a entrar en acuerdos
saludables. Cada acuerdo, traería consigo un
descenso del afán militarista, y cada descenso se
ría un avance de la industrialización v un aumen
to en la riqueza fiscal.
Ligados los pueblos, trabajadoras las tierras
en verdad labrantías, las minas billonarias y los
Estados ricos, la guerra iría cobrando dificultades
invencibles.
Entonces, a ningún país se le ocurriría la
alianza con otro. Desde ahora es preciso ir com
batiendo toda tentativa de alianza. Debiérase
tender a conseguir, mediante enérgica propagan
da, que cada nación Sudamericana consignase en
su Carta Política la prohibición absoluta de ce
lebrar alianzas. Entendemos que en el Brasil tal
prohibición existe.
194 DEUEKES DE CHILE, PERU Y B0LIV1A

Desaparecida toeia probabilidad de alianza,


desaparecería una de las mejores armas con que
cuenta la ambición internacional. En los tratados
que celebrasen Chile, Perú y Bolivia, sería menes
ter nejar constancia de que no existía ningún
género de alianza entre los tres países, ni entre dos
de ellos, y de (|ue se comprometían, los tres, a no
celebr; ría, en caso alguno, con un cuarto.
Para convertir en realidad los acuerdos de
Perú, Chile y Bolivia, quizá sería preciso luchar
con la más fuerte diplomacia del Continente: la
yanquilandesa, la brasilera, la argentina. La Sede
de las deliberaciones tendría que ser una ciudad
libre de toda influencia diplomática. No podría,
pues, ser una capital; tampoco podría ser ciudad
peruana, chilena o boliviana, ya que los políticos
opositores al gobierno que celebrase los tratados,
siempre hallarían medios para obstaculizar el
arreglo. Creemos, pues, que el mejor sitio para
que los plenipotenciarios se reunieran, sería la ca
pital de un Estado mejicano, Puebla, Guadalajara
u otra, y no la misma ciudad de Méjico.
Tres plenipotenciarios, uno de Chile, otro de
Bolivia y otro del Perú, se juntarían allí para sus
cribir un protocolo preliminar, en el cual, en líneas
generales, constase la totalidad de los arreglos.
Protocolo sin fuerza obligatoria, sería sometido a
la aprobación de las tres cancillerías. Una vez
aprobado, los gobiernos nombrarían, cada uno,
una delegación de cinco plenipotencir rios, Este
ANTK KL PROBLKMA DKL PACIKICU 195

consejo de quince diplomáticos celebraría, detalla


damente, todos los tratados cuyos grandes trazos
hubiera contemplado protocolo preliminar. Ca
el

da punto del arreglo, sería materia de un tratado.


Dichos tratados, con la firma de los quince
representantes, irían a la aprobación de los tres
Congresos que, para este efecto, se reunirían en
pleno, cada uno, y con sesión permanente. Lograba
la aprobación de todos los acuerdos, cada gobier
no nombraría dos delegados, los cuales reunirían-
pe, siempre en ciudad apartada y no sospechosa,

para acordar la reglamentación y ejercicio de lo


resuelto. Dicha reglamentación requeriría ser
aprobada por los Ejecutivos de las tres naciones,
Mientras fuese gestándose el amplio acuerdo,
es decir, desde la reunión de los tres primeros per-
soneros autores del protocolo, hasta el termino de
los seis últimos, autores del reglamento, los go
biernos signatarios tendrían que emprender una
profunda y tenaz propaganda diplomática, perio
dística y social en todas las naciones iberoparlan-
tes. Inmediatamente que fuese aprobado el regla
mento final, los gobiernos nombrarían, en las prin
cipales plazas de Hspaña, Portugal y la América
Latina, agentes financieros expertos y honorables
que dirigiesen y lograran la colocación de los dife
rentes valores lanzados para establecer las Com
pañías v cubrir las deudas.
Hecho todo esto, se desprenderían dos conse
cuencias precisas: la comunidad diplomática delos
r.'ti DKBEHKS I)K cnlLE, PKRU Y UOMVlA

tres países y el arbitraje mutuo. La comunidad


diplomática traduciríase acción siempre
en la
acorde que los representantes de las tres naciones
sostuviesen ante el extranjero, de manera que
siempre los intereses del Pacífico sudamericano
fuesen integralmente respetados y nunca la hege
monía de las tres naciones tuviese punto vulne
rable.
Lpifoncma obligado del acuerdo sería el arbi
traje mutuo, manera cierta de solucionar las des
avenencias que pudieran sobrevenir a través del
juego económico y diplomático de las tres repúbli
cas. El roce frecuente produce siempre asperezas;
v es posible que Chile, Perú y Bolivia, en su contí
nua intimidad tuviesen, de vez en vez, motivos
para estar disconformes. Caso de que la divergen
cia surgiese entre las tres naciones, las tres consti
tuirían una comisión arbitral, a cuatro personeros
por país: los doce representantes nombrarían,
para integrarse, otros cuatro que no fuesen ni
peruanos, ni bolivianos, ni chilenos, ni oriundos de
alguna de las repúblicas limítrofes con Chile, Perú
v Bolivia, El fallo, por mayoría, de esos dieciseis
arbitros, sería inapelable. En caso de que el des
acuerdo sobreviniese sólo entre dos de las naciones
signatarias, el gobierno de la tercera haría de
arbitro sin apelación. La desobediencia a cual
quiera de los fallos traería el desahucio de todos los
tratados v acaso la guerra.
El arbitraje, en su interpretación más sensata
ANTE El, PKORLEMA DEl. PACIFICO 197

y racional, es un medio para obstaculizar, dentro


(le lo posible e inmediato, el casas helli. Xo es,
como quiso en sus orígenes, panacea contra
se
toda contienda, remedio seguro para evitaren lo
absoluto el conflicto armado. Es una fórmula
amigable; mas como toda amistad es susceptible
de ruptura v la soberanía de una nación no reco
noce autoridades coercitivas ni es justiciable,
resulta (pie el arbitraje es acatado cuando no
lesiona la soberanía de los pueblos que a él se
sometieron.
En el caso que discutimos, hay que contar con
que, dados los vínculos que estrecharían a Boli-
via. Perú y Chile, ningún conflicto llegaría a ser
ultraje para la soberanía de cualquiera de los tres
pueblos. Trataríase siempre de conflictos menu
dos, defectos de interpretación, vacíos de regla
mento o irregularidades de manejo. Y esto siem
pre es solucionable.
Caso de que surgiese el conflicto en forma agu
da, del todo sin remedio, y fuese preciso desahuciar
los tratados, por lo menos en su puro aspecto
mercantil, ya que el territorial apelaría a los caño
nes, ello probaría que los acuerdos eran ineficaces
V estaban colocados o más acá o más allá de la
vida de las altas partes contratantes. Entonces,
sobrevendrían nuevos tratados o la guerra. La
guerra, al resolver lo que el arbitraje no pudo
aclarar, crearía un nuevo estado de cosas sobre
bis (pic acaso pudiesen caer nuevas estipub eiones
l()8 UEBEKES L)E OHILE, PERU Y ItOMVlA

mejor urdidas. El simple desahucio abélieo proba


ría, ante todo, fragilidad e inconsistencia en el
concierto, o ánimo olvidadizo y frivolo en los
gobiernos.
De todos modos, tan atados estarían Perú,
Chile v Bolivia por sus acuerdos ferrocarrileros, de
deuda; de marina mercante fluvial, marítima v
lacustre; de sus comercios sobre la hipoteca v el
seguro, de su uniformidad postal y monetaria, de
sus fusiones intelectuales y de legislación, que sería
harto difícil, no va la guerra, que ni siquiera el
desahucio y dejación de los tratados. Acaso el in
terés aleatorio de los gobiernos lo intentasen; pero
el pueblo, acostumbrado a esa vida fraterna, enri

quecido por esa solidaridad, no consentiría que un


simple juego político fustrase adquisiciones conse
guidas al cabo de tanto sacrificio, de tanta abne
gación inteligente, de tan elevado y amplio amora
la patria individual v a la patria común.
En momentos concluir este libro, la boca
de
malintencionada de los incrédulos y de los hom
bres semovientes, tiene que pronunciar las palabras
fatales: utopía, ensueño, idealismo. En primer lu
gar, 110 las rechazamos. Sí, queremos aclararlas.
Pobre es la realidad que no reconoce por origen
una utopía, un idealismo, un ensueño, aun usando
estas palabras como el vulgo quiere usarlas. La
Realidad, para ser dominadora y excelsa, debe ser
hija de reyes. Hija de Ensueño y Utopía. Esas
realidades grns:;s que engendra el Hambre v conei
ANTE EL PROBLEMA DEL PACIFICO 199

be la Cobardía, nunca serán la certidumbre salva-


elora de una raza o de un hombre.
Además, estamos seguros de no haber, aun co
locando las cosas en futuro inmediatísimo, incurri
do en utopía — siempre entendiendo como el vulgo-
ai discutir el problema del Pacífico como lo hemos
discutido, v al intentar su solución como la hemos
intentado. Todas nuestras indicaciones son más
que hacederas: Son imprescindiblemente hacede
ras. No desconocemos los factores que podrían
oponerse a que sean hechas. En primer lugar. Ir.
prensa declamatoria, clandestina, desmedulada y
venal. Resueltos los problemas que discuten Chi
le, Bolivia y Perú, esa prensa no tendría como
sacar oro y honores de la multitud inocente. Ya
los necios del Perú no podrían escribir loas piro
técnicas, en prosa v verso, hablando de la "traido
ra aliada del 79", del "atrevido y salvaje invasor
de la guerra del Pacífico." Las "cautivas", gra
cias a las cuales el presupuesto del Perú ha derra
mado tanto oro estéril y no pocos microccfalos
antropoides han derramado interminables logo
rreos elegíocas o guerreras, "las cautivas" desapa
recerían como tema inspirador de poetastros y
presupuestívoros.
Los necios de Chile no podrían a cada triqui
traque, repetir, con actitud melodramática, voz
bronca y sollozante v alborotada peluca, la célebre
frase de Vicuña: "no saltéis el morro", v, luego,
glosarla en prosa hinchada de hojalatería o en
L'ÜO DKHKKKS l>K CIUI.K. PKRI' V O'lhlVlA

verso frenético de comparsa en carnaval. Los ne


cios de Bolivia estarían incapacitados para atro~
nar aire de la patria con el clamor del puerto; la
el
memoria, llorosa o enfurecida, de Antofagasta y el
recuerdo de las riquezas idas v de las derrotas
soportadas.
Luego, los organismos comerciales que pasa
sen a poder del listado, tampoco se resignarían a
la liquidación de sus acciones, renunciando a las
ganancias del porvenir. Después, la oposición a
los gobiernos de las tres repúblicas hablaría de
"mutilación y afrenta de nuestros derechos sobe
ranos", según la frase de estilo. Enseguida, la
diplomacia de las naciones colindantes, tampoco
aceptaría, sino regañadientes, el arreglo; y lo
a
mismo sucedería con la diplomacia de Yanquilan-
dia. Más tarde, tendríamos la oposición de la
politicalla v de los periodistoides que no hallarán
medro gracias a los arreglos y a la organización
de la propaganda.

Quiere, pues, decir que sólo cuatro factores ne


gativos v crasos se opondrían al arreglo; la Nece
dad, la Usura, la Envidia y la Terquedad. Necio
es el mono, envidioso el gato, usurero el zorro y
terca la mula. V con los sentimientos de estos
cuatro animales, no es posible ni armonizar un
continente ni regir la vida de tres naciones.
Las palabras: utopía, ensueño, idealismo, en
boca de esos especímenes de zoografía ruin, deben
ser interpretadas asi: belleza, justicia, prosperidad.
ANTE EL PROBLEMA DEL PACHFR'O 201

Y cuando esas bocas digan: lo real, lo práctico, lo


positivo, leamos: hambre, rapacidad, miseria.
Sobre todo esto está el pensamiento de los
hombres de Estado, está la idea de los que no tie
nen miedo de abrir los ojos ante el sol ni de saltar
encima del abismo: están los pies seguros y las pu
pilas firmes, base y vértice, fronda y raiz.
Cuando la tierra y el cielo se juntan, gracias a
una óptica de ilusión consoladora, surge el hori
zonte, esa línea maravillosa tan amada de los via
jeros, hombres, brisas o aves. Cuando se juntan
el pensamiento y la acción, ante los ojos mentales
emerge el porvenir, paisaje encantado de las inteli
gencias migratorias, cueva de Montesino, donde,
gracias al genio recién llegado, despiertan Duran-
darte y Belerma que durmieron siglos. No hay
pensamiento que no despierte de su sueño mágico
cuando en las celdillas del cerebro parece que se
unen la inteligencia y el músculo y el pensador que
piensa siente que en él se kvanta irresistiblemente
el hombre de acción. El porvenir es de los ojos que
nunca se pusieron espejuelos y de las piernas que
jamás necesitaron muletas.
^
El porvenir. Quien leyera las páginas de la
literatura europea, en vísperas del Renacimiento
y la Reforma, creería que aquellos hombres habían
perdido para siempre toda fe y todo amor. Esos
pueblos de Europa, nacidos distintos y enemigos
entre la enorme polvareda de siglos que produjo
la caida de Rómuln Augíístulo, esos pueblos duda
DEUEKES DE CH1LE, Pl'.Hl' Y I1OLIVIA

ron del porvenir. Entristecidos por la guerra y la


conquista, por el dolor cristiano y por el paganis
mo ausente y lleno de anatemas, esos pueblos son
los grandes pueblos de este siglo veinte en que los
bárbaros han vuelto a invadir el mundo para
renovar culturas.
En América no es conocido ni sospechado do
lor semejante. Cuando nacimos a la vida libre,
aunque ya el tíempo nos había roto y sepultado
tres civilizaciones, la democracia naciente nos
cfreció lo que tenía y Europa materna no nos dejó
en la barbarie, No hemos salido de la caverna
para ir al palacio. Nuestro hogar republicano, en
el albor del siglo diecinueve, fué modesto; pero ya
era hogar de hombre, del hombre inventor, creador
y hábil, tan fuerte casi como la naturaleza. Quizá
tanta felicidad, tanto mimo infantil, nos per
dieron.
Nosotros que tuvimos Sacsahuaman y Cala-
sasaya, Guatimozín y Huaina Capac, el oro del
Virreinato, el hierro de la Emancipación y la crá
pula de la República embrionaria, estamos obliga
dos a preparar nuestra fiesta de porvenir, fundien
do en ella oro v hierro, leyenda y cultura, lo nues
tro v lo liien adquirido, lo útil y lo bdio.
Dentro de la más noble practicidad y sin olvi
dar que lo posible también es bello, el autor de
este libro ha planteado la solidaridad de Chile,
Perú v I'olivia. Sólo que, en vez de hablar, a secas,
de solidaridad, de amor, de fraternidad, ha habla
ANTE KL l*UO BL KM A OKL PAUIKICO 203

do de bancos, de hipotecas, de geografía, de ferro


carriles, de buques mercantes. Si esto no se puede
hacer, es porque la buena voluntad humana ya no
existe.

En vez de esa diplomacia que da comidas los


sábados y se viste de frac para ir a la ópera; en
vez de esos diplomáticos coleccionadores de anti
güedades curiosas y de mujeres fáciles; en vez de
esa diplomacia que sólo es diplomacia ante el
menú o ante la pareja de baile— impongámonos la
tarea de hacer, al margen de todo oficialismo
socarrón o mentiroso, otra diplomacia: la de las
ideas y la sinceridad, la del valor que salva, la del
sacrificio que ennoblece, la de la verdad y el amor
> que elevan, la del estudio que no engaña.

A los hombres de ideas de los tres países, a los


hombres que tienen el valor de sus pensamientos y
el de suacción, a los que una vez sufrieron por no
mentir, pero jamás mintieron por no sufrir, a esos
apela el autor de este libro. A quien se llama en
Chile Eliodoro Yáñez, a quien se llama en üolivia
Daniel Sánchez Bustamante, a quien se llama en el
Perú Javier Prado, vayan estas páginas; va van á
todos los intelectuales y los políticos: a la juven
tud y al pueblo las entrego.
Es un mensaje que marcha recto por encima de
la cabeza febril v vacía de la multitud. \a al futu
ro como una flecha. Y si "la flecha del odio fuese
al viento", al amor va la flecha del futuro.
204 DEBERES DE CHILE, PERÜ Y BOU VI A

Más allá de la multitud, del


prejuicio, de lo
ininteligente, de lo puramente animal — le que
grita, lo que insulta, lo que gesticula,— están el
amor y el futuro.
A mis espaldas está el viento,
ADVERTENCIA FINAL

Otra vez -
Comentarios y anécdotas
- - del Perú -
Un aspecto -
- Los peruanos que emigran - -

....
La pobre clase media .
¿Egoísmo?
- Concepto de la modestia - -
. - . . La revolución

Y vuelves a encontrarte conmigo, lector pa


ciente. Mucho tengo que contarte y mal de tu
grado habrás de oirlo, si ya no resuelves, aburri
do, dar con este libro en el canasto.
La obra cuya lectura estás concluyendo, ha
salido casi de milagro. Nada me han escatimado.
Ataques nocturnos y amenazas diurnas, indaga
ción de mis dcudas-que por dicha no abundan-para
comprarlas y llevarme, vergonzante, a los tribu
nales. No faltó peruano que en noche de embria
guez cayera a la policía y, al ser preguntado por
su nombre, diese el mío. La municipalidad de una
provincia recóndita del Perú se reunió "en cabildo
abierto", como dicen que se dice, para declarar, de
L'(H) DEUKItES DE CII1LE, PEKU Y UOLIVIA

modo solemne, que yo no soy ciudadano del Perú.


Cuatro caciques, más o menos cleptórnanos, legis
lando sobre la ciudadanía, Un hortera me llamó
bestia y los peruanos que se juzgan notabili
dades, cuando no dejaron de saludarme brindáron
mecon saludos tan profundamente corteses v cere
moniosos que, en verdad, parecían provocación,
II u lie de renunciara mi vida nocharniega, porque
amigos solícitos me hablaban de peligros de muer
te. Aunque no lo creí, no dejé de creerlo.

Un mi paisano tenía una hija, la cual hija, en


noche de sarao bailaba tango con un encopetado
mocito del mundo paceño. De pronto ocurrió que
las violencias de la danza dieron lugar a que la fal
da de la niña se rompiese a la altura de los muslos
y a que ciertas blondas y encajes que por ahí an
daban en confabulación con el broche metálico de
las ligas y con algunos alfileres, se prendieran, en
enredo graciosísimo, a los pantalones del mance
bo. Y
la pareja no podía bailar ni andar. Estaba
en medio salón, inmovilizaba y pudorosa. ¿Por
qué no había de estar pudorosa? Entonces, cosa,
extraordinaria y única; elpadre de ella aproximó
se, se arrodilló, deshizo aquel nudo gordiano de
ligas, blondas, encajes y pantalones,
alfileres, v

luego, abrazando al galán, le dijo:


— Mire,
mientras mi hija se arregla, vamos a
tomar algo, Anda, niña, componte v regresa a
bailar
ANTE EL PROBl.EMA DKL PACIFICO 207

Y padre y el bailarín se fueron al buffet.


el La
bailarina, fué al l'iidoir.
Instantes después, los mozos reanudaban el
baile. Al cabo de ocho meses, ella, precipitada
mente, se casaba con otro, con un paisano mío.
Bien, lector. varón paternal, que hoy
Aquel
tiende a personaje, opina que yo soy un canalla.
Y es mi enemigo. Y dice que escribo panfletos. (1|
En mis tres meses de estada en La Paz han llc-
gado a esta ciudad, como nunca sucediera, doce
comisiones individuales y colectivas a fin de inten
tar componendas. Hay gente en el Perú que posee
datos preciosos: "nos consta de modo fidedigno
que el gobierno boliviano le ha dado a More veinte
mil pesos y que, además, durante dos años, le dará
mil mensuales". Como si el Gobierno de Bolivia
no supiera que con veinte mil pesos y mensualida
des de mil, no se compra periodistas, porque, a
cambio de tales sumas, está en venta el Gobierno
del Perú. Lo que no quita que vengan, del Perú,
a ofrecerme consulados y pensiones.
Se han acostumbrado a saber que nada se

puede hacer sin paga. Nó han faltado peruanos


que vinieran con aire de confidencia y diciéndose
mis admiradores, a contarme largas intimidades:
aventuras galantes y complejidades económicas.
Con tanta insistencia hacían lo mismo, que al
cabo sospeché v, al preguntarles qué objeto traían

( 1 j Vi'.isi' \i\ notn diVima.


2US UKBEKES DE CH1LE, PEKU Y HOUV1A

al relatarme tantas veces y por tan diversos mo


dos, la misma cosa, ellos, al fin ingenuos, repli
cáronme:
— Más vale decirle a ustedla verdad: tenemos
encargo de sal)er si la situación económica de usted
es buena o mala y, además, se dijo que iba usted a
casarse.
— Y querían ustedes explotar mi pobreza o
frustrar mi amor. ¿Cierto?
— Más o menos,
— Pues entérense de mi pobreza es de una
que
relatividad muy decorosa, y de que, en cuanto a
amores no tengo tiempo. Hace nueve años que
cumplí los veinte y hace cinco que releí Aristóteles.
Ya no es fácil para mi eso de amar mujeres; bus
carlas, pase.
Y los ingénuos a quienes perdoné, desencanta
dos de su espionaje, hoy son mis amigos.
¡Pobrecitos!
Todas estas pequeñas miserias las cuento para
que se sepa como es la política actual del Perú. Yo
puedo exhibir a esa canalla, porque nunca le pedí
ni le acepté. En mi vida sólo he tenido un puesto
público que duró dos meses, y fué mientras funcio
nó una Junta de Gobierno revolucionaria. Des
pués, quiero que venga cualquier hombre público
del Perú, cualquiera, a decirme si alguna vez me
vió en sus antesalas o solícito ante sus reclamos.
Quiero que los directores de periódicos limeños
donde he trabajado me digan si no es cierto que,
ANTK VA, PKOBLKMA DEL PACIFtCO 20'.)

sin vacilación alguna, abandoné el puesto cuar.doel


diario empezaba a hacer política que me era repug
nante. En cambio, revistitas redactadas por anal
fabetos —y no exagero — y por turibularios infames,
se permiten suponer desacertadas mis ideas, sin
indicar dónde está el desacierto.
Enferman esa suficiencia doctoral, esa pedan
tería inobjetable de gentes que jamás abrieron li
bro que no fuera de Paul de Kock o de la biblio
teca rosa.
Y luego, como supremo argumento, hablan de
que yo odio al Perú, por despecho, porque no me
dré en el cual yo quería. No se explica. En Lima,
he sido jefe de redacción de algunos periódicos y
redactor de todos, menos de El Comercio, cuya
casa, por higiene, no pisé jamás.
He hablado en todos los teatros y en casi to
dos los centros intelectuales, artísticos, obreros, y
siempre fui aplaudido. Gané, con mi pluma, ¡lin
cho dinero, y, por mi pluma, no me faltaron
honores y placeres. Todo esto no me engríe ni
satisface; ni con mucho. Considero que es ti
embrión del esbozo del principio de mi carrera li
teraria. A lo más, un buen recuerdo d# juventud.
Pero constato todos los hechos, para que se
vea que no puedo estar despechado contra Lima.
Lo que Lima me inspira es desprecio. Porque la
viví o porque la ví vivir, la conozco en todos sus
aspectos, hasta los más recónditos. ¿Cómo no voy
a despreciarla?
210 DKBEK1CS 1JK CHILE, PEKL' Y BOL1V1A

Pero que yo odie al Perú, nunca. Nací al pié


de los Andes, junto al lago donde la Mitología,
ciencia de los orígenes, coloca la fuente del Imperio.
Ante las ruinas cuzqueñas mi espíritu se ha ele
vado. Lo que no entiendo es eso coloniaje degra
dado y sifilítico que tanto envanece a los limeños,
Yo no veo que Micaela Villegas o la Castellanos o
todas las cortesanas de saya y manto, puedan ser
orgullo de una nacionalidad. Cuando un extran
jero llega a mi tierra, le hago pasear museos, bi
bliotecas, parques. No se me ocurre, para prestigiar
mi patria, decirle, de preferencia:
— Venga usted, conocerá los burdeles. — Amo a
los conquistadores, a Pizarro el fuerte y a Cortés
el intrépido. Amo de la España madre, la época
grave y poderosa del Emperador; la época oscura
e inespugnable de Felipe II. Pero no puedo amar,
ni gracias a don Diego de Silva Velásquez, esos
días ruínes de Felipe IV, cuando el gran Imperio se
desmoronó a los piés de Mary Barbala y de don
Antonio el Inglés. No puedo amar al Hechizado,
ese imbécil.
Y la Lima ahora, dominada por el serpollo
de
purulento de la aristocracia colonial; esa Lima
chinonegra que pone sus ojillos oblicuos y su
cabeza berrenda en negro bajo coronas condales;
esa Lima que corrompe a todo el Perú, esa mere
cerá siempre, no mi odio, pero sí el fuego que está
en mis manos.
No diría estas crueldades, si no me hallara
ANTK KL PKOMLKMA l>K.L P.u 'IKIllu Lf 1 1

seguro de que bajo ellas palpita el más grande y


puro amor.
lin L;i Paz hay cinco mil peruanos. Yo los he
visto, aunque ni les busqué ni me buscaron, les he
visto, digo, ausentes de hogar y patria, inclinados
siempre sobre el banco del obrero o sobre el luifete
del oficinista. De esos cinco mil, diez harán vida
regalona. Los demás sudan el pan que su tierra
no quizo darles. Vengan a mi, y díganme si no
salieron todos desesperados del Perú; díganme si
al dejar madre, novia, hermanos, el calorcito ho
gareño, la fruición dulce de la tierra familiar, no
renegaron por un momento de la patria inhospita
laria. No son ociosos, pues que aquí trabajan.
Son honrados, pues aquí merecen confianza. Son
jóvenes v laboriosos. El «|ue no hizo fortuna, hizo
nombre. ¿Por qué se vinieron a Bolivia? ¿Por
qué tan de prisa dejaron el Perú?
No lo dejarían, de juro, porque en él estuviesen
muy bien. Lo dejaron, si, porque veinte familias
de Lima se han apoderado del setenticinco por
ciento de la fortuna privada; poique, de la fortuna
pública, el ochentidós por ciento de lo que produ
cen los departamentos, va a Lima para ser derro
chado en amoríos de toda especie; porque el chino
y el negro invaden los campos, y el señoritingo ho
mosexual eincompetente llena las oficinas, v el
buen trabajador de la clase media se muere de
hambre.
Por todos estos dolores, por todas estas mise
212 DEBEKHS UE 0H1L.E, PEKU Y BOLIV1A

rias, debemos amar a esa pobre patria que no tie


ne una mano que la salve, un áncora que la acoja.
Nadie está obligado a ese patriotismo que no re
para en dolores y soporta las calamidades. El
patriotismo es lo otro: es el deseo de que la patria
sea perfecta.
Todas las vergüenzas de la aristocracia limeña
se pasean por el continente a costa del oro del
Perú. Mientras, la clase media, base de la socie
dad, fuerza viva, se disuelve en el extranjero con el
único objeto de ganar el pan. Conserva del colo
niaje el respeto miedoso al señorón que tiene auto
móvil propio y sastrería de lujo. Hay que sacudir
esos hábitos de servidumbre.
El millonario que goza millones bien ganados-
si esto es posible — y que exhibe una vida de labor
y esfuerzo, libre de vanidad y de vanas aspiracio
nes de dominio, merece algún respeto. En la socie
dad moderna es un tipo superior. Pero el presu
puestívoro ocioso, que nada representa y todo lo
gasta, debe ser exterminado.
En este memento, el patriotismo peruano in
duce a la revolución, a una revolución sin cuartel
en la que caigan cientos de cabezas. No se trata
de cambiar un gobierno ni de reemplazar un Con
greso. Hay que renovarlo todo. Es preciso que
la llama de la revuelta se esparza devastadora
desde Sarumilla hasta Carumas. Es preciso hacer
un auto de fe con todos los que ahora dominan.
Reformado el Perú, sus arreglos internaciona
ANTE EL PKUBLE.MA DEL. P.M'IFK'n 2 1 ii

les se afianzarían. Esos arreglos internacionales


que preconizo y que tanto enfurecen a los perua
nos, son la salvación del Perú. Ahora, la cancille
ría de Lima esteá mal con Chile; carece de significa
ción en Brasil y Argentina, es odiada en Ecuador
y Colombia y nadie se precnpa de ella en Bolivia-
Nadie. Bolivia se aproxima a Chile y la fraterni
dad perú-boliviana, motivo de tanto cacareo, es
una mentira. Carece de base cierta, de apoyo
positivo. Es una treta del gobierno del Perú (pie
manda visitas y más visitas, sin que nada se logre
de tanto visitar. La célebre misión Osma, que
tanto ruído social — foxtrot, champaña — hiciera en
La Paz, fué un calamitoso fracaso diplomático.
La cancillería boliviana amonestó algunas veces
al jefe de la misión del Perú.
Si Perú se arreglase con Bolivia y Chile, tam
el
bién se arreglaría con Ecuador y Colombia y,
entonces, libre de litigios que desgastan, merecería
respeto de Argentina y Brasil, sería amigo esti
mado de sus vecinos y, sin miedos ni pendencias,
avudado por sus comanditarias, dedicaríase a
prosperar.
Pero para todo esto, es necesaria la revolución
En todos los países del mundo, el hambre es origen
de la revuelta y de la reforma. En el Perú no da
más resultado que la emigración. El que en el
Perú no halla trabajo ni porvenir, se ingenia un
pasaje de tercera, porque no hay cuarta, y se mar
cha. Y ahí queda eso.
-14 DKHKKKK l'K CIULK, PKKV Y Hol.lVI.1

A semejante sicología la llaman patriotismo,


\ el tal patriotismo lo afianzan dándose de palos
a media noche v en callejuelas apartadas. Están
llamados a secundar los movimientos generosos y
de salvación; pero, como señal de protesta, se
ausentan al extranjero. Allí sufren, rabian contra
la patria; pero en cuanto tienen una comilona con
cuatro amigotes, cantan el himno del Perú y for
jan los mejores planes de rehabilitación. Porque
en la conciencia de todos está que la patria nece
sita rehabilitación; pero esa conciencia, para des
pertar, debe ser requerida por manjares fuertes y
vinos añejos.
Le tienen horror
la verdad y opinan, como
a
las mujeres, que hav verdades que ílel.ei ser calla
das. Todo esto da pena; mas no quita el deseo de
intentar la curación.
Lector: en momentos escribir la última
de
línea, te pido qtie perdones el poco de egomanía,
egolatría, egofilia, egotismo, o como quieras lla
marlo, que he disuelto en estas páginas. Es defecto
literario. Cuando el morbo literarío se incuba y
el niño se siente plumífero y coge la péñola, lo pri
mero que escribe es esta infeliz palabra: Yo. Y la
pone con mayúscula. Los escritores enfermos de
infantilismo gritan: yo; y, así. el detraqué Vargas
Vila, por ejemplo, no deja de la mano tal pronom
bre. Los escritores negados, perseguidos, sangrantes
por la injuria, ala larga nos refugiamos en nosotros
mismos v, entonces, vueltos por el dolor a la pueri
ANTK Kh PROBLEMA DKl. I'm'IFKhi 21")

cia, retornamos a la lírica para exclamar: Yo. Todo


lo vemos a través de nosotros mismos-único modo
de ver loinvisible-y es por ello que, a cada instante,
nos encontramos. Y a veces la tentación es fuerte,
Cristo, en la época floreciente de su prédica,
jamás habló He sí. Iin la cruz, cuenta la leyenda,
casi todas las siete palabras las refirió a su
persona.
Y ello no es inmodestia. La modestia no con
siste en que uno viva ausente de sí mismo; consiste
en estar pronto siempre a comprender y respetar
a los otros. Es modesto, aquel que, ante sus se
mejantes, se manifiesta siempre igual a sí mismo;
es modesto, el que da lo que tiene y sabe recibir lo
que le b'Cii ofrecido.
eo.

Porque estoy pronto a recibir el consejo y la


idea que me sean brindados cordialmente y porque
de buena fe doy lo que tengo, no creo ser inmodes
to. Y los que con modestia me lean, así lo com
prenderán.
Sólo una cosa pido; que haya una mente en
la cual este libro pueda producir una idea.

Aquí concluye "Deberes


de Chile, Perú y Bolivia ante
el problema del'Pacifico."

La Paz, 29 deFehrcro de 1918.


La Paz, 25 de Marzo de 191S. ( 1 )

(1) Vonse ln notn oncena.


NOTAS

NOTA I

Fué en "El Fígaro" de Ln Paz, periódico que yo


dirigía, que publiqué el artículo en referencia. De hecho,
pertenecía a la redacción; un periódico peruano lo repro
dujo, como mío. Es míii; y aquí lo incluyo para que
se vea si yo merecía insultos. Ese artículo está dentro
del complexo de mis ideas. No es desleal ni mentiroso.
Diga el lector cuál es el antipatriotismo.

Helo aquí:
NOTA DEL DÍA

EL ARREGLO DE LA CUESTIÓN TACNA V ARICA

Todos los periódicos peruanos y chilenos traen la


noticia de que las cancillerías del Kimac y el Mapocho
están, casi con éxito, avanzando en el arreglo de la vieja
cuestión de Arica y Tacna. Los diplomáticos limeños
que pasan por Santiago, siempre llevan alguna misión
confidencial de su gobierno ante la Moneda. Y contra
- II
fulmente, los diplomáticos chilenos i:ue pasan por Lima
son portadores de alguna misión análoga.
Cuando don Felipe de Osma se dirigió al Brasil,
como representante de su gobierno, tuvo muchas y sen
sacionales conferencias con el Presidente y el canciller
chilenos. Ahora, ha pasado por Lima, el señor don Fidel
Muñoz Rod;íguez, Ministro Plenipotenciario y Enviado
Extraordinario de 'Jhile ante el Ecuador, se ha detenido
largo tiempo en Lima, y a su vez, ha sostenido misterio
sos pour parlera con el canciller y el Presidente del Perú.
Siempre que algún diplomático chileno tuvo urgen
cia de pasar por Lima, no se detuvo más tiempo que el
que le concediera el itinerario del vapor en que viajaba.
Ahora, el señor Muñoz Rodríguez ha faltado a ese prece
dente, deteniéndose muchos días en la capital peruana.
Cualquiera que sea la eficacia que tengan esas
tentativas de arreglo perú-chileno, la cancillería de
Bolivia debe estar en espectativa, frente a las gestiones
liquidadoras de Chile y el Perú. La solución del pro
blema del Pacífico, uno de cuyos aspectos principales es
la cuestión (le Tacna y Arica, no puede estar desvincu
lada de los intereses de Bolivia. Desde el momento en
que la guerra del Pacífico la pagó tan cara Bolivia, no
es posible que el Perú y Chile, los otros protagonistas de
aquella infortunada contienda, ^e den las manos y se
arreglen a espaldas del interés y de la espectativa de
Bolivia.
No se trata sólo de la solidaridad americana y del
criterio continentalista — que por sí sería una razón. Se
trata de la más elemental justicia y de hacer una diplo
macia caballeresca y efusiva, sin exclusiones amargantes,
Bolivia tiene el más perfecto derecho para vetar los
acuerdos perú-chilenos, si éstos van a realizarse dentro
de un misterio egoísta y lleno de animadversiones.
Los representantes que Perú y Chile tienen en La
- III
Paz, están, autorizados por sus gobiernos, en la precisa
obligación de comunicar al gobierno de Bolivia los
acuerdos de esos países. Y de pedir la opinión del go
bierno boliviano.
Si as: no se hace, se rompe la armonía continental
en el Pacífico, se cumple una política absurda de aisla
miento y se tiende a las ententes imperialistas, ententes
que tienen el secreto seguro de los conflictos futuros.

SOTA II

Mi hermano Ernesto publicó en "El Tiempo" de


Lima, en 5 de febrero de 1'JlM, la carta cuyos principales
párrafos son el motivo de esta nota. Como se verá, la
carta se inspira en doctrinas parecidas a las que sus
tento en este libro. Opinión de quien acaba de dejar la
adolescencia, esa carta tiene el interés de su lealtad y
prueba que la juventud del Perú no es agena a la política
sana. Se ve también qué clase de vida moral lleva
ilEI Comercio" de Lima.

La carta dice;
"En "El Comercio" dehoy he leído un telegrama de
Chile en que malignamente se expresa la opinión que en
ese país produjera la trascripción de un artículo de mi
hermano, acerca de las cuestiones de Tacna y Arica.
Como en las ideas de ese telegrama, que pretenden
resumir las de mi hermano, se invierte el sentido de
éstas, deduje que era en "El Comercio" y no en Chile
donde lo habían fabricado, ya que entre ideas e indiví
duos existen relaciones directas. Esta sospecha se con
— IV —

hrma por la enorme diferencia de fechas que media entre


la trascripción del artículo y la publicación del telegra
ma, siendo imposible que aquí se sepa con mes y medio
de atraso lo que ocurre en Chile.

No es difícil ver a dónde seencamina esa táctica


subterránea de noticias insinuantes y sin comentario.
Se quiere extraviar el criterio del público que no tiene
facilidades para beber en la fuente misma y orientarse
por sí misino.
Intenta presentar a mi hermano como un "sans
patrie" que quiere ganar popularidad en el extranjero
a costa de su patria . Y como no pueden, por débiles,
rebatir ideas con ideas, ahogar teorías con teorías, ape
lan al método periodístico del chisme, que a fuerza de
repetirse algún tiempo con sello de indiferente, llega a
penetrar cautelosamente en la convicción de las gentes.
Siempre los elementos han sido enemigos de toda crea
ción. La creación es a los ojos de los espíritus sólidos,
cargados de mezquinos valores, la más terrible expro
piación. Se estremecen cuando sienten el frío de la
cuchilla quirúrgica en el miembro infecto. ¿Creen, acaso,
que patriotismo es la ciencia de diferir indefinidamente
los problemas internacionales, adormeciéndolos con la
abulia de sus tóxicos? En tal caso, cirujía sería la ma
nera de librarse de una infección por medio del olvido.
La buena intención de las ideas internacionales de
mi hermano, está garantizada por dos cosas: Primero,
por el prestigio histórico de su apellido, que le marea el
sendero del más puro patriotismo, so pena de caer en
ridículo, en caso de infamarlo, aun en las naciones
del sur.
Segundo: porque mi hermano, — y no dejaré de reco
nocerlo por ésto — es el que encarna actualmente el movi
miento de las ideas regionalistas, saturadas de energía
y reacción, y prontas para soliviantar el vigor de núes
- V -
tra raza. Y mal puede desear el mal a su país qnien le
ofrece i, leas
plenas de fuerza, teorías pujantes de vida.
¿No es el Regionalismo el primer partido en el
Perú, que gira alrededor de una idea y no de un indiví
duo ni una camarilla? ¿No es el espíritu misino del
territorio? Acaso el Regionalismo no sea sino una mo
lécula del Continentalismo. Los indivíduos primitivos,
las razas adolescentes, se corresponden mucho con los
territorios en donde viven. Nuestras costas perezosas,
con sueños de espejismo, necesitan el agua móvil de
los pieos para hacer germinar el grano; los que en ellas
moran, poseídos de medio-sentimientos, necesitan la
fuerte ingenuidad que de la cordillera ha de descender
sobre sus hombros débiles, eomo un alud que provoque
reacciones. Tal es el movimiento de esa vértebra (pie
que quieren debilitar espasmos centralistas.

Ernesto Alore.''

NOTA III

El 23 de febrero de 191.Í?, en vista de la actitud de la


prensa peruana, dirigí a los diarios de La Paz,
" El Norte" y " L;i Verdad", la comunicación que inserto
aqui. El 27 de febrero firmé el contrato con González y
Medina. Aquí está el libro. I'or lo demás, la carta sólo
tiene un interés: revela un estado de alma que deben
apreciar los que se resuelvan al estudio de este libro
mío. Me ha sido preciso reunir tanto documento, acaso
superfino, porque necesitaba ser leal con mis lectores.

He aquí el cuerpo central de la carta:


Para dirigirme en esta forma a los diarios de La
Paz, he esperado, con paciencia digna de más provecho,
— VI —

que la prensa peruana diese muestras de querer concluir


su campaña de insultos contra mí. Y parece que con
cluye, pues aunque diaritos de provincia siguen hidró
fobos, los periódicos principales de la capital, Arequipa,
Cuzco, Trujillo, se revelan apaciguados. Salvo que la
información que tengo sea deficiente.
Juzgo, pues, llegada la hora, no de defenderme, por
que contra el insulto no hay defensa, sino de exponer
públicamente mi línea de conducta. Es el objeto de esta
carta que va a molestar la delicada atención de usted,
señor director.
Cuando en noviembre de 1917 salí de Lima para
recorrer Sudamérica, y salí porque no me dejaban estar
tranquilo, mi propósito no fué otro que ir manifestando
en cada ciudad a donde llegase, las ideas que me pare
cían dignas — por originales, por oportunas, por útiles o
por atrevidas-*-de ser presentadas a los diferentes públi
cos ib-ro-americanos. Exponer esas ideas, sin mayor
insistencia, y seguir mi viaje, hasta que la vida mismn
me obligase a echar las anclas en alguna ciudad, — cos-
mópolis, capital o aldea. Mi programa no podía ser
más modesto. Hasta humilde.
Entre lo que 3^0 llamo mis ideas, figuraba como una
de las más queridas y cuidadas, aquella de que el pro
blema político del Pacífico no tiene sino una solución:
que el Perú le dé pnerto a Bolivia y le ceda Tacna y
Arica a Chile, desde luego, a cambio de compensaciones
honrosas y útites. Tal idea no la. he formulado por
primera vez en Bolivia. En el Perú, en 1911 y en 1916,
la he dicho, y he merecido por ello una serie de
denuestos.
Pero como el denuesto me tiene ya un poco empala
gado, he resuelto variar mi programa de viaje. Desde
hoy no viajaré exponiendo todas las ideas que me parez
can oportunas, originales, útiles o atrevidas. No. Desde
- VII -
hoy viajaré con solo, exclusivo, obsesionante y capri
el
choso objeto de decir en todas partes que el problema
del Pacífico debe solucionarse, que a nadie le conviene la
solución, más que al l'erú, y que esa solución no
puede ser otra que la que yo indico. Por hoy mi vida
no tiene otro motivo ni mi pluma y mi voz otro tema.
Así lo han querido los que oponen la desvergüenza al
pensamiento, los que creen que el patrioterismo irrazo
nado, rudimentario y simplista del cavernícola o del
troglodita, es el mismo que el patriotismo meditador,
desinteresado y cordial del hombre de ideas.
Tan pronto como pueda, un mes, nn día, si me es
posible, y vaya por hipérbole entusiasta, publicaré un
libro destinado a defender por sus treinta y dos costa
dos, mi tesis sobre las cuestiones del Pacífico. Me he
convencido de que al Perú hay que hacerle tomar el
remedio como a los niños: por l-i fuerza. Es una lástima,
pero no queda más que hacerlo.
Yo que siempre tuve terror a las ideas fijas, primas
hermanas o antesalas de la locura; quiero ahora, cons
cientemente, dejarme poseer con una de ellas. Y llevarla
hasta el fin. Y para ser leal, notifico a los patriotas del
Perú, que la campaña empieza. Por adelantado, que los
insultos no me molestan y nunca los contesto. T ierra
sudamericana que yo pise, escuchará mi voz, escrita o
hablada, sobre las cuestiones del Pacífico. Las furias
peruanas del primer momento, a la larga se cambiarán
en meditación, sobre todo en la juventud: para entonces
quedamos emplazados. Dentro de cuatro años — quizá

día por día estaré en el Perú, para repetirle al patrio
tismo peruano, lo que pienso decir en los otros pueblos
de América. Ya veremos si para entonces perduran las
actuales amenazas de linchamiento y las actuales desver
gonzadas frases de traidor, vendido, etc. Y digo cuatro
años, porque confío en que, en tan corto tiempo, no le su
— VIII -
cederán al Perú las terribles cosas que preveo. Si le suce
dieran, la razón me ampararía más que nunca y ios
peruanos tendrían que lavar con sangre el haberme lla
mado traidor. Merecerían pagar así su falta de sensatez
y de honorabilidad; pero no deseo que tan duro castigo
'es caiga.
Espero que la vida, con sus bromas y reveses, no me
impedirá desarrollar el programa que me he trazado.
Si me lo impidiera, por lo menos dejo los pródromos.
Quizá no falte otro peruano bien intencionado que quiera
seguir. Convengo en que la campaña es dura; pero tiene
la singular nobleza de su alta utilidad y de su acierto
político.
F. M.

NOTA IV

DiceJosé Luis Tejada Sorzano, en la parte deduc


tiva y aplicada de su interesante Memoria:
"Primero. — El establecimiento de una unión mone
taria entre los estados que forman las Américas del
Norte, Central y del Sud, la cual podría denominarse:
"Unión monetaria panamericana." Se elegiría como
patrón único, el sistema de oro, dando, en consecuencia,
valor liberatorio ilimitado a las monedas acuñadas en
dicho metal."
En clausulas posteriores añade:

"Quinto. La acuñación de las monedas del sistema
pan-americano, podría correr a cargo y bajo la vigilan
cia del Cjobierno Federal de los Estados Unidos de Norte
América, mientras se habiliten otras casas de moneda
continentales para su fabricación.
— IX -
Sexto. — Los detalles de tolerancia en el peso y en la
ley y todos los demás referentes a la acuñación, se
podrían regir por la ley monetaria delos Estados Unidos
de Norte América.
Séptimo. — La acuñación de las monedas panameri
canas sería libre en las casas de moneda habilitadas al
efecto; pero a fin de acelerar la primera acuñación, cada
una de las naciones contratantes podría comprometerse
a enviar a la casa nacional de moneda de Estados Uni
dos una cuota mínima de quinientos kilos de oro puro,
que le sería devuelta en monedas acuñadas.
Octavo. — Podría encargarse a la oficina de la Unión
panamericana que funciona en Washington para llamar
a un concurso americano destinado a fijar el diseño y las
leyendas de las monedas panamericanas."
Desde luego, quitándole a Estados Unidos esa especie
de control que Tejada quiere concederle, todo es exce
lente. Habría que suprimir las cláusulas quinta y sexta,
la segunda parte de la séptima y toda la octava. Sólo
así, el famoso panamericanismo sería reemplazado con el
coutinentalismo.

NOTA V

Me refiero a "El Comekcio" de Lima, diario fun


dado en 1839 y cuya imprenta y redacción están en la
calle de la Rifa.
El Hado, que en la aurora de la Eternidad urde las
tramas de la historia, tema dispuesta la calle, el alma
y la divisa del futuro periódico. ¡El Comercio! ¡La Rifa!
"
Tanto hubiera valido decir: "El Tráfico en la calle de
"El Apetito". Se prefirió apelar a decorosa sinonímia .
tu
- X -
Duí ante la guerra con Chile, cuando la ocupación de
la capital del Perú, "El Comercio" se clausuró para
no verse en la precisión de malquistarse con Lynch.
Cuando Panama se independizó, "El Comercio,"
perteneciente a colombianos, influyó, sugestionado por
el oro yanqui, ante el gobierno del Perú. Y el gobierno
del Perú fué, en el mundo, el primero en reconocer la
independencia de Panamá: así, a la vez que se solidari
zaba con la rapacidad de Washington, se unía a esa
horrible trasgresión del derecho americano y era infiel y
desleal a Colombia, la amiga y aliada de la hora de la
libertad. Más tarde, "El Comercio"' preconizó el
acercamiento perú-colombiano y, como no pudo conse"
guirlo, empeoró la situación. Pero cuando una guarni
ción colombiana fué, en el Caquetá, vencida por tropas
peruanas, "El Comercio" glorificó al jefe de estas tro
llas y le hizo héroe.
Ei febrero de 1914-, "El Comercio" elogiaba
3 de
servilmente a don Guillermo E. Billinghurst, presidente
del Perú. El +, caía, por un motín militar, el señor
Billinghurst, y "El Comercio" le infamaba llamán
dole desde tirano hasta loco.
"El Comercio" nació por uno de esos cataclismos
que sólo el Perú y la Geología conocen. Debió nacer
chacal y sería curioso inquirir qué pavoro.-.a palingenesis
intervino para hacerle cambiar de orden zoográfieo.
Carece de firmeza en todo. Es doble, tornátil y
mentiroso. Tiene del mono, del cocodrilo y del cama
león: si hubiera nacido hombre, habría sido rabiosa
mente polígamo o habría acabado en eunuco; si hubiera
nacido mujer, la poliandría la habría muerto.
De quienesredactan y dirigen ese periódico, sería
injusto decir que son unos miserables. La verdad es que,
para serlo, se requiere cierta complejidad de tempera
— XI —

meilto: acaso miserables son los pensadores que perdie


ron la ruta y se quedaron cuerdos.
Los de "El Comercio" son simples casos policiales.
De inmoralidad vulgarísima, no poseen un. solo relieve
de gran criminal. Carecen de cinismo varonil, de brío
ante la responsabilidad. Parecen fugar siempre. Iiasta
verles, para descubrir en ellos una tendencia invencible a
voltearse de espaldas. Pero son los más influyentes, a
fuerza de ser los más corrompidos.
''El Comercio" siembra intrigas, tramoya pecu
lados, aplaude sobornos, infama lealtades. Incitando
al pueblo y al gobierno contra Chile y Bolivia, ha
extraído millones de las arcas del Tesoro del Perú.
Hubo época en que, por publicar los diarios de los deba
tes de ambas cámaras, los avisos de minería, los avisos
judiciales, los avisos administrativos y ciertas informa
ciones de la cancillería, cobró más de treinta mil libras
peruanas al año. Las pagaba el Erario Publico y cada
redactor de "El Comercio" tenía algún pingüe destino
burocrático.
A medida que vaya viviendo, será algo más innoble
que una llaga incurable, una lepra inveterada o una ser
piente que sin cambiar de piel viviera un siglo. Pero
dominará al Perú, mientras no renovemos al factor
hombre.
Quienes escribieron, escriben y hayan de escribir ese
periódico, en lo que verdaderamente tiene de comercio,
piden a gritos ser conducidos a la horca. Y si no a la
horca, a una escuela correccional donde, gracias al sis
tema de celdas, tantos ejemplares de inauditas perver
siones queden separados del contacto humano. Si' sola
presencia sugiere cloacas, alcantai illas, rincones incon
fesable;, encrucijadas faciles para el asalto.
Augusto B. Leguía que, siendo presidente del Perú,
quitó a "El Comercio" todas sus subvenciones y gran
- XII -
jerias, merecio los babosos ataques del monstruo. Y he
aquí una frase de Leguía: yo tengo que ver la imprenta
'

de "El Comercio" convertida en plaza pública y en esa


plaza una estatua que yo regalaré: la estatua de la
Vergüenza."
¿Por qué llegaron a la cumbre semejantes larvas
— "El Comercio'' y sus redactores? Porque adularon
en forma que no es fácil sospechar. Quienes, desde el
colegio, son todo complacencias para el rico, esos están
inexorablemente destinados a ser parasitarios de "El
Comercio."
Este periódico es el que ha trastornado y podrido
Ja vida del Perú en todos sus órdenes: es guarida de la
oligarquía y de la plutocracia, refugio del plebeyo er.so-
beibecido y del plebeyo logrero. A su casa van los ven
cidos del talento y de la dignidad. La voz popular en
Lima cuenta horrores de la casa de "El Comercio":
el estupro infantil, la violación con adormidera, el adul
terio a viva fuerza, la suplantación de familias.
Ninguno de los grandes escritores del Perú, pisó la
casa de "El Comercio." No la conocieron ni Manuel
(lonzález Prada, ni Leónidas Yerovi.
Cuando veáis en "El Comercio" un elogio, podéis
jurar que lo elogiado es una canallada y un canalla el
del elogio.
Respetad y admirad siempre a aquellos a quienes
"El Comercio" insultó.
Por sí, en algún ejemplar disperso, se perdieran las
carátulas de este libro, quiero que mi nombre nunca
desaparezca de debajo de las presentes lincas.

Federico More.
NOTA VI

La anécdota que voy a contar es útil. trataba


Se
de un alto funcionario peruano que, al leer en un artículo
mío, lo siguiente: el Perú debe eeder Tacna y Arica a
Chile y dar a Bolivia Tacna Libre, me dijo, entre indig
nado y compasivo:
— Pero si se da a Chile Tacna, no veo cuál es esa
Tacna Libre que se va a dar a Bolivia. Los buenos
peruanos le llamamos Tacna Libre a la Tacna cautiva.
Es una figura patriótica.
Hube de sacar una geografía y un mapa del Perú,
para probarle al alto funcionario peruano que Tacna
Libre — precisamente por contraposición a la Cautiva —
se llama en el Perú al último departamento meridional,
departamento cuya capital es Sama, puerto destinado
para Bolivia.
El alto funcionario peruano tuvo que declararme,
con hidalguía de la que no le creí capaz, que ignoraba
esa sutileza geográfica y que yo, por lo menos en ese
caso, escribía verdades.
Tal es la idea que en el Perú se tiene de Sama. Y
guarda, que era un alto funcionario

NOTA Vil

A este respecto, y para documentación del lector,


publico, sin comentarios, la bien estudiada opinión del
estadísta boliviano citado. Esta nota es el complemento
de la cuarta.
- X 1V -
Concluye Tejada:
"Segundo. — La adopción como unidad monetaria
de la unión panamericana, de una moneda de oro que
contenga un gramo de oro puro con liga de un décimo
de gramo, pieza monetaria que tendría el carácter de
moneda de cuenta, y sería dividida en cien centesimos.
Tercero. — Los múltiples de la unidad monetaria
para los efectos de la acuñación, podrían ser:
Una moneda de oro que contenga cinco gramos de
oro puro y medio gramo de liga.
'
Una moneda que contenga diez gramos de oro puro
y un gramo de liga.
Una moneda de oro que contenga -veinte gramos de
oro puro y dos gramos de liga.
Cuarto. — Se reservaría a cada una de las naciones
de América el más amplio derecho para mantener en
vigencia su actual sistema monetario, y se convendría
tan sólo en que cada una de ellas dicte como medida
inmediata una ley que acuerde a las monedas aceptadas
para el sistema monetario panamericano, valor cance-
latorio ilimitado dentro de su respectivo territorio. Esa
ley fijaría la equivalencia exacta de la moneda paname
ricana en relación con la moneda legal de cada uno de
los sistemas monetarios actuales."

NOTA VIII

Mi diputado por Puno, don Alberto


buen amigo, el
Záa, incorporado a su cámara en los congresos extraor
dinarios de 1917-1918, tuvo el acierto de presentar,
defender y hacer aprobar la proposición en referencia.
Nos parece que, mientras llega la hora de los arreglos
- XV -
finales, el Congreso chileno debía tomar igual acuerdo
respecto a los estudiantes bolivianos y Bolivia respecto
a los del Perú. No sabemos si el Senado del Perú ha
puesto su aprobación en el provecto. Y caso de que así
haya sucedido, no sabemos si el gobierno de Bolivia
tiene noticia oficial. Dada la sicología de los gobernan
tes peruanos hay que invitarles a que conviertan en rea
lidad la iniciativa del diputado suplente por Puno.

NOTA IX

Puede parecer que los capítulos XI, X 1 I y XIII estan


fuera del plan del libro. Conviene aclarar: lo que sucede
es que casi todo el libro se desenvuelve dentro de ideas
concretas y circunyacentes a los pueblos del Pacífico.
Sin embargo, si se piensa con calma, se ve que esas ideas,
con ligero trastrueque, son trasladables a los pueblos
atlánticos. Y en cuanto a los capítulos que esta nota
trata de explicar, obsérvese que, por generalizables que
parezcan, tienen perfecta y restringida aplicación a
Perú, Bolivia y Chile. En lo que se refiere a Yanquilan-
dia y Japón, puede creerse (pie hay insistencia; pero si se
ve con eutrapelia, se descubrirá que la ampliación que
contiene el capítulo XII ensaya aspectos que no figuran
en el capítulo VI y, luego, en las páginas 108 y si
guientes.
Aparte de que el problema de Stidamérica respecto
al Japón y Yanquilandia, nunca será lo suficientemente
discutido.
En los capítulos XI, XII 3-
XIII,
hay cierto tropicalis-
mo que viene a ser la interpretación oriental del andi
nismo. Hacia el Atlán ico, como hacia el norte, hasta
— XVI
cierto punto, los pueblos son más tropicales. Díganlo
Kcuador, Colombia, Brasil. Venezuela, Cuba, Méjico.
Quizá por lo mismo, los puros países andinistas — Perú,
Chile, Bolivia — deben, desde un punto de vista emocional
y sensitivo, estético casi, tropicalizarse algo, con res
pecto a sí mismos orientalizarse, ya que en política bien
tropicalizados están.
De ta! modo queda explicada la intromisión delos
capítulos XI, XII y XIII en el libro: representan la pro
longación feliz del andinismo hacia la montaña.

NOTA X

La prensa limeña ha corrompido tan profundamen


te al público, que la más ligera verdad, el más leve
comentario libre, la más sencilla expresión dicha con
soltura, asustan a ese pueblo que se ha acostumbrado a
que la prensa diga sólo lo que todo el mundo sabe que
es mentira.
Se sabe que Fulano es un borrico y que Mrnganita
es una perdida; pero la prensa dice a diario: "el talento
so e ilustrado don Fulano" y "la virtuosa y noble dama
doña Menganita."
Esto a nadie hace cambiar de criterio, porque nadie
deja de ver al uno borrico y a la otra perdida. Pero si
de pronto alguien dice en letras de molde: don Fulano es
un borrico, la gente, profundamente habituada a la
mentira, pronuncia el fallo calumnioso y cobarde.
Pasquín.
La primera condición del pasquín es ser anónimo.
Cuando ya hacía muchos años que en la columna célebre
— XVII -
aparecían los carteles del denuesto, Venecia vino a sa
ber que era Pasquino el autor de ellos.
Entonces, a toda publicación anónima, insustancial
e indecorosa, la llamó pasquín.

El panfleto es la máxima gradaeióti pasional de una


idea de un credo, de un sistema.
El panfleto brota de un choque frecuente:' el choque
de un temperamento reformador con un pueblo dormi
do, disuelto e ignorante.
Generalmente se trata de pueblos sordos donde
todos, por no darse el trabajo de alzar la voz, se hablan
por señas. De pronto surge un rebelde que quiere devol
verle sus fueros a la voz humana, y grita.
El grito asusta a los sordos que ya habían olvidado
los timbres de la laringe hominal. En mitad del susto,
exclaman a la sordina:
—¡Panfleto!
Un panfletario seguramente fué el que inventó aquel
dicho: nos van a oir los sordos.
Si en Lima no estuvieran ta-: exquisita y profunda
mente corrompidos, el panfleto no los asustaría. Los
asusta porque a todo lo sano, justo y natural le tienen
miedo.
Beben los licores con sifón, usan baño tibio, se afei
tan con navaja gaillette, buscan a la mujer semidesnuda,
reservan su opinión hasta no oir la de la mayoría. Y
como la mayoría espera lo mismo, resulta que nadie
emite opinión. Viven desopinados.
El libelootra cosa. Es algo más personal y apa
es
sionado. Libelo es la publicación que aspira a destruir
un crédito o ahogar una honra. Puede o no ser anóni
mo, aunque generalmente no lo es, porque entraña un
rencor de persona a persona. Existe el libelo político,
que consiste en denostar sistemáticamente a determina
do
— XVIII
do individuo. Denostar, entiéndase bien: no es lo mismo
denostar que poner en evidencia.
El panfleto es un género literario noble. Es la evo
lución periodística, y por tanto, moderna, dela sátira de
los tiempos de oro.
Aristófanes, Tuvenal, Rabelais, Quevedo, Juan Mon-
talvo, son panfletarios.
El prologuista de este libro, tiene insignes prendas
de panfletario de buena ley, fuerte y austero.
Al que opina, le llaman en Lima pasquinista. Es
que no saben lo que es pasquín.
Jovencitos edulcorados y tiernamente olorosos, au
tores de rimas candidas y católicamente sensuales, cui
dadosos de su cintura y exigentes para buscar amigos,
se compungen, en Lima, de la manera más conmovedo
ra, cuando alguien dice la verdad. Tiemblan de que les
toque a ellos la hora de escuchar la suya.
Y es que los hombres siempre le ponenmotes a la
verdad. La llaman pasquín, locura, desvergüenza, atra-
bilis. Cualquier cosa. Pero, por no decir la verdad, no
la llaman por su nombre.

NOTA XI

Pongo estas fechas para disculparme ante el lector.


Xo son, palabra, alarde vanidoso. Al contrario.

Quiero que el público disculpe, en vista de la prisa


desmedida de mi trabajo, los innumerables defectos, de
estilo, de ordenación, de unidad que, seguramente, hay
en este libro. En mi carta que publiqué en "El Norte"
y "La Vendad" diarios de La Paz, prometí el libro para
fecha inmediata. Pido indulgencia, siquiera porque he
logrado cumplir mi compromiso.
Prometo que, si tiempo, vida y fortuna me ayudan,
perfeccionaré, con toda la relatividad que esté a mi al
cance, este libro en sucesivas ediciones.
Sobre todo, el lector culto que me haga la merced de
leerme, le pido que sea bondadoso. No me llame desgar
bado porque camino de prisa, jadeando un poco, perdido
el ritmo y rotos los frenos.
Más tarde, le aseguro que arreglaré compasada
mente mi caminar.

Pin de las Notas


INDICE

Prólogo
Advertencia preliminar.— Origen y motivo de
este libro. — Valor de la idea ante el odio
personal. — Noción real del patriotismo. — La
inconcieueia traidora del populacho, llama
traición a la sensatez 1
Capítulo i. — Formación y persistencia de las na
cionalidades sudamericanas. — El Continenta-
lismo. — El andinismo. — Valor del mar. — Pun
tos nobles andinistas y continentalistas. —
Juego y fluctuación de nacionalidades 11
Capítulo n. — Tócnica del Continentalismo. — El
olvido de antiguos bochornos y el respeto a
las modernas libertades. — Rechazo de toda
polonización. — De cómo se quiso polonizar
Paraguay v se pensó en polonizar Bolivia 23
Capítulo ra.— De 1830 a 1879.— Perú.— Chile.—
Bolivia. — La guerra del Pacífico. — La derrota.
-Enseñanzas. — Legitimidad del espansionis-
mo chileno. — Hoy, la idea espansionista, es
anacrónica en America 35
Capítulo iv. — La hon final de la derrota. — El
tratado de Ancón. — La guerra insolucionada.
— La situación de Bolivia. — La situación de
Chile. — La situación del Perú. — El tratado de
paz que, en 1904, celebraron Bolivia y Chile. —
No se ha creado verdaderamente el stntu quo
ante bellum. — El desequilibrio postguerra es
más hondo que el que existía en 1878. — El
Perú, eje del problema. — Necesidad de resta
blecer el equilibrio haciendo política realista... 47
Capítulo v. — Discusión sobi-e el panamericanis
mo. — Las cuestiones militares y antimilitares
en Sudamórica. — La paz armada. — La teoría
de las alianzas. — Necesidad de una política
autóctona. — Es nociva la imitación de la polí
tica europea. — Conviene diferenciar. — Predis
posiciones. — Las guerras que devienen. — La
equidad. — Sentido real de la política realista.
INDICE

— Las cancillerías.— El escritor.— Paralelis


mos. — Los fines 59
Capítulo vi. — Yanquilandia.— Japón. —Restriccio
nes al oro yanquilandés y a la inmigración
japonesa. — La Compañía de Vapores de Chile,
Perú y Bolivia. — Su organización y sus fun
ciones. — La deuda interna y externa de las
tres naciones. — Urge nacionalizarla. — El libre
tráfico fluvial y terrestre.— La Compañía Flu
vial de Vapores del Perú y Bolivia.— Dominio
Capítulo vil— Por qué hasta hoy el Perú no ha
comprendido su estado internacional.— Solu
ción inalterable de la guerra del Pacífico. —
Tacna y Arica para Chile, a perpetuidad. —.
En la costa peruana, el puerto de Sama para
Bolivia. — Forma de que esta última nación
salga al mar. — Prolongación de la provincia
de Pacajes sobre el paralelo dieciocho. — Des
tino del ferrocarril de Arica a La Paz. — La
cesión de Arica, Tacna y Sama, no afecta en
nada al Perú. — Controversia histórica sobre
las cesiones territoriales en Sudamérica S9
Capítulo viii.— El problema de la guerra entre
Perú y Bolivia.— No existe ya el espansionis-
mo territorial de la nación chilena. — Nueva
forma de la tendencia espansiva de Chile. —
Necesidad de favorecer la industria de Chile.
— Las ratas del Atlántico.— Hay que incre
mentarlas imra evitar la tiranía del canal de
Panamá. — La doctrina de Wilson. — Esperan
zas del Perú 103
Capítulo ix.— El Sindicato Ferrocarrilero del
Pacífico. — Ferrocarriles longitudinales y do
penetración. — Cómo se organizaría el Sindi
cato. — Su desenvolvimiento. — El Banco Hipo
tecario de Chile, Perú y Bolivia. Sns rela
ciones en el juego de líneas férreas. — La Com
pañía de Seguros de Chile, Perú y Bolivia. —
Los grandes resortes del comercio, puestos
en manos del Estado, obedecen a los ideales
modernos. — El Estado no debe ser mal admi
nistrador y hay que tratar de que sea
buen negociante 113
INDICE

Capítulo x. — La comunidad postal. — La moneda


única a baso de monometalismo de oro. — El
intercambio do profesiones liberales. — La
Universidad Perú-boliviana.— Bolivia y Perú
deben uniformar sus legislaciones, principal
mente dictar una común legislación indígena.
— El intercambio universitario de todas las
facultades. — Imposibilidad de Zollverein 12:¡
Capítulo xi. — Siempre la raza. — Discusión etno
gráfica. — Origen de la cultura. — Persistencia
de la cultura. — Por qué en Budamérica la so
lidaridad aun vacila. — Alma continental, no ;
tipo continental. — La emancipación de la in
teligencia y el espíritu.— La religión confi
nen talista. — La cámara nupcial. — Teleología
del sensualismo 135
Capítulo XII. — Frases sobre Yanquilandia. — Las
cuestiones de Yanquilandia y el Japón.— El
factor racial. — La cuestión económica. — El
predominio marítimo. — Las esperas de in
fluencia comercial. — Sudamérica ante el pro
blema. — Las adaptaciones. —Formas de la
industria y su conformación sicológica. —
¿El peligro amarillo? 151
Capítulo xm. — La tierra. — La industria. --El de
porte.— Ejemplo de Argentina. --Chile se suma
al movimiento. ---Deben seguir Perú y Boli
via. ---La Universidad. ---El intelectnalismo.—
Las profesiones liberales.— La burocracia, la
empleomanía, el músculo, la gimnasia y el
civismo.— El ideal germánico.— Necesidad de
buscarlo 175
Capítulo xiv.— Las naciones sin puerto.— El des
arme. ---Provechos de las naciones.—Imposi
bilidad de las alianzas.-— La celebración de
tratados. ---La sedo. ---El protocolo preliminar.
—La propaganda.— Comunidad diplomática.—
Ensayo de exploración sobre el porvenir 1¡U
Advertencia final.— Otra vez. Comentarios y

anécdotas.— Un aspecto del Perú.— Los perua
nos que emigran.— La pobre clase media.—
¿Egoísmo y.— Concepto de la mcdestia.— La
revolución '.'05
FE DE ERRATAS

Linea Pásina Dice Ilebe decir

18 3 hacia a la patria hacia la patria


10 4 tanto como ellas tanto como ella
22 17 v su raza o su raza
17 18 de dé
11 19 Tiahuanacu Tihuanacu
16 26 étnica y racial de idioma y raza
15 28 chino chinos
18 32 dendro der. tro
g 35 Jes le
19 37 banquete banquetes
25 41 analfabetimo analfabetismo
29 42 chauvunismo chauvinismo
9 44 Sbiping SIeeping
4 51 produjo ya, produjo, ya
15 54 invertióla invirtióla
24 57 ininteligente ininteligente
20 68 aunqte aun (pie
27 68 tan ante ta ante
3 73 discresión discreción
5 80 famélici famélico
20 84 pignoradas pignorados
7 86 iniciarían iniciaría
10 87 brilla brillan
13 89 afectan afecta
2 89 resolutario resolutorio
17 105 aduanedos aduaneros
3 108 ya jamás jamás
10 116 y de la y la
12 116 Guaqui Huaqui
27 119 comandatarios comanditarios
i 120 elganadero en al- sobre el ganadero
gunas regiones del
'
en algunas regiones
Perú. En las del Perú. En las
KRRATAS

i'mn Paíina llifí Iicho decir

H 120 sobre ciudades, otras ciudades,


i 122 ellas ellos
122 con Estado con el Estado
i ¡i 128 de divertirse. de divertirse:
1 130 rán rían
24 131 tal bal
5 134 jineseos gineceos
n 137 surga surja
8 147 irja rija
10 147 truéquese trueqúense
24 149 Brookli no es na Broocklin no es ar
tural: tificial:
1 154 Yanquilandia ha Yanquilandia la ha
16 155 el imperialismo de el imperialismo
17 155 Manhuttan Manhattan
30 157 extrarazonables extrarrazonables
15 159 de el Africa en el Africa
19 159 quírite quirite
25 1 59 Wal Street Wall Street
12 160 sobre sufre
29 161 autárticus antarticos
23 166 pos por
(1 157 encandecidamente escandecida mente
24 184 pureza pobreza
5 189 Niestche Niezstchc
13 198 intentasen intentase
16 198 lustrase frustrase
23 199 elegí ocas elegíacas
29 199 saltéis soltéis
18 200 hallarán hallasen
14 201 Montesino Montesinos
r> 210 eso ese
20 210 Barbala Barbóla
6 213 precupa preocupa
LIBRERIA DE GONZALEZ Y MEDINA

Obras Nacionales editadas por esta casa,


que recomendamos

Jaiuie Mendoza. Nataniel Aguirre.


Páginas Bárbaras Juan de la Rosa
(escena de la vida del Beni) Memorias de un soldado
2 tomos Bs. 5. de la Independencia
Varias Obras
Colegio de Abogados. 2 tomos. Bs. (i.
Procedimiento Criminal
de la Manuel Ordóñez López.
República de Bolivia Constitución Política
Obra muy interesante de Bolivia
Precio: Bs. 4.50 Leyes y Disposiciones
más usuales
Daniel S. Bustamante. .2 tomos, Bs. 20

Filosofía del Derecho


Alberto Gutiérrez.
Precio: Bs. 4.
El Melga rejismo
Armando Chirvecb.es. Antes y después
de Melgarejo
Casa Solariega
Precio: Bs. 3.50
Precio: Bs. :l.

Miguel Mercado M.
Bautista Raavedra.
Reforma Electoral Historia Internacional
de Bolivia
Precio: Bs. 2.
Precio: Bs. (i.

Anuario Nacional de
José Luis Reyes.
Estadística y Geografía
La primera obra en su Diccionario General
género editada en el país de Legislación Policiaria
Precio: Bs. S. Precio: Bs. 3.50
CONZ.W.KZ V MEDINA, L1BKEKOS ED1TOKEH

Uñena ven t vira Reinales . EN PKEPAKACIÓN :

IvlAsesinato del Mariscal Ernesto Palza.


de Ayacucho,
Antonio José de Sucre Diccionario de la
Con nn prólogo del Legislación Boliviana
distinguido literato
Max Grillo en 4 tomos
Precio: Bs. ¡i.

Juan Bardina. Claudio Q. Barrios.


Arcaísmo del Instituto
Códigos Militares
Normal Superior
Organizado por la misión Anotados y Concordados
belga, con la Memoria
presentada al señor
Presidente de la República, Alcibiades Guama n.
dimitiendo el cargo
de Director de la Sección Los Colorados de Rolivia
deLetras
Precio: Bs-. 2.50 o las Guerras Civiles

Un libro muy interesante;

Libertad o Despotismo en Bolivia


El Antimelgarejismo después de Melgarejo
Controversia histórica sobre política
y Derecho Constitucional
por ALClBIADES tiUZKAX
UNIVERSITY OF TEXAS AT AUSTIN . UNIV LIBS

0 5917 3023502669

Vous aimerez peut-être aussi