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TEXTOS DE LA PRIMERA PARTE DEL LIBRO DE CATEGORÍAS FILOSÓFICAS II

LA EDAD MODERNA
EL RENACIMIENTO
Nel mezzo del camini di nostra vita
Mi ritrovai per una
selva oscura
Ché la via diritta era
smarrita

Dante. La Divina Comedia

DE HOMINIS DIGNITATE
Estableció finalmente el óptimo artífice que a aquel a quien
nada podía dar de propio, fuese común todo lo que había asignado
singularmente a los demás. Por eso acogió al hombre de naturaleza
indefinida y una vez puesto en el corazón del mundo, así le habló:
"No te he dado, oh Adán, ni un puesto determinado, ni un
aspecto tuyo, ni alguna prerrogativa tuya a fin de que aquel lugar,
aspecto y prerrogativa que tú desearás, todo eso mismo, según tu
voto y consejo, obtengas y conserves. La naturaleza determinada de
los demás está contenida dentro de leyes por mí prescritas. Por
ninguna barrera constreñido, [las tuyas] tú te las determinarás
según tu arbitrio, a cuya potestad te entregué. Te puse en el centro
del mundo a fin de que desde allí mejor pudieras divisar todo lo que
está en el mundo. No te hice ni celeste ni terreno, ni mortal ni
inmortal, a fin de que casi como libre y soberano artífice te
plasmaras y te esculpieras en la forma que tú escogieras. Te podrás
degenerar hacia las cosas inferiores que son los brutos; podrás
regenerarte según tu voluntad en las cosas superiores que son
divinas.
Oh, suprema libertad de Dios Padre! Oh, suprema y admirable
felicidad del hombre!, a quien está concedido obtener lo que desea,
ser lo que quiere!. Los brutos, al nacer traen consigo... desde el seno
materno todo lo que tendrán. Los espíritus supremos, desde el
comienzo o poco después, fueron lo que serán por los siglos de los
siglos. [Pero] en el hombre que nace, el Padre puso semilla de toda
especie y el gérmen de toda vida. Y, según como cada uno los habrá
cultivado, ellos crecerán y darán en él frutos
Giovanni Pico della Mirandola.

CIENCIA

Paolo Rossi. LOS FILÓSOFOS Y LAS MÁQUINAS 1400-1700.

PREMISA

En las obras de los artistas y de los experimentadores del Quattrocento, en


los libros de máquinas y en los tratados de ingenieros y técnicos del siglo
XVI, se va abriendo camino una nueva consideración del trabajo, de la
función del saber técnico, del significado que tienen los procesos artificiales
de alteración y transformación de la naturaleza. También en el campo de la
filosofía (y campos afines)... surge una valoración de las artes muy diversa
de la tradicional: algunos de los procedimientos empleados por técnicos y
artesanos para modificar y alterar la naturaleza ayudan a conseguir un
conocimiento efectivo de la realidad natural, valen inclusive para mostrar la
naturaleza en movimiento.

La defensa de las artes mecánicas de la acusación de indignidad, el


resistirse a seguir haciendo coincidir la «cultura» con el horizonte de las
artes liberales mientras las operaciones prácticas eran consideradas trabajo
servil, implicaba el abandono de la concepción de la ciencia como
desinteresada contemplación* de la verdad, como búsqueda que comienza
después de haberse procurado ya las cosas necesarias para la vida [*se
transformará en interesada observación...]. Y a la polémica antiaristotélica
se une a menudo la actitud de oposición contra toda forma de saber oculto
y secreto, es decir, contra la antiquísima concepción sacerdotal de la
sabiduría [sabiduría que se hallaba en libros "sagrados" escritos en latín,
que para entonces la gente ya no lo hablaba]

Los escritores de cosas técnicas y los filósofos de la naturaleza están


acordes en insistir sobre este particular: el saber tiene carácter de pública
colaboración, se presenta como una serie de contribuciones individuales,
organizadas en forma de discurso sistemático [ a la manera de la nueva
forma de producción...] y ofrecidas con miras al éxito general que habrá de
ser patrimonio de todos los hombres.

Los hombres que trabajaban en los talleres, en los arsenales, en las tiendas,
o que, sin desdeñar ya la práctica, estimaban las operaciones que allí se
hacían como una forma de conocimiento, llegaron a teorizar sobre el trabajo
y a asignarle unos fines muy distintos y ciertamente más personales que los
de la santidad individual o la inmortalidad literaria.

Nociones que, asociadas al saber técnico, llagarán a adquirir universalidad


son: colaboración, progresividad, perfectibilidad e invención. De esta
suerte, la cultura filosófica del siglo XVII llegó a adquirir plena y madura
conciencia sobre algunos temas de pensamiento que se había ido afirmando
lentamente al margen de la cultura oficial, fuera de la cultura académica y
casi siempre en oposición a la misma: no pocos de sus principales
exponentes se constituyeron en «intérpretes» de algunas exigencias vitales
que ya se hacían sentir en la realidad histórica de la Europa moderna
(Bruno, Bacon, Descartes, Galileo, Gassendi, Leibniz, etc)

La penetración en el mundo de los filósofos y de los científicos, del nuevo


modo de considerar la práctica y las operaciones dará los siguientes
resultados: -La idea del saber como construcción; -El tomar de modelo a la
máquina para la explicación y comprensión del universo físico; -La imagen
de Dios como relojero; -La tesis de que el hombre puede conocer con
certeza aquello que él hace o construye y sólamente aquello. Y la de «saber
es poder»

ARTES MECÁNICAS Y FILOSOFÍA EN EL SIGLO XVI

1. La nueva valoración de la técnica: Bernard Palissy, Robert Norman, Vives


y Rabelais, Vasalio, Sir Humphrey Gilbert

En la advertencia a los lectores, que antecedía a sus Discours admirables,


publicados en París en 1580, Bernard Palissy (ceramista francés) se
preguntaba ¿es posible que pueda un hombre saber algo y tener
conocimiento de los efectos naturales sin haber leído los escritos en latín
por los filósofos?. Este antiguo aprendiz de vidriero, que lograría fama
buscando el secreto del esmalte blanco para aplicarlo a la cerámica y
terminaría sus días en la Bastilla en 1589 o 1590, se dedica en sus Discours
a atacar la cultura de los profesores de la Sorbona. Para él, la filosofía es el
arte de observar la naturaleza y asegura que tal arte no es en modo alguno
patrimonio de los doctos y de los filósofos. Más bien debe hallarse difundida
entre todos los habitantes de la tierra* y únicamente y únicamente puede
nacer de un «culto a las cosas» que rechaza con violencia la cultura libresca
y la tradición filosófica.

Así pues, a la pregunta que se había propuesto, Palissy respondía


afirmativamente:

Mediante la práctica yo pruebo ser falsas en muchos puntos las teorías de


gran número de filósofos, aún de los más antiguos y renombrados. En
menos de dos horas podrá darse cuenta de ello quienquiera, con tal de que
se tome sólo la molestia de venir a mi laboratorio. En él pueden verse cosas
admirables (puestas para prueba y testimonio de mis escritos), colocadas
en orden y con las correspondientes explicaciones escritas al pie, con el fin
de que cualquiera pueda instruirse sólo. Te puedo asegurar, oh lector, que,
sobre los hechos, contenidos en este libro, aprenderás más filosofía natural
que la que aprenderías en cincuenta años leyendo las teoría y las opiniones
de los filósofos antiguos.

En esta página... se halla el embrión de las dos ideas centrales de la


filosofía de Francisco Bacon: 1) es necesario sustituir el culto a los libros por
el culto a la naturaleza.... y

2) la finalidad de una colección no es divertir ni suscitar curiosidad, sino


que la colección es un medio de estudio; puede llegar a ser un poderoso
instrumento de aclaración e investigación científica.**

En sus escritos se encuentra, llevada a las últimas consecuencias, la tesis


de que el libro de la naturaleza es extraordinariamente más rico y complejo
que ningún otro libro. Esta tesis, implícita ya en la polémica de erasmo y de
Montaigne contra los pedantes y que volverá a ser defendida con gran
energía por los grupos baconianos ingleses y por Robert Boyle, cobra más
vigor aún en los escritos de Palissy con su afirmación de un «primitivismo
científico» que rechaza los libros en nombre de la naturaleza y las teorías en
nombre de un empirismo de nivel artesanal.
*Recuérdese la primera frase de las Meditaciones Metafísicas de Descartes: El buen sentido
es la cosa mejor repartida en el mundo.

** Es probable que Bacon, durante su permanencia en París a los 16 años, asistiese con
frecuencia a las lecciones públicas de agricultura, mineralogía y geología dadas por Palissy, y
tal vez, en el Novumm Organum, piense precisamente en Palissy cuando escribe que «sólo
de tarde en tarde acontece que un artesano excepcionalmente inteligente y ambicioso se
dedique a una nueva invención y, por lo general, se arruina en semejante intento»

Precisamente esta forma de primitivismo es la que da mayor fuerza a la


violenta polémica de Palissy contra los despreciadores de las artes
mecánicas y del trabajo manual. Su invectiva asume las características de
una toma de posición política y de una violenta protesta contra la injusticia
social:

Muchos se consumen sus rentas gastándoselas en bravatas y en cosas


superfluas, en figurar en la corte, en festejos fastuosos o en cosas
parecidas. A éstos les sería mucho más provechoso comer cebollas con sus
campesinos, enseñándoles a bien vivir, dándoles buen ejemplo,
impidiéndoles arruinarse con pleitos, labrando la tierra, edificando, cavando
acequias y manteniéndose prontos, a su debido tiempo, para servir al
Soberano en defensa de la patria. Por el contrario, ciertos jovenzuelos
consideran que, ocupándose de los negocios agrícolas, quedarían
deshonrados. Un gentilhombre, pobre y endeudado hasta las orejas, cree
transformarse en villano si dirige una casa de labranza.

Robert Norman era un marinero inglés que, después de pasar casi veinte
años recorriendo los mares, se había dedicado a la construcción y comercio
de brújulas. Un año después de la publicación de la obra de Palissy, Norman
publicaba en Londres un pequeño volumen acerca del magnetismo y de la
declinación de la aguja magnética; en la obra, él se calificaba a sí mismo
como un matemático autodidacta que, en el ejercicio de la profesión había
recogido unas cuantas «observaciones sobre el imán y la extraña y
novedosa propiedad de la declinación». Abandonando las reservas
provenientes de su falta de cultura, ha decidido arriesgar su buen nombre y
desafiar las calumnias de los adversarios y las críticas de las malas lenguas
para «proponer a la consideración del mundo» los resultados de sus
reflexiones y de sus experimentos...

Norman tenía muy claro en que consistía la diferencia y la oposición entre


sus búsquedas orientadas hacia las cosas y no hacia las palabras y el saber
libresco:

Yo pienso en verdad que los hombres instruidos en las ciencias, estando en


su estudio rodeado de sus libros, pueden imaginar grandes cosas y formar
conceptos sutilísimos... Desean ellos que todos los mecánicos sean tales
que se vean constreñidos, por falta de toda capacidad de expresión, a
consignarles sus conocimientos y conceptos: ellos podrán hacerlos florecer y
aplicarlos a sus fines. Pero en este país hay muchos mecánicos que, en sus
varias capacidades y profesiones, conocen a la perfección el uso de sus
artes y se hallan en grado de poder aplicarlas a sus diversos fines tan
eficazmente y con mayor facilidad que aquellos que querrían condenarles.

Lo que detrás de estas líneas denuncia Norman es que los filósofos, los
exponentes de la cultura oficial, niegan sentido y validez a las
observaciones de los técnicos y de los artesanos. El saber propio de estos
últimos se ha formado de manera autónoma, y los indocti han de replicar a
los hombres cultos haciéndoles una invitación precisa:

«Desearía aconsejar a los hombres instruidos que sean modestos al publicar


sus concepciones y no condenen desdeñosamente a los que tratan de
descubrir los secretos de sus artes y oficios y publican sus hallazgos para
provecho y utilidad de los demás. Les aconsejo que no les condenen más de
lo que quisieran que otros les condenasen a ellos mismos por haber
prometido mucho y haber cumplido poco o nada en absoluto.

Pero también ya, en un filósofo profesional como Luis Vives, amigo de


Erasmo y de Tomás Moro..., encontramos estos mismos conceptos
expresados con menos ingenuidad pero con parecida energía. Así, en De
tradendis disciplinis invitaba Vives a los estudiosos europeos a prestar seria
atención a los problemas técnicos relativos a la construcción de máquinas, a
la agricultura, a las artes del tejido, a la navegación. Los exhortaba a que
bajaran la mirada hacia la labor de los artesanos para tratar de saber
«dónde y cómo aquellas artes fueron inventadas, proseguidas,
desarrolladas, conservadas, y cómo puedan aplicarse a nuestro uso y
provecho». El hombre culto «no debe avergonzarse de entrar en los talleres
y en las factorías, y ha de hacer preguntas a los artesanos y procurar darse
cuenta de los detalles de su quehacer». El conocimiento de la naturaleza
-escribía en otra obra suya, De causis corruptarum artium- no está del todo
en manos de los filósofos y los dialécticos; mucho mejor que tan grandes
filósofos, los labriegos y los artesanos la conocen en realidad. Porque
labriegos y artesanos operan en la naturaleza y sobre la naturaleza, y, a
diferencia de los filósofos, no se han construido una serie de entidades
imaginarias a las que atribuir un nombre sobremanera digno:

«Enojados contra la naturaleza, que ignoraban, los dialécticos se han


construido otra, a saber, la de las formalidades..., las relaciones, las ideas
platónicas y otras monstruosidades que ni los mismos que las han
inventado pueden entender. A todas estas cosas les atribuyen un nombre
lleno de dignidad y las llaman metafísica. Si alguien tiene un entendimiento
enteramente ignorante de la naturaleza o con verdadero horror a ella, y su
mente es en cambio propensa a las cosas abstrusas y a ensoñaciones de
loco, dicen que tal posee talento metafísico.

El texto de Vives es de 1531. Dos años más tarde, en la Vie terrorrifique du


grant Gargantua, ponía Rabelais el estudio de la obra de artesanía entre los
elementos indispensables de una educación completa. Bajo la guía de
Ponócrates, el joven Gargantúa estudiaba ciencias naturales, aritmética,
geometría y música, alternando el estudio con los más variados ejercicios
físicos. Los días fríos o lluviosos se dedicaba a escultura y a la pintura, y
después, acompañado por su maestro, iba a ver cómo trabajaban los
fundidores de metales..., los talladores de piedra, los alquimistas y los
relojeros, los impresores, los organeros y los tintoreros.

Así, Palissy, Norman, Vives y Rabelais -a distintos niveles- habían dado


expresión a la exigencia, muy difundida en la cultura del quinientos, de un
saber en el cual la observación de los fenómenos, la atención a las
operaciones, la indagación empírica, fuesen preponderantes con respecto a
las evasiones retóricas, a las complacencias verbales, a las sutilezas lógicas,
a las construcciones apriorísticas.

LEONARDO DE VINCI

Leonardo, ingeniero y pintor, técnico y filósofo, se ha convertido en


el símbolo de la superación de aquella mentalidad que contraponía
entre sí radicalmente las artes liberales y las artes mecánicas. Sin
duda podemos trazar una imagen bastante precisa de los intereses
juveniles de Leonardo, íntimamente ligados «a las costumbres de los
talleres del Quattrocento, en los que estaba en vigor una educación
todavía artesanal, manual y mecánica... en aquel ambiente comenzó
a moverse Leonardo, atento no sólo al trabajo de pintor y escultor,
sino también a estudiar, inventar, construir ingenios e instrumentos
varios, con una genialidad indudablemente excepcional; pero entre
los artistas florentinos no era excepcional en cambio el darse a
semejantes actividades mecánicas. Incluso su utillaje: tornillos,
muelles, limas, palancas y otras cosas así, no se aparta mucho, en
principio, del que debía de ser común y todavía bastante
rudimentario en los talleres florentinos de aquel tiempo.»1

Precisamente de esta familiaridad suya de artesano con respecto


a las características de los materiales y a la posibilidad de su
elaboración se origina la conciencia, viva ya siempre en Leonardo,
de que es preciso unir el saber teórico a la práctica y a la ex-
periencia: «Y si dices que las ciencias que principian y terminan en
la mente son verdaderas, esto no se concede, sino que se niega por
muchas razones, y es la primera, que en semejantes discursos
mentales no entra la experiencia, sin la cual nada da de por sí
certeza.» Sin embargo, también admite, recíprocamente, que «nin-
guna certeza hay donde no se puede aplicar alguna de las ciencias
matemáticas o de las que van unidas a las matemáticas», y que
«quienes se enamoran de la práctica sin la ciencia son como pilotos
que navegan sin timón ni brújula, por lo que nunca saben con
certeza hacia donde marchan.»41 La misma polémica que veíamos en
Filarete y en Alberti contra los meros practicones o empíricos se
encuentra también en Leonardo: «Dice aquí el adversario que no
quiere tanta ciencia, pues le basta la práctica de retratar las cosas
naturales; a ello se responde que no hay cosa alguna que más nos
engañe que fiarnos de nuestro juicio sin otra razón, como lo prueba
siempre la experiencia, enemiga de los alquimistas, nigromantes y
otros simples de espíritu.»42

Basándonos en estas consideraciones podremos, ciertamente,


hablar de que el Leonardo de la madurez cambió la orientación de
sus intereses enfocándolos hacia la teoría, y advertir cómo los
complicados proyectos leonardescos de bombas hidráulicas, esclu-
sas, enderezamientos y canalizaciones de cursos de agua empiezan
después de sus años de residencia en Milán, 43 pero lo que no se
puede es —como muchos lo han hecho— buscar en el pensamiento
del grande y genial artista expresado en sus escritos, el origen del
método experimental y de la ciencia nueva. No sin acierto, después de
tanta insistencia sobre el «milagro» Leonardo, se ha hecho notar su
absoluto desdén para con la tipografía y la impresión de imágenes, y
se ha subrayado el hecho de que el grandísimo valor que se atribuyó
a los códices leonardescos cuando fueron publicados dependió del
escaso o ningún conocimiento que entonces se tenía del saber
científico de la época.4* «En los códices de Leonardo —ha escrito
Randall—, no hay una sola idea científica de carácter teórico que no
fuese ya conocida en las escuelas científicas organizadas de la Italia de
aquella época»,45 y un historiador como George Sarton ha afirmado
que «el desarrollo de la mecánica habría sido el mismo aunque
Leonardo no hubiese existido.» 46 Trátase, sin duda, de juicios muy
duros, pero es difícil no estar de acuerdo con Randall, Sarton o Koyré

1
A. M. Brizio, en Leonardo, saggi e ricerche, cit., p. 278.
cuando ponen de relieve que las investigaciones de Leonardo, aunque
llenas de fulgurantes intuiciones y de puntos de vista geniales, nunca
superó el plano de los curiosos experimentos, ni llegó, por lo mismo,
a la sistematicidad, que es la característica básica de la ciencia y de la
técnica moderna. Sus indagaciones, siempre oscilantes entre el
experimento y la observación curiosa, aparecen fragmentadas y como
pulverizadas en una serie de breves notas, de observaciones
dispersas, de apuntes escritos para su propio uso con una simbología
oscura y buscadamente intransmisible. Intrigado siempre por
problemas particulares, Leonardo no tiene en realidad ningún interés
por elaborar un cuerpo sistemático de conocimientos y no siente la
preocupación —que es, en cambio, una dimensión fundamental de lo
que nosotros llamamos técnica y ciencia— por transmitir, explicar y
probar a los demás sus propios descubrimientos.47

En vez de notas y apuntes privados, Durero, pocos años después


de la muerte de Leonardo, publicaba en forma de tratados
sistemáticos, idóneos para servir de útil guía a los artistas y a los
artesanos alemanes, sus instrucciones acerca del uso del compás y
de la escuadra (1525), sus tratados sobre las fortificaciones (1527) y
sobre las proporciones del cuerpo humano (1528). Durero había
caído en la cuenta de lo que tenía de revolucionaria la invención de
la imprenta, y se había dedicado con mentalidad más moderna a la
resolución de los mismos problemas que habían suscitado el interés
de Leonardo.

Mirando así las cosas, vuelven a adquirir también sus auténticas


proporciones las innumerables y famosas máquinas proyectadas por
Leonardo (las cuales, muy probablemente, quedaron todas ellas en
meros proyectos): más que productos de un espíritu de progreso,
más que construidas para aliviar a los hombres en sus fatigas y
aumentar el poder de la humanidad sobre el mundo y sobre la
materia, parecen hechas para fines ocasionales y pasajeros: fiestas,
diversiones, sorpresas mecánicas. «Parecen destinadas a
desempeñar el papel de instrumentos maravillosos en justas, tor-
neos y otros espectáculos». No es casual el que Leonardo se preo -
cupase más de la elaboración que de la ejecución de sus proyectos;
se interesó más por las máquinas como resultados y pruebas de la
inteligencia y de la genialidad humanas que como medios de efectivo
dominio sobre la naturaleza. 48 Las máquinas eran consideradas por
él casi tan sólo como juguetes construidos para divertir a los
soberanos, mientras que su concepto de fuerza (sobre el cual tanto
se ha insistido) se halla más ligado, ciertamente, al tema hermético
y ficiniano de la animación universal que a la mecánica racional:
«Fuerza es una potencia espiritual, incorpórea e impalpable...
porque en ella hay vida invisible, incorpórea e impalpable... Fuerza
no es sino una virtud espiritual, una potencia invisible, que es creada
e infusa, por accidental violencia, por los cuerpos sensibles en los
insensibles, y da a esos cuerpos semejanza de vida.»49
Más que sobre los temas llamados filosóficos del pensamiento de
Leonardo, en los que se repiten motivos muy difusos, y que sobre su
física, de vaga e inconstante terminología, merece, pues, la pena
fijarse en sus observaciones acerca de la visión y de la pintura,
resaltar aquel su «querer hacerlo todo visible» al que nos referíamos
al comienzo. Con sus dibujos de máquinas y también con los de
anatomía, contribuyó, sí, Leonardo de manera decisiva a la invención
de un método preciso de representar y describir la realidad. El
genérico empirismo se hace aquí experimentalismo, la experiencia da
lugar a la investigación activa y operante, y no se ha de olvidar que la
invención de aquel método de rigurosa descripción de la realidad
natural, que es obra de los grandes artistas del siglo xv, tiene para las
ciencias descriptivas (como lo ha hecho ver Erwin Panofsky) la misma
importancia que la invención del telescopio y la del microscopio en el
siglo xvn.50 Basta pensar, para convencerse de ello, en los grabados
de Durero o en las láminas anatómicas de la obra de Vesalio, producto
de la escuela de Ticiano. De esta potencia de la figuración tiene Leo-
nardo vivísimo sentido, y tiene también plena conciencia del alcance
revolucionario de tal idea. Relaciónase con ello su tesis acerca de la
superioridad del ojo sobre la mente, y de la observación directa y
minuciosa del mundo real sobre los libros y los escritos.

Refiriéndose precisamente a la pintura, volvía Leonardo a tratar un


tema largamente discutido ya en la cultura de su tiempo: «Vosotros
[escritores] habéis colocado a la pintura entre las artes mecánicas,
mas es seguro que si los pintores fueran capaces de alabar con
escritos sus propias obras, como hacéis vosotros, no creo que yaciese
bajo tan vil mote, Si la llamáis mecánica porque es ante todo manual,
las manos representan lo que encuentran en la fantasía; vosotros,
escritores, también dibujáis con la pluma aquello que en vuestro
entendimiento encontráis.»&

II: RELIGIÓN
LUTERO (1483-1546) Y LA REFORMA PROTESTANTE:
Ruptura religiosa y nuevas iglesias evangélicas
Lutero ha negado el Universo y, en busca de un terreno sólido en que
apoyarse y construir, no ha encontrado más que el interior del
hombre, sentido y sustento de cualquier realidad y valor. Repliegue,
ensimismamiento, que es huida y evasión, y también cimiento de la
autonomía del hombre que puede dar vida a la infinitud por la fe. El
sujeto trascendental de Lutero va a cumplir una doble función: recluir
al hombre cristiano en el espíritu -entregándolo encadenado al mundo
exterior-, pero después y como resultado de esa mutilación inicial,
poner en el espacio interior inalienable el fantasma de una libertad y
autonomía totales, de una responsabilidad absoluta del sujeto como
raíz del universo...

Manuel Ballestero

La Reforma pertenece más a la crisis y disolución que al


desarrollo y plenitud del Renacimiento. El Renacimiento sigue fiel,
en términos generales, a la Iglesia medieval; la Reforma, en
cambio, pese a su retorno a ciertas formas de religiosidad
medieval, significa la ruptura con la Iglesia de la Edad Media y, a
la vez, con la del Renacimiento. La Reforma se encuentra en una
oposición tan radical al concepto de Iglesia de los humanistas
como al concepto de Iglesia de los teólogos ortodoxos.

Arnold Hauser

En la plenitud del Renacimiento, la cristiandad europea sufrió una profunda escisión, rompiéndose la unidad
ideológica que había sido la base de la Civilización Occidental. ¿Influyó el Renacimiento en este proceso? ¿Qué
consecuencias tuvo?

1 La Reforma, origen del protestantismo


Las crisis atravesadas por la Iglesia a fines del Medioevo (los papas en Aviñón 2 y el Cisma
Occidente [La Iglesia llegó a tener tres papas al tiempo]) exigían una reforma general de la vida
religiosa y de la organización eclesiástica. Un gran movimiento que inicialmente tuvo tales
propósitos (de ahí el nombre de Reforma), terminó negando la autoridad del papa y de
muchos dogmas católicos y creando nuevas iglesias popularmente conocidas como
protestantes, Esta denominación es incorrecta porque no se limitaron a rebelarse sino que
elaboraron nuevas doctrinas e instituciones influyentes en los sucesos históricos posteriores y
aún vigentes en la vida espiritual de muchos pueblos.

En la Reforma hubo tres grandes corrientes que sobre unos principios comunes se
diferenciaron por su organización y desarrollo: el luteranismo, muy comprometido con la
problemática de Alemania, su país de origen; el calvinismo, nacido en Suiza pero de gran
propagación mundial lo cual favoreció su fraccionamiento en numerosas iglesias; y el
anglicanismo, en Inglaterra y con caracteres muy políticos y nacionalistas.

Aunque estas corrientes tuvieron orígenes y finalidades religiosas, provocaron tal conmoción
que influyeron, y, a la vez, se vieron muy influenciadas por ellos, en la política, la economía y
los problemas sociales del siglo XVI.

2 Causas de la Reforma
2
Aviñon (1309-1377) Durante este período, “los papas refuerzan el sistema jurídico-financiero que hace de su poder un
mecanismo eficiente y formidable. No hay nombramiento de obispo o abad, o incluso de simple cura del que la curia no saque un
tributo financiero, por medio de un sistema internacional de recaudadores de banqueros que ponen a su servicio todos los
refinamientos de la contabilidad precapitalista.
Fueran muchas y complejas:

• El humanismo con su mentalidad crítica que llevó a dudar de las enseñanzas y prácticas de la
Iglesia, e incluso a opinar que los libros sagrados podían ser interpretados libre y
personalmente sin intervención del papa, los concilios y los sacerdotes. De manera especial, en
Alemania, Países Bajos y otras naciones que nunca habían pertenecido al antiguo Imperio
Romano, las críticas se volcaron sobre la traducción latina y oficial de la Biblia.

• La invención de la imprenta permitió la divulgación de los escritos humanistas y las


traducciones de la Biblia a las lenguas nacionales.

• La angustia espiritual de la época pues si bien el Renacimiento fomentaba el individualismo


y el disfrute pleno de esta vida, creaba paradójicamente un gran miedo a la muerte y al juicio
divino después de ella. Estos temores se habían canalizado en la Edad Media gracias al espíritu
comunitario y a la ciega fidelidad a la Iglesia, pero al comenzar la Modernidad tanto la
corrupción como el individualismo, las dudas y los ataques al clero, provocaron confusión y
pavor. Entonces los hombres se entregaron a devociones exaltadas, a supersticiones y a un
afán por entrar en contacto directo y personal con Dios.

• El debilitamiento del magisterio y las autoridades eclesiales. Las enseñanzas de la Iglesia


no satisfacían ya las nuevas expectativas religiosas; los hombres querían una religiosidad más
sensible al corazón, pero frente a estos anhelos, el clero continuaba guiando el entendimiento
con sus explicaciones racionalistas sobre Dios y los dogmas. Por otra parte, los papas
renacentistas con su vida lujosa y su apego a lo terrenal, hacían dudar muy seriamente que
fueran legítimos representantes de Cristo.

• Los intereses económicos de monarcas, nobles y burgueses que aspiraban a apoderarse de


las extensas tierras del clero en diversos países, sobre todo Alemania (donde 1/3 de ellas
pertenecía a la Iglesia) e Inglaterra.

• El nacionalismo de muchos países llevó a una separación completa del catolicismo porque
los gobernantes (como en Alemania e Inglaterra) encontraron en la Reforma un modo de
afianzar el estado nacional y su poder monárquico. En otros, como Suiza, Suecia, Países Bajos,
etc., la Reforma fue instrumento de la lucha independentista contra países católicos que los
dominaban.

3 La revolución religiosa comenzó en Alemania


Alemania era la nación más propicia para la conmoción: debilidad de la monarquía
imperial en contraste con el poder de los grandes señores o príncipes que eran los amos
absolutos en sus territorios; crítica de los humanistas hacia la teología; grandes desigualdades
y antagonismos sociales entre el clero y la nobleza, entre éstos y los campesinos, y entre los
burgueses y los propietarios de tierras; malestar general contra el hecho de que el papa,
generalmente un italiano, fuera el jefe de la cristiandad alemana. En esta crítica situación
apareció el hombre que provocaría la separación religiosa: Martín Lutero.

4. Lutero se enfrentó al Papa e interpretó personalmente las Sagradas


Escrituras
Martín Lutero (1483 — 1546) era un monje de la comunidad de los agustinos, procedente de
una humilde familia de mineros de Sajonia y hombre muy emocional y místico, aunque ya
ordenado sacerdote demostró gran capacidad intelectual como maestro de teología y filosofía
en la universidad do Wíttenberg. Allí comienza a desarrollar sus opiniones sobre la fe y la
salvación del alma, muy motivadas por su angustia personal a la condenación eterna. EI
enfrentamiento se produjo cuando el papa León X (de la familia Medicis) concedió
indulgencias a todos los que contribuyeran con dinero a la construcción de la basílica de San
Pedro. Se entendía que la indulgencia borraba parte de la pena temporal debida a los pecados,
pero el padre de la orden de los dominicos, Tetzel, encargado de dirigir la predicación,
aseguraba que las indulgencias sacaban las almas del purgatorio. Lutero criticó a Tetzel y de
este ataque pasó a cuestionar si el papa podía conceder indulgencias y si éstas podían borrar
los pecados. Estos y otros puntos fueron sostenidos por Lutero en las 95 Tesis que publicó en
la universidad de Wittenberg (1517) y desató una fuerte polémica entre teólogos (como la que
sostenían en España, por la misma época, sobre la legitimidad de la conquista de América). El
papa León X intervino declarando heréticas 41 de las tesis y dando a Lutero un plazo para
retractarse de ellas o de lo contrario sería excomulgado. El monje agustino quemó
públicamente varios libros del derecho eclesiástico y un ejemplar de la bula (1520) entre
aplausos y gritos de profesores y estudiantes.

La doctrina de Lutero se completó a través de otros escritos del reformador y se resume en los
puntos siguientes:

• El hombre peca porque no es libre para escoger entre el bien y el mal; por su naturaleza está
inclinado hacia el mal.

• Por tanto, ni las buenas obras, ni los sacramentos, ni la Virgen y los santos pueden ayudar a
la salvación del alma. Solamente la fe justifica al pecador.

• La palabra de Dios está contenida en las Sagradas Escrituras y no necesita intermediarios; el


cristiano puede interpretarlas libremente de acuerdo con su conciencia (libre examen).

• La Iglesia no tiene poder sobre las conciencias, por tanto no hay necesidad de papas,
obispos y sacerdotes. Tampoco tienen que existir conventos ni monasterios ni el celibato de
los religiosos.

• No debe haber sino tres sacramentos: bautismo, penitencia y eucaristía. Estos dos últimos
muy distintos a la forma establecida por la Iglesia.

• A estos agregó que la renovación religiosa debía ser organizada y regulada por los gobiernos.

5 Propagación y consecuencias del luteranismo


La doctrina de Lutero provocó un caos; muchos sacerdotes se unieron a él; infinidad de
religiosos abandonaron sus conventos. El joven Carlos V, (que era rey de España con el nombre
de Carlos I), recién elegido sacro emperador quiso impedir la desunión de Alemania y convocó
la Dieta de Worms (1521) a la que acudió el propio Lutero quien con altivez se negó a
retractarse. La Dieta lo desterró pero uno de los príncipes alemanes lo ayudó a ocultarse en su
territorio y a divulgar sus ideas. Aprovechando el llamamiento que Lutero había hecho a la
nobleza alemana, muchos príncipes acogieron la Reforma y secularizaron las tierras del clero
(secularizar es volver laico lo eclesial), es decir, expropiaron los bienes de la Iglesia,
aumentando así su poder económico y político frente al emperador que continuaba fiel al
catolicismo.

Los campesinos alemanes se sublevaron (1525) porque interpretaron las ideas luteranas
como un intento de igualar la sociedad y reclamaron también participación en la distribución
de las tierras del clero, bajo la ardiente prédica de Tomás Müntzer. Como Lutero no pretendía
modificar el orden social y económico establecido, autorizó a los nobles alemanes a aplastar
cruelmente la sublevación campesina. Desde ese momento el luteranismo quedó
comprometido política y socialmente con la nobleza y se convirtió en la ideología de la mayoría
de los príncipes y terratenientes. También ocurrió una sublevación de burgueses y artesanos
en las ciudades del Rin, fomentada por una corriente derivada del luteranismo, los
anabaptistas que predicaban el bautismo en edad adulta y la comunidad de bienes y aún de
mujeres. Esta sublevación fue dominada por los obispos y príncipes católicos de Alemania.

Pasadas estas sublevaciones, Carlos V intentó varias veces más una solución armónica a través
de la Dieta. En la Dieta de Spira (1529) los luteranos protestaron de un acuerdo que les
impedía la propagación de sus ideas y por dicho motivo se les aplicó el nombre de
protestantes. En la Dieta de Augsburgo (1530), Melanchton, un discípulo de Lutero, presentó la
llamada Confesión de Augsburgo o doctrina completa del luteranismo. Los príncipes luteranos
demostraron tener ya un poder político y militar pues habían constituido la Liga de Smalcalda y
Carlos V decidió combatirlos por las armas. Inicialmente triunfó, pero no se aprovechó del
éxito y, años más tarde, los príncipes luteranos se aliaron al rey de Francia (que era enemigo
de Carlos V), venciendo definitivamente a los ejércitos imperiales. Por la paz religiosa de
Augsburgo (1555), se aceptó oficialmente el luteranismo en Alemania y se reconoció el
derecho de cada príncipe a imponer en su territorio la religión que profesase (católica o
luterana), de acuerdo con el principio "según el gobierno, tal religión". De esta manera el
poder de la nobleza llegó hasta el control de las conciencias de sus súbditos y Alemania quedó
más dividida que antes.

El luteranismo se propagó también por los países escandinavos: en Suecia porque el rey lo
impuso como credo oficial al independizar su nación de Dinamarca. En este país, Noruega y
Finlandia también se impuso oficialmente la iglesia luterana como ideología de Estado.

6 El calvinismo: una doctrina más rígida y más difundida


En Suiza, el sacerdote humanista Zwinglio inició la Reforma pues aceptó ideas luteranas pero
más radicalmente y le dio un carácter patriótico y político a su movimiento, hasta que pereció
en una guerra contra los católicos. Sin embargo, la labor de Zwinglio preparó el camino al
reformador Juan Calvino.

Calvino (1509 — 1564) era un sacerdote francés que al ser perseguido por sus ideas
reformadoras se radicó en Ginebra y llegó a convertirse en gobernante político-religioso de
dicha ciudad. A diferencia de Lutero, Calvino era más frío, racionalista y con notable formación
jurídica. Este reformador aceptó muchas ideas luteranas pero fue más severo aún:
• Mientras para Lutero la religión se reducía a la conciencia y el Estado debía organizar las
iglesias, para Calvino el Estado debía regirse por las normas religiosas. Así estableció un rígido
gobierno teocrático en Ginebra.

• Acabó con los altares y todo lujo en los templos, simplificó al máximo el culto y abolió la
veneración a la Virgen y los santos.

• Redujo a dos los sacramentos (bautismo y cena eucarística) pero muy modificados.

• Lo más original de su doctrina fue la explicación de que los hombres no son libres
moralmente porque Dios los ha seleccionado en dos grupos: unos predestinados a salvarse y
los demás a la condenación eterna. La fe no es la que salva sino que la fe es un signo de que
Dios lo ha salvado ya. El éxito en cualquier actividad es también un signo de predestinación
divina.

La propagación del calvinismo fue más universal gracias al cuerpo de predicadores que formó
Calvino y a que millares de hombres fanatizados por la creencia en pertenecer a los
predestinados extendieron sus enseñanzas por toda Europa. Además, con seguridad y
entusiasmo se entregaron al trabajo y los negocios contribuyendo al progreso del capitalismo
(el calvinismo, a diferencia del catolicismo y el luteranismo, sí autorizaba los préstamos con
intereses).

El fanatismo de los calvinistas desató guerras político—religiosas donde se establecieron y


también la extensión del movimiento fraccionó el calvinismo en diversas sectas que recibieron
diferentes nombres según los países: hugonotes en Francia, puritanos en Inglaterra y
presbiterianos en Escocia donde Juan Knox logró organizar una fuerte iglesia.

Los calvinistas, particularmente los puritanos lograron imponer una moral más rígida que la
luterana y la católica, pues siguiendo el ejemplo de lo que Calvino estableció en Ginebra, hasta
los bailes, las diversiones y montar a caballo en día domingo, fueron consideradas como
ofensivas a Dios. Incluso llegaron a cerrar los teatros y prohibir el consumo de bebidas.

7 El anglicanismo fue impuesto por la Corona inglesa

• La ruptura con el papa. En Inglaterra existía un sentimiento nacionalista por parte del
clero contra la supremacía del papado y entre los intrigantes de la separación figuraban el
cardenal Cromwell y el arzobispo Cranmer. Pero el pretexto final de la rup tura fue la petición
del rey Enrique VIII (1509 - 1547) al papa de que anulara su matrimonio (después de 20 años)
con,Catalina de Aragón. Hasta ese momento, el monarca había sido un fiel católico que incluso
escribió contra Lutero, pero la reina no le había dado hijos varones y él deseaba casarse con
Ana Bolena, dama de la corte. Al negarse el papa a la anulación, Enrique la obtuvo de un
tribunal do obispos ingleses presidido por Cranmer. El papa lo excomulgó y Enrique VIII
respondió con el Acta de Supremacía (1534) por la cual el Parlamento proclamaba al monarca
y sus sucesores jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra. En lo sucesivo el monarca sería el
"papa" de Inglaterra.
• Esta iglesia nacional respetó inicialmente los dogmas, los sacramentos y la veneración a la
Virgen y los santos, pero, en cambio abolió el celibato religioso (los sacerdotes anglicanos se
pueden casar), disolvió las comunidades y se apropió de sus bienes con los cuales se
beneficiaron la Corona y se formó una nueva clase social de ricos terratenientes (gentry). Entre
las víctimas católicas de Enrique VIII figuró el gran humanista y canciller del reino Tomás Moro.
Enrique VIII hizo condenar a muerte a su segunda esposa y contrajo 4 matrimonios sucesivos
(la tercera esposa falleció, la cuarta se divorció legalmente, la quinta fue decapitada y la sexta
lo sobrevivió).

• La organización. Muerto Enrique, lo sucedió su pequeño hijo Eduardo VI, durante cuyo corto
reinado se introdujeron ideas luteranas y calvinistas con las cuales se estructuró la Iglesia
anglicana, con base en los Treinta y nueve artículos de Fe, redactados por Cranmer. Su
hermanastra María restauró temporal y cruelmente el catolicismo y, finalmente Isabel I (1558
— 1603) dio la organización definitiva a la Iglesia anglicana, síntesis de catolicismo (del cual
conservó gran parte de la jerarquía, la misa y muchos ritos), de luteranismo (doctrina sobre la
eucaristía y reducción de sacramentos) y de calvinismo (del cual, incorporaron algunas ideas).
Sin embargo, tanto los calvinistas y luteranos como los católicos o "papistas" fueron
igualmente perseguidos con gran crueldad. Años más tarde los puritanos perseguidos emigra-
ron a Norteamérica y fundaron varias de las trece colonias. La iglesia anglicana afianzó el poder
de la monarquía inglesa.

IGLESIA CATÓLICA: CONTRARREFORMA………………………………………………….

III. CONCEPTOS POLÍTICOS

EL ABSOLUTISMO
3
ABEL LÓPEZ

El Estado absolutista y el Debilitamiento del poder Papal.


La abolición de la servidumbre y el incremento de las rentas en dinero amenazaban con
disolver las relaciones feudales. Ante tal amenaza la aristocracia reorganizó su aparato de
coerción reforzando el poder real, desplazando los mecanismos de poder militar, judicial y
fiscal del ámbito local (ducados, condados, marquesados, etc.) a uno "nacional". El resultado
de esta readaptación es el nuevo aparato de dominación feudal: el Estado absolutista. Sin
embargo, en este proceso, la aristocracia no actuó de manera uniforme; la consolidación del
Estado absolutista vino acompañada de violentas resistencias provenientes de sectores de la
misma aristocracia, en especial de la pequeña nobleza, pues la centralización de los poderes
les significaba sacrificar las antiguas ventajas políticas que ofrecía el fraccionamiento del poder
soberano en la Edad Media.

3
Profesor. Historia Medieval. Universidad Nacional, Bogotá
La centralización del poder aristocrático conducía al debilitamiento de las relaciones
feudo-vasalláticas, a hacer más difícil la conformación de ejércitos privados, y a restringir la
justicia local privada...

Por otra parte, la aristocracia también se enfrenta a la clase mercantil. [ Y aquí es donde se
da la jugada política de la monarquía: entre la nobleza y la monarquía, ésta interpone y
"utiliza" a la burguesía mercantil.] La monarquía se aprovechó de la expansión comercial, de
las innovaciones (intelectuales, científicas y tecnológicas) de la burguesía, de la expansión
monetaria, para modernizar sus instrumentos de coerción a fin de mantener su dominio de
clase sobre el campesinado.

Esta era la aparente paradoja del Estado absolutista; representaba fundamentalmente un


aparato para la protección de la propiedad aristocrática y de sus privilegios, y, al mismo
tiempo, los medios con que esa protección se llevaba a cabo podían asegurar los intereses de
la clase mercantil y de la clase manufacturera naciente. El Estado absolutista facilitó las
inversiones lucrativas para el capital, movilizó la propiedad rural a través de la secularización
(expropiación) de los bienes de la Iglesia y apoyó las empresas coloniales y las compañías
comerciales... Hubo, pues, una coincidencia temporal de intereses entre aristocracia y
burguesía. Es por esta razón que algunos historiadores (Kofler) califican a los primeros
absolutismos de "progresistas" mas no de revolucionarios.

Ante el crecimiento desmedido de los gastos de la corona, la monarquía estableció una


nueva renta centralizada: la renta fiscal (la talla, se llamaba en Francia, la capitación, en
Inglaterra), la cual recaía básicamente sobre la clase campesina. Esa nueva exigencia fue una
de las más importantes motivaciones de las rebeliones de la temprana edad moderna; éstas
obligaron a que se ampliara la base impositiva; pero la nobleza continuó siendo una clase
exenta del pago de impuestos directos. Tal exención era lo que, a partir de ahora, buscarían los
burgueses... a través de lo que será un nuevo modelo de dominación pública: el liberalismo.

La primera condición para el establecimiento del Estado absolutista fue la existencia de


una "entidad territorial", basada en la ampliación del mercado interno, con cierta identidad
nacional que le permitiera a la monarquía obtener los recursos fiscales y la lealtad de los
súbditos y de los vasallos nobles para llevar a cabo su tarea. En este sentido, la monarquía
absoluta fue un primer paso hacia la constitución del Estado-nación. Fue la superación de los
particularismos medievales, expresados en autonomías locales, en especial la de las
ciudades. Fue precisamente ese particularismo, resultado del desarrollo del comercio, y, por lo
tanto, la ausencia de una entidad territorial lo que impidió en Italia la constitución de una
monarquía absoluta. Venecia, Génova o Florencia no podían competir ni en recursos naturales,
ni en recursos fiscales, ni demográficos, ni en extensión con las monarquías inglesa o
castellana de la época

En el Estado absolutista la soberanía radica en la corona y sus atribuciones soberanas


son: la potestad de hacer leyes, la administración de justicia, el nombramiento de
funcionarios, la conformación y tenencia de un ejército poderoso, la facultad de declarar la
guerra y realizar pactos internacionales, el poder recibir impuestos y emitir moneda e,
inclusive, el control sobre el poder universal y espiritual que ejercía la Iglesia y su
representante el Papa. Para cumplir estas tareas, las monarquías tuvieron que modernizar el
aparato institucional, burocrático, fiscal, diplomático y militar. Por ejemplo, en la
administración pública se asiste a una especie de "democratización" de los servicios del Estado
que se manifiesta desde la progresiva sustitución del latín, en las actas del oficiales, por las
lenguas vulgares, hasta una progresiva presencia de laicos en los servicios públicos haciendo
la presencia del sacerdote cada vez más rara. Los burgueses y los juristas empiezan a
asumir funciones hasta entonces reservadas a los nobles. El funcionario del siglo XVI
constituyó una transición hacia la forma más racional de la administración pública con
respecto al personalismo medieval basado en lealtades personales.

Sin embargo, el funcionario de la temprana edad moderna dista mucho del


funcionario del estado burgués. En el siglo XVI no ha desaparecido del todo la frecuente
confusión en la administración entre lo público y lo privado. Así la forma más corriente de
provisión de cargos era la compra-venta de los mismos. El estado, apremiado por una
serie de necesidades de orden fiscal, ponía en venta los cargos; los particulares los
compraban, pero exigían también el derecho a revender, y a ceder el cargo que
compraban. Cuando el cargo no se revendía era cedido a los hijos, a los sobrinos, a los
primos u a otros familiares. El funcionario compra el cargo de alguien, un noble o un
comerciante quienes a su vez lo habían comprado de la monarquía. La compraventa de
cargos públicos fue una forma de estimular la circulación monetaria pero a la vez una
forma de integrar a la burguesía al estado, sometiéndola. Muchos funcionarios terminaron
convirtiéndose en nobles y constituyendo una nueva nobleza: la nobleza de toga.

Así mismo, muchos hombres de negocios, después de amasar inmensas fortunas,


buscaron, como coronación de su exitosa carrera, ser aceptados dentro de la nobleza,
ya fuera directamente o a través de sus hijos, para lo cual obtenían de los príncipes o
reyes, sus acreedores, un título de nobleza o lograban una alianza matrimonial que
los incorporaba a las filas de la aristocracia. Se trata de un nuevo tipo de nobleza del
dinero. En la Edad Media, la sociedad estamental, para ser noble había que ser hijo
de un noble; la nobleza era rígidamente hereditaria (de sangre). Lo que ha hecho
ahora el comerciante al ingresar en la nobleza es romper con el monopolio de la
sangre e introducir un nuevo concepto de nobleza: la nobleza de personalidad. El
individuo que sobresale por sus talentos y sus méritos personales entra a participar
de los beneficios de la nobleza y de su posición. El burgués ha demostrado que se
puede ser noble sin haber nacido noble, que el éxito es un resultado del esfuerzo
individual que no se improvisa, de la misma manera que el éxito en los negocios no
depende del azar sino de la virtud y del cálculo. Y también recíprocamente esto
incidió entre la nobleza: desde los inicios del capitalismo se puede observar la
presencia, cada vez mayor, de los nobles en las universidades. El noble del
Renacimiento expresaba un afán de saber, una preocupación por la cultura de la
Antigüedad que acompaña al espíritu del humanismo.

Las monarquías del siglo XVI hicieron esfuerzos para mejorar sus ingresos. Las finanzas
medievales se habían caracterizado por fuertes aportes de las rentas personales del soberano.

Ahora frente al crecimiento desmedido de los gastos, los recursos personales del rey ya no
bastaban y había que buscar nuevos ingresos, cuya parte esencial ha de provenir de la re-
caudación de impuestos, los cuales recaían sobre las clases más humildes. La monarquía
absoluta estableció una nueva renta centralizada: la renta fiscal, (la talla, se llamaba en
Francia; la capitación, en Inglaterra) y la cual recaían básicamente sobre la clase campesina.
Esa nueva exigencia fue una de las más importantes motivaciones de las rebeliones de la
temprana edad moderna. La base impositiva se amplía; pero la nobleza sigue siendo una clase
exenta del pago de impuestos directos. Tal exención era lo que buscaban los burgueses al
ingresar en los rangos de la aristocracia.

Los sistemas de recaudación de impuestos seguían siendo muy rudimentarios. Los


soberanos no tenían a su servicio, como en la actualidad, un cuerpo de funcionarios para
la recaudación.

Para el establecimiento a escala local del reparto de los impuestos directos y


asegurar su recaudación era preciso recurrir a simples particulares, con delegación
temporal, pero su autoridad no era siempre reconocida. 4 Con respecto a los impuestos
indirectos, normalmente estaban arrendados. La administración financiera carecía de
independencia. Para subsanar la escasez de ingresos había que recurrir a préstamos
privados cuyo reembolso se garantizaba con los ingresos de un determinado impuesto.
El comprador de una renta enajenaba su capital y adquiría el derecho de pago de
anualidades a título vitalicio o perpetuo5.

Otro aspecto de la modernización tuvo que ver con la diplomacia. Los nuevos
estados dieron origen a la cancillería, (un embajador permanente) y al concepto de
extraterritorialidad. Sin embargo, en las relaciones exteriores, los reyes se regían por
razones similares a las de la Edad Media. Las guerras del siglo XVI seguían siendo
básicamente guerras entre casas di násticas más que guerras entre naciones. La razón
dinástica constituía una de las bases de legitimidad de la monarquía absoluta, lo que
refleja un profundo carácter feudal. Las alianzas matrimoniales continuaban siendo la
forma más frecuente de sellar pactos y arreglos, de evitar o promover conflictos, y de
preparar los cambios en la dirección del estado. La entidad territorial, apoyaba, como
arriba se dijo, en una ampliación del mercado interno, y en el sentido burgués del
patriotismo, se seguía confundiendo con los dominios de una casa dinástica.

Las transformaciones que hasta acá hemos descrito afectaron la vida religiosa de la
época y en especial la historia del papado, como fuerza universal de carácter espiritual.
El debilitamiento del poder papal es uno de los rasgos sobresalientes de la historia
europea de finales de la edad media y comienzos de la edad moderna.

Los antecedentes más cercanos de ese debilitamiento hay que buscarlos en el siglo
XIV, con el llamado cautiverio de Avignon (1317-1378) cuando el papa trasladó su sede
de Roma a Avignon para convertirse en instrumento de los intereses políticos y
personales de la monarquía francesa. La crisis de prestigio se prolongó con el Cisma de
Occidente de 1378 a 1417 cuando la cristiandad soportó primero dos Papas y luego tres a
la vez.

A pesar de que el concilio de Constanza (1414-1417) logró la reunificación formal de


la iglesia, "ya era demasiado tarde para rescatar la autoridad universal que antaño había
ejercido la iglesia"6.

4
Uno de ellos, en España, fue Miguel de Cervantes

5
Lapeyre. op. cit. pág. 246.

6
Eric Kahler. Los Alemanes. México, Fondo de Cultura Económica, 1977, pág. 166
A finales del siglo XV y comienzos del XVI, nuevas circunstancias consolidaron ese
proceso de debilitamiento de la autoridad papal. En primer lugar, la consolidación de los
estados absolutistas. Los monarcas del renacimiento encontraban que los privilegios
que ejercía la iglesia como poder universal eran un serio obstáculo para la afirmación
de la soberanía territorial. Los esfuerzos de muchos monarcas estuvieron dirigidos a
consolidar sus propias iglesias, a controlar el nombramiento de funcionarios eclesiásticos,
a hacer de la religión un instrumento de sus propios intereses dinásticos. Por tal razón
príncipes laicos y reyes europeos vieron en la Reforma Protestante una oportunidad para
afianzar su propio poder ante las pretensiones de Roma. Algunas monarquías ya habían
logrado, antes del triunfo del protestantismo, restringir los privilegios de la iglesia.

Los reyes católicos en España lo lograron con el establecimiento del papado para
serlo de los soberanos, quienes designaban los inquisidores y los pagaban con dineros del
fisco real. Los inquisidores dependían directamente de la corona y obedecían, por tanto,
a sus intereses. Además, los reyes españoles exigían que las disposiciones emanadas de
las cortes pontificias y de los concilios provinciales obtuviesen el pase regio, antes de ser
publicadas en sus dominios.

Algo similar obtuvo Francisco I, rey de Francia, en 1516, al firmar un concordato con
el Papa que le otorgaba al soberano el nombramiento de obispos y abades. Poco a poco
los reyes franceses se fueron convirtiendo, sin romper con Roma, en los jefes
temporales de la iglesia: sancionaban las leyes eclesiásticas; sólo ellos podían convocar o
autorizar concilios, custodiaban los bienes de la iglesia. La iglesia en Francia era
administrada por el Consejo Real. Los parlamentos, organismos judiciales del reino,
sometían a los clérigos a la jurisdicción real y despojaban a las jurisdicciones de la iglesia
de casi todas sus causas.

Al ascenso del poder temporal laico, se suma el hecho de que el mismo papado se
venía convirtiendo cada vez más en un principado temporal, que trataba con las otras
potencias católicas como soberano italiano, y subordinaba así lo que podría ser las
exigencias de la iglesia a la afirmación de su propio poder secular, familiar y personal.
“El poder monárquico de la corte romana, anotaba un historiador de aquella época, es
de un carácter un tanto singular. No se trasmite de padre a hijo, pero se acumula en los
miembros de la familia —sobre todo en los sobrinos— cuyo jefe es elevado al solio de
Pedro”. Esta tendencia es evidente a partir de Calixto III (Alfonso Borgia 1455-58), de
modo que en un período de no muchos decenios se suceden en la máxima jerarquía,
por dos veces, los miembros del mismo grupo familiar: Borgia, Della Rovere, Piccolomini
y Medici; en seguida vendrán los Farnesse y los Caraffa.

La universalidad que reclamaban los Papas no pasó de ser nominal. En realidad el


papado había quedado reducido a un principado Italiano.

Este debilitamiento del poder religioso del papado, consecuencia de su


fortalecimiento como príncipe temporal italiano, lo incapacitaba para afrontar la
sentida reforma religiosa que desde distintos sectores se venía predicando para res-
ponder a la angustia religiosa de finales de la Edad Media y a las nuevas exigencias
espirituales que surgían de las transformaciones de la vida económica y cultural de la
época.

La verdadera crisis del papado y de la iglesia como insti tución consistía en que se
había perdido la confianza en ello como medio de salvación. Su reputación de corruptos,
que no carecía de razón, contradecía su pretensión de constituirse en únicos
dispensadores de la gracia, y llevaba a la convicción espiritual de que no podía tratarse de
la iglesia fuera de la cual no hay salvación.

La Reforma Protestante fue una respuesta religiosa a la gran angustia de fines de la


Edad Media, cuando toda una serie de catastróficos acontecimientos sacudieron y
desorientaron las almas. En efecto, las pestes; las hambrunas; las guerras más
prolongadas y violentas, habían acentuado la conciencia de pecado. Los predicadores
insistían en culpar al pecado de ser la causa de tantos males. No sólo los grandes sino la
gente humilde juraron no volver a pecar. Esta angustia se expresó en un culto y un temor
a la muerte. "La muerte es el gran personaje de la época, dice Juan Delumeau.
Representada en forma de un anciano siniestro, portador de un reloj de arena, en forma
de arpía con alas de murciélago o bajo la apariencia de un esqueleto gesticu lante armado
con una guadaña, o con una flecha, y a veces montado en un carro tirado por bueyes "7. En
esa sociedad, obsesionada por la muerte, la iglesia se esforzó en destacar el último
combate de la vida terrena y en el cual se decidía la suerte eterna del alma. Esto explica el
éxito de un libro del autor anónimo El arte de morir, del que se hicieron alrededor de cien
ediciones entre 1465 y 1500 y en el que "el agonizante aparecía rodeado de ángeles y
demonios, que se movían desenfrenados alrededor del desfallecido moribundo, a quien
querían hacer dudar, inducir el desespero, ligar por última vez a las fugitivas riquezas,
persuadir a que blasfemara y, en último término, hacer que se refugiara en la soberbia y
en el orgullo; pero los ángeles ayudaban al paciente a resistir estas cinco tentaciones"8.

La iglesia respondía a estas angustias acentuando las obras externas, intensificando el


culto a la virgen, a la pasión de Cristo, a las reliquias y en especial a los santos. “Nunca
como a fines del siglo XV y comienzos del XVI se divulgó tanto el culto a los santos: sus
reliquias eran objeto de disputas; fueron los protectores de innumerables cofradías y se
multiplicaron sus imágenes, consideradas casi como talismanes”9. Los santos protegían no
solo de la enfermedad y de la muerte, sino que daban garantías para el más allá. Se
extendió y se abusó del uso de las reliquias.

Un ejemplo del abuso de las reliquias con fines económicos es el caso de Federico, el
Sabio, elector de Sajonia y protector de Lutero. Federico tenía en su poder una colección
de reliquias que atraían a su ciudad numerosos peregrinos. Sumaban un total de 5005
reliquias. Entre estas había: pedazos de la zarza ardiente de Moisés, nueve espinas de la
corona de espinas, treinta y cinco fragmentos de la cruz, algo de heno y paja del pesebre
de Cristo. Había restos del pesebre, de la cuna y de los pañales de Cristo; pelo de la virgen,
un frasco con leche suya, trozos de su túnica y otros adornos; doscientos cuatro pedazos
con los cuerpos de los santos inocentes.

James Atkinson, de quien tomamos estos datos, comenta a este propósito: "cualquier
organización turística de hoy sacaría partido de semejante oportunidad"; pero, añade "lo
importante no era la originalidad de las reliquias, sino su potencia espiritual. Se podían
conseguir 127.709 años y 116 días de redención de tiempo de purgatorio adorándolas,
diciendo la fórmula de oraciones y pagando lo convenido"10. Las reliquias de la iglesia del

7
Jean Delumeau. La Reforma Protestante. Barcelona, Editorial Labor. Colección Nueva Clío, 1973. pág. 6
8
idem. pág. 6.
9
Ibid.
10
James Atkinson. Lutero y el nacimiento del protestantismo. Madrid, Alianza editorial, 1971, pág. 65-66.
Castillo, en cuya puerta clavó Lutero sus noventa y cinco tesis, se creía que podían
conceder 1.902.202 años 270 días de indulgencia, aproximadamente 11.

Es cierto que las indulgencias no perdonan los pecados, sólo sirven de remisión de la
pena temporal y que se exige confesar y comulgar para obtener la indulgencia; además en
la iglesia no se señalaba como condición para obtener esa remisión la entrega de una
limosna; pero no cabe duda de que la presencia del dinero en las indulgencias hizo perder
mucho de su sentido original y de que fueron objeto de abusos. Estaban muy enraizada la
idea de que con la indulgencia se compraba la salvación. Era lo que creía Don Cristóbal
Colón: cuando escribió: "el oro es el tesoro y quien lo posee tiene todo lo que necesita en
este mundo, como tiene también el medio de rescatar las almas del purgatorio y enviarlas
al cielo"54.

Un historiador contemporáneo ha establecido un paralelo entre las indulgencias y el


sistema de pago en las ferias. A propósito escribe: "Banca de depósitos (las indulgencias) y
transferencias de cuentas establecidas por la iglesia romana sobre el tesoro de las gracias
de Cristo y de los Santos, cámara de compensación de los excedentes de pecado,
concebido sobre el modelo de pago en las ferias, ponían en venta pública en todo el
imperio, por intermedio de los Fugger, sus cupones de dividendo del más allá"12.

Un ejemplo interesante de lo que significaban las indulgencias y su relación con el


mundo de las finanzas es el incidente que atendió a la Bula de indulgencias contra la que
Lutero protestará en 1517. Alberto de Branderburgo había logrado a pesar de su
juventud, 25 años, reunir tres arsobispados, entre ellos el Maguncia, que le significaba ser
primado de Alemania y sobre todo elector del imperio. Para confirmar su designación en
Maguncia, el Papa exigió a Alberto una suma enorme, cerca de 10.000 ducados, suma
según cálculos de Eric Kahler cercana a un poder adquisitivo de un millón de dólares, para
los años cincuenta del presente siglo. Jacobo Fugger adelantó los fondos. Posteriormente
la curia declaró una indulgencia que habría de ser predicada en territorios de Alberto; se
estableció que la mitad de las cantidades recogidas irían a las cajas pontificias y la otra
mitad a las de Alberto quien con esta ayuda pagaría a sus acreedores, los Fugger. Pe ro el
emperador intervino para obtener algo y para que sobre el producto de la indulgencia,
predicada durante tres años, él se pudiera llevar mil florines. La indulgencia, que al final
solo fue predicada por dos años, produjo poco; pero Alberto después de cubrir los gastos,
sacó para pagar la mitad de la deuda de diez mil ducados.

Lo que otorgaba esta indulgencia, predicada por Tetzel, era "la remisión plenaria de
todos los pecados a aquellos que contritos de corazón, confesados de boca, habiendo
visitado siete iglesias y recitado cinco padres nuestros y cinco avemarías, dieron a la
caja de indulgencias una ofrenda cotizada según el rango social y la fortuna que
variaba desde 25 florines de oro para los príncipes, hasta medio florín, o incluso abso-
lutamente nada, para los simples fieles” 13. Ofrecía, también, "el derecho a escoger u
confesar, regular o secular y de obtener de él, una vez en el curso de la vida y, en
artículo de muerte, todas las veces que fuera necesario, la indulgencia plenaria y
absolución no solo de los pecados ordinarios, sino de los casos reservados: esto,
mediante un cuarto de florín precio mínimo". Finalmente la indulgencia concedía "la

11
Ibidem, pág. 394
12
Lucien Febre. Lutero, Un destino. México, Breviarios del Fondo de cultura económica, 1975, pág. 83
13
Lucien Febre. Lutero, Un destino. México, Breviarios del Fondo de cultura económica, 1975, pág. 83
remisión plenaria de los pecados para cualquier alma del purgatorio, mediante
ofrendas cotizadas como las arriba citadas".

Pero, la oposición a la iglesia provenía no tanto por causa de los abusos, cuanto por
la insatisfacción, planteada desde antes de Lutero, sobre la efectividad de los medios que
ella proponía para obtener la salvación y por las dudas acerca del origen divino de la
autoridad papal.

John Wicleff (1324-1384) en Inglaterra, al no admitir los sacramentos, había negado


la iglesia jerárquica. Para él los sacerdotes, que debían ser todos iguales, sólo serían los
dispensadores de la palabra. La Biblia, insistía el reformador inglés, debía remplazar el
derecho canónico.

Juan Huss (1370-1414) en Bohemia, negaba que el papado fuese una institución de
origen divino. Huss murió en la hoguera, sin embargo sus seguidores, después de una
tenaz lucha contra las cruzadas encabezadas por el Papa y el emperador, lograron que el
concilio Basilea otorgase (1436) la comunión bajo las dos especies, lo que era una "victoria
limitada, pero auténtica del sacerdocio universal" . A finales del siglo XV y comienzos del
XVI, el progreso del individualismo y del humanismo renacentista, contribuyeron a
acentuar el papel de Laico en la sociedad y en la religión, a que muchos cristianos se
alejaran de la liturgia tradicional, a que prefirieran las procesiones a la misa, el rosario a
la comunión. El progreso del espíritu laico, una consecuencia del ascenso de la burguesía
y de la consolidación del estado absolutista, se puede observar en el hecho de que sean
ahora laicos los encargados de la construcción de los hospitales

El célebre hospicio de Beaune fue edificado a expensas de un hombre que no era de la


iglesia. En 1449, Domingo de Cataluña convenció no a los religiosos, sino a los habitantes
de Pavía para que construyeran un hospital. De hecho, en muchas ocasiones la
administración de los hospitales por parte de los religiosos suscitaba protestas y las
autoridades civiles se encargaban de la dirección de estos establecimientos. En 1505 fue
secularizado el Hotel Díeu de París. En los años siguientes se tomaron decisiones
semejantes60.

Pero lo que más contribuyó al desarrollo de la piedad personal y a devaluar la acción


del sacerdote intérprete fue, sin duda, la aparición del libro y como consecuencia la
divulgación de la Biblia en lengua vernácula. La producción tipográfica de la época
renacentista era predominante religiosa. Se estima que un 75 por ciento de la producción
tipográfica de 1455 a 1520 correspondió a obras religiosas. Entre 1466 y 1520 aparecieron
22 versiones alemanas de la Biblia. La primera traducción italiana se realizó en 1471, y la
primera holandesa en l477. En Francia, en 1487, a petición del rey a su confesor, se impri -
mió la primera Biblia francesa. La primera traducción de la Biblia en castellano data de 1485
y una segunda en 1512.

Cada edición variaba entre los 150 y los 1600 ejemplares. En 1520 había unos 6.600
ejemplares de la Biblia alemana en circulación y 13.500 en otras lenguas, además de unos
10.000 libros del nuevo testamento 61.

Esta tendencia hacia una piedad personal, que consideraba la salvación como un
resultado espiritual del éxito individual, fue expresada por las corrientes humanistas de
finales del siglo XV, en la que se ha denominado la devotio moderna, cuyo rasgo
sobresaliente es el resaltar que la verdadera piedad proviene mucho menos de los actos
externos, del boato de la iglesia institucional y mucho más de la revelación interior, conse-
cuencia del contacto espiritual entre el creyente y Dios. La devoción moderna contribuía,
pues a desvalorizar la jerarquía, el culto a los santos y a las ceremonias.

Por otra parte, el interés filológico de los estudios humanistas del Renacimiento
introdujo el método crítico en las disciplinas religiosas.

Esto se puede observar, por ejemplo, en el trabajo de Lorenzo de Valla Annotationes in


Novum Testamentum, donde se demostraban las inexactitudes y los contrasentidos de la
traducción de la Biblia hecha por San Jerónimo, conocida como la Vulgata.

60 Delumeau. Op. Cit., pág. 17.

61 Ibidem,, pág. 19.

ei Ibidem., pags. 21-122.

1. En qué consiste lo que el texto llama “la jugada política del absolutismo”
2. Según los monarcas del renacimiento la Iglesia constituia un obstáculo para el desarrollo de las
nacionalidades por varias razones. Cite y explique dos de ellas.

La nueva teoría que enfrenta al absolutismo

A. EL LIBERALISMO14
1. Origen del liberalismo

a) Premisas sociales: La constitución social y económica de la Edad Media estaba determinada,


por una parte, por la nobleza terrateniente y el campesinado sometido a aquella como
esclavos, y por otra parte, los artesanos urbanos, reunidos en gremios y corporaciones. No
existía todavía un poder público en el sentido actual. Las tareas administrativas y judiciales se
hallaban repartidas entre los más diversos portadores privilegiados, tales como la nobleza, la
Iglesia, las ciudades, etc.

A partir del siglo XIII, el naciente capitalismo comercial y financiero (banquero) exigía un
mercado más amplio y, en consecuencia, mayores unidades legales y económicas.

En el siglo XVI se inicia la victoria de la economía capitalista sobre la producción de mercancías


por los artesanos urbanos. El capital financiero y comercial somete a su dependencia las
formas de producción primitivas y las transforma en trabajo asalariado. A partir de entonces, el

14
REINHARD KÜHNL, III MODELOS DE DOMINACIÓN PÚBLICA, en Wolfgang Abendroth y Kurt Lenk.
Introducción a la ciencia política
productor y el vendedor son dos personas distintas y la mano de obra se canjea como si se
tratase de otra mercancía. La manufactura y las nuevas invenciones técnicas evolucionan hasta
la industrialización que desplaza el centro de gravedad económico a las ciudades y busca
eliminar todas las reglamentaciones que obstaculizan el desarrollo de la economía.

A partir del siglo XVI, el absolutismo concentró las dispersas funciones de competencia estatal.
Mediante la economía financiera, el Estado absoluto crea, con un aparato de funcionarios y un
ejército estable, una actividad estatal continuada, regular (de acuerdo con el constante tráfico
de mercancías y noticias, que en el siglo XVII daría lugar a los servicios de correos y de prensa
informativa. Habermas).

El proceso mediante el cual se despoja del poder administrativo a los estamentos feudales, por
parte del soberano absoluto, corre paralelo al desarrollo de la empresa capitalista, es decir, a
la paulatina expropiación de los productores por cuenta propia: de la misma forma como el
funcionario administrativo ya no es el propietario del dinero que gasta, al trabajador ya no le
pertenece los medios de producción con los cuales trabaja. Ambas «empresas» -tanto el
Estado como el negocio capitalista privado- exigen una «organización estrictamente racional
del trabajo» [Weber]. Las relaciones entre el poder y los súbditos se convierten de personales
(obedientes-carisma, etc) en materiales (contractuales), con lo cual se posibilta la distinción
entre la esfera oficial y la iniciativa privada. Entonces se separan las esferas del Estado y de la
sociedad.

El nuevo sistema económico sólo podía funcionar si la regulación legal y la administración


trabajaban de forma pre-visible y eficaz (es decir, donde las leyes ofrezcan garantía para el
comercio y la inversión, garantía que sólo se realiza si la ley tiene continuidad, universalidad,
objetividad, y no capricho y subjetividad). La regulación del derecho racional romano, y las
codificaciones garantizan una cierta seguridad legal en el sentido de la previsibilidad. El
portador social de dicho desarrollo económico es la burguesía concentrada en las ciudades,
donde se han concentrado comerciantes, banqueros y manufactureros y los funcionarios de la
administración territorial -en su mayoría juristas-, los intelectuales, médicos y curas. Estos
estamentos «burgueses» tenían que forzar el sistema absolutista por las más diversas razones:
A pesar de que la nobleza había perdido su función militar debido a los ejércitos mercenarios, y
perdido también su función técnico-administrativa debido al cuerpo de funcionarios, las
barreras estamentales continuaban en pie. Y puesto que la nobleza tampoco tenía que pagar
impuestos, a los ojos de la burguesía -que tenía que financiar el aparato administrativo-, la
nobleza era un estamento parasitario, socialmente superfluo.

A pesar de que la burguesía había logrado copar todos los cargos importantes en el campo
económico, quedaba prácticamente excluida del gobierno del Estado y de la Iglesia1. A pesar
de que el absolutismo fomentaba las empresas capitalistas privadas mediante una política
económica mercantilista, con el fin de incrementar sus ingresos, continuamente se entrometía
en el proceso económico para regularlo [de acuerdo a sus intereses]

Así, frente al poder político, en el que todos los súbditos, sin distinción de estamentos ni de
origen, estaban desprovistos de derechos frente al soberano, y donde la ley de éste tenía
validez para todos, se empezó a formar una crítica burguesa tanto de la constitución feudal de
la sociedad, como del Estado absoluto.

b) Tendencias ideológicas precursoras.


A la dependencia económica de la Edad Media le correspondía una falta de libertad ideológica.
La Iglesia, sostén espiritual del Estado, no toleraba ningún desviacionismo. Pero con el
desmoronamiento de los nexos feudales en la economía, irrumpe la libertad.

La expresión intelectual de la clase burguesa en ascenso es la Ilustración, que se convierte en


arma decisiva contra la nobleza y el clero. Al principio de la tradición, la Ilustración contrapuso
el principio de la razón; a los privilegios estamentales (basados en lealtades personales),
contrapuso el iusnaturalismo racionalista (derecho natural racional), el cual concedía
determinados derechos naturales a toda persona como tal. Con esto la Ilustración buscaba, al
principio, un Estado ya no fundamentado en la gracia divina o en la fama del soberano, sino en
la razón y con objetivo definido: el bienestar terrenal de los ciudadanos.

La consecuencia última de esta concepción tenía que ser, entonces, el ejercicio del poder
político por los ciudadanos mismos. Sin embargo, mientras los teóricos liberales de la
economía -como los fisiócratas, Adam Smith, Bentham, Ricardo- ya podían partir de la realidad
(una economía cada vez más capitalista), los pensadores del Estado tenían prácticamente que
construir una teoría del "Estado Liberal". Pero pronto, un hecho sería el determinante de sus
reflexiones: La Revolución Inglesa

c) Instauración política

Inglaterra fue el primer país donde tales conflictos llegaron a madurar, debido al adelanto
económico que se produjo en la segunda mitad del siglo XVII.

La Revolución Inglesa
Relación de conceptos económicos, políticos y culturales (religiosos)
Hechos:

Inglaterra bajo los Estuardos (1603-1648)


Jacobo I, rey de Escocia y heredero de los Tudor, se proclama soberano de Gran Bretaña en
1604. Con su apoyo se refuerza la iglesia anglicana frente al puritanismo y el catolicismo, ante
lo cual esta última decide apoyar a los parlamentarios que se oponen a la tendencia absolutista
del monarca (impuestos, venta de títulos y cargos). Como respuesta, Jacobo I disuelve el
Parlamento. (no será convocado hasta 1621).

1625-1649 Carlos I, de 25 años, sube al trono y acentúa la distancia entre la monarquía y el


Parlamento. Ante la creación de nuevos impuestos, el Parlamento exige, mediante la Petición
de Derechos (Bill of Rights), garantías frente a las detenciones arbitrarias y las exacciones.

1629-1640 Nueva disolución del Parlamento por el rey Carlos a la que sigue la persecución de
los adversarios políticos y religiosos del monarca.

1640 Carlos I convoca el "Parlamento Corto" y el "Parlamento Largo" con el propósito de lograr
el financiamiento de la llamada "guerra de los obispos" contra los rebeldes escoceses; pero el
Parlamento está dominado por los puritanos a la cabeza de John Pym, y exige, como
condición, el control de los actos de gobierno.
En 1641 los parlamentarios presentan una relación de agravios y quejas, y recobran la potestad
de designar a los consejeros reales. Los anteriores consejeros Strafford y Laud son procesados
y condenados a muerte.

1642-1648 Guerra civil entre la Corona (=caballeros) y el Parlamento (=Roundheads). La


guerra se desencadena a causa de la sublevación de los católicos irlandeses (matanza de
Ulster, 1641) y la detención de John Pym. Creación de un nuevo ejército [de los] parlamentarios
que organiza el puritano independiente Oliverio Cromwell. Éste, convencido de su divina
misión, trata de convertir a sus fieles ironsides (=costillas de hierro) en la tropa de choque del
puritanismo.

En 1648 Cromwell derrota a los escoceses que combatían a favor de la Corona.


Tras una depuración llevada a cabo por el ejército, el Parlamento declara al
monarca reo de traición y, en 1649 ejecuta a Carlos I : abolición de la monarquía.

La Inglaterra republicana (1649 – 1660)


El parlamento instaura un régimen republicano (Comonwealth); supresión de la Cámara Alta y
el Consejo de Estado. -Apogeo de las sectas: Levellers (igualadores) y diggers (cavadores).
Persecución de los católicos en Irlanda: expropiación general del suelo (origen del odio secular
entre ambos países).

En 1653 Cromwell asume el título vitalicio de Lord-Protector, disuelve el Parlamento y


comienza a ejercer una dictadura personal. Comienza el boicot al comercio marítimo a
Holanda, valiéndose del Acta de Navegación de 1651: el transporte de todas las mercancías
hacia o desde Inglaterra se llevará a cabo únicamente por navíos ingleses. Consecuencia de
esto es la 1a guerra (naval) anglo-holandesa y la guerra con España: conquista de Jamaica
(1655) y de Dunquerque.

Hasta la muerte de Cromwell (1658), el espíritu de los puritanos domina: estrecho control
religioso y moral. A pesar de su convicción sobre la misión sobrenatural de los puritanos, el hijo
y sucesor de Cromwell, Ricardo, se siente incapaz de ejercer la jefatura del país y dimite.
Entonces, el general Monk procede a la

Restauración de los Estuardo (1660-1688).


1660-1685 Carlos II, educado en la corte de Luis XIV, imita el absolutismo francés, persigue a
los puritanos y restaura la iglesia anglicana, todo lo cual renueva las tensiones entre la Corona
y el Parlamento. Después de dos guerras impopulares contra Holanda y la declaración de
tolerancia en favor de los católicos, el Parlamento responde con la exclusión de aquellos que
no sean anglicanos de todo cargo público y con el Habeas Corpus Act (protección legal del
individuo frente a las detenciones arbitrarias y garantías de libertad personal.

Los parlamentarios se agrupan en dos partidos: whigs, burgueses de concepciones políticas y


religiosas liberales, adversarios de los Estuardo e inclinados a un poder controlado por el
Parlamento; tories, conservadores y cortesanos, fieles a la dinastía, sostenedores de la iglesia
anglicana y de la monarquía de origen divino.

1685-1688 jacobo II, católico, intenta la restauración oficial del catolicismo; violenta oposición
anglicana, apoyada por los whigs. El nacimiento inesperado de un heredero (Jacobo III) crea
para Inglaterra el peligro de una dinastía católica estable. Whigs y Tories, unidos, llaman a
Guillermo III de Orange (estatúder de Holanda) y le ofrecen la Corona invocando "la religión
protestante y un Parlamento libre". Consecuencia: lo que los mismos ingleses llaman la

1688 "Revolución Gloriosa": Jacobo II huye a Francia. Campaña de Guillermo III


contra los "jacobitas" (=católicos) irlandeses.
Consecuencias para Inglaterra:
1) Acuerdo entre la nobleza terrateniente y la burguesía ciudadana para una
alternada participación en el gobierno (turnos). Este acuerdo queda sancionado
en la Declaration of Rights, e incluye entre otros: -Poder del Parlamento para la
aprobación o desaprobación de impuestos. -Libertad de imprenta. -inamovilidad
de los jueces. -ejército no permanente.
2) Inglaterra se convierte en la primera potencia comercial y capitalista del mundo.
3) Se establecen las bases teóricas de la «división de poderes» (legislativo y
ejecutivo) para garantizar la libertad individual y la propiedad privada (John
Locke, Two Treatises of governement. 1689): consagración de la superioridad
de la Ley (Parlamento) sobre la voluntad del rey.
Consecuencias para Europa:
1) La monarquía constitucional reemplaza al sistema absolutista.
2) la hegemonía política francesa es combatida en nombre del equilibrio
europeo (guerras contra Francia 1689-1697)
Consecuencias para el mundo:
1) La hegemonía marítima pasa a Inglaterra (unida dinásticamente a Holanda
hasta 1702).
2) Se inicia la rivalidad colonial anglo-francesa.

Individualismo político y doctrinas contractualistas 15.


Miguel Artola

El individualismo renacentista, al hacer del hombre la realidad fundamental...,


sienta las bases de la nueva teoría política, cuyo principio será el reconocimiento de
iguales derechos a todos los componentes del grupo, quienes los ejercerán mediante
fórmulas contractuales. [véase Goldmann: las categorías mentales de la Ilustración].
La Reforma protestante, por su parte, al deshacer la unidad religiosa destruyó las
bases teóricas que permitían una justificación teológica del orden político... La
aparición de imágenes distintas de Dios (como primer intelecto) determina un
proceso de secularización de la ley natural, que tiende a afirmar la autonomía de
la naturaleza humana, al destacar la obligatoriedad intrínseca de las normas
objetivas, frente al tratamiento "personal" voluntarioso del poder del señor
feudal. Es la tesis del jesuita Vásquez para quien «antes de cualquier voluntad, orden
o inclusive juicio de Dios, hay cosas que son buenas o malas por sí», tesis que Hugo
Grocio llevará a sus últimas consecuencias al afirmar la autonomía de la ley natural, la
cual «valdría de algún modo aun cuando se admitiera -...- que no hay Dios o que, si lo
hay, no se interesa en las cosas humanas».
La primera formulación teórica de las nuevas corrientes se produce con ocasión de
las guerras de religión [....]. Ante la beligerancia -por motivos religiosos- de los
príncipes contra sus súbditos, cuyo momento más "bajo" es la matanza de la noche de
San Bartolomé (1572), éstos se enfrentaron al problema de garantizar la libertad de
15
A este texto se le ha añadido lo correspondiente al pensamiento de Locke sobre el tema, que no está
en el texto impreso de Categorías filosóficas II
conciencia y al servicio de este objetivo elaboraron una teoría política que trataba
de salvaguardar aquel derecho individual, desde una concepción del derecho
natural autónoma y mediante una fórmula contractual.... La argumentación busca
garantizar el derecho de los súbditos religiosamente discrepantes, y para lograrlo
elaboran una teoría política que limita el poder del monarca.
El primer argumento es el de que la superioridad del príncipe deriva del pueblo:
«todos los particulares considerados aisladamente son inferiores al príncipe, en tanto
que el conjunto del pueblo y los oficiales del reino que representan este conjunto están
por encima del príncipe». Sin embargo, esta defensa de la libertad de conciencia no
reconoce derechos políticos individuales, ni plantea el tema del contrato social,
cuestiones ambas que sólo surgen con Thomas Hobbes. Es la reflexión sobre el
individuo concreto, llevada a cabo por Hobbes -Leviathan (1651)-, la que abre el
camino hacia la toma de conciencia de los derechos políticos, aunque rechaza la idea
de una normatividad objetiva derivada del iusnaturalismo secularizado.
El punto de partida de Hobbes es la «naturaleza humana», las aspiraciones y
deseos del individuo concreto, en un momento igualmente determinado. A partir
de aquí, Hobbes define un derecho individual puramente subjetivo e ilimitado, salvo
por la ley, que es tan subjetiva como el propio derecho individual. En consecuencia el
hombre en estado de naturaleza puede aspirar a poseerlo todo y su deseo no
encuentra más limitación que la que se deriva de su propia razón que le indica que su
derecho alcanza sólo a aquello que tiene una utilidad para él.

El ius naturale en Hobbes.

El derecho de naturaleza, lo que los escritores llaman


comúnmente ius naturale, es la libertad que cada hombre tiene
de usar su propio poder como quiera para la conservación de
su propia naturaleza, es decir, de su propia vida; y por
consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y
razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin.
Por libertad se entiende, de acuerdo con el significado propio
de la palabra, la ausencia de impedimentos externos,
impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder que
un hombre tiene de hacer lo que quiera; pero no pueden
impedirle que use el poder que le resta, de acuerdo con lo que
su juicio y razón le dicten (= hacer uso de sus facultades
naturales, conforme a la razón) Leviathan.
[De ahí la necesidad de fundamentar y definir qué es la razón... universal. Tal es el trabajo de los filósofos ]

El estado de naturaleza se caracteriza -para Hobbes- por la inseguridad y la violencia


desde el momento en que la colisión de derechos es inevitable al coincidir las
apetencias y los deseos de dos o más individuos -homo homini lupus-:

EL ESTADO DE NATURALEZA

La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las


facultades del cuerpo y del espíritu que, si bien un hombre es,
a veces, evidentemente, más fuerte de cuerpo o más sagaz de
entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto, la
diferencia entre hombre y hombre no es tan importante que
uno pueda reclamar, a base de ella, para sí mismo, un
beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como él. En
efecto, por lo que respecta a la fuerza corporal, el más débil
tiene bastante fuerza para matar al más fuerte, ya sea
mediante secretas maquinaciones o confederándose con otro
que se halle en el mismo peligro que él se encuentra.
En cuanto a las facultades mentales (...) yo encuentro aún
una igualdad más grande entre los hombres que en lo
referente a la fuerza. Porque la prudencia no es sino
experiencia; cosa que todos los hombres alcanzan por igual en
tiempos iguales y en aquellas cosa a las cuales se consagran
por igual... No hay, en efecto, y de ordinario, un signo más
claro de distribución igual de una cosa que el hecho de que
cada hombre esté satisfecho con la porción que le
corresponde.
De esta igualdad, en cuanto capacidad, se deriva la igualdad
de esperanza respecto a la consecución de nuestros fines. Esta
es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en
modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos,
y en el camino que conduce al fin (que es principalmente su
propia conservación y a veces su deleite tan sólo) tratan de
aniquilarse o sojuzgarse uno al otro. De aquí que un agresor no
teme otra cosa que el poder singular de otro hombre; si alguien
planta, siembra, construye y posee un lugar conveniente cabe
probablemente esperar que vengan otros, con sus fuerzas
unidas, para desposeerle y privarle no sólo del fruto de su
trabajo, sino también de su vida o de su libertad. Y el invasor, a
su vez, se encuentra en el mismo peligro con respecto a otros.
Dada esta situación de desconfianza mutua, ningún
procedimiento tan razonable existe para que un hombre se
proteja a sí mismo, como la anticipación, es decir, el dominar
por medio de la fuerza o por la astucia a todos los hombres que
pueda, durante el tiempo preciso, hasta que ningún otro poder
sea capaz de amenazarle. Esto no es otra cosa sino lo que
requiere su propia conservación, y es generalmente permitido.
Como algunos se complacen en contemplar su propio poder en
los actos de conquista, prosiguiéndolos más allá de lo que su
seguridad requiere, otros, que, en diferentes circunstancias
serían felices manteniéndose dentro de los límites modestos, si
no aumentan su fuerza por medio de la invasión, no podrán
subsistir durante mucho tiempo si se sitúan solamente en plan
defensivo. Por consiguiente, siendo necesario, para la
conservación de un hombre, aumentar su dominio sobre los
semejantes se le debe permitir también. Leviathan

Esta situación le permite a Hobbes una definición formal de la lex naturalis «dictamen de
la recta razón acerca de los actos que deben hacerse u omitirse con el fin de
conservar la vida o la integridad física tanto tiempo como sea posible »
LA LEY NATURAL

La ley de naturaleza (lex naturalis) es un precepto o norma


general establecida por la razón, en virtud de la cual se prohíbe
a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de
los medios de conservarla; o bien omitir aquello mediante lo
cual piense que puede quedar su vida mejor preservada.
Aunque quienes se ocupan de estas cuestiones acostumbran a
confundir ius y lex, derecho y ley, es preciso distinguir esos
términos, porque el derecho consiste en la libertad de hacer o
de omitir, mientras que la ley determina y obliga a una de esas
dos cosas. Así, la ley y el derecho difieren tanto como la
obligación y la libertad, que son incompatibles cuando se
refieren a una misma materia.
La condición del hombre (...) es una condición de guerra de
todos contra todos, en la cual cada uno está gobernado por su
propia razón, no existiendo nada de lo que puede hacer uso
que no le sirva de instrumento para proteger su vida contra sus
enemigos. De aquí se sigue que, en semejante condición, cada
hombre tiene derecho a hacer cualquier cosa, incluso en el
cuerpo de los demás. Y, por consiguiente, mientras persiste
ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las
cosas no puede haber seguridad para nadie (por fuerte o sabio
que sea)... De aquí resulta un precepto o regla general de la
razón, en virtud de la cual cada hombre debe esforzarse por la paz,
mientras tiene la esperanza de lograrla; y cuando no puede obtenerla
debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra. La
primera fase de esta regla contiene la ley primera y
fundamental de la naturaleza, a saber: buscar la paz y seguirla.
La segunda, la suma del derecho de naturaleza, es decir:
defendernos a nosotros mismos por todos los medios posibles.
De esta ley fundamental, mediante la cual se ordena a los
hombres que tiendan hacia la paz, se deriva esta segunda ley:
que uno acceda, si los demás lo consienten también, y mientras se considere
necesario para la paz y defensa de sí mismo, a renunciar este derecho a todas
las cosas y a satisfacerse con la misma libertad frente a los demás
hombres, que les sea concedida a los demás con respecto a él mismo. En
efecto, mientras uno mantenga su derecho de hacer cuanto le
agrade, los hombres se encuentran en situación de guerra. Y si
los demás no quieren renunciar a ese derecho como él, no
existe razón para que nadie se despoje de dicha atribución,
porque ello más bien que disponer a la paz significaría
ofrecerse a sí mismo como presa (a lo que no está obligado
ningún hombre). Tal es la ley del Evangelio: Lo que pretendíais que
los demás os hagan a vosotros hacedlo vosotros a ellos.
Leviathan

[En consecuencia] La ley natural es insuficiente para crear el


orden y la seguridad, razón por la que los hombres se ven
abocados a suscribir un pacto, en virtud del cual surge la sociedad,
que a su vez da origen al Estado, desde el momento en que por
el pacto cada individuo transfiere simultánea y solidariamente
el derecho de gobernarse que hasta entonces tuviera, a un
hombre cuya voluntad, única que subsiste en el estado de
naturaleza, se convierte en norma objetiva [¡] que el súbdito
está forzado a obedecer[!], por cuanto ha adquirido una
obligación civil.
Los derechos del soberano comprenden la totalidad de las
funciones políticas y en su ejercicio su voluntad crea normas,
que no sólo son obligatorias sino que se identifican con la ley
natural, y son ["]intrínsecamente["] justas, por cuanto «por
naturaleza toda acción es indiferente y si llega a ser justa o
injusta es sólo en virtud del derecho del gobernante»:

IDENTIDAD DE LA LEY POSITIVA Y NATURAL

Es inherente a la soberanía el pleno poder de prescribir las


normas en virtud de las cuales cada hombre puede* saber qué
bienes puede disfrutar y qué acciones puede* llevar a cabo sin
ser molestado por cualquiera de sus conciudadanos. Esto es lo
que los hombres llaman propiedad. En efecto, antes de
instituirse el poder soberano todos los hombres tienen derecho
a todas las cosas, lo cual es necesariamente causa de guerra; y
por consiguiente, siendo esta propiedad necesaria para la paz
y dependiente del poder del soberano, es acto propio de este
poder para asegurar la paz pública. Esas normas de propiedad
( o meum y tuum) así como las de lo bueno y lo malo, de lo
legítimo e ilegítimo en las acciones de los súbditos son [se
transforman en] leyes civiles, es decir, leyes de cada Estado
particular, aunque el nombre de ley civil esté ahora restringido
a las antiguas leyes civiles de la ciudad de Roma...
*Obsérvese la diferencia entre "puede" y "debe"; la primera nos suena -ahora, en nuestra época- más autoritaria..

Así pues, el pacto social conduce en Hobbes a la formulación del absolutismo


monárquico. "Hobbes intentó utilizar como soporte de la monarquía absoluta el
iusnaturalismo racionalista y el contractualismo, para sustituir la legitimidad ya
destruida del soberano «por la gracia de Dios» [Artola] [Sin embargo, después de la
revolución de 1688, la nobleza inglesa supo aliarse con la burguesía, para formar la
«alta burguesía» (gentry), al tiempo que el rey era incapaz de imponerse al
parlamento. Entonces, como señala Habermas, comenzó el proceso en el que «una
publicidad (ya de cuño burgués)... hace las veces de publicidad política: las fuerzas
empeñadas en conseguir influencia en las decisiones del poder estatal apelan al
público raciocinante para legitimar sus exigencias ante esta nueva tribuna. Con esta
práctica, la asamblea de estamentos se transforma en un Parlamento moderno,
proceso que se desarrolla a lo largo de todo el siglo»].
[Por ello] Frente a la concepción de Hobbes se alzará otra teoría del pacto que
conducirá a Locke, en su obra Dos tratados del gobierno civil (1690), a la doctrina
liberal. Locke concibe el estado de naturaleza de manera completamente distinta a
Hobbes; en ésta, el individuo que disfruta de una total libertad e igualdad vive, sin
embargo, en una situación de paz y ayuda mutua, en virtud del reconocimiento de la
existencia de derechos y obligaciones naturales.

EL ESTADO DE NATURALEZA SEGÚN LOCKE

Para poder comprender bien en qué consiste el poder político y para remontarnos a su
verdadera fuente, será forzoso que consideremos cuál es el estado en que se encuentran
naturalmente los hombres, a saber: un estado de completa libertad para ordenar sus actos, y
para disponer de sus propiedades y de sus personas como mejor les parezca, dentro de los
límites de la ley natural, sin necesidad de pedir permiso, y sin depender de la voluntad de otra
persona.

Es también un estado de igualdad, dentro del que todo poder y toda justicia son recíprocas, en
el que nadie tiene más que otro, puesto que no hay cosa más evidente que el que seres de la
misma especie y de idéntico rango, nacidos para participar sin distinción de todas las ventajas
de la naturaleza y para servirse de las mismas facultades, sean también iguales entre ellos, sin
subordinación ni sometimiento, a menos de que el Señor y dueño de todos ellos haya colocado,
por medio de una clara manifestación de su voluntad, a uno de ellos por encima de los demás,
y que le haya conferido, mediante un nombramiento evidente y claro, el derecho indiscutible al
poder y a la soberanía (...)

Pero aunque ese estado sea un estado de libertad, no lo es de licencia; aunque el hombre
tenga en semejante estado una libertad sin límites para disponer de su propia persona y de sus
propiedades, esa libertad no le confiere derecho a destruirse a sí mismo ni siquiera a alguna de
las criaturas que posee, sino cuando se trata de consagrarla, con ello, a un uso más noble que
el requerido por su simple conservación. El estado natural tiene una ley natural por la que
se gobierna, y esa ley obliga a todos. La razón que coincide con esa ley, enseña a cuantos
seres humanos quieren consultarla que, siendo iguales e independientes, nadie debe dañar a
otro en su vida, salud, libertad o posesiones; porque siendo los hombres todos la obra de un
Hacedor omnipotente e infinitamente sabio; siendo todos ellos servidores de un único Señor
soberano, llegados a este mundo por orden y para servicio suyo, son propiedad de ese
Hacedor y Señor que los hizo para que existan mientras le plazca a El y no a otro . Y como
están dotados de idénticas facultades y todos participan en una comunidad de naturaleza, no
puede suponerse que exista entre nosotros una subordinación tal que nos autorice a
destruirnos mutuamente, como si los unos hubiésemos sido hechos para utilidad de los otros,
tal y como fueron hechas las criaturas de rango inferior, para que nos sirvamos de ellas. De la
misma manera que cada uno de nosotros está obligado a su propia conservación..., lo está
-cuando no está en juego su propia conservación- a mirar por la de los demás seres humanos,
y a no quitarles la vida o dañarla, ni todo cuanto tiende a la conservación de la vida, de la
libertad, de la salud, de los miembros o de los bienes de otro, a menos de que se trate de hacer
justicia en un culpable.

Dos tratados del gobierno civil


Los fundamentales derechos del hombre en estado de naturaleza son el derecho a la vida,
la libertad y la propiedad, que surge a partir del momento en que el individuo añade su trabajo a
unos bienes que hasta ese momento eran comunes. Al tener todos los hombres la misma
condición y derechos se produce el reconocimiento de la igualdad entre todos los individuos.
En el estado de naturaleza, finalmente, el individuo tiene el derecho no sólo de gozar de su
vida, libertad y propiedad, sino que al mismo tiempo puede castigar al que intente
arrebatárselos. Sin embargo, la interpretación «individual» de este último derecho está
expuesta a abusos si no existe una norma positiva que defina los límites de los derechos
individuales... Para conseguir la objetividad el hombre natural renuncia -al entrar a formar parte
de la sociedad política- a su derecho de juzgar y castigar, conservando sin embargo sus
restantes derechos sin modificación ni limitación alguna. Surge así el Estado, organismo
encargado de gobernar la comunidad y juzgar los atentados individuales a los derechos
naturales, que él mismo habrá de respetar.

El individuo que entra a formar parte de la sociedad desconfía, sin embargo, de que el
Estado se mantenga dentro de los límites señalados y para impedir ninguna
extralimitación atentatoria a sus derechos personales, le negará toda soberanía doctrinal
y constituirá un sistema de equilibrio de fuerzas -división de poderes- que impida en la
práctica el ejercicio de la soberanía por el poder político, que no dispondrá sino de la
función ejecutiva, en tanto la legislativa se reserva precisamente a los representantes
electos de los ciudadanos:
EL PODER LEGISLATIVO

Siendo la alta finalidad de los hombres al entrar en sociedad el


disfrute de sus propiedades en paz y seguridad, y constituyendo las
leyes establecidas en esa sociedad el magno instrumento y medio
para conseguirla, la ley primera y fundamental de todas las
comunidades políticas es la del establecimiento del poder
legislativo, al igual que la ley primera y básica natural, que debe
regir incluso el poder de legislar, es la salvaguardia de la sociedad y
de cada uno de sus miembros (hasta lo permite el bien público). No
solamente es el poder legislativo el poder máximo de la comunidad
política; es también sagrado e inmutable en aquellas manos en que
la comunidad lo situó una vez. Ningún edicto u ordenanza, sea de
quien sea, esté redactado en la forma que lo esté, y cualquiera que
sea el poder que lo respalde, tiene la fuerza y el apremio de una ley,
si no ha sido aprobado por el poder legislativo elegido y nombrado
por el pueblo. Porque sin esta aprobación, la ley no podría tener la
condición absolutamente indispensable para que lo sea, a saber, el
consenso de la sociedad, puesto que nadie existe por encima de ella
com poder para hacer leyes, sino mediante su consentimiento y con
la autoridad que esa sociedad le ha otorgado. Vemos por ello que
toda obediencia, incluso la que uno puede estar obligado a rendir
por efecto de los lazos más solemnes, se apoya en último término
en este poder supremo, y está regido por las leyes que él dicta.
Ningún juramento hecho a un poder extranjero cualquiera ni a una
autoridad interior subalterna, puede liberar a ningún miembro de la
sociedad de la obligación de obedecer al poder legislativo, cuando
éste obra en virtud de la función que tiene asignada. Tampoco
puede imponerle ninguna obediencia en contra de las leyes de ese
modo decretadas no obligarle a ir más lejos que los términos de
ésta. Porque es ridículo pensar que pueda estar obligado en último
término a obedecer dentro de la sociedad a ningún otro poder que
no tenga en ella la autoridad suprema.
Ahora bien, el poder legislativo supremo, lo mismo cuando es
ejercido por una sola persona que cuando lo es por muchas, lo
mismo si es ejercido de una manera ininterrumpida que si lo es
únicamente a intervalos, permanece, a pesar de que sea el supremo
poder de cualquier Estado, sometido a las restricciones siguientes:
En primer lugar, no es ni puede ser un poder absolutamente
arbitrario sobre las vidas y los bienes de las personas. No siendo
sino el poder conjunto de todos los miembros de la sociedad, que se
ha otorgado a la persona o asamblea que legisla, no puede ser
superior al que tenían esas mismas personas cuando vivían en
estado de naturaleza, antes de entrar en sociedad, poder [al] que
renunciaron en favor de la comunidad política. Nadie puede
transferir a otro un poder superior al que él mismo tiene

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